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Los Castellanos en Mesoamérica by Juan Carlos Garavaglia

Apr 04, 2018

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  • 7/29/2019 Los Castellanos en Mesoamrica by Juan Carlos Garavaglia

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    Captulo 7

    LOS CASTELLANOS EN MESOAMRICA

    7.1. LA CONQUISTA DEMXICO

    Hernn Corts, un joven aventurero de mediana educacin y cierta experienciacurial, nacido en el seno de una familia de la hidalgua pobre extremea, lleg a LaEspaola en 1504 y despus pas a Cuba, donde fue secretario y compadre de su pri-mer conquistador, Diego Velzquez. Corts comenz en 1519 la conquista de Mxico.Desde el inicio de su aventura cont con dos personajes clave que le sirvieron de me-diadores lingsticos en maya y en nhuatl entre los castellanos y los indgenas,Gernimo de Aguilar y Malintzin (conocida tambin como doa Marina o la Malin-che), espaol uno e indgena la otra. Corts fund la Villa Rica de la Vera Cruz e inicisu periplo hacia el interior de la Tierra Firme, pese a las reiteradas solicitudes de los

    enviados de Tenochtitlan para que no avanzara sobre sus territorios. Y a pesar tambinde las precisas instrucciones de su mandante, Diego Velzquez, dadas en octubre de1518, cuya preocupacin fundamental era el rescate de oro, piedras preciosas, per-las e otros metales, especieras e otras cualesquier cosas [y] sabido que en las di-chas islas e tierras hay oro, sabris de donde y cuando lo hay e si lo hobiere de minas yen parte que vos los podis haber, trabajar de lo catar e verlo ( Instrucciones de Die-go Velzquez). Corts desobedeci a su capitn y compadre, y avanz hacia el inte-rior dando inicio al proceso que condujo a la cada del dominio de la Triple Alianzaen esas tierras mesoamericanas.

    La alianza que estableci con los tlaxcalteca que como ya hemos visto, eran vie- jos enemigos de los mexicas consolid el avance cortesiano. En su paso por Cho-lula (Cholollan), uno de los santuarios religiosos ms antiguos y prestigiosos deMesoamrica, Corts, ante rumores de supuestas traiciones de los cholulteca, organi-z una matanza preventiva . Esa terrible primera matanza consigui los efectos peda-ggicos buscados, el camino hacia Tenochtitlan estaba abierto. Tanto as que elhuehuyetlathoani mexica, Moctezuma, se apresur a enviar embajadores y ricos presentes al caudillo extremeo a modo de bienvenida. Entrando por la calzada de Ixta- palapa, Bernal Daz nos cuenta y desde all vimos tantas ciudades y villas pobladasen el agua y en tierra rme otras grandes poblaciones y aquella calzada tan derecha por nivel como iba a Mxico (Tenochtitlan), nos quedamos admirados y decamos que pa-reca a las cosas y encantamiento que cuentan en el libro de Amads, por las grandes

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    torres y cues y edicios que tenan dentro en el agua y todas de cal y canto; y aun algu-nos de nuestro soldados decan si aquello que vean si eran entre sueos. Moctezumarecibi con honores a Corts y lo instal en palacio. Entretanto, Pnlo de Narvez,

    enviado por Velzquez haba llegado a Veracruz con ordenes de apresar al caudilloextremeo. Corts ya convertido de husped en carcelero de Moctezuma parti deTenochtitlan para enfrentar (y derrotar) a Narvez, dejando en la ciudad al violentoPedro de Alvarado al mando de la situacin. ste irrumpi en una esta religiosa mexi-ca dedicada a Huitzilopochtli que haba sido permitida por el propio Alvarado arranc con violencia las joyas y ricas vestiduras de los jvenes ociantes, a quienesdesnudos, en cueros, con solamente una manta de algodn a las carnes, sin tener enlas manos sino rosas y plumas, con que bailaban, los metieron todos a cuchillo. Laslmpidas palabras del padre Durn nos eximen de toda hiprbole al recordar el hechoque se conoce como matanza del Templo Mayor. Ante ella, la violenta reaccinmexica no se hizo esperar y Corts hubo de volver apresuradamente a la ciudad, atrin-cherndose en el palacio de Moctezuma, l intent sosegar la rebelin colocando al propio tlathoani como apaciguador; ste result muerto por sus sbditos, y los cas-tellanos tuvieron que huir de Tenochtitlan, muriendo muchos de ellos en el intento in-fructuoso de salvar el oro y las joyas que cargaban. Si bien todas las cifras son aproxi-mativas, alrededor de ciento cuarenta de los invasores europeos dejaron all sus huesos.El resto, con Corts a la cabeza, se refugi en Tlaxcala para intentar rehacerse.

    Dejaron los castellanos Tenochtitlan y el valle central fue alcanzado por la viruela(de acuerdo a la tradicin, un esclavo de Pnlo de Narvez la introdujo desde Vera-cruz). Ante el impacto de esta enfermedad importada, frente a la cual los nativos ame-ricanos estaban completamente demunidos, la mortandad fue enorme y sta es slo la primera oleada de un hecho que se repeti con fatal regularidad. El propio Cuitlahuac,el caudillo mexica recientemente elegido para resistir a los invasores, muri durante

    este brote epidmico. No haba desaparecido an la epidemia y ya los invasores sehallaban de nuevo en los alrededores del rea lacustre. Corts, que haba comprendidoque slo interrumpiendo el abasto de vveres de la ciudad insular podra vencerla,estableci alianzas con varios de los seoros de la regin lacustre y comenz a hos-tigar duramente a los de Tenochtitlan. Construy unos bergantines para poder acer-carse con sus hombres y caballos hasta la ciudad, adonde entr a sangre y fuego. Y des- pus de una lucha de casi ocho meses, la resistencia mexica result completamentevencida. La mortandad y destruccin fueron enormes. La otrora orgullosa cabecera dela Triple Alianza qued en ruinas. Nuevamente, evitemos la hiprbole y dejemos la palabra a un cronista como Bernal Daz cuando habla de la villa de Ixtapalapa: Aho-ra toda esta villa est por el suelo perdida, no hay cosa en pie, as qued Tenoch-titlan ese 13 de agosto de 1521.

    7.2. LAS CONSECUENCIAS DE LA CONQUISTA

    Este perodo inicial est marcado por tres caractersticas fundamentales: se tratadel primer momento grave de contraccin de la poblacin indgena efecto sobretodo de las primeras epidemias y de la consiguiente contraccin en la ocupacin delterritorio como una de sus primeras consecuencias. Los indgenas no slo comienzana perder en manos de los europeos una parte de su territorio, sino que se inicia

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    tambin lentamente el proceso de fractura del ecosistema prehispnico y de prdida progresiva del acceso a un complejo sistema de multiplicidad de recursos.

    La catstrofe demogrca

    Las ltimas estimaciones de Cook y Borah para Mxico central (desde el istmo deTehuantepec en el sur hasta la frontera chichimeca en el norte), presentan las cifrassiguientes: para el momento del contacto, es decir 1519, se calculan unos 25,3 millo-nes de habitantes; stos seran unos 16,8 millones en 1523 para descender a la cifrade 6,3 en 1548 y de 2,6 millones en 1568. Segn estos mismos autores, en 1605 ape-nas se llegara al milln de habitantes en esa rea. Es posible que esta estimacin seaexcesivamente alta. William Sanders da una cifra inicial de 11,5 millones, en lugar delos 25 millones de esos dos autores sealados. Sea como sea, los nmeros de Sanders para principios del sigloXVII coinciden con los de Borah y Cook; pasar de 11,5 millo-nes a un poco ms del milln de habitantes en un siglo escaso, es indudablemente unacatstrofe demogrca de amplitud excepcional.

    Nuestros estudios sobre el valle de Atlixco, en el rea poblada de la meseta cen-tral, nos permiten un acercamiento ms directo a cifras puntuales. El cuadro 7.1 nosmuestra esos datos para dos pueblos indgenas, situados a escasos kilmetros uno delotro, pero a una sensible diferencia de altura y de accesibilidad en el valle.

    Subrayemos que nuestras primeras cifras parten de 1548, cuando ya haban pasadolas ondas epidmicas de la viruela de 1520, y elmatlazahuatl de 1547, y nos brindauna idea cabal de las dimensiones de la catstrofe. Resulta muy difcil saber cul esel punto de partida inicial para estos datos, pero, si en 1755 vivan 12.347 indgenasen los pueblos y las haciendas del valle de Atlixco, no parece descabellado suponer

    una poblacin superior a los 100.000 habitantes para el valle en los ltimos aos del perodo prehispnico. Pero tambin hay que subrayar las diferencias entre el desem- peo de Huaquechula y Tochimilco, pues mientras aqulla pasa de 10.329 en 1568 a2.646 en 1755, en un largo e irreversible proceso de decadencia, Tochimilco en cam- bio, va de 4.521 en 1568 a 1.824 en el ao 1755, habiendo remontado a ojos vista des-de las cifras de 1646, cuando tena 1.161 indios. En una palabra: la catstrofedemogrca es una realidad indudable, pero, no afect a todos los indgenas por igual,incluso en un rea tan estrictamente delimitada como el valle de Atlixco y en pueblosmuy prximos entre s. Tochimilco, mejor protegido en las alturas del valle y vinien-do de una trayectoria prehispnica diferente, pudo soportar mejor la debacle demo-grca que Huaquechula. Pongamos otro ejemplo poblano, el de Tepeaca. Segn laSuma de Visitas de c. 1548, Tepeaca y Acatzingo contaban con ms de 62.000 habi-tantes; Cook y Borah dan la cifra de 21.879 habitantes para 1568 y de acuerdo con elCdice franciscano , el curato tendra hacia 1570 una poblacin de unos 18.000 indios.La Relacin de Tepeaca de 1580 habla de 8.000 vecinos y en 1646 seran unos8.229 indios, nuevamente segn Cook y Borah (y siempre incluyendo Acatzingo). Lostributarios de la entera jurisdiccin reejan tambin esa cada impresionante duranteel XVI y su lenta recuperacin desde mediados del sigloXVII. Es notable como laRelacin de Tepeaca de 1580 al igual que otras relaciones geogrcas de la re-gin poblana dejan percibir la ntida memoria que los indgenas tenan de las epi-demias del siglo y de sus consecuencias; esa fuente no olvida sealar que faltara

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    el dia de oy de la gente que abia el dia que los espaoles entraron de diez partes lasnuebe, dando una evaluacin para la poblacin prehispnica que coincide bastan-te con estas cifras.

    En el captulo 10 nos extendemos ampliamente sobre las complejas causas de este

    hecho y no repetiremos los argumentos en l desarrollados. Recordemos solamentenuestras conclusiones. Hay aqu unacadena causal compuesta por los siguientes ele-mentos principales:ritmo de trabajo dieta epidemia , y todo ello condicionado por un marco general de situacin en el que reinan la violencia desatada por los invasoresy en el cual se halla omnipresente ese estado anmico tan particular que podemos lla-mar desgano vital; es decir, ante la exigencia de ritmos de trabajo agotadores (y engeneral, ajenos al sistema de valores del universo cultural indgena) frente a una die-ta muchas veces empobrecida, no slo en cantidad, sino, sobre todo, en calidad y endiversidad (por efecto de la prdida progresiva del acceso a determinados recursos ytambin con frecuencia, a causa del impacto ambiental ocasionado por la irrupcineuropea) los ataques de las epidemias resultarn mucho ms mortferos. Y cada unode estos elementos reactu en forma de acelerador, es decir, catalticamente, empu- jando inexorablemente en un crculo vicioso al descenso de la poblacin.

    Las manifestaciones ms tempranas de las relaciones con la sociedad indgena

    Durante el primer perodo de la conquista, es decir, hasta la instauracin de lasegunda Audiencia en enero de 1531, asistimos a un primer momento de autnticopillaje de la sociedad indgena. El primer sistema de trabajo que los conquistado-res impusieron a los indios fue la esclavitud lisa y llana. Antes de la cada de Tenoch-

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    CUADRO7.1. VALLE DEATLIXCO: HUAQUECHULA YTOCHIMILCO, EVOLUCIN DE LA POBLACIN,1548-1755

    Huaquechula Tochimilco

    1548 17.495 s/d1568 10.329 4.5211580 5.594 2.0001595 5.625 s/d1648 2.922 1.1611755 2.646 1.824

    FUENTES: Huaquechula : 1548 vaseSuma de Visitas , PNE , tomo I, pp. 111-112; los 16 barrios y pue- blos, tiene 3.499 casasc. 1548 y, por lo tanto, pasadas dos de las ms grandes epidemias del sigloXVI, ellonos dara unos 17.495 habitantes, utilizando un multiplicador bajo de 5 habitantes por casa (Cook yBorah preeren multiplicar por 6,28); las cifras de 1568, 1595 y 1646, en S. F. Cook y W. Borah, Ensayos

    sobre historia de la poblacin. Mxico y California, III, Siglo XXI, Mxico, 1980, pp. 27 y 37; la de 1580,en AGI-Patronato 183, 1, ramo 3 (hemos aplicado el multiplicador 2,8 aconsejado por Cook y Borah); losdatos de 1755, en AGNM-Inquisicin 937.Tochimilco : las cifras para 1568 y 1646, en Cook y Borah, p. 30; la de 1580 en PNE , tomo VI, p. 255, y la de 1755, en AGNM-Inquisicin 937. Los multiplicadoresde Cook y Borah para la relacin entre casas y poblacin de acuerdo con los datos de laSuma de Visi-tas, en Ensayos sobre historia de la poblacin. Mxico y el Caribe, I, Siglo XXI, Mxico, 1977, p. 131.

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    titlan ya se haban repartido esclavos indios en Cholula, Texcoco y Cuernavaca, entreotros lugares. Y en el lejano norte, la institucin tuvo larga vida.

    De inmediato y ante algunas protestas eclesisticas fue ocultada detrs de una

    institucin: la encomienda. sta de lejanos origines medievales haba renaci-do en las Antillas como sistema de explotacin de la mano de obra indgena. Median-te este sistema, un poblador europeo era el encargado de percibir a nombre de laCorona el tributo que los indios supuestamente deban como sbditos del monarcaespaol y se obligaba a cristianizar a sus indios como contrapartida. Se trataba fun-damentalmente de un traspaso a ttulo gracioso y otorgado por el soberano a losconquistadores de renta en trabajo (y, en el caso de Mxico, tambin de renta en productos y en metlico) de la sociedad indgena a la naciente sociedad espaola dela colonia.

    sta fue tambin la poca de las primeras construcciones eclesisticas y civiles delos espaoles. En Mxico, la construccin de los grandes conventos del valle de Mxi-co y la ciudad que se elevara sobre las ruinas de Tenochtitlan, mereci el siguiente ylapidario comentario de Motolina (fray Toribio de Benavente):

    La sptima plaga (que se abati sobre los indios, fue) la edicacin de la gran ciudadde Mxico porque era tanta la gente que andaba en obras o venan con materiales y atraer tributos y mantenimiento a los espaoles y para los que trabajaban en obras

    En otras palabras, lo ms preciado que la sociedad indgena poda entregar a losinvasores durante esta primera etapa era sutrabajo . Incluso haba bolsones de escla-vitud lisa y llana de los indios. La situacin reinante puede resumirse nuevamente enotras palabras del citado Motolina, cuando hablando de la tasa de la encomienda,dice su boca [la de los encomenderos] era medida y tasa de todo lo que podan

    sacar en tributos y en servicios personales. Un ejemplo de esta primera poca nosda idea de cmo funcionaba la encomienda en esta etapa. Tepetlaoztoc, cabecera loca-lizada al noreste de Texcoco, en el Valle de Mxico, en cinco aos pas de mano enmano, a nombre de tres encomenderos que sacaban del pueblo todo lo que podan, sinmedida ni tasa: al primero le daban en cada ao treinta pesos de oro, una carga demantas nas y 3.000 fanegas de maz; al segundo encomendero, 120 pesos de oro y21 cargas de mantas nas; al tercero, 120 pesos de oro, 12 cargas de mantas, 800 car-gas de frjoles, 800 cargas de maz molido y 36.600 cargas de maz comn, y assucesivamente. Adems, en esta etapa turbulenta, las encomiendas cambiaban demano al ritmo de los enfrentamientos entre los diversos clanes de conquistadores y sushuestes.

    En Mxico central esta etapa de autntico pillaje finaliz con la llegada de lasegunda Audiencia (1531), que intent introducir alguna mesura en la ambicin de losencomenderos. Por supuesto, en reas alejadas de los centros de poder, esta etapa del pillaje se extendi bastante ms all de ese perodo. Todava a nales del sigloXVI, loschichimecas capturados en el norte novohispano eran regularmente vendidos comoesclavos.

    Le sigui un segundo perodo que podramos llamar de transicin. Un elemen-to central de esta fase fue la transformacin de la renta de la encomienda, que pas deser una renta mayoritariamente entregada en trabajo a una renta mayoritariamenteentregada en productos; hemos dicho mayoritariamente, y no exclusivamente. En

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    Mxico, dada la tradicin prehispnica de tributar en objetos preciosos y en diversos productos, esta etapa se vena esbozando muy claramente desde antes. En otras pala- bras, el excedente agrario absorbido por el sector dominante espaol como ren-

    ta se orient, transformado en mercanca, hacia los mercados mineros y urbanos.La circulacin mercantil de este excedente (generalmente en manos de los propiosencomenderos o de mercaderes ligados a stos) reeja algunos aspectos de la nuevaeconoma en formacin, pero, la produccin del excedente que sigue siendo con-trolado por la sociedad indgena aparece todava como una prolongacin del anti-guo sistema de produccin. As pues, en esta etapa, las empresas productivas contro-ladas por los europeos desempearon un papel de escasa importancia. En Mxicoabarc desde la segunda Audiencia (1531-1535) hasta los primeros aos del gobiernode Luis de Velazco, el Viejo (1550-1564), es decir, los aos 1531-1555. Se introduceya una demarcacin y una exigencia precisa en cuanto a la tasa de la encomienda (losindios deben tributar lo que buenamente puedan dar). Las especies son muy diver-sas y los servicios muy variados. Esta etapa naliz en Mxico con la abolicin delservicio personal y con la instauracin ocial de los repartimientos de trabajo que,si bien no tienen nada que ver con las encomiendas y el tributo real, es obvio que esta- ban estrechamente ligados con la desaparicin del servicio personal de la encomien-da establecido en 1549.

    En esta fase, adems del fracaso estrepitoso de los encomenderos por convertirseen una verdadera clase feudal y la Corona ya jaqueada en la propia pennsula por la gran nobleza castellana no se dud en usar el cadalso para contener a los seo-res americanos ms revoltosos, dictando una serie de normas jurdicas que limitabanclaramente su podero y ponan coto a la libre disposicin de la fuerza de trabajo ind-gena y a la conversin de la encomienda en un autntico feudo hereditario (Leyes Nuevas, 1542; leyes de retasa, 1546 ; supresin del servicio personal, 1549). Asmis-

    mo, y para controlar ms ecazmente a los encomenderos, este perodo vio tambinla instauracin de las estructuras poltico-jurdicas fundamentales del poder colonial,con la creacin de la gura del virrey ocupada por vez primera por Antonio de Men-doza en 1535. Por otra parte, esta etapa estuvo marcada por la terrible epidemia de1545-1548 (matlazahuatl ) que acab en el valle central con cerca de la mitad de la poblacin tributaria. Y nalmente, sta fue tambin la poca de los primeros grandesyacimientos de minerales (Taxco, Pachuca y Zacatecas se descubrieron entre 1540 y1546). En el momento en que comenzaban seriamente los efectos de arrastre de lademanda minera, la sociedad indgena tena muchas dificultades para cumplir contodas las exigencias de los europeos.

    7.3. ECONOMA DE LA COLONIA TEMPRANA ENMXICO

    Las ciudades, las minas y el mercado

    Una vez pasados los aos iniciales de la conquista, la sociedad que ha surgido enla colonia comienza a dar visos de una situacin duradera. Como hemos dicho, unode los aspectos que caracterizan esta etapa fue la constitucin de las estructuras de poder que aseguraban el control y el dominio poltico de esta sociedad. A su vez, una

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    de las consecuencias de esta poca de formacin de la economa colonial fue la cons-truccin de las primeras ciudades, centros y ncleos de la dominacin espaola sobrelas comunidades vencidas. Como hemos visto, estas ciudades se edicaron gracias altrabajo de los indios, sean como meros esclavos en la primersima poca, sea en con-cepto de servicio personal debido por la encomienda un poco ms tarde. Sin embargo,las ciudades no slo necesitan ser edicadas, sino tambin aprovisionadas de formaregular.

    De esta forma, la ciudad se convierte en uno de los primeros centros de consumoy atraccin econmica surgidos en el espacio colonial. La ciudad exige pan; por lotanto, es necesario portar harina o trigo desde donde sea posible cultivarlo. La ciudadnecesita maz para los indios que all habitan en forma estable. Requiere de carne, tan-to de ganado mayor como menor. Necesita lea para calentarse y encender el fuego;requiere materiales para la construccin: ladrillos, cal, piedra, arena As es comoalrededor de las ciudades surgieron los ranchos, las haciendas, las estancias y losobrajes textiles para alimentar y vestir a la poblacin urbana. Utilizando una mezclade tcnicas indgenas y europeas y con mano de obra indgena y esclava, los obrajesfueron en sus inicios verdaderas crceles: en algunos se encadenaba a los trabajado-res. Indios endeudados y traspasados al obraje por el titular de la deuda, mestizos oindios reos de diversos delitos y cuyo castigo era el trabajo en el obraje, esclavosnegros en n. Muchas veces, al morir un indio endeudado, su hijo heredaba la deuda

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    Sombrerete

    MazapilCuencam

    Durango

    ZacatecasSan Luis Potos

    Guanajuato

    Pachuca

    Mxico PueblaTaxco

    0 km 500

    Golfode

    Mxico

    Ocano Pacfico

    MAPA 7.1. LAS MINAS NORTEAS. PRINCIPALES CENTROS MINEROS(SIGLO XVI)

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    y era obligado a acudir al obraje. Las comunidades indgenas cercanas a las ciudadesfueron las primeras en sufrir la accin disruptora de las exigencias de bastimento, ali-mentacin y vestido de la poblacin urbana.

    Por otra parte, hay diversos tipos de ciudades. Unas son preponderantemente pol-ticas y administrativas, donde el centro de atraccin inicial es la presencia de laAudiencia, del gobernador o de un virrey. Hay algunas fundamentalmente mercantiles, por hallarse en una ruta de paso vital para la economa de una regin. Otras se hallanligadas a un puerto y del que reciben gran parte de su impulso econmico. Y, nal-mente, hay ciudades que estn estrechamente relacionadas con los reales de minas,convirtindose en un centro de produccin artesanal y en un espacio privilegiado paralas transacciones mercantiles y nancieras ligadas a la explotacin minera. Tanto lasciudades, como los centros mineros, formaron unared de mercados que impulsaron alas diversas regiones a estructurarse productivamente en funcin de la provisin deesos mercados. Se trata de lo que ha sido denominado efecto de arrastre de los po-los mineros y urbanos que impelen a las economas regionales a transformarse en pro-veedoras de esos mercados. Pero la diferencia ms marcada de la minera mexicanatemprana con relacin a la del rea andina, es laexcentricidad de los asientos mine-ros en relacin a la meseta central, la regin de mayor concentracin humana y pro-ductiva de la naciente colonia. Salvo Pachuca y Taxco, relativamente prximas a lacapital, el resto de los asientos mineros que se fueron descubriendo (1546, Zacatecas;1557, Guanajuato; 1558, Sombrerete; 1563, Durango; 1568, Mazapil; 1569, Cuenca-m; 1592, San Luis Potos) se hallaban en el norte, a cientos de kilmetros del vallecentral. Ello dio lugar a la constitucin de una frontera minero-agraria que, a medidaque nuevos descubrimientos mineros la iban internando hacia el norte, fue expan-dindose a distancias cada vez mayores de la capital colonial. Esto tendra efectosduraderos en las formas laborales imperantes en la minera novohispana y en la con-

    formacin de los espacios productivos que la circundaron.

    Cmo nacen las nuevas formas laborales?

    Ya hemos visto que, una vez acabado el primer momento de estricto pillaje, fueindispensable comenzar a ordenar el acceso al trabajo indgena (aunque slo fuera para no desperdiciar ms vidas en un momento ya de aguda crisis demogrca). Paraver ms de cerca este proceso, lo observaremos a travs del ejemplo del valle de Atlix-co, en el rea poblana de la meseta, cuya demografa hemos analizado brevemente enlas pginas precedentes.

    Los gaanes

    Antes de que los espaoles llegaran al valle, ya estaban dadas algunas de las con-diciones para el desarrollo de relaciones productivas semiserviles. En efecto, segnlos datos de la Matrcula de Huexotzinco (1560), en uno de los poblados que bordeabael valle, Acapetlahuacn, se concentraba la mayor parte de los macehuales terraz-gueros dependientes de los seores huexotzinca. Y si bien, como por otra parte reco-nocen todos los autores, es muy difcil atribuir sin ms al perodo anterior a la con-

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    quista estos datos fechados en 1560, este hecho es congruente con lo que ya sabemossobre la historia prehispnica del valle, pues los huaquechulteca, huexotzinca y cal- paneca se disputaron arduamente esas tierras. Una vez derrotados los huaquechulte-

    ca, los huexotzinca y calpaneca poblaron el rea con colonos que eran terrazguerosdependientes de los seores de Huexotzinco o sometieron a los macehualtin de losnobles huaquechulteca. De ah que, segn la fuente citada de 1560, no hubiese en eseentonces, macehuales con tierras en Acapetlahuacn. Y que incluso hubiese muy pocos pipiltin, pues slo el 4 por 100 de la poblacin era noble en 1560. Tambinsabemos, gracias a varios estudios (Carrasco, Broda, Dyckerhoff, Prem, L. Reyes,Olivera y H. Martnez), que esa categora de macehuales terrazgueros del rea poblana, en poco se distingua de los autnticos terrazgueros que los castellanosconocan en su propia tierra como campesinos dependientes de los seores. No tenanderechos jurdicos sobre la tierra ms all del usufructo y estaban obligados a realizar prestaciones personales y al pago de tributos en especie a sus seores naturales, enretribucin por el usufructo de las parcelas que ocupaban. Y este sistema sobrevivi ala invasin europea, pues las fuentes nos dicen que hasta una poca bastante tarda ltimas dcadas del sigloXVI hay todava rastros de la existencia de estos mace-huales terrazgueros estrechamente dependientes de los lderes tnicos en la regin poblana. En este aspecto, una vez ms, el rea poblana se diferencia del valle de Mxi-co, en donde el proceso de liberacin de los macehuales terrazgueros del control delos seores tnicos parece haber comenzado ya desde las dcadas de 1550 y 1560.Eran aquellos que Alonso de Zorita ha llamado mayeques, labradores que estn entierras ajenas; no tienen tierras y pagan una renta que era parte de lo que cogano labraban una suerte de tierra al seory as era el servicio que daban de lea y agua para la casa.

    La primera mencin cronolgica que tenemos a la existencia de indios asalaria-

    dos (gaanes) de los espaoles en el valle est dada por Peter Gerhard y se ree-re a la existencia de una congregacin de indios agricultores y naboros en 1550.Y nuevamente tenemos que volver a la Matrcula de Huexotzinco de 1560. SegnPedro Carrasco, la gran mayora de los que labran la tierra con bueyes, aparece, se-gn ese documento, en Acapetlahuacn. De acuerdo a la misma fuente tambin enAcapetlahuacn hay macehuales carreteros en 1560. Los gaanes que los espaolescomienzaban a tener muy rpidamente en el valle (y que tuvieron el derecho a una pequea parcela) se fueron asimilando poco a poco as a los antiguos terrazgueros prehispnicos e incluso, segn Dyckerhoff y Prem, cuando se venda una parcela per-teneciente a un seor tnico que tena macehuales dependientes, daban obediencia alnuevo propietario, aunque fuese espaol. Y al parecer, suceda algo similar en otroslugares del rea poblana, como es el caso de Tecali y, muy probablemente, Tepeaca. No ha de extraarnos, pues, que, con ocasin de una visita en 1599, un vecino espa-ol de Atlixco se reera a sus gaanes diciendo que a estos dichos indios los ha idoadquiriendo de diferentes partes. Adems, es obvio que la extensin del fenme-no de la gaana est relacionado con una serie bastante ms compleja de variablesestructurales y es inseparable del problema del control de los principales recursos(tierra y aguas, en este caso) y de las alteraciones en la locacin de los pueblos ind-genas en el valle. Los antecedentes prehispnicos son slo un elemento de aceleracindel fenmeno.

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    El repartimiento de trabajo

    Pero haba otro sistema laboral en beneficio de las nacientes empresas de loseuropeos, que se acentu con la progresiva desaparicin del servicio personal de la en-comienda. Nos referimos al llamado repartimiento de trabajo. Y aqu tambinencontramos antecedentes prehispnicos. En efecto, antes de la invasin europea,exista otro tipo de obligaciones laborales en las que los terrazgueros acudan entandas dirigidos por los tequitlatos a trabajar para sus seores tnicos o, con ciertafrecuencia, para las autoridades tnicas superiores (como era el caso de los pueblosvencidos por los mexica). Como bien ha sealado Charles Gibson, no debemos olvi-dar que el trabajo colectivo en el perodo prehispnico se enmarcaba en un mundo cul-tural que le otorgaba un cierto contenido ritual y simblico propio y esto, obviamen-te, no exista en el caso del trabajo de los espaoles.

    Este sistema consisti en la asignacin por turnos de parte del naciente poder colo-nial de la fuerza de trabajo de los pueblos indios a los empresarios hispanos no enco-menderos. La primera mencin que tenemos sobre esta prctica procede de una cartade la Audiencia de Mxico de nales de marzo de 1531 en la cual, despus de expo-ner el proyecto de fundacin de una villa de labradores en lo que sera Puebla de losngeles, se solicitaba esa merced. Poco mas tarde, en agosto de ese ao, se armabaque era indispensable eliminar el sistema de encomiendas en Huexotzinco y Tepeaca para liberar a los indgenas del control directo de los encomenderos y posibilitar losrepartimientos. La mayora de los indios obligados a acudir de repartimiento en el pri-mer perodo parece surgir de los pueblos sujetos a Tlaxcala y Cholula. En total, ambascabeceras se obligaban a entregar 1.500 indios para las labores de los espaoles acambio de liberarse de la obligacin de tributar una cantidad de fanegas de maz y tri-

    go. A principios de la dcada de 1550, el virrey Velasco instaur las condiciones lega-les del repartimiento, pues ahora que ya no sera gratuito es decir, a cambio de tri- buto sino que se tratara de una asignacinobligatoria de trabajo, pero pagado (auna tasa muy baja). Otros documentos ms tardos de la dcada de 1550 conrman la plena vigencia de la prctica, pero son otros los pueblos concernidos. La amplitudgeogrca es sorprendente pues se llega desde Tepeaca y Totomehuacn al noreste dePuebla, hasta los poblados indgenas que se hallan en la Tierra Caliente, ya prximosa Izcar. Un total de 1.550 tributarios estaban englobados en estas disposiciones,nmero que coincide con la cifra inicial que deban entregar Tlaxcala y Cholula.Cules eran las tareas de los indios de repartimiento? La tareas excepcionales delciclo del trigo que exigen gran concurso de fuerza de trabajo (en especial, escardas ycosecha), as como todas las que no realizaban los gaanes (no era conveniente arries-garlos en trabajos demasiado extenuantes y, adems, su nmero era menor en compa-racin con los indios repartidos) y, por supuesto, como se ve a travs de la deta-llada documentacin sobre el reparto de aguas de 1593, eran ellos los encargados deconstruir las obras hidrulicas del valle de Atlixco que posibilitaron el enorme cre-cimiento de las fuerzas productivas en manos de los espaoles. Tambin las empresasmineras del centro de Mxico tuvieron acceso al trabajo indgena a travs del repar-timiento, como veremos seguidamente.

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    Los cambios en las formas de ocupacin del suelo

    Hay aqu varios aspectos que debemos analizar. En primer lugar, la diversa polti-ca de la Corona con respecto al papel que deban jugar los lderes tnicos en cuantoal control de la sociedad indgena como sociedad subordinada; en segundo lugar, larelacin entre ese papel y los cambios en la forma y composicin del tributo. Esta eta- pa se caracteriza por la progresiva implantacin de un tributo con un criterio rgido(cuota ja) y que posee una determinacin muy precisa: un peso ms una fanega ymedia de maz por tributario cada ao. En algunos casos, cuando por razones localesno era posible, se haca un equivalente en mantas, cacao u otros productos. Un docu-mento de la poca del visitador Valderrama (que se inici en 1562 y es quien comen-z con este nuevo mtodo), nos da una idea del enorme cambio que signic esta alte-racin en la carga tributaria: en las siete jurisdicciones ms importantes del valle deMxico y el valle de Puebla que estaban bajo el dominio directo de la Corona, el mon-to del tributo pasa de 21.000 fanegas de maz y unos 2.000 pesos, a aproximadamente12.000 fanegas y 70.000 pesos. Es decir, hay un crecimiento de la carga tributaria,sumado a una acentuacin indudable de la monetizacin de la renta (la monetizacinimpulsaba a los indgenas hacia el mercado a los efectos de vender sus productos o sufuerza de trabajo para oblar el tributo). Ahora bien, no hay que olvidar que ahora tam- bin tributan los campesinos dependientes de los pipiltin como explicaremos un pocoms adelante. Finalmente, debemos recodar la relacin que existe entre estos dosaspectos antes sealados y los problemas demogrcos indgenas, frente a la crecien-te necesidad de medios de consumo y de produccin de la naciente sociedad espao-la de la colonia.

    Durante la primera mitad del sigloXVI, la Corona espaola procur conservar el

    seoro indgena y lo realiz mediante una alianza con la nobleza india, hecho quele permiti combatir el proyecto seorial de los encomenderos. As es como los repre-sentantes reales, al poner coto al crecimiento incesante de las rentas de los encomen-deros, por un lado favorecieron a los seores tnicos que aparecan ante sus repre-sentados como lderes ecaces y combatieron el poder de los encomenderos y su pretensin de consolidarse como grupo autnticamente feudal. En cambio, a partir dela segunda mitad de la dcada de 1550, y en especial desde la dcada de 1560 (cuandoya senta que haba controlado a los dscolos encomenderos, fracasados candidatos aautnticos seores feudales tanto en Mxico como en Per), la Corona parece aban-donar este proyecto inicial y comienza a promover mediante diversas vas la constitu-cin de los cabildos indgenas en funcin del proyecto de establecer las repblicasde indios, contribuyendo a debilitar el podero de los linajes dominantes autctonos.

    Esta concepcin de la repblica de indios se relaciona adems con la poltica delas congregaciones del perodo 1550-1564. A travs de ellos se buscan tres objeti-vos fundamentales:

    a) Reordenar el uso de la tierra en un momento en que, pasadas las grandes epi-demias de los aos 1545-1548, la poblacin indgena se hallaba particularmente diez-mada y coincidentemente, dado el proceso creciente de descubrimiento y explotacinde nuevas minas, la sociedad espaola de la colonia haba aumentado de forma evi-dente sus exigencias de bastimentos, que ya no podan ser cumplidas exclusivamentemediante los sistemas productivos indgenas. Este reordenamiento se orienta a su vez

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    hacia dos objetivos: liberar tierras para las empresas productivas de los espaoles ydotar a las futuras repblicas de indios de sus fundos legales adaptados a las exi-gencias jurdicas del derecho castellano y destinados a la produccin del tributo y al

    sostenimiento de los gastos de la comunidad. Ahora bien, esto slo poda hacerse sise afectaban de algn modo los intereses de los seores naturales de los indgenas.b) Dar un fuerte impulso al proceso de aculturacin indgena ; es decir, como las

    fuentes lo sealan con claridad, se trata de que los nuevos pueblos de indios sean elmbito privilegiado de occidentalizacin de los indgenas. Aqu nace el puebloindgena tal como lo conocemos hoy en da con su plaza e iglesia como centros deatencin y polos ordenadores clave del espacio. Hay que sealar que, salvo escasasexcepciones, los pueblos de indios actuales son los originados en este proceso colo-nial yno son prehispnicos.

    c) Hacer accesible la mano de obra indgena . Ya hemos visto que, desde 1550 enadelante, se establece de forma reglamentada el sistema de repartimientos de trabajo,tanto en el valle de Mxico como en el valle poblano. Este sistema slo poda funcio-nar con xito si la fuerza de trabajo era accesible y los indios no estaban, como dicenlas fuentes dispersos por montes, sierras y barrancas. Por supuesto, esta dis- persin aparentemente irracional, no era mas que justamente la forma indgenade salvaguardar su acceso a una sistema mltiple de recursos en un medio ecolgico particularmente difcil. Tal dispersin era slo una forma de expresin del controldiscontinuo del territorio comn a gran parte de las sociedades prehispnicas.

    Veamos cmo se desarroll esta nueva concepcin de la repblica de indios. Esobvio que, a pesar de que la Corona intent preservar el poder y el prestigio de losseores naturales, el proceso temprano de las encomiendas afect fuertemente a esainstitucin, dado que, muchas veces, el reparto de los indios no se efectu respetandola extensin territorial y jurisdiccional de los seoros; en especial si recordamos la

    importancia que tenia la norma prehispnica de control discontinuo del territorio. Deeste modo, la distribucin semiarbitraria de las encomiendas llev a una primera de-sarticulacin de las partes componentes del seoro. Pero a partir de 1540, y en espe-cial desde una Real Cdula de 26 de marzo de 1546, la Corona dio inicio a su polticade congregaciones que apuntalara esta nueva concepcin.

    En el mismo perodo se produjo un proceso de control acentuado sobre la formaen que tributaban los indios y se comenz a regular mucho ms de cerca al tipo denexo que se haba dado antes entre el papel de los seores como lderes tnicos y sufuncin de perceptores del tributo, evitando que stos aprovecharan esa circunstancia para apropiarse de parte del producto del tributo. Las visitas realizadas en la dcadade 1550 intentaron regular la relacin tributaria entre los principales y los macehual-tin, es decir, las familias campesinas. Pero, todava no se haba abordado el problema principal: es decir, la incorporacin de los campesinos dependientes en forma perso-nal de cada pilli y de cada tlatoani a los padrones tributarios.

    sta fue la funcin de la visita que comenz a hacer en 1562 el contador Valderra-ma, quien, como hemos dicho, fue el que impuls en toda Nueva Espaa la tasa deltributo de un peso y fanega y media de maz por tributario. Estos cambios implicaronun sensible aumento de la presin tributaria. Ante el incremento de esa presin, losmacehuales insistan en dos puntos: 1) para cumplir la nueva tasa era menester res-tringir los servicios que los macehuales deban a sus seores naturales; y 2) era in-dispensable que se repartieran las tierras excedentes de los seoros a los campesinos

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    dependientes de los nobles y a todos los que no tuvieran tierras. En 1564, el oidor Vas-co de Puga estableci algunas pautas al respecto y arm que haba que recontar a lostributarios, incorporar a los padrones a los principales y a sus macehuales hasta

    entonces exentos y disminuir el peso de tributos y servicios que los macehualesdeban a sus seores naturales.De este modo estaban dadas las condiciones para que el poder sobre los pueblos

    pasara de los seores al cabildo indgena: por una parte, la prdida que sufrieron losseores de sus dependientes y, por otra, la poltica de congregaciones que implic unaredistribucin de la tierra indgena fueron los principales factores que incidieron en ladesarticulacin del poder econmico y social de los lderes tnicos. De esa forma seexplica la importancia del movimiento de traspaso de tierras seoriales indgenas amanos espaolas a nales del sigloXVI: se trataba de tierras patrimoniales que los se-ores ya no podran cultivar al haberse quedado casi sin dependientes. No pocashaciendas del valle central y del valle poblano tienen su origen en estas tierras adqui-ridas a la nobleza indgena. Y nalmente, este proceso apunta a la lenta formacin deun peculiar mercado de fuerza de trabajo libre y arma el proceso de consolidacinde la gaana.

    Volvamos por un momento al valle de Atlixco y veamos cmo se produjo la pro-gresiva ocupacin de las tierras indgenas por parte de los europeos. sta se inici en1532, en relacin a la fundacin de la cercana Puebla de los ngeles. El primer espa-ol que vemos ya asentado en el valle en 1532, con labranzas y estancia de ganado,se llama Diego de Ordaz (fue en la casa de Ordaz en Chilhuacn, en donde se realiza nales de 1532, una importante junta entre espaoles y seores de Huexotzinco yCalpn en funcin de repartir las primeras parcelas de tierra a colonos europeos).Segn Silva Andraca, estas pequeas parcelas ahora repartidas (entre una y dos caba-lleras) a un grupo de vecinos de Puebla, situadas entre Chilhuacn, Tejaluca y Oce-

    lopn es decir, casi pegadas a la actual ciudad de Atlixco hacia el oriente pare-can no pertenecer a ninguno de los diversos seoros y formaran parte de un reavaca del valle. Entre 1532 y 1534 se repartieron en total parcelas a 61 colonos, pero slo 17 de ellos ocuparon realmente sus parcelas. Y, en 1535, se sembaron los primeros granos de trigo. Podemos decir que entre 1532 y 1535 se colocaron las pie-dras sillares de lo que sera el valle cerealero de Atlixco durante el sigloXVI.

    Pero, en 1539, las famosas tierras sin dueo fueron reclamadas por los cholul-teca; pese a todas las justicacionesa posteriori , podemos sospechar que una parte deesas tierras vacas eran ms imaginarias que reales. Las polmicas entre los dosseoros (Huexotzinco y Cholula) por el control de esas tierras se arrastrar por untiempo todava y, en 1551, los de Cholula seguan reclamando ante a la Corona sudominio sobre parte de esas tierras. De todos modos, el ncleo original de espaolesno result afectado. De inmediato y realizada ya una primera congregacin en Aca- petlahuacn un grupo de espaoles acord con los seores de Huexotzinco elarriendo de algunas suertes de tierra un poco ms abajo de donde se hallaban losanteriores, en Cantarranas, y poco ms tarde fue en Valsequillo, hacia el norte de laactual ciudad de Atlixco, en donde se ubicaron otros colonos europeos, tambin comoarrendatarios de los seores huexotzinca. Asimismo, hay que agregar a los ocupan-tes de estos dos ltimos lugares a un grupo individuos que haban recibido mercedesy posean la plena propiedad de las parcelas. No podemos seguir paso a paso este pro-ceso, slo que, a nales de la dcada de 1550, el valle herva de ocupantes hispanos

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    dedicados fundamentalmente a la produccin triguera (si bien las vias, los frutales yla cra del gusano de seda tuvieron tambin cierta importancia en el perodo mstemprano). En 1579 se fund la villa espaola de Atlixco. En esa poca, el valle pro-

    duca alrededor de 100.000 fanegas anuales de trigo y era el autntico granero de Nueva Espaa. Sus trigos y harinas llegaban a Mxico, Puebla e, incluso, a los puer-tos del Caribe.

    Para nalizar, subrayemos dos hechos. En primer lugar, las parcelas que los espao-les estaban ocupando y laborando eran, por ahora, parcelas medianas y pequeas, muylejos de las extensiones que tendran las haciendas desde comienzos del sigloXVII. Pro- pietarios de unas pocas yuntas de bueyes, muchos de estos espaoles eran autnticoslabradores en el sentido que la palabra posea en Castilla en el sigloXVI (por supuesto,como hemos visto, la diferencia radical entre estos labradores y sus parientes caste-llanos o andaluces fue el peculiar acceso a la fuerza de trabajo indgena gracias alrepartimiento de trabajo). En segundo lugar, dado que pese a lo que dice la tradi-cin casi todas las tierras tenan dueo, una parte no desdeable de estos labradoresde medianos y pequeos recursos, fueron arrendatariosde los seores de Huexotzinco(y ms tarde de otros espaoles), aunque hubiera ya un grupo de propietarios plenos dela tierra, grupo que se fue armando en el transcurso de la segunda mitad del siglo yque constituy el ncleo original de los linajes de hacendados del siglo siguiente.

    7.4. LAS ESTRUCTURAS DEL PODER EN EL PERODO INICIAL

    Al igual que en los reinos de la monarqua hispnica, las primeras formas insti-tucionales de estructuracin del poder y del ejercicio jurisdiccional fueron sucesi-vamente los gobernadores (La Espaola y Tierra Firme fueron las primeras goberna-

    ciones), las audiencias (la primera, Santo Domingo, se erigi en 1511) y losvirreyes, con el nombramiento de don Antonio de Mendoza como virrey de NuevaEspaa en 1535. La experiencia previa en Aragn, Npoles, Valencia y, en parte, Cata-lua, daban ya una buena tradicin a esta primigenias formas institucionales erigidasen las Indias. Hay que subrayar que, al menos durante el primer siglo de dominacin,no se habla de Virreinato; por supuesto hay, un virrey, pero ste gobierna el Reynode Nueva Espaa, como lo hara (y ms de uno tendra efectivamente esa trayecto-ria) en el reino de Aragn o en el de Valencia. Nueva Espaa era uno de los tantos rei-nos que formaban esta extensa monarqua compuesta. Pero no olvidemos que, obvia-mente, no era lo mismo ser virrey de Aragn, Catalua o Npoles (con sus antiguas yconsolidadas tradiciones jurdicas,utsages y costumbres) que en el caso de la reali-dad indiana, en la cual slo se tena enfrente a un grupo de eros conquistadores, mssus parientes, aliados y seguidores, y a las sociedades indgenas, vencidas y someti-das al derecho de conquista. La conquista otorgaba derechos que hubieran sido total-mente inaceptables, por ejemplo, en el reino de Npoles (notemos que poco se hablaen Npoles deviceregno , hay unvicer , pero no unviceregno , segn nos recuerdaGiuseppe Galasso). Del derecho conferido por el hecho de laconquista militar a lasconsecuencias legales resultantes de lalegitimidad dinstica (derecho por el cuallos descendientes de Alfonso el Magnnimo reivindicaban su dominio sobre el reinode Npoles) hay un trecho que es jurdicamente muy grande. De este modo, el poder de los virreyes americanos durante este perodo temprano resulta mucho menos cues-

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    tinado que el de sus homnimos del resto de la monarqua hispnica. El papel que ten-dra el Consejo de Indias desde su fundacin en 1524, tambin se asemeja al queejerca el Consejo de Estado en Castilla o el Consejo de Aragn en ese reino.

    Corts fue el primer gobernador de Mxico, pero nuevas singladuras la expedi-cin a Honduras le obligaron a alejarse en 1524, y sus lugartenientes se enfrenta-ron duramente con los aliados de su antiguo mandante, Diego de Velzquez. No podemos entrar en las alternativas de estos conictos entre los diversos grupos de con-quistadores, pero subrayemos que la sociedad indgena fue la que tuvo que pagar el precio ms duro, pasando los pueblos muchas veces de mano en mano de un enco-mendero al otro, de acuerdo con los vaivenes de la lucha entre las distintas facciones.La llegada de la primera Audiencia en 1527 (dada la especial conducta de algunos desus miembros y, sobre todo, de su presidente, Nuo de Guzmn) no hizo sino agravar las cosas. Corts se vio obligado a abandonar Nueva Espaa ese mismo ao paradefender sus derechos en la corte. Los miembros de la Audiencia se ocuparon de for-ma abierta de fomentar sus negocios (uno de los oidores, el licenciado Diego Delga-dillo cuenta en sus cartas que tiene echados a las minas 400 esclavos para sacar oro que creo que se har plaziendo a Nuestro Seor Dios muy buena cosa). Ser conla segunda Audiencia que inici sus reuniones en enero de 1531, compuesta por un grupo de letrados de primera magnitud (Juan de Salmern, Alonso de Maldonado,Francisco Ceynos y Vasco de Quiroga), cuando comience a ser instaurado en el reinode Nueva Espaa un cierto orden jurdico estable. De algunos de ellos, Maldonado yQuiroga en especial, quedara memoria de sus acciones en favor de los indgenas.

    La llegada en 1535 del primer virrey, don Antonio de Mendoza, dio un fuerteimpulso al proceso de institucionalizacin de Nueva Espaa. Miembro de una desta-cada familia de la nobleza castellana (desde entonces, la mayora de los virreyes novo-hispanos y peruanos de los siglosXVI y XVII tendran idntico origen social a los efec-

    tos de reforzar el carcter de esa alta institucin que tena la funcin primordial derepresentar a la persona misma del monarca), su gobierno (1535-1550) y el de susucesor, don Luis de Velasco el Viejo (1550-1564), colocaron las piedras sillares de laestructura de dominacin estatal en Nueva Espaa. Las Leyes Nuevas se promulga-ron en 1542, durante el gobierno de Mendoza. La habilidad del virrey al anular dehecho el cumplimiento de estas disposiciones que afectaban el control que los en-comenderos tenan del tributo indgena evit a Mxico una guerra civil entre espa-oles como la que ocurri contemporneamente en Per. Pero tampoco le tembl lamano: en 1549, los rumores de un posible acuerdo con los sublevados de Per, dieron pie a un rpido proceso y al ajusticiamiento de tres vecinos sospechosos. Durante elgobierno de su sucesor, don Luis de Velasco, las disposiciones restrictivas respecto alos encomenderos fueron suavizadas, pero, las directrices de la Corona eran de unaclaridad meridiana: haba que poner coto al poder de los encomenderos e impedir suconsolidacin como clase seorial con poder ilimitado sobre sus vasallos indios. Losencomenderos seguiran recibiendo de aqullos un tributo durante dos vidas (confrecuencia esta norma era alterada mediante complicadas alianzas matrimoniales), pero perderan todo control jurdico es decir, estrictamente el llamadodominium enel derecho feudal sobre los indgenas. Subrayamos porque es obvio que (en loshechos, si no legalmente) el peso que los encomenderos tuvieron sobre la sociedadindgena sigui siendo muy grande. De todos modos, esto rompa con cualquier posi- bilidad de reconstruir en tierras americanas una autntica sociedad feudal.

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    No olvidemos que en el momento de la conquista, la sociedad castellana era unasociedad jerrquica impregnada de elementos feudales y en la cual el par renta-privi-legio era el eje central sobre la cual giraban todas las relaciones de dominacin. Frrea-

    mente dividida entre nobles, eclesisticos y pecheros. Cuando los futuros conquista-dores se lanzaban a la loca aventura de cruzar el ocano, no era para continuar ocupando una posicin subordinada, sino para salir lo ms pronto posible de ella. As,el derecho de conquista sobre unos pueblos considerados no cristianos (al menos enlos primersimos aos y antes de la llegada de los miembros de la rdenes religiosasque cristianizaran a inmensa masas de la poblacin indgena) les otorgaba la posi- bilidad de escapar al destino que su nacimiento en un perdido poblado de Extrema-dura les haba sealado casi ineluctablemente.

    Si la mitad de los que cruzaron el mar en busca de las nuevas tierras hasta media-dos del sigloXVI eran andaluces y extremeos, no nos extraar saber que andalucesy extremeos constituyen casi el 40 por 100 de los conquistadores novohispanos queobtuvieron una encomienda; le siguen en importancia los castellanos. Esos tres or-genes regionales conforman alrededor del 60 por 100 de los encomenderos. Pero loms importante de este trabajo de R. Himmerich sobre los encomenderos novohispa-nos que estamos comentando es que slo una clara minora de estos hombres gozabanya de la condicin de hidalgos en el momento de su llegada a Tierra Firme. Sera efec-tivamente el aprovechamiento de los tributos de su encomienda el que le permitiradisfrutar ahora de una posicin social elevada y que era impensable en su tierra de ori-gen. Para eso se haban lanzado a la aventura en pos de ese nuevo horizonte allendeel mar. Y es por ello que las Leyes Nuevas de 1542 y toda la panoplia sucesiva de dis- posiciones jurdicas de esos aos relacionadas con la encomienda (sobre todo, lasleyes de retasa de 1546 y la supresin del servicio personal en 1549), eran vistas comouna amenaza que les afectaba en el pleno goce de sus derechos inherentes a la con-

    quista. Esta vez, la oposicin a las nuevas medidas fue liderada por quien era reco-nocido como el encomendero ms rico y prestigioso de Nueva Espaa: don MartnCorts; hijo del conquistador y emparentado, por sangre y alianza, con la familia cas-tellana de los Arellano (condes de Aguilar) y que haba sido criado cerca de Felipe II.Cuando se instal en Mxico, en 1562, indudablemente era un grande que poda brillar con luz propia en la corte novohispana de don Luis de Velasco. Los enfrentamien-tos con el virrey (que se inician, como es habitual es esta sociedad, por cuestiones deetiqueta ) no se hicieron esperar; pero las cosas fueron rpidamente a ms. Fallecidodon Luis en el ejercicio del cargo, los miembros de la Audiencia eran los que debanafrontar la situacin; don Martn, sus dos hermanos bastardos y otros conjurados fue-ron apresados en julio de 1566. La sangre noble y los ingentes bienes de hijo del con-quistador le salvaron la vida (sus hermanos bastardos casi corren peor suerte), perolos restantes acusados, los hermanos Gonzlez de vila, vecinos y encomenderos prestigiosos, terminaron en el cadalso. En efecto, la Corona no estaba dispuesta aarriesgar que Nueva Espaa siguiera el camino que tanta sangre haba hecho correr enPer, permitiendo que se consolidase en Amrica una autntica nobleza seorial condominio sobre las masas indgenas.

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    BIBLIOGRAFA

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