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los bebes tambien juegan

Jun 07, 2015

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Ale R.

http://paratuhijo.blogspot.com/

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¿Es difícil divertir a los bebes? ¿Cuáles son los jue­gos más adecuados para ellos? ¿Por que les resulta tan complicado a los padres jugar con sus hijos?

Aprender jugando, ésta es la clave, y la labor de los padres será conseguirlo. Para ayudarles, los autores ofrecen un manual de actividades y juegos para niños hasta los 3 años de gran sencillez a la vez que muy educativos. Además, el libro también incluye canciones infantiles tradicionales. Para facilitar su uso y comprensión se ha dividido cada edad en semestres con una introducción de carácter teórico. Destinados tanto a padres como a profesionales. estos juegos fomentarán la creatividad de los niños, les permitirán pasar un rato agradable y estimula­rán todos sus sentidos.

Un libro que le enseñará cómo hacer feliz a su bebé.

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José M.a Batllori (Barcelona, 1927), fundador de Jobara, gabinete asesor de actividades lúdicas dedicado a la investi­gación y aplicación del juego en cualquier área, se dedica al juego infantil como principal herramienta educativa desde hace más de cincuenta años. Autor de diversos libros sobre el tema, es colabo­rador habitual de revistas especializadas y conferenciante asiduo en centros de enseñanza.

Jordi Batllori (Barcelona, 1962), doc­tor en geología por la Universidad de Barcelona, ejerce la enseñanza, profe­sión que comparte como educador de tiempo libre infantil y juvenil. Es autor de varios libros sobre el juego infantil.

El ilustrador, Antonio Santos (Lupiñen, 1955), es licenciado en escultura por la Facultad de Bellas Artes de Barcelona. Pintor, escultor e ilustrador, sus obras han sido expuestas en importantes gale­rías de Francia, Inglaterra y España. Ha obtenido numerosos premios nacionales de dibujo e ilustración.

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LOS BEBÉS TAMBIÉN JUEGAN.

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LOS BEBES TAMBIÉN JUEGAN. • ••

ilustraciones de Antonio santos.

Ediciones Martínez Roca, S. A.

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P rólogo.

A través del trabajo diario en nuestro Consulting Pedagógico comprobamos

que, para desarrollar todas las potencialidades de los niños, el entorno más

estimulante y natural es el juego.

En estos algo más de diez años de trabajo renovador, cada uno de los

educadores que ha intervenido en cursos, coloquios, seguimientos o conversa­

ciones personales ha encontrado fácil y atractivo el nuevo reto que llamamos

«prevención educativa». Y lo más sorprendente es que su interés -y frecuen­

temente', entusiasmo— ha surgido de su propia vocación educadora al compro­

bar que, con el aprendizaje temprano de las habilidades humanas, se han

abierto más horizontes de superación para el mismo profesional.

Siendo aún muy pequeño, el niño quiere aprenderlo todo. Ha de utili­

zar la totalidad de su cuerpo, lo que le plantea constantes problemas. Para

resolverlos necesita ánimo, coraje, tiempo y oportunidades. En definitiva, ha

de manipular todo tipo de objetos, situaciones, palabras e, incluso, ideas y

pensamientos. Si no fuera así, ¿cómo podría abrirse camino con éxito en este

mundo tan complejo?

Enfrentarse con los problemas es algo completamente natural. Podemos

decir que es espontáneo, sin más coacción que la del placer de jugar... y

triunfar. Toda situación resulta un reto para el niño, y una fuente de estí­

mulos.

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No es difícil concluir que cuantas más oportunidades, mejor. Somos con­

secuentes en nuestra tarea educativa. Veamos. El niño dice: ¡¡Dame una

oportunidad! !

Si lo contemplamos desde el punto de vista neurológico aún lo compren­

deremos mejor. Una de las ideas centrales que se establecen en el ámbito del

desarrollo y la organización de las estructuras cerebrales es la que se refiere

a la importancia capital del ejercicio de la función para que estas estructu­

ras se establezcan. A medida que se fomente el uso de dicha función por parte

del niño en su período de formación, más rápida y completa será su organi­

zación neurológica y, consecuentemente, más altas resultarán sus capacida­

des cognitivas.

Si en los primeros años de vida el niño no disfruta de un medio ambiente

colmado de estímulos de todo tipo, corre el peligro de no aprovechar jamás sus

riquezas interiores innatas; habrá aprendizajes que dejarán de producirse y

serán de dificultosísima recuperación. Es decir, que la prontitud y adecua­

ción al dar unos estímulos es la variable más significativa de la adquisición

del aprendizaje.

Otra idea básica que hemos tenido en cuenta en la observación y segui­

miento de los niños y niñas, tanto en la escuela como en la familia, es el uso

del criterio integral para tratar a cada niño, en definitiva a cada persona.

El niño es un todo y no se le puede comprender ni ayudar si no se tienen en

cuenta todos los aspectos del desarrollo simultáneamente. Hay que formar el

carácter en el comienzo de la vida.

Es adecuado afirmar que la educación no es propiamente un problema

de dinero o de tiempo, sino de amor y esfuerzo, o lo que hemos llamado cari­

ño, dedicación y competencia, ha verdadera visión de futuro la tiene aquel

educador que no cae en la trampa de «preparar» al niño o a la niña, sino

que no desaprovecha ni un solo momento para desarrollarle. Según expresión

popular: Empezar prontísimo, pues el niño es el padre del hombre.

Es fácil comprender, al leer estos párrafos, que existe un hueco que debe-

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mos llenar adecuadamente. Por ejemplo, con materiales que proporcionan a

los bebés las situaciones que favorezcan el aprovechamiento de sus potencia­

lidades.

José María yjordi Batllori han contribuido a ello con gracia y con pe­

ricia; nos han demostrado incansablemente que la vida de los niños es un

juego, vivida con gran seriedad, rigor y una espontaneidad encantadora.

Estos grandes cerebros de los niños podrán recibir toda clase de estímulos en

sus niveles sensorio-motrices, significativos y conductuales, que les lleven a

establecer y perfeccionar las más diversas habilidades.

Es cierto que tanto los niños como sus educadores quieren y necesitan las

habilidades mentales para llegar a resolver problemas y tomar decisiones co­

rrectas o, al menos, adecuadas. Hace falta una gran dosis de creatividad y

oportunidades para que las actitudes de un buen aprendizaje se manifiesten

espléndidamente.

Este prodigio lo consiguen los juegos, sabiamente ofrecidos por la fami­

lia y su entorno, y los profesionales de la educación.

Nuestros amigos, durante años, han sabido poner en las manos de los que

rodean al niño o a la niña, en las propias manos infantiles, diversos juegos

y problemas —es fantástico adentrarse en su archivo—, con un enfoque tan

amplio que abarca distintas edades, capacidades y temáticas, para que los

pequeños, los bebés, crezcan en inteligencia y voluntad, de modo divertido y

progresivo.

Animo especialmente a los padres, abuelos y familiares de los bebés que

usen los juegos con la ilusión y la emoción del que ama, pues para ellos se ha

confeccionado este libro. Decimos siempre, y no desaprovecharemos la ocasión,

que el amor verdadero es acción, entrega. Así es como el acto educativo lleva

a una expansión en todas direcciones, pero hacia el niño.

La respuesta del niño es más inmediata: quiere y admira más a aquel

que le ha permitido aprender a. ser más y más capaz, autónomo; en definiti­

va, a estar mejor preparado, pues éste es el camino de la felicidad.

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El presente volumen nos proporciona un nuevo instrumento a todas luces

necesario, para que niños y niñas lleguen a tener un correcto desarrollo total

desde el comienzo de la vida, con muchas oportunidades, Se ha conseguido,

creo que acertadamente, plantear estas oportunidades mediante unos entor­

nos ricos en estímulos, presentados como retos irresistibles.

De esta manera, los autores contribuyen a enriquecer los medios que des­

de hace más de diez años estamos empleando en la revolución del desarrollo

infantil con el método de Aprendizajes Tempranos: démosle a cada niño lo

que espera, hagamos un excelente trabajo de prevención con naturalidad y

alegría.

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Introducción.

El objetivo principal que nos ha llevado a escribir este libro es el de

dejar claro que cualquier bebé juega desde el primer instante de su

vida, cosa que hay quien cree ridicula, y no lo es, porque lo que el adul­

to entiende por juego, el niño, aunque sea bebé, lo interpreta como

trabajo.

A través del tiempo nos hemos encontrado con padres que creen

que jugar es algo restringido a determinadas edades. Lo que sí es

cierto es que cada edad tiene sus juegos y éstos adquieren un signi­

ficado distinto. Así, el juego en la infancia es aprendizaje. En la ju­

ventud, deporte. En la madurez, descanso; y en la vejez, recreación.

Y en todas es diversión. Todo esto quiere decir que los juegos varían

según el momento en que se desarrollan en la vida de la persona.

Queremos dedicar lo escrito a los noveles padres de familia que

acaban de estrenar este título con un bebé en los brazos. Les espera

una apasionante carrera para lograr que su hijo llegue a ser un sen­

sato y feliz habitante de este planeta.

Estos padres saben poco de su nuevo oficio, pero el bebé aún

sabe menos del mundo que le rodea y en el que habrá de moverse a

partir de este momento. Enseñarle habilidades, conocimientos y vir­

tudes no es tarea demasiado fácil, pero la naturaleza ha puesto a su

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alcance una herramienta muy accesible, divertida y eficaz: el juego y, con él, el poder lograr la estimulación temprana de sus sentidos, algo de importancia vital para su vida futura.

Aunque la mayoría de los juegos que se expondrán en este libro han de desarrollarse en el interior del hogar, los padres han de saber adaptarlos a los lugares donde se encuentren con sus pequeñines como puede ser un patio, jardín, parque o en el campo durante una salida dominical o en las vacaciones. Uno puede esconderse perfec­tamente detrás de un árbol, matorral, banco o cualquier otro obs­táculo que tenga a su alrededor. Lo mismo podemos decir de sus pe­queños juguetes: las pelotitas, el muñeco de peluche, etc. La arena la podremos encontrar en la playa o a orillas de un riachuelo... El es­pacio que se precisa en estas edades es el mínimo. Pensemos que da lo mismo jugar con el agua en la bañera de casa que en una piscina desmontable que tengamos en nuestro jardín o en la piscina infan­til que haya en nuestro lugar de veraneo. La cuestión es no dejar nun­ca sólo al niño dentro o alrededor del agua.

Ante todo, el bebé precisa, además de cariño, desarrollar sus dé­biles miembros y, para fortalecerlos, se mueve constantemente. Pero hay que ayudarle y para ello se le hace jugar. Su aprendizaje empieza de la mano de los padres. A veces, éstos no ven claro cómo pueden colaborar con la naturaleza para que su hijo vaya cogiendo habilida­des y conocimientos. Para ayudarles hemos relacionado una serie de juegos sencillos y cancioncitas propias de las tiernas edades a las que se refiere este libro.

No se puede ignorar que, durante los tres primeros años de la vida del ser humano, todo lo bueno y lo malo que el pequeño apren­da tendrá repercusión en su vida futura. Por ello hemos empezado hablando de costumbres, que son las que marcarán, con seguridad, su personalidad.

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Para lograr frutos positivos, los padres han de saber pensar como

niños, actuar como niños y jugar como tales. No creamos que la edu­

cación de un hijo empezará el día en que pise por primera vez una

escuela. La educación y la misión de hacer florecer virtudes en el

hijo comienza desde que se le pone el primer chupete en la boca y

dura las veinticuatro horas de cada día de la semana.

La educación temprana que nuestros abuelos daban a sus hijos

no se parece en nada a la que hoy pueden proporcionar los padres.

Ellos se guiaban por la intuición y el sentido común y en la actua­

lidad dicha educación puede basarse en conocimientos bien asimi­

lados, gracias a los muchos libros y estudios que tienen a su dispo­

sición y que antes no existían.

Quiere ser éste un libro que colabore con los padres y con esta

ilusión se ha escrito. Como se dice en alguno de los apartados, no

todo lo escrito servirá para «tu» hijo, pero seguro que más de una de

las sugerencias podrá sacar de algún apuro a los felices padres.

Creemos que es muy interesante para los padres el conocer, si ya

no lo saben, que el juego es el gran aprendizaje de la vida. Sin el jue­

go, el ser humano no llegaría a ser plenamente persona, padecería

deficiencias, tanto en el campo físico como en el intelectual. Por lo

tanto, es tan importante el juego como el biberón. No se ha de ol­

vidar.

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JUEGOS

PARA EL PRIMER AÑO

DEL BEBÉ.

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capitulo 1.

Buenas costumbres.

Lo más esperado: un híjo. Han quedado atrás casi nueve meses de lectura intensa de libros y revistas especializadas. De almacenamiento de consejos de madre, sue­gra, familiares y amigas. De ir a ver escaparates y tiendas cuya mi­sión es aconsejar, convencer y vender artículos para bebés. La asig­natura parece bien aprendida por parte de la futura mamá e incluso se podría asegurar que le sobran conocimientos que, si se analizan bien, incluso pueden resultar contradictorios entre sí.

Pero, al fin, el niño ha nacido felizmente y toda la familia lo ce­lebra con alegría, como es natural. Además están que no caben en sí de gozo, pues todos han estrenado un título que, no siendo univer­sitario, podría serlo. Título de padres, abuelos, tíos, etc., etc. Lo malo es que estos títulos han de ser revalidados mediante un examen sobre unas materias que casi todos desconocen, aunque se creen ca­pacitados para ejercer perfectamente la nueva función. ¡Quién no podrá con un ser tan pequeño!

La madre, con tanta ciencia acumulada, empieza a pasarlas ca­nutas para cambiar los primeros pañales. Coger al indefenso bebé le parece igual que cuando cogía a su querida muñeca, pero resulta que el nuevo habitante de la casa se mueve más de la cuenta y da la

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sensación de que, en cualquier momento, se vaya a romper. Por otra

parte, le han enseñado seis maneras distintas de hacerlo y aquello es

un lío. La suerte está en que la madre también leyó que no se había

de dejar impresionar por tanto consejo oral y escrito y que lo mejor

que podía hacer al sentirse atribulada, era olvidarse de casi todo y

utilizar el sentido común.

Recuerda que es preferible cometer algún error al principio que

seguir puntualmente los consejos y teorías asimiladas, no fuera caso

de que, en su nerviosismo, colocara un imperdible en la boca del

niño en lugar de en los pañales, aunque pueda llegar un momento

en el que al padre le gustara porque vendrán noches...

También sabe que todos los niños son distintos y que el suyo no

va a ser una excepción. Hay muchas diferencias de un niño a otro, y

no sólo en lo que hace a lo físico: el entorno define dichas diferen­

cias. Empezamos porque no todos los padres piensan lo mismo ni

son igual de cariñosos y delicados. Los hay que tienen la suerte de

tener cuatro abuelos a su alrededor o algún hermanito que lo mira

con curiosidad manifiesta. Cuando un niño llega a casa por vez pri­

mera siempre hallará aspectos que harán que su llegada sea dife­

rente a la de otros niños: la decoración de su vivienda, las caracte­

rísticas de su cuna...

Hay casas sonoras, porque hay hermanos ruidosos o porque la se­

ñora tele está cerca y difícilmente está apagada. Hay casas silenciosas,

en las que el vuelo de una mosca es ruido y el bebé sólo puede oír la

suave voz de la madre cuando le dice algo.

Todo lo dicho y mucho más que podríamos añadir, condiciona,

de entrada, la forma de ser del pequeño; ello quiere decir que, desde

el primer momento, le estamos acostumbrando a muchas cosas que

pueden beneficiar su educación o que, al contrario, pueden convertir­

lo en un pequeño tirano capaz de esclavizarnos con sus lloros y gritos.

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No olvidemos que, desde el momento en que nace, su cerebro se

dispara y su diminuta inteligencia sabe perfectamente cómo hacer

mover a placer a los mayores que le rodean. Asimismo, aprende en­

seguida a distinguir a los que se dejan gobernar por el rey de la casa

y a los que no. Así se espabila en berrear ante la abuelita compasiva

que le coge y le mima o se queda tan tranquilo ante el padre que

sabe que no le hará el menor caso hasta la hora del baño.

«El hombre es un animal de costumbres», dijo alguien y los pa­

dres no lo han de olvidar y deben procurar variar la frase por otra

que diga «nuestro hijo será un animal de buenas costumbres». Que

no olviden que las buenas costumbres del bebé más adelante las lla­

maremos virtudes y los malos hábitos que pueda adquirir serán vicios

dentro de poco tiempo.

Conseguir el máximo de buenas costumbres es un claro objeti­

vo que los padres se han de marcar.

Empezar a inculcar costumbres.

Pero, en definitiva, es la hora de la verdad. La hora en que hay que

empezar a inculcar costumbres al pequeñajo. ¿Tan pronto? me pre­

guntaréis. Sin duda alguna. Pensemos que, a pesar de que el ser

humano es el animal más débil e indefenso en sus primeros meses

sobre nuestra querida Tierra, es, también tal como ya hemos insinua­

do, el más avispado y se quiere aprovechar de ello. Sabe cómo provo­

car compasión o cómo pedir que satisfagan sus necesidades, y una de

las misiones de la madre es saber diferenciar estas dos situaciones:

ignorar sus berreos a la hora de exigir que lo lleven en brazos, por

ejemplo, o acudir presta si está pidiendo que le cambien la ropita

mojada. Es un lenguaje algo particular que hay que saber entender.

El pequeño se pone a llorar y todos los que se han reunido para

celebrar el fausto acontecimiento, pasan a aconsejar seriamente a la

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atribulada madre. «Le aprieta demasiado la ropa», «Le molesta la

luz», «Este niño está enfermo», «Ha estado demasiado tiempo en

la misma posición», etc. La madre, sin hacer caso a nadie, prepara el

biberón y lo pone en la boca de la famélica criatura: se han acabado

los berreos, pues el niño padecía una enfermedad muy normal: tenía

hambre.

Las costumbres que se han de crear para el pequeño, también

han de servir para todos aquellos que se le acerquen a cincuenta me­

tros a la redonda.

Si la madre, con todo cariño, lo coge una y mil veces para con­

templarlo, juega con él y le canta canciones, no habrá hecho nada

más que convertirse en la esclava de aquel pequeño dictador. Sus so­

noros lloros sólo terminarán cuando se le coja en brazos. Lo mismo

cuenta para abuelos, tíos y amigos. El niño ha de aprender muchas

cosas, pero los mayores también.

Puedo recordar el caso de unos amigos que pasaron la expe­

riencia de lo que acabamos de decir: la madre, lógicamente secun­

dada por el padre, siguió la táctica de no coger al pequeño en cual­

quier momento, lo cual le iba fenomenal. Pero ella también tenía

una madre, es decir, una abuela del pequeño recién nacido, y la

buena mujer no podía resistir la tentación de coger al pequeñín

una y otra vez.

El pequeño se dio cuenta de que la madre lo cogía solamente

para darle de comer, cambiarle las ropitas y bañarle y para hacerle

unas cuantas carantoñas un par de veces al día, y no exigía más por­

que sabía que no se le hacía caso. Pero, en cuanto aparecía la abue­

la, el concierto estaba armado: se ponía a berrear y a patalear hasta

que la compasiva abuelita lo cogía en brazos.

«A este crío lo tenéis muy mal acostumbrado», repetía un día y

otro. «Sólo quiere estar en brazos.» La madre se desesperaba, pues

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veía claramente el origen del problema. «Pero mamá, no lo cojas y deja que llore. Ya se cansará.» La abuela se ponía furiosa al ver el de­sinterés de la madre. «No te preocupa que el pobre se desgañite. Yo no puedo resistir tanto lloro.»

La suerte del caso era que la madre vivía a unos kilómetros de distancia de la población del nieto y sus visitas no eran diarias, sino más bien espaciadas.

Jugar educa en todas las edades. Y ¿cómo aprenderá el niño? Pues, jugando. No me sonría usted, querido amigo; el niño necesita jugar desde los primeros meses, cla­ro está que no estará jugando en el sentido que los adultos damos a este concepto. Sin duda, no le convenceremos para que juegue al ajedrez ni para que nos haga una demostración de baloncesto. Sus juegos son bien distintos a los que nosotros admitimos como tales. Encontrará, por ejemplo, un delicioso juguete en sus propias manos y pies. El bebé quiere que se le deje tranquilo en sus tres labores principales: comer, dormir y jugar.

Tengamos presente que la vida del niño se reparte entre el sue­ño y el juego, actividades entre las que se intercala la comida. Tan grave es que un niño no duerma como que no juegue, porque el juego contribuye al buen desarrollo psicomotriz, que es la base de un aprendizaje adecuado y que va a continuar a lo largo de toda su vida.

No olvidemos que el juego, para el niño, es un trabajo de apren­dizaje de los quehaceres de la vida. Y el pequenín, menos comer y llorar, lo ha de aprender todo; por lo tanto ha de jugar mucho hasta que le llegue la edad de poderse llamar hombre o mujer. Los bebés no necesitan trabajar para vivir, pero sí jugar: el juego es su trabajo profesional, del que depende su desarrollo total. Y ¿a qué jugará?

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Leo de Joanne F. Oppenheim, dirigiéndose a una madre en sus

primeros juegos con su bebé: «Usted, con su rostro fascinante, sus

ojos chispeantes que hablan y arrullan; sus brazos cálidos, sus ma­

nos suaves, sus dedos acariciantes, su olor familiar, su propia pre­

sencia, le convierten en el primer juguete que existe en el mundo

para su hijo y el más perfecto de todos.

Ningún fabricante ha diseñado jamás un juguete para niños que

se pueda comparar con usted misma. ¡Piense si alguien pudiera ha­

cerlo, ¿se imagina qué dirían los anuncios?

No digamos como aquel hermanito de un recién nacido, que un

día exclamó: «¡Si ni siquiera sabe jugar!». Y esto no es cierto. El

bebé juega de acuerdo con sus posibilidades y en forma limitada:

balbuceando, haciendo burbujas con la saliva, moviendo manos y

pies, etc. Realmente sus manos y pies pasan a ser un excelente ju­

guete que dice muchas cosas. Comprende que esa cosa que se mueve

es su mano o su pie. Desde este preciso momento, aprenderá dónde

acaba él y dónde empieza el mundo. Verá que él controla sus manos

o sus pies y que les puede dar órdenes.

Para el niño, un juego es el oír a menudo la voz de su madre y

sentir su presencia de vez en cuando, aunque sea a metros de dis­

tancia. La madre, mientras plancha o hace cualquier otro menester,

puede hablar con él y contarle cosas, aunque sea El Quijote. El pe­

queño va aprendiendo sonidos que un día no muy lejano convertirá

en sílabas y luego en palabras.

Las sílabas y las palabras vendrán de su deseo de imitar y, el jue­

go en general, no es nada más que una imitación de todo cuanto le

rodea. Oír cantar a la madre o sentir que, a ratos se juega con él, no

es nada más que un gran juego para el bebé. No olvidemos que su

inteligencia es grande. Si le alimentamos bien, crecerá físicamente

bien. Lo mismo ocurrirá con su desarrollo intelectual.

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A medida que el niño crece, la madre verá con gozo que el pe­

queño va comprendiendo las cosas: trate de hacerle muecas diverti­

das, sáquele la lengua, hinche los mofletes de aire y haga ruidos gra­

ciosos con la boca. Si el niño estornuda, que lo haga ella también; si

bosteza, que le imite. Éstos son juegos que divierten al niño y que

acrecientan su afecto hacia los padres. Porque éstos no tienen por

qué ser ajenos a esta simpática y necesaria labor. El pasar determi­

nados ratos jugando con su hijo, no significa que deban pasarse el

resto de su vida jugando con él.

Lógicamente, los padres no se pasarán el día haciendo monadas

frente a la cuna, primero porque sería contraproducente, pues el pe­

queño cada vez exigiría más, y en segundo lugar, porque es de su­

poner que tanto el padre como la madre tienen otras ocupaciones a

las que atender. Entonces es cuando vemos la necesidad de rodearle

de juguetes. La inteligencia del niño exige del ambiente constantes

novedades, nuevos datos para su cerebro en vertiginoso desarrollo.

El clásico sonajero no puede faltar. Hace tiempo perdió su des­

tino inicial, que era el de ahuyentar a los malos espíritus. Se trata de

un juego milenario que ya en el antiguo Egipto se usaba para este

menester. La suerte es que al niño le gusta jugar y no porque sea fá­

cil y divertido, sino porque en su pequeñez ya comprende que ha de

vencer dificultades y sabe que está aprendiendo cosas. Se esfuerza en

perfeccionar sus movimientos y, al ver que es capaz de conseguirlo,

se llena de felicidad y de ahí se deriva el divertimento.

Muy a menudo, el adulto cuando se lanza a comprar un jugue­

te para un bebé, busca cosas modernas, pensando que los juguetes u

objetos de siempre son anticuados. Ha de pensar que un juego ade­

cuado hoy, es decir, que divierta y eduque al pequeñín, seguro que

también lo hacía hace cien años. En las tumbas egipcias y en exca­

vaciones realizadas en diferentes partes del mundo, se han hallado

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aros, sonajeros, canicas, muñecas, etc. Varían en su forma y en el

material en que están construidos, pero su utilidad seguro que era la

misma que la que la que posee en la actualidad.

EL juego es un trabajo alegremente serio.

El juego, para el niño, quiere decir trabajo o aprendizaje. Somos no­

sotros, los mayores, los que llamamos juego a sus actividades, cre­

yendo que sólo se divierten. Para que en sus más tiernos principios

en este mundo vaya aprendiendo a hacer movimientos distintos que

le fortalezcan sus todavía débiles músculos y le vayan enseñando

que moviéndose puede ir viendo más mundo que mirando simple­

mente al techo, existen una serie de pequeños ejercicios, algunos de

los cuales serán reseñados en el apartado de juegos. El padre y la ma­

dre se los han de ir enseñando pacientemente.

A veces, al hablar del juego, uno se pregunta: ¿somos capaces

los adultos de entender el valor educativo del juego? Quizás al hacer

jugar a un bebé se pretenda divertirle un rato o bien se persiga el

divertimento propio, al disfrutar de sus monadas y sonrisas, pero

¿sabemos para qué sirve el juego? Yo creo que si se le diera la im­

portancia que tiene, los familiares de los bebés estudiarían más a

fondo esta materia educativa para el beneficio de aquel ser para quien

desean lo mejor del mundo.

Dice Pau Vila: «Yo diría que no se puede concebir la vida del

niño sin el juego; creo que no llegaría a hombre. Moriría, como mo­

riría si lo encerráramos en una habitación de la que previamente hu­

biésemos extraído el aire, o tendría un desarrollo raquítico y enfer­

mizo como el que presentaría alguien a quien se obligara a vivir en

un lugar con aire insuficiente. Así, también crecería con una perso­

nalidad débil y un organismo insuficiente el niño que no se hubie­

se desarrollado en pleno juego».

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En los primeros meses de la vida del bebé hemos de educar sus

capacidades sensoriales, tan importantes para su desarrollo futuro.

Sin duda ha empezado a «andar» por esta vida y lo ignora todo, lo

cual quiere decir que tiene que aprender muchísimo y dispone de

unos grandes maestros, aunque de entrada estén algo desentrenados

en estos menesteres. Sólo es cuestión de que le vayan proporcionan­

do, a medida que vaya creciendo, juegos al alcance de sus capacidades.

El tacto, la vista y el oído son partes del cuerpo humano que

precisan de una paciente y sabia labor de educación. El niño debe

acostumbrarse a que sus ratos de juego en los que se produce el con­

tacto físico con sus padres son momentos concretos, como puede ser

el rato del baño, cuando se despierta por la tarde, etc. Que sepa que

aquélla es la hora del juego, con lo que se evita que nos lo pida en

cualquier otro momento.

Hemos dicho que necesitan juguetes y, afortunadamente, existen

los de materia plástica, que no representan ningún peligro para el

bebé, pues no suelen tener astillas, cantos punzantes, ni sus colores

se desprenden al ser mordisqueados por los pequeños, cosa muy na­

tural entre los 6 y los 12 meses. Deben ser juguetes de material lige­

ro y de formas que hagan fácil su sujeción por las pequeñas manos

del bebé. Que sean lavables ha de ser, asimismo, una de sus virtudes.

Los primeros juguetes le ayudarán a moverse y a poder hacer su

pequeña gimnasia. Las cosas que pongamos a su alcance le crearán

movimiento; el movimiento le producirá energía y ésta estimulará

su desarrollo. Los juegos sensoriales son muy recomendables, ya que

ayudan notablemente al temprano desarrollo general del pequeño.

Al ponernos frente al bebé y querer jugar con él, nos han de mo­

ver dos pensamientos. Uno puede ser el disfrutar de él en una edad

irrepetible, como todas. Haciéndolo padre y madre juntos, facilitan

que el pequeño, inconscientemente, vaya comprendiendo que aqué-

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lla es su familia. Que aquellos seres que tanto están por él, dándole

de comer, acariciándolo, bañándole y proporcionándole cariño, no son

sólo personas que están a su lado para satisfacer sus necesidades físi­

cas, sino seres que le aman como cosa propia.

El segundo pensamiento que debe inspirar a los padres en su ca­

lidad de educadores ha de ser el de enseñar cómo jugar, puesto que

el bebé aún no puede manipular el mundo de los objetos y depende

totalmente de las personas que están a su lado. El sonajero o un oso

de peluche, son objetos sin sentido si no hay alguien que los mueva

y les dé vida. Así vemos que jugar, para el bebé, es algo del todo re­

lacionado con la dedicación que le puedan prestar los mayores. De

esta manera estamos desarrollando y fortaleciendo el espíritu de la

familia.

Y al decir mayores quiero poner en primerísimo lugar al padre

y a la madre. Hemos de reconocer que la forma de jugar del padre

no tendrá nada que ver con la de la madre. La ventaja es que tienen

maneras distintas de hacerlo, pero que se complementan perfecta­

mente. Las madres suelen ser más cariñosas, mientras que los pa­

dres, siéndolo a su manera, se muestran más activos a la hora de

jugar, dependen menos de la palabra y más de la acción.

Por ello, los niños buscan a la madre para encontrar consuelo y

seguridad, y a su padre como compañero de juego.

Me diréis que la madre suele tener más tiempo para estar con el

pequeñín y que por ello éste la busca más. El secreto del padre ha de

consistir en aprovechar los ratos de que dispone al máximo.

Es en los primeros meses de su vida cuando el bebé precisa más

de la compañía y contacto con los padres, pues, por sí solo, pocas co­

sas puede hacer. Pronto llegará la hora en que ya se irá independi­

zando en sus actividades y no necesitará tanto de los mayores quie­

nes, por otra parte, no se desentenderán de él.

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Si los padres han comprendido el valor educativo del juego, se

tienen que esforzar en proporcionar al bebé no sólo materiales y ju­

guetes, sino también los espacios y las oportunidades para que sea

feliz en la actividad de aprendizaje juguetón de la vida.

Al decir que hemos de proporcionar al bebé situaciones y mate­

riales que le hagan feliz, no quiere decir que se lo tengamos que dar

«todo». Estamos llegando al segundo semestre, al final del cual el

pequeño se habrá transformado bastante y lo querrá ver y tocar todo.

Debemos empezar a mentalizarnos de que, al bebé, le hemos de

dar muchas cosas, pero que también tenemos que negarle otras tan­

tas. No lo hemos de arropar constantemente entre algodones, para

que el día de mañana sea un ser indefenso incapaz de hacer nada sin

la ayuda del padre o de la madre. La vida que le espera puede ser

maravillosa, pero no hay que ignorar que también le esperan con­

tratiempos y sólo fortaleciendo su cuerpo y su espíritu de jovencito,

será capaz más adelante de afrontar cualquier eventualidad.

Me diréis que aún es muy pequeño para enseñarle estas cosas y

que todavía no puede comprenderlas. Yo os replicaré que tenéis ra­

zón y que, precisamente por esto, los padres han de sustituir este

desconocimiento con su sentido común y con sus suaves pero perió­

dicas dedicaciones a este tema. Si al pequeño ya se lo damos todo,

luego querrá más. Ni podemos darle demasiado calor para que esté

cómodo; ni demasiada comida para que no padezca hambre; ni de­

masiados mimos para que no se crea falto de afecto; ni demasiados

juguetes para que no sea el pobre del barrio.

La historia de los pieles rojas americanos nos muestra cómo a los

niños, desde la más tierna infancia, se les bañaba en las aguas de ríos

y lagos aunque para ello se hubiera de hacer un agujero en el hielo

que las cubría. Asimismo, mayores y pequeños habían de dormir, en

invierno, sobre el suelo helado de la pradera.

Page 26: los bebes tambien juegan

Los pequeños de la tribu Winnebago, en concreto, cuando lle­gaban a los 6 o 7 años, eran enviados a ayunar a alguna colina cer­cana, con la orden de no regresar hasta el alba siguiente. Gradual­mente incrementaban el tiempo de ayuno y alejamiento en dos y tres días. Claro que su forma de vida no tenía nada que ver con la que puedan tener nuestros hijos, pero todo era hecho con la idea de que aquellos pequeños muy pronto se tendrían que enfrentar con dificultades que, quizás, los adultos no seríamos capaces de superar.

Es evidente que nosotros no vamos a exagerar la nota hasta lle­gar a estos extremos, pero tampoco es bueno que los cuidemos como si de una delicada flor se trataran.

Un justo medio bien estudiado es el que puede iniciar a nues­tros pequeños en la austeridad y en un espíritu de sacrificio, cosa que podremos ver más adelante. De momento no es malo que vaya­mos meditando sobre este tema, del que puede depender que nues­tros hijos sean hombres sin carácter o seres de espíritu fuerte.

La vida nos ha rodeado de maravillas y nos ha dado posibilida­des de disfrutarlas: cuanto mejor entrenados estemos para hacerlo, tanto mejor preparados estaremos para gozar plenamente de todo cuanto nos envuelve. Es algo que hemos de desear para nuestros pe­queños, y para lo que les debemos preparar. Empecemos a pensar en ello.

Page 27: los bebes tambien juegan

Capítulo 2

J u e g o s p a r a e l p r i m e r s e m e s t r e .

A l g u n a s aclaraciones.

• Todos los niños son distintos. No pretendamos que el nuestro jue­

gue a todo lo descrito y en el mes en que se indica. Se trata sola­

mente de dar unas ideas generales que han de ser aprovechadas en

aquello que los padres crean más oportuno para su hijo.

Sin que quiera decir nada de anormal, tu bebé puede ir más ade­

lantado o más atrasado que otro, por lo que, el sentido común de los

padres ha de decidir cuándo es el momento oportuno para cualquier

actividad.

• Los ejercicios del bebé se han de hacer siempre sin forzar en nin­

gún momento su cuerpo, aún muy frágil.

• Los objetos que pongamos colgando en su cuna o cerca de ella, de­

berán ir variando en forma periódica (dos o tres meses), para que el

niño se vaya acostumbrando a cosas distintas, no vaya a creer que la

vida es monótona y aburrida.

• No olvidemos que los juegos que se puedan enseñar al pequeño son

en un 80% para irle formando física y mentalmente y en un 20%

para divertirle.

• Los juegos a estas tempranas edades han de ser muy breves.

• Al pequeño no le importa que tanto los juegos como los cuentos y las

Page 28: los bebes tambien juegan

canciones se vayan repitiendo una y otra vez a través de los días. Si

les han divertido, desean que se los repitan. Hay que tener paciencia.

• Las cancioncitas gustan a los pequeños a todas las edades, por ello

en el libro se incorpora una pequeña colección de éstas, para que se

pueda ir escogiendo a gusto. Muchos niños disfrutan más con can­

cioncitas rimadas que con las simples palabras; por ello es intere­

sante irlas probando.

Pensemos que en este primer semestre el niño dará un gran sal­

to en su forma de ser y de hacer. Desde apenas ver y oír, pasará a em­

pezar a saber coger los objetos y a darnos la tabarra con las inacaba­

bles repeticiones de sílabas que tanto le gustan, además de con otras

muchas cosas. Por esta razón los juegos van ganando en variedad.

PRIMER MES.

EL gran juguete.

Sin duda alguna, el mejor juguete que puede tener el bebé recién

nacido es la madre, que es la que normalmente está más horas con

él, atendiéndole en sus necesidades.

Vamos a leer una descripción de este «juguete» que hace Joanne

F. Oppenheim en su libro Los juegos infantiles:

La madre:

• Se mueve sin interruptores, botones ni baterías.

• Habla, toca música y juega contestando a sus primeros balbuceos.

• Es reconfortante, proporciona seguridad y muchos ratos de placer.

• Es muy entretenida y hace cosas muy divertidas.

• Está compuesta de materiales resistentes, flexibles y no tóxicos, to­

talmente naturales.

Page 29: los bebes tambien juegan

• Es un juguete único, diseñado para cubrir todas sus necesidades.

• Disponible sólo a través de distribución privada.

Empezar a trabajar.

Si lo ponemos acostado boca abajo, observaremos cómo, en un muy

breve espacio de tiempo, levanta un poco la cabeza obligado por la

Page 30: los bebes tambien juegan

postura en que le hemos colocado. Insisto en que los ejercicios a es­

tas edades, han de ser breves y no demasiado repetitivos.

Rodeos interesantes.

Ponerlo echado encima de la mesa, dándole el dedo índice de cada

mano para que se agarre a ellos. Si se consigue, acompañarle suave­

mente hacia un lado y hacia otro, en un arco de 90°. Si no se agarra

todavía, se le da igualmente los dedos índice, pero con el pulgar se

le presiona algo la mano, de forma que se le pueda hacer girar igual­

mente. El ejercicio se puede repetir unas cinco veces.

Jugar con los pies.

El niño en la cuna o encima de la mesa. Le acariciamos suavemente

la planta del pie, cerca del talón. La sensación que le produce le hace

extender los dedos. Seguidamente hacemos lo mismo cerca de los

dedos, veremos como los contrae. Aparte de que le gusta la broma,

está haciendo una gimnasia muy saludable.

Estos dos ejercicios, combinados alternativamente, se le han de

hacer cuatro o cinco veces.

Qué bonito!.

Coloquemos una goma elástica atravesada a la cuna por encima del

bebé y sin que éste pueda llegar todavía a ella. En la goma colgare­

mos una serie de objetos, a poder ser brillantes y de colores vivos,

que llamarán su atención. Llegará un momento en que se dará cuen­

ta de que, dando patadas o moviéndose con fuerza, aquellas cosas se

mueven divertidamente.

Page 31: los bebes tambien juegan

C a n c í o n c í t a s .

Palmas.

Haciendo batir las manos al pequeño:

Palmas, palmitas,

que viene papá;

palmas, palmitas,

que pronto vendrá.

Palmas, palmitas,

higos y castañitas,

almendras y turrón

para mi niño son.

Come, mi n iño .

Al ir a dar de comer al pequeño:

Tortas, tortitas,

de manteca y miel

para que mamá

te dé de comer.

SEGUNDO MES.

Músíca barata.

Es un momento en que al pequeñín le encanta oír ruidos agradables.

Puede servir cualquier objeto y no es menester ejercitar esta actividad

diariamente, basta con llevarla a cabo un par de veces por semana.

Page 32: los bebes tambien juegan

Coger las tapas de unos pucheros y hacerlos sonar suavemente

puede ser uno de estos ejercicios.

No olvidemos que el niño ha de ver siempre de dónde viene el

ruido y quién lo produce, no fueran a cogerle miedos y temores, di­

fíciles luego de curar.

Continuar trabajando.

Ahora podemos continuar poniendo al niño boca abajo y veremos

que el rato en el que levanta la cabeza, es bastante superior al del

primer mes (unos 10 segundos).

buena vista.

El niño en posición de acostado y el adulto frente a él con un ju­

guete de colores alegres en la mano. Ponerlo a unos 40 centímetros

de su cabeza y hacerlo girar en forma de arco delante de él, de dere­

cha a izquierda y viceversa, para que lo vaya siguiendo con la vista.

Se ha de hacer despacio.

Estirarse.

Siempre que nos sea posible, demos al pequeño la oportunidad de ad­

quirir nuevos conocimientos. Después de haberle enseñado un objeto

interesante (como en el juego anterior), debemos ponérselo cerca de él,

de forma que, esforzándose un poco, pueda llegar a cogerlo. Pueden

empezar a alcanzar y coger objetos a partir de las 8 o 10 semanas. Que

lo haga después no quiere decir nada en contra del esforzado aprendiz.

Moviles. Son objetos muy ligeros colgados del techo o de algún lugar alto.

Los venden, pero no es nada difícil hacerlos en casa. Se puede colgar

un aro que quede en sentido plano, tal como está el bebé en la cuna.

\

Page 33: los bebes tambien juegan

En él se cuelgan con hilos delgados figuras muy livianas que

pueden estar recortadas en cartulina o papel. Dichas figuras han

de tener formas simpáticas y colores vistosos. Un poco de aire les

dará movimiento y esto proporcionará una agradable sensación al

bebé.

Page 34: los bebes tambien juegan

C a n c í o n c í i a s .

Baila, mi amor.

Cogiendo al niño en brazos y bailando suavemente:

Panderito chico

pasó por aquí,

cantando y bailando

y haciéndolo así.

Mano quebrada.

Moviendo una mano del bebé arriba y abajo:

Quebradita

tengo yo

mi mano

que no tiene

un dedito sano.

Quebradita

y muy quebradita

tengo yo

mi mano malita.

Sin miedo.

El niño, sin duda, no entenderá nada, pero no es malo

que se vaya acostumbrando a que en determinado momento

se dicen unas cosas que, más adelante, sí entenderá:

La Virgen me dijo:

duerme y reposa,

Page 35: los bebes tambien juegan

no le tengas miedo

a ninguna cosa.

TERCER MES •••

Vara mágica.

Coger una vara de unos 60 centímetros de largo y atar en su extre­

mo un juguetito. Con la vara en la mano, colocar el objeto a unos

90 centímetros de la cabeza del pequeño e irlo moviendo despaci­

to en una dirección y en otra, de forma que lo pueda ir siguiendo

con la vista. Si lo hacemos tatareando una canción, le resultará más

grato.

Cuando veamos que sus ojos ya se han acostumbrado a seguirlo,

cosa que no ocurrirá el primer día, podemos ir aumentando la rapi­

dez en el movimiento.

¡M irame!.

El que juega con el pequeñín, se pone frente a él y se balancea len­

tamente de un lado a otro, haciéndole guiños e imitando los sonidos

que el pequeño suele emitir.

Luego hacer lo mismo con alguno de sus juguetes. Le estamos

ayudando a fortalecer sus ojos.

EL escondite.

Al ir a dormir, cubrirlo con una toalla o trozo de ropa y preguntar:

«¿Dónde está Miguelín?». A continuación, destaparlo, simulando

una gran «sorpresa». El bebé suele disfrutar mucho y lo quiere

repetir.

Page 36: los bebes tambien juegan

Más escondite.

El niño en la cuna o tumbado encima de la mesa. El adulto, en cu­

clillas y a su lado, desaparece de su vista. Entonces, asoma la cabe­

za, mirándole y diciendo «¡cucú!» o las frases o palabras que uno

quiera, hasta que el niño vuelva la cabeza; cuando nos vea, tenemos

que sonreírle y decirle algo simpático. Volver a «desaparecer» y a rea­

parecer de nuevo varias veces.

Seguramente, al final del tercer mes volverá la cabeza ensegui­

da en la dirección correcta.

Balancearse. Pondremos una pequeña almohada en el suelo y al bebé encima,

boca abajo. Le levantamos suavemente las piernas y tiramos despa­

cio hacia nosotros y luego en dirección contraria, logrando un di­

vertido balanceo, que a la vez le va fortaleciendo los músculos.

Page 37: los bebes tambien juegan

Cancíoncítas.

Los patitos.

Todos los patitos

se fueron a bañar,

el más chiquito

se quiso ahogar,

Su madre enfadada

le quiso pegar,

y el pobre patito

se echó a llorar.

La pajarita.

Aquí puso la pajarita el huevo,

éste lo vio,

éste lo cogió,

éste le echó sal,

éste lo frió,

y este periquillo matapulgas

se lo comió to,to,to.

Buscar leña.

Este fue a por leña,

éste le ayudó,

éste se encontró un huevo,

éste lo frió,

Page 38: los bebes tambien juegan

y éste, por ser el más pequeño,

se lo comió. ...

CUARTO MES.

Rdodar.

Colocar al bebé encima la mesa, boca abajo. Hacerlo rodar suave­

mente hasta que quede mirando hacia arriba. Le gustará el movi­

miento y, por otra parte, la vista de nuevas cosas que le irán apare­

ciendo en este «recorrido».

Sonorídad.

Con el bebé boca abajo, se le acerca por delante un muñequi to de

goma que, al apretarlo, produzca algún ruido. El bebé extenderá

la mano hacia él y el adulto se lo irá acercando hasta que logre co­

gerlo.

EL espejo.

Que se siente la madre frente a un espejo con el bebé encima de las

rodillas es una acción que encanta a los pequeños, pues les permite

descubrir algo que les fascina. Lo primero que descubren es el refle­

jo de la madre y creen que tienen dos. Hay que dejarle tocar el es­

pejo para que vea la diferencia de la una con la otra.

La madre le ha de ir enseñando su propio cuerpecito reflejado en

el espejo. «Tu nariz» le dirá, tocándosela. «Tus dedos», le dirá to­

cándoselos o cantándole alguna cancioncita apropiada.

Page 39: los bebes tambien juegan

Cancioncítas.

Simpáticas cosquillas.

Para terminar haciéndole cosquillitas en la cintura:

Por esta pierna

subía un hombre

pisando fuerte

con los tacones

y se metía

por aquí, por aquí.

Page 40: los bebes tambien juegan

Más cosquillas.

Tocándole la mano, el brazo y terminando en la axila:

Por aquí pan.

Por aquí miel.

Por allí

las cosquillitas de san Miguel. •••

Buenas cosquillas.

Para terminar haciéndole cosquillas en el cuello:

Mi abuelo, como era viejo,

tenía barbas de conejo

y mi abuela Catalina

tenía barbas de gallina. •••

QUINTO MES. •••

Armar ruido.

Una de las debilidades de los bebés es la de hacer ruido. En primer

lugar, hemos de proporcionarle un sonajero. Seguidamente, pode­

mos hacerle uno con una botellita de plástico con tapón de rosca,

metiendo dentro unas cuantas piedrecitas o unas judías. Antes de

dárselo, hemos de comprobar que el tapón quede bien sujeto.

Música «ambienta l» .

Escuchar a ratos música suave por medio de la radio o casetes le re­

sulta agradable al pequeño.

Sin embargo, no hay nada como la música propia. Es hora de

/

Page 41: los bebes tambien juegan

ofrecerle una olla o sartén y una cuchara o un instrumento similar.

Que se lo ponga entre las piernas y enseñadle a golpear el objeto.

Pronto habréis de buscar nuevos y más «modernos» sistemas. No es

necesario indicar que las cacerolas que le demos no han de ser las

preferidas de la cocinera.

Pedaleando.

Para que sus piernecitas vayan cogiendo fuerza, ponerlo tumbado de

espaldas en la cama o encima de una mesa. Se le cogen ambos pies y

se le hacen mover hacia adelante y hacia atrás. Luego, como si apre­

tara los pedales de una bicicleta, hacedle mover los pies dándoles

este movimiento.

Balanceo. A todos los bebés les encanta que les hagan moverse en un sentido

u otro. Por esto es bueno que el mayor los coja en posición de sen­

tado y, cantándole o rimándole algo simpático, vaya balanceándolo

Page 42: los bebes tambien juegan

o subiendo y bajándolo. Para descansar, y teniendo al bebé en las

rodillas, enseñadle la mano cerrada y abriéndola despacio, idle can­

tando alguna de las cancioncitas que se exponen en otros apartados.

También lo podemos hacer utilizando la mano o los pies del bebé,

apretando suavemente los dedos que se vayan nombrando.

Cancíoncitas.

Cinco lobitos.

Cinco lobitos

tenía la loba,

cinco lobitos

detrás de la escoba.

Cinco tenía

y a cinco criaba

y a todos cinco

tetita les daba.

Cinco tenía

y cinco crió

y a todos cinco

tetitas les dio.

Mil gracias señor.

Al pequeño ya le hemos de acostumbrar a cortas oraciones por la

noche a la hora de dormir o a la hora de levantarse.

Mil gracias, Señor,

y alabo tu gran poder,

-

Page 43: los bebes tambien juegan

que con el alma en el cuerpo

me has dejado amanecer;

y así te pido, Señor,

que me dejes anochecer.

Mi cuna.

En esta noche

oscura y fría,

guarda mi cuna,

Virgen María.

SEXTO MES. •••

Aparic ión divertida.

Poner el bebé en la falda, cara a cara con el adulto. Con las manos

taparse la cara y, de pronto, descubrirse y decir alegremente: «¡Aquí

estoy!».

Luego, poner las manos igual y, sin moverlas, sacar la cabeza por

un lado y por el otro, diciendo lo mismo o lo que se nos ocurra. El

pequeño disfrutará en grande.

La gran sorpresa.

El padre o la madre, en cierto momento, se esconde detrás de una

puerta o de un mueble diciendo: «Papá se ha ido», de forma que el

bebé vea la operación. Al momento, volver a salir alegremente di­

ciendo: «Papá ha llegado».

Page 44: los bebes tambien juegan

La rica galleta.

Tenemos que ponernos una galleta en la mano y enseñársela al bebé.

Luego esconder las manos detrás de nosotros y preguntarle al pe­

queño: «¿En qué mano está la galleta?». Cuando señale uno de los

lados, la sacamos con la galleta cogida y se la entregamos. Primero

podemos hacer ver que se ha equivocado de mano para repetir la

operación.

EL agua milagrosa.

El agua es la gran aliada de la madre para conseguir divertir al

bebé. El agua tiene un montón de virtudes: chapoteándola produce

unos ruidos insospechados. No olvidemos que lo que para nosotros

es lo más normal, para el pequeño son descubrimientos fantásticos

de cosas desconocidas.

Page 45: los bebes tambien juegan

C a n c í o n c í t a s .

Arre caballito.

El niño sobre las piernas y, a medida que se va recitando,

se mueven éstas arriba y abajo cada vez más aprisa,

cual si del trote de un caballo se tratara:

Arre caballito,

vamos a Belén,

a ver a la Virgen

y al Niño también.

Page 46: los bebes tambien juegan

Arre caballito

que vamos a la feria,

no me tires coces

que soy buen chico.

Las tortitas.

El mayor, jugando con las manos del niño:

Y las tortitas

y las tortitas

para tu madre

las más bonitas.

Roscones

y más roscones,

para tu padre,

los coscorrones. . . .

Daba, daba.

Se acompaña la mano del pequeño

a su cabeza mientras se recita:

Daba, daba, daba

en su cabecita

y no se escalabraba.

Tanto se dio,

que se escalabró. ii,

...

Page 47: los bebes tambien juegan

Capítulo 3.

A f i n a r l a e d u c a c i ó n .

Nuevas actividades del pequeño.

Los padres se han de hacer a la idea de que, cada día que pasa, puede

ser un paso de gigante en la formación del pequeño, que comienza

a ver y a aprender cosas para él insospechadas. El gran primer cam­

bio lo tendrá el día que empiece a gatear, que no está demasiado le­

jos de pasados los seis primeros meses.

Veremos cómo hacia los 8 o 9 meses sus grandes esfuerzos se

centran en tratar de desplazarse de la forma que sea. Si los mayores

van de un sitio a otro ¿por qué no él? se debe de preguntar. Y en

cuanto se inicia el gateo, aparte de que también comienzan a peli­

grar muchas cosas en la casa, varía sustancialmente la forma de ju­

gar, pues nuestro hombre o nuestra mujer ya empiezan a disfrutar de

una relativa independencia.

Antes de meternos en sus juegos, nos hemos de referir a las lógicas

previsiones de las futuras andanzas, en forma de gateo o de titubean­

te andar de nuestro querido bebé. Es divertido recordar unas frases de

una madre dichas con unos pocos meses de diferencia. Marchando

por la calle con el cochecito del bebé, refunfuñaba por lo incómodo

que representaba ir de compras, subir a un ascensor, tener unos pel­

daños que salvar, etc. Decía: «¡Tengo unas ganas de que ande!».

Page 48: los bebes tambien juegan

Pocos meses después, frente a pequeños desastres caseros origina­

dos por la inacabable curiosidad del mismo crío, se lamentaba una

y otra vez: «¡Con lo tranquila que estaba yo cuando aún no andaba!».

Como estas aventuras y estas frases se vienen a repetir en todas las

familias, los padres se han de mentalizar que ellos tampoco se esca­

parán de decirlas o, al menos, de pensarlas.

Esto no tiene solución, pues la ley del crecimiento de nuestros

queridos bebés así lo exige, pero lo que sí debe tener solución es el

intentar evitar que los desastres caseros sean demasiado espectaculares.

Cuando el niño empiece a ser independiente en sus movimien­

tos, lo querrá ver y tocar todo, lo cual entraña un peligro tanto para

su integridad como para la de los objetos, cortinas, hilos eléctricos,

etc., que se pongan a su alcance.

Y lo bueno es que lo pueda hacer, pero justo hasta el punto que

a nosotros nos interesa para evitar desastres que no deseamos. Dare­

mos un mini decálogo de seguridad que cada uno, en su casa, sabrá

cómo aplicar y cómo ampliar. Lo que no se debe es pensar en él

cuando ya ha pasado el primer susto.

• Arrinconar o prescindir de las mesitas pequeñas que se pueden

volcar.

• Colocar las lámparas de pie detrás de butacas o lejos de las posibles

rutas ordinarias de los pequeños.

• Poner tapas u obstáculos en los enchufes eléctricos.

• Procurar que no cuelguen los extremos de los manteles, puesto que

ejercen una curiosa tentación de tirar de ellos.

• Revisar periódicamente las alfombras y suelos en busca de cosas

que hayan caído desapercibidamente y que puedan ponerse en la

boca.

• Poner totalmente fuera de su alcance los medicamentos y produc­

tos de limpieza.

Page 49: los bebes tambien juegan

• Tratar de que los espejos estén bien sujetos a la pared.

• Retirar las mesitas de cantos agudos.

• Intentar poner fuera de su alcance los cordones eléctricos, pues

ejercen una magnética fascinación para tirar de ellos.

• Revisar sillas y muebles, que no tengan astillas o clavos mal rema­

chados, que puedan crear peligro.

formar cuerpo y espíritu.

Nuestro bebé, de plácido muñequito, se va convirtiendo en una fie-

recilla con curiosidad, que quiere conocer todo cuanto le rodea. A los

8 o 10 meses ya gatea y se coge a los muebles o a lo que encuentra

por medio, para intentar ponerse de pie como su mamá. A los 12 ya

jugará al «corre que te pillo» con la madre por los suelos, haciendo

de gatito detrás del ratoncito de su bebé.

Gracias a Dios, no todos los niños son iguales, tal como ya se ha

dicho, y puede ser que estas actividades se adelanten o se atrasen en

nuestro caso, sin que ello haya de significar ningún trauma.

Cuando estamos hablando de estas primeras actividades del

bebé en este picaro mundo, parece como si sólo nos tuviéramos

que dedicar a cuidar su frágil cuerpo. La misión de los padres es

mucho más delicada y responsable. El pequeño también tiene es­

píri tu y esto no lo podemos olvidar. Por ello hemos de empezar a

cultivarlo.

Por otro lado no debe ignorar lo que es un libro y lo bonito que

puede ser el poderlo manejar e interpretar como lo hacen sus padres.

Nos lo sentamos en la falda y le vamos pasando las hojas de un libro

de imágenes que representen a algún pequeño inmerso en activi­

dades familiares como dormir, vestirse, comer, jugar, etc., y se lo va­

mos comentando. No es menester que a esta edad sean libros con un

argumento a seguir. Pueden verse animales o artefactos de locomo-

Page 50: los bebes tambien juegan

ción. Si las imágenes son claras y atractivas y nosotros las sabemos ir

explicando pacientemente (rugimos cuando le enseñamos un león,

maullamos cuando vemos un gato o imitamos el sonido de una

moto cuando observamos una) el pequeño se irá familiarizando con

los nombres y ruidos que todas aquellas cosas producen.

No olvidemos que más que entretener al pequeño, le estamos

ayudando en su trabajo de aprendizaje del mundo que le rodea. Es­

tamos cultivando su espíritu y podemos conseguir que un libro no

sea, el día de mañana, una pesadilla en sus manos.

Encontraremos el momento de empezar a jugar con un libro de­

lante y de pedirle que identifique animales, personas o situaciones.

Es una alternativa necesaria a los juegos de tipo físico que, si sabe­

mos plantear, encantarán al pequeño. Puede representar, además, un

merecido descanso para los padres.

A pesar de que en el apartado de juegos hemos incluido una pe­

queña colección de cancioncitas de toda la vida, los padres no tienen

por qué reproducir exactamente la misma letra. Se puede usar la idea

de una de ellas, con palabras variadas que hagan referencia al propio

bebé o a la misma familia o lugar. Las cancioncitas que se interpretan

con alguna ligera actividad física tienen doble efectividad y son se­

guidas con más entusiasmo por el protagonista de aquel momento.

Quizás lo descrito corresponde más al segundo año que al pri­

mero, pero no está de más que vayamos empezando a meternos en

estos terrenos, explorando las preferencias y forma de acogida que

puedan tener.

Educar para la felicidad.

Estamos hablando de juegos, canciones, libros, oraciones, comer,

beber, etc., o sea, un abanico extraordinariamente amplio de activi­

dades que hemos de ir planteando a nuestro aprendiz de hombre y

Page 51: los bebes tambien juegan

que hemos de procurar que asimile lo mejor posible. Esto no de­

pende del niño, sino de los padres. No olvidemos que hay profeso­

res con un caudal de ciencia envidiable que, dando clases, son una

calamidad, pues no saben ni exponer ni explicar las materias. Exis­

ten padres con una personalidad muy reconocida que, a la hora de

enseñar a sus hijos a llegar a ser las personas que ellos desean, no sa­

ben por dónde empezar. Quizás no se han sabido convertir en niños,

para ser compañeros del pequeñajo que tienen entre sus manos.

Se han de enseñar tantas cosas que no se pueden olvidar dos

puntos de ataque: saber ser niños y no desperdiciar ni un solo día en

la formación del pequeño. No hay que coger el rábano por las hojas

y pensar que hemos de estar todo el día sometiendo al bebé a una

continua sesión de aprendizaje. Es una edad, la que estamos tratan­

do, en la que el que un pequeño juegue diez minutos a una misma

cosa es realmente un milagro.

Empezará a jugar con un cubo y verá pasar una mosca y mirará

de seguirla. Encontrará una pelota en su camino y querrá jugar con

ella, pero al tropezar con un camión, empezará a cargarlo de cacha­

rros. Seguidamente... sin parar.

Para este ir jugando a mil cosas y este ir aprendiendo es preciso

poner a su alcance una pequeña serie de juguetes de su agrado, sin que

ello quiera decir que le tengamos que enterrar en un montón de ellos.

Debemos ir guardando unos, durante unos días, para dar paso a

otros y así irle variando su panorama juguetón. Lo que sí que le hemos

de respetar es su juego mascota, o sea, el preferido, que puede ser

una determinada muñeca o un simpático caballo. Acostumbra a ser

aquel objeto que quieren en su cama cuando es hora de dormir o

que difícilmente abandonan durante el día.

Cuando sea el momento en el que intente ponerse de pie, el

niño deberá haberse acostumbrado ya a estar dentro de un parque. Si

Page 52: los bebes tambien juegan

le habituamos cuando aún el pequeño tiene poca movilidad, no pa­

sará nada. Si queremos reducir su espacio de movimiento cuando ya

ha dado sus primeros pasos, se rebelará contra su encierro y creará

problemas.

El parque no tiene que convertirse en una jaula, sino todo lo

contrario, y el niño así lo ha de sentir. Si uno se lo sabe montar, el

parque se ha de utilizar durante unos ratos al día, en los que la ma­

dre puede gozar de unos momentos de tranquilidad para poder de­

sarrollar sus menesteres caseros, sin el estorbo que puede llegar a re­

presentar la constante presencia del crío o el peligro de dejarlo solo

en otra habitación, por donde campearía a sus anchas.

Para que el niño lo acepte sin traumas, hay que acostumbrarle a

él desde su más tierna edad, de manera que se sienta el dueño y se­

ñor de aquel recinto. Si lo ponemos dentro del parque después de

los diez meses es algo difícil que acepte estar recluido en este pe­

queño espacio una vez que ya se ha acostumbrado a gatear por toda

la casa.

Dentro del parque se pueden tener juguetes distintos de aque­

llos con los que habitualmente disfruta fuera de él. Si le hemos

puesto dentro del parque antes de que ande, veremos cómo irá in­

tentando ponerse de pie cogiéndose en los barrotes, lo cual le ayu­

dará a practicar una gimnasia que él mismo se impondrá. Recorde­

mos, de todas formas, que una estancia prolongada en el parque, so­

bre todo al principio, puede causar algún tipo de trauma que podría

repercutir en el pequeño el día de mañana.

Estos sencillos inventos, como es el parque, son de gran utilidad

para la madre y no debe despreciarlos. Otra ayuda puede constituir­

la una red para poner encima de la camita del niño para que, si ella

ha de ausentarse y dejar al niño solo, éste no corra el peligro de

caerse de ella.

Page 53: los bebes tambien juegan

Me gusta contar una anécdota que viví de cerca relacionada con

una de estas redes: aquella familia tuvo un primer hijo, con el que

la madre pagó la novatada. La madre, en rápidas salidas, iba a com­

prar una vez al día. Mientras el pequeño no se movía, todo fue bien.

Pero llegó un momento en el que se sentaba en la cama y el peligro

de que se cayera era cada vez mayor. Alguien le indicó lo práctico de

la red y la mujer compró una, creyendo haber resuelto la papeleta.

El primer día que intentó cubrir al pequeño con ella, el drama

fue tremendo y, tras varios intentos, tuvo que desistir. La lección es­

taba aprendida. Vino el segundo hijo y, a los tres meses, cada día,

por la noche, le ponía la red encima de la cama, de baranda a ba­

randa, sin necesidad, por aquel entonces, de atarla.

Cuando llegó el momento en que ya realmente la red era nece­

saria, se seguía poniendo bien atadita, para evitar la fuga desde den­

tro de la cuna. Lo sorprendente es que, cuando se ponía al pequeño

dentro de la cama por la noche a la hora de ir a dormir, él mismo co­

gía la red y la colocaba en su sitio para que la madre la atara. La lec­

ción, como se desprende de la anécdota, había servido con creces de

cara a tratar al segundo personaje de la casa, que admitió la red como

cosa normal.

El niño se ha levantado, ¡ya anda!, quizás exclamemos al final de

este semestre, con ilusión mal disimulada, viendo al pequeño mo­

verse sin demasiada seguridad por toda la casa. Sin duda está reali­

zando, con gozo, sus primeros movimientos hacia una deseada in­

dependencia.

Hace no mucho tiempo que la madre suspiraba, cansada de lle­

varlo de una parte a otra y deseando que su hijito tuviera más auto­

nomía. Ahora, que el pequeño sonríe gozoso al ver que va consi­

guiendo más libertad de movimientos, la pobre mujer empieza a

temblar porque el pequeño querrá meterse hasta el úl t imo rincón de

Page 54: los bebes tambien juegan

la casa, sin olvidar el interior de los armarios. Y empezará la serena­

ta de los noes. «No toques esto», «no abras aquello», etc.

No podemos correr el riesgo de amargar la vida al pequeño, fre­

nándole en sus ansias investigadoras, que son su instrumento inna-

to para aprender a conocer materiales, pesos, etc. Lo mejor que po­

demos hacer es poner en lugar seguro aquellas cosas que no desea­

mos que pasen a mejor vida. Yo he visto en una casa, y seguro que

se hace en otras muchas, cambiar los jarrones de material frágil por

otros irrompibles. Quizás no son tan decorativos, pero evitan mu­

chos disgustos.

Por otra parte, aunque todavía no sea el momento de enseñarle

la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, sí empieza a serlo para

que sepa que cuando se dice «sí», es que «sí» y cuando se dice «no»,

es que «no». Los padres han de meditar un poco antes de pronunciar

uno de estos dos monosílabos, pero cuando se han decidido por uno

de los dos deben mantenerse en su decisión hasta sus últimas conse­

cuencias.

Este tema lo trataremos al final del segundo año, que es cuando

el niño empieza a poder razonar algo. Sin embargo, no es malo que

los dos padres comiencen a poner en práctica, conjuntamente, el

consentir o no determinados comportamientos del bebé que, como

es lógico, aún no sabe lo que le conviene y lo que no. Asimismo es

conveniente que éste, a pesar de sus berrinches y protestas, vaya

aprendiendo que cuando se dice «sí» o se dice «no», ninguno de los

progenitores modifica lo dicho.

El pequeño ha de empezar a saber que lo que dicen los padres es

inamovible, aunque él intente variar la decisión por medio de ator­

mentarles con sonoros lloros. No es malo que los demás miembros

de la familia se sumen a esta táctica, evitando que el «no» de los pa­

dres sea sustituido por el «sí» de los tíos o de los abuelos.

Page 55: los bebes tambien juegan

Capítulo 4.

Juegos pa ra el segundo semestre.

Nuestro querido bebé, empieza a ser otro. Quizás todavía precise de

la ayuda de los mayores para sentarse, pero será por poco tiempo. Ha

dejado de ser aquel ser indefenso que se esforzaba para coger jugue­

tes o cosas. Ahora, las coge, más o menos decidido, y las suelta a vo­

luntad con gran gozo.

El pequeño se ha dado cuenta de que puede hacer cosas que antes

ignoraba y se esfuerza para llevarlas a cabo. Los mayores tienen la

gratificante tarea de irle ayudando, aunque sin darle demasiadas fa­

cilidades, pues aprendería muy despacio si se colaborara con él en

demasía y se le quisieran evitar fracasos.

Expondremos una serie de juegos, que han de ser complemen­

tados por la fantasía y el cariño de los padres.

SÉPTIMO MES. •••

Puntapíés. El niño, en su cuna, goza ya dando puntapiés a las cosas. Poned a su

alcance algunas pelotitas y objetos blandos, como pueden ser ani-

Page 56: los bebes tambien juegan

males de peluche. Así, con los pies desnudos, irá descubriendo el

tacto de los objetos, a la vez que se divertirá.

t i sombrero

Colocaremos un pañuelo o trapo encima de la cabeza del pequeño y

le diremos: «¡Sácate el sombrero!», ayudándole a que lo haga, hasta

que, repitiéndolo, se lo saque él mismo.

EL tentempié.

El clásico tentempié que, al darle un empujón va hacia adelante y

hacia atrás y que presenta forma de payaso o de alguna otra figura

agradable, es algo muy bueno para esta edad.

C a n c í o n c í t a s .

¿Dónde están las llaves?.

Yo tengo un castillo, matarile, rile, rile,

yo tengo un castillo, matarile, rilerón.

Pim pom.

¿Dónde están las llaves?, matarile, rile, rile,

¿dónde están las llaves?, matarile, rilerón

Pim pom.

En el fondo del mar, matarile, rile, rile,

en el fondo del mar, matarile, rilerón.

Pim pom.

¿ Quién las irá a buscar?, matarile, rile, rile,

¿quién las irá a buscar?, matarile, rilerón

Pim pom.

Page 57: los bebes tambien juegan

Pues irá... Antonia, matarile, rile, rile,

pues irá Antonia, matarile, rilerón.

Pim pom.

¿Qué le vais a regalar?, matarile, rile, rile,

¿qué le vais a regalar?, matarile rilerón

Pim pom.

Una linda muñequita, matarile, rile, rile,

una linda muñequita, matarile, rilerón.

Pim pom.

Cinco pollitos.

Mientras vamos jugando con los dedos de una mano:

Cinco pollitos

tiene mi tía,

uno le baila,

Page 58: los bebes tambien juegan

otro le pía

y otro le canta

la sinfonía. ...

El balanceo

Mientras vamos balanceando al pequeño:

Aserrín, aserrán,

para vino, para pan

y tocino merendar;

casa del rey

sierra bien,

casa de la reina, también,

casa del duque merenduque

truque, truque, truque. ...

OCTAVO MES.

EL tobogán. El adulto, con las piernas bien extendidas y tiesas, haciendo de tobo­

gán, se sienta al pequeño encima de la falda, de espaldas a él. Lo coge

por las axilas y lo desliza por sus piernas suavemente. Si además le reci­

ta una de las cancioncitas que hemos expuesto, la juerga está asegurada. i

Gimnasia paterna.

Al niño le encanta tirar las cosas al suelo, algo que no sabía hacer

hasta hace muy poco. Por otra parte le gustan los ruidos. Le pon-

Page 59: los bebes tambien juegan

dremos en la cuna varios objetos, irrompibles por supuesto, que al

caer produzcan ruidos distintos. Le dejaremos que los tire al suelo y

nosotros, que estaremos a su lado, los iremos recogiendo y devol­

viéndoselos con señales de alegre ejercicio.

No cabe duda de que la gimnasia de quien esté al lado del bebé

nunca irá mal.

M á s lanzamientos.

El juego anterior es universal y altamente educativo, pues está en­

señando al bebé a afinar el movimiento y uso de sus manos; por lo

tanto no debe restringirse a una sola actividad.

Pongamos en el suelo una caja de latón algo grande (tipo caja

zapatos) y enseñémosle al niño a tirar los objetos dentro de ella des­

de el lugar donde se encuentra. Al caer dentro, producirá un ruido

que le encantará. Para que el pequeño vaya ejercitando ambas ma­

nos, se lo iremos cambiando de posición y de lado.

C a n c i o n c í t a s .

Tinto lorinto.

Mientras se va recitando, se va tirando suavemente de las orejas

del pequeño cuando el dictado lo manda:

Tinto lorinto,

vende esta vaca

por los veinticinco.

Calle nueva,

calle vieja,

coge a este niño

Page 60: los bebes tambien juegan

por las orejas.

Chichiribí,

almendras tosías.

Chichiribá,

otro poquito más.

Arre, borriquito.

El niño encima de una de las rodillas del adulto,

que le hace cabalgar con entusiasmo:

Arre, borriquito,

vamos a Sanlúcar,

Page 61: los bebes tambien juegan

a comer las peras

que están como azúcar.

Arre, borriquito,

vamos a Jerez,

a comer las peras

que están como miel.

Arre, borriquito,

borriquito, arre,

arre, borriquito,

que llegarnos tarde.

So, so, so,

que ya se llegó.

Este es el dedo.

Ir tocando los dedos de la mano del pequeño,

terminando haciéndole cosquillas en la palma de la mano:

Este es el dedo dedillo,

y éste es el del anillo,

y éste es el de la mano,

y éste es el escribano,

y éste es el que mata las pulgas

todito el verano.

Page 62: los bebes tambien juegan

NOVENO MES. •••

Mi amigo, el baño.

Normalmente en el baño el niño siempre disfruta. Llega un mo­

mento en que este disfrute se acrecienta, debido a que ya sabe coger

bien los juguetes. Ha de disponer de algunos objetos flotantes, al­

gún muñequito adecuado y algún cazo, con el que quizás deje el

suelo completamente mojado.

Comprad media docena de pelotas de pimpón y dejadlas flotar,

enseñándole cómo las puede coger y sumergirlas hasta el fondo, de­

jándolas ir, con lo que saldrán diparadas hacia arriba, cosa bien di­

vertida. No dejar al pequeño solo en la bañera en ningún caso.

Cajas mágicas.

Procuraos tres o cuatro cajas de distintos tamaños que se puedan ir

poniendo una dentro de otra. Dentro de la más pequeña, colocad un

juguetito. Enseñadle al pequeño a hacer esta operación, y veréis lo

que va a disfrutar poniendo y quitando cajas.

¿Donde está?.

Los juegos de simulación encantan a los pequeños. Simulad que es­

táis buscando al bebé (bajo una silla, detrás una cortina, etc.), aun­

que lo tengáis delante mismo. Al final, con gran sorpresa lo encon­

traréis allí donde esté con gran alegría.

Page 63: los bebes tambien juegan

Cancíoncítas.

Sana.

Cuando se caiga y se dé un golpe, le acariciaremos

el lugar del tortazo diciendo:

Sana, sana,

unto de rana,

si no sanas hoy

sanarás mañana.

Xana, xana,

unto de rana. ...

Page 64: los bebes tambien juegan

Al trote.

Haciéndole trotar sobre las rodillas:

El caballito del marqués

tres celemines se come al mes,

un puñadito de bellotas,

y el caballito

¡que trota, trota!

¡Que trota, trota!

Cucú, cantaba la rana.

Cucú, cantaba la rana,

cucú, debajo del agua,

cucú, pasó un caballero,

cucú, con capa y sombrero,

cucú, pasó una señora,

cucú, con traje de cola.

Cucú, pasó un marinero,

cucú, vendiendo romero.

Cucú, le pidió un ramito,

cucú, no se lo quiso dar,

cucú, se echó a llorar.

DÉCIMO MES. ...

Pelotas.

Las pelotas han de ser, por tamaño y peso, adecuadas a la edad del

pequeño. Por esto, las de material ligero son ideales por su maneja-

Page 65: los bebes tambien juegan

bilidad. Se le pueden hacer de papel bien prieto, del tamaño de una

pelota de tenis, para que se vaya familiarizando con ellas.

Recordemos que las que rebotan mucho pueden ser peligrosas

en el interior del piso, pues son susceptibles de romper los cristales

o enseres delicados.

Jinete divertido.

El niño en el parque. Coged uno de sus muñecos y hacedlo andar

sobre la barandilla, hasta dejarlo sentado a horcajas sobre ésta. Se­

guidamente dad un empujoncito y el muñeco se caerá, con gran com­

placencia del pequeño. Todo este ceremonial ha de ir acompañado

de las correspondientes palabras de admiración. Hay que conseguir

también que lo haga él mismo, lo cual le divertirá mucho.

Sus libros.

Empieza a llegar la edad de tener unos cuantos y sencillos libros con

imágenes atractivas de vistosos colores y cuyos dibujos representen

Page 66: los bebes tambien juegan

cosas bien conocidas para el pequeño, como pueden ser muñecos o

bebés comiendo, durmiendo... Enseñárselo y explicárselo es misión

de los padres para que el niño vaya cogiendo gusto a los libros y

aprenda a respetarlos. Si se rasga alguna página, decidle que la va­

mos a reparar y hacedlo.

Que tenga siempre sus libros en el mismo sitio y a mano y que

quede bien claro que no ha de tocar los de los papas.

Escondite para mayores.

El bebé se está haciendo mayor. Gatea muy bien y quizás ya ha em­

pezado a intentar levantarse. Es la hora de que vaya aprendiendo a

moverse con independencia y que le encuentre gusto a la cosa. Jugar

al escondite, ocultándose un poco más que en meses anteriores, le

chiflará. Un sillón, una cortina o una puerta son magníficos lugares

para desaparecer.

Cancioncitas. . . .

Los dedos.

Mientras le vamos tocando los dedos:

Este chiquitito

compró un huevecito,

este flaco lo preparó,

este largóte trajo la sal,

este tonto lo sirvió

y este picaro gordo

se lo comió. . . .

Page 67: los bebes tambien juegan

La palomita.

Por aquí pasó una palomita.

Por aquí volvió a pasar.

Este la cogió,

éste la mató,

éste la peló,

éste la guisó,

y éste, gordete, gordete,

se la comió,

se la comió, se la comió.

Esta barba.

Señalando las distintas partes de la cara a medida

que se van nombrando. Tras la última señal, dar una palmada

en la frente del pequeño:

Esta barba, barbará.

Esta nariz, narigueta.

Este ojito, pajarito.

El otro, su compañerito.

Topa, Sancho carnerito.

UNDÉCIMO MES. •••

Todo es juego.

Procuremos convertir en juego las tareas diarias. Así, al vestirlo, se

le puede decir: «Levanta las manos como un títere» o «Quédate tie-

Page 68: los bebes tambien juegan

so como una escoba». Al ir a dormir por la noche, que haga dos o

tres cosas fijas, como poner a dormir a su muñeca o juguete preferi­

do. Colocad siempre en el mismo sitio su libro de cuentos predi­

lecto. Haced sus oraciones.

EL arrastre.

Cuando empiece a andar, cosa que ya hace o no tardará mucho en

hacer, lo que le divertirá mucho es arrastrar cosas. Prepárate. Se pue­

den comprar carritos o coches, de acuerdo, pero también es cierto

que tú le puedes hacer «inventos» caseros, como, por ejemplo, una

cuerda larga en la que se ensarten botes de yogur debidamente agu­

jereados en su fondo, botellitas de plástico, etc. Poned una pieza en

la empuñadura para que sea más fácil cogerlo. Si al pasear el «in-

Page 69: los bebes tambien juegan

vento» se le atasca en algún lugar dejad, en principio, que el propio

niño lo desatasque. Que vaya aprendiendo.

Una caja de cartón atada a un cordel es también algo sensacio­

nal, pues se puede cargar y descargar en ella mil chucherías.

Otra variante es que el «invento» sirva, además, para llevar al

niño encima y uno mayor lo pueda pasear.

EL tesoro.

Una caja, aunque sea de cartón y algo mayor que las de zapatos, sir­

ve para meter juguetes, pero también para que se juegue con ella.

No olvidemos que les entusiasma meter y sacar cosas del interior de

donde sea.

Cancioncítas.

La carnicería.

Se va recitando y simulando cortes en un brazo del pequeño

hasta llegar a la axila para hacerle cosquillas:

Fui a la carnicería

y me dijo el carnicero

que no te cortara por aquí,

ni por aquí, ni por aquí;

sino ¡por aquí, por aquí, por aquí!

La manita.

Meneando una de las manos del bebé

a gusto del mayor:

Page 70: los bebes tambien juegan

Esta manita

la tengo quebrada.

No tiene buesito,

no tiene nada.

Nada poquito

debajo del agua

¡ Que se le cae

la mano al niño!

¡Que se la tengo!

¡ Que se le caiga!

DUODÉCIMO MES.

La caja fuerte.

Para tener al niño cerca, cosa interesante para los padres y para el pe­

queño, se puede pensar en unos juegos en la cocina, siempre que el

espacio lo permita, pues es un lugar en el que se suelen pasar bas­

tantes ratos. Contad con un cajón bajo lleno de cosas suyas para po­

ner y sacar y, si son juguetes de cocina, mejor. En lugar del cajón se

puede usar la parte baja de un armario.

Una cacerola con tapa también tiene la magia de poder tener co­

sas dentro. Seguramente ya sabrá que, con una cuchara, puede con­

vertirse en un sonoro juguete. Si al darle a la cacerola, la madre le

acompaña con una cancioncita, miel sobre hojuelas, aunque quizás

sea pedir demasiado...

Que el pequeño tenga su rincón de juego en la cocina y que sepa

lo que no debe tocar y, por descontado, no dejarlo nunca solo, pues

esta parte de la casa es peligrosa.

Page 71: los bebes tambien juegan

Arquitectura.

Seguramente ya tiene una un poco sencilla. Es hora de ampliarla. El

niño siempre disfrutará con ella, construyendo y derribando. Más lo

segundo que lo primero. En las primeras edificaciones le ayudaremos

algo.

EL túnel. Coger una caja de cartón grande destapada y sacarle el fondo, de

manera que quede un tubo o túnel por el que se invitará a pasar al

bebé. Se tira una pelotita por uno de los lados y se le dice que la per­

siga gateando. Luego haced lo mismo por debajo de una silla o si­

milar. Además de divertirse, el pequeño irá aprendiendo a medir

distancias, evitando para otras ocasiones lógicos coscorrones.

Espejo mágico.

El mayor y el pequeño sentados frente a un espejo y de cara a él. Van

reconociendo sus propias figuras y el primero va señalando las dis­

tintas partes del cuerpo, tanto las suyas propias como las del niño,

mientras las va nombrando.

Pueden moverse, saliendo fuera del marco del espejo y volvien­

do a entrar, con gritos de sorpresa por el descubrimiento.

Sentarse.

Sentados en el suelo, frente a frente, con vuestro hijo.

Haced rodar una pelota hasta él. Enseñadle a que os la devuelva

por el mismo procedimiento. Quizás no capte inmediatamente qué

es lo que debe hacer, pero con algo de paciencia lo logrará. Otro ma­

yor puede ayudar, en principio, al pequeño, para que vea cómo se

desarrolla la operación. Es bueno que se vaya familiarizando con la

pelota.

Page 72: los bebes tambien juegan

C a n c í o n c í t a s .

Anda niño.

El niño quiere empezar a andar.

Le damos la mano y le vamos diciendo:

Anda niño, anda,

que Dios te lo manda.

y santa María,

que andes en un día.

El señor san Andrés,

que andes en un mes.

El señor san Bernardo

que andes en un año,

sin hacerte daño.

En esta demanda,

anda niño, anda. •••

El gatito.

Se cogen las manos del pequeño y se les van pasando suavemente

por su cara o por la de la persona que le hace jugar:

Misú gatito

¿qué habéis comido?

Sopitas de la olla

y agua del río.

¿Por qué no me guardaste?

Sí te guardé,

en la cocinita.

Misú, misú, gatito.

Page 73: los bebes tambien juegan

JUEGOS

PARA EL SEGUNDO AÑO

DEL BEBÉ.

Page 74: los bebes tambien juegan

Capítulo 5.

Volver a empezar.

Nacer y jugar.

Desde que el ser humano se empezó a mover por nuestro plane­

ta, el juego le ha acompañado donde quiera que haya ido, inde­

pendientemente de épocas, razas y civilizaciones. Lo curioso es

que en todo mundo , desde Alaska hasta la Tierra de Fuego, los

juegos se parecen mucho entre sí, lo que demuestra que forman

parte de una ley natural que acompaña al hombre desde su crea­

ción.

Dudley Kidd escribió: «Nada evidencia mejor a un europeo su

parentesco con los cafres de África que la contemplación de los jue­

gos de sus niños». El juego empieza en el momento en que nace un

ser humano. Cuando con curiosidad el niño comienza a mover su so­

najero o a dar patadas una y otra vez al aire o contra las paredes de

su cunita, ya está jugando.

El juego, sin duda alguna, tiene un gran valor a lo largo de la

vida del ser humano. Sin embargo, la evolución de los juegos en el

niño es tan rápida, que apenas nos da tiempo a experimentar situa­

ciones de estudio en este hacer de nuestros pequeños.

Ahora que el pequeño va a empezar a independizarse en sus mo­

vimientos, los padres también comienzan a preocuparse por los re-

Page 75: los bebes tambien juegan

sultados de esta nueva manera de ser de su inocente criatura. Es en­

tonces cuando han de comprender que su pequeño precisa casi tan­

to del juego como de la respiración. El niño que no juegue hoy, será

mañana un adulto que no sabrá pensar ni actuar.

Nosotros tenemos la suerte de poder hacer jugar a nuestros pe­

queños, sobre todo si se considera que en determinadas circunstan­

cias el juego del pequeño constituye su propia vida. Nos dice H. G.

Kazanski, investigador soviético de las etnias del extremo norte de

Rusia, al referirse al año 1934: «Los niños del pueblo mansi, desde

su más tierna edad, salen a pescar. Cuando apenas han aprendido a

andar, los padres se los llevan ya en la barca y al poco les hacen re­

mos pequeños, les enseñan a guiar la barca y les acostumbran a la

vida del río, que ha de ser su vida».

La infancia, que tiene varias etapas, es una etapa fundamental

del ser humano en la que se va capacitando para el difícil oficio de

ser hombre, un proceso largo y laborioso. En dicho proceso, el juego

absorbe la mayor parte del tiempo del niño, lo que viene a indicar

la importancia de esta faceta y la necesidad de que los padres le pres­

ten mucha atención y el máximo de tiempo que les sea posible y

sean capaces de jugar y de hacer jugar.

La capacidad para jugar de un niño es la medida de su equilibrio

psicológico y del desarrollo de su personalidad. Si un niño no juega,

hay que vigilarle: algo le pasa.

Por otra parte, el juego es un observatorio fabuloso para conocer

a los chicos. En efecto, jugando se muestran tal como son y, en vir­

tud de ello, ya en su tierna infancia, empezarán a dejar entrever sus

virtudes y sus defectos. Por ello, es primordial que los padres estén

presentes siempre que sus quehaceres se lo permitan, para ir sem­

brando buenas maneras y corrigiendo pequeños defectos. El juego

es lo más serio que hay para el pequeño; es su trabajo y su aprendi-

Page 76: los bebes tambien juegan

zaje de la vida; éste, inconscientemente, lo sabe y a él se dedica con

todas sus fuerzas y con toda su ilusión.

Desde la plataforma del juego, los padres verán que hacer aflo­

rar en la sensibilidad de sus pequeños las virtudes humanas que lle­

van en germen, no es tan difícil como pueda parecer. Sólo es cues­

tión de estar atentos a la manera de actuar de su bebé, lo cual, si de­

sean lo mejor para su hijo, puede conseguirse estando vigilantes y

siendo unos buenos compañeros de camino de su querido retoño.

Para serlo habrán de querer sentir como su pequeñín y querer adi­

vinar lo que él desea: jugar, oír cancioncitas, estar en su falda, etc.,

sin olvidar que, para que el niño no se acostumbre mal, cada acti­

vidad se dosificará entre los ratos que se tienen para dedicarse a

ellas. Que el pequeño no vaya a creer que todo el día es juerga.

Con el juego, cancioncitas, cuentos... no nos ponemos en situa­

ción de perder nuestro valioso tiempo, sino en el lugar de un com­

pañero que quiere ayudar a mejorar a nuestro pequeño amigo. De

esta manera podemos contribuir a reforzar su resistencia física,

equilibrio y fuerza; astucia e ingenio. Decisión y sentido de la res­

ponsabilidad; su imaginación y memoria, su voluntad e inteligen­

cia; su sinceridad y obediencia y, en definitiva, todo aquello que, sin

duda, necesitará el día de mañana cuando se haya incorporado a la

vida de sus mayores.

¿No es muy pequeño para todo esto? Es ahora cuando se han de

sembrar las semillas de todas las virtudes humanas. Es el momento,

como ya se ha dicho anteriormente, en el que el pequeño ha de ir ad­

quiriendo maneras de ser y costumbres que irán madurando a me­

dida que pasen los meses.

Recuerdo lo que escribía N. G. Bogoraz-Tan (1934), estudioso

del norte de nuestro planeta, donde el hielo está siempre presente:

«La infancia del chukcha es muy feliz. Ni se priva de nada ni se

Page 77: los bebes tambien juegan

asusta. En cuanto el pequeño es capaz de coger las cosas con cierta

seguridad, recibe un cuchillo y, desde ese momento, lo llevará siem­

pre consigo.

»Cada niño lleva, lo mismo que el cazador adulto, un cinturón

del que cuelga su cuchillo sujeto con una correa. No es de juguete;

es de verdad, a veces de tamaño impresionante. Si el niño se produce

un corte casual, aprenderá mejor a manejar adecuadamente el arma

más útil de su vida.

»En aquellas latitudes el niño necesita, al igual que sus mayo­

res, el cuchillo para comer, para cortar la carne a trocitos, para hacer

un juguete, sacar punta a una flecha, desollar a un animal que ha ca­

zado, abrir un agujero en el hielo, etc. Antes de recibir este cuchillo

de hombre, la madre le obsequia con otro pequeño para que se vaya

familiarizando.

»Lo mismo ocurre con los esquíes por la necesidad que tienen

de ellos. Reciben los adecuados a su estatura desde que aprenden li­

teralmente a andar».

O sea que a estos pequeños les acostumbraban a las cosas con las

que habrían de convivir el resto de su vida. A nuestros pequeños

también les debemos acostumbrarles a las cosas que luego les han de

ser familiares y necesarias.

Por otro lado no hemos de olvidar que tenemos entre manos

algo muy valioso: tiempo. Y el tiempo pasado y no aprovechado es

irrecuperable, por lo que no lo podemos desperdiciar. Hacerlo es ro­

bar a nuestros hijos muchas posibilidades.

Tampoco se trata de convertir la vida del bebé en una maratón de

actividades educativas, pero sí es importante que hallen en los padres

unos buenos compañeros de viaje y unos espejos en los que mirarse.

Insistiré en la necesidad de que los progenitores se fijen en el

proceso de los juegos de su pequeño. Verán que al jugar, disfruta

Page 78: los bebes tambien juegan

mucho pero, por otra parte, también podrán observar que se esfuer­

za en sus quehaceres para ir mejorando.

Con el juego, el niño busca conocimientos, quiere aumentar su

habilidad, desarrollar su fuerza y ampliar su experiencia. Desea ser

como los mayores y sólo tiene un camino para conseguirlo: jugar,

imitando lo que ve o creando situaciones nuevas sacadas de su por­

tentosa fantasía. Se entrega al juego con todo su ser y queda, nor­

malmente, absorbido por él. Yo diría que, igual que el científico, el

niño hace frente a sus complicados experimentos.

Volver a e m p e z a r

Se ha cumplido el primer aniversario del nacimiento del primer hijo

y los padres se sienten felices, alzan los ojos al cielo y dan gracias.

Son conscientes de que tienen la situación dominada y han aprendi­

do cómo han de tratar al nuevo miembro de la familia. Pero... no

han calculado que el primer año de experiencia sirve de bien poco

para afrontar el segundo, lo que les irá ocurriendo año tras año.

El niño se va transformando rápidamente en todos los sentidos.

La manera de enfocar la alimentación y el desarrollo físico e intelec­

tual también irán variando en forma vertiginosa, de manera que el

volver a empezar por parte de los padres, estará presente en el hogar

durante largos años.

Éstos empiezan a observar que aquel inofensivo ser que ya ha

cumplido el primero año, se ha convertido en una pequeña máquina

que parece llevar un motor de movimiento continuo en su interior.

Es un volcán en plena erupción que uno no sabe por dónde apagar.

Todavía tienen presente lo divertido que era, y aún es, jugar de­

lante del espejo con el pequeño en brazos, observando manos, pies,

sacando la lengua, haciendo palmas o guiños, etc., y pasándoselo en

grande.

Page 79: los bebes tambien juegan

Aquel pequeño ser ha crecido. Ya no es el mismo que dormía

plácidamente en la cuna hora tras hora. Parece que nos lo hayan

cambiado. Empieza a levantarse y a revolotear con algo de indeci­

sión por todas partes de la vivienda. Lo quiere conocer, observar y

tocar todo. La labor de los padres es, sin duda, ayudarle en estas in­

vestigaciones.

Recordemos que, antes que nada, hay que reforzar al máximo

las medidas de seguridad; así, deben mantenerse fuera de su alcance

hilos eléctricos, enchufes, pucheros en el fuego de la cocina, deter­

gentes, etc. Procuremos proporcionarles cosas que sustituyan a las

prohibidas.

Si los padres no llegan a comprender el valor educativo del jue­

go, será inútil leer este libro. Ellos han de ser, sin duda, los prime­

ros compañeros de juego del pequeño. Si tenemos en cuenta que el

padre y la madre tienen estilos muy distintos de jugar, aconsejamos

que sean los dos los que practiquen esta labor, tanto si se trata de un

niño como de una niña.

Por otra parte, los niños saben distinguir estos diferentes estilos

entre padre y madre. Son conscientes de que la madre es más cari­

ñosa y que el padre es más activo físicamente. Por este motivo, cuan­

do pasa algo recurren a la madre en busca de consuelo y prefieren al

padre como compañero de juego.

La mala conducta de un pequeño es, normalmente, un comporta­

miento cuyo origen se halla en la falta de movimiento o juego acti­

vo, pues el pequeño precisa tener un desgaste físico que, a veces, no

tiene oportunidad de desarrollar.

Si para jugar al tenis nadie nos puede explicar exactamente qué

músculos y en qué orden los hemos de mover, menos podremos de­

cirle al pequeño qué movimientos son los ideales para aprender a mo­

verse mejor. La única manera de aprenderlos es moviéndose, y esto no

Page 80: los bebes tambien juegan

es menester que se lo recomendemos. Seguro que lo hará por sí solo y

con más continuidad y fuerza de la que a veces desearían los padres.

Para éstos constituye realmente un tesoro inapreciable el ser

conscientes de que el niño ha de ser travieso, juguetón, curioso y

metomentodo; así podrán comprender perfectamente a su hijo.

Los padres que llaman malo a éste cuando hace algo no deseado

en su afán de curiosear, está claro que se equivocan y determinan

que el niño asocie esta palabra con los malos de los cuentos, con

lo que se siente algo culpable. Yo cambiaría la palabra malo por la

de travieso.

El haber pasado los padres por la escuela de los doce primeros

meses de la vida de su bebé, en los que se suelen pagar muchas no­

vatadas, se ve compensado al nacer el segundo hijo, al que se le apli­

can unas normas que son fruto de la experiencia adquirida. Las no­

vatadas con el primer hijo responden más a la picardía del pequeño

que a la inexperiencia de los padres. Yo creo que el bebé sabe mejor

cómo dominar a los mayores, que éstos al pequeñajo.

Sus sonrisas, sus medias palabras, sus miradas, sus zalamerías...

son anzuelos demasiado bien preparados como para no picar en ellos.

Si además tienen la oportunidad de obsequiar a la familia con algu­

na rabieta bien organizada a tiempo, la trampa resulta totalmente

efectiva. Y es que para la educación de los adultos, nada ni nadie su­

pera a los niños.

El niño ya anda. Ya está a punto de hacer su gran transforma­

ción. Le entusiasma ver que se mueve como sus padres. Es feliz. Aho­

ra, más que nunca, sus ansias de conocer cosas se acrecientan. Quiere

ver y tocar, y sus manos no cesan de coger cosas, manosearlas, gol­

pearlas para percibir sus efectos sonoros.

Se ha convertido en un pequeño científico al que nunca aburre

su trabajo y que, como observan las madres (a veces con muestras de

Page 81: los bebes tambien juegan

desesperación), mientras está despierto mantiene en constante acti­

vidad su mente, sus pies y sus manos. Por ello, es recomendable po­

ner a su alcance cosas sólidas, algún puchero viejo de la cocina, por

ejemplo, para facilitarle su labor.

No hay que olvidar que se tiene el parque como lugar de tregua

a tanto movimiento. Si le hemos acostumbrado, tal como ya se ha

dicho anteriormente, a permanecer en él durante unos períodos de

tiempo determinados, la madre sabe que dispone de este recurso dos

o tres veces al día para descansar del torbellino de su hijo.

Llega el momento en el que la curiosidad por todo lo que rodea

al pequeño va en aumento peligrosamente. Es la hora en que los pa­

dres no sólo han de estar atentos a sus sorprendentes evoluciones por

la casa, sino también a saberle dar cosas que puedan saciar estas an­

sias de exploración e investigación y a suplir lo que no quieren que

toque por cosas que le sirvan de juego. Unas botellas de plástico de

tapón grande de rosca le entretendrán lo suyo si, previamente, se le

ha indicado cómo se utiliza el tapón. Los inevitables cubos de plás­

tico o madera que amontonará y derrumbará una y otra vez también

son muy prácticos.

Una vez más insistiremos en que los padres si ven que el pe­

queño está fracasando con el tapón o se le va a derrumbar su fabulo­

sa construcción, no deben precipitarse en acudir en ayuda de su re­

toño. Hacerlo es romper el encanto de aquel momento de juego y

aprendizaje del pequeño. Insisto en que los fracasos son la base más

sólida para llegar al éxito. Esto no quiere decir que si al cabo de un

buen rato el niño no se sale con la suya, no se le preste una ligera

ayuda.

Para llegar a hacer las cosas bien primero han de hacer bastantes

de ellas mal. Por esto, no se les tiene que reñir ni despreciar o igno­

rar su trabajo. Se les debe animar y enseñar alegremente a mejorarlo.

Page 82: los bebes tambien juegan

Si en la vida se aprende a base de fracasos, cuanto antes los ten­

gan nuestros hijos antes aprenderán. No pretendamos protegerles

de todo; dejemos que sus iniciativas les conduzcan, a través de los

fracasos, al éxito.

Lo que hemos de evitar es que tengan la sensación de que le es­

tamos privando de protagonismo y de que estamos allí para fastidiar

sus investigaciones. Podrían llegar a perder interés en sus ganas de

conocer y de hacer cosas y, en definitiva, en sus deseos de ampliar

sus habilidades con nuevas pruebas. Si tratamos de ayudarles en

todo momento, estamos coartando su creatividad.

Nuestros pequeños tienen una fantasía que los mayores difícil­

mente podemos comprender. Por ello no sólo les hemos de dejar li­

bertad en sus realizaciones, sino que hemos de valorarlas como algo

que nos complace.

No creamos, al ver que amontonan piezas de construcción, que

están construyendo un castillo o una casa; sería una ingenuidad.

Aquel montón de piezas, en la fantasía del niño, igual es una mesa

o un perro. Con cuentos, imágenes de un libro o cosas que le expli­

quemos tenemos que ir fomentando esta innata fantasía. Así cada

vez tendrá un abanico mayor de cosas con las que fantasear.

Herramienta educativa.

El juego es aprendizaje de mil habilidades pero es también herra­

mienta educativa, lo que incrementa la responsabilidad de los pa­

dres y educadores. Enseñar habilidades y educar a la vez no es un

oficio tan simple como pueda parecer y, por lo tanto, no se puede to­

mar a la ligera. A los padres, en primer lugar, les ha correspondido

este cometido y a él han de dedicar todos sus esfuerzos.

Ser padre y hacer jugar al pequeño es, pues, un deber, puesto

que deviene una manera de instruirlo. Y no se puede olvidar que se

Page 83: los bebes tambien juegan

ha de jugar y educar a la vez, de cara a la sociabilidad; ello implica

aunar a la idea del juego la caridad, el saber compartir, el ser gene­

roso, el saber respetar a los demás y, desde los primeros meses de

vida, el hacer conscientes a nuestros pequeños de que no están solos

en el mundo, aunque sean bebés o precisamente por esto. Desde el

principio, aunque no los entiendan, los pequeños se han de sentir

rodeados de estos sentimientos.

Pensar, juzgar y obrar con estas ideas es algo más que tener en

el pensamiento una serie de verdades. Por ello la mejor educación

creo que es la que está alerta a proporcionar en cada instante a los

que se quiere educar la dirección justa a los pensamientos y obras. Y

esto, cuando mejor se puede llevar a cabo es en los momentos de

plena vida, cuando el educando está metido de lleno en sus queha­

ceres, que es cuando es más espontáneo y natural. En el juego en­

contramos estos momentos propicios para poder ayudar a nuestros

pequeños a conocer sus deberes y obligaciones.

Fallaremos si pensamos que la educación del niño comienza

cuando empieza a asistir a la escuela. Esta, en lo que concierne al de­

sarrollo de los sentidos y la formación de carácter y hábitos, se ini­

cia en la cuna y, al ir a la escuela, debería estar casi terminada.

De ello se deduce que no hay que olvidar un solo instante la la­

bor de educadores de los padres, por lo que debe prolongarse la mi­

sión que hace casi un par de años empezaron con una cuna delante.

Aunque los andares de vuestro benjamín no son todavía una

maravilla de equilibrio y seguridad, él se siente lleno de fuerza e in­

tenta subir escaleras, encaramarse a sillas y mesas, meterse en arma­

rios, etc. Para el niño, estas acciones le producen sensaciones de un

mundo que acaba de descubrir y que le fascina. No le podemos prohi­

bir estas andanzas, sino simplemente controlarlas. También repre­

sentan una necesaria gimnasia para sus tiernos miembros.

Page 84: los bebes tambien juegan

Por control no debe entenderse una reglamentación severa y

perjudicial, sino un equilibrio entre la necesaria disciplina y la li­

bertad. Con un control rígido puede disminuir y estancarse su fan­

tasía y su creatividad. No olvidemos que se acaba de incorporar, a

trancas y barrancas, en el fabuloso mundo sobre el que se mueven

sus pies.

El pequeño quiere meterse en un mundo desconocido que has­

ta ahora le estaba vedado. Desea descubrir e investigar solo, y por

esta razón, cuando su madre lo mete en la cama, se queda dormido

en pocos instantes: su aprendizaje lo ha dejado exhausto.

Ha llegado la hora de los temores y de los sustos que, en la ma­

yoría de los casos, se inventan los propios padres y que, muchas ve­

ces, transmiten a sus hijos sin pretenderlo. Ven al niño intentando

trepar a una silla y su instinto les impulsa a correr a salvarlo pues, el

coscorrón, piensan, lo tiene asegurado.

Si lo intentan salvar previo grito angustiado, traspasarán al niño

su temor de que se caiga y, quizás, este miedo le impida adentrarse

en nuevas aventuras que, tanto si le salen bien como si le salen mal,

le servirán como experiencia para la próxima vez. Y si la experien­

cia ha costado un coscorrón, veremos que el niño llora más por su

fracaso que por el daño que le haya causado su aterrizaje.

Si el niño es reprendido por sus ansias de ascender, seguro que

cuando esté solo intentará de nuevo la aventura prohibida. Al ha­

cerlo no sentirá temor, de lo contrario ya no lo intentaría; de este

modo, si sus actividades no son descubiertas, va adquiriendo gran

habilidad en su trabajo subiendo y bajando sin cesar de la silla de

marras. Lo ha conseguido sin el nerviosismo de la madre que, segu­

ramente, al transmitirle sus miedos lograría que en su próxima ten­

tativa de subirse a la silla se cayera de verdad, sólo por el temor de

que ocurriera.

Page 85: los bebes tambien juegan

fa l lar es aprender.

El aprendizaje que más asimila el niño es el directo, el que se pro­

duce sin la sabia ayuda de los mayores. Le encanta descubrir y hacer

las cosas por sí solo. Por ello, aunque esté montando un castillo con

sus cubos y veamos que se le va a derrumbar, dejémosle tranquilo

ante su próximo fracaso. Aprenderá más con su fallo que con una co­

rrección a tiempo por parte de los mayores.

La madre se pondrá a hacer las tareas de la casa y, por poco que

pueda, el bebé la seguirá, admirando sus habilidades; entonces, ¿por

qué no suministrarle una pequeña escoba, un plumero e invitarle a

ayudar? Puede ser para el niño un juego muy serio y divertido. Qui­

zás no sea recomendable hacerlo cada día, pero una vez a la semana

puede ser algo fabuloso para el ayudante, que se sentirá más cerca de

la madre con esta imitación.

Saber estimular algún juego adecuado a la edad es algo más que

divertir al bebé. Es ayudarle en alguna faceta de su formación, po­

tenciando la figura de los padres, lo que siempre hace aumentar la

confianza del pequeño hacia ellos.

Encontrar algún juego para aquella ocasión no tiene gran dificul­

tad, pues el mundo de los juegos tiene una gran amplitud y existen

una cantidad inagotable de ellos. La mera enumeración de las activi­

dades lúdicas de nuestros hijos en el curso de su desarrollo formaría

una lista extensísima y podría ser el contenido de un interesante libro.

La colaboración en un juego por parte del adulto debe realizar­

se desde la mentalidad del mundo del niño. La primera norma de un

padre para jugar con su hijo es la de hacerse niño, perdiendo el te­

mor al ridículo.

Si a vuestro hijo le proporcionáis el necesario y adecuado mate­

rial de juego y sabéis alentar su confianza en sus facultades de pensar

y manipular, experimentará gran satisfacción, sobre todo si no hemos

Page 86: los bebes tambien juegan

querido hacernos los sabios y le hemos empequeñecido con nuestra

pretendida ayuda. Es la hora de retirarnos a un segundo plano para

observar discretamente el más maravilloso de todos los procesos: el

despliegue de la mente del niño en las actividades del juego.

El niño es niño y admira a los adultos. No conoce ni sus normas

ni sus reglas, pero intuye que debe conocerlas para llegar un día a

ser como ellos. Sabe que ahora no tiene ni fuerzas ni conocimientos

para ser como ellos y se esfuerza para aprender. Hemos de saber

apropiarnos del papel de guía, más que del de director.

De esta manera, el pequeño nos depositará su confianza cuando

le ofrezcamos nuestra ayuda o consejo. El hecho de que el niño re­

conozca la colaboración voluntaria de los mayores en el serio queha­

cer de sus andanzas y juegos, contribuirá a su felicidad y estabili­

dad. No sería así en medio de un ambiente de indiferencia, donde él

y sus cosas sean ignoradas o donde haya una interferencia innecesaria

por parte de los mayores.

El niño se puede sentir frustrado si las personas que tiene a su

alrededor son siempre adultos, cuyos conocimientos rebasan am­

pliamente los suyos y con los que no se ve capaz de compartir sus

juegos y travesuras. En cambio, si está frente a niños algo más hábi­

les que él, pero sin que le aventajen demasiado, se sentirá impulsa­

do a imitarles, intuyendo que podrá llegar a igualarles.

Por esto, cuando nos hallamos con el primer hijo entre las ma­

nos y ya ha cumplido el primer aniversario, se ha de saber valorar el

hecho de que quizás se sienta aislado y privado del placer de la com­

pañía de otros niños, cosa que a esta edad les complace en grado

sumo y que, además, para su desarrollo social, es muy conveniente.

Los padres sueñan, ¡cómo no! en que su hijo sea un genio en sus

creaciones y habilidades y a veces le acucian y fuerzan a que supere rá­

pidamente el período experimental que precisa por su edad. Con ello se

Page 87: los bebes tambien juegan

le perjudica notablemente, ya que no dispone aún de la experiencia su­

ficiente y se puede sentir frustrado y con la sensación de que aquello no

es para él. Si el adulto, por ejemplo, le hace construir un castillo con sus

cubos, cuando aún no domina la estabilidad vertical de éstos, es abo­

carlo al fracaso, puesto que habrá que prestarle ayuda y el niño se dará

cuenta de que aquello no es lo suyo. Por contra, si se le deja que siga su

proceso normal, sin ayudas innecesarias, el pequeño irá sacando sus pro­

pias conclusiones variadas e interesantes y, con su experiencia, no tarda­

rá mucho tiempo en llamar a su padre para enseñarle su primer castillo.

El juego es el trabajo de nuestros hijos, en el que procuran ser

aventajados aprendices. Sus manos son las herramientas de una mente

en rápido crecimiento. Observamos a veces, con desespero, que su úni­

ca finalidad es el movimiento que les empuja a querer ver y conocer las

cosas. El amor apasionado por el juego de nuestros hijos es una de las

contribuciones naturales que asientan una base sana para su desarrollo

y su forma de ser en general. Los padres no pueden dejar de lado la cer­

teza de que un niño privado del juego se dirigiría inevitablemente

hacia una existencia deplorable, de posibilidades limitadas y erróneas.

Por otra parte, se ha dotado al ser humano, además de con el

juego, de la capacidad de hacer aflorar y de consolidar todas aque­

llas virtudes que, el día de mañana, serán el motor que le hagan ser

aquel hombre o mujer de provecho que, como padres responsables,

hemos de haber soñado que sean.

Bendita curiosidad.

El niño realiza la mayor parte de sus acciones por curiosidad. Quiere

descubrir cómo están hechas las cosas, cómo se comportan, el ruido

que producen al caer, etc. Y lo mismo importa que sea nuestro moder­

no aparato de alta fidelidad, que una cacerola de la cocina, un desper­

tador o una simple hoja de papel. Todo empieza a correr el peligro de

Page 88: los bebes tambien juegan

la curiosidad del más pequeño de la casa. Esta actividad infantil cons­

tituye a la vez una divertida, soberbia y natural forma de aprendizaje.

La fuerza creadora es congénita en cada ser humano y surge tan

temprano en la vida de un niño que, de no ser alentada, pueden per­

derse para siempre valiosos cimientos sobre los que podría cons­

truirse su habilidad en la creatividad.

Los padres han de recordar que, al nacer, todo ser humano lleva

consigo una carga enorme de posibilidades, puesto que la máquina

que le empuja, el cerebro, está preparada para que el hombre pueda

realizar cosas muy importantes pero, desgraciadamente, se suele apro­

vechar una ínfima parte de dichas posibilidades. En concreto lo que

ocurre es que, durante la infancia, cuando se habrían de potenciar, se

ayuda poco al bebé para que se conviertan en una feliz realidad.

El tener estas posibilidades y no utilizarlas es una grave respon­

sabilidad de los padres. El niño está en un óptimo momento recep­

tivo para desarrollar todas sus facultades. Sus sentidos están nacien­

do y crecerán en la medida en que se les ayude a ello, porque están

sedientos de que se les dé materia para que crezcan y se vayan per­

feccionando. Pero ¿se les ayuda en este menester?

Si los padres no se han decidido todavía a enseñar a su pequeño

el placer de tener un libro entre las manos, no deben demorarlo aún

más. El niño ha de poseer dos o tres libros suyos y tenerlos siempre a

su alcance para mirar y hojear a su antojo y, asimismo, disponer de

otros serios, que son los que comentarán sentados en las faldas de sus

padres al acercarse a los dos años. Es bueno tener un libro de rimas

y cancioncillas como las que exponemos en el capítulo de juegos,

para irlos disfrutando juntos padres e hijo.

Estamos en el umbral de empezar el cuarto semestre, que trae­

rá nuevas e interesantes experiencias tanto para los padres como

para el hijo.

Page 89: los bebes tambien juegan

Capítulo 6.

Juegos para el primer semestre.

Al exponer unos cuantos juegos y recitados infantiles para distraer a

nuestros pequeños, no hago nada más que evocar los juegos tradi­

cionales para estas tempranas edades que aún recordamos leyendo

libros pero que, en realidad, parece que se están extinguiendo con el

paso de los años. La tradicional cultura infantil oral y gestual parece

que se nos va de las manos, aunque su existencia se vea apoyada por

su universalidad al repetirse en lo esencial, cual eco remoto, en los

más alejados países y en las más dispares culturas.

Los juegos y cancioncitas que se hallan en este capítulo deben

proponerse a los hijos en el momento que determine la experiencia

de padres. El presentarlos en un mes concreto de la vida del niño,

como ya se ha dicho anteriormente, no implica que se tenga que ju­

gar en aquel momento preciso. A lo mejor nunca será apropiado

para tu hijo. Los padres lo han de ver.

Como escribe Arturo Medina: «Cuando el niño juega a sus jue­

gos es como si su colectivo recuperara edades ya idas. Las raíces se

nos afianzan y reverdecen en unos momentos mágicos, dormidos,

que se despiertan con el ritmo de la comba, la cadencia de los can­

tos, las carreras y zozobras del escondite, el azar de las tabas, etc.

Que sean los juguetes la intrepidez, la imaginación y la gracia. Que

Page 90: los bebes tambien juegan

estos juegos se nos prolonguen a todos en las manos y en las voces

trenzadas de los niños».

UN AÑO Y UN MES.

Envoltorios.

Le compras un juguetito nuevo o coges uno de los que tienes de re­

serva bien guardaditos. Lo envuelves con cuatro o cinco capas de pa­

pel, si pueden ser de colores distintos mejor, y se lo das para que lo

desenvuelva. Como su curiosidad es insaciable, lo deshará con mu­

cho interés.

La divertida arena.

Si no lo hemos hecho ya, puede ser el momento de ponerle un cajón

grande en el que él quepa bien y en el que pondremos una buena

cantidad de arena. Si se puede colocar en una terraza o lugar algo in­

dependiente, mejor, pues sabemos que algo de arena irá a parar fue­

ra de la caja. Se la puede humedecer para que coja consistencia a la hora

de ponerla en moldes. Proporcionémosle alguna pala y cubos de plás­

tico y algún que otro molde de animales u otras figuras. Es algo que

el pequeño agradecerá sobremanera, pues puede utilizar la arena para

realizar muchas actividades y dar rienda suelta a su imaginación.

La pizarra.

Una pizarra y unas cuantas tizas, mejor de distintos colores, pueden

empezar a despertar el interés del pequeño. La pizarra se puede pintar

en un trozo de pared o bien utilizar una puerta de la habitación de

juegos que, pintada de negro, puede servir durante un largo período

de tiempo de plano de pruebas del ingenio artístico del pequeño.

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Page 92: los bebes tambien juegan

Cancíoncítas.

El coche está roto.

El coche está roto,

el cochero manco,

y los caballitos

corren por el campo.

Este niño bueno.

Este niño bueno

que nació de noche

quiere que lo saquen

a pasear de noche.

Dedos juguetones.

Jugando con los dedos de una mano:

A la boda de éste y éste,

convidan a éste y éste;

y dice éste

y responde éste,

que si no va éste con éste,

no va éste sin éste.

El caballo.

El niño sentado encima de una pierna del adulto, que

le va dando movimiento al son de la canción:

Page 93: los bebes tambien juegan

Al paso, al paso, al paso;

al trote, al trote, al trote;

al galope, al galope, al galope. ...

La silleta.

Transportar al niño entre dos adultos con éste sentado

sobre sus manos cruzadas:

A la silleta va la niña

con su vara y su mantilla.

A la silleta va el señor

con su puro y su bastón.

UN AÑO Y DOS MESES. •••

Baño sonoro.

Estamos en el baño y el adulto va diciendo mientras lo ejecuta:

«Ahora lavaremos las orejitas, ahora la espaldita, ahora la barrigui-

ta, etc.». De esta forma el niño va aprendiendo los nombres de las

partes del cuerpo. Si se quiere, cuando se dice: «Ahora limpiaremos

los sobaquitos...» se le hacen unas suaves cosquillas.

También se le puede conminar: «Ahora lávate tú los piececitos,

las piernas, etc.», dándole la esponja, cosa que le hará mucha gracia.

Lo escondido.

Llenar una caja de zapatos de trozos de papel hechos bolas y, en el

fondo, poner un pequeño juguete del bebé. Pedirle que lo busque.

Page 94: los bebes tambien juegan

Si no lo entiende, bastará que el adulto lo haga una vez para que el

pequeño comprenda el mecanismo del juego. Querrá repetir y en­

tonces hay que ir poniendo el juguete en posiciones distintas.

EL agua.

No olvidemos que el agua es un elemento que, por sí solo, ya consti­

tuye un juego. Si dejamos que el niño juegue con el agua en la bañe­

ra o en la pica del baño, teniendo en las manos algún pequeño reci­

piente para llenar y vaciar dentro de otro, le haremos más que feliz

y, de paso, aprenderá que el agua estropea los papeles, que moja los

juguetes y su ropa, que hace flotar algunas cosas y otras se las traga

hacia el fondo, etc. Empieza a ser hora de que vaya conociendo las

muchas cualidades del agua, así como sus pequeños inconvenientes.

C a n c í o n c í t a s .

El columpio.

Columpiar al niño sentado sobre los pies del adulto:

Mi niño bonito,

que quiere subir al caballo.

Mi niño bonito

que quiere bajar del caballo.

Cosquillas.

Señalando al cielo y haciéndole cosquillas bajo la barbita:

¡Mira un pajarito sin cola!

¡Mamola, mamola, mamola!

Page 95: los bebes tambien juegan

Más cosquillas.

¿Dónde está la manita?

Se la ha comido

la ratita.

¿Y el manón?

El ratón.

Sácala un poquito

al sol.

¿Qué tienes en esa manita?

Una almendrita.

¿Quién te la ha dado?

Una señorita

¿A ver, a ver?

Me has engañado:

por aquí frío, por aquí caliente

híncale el diente;

cuando vayas a la carnicería

le dices que te corten

por aquí...

por aquí...

hasta por aquí, por aquí. ...

UN AÑO Y TRES MESES. •••

Encajes.

El niño ya puede empezar a jugar con una plancha con agujeros de

determinadas formas, en los que ha de encajar unas piezas a su

Page 96: los bebes tambien juegan

medida. Con una caja de zapatos invertida, se puede conseguir uno

de estos juguetes. Hacer un agujero redondo por el que pase una

pelota de p impón; otro cuadrado por el que pase una pieza de la

arquitectura y otro triangular o de otra forma por el que pase un

tercer objeto. Darle la caja y los objetos y enseñarle a usarlos como

juguete.

El hecho de hacerse unos rudimentarios juegos puede servir

para ver la aceptación que tiene en el pequeño aquel juego en con­

creto. Si disfruta con él, ya se puede pensar en la compra de uno de

verdad. Si no lo acepta o tiene poco éxito, no se ha perdido gran

cosa.

EL avión.

Coger al niño por las muñecas bien sujeto y hacerle dar dos o tres

vueltas sobre el propio adulto, con los pies al aire y simulando el

ronquido de unos motores de aviación. Seguramente pedirá repetir,

pero si no le gusta por miedo al vuelo, no hay que insistir. No lo

queramos hacer valiente a la fuerza.

C a n c í o n c í t a s .

Palmadas.

Dando palmadas, que el niño ha de imitar:

Palmas y palmas,

higos y castañas,

almendra y turrón

para mi niño son.

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Page 98: los bebes tambien juegan

Luna, lunera.

Acabando la cancioncita

con un coscorroncete:

Luna, lunera,

cascabelera,

dile a Periquito,

que enseñe el piquito;

si no lo enseña bien,

que le den,

que le den

con el rabo de la sartén.

Saltando.

Haciendo saltar al pequeño:

A la una, la vela mula.

A las dos, la coz.

A las tres, cómo está usted.

A las cuatro, un buen salto.

A las cinco, un buen brinco.

Escondámonos.

Jugando a esconderse:

Ronda, ronda,

quien no se haya escondido

que se esconda

y si no que responda

que yo ya voy.

Page 99: los bebes tambien juegan

El pon, pon .

Con el dedo índice de la mano derecha, se va pegando

en la palma de la mano izquierda:

El pon, pon,

niño pon

el dinerito

en el bolsón,

que no se lo lleve

ningún ladrón. ...

UN AÑO Y CUATRO MESES. . . .

Pelotazos.

Hay que ir ampliando los juegos con pelota, por lo que quizás sea

interesante procurarle alguna de mayor tamaño.

Poner en el suelo dos bolos u objetos algo separados. Colocarlos

cerca del niño para que pueda llegar según sus fuerzas. Los objetos

colocados harán de portería y hay que animar al pequeño para que

haga pasar la pelota (tirándola con la mano) por medio de los dos

postes. Una vez se ha conseguido varias veces, se hará lo mismo pero

con los pies.

Desaparícíón.

Coger un objeto pequeño que nos quepa dentro de una mano. Va­

riarlo de mano delante del niño para poderle preguntar en qué

mano lo tenemos. Procurar que lo pueda adivinar y, de vez en cuan­

do, hacerlo de forma que no lo adivine.

Page 100: los bebes tambien juegan

La voltereta.

Sentado en el regazo de la madre y de cara a ella. Se ha de echar ha­

cia atrás, pasando las piernas por encima de su propia cabeza, estan­

do protegido por las manos de la madre, puestas en su espalda. Dará

la vuelta alrededor de las manos de la madre y quedará de pie sobre

el suelo.

Quizás tenga un poco de reparo en hacerlo, pero es bueno que lo

consiga, para ir perdiendo miedo a movimientos que, en principio,

le parezcan imposibles.

Page 101: los bebes tambien juegan

Cancíoncitas.

Date, date, date.

El niño sentado en las rodillas del adulto. Se le cogen las manos

y se le hacen dar palmaditas suaves sobre su cabeza o,

si se quiere, sobre la cabeza del adulto:

Date, date, date,

date en la mochita,

con un cantito,

con una piedrita.

¡ Tanto se daba,

que se escalabraba,

Tanto se dio,

que se escalabró,

Date, date, date,

date en la mochita,

date, date, date,

hasta que te canses.

El patio de mi casa.

Coger las manos del pequeño con las propias

y bailotear con él mientras se canta:

El patio de mi casa

es particular.

Cuando llueve se moja

como los demás.

¡Agáchate,

Page 102: los bebes tambien juegan

y vuélvete a agachar

que las agachaditas

no saben bailar!

H, l,J, K,

L, M, Ñ, A,

que si tú no me quieres

otro amante me querrá.

UN AÑO Y CINCO MESES. •••

Pescando.

Un cubo. Hay que hacerse con unas cuantas tapas metálicas de bo­

tella de refresco. Cada tapa representa un pez. Si las pintamos en va­

­ios colores, será más atractivo.

Un bastoncito de unos 30 centímetros, un cordel en un extremo

y atado al final del mismo un pequeño imán; hay que ir pescando los

peces.

Imitando.

Que el niño aprenda a interpretar las acciones de tus dedos. Que vea

cómo apilas piezas de su arquitectura; cómo haces rodar y botar pe­

lotas cogiéndolas en el rebote; cómo se sacan los guisantes de sus

vainas, etc.

Haz ver que tus dedos son una boca que mordisquea, etc. Lo

bueno de esto es que el niño imite y aprenda a usar con soltura sus

dedos.

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Banco humano.

El adulto se pone a gatas en el suelo. El niño se sube a su espalda.

¿Se puede arrodillar sobre ella? Luego se sienta, se apea y pasa por

debajo del adulto, se vuelve a subir, etc. El adulto, con el niño sen­

tado encima, puede dar alguna vuelta por la habitación, como si de

un caballo se tratara.

Cancíoncítas

Buen niño.

Si mi niño se durmiera

yo le daba medio real,

y si se despertara

se lo volvería a quitar.

A na, na, na, na.

Tortas, tortitas.

Dando palmaditas:

Tortas, tortitas,

hacía la Tomasa

y el Tomasito

se las amasa.

Tortitas, pan,

que vengo de amasar,

que traigo mucha hambre

de tanto trabajar.

Page 105: los bebes tambien juegan

UN AÑO Y SEIS MESES. •••

Puzzle .

Un pequeño puzzle de 3 o 4 piezas le puede interesar mucho al pe­

queño. Incluso nos lo podemos fabricar nosotros con algún dibu­

jo simpático de un animal pegado a una cartulina y cortado en 3 o

4 trozos.

Musical idad.

Alguna campana, xilófono o pequeños tambores proporcionan gran

satisfacción al niño, que va gustando de hacer ruido. Con estos ele­

mentos vamos mejorando su laboratorio y machacando los oídos fa­

miliares. Gajes del oficio.

La carretilla.

Primeramente debe comprobarse que el niño tenga fuerzas suficien­

tes para este juego. Se pone a gatas en el suelo, se le cogen las piernas

y se le levantan mientras se aguanta sólo con las manos apoyadas en

el suelo. Así, hay que intentar andar un pequeño tramo. Cuando el

pequeño está parado, procurar que levante una mano mientras sólo

se aguanta con la otra.

Para que todo el peso no recaiga sobre los brazos, si cogemos al

niño por los muslos en lugar de por los pies, le descargamos de una

buena parte del peso. Es cuestión de ir probando, mirando siempre

de no forzar en exceso las acciones del pequeño.

Page 106: los bebes tambien juegan
Page 107: los bebes tambien juegan

Cancíoncítas.

El lavado.

Al lavarse se puede canturrear:

Agua fresquita,

a Dios consagrada,

limpie mi cuerpo, lave mi alma.

Al corro de la patata.

Bailando con la madre cogidos de las manos:

Al corro de la patata,

comeremos ensalada,

lo que comen los señores,

naranjitas y limones.

A topé, a topé,

sentadito me quedé.

Al decir la última frase, se sientan en el suelo.

Page 108: los bebes tambien juegan

Capítulo 7.

Nues tros a m i g o s l o s j u g u e t e s .

Regalar juguetes no es fácil.

Tal como dijo un experto: «El juego llega primero; el juguete sim­

plemente le sigue». También hay quien afirma que el juguete es un

producto fabricado por un adulto para que el niño juegue con él, pero

la verdad es que con media cascara de nuez el pequeño puede mon­

tarse su juerga particular, sin necesidad de que el adulto intervenga.

El regalo de juguetes ha estado siempre, en todas partes, rela­

cionado con ritos religiosos, sociales o económicos. Es bonito recor­

dar que los juegos y juguetes poseen un amplio sentido cultural al

estar vinculados con las costumbres y creencias de cada época y de

cada civilización cosa que se refleja en los museos de juguetes espar­

cidos por el mundo que, además, ponen de manifiesto que los jue­

gos y juguetes se han ido repitiendo a través de las generaciones, va­

riando solamente formas y materiales.

Quizás uno de los aspectos más penosos del mundo del juguete es

el comprobar que los pequeños que viven en los extrarradios de las

grandes ciudades no suelen tener juguetes, lo que es debido, por un

lado, a motivos económicos y, por otro, a las escasas posibilidades que

tienen de disponer de los materiales que ofrece el campo para poder fa­

bricarlos ellos mismos, dada la distancia que los separa de la naturaleza.

Page 109: los bebes tambien juegan

Es una verdad aleccionadora lo que nos dice V. Preyer: «Un tro­

zo de madera, una cascara de nuez, una cosa sin valor alguno como

los guijarros, las hojas de árbol, una rama seca, etc. adquieren gran

significado para el niño, debido a la viva fantasía infantil, que trans­

forma los trozos de papel en tazas, barcas, animales o personas».

Podemos evocar, sin ir demasiado lejos en las hojas del calenda­

rio, aquellos días en que los principales fabricantes de juguetes eran

los propios niños o, como mucho, algún solitario artesano. El niño lo

solía tener muy fácil: cogía cualquier objeto en su estado natural y

lo transformaba al instante, gracias a su imaginación, en lo más ma­

ravilloso del mundo.

Piedras, cascaras de frutos secos, cañas... constituían su mate­

ria prima. Pensemos que el mundo mineral y el vegetal tienen una

inacabable capacidad de posibilidades, y digo tienen porque, des­

de que el mundo del hombre empezó a rodar hasta que deje de ha­

cerlo, estas posibilidades estarán siempre en la imaginación de los

pequeños, por muchos avances técnicos que nos presenten en el

mercado.

Id al campo con unos cuantos chiquillos y dad a cada uno una

caña que cogeréis de la orilla del río. Seguro que para cada niño aque­

llo se transformará en algo diferente. Podrá ser un caballo, una espa­

da, una lanza, un fusil o la vara de mando de un aguerrido caudillo y,

si tanto me apuráis, una sonora flauta o un estridente pito.

Nuestros pequeños precisan de estos u otros juguetes para ves­

tir y hacer más divertidos sus juegos, lo que confirma que no es me­

nester hacer grandes dispendios para hacerles felices.

La fantasía infantil: nuestra aliada.

Como nos dice Gabriel Comperé: «El niño toma como punto de

partida cualquier objeto y la "alquimia de su fantasía" lo trans-

Page 110: los bebes tambien juegan

forma al instante. Todo le viene bien. Cabalga en un palo, una ban­

queta volcada es una barca o un coche y, la misma banqueta de

pie, es un caballo o una mesa. Una caja se convierte en una casa,

un armario, un carro o... en fin, en todo lo que se quiera; en todo

lo que la imaginación infantil en cada momento quiera transfor­

marlo».

Hablando de esta sencillez de los juegos en las mentes infanti­

les, uno piensa que, cuando en la casa del bebé recién nacido llegan

las fiestas de Navidad y Reyes, acostumbra a pasar algo contrario a las

reglas que habrían de regir en una casa al hablar de los juguetes: És­

tos aparecen por todas partes; los padres, los abuelos, los tíos, inclu­

so algún amigo se sienten felices de proporcionar al pobre bebé mo­

tivos de satisfacción y jolgorio.

El día en que el pequeño tiene todo aquel arsenal ante él, se de­

sorienta y no comprende a qué viene aquella invasión de cajas y co­

sas. Los obsequiantes no se han preocupado demasiado en averiguar

si aquellos artilugios, que con tanto cariño han comprado, son los

ideales para el bebé al que van dirigidos.

A estas edades, el pequeño habría de tener a su alcance tres o

cuatro juguetes grandes y luego una reducida serie de objetos pe­

queños (animalitos de plástico, figuras humanas, algún cochecito o

similar, etc.). Son suficientes para que se pueda despachar a sus an­

chas; de lo contrario, acabará jugando con una de las cajas de jugue­

tes de más colorines.

Cuando en Cataluña se empezó con la costumbre de hacer rega­

los en el día de Reyes, se solían dar tres objetos. Para los niños: una

pelota, una peonza y una flauta o similar. A las niñas: una muñeca,

un cestito de costura y unas hojitas recortables en las que había una

muñeca y varios vestidos, todo de papel, para poderla vestir. Se que­

ría con ello recordar que eran tres los Magos.

Page 111: los bebes tambien juegan

Por otra parte, tal cantidad de juguetes empieza a formar en la

mente del niño la idea de que esta vida es Jauja, cuando habría de

empezar a mentalizarse de que la austeridad es muy buena amiga

del hombre.

Pero la familia no quiere hacer el ridículo y cada uno procura

que lo que él compra sea más original y bonito que lo que han ad­

quirido sus parientes. Con esta mentalidad se olvidan de que el que

habría de tener la última palabra es el niño. Recuerdo que, en una

ocasión no muy lejana, aconsejé a una abuela que, de cara a la festi­

vidad de Reyes regalara a su nieta un cajón de madera algo grande

con arena dentro y cuatro moldes de plástico para hacer «flanes». La

buena mujer se entusiasmó con la idea, pues la niña tenía de todo.

En principio padeció un gran berrinche cuando la familia la tildó de

tacaña y de poco considerada con su nieta. Sin embargo, cuando a los

pocos días vieron que se pasaba horas jugando con la arena, dejando

de lado otros muchos juguetes, la satisfacción de la abuela la com­

pensó de aquella primera actitud familiar.

No nos cansaremos de repetir que no es bueno proporcionar de­

masiados juguetes a los niños. Un niño saturado de juguetes tiene

una desventaja psicológica con respecto a otro que disponga de po­

cos. Sus decisiones se hacen cada vez más difíciles y le llegan a pro­

ducir una confusión mental. Su creatividad se ve amenazada. El

niño con pocos y adecuados juguetes aprende a quererlos y procura,

con ellos, crear situaciones nuevas de juego, fomentándose así su

fantasía e incrementándose sus habilidades para pensar y descubrir.

Hay que tener presente que los juguetes que se compren han de

haber sido escogidos pensando en que satisfagan las necesidades del

receptor y nunca en razón de lo que el comprador hubiera querido

tener a su edad y nunca tuvo, o de que puedan servirle de diversión

en sus ratos de ocio.

Page 112: los bebes tambien juegan

Si los padres comprenden el valor del juego en la vida del niño,

pronto verán que los juguetes que excitan su propia imaginación no

se asemejan en nada a los que puedan llegar a ser una pura delicia

para sus hijos. Aprenderán a distinguir entre juguetes adecuados o

inadecuados para la idea que el niño tiene del juego. Para conocer

estos propósitos, insistimos una vez más, hay que observar de lejos

al hijo mientras juega en solitario.

El juguete con el que juega el hijo de vuestra amiga, que tiene la

misma edad que el vuestro, nunca debe servir de pauta para comprar­

le a éste otro igual. Como ya se ha dicho, todos los niños son distin­

tos y la formula que es válida para uno no suele servir para otro.

Recuerdo la frase que nos confirma lo que acabamos de decir:

«Criar a un niño por medio de un libro es una gran idea; la pega está

en que se necesita un libro dist into para cada niño». Y pensemos

que cada día que pasa, el niño de la amiga y el nuestro van adqui­

riendo experiencias muy diferentes entre sí que los van alejando

cada vez más de aquella igualdad que los padres a veces creen que ha

de existir.

El hecho de salir a pasear más el uno que el otro: de que uno, en

el parque o jardín al que ha ido a tomar el sol, esté solo y el otro se

haya colocado al lado de otros pequeños; al que a uno se le permita

estar más tiempo delante de la televisión que al otro; el que el padre

de uno siga todos los partidos de fútbol por la tele, con sus comen­

tarios y suspiros de resignación, y que el del otro se pase las horas

sentado en su sillón leyendo libro tras libro... marca diferencias, aun­

que no nos demos cuenta.

Así, nos encontramos con que el hecho de ir los padres a com­

prar unos juguetes para su pequeño se convierte en una acción deli­

cada, en un saber escoger los juguetes apropiados en cada etapa de

la vida de éste. No caer en la tentación de comprar el juguete revan-

Page 113: los bebes tambien juegan

cha, que es aquel que los padres hubiesen querido tener en su infan­

cia y aún están soñando poseer. Menos aún el juguete chantaje, que

es el que se compra con la idea de intercambiarlo por servicios o tra­

bajos determinados, como puede ser el tirar la basura diariamente,

etc. El juguete remordimiento tampoco es bueno; éste es el que viene

a sustituir el cariño que los padres no pueden dar a su hijo por falta

de tiempo y suele consistir en la compra masiva de muchos juguetes

muy vistosos. También, por úl t imo, existe el juguete envidia, que

es aquel que ha de ser más grande, más bonito y más caro que el de

nuestro vecino.

Juguete sencillo, igual a juguete educativo.

Eliminemos en estas edades los juguetes con mecanismos eléctricos,

que no están pensados para los primeros años de los pequeños, por

muchas lucecitas y ruiditos que hagan. Aparte del problema que re­

presenta el saberlo hacer funcionar, no facilitan la creatividad y po­

drían empezar a convertir a nuestro bebé en un robot sin imagina­

ción. Pronto pasaría al rincón de los olvidos, con la consiguiente

frustración por parte del pequeño al ver que deja de moverse o de

hacer cosas sólito, sin saber por qué.

Por otro lado hay que pensar que si a los dos años le damos a

nuestros hijos juguetes que les tendríamos que comprar a los cinco,

¿qué les daremos cuando lleguen a esta edad?

Otro problema puede consistir en que el niño, que es todo cu­

riosidad, quiera saber por qué se enciende una luz o por qué las rue­

das se mueven solas, y pronto, fruto de esta curiosidad, empiece el

desguace del juguete, buscando en su interior la respuesta a sus inte­

rrogantes, con la consiguiente desesperación de los padres que le lla­

marán manazas sin comprender el motivo real de la actitud del niño,

que no es otro que el de investigar.

Page 114: los bebes tambien juegan

Se regaña con frecuencia a los pequeños por la curiosidad que

sienten por las cosas y, esta actitud, restringe al niño a un campo li­

mitado de experiencias. El pequeño contrariado se transforma, con

el tiempo, en un ser inseguro e inestable que puede perder iniciati­

va e interés por las cosas, pues sabe que se encontrará con el muro de

la incomprensión.

Lo que los padres deben pretender es que el pequeño sea el cen­

tro de la familia, un miembro de un hogar estable en todos los sen­

tidos. Al mismo tiempo que se siente querido, le gusta ser el jefe de

un pequeño reino de juguetes del que ha de ser dueño y señor. Debe

sentir como propios tanto a los padres como a sus juguetes que,

como ya hemos dicho, han de haber sido escogidos con mucho

mimo, pues el pensamiento abstracto y creador de años venideros

tiene su base en las primeras experiencias de la niñez.

Los padres siembran las semillas de una vida emocional esta­

ble, mientras que los juguetes proporcionan estímulo mental y

ejercicio para asimilar un sinfín de habilidades que el niño procu­

ra ir perfeccionando día a día con la machacona repetitividad que

le caracteriza.

El pequeño ya anda con seguridad. Es el momento en que goza

sobremanera empujando y arrastrando, por lo que ya se le puede com­

prar algún juguete grande y de poco peso que sea susceptible de ser

arrastrado por el piso. Si además permite poner cosas en su interior,

tipo camión, mejor que mejor. Pensemos que una caja de cartón gran­

de con un cordel para el arrastre suple de sobra cualquier juguete si­

milar que se le pueda comprar.

Como sustituto casero, además de la caja de cartón, existen va­

rias posibilidades más. Hacer un gusano agujereando varias botellas

de plástico por su base y ensartándolas una detrás de otra por medio de

un cordel que las atraviese. O bien obrar del mismo modo con vasi-

Page 115: los bebes tambien juegan

tos de yogur, carretes de hilo, cartones del papel higiénico, envases

de plástico diversos, etc. Si puede ser que hagan ruido al moverse,

formidable, porque resulta más divertido.

No quisiera que se pensara que estoy en contra de la compra de

juguetes. El niño los ha de tener, pero pueden ir acompañados de los

de nuestra propia factoría. El resultado os dirá con cuáles disfru­

ta más.

Cuando las manos del pequeño van adquiriendo seguridad, un

tren de madera con enganches para los vagones, un carromato del

mismo material cargado de cubos y otras figuras, etc., son recibidos

con sumo placer por el niño. La verdad es que los juguetes que fun­

cionan por el propio impulso del pequeño alientan su esfuerzo y su

concentración, a la vez que actúan de excelente aprendizaje para su fa­

cultad de pensar, cosa que hemos de procurar no hacer por él.

Así pues, queda claro que los niños de corta edad precisan de ju­

guetes grandes para entretenerse; los juguetes pequeños, no dema­

siado adecuados a sus diminutas y poco hábiles manos, no harán más

que irritarles, originándoles un sentimiento de frustración cuando

vean que no pueden trabajar con ellos. Hoy, que la vida es puro vér­

tigo, supone una gran satisfacción para los padres contrastar su ma­

reante realidad con la tranquila fantasía de su hijo y, asimismo, po­

der almacenar los recuerdos que proporciona la relajante observa­

ción de los juegos, de la cada vez más segura manipulación de los

juguetes con que el pequeño se distrae y la visión, mes a mes, de

cómo van aumentando sus capacidades y habilidades.

No superemos nosotros las dificultades que el niño halle en los

inventos que está realizando en su labor de investigación de lo que

encuentra en su camino. Si lo hacemos, estaremos reduciendo su ca­

pacidad de pensar y sus ganas de superarse en busca de la solución a

sus problemas.

Page 116: los bebes tambien juegan

No se desarrollará el sentimiento del deber del niño que nunca

ha aprendido a realizar cosas a través del juego.

A los dos años gusta de cualquier cosa que pueda ser construida

y desmantelada y repetirá incansablemente el proceso día a día con

sorprendente regularidad, y experimentará una excitación nueva

con cada nueva solución.

Entonces es cuando os viene, de tanto en tanto, a pedir que

prestéis atención a su grado de habilidad en aquel juego al que ha

dedicado tanto tiempo y esfuerzo. Necesita de vuestra admiración

para sentirse compensado por su trabajo y para reponer fuerzas para

seguir mejorándolo.

Si un niño en estas circunstancias es apartado con un «ahora

no me molestes que tengo trabajo», se sentirá incomprendido y

podrían pasársele las ganas de repetir su invitación en otra oca­

sión. Se irá encerrando en sí mismo y la comunicación tan nece­

saria entre padres e hijos se irá diluyendo. Si, por el contrario, hace­

mos caso a su propuesta y le animamos con nuestras palabras, estamos

estableciendo un diálogo que puede ser muy enriquecedor en un

futuro.

Estamos en la edad en que un cajón de madera grande, en el

que el niño se pueda sentar ampliamente con algún cubo de arena

en su interior, pasa a ser un juego maravilloso, puesto que la fan­

tasía del pequeño sugiere mil cosas para hacer con aquello. Unos

cubos de plástico, palas, tazas, cucharas y cochecitos, pueden ser el

gran complemento. Si la arena se la ponemos algo húmeda para

que salga compacta del interior de los moldes, la felicidad será

completa.

Cuando uno aconseja de baratillo hay quien te mira de reojo,

pues aquellas chucherías no son dignas del rey de la casa. Si uno su­

giere que le den al pequeño de dos-tres años cajas de cartón de dis-

Page 117: los bebes tambien juegan

tintas medidas, trozos de periódicos, revistas viejas, tubos de papel

higiénico, etc. puede perder la amistad del padre del pequeño. Si

aconseja lo contrario, está robando al niño agradables ratos de jue­

go, o sea, de aprendizaje.

K. D. Ushinski escribía: «Lo único que los adultos pueden ha­

cer en el juego, sin destruir su carácter lúdico, es influir aportando

material para las construcciones que el propio niño hará por su

cuenta. Mas no se piense que este material puede comprarse en una

tienda de juguetes. Usted le comprará al niño una casa clara y boni­

ta y él hará de ella una cárcel. Le comprará figuras de campesinos y

él los pondrá en formación como soldados; le comprará un muñeco

bonito y él le pegará. No empleará según su significado los jugue­

tes que usted le compre, sino que los rehará según la incidencia que

en él tengan los elementos de la vida circundante».

La niña de dos añitos disfruta con su muñeca, pues es el primer

ser que la obedece dócilmente. Como tiene más tiempo para obser­

var a la madre que al padre, pondrá en marcha una de sus aficiones

innatas: imitar. Verá la madre en la cocina y ella querrá hacer cosas

para su muñeca. Por esto hay que convertir la cocina en uno de los

sitios más seguros de la casa, sobre todo si el bebé es una niña.

Un cajón de armario de la cocina se puede convertir en el gran

juguete para la pequeña o el pequeño. Dentro, hay que poner útiles

de cocina de plástico de varios tamaños y colores. El cajón tiene mu­

chas virtudes divertidas: se abre y cierra, se puede llenar y vaciar...

cosas que encantan a los pequeños.

No nos extrañe si un día vemos que el pequeño se desahoga con

algún juguete y aún encima le zurra. Los juguetes, sobre todo las

muñecas y los animales de parecido tamaño, son los que suelen pa­

gar el pato de las rabietas del pequeño. Si sus padres le riñen por

algo o le niegan alguna cosa que él quisiera tener, suele desahogar

Page 118: los bebes tambien juegan

su enojo sobre los indefensos juguetes que sabe aguantarán sus iras

sin rechistar. Como no quiere causar daño a sus padres que le quie­

ren y, además, son muy grandotes, proyecta sus rayos y truenos so­

bre alguno de sus sumisos muñecos. Así tiene todas las de ganar.

Juguetes de baratillo.

Hemos hablado de los juguetes de baratillo que parecen no dejar

demasiado bien parado el pabellón familiar, pero que son algo insu­

perable a los ojos de los pequeñines. Vamos a relacionar unos cuan­

tos elementos que pueden constituir el «botiquín de juguetes» más

divertido y más asequible económicamente que se pueda soñar.

Además tiene utilidad durante varios años.

• Tacos de madera de diferentes formas y medidas (recortes de car­

pintería [cuidado con las astillas]).

• Neumáticos de coche.

• Cámaras viejas de ruedas de bicicleta.

• Cajas de cartón de diferentes tamaños.

• Madejas de lana de distintos colores.

• Cajas de plástico. Envases de yogur o de frutas.

• Tubos de cartón de papel higiénico o similares.

• Palos de escoba.

• Gomas extensibles.

• Agujas de tender la ropa.

• Trapos de diversos colores y tamaños.

• Tambores de jabón bien limpios.

• Botellas de agua de plástico.

• Tablas de madera pequeñas y medianas.

• Cuerdas y cordeles.

• Palillos.

• Pelotitas.

Page 119: los bebes tambien juegan

• Cucharillas de helado.

• Conchas marinas.

• Una caja de cartón grande para contener lo descrito

... y mil chucherías más que son la delicia de los pequeñines.

Al niño debemos acostumbrarlo a la idea de pasar ciertas horas

del día solo con sus juguetes. La madre tiene sus obligaciones y el

padre no está en casa y él habrá de saberse apañar con sus propios re­

cursos, siendo el principal el juego. No se trata de que se le deje solo

todo el tiempo, pero es necesario que aprenda a no protestar por su

soledad cuando las circunstancias lo requieran. Es importante para

el niño y para la madre.

Ello tampoco representará ningún trauma para el pequeño, pues

pronto se adaptará a la nueva norma. Ha quedado ubicado en sitio

seguro con entornos tranquilos y al lado de sus juguetes para po­

derse divertir, sabiendo que sus actos no dependerán ni de la ins­

pección ni de la interrupción por parte de nadie.

El niño no gusta de ser vigilado ni controlado, a no ser que haya

logrado algún éxito en sus trabajos o investigaciones y desee ha­

cerlo patente a sus mayores para demostrar el resultado de sus es­

fuerzos.

Si viene con uno de estos ansiados logros o si le descubrimos

cuando los está culminando, es importante que recordemos que lo

ideal es que, a parte de sorprendernos con todos sus trabajos o des­

cubrimientos, sepamos reconocer el esfuerzo que le han representa­

do. El niño experimentaría un terrible sentimiento de frustración

si, una vez terminado su esforzado trabajo, nos empeñamos en decir

que haciéndolo de otra manera hubiera resultado más bonito. Si le

acosamos con nuestra sabiduría una vez y otra, con la pretensión de

que le estamos perfeccionando en sus tareas, lo único que consegui­

remos es destruir su espíritu creador y reducir su fantasía.

Page 120: los bebes tambien juegan

Si al niño se le proporciona el medio adecuado para su libre ex­

presión crecerá con una liberrad de espíritu y una facultad natural

de pensamiento de incalculable valor en su futura vida cotidiana. Si,

por el contrario, se le ponen obstáculos y se le niega su libertad crea­

dora, sufrirá gran dificultad en poder desarrollar dicha facultad.

Ya hemos dicho que a través del juego y de los juguetes el niño

va aprendiendo habilidades y conocimientos sin la rigidez educativa

con la que se encontrará más adelante y con la satisfacción que pro­

porciona hacer por sí solo mil descubrimientos.

Recordemos que los pequeños, para aprender, no tienen los me­

dios de que disfrutamos los mayores: radio, teatro, lectura, etc. Los

padres han de comprender que el mundo de su hijito, aunque estén

bajo el mismo techo, es bien distinto al suyo. Por esto hay que ob­

servarlos y facilitarles los recursos apropiados a su edad y a su forma

de ser.

La madre, de vez en cuando, le puede organizar un juego de ayu­

da y de aprendizaje de coleccionismo. Debe proceder del siguiente

modo: prepara en la cocina un montoncito de frutos algo revueltos

y le pide que los clasifique para poderlos guardar: los plátanos con

los plátanos, las patatas con las patatas, etc. Al niño le encanta ha­

cer las cosas que ve hacer a sus padres porque así pasa a sentirse im­

portante. No siempre le diremos que no a sus deseos de imitar ni le

apartaremos constantemente de nuestros quehaceres, que tanto ad­

mira. Se han de ir ideando actividades en las que pueda sentirse pró­

ximo a sus mayores, sin riesgos innecesarios y sin recurrir demasia­

do a la socorrida frase: «Esto no. Aún eres muy pequeño».

Si en otros capítulos exponemos una serie de sencillos juegos para

que podáis distraer y educar a los pequeños, no es para que hagáis que

jueguen a todos. Hemos repetido que cada niño es distinto y, lógica­

mente, el juego que puede entusiasmar a uno puede no ser grato a

Page 121: los bebes tambien juegan

otro. Cada uno conoce a su pequeño y ha de actuar en consecuencia.

Quizás alguno de los juegos expuestos, variándolo según vuestro cri­

terio, puede ser ideal para vuestro hijo. Los juegos que vayamos co­

nociendo los hemos de saber modificar, alargar, acortar y variar en

parte o en todo. Lo expuesto sólo pretende ser una pequeña muestra

de ideas para tener un buen arsenal de posibilidades frente al bebé.

No quisiera terminar este capítulo sin citar los miedos en los pe­

queños. Parece ser que los miedos infantiles no habrían de tener re­

lación con los juegos y, sin embargo, hay actitudes lúdicas que pue­

den hacerlos aparecer. Hay quien hace la gracia de desaparecer de

súbito de la vista del bebé, apagando la luz mientras hace algún rui­

do gutural raro, para aparecer seguidamente encendiendo de nuevo

la luz, o cosas parecidas.

El hacer ruidos con cacharros a escondidas para que el niño adi­

vine de dónde viene el sonido, también puede producir los mismos

efectos. El pequeño siempre ha de ver quién genera el ruido y de

dónde viene y con qué cosa se consigue. Una vez tenga resueltas es­

tas cuestiones, ya se pueden hacer a sus espaldas. Le hemos de evitar

siempre sobresaltos innecesarios, lo cual no es nada difícil.

Por último, no podemos olvidar la seguridad, que ha de ser la

norma suprema a la hora de elegir juguetes y materiales para niños

entre 0 y 3 años. Mucho cuidado con los materiales fabricados de

manera pobre. También con los objetos especialmente pequeños

que se podría tragar el bebé. Ningún objeto menor de 3,5 cm pue­

de ser considerado seguro para un niño de estas edades.

Hay que prestar atención especial a las pinturas; deben evitarse

las que contengan plomo. Aunque este tipo de material ya casi no

se usa, en muchos apartamentos o casas viejas se pueden encontrar.

Así, la pintura de ciertas persianas ha sido un significativo foco de

envenenamiento en niños menores de 3 años.

Page 122: los bebes tambien juegan

Vamos a comenzar el tercer año de vida de nuestro querido bebé

y lo habremos de emprender con el mismo cariño y con la misma

mentalidad que el anterior. Nuestro hijo ha aprendido bastantes co­

sas, pero ¿qué camino le queda todavía en el campo del aprendizaje

como ser humano? Los padres se han de continuar preparando para

esta inigualable labor: educar a los hijos.

Page 123: los bebes tambien juegan

Capítulo 8.

Juegos para el segundo semestre.

Parejitas.

Tened a mano una colección doble de animalitos, sea en forma de fi­

guras moldeadas o en dibujos. Se ponen todas encima de la mesa

bien revueltas y a la vista. Se coge uno de los animalitos y se pide al

niño que busque su parejita. Al principio, si es necesario, hay que

proporcionar al niño una discreta ayuda. Luego ir siguiendo y de­

jarle a su aire.

Plastílína juguetona.

Puede ser la edad de comprarle plastilina y enseñarle las mil cosas

que se pueden hacer con ella. Que vea como vosotros jugáis y, sin in­

ducirles a imitaros, procurad que se anime a hacer sus creaciones.

Mini escondite.

Se esconde un objeto en un lugar lo suficientemente fácil para que

el niño lo pueda encontrar, teniendo en cuenta sus aptitudes en

aquel momento . Es divertido poner un caramelo o una galleta

como objeto. Se le dice que lo busque y, mientras, se puede ir re­

citando:

Page 124: los bebes tambien juegan

«Grillo, grillo,

al que se ¿o encuentre

para su bolsillo».

Cuando lo encuentra, se lo puede comer o guardar.

Tírar con puntería.

El niño y el adulto sentados en el suelo, frente a frente y con las pier­

nas abiertas. Se coge una pelota y hay que hacerla rodar del uno al otro,

sin pausa. Cuando ya se tenga algo de práctica, se puede seguir el

juego con una sola mano. Luego se puede poner por condición, al re­

cibir la pelota, que el receptor se eche hacia atrás hasta tocar con la

espalda en el suelo y se vuelva a incorporar para devolver la pelota.

Cancíoncítas.

N o hay pan

Moviendo las manos de acuerdo con lo que se dice:

Tengo hambre.

No hay pan.

¿Qué haremos?

¿ Robaremos?

No, no que

en la cárcel nos veremos.

El pájaro

Jugando con los dedos:

El domingo de Lázaro

Page 125: los bebes tambien juegan

pillé un pájaro,

el de Ramos lo pelamos,

el de Pascua lo eché al ascua

y el de Quasimodo...

¡ me lo comí todo!

Los deditos.

Señalándose los deditos de una mano:

Uno larguito,

dos más cortitos,

otro chico y flaco

y otro gordazo.

UN AÑO Y OCHO MESES.

EL castillo.

Coged la arquitectura y haced una pequeña y sencilla construcción.

Pedidle al niño que haga otra parecida a su lado para que sus mu-

ñequitos tengan donde pasar la noche. Además de la arquitectura, si

se compra un sencillo juego de dominó de madera, también puede

ser utilizado para construir castillos.

La comida.

Coged una de las muñecas o animalitos preferidos y haced ver que

le preparamos una comida y le damos de comer. Para ello hemos de

tener platos y cubiertos de mentirijillas o algo parecido que lo su­

pla. Después invitaremos al niño a que también lo haga.

Page 126: los bebes tambien juegan

Míní fútbol. El adulto se pone de pie frente al niño con las piernas abiertas. El

pequeño, que tendrá una pelota a sus pies, ha de chutar e intentar

que la pelota pase entre las piernas. Luego el mayor será el que chu­

te y el chico hará de portería. Como es lógico, el mayor fallará estre­

pitosamente.

Cancíoncítas.

Pinto, pinto, gorgorito.

El pequeño en la falda y jugando con sus manos:

Pinto, pinto, gorgorito

saca las vacas a veinticinco.

¿En qué corral?

En Madrigal.

¿En qué calleja?

En la Moraleja

puso pan, puso mesa,

a todas las moscas

convidó,

menos una

que quedó

pegadita

en el cucharón.

Yo tengo un mozo

que sabe arar

y trastejar

y dar la vuelta

Page 127: los bebes tambien juegan

a la redonda;

esta manita

que la esconda,

que no se la coma

la gata rabona.

UN AÑO Y NUEVE MESES.

¿Que es? El adulto, frente al niño, reproduce el ladrido de un perro, el mau­

llido de un gato... y representa el movimiento y el sonido de un tren,

coche, barco, que están impresos en un libro que tenemos delante. El

pequeño ha de señalar a qué dibujo o figura pertenece el movimien­

to y el sonido ejecutado.

Page 128: los bebes tambien juegan

Sobre los píes.

El niño se sube sobre los pies del adulto; los pies del primero enci­

ma de los del segundo, abrazándose a sus piernas. El adulto lo sos­

tiene por los hombros mientras empieza a andar por la habitación,

dando los resoplidos de una locomotora o imitando el rugir del mo­

tor de un coche.

Las hamacas.

El adulto de pie y con las piernas abiertas. Sujeta al niño con segu­

ridad, rodeándole el torso por debajo de los brazos y entrelazando

las propias manos. Suavemente se irá balanceando al pequeño, pa­

sándolo por debajo de las propias piernas. Se puede buscar alguna de

las cancioncitas propuestas y recitarla.

C a n c í o n c í t a s .

El señor D o n Gato.

El niño sentado en la falda del mayor y éste va recitando

el cuento y cuando hay que decir «marramamiau, miau, miau»,

hay que procurar que lo recite el pequeño,

aunque sea con un tímido miau:

Estaba el señor Don Gato,

sentadito en su tejado,

marramamiau, miau, miau,

sentadito en su tejado.

he ha llegado la noticia

que si quiere ser casado,

marramamiau, miau, miau,

Page 129: los bebes tambien juegan

que si quiere ser casado.

Con una gatita blanca,

sobrina de un gato pardo,

marramamiau, miau, miau,

sobrina de un gato pardo.

De contento que se puso,

se ha caído del tejado,

marramamiau, miau, miau,

se ha caído del tejado.

Se ha roto siete costillas,

y la puntita del rabo,

marramamiau, miau, miau,

y la puntita del rabo.

Ya lo llevan a enterrar,

por la calle del pescado,

marramamiau, miau, miau,

por la calle del pescado.

Los pollitos.

Los pollitos dicen:

pío, pío, pío,

cuando tienen hambre,

cuando tienen frío.

La gallina busca

el maíz y el trigo,

les da la comida

y les presta abrigo.

Page 130: los bebes tambien juegan

Bajo sus dos alas,

se están quietecitos

y hasta el otro día

duermen los pollitos.

UN AÑO Y DIEZ MESES.

Bailemos. Hay un apartado muy interesante en el juego del niño, que es el bai­

le. Poner música no constituye ningún problema y bailar con él co-

Page 131: los bebes tambien juegan

gido en brazos, mucho menos. Hacerle notar la música y explicarle

qué instrumentos estamos oyendo; es un buen y educativo entrete­

nimiento.

Marcha atrás.

El adulto se coloca a no demasiada distancia del pequeño, de es­

paldas a él y con las piernas abiertas. Se tiene una pelota y se le tira

rodando al pequeño, haciéndola pasar por debajo de nuestras pier­

nas. El niño la coge y nos la ha de devolver, procurando que vuel­

va a pasar por entre nuestras piernas. Luego se puede intentar que

el pequeño haga lo que hemos hecho nosotros; es decir, cambiar

los papeles.

Soplidos. Coger las manos del pequeño, que se tendrá en la falda, y hacerlas

pasar suavemente por nuestros labios, mientras vamos llenando la

boca de aire. De pronto, le hacemos dar unas palmaditas en nuestras

mejillas y expulsaremos sonoramente el aire que habíamos acumu­

lado.

Ensartar.

Varios vasos de plástico o envases de yogur, perforados por su base

con un agujero amplio para que pueda pasar un cordel, que tendrá

en un extremo un nudo grande que no permita que pase por los

agujeros de los vasos. El niño ha de ir ensartando los objetos en el

cordel, para luego volverlos a soltar. Si en lugar de un cordel, pode­

mos tener una varilla rígida, será más fácil para el niño.

Page 132: los bebes tambien juegan

Cancíoncítas

Ronda, ronda.

Al esconderse el niño:

Ronda, ronda

quien no se haya escondido

que se esconda

y si no que responda

que yo ya voy.

Tinto lorinto.

Palmadas que acompañan a los versos.

Al final tirar de las orejas del pequeño:

Tinto lorinto,

vende esta vaca

por los veinticinco.

Calle nueva,

calle vieja,

coge a este niño

por las orejas.

Chichiribí,

almendras tosías.

Chichiribá,

otro poquito más.

Page 133: los bebes tambien juegan

Al sol. Sal, sol sólito

y caliéntame un poquito

para hoy y mañana

y para toda la semana.

UN AÑO Y ONCE MESES. 1

Libros. Si no los ha tenido ya, es la hora de comprarle algún librito adecuado

a su edad, con dibujos bonitos de cosas habituales en la vida coti­

diana o con simpáticos animalitos. Esto ha de ir unido a la explica­

ción de algún cuento. Tengamos en cuenta que si un cuento le gusta

de entrada al pequeño, no os pedirá mucho más. Os lo hará repetir

día a día y, si os equivocáis en algo, él os corregirá, pues lo tiene muy

bien aprendido.

Zoología.

Una visita a un parque zoológico, si es que se tiene uno cerca, es siem­

pre ilustrativo para el pequeño. Verá en la realidad aquellos animales

que conoció en sus libros, a través de cuentos o con sus muñequitos.

Es una visita que el pequeño os agradecerá sobremanera.

La cuerda rodante.

El adulto tiene una cuerda que hará rodar sobre sí a ras del suelo y

de forma muy lenta, para que el pequeño pueda saltar sobre ella. Se

puede hacer al ritmo de una cancioncita.

Page 134: los bebes tambien juegan

C a n c í o n c í t a s .

Tranca la tranca.

Dándole al pequeño un ligero coscorrón:

Tranca la tranca

rompió el jarro,

tranca la jarra

la rompió;

adivina quién te dio.

Page 135: los bebes tambien juegan

Al juego chirimbolo.

Se van mostrando las partes del cuerpo

a medida que se van nombrando:

Al juego chirimbolo,

¡qué bonito es!

Un pie, otro pie,

una pierna, otra pierna;

un hombro, otro hombro,

una mano, otra mano;

un codo, otro codo,

una oreja, otra oreja.

Al juego chirimbolo,

¡québonito es!

Dos AÑOS.

Neumát i co casero.

Para este juego hemos de disponer de algún espacio en un jardín o

lugar apropiado. Se trata de hacer un columpio con un neumático

usado cogido con un par de cuerdas a un árbol fuerte o a algún sus­

tento parecido, de forma que se pueda usar como tal. Podrá servir de

columpio y para trepar por él.

Además, se le pueden encontrar mil utilidades para el juego,

como puede ser tirar una pelota al aire y ver que pase por el interior

de su agujero. Pensemos que si en lugar de dos cuerdas ponemos

una sola, el neumático tendrá el movimiento de balanceo y el de ro-

Page 136: los bebes tambien juegan

tación, lo que lo hará más atractivo. Ponedlo a una distancia del sue­

lo que se adapte al niño al que va destinado.

Haced al neumático dos o tres agujeros en su fondo para que el

agua de la lluvia no se acumule en su interior.

EL espejo. El adulto frente al pequeño irá haciendo movimientos y gestos con

alguna parte del cuerpo que se nombrará al moverla, para que el pe­

queño vaya reconociendo y recordando los nombres, a la vez que de­

berá imitar los movimientos que el mayor, como si fuera la imagen

de un espejo.

Cancioncitas.

Mi cuerpo.

Mientras se va recitando la canción

se van tocando las partes del cuerpo

del niño que se citan:

Esta barba, barbará,

esta boca comerá,

este moflete, cachete

y éste su compañerete.

Esta nariz, narigueta,

este ojito, pajarito,

éste su compañerito.

Page 137: los bebes tambien juegan

La cabecita.

Dando golpecitos en la cabeza del bebé

con su propia mano:

Date la mocita,

en la cabecita,

date mocetón,

en el calabazón.

Date, date, date,

hasta que te hartes.

Mano muerta.

Cogiendo la mano del pequeño

y zarandeándola:

Mano muerta,

mano muerta,

cuatro frailes

a mi puerta.

Ya se murió el burro.

Ya se murió el burro

de la tía Vinagre

ya se lo llevó Dios

de esta vida miserable.

Que tu-ru-ru-ru-rú ...(4 veces)

Llevaba anteojos,

el pelo rizado

y en las orejas

un lazo encarnado.

Page 138: los bebes tambien juegan

Que tu-ru-ru-ru-rú... (4 veces)

Estiró la pata,

arrugó el hocico

con el rabo tieso

decía: ¡Adiós Perico!

Que tu-ru-ru-ru-rú... (4 veces)

Todas las vecinas

fueron al entierro

y la tía María

tocaba el cencerro.

Que tu-ru-ru-ru-rú... (4 veces)

Page 139: los bebes tambien juegan

*

Page 140: los bebes tambien juegan

JUEGOS

PARA EL TERCER AÑO

DEL BEBE.

Page 141: los bebes tambien juegan
Page 142: los bebes tambien juegan

Capítulo 9.

¿Niño-bebé o bebé-niño?

A ñ o s importantes.

Nos empezamos a adentrar en el tercer año de vida del pequeño de

la casa y está muy claro que, para los padres, continúa siendo un reto

importante el saber lo mucho que aún queda por hacer en la educa­

ción del que ya comienza a dejar de ser bebé.

El niño ha traspasado la frontera de los dos años y se lanza hacia

aquellos momentos felices en que ganará rápidamente destreza con

las manos y los dedos y en los que aprenderá el lenguaje de forma es­

pectacular. No nos emocionemos demasiado, puesto que el pequeño

continúa siendo bebé en muchas cosas.

Si, como dicen los entendidos, «los tres primeros años del ser

humano son los que le marcan las costumbres y formas de ser para

toda su vida», quedan pocos meses para ir consiguiendo del peque­

ño de la casa el máximo en este sentido.

Alguien quizás se haya quejado de que, en anteriores capítulos,

se hayan repetido algunas ideas, como si no hubiera más temas que

tocar. Lo que ocurre es que hay conceptos tan primordiales, que se

habrían de ir repitiendo una y otra vez porque, aunque en principio

igual no se les da importancia, en realidad, son vitales.

Los mayores ven al bebé tan pequeño, indefenso y débil, que no

Page 143: los bebes tambien juegan

le creen capaz de asimilar aquellas enseñanzas que se les ha preten­

dido inculcar. «Cuando sepa lo que se hace, ya le enseñaremos lo

preciso», me decía un padre. Sin embargo, lo que ocurre es que, en

su pequeñez, como ya hemos dicho, el niño sabe de sobra lo que se

hace. A veces, los que no lo saben bien son los mayores.

«Quiero que mi hijo tenga lo que yo nunca pude tener», es una

frase que se ha oído con demasiada frecuencia. Se cree que la abun­

dancia de juguetes y de otros objetos que rodean al bebé, son la

base de la felicidad de la infancia, cuando precisamente es al re­

vés. Se piensa que el niño debe gozar de una amplia libertad para

escoger las cosas que le han de pertenecer y resulta que el niño no

tiene el criterio suficiente para saber lo que puede ser mejor para

él y le acostumbramos al «quiero» por complacerlo en sus de­

mandas.

Aún no es hora de comprarle juguetes con complicados meca­

nismos accionados por pilas y por resortes mágicos, pues en ellos no

van a encontrar motivos de placer. Quizás los padres sean felices en­

señando a su hijo cómo funcionan, para luego pasar a enfadarse se­

riamente cuando ven que el pequeño los descuartiza en busca de una

explicación a aquellos movimientos y luces con que va dotado el ar­

tefacto.

Los destroza, claro está, entre otras razones, porque al niño lo

que realmente le interesa en esta edad, es poder demostrar sus avan­

ces en las habilidades musculares y poder penetrar en los misterios

de las cosas que le rodean.

El niño, ni disfruta ni se educa con aquellos objetos que le dan

las cosas hechas o solucionadas: quiere conocer y crear, y por este ca­

mino le han de conducir los padres.

Parece que sea imprescindible el que el niño tenga entre sus

manos los juguetes de complicados mecanismos que la tecnología

Page 144: los bebes tambien juegan

de hoy en día exige. Pero esto es una ley que han dictado los fabri­

cantes de juguetes, los diseñadores y los programadores de anuncios

de televisión, en la mayoría de los casos secundados por los padres

que desean que su hijo luzca aquellos modernos juguetes.

Creo sinceramente que algunos juguetes de hoy en día, maravi­

llosos chismes llenos de extraños artilugios, son antieducativos. No

estimulan la necesidad del juego, pues coartan la capacidad de ex­

presión del niño, de su imaginación, de su participación auténtica

en lo que realmente ha de ser un juguete. Se da todo hecho, con mo­

vimientos exactos, repetitivos y monótonos, aunque nadie pueda

discutir que técnicamente sean lo mejor del mercado.

Los «qu iero» del bebé.

¿No hemos visto más de una vez a padres que, yendo de paseo con

la familia, van cediendo a cada «quiero» de sus inocentes criaturas?

«Quiero una pasta», «Tengo sed y quiero una...», «Quiero unas pi­

pas» , «Quiero...», etcétera. Y entran en los establecimientos y van

comprando los caprichos del mocoso. ¡Pobrecito!

Tiene que aprender que se ha de comer en las horas estableci­

das familiarmente. Que, por lo común, no se tiene sed sólo por el

hecho de pasar por delante de un bar. Ha de saber que, al llegar a

casa, todo se solucionará. Alguien me dirá: «¡Pobrecito!, no puede

entender este lenguaje a su edad» y que no hay por qué hacerle pa­

sar privaciones.

Ahora está en el momento en que todo esto lo ha de empezar a

asimilar y a comprender. Y lo bueno es que si los padres no se com­

padecen de las «desgracias» de su pequeño, no sólo no le hacen pa­

sar privaciones, sino que le están preparando para ser un hombre de

ideas claras y dejándole a punto para mil vicisitudes que la vida le

pueda deparar el día de mañana.

Page 145: los bebes tambien juegan

Es en esta primera edad de los «quiero» en la que hay que saber

aplicar con buen criterio los «síes» y los «noes» de los que ya se ha

hablado. Que el niño sea consciente de que, cuando los padres han

dicho sí o no a una petición, se trata de algo irrevocable, cosa que

evitará en el futuro exigencias, acompañadas de lloros y pataletas

que, aparte de ser molestas, no son nada beneficiosas en la educación

del niño.

Complaciendo todos los «quiero», conseguimos que un niño de

apenas tres años tenga los juguetes apropiados para un niño de cin­

co, de los que pasará porque no han sido pensados para él. Con el

t iempo se complica la cosa y, cuando tiene cinco años, «quiere» los

juguetes apropiados para los nueve, porque los de cinco ya se han

oxidado en un rincón.

A los doce-quince años ya quiere una moto... y así va siguiendo

el rosario de caprichos que, ¡pobrecito!, va obteniendo a base de exi­

gencias que, según algunos padres, son normales tanto porque son

signo de la libertad de la que hay que rodearles, como porque negán­

dose a ellas los inocentitos pueden traumatizarse. Quizás uno no se

da cuenta de que el hijo se está convirtiendo en un robot, dueño de

muchas cosas pero creador de muy pocas. Y esto lo ha empezado a

cultivar dentro de sus tres primeros años de vida.

Ha tenido la suerte de tener unos padres que le quieren, pero ¿se

le han proporcionado las enseñanzas y los ejemplos necesarios? o ¿se ha

caído en la veneración que en muchos hogares se rinde al niño has­

ta alcanzar grados harto peligrosos? Porque hay niños que son reyes

absolutos del hogar y su tiranía se va acentuando a medida que pa­

san los años. El que sean reyes del hogar en los primeros meses es

normal y, casi diríamos, necesario, pero el hecho de que su reinado se

vaya prolongando a través de su crecimiento es nocivo, para él y para

la familia. El egocentrismo exigente hay que irlo canalizando progre-

Page 146: los bebes tambien juegan

sivamente hacia el autocontrol responsable, lo que lleva consigo una

labor que los padres han de saber poner en práctica.

Se corre el peligro en muchos hogares de caer en el pánico a con­

tradecir los «derechos» del niño, lo que les impide negarles cosas o

contradecirles en sus deseos. En muchos casos, al ver los resultados

de la «educación» que ha recibido algún pequeño, uno recuerda la

frase que dice: «Si queréis convertir a un futuro hombre en un mo­

nigote, satisfacedle todos sus caprichos». Y a esto conduce la dicta­

dura del niño al que no se le han aplicado unas normas de vida que

hagan de él una persona responsable, educada y con unas virtudes

que le conviertan en un ser feliz: la tiranía que ha sabido crear no

permitirá encontrar la felicidad ni él ni su familia.

El escrito que puso en circulación el Departamento de Policía

de Houston (Texas-EE.UU.), para ser repartido entre los padres de

chicos que eran considerados futuros delincuentes, no tiene nada

de exagerado. Creo que es interesante recordarlo, puesto que es en los

primeros años a los que nos estamos refiriendo cuando se siembran

las semillas para el mañana.

Dice así:

• Comienza desde la infancia por dar a tu hijo todo lo que te pide; de

esta forma crecerá en la conciencia de que el mundo tiene obliga­

ciones para con él.

• Cuando pronuncie en tu presencia palabras sucias u obscenas, celé­

bralas con chistosas ocurrencias; de esta forma se desarrollará en la

seguridad de que es cosa graciosa y procurará incrementar la rique­

za de su vocabulario.

• No comiences a darle una formación espiritual hasta que tenga 21

años; y cuando llegue a esta edad, déjalo en libertad para que deci­

da por sí mismo.

• No dejes de alabarle en presencia de todos los vecinos o amigos; de

Page 147: los bebes tambien juegan

esta manera, lograrás que llegue al convencimiento de que es mu­

cho más listo y mejor dotado que los demás muchachos.

• Nunca emplees, refiriéndote a él, la frase «esto está mal». Podrías

llegar a crear en el pobre niño un complejo de culpa. Claro está que,

cuando sea mayor y robe automóviles o ultraje a mujeres, su con­

clusión será que «el mundo está en contra suya» y que es un perse­

guido y un incomprendido.

• Recoge todo lo que deje abandonado o fuera de su lugar, porque

así, cuando sea mayor, tendrá experiencia en el arte de que los de­

más hagan el trabajo que le corresponde a él.

• Déjale leer cuanto quiera. No te preocupes por las lecturas que van

formando su mentalidad. Eso sí, cuida de que los vasos o tazas en los

que beba estén limpios, pero no intervengas cuando su mente beba

en un recipiente sucio de ideas.

• Discute con tu esposa en presencia de los hijos; de esta forma esta­

rá preparado para el día de mañana imitar tu ejemplo y quizás logre

deshacer un hogar.

• Dale todo el dinero que te pida; no se te ocurra dejar que se lo gane

con su esfuerzo.

• No dejes de satisfacer sus deseos de refrescos, golosinas, entradas

para el cine y —en fin— todo lo que represente satisfacción de los sen­

tidos.

• Ponte de su parte y defiéndele en sus querellas con profesores, ve­

cinos o policías. Todos ellos, si van contra tu hijo, no tienen razón.

• Cuando se vea comprometido en un conflicto auténtico, puedes

justificarte diciéndote a ti mismo: «Me fue imposible hacer de él un

hombre de provecho».

Estamos en una época en el que el hecho de que los padres man­

den o prohiban está muy discutido y degradado. El niño ha de te­

ner libertad y no se le puede manipular, dicen los «sabios». No

Page 148: los bebes tambien juegan

piensan que el niño ha sido niño en todas las épocas y que siempre

ha necesitado de maestros que encaucen el aprendizaje en el que se

ve inmerso.

¿Por qué muchos conductores se saltan las señales de tráfico con

toda alegría? Pues, a buen seguro, porque hacen uso de esta libertad

que les enseñaron a usar de pequeños. Piaget, en uno de sus escritos,

dice: «El primer peldaño de la escalera ascendente de la moral del

niño es el sentimiento del deber, concretado en la obediencia a aque­

llos que le quieren y a los que él quiere». No podemos olvidar que el

niño tiene muy arraigado en su interior el sentido de la justicia y

del deber. Lo que ocurre es que, como ser humano que es, si las co­

sas se le ponen fáciles no duda en apuntarse a ellas, aunque sean no­

civas para su porvenir, cosa que él ignora.

Quizás también parece fuera de lugar hablar de la televisión en

nuestro hogar, cuando el niño apenas mide cuatro palmos. Eviden­

temente no es un juego, pero por sustituir a éste, está robando ratos

de aprendizaje del pequeño. Es el momento en que empieza a acos­

tumbrarse a ella y seguramente, a partir de aquí, la «necesitará» en

su vida. Es cómodo dejar al niño frente a los programas de dibujos

animados o de lo que sea. Se está quieto y traga complacido todo

cuanto se le pone delante. No molesta y esto, para muchos padres,

tiene una importancia fundamental.

No se dan cuenta de que el niño, aparte de estarse robotizando,

se está volviendo un ser pasivo. Un individuo es capaz de recibir mil

imágenes sentado en su silla, pero que es incapaz de ser creador y

emisor de hechos imaginativos. Deja de ser un ser activo para pasar

a ser todo lo contrario. Pasa a convertirse en un cómodo espectador en

lugar de actuar como jugador. Su imaginación y su creatividad van

esfumándose dentro de la comodidad del no pensar-no hacer. Y todo

esto puede empezar delante de unos inofensivos dibujos animados, a

Page 149: los bebes tambien juegan

los que sigue el «quiero más» y la consiguiente concesión a tan su-

gerente petición. Ello no significa que en ningún momento pueda

ver la televisión, pero es misión de los padres el saber dosificarla,

por un lado, y el escoger los programas, por otro.

También es verdad que existen muchas trabas para que el niño pue­

da jugar a sus anchas como seguramente lo hacían sus abuelos. Puede

que trabajen padre y madre, algo que en la época de los abuelos era

casi impensable. Los pisos son ahora mucho más pequeños que hace

cincuenta años y ello restringe el área de juego de los pequeños den­

tro del hogar. Jugar en la calle constituye hoy casi un suicidio y los

parques y el bosque quedan lejos de casa. Pero aquí ha de aflorar la

imaginación de los padres y su esfuerzo para dedicar a sus pequeños

un tiempo que, quizás, quisieran emplear a su merecido descanso.

Los progenitores deben ser conscientes de que estar, jugar y atender

a los hijos puede ser un fabuloso descanso de sus tareas habituales.

¿Bebé-níño o niño-bebé?.

Estamos frente a un niño susceptible de ser sobrevalorado en sus ca­

pacidades, puesto que ya nos parece un hombrecito cuando obser­

vamos sus movimientos y su nueva manera de relacionarse con los

mayores. Se puede pensar que, como se ha desarrollado tanto, debe­

ría comportarse de una manera que consideramos más razonable,

aparte de que ya entiende sus derechos. Sin embargo, no dudemos de

que estamos ante un niño muy pequeño, cuyo porvenir depende, en

gran parte, de las actitudes de los padres. Podríamos decir que está

en un estadio intermedio entre el bebé y el niño. No es de extrañar,

pues, que alternativamente muestre actitudes propias de uno u otro,

lo cual, a veces, desorienta a los adultos.

Al tratar de guiarlos y enseñarles cosas, debemos hacerlo con pa­

ciencia y tacto, no queriendo mantenerlo en orden como si se tratara

Page 150: los bebes tambien juegan

de un muñeco. Nuestro hijo es una persona con su propia individua­

lidad, su propio ritmo de crecimiento y una, sin duda, intensa vida

emocional. Así, nuestras intervenciones, sólo pueden ir ampliando

su educación en una medida limitada, que hemos de intentar apro­

vechar al máximo.

El niño, salvo cuando duerme, se encuentra en estado de cons­

tante actividad; piernas, brazos, manos, dedos y cabeza están mo­

viéndose, más o menos, sin cesar. Sus ojos y oídos están recibiendo

constantemente mensajes y todo ello se traduce en un fabuloso

aprendizaje. Así, el niño, a través de sus reacciones ante lo que le ro­

dea, va edificando su experiencia.

En cuanto a la formación de los hábitos de los pequeños, debe

decirse que es muy importante que reciba estímulos positivos. Hay

padres que se muestran impacientes ante los fracasados intentos de

una actividad o los errores de conducta de sus hijos, sin pensar que

ello es una parte esencial del aprendizaje y olvidando que todos en

la vida aprendemos a través de nuestros errores y aciertos. Sobre

todo a través de los primeros.

El entusiasmo e interés de los padres ayuda y se contagia al

niño, lo cual es altamente positivo. Por otra parte, las expresiones de

indiferencia o las críticas, además de amargar al pequeño, le hacen

perder aquel interés tan necesario que él tenía en su aprendizaje.

Es natural que cualquier cosa que produzca placer se adopte con

mucha mayor rapidez que aquello que va seguido de una sensación de

desagrado. Unas palabras de elogio, de vez en cuando, harán más para

el perfeccionamiento de una costumbre que el agobiar al pequeño

con comentarios negativos. Tengamos en cuenta que éste está en una

edad en que se frustra con mucha facilidad.

La repetición de un juego por parte del niño, como ya se ha di­

cho, no hace nada más que forjar una costumbre que lleva a la per-

Page 151: los bebes tambien juegan

fección. Veamos a nuestro hijo en su primer intento de resolver un

rompecabezas. No vayamos a meternos con él por lo disparatado de

sus primeros movimientos. Luego, cuando haya repetido algunas

veces el montaje y ya se desenvuelva con soltura, es cuando nuestro

comentario positivo le motivará para nuevas empresas.

Hemos entrado en una edad en la que al niño le ha crecido el de­

seo de imitar y con este fin se multiplica en su afán de ver, tocar...

Observaremos que juega infatigablemente durante todo el tiempo

que le es posible. El sabe que tiene que aprender, porque tiene que

vivir. Quiere conocer con sus propias manos, pies, ojos, etc., todo lo

que le rodea y ahora más que nunca, porque su mente va viendo las

cosas de manera distinta. Quiere afianzarse en este mundo en el que

tantas cosas bonitas se ofrecen.

Por ello, cuando se va aproximando a los tres ahitos, irá proban­

do todas las posibilidades de lo que cae en sus manos. Saca y mete,

junta y separa, coloca encima, debajo y al lado... y todo ello, hablan­

do bastante más de lo que hablaba hace unos pocos meses. Este hecho

nos recuerda que los juguetes más apetecibles suelen ser no sólo los

más sencillos sino también aquellos que poseen varias funciones. Son

los que ofrecen más posibilidades de hacer cosas.

Sus juguetes.

Para que queden las ideas claras sobre este tema, a continuación rela­

cionaré algunos de los juguetes recomendados especialmente para los

tres primeros años del bebé, algunos de los cuales ya hemos men­

cionado por separado. Esta relación no es exhaustiva, de modo que el

hecho de que no aparezca un determinado juguete no implica que no

sea apropiado. Quiere ser una lista de «juguetes de toda la vida» con

aceptación por parte de cualquier niño de nuestro planeta.

Page 152: los bebes tambien juegan

Primer año.

• Sonajeros, chupetes.

• Móviles para encima de la cuna.

• Muñecos y objetos para chupar.

• Anillas para morder.

• Ositos de peluche suaves.

•Juguetes que hagan ruido al apretarlos.

• Espejo irrompible.

• Muñecas y animales de trapo.

• Juguetes flotantes para el agua.

• Pelotas pequeñas de diferentes tactos.

• Cuentas grandes ensambladas.

• Marionetas.

• Nanas y rimas.

• EL MEJOR JUGUETE: los padres.

Segundo año.

•Juguetes para empujar y arrastres.

• Recipientes para llenar y vaciar.

• Botes de plástico para tapar y destapar.

• Pelotas y globos de diferentes tamaños y materiales.

• Construcciones de piezas grandes.

• Palas y cubos de plástico.

• Animales y vehículos de plástico.

• Revistas viejas para romper.

•Juguetes de transporte grandes.

• Coches grandes para subirse en ellos.

• Moldes y materiales para jugar con la arena.

• Pizarra y yeso; papel de embalar para pintar.

• Cuentos únicamente con ilustraciones.

Page 153: los bebes tambien juegan

• Platitos, ollas y útiles de cocina.

• Puzzle de 4-5 piezas como máximo.

• Caja agujereada para la clasificación de formas geométricas.

• Formas y figuras encajables.

• Marionetas de guantes.

• Caballo balancín.

• Canciones y rimas.

Tercer año.

• Cuentos fáciles de manejar bien ilustrados.

• Pintura y pinceles.

• Muñecas y accesorios.

• Cocinitas y supermercados equipados.

• Títeres.

• Telas para disfrazarse.

• Juguetes de imitación.

• Triciclo.

• Coches, caballos y juguetes que se muevan por tracción del propio

niño.

• Teléfono.

• Rompecabezas, con un máximo de 10 piezas.

• Tijeras sin punta.

• Animales y plantas para cuidar.

Anexo.

• No olvidemos que también tenemos el Botiquín de juguetes, men­

cionado en otro capítulo.

• Pensemos que muchos de los juguetes de un año pueden servir para

el siguiente.

• El que se haya proporcionado una idea de juegos apropiados para los

Page 154: los bebes tambien juegan

bebés no implica que todos sean los ideales para el propio hijo. En

el mercado existen muchos parecidos y otros que no se habrán nom­

brado que pueden hacer las delicias de cualquier niño.

Al pequeño le hacen cosquillas sus deseos de imitar y a ello se de­

dica a fondo, nutriéndose de ideas a través del mundo que le rodea.

De allí saca sus «inventos» y monta sus fantasías valiéndose de sus

juguetes para hacerlas realidad. Lógicamente si su mente está vacía,

porque se le priva de ver y vivir situaciones, ¿a qué jugará? Por ello

el niño necesita ver muchas cosas; precisa que se le hable de otras

tantas. Requiere, en definitiva, conocer el mundo del adulto. Y los

padres han de querer que conozca la parte positiva, para que su es­

píritu vaya adquiriendo buenas costumbres.

Por ello los progenitores han de trabajar activamente en este

sentido. De ellos depende que lo que vea y oiga su hijo sea aquello

que le pueda inculcar, no sólo habilidades y conocimientos de cosas,

sino también los aspectos que hagan referencia a sus virtudes como

persona y al cultivo de su espíritu.

Page 155: los bebes tambien juegan

Capítulo 10.

J u e g o s p a r a e l p r i m e r semes t re .

DOS AÑOS Y UN MES.

Nuevo puzzle .

Si hemos observado que con el puzzle que un día le dimos se lo ha

pasado bien, es la hora de darle otro de unas cuantas piezas más (10

como máximo). Ayudémosle en principio si no se acaba de aclarar.

Si la cosa funciona, se le proporciona otro.

Page 156: los bebes tambien juegan

La gran batalla.

Librar una gran batalla en casa tampoco es nada del otro jueves. Pre­

parad unas veinte pelotas de papel (del tamaño de las de tenis) para

evitar roturas innecesarias. Colocar dos parapetos frente a frente en

la sala o sitio de juego. El pequeño se escuda detrás de uno y el adul­

to detrás del otro. Hay que hacer la guerra tirándose las pelotitas,

cual potentes cañonazos. ¿Quién tocará a quién?

Cancíoncítas.

Sal sólito.

Para pedir que salga el sol:

Sal sólito

y estáte aquí un poquito.

Hoy y mañana

y toda la semana. •••

Té, chocolate y café

Té, chocolate y café

para mi tío Manuel.

Una, dos y tres,

pluma, tintero y papel

para escribir una carta

a mi hermanita Isabel.

Page 157: los bebes tambien juegan

A la una canta el gallo.

A la una canta el gallo,

a las dos la totovía,

a las tres el ruiseñor

y a las cuatro ya es de día.

María.

El nombre de María,

que cinco letras tiene:

la eme, la a, la erre,

la i, la a: María.

DOS AÑOS Y DOS MESES. I

La canasta.

Poner aunque sea un cubo en el suelo, que ejercerá de canasta para

poder encestar la pelota. Competid con él o con ella, poniéndolo a

una distancia asequible para el menor. Tirad la pelota de cerca y lue­

go apartadla algo según el resultado.

Dibujos a lo grande.

Si al niño le damos unos lápices y un trozo de papel, pronto empe­

zará a trazar rayas y más rayas con la lengua fuera, muestra de su en­

tusiasmo. No queramos enseñarle a dibujar correctamente. No es

malo que le dibujemos esquemáticamente un árbol, una casa, un

perro, etc. Con los días verá que uniendo líneas se pueden conseguir

figuras bonitas.

Page 158: los bebes tambien juegan

Cancíoncítas.

Quisiera ser tan alta...

Quisiera ser tan alta

como la luna

¡ay!¡ay!

como la luna

como la luna,

para ver los soldados

de Cataluña.

¡Ay!¡ay!

de Cataluña,

de Cataluña.

Page 159: los bebes tambien juegan

Al pasar por el puente

de Santa Clara

¡ay! ¡ay!

de Santa Clara,

de Santa Clara,

se me cayó el anillo

dentro del agua

¡ay! ¡ay!

dentro del agua,

dentro del agua.

Que llueva, que llueva...

Que llueva, que llueva,

la Virgen de la cueva,

los pajaritos cantan,

las nubes se levantan.

¡ Que sí, que no,

que caiga un chaparrón!

DOS AÑOS Y TRES MESES

La gran ayuda.

¿Habéis probado que el niño os ayude en alguna tarea de la casa?

Hoy le toca poner la mesa u otra tarea fácil. Es algo a lo que se le

puede invitar a hacer una vez a la semana y que él aceptará gustosa­

mente si se lo proponemos como un juego. Le agradará ser útil y sen­

tirse mayor.

Page 160: los bebes tambien juegan

Precision.

Una caja de zapatos cabeza abajo. Hacerle tres ranuras de diferentes

longitudes, como si fueran las de una urna electoral. Cortar tres car­

tones en forma cuadrada y de diferentes tamaños. Uno ha de corres­

ponder al tamaño mayor de las ranuras y los otros dos han de ser ma­

yores, de manera que no puedan pasar por ninguna de ellas.

El pequeño ha de encontrar cuál es el cartón que puede meter en

alguna de las ranuras. Ejercitará la vista y aprenderá a evaluar me­

didas diferentes.

Cancíoncítas.

Santo Pilato.

Para pedir algo que se desea:

Santo Pilato,

la cola te ato.

Si no lo consigo,

no te desato.

Din, din.

Din, din, din,

llaman a la puerta.

Din, din, din,

yo no quiero abrir.

Din, din, din,

si será la guardia,

Page 161: los bebes tambien juegan

din, din, din,

que viene por mí.

Debajo de un botón. Debajo de un botón, ton, ton,

que encontró Martín, tin, tin

había un ratón, ton, ton.

Ay que chiquitín, tin, tin,

era aquel ratón, ton, ton,

que encontró Martín, tin, tin,

debajo de un botón, ton, ton.

Page 162: los bebes tambien juegan

DOS AÑOS Y CUATRO MESES. • ••

La serpiente.

Disponed de una cuerda de unos dos metros de largo. Cogedla por

un extremo y movedla de forma que lo haga en forma de S, cual si

fuera una temible serpiente. Pedid al niño que la pise. Primero ha-

cedlo despacio; luego id acelerando a medida que el pequeño coja

habilidad.

Pompas de jabón.

Jugar con pompas de jabón es algo que fascina a los pequeños, pues

son algo que ellos crean con un solo soplido. Al principio hay que

enseñarles cómo lo han de hacer y luego hay que disfrutar con ellos

del espectáculo.

Cancioncitas.

Duérmete .

Al ir a dormir:

Si mi niño se durmiera

yo le daba medio real,

y si se despertara

se lo volvería a quitar.

A na, na, na, na.

Page 163: los bebes tambien juegan

Un cocher i to , leré

Un cocherito, leré,

me dijo anoche, leré,

que si quería, leré,

montar en coche, leré.

Y yo le dije, leré,

no quiero coche, leré,

que mi marido, leré,

me llevó anoche, leré.

Y yo le dije, leré,

con gran salero, leré,

no quiero coche, leré,

que me mareo, leré.

Si te mareas, leré,

ve a la botica, leré,

que el boticario, leré,

te dé pastillas, leré.

DOS AÑOS Y CINCO MESES.

EL tesoro.

Hacerse con un tesoro siempre es agradable. Cuando se vaya al parque

o al bosque con el pequeño dadle un pequeño bolso para ir guardando

el tesoro que irá recogiendo, que puede consistir en piedrecitas redon­

das, hojas de árbol, tronquitos bonitos, etc. Veremos con qué entu­

siasmo se pone a buscar. Dejadle elegir lo que ha de recoger y, si no se

parece demasiado a lo pedido, tampoco tiene demasiada importancia.

Page 164: los bebes tambien juegan

Hablemos.

El pequeño habla incesantemente con los mayores, con él mismo o

con sus queridos juguetes. No le coartemos, sino todo lo contrario.

Si llega el caso, tú también has de hacer lo mismo, cosa que com­

placerá al pequeño.

Cancíoncítas.

San Blas

Al que se atraganta:

San Blas,

pégame por detrás.

y se le dan unas palmaditas

en la espalda.

Al pasar la barca.

Al pasar la barca

me dijo el barquero:

—Las niñas bonitas

no pagan dinero.

Al volver la barca

me volvió a decir:

—Las niñas bonitas

no pagan aquí.

—Yo no soy bonita

ni lo quiero ser.

Page 165: los bebes tambien juegan

Yo pago dinero

como otra mujer.

¡Arriba la barca,

una, dos y tres!

Page 166: los bebes tambien juegan

DOS AÑOS Y SEIS MESES. •••

Pintemos.

Podemos poner en escena pintura y pinceles, que el niño celebrará.

Debemos contar con buena cantidad de papel y también con un pin­

cel de mango grueso. El niño pinta por el placer de hacer algo, no

para crear una obra de arte; esto lo hemos de tener en cuenta.

El interés de esta actividad se diluye si empezamos a poner li­

mitaciones y prohibiciones. Poner un plástico o un hule encima de la

mesa y allí, que ocurra lo que Dios quiera. Un delantal para el niño

y un trapo húmedo para, al final, ver que todo quede limpio.

Enroscar.

Son buenos los juguetes de construcción en los que hay que enros­

car o hay que adosar y separar. Con ellos se hace una actividad repe­

titiva con los dedos, que es muy necesaria.

En su momento ha tenido el clasificador de tres formas (redon­

da, cuadrada y triangular). Es hora de que le compliquemos algo

más la vida, con algo más complejo. Hay clasificadores de seis o más

formas, que pueden ser muy útiles y educativos. Si de momento no

logra saber hacerlo, guárdalo para un poco más adelante.

C a n c í o n c í t a s .

Fui al campo.

Al decir me quedé manco, poner la mano derecha detrás de la

espalda. Cuando me quedé cojo, hay que sostenerse con un solo pie.

Page 167: los bebes tambien juegan

Con quedé escalabrado, la mano izquierda sobre

la frente.Y en estas posturas hasta recitar el

me curó de todo mal en que se vuelve a la posición normal.

Batir palmas al llegar a recitar los números:

Fui al campo,

me encontré tres huevos,

que son blanco,

rojo y colorado.

Cogí el blanco,

me quedé manco.

Cogí el rojo,

me quedé cojo.

Cogí el colorado,

me quedé escalabrado.

Fui al sacristán,

y me curó de todo mal.

De propina le di

diez monedas que son:

una, dos,

tres, cuatro,

cinco, seis,

siete, ocho,

nueve y diez.

Mentiras

Ahora que vamos despacio

vamos a contar mentiras, tralará...

Por el mar corren las liebres

y por el monte las sardinas.

Page 168: los bebes tambien juegan

Salí de mi campamento

con hambre de tres semanas.

Me encontré con un ciruelo

cargadito de manzanas.

Comencé a tirarle piedras

y cayeron avellanas.

Con el ruido de las nueces

salió el amo del peral.

Page 169: los bebes tambien juegan

«Chiquillo no tires piedras

que no es mío el melonar.

Que es de una gente vecina

que habita en medio del mar».

Y aquí termina la historia

de Pepito Zanahoria.

Page 170: los bebes tambien juegan

Capítulo 11.

Conocer al propio hijo.

Gran objetivo infantil: jugar.

Cada niño es único; el tuyo no es una excepción y debes sentir un gran

gozo al ver que estás aprendiendo a conocer a tu propio hijo, porque

no sólo ha de aprender el niño. Ser padre o madre es un don y un pri­

vilegio al que hay que saber corresponder pensando y preocupándose

por el pequeño. Y esto requiere tiempo, dedicación y cariño.

Los padres han de comprender que se pueden equivocar en al­

guna de sus decisiones, lo cual es muy normal en todo aprendizaje

(ellos no dejan de ser unos aprendices de lo que representa la pater­

nidad). Los errores no son, por lo general, gravemente perjudiciales

para el pequeño, pues se ha procurado hacerlo todo lo mejor posible

en virtud de su bienestar. El conocimiento que tienen del pequeño,

sobre todo la madre, y sus propias intuiciones valen más que cual­

quier libro sobre el tema que pueda caer en sus manos.

Los niños que ya están entre los dos y los tres años ponen a prue­

ba el sentido común y la experiencia de sus padres al plantearles exi­

gencias distintas a las que les planteaban siendo unos simples bebés.

La madre verá que aquella dependencia del niño hacia ella, cuando

sólo estaba en la cuna, se ha esfumado al pasar a valerse por sí mis­

mo en sus movimientos y en su titubeante independencia actual.

Page 171: los bebes tambien juegan

Ahora, los padres se encontrarán con un ser muy diferente que

está entrando en una época de especial encanto para ellos. A pesar

de los breves accesos de cólera, típicos de esta edad, el niño con sus

juegos de imaginación, sus preguntas interesándose por todo y su in­

cipiente manera de conversar, se hace sumamente interesante, atrac­

tivo y encantador. Estas características se pueden traducir en una

peligrosa arma en manos del astuto pequeño, si ve que los mayores

se rinden a sus encantos y le conceden todas aquellas cosas que él

exige.

Si el niño tiene los breves accesos de cólera que hemos indicado,

se debe principalmente a desencantos o fracasos. Aunque parezca

que el bebé que ha cumplido los dos años ha cambiado en muchos

aspectos y haya pasado a ser un niño muy diferente, no es realmen­

te así. En realidad está en plena transformación y como el casi-bebé

que todavía es, precisa que la madre siga siendo el centro de su uni­

verso. El sabe que, cuando le surja algún problema, tiene la solución

al lado de ella.

No ignora el pequeño que puede alejarse unos pasos de la ma­

dre, y le gusta hacerlo, disfrutando de su estrenada independencia.

Estemos seguros de que si algo anda mal en sus andanzas, clamará

inmediatamente por ella, aunque su sentimiento de seguridad se

haya incrementado mucho en comparación con poco tiempo atrás.

Pero todavía necesita la presencia de la madre y, con toda seguridad,

ninguna otra persona la podrá sustituir.

Viéndose con cierta capacidad de acción, el niño que ha cum­

plido los dos años enarbola, una y otra vez, dicha capacidad como

bandera y no cesa de proclamar su independencia. Sin embargo,

pronto retorna a sus necesidades de bebé y, lógicamente, vuelve sus

ojos hacia su madre en sus correrías, peticiones o juegos. Si el juego

ocupa la mayor parte de su tiempo y constituye su alegre trabajo, no

Page 172: los bebes tambien juegan

es de extrañar que si las cosas no salen como él quisiera, tenga sus

buenos berrinches y los exteriorice, sin que los mayores a veces se­

pan por qué.

No olvidemos que, desde que se levanta hasta que se acuesta, el

juego llena la mayor parte de su tiempo. En sus interminables jue­

gos, le oiremos hablar consigo mismo o con sus amigos los jugue­

tes. Su imaginación al imitar a los mayores dialogando, haciendo

más de un papel a la vez, le produce una satisfacción nueva al sen­

tirse dentro de la piel de un adulto.

No nos ha de extrañar verle recorrer la casa «conduciendo» su

imaginario coche —igual que lo hace papá— y emitiendo el ronco ru­

gir del motor del vehículo. De pronto parará, bajando el volumen

del motor y «dejando pasar» a otro automóvil.

Sacarle de este mundo en este momento es estropearle una si­

tuación feliz y, no es de extrañar, que sea el origen de una de sus ra­

bietas. No se puede olvidar que el juego tiene un gran valor e im­

portancia, en la medida que ayuda al niño a conocer a las personas y

cosas que forman parte del mundo que le rodea. Pero es igualmen­

te esencial, como ayuda para manejar sus propios sentimientos apa­

sionados y a veces contradictorios.

Para el adulto, todo parece sencillo y por ello se llega a enfadar

con su pequeño, cuando éste falla en cosas que parecen elementales. Se

olvida que en esta edad, el niño está pasando de una vida sedentaria

vivida en una cuna, a una vida activa, de movimientos sugestiva­

mente nuevos y desconocidos con los que ha de familiarizarse. Con

el juego, el pequeño empezará a desarrollar su habilidad motriz, la

coordinación y el equilibrio, cosas muy sencillas pero todavía muy

complicadas para nuestro bebé-niño o niño-bebé.

En esta edad la madre se encuentra con unos torpes, pero bien

intencionados esfuerzos del niño, para serle útil y ayudarla. Sin em-

Page 173: los bebes tambien juegan

bargo, como los resultados acostumbran a ser poco convincentes a

los ojos de la ocupada madre, ésta se mosquea; a pesar de ello, ha de

procurar estimular este deseo de ayuda en cuanto le sea posible, para

que el niño vaya insistiendo en sus ofertas de colaboración, activi­

dad sumamente educativa.

El comentar de forma moderada los aciertos en los trabajos del

chico, es un paso importante en el aumento de sus ganas de conti­

nuar investigando y de hacer nuevas cosas. De vez en cuando, hemos

de utilizar alguna de sus obras (dibujos, trabajos con plastilina,

construcciones, etc.) como motivo de decoración durante unos días

en nuestro hogar. Esto puede constituir una gran satisfacción en el

pequeño, aparte de representar un estímulo en sus esfuerzos para

aprender.

No esperemos para hacerlo al momento en que sus creaciones

sean figurativas o pequeñas obras de arte, que todo el mundo pueda

interpretar.

Las creaciones del pequeño son solamente unas torpes manipu­

laciones experimentales de formas, colores y materiales, que para él

tienen una enorme importancia y que, para los mayores, son sólo for­

mas abstractas sin sentido alguno, pero que han de aceptar con ale­

gría, pues pueden ser el inicio de una bonita afición y aun, ¿por qué

no?, de una atractiva vocación. Por otra parte se está educando la

sensibilidad y la habilidad del pequeño.

Ante estas obras, no debe preguntarse «¿qué es esto?», sino

alentarle a que nos comente su trabajo para poder entender algo su

manera de ver las cosas. Sabemos que, en su fantasía, verá cosas que

nosotros no podemos imaginar y que nos pueden sorprender y he­

mos de estar seguros de que al pequeño no le resultaría agradable

comprobar que no entendemos aquello que él ve tan claro.

Page 174: los bebes tambien juegan

Conocer muchas cosas.

El niño está en el momento en que su mente va fotografiando todo lo

que sus ojos ven y le interesa y lo va archivando cuidadosamente en

su privilegiada memoria. Por esto es importante que los padres procu­

ren que su pequeño viva el máximo de situaciones y vea muchas cosas

distintas que se le pueden ir explicando, de manera que vaya enri­

queciéndose para sus futuras vivencias. Para que pueda recibir imá­

genes, palabras y hechos de forma que le queden muy grabados en

su mente, conviene presentarlas atractiva y divertidamente.

Los días festivos son los que se prestan de manera especial a pre­

sentar ante los ojos de los pequeños cosas nuevas, puesto que son

aquellos en que los mayores les pueden dedicar más tiempo. El lu­

gar donde se puede encontrar más variedad de cosas emocionantes

es, sin lugar a dudas, el campo y la montaña. Además, si de peque­

ños empiezan a conocer, amar y respetar la naturaleza, estas actitu­

des las mantendrán durante toda la vida.

Enseñarles flores distintas, comentando sus colores y formas; ha­

cerles percibir los distintos olores; explicarles por qué las abejas se

posan en ellas; que sepan que una flor o una planta son un ser vivo...

Para que lo entienda mejor se le puede proponer sembrar una plan­

ta, para ver cómo nace y crece. El niño es aún pequeño y quizás no

lo acabe de captar, pero seguro que la imagen de lo que le propone­

mos le quedará grabada para el día de mañana, aunque a los dos días

de haber terminado el experimento no se acuerde ya de él. Si lo sa­

bemos plantear, puede ser algo fascinante para el pequeño.

Tengamos en cuenta que, por ejemplo, la mostaza, la judía o el

berro, una vez sembrados, brotan, en general, sin fallos, y su creci­

miento se puede seguir prácticamente a diario, puesto que a los quin­

ce días de su siembra ya están lo suficientemente crecidos como para

podérselos comer.

Page 175: los bebes tambien juegan

Hoy día, poder hacer estos experimentos en casa no representa

ninguna dificultad. Sólo hemos de recordar que las plantas necesi­

tan agua y luz natural. La información más completa de cada una de

ellas la podemos encontrar en el paquete de semillas que se puede

adquirir en cualquier floristería.

Para enseñarle al pequeño el proceso de la vida de la planta, pode­

mos hacer, o mejor ayudar a que lo haga él, el siguiente experimento,

que nos enseñará prácticamente cómo una planta echa raíces y brotes.

Veamos: ponemos unas cuantas judías secas en remojo durante

toda una noche. Al día siguiente, depositamos las judías en el fon­

do de un frasco y las cubrimos con un trozo de algodón húmedo. A

los pocos días, veremos que aparecen las raíces, en forma de rizos, en

el fondo del frasco y, por otra parte, observaremos cómo los brotes

están atravesando el algodón hacia arriba.

No dudemos de que este tipo de experimentos entusiasmarán al

pequeño que, a la vez, estará recibiendo unas lecciones que difícil­

mente olvidará.

Hacer una colección de hojas también puede ser una bonita ac­

tividad para nuestras salidas al campo. Saber contemplar las carava­

nas de las infatigables hormigas, el vuelo de las mariposas, oír el

canto de los pájaros, etc., etc. No olvidemos que todas estas activi­

dades y enseñanzas se han de hacer a través de juegos, de forma que

sean lo suficientemente atractivas como para que el pequeño mues­

tre su interés por ellas.

Es evidente que estas salidas campestres requieren la constante

dedicación de los padres, para ir sembrando ideas y sugiriendo acti­

vidades.

La naturaleza es el gran libro en el que los pequeños han de lle­

gar a saber leer e interpretar; los padres tienen que ser los profesores

con su alegre y constante dedicación. Quizás, en estas salidas, no des-

Page 176: los bebes tambien juegan

cansen todo lo que ellos quisieran, pero el haber sembrado nuevos co­

nocimientos en su pequeño hijo les ha de compensar sobradamente.

De todas maneras, que no se descuiden en casa la pelota, la pala,

el cubo y alguna cuerda, etc. Siempre surgirá un momento en que el

niño quiera jugar a «lo suyo». No olvidemos que, a esta edad, las

enseñanzas que proponemos han de prolongarse durante breves mo­

mentos, pues el niño no está para grandes lecciones ni para «clases»

solemnes sobre la flora y la fauna.

Al chico hay que llevarle vestido con el uniforme «de juego», es

decir, aquel que evite tener que reprimirle para que no se ensucie

sentándose en el suelo o manoseando barro o agua. Hemos de llevar

también de vez en cuando algún juego nuevo para ir tanteando sus

gustos. Veremos si le gusta tirar piedras, coleccionar cosas, gatear

por los márgenes, etc. Para que el pequeño vaya adoptando nuevas

habilidades y adquiriendo nuevos conocimientos, debemos saber

exponerle nuevas cosas y actividades, en casa y fuera de ella.

Llevarse una simple cometa para elevarla y dejar que la sosten­

ga el pequeño puede tener su encanto; así, ponemos en sus manos

un juguete fenomenal que se ha utilizado, a través de los siglos, para

efectuar cientos de experimentos que, a su vez, han servido para dar

paso a grandes descubrimientos. Y en este campo, y con una come­

ta en la mano, aún no se ha dicho la última palabra.

El volar del hombre tuvo sus inicios en el vuelo de una cometa,

por ejemplo. Se han utilizado para el salvamento de náufragos, el es­

tudio de la atmósfera, en asuntos relacionados con la guerra, la pesca,

la propaganda, para pruebas aerodinámicas... Quizás tu hijo podría

idear algo nuevo si se aficiona a jugar con este artefacto. No pode­

mos negarle el placer de conocer las cosas maravillosas que están

cerca de él. Tiempo hay, aunque a veces parezca lo contrario. Sólo es

cuestión de programarse.

Page 177: los bebes tambien juegan

Yo diría a los padres con pequeños de tres años que pueden es­

tar orgullosos de ellos a pesar de los defectos que les puedan detec­

tar. Sólo es cuestión de no bajar la guardia a fin de que éstos desa­

parezcan, convirtiéndolos en virtudes que, como padres responsa­

bles, queremos que les adornen.

Los progenitores deben prepararse para sumergirse en el proce­

so que les llevará al cuarto aniversario del pequeño. Han existido

grandes obras de arte que han durado largos años y luego han sido la

admiración del mundo. Un hijo es una obra de arte, única e irrepe­

tible. Esta obra de arte se empieza a moldear nueve meses antes de

nacer el bebé y el proceso de su realización dura toda la vida.

A mí me gustaría que no se olvidara que una de las principales

herramientas con que hay que trabajar en tan ardua tarea es el jue­

go, una actividad simple que, a veces, parece que conduce a lo con­

trario de lo que pretendemos. Pero si el niño nace, junto con las de

comer y dormir, con ganas de jugar es para que el hombre se forme

de manera fácil y divertida. Será fácil y divertida si los padres lo

comprenden y colaboran cumpliendo con su misión de maestros de

nuestros queridos aprendices de hombre y de mujer.

Compañeros de juego.

No podemos olvidar que, en muchas familias, el benjamín de la casa

tiene un hermano. Entonces el juego puede variar y pueden surgir

pequeños conflictos; lo mismo suele ocurrir si el hijo mayor suele

jugar con algún compañero habitual, cosa altamente positiva.

Una buena medida que ha de adoptarse cuando el menor em­

pieza a deambular por la casa con pasos vacilantes y curiosidad cre­

ciente es destinar un lugar «seguro» para los juguetes del mayor, para

evitar visitas devastadoras del pequeño terremoto.

Los dos han de entender que la propiedad de alguno de los ju-

Page 178: los bebes tambien juegan

guetes puede ser particular y la de otros puede ser común. Los dos

tienen derecho privado de propiedad sobre aquellos juguetes que

más les gustan o que se adaptan mejor a su edad.

Hemos de educar al niño de forma que aprenda unas reglas que

le hagan disfrutar de un máximo de libertad, dentro de unos límites

que comporten una consideración hacia los demás y hacia la propie­

dad de éstos. De esta manera, se logra que el niño juegue con un mí­

nimo de vigilancia y de indicaciones por parte de los adultos, cosa

que redundará en su felicidad y en la tranquilidad de los padres.

Se debe explicar al hijo mayor el objeto del lugar «seguro» que

se le ha reservado, por lo que habrá de responsabilizarse de guardar

sus cosas convenientemente cuando haya terminado de jugar. Le es­

taremos enseñando orden y será consciente de que si su hermano usa

o estropea algo que ha quedado olvidado a su alcance, no tendrá dere­

cho a quejarse, puesto que el pequeño, cuando encuentra algo aban­

donado, tiene perfecto derecho a cogerlo.

Como hemos dicho, es razonable y beneficioso, en el caso de va­

rios hermanos de edades próximas, el que se tenga en común la pro­

piedad de algunos juguetes que serán guardados en algún lugar de­

terminado, separados de los de uso particular.

A los pequeños se les ha de enseñar a saber compartir los jugue­

tes, aunque sean de uso exclusivo. Si los dos quieren jugar a la vez a lo

mismo, se les puede ofrecer dos soluciones: o jugar los dos al mismo

tiempo (caso de una arquitectura), o bien fijar turnos de uso (caso de

un camión). El turno puede venir determinado por el derecho de ser­

virse del juguete de aquel que lo cogió o pidió primero.

La desventaja de establecer turnos es que éstos, generalmente a

estas edades, han de ser establecidos por el adulto, lo que representa

una constante vigilancia. Por esto es preciso hacer entender a los ni­

ños el derecho que asiste al primero que lo cogió.

Page 179: los bebes tambien juegan

A veces, para el adulto, es difícil decidir en una disputa de esta

clase, sobre todo si no ha estado presente en el inicio del problema

y entonces es el sentido común el que ha de dictar la solución. Re­

cordemos que no es educativo para ninguno de los pequeños que

siempre sea el mismo el que deba ceder, con tal de terminar con la

disputa.

Los niños han de aprender a respetar lo que no es suyo, no olvi­

dando que esto se aprende cuando uno ve respetados sus propios de­

rechos. Si nuestro deseo es que nuestros hijos aprendan a solucionar

sus diferencias a base de palabras y no de golpes, procuremos que se

respeten sus peticiones, siempre que sean razonables.

Estamos en la edad en que han de dejar de jugar solos y los ma­

yores han de contribuir a conseguir que los niños quieran jugar jun­

tos. Claro está que ello no quiere decir que haya que imponer a la

fuerza el juego en común. El forzar a que lo hagan no deja de ser un

fallo de los mayores que puede retraer más al pequeño.

Cuando el niño está llegando a los tres años, se puede ver muy

beneficiado por el hecho de jugar con dos o más compañeros. Se irá

volviendo sociable y, como seguro le irán surgiendo problemas de

convivencia, irá aprendiendo la forma de irlos solucionando.

Cuando un amigo del niño venga invitado a jugar a nuestra

casa, hemos de preparar algún juego interesante para que el invita­

do se divierta. Lo podemos planear junto con el propio hijo, al que

le daremos a escoger entre dos opciones que hemos pensado. No va­

yamos a creer, de todas maneras, que nuestro retoño muestre la de­

ferencia que nosotros desearíamos hacia su amigo. Seguramente se

sentirá rey y señor de la situación, puesto que está en su terreno y

quizás quiera hacer valer sus derechos.

Teniendo en cuenta estas situaciones, hemos de partir de la idea

de que el pequeño que ha venido a jugar con nuestro hijo se marche

Page 180: los bebes tambien juegan

contento y con ganas de volver, por lo que, aparte de estar alerta en

sus andanzas, procuraremos que las visitas sean lo suficientemente

cortas para que el rato de juego de los pequeños se acabe, cuando

aún los niños lo están pasando en grande. Daremos pie a que dese­

en repetir.

Para evitar posibles disputas, dejemos fuera del alcance del visi­

tante aquellos juguetes o cosas cuyo uso se reserva exclusivamente

para nuestro hijo. Por otra parte, hay juguetes que, por su precio, se

prestan a tenerlos duplicados o en cantidad suficiente como para

que dos niños o más puedan estar jugando a la vez.

Supongamos que a nuestro hijo le entusiasma moldear con plas-

tilina y que a otro compañero de juego también. Si hemos previsto

una cantidad suficiente para que baste para ambos, no habrán de dejar

de jugar por falta de material. Son pequeños detalles de los que puede

depender el éxito del juego en común.

Tener en reserva un juego de construcción para estas circuns­

tancias es algo aconsejable, puesto que es un entretenimiento muy

apreciado por los pequeños. Sobre todo si, además, disponen de unas

cuantas figuritas con las que complementar el juego.

Todo lo descrito no representa gran complicación para los pa­

dres, cosa que es de agradecer. La educación de los hijos tampoco

tiene por qué presentar problemas si los padres están atentos a los

gustos y costumbres de su pequeño. Con cariño y sentido común se

puede ir encauzando la forma de ser de los menudos y ésta es la ta­

rea de los padres que se han de sentir orgullosos de poder desarrollar

y atender.

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Capítulo 12.

J u e g o s p a r a e l s e g u n d o s e m e s t r e .

DOS AÑOS Y SIETE MESES.

Cortar y pegar.

Si al pequeño le enseñamos a cortar y pegar, veremos la alegría que

le proporcionamos. Hay que darle unas tijeras sin puntas, cartón y

cola no tóxica. Un delantal es imprescindible y un hule encima de

la mesa, también.

Enseñadle a hacer un «cuadro» con algún dibujo pegado o con

recortes de revistas viejas. Sugeridle luego que lo haga sólito. Aun­

que el resultado sea un pecado artístico, hay que alabárselo discre­

tamente.

No olvidemos ponerle ropas adecuadas y no le regañemos si se

las mancha. Ha de ir aprendiendo.

Rompecabezas.

Poner frente al niño un rompecabezas sencillo es una buena expe­

riencia. Veremos cómo lo hace y deshace docenas de veces y cómo

nos cansaremos primero nosotros de mirarle que él de repetirlo. Ira

cogiendo agilidad con las manos y reflejos y, asimismo, disminu­

yendo los tiempos de ejecución.

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Cancioncítas.

Sanica, sanica.

Sanica, sanica,

cuando pases

por mi puerta

te daré una manzanica.

Page 183: los bebes tambien juegan

De codín, de codán.

De codín, de codán,

a la vera, vera, van

del palacio a la cocina.

¿Qué cosas tienes encima?

Si hubieras dicho cazo

no tendrías que penar.

Contemos.

A la una, anda la mula.

A las dos, le tiró una coz.

A las tres, Juan, Perico y Andrés.

A las cuatro, un culazo.

A las cinco, salto y brinco.

A las seis, sin manos y sin pies.

A las siete, un cachete.

A las ocho, come un bizcocho.

A las nueve, coge la bota y bebe.

A las diez, echó a correr.

DOS AÑOS Y OCHO MESES.

Cerca del agua .

Un día en la playa puede dar mucho de sí. Animad al pequeño a bus­

car restos de animales marinos, como conchas, etc. Haced castillos y

túneles en la arena. Si vives cerca del mar, no le puedes robar a tu

Page 184: los bebes tambien juegan
Page 185: los bebes tambien juegan

hijo el deleite que proporcionan las toneladas de arena que están bajo sus pies.

Si el mar queda lejos, un río lo puede sustituir, pues también se pueden encontrar en él mil alicientes.

Pelotas, pelolítas. Antes hemos hablado de un neumático colgado de un árbol. Lo po­demos hacer más sencillo, colgando un simple aro, de forma que, a través de él, podamos tirar una pelota sin movernos de casa, hacién­dola pasar por su interior.

También podemos sentarnos en el suelo uno a cada lado de una mesa de cuatro patas, y lanzarnos, con las manos y a ras del suelo, una pelota. Si ésta pega en una pata o no pasa por debajo del «tú­nel», se da un punto de castigo.

Cancíoncítas.

Hoy madrugué. Esta mañanita

muy tempranito

me levanté,

me lavé,

me peiné,

me puse el vestidito

de color café,

las medias de cristal,

los zapatos de charol;

fui a misa

Page 186: los bebes tambien juegan

me arrodillé

me santigüé.

Me levanté,

fui al jardín,

corté un jazmín,

el más hermoso

que estaba allí;

lo despelujé

y bien despelujado

lo eché a mi mandil.

El patio de mi casa.

El patio de mi casa

es particular:

cuando llueve se moja

como los demás.

¡Agáchate!

y ¡vuélvete a agachar!

que los agachaditos

no saben bailar.

Hache, i,

jota, ka,

ele, eme, eñe, a,

que si tú

no me quieres

otro novio me querrá.

Chocolate,

molinillo,

corre, corre,

Page 187: los bebes tambien juegan

que te pillo.

¡A agachar,

a agachar,

que el demonio va a pasar!

DOS AÑOS Y NUEVE MESES.

Al igual que es seguro que salgamos a menudo al campo, también

lo es que nos decidamos a hacer una colección de hojas. Colaborare­

mos con el pequeño en esta labor, o viceversa. Todo lo que sea de la

naturaleza le sugestionará, siempre que no abusemos demasiado.

Si podemos maniobrar con un árbol determinado de hojas gran­

des, cuando las hojas empiecen a estar hechas, recortaremos en una

cartulina un dibujo de la mitad del tamaño de la hoja y lo adherire­

mos a ésta por su centro, de forma que haya una parte que no le to­

que el sol. Cuando volvamos, despegaremos el dibujo y veremos que

la parte cubierta ha dejado de ser verde y dicho dibujo queda im­

preso en la hoja.

Los espejos.

Es una buena edad para jugar a «los espejos». El padre o la madre

con el niño frente a sí, hacen una serie de movimientos, que éste in­

tentará imitar. Los movimientos han de ser lentos y, al final de cada

uno, los dos han de quedar como dos estatuas.

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Cancíoncítas.

Se levanta la niña. Se levanta la niña a la una,

hay que ver cómo madrugaba,

que ni una, ni medio, ni nada,

hay que ver cómo madrugaba.

Se levanta la niña a las dos,

hay que ver cómo madrugaba,

que ni dos, ni una,

ni medio, ni nada,

hay que ver cómo madrugaba.

Se levanta la niña a las tres,

hay que ver cómo madrugaba,

que ni tres, ni dos,

ni una, ni medio, ni nada

hay que ver cómo madrugaba,

Se levanta la niña a las cuatro,

hay que ver cómo madrugaba,

que ni cuatro, ni tres,

ni dos, ni una,

ni medio, ni nada,

hay que ver cómo madrugaba.

Se levanta la niña a las cinco,

hay que ver cómo madrugaba,

que ni cinco, ni cuatro,

ni tres, ni dos,

ni una, ni medio, ni nada,

hay que ver cómo madrugaba.

Page 190: los bebes tambien juegan

DOS AÑOS Y DIEZ MESES.

Tócate la...

El juego de «Pedrito dice...» ya es bueno para esta edad. El que di­

rige dice: «Pedrito dice, tócate la cabeza» y el niño se la ha de tocar

y así se van nombrando otras partes del cuerpo. Si en una de las ci­

tas sólo se dice: «tócate...» omitiendo «Pedrito dice...», es una fal­

ta del jugador.

Silencio, se escucha.

Si vamos un día al campo o a las afueras de la ciudad, nos sentaremos

a escuchar el silencio que nos rodea. Cuando se oiga un ruido el niño

habrá de intentar identificarlo: el paso de un avión, el lejano motor

de una moto, el canto de un pájaro, los gritos de otros niños, etc.

Al principio tendremos que ayudarle a que se dé cuenta de que

se acaba de oír un ruido. Educaremos su atención.

Cancíoncítas.

Yo tengo real y medio,

real y medio.

Me compré una perra,

¡ay qué perra!

La perra tiene perritos

y siempre me queda

real y medio.

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Page 192: los bebes tambien juegan

Yo tengo real y medio,

real y medio.

Me compré una gato,

¡ay qué gato!

El gato tiene gatitos.

La perra tiene perritos

y siempre me queda

real y medio.

Yo tengo real y medio,

real y medio.

Me compré una mona,

¡ay qué mona!

La mona tiene monitos.

El gato tiene gatitos.

La perra tiene perritos

y siempre me queda

real y medio.

Yo tengo real y medio

real y medio.

Me compré una cerda,

¡ay qué cerda!

La cerda tiene cerditos.

La mona tiene monitos.

El gato tiene gatitos.

La perra tiene perritos

y siempre me queda

real y medio.

Yo tengo real y medio,

real y medio.

Me compré un pato,

Page 193: los bebes tambien juegan

¡ay qué pato!

El pato tiene patitos.

La cerda tiene cerditos.

La mona tiene monitos.

El gato tiene gatitos.

La perra tiene perritos

y siempre me queda

real y medio.

DOS AÑOS Y ONCE MESES.

Rebotada.

El juego de rebote con la pelota contra la pared es una buena prác­

tica para saber coger las cosas al vuelo, actividad un poco complica­

da a esta edad.

El sentarse en el suelo, frente a frente, e irse tirando la pelota sin

que toque al suelo, tampoco está mal.

Imitaciones.

El adulto imita con su voz a un animal (gato, perro, burro, etc.). El

niño ha de provocar imitarlo y, seguidamente, decir a qué animal

corresponde aquella voz.

Si se tiene un juego con animales o figuritas, en lugar de decir

de cuál se trata, ha de coger la figura o estampa y separarla del

montón.

Page 194: los bebes tambien juegan

Cancíoncítas.

Estaba la rana sentada.

Estaba la rana sentada

cantando debajo del agua.

Cuando la rana

se puso a cantar

Page 195: los bebes tambien juegan

vino la mosca

y la hizo callar.

la mosca a la rana,

que estaba sentada

cantando debajo del agua.

Cuando la mosca

se puso a cantar,

vino la araña

y le hizo callar.

La araña a la mosca,

la mosca a la rana

que estaba sentada

cantando debajo del agua.

Cuando la araña

se puso a cantar,

vino el pájaro

y le hizo callar.

El pájaro a la araña,

la araña a la mosca,

la mosca a la rana

que estaba sentada

cantando debajo del agua.

Cuando el pájaro

se puso a cantar

vino el hombre

y le hizo callar.

El hombre al pájaro,

el pájaro a la araña,

la araña a la mosca,

la mosca a la rana

Page 196: los bebes tambien juegan

que estaba sentada

cantando debajo del agua.

Cuando el hombre

se puso a cantar,

vino la suegra

y le hizo callar.

La suegra al hombre,

el hombre al pájaro

el pájaro a la araña,

la araña a la mosca

la mosca a la rana

que estaba sentada

cantando debajo del agua.

Cuando la suegra

se puso a cantar,

ni el mismo diablo

la hizo callar.

TRES AÑOS. •••

Ruidos simpáticos.

El adulto simula el movimiento y ruido de algún medio de trans­

porte o de alguna máquina (avión, tren, coche, bicicleta, etc.) y el

pequeño lo ha de repetir y adivinar de qué se trata.

Page 197: los bebes tambien juegan

Pisando.

El niño pone sus pies encima de los del mayor, estando de espaldas

a él y cogido con las manos del adulto. Este recorrerá un trecho con

el chico encima de sus pies. Se puede ir primero al paso y luego al

trote.

El niño también se puede colocar frente a frente con el mayor,

cogido abrazado a sus piernas.

C a n c í o n c í t a s .

Yo tenía diez perritos.

Yo tenía diez perritos.

Uno no come ni bebe,

no me quedan más que nueve.

De los nueve que quedaban

uno se comió un bizcocho,

y no me quedan más que ocho.

De los ocho que quedaban,

uno se metió en un brete,

ya no me quedan más que siete.

De los siete que quedaban

uno ya no lo veréis.

Ya no me quedan más que seis.

De los seis que quedaban,

uno se mató de un brinco.

Ya no me quedan más que cinco.

De los cinco que quedaban,

uno se marchó al teatro.

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Page 199: los bebes tambien juegan

Ya no me quedan más que cuatro.

De los cuatro que quedaban,

uno lo ba pillado el tren.

Ya no me quedan más que tres.

De los tres que quedaban,

uno se murió de tos.

Ya no me quedan más que dos.

De los dos que quedaban,

uno se lo llevó san Bruno.

Ya no me queda más que uno.

Y del uno que quedaba,

se lo llevó el lacero.

Ya no me queda más que cero.

Page 200: los bebes tambien juegan

Bibiografía.

Dorothy Einon, Jugar y aprender, Ediciones Folio, Barcelona, 1990.

Odette-Aimée Grand, Los juegos en casa en diez lecciones, Editorial

Diana, México, 1979.

Pilar López, Juegos tradicionales en la escuela infantil, Amarú Edicio­

nes, Salamanca, 1992.

Arturo Medina, Pinto maraña, Editorial Miñón, Valladolid, 1987.

Marina Müller, Manual de juegos para los más pequeños, Editorial Bo-

num, Buenos Aires, 1988.

Hilary Page, El juego en la primera infancia, Espasa-Calpe, Madrid,

1967.

Jügen Palm, Gimnasia y juegos infantiles, Editorial Everest, León,

1983. Ana Pelegrín, Cada cual atienda su juego, Editorial Cincel, 1984.

Page 201: los bebes tambien juegan

Índice.

Prólogo, por Juan Val/s 7

Introducción 11

Juegos para el primer año del bebé 15

1. Buenas costumbres 17

Lo más esperado: un hijo 17

Empezar a inculcar costumbres 19

Jugar educa en todas las edades 21

El juego es un trabajo alegremente serio 24

2. Juegos para el primer semestre 29

3. Afinar la educación 49

Nuevas actividades del pequeño 49

Formar cuerpo y espíritu 51

Educar para la felicidad 52

4. Juegos para el segundo semestre del bebé 57

Juegos para el segundo año del bebé 75

5. Volver a empezar 77

Nacer y jugar 77

Volver a empezar 81

Page 202: los bebes tambien juegan

Herramienta educativa 85

Fallar es aprender 88

Bendita curiosidad 90

6. Juegos para el primer semestre 92

7. Nuestros amigos los juguetes 111

Regalar juguetes no es fácil 111

La fantasía infantil, nuestra aliada 112

Juguete sencillo igual a juguete educativo 116

Juguetes de baratillo 121

8. Juegos para el segundo semestre 126

Juegos para el tercer año del bebé 143

9. ¿Niño-bebé o bebé-niño? 145

Años importantes 145

Los «quiero» del bebé 147

¿Bebé-niño o niño-bebé? 152

Sus juguetes 154

10. Juegos para el primer semestre 158

11. Conocer al propio hijo 173

Gran objetivo infantil: jugar 173

Conocer muchas cosas 177

Compañeros de juego 182

12. Juegos para el segundo semestre 184

Bibliografía 203

Page 203: los bebes tambien juegan

Colección Fontana Práctica Educación de los hijos.

Títulos publicados.

Desarrolle la inteligencia de su hijo - David Lewis. Ideas para divertir a los niños - C. Gourlat.

Juegos al aire libre - Asociación Scouts del Canadá. Los juegos infantiles - Joanne F. Oppenheim.

Juegue con sus hijos - Carlos de Arce. El lenguaje secreto del niño - David Lewis.

Superbebé - Dr. Jaroslav Koch. Los bebés también juegan - José M.a Batllori y Jordi Batllori.

Page 204: los bebes tambien juegan

Otros títulos de la colección:

365 Juegos creativos Sheila Ellison y Judith Gray Actividades dedicadas a estimular la creatividad de los niños a partir de los dos años.

Juegue con sus hijos Carlos de Arce Los más divertidos juegos, pasatiem­pos y manualidades para compartir con los niños.

Juegos al aire libre Asociación de Scouts de Canadá Selección de juegos para mejorar la condición física de los jóvenes entre 7 y 15 años.