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6. A la busca de/lenguaje perlecto 213 dircrto. Por lo que se refiere a la prime ra exige ncia, el prodigioso desarrollo que tuvo la lóg i ca a partir de la aparición de los Pri ncipie MalhemalÍea, y la gr an variedad de cálculos que vieron la luz, entre ellos, algunos po li - vale nt es , acabó por extinguir la pretensión de encontrar en la lógica la estructura adecuada para un lenguaje perf ec to. Por lo que toca a la se- gunda, ya he mo s visto que tenía como consecuencia que el lenguaje per- fecto fuera, desde el punto de vista de su vocabulario, en su ma yo r parte privado, y por eHo inútil para la comunicación. Y si el lenguaje perfecto es privado y particular de cada hablante, y además no tiene un claro funda- mento lógico, ¿qué ventaj as puede tener su investigación? 6.8 El lenguaje co mo representación figuraliva en Wittgenstein El atomismo lógico de Russell tiene un represent ant e de excepcional significación en Wittgenstein. Aunque en algunos lugares Ru sse ll se mues- tra perplejo o expresa di sco nformidad con algunas afirmaciones de su discí- pulo, habla siempre de él, por esta époc a, co n profundo respeto, e incluso se muestra agradecido por alguna sugerencia particular, como la de que las proposiciones no so n nombres de los hec hos (Logie and Knowledge, p. 187). Pero Witt genstein formuló la doctrina atomista en una obra tan conseguida y bril1ante, y con un estilo tan personal, que su profundo débito para con Russell y su total falta de originalidad en la s ideas básicas de su construc- ci ón, han pasado con frecuencia inadvertidos. A ello contribuye también la extrema parquedad de Wittgenstein en la s referencia s a otr os autores, si bien es de notar que Frege y Russe ll so n, con gran diferencia, los autores más citados por él, y que su influencia está ya reconocida en el prólogo de su obra. Wittgenstein pre se ntó su versión del atomismo lógico en un escrito muy condensado, de párrafos cortos, extrañamente numerados, y de estilo críptico, que apareció en 1921 , en el último número que se pub licó de la revista alemana Anl1alen der Naturphilosophie. El trabajo lle vaba por título «Logisch-Philosophische Abhandlung». Al año siguiente se publicaba en In- glaterra como libro y en edición bilingüe, acompañando al texto alemán la traducción inglesa. Al parecer por su ge rencia de Moore, se le pu so un título latino : Traetatus Logico-Philosophieus. La forma de numeración de los párrafos del T raetatus pretende expre- sar la importa nci a lógica que Wittgenstein daba a cada una de sus afirma- ciones en relación con l as demás. Así, la obra contiene siete afirmaciones principales, numeradas de 1 a 7, Y el resto constituyen comentarios sobre éstas, de la sigui ente manera: la s afirmaciones 1.1 , 1.2, etc., son comen- tarios al párrafo 1, las numerad as 1.11, 1.12, etc., comentan la afirmación 1.1, y así sucesivamente. No creo, sin embargo. que esta nume raci ón, tal y como Wittgenstein la aplica, resulte especia lmente aclaratoria, y de h echo sólo se utiliza hoy como un medio, breve y exacto, de citar el Traetatu s. Las siete aserciones principales contenidas en él so n las siguientes:
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Oct 15, 2018

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6. A la busca de/lenguaje perlecto 213

dircrto. Por lo que se refiere a la primera exigencia, el prodigioso desarrollo que tuvo la lógica a partir de la aparición de los Principie MalhemalÍea, y la gran variedad de cálculos que vieron la luz, entre ellos, algunos poli­valentes , acabó por extinguir la pretensión de encontrar en la lógica la estructura adecuada para un lenguaje perfecto. Por lo que toca a la se­gunda, ya hemos visto que tenía como consecuencia que el lenguaje per­fecto fuera, desde el punto de vista de su vocabulario, en su mayor parte privado, y por eHo inútil para la comunicación. Y si el lenguaje perfecto es privado y particular de cada hablante, y además no tiene un claro funda­mento lógico, ¿qué ventajas puede tener su investigación?

6.8 El lenguaje como representación figuraliva en Wittgenstein

El atomismo lógico de Russell tiene un representante de excepcional significación en Wittgenstein. Aunque en algunos lugares Russell se mues­tra perplejo o expresa disconformidad con algunas afirmaciones de su discí­pulo, habla siempre de él, por esta época, con profundo respeto, e incluso se muestra agradecido por alguna sugerencia particular, como la de que las proposiciones no son nombres de los hechos (Logie and Knowledge, p. 187). Pero Wittgenstein formuló la doctrina atomista en una obra tan conseguida y bril1ante, y con un estilo tan personal, que su profundo débito para con Russell y su total falta de originalidad en las ideas básicas de su construc­ción, han pasado con frecuencia inadvertidos. A ello contribuye también la extrema parquedad de Wittgenstein en las referencias a otros autores, si bien es de notar que Frege y Russell son, con gran diferencia, los autores más citados por él, y que su influencia está ya reconocida en el prólogo de su obra.

Wittgenstein presentó su versión del atomismo lógico en un escrito muy condensado, de párrafos cortos, extrañamente numerados, y de es tilo críptico, que apareció en 1921 , en el último número que se publicó de la revista alemana Anl1alen der Naturphilosophie. El trabajo llevaba por título «Logisch-Philosophische Abhandlung». Al año siguiente se publicaba en In­glaterra como libro y en edición bilingüe, acompañando al texto alemán la traducción inglesa. Al parecer por sugerencia de Moore, se le puso un título latino : Traetatus Logico-Philosophieus.

La forma de numeración de los párrafos del T raetatus pretende expre­sar la importancia lógica que Wittgenstein daba a cada una de sus afirma­ciones en relación con las demás. Así, la obra contiene siete afirmaciones principales, numeradas de 1 a 7, Y el resto constituyen comentarios sobre éstas, de la siguiente manera: las afirmaciones 1.1 , 1.2, etc., son comen­tarios al párrafo 1, las numeradas 1.11 , 1.12, etc., comentan la afirmación 1.1, y así sucesivamente. No creo, sin embargo. que esta numeración, tal y como Wittgenstein la aplica, resulte especialmente aclaratoria, y de hecho sólo se utiliza hoy como un medio, breve y exacto, de citar el Traetatus. Las siete aserciones principales contenidas en él son las siguientes :

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214 Principios de Filosofia del Lenguaje ...... .. -- --l . El mundo es todo 10 que acontece. 2. Lo que acontece, el hecho , es la ex iste.ncia de estados de cosas. 3. La representación lógica de los hechos es el pensamiento. 4. El pensamiento es la proposición con sentido. 5. La proposición es una fu nción veri tativa de proposiciones elemen­

tales. (La proposición elemental es una función veritativa de sí misma .) 6. La forma general de la función veritativa es: Cp;"t, N (~) ]. Esta

es la forma general de la proposición. 7. Sobr~ lo que no se puede hablar , se debe guardar silencio.

(Mi traducción del Tractatus se apartará en muchas ocasiones de la tra­ducción castellana de Tierno Galván. Justificaré, en su momento, las di­vergencias más impor tantes . Como consideración general, nótese que la traducción de Tierno apareció en la Revista d(: Occidente en 1957 , una fecha en la que apenas había estudios sobre Wittgenstc_\n o sobre el Tractatus. De hecho, y aparte de la primera traducción inglesa, tan sólo una traducción italiana , que salió en 19.54, se anticipa a la española - y excluyendo también una traducción china que apareció entre 1927 y 1928-. Pero lo más decisivo a es te respecto es que el traductor castellano debió de ayudarse, como es natural y se infiere fácilmente de su versión, con la única traducción inglesa entonces existen te , la de 1922, debida a Ogden, que es muy deficiente; tanto, que en 1961 apareció una nueva ver­sión inglesa de Pears y McGuinness muy superior a aquélla, y a cuya luz debería hacerse una seria revisión de la traducción cas tellana.)

Esas siete escuetas afirmaciones no dan idea exacta del rico y diverso contenido de la obra de Wittgenstein . Simplemente de ellas no puede in­ferírse que ahí se trate del problema del solipsismo, que se hable de la ética, la estética y la religión, que se considere el lenguaje como un medio de representar figurativamente los hechos, o que se decla ren sin sentido todas las proposiciones lógicas y filosóficas, incluidas las del propio Trac­tatus.

La idea básíca de Wi ttgenstein coincide con !a de Russdl: la lógica conecta con la metafísica a través del análisis del lenguaje. Por !o que, si se considera este último como una simple aplicación de la lógica (y así lo estiman tanto Russell como Wit tgemtein), puede afirmarse que la filoso­fía se compone de lógica y de metafísir.a. Así lo afirm:.l Wittgenstein en unas notas de 1913 (<<Notas sobre la lógica»), añadiendo que la primera es la base de la última. Pues, en efecto, es la lógica la que determina la est ruc­tura del lenguaje, y en virtud del principio de la isomorfía ent re lenguaje y realidad, la que expresa asimismo la estructura de la reali&ad. Por eso puede decir Witggenstein que la lógica es la imagen del mundo en un espejo (Tractatus, 6.13; en lo sucesivo ci taré esta obra exclusivamente con el número del parágrafo que corresponda). El Tractatus comienza trarando de la estructura del mundo, esto es, empieza por la metafísica, para des­arrollar luego la teoría de la proposición, o teoría del lenguaje, y acaba con la teoda de la lógica, que es, fundamentalmente , una teoría de las fun -

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6. A la busca del lenguaje perfecto 215

ciones veritativas. Este orden puede advertirse con facilidad en las siete aser­ciones principales reproducidas más arriba. El orden de la obra es, pues, inverso a su orden lógico. Es la filosofía de la lógica la que funda el análisis del lenguaje y éste el que funda la concepción del mundo.

Básicamente , por tanto, el propósito de \Xfittgenstein coincide con el de Russell. Pero como Wittgenstein dedica mucha más atención al lenguaje, y como su teoría de la proposición resulta ser el centro en torno al cual queda estructurado todo el Tractatus, los comentaristas que han querido destacar su originalidad han tendido a formular la tarea que Wittgenstein se propone en términos exclusivos de su teoría del lenguaje. Así, es co­rriente comparar a Wittgenstein con Kant, y decir que, así como este último intenta responder a la pregunta: ¿Cómo es posible la ciencia?, WittgeJlstein estaría intentando dar . respuesta a una pregunta semejante: ¿Cómo es posible el lenguaje? A decir verdad, hay fundamento para esta caracterización en las propias palabras de Wiugenstein, pues és te escribe en su prefacio al Tractatus: «El presente libro va a trazar un limite al pensamiento, o más bien, no al pensamiento sino a la expresión de los pensamientos, pues para trazar un límite al pensamiento, tendríamos que poder pensar ambos lados de este limite (esto es, tendríamos que poder pensar lo que no se puede pensar). Por tanto, el límite sólo podrá ser trazado en el lenguaje, y lo que se halle más allá del límite será simplemente sinsentido.»

La idea es que el pensamiento, por sí solo, no puede trazarse límites, pues tendría quc ser capaz de traspasarlos, por lo que tan sólo en el lenguaje pucden ser puestos tales límites: lo que esté más acá de ellos tendrá sentido, lo que se encuentre más allá sel'á el sinsentido. ¿Qué tiene el lenguaje que no tenga el pensamiento y que permite trazar en aquél el límite que no puede trazarse en éste? Lo veremos más adelante, pero es claro que, si más allá del límite no hay sentido, entonces tampoco el lenguaje puede cruzarlo. Por ello, se ha comparado el intento de Wittgen­stein con la tarea de recorrer el límite de una esfera sin salir de ella, desde dentro. Pero además , puesto que el análisis del lenguaje suministra una visión de la estructura de lo real, y ya que aquel se funda en el análisis de la lógica, que es algo que no requiere para nada el recurso a la experien­cia, el propósito del T ractatus puede también enunciarse como un empeño metafísico: averiguar, sin recurrir a la experiencia y, por consiguiente, por medios a priori, cuál es la estructura de 10 real. Así lo formu la Wittgenstein en una nota de 1915: «El gran problema en torno al cual gira todo cuanto escribo es: ¿hay, a priori, un orden en el mundo, y si lo hay, en qué con­siste?» (Notebooks 1914-1916, p. 53; esta obra recoge diferentes notas preparatorias del Tracta/us, y fue publicada en 1961, diez años después de la muerte de Wittgenstein) .

Aquí no seguiremos, para la exposición del Tractatus, ni el propio or­den que en éste llevan los temas, desde la metafísica a la filosofía de la lógica, ni tampoco el orden lógico de su justificación, desde la lógica al análisis de la realidad. Seguiremos un camino intermedio. Partiremos de

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216 Principios de Filosofia del Lenguaje

la teoría del lenguaje, que es, en definitiva, lo que más nos interesa por razón de nuestro terna, y exploraremos desde ella sus consecuencias para la concepción de la realidad y sus conexiones con la teoría de la lógica. Esta presentación no tiene por qué deformar la arquitec tura del Tractatus, y es, de otro lado, la más coherente con el desarroUo anterior de nues tro trabajo.

Antes de proseguir conviene, sin embargo, advertir algo. He empleado ya varias veces expresiones como «teoda del lenguaje» , (-(filosofía de la lógica», «metafísica», para referirme a diversos aspectos del contenido del Tractatus. Al hacerlo así me he limitado a aplicar a la obra de Witt­genstein categorías cotrientes en el discurso filosófico. No hay que pensar, empero, que fuera el propósito de Wittgenstein ofrecer en su obra una teo­ría del lenguaje, de la realidad o de la lógica, al modo usual. La razón es que toda teoría es un discurso con sentido, mientras que las afirmaciones de Wittgenstein en el Tractatus son declaradas por él mismo como sin­sentidos, esto es, se hallan al otro lado de la frontera que separa el lenguaje con sentido de lo que no lo tiene. En e1 comentario que sigue prescindire­mos de este aspecto. de la metafiJosofía de Wittgenstein, pero lo conside­raremos explícitamente cuando llegue el momento.

La doctrina sobre el lenguaje no es, en el Tractatus~ -más que una porción distinguida, y particularmel1te importante desde un punto de vista filo­sófico, de lo que podemos llamar, en general, la teoría de las representa­ciones figurativas o isomórficas. De aq1lí que el mejor modo de entrar en la primera sea considerar lo que Wittgenstein afirma sobre estas últimas. El primer lugar en que habla de este tema es la proposición 2.1, donde dice : «(Nos hacemos. representaciones de los hechos». Se trata de una afir­mación extraña dentro de l{ls coordenadas del Tractatus; aparentemente, es una especie de generalización empírica evidente y trivial, y su colocación dentro de la parte que trata de la estructura de la realidad (por su número, sería un comentario a la proposición 2), oscurece el hecho de que con ella se inicia en realidad una nueva parte de la obra, probablemente la más original, a saber, la teoría de la· representación figurativa. Aparece ya aquí un término que Wittgenstein va a utilizar continuamente en este contexto y que ha servido para dar nombre a su teoría , el término Bi/der (en singu­lar, Bild) , que acabo de traducir como (-( representaciones». Con este tér­mino, Wittgenstein se refiere a aquellas formas de representación de los hechos que tienen con éstos una relación tal que: primero, a cada elemento de lo representado corresponde un elemento en la representación; y segundo, a las relaciones que hay entre los elementos del hecho corresponden relacio­nes entre los elementos de la representación. Se trata de representaciones isomórficas. ¿Cómo traducir este término?

Bild no es un término técnico filosófico; en su uso cotidiano incluye todo tipo de representaciones gráficas, como retratos , pinturas, cuadros, fo­tografías, dibujos, y también las imágenes ópticas. El inglés tiene un tér­mino de alcance muy parecido que es picture, y con el que queda bien traducido el vocablo alemán; tiene además el verbo depict, que sirve para traducir con bastante exactitud el verbo abbilden~ que Wittgenstein utiliza

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con frecuencia para referirse a la relac ión que hay entre una Bild y lo re­presentado en ella. Por su par te, la traducción castellana del Tractatu5 re­curre al sustantivo «figura,> y al verbo «figuran>. El significado de estas pa­labras, sin embargo, no coincide con el de los térm inos alemanes que tra­ducen; «figura» es palabra que suele hacer referencia a la forma de un cuerpo, y a una representación gráfica en dos dimensiones no solemos llamarle «figura» excepto si aparece como ilus tración en un libro, y por oposición al texto escrito , como tampoco llamamos «figura» a una imagen óptica. En conformidad con dicha traducción, las expresiones de Wittgen­stein die Form der Abbildwzg y die abbildende Beziehung se vierten, res­pectivamente, como «la forma de figuracióm> y «la relación figurativa», tra­ducci.ones de las que la primera resulta bastante forzada y puede llegar a ser conh:..ndente a causa de que usualmente se entiende por «figuracióm> una imaginación o fantasía.

Para traducir Bi/d y abbi/den han sido propuestos también los tér­minos «pintura» y «pintan> , respectivamente ; así, Deaño, en su traduc­ción del libro de Kenny, Wittgenst ein, y Ferra ter Mora en «Pinturas y modelos». Creo que esta traducción presenta todavía más problemas que la anterior. El término «pin tura» tiene ~n significado mucho más resrringido que el de Bild; una pintura es una representación realizada sobre una su­perficie por medio de líneas y colores, pero no llamamos «pintura" a una fotografía, a una imagen reflejada ni a una representaci6n tridimensional isomórfica , a todas las cuales consideraría Wittgenstein como Bi/der. De otra parte, al traducir abbilden como «pintan), determinadas expresiones del Tractatus hay que traducirlas con inf racción de las reglas semánticas del castellano, diciendo, por ejemplo, de una pintura, que «pinta la rcali­dad» (traducción castellana delWittgestein de Kenny, pp. 60 Y 69). Pero no son las pinturas las que pintan, sino los pintores; «pintan> requiere un suje to humano. Este último inconveniente podría eludirse traduciendo ab­bilden por «ser una pintura de», pero el término «pintura», en [Odo caso, es excesivamente restringido y tiene connotaciones artísticas totalmente aj e­nas al concepto de representación isomórfic<I, que es lo que \'\fingenstcin quiere expresar. De aquí que resulten, asimismo, confunden tes, en mi opi­nión, expresiones con10 «forma pictórica» y -«reh!ción pictórica» , que, en coherencia con lo ante rior, se ofrecen para traducir, respectivamente, Form der Abbildung y abbildende Beziehlllig.

Una tercera alternativa, que solucionaría de un golpe los problemas es­tilísricos, Sería verter los términos y expresiones mencionados respect iva­men te como «representación», «representar», «forma de representación) y «relación de representación» . Esta traducción , en cambio, pecaría por ex­ceso, pues no es a cua lquier clase de representación a lo que Wittgenstein llama Bild, sino a las que tienen, con respecto a lo representado, una relación de isomorfía. Natura lmente, la traducción sería del todo exacta aliadien­do simplemente este último término como calificarivo y haciendo nues­tras expresiones un poco más complejas que las originales. de esta forma: «representación isomórfica», «representar isomórficamente» , etc. Bien es

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verdad que, con esto, perdemos la sobriedad y degancia del es tilo de Wittgenstein. Lo que parece claro es que no es posible enContrar una pa­labra que traduzca adecuadamentt: al español, como sustantivo y como verbo, esta terminología del Tractatus. A la vista de ello, optaré en lo su­cesIvo por traducir Bild alternativamente como «representación isomórfica» , «representación figurativa », 0, a modo de abreviaturas de estas expresio­nes , simplemente como «representación» ° «figura» , pues debe haber quedado ya claro de qué clase de representaciones o figuras habla Witt­genstein; abbilden lo traduciré por «representar isomórficamente)) o «repre­sentar figurativamente», y de forma abreviada, por «representar» o «fi­gurar». A estos efectos debe tenerse en cuenta que Wittgenstein usa en muchos lugares del Tractatus, como sinónimo de abbitden, el término dar­stetlen, que corresponde más estrechamente a «representan>; así, usa ambos términos en la proposición 2.201, pero sigue utilizando sólo darstellen en las siguientes, hasta la 2.221; e incluso emplea vorstellen en algunos lu­gares como la 2.11 y la 2.15. Sobre la base de lo anterior ) cabría pensar que la expresión Form der Darstellung, que Wittgenstein utiliza en 2.17.3 Y 2.174 , haya que tomarla como sinónima de Form der Abbildung, pero es posible que Wittgenstein introduzca aquí una diferencia , como veremos un poco más adelante.

Lo que hace de algo una representación o figura es que consta de ele­mentos) cada uno de los cuales se refiere a un objeto de la realidad repre­sentada, y que esos elementos están entre sí relacionados de manera corres­pondiente a como lo están los objetos representados , si la representación es correcta (2 .13 .a 2 .15 ). Tanto la representación como lo representado son, por consiguiente, relaciones, entre las cuales hay una ulterior relación que las correlaciona. La isomorfía no es , en definitiva, sino una relación entre relaciones, y dos relaciones son isomorfas siempre que hay entre ellas una relación de correlación . La relación correlatora pone cada argumento de una relación en conexión con un argumento, y sólo uno, de la ot ra relación ) de tal manera que si , por ejemplo, x e y son dos argumentos corre· lacionados, y w y z también lo son, y entre x y w hay una cierta relación R, entonces habrá una cierta relación R' entre y y z. Y diremos que R y R' son isomorfas. La isomorfía es, por consiguiente, una relación diádica entre relaciones n-ádicas, esto es, de cualquier grado de complejidad. Estas ideas pueden ser formuladas de modo técnico y riguroso con los recursos de la lógica, pero el hacerlo no sería relevante para el curso ulterior de nues tro comentario, y \X1iugenstein tampoco recurre a tecnicismos cuando expone su concepción de las representaciones isomórficas (el lector interesado en­contrará una clara exposición elemental de las relaciones isomórficas en la sección 89 de la Introducción a la lógica y al análisis formal de Sacristán; en A Model Theoretic Explication 01 Wittgenstein's Picture Theory Stegmüller ha suministrado una formulación técnica para la teoría figura­tba de Wittgenstein que, si bien es disputable en qué medida responda con exactitud a su pensamiento, proporciona, no obstante , una reconstruc­ción lógica de su teoría sumamente rica en implicaciones y matices , y cier-

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tamente mucho más clan y completa que cuanto pueda encontrarse en el T ractatus) .

Las correlaciones de los elementos de la r.epresentación con los elemen­toS de la real idad representada constituyen lo que Wittgenstein llama «re­lación de representación» (abbildende Beúehung, 2.1514). Pero para que algo sea una representación, en este sentido, ha de poseer, además, lo que Wictgenstein denomina «forma de representación» (Porm der Abbildung, 2.15 s.), y que describe como la posibilidad de la estructura de la repre­sentación (2.15), o, con otras palabras, «la posibilidad de que las cosas se hallen relacionadas entre sí corno los elementos de la representación» (2.151). Para entender esto no está de más recordar el sentido aristotélico del término «forma» , como aquello que hace que algo sea lo que es. Lo que hace que algo sea una tepresentación figurativa es que se trata de una estructura de elementos a la que puede corresponder una es tructura de co­sas en el mundo. Lo que importa es, pues, que es posible que se dé en el mundo una estructura o relación de objetos como la que hay entre los elementos de la representación. ¿Por qué esta alusión a la posibilidad? Porque una representación puede representar algo correcta o incorrec ta­mente, verdadera o fa lsamente, según concuerde o no con los hechos (2.21-2 .222 ). Pero una representación falsa no es menos representación que una verdadera; una pintura de la fachada principal de la Cámara de los Diputados en la que los leones aparezcar.. arriba en la escalinata, flanqueando la puerta principal, es una representación incorrecta, falsa, de ese edificio, pero no deja de ser, por ello, una representación. Pues bien podría haber sucedido que, con extraño sentido de la estética, los leones hubieran sido colocados allí arriba y no en su emplazamiento actual.

Este punto es sumamente imporrante para entender tanto el pensamien­to de Wittgenstein sobre el sentido de las proposiciones como su metafísi­ca. Lo que hace de algo una figura o representación es que es posible que se dé lo que la representación representa. La forma de representación es, simplemente, una posibilidad, la posibil idad de que la representación sea correcta o verdadera. Y esta posibilidad, que es la forma de representación, es lo común a ·la figura y a lo representado por ella (2.16-2.17 ). Pero repárese en que, si una figura o representación es falsa, entonces lo repre­sentado, tal y como está en ella representado, no existe. Y si no existe, ¿cómo puede tener algo en común con su representación? Muy sencillo: porque eso que hay de común es la posibilidad de existencia; tal posibilidad es idéntica a la figura y a 10 representado en ella, aunque es to último sea inexistente (2.161 ). Si llamamos «mundo posible» a cualquier conjunto de hechos posibles que sea consistente , entonces podemos decir que a toda representación corresponde un hecho en algún mundo posible, y por ello, que toda representación es verdadera O correcta en algún mundo posible. La doctrina de las representaciones isomórficas en el Tractatus estaría ade­lantando la moderna semántica de los mundos posibles, que más adelante estudiaremos. La forma de representación puede tener diferentes matices según sea la realidad representada ; una figura material puede representar

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220 Principios de Filosofía del Lenguaje

algo mater ial, una figura coloreada puede representar, además, algo colorea­do, etc. (2.17 1). Y puesto que la forma de representación no es sino la posibi lidad de que exista lo representado, ello quiet decir que una figura

. material expresa la posibilidad de que exista algo material, una figura co­loreada la de que exista algo coloreado, e tc.

Como ya advertí antes, es posible que Wittgenstein pretendiera di s­tinguir entre la forma de representación o fo rma figurativa (Form der Abbildung), sobre la cual acabamos de discurri r, y lo que llama en un par de sitios (2. 173-2. 174) Form der Darstellung. Puesto que dice de ésta que es el punto de vista de la representación , cabe pensar que se trata de aquello que distingue a esta última de la realidad representada , y podríamos entonces traducir dicha expresión como «forma propia de cada represen­tación». Así , en un retrato de una persona, la espacialidad , la forma hu­mana, el colorido, etc., pertenecerían a la forma de representación o forma figurativa en cuanto que es 10 que el rerrato tiene en común con la realidad representada en él; en cambio, la bidimensionalidad del retrato pertenece­ría a la forma propia de representación del mismo, puesto que es algo que distingue al re trato de 10 retratado, la persona, que es tridimensiona1. Esta es la interpretación que, por ejemplo, sugiere Kenny (Wittgenstein, cap. 4, p. 57 de la edición de Penguin;. De todas forma s, Wittgenstein concede tan poca atención a la Form der Darstellung, que hay que pensar que, o bien no le daba importancia teórica, o bien la tomaba como sinóni­ma de Form der Abbildung. En consecuencia, no nos volveremos a ocupar de aquella.

Sea cual sea -la riqueza de la forma figurativa, hay algo que , como mí­nimo, ésta debe poseer: sea o no sea material) sea o no sea coloreada, sea en dos o en tres dimensiones, sea estát ica o dinámica, una representación ha de tener) para serlo, una forma mínima que es lo que Wittgenstein llama «forma lógica» (logiscbe Form, 2.18). Puesto que toda representa­ción ha de tener, como mínimo, esta forma, toda representación es una representación lógica (logische Bild, 2.181 s.), yeso, cualquiera que sea su determil).ación posterior, esto es, con independencia de que se trate de una representación espacial, coloreada, etc. Pero puesto que la forma es aquello en lo que coinciden la representación y lo representado, lo anterior implica que todo aquello que pueda ser representado , en tanto en cuanto puede ser lo, es lógico; por eso dice Wittgenstein: <da forma lógica, esto es, la forma de la rcalidad )) (2. l8). Con eHo queda formulado explícitamente el principio de isomorfía [al y como Wittgenstein lo ent iende: la realidad es representable en la medida en que tiene una es tructura o forma lógica, justamente el tipo de estructura o forma que posee roda representación por el hecho de serlo_ En la forma lógica coinciden nuestras representacio­nes de la realidad y la realidad en cuanto representada (2.2). Russell nunca había llegado a una fórmula tan explícita ni tan general (nótese que todavía no hemos hablado del lenguaje).

La fo rma lógica, en cuanto nuda y básica forma de representación, ex­presa la mera posibilidad de existencia de lo representado sin más de rer-

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6. A la busca de/lenguaje perfecto 221

minación, esto es, prescindiendo de toda otra propiedad . Esto se halla conectado con la idea de Wittgenstein de que una figu ra representa una situación posible en el espacio lógico (2.202). Entiendo que el espacio lógico es el ámbito creado por las reglas de la lógica, que Wittgenstein considerará en una parte poseerior del T ractatus. En ese ámbi te, la forma lógica ~ esto es, la estructura de toda situación o hecho posible en cuanto posible, permite la representación de este último. El espacio lógico y el ámbito de lo posible son lo mismo, pues la lógica es ante rior a la expe~ rieneia, es anterior a que los hechos sean tales o cuales (5.552) * . Sólo puede representarse aquello que es posible, y que, de hecho, será existente o no existente (2.11, 2.201). Sí 10 representado existe, la representación será verdadera; si no existe, será fa lsa (2.21) . Pero sea lo uno o lo otro, la representación, en cuanto representación, tiene un sentido (Sinn), que es la si tuación representada (2.22 s.). Para decidir si es verdadera o falsa tendremos que comparar la representación con la realidad, a fin de com+ probar si lo representado existe o no; en consecuencia, no hay represen+ taciones que sean verdaderas a priori, con independencia de la experien+ cia (2.223+2.225). Lo único que puede decirnos la lógica es que toda repre+ sentación o es verdadera o es falsa, pero no si es lo uno o lo otro. La forma lógica, sin embargo, no es parte del sentido de la representación, ya que, en cuanto que es lo que hace posible el represen tar , no es, a su vez, repre+ sentada. La forma de representación, tanto en su aspecto meramente lógico (forma lógica), como en cualquier otra determinación que tenga (forma es+ pacial , 'coloreada, etc.), no es propiamente representada por la figura, sino exhibida o mostrada por ella (2. 172) . La representación representa una situación posible y muestra lo que tiene en común con dicha situación , a saber, la forma de representación . E:::ta doble función tendrá consecuen+ cias muy llamativas cuando Wit tgenstein aplique su doctrina de la re+ presentación al lenguaje.

6.9 Teoría de la proposición

Después de exponer su doctrina sobre las representaciones o figuras, y antes de empezar a hablar propiamente del lenguaje, Wi ttgenstein hace unas reflexiones sobre el pensamiento. Su primera afirmación puede mal+ entenderse fácilmente; dice: «La representación lógica de los hechos es

* Es interesante recordar aquí que, en un manuscrito inédito de 1913, que se conoce bajo el título de Theory 01 Knowledge, Russell había mantenido que, para entender el significado de las proposiciones, tenemos que estar famil iarizados no sólo con los particulares y sus propiedades, sino también con la forma lógica. Como es claro, esto implica que en la lógica necesitamos la experiencia. Se sabe que Wittgens­tein criticó dur:mente ese manuscrito, el cual Russell, acaso par esta razón, nunca publicó. La posición de Wittgenstein en el Tracla/us, según acabamos de ver, es con­t. aria a dicha tesis de Russell. Hay un a interesante tesis doctoral de María Teresa Iglesias sobre este tema, bajo el título Linguis/ic Representafion: A Study 01 B. Rus+ seU aud L. Wittgenstein 1912-1922 (Universidad de Oxford, 1979).