Lo que madre nunca me dijo de Leslie Ann MillerScribd y
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Lo que madre nunca me dijoWhat Mother Never Told Me De Leslie
Ann Miller (2005)Traducido por: Julieta Meltryth (2015)
Descargo: Esta historia se desarrolla alrededor de 20 aos despus
del FIN.Violencia: Hay algo de violencia leve, pero nada demasiado
grfico o sangriento.
Muchas gracias a mis excelentes lectores beta, Jill, Kam, Extra
y los miembros del Crculo Brdico. Gracias tambin a Jess por
insistirme en que terminara esto de vez en cuando, y para Verrath
por darme la inspiracin.
Todos los comentarios son bienvenidos en:
[email protected]
Descargo de traduccin: Para los seguidores en espaol, esta es
una obra de su autora con mi traduccin. nica en su tipo, resulta
ser que me gust y la tena en el tintero haca rato para hacer algo
al respecto, bueno, este es el resultado. Y s, soy una estpida
porque por all por la pgina 70, repiten una frase que dos veces en
la historia de Xena fue contada, una en el primer captulo y me puse
toda tonta.
Compostura. Bueno, va gratis, seoras y seores, ni un msero pay
per click les cobro. Adems les dejo los links por si este tipo de
historias son de su agrado porque tengo ms de 100. Ahora s,
disfruten. Julieta Meltryth.
"Las cosas cambian, la gente cambia. Algunas cosas no las
necesitas saber". Estos eran dos de los dichos favoritos de mi
madre. El primero era cierto, al menos segn mi ta Lila, que me dijo
una vez antes de morir mi prima, Sarah, (que era ms como una
segunda madre para m que una prima, en realidad) que se avergonzaba
de algunas de las cosas crueles que haba hecho en su pasado. Si
bien los detalles de lo que haba hecho se haban mantenido
cuidadosamente secreto y ocultos de m bajo el auspicio que era una
de esas muchas "cosas que no tena necesidad de saber", era difcil
para m imaginar a Sarah siendo mala con otro ser humano, viendo que
ella estaba incluso dispuesta a no asesinar a los ratones que
lograban quedarse atrapados en los silos de granos en los establos
detrs de la posada. Y no era porque Sarah tuviera miedo de ellos.
No pensaba que Sarah le tuviera miedo a nada. Cada vez que tenamos
clientes ingobernables en la posada, Sarah se apresuraba a manejar
la situacin. La haba visto tirar a los fsicamente borrachos del
doble de su tamao por la puerta principal. Pero tambin era una de
las mejores personas que yo conoca y la amaba tanto como a mi
madre. Aunque, de una manera diferente, por supuesto, porque,
bueno, mi madre era mi madre.
Sarah, por ejemplo, fue la que me llevaba a los festivales de
verano cada ao. Me encantaba ir a los festivales porque poda
escuchar tantas historias de los bardos y otros artistas all. Si
madre sala con la suya, nunca me hubiera dejado salir de la posada.
Bueno, al menos no hacer nada que involucre a otras personas. Madre
odiaba las multitudes. Nosotros bamos a menudo en viajes cortos al
campo juntas, pero nunca se me permiti vagar por m misma. "Puedes
ser capturada por traficantes de esclavos!", ella dira (como que
haba esclavos procedentes por Anfpolis todos los das, NO!). O:
"Nunca se sabe cundo puede pasar una la banda de algn seor de la
guerra". Entonces ella tocaba mi mejilla de esa manera que lo hace
y me sonrea para hacer todo mejor. "Ests creciendo y te ests
volviendo muy bonita, Thala. Hay hombres malos por ah que podran
tratar de hacerte dao. Debes tener mucho cuidado con los extraos".
Y me gustara entornar mis ojos y murmurar en seal de protesta,
diciendo que sera una gran historia si los esclavistas vinieran a
los alrededores, pero nunca me dejaba vagar muy lejos, no importa
lo mucho que quisiera aventura, porque no quera que mi madre se
preocupase.
Pero yo tuve que ir a los festivales con Sarah.
Tambin fue Sarah quien convenci a madre que me dejara cumplir mi
sueo de ir a estudiar a la Academia Citadina de Artes de Bardos de
Atenas. Sucedi as. Hace aproximadamente un ao, cuando slo tena
quince aos, un anciano vino a quedarse en la posada. Pareca que
podra ser un erudito o filsofo de Atenas, estaba vestido con una
sencilla tnica de lana blanca. Yo estaba sirviendo la cena cuando
me pregunt mi nombre. Yo le dije que era Thala y se ri con deleite.
"As que, a quin inspiras?" Me sonri, obviamente refirindose al
hecho que fui nombrada por una musa.
"La ta Lila me dijo una vez que mi madre me llam Thala porque yo
iba a ser su fuente de alegra y risas", dije en voz baja, sin
querer que madre me oyera en la cocina. A veces pareca tener la
audicin ms asombrosa. No pens que tuviera que conocer la historia
de mi nombre, porque la ta Lila haba dicho que era "nuestro pequeo
secreto". Ella me habl de eso hace muchos aos cuando yo estaba
llorando, para tratar de conseguir que me detuviera. Funciono.
Quera desesperadamente que madre fuera feliz. Ella pareca tan
triste a veces.
El hombre se ech a rer, no sin amabilidad. "Y quin es tu
afortunada madre?" Me pregunt.
"Su nombre es Ella", le contest, mirando hacia atrs hacia la
cocina. "Es la cocinera. Y la duea".
"Ah, entonces es con quin necesito hablar. Tena la esperanza que
podra presentarme esta noche a cambio de mi estancia".
"Presentarse?"
"Soy un bardo, ya ves".
S que mis ojos se deben haber iluminado por la emocin. "En
serio?" Le pregunt con alegra.
l asinti con gravedad.
"Oh, guau! Eso es tan genial! AMO contar historias, y la ta Lila
siempre deca que yo soy muy buena en eso. Me encantara ser una
bardo algn da, tambin!"
El hombre se frot la barbilla, pensativo, y en lugar de rerse de
mi arrebato entusiasta, como muchos hombres hubieran hecho, l se
limit a sonrer. "Bueno, entonces, tendrs que contarme una de tus
historias antes de irme".
"Oh! Puedo?" Aplaud con las manos, incapaz de contenerme.
"Pero", dije en perfecta seriedad, "debes prometerme ser honesto
conmigo sobre mi presentacin. No quiero que me digas que soy buena
si no lo soy. Y? Y, bueno, en su lugar quiero conocer la verdad,
incluso si esto significa que sueno terrible". No me gustaban todas
las "cosas que no necesito saber", y sobre todo odiaba cuando la
gente me menta.
El hombre asinti con la cabeza. "Eso es muy noble de tu parte.
Prometo ser honesto en mi evaluacin".
"Voy a preguntarle a madre si te puedes presentar esta noche",
dije felizmente, luchando contra el impulso de saltar todo el
camino a la cocina. Entonces record, "Cul es su nombre?"
"Homero", dijo.
Casi se me cay la bandeja. Incluso yo haba odo hablar del famoso
bardo, Homero, quien fue director de la Academia de Artes de Bardos
de Atenas. No poda creerlo, oh, que tena que ser el destino!
Prcticamente corr para encontrar a madre para darle la noticia.
"Madre! Madre!"
Ella se dio la vuelta en el mostrador donde estaba despellejando
un conejo para el guiso de esa noche. "Thala!" Me advirti cuando
tir la bandeja en una mesa por mi emocin. "Qu en la Tierra es
eso?"
"Homero est aqu! El bardo, Homero! Se quedar aqu en la posada
esta noche!"
Madre haba vuelto a su tarea, y me di cuenta que el cuchillo en
su mano se congel en el aire por el momento ms escueto. Luego fue
abajo con un golpe seco y pesado, decapitando al conejo y pasando
muy cerca uno de sus dedos.
"Cuidado, madre", brome.
Ella me sonri. "Lo siento, cario, estaba sorprendida de escuchar
que tenemos un invitado tan famoso".
"Lo s! No es genial? Y l quiere presentarse esta noche a cambio
de su habitacin!"
Madre sacudi la cabeza enfticamente. "No, no habr historias esta
noche".
Mi corazn se hundi, no lo poda creer. "Pero t has dejado a las
personas presentarse en el pasado!"
"T eras ms joven", dijo de forma automtica, y tuve que
preguntarme por qu mi edad tendra importancia.
"Pero?"
"No hay peros, Thala. Yo no tengo suficiente guiso para
alimentar a una multitud esta noche".
Era una excusa poco convincente. Siempre poda hacer ms guiso. No
todos los das un famoso bardo llegaba a la ciudad. Yo quera
discutir con ella, pero pude ver desde el firme conjunto de su
mandbula que su decisin estaba tomada. Madre podra ser muy terca
acerca de las cosas ms extraas a veces.
"No", dijo ella tan pronto como abr la boca.
"Estaba a punto de decir que me gustara ir a decirle", le dije,
tratando de no sonar dolida como me senta.
Su expresin se suaviz. "Lo siento, cario. Es slo No me siento
bien esta noche. Dile que puede tener la habitacin de forma
gratuita de todos modos".
Sonre, alegre que poda ofrecerle al anciano eso al menos. Pero
hubiera sido mucho que adorara orlo contar una historia? Tal vez
sobre Hrcules o Xena y Gabrielle. Durante el tiempo que poda
recordar, haba estado fascinada por las historias sobre Xena y
Gabrielle. Xena haba nacido en Anfpolis tambin, y Gabrielle haba
sido de un pequeo pueblo cercano. De hecho, supuestamente, el ex
titular de la posada haba sido la madre de Xena. Yo no poda dejar
de fantasear con que la famosa Princesa Guerrera haba crecido aqu,
igual que yo. Cuando era mucho ms joven, sola imaginar una alta y
morena guerrera de cabello negro mirndome por encima de mi cama por
la noche, una figura fantasmal en el claro de luna. A veces incluso
jugaramos juntas y ella me susurraba historias sobre sus aventuras
con Gabrielle. A menudo, me gustaba hacer mis propias historias
sobre ellas, fingiendo que haba estado all junto con ellas, como
viajaban por todo el mundo. A la guerrera siempre parecan gustarle
esas. No estoy muy seguro de cmo so hasta esas historias increbles
como una nia tan joven, pero supuse que eran un regalo de mi propia
musa. Nunca las compart con nadie ms porque saba que no eran
verdad, pero no poda or lo suficiente sobre las dos mujeres que
admiraba tanto. Hubiera sido grandioso escuchar a Homero referir
una historia sobre ellas.As fue, el viejo bardo estuvo muy gracioso
sobre la negativa de mi madre de permitirle presentarse y muy
agradecido por la habitacin libre. "Tienes tiempo para unirte a m
para el almuerzo?" Me pregunt, mientras buscaba una excusa para
quedarme en su mesa.
La sala comn estaba casi vaca; era a mediados de invierno despus
de todo, y pocas personas viajaban por los caminos fangosos. Sarah
estaba ocupada avivando el fuego en la chimenea y madre tena el
estofado bajo control en la cocina. Finalmente necesit terminar mis
tareas habituales antes que los clientes habituales de la noche
vinieran a la ciudad, pero tena algo de tiempo libre, y yo saba que
ni a madre ni a Sarah les importara si me tomaba un breve descanso.
Saqu la silla y me sent frente a l.
"Has comido?" Me pregunt.
Asent.
"Bueno, entonces, te importara entretenerme con un cuento
mientras termino mi comida?"
En secreto haba estado esperando que l dira algo as, pero ahora
que la invitacin era una realidad, sent el terror instalarse en mi
estmago como una piedra. Este era uno de los ms grandes bardos en
el mundo! Y l me estaba pidiendo una historia!
l debe haber visto en mi rostro, porque sonri. "Est bien si
prefieres no hacerlo. Estar aqu hasta maana. Tal vez esta tarde en
algn momento".
"No!" Chill. "Quiero Quiero decir" Mi cerebro estaba corriendo.
Tuve que frenarlo o mi boca nunca mantendra el ritmo y acabara por
farfullar tonteras. Respir profundo y me inclin hacia delante en la
silla, capturando su ojo. "Saba usted que la madre de Xena, la
Princesa Guerrera, sola ser la titular de esta misma posada?"
"No tena ni idea", Homero neg con su cabeza, obviamente
sorprendido.
Al ver que haba enganchado su atencin, me lanc a la leyenda
local de Cyrene, que haba tenido una aventura con Ares para dar a
luz a Xena, y que haba sido quemada con el tiempo como bruja por la
apertura de la puerta de entrada al inframundo con sus poderes
sobrenaturales. Madre odiaba cuando le deca esa historia y siempre
insista que no era cierta, pero no me pude resistir. Era una gran
historia. "Y", llegu a la conclusin, "es por eso que muchos de los
lugareos llaman jocosamente a esta posada las Puertas del
Infierno". Todo eso, saba, era la verdad.
"Es as en efecto?" Homero se ri entre dientes. "Es una buena
historia y muy bien contada".
Me sonroj por la alabanza.
"Con una historia as, me sorprende que tu madre decidi reclamar
el lugar".
"Bueno", me encog de hombros, "Ella dice que las historias no
son ciertas, y que Cyrene era slo una persona comn con una hija
extraordinaria. Y los lugareos exageran Mucho". Rod los ojos. A
menudo me preguntaba a m misma, sin embargo, por qu mi madre haba
decidido renovar el lugar. Era cierto que ella era la mejor
cocinera de toda Tracia y la posada prosper a causa de ella, pero
nunca pareca tener bueno ninguna alegra al hacerlo (excepto, por
supuesto, cuando estbamos cocinando juntas, entonces siempre era
muy divertido). En una ocasin haba le preguntado madre por qu se
haba trasladado a Anfpolis y ella termin por decirme que quera
estar cerca de sus seres queridos, y que Sarah no se adaptaba a la
vida en una granja. Por supuesto, cualquier otra duda haba sido
apagada como "cosas que no necesitaba saber", con la misma
brusquedad que tena ante cualquier consulta acerca de mi padre. (Mi
conocimiento de l se limitaba al hecho que l era un poeta que viva
en Roma. Supongo que es dnde saqu mi talento para las palabras,
pero eso es todo lo que realmente saba de l. Ah, y que,
supuestamente, se pareca mucho a su madre mi abuela que descubr que
tambin haba sido una posadera. Pero ella haba tenido el pelo negro
y los ojos azules, mientras que yo tena el cabello rubio y los ojos
verdes, aunque a veces deseaba que hubiera conseguido la inusual
combinacin de caractersticas, pero tena que conformarme con
conseguir su altura en lugar. Me haba sentido graciosa cuando haba
dejado pequeas, tanto a madre como a Sarah a los once aos, pero
ahora me gustaba eso, es decir, cuando no me senta desgarbada y
torpe, lo que afortunadamente no era tan a menudo como lo que sola
ser).
Homero y yo charlamos despus de eso. Le pregunt un montn de
preguntas acerca de Atenas y la Academia de Bardos y l me respondi
sin decir que no necesitaba saber algo. Fue maravilloso. Yo estaba
en el Elseo.
Con el tiempo, madre me sorprendi saliendo de la cocina.
"Thala", dijo mientras el Maestro Homero la mir con una expresin de
sorpresa. "Es tiempo que termines tus tareas. Y me gustara hablar
con nuestro distinguido invitado acerca de sus arreglos de la
tarde". Sac una silla con una sonrisa. "Soy Ella", dijo ella
presentndose, "propietaria y cocinera. Disfrut de su almuerzo?"
Sabiendo que haba sido despedida, me dirig hacia las escaleras
para vaciar el agua de uno de los baos de nuestros huspedes. Cuando
baj varios minutos ms tarde, me di cuenta de que tanto madre como
Homero me observaban mientras cruzaba de la sala a la cocina.
Autoconsciente, casi tropiezo con un banco que sobresala de una de
las mesas. Ruborizndome, hu fuera para terminar mis tareas de
nuevo.
Todava estaba cortando lea cuando o a Sarah y a madre
discutiendo en la cocina en algn momento posterior. Era muy raro
que madre tuviera suficiente malestar para levantar su voz, y yo
estaba horrorizada cuando o mi nombre llegar. Estaban peleando por
m? De repente, tena que saber lo que estaban diciendo y me acerqu a
la puerta para que yo pudiera or.
" Ella no puede quedarse aqu por siempre", Sarah le estaba
diciendo.
"Por qu no? Ella es feliz aqu, verdad?", madre dijo, y de
repente supe que esto era todo sobre m. Madre no hubiera sonado tan
molesta de lo contrario. "Le he dado un buen hogar seguro. Por qu
iba a querer irse?"
Sara se ri. "Escuchate a ti misma, Ella. Piensa en cmo eras a
esa edad. No podas esperar para escapar de la granja. Y ambas
sabemos que siempre has soado con ser una bardo. Ella va por ello
honestamente. Cmo pudiste negarle eso?"
En ese momento, yo tena mi oreja pegada a la puerta, conteniendo
la respiracin. Me lo denegara?
"Atenas no es seguro. Yo no estar all para protegerla".
"La Academia de Bardos es apenas el palacio de Gurkan".
Di un grito ahogado. La Academia de Bardos! Las Parcas me
sonrean hoy! Oh, pero seguramente madre nunca me dejar ir!
"Ella es tan hermosa, Sarah, y habr todos esos chicos"
"T le has enseado a cuidar de s misma. Tu hija no es tonta y
ella podra hablar como forma para salir de laberinto del minotauro.
Y si eso no funciona, la has hecho fsicamente fuerte y ella sabe
cmo defenderse".
"Contra los clientes a tientas! Y si alguien tiene un arma?"
"Pens que estbamos hablando de los chicos de la Academia".
Madre guard silencio durante varios segundos. "No puedo soportar
la idea de perderla".
"No la estaras perdiendo. Dioses, Ella, los nios crecen, pero
eso no significa que los hayas perdido. Los talentos de esa chica
se pierden aqu. Ella pertenece a la Academia. Incluso el Maestro
Homero pudo ver eso".
Una vez ms, mi madre se qued en silencio. Pens que podra
desmayarme por la falta de aire. Me obligu a respirar.
"Por lo menos darle la eleccin", dijo Sarah, en voz tan baja que
casi no la pude or.
Cuando finalmente los pasos se dirigieron hacia la puerta, agarr
mi hacha y tropec de nuevo con la pila de lea, tratando de fingir
que mi corazn no estaba corriendo como un corredor de carreras.
La cabeza canosa de Sarah apareci en la puerta. "Ests casi
terminando, Thala?"
Asent con la cabeza a los maderos no partidos a mis pies.
"Cuatro para ir", le dije, preguntndome si madre me dejara llevar
el hacha a Atenas para defenderme. Estaba segura que poda dividir
la cabeza de un atacante con sta si lo necesitaba. Y entonces ella
no tendra que preocuparse por m tanto.
"Cuando hayas terminado, a tu madre le gustara hablar
contigo".
"S, seora", le dije, y los troncos no fueron divididos tan rpido
en la historia de Grecia.
Yo quera dejar el hacha en el montn de lea en lugar de tomarme
el tiempo para ponerlo en los establos, pero saba que iba a meterme
en problemas si madre lo encontraba. Y yo no quera darle ninguna
excusa para enojarse conmigo hoy, as que hice lo que se esperaba y
los colgu entre las clavijas en la pared junto a la puerta del
establo.
Finalmente termin con la tarea y fui a buscar a mi madre. La
encontr sentada en la pequea habitacin junto a la cocina, donde a
veces dorma por la noche, pero que serva generalmente como segunda
despensa. Llevaba un viejo cordero madera con el que a menudo haba
jugado de nia (y haba pensado realmente que lo haba perdido), y sus
ojos estaban cerrados.
Ver sus lgrimas fue mi perdicin. Mi corazn se hundi. Yo era su
fuente de alegra y risas. Cmo iba a dejarla?
"Mam, ests bien?" Le pregunt en voz baja, aunque saba, por
supuesto, que no lo estaba.
Empez como si no me hubiera odo llegar (que fue casi como una
gran sorpresa como sus lgrimas lo haban sido Una vez ms, dada su
habilidad natural para or el menor ruido a millas de distancia),
ella se enderez de su silla, dejando la oveja en la mesa al lado de
un saco de harina. Se sec las mejillas con una mano. "Lo siento",
dijo ella, tratando de sonrer, pero fallando miserablemente.
"Estaba recordando". Ella neg con la cabeza y pude verla desestimar
sus emociones con la misma eficiencia que ella utilizaba al
gestionar la posada. Me haba acostumbrado a eso a lo largo de los
aos, viendo a madre dejar a un lado su tristeza como un nfora de
vino est encerrada en un stano. Ella me sonri, con una sonrisa esta
vez de verdad. "El Maestro Homero estaba muy impresionado con la
historia que le dijiste esta tarde".
"En serio?" Le pregunt con tanto entusiasmo como pude reunir,
dado que yo estaba tratando de encerrar mis esperanzas y sueos de
la misma manera que madre haba encerrado su tristeza. Como es la
madre, como es la hija, supongo.
Ella asinti y se puso de pie, movindose al pequeo catre contra
la pared. Palme el espacio a su lado, invitndome a sentarme a su
lado.
"l se ha ofrecido a llevarte a la Academia Citadina de Artes de
Bardos de Atenas como su propia aprendiz".
El Maestro Homero, la leyenda, el mayor bardo en toda Grecia
quera que yo fuera su aprendiz? No lo poda creer!
"Es un honor muy alto", Madre continu cuando no dije nada. "Y?
Puedes ir si lo deseas".
Tena la intencin de decir que no, que no estaba interesada en
salir de la posada. Pero no pude sacar las palabras de mi boca. Ser
la aprendiz del Maestro Homero!
Madre me apret la pierna con una sonrisa. "Piensa en ello,
cario. l dijo que estara dispuesto a permanecer unas pocas noches
si decides ir a Atenas con l. Eso te dara tiempo para empacar y
prepararte para el viaje".
*****
Todava estaba sentada en el catre, jugando con la oveja de
madera cuando Sarah vino a mi encuentro. "Te importa si me uno a
ustedes?", ella pregunt.
Negu con la cabeza.
"Qu pasa, Thala? Deberas estar rebotando por toda la posada por
el entusiasmo".
"No puedo dejar a madre", le dije lentamente. "Ella me
necesita".
Sarah respir hondo. "Ella siempre te va a tener, sabes. Es
difcil para ella dejarte ir porque ella ha perdido tanto" Ella se
detuvo de repente, dndose cuenta que estuvo a punto de revelar
algunas de esas cosas que yo no necesitaba saber. Desesperadamente
quera que continuara, que me dijera lo que mi madre haba perdido as
poda entenderla mejor, as que sabra por qu ella se aferraba a m a
veces como si yo pudiera desaparecer ante sus ojos para que yo
pudiera comprender por qu la visin de una puesta de sol ardiente
tan a menudo la haca llorar.
Como comprendiendo, Sarah tom mi barbilla en sus manos e inclin
la cabeza para mirarme a la cara. Pude ver lgrimas en sus ojos.
"Tienes que vivir tu propia vida, Thala. Tienes que seguir tu
propio corazn, encontrar tu propio camino. Ella lo sabe y lo
entiende. Es por eso que accedi a dejarte ir".
Ella sonri tristemente cuando yo no dije nada y me solt la
barbilla. "Mi madre nunca te dijo que Ella se escap de casa cuando
era apenas un poco mayor que t ahora?"
"No!" Respir. Mi madre haba huido de su casa? Mi madre, que tena
tanto miedo de los extraos, que se negaba a hacer las compras en la
ciudad? Mi madre?
Sarah asinti. "No mucho tiempo despus de que ella se escap de
los traficantes de esclavos".
Mis ojos se abrieron como platos cuando me di cuenta de que mi
prima Sarah me estaba tomando el pelo. Golpe su brazo. "Oh, est
bien", le dije, riendo a pesar de m misma. "Te creo eso. Madre en
manos de traficantes de esclavos? Qu hizo ella, agitar una cuchara
hacia ellos?" Me re de nuevo por lo ridculo de la idea.
Sarah inclin la cabeza hacia un lado como desconcertada. "Por qu
dices eso?", ella me pregunto.
Me encog de hombros, desconcertada que no pareca entender. "Es
slo Conoces a mi madre? Ella tiene miedo de todo Una preocupona
tal. Y ya sabes cmo ella odia la idea de la violencia y la lucha,
Sigue el camino de la paz, Thala", le dije, con mi voz en una seria
imitacin de mi madre. "Cuando tomas una espada, te conviertes en un
objetivo. Vivir por la espada es morir por la espada. El mundo no
es un lugar amable. Es realmente necesario que siga?"
"Tu madre es la persona ms sabia que conozco", dijo Sarah
lentamente.
"Bueno, ella puede ser sabia", le dije, aunque yo nunca pens en
ella de esa forma antes, y yo saba que tendra que darle a esa idea
una cierta consideracin seriamente ms tarde, "Pero ella no es
exactamente una guerrera Amazona, o no?"
"Bueno", Sarah suspir pesadamente, con una expresin pensativa en
su rostro. "Veo cmo puedes pensar eso. Pero la gente cambia, Thala.
Recuerda eso".
Era extrao escuchar esas palabras de Sarah.
"Y el mundo no siempre es un lugar amable. Tu madre entiende eso
mejor que la mayora".
"Ella quiere protegerme".
Sarah asinti. "Pero ella tambin quiere que sigas tus sueos".
"Quiero protegerla", dije en voz baja.
Sarah me tom en sus brazos. "Oh, yo s que lo haces cario. Pero
sabes qu? Tu madre puede protegerse a s misma. De verdad". Ella me
solt y me mir seriamente. "Sueas con ser una posadera, Thala?"
Negu con la cabeza lentamente. Siempre mi sueo fue llegar a ser
una bardo. "Pero yo hara cualquier cosa para hacerla feliz".
Sarah sonri con tristeza. "Lo s. Pero sabes qu? Creo que la hara
feliz verte feliz. Me temo que si te quedas aqu y ahora, con el
tiempo comenzars a resentirte. Todava eres joven, pero Las cosas
cambian como envejeces".
Me senta desgarrada, pero saba que Sarah tena razn. Me molestara
si me quedara. Una parte de m - el lado aventurero, el lado con
sueos de fama y fortuna - ya se resenta ante la idea de
quedarse.
"Ella me perdonar si me voy?"
Sara se ri. "Por supuesto. Aunque yo no hago promesas si te
olvidas de escribirle desde Atenas".
"Oh, lo har! Lo har!" Dije, sintiendo la alegra abrirse a esos
sueos otra vez. Navegando en mi corazn. Ira a Atenas para
convertirme en una bardo!
*****
"Thala?" Mis pensamientos fueron interrumpidos por la voz de mi
mentor trayndome de vuelta al presente y me sonroj, sabiendo que l
me haba atrapado soando despierta.
"Lo siento, Maestro Homero", dije, volviendo mi atencin hacia el
pergamino que tena que ser transcripto. Virgil, fundador de la
Academia Romana de Artes Escnicas y Poesa haba escrito el libro,
detallando sus aventuras con Gabrielle - s, esa Gabrielle, la
infame Bardo Guerrera de Potedia - durante las Guerras
Egipcio-Persas. En esta seccin en particular describi cmo los
egipcios haban tratado de hacer a Gabrielle su Reina-Emperatriz, y
cmo ella, Virgil y dos de sus amigos cercanos egipcios se haban
escabullido de Alejandra la noche antes que los sacerdotes haban
planeado consagrarla como su gobernante. De otras historias, yo
saba que ellos haban vagado por el Mediterrneo juntos durante casi
dos aos, haciendo su batalla por el bien supremo. Despus de la
muerte de uno de sus amigos egipcios durante una batalla naval con
piratas marroques, regresaron a Roma. Despus de slo una breve
estancia, Virgil y Gabrielle haban viajado a la Galia solos. Fue
conmovedora descripcin de Virgil la ltima batalla de Gabrielle y su
muerte heroica a manos de los brbaros que le llevaron el
reconocimiento en todo el mundo civilizado y dio riqueza y
reputacin para abrir la Academia Romana.
Toqu la vitela reverentemente. Me asombr de estar sosteniendo
algo que una vez haba estado en posesin de Virgil. l haba tocado
esto, escrito estas palabras. Y l haba redo, dormido y comido con
Gabrielle misma. Tal vez incluso haba ledo este libro. Xena,
Gabrielle, Virgil. Estas personas haban cambiado el mundo. Era la
historia en mis manos y yo estaba encantada de ser quien copiara
eso as la historia que cont nunca se perdera. Era parte de los
deberes de los estudiantes copiar los rollos desvanecidos en la
biblioteca. Algn da esperaba que el Maestro Homero me confiara uno
de pergaminos de Gabrielle. Yo haba odo que la tinta de sus
primeros pergaminos de la poca, algunos ahora de casi cincuenta aos
de edad, estaban empezando a desaparecer y convertirse en
ilegibles. Hubiera amado profundamente transcribir uno de
ellos!
"Maestro Homero?", pregunt, sin importarme si molestaba a los
otros dos estudiantes en la sala de trabajo.
l arque una ceja; una expresin que pretenda ser intimidante,
pero que en realidad haca de su rostro puntiagudo algo bastante
cmico.
"Es cierto que una vez conociste a Gabrielle de Potedia?"
Frunci el ceo, mirando a los otros dos estudiantes que miraban
con el inters esta cuestin. Obviamente, lo encontraron tan
intimidante como yo lo hice, sin ninguna pretensin de volver a su
trabajo. Suspir. "S lo es".
"Cmo era ella?"
Cerr los ojos, como para imaginarla mejor. l tena el mismo hbito
al contar historias. "Vivaz, idealista y muy, muy talentosa", dijo.
Abri los ojos y me mir con una media sonrisa. "Me recuerdas a ella,
un poco".
No poda haberme ofrecido mayor elogio en lo que a m respecta, y
s que me sonroj furiosamente.
"Aunque", continu, "a diferencia de ella, a veces eres demasiado
miedosa de tomar riesgos. Un buen bardo debe saber cundo hay que
romper las reglas y cundo ir en contra de la tradicin para lograr
un mayor efecto".
El Maestro Homero luego se lanz a una conferencia fascinante
sobre cmo Gabrielle haba desafiado lo establecida que haba sido, en
ese momento, la Academia de las Artes de Atenas de Bardos, no slo
en la forma en que ella contaba las historias de una forma tan
improvisada, sino en sus acciones tambin. "A veces", que finalmente
lleg a la conclusin, "la mejor manera de transmitir su mensaje es
con un susurro ms que un grito".
"O viceversa", dije con comprensin.
Homero asinti. "Muy cierto".
"Cuando cambi mi poema esta maana para adaptarlo mejor al ritmo
de la forma prescrita, crees que debera haberlo dejado como
estaba?"
Homero sonri. "La versin original era mucho ms poderosa".
Teniendo en cuenta que mi poema no haba sido nada ms sustancial
que el exterior deterioro lento del Partenn, apenas pareca digno de
designacin "de gran alcance".
"Y tu tarea esta noche es explorar la relacin entre el exterior
del Partenn y el interior del Partenn", dijo Homero.
Cuando se levant para irse, yo saba que haba sido despedida.
Recog mis materiales, cuidadosamente re-enrollando el rollo
original y reemplazndolo en su estuche de cuero. Terminara la
transcripcin maana. Mis dos compaeros no tuvieron tanta suerte y
volvieron con suspiros a sus respectivas tareas de escribas.
Ya que tuve un poco de tiempo antes de la cena, me decid a ir al
Partenn por alguna inspiracin para mi asignacin. Pens que podra
hacer algunas compras en el camino tambin. Los dioses saben dnde
saqu mi amor por ir de compras - debe haber sido del lado de mi
padre de la familia (es curioso cmo pensaba en l tan a menudo,
ahora que estaba en la Academia) - pero haba algunas cosas que
disfrutaba ms que tener una buena oferta en una de las muchas
tiendas de Atenas. A pesar de que yo era conocido por tener una
dura transaccin, mi madre era generosa con mi asignacin mensual y
los mercaderes siempre estaban contentos de verme.
Caa la tarde cuando finalmente llegu a las largas escaleras que
conducan al complejo del templo dedicado a la diosa Atenea. El
Partenn fue pensado para ser impresionante, y ciertamente lo era.
Sin embargo, dos de las metopas en el exterior haban cado haca
muchos aos y nunca haban sido reemplazadas. El poema que haba
escrito ayer lamentaba el hecho que la historia que el friso deca
se haba roto, originalmente comparndolo con el desvanecimiento de
la tinta sobre un pergamino antiguo (la versin que a Homero le
gustaba ms), y luego cambiada a un narrador que haba olvidado de
las palabras de una historia. Mientras suba las escaleras de la
Acrpolis, me pregunt por qu pensaba que el smil era mejor que el
otro y por qu quera que compare el exterior del Partenn con el
interior. Empec a revisar todo lo que saba sobre el Partenn, los
sacerdotes y sacerdotisas, la diosa Atenea."Los dioses son peores
que nios mimados", mi madre dijo una vez despus que llev a casa una
muestra de Apolo, dios del sol y de la msica, de uno de los
festivales. "Haz tu propio destino, Thala, no confes en ellos para
que lo hagan por ti".
Le haba dado la muestra a un nio infeliz que se quedaba en la
posada para tratar de animarlo. Y yo nunca haba puesto un pie
dentro de un templo, incluso aqu en Atenas.
Sin embargo, si yo fuera a adorar a una diosa, Atenea podra ser
mi primera opcin. Sabidura y guerra? S, yo podra admirarla, a pesar
de las palabras de mi madre. Despus de pasar por los Propileos,
segu el camino principal ms all de la estatua de bronce de Atenea
hasta que encontr un lugar para sentarme en el que poda estar fuera
del camino de las idas y venidas de la Acrpolis y aun as ver el
Partenn.
Mirando a un pequeo grupo de sacerdotes y sacerdotisas que
afanosamente arreaban a un pequeo grupo de personas hacia el Templo
de Nike, me pregunt cmo sera dedicar mi vida a una deidad. Yo no
dudaba de la existencia de los inmortales - suficientes personas
los haban presenciado convencerme de eso - pero me preguntaba que
ganaban con una vida as. Les agradeca Atenea por su servicio? Los
provea a ellos con regalos? O eran mortales bajo la atencin de
tales seres?
"Hey nena", dijo una voz a mi lado, y mir al rostro de una mujer
muy hermosa con el pelo rubio ondulado. Estaba vestida
escandalosamente bien incluso para Atenas, en una sedosa prenda
casi transparente que habra hecho que me sonrojara. Bueno, est
bien, me hizo sonrojar, a pesar de que yo no era la nica vestida.
Era muy hermosa y er bastante bien dotada. De todos modos, se sent
a mi lado con una sonrisa. "Es hermoso, no es as?" Ella estaba
mirando al Partenn, que se avecinaba enorme e imponente frente a
nosotras.
"Uh S, lo es", dije, preguntndome si haba escapado de algn
burdel cerca del puerto. Era esta una de los locos que mi madre
siempre me haba advertido? "Es una pena lo de las metopas cadas,
sin embargo. Me pregunto por qu no han sido reemplazadas".
"Ellos no pueden permitirse el lujo de que te lo arreglen", dijo
la mujer con un encogimiento de hombros. "Y es una pena, tambin.
Atenea nunca habra dejado que este lugar est tan deteriorado como
esta".
Realmente no haba esperado que ella respondiera a mi pregunta y
la respuesta que proporcion de hecho hizo que me quede mirndola.
Ella estaba definitivamente loca, pero no se vea muy amenazante
tampoco. "El templo es pobre?" Le pregunt, curiosa de ver si poda
dar una explicacin para eso.
"Oh, seguro. Mira a tu alrededor, qu es lo que ves aqu?"
Aparte del grupo de personas que haban desaparecido en el Templo
de Nike, eran sobre todo sacerdotes y sacerdotisas que corran
presurosos en sus asuntos. No haba muchos de ellos, tampoco.
"No hay muchos visitantes", dijo la mujer tristemente, cuando no
dije nada. "Por qu molestarse en adorar a una diosa muerta?"
"Muerta?" Le pregunt sorprendida.
"Uh-huh. Xena la mat. Deberas preguntarle a Homero sobre los
pergaminos de Eve de Gabrielle. La mayora fueron quemados por un
estudiante indignado hace aos, pero Homero los ley antes que
sucediera".
La mir fijamente. Xena mat Atenea? Gabrielle? Pergaminos?
Homero? "Qui-Quin es usted?" Finalmente tartamudee.
Ella sonri brillantemente. "Una amiga de tu familia".
Madre tena una amiga en Atenas? Qu ms haba que nunca me dijo?
"Lo siento, no creo que mi madre nunca la haya mencionado antes. Y?
Cmo me reconoci? Nos conocemos?"
La mujer se ri y me toc la nariz con el dedo, dejndolo
hormigueando. "Yo te reconocera en cualquier lugar, pequea. Y pens
que te podra gustar un poco de ayuda en tu tarea", ella me gui un
ojo. "No todos los mortales estn bajo de la notificacin de los
inmortales. Oh, mira eso!"
Seal en el Templo de Nike donde se llevaba un gran toro para el
sacrificio. Cuando mir hacia atrs, ella se haba ido. Me puse de pie
a toda prisa, mirando alrededor buscndola en todas partes, pero
ella haba desaparecido.
Volv a sentarme pesadamente, sosteniendo mi cabeza entre mis
manos. Yo estaba perdiendo la cabeza. Una cosa era soar con una
guerrera imaginaria como una compaera de juegos cuando era nia,
pero alucinar con una hermosa mujer con poca ropa? Lo fuera ella -
amiga de la familia - era otra muy distinta. Gem.
Con la esperanza de olvidar todo el encuentro raro, decid a
entrar en el Partenn. Tal vez al ver la gigantesca estatua de
Atenea que me proporcionara la inspiracin que necesitaba. Caminando
entre los enormes pilares, entr en el edificio. Era tranquilo y mis
pasos resonaban mientras me acercaba a los 40 pies de altura de oro
y marfil de la estatua de la diosa. La primera cosa que not fue que
las decoraciones de bronce en el templo se fueron empaando. La
segunda cosa que not fue que yo estaba sola en el enorme edificio.
Y no slo sola, lo estaba en el sentido de que no haba otras
personas presentes. No haba ni una chispa de divinidad en este
templo, sin presencia viva de una diosa inmortal. El metal
deslustrado, el polvo en las esquinas estaba tan descuidado en el
interior como lo estaba en el exterior. Slo haba un puado de pobres
ofrendas en el altar.
Atenea estaba muerta. Yo crea que tena mucho sentido, de pie en
el edificio abandonado. Y Homero lo haba sabido. l saba lo que iba
a descubrir cuando llegara aqu? Negligencia por dentro y por fuera.
Haba ledo un hace tiempo perdido pergamino de Gabrielle que
describa la muerte de Atenea? Y si era as, por qu no le haba
contado la historia al mundo? Esto era una revelacin estremecedora!
Especialmente para la ciudad que todava proclamaba la proteccin de
Atenea!
Eso me calm de inmediato. Atenas estaba enamorada de Atenea.
Admitir que estaba muerta era admitir qu? Qu ya no tenan su tutora?
Qu eran vulnerables? Qu nadie estaba guiando el destino y la
fortuna de la ciudad? La cabeza me daba vueltas. El primer bardo
que tuviera el coraje de proclamar abiertamente la muerte de Atenea
de seguro conseguira ser abucheado y vapuleado. Aunque Mir a m
alrededor, a pesar que ya todo el mundo lo saba, aparentemente - al
menos en sus corazones - que ella se haba ido. Pero alguien tena
que hacerlas admitir la verdad!
Me di la vuelta y sal del templo. Todas las piezas fueron
cayendo en su lugar. La mujer que haba venido a hablar conmigo,
obviamente, haba sido una inmortal que haba desaparecido de manera
instantnea. Y vino a ayudarme? A inspirarme! Ella debe haber sido
una musa - mi musa - una amiga de mi padre, sin duda, ya que era o
haba sido un poeta. Ella me ayudara con esto? Esta gran empresa.
Eso, tambin, fue la razn por la que Homero me haba dado una
conferencia acerca de tomar riesgos y el valor necesario para ser
una gran bardo. Obviamente era mi destino darle la noticia a Atenas
que su diosa estaba muerta, para conseguir que acepten la verdad.
Me gustara ensearle a Atenas lo que mi madre me haba enseado (un
punto a favor de la evaluacin de Sarah que mi madre era sabia!),
que no debemos mirar a los dioses para nuestra proteccin y gua, que
tenamos que mirar hacia fuera por nosotros mismos. Por supuesto,
todava tenamos que darles las gracias por su ayuda cuando la daban,
al igual que en el caso de mi musa hoy, despus de todo, yo no quera
ofenderla!
Escrib mi propio destino mientras volaba por el camino de la
Acrpolis a la ciudad a en mis pies, con mis sandalias golpeando los
escalones de piedra. Tendra un momento difcil por lo mismo, en un
principio, por supuesto. Los hroes siempre tenan sus ensayos. Pero
la belleza y la inspiracin de mis palabras prevaleceran, y,
finalmente, me gustara hacerles ver la verdad y ser amada por
liberarlos de la MENTIRA. Vi la fama y la fortuna en mi futuro. Vi
a las multitudes dndose codazos entre s para obtener una visin de m
en la calle. Vi a los comerciantes que me daban regalos que de otra
manera podran haber ofrecido a los dioses. Me vi de pie delante de
una multitud de personas cuya atencin demoraba a cada palabra.
Estaba tan ocupada viendo estas cosas, de hecho, que no vi al
hombre extremadamente grande, barbudo, vestido con armadura
exterior de pie en medio de la calle en la base de la Acrpolis
hasta que me encontr de lleno en l. Como podra ser que tambin me
hubiera topado con un muro. Y con toda la gracia del tonto infame,
Joxer el Grande (un tema favorito de uno de mis compaeros de
estudios en la academia que se especializaba en comedia), rebot en
el hombre y ca de lleno en mi trasero. "Lo siento!" Murmur,
subiendo torpemente a mis pies, sonrojada por la vergenza.
Alguien grit con entusiasmo a mi lado. Volviendo a ver a quin
haba hablado, vi a otro hombre, vestido con atuendo similar
extranjero, apuntando directamente a m. Pensando que deba haber
alguien detrs de m, mir por encima de mi hombro. Dos brbaros ms se
acercaban desde esa direccin, pero no haba nadie ms a la vista.
Ahora, puede sonar como si yo fuera un poco lenta en la
absorcin, pero en realidad, todo esto sucedi muy rpidamente, y yo
no tena la costumbre de tener miedo a los extraos, a pesar de las
advertencias con las que haba crecido. En el momento en que me di
cuenta de que yo era, de hecho, confundida con otra persona (despus
de todo, yo no haba escrito mi pica sobre la cada de Atenea todava
y no haba ninguna razn bajo el sol para que brbaros extraos
estuvieran interesados en m), estaba rodeada por cinco guerreros de
los ms grandes y amenazantes.
Sin camino claro de escape, hice lo que mi madre me ense. Yo
disimul, con la esperanza de que me escucharan lo suficiente como
para darse cuenta que yo no era esa persona que estaban buscando.
"Hola", les dije con una gran sonrisa, manteniendo cualquier rastro
de miedo en mi voz. "Son nuevos en la ciudad, muchachos? Estaban
buscando una gua para la ciudad? Me temo que slo soy una humilde
estudiante en la Academia de Artes de Bardos de Atenas, pero puede
ser que les recomiende un viaje a la cima de la Acrpolis? La vista
de Atenas es hermosa desde all arriba, y el Partenn es un clsico
ejemplo de la mejor arquitectura de toda Grecia".
Tres de ellos levantaron la mirada hacia la colina detrs de
nosotros cuando lo seal. Los otros dos se me quedaron mirando.
El mayor de los dos, el hombre con el que haba topado, frunci el
ceo. "Eres Thala, la hija de la posadera de Anfpolis?" Pregunt con
un fuerte acento.
Si yo hubiera sido realmente ingeniosamente rpida en este
momento, hubiera mentido. Por desgracia, yo no tena el hbito de
mentir, y, como ya he mencionado, no me gustaba cuando la gente me
menta, as que todo lo que hice fue mirar boquiabierta al hombre,
tratando de averiguar cmo saba mi nombre.
"Slo hay tres chicas en la Academia", uno de los otros hombres
dijo. "Las otros dos eran ms pequeas".
El hombretn asinti. "Eres buscada por nuestro rey", dijo.
La siguiente cosa que supe, que la parte de atrs de mi cabeza
explot de dolor y estrellas, y yo no supe ms.
*****
Es gracioso (definitivamente no en un tipo de forma ja-ja) cmo
se puede pasar de estar en la cima del mundo - o la Acrpolis, en el
caso como fue planificando y trazando tu futuro y tu destino
perfecto, con claridad detallada y al momento siguiente despiertas
en la cubierta hmeda, con olor a pescado en un barco, con fro,
aterrorizada, con un terrible dolor de cabeza, sin saber el destino
de todos y completamente insegura de lo que depara el futuro, y
mucho menos el presente inmediato. El miedo dejaba un sabor a la
bilis en mi boca y mi cabeza estaba palpitando tan fuerte que
apenas poda pensar.
Estaba acostada de lado junto al mstil de la nave, y con el
tiempo me di cuenta de que el barco que pareca ser un pequeo barco
mercante como los que a menudo viajaban entre Atenas y Roma. A
partir de las acciones de la tripulacin del barco - vestidos ms
como marineros romanos que guerreros brbaros - deduje que estbamos
en el muelle. Los hombres andaban alrededor, ignorndome como lo
hacen con un pez perdido dado por muerto en la terraza. Cuando trat
de moverme, me di cuenta que mis manos estaban atadas por delante,
pero mis pies no estaban amarrados en absoluto. Eso me dio la
esperanza y una idea.
Sin detenerme para evaluar la conveniencia de eso, salt a mis
pies y corr a un lado de la nave. Yo era una excelente nadadora y
hasta con las manos atadas pensaba que estaba mejor en el agua que
en esta nave con destino a los dioses-saban-dnde con un grupo de
brbaros extranjeros. Estaba a punto de lanzarme por la borda cuando
unos brazos fuertes me atraparon por detrs.
"Thala, no!" Una voz fuerte dijo en mi odo mientras yo estaba
luchado en la cubierta. Trat de luchar y que podra haber conseguido
un golpe o dos en mis agresores (los cuales eran al menos tres),
pero con las manos atadas y la cabeza punzando realmente no tuve
mucha oportunidad. No pas mucho tiempo antes que estuviera en mi
espalda con las piernas atadas tambin.
"Djame ir!" Chill, menosprecindome a m misma por mis lgrimas. No
quera llorar delante de estos hombres, pero no pude evitarlo. "Por
favor djame ir!"
"Ulf, Torfi, djenme hablar con ella". Un hombre alto con el
cabello rubio arena le hizo seas a los dos brbaros para que
salieran. No estaba vestido como los dems, llevaba una camisa y
pantalones cmodos de comerciante romano de mediana edad. Tena el
rostro bien afeitado y pens que podra haber pensado ser comprensivo
con mi situacin. Tomando una respiracin profunda, l se arrodill a
mi lado.
"Thala, por favor?" l comenz, luego se detuvo, luciendo casi tan
angustiado como yo. "Lo siento, pero Por favor, no tengas miedo. No
dejar que nadie te haga dao". Levant la vista cuando otro hombre se
acerc.
"Demasiado tarde", murmur, las lgrimas todava cayendo y
sintindome mal del estmago.
El recin llegado estaba tambin bien afeitado, pero era evidente
que era un brbaro basada en su vestimenta. Su espalda era amplia y
robusta, con los brazos gruesos y duros y ojos oscuros. l frunci el
ceo como rod sobre mi lado y vomit con prontitud en la cubierta
delante de sus botas.
Para mi sorpresa, l se inclin y me levant en sus brazos con una
dulzura que desmenta su aspecto rugoso. "No sera prudente de tu
parte intentar abandonar el barco con las manos atadas", dijo,
llevndome hacia una puerta en la parte trasera de la nave. "Y
Virgil te habl con sinceridad. No tienes que tener miedo. Yo siento
mucho que Torfi te golpeara la cabeza. Le di la orden de no hacerte
dao. Creo que tu altura inesperada puede haberlo asustado".
Me pusieron en una hamaca dentro de la pequea cabina. Mantuve
los ojos cerrados porque eso pareca ayudar a mi dolor de cabeza,
pero saba que los dos hombres estaban rondando cerca, mirndome.
Olisque y me sequ las lgrimas de mi cara, tratando de obtener bajo
control mis emociones que rabiaban. "A dnde me llevas?" Finalmente,
le pregunt. "Por qu?"
"Vamos al norte, a mi pas, Dinamarca", respondi el brbaro. "El
por qu es un poco ms complicado".
"Le dir si no lo haces", el hombre llamado Virgil espet.
Abr los ojos, preguntndome si estaba oyendo todo esto
correctamente. Virgil estaba mirando al brbaro con rabia.
El brbaro asinti, mirarme a los ojos. "Eres un medio para un
fin, me temo. Necesito la ayuda de tu madre y creo que la nica
manera de conseguirla es a travs de ti".
Dioses, me dola la cabeza. Nada de esto tena sentido.
Virgil lo debi ver en mi cara. "El rey Beowulf aqu es un viejo
amigo de tu madre, Thala. Y sabe que la nica cosa en la tierra que
conseguira que saliera fuera de esa posada y viajara a Dinamarca
eres t".
Bueno, eso era probablemente cierto, reflexion, pero todava no
entenda por qu alguien - especialmente un rey brbaro de Dinamarca -
necesitara la ayuda de mi madre o cmo se haban conocido en primer
lugar. A menos que l hubiera ido a la posada en algn momento, pero
estaba bastante segura que habra recordado a alguien tan inusual,
incluso si yo hubiera sido muy pequea. Entonces me di cuenta que
tal vez me haban confundido con la hija de Sarah. Ciertamente no
habran sido los primeros en hacerlo. Madre era tan solitaria que la
mitad de Anfpolis slo me vea con Sarah. Y yo saba que Sarah haba
viajado en su juventud.
Tuve la tentacin de corregir su error, pero no vi ninguna razn
para eso, de verdad. No poda ver a madre viajando sola, as que
Sarah sera sin duda la que viniera a mi rescate de todos modos. Y
creo que tal vez, slo tal vez, una pequea parte de m realmente
quera ser la hija de Sarah, a causa de su misterioso pasado. Quiero
decir, ms all de que madre tuvo una gran tragedia con la que no
quera hablar con nadie (Un nio perdido? Un amante muerto? Mi padre
que la haba dejado?). Pero la historia de Sarah golpeaba de
intriga, especias orientales, exticas aventuras y alguien llamado
Gurkan. Pude ver a Sarah habiendo encantado a este Beowulf en algn
momento de su pasado, pero no mi mam que era montona, no importaba
qu tan eficiente y eficaz era ella estando en funcionamiento en la
posada. "Vas a lastimarla?" Finalmente logr preguntar.
Beowulf sonri. "No, pero estoy esperando que me ayude a ajustar
bien algunas cosas".
"Qu clase de cosas?"
Beowulf comenz a pasear.
Virgil le dirigi una mirada de advertencia. "Te lo dije que ella
no sabe, Beowulf. Y no es nuestra posicin decirle".
Oh, bien, pens. Ms secretos. Quera gritar. Obviamente se trataba
de un asunto de familia. En mi ltimo ao en la Academia me haba dado
cuenta que todas las familias tenan sus hbitos extraos, neurosis
extraas e historias extraas. Lo que saba de mi familia era
sorprendentemente aburrido en comparacin, sin cuentos para
compartir como las payasadas salvajes del to loco Poticles o la ta
olvidadiza Esmeralda. Nunca se me haba ocurrido antes que no era
normal que los padres ocultaran elementos importantes de su pasado
a sus hijos y que no todos los chicos del mundo escuchaban "algunas
cosas no las necesitas saber", como una rutina base. Aunque yo tena
un montn de historias para contar acerca de diversos clientes de la
posada, no tena nada para compartir acerca de mi propia familia.
Finalmente decid que la neurosis rara de mi familia era la
necesidad compulsiva de mantenerme en secreto ciertas cosas.
Decid all mismo que la prxima vez que viera a mi madre y a
Sarah, iba a insistir en que me dijeran todo. TODO! Porque el
pasado que haban decidido que no necesitaba saber slo me haba
golpeado en la cabeza y me arrastraba fuera a Dinamarca.
DINAMARCA!
Yo ni siquiera saba exactamente dnde estaba Dinamarca. El nombre
conjuraba un vago recuerdo de una historia que me cont mi guerrera
fantasmagrica acerca de mujeres guerreras que montaban en caballos
al galope a travs del aire, pero la descart como pura fantasa.
Estaba bastante segura, sin embargo (probablemente de una de madre
o las muchas lecciones de Sarah), que Dinamarca estaba en las
regiones ms al norte del mundo conocido; un lugar sometido a largos
y oscuros inviernos y fros, poblados por los brbaros que les
gustaba pelear con hachas de mango largo.
Me sent en la hamaca, ya no asustada, sino muy, muy enojada. "Yo
no quiero ir a Dinamarca", le dije muy sucinta. "Usted no tiene
derecho de hacer esto sin mi participacin voluntaria. Y puede girar
este barco alrededor y llevarme de nuevo a Anfpolis donde hablar de
esto con mi madre en persona".
Por un momento, pens que iba a funcionar. Beowulf se me qued
mirando, duramente, e incluso mir hacia otro lado en primer lugar,
por la culpa en sus ojos. Empez a caminar de nuevo.
"Tiene razn", dijo Virgil en voz baja. "Es lo que hay que
hacer".
Finalmente Beowulf se detuvo y sacudi la cabeza. "No, no, esto
es demasiado importante. Y te dijiste a ti mismo que ella no se ira
sin una buena razn".
"Su amistad podra ser suficiente", dijo Virgil. "Ella habl muy
bien de ti".
Mis odos se agudizaron con eso. Virgil conoca a mi madre tambin?
O a Sarah?
"No. Ha pasado demasiado tiempo. No tengo nada que ofrecerle, no
puedo hacer otra cosa que rogar. Ni siquiera puede que crea mi
historia. No puedo correr el riesgo de no tener xito. Hay demasiado
en juego". Me mir de nuevo con tristeza. "Lo siento, pero tenemos
que seguir adelante". Con eso, se fue, cerrando la puerta tras
l.
Virgil se qued en la habitacin conmigo, mirando las tablas de
madera del piso. "Lo siento, tambin", dijo finalmente.
Me encog de hombros, mirando a las cuerdas unidas a mis muecas.
"Supongo que no tienes ninguna relacin con el poeta Virgil,
verdad?" Pregunt. Fue ms que nada para entablar conversacin; no
pareca ser bastante mayor para ser el Virgil[footnoteRef:1], y tena
una inseguridad sobre de l que no poda imaginar en el fundador de
una academia escolstica tan respetada. [1: Virgil es Virgilio, el
poeta.]
Tosi como si la pregunta que le haba hecho lo ahog. "Quin? Yo?"
Pregunt, golpendose el pecho, como para desactivarla. "Uh? Me veo
como un poeta?"
Lo examin de cerca. Mi madre me haba enseado a adivinar las
ocupaciones de nuestros huspedes en el hotel, convirtindolo en un
juego que jugbamos. Durante los aos me haba hecho bastante buena
leyendo a la gente. No slo sus ocupaciones, sino sus emociones y
personalidades tambin. "No", le dije con sinceridad. "Te ves ms
como un herrero". Las marcas de quemaduras en sus botas me lo haban
dicho. Haba algo ms extraamente familiar en l, tambin, pero yo no
poda saberlo con exactitud.
l sonri. "Tienes razn. Yo soy un herrero".
"Conoces a mi madre".
La sonrisa se desvaneci. "S".
"Cmo? Dnde se conocieron? Cundo?"
Trag saliva. "La conoc en una posada hace muchos aos. Antes de
que nacieras".
"Dnde estaba esta posada?"
"Justo en las afueras de Roma".
Mi madre haba estado en Roma? Eso era nuevo para m. Pero supuse
que era posible, ya que mi padre vivi all. "Qu estaba haciendo
all?"
"Realmente no es mi posicin decirte", dijo despus de un momento
de consideracin. "Es la decisin de Ella, no la ma", dijo con tanta
conviccin que yo saba que no iba a conseguir nada ms de l.
Ella. Esto en cuanto a mi teora que estaban realmente tras de
Sarah. Gem, volviendo a caer en la hamaca. "Por qu me siento tan
mal?" Pregunt. Mi ira haba ayudado a aclarar mi cabeza un poco,
pero todava me senta mal del estmago.
"Has estado alguna vez en un barco antes?" Pregunt Virgil.
"Ests bromeando? Es posible que haya una tormenta o un tsunami,
o podra encontrarme con sirenas o Caribdis, o algn monstruo marino
gigante con un antojo repentino de barcos?" Yo dispar la primera de
las muchas razones por las que madre absolutamente me prohibi poner
un pie en un barco.
l se ri entre dientes. "Si tuviera que adivinar, entonces,
probablemente ests mareada".
"Mareada?" Repet.
l asinti con la cabeza.
"Quieres decir que me voy a sentir de esta manera durante todo
el viaje a Dinamarca?" Le pregunt horrorizada.
"Bueno, no creo que Beowulf est planeando para navegar todo el
camino".
"Pero no lo sabes con certeza?"
l neg con la cabeza. "Soy casi tanto su prisionero como lo eres
t".
"Qu quieres decir?" Pregunt. Desde luego, no pareca que estaba
siendo coaccionado.
"Alist mi ayuda amenazando a mi esposa y a mis dos hijos".
"Lo crees? De verdad crees que l los podra lastimar?" Pregunt.
Beowulf pareca desesperado, pero no cruel.
"No lo s", dijo. "Tal vez no ahora, pero cuando lleg por primera
vez a mi tienda en Roma, no lo conoca. Yo saba que slo lo que tu
madre me haba dicho acerca de l, y ella lo haba conocido antes de
que l se hubiera convertido en un rey. El poder puede cambiar a la
gente. l pareci muy convincente en su momento. Y dej a tres de sus
guerreros detrs para mantener un ojo en mi familia". Sacudi la
cabeza con tristeza.
"Entonces me ayudars a escapar! Vamos a escapar juntos!"
Virgil sonri con tristeza. "No".
"Qu? Por qu no?"
"No espero que entiendas esto, y en realidad no es justo para
ti", dijo lentamente, sacando un cuchillo de su bota para cortar
las cuerdas alrededor de mis piernas y las muecas, "pero Beowulf me
ha convencido que es para el bien supremo". Con esas palabras
crpticas, se dio media vuelta y se fue, o una llave en la cerradura
cuando la puerta se cerr detrs de l.
*****
Me apoy en la barandilla del barco viendo una escuela de
delfines en carreras a lo largo de nuestro lado. Quera vomitar,
pero no tena nada en el estmago despus de la ltima vez. En su mayor
parte, me qued encerrada en la cabina, y en particular no quera
dejar la relativa comodidad de la hamaca, pero Virgil haba
insistido en que saliera por un poco de aire fresco hoy, el quinto
da desde que haba sido secuestrada en Atenas.
l estaba apoyado contra la barandilla junto a m, con los brazos
cruzados. "Es un da hermoso, no? Lo creas o no, es un da
maravilloso para navegar".
Gru. Si hubiera habido algn signo de tierra a la vista, me habra
echado a m misma por la borda. De hecho, incluso sin la promesa de
tierra, el pensamiento de ahogarme estaba empezando a tener su
propio atractivo indescriptible.
"Te sientes mejor?" Pregunt.
"No", dije con voz ronca. Era la conversacin ms larga que haba
tenido con alguien ese da. Al parecer, al equipo romano se le haba
dado rdenes de no hablar conmigo, y cuando trataba de hablar con
los brbaros, se escabullan, encontrando rpidamente una excusa para
estar en otro lugar. Me pregunt si Beowulf los haba castigado
severamente por pegarme en la cabeza. Beowulf mismo me haba estado
evitando, irradiando positivamente culpabilidad cada vez que lo
vislumbraba. Si no me hubiera estado sintiendo tan enferma, estoy
segura que lo habra encontrado gracioso. Virgil, sin embargo l haba
sido el que trataba de hacer que yo comiera y bebiera, me
engatusaba a hacerlo a pesar de mi nusea. l tambin trat de entablar
conversacin, pero por mi parte, senta que si no iba a contestar a
las preguntas de las que quera respuestas, no quera hablar
particularmente.
Desafortunadamente (o afortunadamente, tal vez), la resolucin
estaba empezando a desvanecerse. Nunca me haba imaginado ser
secuestrada por brbaros sera tan abrumadoramente aburrido. Rara vez
haba estado enferma cuando era una nia, y aparte de las
enfermedades habituales de la infancia y un brazo roto como
consecuencia de la patada de un caballo cuando tena diez aos, no
poda recordar haberme sentido as de horrible durante tanto tiempo y
la soledad era sin duda lo peor.
"Tu madre nunca te ense los puntos de presin para el mareo?"
Pregunt Virgil.
Levant la vista hacia l, luego me enderec, dndome la vuelta para
apoyarme en la barandilla, inconscientemente imitando su postura
cruzada armada. Me di cuenta con una pequea sorpresa que yo era
casi tan alta como l. "Ella me ense varios", dije, "pero no uno
para el mareo. Y nunca estuve realmente interesada en convertirse
en una sanadora. Siempre tuve una especie de asco por la
sangre".
Virgil se ri. "Supongo que ella no tena que preocuparse porque
quisieras salir corriendo para convertirte en una guerrera
entonces, eh?"
"Bueno", me encog de hombros, "en teora, convertirme en una
herona sera realmente bueno, pero en realidad, nunca me gust,
incluso matar pollos. Una de las cosas que me gustan de convertirme
en bardo es el potencial de cambiar el mundo con palabras en lugar
de armas".
"Esa es una buena manera de decirlo", Virgil asinti, sin dejar
de sonrer. "Y estoy seguro de que tu madre lo aprueba. Y? Te gusta
Atenas y la Academia?"
"Oh, s! El Maestro Homero es maravilloso, he aprendido mucho. Y
Atenas? Bueno, Atenas es simplemente increble. Siempre hay mucho
que ver y hacer, es casi demasiado. Es tan diferente de
Anfpolis!"
"Vas a tener que visitar Roma algn da. Apuesto a que te gustara,
tambin".
Lo mir, preguntndome si era una invitacin. "Me gustara", le dije
en serio. "Mi padre est ah", aad, casi como una ocurrencia tarda.
Fue divertido, ni siquiera saba el nombre del hombre, pero de
alguna manera saber que Roma era su hogar creaba una conexin
provisional con la ciudad en mi corazn.
Virgil me mir con una expresin extraa y rpidamente desvi la
mirada de nuevo. l cambi su peso contra la barandilla. "Hm", gru
sin comprometerse, frunciendo las cejas.
No haca falta ser un genio para ver que l saba ms de lo que
dejaba ver. Me qued mirndolo. "Sabes quin es, no?" Pregunt.
Se sonroj. "Qu? Eh? Yo? Um?"
"Oh, por favor", le rogu, agarrando su brazo. "Tienes que
decirme algo sobre l! Cul es su nombre? Dnde vive? Qu aspecto
tiene? Cmo conoci a mi madre?"
"Yo? Uhh? Umm", dijo, dando un paso lejos de m. "Uh Qu es? Eh? l
es"
"Poeta?"
"Bueno, s"
"Qu tan alto es l?"
Se encogi de hombros, agitando la mano vagamente en el aire en
algn lugar por encima de mi cabeza.
Bueno, por lo que era alto. Eso era algo! "Cmo se llama?"
"Yo? Eh? Bueno No creo que yo"
"Me deberas decir eso", termin por l, rodando mis ojos. "Est
bien, lo entiendo. Eh, Cmo conoci a mi madre? Seguramente me puedes
decir eso!"
"Bueno, no, no creo que pudiera".
Gem y pisote con el pie en seal de frustracin. "Tiene otros
familiares? Hermanos? Hermanas? Eso tiene que ser lo
suficientemente vago para que puedas contestar!"
"Un par de hermanos y hermanas", dijo Virgil con un suspiro.
"Sus padres?"
"Muertos".
"Est casado?"
"S, con hijos".
"Hijos?" Respir. Tena medio hermanos? Medio hermanos, tas y tos.
Mi familia se haba expandido exponencialmente! Ahora yo estaba
realmente en un rollo!
Debe haber visto el asombro en mi cara porque l tom una de mis
manos y la apret. "Thala", dijo en voz baja, moviendo la cabeza.
"No ms".
Asent con la cabeza, tratando de tragar mi decepcin. l podra
tambin haberme golpeado en el estmago. Sent las lgrimas picando mis
ojos. No era justo. l saba y no me deca, y yo no entenda por qu no
me lo dira. "l rompi el corazn de mi madre?" Finalmente, le
pregunt. Era la nica pregunta que realmente importaba. La nica que
realmente necesitaba saber.
Una gran tristeza llen sus ojos mientras limpiaba una lgrima de
mi mejilla. "No", dijo, y sonri torcidamente, porque saba que yo no
lo haba esperado que respondiera. "Creo que Creo que le gustara
creer que l le dio una gran alegra y felicidad". Me apret la mano
de nuevo antes de dejarla suelta, luego se volvi para mirar a los
delfines. "Fue alguien ms que le rompi el corazn".
Diger eso por un momento. Quera preguntarle quin era, pero saba
que la sesin de preguntas y respuestas fue demasiada para el da.
Tal vez para siempre, pero yo no iba a renunciar tan fcilmente.
Este herrero de Roma saba ms sobre la historia de mi madre que yo e
iba a hacer mi mejor esfuerzo para escabullirla fuera de l.
"Es un da hermoso para navegar", dijo Virgil.
Asent con la cabeza, mirando una gaviota sobrevolando mi
cabeza.
"Cmo est tu estmago?"
Estaba mejor, me di cuenta. Sonre. "Como si yo pudiera ser capaz
de comer algo".
"Te dije que el aire fresco te hara bien", Virgil sonri. "Vamos,
nia", dijo, envolviendo un brazo alrededor de mi hombro. "Vamos a
buscar al cocinero".
*****
"Por favor, trame por la borda", rogu cuando Virgil sopl en mi
camarote tres das ms tarde una rfaga de viento. Nosotros golpeamos
una tormenta el da despus de nuestra larga conversacin, y aunque al
parecer haba decidido dejar de llover hoy, el viento y las olas
todava estaban lanzndonos con la nave. Y mi estmago. Nunca me haba
sentido tan nauseabunda en mi vida. Pens que iba a morir. En
realidad, eso era slo una ilusin. Yo saba que esta tortura durara
para siempre, mi propio Trtaro-sobre-un-barco privado.
Mir el cuenco en sus manos. "No tienes hambre, supongo, eh?"
"Ni siquiera pienses en traer eso lo suficientemente cerca como
para que yo lo huela".
"S, tena miedo de eso. Incluso algunos de la tripulacin
enfermaron anoche", asinti con la cabeza. "Buenas noticias, sin
embargo. De acuerdo con Beowulf, deberamos estar en tierra
maana".
Podra haber llorado de alegra.
*****
La tierra, por desgracia, result ser ms un pantano. Y el pantano
se convirti en otro largo viaje en barco, esta vez en barcos mucho
ms pequeos que remaban los secuaces de Beowulf que vinieron a
nuestro encuentro. Sentada en la humedad, mecindome en la parte
inferior de la pequea embarcacin, casi anhelaba la relativa
estabilidad de la nave ms grande. Eran emociones decididamente
mixtas con las que vea a mi ex "palacio flotante del dolor"
desaparecer detrs de la hierba alta del pantano.
"No te ves tan bien", uno de los nuevos brbaros dijo mientras
empujaba su remo.
"Mareada", dijo Beowulf desde la parte delantera de la
embarcacin. Tanto Virgil como Beowulf compartan el barco conmigo.
Torfi, Snori y Ulf estaban sobre el prximo barco. Yo no haba
aprendido los nombres de los otros dos hombres que me haban
capturado en Atenas, pero haban quedado en el barco de todos modos.
Supuse que estaran regresando a Roma para unirse a sus compaeros
que vigilaban a la familia de Virgil.
El hombre solt un bufido. "Nunca podras ser un vikingo",
dijo.
"Yo no quiero ser un vikingo", le dije. Yo no saba lo que era un
vikingo, pero si tuviera algo que ver con los barcos, saba que
estaba diciendo la verdad.
El hombre se ech a rer, al igual que su compaero de remo que
tena el cabello de color rojo brillante de un tono que nunca haba
visto antes.
"Mi nombre es Arngrim, hijo de Arnfinn, hijo de Arnkel", dijo el
hombre de pelo rojo, sonrindome ampliamente, revelando dos dientes
perdidos.
"Ella est fuera de los lmites, Arni", dijo Beowulf en un tono
montono aburrido desde la proa.
Arngrim se ri de nuevo y le gui un ojo.
Yo estaba perpleja. Estaba tratando de coquetear conmigo? Esto
era generalmente divertido cuando los clientes trataban de
coquetear conmigo, pero no me haba baado en das y yo saba que tena
que haber lucido (y olido) tan horrible como me senta. Adems de
eso, l lo estaba haciendo muy mal.
"Eso va para ti tambin, Gudvr", Beowulf murmur.
"S, Su Majestad", el otro hombre dijo secamente, tambin guindome
un ojo. Gudvr todava tena todos sus dientes, pero pareca que parte
de su desayuno todava se aferraba a su poblado bigote.
Detrs de m, Virgil hizo un gruido.
Luch contra el impulso de esconder mi rostro entre mis manos. De
todo corazn yo deseaba estar a un centenar de millas de distancia y
en terreno muy firme. A partir de ahora, yo saba que iba a ser
perfectamente contenida para tejer historias sobre las aventuras de
otras personas sin sentir la necesidad de participar en una yo
misma.
*****
Finalmente llegamos a tierra firme y a un campo lleno de
caballos, tiendas de campaa y ms brbaros. Beowulf no haba trado
exactamente un ejrcito con l, pero l haba trado una escolta de
tamao considerable.
Para m, la suciedad nunca se haba visto o sentido tan bien.
Estaba exhausta, aliviada y mis piernas se sentan como fideos.
Beowulf y Virgil me sacaron del barco y me liaron fuera, a una
tienda donde me dieron mantas y una alfombra de piel de oveja para
que me recueste. Estaba dormida antes de que pudiera preguntarme qu
iba a pasar.
*****
Me despert despus de un sueo reparador, sintindome
maravillosamente en control de mi sistema digestivo. Excepto, por
supuesto, que estaba muriendo de hambre. Tal vez, literalmente, yo
no hubiera sido capaz de mantener mucho en el viaje hasta aqu.
Dondequiera que aqu fuera. Me estir, con gruidos de mi estmago y
decid ir en busca de la comida que poda oler flotando
tentadoramente en el aire.
Era de noche, pero la luna llena estaba subiendo como yo asom la
cabeza por la solapa de tela que serva como puerta de mi tienda. Al
parecer, la mayor parte del campo estaba todava despierto y se
reunan en torno a tres o cuatro fogatas, la ms cercana de los
cuales no era ms que una piedra tirada.
"Buenas noches", dijo Beowulf, mirando hacia arriba de donde
estaba asando algo en un palo.
"Cmo te sientes?" Pregunt Virgil.
"Hambrienta", le dije, caminando hacia el fuego. Torfi, Snori y
Ulf estaban all tambin, y se cambiaron a un lado para dejarme
espacio.
Ellos se rieron y Beowulf sac su bastn del fuego, ofrecindome un
trozo de carne asada. "Pato fresco", dijo.
Puse con cuidado la carne del palo (que estaba muy caliente) e
hice un show al disfrutar de cada bocado delicioso de ste, lamiendo
mis dedos cuando termin. "Un poco ms de donde vino eso?" Le pregunt
esperanzada. Se rieron de m con entusiasmo.
"Torfi, dale a la chica un plato de estofado y llevar a Volva,
contigo".
Yo no saba lo que era un Volva, pero no esperaba que fuera una
persona, as que me sorprendi ver a Torfi regresar con un plato en
una mano, llevando una pequea figura femenina envuelta en una capa
y capucha con la otra. Cuando llegaron a la fogata, Torfi se detuvo
para colocar la mano de la mujer en Beowulf de antes de caminar
alrededor del fuego para darme mi plato de estofado.
A pesar de mi hambre, estaba demasiado fascinada por la figura a
travs del fuego para prestar alguna atencin a la comida entre mis
manos. Con una mano delicada arroj hacia atrs su color escarlata,
la capucha con borde de piel para revelar un rostro plido enmarcado
por el cabello oscuro salvaje. Sus ojos eran de un tono peculiar de
plata y me di cuenta despus de un momento que era ciega.
"El elegido que buscamos est aqu", dijo.
Todo el campamento se qued en silencio, excepto por el crepitar
de las hogueras. Sent, ms que vi, todos los ojos buscndome, incluso
desde los otros fuegos.
Beowulf se aclar la garganta. "No, Volva, esta es su hija. La
portadora del chakram es su madre".
Volva o la Volva, cualquiera que el caso podra haber sido, neg
con la cabeza. "No, no puedo sentirla aqu. No!" Seal dramticamente
a travs del fuego. Todos los ojos siguieron la direccin de su
mirada ciega, a un lugar cerca de metro y medio a mi derecha, donde
haba nada. Absolutamente nada. Di un suspiro de alivio ridculo. Una
cosa era ser el cebo desafortunado en esta pequea aventura loca,
otra era tener las expectativas de - lo que fuera que se trataba
todo esto - de repente clavadas en m.
"Sealaste a las sombras", dijo en voz baja Beowulf.
"Slo el portador del chakram puede detener nuestra destruccin",
dijo la mujer, la mano cayendo a su lado.
"Sin embargo, no hay nada, nadie de pie donde sealas, mi seora",
dijo Beowulf.
Poda sentir el creciente nerviosismo de los hombres que me
rodeaban, ya que se movieron incmodos. Me preguntaba si podran
dejarme ir, al ver que se trataba (woohoo!) de un gran error.
Los ojos de la mujer de repente se salieron de sus cuencas y
ella pareci tener algn tipo de convulsin. Ella levant las manos por
encima de su cabeza y comenz a cantar ininteligible en voz alta
cantarina.
Fue al parecer todo muy dramtico para los hombres que me
rodeaban porque observaban con gran expectacin. Para m, pareca,
bueno, ridculo. La gente normal no se comporta as; estaba claro
para m que esta mujer estaba tan loca como un dinar de cinco lados.
Me preguntaba si haba tenido una actuacin similar que los haba
guiado a ellos en esta bsqueda intil en el primer lugar. Sin
dejarme impresionar, me acord de mi guiso y me lanc con
entusiasmo.
Estaba raspando el fondo de la taza con la cuchara cuando la
mujer finalmente termin su actuacin bizarra. Hubo un silbido en el
aire por encima de nosotros y una sombra cruz la luna. De repente,
un enorme cuervo negro cay encima de su cabeza. Todo el mundo salt
por la sorpresa, incluida yo misma.
A mi lado, Torfi susurr con reverencia, "Uno de los cuervos de
Odn!"
La mujer dej caer los brazos y el cuervo salt sobre su hombro,
parecindole a todo el mundo que estaba susurrando en su odo.
Ahora eso era un acto digno de ver.
Su rostro se endureci. "Es demasiado tarde!", ella dijo. "Pronto
Skoll devorar el sol, y Hati se tragar la luna. Los sir son
encarcelados en Urdarbrunnr por la raz de Yggdrasil, y Loki lleva
los Jotens a Asgard!"
Sonaba como galimatas para m, pero sus palabras tuvieron un
efecto profundo sobre los hombres. Los otros fuegos fueron
abandonados cuando los hombres se reunieron rpidamente a nuestro
alrededor.
El cuervo agitaban sus alas y chillaba, Beowulf grit pidiendo
silencio.
"El portador del chakram viene del norte", dijo, "tal y como has
dicho que debera suceder para evitar esto. Por qu entonces, este
fallo repentino?"
"Hel nos ha engaado", dijo la Volva, "y ayud a su padre a ser
libre de Fenrir. Las Nornas han sido expulsadas de sus ruedas, Loki
ha manipulado el Destino! La mujer que buscas est muerta antes de
tiempo".
La Volva fue realmente los consigui ahora y me estaba gustando
la situacin cada vez menos. Estos hombres estaban realmente
molestos. El aire era elctrico. De hecho, el vello en la parte de
atrs de mi cuello estaba de pie recto en la espalda, como si
estuviera a punto de ser alcanzada por un rayo.
El cuervo se dio a la fuga y se dispar a travs de la fogata,
aterrizando en mi hombro, con sus garras excavando dolorosamente.
La mujer seal directamente a m como me qued inmvil por temor a
molestar al gran pjaro. "Odn dice que las Nornas han previsto que
ella es la clave de nuestra salvacin".
Un rayo cay.
*****
Decir que de repente me hice muy popular entre los hombres en el
campamento habra sido un eufemismo. Si ellos tratan a la Volva con
respeto y admiracin, me trataban a m como de un valor incalculable,
como un florero frgil. O algo a lo que se tema. O tal vez un poco
de ambos. Me dieron un montn de comer (y creo que todos ellos
estaban impresionados con mi increble capacidad de comer todo), y
aunque Beowulf cuestion a la Volva sobre mi supuesto papel en la
salvacin del mundo (o lo que fuera que tena que hacer, todava no
estaba claro sobre todo el Fenrir, Norna, Asser, Udbruner, o la
cosa Oogy), ella le proporcion muy pocas respuestas. Fingiendo esta
exhausta por su fijacin, se retir poco despus. El cuervo no ayud
mucho tampoco, al parecer, aparentemente contento con sentarse en
mi hombro y picotean en mi cabello y lbulo de la oreja. Tena la
sensacin de que iba a empezar a odiar al pjaro si no desapareca.
Pronto. Y si no lo haca, iba a ser calva para el momento en el que
llegramos a Dinamarca.
Me acost en mi tienda esa noche sin poder dormir. La luz de la
luna estaba lo suficientemente brillante para poder ver las sombras
de la luz que se filtraban a travs de las puertas en cada extremo
de la tienda. Los ojos del cuervo brillaban hacia m con frialdad
desde su percha en una silla a los pies de mi cama. Beowulf no haba
puesto un guardia fuera de mi tienda, diciendo que el sirviente de
Odn velara por m. Me pregunt quin era Odn, y si los cuervos
dorman.
La escena fogata entera se repiti una y otra vez en mi cabeza,
pero no tuvo ms sentido en la quinta vez, o sexta vez, o la quince
que lo hizo la primera vez. La nica diferencia era que ahora estaba
preocupada acerca de la mujer con el chakram que Beowulf,
obviamente, pensaba que era mi madre, pero a quien la Volva dijo
estaba muerta antes de tiempo. Seguramente esa no poda ser mi
madre. Por un lado, mi madre no tena un chakram. Bueno,
tcnicamente, era la cuidadora de la tumba de la familia de Xena
(que estaba en la propiedad de la posada), y yo supona que era
posible que el chakram de Xena (el nico chakram del que jams haba
odo hablar) de alguna manera haba vuelto a Anfpolis junto con sus
cenizas. Pero la tumba estaba cerrada a cal y canto, y yo ni
siquiera estaba segura de si la madre saba cmo entrar.
Pero todava estaba asustada. No poda soportar la idea de que
madre muriera o fuera herida.
Estaba tratando muy duramente de no empezar a llorar cuando me
di cuenta de los ojos del cuervo corriendo a travs de la tienda
como si estuviera viendo algo invisible que se mova a mi lado. Tuve
la sensacin esa del vello de pie atrs en mi cuello de nuevo y la
repentina sensacin que no estaba sola en la tienda sola con un
cuervo.
"Odn?" Susurr, sintindome la mitad tonta, pero no lo suficiente
para detenerme. Me sent con nerviosismo, tirando una manta por los
hombros.
Yo lo podra haber imaginado, pero pens que vi una sombra cruzar
al frente de una de las puertas. Apenas era un parpadeo de la luz,
o ms bien como un oscurecimiento de luz, pero fue suficiente para
enviarme a m al pasar rpidamente hacia atrs, hacia el cuervo. No es
que yo realmente pensaba el cuervo hara mucho ms que me
proporcionarme apoyo moral. Si lo haca. Pero era una entidad
conocida, si no otra completamente bienvenida. Consider llamar a
Beowulf o Virgil, pero como no estaba del todo segura de que esto
no era todo producto de mi imaginacin hiperactiva, excesivamente
estresada, dud. Una mujer loca era probablemente suficiente para
esta travesa.
Esforc mis ojos, tratando de ver en la oscuridad. El cuervo salt
a mi regazo, mirando hacia la puerta. "Qu ves, eh?" Susurr,
acariciando su cabeza ligeramente.
Hizo un sonido suave de croar.
Me qued inmvil por el terror, comenzando a ver la silueta
fantasmal de una figura. Entonces me di cuenta de que estaba
tomando una forma familiar una forma de mi primera infancia que
frecuenta mi habitacin en las noches de luna como sta. Era mi
guerrera, la que jugaba conmigo y me contaba historias. Y ahora
ella me miraba fijamente.
"Puedes verme?" Ella me pregunt.
Si yo hubiera sido un florero frgil, me habra destrozado. Su voz
era tan suave y fantasmal como el resto de ella, pero de slo verla
all y escucharla otra vez fue suficiente para mandar a mis pedazos
a volar. Salt y el cuervo bati sus alas.
"Me puedes ver!" Dijo mi mujer guerrera.
Me frot los ojos. Obviamente, yo estaba soando. Cuando los abr
de nuevo, ella todava estaba all. Bueno, entonces era un sueo muy
persistente.
La guerrera llev su mano hacia mi rostro y no haba duda de la
mirada de asombro en su rostro. "Thala", susurr.
Me apart de su mano. "Quin eres?" Respir. "Qu eres t?"
"No te acuerdas?" Ella pregunt.
"Jugabas conmigo y me contabas historias. Pero eso no contesta
mis preguntas!" Me sent mal por no devolver su alegra obvia al
verme, pero en realidad, la ltima cosa en la tierra que necesitaba
ahora eran ms rarezas. Y esto iba justo al extremo de la escala de
rareza csmica.
"Yo soy tu amiga", dijo ella, la misma respuesta que me haba
dado hace once o doce aos. "Xena".
Dada mi fascinacin por todas las cosas de Xena y Gabrielle,
supongo que debera haber estado emocionada por esta respuesta. Sin
embargo, despus de haberme convencido a m misma hace mucho tiempo
que yo haba soado con ella cuando era una nia, no iba a aceptar
ciegamente esta declaracin - o su existencia real - sin algn
cuestionamiento serio. "Xena est muerta". (Entonces, no era
exactamente una pregunta, pero sin duda era el punto).
"Me veo viva para ti?" Pregunt, arqueando una ceja.
Bueno, tena que darle eso. "Bueno, por qu no ests en el Trtaro?"
Luego, dndome cuenta de que eso podra haber sonado insultante, "O
Elseo, o los cotos Amazonas de caza feliz, o donde sea que las
almas muertas van?"
"No estoy del todo segura, pero estoy empezando a tener mis
sospechas".
"Sospechas?" Inquir cuando ella se qued en silencio.
Ella sonri y se sent al lado de mi cama. "Qu tal si te digo un
cuento antes de dormir?" Ella me dijo.
La rutina familiar me hizo sonrer a pesar de m misma. Me trajo
el mismo sentimiento clido, borroso que tena cuando era ms joven.
Me decid a ir con ste, dejndome sentir segura, olvidando mis dudas
y temores por un momento. Pinch y code al cuervo hasta que salt de
mi regazo indignado, a continuacin, se acost a mi lado, frente a
ella.
"Cmoda?"
Asent. Ella siempre me preguntaba eso tambin.
"rase una vez, Xena y Gabrielle" Se detuvo. "Oh, Hades, ests no
me va a criticar en este ahora que vas a la Escuela de Bardos,
verdad?"
La mir con sorpresa, entonces sonri. "Bueno, para empezar,
preguntar a tu audiencia una pregunta como esa siempre sopla el
estado de nimo, as como su credibilidad como una narradora de
historias?"
Ella se ri. "Buen punto. Sabes, Gabrielle era la bardo, no yo. Y
siempre me senta rara al hablar de m en tercera persona".
"Entonces, por qu?" Le pregunt.
"Por qu?"
"Por qu me contaba historias cuando era pequea?"
Xena sonri. "Adems del hecho que eras la nica persona que me
poda ver y escuchar? Tenas una imaginacin increble. Siempre
imaginado todo tipo de monstruos en la oscuridad. Entonces llamaras
por tu mam. Pero bueno tu madre siempre tena un momento tan difcil
para dormir que yo no quera despertarla. As que yo te contaba
historias hasta que te volvas a dormir".
Por extrao que pareciera, tena mucho sentido. "Gracias", le
dije.
"De nada", dijo Xena. "Sabes, yo te dara un abrazo ahora si
pudiera".
"Eso estara bien, pero me conformo con una historia", sonre.
Xena suspir. "Siempre has sido persistente. Muy bien, voy a
tratar de nuevo. As que, rase una vez, que yo era la emperatriz de
Roma y Gabrielle era una dramaturga que viva en un viedo junto al
mar"
*****
La historia de Xena me dej con mucho que pensar, y con demasiado
sueo como para hacerlo. Tan pronto como termin, qued en un sueo
profundo, sin sueos.
*****
"Thala, despierta!"
Abr los ojos legaosos y mir hacia Virgil. O lo que pens era
Virgil, basada en la voz. Estaba oscuro como la brea en la
tienda.
"Es hora de levantarse", dijo. "Beowulf se dirige hacia el norte
tan rpido que los caballos nos llevarn".
Gem. Odiaba levantarme por la maana. Especialmente antes de
salir el sol. Qu clase de rey sadomasoquista obligara a sus hombres
a levantarse y andar antes del amanecer? "Dile que es libre de
seguir sin m", murmur, tirando de la manta sobre mi cabeza.
"Vamos", dijo Virgil. "Estn listos para terminar con tu
tienda".
"Eres peor que mi madre", gem.
"Yo iba a decir lo mismo de ti. A ella nunca le gustaba
levantarse por las maanas tampoco".
Baj la manta suficiente para mirarlo con un ojo. "Ests seguro de
que estamos hablando de la misma mujer?" Le pregunt. "Quiero decir,
mi madre, Ella, que est antes del amanecer todos los das si ella
tiene que estarlo o no? Por lo menos ella siempre se apiad de m y
me deja dormir hasta el amanecer".
Virgil se qued pensativo por un momento antes de sonrer con
picarda. "El desayuno est listo y si no te levantas ahora lo echars
de menos".
Ouch! Ya haba descubierto mi punto dbil. Supuse que tena que
levantarme, no fuera que los brbaros decidan empacarme con carpa y
todo. "Tienes hambre?" Le pregunt al cuervo luego que Virgil se
fue. Yo saba que lo tena.
*****
Si pensaba que el viaje desde Atenas a bordo del barco haba sido
la peor forma de tortura, me equivoqu. En el barco, haba sido
miserable de las caderas hacia arriba. En el caballo, era miserable
de las caderas hacia abajo. Era una comparacin entre las nuseas y
el dolor. Y el dolor de paseo a caballo, al menos a mi mente en ese
momento, era peor.
Mi madre me haba enseado a montar a una edad temprana. Nosotros
no poseamos en realidad un caballo, pero era una de esas
habilidades tiles que ella haba decidido que necesitaba saber -
como coser, tejer, peletera, navegar por las estrellas, curacin
bsica y puntos de presin, natacin, construccin de un fuego,
encontrar comida en un bosque, el establecimiento de lazos y
trampas, aprender persa y latn. (Ahora que lo pensaba, estaba muy
bien preparada para ser secuestrada por los brbaros, al menos si me
las arreglaba para escapar). Sin embargo, a pesar de haber sido
enseada a montar, haban pasado casi seis aos desde que me haban
permitido estar cerca de un caballo. Mi relacin con equinos termin
con la misma patada que me rompi el brazo. Despus de eso, madre
haba contratado a uno de los chicos de Anfpolis para cuidar de los
deberes de los establos. Por lo tanto, no estaba muy preparada para
pasar incluso una marca de vela - mucho menos todo un maldito por
los dioses da entero - montando el caballo que estaba segura de que
deba haber sido el ms gordo caballo e incmodo de toda Grecia o
donde fuera que estbamos.
Mis caderas dolan. Me dolan las rodillas. Mis tobillos estaban
lastimados. Mis muslos se sentan como carne cruda. Cuando
finalmente nos detuvimos para una escapada por la tarde y me deslic
hasta el suelo, las piernas - literalmente - no me aguantaron.
Por supuesto, el caballo se asust cundo ca de rodillas y cre un
gran revuelo. Creo que algunos corazones brbaros casi detuvieron
cuando previeron que su ltima esperanza sera pisoteada hasta la
muerte por los cascos. As fue que Beowulf me empuj a mis pies
mientras que Virgil calm al caballo, Snori, Torfi y Arni se
pusieron entre m y el peligro. Era reconfortante, de verdad, tener
tantos protectores dispuestos, pero probablemente habra estado ms
agradecida si yo no hubiera estado tanto dolorida.
"Qu est mal?" Beowulf me pregunt mientras me ayud a cojear hacia
un lado.
Me debata entre la vergenza y la ira. "No he montado un caballo
en aos".
Beowulf me mir mortificado. "Lo siento", dijo, frotndose la
cicatriz en su mejilla. "No pens Deberas haber dicho algo".
"Bueno, despus de haber luchado para salir de la cama antes del
amanecer, no pens que una queja hara mucho bien", le espet. "No es
como si yo hubiera elegido venir a este viaje".
Levant la vista cuando el cuervo aterriz en la rama de un rbol
cercano.
"Ragnarok es el destino de los dioses", dijo una voz detrs de m
y me volv para ver a la Volva all de pie. "Ragnarok es cuando la
tierra se estremecer con los terremotos y toda obligacin y traba
estallar, liberando al hijo de Loki, el lobo Fenrir. El mar se
alzar como Jormungand, la serpiente de Midgard, haga su camino
hacia la tierra. Su aliento manchar el suelo y el cielo con veneno.
Los gigantes de hielo irn al campo de batalla. Desde el reino de
los muertos otra nave zarpar para llevar los habitantes del
infierno, con Loki como su timonel. Los gigantes de fuego se unirn
en contra de los dioses.
En respuesta, el dios Heimdall, sonar la corneta, llamando a los
hijos de Odn, el rey de los dioses, y a los hroes a la batalla.
Desde todos los rincones del mundo, dioses, gigantes, enanos,
demonios y duendes cabalgarn hacia la gran llanura de Vigrid donde
se librar la ltima batalla. Odn participar con Fenrir en la
batalla, y Thor atacar Jormungand. Thor ser victorioso, pero el
veneno de la serpiente lo matar gradualmente, los enemigos
ancestrales Loki y Heimdall, se reunirn por ltima vez y tampoco
sobrevivirn a su encuentro. La lucha entre Odn y Fenrir ruga desde
hace mucho tiempo, pero finalmente Fenrir se aprovechar Odn y lo
tragar. El hijo de Odn, Vidar, matar al lobo con sus propias manos
en venganza. Los dioses y sus enemigos estn condenados a destruirse
unos a otros, sin obtener la victoria.
Este es el Ragnarok, el destino de los dioses establecido por el
destino. Pero Loki ha encontrado una manera de engaar este destino.
Victoria ahora, l ha asegurado para sus hijos y los gigantes. Odn
tiene compasin y se preocupa por la humanidad. Loki nos desprecia.
Pronto, nuestra destruccin le seguir. Los primeros en caer sern las
tierras del norte, el reino de Beowulf y su pueblo. Pero Loki no se
detendr ah. l se mover al sur y al oeste, y al este, y con el
tiempo, incluso a tu hogar en Grecia. La fuerza y poder de Loki
crecern hasta que ninguno pueda detenerlo.
Cuando primero comenzamos este viaje, las Nornas mismas nos
pidieron buscar al portador del chakram, para enviarlo al norte
para frustrar los planes de Loki. Pero ahora que los planes del
dios del mal han llegado a ser, a pesar de nuestros esfuerzos. Las
Nornas, fueron encarceladas con el resto de los dioses, eso dijo
Odn que haba previsto que son la clave para revertir esta condena,
Odn envi a su cuervo para advertirnos".
Escuch las palabras de la Volva con consternacin. As que
realmente tena que salvar al mundo. No hay presin de all! "As que,
qu tengo que hacer?" Le pregunt con inquietud.
"No lo s", contest el Volva. "Tal vez nada. Tal vez sea tu madre
- la nueva portadora del chakram quin ser la respuesta despus de
todo".
"Bueno, a menos que ests esperando que Loki fuera derrotado por
la buena cocina, no estoy segura que mi madre lo pueda hacer", le
dije lentamente. "Y a menos que me ests esperando que habl con l
hasta que muera, no estoy segura de lo que yo lo pueda hacer. Ests
segura que estas Nornas estn hablando de m?"
La Volva sonri, mirando por encima de mi hombro izquierdo.
"Estoy bastante segura. Tal vez ser tu visitante nocturno quin nos
salvar".
La mir fijamente, preguntndome si ella quera decir que yo
pensaba.
"Qu visitante nocturno?" Pregunt Virgil, dando un paso
adelante.
Me sonroj, sintindome como si hubiera sido sorprendido haciendo
algo malo.
"Qu visitante nocturno?" Virgil repiti. "Aydame, Beowulf".
"Nadie", le dije rpidamente. "Quiero decir No era ninguno de los
hombres de Beowulf, si eso es lo que te preocupa".
"Explcate", dijo con calma Beowulf.
Tuve que darle crdito al hombre. Pareca imperturbable, siempre
en control. Poda entender cmo se convirti en un rey. Y, por
desgracia, yo saba que no haba manera de que iba a poder explicar
esto. "Y bien?" Empec con torpeza. Homero se habra disgustado. "Yo
crec en la posada de Anfpolis. Anfpolis" Repet para dar nfasis. "La
misma posada donde Xena, la Princesa Guerrera, creci. La tumba
ancestral de su familia est en esa tierra. Y" Dioses, casi no me
atreva a decirlo. Si no hubiera sido por asentimiento en fomento de
la Volva, habra estado demasiado avergonzada como para seguir
adelante. "Y bien Cuando era muy pequea, sola ver el fantasma de
Xena en las noches de luna. No lo haba visto en aos. De verdad! Yo
ni siquiera crea que ella fuera real. Pero Anoche ella apareci de
nuevo".
"Xena!", dijo la Volva. "S, eso explicara mucho".
Para mi sorpresa, Virgil y Beowulf no parecan pensar que estaba
loca tampoco.
"As que puedes hablar con ella?" Pregunt Virgil.
"Bueno, s, cuando puedo verla".
"Ella est cerca de ti, siempre", dijo la Volva. "Como una
sombra".
Me estremec, no estaba segura de s me gustaba esa idea
mucho.