La leyenda del caballo blanco: su presencia en el imaginario
tunero
Octubre 2011
ALGUNAS REFLEXIONES ACERCA DE LA LEYENDA DEL CABALLO BLANCO Y SU
PRESENCIA EN EL IMAGINARIO TUNEROLic. Galina Prez Lpez
[email protected]. Jos Luis Maran Rodrguez
[email protected] citar este artculo puede utilizar el
siguiente formato:
Prez Lpez y Maran Rodrguez: Algunas reflexiones acerca de la
leyenda del Caballo Blanco y su presencia en el imaginario Tunero,
en Contribuciones a las Ciencias Sociales, octubre 2011.
www.eumed.net/rev/cccss/14/
INTRODUCCINEn la imaginacin surgen los mitos y leyendas, ya sea
como narracin tradicional o coleccin de narraciones relacionadas
entre s; hechos imaginarios pero considerados reales; en ocasiones
se mezclan hechos reales con ficcin, aunque a partir de situaciones
histricamente verdicas.
Para que los mitos tengan lugar y normen la vida de las
personas, es necesaria la existencia de condiciones que as lo
permitan y que estas mantengan su vigencia por un tiempo prolongado
en la historia de la comunidad. Los mitos surgen bajo condiciones
concretas, correspondientes a determinados etapas del desarrollo de
la humanidad y se mantienen vivos por la fuerza de la tradicin. Ese
proceso histrico es decisivo por su significado esencial en la
formacin de la cultura e identidad de los pueblos.
La leyenda se sita en lugar y poca especficos, y parte de hechos
reales aunque idealizados. Se diferencian de la historia, en su
finalidad, que siempre es de didctica o nacionalista. Se utilizaba
inicialmente para dar confianza a un pueblo en s mismo al
enfrentarse a una situacin nueva o un suceso extraordinario. Toda
creencia forma parte de la cultura popular tradicional de un
pueblo, y es concebida como el sentido de percepcin, conciencia,
modo de actuar, pensar y crear de los miembros de una comunidad,
pueblo o nacin acerca del medio natural y social en que se
desenvuelven, mostrados a travs de sus expresiones culturales.
Las leyendas forman parte indisoluble de la cultura de los
pueblos, y se transmiten de generacin en generacin, convertidas en
parte de sus tradiciones histricas y culturales.Las Tunas es un
pueblo de mitos y leyendas que embrujan sus orgenes y dan colorido
a la vida en torno a su historia. La del jinete sin cabeza en su
caballo blanco es la ms importante y conocida de todas.
En la provincia existen muy pocos estudios cientficos culturales
acerca de los diferentes mitos y leyendas sobre fantasmas con
figura humana o animal, gijes y aparecidos, a pesar de las
abundantes historias que a travs de la narrativa oral, forman parte
del patrimonio cultural de las comunidades urbanas y
rurales.DESARROLLOAlgunas reflexiones tericas acerca de la leyenda
como parte de la cultura y su relacin con el imaginario
popular.
La cultura popular, ha mantenido vivos los valores del pasado
que se han enraizado y enriquecido a travs del desarrollo de la
humanidad, que sirve de defensa contra la cultura dominante. El
pueblo es el nico responsable de mantener vigente su memoria
histrica, los valores sociales, la diversidad de tradiciones como
principal creador de su cultura para lograr as una cohesin que no
le permita subdividirse por creencias o razas y poder defender sus
races. La cultura popular constituye el ncleo esencial de la
cultura general de su poblacin como elemento caracterizador de
ella. Por su amplitud, ofrece elementos comunes entre los
integrantes de un pueblo determinado, independientemente de las
diferencias que establecen los estratos sociales. Es por ello que
entre lo intelectual y lo popular ha existido siempre un puente
comunicativo que hace posible la interrelacin de lo primero con lo
segundo.La cultura popular tradicional es cultura porque constituye
el compendio de expresiones que se transmite con el desarrollo de
nuevas tradiciones. Es tradicional porque es una ley que define y
determina la perdurabilidad de las manifestaciones culturales, as
como su ndice de desarrollo. (Feli, 2003: 11-12)
Desde este punto de vista, la cultura es el elemento que abarca
todas las expresiones, materiales, espirituales y las diversas
formas de relaciones sociales. Es popular porque el pueblo es
creador y portador de sus valores, que se transmiten de una
generacin a otra y tradicional porque define y determina la
perdurabilidad de las manifestaciones culturales.
Para los investigadores cubanos Sonia Almazn y Pedro Torres:La
cultura tradicional y popular es el conjunto de creaciones que
emanan de una comunidad cultural fundada en la tradicin, expresada
por un grupo o por individuos y que reconocidamente responden a las
expectativas de la comunidad en cuanto expresin de su identidad
cultural y social; las normas y los valores se transmiten
oralmente, por imitacin o de otras maneras. Sus formas comprenden,
entre otras, la lengua, la literatura, los ritos, costumbres, la
artesana, la arquitectura y otras artes. (2006: 311)
La cultura popular tradicional es lo que una sociedad ha creado,
preservado y transmitido a lo largo de la historia a travs de las
relaciones sociales, mediante la narrativa oral, sumndole nuevos
elementos acorde al desarrollo de la comunidad. Deja de existir
cuando el protagonista deja de ser el pueblo; cuando deja de
identificarse con la nacin a la que pertenece.
La cultura popular tradicional constituye un elemento importante
en la identidad cultural de cada pueblo, imprimindole un sello nico
con caractersticas especficas que lo hacen diferente de otros
pueblos, que lo identifican como una cultura especfica, consolidada
y reconocida por la poblacin que la hace suya. Es la que el pueblo
recrea, humaniza y comparte que se apoya en la diversidad de
tradiciones y hbitos.
En cuanto expresin cultural, generalmente ser transmitida por la
narrativa oral, incluidas las costumbres, las artes, los ritos y la
mitologa en general; bajo la influencia de la cultura espaola,
africana, haitiana, rabe y el resto de las etnias que intervinieron
en la conformacin de la sociedad actual, mezcla de las races
religiosas y culturales de cada grupo, en el proceso al que el
sabio cubano Don Fernando Ortz llam transculturacin. As llegaron
hasta la actualidad las creencias en seres nocturnos, brujas,
fantasmas, mitos y leyendas un tanto reales colmadas de ficcin,
buen humor, siempre con alguna moraleja positiva o sencillamente
para infundir miedo en la poblacin.
Los arahuacos que poblaron Cuba cultivaban una fe con elevado
contenido animista, mgico y mitolgico. Lo sobrenatural lo
personificaban en un conjunto de deidades que representaban en sus
cemes, celebraban fiestas religiosas como los areitos y definidas
funciones sacerdotales asociadas a curaciones, predicciones y a la
conservacin de tradiciones.
En el complejo proceso de transculturacin que se ha operado
desde entonces, la herencia se advierte apenas en leyendas y mitos
populares referidos a espritus de indios y a lugares como las
cuevas, en las que los aborgenes practicaron sus ritos funerarios y
utilizaron para plasmar sus pinturas, revelacin del modo mgico con
que perciban la realidad. En Cuba el conquistador espaol impuso su
cultura, su lengua, su civilizacin, su forma de representar e
interpretar la realidad y de reaccionar ante ella y, por ltimo, su
religin, el catolicismo. A consecuencia de la trata esclavista se
introdujeron en la Cuba diversas manifestaciones religiosas, de
acuerdo con los diferentes pueblos que llegaron desde frica. Desde
entonces, lo hispano y lo africano constituyen los dos troncos
etnoculturales principales en la nacionalidad cubana, en la que
tambin coinciden otras culturas (caribea, norteamericana, china y
del resto de Europa) en el complejo proceso de transculturacin y
mestizaje, que ha trado como consecuencia una composicin religiosa
sui gneris.Las religiones africanas originales fueron modificndose
en las condiciones cubanas al estar desarraigados los portadores de
sus medios naturales, sometidos a una involucin cultural y a una
interrelacin tnica, al variar las referencias de sus mitos y
objetos de culto. Con los rigores de la esclavitud se
preferenciaron ritos de proteccin y adivinacin, con lo que se
redujo la importancia de otros, como los de la fertilidad. De este
modo, se conformaron varias expresiones religiosas cubanas de
origen africano.
Las expresiones de origen africano tienen en comn un menor
desarrollo terico-tico-doctrinal comparadas con las teologas
cristianas. Se manifiestan en sistemas de representaciones, smbolos
y ritos de contenido mitolgico estrechamente vinculados a la
naturaleza, a los espritus de los ancestros y a la vida cotidiana.
La influencia africana se advierte en Cuba en la conciencia
cotidiana del hombre de la calle y en la cultura, muy especialmente
en la msica, la danza, instrumentos musicales y en la plstica.
Jess Guanche en su libro Espaa en la savia de Cuba, aborda casi
todas las transformaciones culturales que se producen en las etnias
aborgenes con la llegada de los colonizadores, al respecto
expone:
Las creencias religiosas hacen del conquistador un guerrero
intolerante en extremo, a ello se unen los rezagos medievales que
implican mltiples creencias en seres sobrenaturales, infinidad de
supersticiones sobre cada cosa o acto de su vida, la identificacin
de lo bueno o la victoria con la predestinacin de Dios y lo malo o
la adversidad, tambin predestinada, con la presencia del Diablo.
(Guanche, 1999: 142)
Consideraban adems la existencia de espritus antepasados y
duendes, que realizaban junto a ellos las travesas trasatlnticas y
los guiaban en sus conquistas o los castigaban con las derrotas o
enfermedades. De esta forma tambin crean en fantasmas y brujas que
a travs de hechiceras, eran capaces de controlar o influir en el
devenir natural y en la vida personal de quienes desearan pues
tenan pactos con el Diablo.
La causa ms poderosa para defender todo ese mundo espiritual,
fue en todas las pocas, el analfabetismo o el semianalfabetismo y
la ignorancia que para entonces, traan consigo la mayora de los
inmigrantes hispnicos; lo que facilit el mandato y podero casi
absoluto de la Iglesia Catlica Medieval.
El estudio de los componentes tnicos que dan origen a la nacin
cubana contempornea, constituye un necesario marco de referencia ya
que las principales manifestaciones de la cultura material y
espiritual de Cuba, estn estrechamente vinculadas con el proceso
histrico del poblamiento desde la poca colonial. Para las tres
primeras dcadas del siglo XX, Cuba se convierte en centro receptor
de una fuerte corriente migratoria. En el transcurso de esos aos,
arriban al pas cerca de 1 200 000 inmigrantes, que influyeron de
forma decisiva en el crecimiento demogrfico de la Isla, marcaron
con su huella el desarrollo socio-econmico del pas y aportaron
elementos que, a travs de un proceso creador y dinmico, enriquecen
la cultura nacional, en mayor o menor escala. No faltaron desde
entonces las variadas historias de duendes, fantasmas y otros que
enriquecieron el acervo mtico del pas con leyendas que han quedado
en el olvido algunas, y otras se han transformado para mantenerse
vigentes en el folklore cubano.
La investigadora Mara del Carmen Vctori Ramos expone que: Las
leyendas recogen y registran fabulaciones o simples historias sobre
algn suceso o hecho, o sobre alguna que, por motivos histricos o
sociales, se encontrara en una posicin, actividad o una situacin
susceptible por su condicin de trascender en el recuerdo de una
colectividad.
(www.lajiribilla.cubaweb.cu, 2001)Las leyendas nacen en
historias populares que abarcan temas que abarcan los santos, los
hombres lobo, aparecidos y otros seres fantsticos o recuerdos
personales. Se diferencian de la historia formal en su estilo de
presentacin, nfasis y propsito. Algunos investigadores las han
clasificado en tres grandes grupos: las estrechamente relacionadas
con las apariciones sobrenaturales, las que tratan sobre sucesos
histricos y las relacionadas con elementos sagrados.
En la literatura, la conceptualizacin de leyenda est dada como
una narracin ficticia casi siempre de origen oral, que hace
apelacin a lo maravilloso. A diferencia del cuento, est ligada
siempre a un elemento preciso (lugar, objeto, personaje histrico u
otro). Comparte con el mito la tarea de dar fundamento, explicacin
a una determinada cultura, y presenta a menudo criaturas cuya
existencia, a pesar de existir en numerosas bibliografas, programas
de radio y televisin o filmes, no ha podido ser probada (ejemplo de
ello son las sirenas)La leyenda, a deferencia del mito, se
construye y nutre de acontecimientos que presumen tener un
basamento objetivo, pues estos parten de hechos supuestamente
ocurridos; y ese acontecer es credo tanto por los emisores como por
los receptores. En algunos casos, expresan recordarlo por inusual o
trascendente en la vida del lugar o del individuo. Como todo
relato, est sujeto a reelaboraciones que transitan entre la simple
exageracin y la insercin de procesos y soluciones
sobrenaturales.
Algunos autores tienden a unificar o confundir el mito y la
leyenda, y a convertirlos en un nico fenmeno literario. Otros se
atienen a las funciones especficas de los relatos, y la confusin
resulta entonces mayor, pues, sin una definicin de los trminos y su
espacio conceptual, tratan de subdividirlos por temas; por ejemplo,
llaman mitos, a los relatos sobre sucesos patrios y leyendas, a las
historias y acciones de dioses. Sin embargo, existe otro grupo de
autores que establecen una separacin preliminar entre ambos trminos
y se limitan al estudio de los casos concretos, as definen como
mitos, a los relatos que recogen y transmiten la esencia del
pensamiento primitivo y acientfico sobre el origen y desarrollo de
la tierra y de la vida. En resumen, mitos y leyendas estn saturados
de humor, peligros, miedos infundados por entes sobrenaturales, en
su mayora muertos cuya alma no logra el descanso eterno debido a
deudas que dejaron en vida o estn castigados a andar errantes
definindoseles como almas en pena. Enmuchasreligiones y filosofas,
el alma es el elemento inmaterial que, junto con el cuerpo
material, constituye al ser humano individual.
(www.cubayoruba.cult.cu). La creencia en alguna clase de alma que
puede existir independiente del cuerpo, se encuentra en todas las
culturas conocidas. En muchas culturas contemporneas de tradicin
oral, se dice que los seres humanos tienen varias almas (a veces
hasta siete) localizadas en diferentes partes del cuerpo, cada una
con distintas funciones.
Lafeenlaexistencia de las almas puede tener efectos sociales
importantes mediante el reforzamiento de los deberes morales. El
significado cultural de la creencia en las almas refleja la
universalidad de los problemas para los cuales representa una
respuesta: la compleja cuestin de la personalidad humana, las
experiencias morales y espirituales de la vida, y la eterna cuestin
de la inmortalidad.
Este tipo de creencia, as como algunos mitos y leyendas,
ocasionalmente se les traduce en msica, festejos, bailes,
vestuarios y religin que varan de acuerdo a los practicantes y a
las zonas en que se desarrollan, ello permite definir
caractersticas espirituales fundamentales en la formacin de la
cultura nacional.
La transmisin oral de antiguos conocimientos contribuye a
conformar la base cultural de las comunidades humanas. Ella
preserva las caractersticas de pasadas formas de vida y de
relaciones sociales ya desaparecidas, que a pesar del tiempo,
influyen en la memoria de los descendientes de las comunidades.
Los cuentos y relatos se observan en lo fundamental entre dos
corrientes: una llegada desde Espaa y otra proveniente del frica
occidental subsahariana; pero ambas han modificado y adaptado temas
y personajes a la vida antillana y cubana, como expresiones
contrapuestas a travs de los siglos. Los relatos la ofrecen como
propia de sus antepasados ms cercanos (abuelos, padres o tos) sin
aclarar, en la mayora de los casos, el ascendiente tnico
especfico.
En las leyendas se expresa un panorama multiforme cuando se
sealan especificidades caribeas o motivos comunes a relatos
legendarios de otros territorios. Ellas ocupan todo el pas y aunque
gran nmero de sus temas y personajes tengan semejanzas en otras
zonas de Latinoamrica y de la Pennsula Ibrica, hay muchas otras que
provienen de la interpretacin de sucesos locales, por ello, son
especialmente cubanos.
La leyenda tiene un basamento ms cercano a la verdad que el
mito; es el resultado de la experiencia de un grupo social que tuvo
la oportunidad de agregarle a una historia (que pudo suceder en
realidad), elementos que resaltan una poca, un lugar o una persona
con caractersticas ms o menos fantsticas.
Las leyendas surgen de la imaginacin popular, de los sueos y
hasta del miedo, revelan una de las mayores fuerzas de la creacin
folklrica mundial. En su mayora leyendas, mitos y fantasas, son los
valiosos documentos orales del pueblo que indican y precisan los
variados estratos culturales. Sobre los dioses de los indios poco
se conoce, mientras que de la mitologa afrocubana o la campesina,
mucho se ha conservado. (Feijo; 1986: 5-6)
La leyenda es concebida como una narracin oral o escrita, con
mayor o menor proporcin de elementos imaginativos y que
generalmente quiere hacerse pasar por verdadera o fundada en la
verdad. Se transmite normalmente de generacin en generacin, casi
siempre de forma oral, y con frecuencia son transformadas con
elementos que suprimen, aaden o modifican.
Con el paso del tiempo no solo se transforman las tradiciones,
tambin la manera de contarlas, ganan o pierden argumentos,
detalles, expresiones acorde con el lugar y la poca en que es
contada. Una misma leyenda puede llegar a tener infinidad de
versiones, situadas generalmente en el entorno de aquellos que las
narran y reciben.
Son relatos tradicionales que, pese a contener elementos
sobrenaturales o inverosmiles, se presentan como crnica de hechos
reales sucedidos en la actualidad. A menudo, el narrador presenta a
los protagonistas de una leyenda como conocidos o parientes de
alguna persona cercana, tambin se les conoce como "historia del
amigo de un amigo".
Las historias sobre diversos tipos de apariciones se cien a
cuatro temas fundamentales: Nombres de lugares.
Personajes singulares.
Origen de las razas.
Acciones varias.
Con relacin al cuarto tema, algunas historias se refieren a las
almas en pena que ofrecen tesoros o protagonizan sucesos
prodigiosos, por lo comn, voces que claman, o arrastres de cadenas
unidos o no al embrujamiento de viviendas. En algunos casos, pueden
vislumbrarse hasta barcos fantasmas en las noches oscuras costeras
y un pequeo conjunto de temas exponen valoraciones sobre rboles,
animales, figuras y piedras que revisten un carcter sagrado.
En este sentido tambin es comn la presencia de luces, hombres
sin cabezas, duendes, brujas, metamorfosis de hombres en animales,
entidades duales como gijes o jiges, madre de aguas y
chichirics)
Para las cosechas estaba la Madre Tierra como duea de los
sembrados y la fertilidad de los suelos; por los oscuros caminos
las primeras luces fantasmales; para augurar desgracias las cadenas
arrastradas que podan pertenecer a cualquier carreta tirada por
bueyes o caballos pero la convivencia junto al miedo impeda
voltearse hacia el origen del ruido, los tuneros de entonces se
conformaban con rezar algunos y otros quedarse quietos casi sin
aliento hasta que se alejara el sonido.
A lo largo de la historia, las sociedades se entregan a una
invencin permanente de sus propias representaciones globales, otras
tantas ideas-imgenes a travs de las cuales se dan una identidad,
perciben sus divisiones, legitiman su poder o elaboran modelos
formadores para sus ciudadanos. Estas representaciones de la
realidad social, inventadas y elaboradas con materiales tomados del
caudal simblico, tienen una realidad especfica que reside en su
misma existencia, en su impacto variable sobre las mentalidades y
los comportamientos colectivos, en las mltiples funciones que
ejercen en la vida social.
La unidad de una sociedad, en el plano de la subjetividad, se
mantiene a travs de la consolidacin y reproduccin de sus
producciones de sentidos (imaginario social). Sentidos
organizadores (mitos) que sustentan la institucin de normas,
valores y lenguaje por los cuales una sociedad puede ser
visualizada como una totalidad. Desde esta perspectiva, normas,
valores y lenguaje no son solo herramientas para hacer frente a las
cosas, sino los instrumentos para hacer las cosas, en particular
para hacer individuos,
El ser humano es el nico capaz de decidir en cada caso el
significado que quiere que tengan los objetos, las personas, las
ciudades; es el nico capaz de apreciar en las cosas determinados
valores que, para llegar a reconocerlos, tiene que conocer desde
antes.
La caracterizacin del concepto de imaginario social parte de la
siguiente definicin: Lo imaginario, o ms precisamente, un
imaginario, es un conjunto real y complejo de imgenes mentales,
independientes de los criterios cientficos de verdad y producidas
en una sociedad a partir de herencias, creaciones y transferencias
relativamente conscientes; que funciona de diversas maneras en una
poca determinada y se transforma en una multiplicidad de ritmos.
Conjunto de imgenes mentales que sirve de producciones estticas,
literarias y morales, pero tambin polticas, cientficas y otras,
como de diferentes formas de memoria colectiva y de prcticas
sociales para sobrevivir y ser transmitido (Escobar, 2000:
113).
Los contextos simblicos, o constelaciones de significaciones
sociales, pueden entenderse como:[Los] conjuntos de respuestas
sobre la tragedia, el amor, la moral, la muerte, etc., preguntas
estas planteadas a toda la sociedad y que cada una responde
espacio-temporalmente de forma variada, pero en todos los casos
dispone de una cosmologa, de una imagen del mundo con la que el
individuo se identifica (o diferencia si pertenece a otra sociedad
con simbolismo diferente). Segn Durkheim, este mundo de
significaciones sociales se estructura en torno a dos esferas
arquetpicas: lo sagrado y lo profano, que delimitan y configuran el
mundo para el hombre (Beriain, 1990: 12). De esta manera, los
contextos simblicos narran o enuncian el saber social constitutivo
de las diferentes formaciones sociales y, por ende, se enrazan o
fundan en contextos vitales relativos a momentos histricos y
espacios sociales concretos.
As, dichos contextos simblicos permiten expresar el saber social
que se encuentra en la base fundacional de lo social y, por ende,
devienen como sugestiones o ilusiones que encantan a los individuos
dndoles las seguridades simblicas necesarias para enfrentar su
devenir histrico o las contingencias de la existencia. Los
imaginarios sociales, en tanto contextos simblicos, economizan
angustias y configuran corazas protectoras frente al destino. Este
encantamiento simblico slo puede llegar a ser accesible a la
percepcin y conciencia de los individuos gracias a las formas
lingsticas e iconogrficas en que se expresan.
Las representaciones colectivas operan de esta forma como las
concreciones simblicas de dichos contextos o constelaciones. Al
respecto escribe Beriain:
Lo imaginario-arquetpico (Dios, el principio totmico y, en ltima
instancia, la sociedad como el foco creador de significaciones
sociales, como la institucin instituyente de nuevas significaciones
sociales que operan como constelaciones de sentido) se manifiesta,
figura y presenta siempre a travs de lo simblico-representativo (el
ttem, clan tribal, los smbolos rituales, etc.), que operan como la
condicin de posibilidad de aqul, puesto que a travs de lo simblico
existe y se expresa lo imaginario (Beriain, 1990: 13).Las
representaciones colectivas permiten la transmisin, comprensin y
clasificacin de algo en una determinada realidad simblica
estructurada, la cual, siguiendo a Durkheim (1985), encarna las
condiciones histricas y culturales de una determinada sociedad.
Dado lo anterior, se puede decir que las representaciones
colectivas son:Estructuras psicosociales intersubjetivas que
representan el acervo de conocimiento socialmente disponible y que
se despliegan como formaciones discursivas ms o menos autonomizadas
(ciencia/tecnologa, moral/derecho, arte/literatura) en el proceso
de autoalteracin de significados sociales (Beriain, 1990: 13)Las
representaciones colectivas son entonces, objetivaciones del
imaginario social, son las formas que asume ste y sin las cuales su
existencia sera simple metafsica ahistrica.
Los imaginarios sociales se despliegan como portadores de
imgenes y formas de comprender la realidad, as como detonantes de
la accin social. Por ello, lo imaginario sera el conjunto de
imgenes que cada uno compone a partir de la aprehensin que tiene de
su cuerpo y de su deseo, de su entorno inmediato y de su relacin
con los otros, a partir del capital cultural recibido y adquirido,
as como de las elecciones que provocan una proyeccin en el porvenir
prximo.
La socializacin de los imaginarios individuales, es decir, su
configuracin, se gesta en la relacin continua y dialgica existente
entre subjetividad y cultura. La subjetividad sera la manera como
se encarna la cultura en cada sujeto. La cultura sera el acervo de
conocimientos socialmente construidos que se encuentran a
disposicin de los sujetos. El imaginario sera de esta forma,
reserva y potencia; reserva en tanto actualizacin de la cultura y
potencia en cuanto creatividad o dinamizacin de la
subjetividad.
Desde esta mirada, lo imaginario slo tiene sentido en el
contexto de los mundos de la vida que cada sujeto configura
(experiencia) en relacin con lo otro (el mundo) y los otros (otros
sujetos). En lo imaginario coexisten tres grandes categoras: Las
imgenes entendidas como realidades fsicas y mentales que se
encuentran en todos los escenarios vitales y permiten ver la
realidad. Es de anotar que las imgenes son representaciones que
pueden llegar a ser colectivas en cuanto sinteticen acervos de
conocimientos socialmente producidos.
Los imaginarios son los marcos de referencia desde los cuales
los sujetos decodifican las imgenes que le vienen del contexto y
configuran las suyas propias.
La fantasa es el escenario de la imaginacin creativa, de las
cosas no pensadas ni dichas, donde las imgenes y los imaginarios
pueden realizar su funcin potica.
Dado lo anterior, los imaginarios sociales rigen los procesos de
identificacin y de integracin social y hacen visible la
invisibilidad social; de all la importancia de su estudio y su
posible relacin con el momento iconolgico para el estudio de las
imgenes.
Entre el campo imaginario y el campo de las prcticas sociales
hay implicaciones mutuas, pues el imaginario supone prcticas
sociales previas y las prcticas sociales suponen un imaginario que
aparece en el tiempo como movilizador, como proyeccin hacia
adelante, que se encarna y tiene efectos visibles.
La imaginacin colectiva puede ser comprendida como una
cristalizacin histrica, como magma de significaciones ya
cristalizado en el tiempo y en el espacio, habiendo sido generado
por la sociedad para modificarse y transformarse a s misma.
Fernndez seala, citando a E. Mari, que Castoriadis habla del
imaginario social efectivo o instituido infiriendo que a ste
corresponderan las significaciones imaginarias que anudan los
deseos al poder, operando como organizadores de sentido de los
actos humanos, estableciendo fronteras entre lo lcito y lo ilcito,
entre el bien y el mal, entre lo debido y lo indebido, favoreciendo
as la configuracin de individuos y grupos en condiciones de
reproducir la institucin de la sociedad:En el trmino imaginario
social, lo imaginario remite a otro orden de sentido: ya no como
imagen de, sino como capacidad imaginante, como invencin o creacin
incesante social-histrica-psquica, de figuras, formas, imgenes, en
sntesis, produccin de significaciones colectivas...De esta manera
se producen narrativas que se repiten y se repiten en diferentes
formas y en diferentes escalas, de tal manera que la retcula
social, a travs de la cual circulan esas narrativas, va
configurando y destacando aspectos que puedan ser conocidos y
preferidos subjetivamente, mientras que de manera simultnea se van
proponiendo y haciendo pblicas formas organizativas que puedan
incluir o excluir las prcticas sociales valoradas o desvaloradas,
relacionadas con dichas narrativas, instituyendo las
significaciones, ofreciendo a la sociedad los intereses de un grupo
como los intereses de toda la sociedad.
Un elemento importante a tener en cuenta en este anlisis es el
relacionado con las representaciones sociales, las que se localizan
en el punto de interseccin de imaginarios y comportamientos, entre
los niveles micro y macro de la realidad. La representacin
constituye un tejido conectivo entre comportamientos y cogniciones,
entre sujeto y objeto, que surge en medio de esa articulacin y, a
su vez, la facilita.
Est claro que, frente a la argumentacin un tanto positivista de
Durkheim sobre los modos en que actan las representaciones
colectivas, Moscovici aporta una idea mucho ms acabada, al ubicar
al sujeto como productor de significados en el espacio de
relaciones cotidianas en el cual se desenvuelve.
Ahora bien, el hecho de haber cambiado el trmino de
representaciones colectivas a representaciones sociales no obedece
solo a razones de originalidad epistemolgica. El carcter social de
las representaciones est dado, entre otras cosas, porque ellas
permiten la produccin de ciertos procesos humanos siendo adems el
resultado de esos mismos procesos. As, por ejemplo, las
comunicaciones sociales seran difcilmente posibles si no se
desenvolvieran en el contexto de una serie, suficientemente amplia,
de representaciones compartidas. (Ibez, 1988: 43).
Las representaciones son sociales porque son inseparables de los
grupos y de los objetos de referencia. Lo social interviene ah de
varias maneras: a travs del contexto concreto en que se sitan los
individuos y los grupos; a travs de la comunicacin que se establece
entre ellos; a travs de los marcos de aprehensin que proporciona su
bagaje cultural; a travs de los cdigos, valores e ideologas
relacionados con las posiciones y pertenencias sociales especficas.
(Jodelet, 1986: 473).
Cada representacin est anclada a un grupo y a un objeto en
especfico a travs de una dinmica semntica compleja. Algunos de los
componentes de la representacin pueden ser verbalizados, declarados
en el discurso de los sujetos; otros permanecen ocultos e incluso
pueden pasar desapercibidos para la propia persona acostumbrada a
ellos.
Las representaciones sociales se manifiestan en un espacio
discursivo, pero tambin expresan elementos de la subjetividad
social que no se hacen explcitos en formas discursivas; adoptan
otras formas que aparecen en el imaginario social, en las
tradiciones, las creencias, etc, y que con frecuencia se mantienen
como sentidos subjetivos, cuya expresin en los discursos que
circulan y en la constitucin de las representaciones sociales no es
necesariamente idntica. (Gonzlez, 2002: 110).
Las representaciones son una forma de pensamiento natural
informal, un tipo de saber emprico, que adems se articula al
interior de los grupos con una utilidad prctica, en esencia como
una gua para la accin social de los sujetos, es decir, como un
saber finalizado.
As, el imaginario es un conjunto real y complejo de imgenes
mentales, producidas socialmente a partir de herencias, creaciones
y transferencias, relativamente conscientes, y que pueden
presentarse en forma de producciones estticas, literarias, morales,
polticas, cientficas y otras, as como de diferentes formas de
memoria colectiva y prcticas sociales para sobrevivir y ser
transmitido; configuraciones subjetivas que circulan en lo oculto
de una sociedad, transmitindose de generacin en generacin,
confiriendo sentido y significado a los individuos, grupos e
instituciones, normalizando cnones, valores y modelos de conducta,
as como mitos, dogmas, credos y rituales. Es en este sentido que
los mitos constituyen relatos basados en la tradicin y la leyenda
es creada para explicar el universo, el origen del mundo, los
fenmenos naturales y cualquier acontecimiento para el que no hubo
una explicacin cientfica en determinada poca; historias, reales o
ficticias, que como forma de representaciones sociales, y como
parte del imaginario social, son historias que se han transmitido
generacionalmente.La cultura tunera como la cubana, est
influenciada por las inmigraciones de frica, Europa, Asia y
cualquier regin del Caribe, ellos aportaron smbolos de su ideologa
y juntos conformaron lo que es hoy la nacin cubana, fruto del
mestizaje tnico-cultural-religioso.
Las Tunas: tierra de leyendas y tradicionesEn 1492, a la llegada
de los espaoles, el territorio de la estaba habitado por tres
asentamientos aborgenes: Maniabn y Boyuc, al norte y Cueyb, al
centro y sur.La costumbre de adorar a la Virgen Mara, tuvo sus
inicios en Las Tunas. La ermita de Ojeda viene a ser histricamente
la segunda en los anales eclesisticos; su construccin data de
mediados de noviembre de 1509. Alonso de Ojeda, con en viaje a la
Espaola naufraga, por lo que recala en Cuba, en la costa sur. Se
dice que fue rechazado por algunas comunidades aborgenes, y como
devoto de la Virgen prometi construirle una ermita all donde fuera
atendido. Al llegar al territorio tunero fue atendido por el
cacique Cueyb y como recompensa de las atenciones recibidas le
obsequi la imagen de la Virgen Mara y les ense a adorarla.
La historia religiosa en Las Tunas comienza en los primeros aos
del siglo XVIII. En 1707, se levant la Ermita de San Jernimo a
solicitud del rico terrateniente Diego Clemente del Rivero. Se le
denomin San Jernimo en prueba de respeto al obispo que concedi el
permiso para su creacin, Don Jernimo Valds.
Las Tunas, como poblacin, nace a mediados del siglo XVIII, junto
al camino real central, en torno a la mencionada ermita, a la que
acudan en las fechas religiosas los dispersos vecinos de esa rea. A
pesar de la resistencia de los grandes ganaderos, la Real Audiencia
autoriz la fundacin del poblado que por su posicin central adquiri
pronto importancia, pues de l partan caminos hacia Holgun, Bayamo y
Puerto Padre.
El nombre primitivo fue Cueyb, su nombre actual lo tom a
consecuencia de un cubano riqusimo de aquella poca, Jess Gamboa,
dueo de grandes fincas, llenas de reses y en una de las cuales haba
un vasto corral sembrado de matas de tuna brava o espinosa.
Con el transcurrir del tiempo, se hizo costumbre decir entre los
vecinos vamos al corral de las tunas. Al preguntar por el mejor
ganado de toda la regin, los comerciantes solan decir el de la
hacienda de las tunas; topnimo que se quedara para denominar la
regin. (Marrero Zaldvar; 2006: 85)
Para las labores del azcar se empleaba la inmigracin espaola,
cuyo asentamiento mayor fue en Manat; rabes para el comercio,
asiticos para el trabajo en las centrfugas de los ingenios de todas
las localidades tuneras. Los colombianos, mexicanos, dominicanos,
armenios y moros, realizaron dismiles trabajos; estos dos ltimos
grupos, en su mayora dueos de tiendas de vveres y otros accesorios.
Todos de una u otra forma al cruzar sus razas con la local,
aumentaron las races tnicas del tunero actual.
Ellos fueron los portadores de historias relacionadas con
monstruos, hroes, reyes o simples campesinos de sus tierras natales
que segn contaban, haban visto luces en las madrugadas, siluetas
fantasmales o escuchaban voces, cadenas arrastradas y otras que
desaparecan en el silencio de la noche; a esas historias se les
denomina leyenda.El folklore campesino es uno de los mayores
defensores de las historias mticas porque del campo salieron las
primeras experiencias, fue de los arroyos cercanos a las fincas
donde se comenz a hablar de gijes. As era la vida en Las Tunas
hasta algunas dcadas despus del triunfo revolucionario cubano.
Hacia la dcada del 90 del siglo XX, la crisis econmica
manifestada en el pas condujo al deterioro de los valores morales y
polticos creados por la Revolucin. Fue una dcada que sirvi como
prueba de resistencia para el pueblo cubano; muchos continuaron
leales a sus principios ticos, algunos decidieron abandonar la Isla
y otros apelaron a la religin.
Es por ello que tanto el catolicismo, las Iglesias Protestantes,
la Regla Ocha y todas la variantes del espiritismo, adquieren un
mayor auge y gran nmero de seguidores y practicantes, no para
responder a los fenmenos naturales como en los inicios de la
humanidad; esta vez se busca la religin como refugio, como una
salida a los problemas. Todas las religiones se convirtieron de una
u otra forma en la justificacin para evadir la situacin de
entonces.
Cada quien tom las decisiones que consider pertinentes para su
bienestar. Muchas costumbres y tradiciones se quedaron con el
tiempo en el pasado, tambin se hablaba menos de las historias que
en otra poca los atemorizaron y no se mantuvo la tradicin de
contarlas a su descendencia.
As el oscurantismo y la mayora de las supersticiones fueron
disminuyendo con el paso de una generacin a otra; las creencias en
seres mitolgicos o en las leyendas como narracin oral, pierden en
esa dcada terreno frente al cristianismo y al espiritismo que
ganaron un espacio importante en la ideologa de los cubanos y de
los tuneros como partcipes del fenmeno religioso en ascenso dentro
de la sociedad actual.
Otra de las causas que provoca la acelerada disminucin en las
creencias mticas, est dada por las inmigraciones dentro del mismo
pas, por el xodo del campo hacia la ciudad y de algunos habitantes
del resto de las provincias a la capital. Este proceso en cierta
medida facilit el intercambio cultural, pues el campesino y los
habitantes de las pequeas ciudades dejan a un lado muchos de sus
hbitos, incluso transforman su lenguaje y pronunciacin
caractersticos a travs de la imitacin, interesados en ser aceptados
y sentirse uno ms del nuevo grupo social; as asumen modas,
preferencias y costumbres en general de la nueva comunidad en que
residen.
Esa situacin conlleva a la prdida de muchos de los elementos de
su cultura identitaria; algunos repentistas se alejan de la dcima y
la improvisacin. Lo mismo sucede con las creencias religiosas, el
falso creyente va de una religin a otra sin un verdadero
sentimiento de pertenencia. Desde entonces los mitos y las leyendas
han dejado de ser el centro de la vida para mantenerse en la
memoria histrica de pequeas colectividades humanas, especialmente
en los ms ancianos. La ciudad de Las Tunas en la actualidad, cuenta
con numerosas historias de gijes, fantasmas, apariciones y alguna
que otra casa apartada que se considera embrujada; pero la leyenda
emblemtica de la ciudad es la del Caballo Blanco o Jinete sin
cabeza como tambin se le conoce.
La leyenda del caballo blanco: su presencia en el imaginario
tuneroDesde la poca colonial, transmitida de forma oral, lleg hasta
nuestros das la leyenda del indio sin cabeza o del caballo blanco.
Se trata de una leyenda desconocida por los ms jvenes, tanto en la
ciudad como en el campo, la conocimos de nuestros padres y abuelos,
y se mantuvo en el imaginario tunero por varias generaciones.
Los ms viejos contaban que los espaoles realizaron una matanza
de indios en Cueyb en la que fue decapitado el cacique, nada extrao
ni fantasioso, pues es significativa en la historia de Cuba la
matanza de indios en Caonao y aunque apenas nombrada, tambin se
conoce de otra matanza en Maniabn; por tanto, se puede pensar que
tambin pudo ocurrir en Cueyb.
Los viejos, contaban que desde ese momento comenz a hacer su
aparicin en el territorio el caballo blanco y el indio sin cabeza.
Era el cacique decapitado que vagaba clamando venganza por los
indios que fueron asesinados por los espaoles. Desde entonces la
aparicin se vincul con desgracias y cualquier hecho lamentable que
suceda se relacionaba con el indio sin cabeza y el caballo blanco.
Cualquier suceso violento, era precedido por la aparicin del indio
sin cabeza, aunque no eran estos hechos sangrientos los nicos que
daban lugar a los comentarios sobre la aparicin del temido caballo
blanco.
El 12 de julio de 1945 los tuneros se estremecieron por el
accidente ferroviario ocurrido cerca del aserro que dej un saldo de
ms de 20 muertos. Ante el hecho, los vecinos afirmaron que das
antes haba aparecido el caballo blanco. El 19 de marzo de 1963, la
ciudad es azotada por la ms severa tormenta de granizos, la famosa
granizada ocurrida en Cuba hasta ese momento, volaron techos,
rboles y cayeron casas derrumbadas. Se dijo que el indio sin cabeza
haba aparecido das antes.
Ahora no solamente han cambiado la leyenda, sino que le fijaron
la fecha de 1617 y que un indio estaba enamorado de una blanca, el
padre se enter y para acabar con los amoros mand a decapitar al
indio y desde esa fecha corra un caballo blanco montado por un
gallardo y erecto jinete sin cabeza presto a implantar justicia por
su mano y dejar sobre la tierra cuanta testa espaola encontrara a
su paso.Puede ser hermosa, pero no es la leyenda que conocieran los
abuelos y la que a las generaciones posteriores hizo sentir miedo
por la noche y no levantar la vista si se escuchaba el trotar de un
caballo. Es difcil, histricamente, que en 1617 viviera en Cueyb una
joven blanca, bella y casadera. En la nueva leyenda se dice: Tras
la imagen del blanco corcel se escondieron alevosas, asesinatos,
fechoras y cuanta idea maligna puede cobijar el corazn de un hombre
decidido a poner sangre por medio. Fue el parapeto perfecto para
los buscadores del mal.
Lo cierto es que el tren descarrilado o la granizada del 63, no
fueron alevosas, fechoras ni ideas malignas de hombre decididos a
poner sangre por medio o buscadores del mal. La aparicin era
sinnimo de desgracias, no de asesinatos. La leyenda del indio sin
cabeza y el caballo blanco, tal como la conocieran y transmitieran
oralmente nuestros antepasados, pas a formar parte de nuestra
literatura cuando el poeta Oscar Vzquez Cruz la elabor
artsticamente, pero respetando su contenido.
Una encuesta aplicada a una representacin de tuneros de
diferentes edades y sectores poblacionales, dio como resultados ms
significativos los siguientes:
Existe un elevado desconocimiento por parte de los tuneros de
menos de 35 aos acerca de las leyendas que forman parte de la
memoria del territorio (86,7 %) y especialmente de la leyenda del
caballo blanco (77,8 %)
Los tuneros encuestados que manifestaron conocer esta leyenda,
refieren haber sabido de su existencia fundamentalmente a travs de
los relatos de sus abuelos y padres (24,7 %) Este bajo por ciento
evidencia que una de las razones por las que esta y otras leyendas
han comenzado a desaparecer del imaginario tunero, es el hecho de
haberse dejado de transmitir de generacin en generacin, una de las
vas para el surgimiento y mantencin de las leyendas en la cultura
popular.
Es significativo que la presencia de esta y otras leyendas es
muy escasa y rara en los medios de prensa y las obras artsticas
(literatura, pintura, canciones y obras de teatro, entre otras)
En los talleres de reflexin realizados los criterios coinciden
con la encuesta pues existen opiniones encontradas a partir del
desconocimiento de estas leyendas por una buena parte de los
participantes y el reconocimiento de la importancia de su rescate
para preservar la memoria y cultura popular del territorio como
componentes de nuestra identidad cultural.
Los estudiantes manifiestan su inters en conocer ms acerca del
tema y abogan porque en la escuela sea mayor la presencia de este y
otros temas relacionados con la cultura popular.
Al respecto es opinin generalizada que en las clases de Historia
de Cuba debe tenerse en cuenta que sean ficcin o realidad, el
relato de los hechos y el estudio de la vida de nuestros hroes
deben estar acompaados de elementos que tienen que ver con nuestras
tradiciones, algo que hoy est ausente de las clases de Historia en
todos los niveles de enseanza.En este sentido es bueno recordar que
una de las exigencias didcticas elaboradas por el Ministerio de
Educacin para trabajar el contenido histrico en clases es la de
asegurar mediante la historia local, el vnculo del contenido
aprendizaje con la prctica social, al utilizar las vivencias de los
alumnos, su realidad ms prxima cultural, social y poltica
Investigaciones relacionadas con la temtica han demostrado que
en la prctica, en los diferentes niveles de enseanza, a pesar de
las potencialidades que el sistema de conocimientos de la
asignatura posee para tratar temas relacionados con la cultura
popular y las tradiciones, prevalece la espontaneidad, el
voluntarismo, el positivismo y la improvisacin. Profesores de
Historia del territorio entrevistados para este trabajo reconocen
lo anterior y muestran su preocupacin por lo que esto significa
para la preservacin de nuestra identidad cultural y con ello de la
soberana nacional.
Las personas mayores de 35 aos recuerdan que en su poca era muy
comn ver a abuelos y padres rodeados de sus descendientes contando
historias y relatos, unas veces reales, otras veces no tanto, pero
siempre relacionados con nuestra historia, costumbres y
tradiciones, y en esas historias no dejaban de estar presentes las
historias de gijes, aparecidos y otros fantasmas que formaban parte
de las leyendas del territorio.
Los participantes coinciden en reconocer que los medios de
comunicacin tuneros deben prestar ms atencin a estos temas como va
para contribuir a preservar nuestra cultura popular y que la
escuela debe asumir su papel en este sentido, nico modo de evitar
el olvido generacional que hoy se observa.Las instituciones
culturales del territorio deben asumir un papel de vanguardia en
esta tarea, teniendo en cuenta las inmensas potencialidades con que
cuentan.
A manera de resumen final, la leyenda del caballo blanco forma
parte de la memoria histrica tunera y como tal, componente de su
identidad cultural, pero tcnicas aplicadas demuestran que hoy solo
perdura en la memoria y el imaginario de las generaciones ms
viejas. A esto han contribuido, entre otros, los siguientes
factores: Es escasa la presencia de la leyenda del caballo blanco
en la tradicin oral tunera, lo que ha trado como consecuencia que
hoy no sea tema de conversacin de abuelos o padres con sus
descendientes.
Existe un elevado desconocimiento por parte de los tuneros de
menos de 35 aos de las leyendas tuneras y especialmente la del
caballo blanco, lo que significa la ruptura generacional en la
transmisin de este segmento de la memoria histrica del territorio.
En los medios de comunicacin locales ha sido escasa la presencia de
esta leyenda tunera.
No se explotan las potencialidades de las diferentes
manifestaciones artsticas en la preservacin de las leyendas en la
memoria y el imaginario popular.
CONCLUSIONESLa cultura popular tradicional es lo que una
sociedad ha creado, preservado y transmitido a lo largo de la
historia a travs de las relaciones sociales, mediante la narrativa
oral, sumndole nuevos elementos acorde al desarrollo de la
comunidad. Deja de existir cuando el protagonista deja de ser el
pueblo; cuando deja de identificarse con la nacin a la que
pertenece.
La leyenda es una narracin oral o escrita, con mayor o menor
proporcin de elementos imaginativos y que generalmente quiere
hacerse pasar por verdadera o fundada en la verdad. Se transmite
normalmente de generacin en generacin, casi siempre de forma oral,
y con frecuencia son transformadas con elementos que suprimen,
aaden o modifican. Las leyendas nacen en historias populares que
abarcan temas que abarcan los santos, los hombres lobo, aparecidos
y otros seres fantsticos o recuerdos personales. Se diferencian de
la historia formal en su estilo de presentacin, nfasis y propsito.
Se construye y nutre de acontecimientos que presumen tener un
basamento objetivo, pues estos parten de hechos supuestamente
ocurridos; y ese acontecer es credo tanto por los emisores como por
los receptores. Su presencia en el imaginario social determina su
permanencia en el tiempo.La ciudad de Las Tunas en la actualidad,
cuenta con numerosas historias de gijes, fantasmas, apariciones y
alguna que otra casa apartada que se considera embrujada; pero la
leyenda emblemtica de la ciudad es la del Caballo Blanco o Jinete
sin cabeza como tambin se le conoce. La misma es prcticamente
desconocida en la actualidad y solo permanece en la memoria y el
imaginario de las generaciones ms viejas de tuneros.
NOTASBIBLIOGRAFA Almazn del Olmo, Sonia y Mariana Serra Garca.
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2004
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Guanche, Jess. Procesos etnoculturales de Cuba. Editorial Letras
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Maran Rodrguez, Jos Luis. Presencia de Vicente Garca en el
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Marrero Zaldvar, Vctor. Las Tunas: localidad, cultura e
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Morales Agero, Juan. Postales tuneras. Editorial Sanlope, Las
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Ortiz, Fernando. Nuevo Catauro de Cubanismos. Editorial Ciencias
Sociales, La Habana, 1974
ANEXO 1La leyenda del jinete sin cabeza o del caballo blancoSe
dice que a raz de la colonizacin espaola, en los predios de Cueyb,
viva en los alrededores del pueblo un peninsular quien tena una
hija muy bella. En unos de los paseos a caballos de la joven por el
bosque fue sorprendida por un grupo de aborgenes y uno de ellos, el
ms apuesto al mirarse en aquellos ojos azules como el cielo qued
prendado con el hechizo de la mujer. Igual le pas a la muchacha y
desde entonces el joven indgena realizaba visitas furtivas a la
casa de la muchacha al filo de la media noche, ella dejaba
entreabierta la puerta esquinera del cuarto y ambos vivan felices
hasta la madrugada. Cuenta la leyenda que enterado el padre, pag a
una partida de matones para que vigilasen al joven y le dieran
muerte junto a los que le acompaaban y en el tupido bosque cercano
se apostaron los bandidos. Esa fue la ltima noche feliz para la
pareja, pues al salir l de la casa e ir al encuentro de su caballo
blanco que sus amigos cuidaban, fueron sorprendidos y decapitados
cruelmente a la luz de la luna. Cuando el espaol fue a comprobar la
masacre que haba ordenado para pagar la recompensa, al llegar al
sitio no encontr ni cabezas, ni cuerpos; haban desaparecidos y a la
semana siguiente, apareci en la sabana un jinete sin cabeza,
montado erecto sobre su Caballo Blanco. A partir de entonces cada
espaol que se arriesgaba a andar por la sabana al filo de la media
noche era decapitado por aquel indgena vengador y tras la leyenda
se escondieron asesinos y secuaces para cometer sus fechoras.
Siempre que ocurra un hecho de sangre, alguien anunciaba haber
visto la noche anterior por la calle Vicente Garca o por Lico Cruz,
el jinete sin cabeza en su caballo blanco.
Desde entonces, las apariciones del fantasma se asociaron a
cuanta tragedia aconteca en la comarca. La ms connotada fue el
accidente ferroviario del 45, donde murieron cientos de personas.
Mas, a este mancebo indio, se le anot tambin los pesares de la
granizada del 19 de marzo de 1963, que visti a la ciudad con
gigantescos bloques de hielo, derrumb rboles y casas y registr este
fenmeno atmosfrico como uno de los ms intensos ocurridos en
Cuba.
Tal leyenda ha desafiado el paso del tiempo y, an cuando el
avance cultural de los tuneros desdibuj los fantasmas a su paso,
todava cualquier trgico suceso que remueve la impronta citadina se
asocia al enamorado indio de Cueyb y su caballo blanco. ANEXO 2El
Caballo Blanco(Oscar Vzquez Cruz)Y el indio en la tradicin sigue su
marcha macabra cual fantstica visin...
Y al reflejo de esas lunas lindas de plateada luz por la calle
Lico Cruz marcha el caballo en Las Tunas.
Es la regin oriental rica en lindas tradiciones,en cuentos y
narracionesde belleza espiritual.
Un recuerdo fantasmalse esconde en cada rincn.Como late el
corazn con la crispante belleza del indio aquel sin cabezapletrico
de emocin.Y as la imaginacines fuente de poesa en esa
supersticin.
Belleza en la fantasa belleza en la realidad si es ficcin o si
es verdad,hay en ellas poesa.
Cual presagio de dolor y al reflejo de esas lunasbellas que
alumbran a Tunaspuede verse, con horror,
un fantasma soador sobre su blanco corcel.El alma del indio
aquel que fue muerto all en Cueyby que vengando aun estlos que
murieron con l.
Revista Las Tunas de ayer y de hoy (Edicin especial de 1951)
Cemes: pequeas estatuas de piedra, concha, madera o hueso. Esta
comunidad aborigen crea que el espritu de un rbol, una piedra o un
familiar muerto poda residir en el cem. Los tanos acreditaban a los
cemes diversos poderes entre los que estaban: el poder de alterar
el clima, cosechas, la salud, el nacimiento de los nios, entre
otros.
Fantasma: aparicin no material o esencia de un organismo, por lo
general de un ser humano. El trmino se emplea a menudo como sinnimo
de espritu. Con mayor frecuencia, sin embargo, se aplica a la
aparicin de un difunto, cuya aparente solidez oscila entre la mera
masa brumosa y la perfecta rplica de la persona, aunque tambin
puede referirse al espritu visible de una persona an viva.
Jige o Gije: su nombre vara de acuerdo con la regin. La tradicin
de supersticiones populares ha dado este nombre a un fantasma que,
al parecer, se presentaba en figura de un indio enano, con cabellos
largos. Surgan de las aguas de algunos ros. An hay quienes en la
zona oriental, relatan sucesos de jiges como cosas reales. La
investigadora Hortensia Pichardo afirma que: el jige es un enano o
pequesimo indio, color muy moreno y muchos cabellos, muy juguetn y
enamorado. En Bayamo alguno de sus pobladores an afirman que los
jiges son negritos brujos que suelen aparecer desnudos en su ro. El
gije no es ms que el simil cubano de los gnomos, duendes y elfos
tan cantados en las mitologas europeas, slo que el nuestro es negro
o aindiado, le gusta el ron, es gritn y bullanguero, disfruta como
nadie los placeres del sexo e incluso baila rumba. (Ortiz:
1974)
Madre de aguas: especie de maj o serpiente mgica y enorme,
habitante de ros y lagos, aparece en leyendas amerindias y
africanas que, segn ciertas tradiciones, era maligna y devoradora,
y segn otras, su presencia resultaba benvola. (Ibdem)
Chichirics o Chicherecs: en algunas regiones del pas o
historias, se les llama as a los gijes, visto por su parecido como
un enano juguetn, lascivo y burln, pero tambin se lo encuentra
relacionado con fabulosos asesinatos y violaciones. (Ibdem)
Madre Tierra: diosa frtil que personifica a la propia tierra
frtil. Tpicamente es la madre de otras deidades, por lo que tambin
se las ve como patronas de la maternidad. Generalmente se crea esto
porque la tierra era vista como madre de toda la vida que creca en
ella. ( www.lajiribilla.cubaweb.cu)
Esta y otras ideas acerca del imaginario social y su relacin con
la memoria histrica pueden consultarse en: Maran Rodrguez, Jos
Luis. Presencia de Vicente Garca en el imaginario tunero. Tesis en
opcin al ttulo de Mster en Desarrollo Cultural, Universidad de Las
Tunas, Cuba, 2011. (Disponible en
http://www.eumed.net/rev/cccss/12/jlmr.htm)
Ver la versin ms conocida de esta leyenda en el anexo 1.
Ver anexo 2.
Leal Garca, Hayde: Pensar, reflexionar y sentir en las clases de
Historia. Editorial Pueblo y Educacin, La Habana, 2000, p. 26.
Para ms informacin al respecto se pueden consultar los artculos
de Oremis Piero Rodrguez y Liuska Bao Pavn que aparecen sealados en
la webgrafa.
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