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Los caminos de Una pareja de flores de asfalto descubren la vieja ciudad de Quebec y se aventuran a conocer sus alrededores. Un viaje lleno de aventuras y paisajes espectaculares. Texto: Annuska Angulo / Foto: Adam Wiseman QUEBEC 60 61 NatioNal GeoGraphic traveler
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Los caminos de QUEBEC - canyonsa.qc.ca · Resulta que esta zona fue alcanzada por un ... al ver nuestras caras de susto que preguntan sin palabras “¿cómo vamos a bajar por esas

Sep 24, 2018

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Los caminos de

Una pareja de flores de asfalto descubren la vieja ciudad

de Quebec y se aventuran aconocer sus alrededores.

Un viaje lleno de aventuras ypaisajes espectaculares.

Texto: Annuska Angulo / Foto: Adam Wiseman Texto: Annuska Angulo / Foto: Adam Wiseman QUEBEC

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Lo confieso: soy una rata de ciudad. Me encan-ta escudriñar las urbes, en el caos me siento en casa, por eso cuando planeamos este viaje en pa-reja a la provincia quebecuá en Canadá, no sabía qué esperar. Canadá es un país que a mi espo-so y a mí nos gusta mucho. Esta es la tercera vez que lo visitamos, pero siempre habíamos elegido ciudades. Y en esta ocasión haríamos algo total-mente distinto: vivir la naturaleza, aunque em-pezaríamos y teminaríamos nuestro road trip en Québec City.

RUE SAINT JEANLlegamos un domingo por la tarde a la ciudad de Quebec, y nos queda-mos en el hotel Must, muy cerca del aeropuerto, con la idea de descan-sar y comenzar nuestra ruta al día siguiente, pero la tentación de dar un primer rol por la urbe nos gana y salimos a cenar en nuestro flamante auto rentado, armados con nuestro GPS al que nos cuesta un poco ha-cer entender adónde nos queremos dirigir (un restaurante equis, encon-trado en una búsqueda de internet).

Mientras nos acercamos al centro, nos llama la atención que las ca-lles están absolutamente desiertas a pesar del espectacular y primave-ral atardecer. Un par de días después nos enteramos por qué: había un partido de hockey de la copa Stanley, el torneo más importante del de-porte que define a los canadienses.

Los restaurantes están medio vacíos, sólo algunos extranjeros despista-dos como nosotros paseamos por la calle Saint Jean. Las tiendas, cerra-das; lo que es una lástima. La rue Saint Jean es una calle de pequeños comercios jóvenes, boutiques de ropa de diseñadores locales, supermer-cados gourmet/orgánico/local, librerías de viejo, una tienda de discos de vinilo. Una pequeña probadita que nos deja deseando ver más. Pero al día siguiente dejamos la ciudad para dirigirnos a nuestro destino: el reconocimiento de la inmensa región quebecois.

CHARLEVOIXQuebec es una enorme región de Canadá, casi del tamaño de tres Fran-cias, pero con una población de siete millones y medio de habitantes. Es inmensa con muy poca gente y todos hablan francés. Charlevoix es una comarca al este de la ciudad de Quebec, a las orillas del estuario del río San Lorenzo. La región del Charlevoix tiene el honor de ser la primera colonia turística de Canadá, y uno de sus más famosos veraneantes fue el presidente William Howard Taft (1857-1930): “nos descubrió Mr. Taft”, nos hizo saber al día siguiente François Gariépy, nuestro guía.

Charlevoix es también conocida por ser el lugar de origen del Cirque du Soleil. Uno de los cofundadores, Daniel Gauthier, ya retirado de la vida circense, está proyectando un desarrollo turístico para la Baie Saint Paul, en donde hay una montaña con varias pistas de esquí (el Masiff de Charlevoix). A la manera típica canadiense, antes de empe-zar a proyectar el desarrollo consultó con la población. Si ellos no hu-bieran estado de acuerdo, no lo haría.

La Plaza Real y la iglesia de Notre-Da-me-des-Victoires son protagonistas del ba-rrio Petit Champlain en la vieja Quebec.

El cañón de Santa Ana, en la comarca de Beaupré, ofrece

un majestuoso espec-táculo natural de gran

atractivo turístico.

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EL CRÁTERFrançoise Gariépy, nuestro guía, llega en su Kawasaki 40 minutos des-pués de la hora acordada, lo cual no nos molestó demasiado ya que es-tábamos esperándolo en el centro turístico de Charlevoix, ubicado un poco menos de 10 kilómetros antes de Baie Saint-Paul, y con una espec-tacular vista de la región. Resulta que esta zona fue alcanzada por un meteorito hace unos 350 millones de años atrás, que dejó un cráter de 60 kilómetros de diámetro. “Estamos viviendo dentro del cráter”, dice François, y arranca su moto que hemos de seguir durante los dos días siguientes por carreteras junto al inmenso estuario o entre las monta-ñas, subiendo y bajando las suaves colinas que son las viejas ondas ex-pansivas del meteorito, como olas de un mar petrificado.

CANYONINGUna de las actividades más interesantes que ofrece Charlevoix es el canyoning, deporte que consiste en explorar cañones y estrechas ba-rrancas utilizando todo tipo de técnicas, pero sobre todo la del ra-ppel y preferentemente bajando por cascadas de agua. Nuestros dos guías, Mélanie Bisson y Marc Trembay, de 23 y 45 años respectiva-mente, nos llevan a la base de una cascada cercana a un pueblito lla-mado Saint-Joseph de la Rive.

“Debido al impacto del meteorito, la caliza en esta región tiene un án-gulo no muy vertical, ideal para iniciarse en este deporte”, explica Marc al ver nuestras caras de susto que preguntan sin palabras “¿cómo vamos a bajar por esas rocas?”. Aunque la cascada es pequeña, el agua baja con fuerza, algunos tramos se ven peligrosos, y no sé a qué se refiere Marc cuando dice “no muy vertical”. Nos prestan trajes de neopreno, cascos y arneses. Nos explican la sencilla técnica del rappel. Nos cuelgan de

una cuerda, y haciendo de tripas corazón bajamos la primera etapa de la cascada (tiene cuatro). Para la tercera, el miedo deja lugar a la sensa-ción excitante de bajar metros y metros de roca dejándose empapar por el agua de la cascada. Altamente recomendable. Cuando nos vamos, a manera de despedida y regresando al tema del meteorito, Marc nos pre-viene: “¡Tengan cuidadó con los plativolós en el cgrategr!”

PARC NACIONAL DES HAUTES-GOR-GES DE LA RIVIÉRE MALBAIEHaremos un picnic en uno de los tres parques nacionales de la zona (un parque marino y de los pocos parques nacionales habitados de Cana-dá). Seguimos a François en su Kawasaki disfrutando de la carretera que atraviesa un paisaje bucólico, con granjas de techos altos con sus caracte-rísticos alerones casi verticales para que caiga la nieve, y los tejados pin-tados de colores (unos rojos, otros verdes, otros azules). Esta costumbre de pintar los tejados se originó por el tráfico en el estuario, para que los que vinieran por barco ubicaran su hogar en la distancia, y también para facilitar la navegación a los capitanes. El color de los tejados también pa-rece indicar de qué región francesa era la familia de la casa.

El parque es inmenso y tiene dos atracciones principales: un río con rápidos fáciles de navegar con kayac, y un paseo que conduce al pico de L´Acropole, desde donde se puede apreciar una magnífica perspec-tiva de la zona. Tiene 150 lugares para acampar, un camión que lo re-corre los fines de semana, cuando está prohibido usar auto, y un centro de información con tienda y restaurante. Además, acaban de estrenar una docena de tiendas de campaña ya armadas, un concepto llamado Huttopia, que es como ir acampar pero de lujo: la cocina y la tienda ya vienen armadas, y son divinas.

GOLF Y CASINO EN CHARLEVOIXHospedarse en el Fairmont Le Manoir Ri-chelieu es un deber. Este gran hotel de 400 habitaciones parece salido de un cuento de hadas, situado entre el río y las montañas. El original data de1899, pero fue consumi-do por el fuego en 1928. Un año después abrió el actual, construido al estilo de un castillo francés con un aire escocés. Hay un campo de golf de 27 hoyos de clase mundial, y un casino donde probar suerte en póker, ruleta, black jack, o en las máquinas tragamonedas.

La cena nos deja extasiados y rendidos. Mañana tenemos que madru-gar para nuestra excursión en kayac, y es que el estuario está regido por las mareas. Si dejamos pasar la hora, ya no habrá agua en la bahía.

BAILAR EN KAYACCuando uno está de vacaciones, levantarse a las 4:30 am para salir del hotel a las 5:15 parece absurdo, o al menos a mí me lo parecía hasta que descubrí los placeres reservados para los madrugadores: la luz y la quie-tud que cubre los bosques y el estuario. Nuestro guía se llama Philippe, tiene 28 años y cuando se sube a su kayac y empieza a remar, parece que baila de lo hermoso que se ve. Philippe lleva cinco años viviendo en Charlevoix y las inmediaciones de Quebec, porque “puedo realizar mu-chas actividades que me apasionan, como kayaking o escalada en hie-lo”. El año pasado Philippe se echó un viaje de 400 kilómetros en kayac solo. Nos sorprende que él, como muchos otros quebecois que hemos conocido estos días, prefiere hablar en español que en inglés.

La compañía para la que trabaja Philippe se llama Katabatic. La noche anterior cenamos con Sébastien Savard, fundador y dueño de la com-pañía, que tiene 10 años funcionando en la zona de Charlevoix. Sébas-tien conoce el estuario como la palma de su mano. El suyo es un negocio móvil: una camioneta con un remolque para sus kayacs (algunos, cons-truidos por él mismo) es todo lo que ha necesitado hasta ahora. Pero ya creció la compañía, que ha recibido numerosos premios y menciones ho-noríficas, y ahora tienen una oficina en Malbaie, uno de los dos pueblos principales de Charlevoix. Katabatic ofrece desde excursiones de medio día, como la nuestra, hasta expediciones de cuatro días en las que los participantes van recorriendo largas distancias en kayac, y acampando por las noches. “O se pueden quedar en albergues”, explica de sus ser-vicios: “en definitiva, realizamos tours a la medida de cada cliente. El negocio va muy bien: ya empiezo a tener más actividad en invierno. Na-vegar entre hielos es fascinante”. Sí, por supuesto. “Nosotros proporcio-namos todo el equipo, ropa incluida”. Una buena idea para un negocio veraniego, expandirse al invierno. “Le sugerimos iniciar una compañía en México”. Ya lo he pensado, no crean. Tal vez, tal vez.

LA RUTA DEL SABORDespués de la excursión en kayac por la Baie de la Rochers tenemos hambre. Regresamos a la carretera con François, que nos lleva a un pe-queño restaurante/panadería llamado Pains! D’exclamation, en la Mal-baie. La dueña, Jose Gervais, empezó su negocio haciendo un pan tan delicioso que llamó la atención del chef del hotel Fairmont. Ahora surte a muchos otros hoteles y albergues, además de servir a diario unas co-midas sencillas, compuestas de sopas, sándwiches y ensaladas frescas y

con deliciosa sazón. Es una parada obliga-toria, digo yo, si andan por la región.

De postre, François decide llevarnos a ver ballenas, en una excursión que dura tres ho-ras. Vemos algunas, además de una cría de foca, algunos patos, pero definitivamente lo más espectacular de la excursión es el paso por el fiordo del Saguenay, donde las aguas se tornan un poco más cálidas y las rocas verticales impresionan con su altura.

Este es el fin de las excursiones marinas. Después, cenamos en la Muse, el restaurante del albergue del mismo nombre. Allí, entre platillos de-liciosos sabiamente maridados con un vino blanco, conocemos a la es-posa de François, Elisabez Ossandon, una chilena de 48 años que lleva ocho viviendo en Canadá. Nos platica de los largos inviernos, y de cómo se acostumbró a ellos. “No es lo mismo estar a -8 ºC que a -40 ºC, ¿sa-bes? Y necesitas ropa y zapatos para cada temperatura, ese es el truco. La cosa es salir, no quedarse en casa. Hay una tienda, el Mountain Equi-pment Co-op, donde tienen todo lo necesario para disfrutar afuera. Ven-den zapatos para caminar hacia delante, y para caminar hacia atrás, para correr, para subir o bajar. Aquí en Canadá, todos son expertos en algún deporte y les gusta tener el equipo preciso para practicarlo. Y la verdad es que merece la pena estar bien equipado. Es la gran diferencia”.

Después de una noche reparadora en el albergue, seguimos con nues-tra ruta gastronómica auspiciada por François, que no quiere que

Aquí descubrí los placeres reservados para los madrugadores: la luz y la quietud que cubre los bosques y el estuario.

Practicar kayac es uno de los deportes favoritos de loscanadienses, unamanera de vivir lanaturaleza en verano en el estuario del San Lorenzo.

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El paisaje bucólico a todo lo largo del ca-mino, nos sorprende con sus dramáticos cambios de luz. En todo momento nos sentimos abrazados por la naturaleza.

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dejemos Charlevoix sin primero degustar los quesos de Maurice Dufour. En la granja de sus padres, este hombre de 45 años se dedica a fabri-car quesos artesanales de gran calidad, reconocidos por toda la región y más allá (están empezando a exportar).

Nuestra última parada antes de salir para Quebec es el molino La Remy, construido en 1825, restaurado por la comisión civil Heritage Charlevoix que lo adquirió en 1992, y abierto oficialmente en 2007. Es un molino con todas las de la ley, incluido un arroyo con su presa y su cascada que mueve la rueda principal. El trigo que se muele aquí se cultiva en Char-levoix, y ahí mismo, en la panadería del molino, se hornean panes, brio-ches y cuernitos. Museo-molino-panadería, es una buena parada para los que disfruten de las historias culinarias.

CÔTE DE BEAUPRÉDe regreso a la ciudad, pasamos por una comarca dedicada a la agricul-tura y que ha alimentado a la ciudad de Quebec desde hace 400 años. Fue uno de los primeros asentamientos europeos de la zona, coloniza-do al mismo tiempo que Quebec. Aquí todavía siguen en pie muchas de las antiguas edificaciones de los colonos franceses, como hornos de pan y ancestrales almacenes semienterrados para alimentos.

Aquí se encuentra el Cañón de Saint Anne, con una impresionante cas-cada de 74 metros y tres puentes que cruzan el cañón sobre diferentes puntos de la cascada. El lugar es francamente impresionante, y es un gran plan si viajan con niños porque, además de la cascada, hay otros dos recorridos con divertidas actividades. Otro lugar de interés en la zona es la reserva nacional de fauna y flora de Cap Tourmente, adonde llegan miles de gansos árticos cada año en su peregrinaje anual hacia el Nor-te. Aquí vienen a descansar y comer antes de la época de apareamiento

cada verano. El parque comprende una zona de marismas, una llanu-ra húmeda y, por último, un bosque un poco más elevado. Por todo el parque hay caminos para pasear y avistar todo tipo de aves y mamífe-ros, incluso algunos osos. Es buena idea ir acompañado de uno de los naturalistas que trabajan en el parque para conocer los interesantes de-talles acerca de este hábitat protegido.

QUEBEC, LA VIEJAAsí la llaman para diferenciarla del resto de la región. Está situada justo en el lugar donde el estuario del San Lorenzo se estrecha y se convier-te en río de agua dulce. Quien dominara este punto estratégico tenía poder sobre gran parte de Norteamérica, ya que el río San Lorenzo se comunica con los Grandes Lagos en el medio del actual Estados Uni-dos. La ciudad está poblada de batallas históricas, de recuerdos y re-latos en los que los franceses luchan contra los ingleses. Aunque los ingleses ganaran, en última instancia aquí se habla más francés que in-glés, y los quebecois, después de tres siglos de dominación inglesa, to-davía se identifican más con su lado francés. Y por eso, ¿quién puede decir quién ganó a quién?

Es una ciudad preciosa, pequeña, perfecta para descubrir a pie, lim-pia y muy segura. Fue nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985. Nuestro hotel, el albergue Saint-Antoine, representa muy bien, y a escala, lo que es la ciudad en sí: una cajita de sorpresas. El hotel, que empezó con 23 habitaciones, se ha ido expandiendo has-ta llegar a las 95 actuales, y está ubicado a las orillas del río. En una de esas ampliaciones, los dueños decidieron construir un parking subterrá-neo y entonces fue que encontraron miles de artefactos centenarios, en-tre ellos los muros de una de las tres baterías usadas por los franceses para defender su ciudad. Hoy los artefactos (pipas, botellas, monedas, platos, botones, utensilios, etc.), otrora utilizados como debris para re-llenar las orillas del río y ganar terreno al agua, decoran el hotel y dan su carácter especial a cada una de las habitaciones.

ÎLE D’ORLÉANSA pocos minutos del centro de Quebec se encuentra esta isla fértil y bu-cólica, del tamaño de Manhattan pero con unos cuantos millones de habitantes menos. Es un buen lugar para perderse todo el día por sus carreteras y descubrir pequeños lugares para degustar los productos lo-cales. Nosotros nos topamos con una sidrería, el negocio familiar de los Verger Bilodeau. Una fila de manzanos en flor sin fin indica claramen-te la forma en la que los franceses se repartieron las tierras: en terrenos

largos y estrechos que atraviesan los recursos naturales equitativamen-te, de tal forma que todos comparten un poco de costa, un poco de río, un poco de bosque, etc.

También decidimos parar en una granja de casis, una baya que algu-nos llaman grosella, el ingrediente principal del jarabe que se usa para el Kir, la bebida de vino blanco y casis tan popular en Francia. Dos her-manas dirigen el negocio heredado de su padre, que ahora se dedica a viajar. Además de la elaboración de diferentes productos de casis, las hermanas divinas también llevan un pequeño restaurante que funcio-na en verano y da a conocer las distintas maneras de disfrutar de esta fruta maravillosa. Sus vinos, licores, jarabes y mermeladas son recono-cidas internacionalmente (el jarabe ganó el primer premio en el impor-tante concurso de jarabe de casis de Ljubljana, Eslovenia, en 1995), y la belleza de las dos hermanas es legendaria.

Para finalizar nuestra visita a la isla, terminamos devorando un pout-tine, un platillo fatal para las arterias pero realmente delicioso y típica-mente canadiense: papas fritas con gravy y queso.

CONFESIóN DE úLTIMA HORADebo aceptar que en ningún momento de nuestra travesía extrañé el vértigo de las ciudades, al contrario, en Québec City aprendí que el en-canto de algunas urbes pequeñas es su integración con la naturaleza y su ritmo pausado. Ya casi al final de nuestro viaje visitamos la cascada Montmorency, cenamos en un restaurante especializado en conejo. Hi-cimos un tour nocturno de la ciudad, de historias macabras, misterios y crímenes célebres. Tomamos un guía disfrazado de explorador del

siglo XVII para recorrer el casco viejo. Visitamos otro parque nacional, abierto al público todo el año, con dos yurtas disponibles para acampar en invierno, donde nos topamos con un caribú bañándose en un río de película de John Ford, y vimos un fantástico musgo fluorescente que casi no necesita luz para crecer. Conocimos un pequeño hotel regenta-do por una asociación de nativos de la tribu Wendake, junto a su corres-pondiente museo de “las primeras naciones” y su restaurante de comida típica (uno de los pocos lugares donde se puede degustar carne de foca legalmente), situados ambos en un pueblito que tiene, por supuesto, su pequeña y peligrosa cascada. Fuimos de picnic por otro río, el Saint Char-les, y conocimos a Jean Légaré (51 años), que heredó el negocio de las canoas de su padre, quien a su vez lo heredó de su abuelo y así hasta cinco generaciones atrás. Llevan desde hace más de cien años a la ori-lla de un tranquilo río: esta es la imagen epítome de Quebec.

Libro de consuLta

Lo esencial de QuebecHoteLesauberge saint-antoineRue Saint-Antoine 8Tel. (418) 692-2211www.saint-antoine.comHotel MustRoute de L’Aéroport 1345Tel. (418) 380-6878www.hotelsjaro.com auberge La Museen CharlevoixRue Saint-Jean-Baptiste 39Tel. (418) 435-6839www.lamuse.comFairmont Le Manoir richelieuRue Richelieu 181Tel. (418) 665-3703www.fairmont.com/richelieu

restaurantescharlevoixPains d’exclamationRue John-Nairne 302Tel. (418) 665-4000

La Maison d’affinage,Maurice dufour inc. (Degustación de quesos y vino)Boul. Mgr-De Laval 1339Tel. (418) 435-5692www.fromagefin.comÎle d’orléansCidrerie/Verger BilodeauChemin Royal 2200Tel. (418) 828-9316cassis Monna et fillesChemin Royal 721Tel. (418) 828-2525www.cassismonna.comcassis Le Lapin sauté (La especialidad es el conejo)Rue du Petit-Champlain 52, Quebec CityTel. (418) 692-5325www.lapinsaute.combrynd (sándwiches deliciosos)Rue Saint-Paul 369, Quebec CityTel. (418) 692-1903www.brynd.com

Parques y actividades dePortivasParque nacional Hautes-Gorges-de-la-riviére-Malbaie (charlevoix)Tel. (418) 439-1227www.sepaq.comParque nacional de la Jacques-cartierTel. en verano: (418) 848-1372 Tel. en invierno: (418) 528-8781www.parcsquebec.comcanyon sainte-anneRoute 138, número 206beaupréTel. (418) 827-4057www.canyonsa.qc.careserva natural de la fauna del cabo tourmenteChemin du Cap-Tourmente 570Tel. (418) 827-3776www.captourmente.com

canots Légaré (renta de canoas y kayacs)Boul. Valcartier, Québec 12766Tel. (418) 843-7979www.canotslegare.comcharlevoixCanyoning-QuébecTel. (418) 559-2783www.canyoning-quebec.comKatabatic (excursiones en kayac)Tel. (418) 665-2332www.katabatic.cavisitas guiadas de la ciudad de québecCiceroneRue des Jardins 51Tel. (418) 977-8977www.cicerone.caLes visites Fantômes de québecRue Saint-Louis 85Tel. (418) 692-9770www.ghosttoursofquebec.com

uno de los tres murales del centro de quebec que narran la historia canadiense.

a lo largo de la provincia quebecuá encontrarás agradables tiendas y restaurantes.

en el restaurante brynd sirven unos buenos sándwiches de roast beef ahumado.

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