Antropologa para el poder o antropologa para el pueblo? Creado
en Domingo, 01 Febrero 2015 06:43Escrito por Gilberto Lpez y
RivasVisto: 162[1] [2]La generacin de la dcada de los aos 60 en la
Escuela Nacional de Antropologa e Historia se forma en una
perspectiva integral de las ciencias antropolgicas, con cursos
durante ao y medio de un tronco comn de materias de las distintas
disciplinas: arqueologa, antropologa fsica, lingstica, historia,
etnologa, y la presencia entre el profesorado, de distinguidos
exiliados republicanos como Juan Comas, ngel Palerm, Jos Luis
Lorenzo, o de los distintos exilios latinoamericanos, como Rodolfo
Puiggrs (argentino), Enrique Valencia (colombiano), Carlos
Navarrete (guatemalteco), Stefano Varese (peruano) e incluso
estadounidense, como Mauricio Swadesh.
La ENAH era un espacio poltico en el que tena lugar una
confrontacin directa con el Estado mexicano, no slo por la
participacin de muchos de sus estudiantes en los movimientos
sociales de la poca que desembocan en el movimiento estudiantil de
1968, hasta su culminacin represiva en la Plaza de las Tres
Culturas de Tlatelolco, hace 46 aos, y por la presencia del Partido
Comunista Mexicano y otras organizaciones revolucionarias de
variada naturaleza, sino tambin por la acalorada reaccin y debate
del alumnado frente a lo que considerbamos como las
corrientesoficialistasde la antropologa, representadas en muchos
casos por algunos de nuestros profesores que trabajaban en las
instituciones del Estado.
Foto de archivo El UniversalLa antropologa social y la etnologa
mexicanas se desarrollan muy ligadas al estudio de la
alteridad.Forjando Patria(1916),obra clave de Manuel Gamio, padre
fundador de la antropologa mexicana, se refera al impacto negativo
de las pequeas patrias en el proceso de construccin nacional del
Mxico postrevolucionario. Se va conformando institucionalmente,
sobre todo a partir de la reunin en Ptzcuaro en 1940, la corriente
asimilacionista /integracionista del indigenismo. Frente a este
indigenismo y la perspectiva de considerar a la antropologa como
ciencia del buen gobierno (Gamio), reacciona un sector de
estudiantes que proponen una antropologa comprometida o militante,
y que paralelamente tambin se deslinda de la llamada antropologa
crtica delgrupo de los siete magnficos(Guillermo Bonfil, Arturo
Warman, Margarita Nolasco, Rodolfo Stavenhagen, Mercedes Olivera,
Enrique Valencia y ngel Palerm)que publica el libroEso que llaman
antropologa mexicana.
Rodolfo Stavenhagen. Foto de Benjamn FloresMetodolgicamente, la
crtica cuestionaba el estudio de la comunidad como un todo
descontextualizado, con una visin monogrfica, esttica, que
constitua una tendencia a ser superada por la perspectiva marxista.
Tambin se pona en duda la supuesta neutralidad de la ciencia, y se
le contrapona con el compromiso social de los antroplogos.La
relacin etnia / clase, explorada por Rodolfo Stavenhagen y el
concepto de colonialismo interno, de Pablo Gonzlez Casanova, abran
perspectivas en estos aos, junto al estudio crtico de la cuestin
nacional, dentro del propio campo marxistaPara esta generacin, la
antropologa social, en particular, era en buena parte, la ciencia
de laotredad y la diferencia; dedicada al anlisis de la diversidad
social, tnica, de gnero, grupos de edad; al examen de las
relaciones conflictivas o armoniosas entre los heterogneos
componentes que conforman las sociedades humanas, las cuales, no
obstante esa pluralidad y diversidad, constituyen una sola especie
que evoluciona a partir de su determinacin oparticularidad socialy
la produccin de cultura, mismas que superan su condicin
estrictamente biolgica.
Pablo Gonzlez CasanovaPrecisamente, el distinguido pero olvidado
antroplogo estadounidense Leslie White (1900 1975), una singular y
solitaria figura que tiene el valor de hacer un viaje a la Unin
Sovitica en 1929, en el contexto del adverso medio anticomunista
que predominaba en Estados Unidos, distingue al ser humano por su
capacidad para crearculturay define este concepto comoel continuo
temporal y extra somtico (esto es, no biolgico) de objetos y
eventos que dependen de la capacidad humana de simbolizar[3].En el
desarrollo evolutivo de los primates, el ser humano aparece cuando
se desarrolla la habilidad de dar un significado abstracto a un
objeto o suceso. El lenguaje articulado es la ms caracterstica y la
ms importante de las formas de simbolizar, nica en esta especie.De
esta manera, el ser humano es definido bsicamente en trminos de su
expresin simblica y, por consiguiente, por su capacidad
concomitante para producir cultura.White argumenta que la cultura,
como instrumento extra somtico, no puede ser explicada a travs del
factor biolgico, siendo ste irrelevante para los problemas de
interpretacin de la diversidad y de la evolucin de la cultura.
Propone que la ciencia que estudia el fenmeno cultural sea llamada
propiamenteculturologay no antropologa, y que las interpretaciones
sobre esta realidad sean culturolgicas y no sicolgicas o
biolgicas.
Leslie WhiteEl estigma colonialPor otra parte, nuestra generacin
haca hincapi en el hecho de que la antropologa, como disciplina,
haba nacido con elpecado originalde una intensa relacin de los
antroplogos con la expansin colonial, principalmente de las
metrpolis europeas y Estados Unidos, y con los procesos de formacin
de Estados nacionales que tienen lugar con el capitalismo, que son
igualmente violentos y etnocidas. Recordemos la lapidaria frase de
la antroploga Kathleen Gough: La antropologa moderna, como
disciplina universitaria, es una hija del imperialismo capitalista
occidental..[4]En 1972 se publicara un libro clsico sobre el tema
escrito por Gerard Leclercq:Antropologie et colonialisme.[5],en el
cual se escudria en torno a lasrelaciones peligrosasde los
antroplogos con los afanes colonialistas de sus respectivos pases
metropolitanos.Haca finales de la dcada, el 10 de octubre de 1969,
el llamado grupo de los viernes, conformado por estudiantes de los
aos avanzados de la Licenciatura, present sus comentarios al
artculo En torno a la nueva tendencia ideolgica de antroplogos e
indigenistas, de Alfonso Villa Rojas, Publicado porAmrica
Indgena(XXIX-3, julio de 1969), en una mesa redonda organizada por
el Seminario de Estudios Antropolgicos. Este documento, titulado
Acerca de la antropologa militante inicia su argumentacin con una
declaracin de identidad del propio grupo:Nosotros nos contamos
entre los antroplogos de la nueva ola (como usted los califica),
que afirman que el antroplogo debe estar comprometido. Y estamos
enteramente de acuerdo con la posicin que usted cita, desaprobando,
del peruano Stefano Varese, en el sentido de que la responsabilidad
del antroplogo se define en relacin a la condicin de la sociedad en
que vive y actaLa tarea antropolgica no puede limitarse
exclusivamente a la denuncia ex ctedra, sino debe abordar tambin el
campo de la accin. El documento del grupo de los viernes va
respondiendo a los argumentos de Villa Rojas, quien sostena que la
lealtad fundamental del cientfico social ha de estar, por sobre
todo, en el sentido de ceirse a sus principios metodolgicos, as
como de apegarse a su verdad a pesar de las presiones que encuentre
en su caminoLo malo est continua Villa Rojas--, en entremezclar la
arenga poltica con los postulados de la ciencia o de confundir los
ideales con los medios para obtenerlos. Son dos cosas distintas, y
cada quien es libre de escoger la lnea de accin que mejor se ajuste
a su voluntad y temperamento. (Alfonso Villa Roras, Ibd.)
Soldados entrevistan a mujer afgana. Foto de Christian
ValverdeAnte estos razonamientos, los partidarios de la antropologa
militante responden:Esta posicin, presentada por usted como algo
claro y evidente por s mismo, como punto de llegada, es apenas para
nosotros uno de los puntos de partida. Nosotros nos preguntamos:
cmo se producen esos principios metodolgicos y esa verdad? En qu
condiciones histricas y sociales? Y luego: cmo se produce esa
eleccin, que usted deja al libre albedro, a la vocacin o al
temperamento de cada quin? Se produce al azar, son hechos puramente
intelectuales, obtenidos por ciencia infusa? O por el contrario, se
producen segn ciertas reglas y ciertas restricciones de orden
histrico social. Puede separarse la antropologa de la poltica? -, o
para ir ms lejos, puede separarse cualquier actividad humana de la
poltica?, o por el contrario, Qu no todo obrar es siempre un obrar
poltico, como lo ha afirmado Gramsci?La posicin de esa joven
generacin de antroplogos se sintetiza en los siguientes
prrafos:Para nosotros lo esencial ya no es acumular hechos y
ancdotas, ni hacer catlogos de conductas exticas, como lo fue para
el liberalismo condescendiente de la mayora de los antroplogos
clsicos, para nosotros lo fundamental no es la trasformacin de la
mentalidad de los oprimidos, como lo es en la prcticapara el
indigenismo, sino la modificacin radical de la situacin que los
oprime, lo que exigimos es una manera de pensar y de entender el
mundo social en funcin de las necesidades, los intereses y las
conductas especficas de los grupos marginados, explotados y
colonizados del mundo al revelar nuevas posibilidades para la accin
poltica, que ayuden a abolir la estructura clasista de la sociedad,
el antroplogo revela nuevas posibilidades de desarrollo y aplicacin
de su ciencia.Se podr afirmar que estos debates han sido superados
y que la antropologa al servicio del poder es cosa del pasado y que
actualmente nuestra disciplina esta liberada dela pesada carga
colonial. Adems, se argumentar con cierta razn: Qu responsabilidad
tenemos los antroplogos actuales con ese tipo de relaciones
peligrosas y complicidades?: Como he estudiado en un libro sobre el
uso de la antropologa en la contrainsurgencia, las brigadas de
combate de las fuerzas de ocupacin de Estados Unidos en Irak y
Afganistn han contado con el auxilio de equipos de antroplogos y
cientficos sociales de otras disciplinas que hacen su trabajo de
interpretacin de las culturas para los fines de la guerra de
contrainsurgencia por el mdico salario de mil dlares diarios, sin
el menor rubor o remordimiento. La intelectual orgnica de este
esfuerzo mercenario, la doctora Montgomery McFate, incluso se queja
amargamente de que mientras sus honorables detractores de la
academia estadounidense integrados en la American Anthropologist
Association (AAA) se encuentran encerrados en unatorre de marfil,y
ms interesados en elaborar resoluciones en su contra, ella
encuentra soluciones para que su pas salga triunfante en esas
guerras, que evidentemente tienen un claro carcter neocolonial.
Montgomery McFate. Foto de Bruce GildenRecordemos que en 1946,
Ruth Benedict (1887 1948), dilecta discpula de Franz Boas (1858
1942), gur de la antropologa estadounidense, public una obra
tituladaEl crisantemo y la espada. Patrones de la cultura
japonesa,[6]producto de una investigacin realizada durante la
segunda guerra mundial, a peticin de la Oficina de Informacin de
Guerra, antecedente de la CIA, y ms precisamente de su seccin
deEstudios de la moral extranjera, encaminada a la comprensin de la
cultura de poblaciones enemigas para un mejor control y
sometimiento culturalmente dirigidos.
Despus de realizar investigaciones preliminares sobre Rumana,
los Pases Bajos, Alemania y Finlandia, Benedict lleva a cabo su
trabajo sobre Japn, con la intencin, segn Margaret Mead (1901
1978), bigrafa de Benedict, y una de las ms traducidas antroplogas
estadounidenses, de contribuir al conocimiento de las
potencialidades culturales que Japn podra ofrecer como parte de un
mundo pacfico y cooperador.[7]Con todo, Benedict expona en su obra
objetivos menos idealistas que los sealados por Mead. A partir de
su perspectiva mentalista, propia de la escuela de Boas, Benedict
sostiene que cada cultura privilegia lo que llama unaconfiguracin
cultural o patrones culturales, esto es,la idea o ideas que permean
a la cultura en su esencia.Sobre esta base, Benedict establece que
el principal problema para Estados Unidos en la guerra contra Japn
estaba en la propia naturaleza del enemigo; debamos ante
todo,--afirma la antroploga--entender su comportamiento para
enfrentarnos a l. Los japonesessegn Benedictexpresan una
ambivalencia esencial que se simboliza en la espada y el
crisantemo,ya queson a la vez, y en sumo grado, agresivos y
apacibles, militaristas y estetas, insolentes y corteses, rgidos y
adaptables, leales y traicioneros, valientes y tmidos.De aqu que en
su investigacin plantee interrogantes de orden prctico relacionados
con el desarrollo de la guerra, como: Qu harn los japoneses? Se
debe bombardear el palacio del emperador?;o de naturaleza
humanitaria, como: Ser el exterminio de los japoneses la nica
alternativa?.[8]. Hiroshima y Nagasaki fue la respuesta del
presidente Truman a la pregunta de la discpula preferida de
Boas..[9]Colonialismo internoTambin, reiterbamos que Mxico mantiene
su estigma colonial, o lo que Pablo Gonzlez Casanova defini con la
categora de colonialismo interno, que ya el socilogo C. Wright
Mills haba utilizado en 1963[10]. Este colonialismo se expresa en
la relacin de dominacin y discriminacin que establecen los grupos
de poder dominantes para con los pueblos indgenas.Segn Casanova,
las formas del colonialismo interno eran las siguientes:1.-
Monopolio de un centro rector sobre el comercio y el crdito
indgena, con relaciones de intercambio desfavorables a las
comunidades indgenas, que se traducen en una descapitalizacin
permanente de stas a los ms bajos niveles, as como el monocultivo,
la deformacin y dependencia de la economa indgena.2.- Explotacin
conjunta y combinada de la poblacin indgena por las distintas
clases sociales de la poblacin ladina, mezcla de feudalismo,
capitalismo, esclavismo, trabajo asalariado y forzado, aparcera y
peonaje, servicios gratuitos; salarios diferenciales, explotacin
conjunta de los artesanos, discriminaciones sociales, lingsticas,
por las prendas de vestir, jurdicas, sindicales, etctera.3.-
Diferencias culturales y niveles de vida, economa de subsistencia
predominante, tierras de acentuada pobreza agrcola o impropias para
la agricultura, alta mortalidad general e infantil, analfabetismo,
raquitismo, manipulacin poltica. Este marginalismo social y
cultural tiene relaciones obvias con el marginalismo poltico, el
cual es medido por dos indicadores: la informacin y la votacin.A
partir de su propuesta de colonialismo interno, Gonzlez Casanova
llega a una conclusin sobre la antropologa mexicana muy coincidente
a la de los estudiantes de la ENAH de los aos
sesenta:Desgraciadamente, hasta hoy, la antropologa mexicana, que
por muchos conceptos nos ha permitido conocer la realidad de
nuestro pas y que ha tenido un sentido humanista del problema
indgena, nunca tuvo un sentido anticolonialista, ni en las pocas ms
revolucionarias del pas. Influida por la metodologa de una ciencia
que precisamente surgi de los pases metropolitanos para el estudio
y el control de los habitantes de sus colonias, no pudo proponerse
como tema central el estudio del problema indgena como un problema
colonial y como un problema inminentemente poltico.En este sentido,
ya desde los aos treinta del siglo pasado, numerosos antroplogos en
Mxico trabajaron en la creacin y el fortalecimiento de los
mecanismos constitutivos de una poltica de Estado, el indigenismo,
para enfrentar la diversidad tnico-lingstico-cultural de nuestra
nacin; esto es, laotredad. De hecho, como ya mencionamos, Manuel
Gamio (1983 -1960), mantena una perspectiva del indigenismo basada
precisamente en la accin del Estado, al cual calificaba como el
rbitro juicioso de la sociedad y, en consecuencia, consideraba al
antroplogo como un agente estatal[11]. A Gamio le siguieron Alfonso
Caso (1896 1970), Alfonso Villa Rojas (1897 1998), Gonzalo Aguirre
Beltrn (1908 1996), entre otros, en el desarrollo de lo que Caso
consideraba como una aculturacin planificada y voluntaria de los
indgenas, con la ayuda de un antroplogo social que se encargue de
dirigirla.[12]-Como reaccin a esta corriente hegemnica de la
antropologa mexicana, desde la dcada de los sesenta y como expresin
de una ruptura generacional, se ha sostenido que el indigenismo, ya
sea en sus vertientes integracionistas que pretendan asimilar a las
distintas etnias a la nacionalidad dominante, o en sus variedades
ms sofisticadas de participacin, o transferencia de funciones y
recursos a los pueblos indgenas desde los aparatos de Estado, o en
su reconversin nativista con indgenas por profesin o caciques
ilustrados como directores de burocracias indigenistas, o
comisiones presidenciales, siempre ser una poltica contrapuesta a
los intereses de los pueblos y las comunidades indgenas.
EZLN y adherentes al CNI firman la Declaracin sobre el Despojo
contra Nuestros Pueblo. Foto de SipazPrecisamente, una de las
conquistas del movimiento indgena encabezado por el Ejrcito
Zapatista de Liberacin Nacional (EZLN) y el Congreso Nacional
Indgena (CNI) ha sido identificar en el debate nacional la
naturaleza paternalista, autoritaria y enajenante del indigenismo
del Estado mexicano.Antagnico a los autogobiernos de pueblos y
comunidades, el indigenismo se desarrolla a partir de
contradictorias y complementarias perspectivas desde los aparatos
estatales y mediado por grupos dominantes nacionales y regionales
que de acuerdo a necesidades y coyunturas econmicas y polticas--
afirman un integracionismo asimilacionista de las entidades tnicas
diferenciadas a la nacionalidad mayoritaria mexicana, o establecen
un diferencialismo segregacionista que las mantiene en sus regiones
de refugio, segn trmino de Aguirre Beltrn, siendo ambas polticas,
en esencia, negadoras de las culturas indgenas y condicionantes del
clientelismo y el corporativismo impuestos durante el rgimen prista
y continuados por el panismo de los gobiernos de Fox y
Caldern.Desde sus inicios, el indigenismo asumi un relativismo
cultural restrictivo como uno de sus componentes, de tal manera que
se consider que en las culturas indgenas haba aspectos que merecan
ser conservados, y que merecan respeto y proteccin por parte de los
Estados, y otros negativos, que deban ser eliminados por no ser
compatibles, ya sea con la modernidad o con los sistemas jurdicos
vigentes.De esta manera, la burocracia indigenista se converta en
seleccionadora del destino que tendran los procesos de incorporacin
del indgena a la sociedad nacional, sin tomar en cuenta los
derechos de estos grupos a decidir su propio rumbo. El indigenismo
se caracteriz desde entonces por el uso de una retrica de respeto a
las lenguas y costumbres indgenas, con una prctica simultnea de
destruccin de las estructuras tnicas de los pueblos indios. Baste
mencionar que casi el 90% de las resoluciones de los Congresos
Interamericanos supuestamente en favor de los pueblos no se han
cumplido desde la fundacin del Instituto Indigenista
Interamericano, para darnos cuenta del contraste entre la teora y
la prctica del indigenismo.Uno de los argumentos ms caractersticos
del indigenismo como poltica de Estado es precisamente
conceptualizar lo tnico como parte del atraso, por lo que al
eliminarlo, de hecho segn este punto de vista se logra la
incorporacin del indio a la sociedad nacional y su arribo a la
modernidad.El fundamento de esta posicin es una especie de
evolucionismo unilineal, a partir del cual lo tnico es la
contrapartida del desarrollo histrico, el fardo cultural que impide
que los indios pasen de una situacin de casta con respecto a la
sociedad mayor, o con respecto a las sociedades complejas o
nacionales, a una situacin de clase. Esta ltima idea fue expresada
por un antroplogo mexicano, Gonzalo Aguirre Beltrn, quien fue una
personalidad fundamental en la elaboracin terica del indigenismo, y
para quien la plena integracin de los indgenas al capitalismo
constitua la completa realizacin socio-histrica de sus estructuras
tnicas y, en consecuencia, toda accin indigenista se justificaba en
aras de alcanzar esa meta.De esta manera, la poltica de los Estados
para con las etnias o pueblos indios de Amrica Latina se ha
fundamentado en el integracionismo. Sin embargo, sta no ha sido la
nica corriente indigenista. El Etnopopulismo tomo su lugar a partir
del desgaste del indigenismo integracionista y la necesidad de los
Estados por contrarrestar la fuerza del movimiento indgena
independiente en favor de sus derechos y reivindicaciones.Esta
perspectiva expresa, en sus inicios, las posiciones de los
intelectuales de la pequea burguesa indgena y mestiza de
contraponerse al integracionismo a partir de una crtica que nunca
pudo superar su confianza en el Estado como el eje de las
transformaciones, y su incapacidad para recurrir al marco clasista
en el anlisis de las relaciones entre los pueblos indios y las
sociedades nacionales. Esta inconsistencia metodolgica y poltica en
la crtica llev a muchos de sus principales idelogos a procesos de
cooptacin por parte del Estado que, de esa manera, los incorpora a
dirigir los aparatos indigenistas, o a servir como asesores para la
elaboracin de las nuevas polticas de participacin o
etnodesarrollo.El Etnopopulismo parte de una concepcin de apoyo
radical a los grupos tnicos y se representa as mismo como el
autntico vocero de sus intereses. Otorga un valor absoluto a lo
tnico como una esencia supra histrica anterior a las clases y a las
naciones y, por tanto, sobreviviente a las mismas en el futuro. El
Etnopopulismo recurre con frecuencia a la idealizacin de la
comunidad tnica, como viviendo en armona con la naturaleza y en el
interior de sus propias estructuras, en las cuales la solidaridad y
la ayuda mutua imperan. Esto ha sido muy impactante para algunos
sectores intelectuales que a partir del etnicismo crearon hace unos
aos movimientos nativistas, que se planteaban la restauracin de los
preceptos y las creencias que se supone corresponden a la poca
prehispnica, introduciendo cultos, rituales, indumentarias, cantos
y formas de organizacin muy en boga entre una clase media en busca
de soluciones individuales a problemticas
existenciales.Curiosamente este tipo de movimiento promovi, en el
terreno de lo poltico, las posiciones de no participar en
organismos de oposicin al gobierno e, incluso, fue muy hbil para
obtener ayuda estatal para muchos de sus proyectos.Partiendo de la
independencia de las luchas indgenas con respecto a movimientos
oposicionistas de los pueblos mestizos o ladinos, el Etnopopulismo
plantea que la problemtica de los indios no se resolver a partir de
proyectos nacionales contra hegemnicos, sino al margen de los
mismos, con el evidente propsito de dividir a los explotados en su
conjunto, aislar al movimiento indgena de las luchas populares e
introducir la idea del exclusivismo tnico, el dualismo y la
pasividad polticas.Paradjicamente, estas posiciones otorgan una
gran importancia al papel que el Estado puede jugar en favor del
proyecto etnicista, ya que nunca llega a plantearse la naturaleza
anti indgena del mismo; por el contrario, se considera necesario
actuar desde el Estado para lograr las modificaciones y los cambios
pertinentes en favor de los pueblos indgenas, justificando de esa
manera la presencia de connotados etnicistas en el gobierno como
fue el caso paradigmtico del antroplogo Arturo Warman.Paralela a la
accin indigenista en sus diferentes modalidades, los Estados
latinoamericanos han hecho uso del genocidio contra los pueblos
indgenas, cuando ha sido necesario para conservar su poder, no hay
que olvidar que en Guatemala se sigui una poltica de tierra
arrasada que incluy una represin permanente por ms de treinta aos,
la creacin de grupos paramilitares entre los propios indgenas para
controlar desde adentro a los pueblos, los polos de desarrollo o
aldeas estratgicas, los bombardeos con napalm y otras bombas
incendiarias y desfoliadoras. Estas polticas de exterminio se
siguieron tambin en el Per, con el pretexto de la lucha contra
Sendero Luminoso, y en algunos lugares de la selva amaznica del
Brasil, en los que se pretende expulsar a las poblaciones indgenas
con objeto de apoderarse de sus tierras y recursos naturales.Los
complejos tnicosNo ha sido el indigenismo el nico tema de debate en
la antropologa mexicana. Tambin se ha discutido sobre la naturaleza
de los propios complejos tnicos, sosteniendo que stos constituyen
entidades sometidas al proceso histrico y cuyas bases
socioculturales, condiciones de reproduccin y formas de vinculacin
poltica, continuamente se modifican; de aqu la posibilidad de los
pueblos indios de transformarse sin renunciar a su identidad
contrastante. Es ms, en la mayora de los casos, las etnias no son
producto de una continuidad milenaria, si no de las mltiples
adaptaciones y refuncionalizaciones a la cambiante realidad
colonial y nacional.En esta direccin, el Etnomarxismo sostiene que
por ser entidades histricas, los sistemas tnicos son al mismo
tiempo fenmenos siempre contemporneos; an el pasado hay que verlo
en funcin del presente y el futuro. Las etnias existen firmemente
relacionadas con la estructura socioeconmica y poltica en que se
insertan. De aqu que las entidades tnicas no sean armnicas o
equilibradas, o esencias que transitan por los procesos histricos
inclumes, sino que se encuentran incididas por su integracin en la
matriz clasista, no son independientes de la misma. Por ello, la
necesidad metodolgica de ver a las etnias en sus contextos
histricos y en sus contradicciones.Fue en esta direccin que se da
la confrontacin con las corrientes etnicistas oetnopopulistas, segn
un trmino introducido por Javier Guerrero, y, en particular con
Guillermo Bonfil (1935 1991) y su Mxico profundo, ya que para el
Etnomarxismo, los indgenas no enfrentan un mundo genrico occidental
o al imaginario de Anderson, sino a clases sociales especficas y
sus representantes en el aparato de Estado. A partir de la matriz
clasista, el problema indgena constituye un fenmeno sociopoltico
que no puede reducirse a lo cultural. Por su carcter sociopoltico,
las etnias subordinadas se vinculan con otros sectores explotados
de la sociedad, aunque sus reivindicaciones polticas conserven su
especificidad.As, la cuestin tnica deviene en parte constitutiva de
lacuestin nacionaly, en consecuencia, las etnias o pueblos indgenas
resisten a unsistema hegemnicoque debe ser confrontado con
unproyecto contra hegemnico alternativo. La solucin de la
problemtica tnica requiere de la accin de los indgenas como sujetos
histricos. El EZLN, con su proyecto de autonomas que se consolida
con las Juntas de Buen Gobierno, cierra el ciclo de la dependencia
y el paternalismo y, con ello, cancela toda relacin de clientelismo
y corporativismo que practic el Estado mexicano, con la debida
asesora antropolgica.Es la rebelin zapatista la que empieza a
desestructurar estas ideologas y perspectivas tericas, que sitan a
los pueblos indios fuera del acontecer histrico, como rmoras del
pasado que niegan su potencial poltico en procesos democratizadores
y de transformacin social, todava ancladas en prcticas sociales
discriminatorias y con formas discursivas estigmatizantes.Rodolfo
Stavenhagen establece un paralelo entre las perspectivas
neoliberales y las del marxismo ortodoxo sobre la cuestin indgena
en Amrica Latina, que a pesar de originarse en distintas
tradiciones intelectuales y en diferentes anlisis e
interpretaciones de la dinmica social y econmica, en ambos casos,
los pueblos indios son observados como obstculos para el desarrollo
y destinados a desaparecer por la va de la aculturacin o la
modernizacin, y aadiramos, tambin por el obrerismo intrnseco en la
tesis de la revolucin vanguardizada por el proletariado.Liberales,
conservadores, e incluso una buena parte de las izquierdas,
consideraron a los pueblos indios fuera de sus proyectos
nacionales, o de liberacin social; como obstculos o lastres para el
desarrollo, o la revolucin; como expresin de un atraso a superar en
la lnea evolutiva en cuya cspide se encontraban Estados Unidos,
Europa, o los modelos de socialismo que unos y otros tenan en
mente.[13]Esto ltimo represent, para quienes nos consideramos
marxistas, hacer una profunda critica a su marco conceptual para
colorear la matriz clasista con base en los factores referidos a la
cuestin tnica y sealar la especificidad indgena.Los reduccionismos
Aqu, cabe destacar sinttica y esquemticamente las crticas a los
considerados reduccionismos o limitaciones en la investigacin y en
la prctica de la antropologa: el monogrfico, el
burocrtico-administrativo, el economicista, entre
otros.Metodolgicamente, el reduccionismo monogrfico parte de una
concepcin esttico-funcionalista que observa la realidad social como
un agregado de elementos cuya suma constituye el todo social. Se
trata de estudios meramente descriptivos de una comunidad o grupo
determinado, observndolos como una sociedad en s misma y
describiendo cada una de las partes a travs de monografas en las
que se privilegia el dato etnogrfico. Se parte de la premisa terica
de no tener premisas tericas, esto es, el empirismo meticuloso que
registra toda informacin sin conexin alguna entre s. En la ENAH de
los sesentas se hizo clebre esta concepcin con la frase de que al
campo haba que salir con la mente en blanco.De este empirismo, que
rechaza la engorrosa necesidad de explicar eventos y procesos
sociales, se deriva el reduccionismo burocrtico-administrativo que
sustenta los trabajos de antropologa aplicada, en los que la
preocupacin central es alcanzar la meta de Manuel Gamio para la
antropologa, en el sentido de facilitar un desarrollo evolutivo
normal, sin preguntarse sobre la naturaleza del trabajo a realizar,
su impacto en los sujetos sociales y el entorno ecolgico y, sobre
todo, las caractersticas del Estado que lo propicia: por ejemplo,
antroplogos trabajado en desalojos de comunidades indgenas para la
construccin de presas, o en proyectos de castellanizacin, al
servicio de corporaciones mineras, elicas y otras empresas
extractivistas, as como en toda la gama de los programas
indigenistas, asesoras a empresas, etctera, por no hablar de lo que
podra ser considerado elextractivismo acadmico.Tambin se ubica
elreduccionismo etnicista o culturalistaya mencionado: explicacin o
nfasis en factores tnicos sin ninguna relacin con la matriz
clasista; o como una realidad squica, subjetiva o imaginaria que se
volatiza en el mbito simblico; este tambin puede
llamarsereduccionismo esencialista.Eleconomicismo o clasismoes la
contraparte del etnicismo: invoca al marxismo como su marco de
referencia, pero a partir de un nfasis desmedido a fenmenos como la
proletarizacin y la tendencia a los procesos de integracin
capitalista. Se subestima la capacidad de los sujetos o actores
para resistir los procesos considerados como inmanentes y
determinantes. Los riegos metodolgicos de este reduccionismo en el
anlisis de la cuestin tnico-nacional, por ejemplo, es observar a
clases despojadas de sus atributos tnicos, de gnero, edad, grupos
nacionales. Tambin, en la conceptualizacin de la nacin como un
fenmeno de formacin de un mercado o un mero producto de la
burguesa.En otras palabras, la abigarrada y multifactica realidad
socio tnica y cultural de la nacin fue observada a travs del lente
uniformador de las clases sociales, e, incluso, desde una
perspectiva eurocntrica. Esto trajo como consecuencia el relego
poltico y terico de grupos diferenciados en el interior de la
nacin, comolas etnias o los pueblos, y la idea de un trnsito
inevitable a la uniformidad, a la proletarizacin y al fin de los
fenmenos tnicos y nacionales.Los etnomarxistas han criticado a los
partidos de la izquierda tradicional por cargar con el pecado
original de las perspectivas eurocntricas de sus creadores, quienes
preocupados por la revolucin mundial consideraronpueblos sin
historiaa todos aquellos que se alejaban del impetuoso desarrollo
capitalista. Recordemos sus calificativos a los mexicanos de
perezosos y los ltimos de los hombres, al justificar la guerra de
agresin y conquista de Estados Unidos contra Mxico en 1846-1848; de
acuerdo a esta interpretacin, los mexicanos seran redimidos de su
atraso secular, y los territorios arrebatados pasaran, a juicio de
Engels, de la penumbra de lo irracional a la luz del devenir
histrico.[14]Ms tarde, durante el siglo XX, Leopoldo Mrmora seal la
carga de esta herencia en los movimientos socialistas que
consideraron a la burguesa liberal y al proletariado moderno como
los nicos sujetos sociales posibles y necesarios de todo cambio
real.[15]El Instituto Lingstico de VeranoImportante en el
desarrollo de una corriente crtica en la antropologa mexicana fue
la investigacin accin en torno al Instituto Lingstico de Verano
(ILV), que llev a cabo El Colegio de Etnlogos y Antroplogos
Sociales de Mxico a fines de los setenta. Constituy una
investigacin colectiva sobre un problema sensible en la vida de
muchos pueblos indgenas, que enfrent las complicidades del gobierno
mexicano con el ILV y la velada posicin de sectores dentro del
propio Colegio. El ILV fue estudiado tanto en sus postulados
ideolgicos como en sus acciones concretas, publicndose un libro:El
ILV en Mxico o la Declaracin Maritegui,y logrndose, a partir de una
movilizacin de ms de dos aos, la cancelacin del convenio entre el
ILV y el gobierno mexicano en 1978.Las cartillas de alfabetizacin
de la Biblia del ILV introducan el individualismo, rompan todo
sentimiento de lazos comunales o colectivos. El ILV trabajaba a
partir de una organizacin dividida en tres secciones: una religiosa
encargada de darle ese contenido a las campaas de penetracin entre
las poblaciones indgenas, as como de conseguir los fondos
necesarios entre compaas petroleras, iglesias fundamentalistas y
otros organismos de carcter gubernamental; una de lingistas que
tena en sus manos el aspecto tcnico de la conversin religiosa en la
lengua nativa, quienes a su vez eran, en realidad, misioneros
preparados para vivir dentro de las comunidades, aunque con una
conveniente modernizacin de su hbitat; y una tercera seccin de
aviadores y tcnicos de radio que constituan el aparato logstico de
comunicacin y transporte para la labor religiosa, integrado en
parte por ex militares.La verdadera labor del ILV se inscriba en
una gran variedad de trabajos de espionaje, contraespionaje,
contraguerrilla, control y manipulacin ideolgica de poblaciones,
todo ello en favor de los intereses del gobierno y las
transnacionales estadounidenses. Los sacrificados e inocentes
misioneros documentaban las formas locales para sobrevivir en la
selva, la etnobotnica, los cruces de ros en pocas de crecida, las
ramificaciones o redes de comunicacin entre las comunidades, el
liderazgo, los recursos naturales, particularmente de los
estratgicos (tenemos, por ejemplo, el traslape casi exacto de los
mapas de las zonas petroleras de Colombia y Ecuador, coincidiendo
con los asentamientos ocupados por la accin misionera del
ILV).Planteaban abiertamente su lucha contra el comunismo, o contra
la oposicin al gobierno, apoyaban la accin de los gobiernos
locales, aun cuando stos actuaran sobre la base de la represin,
estimulaban una conciencia pragmtica, puritana, de arribismo
individual, de ruptura de la familia extensa, proyectando la imagen
de un modelo o ideal de sociedad que se concretaba en Estados
Unidos.Se practicaba una poltica de asistencialismo para los
conversos, con las sobras de la sociedad de consumo, y la
conveniente promocin de los ms fanticos y representativos de los
reclutas entre las etnias de Amrica Latina.Actualmente, el ILV es
uno de los centenares de organismos religiosos, cientficos,
asistencialistas o de ayuda humanitaria que actan en las
etnorregiones de Amrica Latina en forma abierta o encubierta,
algunos de los cuales expresan el carcter neocolonial de la poltica
de Estados Unidos en Amrica Latina. Esta penetracin neocolonial es
apoyada por los gobiernos de los pases respectivos ya que tambin
aqu se expresan las alianzas estratgicas que las clases dominantes
mantienen con su contraparte en Estados Unidos.CLALIEn los inicios
de los ochenta, a partir de un seminario sobre la cuestin nacional
que se organiz en la Escuela Nacional de Antropologa e Historia
(ENAH), surge el Consejo Latinoamericano de Apoyo a las Luchas
Indgenas (CLALI), que se funda con base en un documento suscrito
por ms de un centenar de antroplogos y algunos dirigentes indgenas,
como Rigoberta Mench. Este documento, publicado en varios pases de
Amrica Latina, como La cuestin tnico -nacional en Amrica Latina,
expresa la oficializacin de la ruptura que se vena dando en el seno
de la disciplina antropolgica mexicana con el indigenismo como
poltica de Estado. Asimismo, esta Declaracin asentaba un compromiso
de acompaamiento de los antroplogos a las luchas de los pueblos
indgenas en el marco de los procesos de democratizacin general de
las naciones latinoamericanas. La importancia de este documento es
que constituy una plataforma terica debatida y asumida por
antroplogos de muy diversas procedencias polticas e
institucionales, que decidieron tambin el acompaamiento de las
luchas de los pueblos como posicionamiento de una antropologa
comprometida.Nunca hubieran imaginado los creadores de la poltica
indigenista que el problema indgena se transformara en un problema
nacional a finales del siglo, a travs de una rebelin armada de los
pueblos y comunidades de Chiapas. Desde los aos treinta, cuando se
defini la poltica de la revolucin mexicana para con los indios y se
establecieron las bases de lo que sera el indigenismo de Estado, la
naturaleza pluritnica de la nacin y los derechos de los pueblos no
haban sido preocupacin de pensadores y polticos. En el mejor de los
casos, los indgenas aparecan recurrentemente como sujetos-vctimas,
objetos de explotacin y de polticas paternalistas. An en el marco
de los anlisis marxistas, los indgenas y los campesinos no fueron
percibidos como sujetos de liberacin. Criticando la perspectiva de
los pensadores socialistas, de los aos veinte sobre la revolucin
mexicana, Leopoldo Mrmora identifica el etnocentrismo en su esquema
de clases, en el que los nicos sujetos sociales posibles y
necesarios de todo cambio real de la situacin interna, eran la
burguesa liberal y el proletariado moderno, mientras los indgenas y
campesinos, la sustancia misma de la nacin mexicana, quedaban fuera
de sus utopas.Etnomarxismo en NicaraguaEn Nicaragua se prob la
validez y pertinencia de las tesis del Etnomarxismo en un contexto
de revolucin social, en el que destaca la accin creadora de los
propios pueblos de esta pequea nacin centroamericana que a travs de
la autonoma logran:a) el reconocimiento de la pluralidad de los
orgenes tnicos, lingsticos, culturales y regionales en la
composicin nacional del Estado, reconocida en la Constitucin de
1987.b) la solucin pacfica de un conflicto armado que la revolucin
sandinista provoc, de cierta manera, por sus graves errores en el
manejo de la problemtica tnica en la Costa Atlntica, mismos que
ocasionaron un desencuentro inicial del gobierno revolucionario con
sus habitantes;c) los primeros pasos de una reconciliacin nacional
que fortalece las lealtades e identidades tnicas y las nacionales,
que van complementndose mutuamente en el desarrollo del proceso
autonmico[16];d) el establecimiento de una base territorial y un
rgimen poltico definidos en la Constitucin y las leyes secundarias
que constituyen los fundamentos mismos de la autonoma.La revolucin
se enfrenta a tareas que no fueron cumplidas por la burguesa: un
territorio fragmentado por economas de enclave, la inexistencia de
un mercado nacional unificado, la soberana nacional constantemente
pisoteada no slo por tropas estadounidenses sino tambin por compaas
extranjeras. El Estado nicaragense prerrevolucionario prcticamente
no exista en la Costa Atlntica. Profundas diferencias polticas y
culturales, as como econmicas marcan las dos costas.En la base de
estas limitaciones y errores encontramos un desconocimiento del
proceso de formacin de los diferentes grupos socio tnicos; la
ausencia de un programa sobre la cuestin tnico-nacional; resabios
etnocntricos entre los cuadros revolucionarios; los
condicionamientos de la estructura poltico-administrativa,
etctera.La revolucin, no obstante, a pesar de sus limitaciones y
deficiencias: facilit la formulacin de las reivindicaciones
histricas de los grupos tnico-nacionales del pas asentados
principalmente en la Costa Atlntica, as como un nuevo campo de
contradicciones.Los grupos tnico-nacionales que la Revolucin
encontr en 1979 profundizaron su conciencia tnico- nacional y
desarrollaron reivindicaciones propias A la vez, que tiene lugar la
exacerbacin de la lucha de clases en el pas -sintetizada en la
contradiccin fundamental nacin/imperialismo- que promovi y aceler
dicho proceso.Este importantsimo cambio es particularmente marcado
entre los misquitos del litoral atlntico Norte, cuya vocacin
nacionalitaria tuvo importantes avances. Similar proceso han
observado los criollos en el litoral sur. En cambio, los sumos,
ramas y garfunas constituyen esencialmente grupos tnicos. En el
inicio de la revolucin, la no cabal comprensin de las
particularidades de ese sujeto social diferenciado llev a la
comisin de serios errores y abusos que contrapusieron a esos grupos
al nuevo Estado en formacin.No se entendi la necesaria
correspondencia entre las aspiraciones legtimas de los grupos
tnicos y tnico-nacionales y la RPS, reduciendo la compleja
estructura econmico-social al enfoque clasista y economicista. Tal
situacin fue aprovechada por Estados Unidos para impulsar su propio
proyecto contrarrevolucionario. La revolucin no entendi la enorme
importancia de MISURASATA en tanto que fuerza social capaz de
sustentar un proyecto poltico que abriera cauce a la vocacin
nacionalitaria de los grupos representados, y en especial de los
misquitos. MISURASATA responda a necesidades reales de organizacin
de los grupos tnicos y tnico nacionales de la Costa Atlntica de
Nicaragua, misquitos, sumos y ramas y efectivamente expresaba
aspiraciones legtimas. Pero tambin expresaba concepciones y
demandas etnicistas, sintetizadas en la reivindicacin de los
llamados derechos aboriginales, las cuales fueron motivo de
disensin frente al proyecto nacional de la RPS.Un factor
fundamental para explicar esta realidad lo constituye la poltica de
Estados Unidos tendente a exacerbar las contradicciones tnicas de
la sociedad nicaragense. El objetivo estratgico de Estados Unidos
lo constituye el debilitamiento de la revolucin en su conjunto,
como parte de sus maniobras para recuperar la hegemona perdida con
el derrocamiento del somocismo. Para ello, el imperialismo
norteamericano fomenta y manipula las tendencias etnicistas del
pueblo misquito a travs de la idea del cuarto mundo, una variedad
del etnicismo. En 1984 tiene lugar el viraje tctico y estratgico
del FSLN y el gobierno, dando lugar a un segundo proyecto de
autonoma como pacificacin.ConclusinComo hemos observado a lo largo
de este trabajo, la antropologa, como toda ciencia social, puede
convertirse en un instrumento de dominacin al servicio del Estado y
las corporaciones, siguiendola lgica del poder;o, desde la
perspectiva opuesta dela lgica de la resistencia,como un
instrumento liberador de las clases subalternas.[17]Partimos de la
idea que el antroplogo, el cientfico social son --antes que nada--
intelectuales, definido este trmino en su sentido mnimo como
unindividuo con capacidad crtica o de antagonismo en relacin a
cualquier tipo de poder. Lo que distingue a los intelectualeses su
comportamiento radical y anticonformista.[18].Marx tena como lema:
duda de todo.Norberto Bobbio tambin considera que la crtica es uno
de los atributos definitorios del intelectual[19]; mientras que
Gramsci distingue, como es sabido, entre el intelectual del poder,
el intelectual tradicional, y el intelectual orgnico que se
desempea en funcin de los intereses de los grupos subalternos y el
cambio social: el dilema o disyuntiva se expresa entre:ex
partepopulioex parteprincipi[20].Samir Amin lo plantea de esta
manera:Tenemos a las personas que sostienen que nuestra sociedad
necesita imperiosamente un pensamiento crtico que proporcione la
comprensin de los mecanismos de cambio, un pensamiento capaz a su
vez de influir en ese cambio en una direccin que libere a la
sociedad de la alienacin capitalista y de sus trgicas
consecuencias. En la medida en que tal cosa compete a la inmensa
mayora de la humanidad (los pueblos de Asa, frica y Amrica Latina),
esta necesidad resulta vital, puesto que esos pueblos experimentan
en el presente el capitalismo como una forma pura y simple de
depredacin. Por consiguiente, propongo distinguir entre aquellos
que denomino operadores mentales, que sirven al aparato ideolgico
establecido, y los que pueden considerarse genuinamente parte de la
intelectualidad[21]
Ay nanita!Tambin, Esteban Krotz llama a recuperar la dimensin
tica desde y para la antropologa[22], criticando lafascinacin con
que ciertos enfoques llamados postmodernos celebran la diferencia
exactamente donde se incrementan da a da la desigualdad y la
exclusin y se pregunta--Podemos simplemente registrar esta situacin
y construir conocimientos cientficos, instituciones acadmicas y
carreras profesionales sobre ella sin dejarnos interpelar por ella,
sin intervenir en ella?[23]
Antonio Gramsci
[1]Ponencia para el Departamento de Antropologa de la
Universidad de Sevilla, 4 de octubre de 2014.[2]Doctor en
antropologa por la Universidad de Utah, USA, Profesor investigador
del INAH en Morelos.[3]Ver: Leslie A, White.The Science of Culture.
A Study of Man and Civilization. Toronto: Farrar, Straus and
Giroux, 1971.[4]Kathleen Gough: World revolution and the science of
man,The Dissenting Academy, ob. cit.,[5]Gerard
Leclercq:Antropologie et colonialisme,Librairie Artheme Fayard,
Pars, 1972.[6]Editorial: Alianza Editorial, S.A.,2003[7]Ver:
Margaret Mead.Ruth Benedict.Columbia University Press. Tambin: An
Anthropologist at Work, Writings ofRuth Benedict. editado
porMargaret Mead, Houghton Mifflin Co., Boston 1955,[8]Ruth
Benedict. Ob. cit., p. 15.[9]Ver: Gilberto Lpez y
Rivas.Antropologa, minoras tnicas y cuestin nacional. Mxico:
Aguirre y Beltrn-Cuicuilco-ENAH, 1988.[10]Pablo Gonzlez Casanova:
Sociedad plural, colonialismo interno y desarrollo,Amrica Latina.
Revista del Centro Latinoamericano de Investigaciones en Ciencias
Sociales, (Mxico). Ao VI, no. 3, julio-septiembre, 1963. Del mismo
autor:La Democracia en Mxico,Editorial ERA, Mxico, 1965; ySociologa
de la explotacin,Siglo XXI, Mxico, 1987. Gonzlez Casanova es quien
seala que el primero en usar esta expresin fue C. Wright
Mills.[11]Ver: Gilberto Lpez y Rivas. Relaciones peligrosas: los
antroplogos y el Estado, enConvenio.Centro de Investigacin y
Documentacin de Ciencias Sociales para Amrica Latina y el Caribe,
Zurich, s/f., pp. 45-49[12]Alfonso Caso.Indigenismo.Mxico: INI,
1958, p. 36.[13]Ver: Gilberto Lpez y Rivas.Antropologa,
Etnomarxismo y compromiso social de los antroplogos(Ocean Sur,
2010).[14]Ver. Salomn Bloom.El mundo de las naciones.Buenos Aires:
Siglo XXI, 1975. Tambin: Gilberto Lpez y Rivas.La Guerradel 47 y la
resistencia popular a la ocupacin.Mxico: Editorial Nuestro Tiempo,
1979. La 4 edicin, de Ocean Sur, es de 2009.[15]Leopoldo Mrmora,El
concepto Socialista de nacin. Mxico: Siglo XXI, Coleccin Pasado y
Presente, No. 96, 1982, p. 255. Estas posiciones se manifiestan
actualmente: el siguiente texto es parte de una declaracin emitida
el 14 de julio de 2006En todas estas acciones la clase obrera
recupera su espacio de fuerza fundamental del proceso
revolucionario, el campesinado, los pueblos indgenas y negros y la
juventud se destacan por su combatividad y participacin masiva en
la lucha, negando en los hechos el discurso que pretendi prosternar
(Sic) la accin de la clase obrera al surgimiento de "nuevos actores
sociales". El proletariado, histrica y estratgicamente, nunca perdi
su papel de fuerza fundamental del proceso
revolucionario.Declaracin del X Seminario Internacional Problemas
de la revolucin en Amrica Latina.Quito. 14 de julio de 2006
(negrillas nuestras). Igualmente, en laResolucinde solidaridad con
los pueblos de Amrica Latina y del Caribe, elaborada en el10
Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros, se
menciona slo una vez a los indgenas, subsumidos en diversos
sectores de trabajadores:Se ampla y fortalece la organizacin de
diversos sectores de trabajadores, jvenes, estudiantes, campesinos,
indgenas, mujeres, entre otrosDocumento citado, 2 de diciembre de
2008.[16] Ver Manuel Ortega Hegg. Informe politolgico sobre la
Autonomia en Nicargua. Autonoma multicultural: condicin
indispensable para el desarrollo sustentable.,
www.latautonomy.org.[17]Ver nuestros documentos y resultados en:
http://www.latautonmy.org[18]Laura Baca Olamendi.Lxico de la
Poltica. Mxico: FLACSO-Fondo de Cultura Econmica, 2000.[19]Norberto
Bobbio y Nicola Mateucci.Diccionario de Poltica.Mxico: Siglo XXI,
1986.[20]Antonio Gramsci.Cuadernos de la crcel.Notas sobre
Maquiavelo, sobre poltica y sobre el estado moderno.Mxico:
Editorial Juan Pablos, 1986.[21]Samir Amin.El capitalismo en la era
de la globalizacin. Barcelona, Buenos Aires, Mxico: Paidos,
1999.[22]Siguiendo el itinerario intelectual del historiador francs
Marc Bloch, quien muere asesinado por los nazis en 1944 a causa de
su activa y conciente militancia en la Resistencia Antifascista,
Carlos Antonio Aguirre Rojas seala: Si el intelectual no asume su
compromiso social con el propio presente y con la sociedad en los
que vive, se hace igualmente responsable, por omisin, del destino y
los rumbos que tome esa sociedad en el momento de ir al encuentro
de su particular futuro. El itinerario intelectual de Marc Bloch y
el compromiso con su propio presente, enContribuciones desde
Coatepec, enero-junio, nmero 2, p. 92. Universidad Autnoma del
Estado de Mxico.[23]Esteban Krotz. Cuatro cuestiones cruciales para
el desarrollo de nuestras antropologas, en ngela Giglia et. al.
(compiladores)Adonde va la antropologa?Mxico: UAM- Juan Pablos,
2007. P. 169.EZLN y adherentes al CNI firman la Declaracin sobre el
Despojo contra Nuestros Pueblo. Foto de Sipaz