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León Olivé - Heurística, multiculturalismo y consenso.pdf

Dec 14, 2015

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f9.~}tr~~liio$.Aue constituyen este volumen se caracterizan por esta· separaci6n y oposici6n entre heuristica y j

~~~~1uu :ei .,~aracter racional y Ia rdevancia epistcmica de Ia ifer~n.t~~~:;~hmpo~ ae las ciencias y las humanidades: Ia l6gica, las ~··{i''~'# ... ;.(~Jo.~o'-"~ nk. ·· ~ · ~·, .. s, las'cJen'das .nat\ifales y.sociales, Ia economia, Ia historia, Ia ontologia, Ia

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h~'rmeneiitfci;\~J:'psld)analisis, Ia ciencia politica y los estudios · se esclarcccn los difercntes usos y significados

diversas disciplinas, sino tambien pueden dediferentes disciplinas cientificas y

. . propia de Ia hcuristica. Estas conve ~ cru.etuqu g'ir9..de Ia concepci6n de Ia racionalidad humana;

· " ahist6rica de una racionalidad rigurosamente dad a las formas en que los cientificos:jos

y mujercs piensan, dialogan, discu · nta tambien una propuesta de ·

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HEU RISTICA, MULTIC:ULTURAL!SMO Y C:ONSl·:NSO

1.1-:c'l N OLJVI::•

Los reclam os d e los grupos ctn icos de Iodo t::l lll\lll d o p;tra que se reconozca su icle n tidad y sus de n:c lws colect ivos, as! co1no para que se respete fntegra m ente su d igniclacl, no son naclan uevos. Desde Ia epoca de Ia Conqu ista nuestro pa ls ha viviclo con el los y COil los con­flicto s generados, no so lo por e l sojuzg;tmiento )" b exploiacic'i n de unas culturas p o r ot ras, sin o tam l>ic·n po r l<t l;t!ta de n:coJloci tn ie nl o 0, peor aun, po l· un J_::: C<> Il OCilllie nt o ht lllliihll ll' <jill' i o~_1_2:~~) Jl1 j.

nantes han hecho cl e o tros pueb los y cle otr;ts cu lt m;ts. 1\;u.>..<d.\Y.(,;J:Qjtd

qu e · a marcac o or ~~~~a ag~~S J Z<iii7m~~!-~_ c:_c~~1f1ic­tos, y por ello se requi e re qu e las re l~-~~:~ones e nlre la s di \'c rsas cultu-ras se establezcan sobre bases novedosa~. ·-------- --- ........ .

Esto es particularmente urgente en Mex ico, e n clonde lets nuevas bases deben establecersc a partir de reconocer que se trata de 1111 pafs conformado por un muy rico mosaico cultural. Despucs de esto, es ne­cesario aclarar las concep ciones acerca d e l significado y las impli­caciones de Ia diversidad cu ltural, y lo que es deseabl e y posible ha­cer con respecto a esa realidad . Se requ iere di sen ar p ollticas y cursos de acci6n que sean moral mente aceptabl es po r los diferentes grupos indfgenas con culturas tradicional es, p or el res to d e Ia naci6n y por el Estado.

La necesidad de esta rellexi6n se hace ev iclenLe si pensamos en dos posibles polfticas que pueda n favorecerse clesd e e l Estado y que, como veremos, de;:;_cansan en p r incipios heurfsticos opuestos .. Una es Ia que durante mucho ti empo prevaleci6 en Mexico: buscar el'icleal de una (mica cultura mexicar:!.<!_....!.~~ S,J~lft~~c;_o_b~t~ !!..le, sobre Ia cual debe­nan converger todas las o tJ·as. En los t'tl tim os tiempos se ha iclo acep­tando que este ideal no solo es inalcan zable , sin o sobre todo que es indeseable, pues entre o tras cosas clesconoce el clerecho de las cultu­ras a su preservaci6n y florecimiento , y supone Ia asimilaci 6n de to­das las culturas del pais a un t'111i co pa tron cu ltural ~l e corte cKciden­tal moderno.

• lnst itu<o d e In ves t igaciotH.:s Filos<'> li cas, 1 ·,'< .UJ.

[17 6)

IIEl iRiSTJC ,\, ~lt : I:J'l(:t i i:l ' l 1 \C\I.\S~\O \' CO NSI·: NSO 177

l'recisante tllt' Ia seguncl:t pollt ica serf a Ia de prom over ~I lloreci­miento de toclas las cLIIturas y su co~~viv~::c1:~~1_oi1i~)s;t y -~~~perati­va, <tbai1cfona ndo el idea l cle un solo bloque cultural. Pero si esta es Ia polftica prckri hle , cl clesal'fo serf a cl de articular un mod elo de socie­dacl e n cl o nclc convivan a rmoniosamente cu lturas diversa~~-; donde ningCtn pt;;llo de vis ta se considere de antcmano privi legiado por en­cima cle i(Js otros, y don de se con temp le un -Estadoi·ec·1Ttnente respe­lt toso y conscn tenlc con csa clivers iclacl cle las culturas, que reconoz­ca los clereclws de los grupos, pcro que mantenga e l compromiso y cumpla con su obligaci6n de preservar los derechos individuales.

~Es posible apl icar un mocle lo como este a Ia realidad m exicana? En l"ebrero cle I ~l!l() parcda haberse claclo u n paso dec isivo en ese sen­ticlo.'l :tf . ";\ n terclos de SCI JI /\ JHid·s" a l; t lc lra estip ul ;in:

La his to rjjf conli rma que los pueb los ind fge nas han sido objeto de !ormas de subordin if~: i <> n , desigualclad y discrim in ;tci6n C]Ue les han de terminado una s itu ; t r i~'> t )tt: stntctttral de pobrer.a, ex plot ac i(m ycx~: lusi 6n pol.ltica. Con!irma tambten;fNC han perststJclo Jren le a llll ordell .J UI'ldtco cuyo tdeal ha st do Ia homogcl~~:i r.a c i (m y asimilaci(nJ cultmal.

JB:i

Sob1;~~a base del reconocimiento de esta realidad hist6 rica, dich os acuerdos planteaban adem~~s. que en Mexico "se requiere [ ... ] desa­rrollar una cultura de Ia pluralida cl y Ia to le ran cia que acepte [las] vi­siones del mundo [de los p ueblos inclfgenas], su s fo rmas d e vida y sus conceptos de desarrollo" .

At:nque por razones p o lf tica s estos acu e rdos no han tenid o un destino a((>rtunado hasta el m om ento (en ero d e l 2000) se ntaron , sin embargo , un precedente muy importante al plasmar el reconocimien­to de comtm acuerclo de representan tes del gobierno y de diferentes co­munidades indigenas de Ia necesiclacl de promover en el p afs "una cul­tura de Ia pluraliclad y Ia tole rancia" .

Pero una cultura de Ia p lura liclacl y d e Ia to lerancia no surge de Ia nada, ni se construye cle Ia n oche a Ia maii.ana . Ademas, si ha de ser 'estable, requiere s6 lidos fund amentos en el terreno moral, polftico, e incluso -como veremos- e pistemol6gico.

En este trab<~o me propongo comentar algunas ideas que podrfan ayudar a Ia [undamentaci6n y al fortal ec imiento d e esa "cultura".

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178 I.I·: (>N 01 .1\'1:.

DIVERS !DAD DE CU t:ru R1\S

El primer gran problema es comprender lo que est{t en.juego al ha­blar de culturas diferentes. cQue significa reconoccr a unCl Cllltur<t como realmente diferente a Ia nuestra, con su propi<l identidad colec­tiva y sus derechos de grupo?

Aclaremos primero que utiliZ<Iremos el cot!Cepto de cultur<l como equivalente al de naci6n o cle pueblo. Elllencleretnos una cullm<t como una comunidad que tictll' 1111a tradici<'nl utlli\·;,d;t a lo Ltrgo de varias generaciones que companen una lengua , una historia, valo­res, creencias, normas, instituciones y pn1cticas (eclucat ivas, religio­sas, etc.), y mantienen expectat iv<ts comunes . 1

Si respondemos que un<1 cultura dil'eretlte <I Lt llltestr<l l'S tlll<t co­munidad de personas que h;1bla n 1111a letlgu<t d ist i lll<t , que 1 iellcll su propia historia y sus costun1bres peculi<tres, pcro que j)Or lo dem;'ts comparten con nosotros las mismas necesid<tdes b:1sicas e incluso los mismos principios de eva lu ac itJn moral y epistemica (sobre el cono­cimiento), entonces no acabamos de co mprender lo que significa Ia diversidad cultural.

Reconocer que existe una cultura diferente no solo es reconocer que alguien puede tener un color de pie! diferente, peinarse de diver­sos modos que a nosotros nos parezcan extravagantes, tener gustos es­teticos asombrosos y habitos alimenticios extrafios. Puede significar todo eso, pero implica mucho mas. Lo m{ts delicado, y lo que realmen­te importa para nuestro tema, es que los miembros de Ia otra cultura pueden concebir Ia naturaleza humana c.fe modo muv dife rente, y lo que conciban como necesidades humanas b:tsicas pueden difehr de c6mo nosotros, los occidentales modernos, lo haga mos. Los miembros de culturas diferentes tambien pueclen tener maneras distintas de con­cebir !a relaci6n entre el individuo y Ia sociedad , y las obligaciones po­lfticas de la persona con su comunidad, y viceversa. Tambien pueden tener maneras muy distintas para en tender lo que es Ia clignidacl hu­mana, y por consiguiente lo que son los derechos human•Js_l2_~~i-~os y lo que es una afrenta moral. Es posible qt!e ·tam bien haya dil'erencias, e incluso incompatibiliclades, en Ia manera de conceb ir el Universo y a los seres humanos dentro de el, tam bien puede haber diferencias i!ll­portantes no solo con respecto a que creer ace rca del mundo, sino c6mo investigar acerca de el.

1 W. Kymlicka, Multiculluml (.'itiu11shij1, I ~J~F>, pp. I H)' 7ci.

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lll·:l iRiSI'IC.·\ . ~ll ' t:I'ICI ' ITl ' R . \I . IS~I<> \' ( .< >t\O.,H\S <> 179

b 1 o It;~ s iclo i h 1s1 r;~do por c I I in gi't i ·''" < :; 1 rlos I .en kcrsdorl' en 11 n I i bro donde divulg<t los result;tdos de sus im'L'SI ig;1ciones. Lenkersdorl'explica que una sencilla oracic'Jn como "(lo) diJ_C::• ~~te_~~.:Jlo) t;.S..s~c_!J_~ron", no aclmile 1111a trad11cci<'m ex:1cta al tcijoL!hal, una de las lenguas que se ha­hl<lll e11 <:hiapas. Esta oraci<'m se reliere a 1111 hecho al que ninguna frase e11 lojol;dJal puede rl'lerirse . El hcclw expresado y percibido por los llispanohablanles Sl' n:liere a una rcla~~~-H2..~~~~2..·e "u 11 sujeto actor li·ente a ohjclos que rccil~_1_t_:_l!:5'i(m ~-~~~~.2~~l:~~~". M i~·nlras que en tojolabal, Ctl e<llnl~i!.>~·hfDt]n:'t' ce,·c:nla que ttt i li;<tri<ll~~~~~e competentc para "traclucir" Ia oraci<'m men cion ada se relie1·e a una relaci6n de vanossu­jeros <I.ClOI'CS Cli)'Cl p:1mc;]_)aci(jj]se';:etjUTel~e'pal·a ciue e] hecllo-Q"curr;l-,. 2

1-:s clccir, cnliljolab;d cs imposible lcmmdar oraci6n alguna que se rclier;t al hcdw al que sc rclicre 1;, l'r<tse e11 espal10l, y por consiguiente, esc heclw, dcsde i<t visi{HI deltllliiHio clc los tojol;1bales, es imposible de reconocer. Pero el heclw existe en virtucl de Ia estructura misma de Ia lengua espatiola, por eso noes tanto que los tojolabales nolo puedan reconocer, 1 ~ 1 {1~b.i~ n e~<t._~s~e....!:.:~ .. E~:<:~<:_<:.'xis.tiJ::_~~ -su m':lndo. . .

Pero Ia Sltu:~.oon es stmet.nca, Ia frase que usana un hablante btltn-gue para "tracH:~cir " al tojolaballa fi·ase en espa1iol que hemos mencio­nado, se refiet~.~a un hecho que existe en funcion de Ia estructura de Ia lengua tojola~~~~. y por ello es impos ibl e que ese hecho exis ta en el mundo hispar~hablante .

Lenkersdoi'f muestra que Ia lengua tojolaba l esta imbricada con una peculiar vision delmund o, pero mas a(tn, que contribuye a cons­tituir el mundo en el que viven Ins miem bros cle esa comun idad lin­giifstica. Como ese munclo depellCie en buena meclicla de Ia peculiar naturaleza de Ia lengua , a tin de cuenta s las comunidades indigenas en Chiapas y los hispanohablantes de las sociedades modernas viven en m.undos dif!rentes . -·- ,

cPodemos tomar esta afirmac i6n en sentido literal y no s6lo como una metafora? Y silo hacemos , (no significa renunciar a Ia idea de que es posible investigar racionalmen te sobre el mundo, y obtener cono­cimiento objcti\'O solJre esle, (jll C CS posibJe int erpretary COtnprender lo que los micmbros de otras comunidades quieren decir? ~Noes re­llllltCiar fin ;Jlmente a Ia idea de que, incluso en interacciones de cul­turas diferentes, es posible actuar racionalmente para llegar a acuerdos que satisfagan a tod<is las partes y que les permita interactuar de mane­ra cooperativa y fructifera?

~C. Lcnkersdorf', /.os ilmn/Jn•s rwrrlorlno.l, I ~J9n, pp. :l0-31 .

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180 I.I·:<'JN OI.IVJ::

Tomar en serio Ia idea de <Jllt: los mit:Jnlm>s de coJlltlllid;tdt:s liJt­giifsticas y de culturas dikrentes viven en distilllos llllJildos 110 illljJli­ca renunciar a nada de lo anterior. Esto es precisamente In que mostr(> Thomas Kuhn con respect<> a las comunicbdcs cicntilicas; t'll esc scll­

tido se de ben interpretar sus enigmitticas !"rases tales como:" Despues de una revoluci6n, los cientfflcos responden a un munclo clil"erente",:1

o "el mundo cambia con el tleli1j)oy-de·"t;",),", · Zo~i){,-~1Jda(I ;i -;;t, :i\""~ i .

Lu-ego-volver~~G;:;esLo para aplicarlo a las clil"erencias entre cul­turas. Por ahora quisier<1 preguntar cu:tl cs b situaci(JII a Ia que sc put­de aspirar en Ia convivencia entre culturas, en un mismo pals o inclu­so en el nivel global, si Ia diversidad cultural implica toclo lo que hemos mencionado. cSe pueclc aspirar cuando mucho a lo que se ha dado c11 llamar un modu.s vi1'enrli entre dil"erentes culturas, en dondc haya cliga­mos una situacic'>n de no agresi<'>IJ , s<'>lo por till equilihrio de liJcrzas? hn serfa muy inestablc y COIHiucirfa a una indeseal>le militari;.aci<'>ll , abicrt<J o escondida, de los pueblos .

Si esa opci6n nos parece inaceptable, (tcnemos llllenas razones para esperar que haya un autentico di:tlogo entre Lis culturas, en donde se entienda que el establecer acuerclos racion;tles para vivir armonios;unente y n>operar en proyectos de i1ttcrcs collll.llt, desarro­llando un proyecto nacion;ilmulticultural, y un proyeno global igual-mente multicultural es en beneficio de toclas? · .

EI que Ia situacion llegue de hecho a darse o no , en gr<in medida es un problema politico y de relaciones de fi.terza. Pero para orientar las acciones de los interesaclos, sobre todo de quienes clesean que esa situaci6n se realice, asf como para orientar las opiniones de todos aquellos a quienes concierne el problema, es necesario cleterminar primero si Ia situaci6n es posible o no.

Este es el eapel heuristico que clesempei1a, con respecto a 'las re­laciones entre cu lturas diferentes, _\!l2':l...~oncee.£i6n filosc)!}ca acerca d~ lo que stgnifict y lo Cjue i111plica Ia divcrsicbd cultur;tl. 1'01' Sllllllt'slo, tal concepcion no dar;t indicaciones acerca de u'>mo actuar, pero sf orientara las acciones en Ia meclida que establezca que ciertos fines son posibles, mientras que otros son inalcanzables. Serfa in(ttillucltar porIa realizaci6n de esa situaci6n de cli:dogo )' cle e~t;d?lccinticnto de acuerdos racionales, aunque parciales como veremos, si tenet,nos·la convicci6n de que tal situaci6n es una utopia irrealizable.

3 T.S. Kuhn, Ln es /mc/um dt: '"·' rt'1 •olucin11es .. , 19 i I . 4 T.S. Kuhn, "The road since stru ctu re", 1991.

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IIIT Jds·J 1< .. \, \II 1.1 W I ' I . I II R.\ I .ISii J() \ ' C<lN .SI·.N S() I HI

;\ltor;t i>iC'II, I<~ dctenllilt<lcic'l ll dC' .'ii l;1 segullcl;t propttesta re;~lmellte va nt<\s all:, de 1111 1nero Jllorlw· 11i1wndi e11Lre culturas, y que fundamenta Ia posibilidad de acucrdos racionales , depende de Ia manera en Ia que se eJttienda Ia IH>eic'>n de racion;tlicLtcl y de acuerdos racionales.

~j~t' ' nera vista, si sc aceptara que Ia diversidad cultural im lica que los estandares para eva uar pl'lllCij)IOS mora es , e incluso creenci as y niai1craS<1eii.l\'estJgar sobre e lmundo son relativos a cacla comunidad . parecerfa coJ!ciuirse que noes posible establecer acuerdos rac10nales et.Jtre los mlembrt>s de divers;ts -ctlilul·as que utilicen estimdares dife re r1-tes. Pues un acuerdo racion a lnecesariamente requiere estandares de racionalidad compartidos .

La idea central que quiero defender en este trabajo es que ha y huenas 1'<1/.0nCS para aclopl<ll' COlllO principio !JeurfsLico el que est;i:­IJiece que los acuerclos racion;dcs e1ttrc 1nicmbros c.le culturas clil'ere ll ­te~ son po.ii/Jii'S, aunque a! principio de Ia interacci6tJ los a gentes de las diferentes cult.uras no com )Cirtan los mismos criterios de racionalida cl y cle evalu<tcJc'lll c e normas. L1 perspccti va que adelante describire­mos como jJ/IImlista en cuestiones eticas y epistemol6gicas es Ia qu e ofrece unn funclamentacion clc esta posibilidad. Tal principio es uti! para aprt~Xilllarnos a los proiJieJil<IS de l<1s rel<~ciones entre las cultu­ras como!9,bservaclores, pero tam bien es util para los agentes inmersos en una ihter<tccic)n transcultural.

El pri\icipio basado en Ia concepcion pluralista es preferible a otros dos que 'e:!f~{m en competencia con el, a saber, por una parte, los qu e proviene/1 de las concepciones univers<tlistas y, porIa otra, de las con­cepciones relativistas. Descle este pun to de vista no existe Ia posibili­dad de acuerdos racionales entre culturas realmente diferentes. Si se asume ese principio como principio heurfstico, es decir, como el qu e guiara las acciones de los agemes involucrados, entonces no parece­r"fa !Jaber raz6n alg-una para buscar el dialogo y Ia cooperaci6n entre los ntic1nhros de nJ!Jm<~s cli fci·cTH('s·:- - ·----

Desde el punto de vista universalista, Ia posibilidad de acuerdo esta

si~~resente, v de hecho gueda garantizada, siempre y cuando los agentes se com orten mciona/mente. Pero --<:omo veremos- esta posicion supone un cieno conceplo e raciollalic.l"d que tiene algunas desvcnwjas .

Ilustremos estas dos posiciones examinando uno de los temas del i debate actual en Mexico: el de Ia posibilidad de que se reconozcan los l sistemas de nOJ-mas, usos y costumbres, de hecho utilizados en el seno j de las comunidades indfgenas, como legftimos instrumentosjurfdi cos 1 para Ia resoluci6n de problemas y conflictos en el interior de esas

.. 're-lJ.~ l . • plu_..,_lu,"""" I ,.~~~~~ .. - ..

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182 u:<">N <>1.11'1::

mismas, aunqttc l;tlcs sislctn:ts sc;m p:tr:tl!'los. o ilwl11so CJIH' ci<·ttlro clc ciertos lfmites supl<inten al sislemajurfdico llacio!lal.

Muchos autores sostienen que noes correcto reconocer esos codigos c1~ntro del sistemajurfdico del Estaclo moclemo. Rog-er Banra, por ejemplo, ha alegaclo que no lo es pm·que Ia mayoria -si no es que to­dos- de los sistemas normativos cle usos )' costu tn brcs de los pueblos indfgenas no son los originales de las culturas prehispanicas, sino que son mas bien "Ia trasposici6n de formas colonialcs de clominaci6n".'•

Asf planteado, el problema es hist<'>rico y cle Gtracter raclual. Los ' sistemas de usos y costumhres de los pueblos incligenas, (son real men­te sistemas cuyo origen se remonta a los tiempos prehispanicos o sc trata de sistemas conf'ormaclos durante Ia epoct colo11ial? J>ero csl:t pregunta, aunque muy importante dcsde cl ptlltlo ck ,·isla hi slc'>rico. noes relevante p<tra Ia clecisic)n cle acept:trlos o rcch<ll<trlos.

La raz6n porIa cual deberian aceptarse o rechazarsc esos sistl:lll<ts normativos, o cua lquier otro, debe basarse en l<t <•olirln. de las normas en cuesti6n, r_cl_e_~~it~g~"!..<t_t~<~nera e~<l.!:i.gen ci"erts n1ism~is.···Eu1·d~bll para aceptar esos SIStemas es Ia razon que ;tlega que debet~. reconocerse constitucionalmet1le porque son los sistcm :ts propios de l ~ts comuni­dades prehispanicas, como es clebil el rechazo cle esa icle<t sobre Ia base de que se trata en realiclad de sistemas nom1ativos clesarrollaclos dur;_llilt: !a Colonia.

Lo que debemos examinar son las razones que apoyan la adopci6n de tales sistemas porque proponen non11os roJTI'!.ios. Pcro, (sobre qui' base, con cu;'tlcs critnios ju;g:trc~~~. !J.~'~~ -~-~ .. s~'LC:.:!!.:!__'l_o_~~~l2<ll.ivp, ~e<t

{juriclico o mm·al, s~~!.!l~~U..Prereril)lclt otro porque sus nonnas s<in \las corrcctas) 2Dc cl<'>ndc prO\·iene cs:t l><tsc, de d<'>IHle podemos e;.;­

traer los criterios pertinentes' La respuesta obvia, creo yo, es que deben obtenerse de los respectivos trasfonclos culturales. Por lo gene­ral esos criterios no.siempre son expllcitos. Cna tarea !ilosofica im-portante es preci sa men tc Ia de Lraerlos a Ia 1111. .

Pero nuestra hip6tesis es que hay cliferentes trasfonclos ~~±~· lo cual implica que puecle haber i mp orta n tes d i ferencias en Ire cull ll· ras clistintas con respccto a csos criterios. !'or cons iguicnlc. p<trcce qttl' noes posible estableccr un Ll!1ico sistem<t de cr it.erios , aceptabln transcwturalmente , para Ia evaluaci6n de sistemas normativos.

Con esto estamos tocanclo el rondo del problema, pues aquf enliTil· tamos un dilema: 0 bien hay criterios absolutos para clecidir cual sisle-

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made .norm as cs preferible, es clecir, criterios que estan por encima de w;tiqllit:fntllttr;t, o IJic11 IH~_I t<t y_:T illTios <th.,olulos y lodos los crilcrio~ de])enc.len siempre de algun contexlo cultural especflico. Veamos con mayor cletalle este eli lema.

i\1\SOLUTISM<l l'.'i. REL/\TIVISMO

El primer cuerno del clilema afinna que existen criterios absolutos, con base en los cuales serf a posiblc: ru nclamen wi: cci;:;-:ecl:'ilinente lospl:liicipios morales (y poclriamos decir qtte, por consig11iente, losjuridicos), asf como las clecisiones acerca de que creencias aceptar, y eso ofrece una base fir­me c itteOtlli'O\TI'lible, desde 1111 p11t11o de vista racional, para <Kept:lr o rechazar derechos, norm as, v;tlores y costumbres de otras cu lturas.

Si esto es correcto, queclarfan bien sustentaclas las posiciones que afirman que los pueblos indigenas deben abandonar sus sistemas de evaluacic'>n moral yj uriclica l.rad iciomtl porIa moclerna y liberal, pues -seguiria el argumento-las culltmts que no han reconocido los princi­pios morales correctos bas<tdos en los crit.e rios absolutos han estado equivocadas en cuestiones morales. !'or consiguiente, las culturas que sf han aplie<jdo esos uitet·ios han obt·ado bien a! condenar acciones que no se conforrpen a los principios conectos, y mas aun, estanjustificaclas para interveni:~~iy moclificar los principios morales de aquellas. Esto justifica­rfa, por efeinplo, que un Esta< lo prohib<t determinaclas costumbres de un grupo u ·; l~:licioll:tl, o q11e una naci<'111 iltlctvc!Jga c1tla vida inlcl'll:t de olra en aras de11os principios corrt·ctos. Esre cuem o del eli lema concJuce, p11cs , a una pc.isici(ll1 intolerallle l"rCiliC ;t J;t cliversici<tcJ, )' peJigros<111lCIH<:: \ justiD_catoria _skr._1J!~!.~S.\.~~1 P_<:r t illtstas~-- ---- I - . -· -· -

Pero el otro cuerno del clilema no esta exento de problemas. Si__ng h<l)' criterios ni proceclimientos absolutos para fundamentar la s ev;t­ltiaCTooesmOI';il es'\; his-0·ee-llciX~.·;,sf CO I110 las ,i-tlrniasj uriclicts , cual­qui~ii1Cl]5101i16ral;'o t1le-tc1Clc) l6gi co y epistemol6gico, poclria lun­clailiei1tiil··se co'i'1tTd(Je(jilese i:ei;tciot'ie coi'i un contexto <tclecuado, y a SU-\~ez"6iiilcfliiei·· jidtctica 0 Cll <tlqui er creencia poclrf<lll_justifictr::.e desde el punto cle vista cle los principios apropiaclos. l'ero entonces quedamos inennes ante casos que a nosotros nos parezcan claramente al!·oces e indignantes , como los de tortura , con tal de que se trate cle costumbres cle otras cultura5;, clesde cuya perspectiva si estanjustifica­clas: Si es defendible Ia idea de que los nazis constitufan una cultura

~ I ..

'' R. Bartra, "Violencias indlgenas", 19~)7, pp. 8-~.

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i i \ !... .

184 l.i·:<'>N <>1 .11'1:

peculiar, lomas que nos quecb serfa b posihilidad dv cotHil'll<ll' sus creencias y sus acciones desde nuestro ptt>ll o de vist;J, pe m si desdccl suyo estabanjustilicados, tlUestra condena 110 podrfa Lcner cl'ectm p nicticos , como el de castigarlos. (:ste es e l tipo de reLttivismo que concluye que "L<>do es t<'t perlllit ido", 1111_1' /hill ,l!, ) !,'l!l'.\.

La posici6n absoluttsta - Ia de l primer cuerno- sost iene que hay prin­cipios que cualquier persona deberfa aceptar sea cual sea su contexto cultural, con ta l que los examine racionalm ente y sin prejuicios. Esta p osici6n su pone una noci6n de racionaliclacl coml'm a todos los sen:s humanos, independ ientemente ae-·s-Lici.t!tLtra.·u ,~-p~i~u> centra l en esta discusi6n es ento;:Kes el"de c6mo se entiende Ia noci6n de racionalidad.

Luego regTesaremos sobre esto. Por ahora veamos un ~jemplo de esos princip ios . Ernesto Garzon Valdes ha propuesto el 2.'i!.!cipic:__0_c· autodefensa, que estipula C]UC es correcLo dcl'encle rse cua ndo uno cs <lgrecl1do injusti ficadamente, y el principio qu e estab lece'que es i2_11 1!~ raJ inflig ir un dai'lo a a lguien de manera arbitraria o innecesaria .';

De entrada ta l p!·opuesta es muy razot1:'iETC,j)el-o eliTi:eii'Cilii1 pro­b lema serio : es tos clos p r incip ios se e ncuen tran en Ia mis ma situ;tc ic'Ht Ci''Je el concep to d e "cl ign iclad", o bien e l concepto se retiere a algo negativo, a un lfmi te que no p uede tras.pasarse en mn guna circllli~~­tanoa (Sa lme ron ), pero qoe a! ser nega tivo v .comp letamente gene­ral no puede apli ca rse a situaciones especific;1s mie n't ras nose le clo t.e de contenido; o bien se sup one com o un concepto universal aplica­ble a situacion es concretas, pero en to nces tiene ya un contenido. Y Lt duda es si ese co~_te ni_g_<?_I~~alm ent~~~-tJ.niv~rsal , es cleci r, algo ace p­table desde cua lqui er pun to d e vista cul tural.

Para considerar justili cacl a mi acc i<l n de autodel'ensa debo consi­derarme legftim a m e n te ag raviago o a m enazaclo, y· p a ra eso debo dot<d' de ui1 sig nili ctdo a l concept<> de dig t1icbd , aunque sen vaga­mente . ~ Pero pued o consicl era r que lo que afrenta a mi d igniclacl c, universal, es d eci r, <lfi·enta rfa Ia d ignidacl de cualqu ier se r humano, independie nte mente de su contexto? Examinemos un ejemp lo que e11 mi opinion hace evidente el p roblema cle foncl o.

Desde nues tro pun to de vista occiclentalmoclerno, nos parecerf;t no solo algo muy in clignante, sin o u n crimenmonstruoso, e l e nt err;tr viva a una perso na b<"Uo una monta i't<l de estiercol. Y sin e mbargo <';sl<t fue una cos tum bre practicada bas ta hace poco tiempo poi· el pueblo de los dinka en el sur d el Suda n, en Afr ica.;

n E. Ga rzc'Jn Va ldes, "A igun;1s conl'u sio11es ... ", 199!), p. XI) . 7,1. Kl' k('s, " l'li trali ."ll ;u1d till' v;il lll' ol'lik", ! ~H I , I'P · ,-,:Iss .

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IIF.liRiSTICA, Mlii:I 'IC LI ITURAI.ISM<> Y CONSI-:NSO 11)5

Ante una acric'lll sena;jantc, IH>sot ros verf<llnosjustilicada una in me­dial<! reacci<'>n de autod eknsa por p;trte de Ia persona akctada . l'ero tambicn estarfajustilicada, moralmente hablando, Ia intervencion d e terceros para evitar lo que a sus ojos es un homicidio, que ademas constitu irfa una al'renta mayor a Ia digniclad de Ia persona. Finalmen­te, esto_just ilicarfa Ia intervenci6n del Estado para prohibir jurfdicamen­te esa costumbre .

Sin embargo, ciertos analisis a!ltropol6gicos indican que entre los dinka hay un conjunto de creencias, valores, normas, costumbres e in­tereses, toda una tradici6n, en lunci6n de Ia cual esa costumbre tiene razones de ser, y ponen a las acciones en cuesti6n desde una perspectiva segl'm Ia cued cle:;jan de ser monstruosidades. Es decir, hay a! menos un pun to de vista cli ferente, desde el cualla costumbre nose considera como in moral. Necesi tamos algunos d etalles mas para entender el porque .

El ejemplo es sobre el entierro de los mas importantes y respetados lfderes de Ia tribu - sim ul t{meamente religiosos y politicos, como suele ocurri r en las soc iedades tradicio nales. Cuando el lider es viej~on­sidera que su mu erte est:t fl.D)xi.nl!h.J2Slr lo-ge neral ba jo su propia ini­cia tiva (aunqu e no siempre), elm isrno a n u nc ia que h a llegado ef1no­me'i1'to.'En tonces los mi embros de Ia tri bu cavan u n h oyo en Ia tieiTa , y enmedio de ceremonias re li g iosas lo colocan en el y le arroj an estier­

col hasta cubrirlo. Se _~~~~~~~~J?~~~!~-~ or_i.fl~c.?~eero, a pesar d e todo, irremediablemente ellide r muere as fi xiado. --------- - · . ··- - -- -~,------------------------ - - ----·---------

La tra~1c i6 n de los dinka es tablece que nose debe guardar lu to por ellider, si11o que Ia p oblaci6n debe regocija,·se , pues su muerte debe ser transf.o.rmada porIa poblac i6n mism a en u n a exp erien cia de vi­talidad . Q~; hecho , e l orificio que se deja en Ia montana de in mund i­cia obed~ce a Ia cree ncia d e que r o r e l flui ra e l alma dellide r para rev itali z <l i~ y ren ovar a Ia tribu e ntcra . M{ts au n, e l est ie rcol no t iene para esa tribu una connotaci6 n p eyorativa; por el con tra ri o , p uesto que su economfa depende dd ganado, se trata de un bien m uy apre­ciado, el cu al incluso se cree que tiene poderes curativos.

Con base e n an idi sis de es te tipo, Ia pos icion del segundo cuerno -Ia rela tivista- sos ti en e que Ia costumbre debe ser evaluad a tomando

:en cuenta e l significad o d el aci.(l y los elemen tos involucrados para los . . agen'tes que participan en ei. A Ia luz de Ia tr adic i6n de Ia tribu , de sus

creencias, intereses, normas y va lores, Ia mue r te d e l lid er, inclu so de esa forma , lejos de ser una a l're nta contrCl su di gni dad , es una distincion y una honra, pues contrilmye a l ord c n de las cosas cl el mund o, a Ia purilicaci tm y a Ia renovaci(m cle Ia tri bu .

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186 IJi>N (>\.ll"f.

Ante esta proptH.:sta, sin embargo. <]tlil'ncs dl'ficndl'll las posicionl's absolutistas no ceder;lnl ~'tcilntelllc . De illlncdi<tto rcplic:ll ·:111 que :11111-que Ia muerte en esas condiciones aparentemcnte esle '~ justilicacla ''

dentro de un sistema de creencias y de v<~lores y norm as especffico, el problema es que muchas de esas creencias son 1;ds<1s sin Iugar a cludas, y muchas de esas nonnas no pasan Ia pruel>a que pcr111i1e discriminar entre una mera costumbre y un autelllico principio 111oral , a saber, Ia prueba de Ia universalidad. La diferencia entre un<1 m<'1xima que clescri--be una mera costumf)re y una norma que represenla 1111 <ll1tclllico prin-cipia moral, dice el absolutista, es que ];~~ltim a debe -~el ~ <tceptable e~'.!'" cualquier sujeto racional, incle~ndientemente del cont.exto social en el que hayanarulo-ye-~i'q~;e ~r,;a~cm-i-la tlli-iC:;t- co ncfiCi'6~1-de que

ariahce tal pnnop10 racionalmente y sin pre_juicios. Asf, aunque para los miembros de Ia tribu esa muerte no resulte

aborrecible, o~jetivmnenle hablando, esa muene es algo nwnstruoso. "Objetivamente hablando", para el abso lutista, quiere decir a Ia lm de creencias que n o sean falsas y en fun ci<l n cle Y<tlores y normas universalizables. '

En suma, el absolutist;t conden<l 1;, co.'iltl1n1Jrl· de losdi11b sostl'· niendo que es 111moral, y para ello s~·~;-~n Ia u;)l~; -~z ;~;-~ie q_L.Js; hay creencias que son objetivamente vercladeras , independientemente de los recursos conceptuales que Ia cm11li!1idad en particular tenga para obtener conocirniento acerca del muncl o . Y tambien presupone el principia de universalidacl como criterio f'undament<,tl para distinguir una norma moral de una maxima que se refiere a meras cos~umbres . I

Esa conviccion y ese presupuesto son los principios heurfsticos que orientan a qwenes asumen una postc1on absoflitista el1c'ltestiones de relctciones imerculturales:A:ceptailOso_re_cliaz<ll:ros noes una cuesti6n ·~mpirica que pueda clecidirse con base en Ia obsen·acion y experimen­tacion, sino que debe hacerse sobre Ia base de una cliscusi<ln filosofi­.:a acerca de las razones que a poyen o no una y otra posicion, e incluso :le los programas de accion que permitan unos y otros principios.

Entre las razones para aceptar o rechazar esos presupuestos pue· den senalarse los problemas que enfrenta el absolutista. Por eso con­viene anotar, en primer Iugar, que Ia noci6n de racionaliclacl del abso­lutista presupone que mediante un exam en racioi~;f(iel'i-l~ ·;;zj:~cilcia o deamrrrorma 0 SIStema de'i'10IT!1asaEi larga habra -una r:;we;:gt;iCia e-ntre los parttopantes en Ia discusion hacia UJ1-(iJ1ico 1·esiift~tcl(), qtie se sigue con necesidad del examen racional. Esto a Ia vez s~pone _l~ __ i_d!.~.~~-qt:e Ia racionalidad esta constituida por reglas fijas y universales, las cuales si

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se aplica11 cot'l'l'Cl<lllll'lll_l~_lJ~~~ · ; tl t _:t _rl'st ! !t_: tdos t'tl_l_icos de m<tnera neces: t­t:ia .H l ·~sta idea de raciolt:did: td !Ia sido ;unpliatneltte criticada en las \11-timas cuatro decadas , entre muchas oLras razo nes porque no p enni te

dar cuenta del desarrollo de Ia ciencia Y ;\dem;ls, est a concepci<'llt enl'renta el problema ya mencionado de que

sus pri11cipios, o i>icn so11 v<tdos, y Clllo>ICCS no sc puedcn <tplic<tr a situa­ciones concretas (por ejempl o, cuanclo hablamos de una al'renta a Ia dig­nidacl1 pero no dotamos de co1Heniclo al concepto de dignidad para de­Lerminar si en el'ecto Ia hay o no), o bien el absoluti sta se compromete con conteniclos especflicos, pero elllonces esta privilegiando los que se h an dado en una cierta cultural y de esa man era pasa de contrabando los prin­cipios d e esa cultura particu lar como si fueran universales . De ahf al etnocentrismo, e incluso al imperialismo , ya no h ay ninguna distancia.

.- -- Pero como decfamos, en erexu:erri"o opuesto, el relativista tampoco esta exento de problemas. Este niega que exi s tal-1-~; alo·;:-es absol~nos y noi·t11as UlllversaT!Za1Jles (en el senuclo d e l absolutlsta), y afit:ma qu e Ia evaluaci<'>n -moral de una acc i<'>n s<'>lo puecle lt acerse en funci o n dtl sistema cle creencias, val ores y norm<ts de Ia comunidad ode la socie ­dad e11 don de Sl' ejecuta l:1 accic'>tl. 1·:1 _l.:nt il'rro delllder religioso cl l's ­de ei_Qunto de vista de Ia tr ibu de los dinka no s6lo noes una m on s­tru~sidad, sino que es e,Zj)Ec:tGie·: -y·l-n-Is-aw1:·aeacu-erao con su s normas, valot:es.ITeei1clas~-co-stL~mbres e intereses, es moralmente co­

rrecto y significa una hom·a . Pero el relativista ai1ade algo que vuelve su posicion muy diffcil d e

sostener, abriendo Ia via para buscar un tercer camino. De acuerdo con el, desdb ningun otro punto de vista es legitimo hacer una evaluacion de las a~ciones de los dinka que tenga consecuencias en relaci o n con esas ac~h::mes y con quienes las ejecutaron. Las acciones de los mi em­bros dl't;na cierta cultura . dice el relativista, solo pueden evaluarse bajo el ~istem<~ de norm as , val ores y creencias de esa rnisma cultura.

.Esra e$la idea que nos deja inermes ante lo que desde nuestro pun to de'vistajuzgamos como atrocidades, como la tortura o el infligir d af\ o gratuitamente a una persona. Hay algo en Ia idea de que no podamos condenar esas acciones, solo porque se llevan a cabo en otro contex to cultural, que hace sonar Ia alarma !'rente a Ia posicion relativista.

Otra desventaja del relativismo es que desalienta Ia busqueda d e puntos de-coinclde;1cia~e:a e~-1 el tel:rei1o-ii16r-aloen el cognoscitivo,

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H H . Bro1,· n , Rationality, 19H8. 9 L. Olive y L. Vii lora, Filosofla mom/, educaci611 e historia .. , 1996.

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188 I.Jo:(>N 01 .lVI::

y por ello obstaculiza Ia cooperaci(m y Ia reali;aci<'m de <tn:ioncs coOl'­dinadas. Esta cs otra raz(>n para rech;~ ~·.arlo coiiH> enl(>qtle lilos<'>lico par;~ entendcr y promover relaciones entre culturas distintas, pucs en su funci6n heurfstica no orientarfa las accioncs de los ag-entes hacia el dialogo y Ia cooperaci6n .

En surna, ni el absolutismo ni cl rclativis1no parecen, posicioncs filos6ficas satis!actorias para extraer de elias principios heui'fsticos que orienten las acriones en las re!aciones intt:!:~~li~~:;des. Ante estc proble­ma, muchos pensadores-h~·)prop-~~~L~ ~omo salida una tercera posi­ci6n: el pluralisrno .

I 1\ , i ' PLURALISMO ,

\ PLUJLea p>jo >pal de Ia concepciOn plumli.ra e' gue l~y>cie<fl>d_e> ~-~omponen de comunidades _r9~<::uJJ.YT.a.~ .. ~i~ersas, cada una

con dlferentes estrategias y form as para obtcner conocimientos accrca del mundo, as1 comoest:i,1d~li:~L4.~~eviilu~tcic'm cognoscitiva, moral y est.etlca. 10 El pluralismu'-ace pta que no existe un g1·upo (mico de estandares de validez absoluta para Ia evaluaci6n de los clivcrsos siste­mas cognoscitivos y morales .

En el terreno epistemol6gico, el pluralismo sostiene que no hay normas eternas e inmutables para considerar que es conocimiento genum6:-NiSi(jliiera· losODJetlv-oscle-laci·e·;_:;-~;~ pueden considerarse como (micos. A veces, los objetivos son Ia construcci6n de teorfas ver­daderas acerca del mundo; otras, Ia construcci6n de teorfas t'itiles para Ia resoluci6n de problemas (te6ricos y experimentales), y otras t.antas de teorfas que, sin ser verdaderas, al menos sean compatibles con lo que indica Ia experiencia, o sea verdadcras con respecto al mundo sensible, es decir, que "salven las apariencias". Esto ex plica las inter­minables disputas entre realistas, pragmatistas y empiristas en filoso­ffa de Ia ciencia. Pero si alguien dijera que el o~jetivo de Ia ciencia es determinar el color de todas las casas, nadie en su sa no juicio reco­nocerfa que ese es el lin que han perseguido los cientflicos, 0 que e~c haya sido el resultado de Ia actividad cientffica a lo largo de Ia histo­ria de Ia ciencia. Por otra parte, Ia caracterizaci6n de Ia ciencia no solo puede hacerse en terminos de los lines que se buscan a! producir co-

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nocilniclllo cie111 flico, l<llllili(:n j>llcdc h;~cers<.: CI1L1s is <.:11 los medios que sc lt;111 dcs;t!Toll;l<lo p;~r;1 ohlclltTios, t'll los lllctodos, por ejcnq>lo, y <tsf cs colllo llludws autor<.:s subray<lll Ia cxist.encia de tradiciones de expe­rinieiitaci(m m;'ts que de tradicioncs te(>ricas .

El pltm!lismo recolwn· cpt c toclw; (·sos p11cden ser p11ntos de vista adecuados para caractcrizar a 1;, cicnci;~, en ltlllcit'lll de illlt:rcscs especf­!icos, y que no ticne GIS<> preg-u11tarse si hay una (mica , co1-recta y com­pleta 1nancra de e<1racterizar a Ia cic11Cia. I ,o 111ismo que no puede haber una t'u1ica, corrccta y complcta manera de representarse elmundo.

Descle el punto de vista plur;dista los est:mclares de evaluaci6n no se consicleran"como absolutos y necesarios, sino ue mas bien se con­ciben como corregibles. A di!'erenua e relativismo, el pluralismo no entlende gue la validez de eso_~_principios 1:E!!'!!!!-.~~~~qj_o del sistema de creencias, valores y fines en relacion con los cuales han de aplicarse. DeSc:le el punta de vista pluralista, se reconoce que hay restricciones que Ia realidad impone a las normas metodol6gicas (en el terreno episten11co), y tambien a las normas morales, a partir de hechos del lllllllclo. J-lechos que pueclen ser reconocibles desae mas de un pun­to de vista, C~ decir, varios \)lllllO~ de visl~!~Jerentes Cl1~':'!:9_<~_1_1''-reconocer un mis!llo conjun to de hechos . /

Pero Ia idea de hechos que aceptiietpluralista noes Ia idea de hechos absolutos cuya existencia es independiente de los recursos conceptuales, metodologicos, tecnol6gicos y pr<kLicos que tengan los a gentes que in ten­tan conocer elmundo. Por eso tam bien puede haber hechos que son reconocibles desde un punto de vista, pero no desde otro diferente.

Recordemos la situaci6n descrita por Lenkersdorf, en Ia que una frase en espafwl se re!iere a un hecho imposible de ser referido en tojolaba l

. y viceversa.~ L~ dificultad para comprenderse recfprocamente entre miembros :de culturas diferentes noes meramente el problema lingi.ifs­tico cle sills partes pued<.:n traclucir t:llcnguaje de los otros con quie­nes interaduan y dialogan, sino que se trata de que las culturas literal­mente "vi~ en mundos difere1::!.es", porque algunos de los hecho~ de su mundo' no existen en los mundos de otras culturas.

Pero del reconocimiento de que hay ciertos hechos del mundo que no son reconocibles clesde otro punto de vista nose sigue que toclos los hechos reconocibles desde un punto de vista sean imposibles d e identificar desde el otro; o en otras palabras, nose sigue 9...l!.e no ha~a hechos comunes a los mund~~~ 1:.~_cQ n"<2<jbles desde los dos puntas de vista. Menos se sigue una imposibilidad de interpretar a los otros y de

10 N. Rescher, Pluralism, 1993. --fl .. llega. a acue.·dos sob•·e cuestione; de intece, comUn. Aunque tampoco

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190 I.H.>N <>1 .11 '1:.

parece viable, ni clcscaiJic, clllcg;tr a tllt<t t'tttic;~ ,·isic'>tt dclltllltHio )' ;~

una sola concepci(>n 111oral. ; A dilerencia del n:lativist<t, el plur;tlist ;t <tdlnitc <[<!_~ ~~~~~~J.!~>s llcclws

pueden ser reconocidos dcsdc dikrentcs l~i!.0:;_c}s~~j~l<L l'or cso en una interacCJ6n transcultural es tmporrailrz.j)otlnsc de anterdo sol>rc cu<'t· lesson los hcchos relevantes, y ;llll<'s de <·so, ascgttrarsc de <J<I<' s<:a posible reconocer esos heclws descle los dill'I'L'tllcs ptll!Los de visl<lt:ll juego. Una vez estableciclo el acuerdo <~cere<! de los hechos, deber;\ procederse a buscar el que se relicr;J <1 cu<'tles sot! Iils 110rmas meto· dol6gicas, o morales en su e<1so, y finalmentcjmfclicts, <lCept;tbles l'll ese contexto de Ia interaccion. ·

CONSTRUCTIVISM<)

Todo lo anterior signilica que el pluralismo reconoce que P11ed~j}<1· ' ber diversas conce CiQ!:!.~~ de) _l}]~!}_d_o, 9iferen_te_s, e incJuso aveces, in­C<?mpatl es, pero Lod<!,?S£>_u.:c,:ctas. 2C6mo es eso posihle? La respucsla se encuentra en una posicion epistemo16gica y ontol6gica conocid;t como constructjvis11w. En el terreno epistemol6gico, esta posici(lll sos­tiene que I~ ;-ealid;l.<L<;Ql_!~.!}'il't~-el_s:()_~1£e i~icJ~ ?el conocimiento, inclu-

) yendo Jas teorfas cientfficas, pero esr.e lil_I}1b_Le_!_:I__~?.-~.0 !1Streiijdo por cl \ marco conceQ!ll.:llgesg~~ls;~tili~- u:<l.9.£\ia, o con el cual nos aproxi­

mamos a Ia realidacl. En el ten·eno ontol6gico, el constructivismo· afirma que los objet~>~t;IJ..gJ..m!L!Ji.lr> sonel resu lt<ldo de h s pr;inir;" hlJ_~l~~).'_ie ~-~~j~li_s:~~cH>~~.5-~~_:;_~~ I:tarcos conccptuales sobrc Ia ll'<t · lidad. Como los sistemas de practi cas y iosmarcos conceptuales l'<t· rfan de una epoca a otra y de comunidad en comunidad, lcJs munclos para cada comunidad son dil'erentes.

La noci6n de marco conceptual se entiencle como el conjunto de recursos te6ricos y conceptuales, incluyendo el lengu<~e . que las perso .. nas tienen a su disposici6n para interpre ta r y comprencler el munclo. y tambien para actuar dentro de el, incluyendo en esto (iltimo Ia ma­nipulaci6n de objetos y de procesos en ese mundo. Los marcos concep­tuales incluyen tam bien los elementos que se requieren para hacer in­ferencias, asf como las normas y los valores necesarios para hacer evaluaciones epistemicas -aceptar o rechazar creencias-, mm·ales -juz­gar acciones o pe1·sonas como buenas o malas- y esteticas -juzgar situa· ciones como bellas, aborrecibles, etc. Los marcos conceptuales son, en

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restnnctl, los elctlll'lll os < ttl ' cot lSI i ltt )'C tt Lt ile11 rfst ica de l<l que dis pone Ill!(} ru tura en l_ll<tlcria de ~~~;~;~-~;-g:,tci<'>il~lcel:c;I(Jefi11i1Iidc) y CllCLICSlio­lltS (le cvaluaci(lltlllor;d . Mttch<ts veces se tttilizan Lcrminos tales como "p_a2:!.!_dig-mas", "csquemas", "liguras dcltm_t~clo", p<tr" re!erirse b{tsica­mente a lo mismo que hcmos llamado " n~arco conceptual".

l.a lc~is constntctivisl<t iilsisil' e11 <JIIC los m;trcos concepltlales hacen una cottlriiHtci(>ll det.ermitl<tlllc J><lra las cstructuras ca11sales y par<l l<t constituci<'>ll de los objetos en el tn11ndo. l'or eso el munclo de cuya cstructura se est{t habl;lllclo 110 existe con j}~~!~l in_g_ip~0d~Q.~ja g~_ !_os csc)UelilaS<.:oileept.ui\Tes. i5e~:z; .. Li -con(;-;bucion que hacen los marcos cmicej)CC!iiTcs-i);if;!-amstitu ir los ol~jetos y los hechos del mundo, si bien es necesaria para que estos ex is tan, noes su!iciente. Por eso descle el pun to de vista constructivista nose sostiene que el mundo sea un mero artificio o completamente un producto de los esquemas conceptuales.

Los marcos conceptuales son elementos que se construyen, se man­tienen, se usan y se transforman de manera colectiva, es decir, son com_unidades la~~--l:'-~i D~~Q_y_rr'!r~sJ9nn._<_l !l.l.e!1gt,E!~ Y- <;,O~fDpvis.io_~s. Esto significa que el constructivismo concede un Iugar primordial a las comunidades y a sus pr{tcticas no te6ricas, por ejemplo practicas obser~'l~ionill.li.y__d.s; labor~t.Q!j_o_~n Ia producci6n y desan:OITOael conocimiento cientifico, o en los ritos e instituciones en el caso de las cosmovisiones de una cultura.

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En suma, el constructiv!smo entiende que el mundo es Ia totalidad de hechOS):_sJ_!?j~_tQ5_5J~f-~~i_S~_t;;r)_)'.Q~j~~ relaciones causa'ies~-;:;-u-e-e JJ o-S ;t •.

Pero esa _ _£<;>~_!i_0~~de he~:9:~y_~eto~._£<?.!_110 h_<:_m_~-":!~to, por un !ado est<'! constre1iida p<!t.J~~:i.!~CLJ!I ~s~~S~) l_~~~Plll.ill es de una cultura, y por IZl re<!liqad ;·11:~~ei1~~~~2l~!~ ~~!~IQ_l?jg~ng de pn\cticas y esquema concep­tual, por el otro. Asf, lo que el pluralismo sostiene es que no hay una (mica totalidad de objetos y de hechos que constituyan el mundo, al cual deban tener acceso todos los seres humanos, sea cual sea su cultura. Los marcos c0nceptuales hacen contribuciones decisivas para Ia constitu­ci6n de lbs mundos (aunque no son los unicos determinantes). Como hay diversidad de marcos conceptuales y de sistemas de practicas, en senti do lfteral hay una diversidad de mundos. Por eso, aunque las diver-sas visiorles del mundo sean incompatibles en varios aspectos, no serf a correcto decir que una de elias es Ia que esta en lo cieno mientras que las otras estfu1 equivocadas. Esto ocurre en el nivel del conocimiento, tanto como en el plano etico, y no ~-~:'J.~ble, ni deseable, que Ia hum~ni~ ~cl llegue a una Ltnica vision cJ '~J_:_~_U~1~9· 11l-en elcampocfe'fasCJ'eerJCias )' del conocimiento, ni en el campo de la moral.

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192 I.F(>N <>I .IVI::

En este punLO convien..: in trod uci r una d i sl i IH'ic'>Jl ell! re est;'11Hl;1res absolutos y comjmrtidos con respeclo ;1 dos pu11!<h de visL1 diil_·l'l'llles. 1·:1 relativista niega Ia existencia cle est{mdares <lbsoltiLos y sost ie11<.: que csLcis siempre s6n-r~lativc>s··;i-i.li"q>iJ~t~~~cLVIsta , y por consiguiente que no p uede haberl~~~omE<~J:t~r;·;;; entreconHJiliclacles eli l<.:r~ntes para evaluar u na acci~ una pretens;?;1·i cog-11;i·scit j,;,J. U ·priiJ·;disLa colllJl<lrL<.: wn

1 el relativista el rechazo a Ia idea de esL{nldares absoluLOs, p_eroJ;~.Y.<:!:e· i ..; j ce una opci6n gue e!!~l~visLa 110 conLelllpl;l, ;t s<dJel~ cp1e l<iscst:t iH~<Jres ~\ \. pu-ecfen no se r absoluLos,j}el-op.tiecl~i-l -scl:· c<·mHinc;s··,~ d(>s<> lll:ts lllar­. cos conceptua les. f\11Te'lil1·a controversi;J cognoscit iv;t o 111m;d, puedc

haber cstanclares <tcept<Jhles p<tra l<ts clos p<~rtes. <Jlle 110 depenclen cx­clusivamente de alguno cle esos sisLelllas. Esos so11 neutralcs co11 resi>cc­to al asunto cognoscitivo o moral en cuesLi6n, y puede ser del in teres d e las dos partes el aplicarlos.

' , I

La posici6n ph1ralisl<l haec hincapie, con1o )'< I vinws , en que no hay un conj u n to unico de est;1nclares de evaluacicm epistemica, ni siquiera en Ia cie nc ia. Por consiguiente, cu<tndo sost ie11e que los p11ede haber d e evaluaci6n episLem ica, o moral, comunes a \'<trios m;1rcos concep· tuales, nose refiere a que compartan eltlllico sistema valido de cri ­terios de eva luacic'lll. Se reliere Lll1icamente <1 que es posibi~~1ue Cl_!!..!!-

' ~j r )~artan crite r ios cle ev<dll~\~i6n~e.tlJl.P~X!.i_l '!.~-!i_t~~~-p;n'·;\:~lasLll ll<.> c1t' ~ 'f c~(Jn , y con base e11 lo_::;_clJ<ties s~.!.!.l~~i !.~kq~ld<tS .parte~ llcgtte ll ;1

\ un acuerdo. Por ejemplo, si las partes se han pi<lnLeaclo e l proyecto co­mun deCon struir un camino, tencJr{\11 criterios CO!llll lleS parajuzgar cuando el camino ha siclo concluiclo satisl~lltoriamente para todos lm invo lucrad os, y no tienen por que enLrar en jucgo otros cri terios de evaluac i6n de creencias, cligamos sobre el 01· igen d e l un iverso.

LA PROI'UESTA DEL ENFOQUE PLURAI.ISTA EN CL!ESTIONt·:S MORI\ l.ES

La propuesta p luralista en cuest iones mora les pane del reconocimien­to d e que ex isten dif'e rentes mora les positivas, o sea dil'e rentes con jun­tos d e p ri ncip ios y de valores morales, que se uti lizan en Ia pr<1ctica, )' rechaza Ia idea de que existan criterios absolutos para d ecid ir acerca de Ia correcci6n o incorrecci6n de las normas morales; es cl ecir, el plura­lismo acep ta que no hay una un ica manera correcta para fim damentar las normas m orales.

Pero suponer que no existe un conjunto {mico va lido de cstandares

. ,

J .. _ _&_ ..

lll·:tJRiS I't(> •. ~llll:t'l<:lll:t'l i RAI.I ~iMO \ ' c:oNSt-:NSO 193

de corre<Ti<'>tl no quiere decir que 110 IJ<tya ningtlll conju11Lo de est<'1ndarcs de corrccci<'>ll p;t r<~ _ ju;.gt~ r It~ v;t!idel. de dil'crenlcs sisLe1nas de normas 1nor;tles ode propuestt~s de conocimienLO.

/\nte cl recha1.o de Ia visi())) absolut isla y universalista del conoci­

micnto y d~ J;i ct IGi, suelc penst~rse que s<'>~teda @_v..fc!~:l relati'::~sm o. l'eri) ~~>_!l_!oTii§ii:illi.>GY<JcTcii!_~~~J.l.~>_:0_~t~<!_l'~.2~~-c.£>rr.!~l e aq~t.[_JJ_rl_~Tror l<'>gico Lan elemental que SO!]Jrende que durante siglos h!_~ya ~~~Ly_con ­tirilt~~~~~-1~, 0-,;~cl~l L~<>r_!tlio ~ i\ l;t JJcgaci<'>~i-Je(j[;e i~ay un Ct_n!.s:QJJunto de vis!..<.!...<:_o! :r_-ccto nose concluye l<'igica1nente que cualquier punLo de vista~ca cor;·e~: tc"). S/>1<) porlcmos concluir que h~~as_de~~..P_l!_!Ho de vista que cs correcto. Y eso es ot r;1 cosa.

i\~Cc7>n resp~~U> a Ia ctica, el pluralismo sostiene algo analogo <• lo que sostiene en el campo del conocimienlo . Las disputas metaeticas entre un iversa listas, realis tas, utilitaristas, etc., pueden entenderse como diJ'crentes maneras de enlender Ia J'undamentaci6n de nonnas y de sistemas morales. No hay una forma unica y correcta para fun­da m e n tar 11ormas y sistem<ts 111or;des .

El plura lismo p ropone que e n cada inLeracci6n intercultural se pong~i1·50i);:(;]a mesa de Ia cliscusi6n los aspectos relevantes de las di f~r~n tes mora les positivas e11 j uego c.londe sea pertinente. !'or ejem­plo, ctia n clo se trata de determinar si en u n contexto de relacione> int e rcul lllra les, de llivel nac i<lllal o intemacional, cienas cosLumbres respe ta n o no los de rechos humanos, o si se satisfacen o n o las nece­sidad es humanas bi1sicas.

Pa ra el p lura li srno no h <l )' untlll ico sen Lido val ido de los conceptos mora les fund am en ta les com o "dign idad", "necesidacl bas ica", "afi·enta mora l". Su signifi cad o debe se r recle !inido constantem ente. Noes que estos conceptos no sea n fimd a men ta les, cualquier cultura que ten ga un mfnimo d e m oralidad d ebe te ne rl os de ese tipo. Pero lo que significa

djinidad en una cu~tu ra P.~~9~.!-~~~!?!~-~:_ar lo m~~m_?_:;1.2__0_tra. Por eso Ia propuesta de Ga rz6n Valdes d e q ue hay pnnCJp los com o el de autodet(£nsa o e l d e que es in moral in fli gir un su fri mien to gratuito a otra personq (y a cualqu ier ser cap az de sufrir, agregarfa yo), es cor recta des­cie el pJp to de vista pluralista, siernpre y cuando se les entienda como principios que no tienen un conten ido, sino que e l m ismo se fi ja de_12_tro de las njltu ras, y pued e d iscutirse intercu lturalmente, y variara en dife­r~ntes c<;mtextos y ep ocas, de acu erdocofi"ios dlvet=sos significados de los conceptos involucrados ("autod efensa legftima", etc.). Lo que es una afrenta a Ia d ignidad d e Ia persona no sign ifica lo m ismo para Ia tribu

. de los dinka q ue para los habita n tes de Ia ciudad de Mexico en 1999 .

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194 \.l·f>N 01.11'(:

Cada vcz queM' disnil<'ll los d(T(Tiws IHIIH:tlJOs, c;l(i;] I ' ('Z que se disn11e incluir dt'lt'rlninadm dnl'chos i11dil'idtt:d(·s ode grupot'llllllfl cunstiLUci(m polftic;l , oc11 kgishciolll'S illlCrJJ <lcionales, se est;\ proce-'

diendo a Ia rec!efini cic'>n de esos conceptos.

RA~ON \' RACIONA!.IIMJ)

r~· Conviene aclarar que el pluralismo s~~o_p_t211_~-~~~~ till n1_1?_C~elo, es ' decir, como una ~~;ufa IH,; tirfsucapara clrient;Jr L1s <Kcioli·(_.s-en relacio­

nes intercuitural;;';;~:;z;~:;;l~~iguiente , no deberf<~ interprewrse Ia pro­puesta pluralista como que , de becbo, siempre es posible para quie­nes interactuan desde culturas diferentes llegar a acuerdos racionales. Lo que el modelo pluralista permite entencler es que ~i sr:_!:!.~?'lJzkn

J deterrninarlas conrli!:J.I!.!!.~:~.fl~l!~~~r~s_~!'!!.i. LJt}_.~i!Jf_uJli !:/IIS jJ(trlr:sllr'p,'lil'll n acuer­\ d~nwi;;;--

2De que tipo de r:lcioJl:did:td sc lr:tl<t ;, 1-:JJnodelo plur;dist<t descan-sa sobre una idea de raz6n como c~a~l~1_(!~!_~e ~~~--s~re~ -~~~!~1~nos de

~. tener representaciones concepJ!:!fiJ~~.lkl.JJl.!lmi.Q, .1~ 11)<.\D.ej<ll'l~ngua­

, j~~~ladoS,defu_nd<!lJ1~!1J.?!L?US creen_c!<ls y ~~l~ l!~)r!11as morales en razones, y de co nectar ~~nas_i_9_~~- con_ o_~ras. Esta capacidad se su­pone universal, en el sentido de que es atribuible a todo miembro de Ia especie en condiciones normales , aunque esa capaciclacl, como I<~

especie misma, este st~jeta a evoluci6n. Sobre Ia base de esta idea cle racionaliclad, el pluralismo clifiere en

una parte del absolutismo, en tanto que n~) - ~~~~t.:!L~~~<:.~~~~p_~~s-~<~~£~~~;t racionalidad absoluta, entendida como un conjunto cle reglas, prin­opws o cntenosfiJos y absolutos para Ia aceptacion ;· rechazo de creencias ode normas morales. Pero tambien difiere del relativismo en tanto que pennite suponer que si se nnujJhn delerminarlas condicio­nes, entonces es posible que agentes cle clif'erentes culturas lhguen a acuerdos ra.donales.

2Que tipo de acuerdos pueden establecerse en las rei<lcioncs inter­culturales? No podemos dar una respuesta general a eso. Lo que se puede afirmar desc!e Ia perspectiva pluralista es que el aetlercl~l_!_Q_t.f\1, sobre todo lo_gue cada cultura considere l.!lu.)ortant~10 sc)lo es muy dificiT;-~i~o -que ;;esc:reseaGle, pues s!g;~ificcu:r; ~~~~nve·J:g~-n~i-~ bacia

una unica VISIOn del munclo. En esto el pluralist a clisientc del :~bsolu­tista, pero tambien lo hace del relativista , en que Ia cli\'ersicl<tcl de vi-

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i; ·

111·:11 RISTIC.-\:·,\Il.' l TlCL!I Ttl RALlS~ I< l \' ( ·c JNSI·: NSO i95

sioncs del rilunclo no sig-Jtii.Jc<l I;~ illlposibiliclacl de realizar acciones coordiJJ<~dils, de coopcrar y de cst<ti>lccn acuerdos. El pluralismo hace enf;tsis en lq,posibilidad de comprencler ou·as culturas y_fm:!!las~ ver elm~t_t~do n1ediante !?rocesos cle intel])retaci6r0sle aprengizaje, m{ts que e~. ~-~p_osibiliclacl de traducir comJ2ktamente un lenguaje al otro.

l.os acttcrclos posiblcs depcndcr<'ut del tipo de interacci6n y de su co ntexto. l'odr;'u1 ir clescle acuerdos element<des sobre cuestiones 1;1ctualcs, ileclios en eltllliiHio y ;~ccio11cs que permitan obtener cier­los li11es que se<lll de lllLJluo intercs (por ejetnp lo, Ia construcci6n de un puente, un centro de salud), basta acuerdos en los terrenosjurf­clicos )'politicos, si se n·ata de establecer las bases para una convivencia duraclera y esLable dentro de un co ntexto nacional. Pero muchos de esos acuerdos juridicos y polfticos a Ia vez deberan tener un sustento moral, por ejemplo, si se trata de establecer los derechos de todos los inclividuos, sea cual sea el grupo a! que pertenezcan, o si se trata de e~tablc;:cer los derechos de los grupos, como el derecbo a preservar su odtma y stJ lcilguaje.

Asf put:s , el plundisn10, lejos Je comlucir a una vis ion de las cu l­turcts como Ia que se sigue de un relativismo fuerte, en donde cada cultura se concibe como encerrada e_J;~~_pro£!2'JI11Jndo y de donde se 'cler!va una_f~~-~~ estfn~~09J2<11j~ 1<1 __ C()Oj)~I_a_~i6n y Ia interacci6n enriqttecedo~·a de las culturas, permite comprender que siempre es posible en principio que los rniembros de una cultura interpreten a los de otra cliferente y !Ieguen a acuerdos con ellos sobre cuestiones de interes com(m, y propone que lo mej or para todas las culturas es

Ia interacci6n Ji·uctiCera, a e<~]1_S8:l0.t~~JLg~_.D.ing~!_na_§e ... ~L()_g~~-c:_la s~_premacfa en el can_~E~ . .i.~-~ot10C. im ien to __ o e1:_ ~l __ de _la!~oral. Pero todo esto en forma conclicional: a saber, si se cwnple la condicion de que fxisla el inlertis en /11 coojJemcir! n.

1.,\S C:Cn·IL!r-:Illt\IH·:S I::Ti\' IC::\S 'I R,\Illc:IOi\'i\1.1-:S I·:N !.OS 1'/\iSES fvl()])Ff{NOS

Esbocemos final mente com o se aplicarfan algunas de las ideas pluralistas ~tl caso cle Ia interacci(m de grupos lradicionales clentro de un .contexto nacionalmoderno (como en Mexico yen general en America Latina), enfocando solo uno de los multiples problemas, el del reconocim·lento de los derecltos de grupo y b preserv<~ci()Jl de los clerecltos individuates.

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196 1.1-:(> N OI.IVI::·

El problema es el siguiente : 1. Hay un reclamo por parte de las comunidades traclicionales de

que las otras comunidades, Ia sociedad civil y el Estado moderno reco­nozcan el derecho del grupo a sobrevivir, a preservar su cultura y a que los miembros de ella realicen sus planes de vida de atuerdo con las opciones que les ofrece su propia cultura y no una cultura ajena. El reclamo lleva consigo Ia idea de que el Estaclo actue en consecuencia, estableciendo las politic-ts adecuadas.

2. Por otra parte, hay una idea aceptacla de man era general de que es obligaci6n del Eswclo moderno respetar los derechos humanos y vigilar que se les respete.

El primer reclamo es justificado. El derecho de los gi·upos etnicos con culturas tradici onales a sobrevivir y a desarrollar su. cultur;,t puc­de fundamentarse, por ejemplo, mediante el anal isis de Ia identidad individual y colectiva . Una posicion minima serfa Ia que sostendrfa que, si bien no puede generalizarse de manera universal, hay silua-

. ciones -particulannen te e11 las socie<hdcs I r;td icionaks- en don de l,t identiclad personal de los individuos cst{t li.tel'letncnlc conclicionad;t por su grupo y su cui lura , y Ia realizaci<ln plena de sus intereses per­sonales depende de Ia continuidacl de su cultura. 11

Con respecto a las necesidades basi cas, las partes en una controversia, c igamos el Estado y diversas comunidades participantes, pueclenllegar a establecer en el contexto pertinente cuales son las necesiclades basicas de los individuos. Por ejemplo, para ciertas comunidades, mas allit de las necesidades que se reconozcan en el {llnhito nacional (o internacio­nal) , como alimenlo, abrigo, salud, eductcic'>tl b:isica, tncclios de sui>si'­tencia, posibilidad de una vida sexual salisi~Jctoria, etc., puede lleg;~r ;1

incluirse Ia necesidad de pertenecer a un grupo etnico y participar de sus costumbres y de su vida cultural.

En el contexto de esos clialogos cleben establ<:cerse cw'de..:'i_~Oil 1;1:­

costumbres moral y jurfdicamente acejJ_~i>l es ~.ll .el _cc>nLexlo de lllla

naci6n multicultural, .~~_5I_t::~ir,_aC.eP-L~l.Qie~_ pill~a_todos, de maner;~ qtll ' se preserven los clerechos inclivicluales cu yo respeto debe vigilar l'l Estado. Una vez -acordad<)sEs-ci:ite·;.;c)s y -principios pertinentes, si uno cre·eilos prohfbe desde el pun to de vista moral una practica como Ia dl' los dinka porque vio la derechos humanos b;isicos, entonces el Estado tendrfa Ia obligaci6n de prohibirla. l'ero lo importanle es que lajusli­ficacion moral nose basaria en Ia idea de que Ia practica es inmoral en

11 Veansc L. Oli ve y F. S;d1nerbn, f.r1 irlelltirlorlfu'r.,olll/1 I 'l~l4; F. Salmerc'lll ,

Diversidad cultural ... , I \JDH, )' L. Villoro, /~'sto rlo f'lum! . . , I 11\lH.

,;j _ _ll_

IIVURiS'I'J( :,.\ , ~ll'Li'ICl ' l:l'l 1 1L\I.ISMO \' CONSVNSO 197

terminos absolutos, cligamos a priori, ode que viola un principia moral absoluto o universal, sino sobre Ia base de que violaria principios morales ac~ptados consensualmente entre las partes.

Un ejemplo de un principio que requiere una amplia discusi6n y Ia elaboraci6n .de un consenso p<lra ser aplicado legitimamente es el que establece que naclie tiene derecho a infligir sufl·imientc a otra persona, y menos provocarle Ia muerte . Aunque a prim era vista parezca obvio este principia, asf enunciado el principia noes claramente universal, es decir, puecle tener excepciones aceptables. 0 por lome nos vale Ia pen a discutir si no hay posib!es excepciones. Por ejernplo, una operaci6n quir(Irgica puede inlligir cierto sufi·imiento, pero puedejustificarse porque reclundar;1 en beneficio de un enfermo. 0 bien el ayudar a Ia

. muerte de alguien p6clrfa tam bien justilicarse si se u·ata de un enfermo en fase terminal, en una situaci6n en Ia que prolongar Ia vida le produ­ce mayor sufrimiento que si se le ayucla a morir. Ciertamente, el estable­cimiento de las excepciones requerirfa una muy cuidadosa discusi6n.

((Xmw podrfamos <:Jttonccs aborcl;n· ei e<1s<1 de los dinka? Su cos­tumbrc quedarfa cxcluida de l; ts excepciones pennitidas al principio de no infligir suf'rimiento - y por consiguiente, serfa moralmente co­rrecto prohibirla- si, por ejemplo, los miembros de Ia tribu se conven­cieran de que el entierro en cuestion produce un sufrimiento, y si cam­biaran su creencia, clespues de una discusi6n a fondo, acerca de los hechos involucrados, por ejernplo, que reconocieran que el alma del lider no fluye a traves de7•gujero. Pero esta soluci6n, aungue supone que Ia creencia es f'alsa, laml>i en asume que se permite y que debe darse un extenso intcrcambi o de ide;ts , C]lle bs diferentes partes de­ben analizar Ia evidencia disp011ible y no prejuiciar e l resultado. Tal vez nosotros, con nuestro pensamiento occidental, seriamos los que cam­l)iariamos de creencias despues de Ia discusi6n con los miembros de esa tribu. Por otra parte, Ia propuesta no supone que todas las creen­cias y norm as de Ia tribu cambien en conjunto, como si s61o fuera po­sible que cambiaran toclas o ninguna. Supone mas bien que los cam­bios en las creencias y en las normas pueden ser parciales.

CONC:LUS !O N

Hemos re,:isaclo un doble juego de principios heurfsticos. Por una parte, las ~ tres posiciones lilosc)lic;ts que hemos mencionado, Ia uni­

~ • : I :

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I

l

198 l.i·:<'>N 01.1\ 'f:

versalista, Ia relativista y Ia pluralista, asumen ciertos principios, los cuales desempeflan un papel heuristico en Ia aproximaci<'>n a·ou·as culturas y ofi·ecen orientaciones difercntes. Pues no es lo mismo Ia actitud tolerante que supone que ciertas norm as morales o juridicas puedan encontrar unajustilicaci6n adecuada entcrminos de criterios ajenos a los nuestros (plura lismo ), que !a actitud imperialista que considera que solo los propios son los unicos estandares validos (ab­solu tismo) .

El universalismo supone Ia posibilidad de acuerdos racionales entre los miembros de diferentes culturas. Pero para ello requiere Ia idea de que Ia racionaliclad esta constituicla por regbs li_jas y univer­sales, las cuales, si se ap li can correctamente, !leva n a resultados uni­cos de manera necesaria. Pero esta es una idea de raci ona lidad muy fuerte que implict Ia convergencia en cuestiones epistemok>gicls I ' eticas cuando se cliscute racionalmente, Ia cual ha sido ampliamentc criticada y rechazada en nuestro siglo.

El relativismo rechaza Ia posibilidad cle acuerdos r<1cionales entrt miembros de culturas diferentes.

El pluralismo tTCOllocc b posihilicl;lcl clc cooper<~ci<'m y de di;\lo­go, y de llegar a acuerdos racion;tles e11trc tnicllli>ms cl(' cli!Cretltl's culturas, a pesar de que los agen tes partan de presupuesLOs muy di­ferentes. Para ello supone una nocion minima de racionalidad, como el ejercicio de Ia capaciclaclllamacla razon.

Para Ia posicion un iversalista, el ejercicio de Ia racional iclad wnml· tiza acuerdos . La posicion pluralista s(>lo deliende_g~~e_s_p2~ibk llc-

~ar a acuerclos racionales, sle t_l_l_P~Y etl~l~!.£~~--s-~~~-n .. ~~f::l:lasyot_ldicio· es, empezando porIa disposicion p<_l!·.a_lleg <_l r a acuerclos y a revis;t r

as convtCCIOI1eS propias. Pero para el pluralista ni <lUll as[ hay garallll<l de llegar a acuerdos . Adem{ts, !a concepcion cle racionalidad del plu­ralista no supone que haya un unico acuerclo racional posible sobrc cada problema determinado. Los age ntes pueden actuary discutir r::tcionalmente , ye n condiciones sem~j;mtes en momentos distintos pueclen llegar a diferentes conclusiones y resu ltados, igualmente accp­tables por las diversas partes. La racionaliclad permite llegar a cier­t') tipo de acuerdos que interesan en las relaciones entre culturas, \" condiciona los resultados, es decir, que algunos de estos sean acepta· ties y otros no. Pero Ia racionalidacl no cletermina los resultados a los que se llegue .

El primerjuego de r.rincipios heuristicos, entonces, esta constitui­do porIa posicion filosofica que se t~ti~~1te a Ia diversidad cultu·

----~ .. ------- _;----

1 . .... ..

IIH ' RlsTIC.·I, ~ll ' l :l"l<:l ' ITl ' R.·II.IS~IO \" C:ONSF.NSO 199

ral y Ia posibilidacl de acuerdos racionales, y Ia manera de lograrlos. El segun~lojuego est;\ consLituido por los presupuestos de los agen-

tes mismos que interactuan en re laciones interculturales. Los miembros de cacla cuhyra tienen siempre que hacer interpretaciones acerca del lnundo, tomar decisiones acerct cle que creer y que rechazar, acerca de COil10 ilC!I.la;·, yen general tienen que hacer eva!uaciones epistemicas, morales y es.teticas, contra un C£_njunto de presupuestos que constrifien \ -}Jero ~10 cleterminan-los resultados. Es clecir, esos presupuestos cons- j .tituyen tfpicanknte los elementos heurfsticos para alcanzar ciertos re­sultados en el terreno etico yen el epistemico.

Dacia esta situaci<ln, cuanclo l<t inter<lcci6n no pretende Ia domi­naci<'>n cle los otros, sino Ia cooperaci<'m con ellos, los miembros de las dikrentes culturas cleben seguir ciertos procedimientos heuristicos. Los mieml;ros de cultur;1s dikretltes, si tienen interes en interactuar y lograr metas comunes, clebe r;\n:

I. Det<,rmin<lr clar;tmenLe cu{tles son esas metas. 2. Esl<lilkccr los medios que ks permitir;\n llegar a csas metas. ;L Establecer los criterios p<tra ev<Jiuar el ex ito o fracaso de sus

<IC("IOIH'S ("OIIIllll('S.

' 1. l·:x<llllill< lr las l"<JtlsecueJ ic i;ts de JHli\CI" ctljucgo esos medios y dt: lograr las metas previstas, tanto para cada cultura, para su entorno, como para Ia relaci6n entre elias.

El consenso que sc requicre en Ia inLeracci6n intercultural se re­liere a estos rubros: acuerdos ~obre fines especfficos, sobre formas para oblenerlos y sobre criterios p<tra evaluar Ia obtenci6n de los fines y sus consecuencias. Pero nose requier'~ un consenso en el sentido de un acuerclo total acerca de toclo lo que es importante para cada cultura.

Hemos comentado que Ia real iclad multicultlll·al de Mexico exige que se establezcan bases flrmes para una convivencia armoniosa en­tre las culturas que conforman al pais. Todos los agentes involucrados, los miembros de las diversas culturas tradicionales, sus lfderes y ase ­sores, los ciudadanos que no pertenecen a cu lturas traclicionales y los responsables clel Estado, toclos cleber:m seguir principios heurfsticos para orientar sm acciones co n respecto a las otras culturas y a Ia redefinicion de las bases de convivencia. Esos principios provendran , por una parte, de !a propia cultura, pero tam bien deberan optar -im­plfcita o explfcitamente- por alguno de los principios heurfsticos que aquf hemos discutido (con base en el universalismo, el relativismo o el pluralismo).

Hemos sostenido que el pluralismo ofrece ventajas sobre los otros