-
1
INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA PROFESOR
OBDULIO A LOPERA E.
LECTORES COMPETENTES. NIVEL A TALLERES DE LECTURA
COMPPRENSIVA
CONTENIDO GENERAL
TEXTO 1: LAS RATAS DEL CEMENTERIO. AUTOR HENRY KUTTNER02 TEXTO
2: LA PERFECTA SEORITA. AUTOR PATRICIA HIGHSMITH..11 TEXTO 3: UN
SEOR MUY VIEJO CON ALAS ENORMES. GABRIEL G, MARQUEZ.16 TEXTO 4: EL
HOMBRE SIN CABEZA AUTOR RICARDO MARIO.27 TEXTO 5: LA CABRA DE
NUBIA. AUTOR JESS ZARATE MORENO...33 TEXTO 6: EL SEXTO PALACIO.
AUTOR HEKALATH EL MENOR ..42 TEXTO 7: LAS HADAS DE KNOCKGRAFTON .59
TEXTO 8: LA MUERTE DE ANTOITO EL CAMBORIO .66 TEXTO 9: EL CAZADOR.
AUTOR: CESAR ALTAMIRANO.68 TEXTO 10: EL CAMALEN75 TEXTO 11: EL
PERRO DEL CIEGO. AUTOR JULIA DE ASENSI 81
Ficha Tcnica :
Fuente bibliogrfica: Libros & Libros .S.A. Gua del Docente.
Libros 6,7,8,9,10,11 F. L. Talleres digitados por el profesor
Obdulio a Lopera E. Imgenes Google.com Textos y fragmentos.
Google.com .Ciudad Seva.literatura.us.
-
2
INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA . PROFESOR
OBDULIO A LOPERA E.
LECTORES COMPETENTES. NIVEL A
TEXTO. 1 LAS RATAS DEL CEMENTERIO. Autor Henry Kuttner
Traduccin: Francisco Torres Olivier.
El viejo Masson, guardin de uno de los ms antiguos y descuidados
cementerios de Salem, sostena una verdadera contienda con las
ratas. Haca varias generaciones, se haba asentado en el cementerio
una colonia de ratas enormes procedentes de los muelles. Cuando
Masson asumi su cargo, tras la inexplicable desaparicin del guardin
anterior, decidi hacerlas desaparecer. Al principio colocaba cepos
y comida envenenada junto a sus madrigueras; ms tarde, intent
exterminarlas a tiros. Pero todo fue intil. Segua habiendo ratas.
Sus hordas voraces se multiplicaban e infestaban el cementerio.
Eran grandes, aun tratndose de la especie mus decumanus, cuyos
ejemplares miden a veces ms de treinta y cinco centmetros de largo
sin contar la cola pelada y gris. Masson las haba visto hasta del
tamao de un gato; y cuando los sepultureros descubran alguna
madriguera, comprobaban con asombro que por aquellas malolientes
galeras caba sobradamente el cuerpo de una persona. Al parecer, los
barcos que antao atracaban en los ruinosos muelles de Salem
debieron de transportar cargamentos muy extraos.
Masson se asombraba a veces de las extraordinarias proporciones
de estas madrigueras. Recordaba ciertos relatos inquietantes que le
haban contado al llegar a la vieja y embrujada ciudad de Salem.
Eran relatos que hablaban de una vida larvaria que persista en la
muerte, oculta en las olvidadas madrigueras de la tierra. Ya haban
pasado los viejos tiempos en que Cotton Mather exterminara los
cultos perversos y los ritos orgisticos celebrados en honor de
Hcate y de la siniestra Magna Mater. Pero todava se alzaban las
tenebrosas casas de torcidas
-
3
buhardillas, de fachadas inclinadas y leprosas, en cuyos stanos,
segn se deca, an se ocultaban secretos blasfemos y se celebraban
ritos que desafiaban tanto a la ley como a la cordura. Moviendo
significativamente sus cabezas canosas, los viejos aseguraban que,
en los antiguos cementerios de Salem, haba bajo tierra cosas peores
que gusanos y ratas.
En cuanto a estos roedores, ciertamente, Masson les tena aversin
y respeto. Saba el peligro que acechaba en sus dientes afilados y
brillantes. Pero no comprenda el horror que los viejos sentan por
las casas vacas, infestadas de ratas. Haba odo rumores sobre
ciertas criaturas horribles que moraban en las profundidades de la
tierra y tenan poder sobre las ratas, a las que agrupaban en
ejrcitos disciplinados. Segn decan los ancianos, las ratas servan
de mensajeras entre este mundo y las cavernas que se abran en las
entraas de la tierra, muy por debajo de Salem. Y an se deca que
algunos cuerpos haban sido robados de las sepulturas con el fin de
celebrar festines subterrneos y nocturnos. El mito del flautista de
Hamelin era una leyenda que ocultaba, en forma de alegora, un
horror blasfemo; y segn ellos, los negros abismos haban parido
abortos infernales que jams salieron a la luz del da.
Masson no haca ningn caso de semejantes relatos. No fraternizaba
con sus vecinos y, de hecho, haca lo posible por mantener en
secreto la existencia de las ratas. De conocerse el problema quiz
iniciasen una investigacin, en cuyo caso tendran que abrir muchas
sepulturas. Y en efecto, hallaran atades perforados y vacos que
atribuiran a las actividades de las ratas. Pero descubriran tambin
algunos cuerpos con mutilaciones muy comprometedoras para
Masson.
Los dientes postizos suelen hacerse de oro puro, y no se los
extraen a uno cuando
-
4
muere. Las ropas, naturalmente, son harina de otro costal,
porque la compaa de pompas fnebres suele proporcionar un traje de
pao sencillo, perfectamente reconocible despus. Pero el oro no lo
es. Adems, Masson negociaba tambin con algunos estudiantes de
medicina y mdicos poco escrupulosos que necesitaban cadveres sin
importarles demasiado su procedencia.
Hasta entonces, Masson se las haba arreglado muy bien para que
no se iniciase una investigacin. Haba negado ferozmente la
existencia de las ratas, aun cuando algunas veces stas le hubiesen
arrebatado el botn. A Masson no le preocupaba lo que pudiera
suceder con los cuerpos, despus de haberlos expoliado, pero las
ratas solan arrastrar el cadver entero por un boquete que ellas
mismas roan en el atad.
El tamao de aquellos agujeros tena a Masson asombrado. Por otra
parte, se daba la curiosa circunstancia de que las ratas horadaban
siempre los atades por uno de los extremos, y no por los lados.
Pareca como si las ratas trabajasen bajo la direccin de algn gua
dotado de inteligencia.
Ahora se encontraba ante una sepultura abierta. Acababa de
quitar la ltima paletada de tierra hmeda y de arrojarla al montn
que haba ido formando a un lado. Desde haca varias semanas, no
paraba de caer una llovizna fra y constante. El cementerio era un
lodazal de barro pegajoso, del que surgan las mojadas lpidas en
formaciones irregulares. Las ratas se haban retirado a sus
agujeros; no se vea ni una. Pero el rostro flaco y desgalichado de
Masson reflejaba una sombra de inquietud. Haba terminado de
descubrir la tapa de un atad de madera.
Haca varios das que lo haban enterrado, pero Masson no se haba
atrevido a desenterrarlo antes. Los parientes del fallecido venan a
menudo a visitar su tumba, aun lloviendo. Pero a estas horas de la
noche, no era fcil que vinieran, por mucho dolor y pena que
sintiesen. Y con este pensamiento tranquilizador, se enderez y ech
a un lado la pala.
Desde la colina donde estaba situado el cementerio, se vean
parpadear dbilmente las luces de Salem a travs de la lluvia
pertinaz. Sac la linterna del bolsillo porque iba a necesitar luz.
Apart la pata y se inclin a revisar los cierres de la caja.
De repente, se qued rgido. Bajo sus pies haba notado un rebullir
inquieto, como si algo araara o se revolviera dentro. Por un
momento, sinti una punzada de terror supersticioso, que pronto dio
paso a una rabia furiosa, al comprender el significado de aquellos
ruidos. Las ratas se le haban adelantado otra vez!
En un rapto de clera, Masson arranc lo cierres del atad Meti el
canto de la pata bajo la tapa e hizo palanca, hasta que pudo
levantarla con las dos manos. Luego encendi la linterna y la enfoc
al interior del atad.
La lluvia salpicaba el blanco tapizado de raso: el atad estaba
vaco. Masson percibi un movimiento furtivo en la cabecera de la
caja y dirigi hacia all la luz.
El extremo del sarcfago habla sido horadado, y el boquete
comunicaba con una galera, al parecer, pues en aquel mismo momento
desapareca por all, a tirones,
-
5
un pie flccido enfundado en su correspondiente zapato. Masson
comprendi que las ratas se le haban adelantado, esta vez, slo unos
instantes. Se dej caer a gatas y agarr el zapato con todas sus
fuerzas. Se le cay la linterna dentro del atad y se apag de golpe.
De un tirn, el zapato le fue arrancado de las manos en medio de una
algaraba de chillidos agudos y excitados. Un momento despus, haba
recuperado la linterna y la enfocaba por el agujero. Era enorme.
Tena que serlo; de lo contrario, no habran podido arrastrar el
cadver a travs de l. Masson intent imaginarse el tamao de aquellas
ratas capaces de tirar del cuerpo de un hombre. De todos modos, l
llevaba su revlver cargado en el bolsillo, y esto le tranquilizaba.
De haberse tratado del cadver de una persona ordinaria, Masson
habra abandonado su presa a las ratas, antes de aventurarse por
aquella estrecha madriguera; pero record los gemelos de sus puos y
el alfiler de su corbata, cuya perla deba ser indudablemente
autntica, y, sin pensarlo ms, se prendi la linterna al cinturn y se
meti por el boquete. El acceso era angosto. Delante de s, a la luz
de la linterna, poda ver cmo las suelas de los zapatos seguan
siendo arrastradas hacia el fondo del tnel de tierra. Tambin l trat
de arrastrarse lo ms rpidamente posible, pero haba momentos en que
apenas era capaz de avanzar, aprisionado entre aquellas estrechas
paredes de tierra.
El aire se haca irrespirable por el hedor del cadver. Masson
decidi que, si no lo
alcanzaba en un minuto, regresara. El terror empieza a agitarse
en su
imaginacin, aunque la codicia le instaba a proseguir. Y
prosigui, cruzando varias
bocas de tneles adyacentes. Las paredes de la madriguera estaban
hmedas y
pegajosas. Dos veces oy a sus espaldas pequeos desprendimientos
de tierra.
El segundo de stos le hizo volver la cabeza. No vio nada,
naturalmente, hasta
que enfoc la linterna en esa direccin. Entonces observ que el
barro casi
obstrua la galera que acababa de recorrer. El peligro de su
situacin se le revel
en toda su espantosa realidad. El corazn le lata con fuerza slo
de pensar en la
posibilidad de un hundimiento. Decidi abandonar su persecucin, a
pesar de que
casi haba alcanzado el cadver y las criaturas invisibles que lo
arrastraban. Pero
haba algo ms, en lo que tampoco haba pensado: el tnel era
demasiado
estrecho para dar la vuelta.
El pnico se apoder de l, por un segundo, pero record la boca
lateral que
acababa de pasar, y retrocedi dificultosamente hasta all.
Introdujo las piernas,
hasta que pudo dar la vuelta. Luego, comenz a avanzar
desesperadamente hacia
la salida, pese al dolor de sus rodillas. De repente, una
puntada le traspas la
pierna. Sinti que unos dientes afilados se le hundan en la
carne, y pate
frenticamente para librarse de sus agresores. Oy un chillido
penetrante, y el
rumor presuroso de una multitud de patas que se escabullan.
-
6
Al enfocar la linterna hacia atrs, lanz un gemido de horror: una
docena de
enormes ratas lo observaban atentamente, y sus ojos malignos
parpadeaban bajo
la luz. Eran deformes, grandes como gatos. Tras ellos vislumbr
una forma
negruzca que desapareci en la oscuridad. Se estremeci ante las
increbles
proporciones de aquella sombra. La luz contuvo a las ratas
durante un momento,
pero no tardaron en volver a acercarse furtivamente.
Al resplandor de la linterna, sus dientes parecan teidos de
carmes. Masson
forceje con su pistola, consigui sacarla de su bolsillo y apunt
cuidadosamente.
Estaba en una posicin difcil. Procur pegar los pies a las
mojadas paredes de la
madriguera para no herirse. El estruendo lo dej sordo durante
unos instantes.
Despus, una vez disipado el humo, vio que las ratas haban
desaparecido.
Guard la pistola y comenz a reptar velozmente a lo largo del
tnel. Pero no
tard en or de nuevo las carreras de las ratas, que se le echaron
encima otra vez.
Se le amontonaron sobre las piernas, mordindole y chillando de
manera
enloquecedora. Masson empez a gritar mientras echaba mano a la
pistola.
Dispar sin apuntar, y no se hiri de milagro. Esta vez las ratas
no se alejaron
tanto.
Masson aprovech la tregua para reptar lo ms rpido que pudo,
dispuesto a
hacer fuego a la primera seal de un nuevo ataque. Oy movimientos
de patas y
alumbr hacia atrs con la linterna. Una enorme rata gris se par
en seco y se
qued mirndole, sacudiendo sus largos bigotes y moviendo de un
lado a otro,
muy despacio, su cola spera y pelada. Masson dispar y la rata
ech a correr.
Continu arrastrndose. Se haba detenido un momento a descansar,
junto a la
negra abertura de un tnel lateral, cuando descubri un bulto
informe sobre la
tierra mojada, un poco ms adelante. Lo tom por un montn de
tierra
desprendido del techo; luego vio que era un cuerpo humano. Se
trataba de una
momia negra y arrugada, y vio, preso de un pnico sin lmites, que
se mova.
Aquella cosa monstruosa avanzaba hacia l y, a la luz de la
linterna, vio su rostro
horrible a poca distancia del suyo. Era una calavera descarnada,
la faz de un
cadver que ya llevaba aos enterrado, pero animada de una vida
infernal. Tena
los ojos vidriosos, hinchados, que delataban su ceguera, y, al
avanzar hacia
-
7
Masson, lanz un gemido plaidero y entreabri sus labios
pustulosos,
desgarrados en una mueca de hambre espantosa. Masson sinti que
se le helaba
la sangre. Cuando aquel horror estaba ya a punto de rozarle.
Masson se precipit
frenticamente por la abertura lateral. Oy araar en la tierra, a
sus pies, y el
confuso gruido de la criatura que le segua de cerca. Masson mir
por encima del
hombro, grit y trat de avanzar desesperadamente por la estrecha
galera.
Reptaba con torpeza; las piedras afiladas le heran las manos y
las rodillas. El
barro le salpicaba en los ojos, pero no se atrevi a detenerse ni
un segundo.
Continu avanzando a gatas, jadeando, rezando y maldiciendo
histricamente.
Con chillidos triunfales, las ratas se precipitaron de nuevo
sobre l con la
voracidad pintada en sus ojos. Masson estuvo a punto de sucumbir
bajo sus
dientes, pero logr desembarazarse de ellas: el pasadizo se
estrechaba y,
sobrecogido por el pnico, patale, grit y dispar hasta que el
gatillo peg sobre
una cpsula vaca. Pero haba rechazado las ratas. Observ entonces
que se
hallaba bajo una piedra grande, encajada en la parte superior de
la galera, que le
oprima cruelmente la espalda. Al tratar de avanzar not que la
piedra se mova, y
se le ocurri una idea: Si pudiera dejarla caer, de forma que
obstruyese el tnel!
La tierra estaba empapada por la lluvia. Se enderez y empez a
quitar el barro
que sujetaba la piedra. Las ratas se aproximaban. Vea brillar
sus ojos al
resplandor de la linterna. Sigui cavando, frentico. La piedra
ceda. Tir de ella y
la movi de sus cimientos. Se acercaban las ratas Era el enorme
ejemplar que
haba visto antes. Gris, leprosa, repugnante, avanzaba enseando
sus dientes
anaranjados. Masson dio un ltimo tirn de la piedra, y la sinti
resbalar hacia
abajo. Entonces reanud su camino a rastras por el tnel. La
piedra se derrumb
tras l, y oy un repentino alarido de agona. Sobre sus piernas se
desplomaron
algunos terrones mojados. Ms adelante, le atrap los pies un
desprendimiento
considerable, del que logr desembarazarse con dificultad. El
tnel entero se
estaba desmoronando!
Jadeando de terror, avanzaba mientras la tierra se desprenda. El
tnel segua
estrechndose, hasta que lleg un momento en que apenas pudo hacer
uso de
sus manos y piernas para avanzar. Se retorci como una anguila
hasta que, de
pronto, not un jirn de raso bajo sus dedos crispados; y luego su
cabeza choc
-
8
contra algo que le impeda continuar. Movi las piernas y pudo
comprobar que no
las tena apresadas por la tierra desprendida. Estaba boca abajo.
Al tratar de
incorporarse, se encontr con que el techo del tnel estaba a
escasos centmetros
de su espalda. El terror le descompuso. Al salirle al paso aquel
ser espantoso y
ciego, se haba desviado por un tnel lateral, por un tnel que no
tena salida. Se
encontraba en un atad, en un atad vaco, al que haba entrado por
el agujero
que las ratas haban practicado en su extremo!
Intent ponerse boca arriba, pero no pudo. La tapa del atad le
mantena
inexorablemente inmvil. Tom aliento, e hizo fuerza contra la
tapa. Era
inamovible, y aun si lograse escapar del sarcfago, cmo podra
excavar una
salida a travs del metro y medio de tierra que tena encima?
Respiraba con dificultad. Haca un calor sofocante y el hedor era
irresistible. En un
paroxismo de terror, desgarr y ara el forro acolchado hasta
destrozarlo. Hizo
un intil intento por cavar con los pies en la tierra desprendida
que le impeda la
retirada. Si lograse solamente cambiar de postura, podra excavar
con las uas
una salida hacia el aire hacia el aire
Una agona candente penetr en su pecho; el pulso le dola en los
globos
oculares. Pareca como si la cabeza se le fuera hinchando, a
punto de estallar. De
pronto, oy los triunfales chillidos de las ratas. Comenz a
gritar, enloquecido, pero
no pudo rechazarlas esta vez. Durante un momento, se revolvi
histricamente en su estrecha
prisin, y luego se calm, boqueando por falta de aire. Cerr los
ojos, sac su lengua ennegrecida,
y se hundi en la negrura de la muerte, con los locos chillidos
de las ratas taladrndole los odos.
FIN.
TALLER DE ACTIVIDADES PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES
-
9
INSTRUCTIVO: 1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO 2. COPIE EL
CUESTIONARIO EN EL CUADERN O 3.DARLE SOLUCIN A LAS PREGUNTAS Y
ACTIVIDADES DEL TALLER 1. Por qu Masson quera mantener en secreto
la existencia de las ratas? 2. A partir de qu momento Masson empez
a sentir temor? ____ en el momento en que los viejos contaban las
historias acerca de las ratas ____ al estar dentro del tnel y
sentir el aire irrespirable ____ en el momento en que decidi
obtener el cadver que las ratas se llevaban 3.ORGANIZA LOS
SIGUIENTES HECHOS DEL INICIO DE LA HISTORIA , SEGN EL ORDEN EN QUE
OCURRIERON _____ Los esfuerzos para acabar con las ratas eran
intiles _____ Decan que algunos cuerpos robados se usaban para
hacer festines subterrneos y nocturnos _____ El viejo sostena una
verdadera contienda con las ratas _____Masson las haba visto del
tamao de un gato 4.RELACIONA EL PRRAFO CON SU IDEA PRINCIPAL
INSTRUCTIVO Al frente de cada prrafo aparece un guin. Escribe
sobre el guin el nmero que le corresponda. Elabora en tu cuaderno
el cuadro
PRRAFO IDEA PRINCIPAL
____ PARRAFO 12 1.Masson sostena una contienda con las ratas que
infestaban el cementerio
____ PRRAFO 7 2.Masson saqueaba las tumbas , por eso prefera que
no se investigara sobre la proliferacin de las ratas
ACTIVIDAD 1
-
10
____PRRAFO 1 3.Las ratas robaron el cadver antes de que Masson
pudiera hacerse con l
____PRAFO 3 4.Cuando Masson decide abandonar su propsito , las
ratas lo persiguen y lo hieren
5.RELEE EL LTIMO PRRAFO Y PLANTEA TU HIPTESIS ACERCA DE LO QUE
PAS FINALMENTE CON LAS RATAS A. Murieron en el derrumbe B. le
ganaron la batalla a Masson C. devoraron a Masson 6. Cul es el tema
del relato? 7.Explica qu relacin existe entre el ttulo del texto y
el tema que desarrolla
INSTRUCTIVO Escriba en su cuaderno el nmero de la pregunta y la
letra que corresponda a la respuesta 1.Segn lo que muestra el autor
que propici el encuentro entre Masson y las ratas?
A. una tumba B. un cadver C. un zapato D. un atad 2. Seala las
caractersticas que hacan diferente a las ratas del cementerio A. su
fuerza, ojos malignos y deformidad B. sus dientes afilados, colas
peladas y tamao grande C. sus chillidos, madrigueras y largos
bigotes D. su habilidad para construir tneles 3 La razn para que
Masson se desviara del camino fue
4.Consulta la biografa del autor y escrbela en tu cuaderno
FIN DEL TALLER
ACTIVIDAD 2
-
11
INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA . PROFESOR
OBDULIO A LOPERA E.
LECTORES COMPETENTES. NIVEL A
TEXTO. 2
LA PERFECTA SEORITA PATRICIA HIGHSMITH
Theodora, o Thea como la llamaban, era la perfecta seorita desde
que naci. Lo decan todos los que la haban visto desde los primeros
meses de su vida, cuando la llevaban en un cochecito forrado de
raso blanco. Dorma cuando deba dormir. Al despertar, sonrea a los
extraos. Casi nunca mojaba los paales. Fue facilsimo ensearle las
buenas costumbres higinicas y aprendi a hablar extraordinariamente
pronto. A continuacin, aprendi a leer cuando apenas tena dos aos. Y
siempre hizo gala de buenos modales. A los tres aos empez a hacer
reverencias al ser presentada a la gente. Se lo ense su madre,
naturalmente, pero Thea se desenvolva en la etiqueta como un pato
en el agua. -Gracias, lo he pasado maravillosamente -deca con
locuacidad, a los cuatro aos, inclinndose en una reverencia de
despedida al salir de una fiesta infantil. Volva a su casa con su
vestido almidonado tan impecable como cuando se lo puso. Cuidaba
muchsimo su pelo y sus uas. Nunca estaba sucia, y cuando vea a
otros nios corriendo y jugando, haciendo flanes de barro, cayndose
y pelndose las rodillas, pensaba que eran completamente idiotas.
Thea era hija nica. Otras madres ms ajetreadas, con dos o tres
vstagos que cuidar, alababan la obediencia y la limpieza de Thea, y
eso le encantaba. Thea se complaca tambin con las alabanzas de su
propia madre. Ella y su madre se adoraban. Entre los contemporneos
de Thea, las pandillas empezaban a los ocho, nueve o diez aos, si
se puede usar la palabra pandilla para el grupo informal que
recorra la urbanizacin en patines o bicicleta. Era una tpica
urbanizacin de clase media. Pero si un nio no participaba en las
partidas de pquer loco que tenan lugar en el garaje de algunos de
los padres, o en las correras sin destino por las calles
residenciales, ese nio no contaba. Thea no contaba, por lo que
respecta a la pandilla. -No me importa nada, porque no quiero ser
uno de ellos -les dijo a sus padres.
-
12
-Thea hace trampas en los juegos. Por eso no queremos que venga
con nosotros -dijo un nio de diez aos en una de las clases de
Historia del padre de Thea. El padre de Thea, Ted, enseaba en una
escuela de la zona. Haca mucho tiempo que sospechaba la verdad,
pero haba mantenido la boca cerrada, confiando en que la cosa
mejorara. Thea era un misterio para l. Cmo era posible que l, un
hombre tan normal y laborioso, hubiese engendrado una mujer hecha y
derecha? -Las nias nacen mujeres -dijo Margot, la madre de Thea-.
Los nios no nacen hombres. Tienen que aprender a serlo. Pero las
nias ya tienen un carcter de mujer. -Pero eso no es tener carcter
-dijo Ted-. Eso es ser intrigante. El carcter se forma con el
tiempo. Como un rbol. Margot sonri, tolerante, y Ted tuvo la
impresin de que hablaba como un hombre de la edad de piedra,
mientras que su mujer y su hija vivan en la era supersnica. Al
parecer, el principal objetivo en la vida de Thea era hacer
desgraciados a sus contemporneos. Haba contado una mentira sobre
otra nia, en relacin con un nio, y la chiquilla haba llorado y casi
tuvo una depresin nerviosa. Ted no poda recordar los detalles,
aunque s haba comprendido la historia cuando la oy por primera vez,
resumida por Margot. Thea haba logrado echarle toda la culpa a la
otra nia. Maquiavelo no lo hubiera hecho mejor. -Lo que pasa es que
ella no es una sinvergenza -dijo Margot-. Adems, puede jugar con
Craig, as que no est sola. Craig tena diez aos y viva tres casas ms
all. Pero Ted no se dio cuenta al principio de que Craig estaba
aislado, y por la misma razn. Una tarde, Ted observ cmo uno de los
chicos de la urbanizacin haca un gesto grosero, en ominoso
silencio, al cruzarse con Craig por la acera. -Gusano! -respondi
Craig inmediatamente. Luego ech a correr, por si el chico lo
persegua, pero el otro se limit a volverse y decir: -Eres un
mierda, igual que Thea! No era la primera vez que Ted oa tales
palabras en boca de los chicos, pero tampoco las oa con frecuencia
y qued impresionado. -Pero, qu hacen solos, Thea y Craig? -le
pregunt a su mujer. -Oh, dan paseos. No s -dijo Margot-. Supongo
que Craig est enamorado de ella. Ted ya lo haba pensado. Thea posea
una belleza de cromo que le garantizara el xito entre los muchachos
cuando llegara a la adolescencia y, naturalmente, estaba empezando
antes de tiempo. Ted no tena ningn temor de que hiciera nada
indecente, porque perteneca al tipo de las provocativas y
bsicamente puritanas. A lo que se dedicaban Thea y Craig por
entonces era a observar la excavacin de un refugio subterrneo con
tnel y dos chimeneas en un solar a una milla de distancia
aproximadamente. Thea y Craig iban all en bicicleta, se ocultaban
detrs de unos arbustos cercanos y espiaban rindose por lo bajo. Ms
o menos una
-
13
docena de los miembros de la pandilla estaban trabajando como
peones, sacando cubos de tierra, recogiendo lea y preparando
patatas asadas con sal y mantequilla, punto culminante de todo
esfuerzo, alrededor de las seis de la tarde. Thea y Craig tenan la
intencin de esperar hasta que la excavacin y la decoracin
estuvieran terminadas y luego se proponan destruirlo todo. Mientras
tanto a Thea y a Craig se les ocurri lo que ellos llamaban un nuevo
juego de pelota, que era su clave para decir una mala pasada.
Enviaron una nota mecanografiada a la mayor bocazas de la escuela,
Vernica, diciendo que una nia llamada Jennifer iba a dar una fiesta
sorpresa por su cumpleaos en determinada fecha, y por favor, dselo
a todo el mundo, pero no se lo digas a Jennifer. Supuestamente la
carta era de la madre de Jennifer. Entonces Thea y Craig se
escondieron detrs de los setos y observaron a sus compaeros del
colegio presentndose en casa de Jennifer, algunos vestidos con sus
mejores galas, casi todos llevando regalos, mientras Jennifer se
senta cada vez ms violenta, de pie en la puerta de su casa,
diciendo que ella no saba nada de la fiesta. Como la familia de
Jennifer tena dinero, todos los chicos haban pensado pasar una
tarde estupenda. Cuando el tnel, la cueva, las chimeneas y las
hornacinas para las velas estuvieron acabadas, Thea y Craig
fingieron tener dolor de tripas un da, en sus respectivas casas, y
no fueron al colegio. Por previo acuerdo se escaparon y se
reunieron a las once de la maana en sus bicicletas. Fueron al
refugio y se pusieron a saltar al unsono sobre el techo del tnel
hasta que se hundi. Entonces rompieron las chimeneas y esparcieron
la lea tan cuidadosamente recogida. Incluso encontraron la reserva
de patatas y sal y la tiraron en el bosque. Luego regresaron a casa
en sus bicicletas. Dos das ms tarde, un jueves que era da de
clases, Craig fue encontrado a las cinco de la tarde detrs de unos
olmos en el jardn de los Knobel, muerto a pualadas que le
atravesaban la garganta y el corazn. Tambin tena feas heridas en la
cabeza, como si lo hubiesen golpeado repetidamente con piedras
speras. Las medidas de las pualadas demostraron que se haban
utilizado por lo menos siete cuchillos diferentes. Ted se qued
profundamente impresionado. Para entonces ya se haba enterado de lo
del tnel y las chimeneas destruidas. Todo el mundo saba que Thea y
Craig haban faltado al colegio el martes en que haba sido
destrozado el tnel. Todo el mundo saba que Thea y Craig estaban
constantemente juntos. Ted tema por la vida de su hija. La polica
no pudo acusar de la muerte de Craig a ninguno de los miembros de
la pandilla, y tampoco podan juzgar por asesinato u homicidio a
todo un grupo. La investigacin se cerr con una advertencia a todos
los padres de los nios del colegio. -Slo porque Craig y yo
faltramos al colegio ese mismo da no quiere decir que fusemos
juntos a romper ese estpido tnel -le dijo Thea a una amiga de su
madre, que era madre de uno de los miembros de la pandilla. Thea
menta como un consumado bribn. A un adulto le resultaba difcil
desmentirla.
-
14
As que para Thea la edad de las pandillas -a su modo- termin con
la muerte de Craig. Luego vinieron los novios y el coqueteo,
oportunidades de traiciones y de intrigas, y un constante ro,
siempre cambiante, de jvenes entre diecisis y veinte aos, algunos
de los cuales no le duraron ms de cinco das. Dejemos a Thea a los
quince aos, sentada frente a un espejo, acicalndose. Se siente
especialmente feliz esta noche porque su ms prxima rival, una chica
llamada Elizabeth, acaba de tener un accidente de coche y se ha
roto la nariz y la mandbula y sufre lesiones en un ojo, por lo que
ya no volver a ser la misma. Se acerca el verano, con todos esos
bailes en las terrazas y fiestas en las piscinas. Incluso corre el
rumor de que Elizabeth tendr que ponerse la dentadura inferior
postiza, de tantos dientes como se rompi, pero la lesin del ojo
debe ser lo ms visible. En cambio Thea escapar a todas las
catstrofes. Hay una divinidad que protege a las perfectas seoritas
como Thea.
FIN
TALLER DE ACTIVIDADES PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES
INSTRUCTIVO: 1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO 2. COPIE EL
CUESTIONARIO EN EL CUADERN O 3.DARLE SOLUCIN A LAS PREGUNTAS Y
ACTIVIDADES DEL TALLER
1. Segn el texto por qu Thea era considerada la perfecta
seorita? 2. Cmo se llama el padre de Thea y que hace? 3. Segn el
texto Cul es el principal objetivo de Thea? 4 Cuntos aos tiene su
amigo Craig? Descrbelo 5. Qu hace Craig y Thea cuando van al
refugio subterrneo? 6. Qu sucede a Craig? Cmo asume Thea, lo que le
sucede a su amigo? 7. Realiza una breve descripcin fsica de Thea 8.
Plantea un nuevo ttulo para el texto? Explica tu respuesta 9.Cal es
el tema central del texto? Explica tu respuesta
ACTIVIDAD 1
-
15
INSTRUCTIVO Escriba en su cuaderno el nmero de la pregunta y la
letra que corresponda a la respuesta 1.Segn el texto, Thea no
pertenece a la pandilla porque
A. es muy aseada y no puede manchar su ropa B. no le gusta
formar parte de ese grupo de nios C. los nios de la pandilla no la
quieren en el grupo D. No quera participar de las partidas de pker
loco 2. La expresin Maquiavelo no lo hubiera hecho mejor tiene la
intencin de A. ridiculizar B. engrandecer C. empobrecer D.
felicitar 3. En la expresin Craig tena diez aos y viva tres casas
MAS ALLA. El termino en mayscula se refiere a A. la escuela de la
zona B. la urbanizacin del lugar C. la casa de Thea D. el refugio
subterrneo 4. Cuando la narradora dice que a lo que se dedicaban
Thea y Craig POR ENTONCES, era o observar la excavacin. las
palabras en mayscula expresan A. una accin B. un espacio C. una
ciudad D. una cualidad
5. CONSULTA LA BIOGRAFA DEL AUTOR DEL TEXTO Y COPIALA EN TU
CUADERNO
______________________________________________________________
______________________________________________________________
FIN DEL TALLER
ACTIVIDAD 2
-
16
INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA . PROFESOR
OBDULIO A LOPERA E.
LECTORES COMPETENTES. NIVEL A
TEXTO. 3
UN SEOR MUY VIEJO CON UNAS ALAS ENORMES AUTOR: GABRIEL GARCIA
MRQUEZ
AL TERCER DA de lluvia haban matado tantos cangrejos dentro de
la
casa, que Pelayo tuvo que atravesar su patio anegado para
tirarlos al mar,
pues el nio recin nacido haba pasado la noche con calenturas y
se pensaba
que era causa de la pestilencia. El mundo estaba triste desde el
martes. El
cielo y el mar eran una misma cosa de ceniza, y las arenas de la
playa, que en
marzo fulguraban como polvo de lumbre, se haban convertido en un
caldo de
lodo y mariscos podridos. La luz era tan mansa al medioda, que
cuando
Pelayo regresaba a la casa despus de haber tirado los cangrejos,
le cost
trabajo ver qu era lo que se mova y se quejaba en el fondo del
patio. Tuvo
que acercarse mucho para descubrir que era un hombre viejo, que
estaba
tumbado boca abajo en el lodazal, y a pesar de sus grandes
esfuerzos no poda
levantarse, porque se lo impedan sus enormes alas.
Asustado por aquella pesadilla, Pelayo corri en busca de
Elisenda, su
mujer, que estaba ponindole compresas al nio enfermo, y la llev
hasta el
fondo del patio. Ambos observaron el cuerpo cado con un callado
estupor.
Estaba vestido como un trapero. Le quedaban apenas unas
hilachas
-
17
descoloridas en el crneo pelado y muy pocos dientes en la boca,
y su
lastimosa condicin de bisabuelo ensopado lo haba desprovisto de
toda
grandeza. Sus alas de gallinazo grande, sucias y medio
desplumadas, estaban
encalladas para siempre en el lodazal. Tanto lo observaron, y
con tanta
atencin, que Pelayo y Elisenda se sobrepusieron muy pronto del
asombro y
acabaron por encontrarlo familiar. Entonces se atrevieron a
hablarle, y l les
contest en un dialecto incomprensible pero con una buena voz de
navegante.
Fue as como pasaron por alto el inconveniente de las alas, y
concluyeron con
muy buen juicio que era un nufrago solitario de alguna nave
extranjera
abatida por el temporal. Sin embargo, llamaron para que lo viera
a una vecina
que saba todas las cosas de la vida y la muerte, y a ella le
bast con una
mirada para sacarlos del error.
Es un ngel les dijo. Seguro que vena por el nio, pero el
pobre
est tan viejo que lo ha tumbado la lluvia.
Al da siguiente todo el mundo saba que en casa de Pelayo tenan
cautivo un
ngel de carne y hueso. Contra el criterio de la vecina sabia,
para quien los
ngeles de estos tiempos eran sobrevivientes fugitivos de una
conspiracin
celestial, no haban tenido corazn para matarlo a palos. Pelayo
estuvo
vigilndolo toda la tarde desde la cocina, armado con un garrote
de alguacil, y
antes de acostarse lo sac a rastras del lodazal y lo encerr con
las gallinas en
el gallinero alumbrado. A media noche, cuando termin la lluvia,
Pelayo y
Elisenda seguan matando cangrejos. Poco despus el nio despert
sin fiebre
y con deseos de comer. Entonces se sintieron magnnimos y
decidieron poner
al ngel en una balsa con agua dulce y provisiones para tres das,
y
abandonarlo a su suerte en altamar. Pero cuando salieron al
patio con las
primeras luces, encontraron a todo el vecindario frente al
gallinero, retozando
con el ngel sin la menor devocin y echndole cosas de comer por
los huecos
de las alambradas, como si no fuera una criatura sobrenatural
sino un animal
de circo.
El padre Gonzaga lleg antes de las siete alarmado por la
desproporcin
de la noticia. A esa hora ya haban acudido curiosos menos
frvolos que los del
amanecer, y haban hecho toda clase de conjeturas sobre el
porvenir del
-
18
cautivo. Los ms simples pensaban que sera nombrado alcalde del
mundo.
Otros, de espritu ms spero, suponan que sera ascendido a general
de
cinco estrellas para que ganara todas las guerras. Algunos
visionarios
esperaban que fuera conservado como semental para implantar en
la tierra
una estirpe de hombres alados y sabios que se hicieran cargo del
Universo.
Pero el padre Gonzaga, antes de ser cura, haba sido leador
macizo.
Asomado a las alambradas repas un instante su catecismo, y
todava pidi
que le abrieran la puerta para examinar de cerca de aquel varn
de lstima
que ms pareca una enorme gallina decrpita entre las gallinas
absortas.
Estaba echado en un rincn, secndose al sol las alas extendidas,
entre las
cscaras de fruta y las sobras de desayunos que le haban tirado
los
madrugadores. Ajeno a las impertinencias del mundo, apenas si
levant sus
ojos de anticuario y murmur algo en su dialecto cuando el padre
Gonzaga
entr en el gallinero y le dio los buenos das en latn. El prroco
tuvo la
primera sospecha de impostura al comprobar que no entenda la
lengua de
Dios ni saba saludar a sus ministros. Luego observ que visto de
cerca
resultaba demasiado humano: tena un insoportable olor de
intemperie, el
revs de las alas sembrado de algas parasitarias y las plumas
mayores
maltratadas por vientos terrestres, y nada de su naturaleza
miserable estaba
de acuerdo con la egregia dignidad de los ngeles. Entonces
abandon el
gallinero, y con un breve sermn previno a los curiosos contra
los riesgos de la
ingenuidad. Les record que el demonio tena la mala costumbre de
recurrir a
artificios de carnaval para confundir a los incautos. Argument
que si las alas
no eran el elemento esencial para determinar las diferencias
entre un gaviln
y un aeroplano, mucho menos podan serlo para reconocer a los
ngeles. Sin
embargo, prometi escribir una carta a su obispo, para que ste
escribiera
otra al Sumo Pontfice, de modo que el veredicto final viniera de
los tribunales
ms altos.
Su prudencia cay en corazones estriles. La noticia del ngel
cautivo se
divulg con tanta rapidez, que al cabo de pocas horas haba en el
patio un
alboroto de mercado, y tuvieron que llevar la tropa con
bayonetas para
espantar el tumulto que ya estaba a punto de tumbar la casa.
Elisenda, con el
espinazo torcido de tanto barrer basura de feria, tuvo entonces
la buena idea
-
19
de tapiar el patio y cobrar cinco centavos por la entrada para
ver al ngel.
Vinieron curiosos hasta de la Martinica. Vino una feria
ambulante con un
acrbata volador, que pas zumbando varias veces por encima de
la
muchedumbre, pero nadie le hizo caso porque sus alas no eran de
ngel sino
de murcilago sideral. Vinieron en busca de salud los enfermos
ms
desdichados del Caribe: una pobre mujer que desde nia estaba
contando los
latidos de su corazn y ya no le alcanzaban los nmeros, un
jamaicano que no
poda dormir porque lo atormentaba el ruido de las estrellas, un
sonmbulo
que se levantaba de noche a deshacer dormido las cosas que haba
hecho
despierto, y muchos otros de menor gravedad. En medio de aquel
desorden
de naufragio que haca temblar la tierra, Pelayo y Elisenda
estaban felices de
cansancio, porque en menos de una semana atiborraron de plata
los
dormitorios, y todava la fila de peregrinos que esperaban su
turno para
entrar llegaba hasta el otro lado del horizonte.
El ngel era el nico que no participaba de su propio
acontecimiento. El
tiempo se le iba buscando acomodo en su nido prestado, aturdido
por el calor
de infierno de las lmparas de aceite y las velas de sacrificio
que le arrimaban
a las alambradas. Al principio trataron de que comiera cristales
de alcanfor,
que, de acuerdo con la sabidura de la vecina sabia, era el
alimento especfico
de los ngeles. Pero l los despreciaba, como despreci sin
probarlos los
almuerzos papales que le llevaban los penitentes, y nunca se
supo si fue por
ngel o por viejo que termin comiendo nada ms que papillas de
berenjena.
Su nica virtud sobrenatural pareca ser la paciencia. Sobre todo
en los
primeros tiempos, cuando le picoteaban las gallinas en busca de
los parsitos
estelares que proliferaban en sus alas, y los baldados le
arrancaban plumas
para tocarse con ellas sus defectos, y hasta los ms piadosos le
tiraban piedras
tratando de que se levantara para verlo de cuerpo entero. La
nica vez que
consiguieron alterarlo fue cuando le abrasaron el costado con un
hierro de
marcar novillos, porque llevaba tantas horas de estar inmvil que
lo creyeron
muerto. Despert sobresaltado, despotricando en lengua hermtica y
con los
ojos en lgrimas, y dio un par de aletazos que provocaron un
remolino de
estircol de gallinero y polvo lunar, y un ventarrn de pnico que
no pareca
de este mundo. Aunque muchos creyeron que su reaccin no haba
sido de
-
20
rabia sino de dolor, desde entonces se cuidaron de no
molestarlo, porque la
mayora entendi que su pasividad no era la de un hroe en uso de
buen retiro
sino la de un cataclismo en reposo.
El padre Gonzaga se enfrent a la frivolidad de la muchedumbre
con
frmulas de inspiracin domstica, mientras le llegaba un juicio
terminante
sobre la naturaleza del cautivo. Pero el correo de Roma haba
perdido la
nocin de la urgencia. El tiempo se les iba en averiguar si el
convicto tena
ombligo, si su dialecto tena algo que ver con el arameo, si poda
caber
muchas veces en la punta de un alfiler, o si no sera simplemente
un noruego
con alas. Aquellas cartas de parsimonia habran ido y venido
hasta el fin de
los siglos, si un acontecimiento providencial no hubiera puesto
trmino a las
tribulaciones del prroco.
Sucedi que por esos das, entre muchas otras atracciones de las
ferias
errantes del Caribe, llevaron al pueblo el espectculo triste de
la mujer que se
haba convertido en araa por desobedecer a sus padres. La entrada
para
verla no slo costaba menos que la entrada para ver al ngel, sino
que
permitan hacerle toda clase de preguntas sobre su absurda
condicin, y
examinarla al derecho y al revs, de modo que nadie pusiera en
duda la
verdad del horror. Era una tarntula espantosa del tamao de un
carnero y
con la cabeza de una doncella triste. Pero lo ms desgarrador no
era su figura
de disparate, sino la sincera afliccin con que contaba los
pormenores de su
desgracia: siendo casi una nia se haba escapado de la casa de
sus padres
para ir a un baile, y cuando regresaba por el bosque despus de
haber bailado
toda la noche sin permiso, un trueno pavoroso abri el cielo en
dos mitades, y
por aquella grieta sali el relmpago de azufre que la convirti en
araa. Su
nico alimento eran las bolitas de carne molida que las almas
caritativas
quisieran echarle en la boca. Semejante espectculo, cargado de
tanta verdad
humana y de tan temible escarmiento, tena que derrotar sin
proponrselo al
de un ngel despectivo que apenas si se dignaba mirar a los
mortales. Adems
los escasos milagros que se le atribuan al ngel revelaban un
cierto desorden
mental, como el del ciego que no recobr la visin pero le
salieron tres dientes
-
21
nuevos, y el del paraltico que no pudo andar pero estuvo a punto
de ganarse
la lotera, y el del leproso a quien le nacieron girasoles en las
heridas. Aquellos
milagros de consolacin que ms bien parecan entretenimientos de
burla,
haban quebrantado ya la reputacin del ngel cuando la mujer
convertida en
araa termin de aniquilarla. Fue as como el padre Gonzaga se cur
para
siempre del insomnio, y el patio de Pelayo volvi a quedar tan
solitario como
en los tiempos en que llovi tres das y los cangrejos caminaban
por los
dormitorios.
Los dueos de la casa no tuvieron nada que lamentar. Con el
dinero
recaudado construyeron una mansin de dos plantas, con balcones y
jardines,
y con sardineles muy altos para que no se metieran los cangrejos
del invierno,
y con barras de hierro en las ventanas para que no se metieran
los ngeles.
Pelayo estableci adems un criadero de conejos muy cerca del
pueblo y
renunci para siempre a su mal empleo de alguacil, y Elisenda se
compr
unas zapatillas satinadas de tacones altos y muchos vestidos de
seda tornasol,
de los que usaban las seoras ms codiciadas en los domingos de
aquellos
tiempos. El gallinero fue lo nico que no mereci atencin. Si
alguna vez lo
lavaron con creolina y quemaron las lgrimas de mirra en su
interior, no fue
por hacerle honor al ngel, sino por conjurar la pestilencia de
muladar que ya
andaba como un fantasma por todas partes y estaba volviendo
vieja la casa
nueva. Al principio, cuando el nio aprendi a caminar, se
cuidaron de que no
estuviera cerca del gallinero. Pero luego se fueron olvidando
del temor y
acostumbrndose a la peste, y antes de que el nio mudara los
dientes se
haba metido a jugar dentro del gallinero, cuyas alambradas
podridas se caan
a pedazos. El ngel no fue menos displicente con l que con el
resto de los
mortales, pero soportaba las infamias ms ingeniosas con una
mansedumbre
de perro sin ilusiones. Ambos contrajeron la varicela al mismo
tiempo. El
mdico que atendi al nio no resisti la tentacin de auscultar al
ngel, y
encontr tantos soplos en el corazn y tantos ruidos en los
riones, que no le
pareci posible que estuviera vivo. Lo que ms le asombr, sin
embargo, fue la
lgica de sus alas. Resultaban tan naturales en aquel
organismo
completamente humano, que no poda entender por qu no las
tenan
-
22
tambin los otros hombres.
Cuando el nio fue a la escuela, haca mucho tiempo que el sol y
la lluvia
haban desbaratado el gallinero. El ngel andaba arrastrndose por
ac y por
all como un moribundo sin dueo. Lo sacaban a escobazos de un
dormitorio
y un momento despus lo encontraban en la cocina. Pareca estar en
tantos
lugares al mismo tiempo, que llegaron a pensar que se
desdoblaba, que se
repeta a s mismo por toda la casa, y la exasperada Elisenda
gritaba fuera de
quicio que era una desgracia vivir en aquel infierno lleno de
ngeles. Apenas
si poda comer, sus ojos de anticuario se le haban vuelto tan
turbios que
andaba tropezando con los horcones, y ya no le quedaban sino las
cnulas
peladas de las ltimas plumas. Pelayo le ech encima una manta y
le hizo la
caridad de dejarlo dormir en el cobertizo, y slo entonces
advirtieron que
pasaba la noche con calenturas delirantes en trabalenguas de
noruego viejo.
Fue esa una de las pocas veces en que se alarmaron, porque
pensaban que se
iba a morir, y ni siquiera la vecina sabia haba podido decirles
qu se haca
con los ngeles muertos.
Sin embargo, no slo sobrevivi a su peor invierno, sino que
pareci mejor
con los primeros soles. Se qued inmvil muchos das en el rincn
ms
apartado del patio, donde nadie lo viera, y a principios de
diciembre
empezaron a nacerle en las alas unas plumas grandes y duras,
plumas de
pajarraco viejo, que ms bien parecan un nuevo percance de la
decrepitud.
Pero l deba conocer la razn de estos cambios, porque se cuidaba
muy bien
de que nadie los notara, y de que nadie oyera las canciones de
navegantes que
a veces cantaba bajo las estrellas. Una maana, Elisenda estaba
cortando
rebanadas de cebolla para el almuerzo, cuando un viento que
pareca de alta
mar se meti en la cocina. Entonces se asom por la ventana, y
sorprendi al
ngel en las primeras tentativas del vuelo. Eran tan torpes, que
abri con las
uas un surco de arado en las hortalizas y estuvo a punto de
desbaratar el
cobertizo con aquellos aletazos indignos que resbalaban en la
luz y no
encontraban asidero en el aire. Pero logr ganar altura. Elisenda
exhal un
suspiro de descanso, por ella y por l, cuando lo vio pasar por
encima de las
-
23
ltimas casas, sustentndose de cualquier modo con un azaroso
aleteo de
buitre senil. Sigui vindolo hasta cuando acab de cortar la
cebolla, y sigui
vindolo hasta cuando ya no era posible que lo pudiera ver,
porque entonces
ya no era un estorbo en su vida, sino un punto imaginario en el
horizonte del
mar.
FIN
TALLER DE ACTIVIDADES PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES
INSTRUCTIVO: 1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO 2. COPIE EL
CUESTIONARIO EN EL CUADERN O 3.DARLE SOLUCIN A LAS PREGUNTAS Y
ACTIVIDADES DEL TALLER
INSTRUCTIVO Realiza el esquema descriptivo del personaje central
de la historia. Aspecto fsico del ngel
EDAD
VESTUARIO
DIENTES
ALAS
CABELLO
OJOS
ACTIVIDAD 1
-
24
2. El lugar donde transcurre la mayor parte de la historia es
Escribe en tu cuaderno el nmero dos y la respuesta
a. La casa de Pelayo y Elisenda, una casa cerca del mar con un
gallinero pestilente donde alojaron el ngel
b. Un pueblo de pescadores con pocas casas y ferias ambulantes
3. Cul de las caractersticas del ngel hizo que Pelayo y Elisenda,
pensaran que era un nufrago solitario y extraviado? 4. Qu significa
que Pelayo y su mujer se hubiesen sentido magnnimos? 5. Qu cambi en
la vida de Pelayo y Elisenda con la llegada del ngel? 6. Cmo
trataban al ngel los habitantes del lugar? 7. Segn el padre Gonzaga
qu caractersticas hacan del ngel un ser demasiado humano? 8. Qu
aspecto tena la mujer que se haba convertido en araa? 9.Explica que
hizo ms interesante a la ,mujer convertida en araa frente al ngel
10.Cmo se describe lo que sucedi a la nueva atraccin del pueblo?
11. Cunto tiempo, aproximadamente, permanece el ngel en la casa de
Pelayo? 12. Qu ocurre con el ngel cuando le salen nuevas
plumas?
INSTRUCTIVO Escriba en su cuaderno el nmero de la pregunta y la
letra que corresponda a la respuesta 1.Escoge la caracterstica que
se ajusta a Elisenda y Pelayo cuando deciden cobrar la entrada
acumular dinero y mantener al ngel tirado en el gallinero
A. magnnimos B. oportunistas C. egostas D. creyentes 2. la
actitud de la gente hacia el ngel hace pensar que A. crean que se
trataba de un ser celestial B. lo vean como una simple gallina
grande C. Les costaba trabajo aceptar algo nuevo y sobrenatural D.
confiaban en los milagros del ngel 3. A partir de lo que sucede con
la llegada del hombre viejo alado y la mujer convertida en araa se
puede inferir que A. ambos eran atracciones pasajeras para el
pueblo B. ambos se haban convertido en las figuras ms importantes
del pueblo C. los dos haban llegado para rivalizar el cario del
pueblo
ACTIVIDAD 2
-
25
D. a diferencia del ngel, la mujer se quedara para siempre en el
pueblo como atraccin
1. El insoportable olor a intemperie se refiere a
a. El hedor de las alas del ngel b. El olor de las ropas del
ngel c. El olor corporal de del ngel d. El aspecto fsico del
ngel
e. f.
Escribe una oracin en donde uses cada una de las siguientes
palabras
PALABRA ORACION
ANEGADO
ENSOPADO
EGREGIA
DISPLISCENTE
ESTUPOR
ABSORTAS
1. Analiza el comportamiento de los habitantes del pueblo con la
llegada del ngel y de la mujer araa, juzga los diferentes modos de
actuar.
______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
ACTIVIDAD 4
ACTIVIDAD 3
-
26
2. Por qu el cuento se llama un seor muy viejo con unas alas
enormes y no el ngel
_________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
INSTRUCTIVO Haz un resumen de la narracin teniendo en cuenta su
estructura. Elabora el cuadro en tu cuaderno. Solo escribe la
palabra inicio y al frente el resumen y as sucesivamente
INICIO Presentacin del tiempo , el lugar en donde inicia la
historia , el personaje central y algunos secundarios
DESARROLLO
Planteamiento del conflicto, situaciones que se generan a travs
de ste
DESENLACE Solucin de los problemas y cambios para el
protagonista
4. CONSULTA LA BIOGRAFA DEL AUTOR Y COPIALA EN TU CUADERNO
_______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
FIN DEL TALLER
ACTIVIDAD 5
-
27
INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA . PROFESOR
OBDULIO A LOPERA E.
LECTORES COMPETENTES. NIVEL A
TEXTO. 4 EL HOMBRE SIN CABEZA
Texto de Ricardo Mario
Ilustraciones de Gustavo Ariel Mazali
Cuento e ilustraciones extradas, con autorizacin de sus
editores, del libro El
hombre sin cabeza y otros cuentos, de Editorial Atlntida (Buenos
Aires, 2001;
coleccin De Terror).
El hombre, el escritor, sola trabajar hasta muy avanzada la
noche. Inmerso en el
clima inquietante de sus propias fantasas escriba cuentos de
terror. La vieja
casona de aspecto fantasmal en la que viva le inspiraba
historias en las que
inocentes personas, distradas en sus quehaceres, de pronto
conocan el horror de
enfrentar lo sobrenatural.
Los cuentos de terror suelen tener dos protagonistas: uno que es
vctima y testigo,
y otro que encarna el mal. El "malo" puede ser un muerto que
regresa a la vida, un
fantasma capaz de apoderarse de la mente de un pobre mortal,
alguna criatura de
otro mundo que trata de ocupar un cuerpo que no es el suyo, un
hechicero con
poderes diablicos...
-
28
Un escritor sentado en su silln, frente a una computadora, a
medianoche, en un
enorme casern que slo l habita, se parece bastante a las
indefensas personas
que de pronto se ven envueltas en esas situaciones de horror.
Absorto en su
trabajo, de espaldas a la gran sala de techos altos, con muebles
sombros y una
lgubre iluminacin, bien podra resultar l tambin una de esas
vctimas que no
advierten a su atacante sino hasta un segundo antes de la
fatalidad.
El cuento que aquella noche intentaba crear Luis Lotman, que as
se llamaba el
escritor, trataba sobre un muerto que, al cumplirse cien aos de
su fallecimiento,
regresaba a la antigua casa donde haba vivido o, mejor dicho,
donde lo haban
asesinado.
El muerto regresaba con un cometido: vengarse de quien lo haba
matado. Cmo
poda vengarse de quien tambin estaba muerto? El muerto del
cuento se iba a
vengar de un descendiente de su asesino.
Para dotar al cuento de detalles realistas, al escritor se le
ocurri describir su
propia casa. Tom un cuaderno, apag las luces y recorri el casern
llevando
unas velas encendidas. Quera experimentar las impresiones del
personaje-
vctima, ver con sus ojos, percibir e inquietarse como l. Los
detalles precisos dan
a los cuentos cierto efecto de verosimilitud: una historia
increble puede parecer
verdad debido a la lgica atinada de los eslabones con que se va
armando y a los
vvidos detalles que crean el escenario en que ocurre.
La casa del escritor era un antiqusimo casern heredado de un to
hermano de
su padre muerto de un modo macabro haca muchos aos. Los
parientes ms
viejos no se ponan de acuerdo en cmo haba ocurrido el crimen,
pero coincidan
en un detalle: el cuerpo haba sido encontrado en el stano, sin
la cabeza.
De chico, el escritor haba escuchado esa historia decenas de
veces. Muchas
noches de su infancia las haba pasado despierto, aterrorizado,
atento a los
-
29
insignificantes ruidos de la casa. Sin duda, esa remota impresin
influy en el
oficio que Lotman termin adoptando de adulto.
Proyectada por la luz de las velas, la sombra de Lotman
reflejada en las altas
paredes pareca un monstruo informe que se moviera al lento comps
de una
danza fantasmal. Cuando Lotman se acercaba a las velas, su
sombra se
agrandaba ocupando la pared y el techo; cuando se alejaba unos
centmetros, su
silueta se proyectaba en la pared... sin la cabeza.
Ese detalle lo sobrecogi. Cmo poda aparecer su sombra sin la
cabeza?
Tard un instante en darse cuenta de que slo se trataba de un
efecto de la
proyeccin de la sombra: su cuerpo apareca en la pared y la
cabeza en el techo,
pero la primera impresin era la de un cuerpo sin cabeza.
Anot en su cuaderno ese incidente, que le pareci interesante: el
protagonista
camina alumbrndose con velas y, como algo premonitorio, observa
que en su
sombra falta la cabeza. El personaje no se asusta, es slo un
hecho curioso. No
se asusta porque l desconoce que en minutos su destino tendr
relacin con un
hombre sin cabeza. Y no se asusta pens Lotman, porque as se
asustar
ms al lector.
Termin de anotar esa idea, cerr el cuaderno y decidi bajar al
stano.
Los apolillados encastres de la escalera emitan aullidos a cada
pie que l
apoyaba. En un ao de vivir all slo una vez se haba asomado al
stano, y no
haba permanecido en l ms de dos minutos debido al sofocante olor
a humedad,
las telas de araa, la cantidad de objetos uniformados por una
capa de polvo y la
desagradable sensacin de encierro que le provocaba el conjunto.
Cien veces se
haba dicho: "Tengo que bajar al stano a poner orden". Pero jams
lo haca.
Se detuvo en el medio del stano y alz el candelabro para
distinguir mejor.
Enseguida percibi el olor a humedad y decidi regresar a la
escalera. Al girar,
pate involuntariamente el pie de un maniqu y, en su afn de
tomarlo antes de
que cayera, derrib una pila de cajones que le cerraron el paso
hacia la escalera.
Ahogado, con una mueca de desesperacin, intent caminar por
encima de las
cosas, pero termin trastabillando. Cay sobre el silln desfondado
y con l se
volte el candelabro y las velas se apagaron.
Mientras trataba de orientarse, Lotman experiment, como a menudo
les ocurra a
los protagonistas de sus cuentos, la ms pura desesperacin.
Estaba a oscuras,
nerviossimo, y no encontraba la salida. Sacudi las manos con
violencia tratando
de apartar telas de araa, pero stas quedaban adheridas a sus
dedos y a su
cara. Termin gritando, pero el eco de su propio grito tuvo el
efecto de asustarlo
ms an.
-
30
Quin sabe cunto tiempo le llev dar con la escalera y con la
puerta. Cuando al
fin lleg a la salida, chorreando transpiracin, temblando de
miedo, atin a cerrar
con llave la puerta que conduca al stano. Pero su nerviosismo no
le permita
acertar en la cerradura.
Corri entonces hasta cada uno de los interruptores y encendi a
manotazos
todas las luces. Basta de "clima inquietante" para inspirarse en
los cuentos, se
dijo. Estaba visto que en la vida real l toleraba muchsimo menos
que alguno de
sus personajes capaces de explorar catacumbas en un
cementerio.
Cuando por fin lleg al acogedor estudio donde escriba, se ech a
llorar como un
chico.
Una gran taza de caf hizo el milagro de reconfortarlo. Se sent
ante la
computadora y escribi el cuento de un tirn.
Un muerto sin cabeza sala del cementerio en una espantosa noche
de tormenta.
Haba "despertado" de su muerte gracias a una profeca que le
permita llevar a
cabo la deseada venganza pensada en los ltimos instantes de su
agona:
asesinar, cortndole la cabeza, a la descendencia, al hijo de
quien haba sido su
asesino: su propio hermano.
Cuando el escritor puso el punto final a su cuento sinti el
alivio tpico de esos
casos. Se dej resbalar unos centmetros en el silln, apoy la
cabeza en el
respaldo y cerr los ojos. Ya haba escrito el cuento que se haba
propuesto hacer.
Dedicara el da siguiente a pasear y a encontrarse con algn amigo
a tomar un
caf.
Sin embargo, de pronto tuvo un extrao presentimiento...
Era una estupidez, una fantasa casi infantil, la tontera ms
absurda que pudiera
pensarse... Estaba seguro de que haba alguien detrs de l.
Cobarda o desesperacin, no se animaba a abrir los ojos y
volverse para mirar.
Todava con los ojos cerrados, lleg a pensar que en realidad no
necesitaba darse
vuelta: delante tena una ventana cuyo vidrio, con esa noche
cerrada, funcionaba
como un espejo perfecto. Pens con terror que, si haba alguien
detrs de l, lo
vera no bien abriera los ojos.
Demor una eternidad en abrirlos. Cuando lo hizo, en cierta forma
vio lo que
esperaba, aunque hubo un instante durante el cual se dijo que no
poda ser cierto.
Pero era indiscutible: "eso" que estaba reflejado en el vidrio
de la ventana, lo que
estaba detrs de l, era un hombre sin cabeza. Y lo que tena en la
mano era un
largo y filoso cuchillo...
FIN
-
31
TALLER DE ACTIVIDADES PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES
INSTRUCTIVO: 1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO EL HOMBRE SIN CABEZA 2.
COPIE EL CUESTIONARIO EN EL CUADERN O 3.DARLE SOLUCIN A LAS
PREGUNTAS Y ACTIVIDADES DEL TALLER
1.Qu intencin tena el escritor cuando decidi recorrer su casa a
la luz de las velas? 2.Seala en el texto la informacin explicita
acerca de : ( escrbela en tu cuaderno) *el oficio de Luis Lotman
*la casa en donde viva *algn objeto que hubiese en el stano *la
bebida que lo reconfort 3.Escribe la informacin que hace aparecer a
Luis Lotman como un personaje real 4. En qu prrafo se habla sobre
una de las razones por las cuales Lotman decidi ser escritor?
Escrbelo en tu cuaderno 5.Escribe en tu cuaderno el comportamiento
del escritor frente a cada situacin *Observ en la pared su sombra
sin cabeza *cay sobre el sof y se apagaron las velas *acab de
escribir su cuento *saba que haba alguien detrs de l
INSTRUCTIVO Escriba en su cuaderno el nmero de la pregunta y la
letra que corresponda a la respuesta A partir del fragmento Inmerso
en el clima inquietante de sus propias fantasas escribi cuentos
de terror .Se puede deducir o inferir que
1.Lotman se inspiraba en su vida para escribir sus cuentos
A.
ACTIVIDAD 1
ACTIVIDAD 2
-
32
B. el escritor usaba sus propios temores como temas de sus
cuentos C. el escritor mezclaba terror y fantasa en sus cuentos D.
Luis Lotman slo poda escribir cuando estaba inquieto 2. La funcin
del quinto prrafo con respecto al anterior A. ampla su informacin
B. lo explica C. da un ejemplo del contenido D. aclara la
informacin 3. El hecho de que Lotman tardara en hallar la escalera
y la puerta del stano se debi principalmente a que: A. no poda ver
nada B. no iba con frecuencia al stano C. deseaba experimentar ms
miedo D. estaba demasiado nervioso 4. Sobre el final se puede
deducir que A. Tiene el mismo destino que el personaje d su cuento
B. logra atrapar al hombre sin cabeza C. despierta de un sueo. D.
es vctima de una broma
REALIZA EN TU CUADERNO UN RESUMEN DEL CUENTO TENIENDO EN CUENTA:
INICIACIN________________________________________________________
NUDO____________________________________________________________
DESENLACE_______________________________________________________
CONSULTA LA BIOGRAFA DEL AUTOR
_______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________.
FIN DEL TALLER
ACTIVIDAD 3
ACTIVIDAD 4
-
33
INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA . PROFESOR
OBDULIO A LOPERA E.
LECTORES COMPETENTES. NIVEL A
TEXTO. 5
LA CABRA DE NUBIA
Jess Zrate Moreno
Le doy diez pesos. Vale quince. Ni un centavo menos. Diez pesos.
Quince. Podramos partir la diferencia: doce y medio. No; quince. Es
el nico precio. El joven mir la cabra. Era un precioso animal. A
pesar de su cornamenta, tena un aspecto inofensivo y unos ojos
melanclicos, que daban lstima. Doce y medio volvi a decir, dando
una vuelta en torno de la cabra. Consideraba que vala quince pesos,
pero pensaba insistir en doce y medio hasta el ltimo momento. Era
una cabra magnfica. La piel brillante, las ubres opulentas, todo
denunciaba en ella la seleccin de la especie. Doce cincuenta dijo
por tercera vez. Vale quince repiti el otro, un hombre tuerto, de
largos bigotes. Ni un centavo menos. Dnde consigue usted una cabra
de Nubia por ese precio? Si la vendo en eso, es porque necesito el
dinero. Mi mujer va a tener un hijo... Entiende? Necesito el
dinero.
Al hablar as, el tuerto apuraba un vaso de aguamiel. Era
forastero, segn haba dicho; de todos modos era la primera vez que
se le vea por aquellos contornos. Haba llegado un momento antes,
tirando de la cabra, orgulloso de ser su dueo, exhibindola a los
ojos de todos como un ejemplar nunca visto. Despus de beber, dej el
vaso sobre el mostrador, sac del bolsillo una moneda de cinco
centavos, y pag. El tendero se mova con languidez entre las sombras
de la fonda. Recibi la moneda, dando las gracias, y se retir al
fondo del establecimiento, de donde haba salido, a un sitio donde
nadie lo vea y desde donde l observaba muy bien a todos los
clientes. No hay quin le d ms de lo que yo le ofrezco insisti el
joven. Es una cabra de Nubia.
-
34
Podra ser una cabra del cielo. No vale ms. Doce cincuenta!
Bien... Es suya. Me ha convencido. Necesito el dinero, y no hay
remedio. Puede llevrsela. El tuerto cont el dinero. Doce billetes
de un peso, y cinco monedas de diez centavos. Revis los billetes
minuciosamente, uno a uno, mojndose los dedos con saliva al repasar
su valor y comprobar su autenticidad. Despus los levantaba a la
altura de los ojos y los examinaba al trasluz, sostenindolos en el
aire, con cmica desconfianza. Son legtimos dijo el comprador. No lo
dudo replic el tuerto. Pero es mejor estar seguros. Hay muchos
falsificadores. Podra hacerme un favor? Con mucho gusto, si Dios
quiere dijo el tuerto. No puedo llevarme la cabra ahora. Vendr
maana a buscarla, en un camin. Dejo su valor y maana a las tres
vendr a llevarla. En dnde vive usted? Aqu me encontrar.
Inmediatamente se despidieron. El joven ech una ojeada a la
cabra.
Estaba orgulloso con la adquisicin. Le pareca que haba engaado
al vendedor. La cabra, sin duda, vala mucho ms del precio que haba
pagado por ella. Maana, a las tres, volvi a decir al salir. Un
momento despus, en la carretera, se sinti la marcha del motor del
automvil en que viajaba. El auto dej al pasar una nube de polvo,
cuyas briznas invadieron la tienda, haciendo estornudar a la
cabra.
Otro vaso de aguamiel orden el tuerto cuando estuvo solo. El
propietario de la fonda emergi de la sombra, detrs del mostrador.
Busc un vaso y lo enjuag en una olla. Luego tom un cucharn y lo
hundi en el barril burbujeante y llen el vaso con el lquido
fermentado. Despus de dejarlo sobre el mostrador, volvi a perderse
en la sombra. Quin es el que me ha comprado la cabra? pregunt el
tuerto. Nadie contest. Quin es? insisti. Estaba aqu, conversando
con usted, cuando yo llegu. Supongo que lo conocer.
El ventero volvi a aparecer. Morda un terrn de azcar. Al hablar,
las palabras chirriaban en su boca, cuando los dientes chocaban
contra partculas de azcar retrasadas en la salivacin calmosa. Es un
loco dijo. Cmo? Un loco. No lo parece. Es muy joven... Los jvenes
no pueden ser locos? Qu criterio! No me dej terminar. Iba a decir
que es una desgracia que sea loco, siendo tan joven. Pero... de
dnde saca usted que sea loco? Su padre era muy rico. El hombre ms
rico de la provincia. Al morir le dej todos sus bienes. Ah donde
usted lo ve ahora, bien vestido, con camisas de seda, con automvil
y todo, no tiene dnde caerse muerto...
En ese momento se sintieron pasos en la carretera. Era ya un
poco tarde, y el sol se alejaba de la fonda rural, rodando por el
campo, como una bola de fuego. En el ro, bajo el puente, cerca de
la construccin, se baaban varios chiquillos. Gritaban con vivo
entusiasmo, pero el viento clido se llevaba sus palabras muy lejos;
y hasta all slo llegaba el ceceo apagado de las voces. Los pjaros
regresaban a los aleros de la casa y penetraban en sus nidos, con
precisin y seguridad de
-
35
flechas aladas.
Tres hombres entraron en la tienda y pidieron cerveza. Uno de
ellos ocup una silla y se dedic a afinar la bandola que llevaba.
Sus dedos acariciaban las cuerdas de la bandola y de las tripas de
cobre del instrumento surgan diversos sonidos, destemplados unos,
armoniosos otros, todos torpes e imprecisos. Hermoso animal! dijo
uno de los recin llegados, mirando la cabra. Los otros la
contemplaron y alabaron la elstica finura de sus miembros. El
tuerto levant la soga con que la tena atada, tratando de atraerla.
Pero la cabra se resisti y dio muestras de mal humor al verse
arrastrada a la fuerza. La vende? pregunt el hombre que haba
hablado antes. Veinte pesos! respondi el tuerto. Quince. Quince
pesos, una cabra de Nubia? Ni pensarlo. Quin dijo que ese animalejo
era de Nubia? Se la compr al gobierno. Es de las que import el
gobierno para mejorar las razas criollas. Vale cuatro veces ms,
pero yo la vendo porque necesito el dinero. Mi mujer va a dar a
luz... Entiende? Vale veinte pesos. Quince. Bueno. Ya que insiste,
se la dejar en quince. Es suya.
El ventero lo mir, asombrado de su audacia. Luego se hundi en la
penumbra, porque no le gustaba ser testigo de los negocios que se
ventilaban en la tienda. Le bastaba vender, sin or ni ser odo, ni
meterse en los asuntos y discusiones de los campesinos y tratantes.
Nunca sala del fondo del establecimiento, ni siquiera para comer;
su mujer deca que estaba abotagado por falta de sol y ejercicio, y
que un da iba a reventar como una vejiga. El de la cabra cont los
billetes, esta vez sin dificultad, porque se trataba de tres
billetes nuevos de cinco pesos.
No puedo llevar hoy la cabra dijo el nuevo comprador. Tendr que
venir maana por ella. Es muy tarde para llevrmela, y no tendra dnde
dejarla esta noche. Vive usted aqu? No: al otro lado del ro. Pero
no importa. Vendr maana a las tres. Para seguridad de todos propuso
el hombre de la bandola podra dejarla aqu mismo, en los corrales de
la casa. De ninguna manera! grit el ventero desde la sombra. Los
corrales de la casa estn llenos, y a mi mujer no le gusta que
guarden animales en ellos sin su consentimiento... Maana a las tres
estar presente dijo el comprador. Ha hecho usted un buen negocio:
lo felicito. Quince pesos son una buena suma. Cmo se llama?
Francisco Quintana, servidor. Gracias. Maana, a las tres!
Los hombres se pusieron en marcha. El tuerto sac un cigarrillo,
lo parti en dos, y guard uno de los cabos, encendiendo el otro. El
ventero volvi a salir. Mova su gordura con perezosa fatiga y
respiraba con dificultad, mordiendo un terroncito de azcar. Qu ha
hecho usted? dijo el tendero. Me hace dao fumar mucho replic el
tuerto. Partiendo los cigarrillos, fumo menos. No me refera a eso.
Le preguntaba por qu ha vendido la cabra dos veces, ante mis
propios ojos. Es una porquera lo que usted ha hecho. Le parece?
aleg el tuerto con cinismo. No quiero saber lo que va a pasar. Qu
piensa hacer? Nada. Cmo, nada? Qu es eso de nada? No me gusta
meterme en lo que no me importa, pero el
-
36
negocio se ha hecho en mi casa. Si los gendarmes me preguntan,
se los dir todo. El tuerto tom el vaso de aguamiel y lo agot de un
sorbo. Se limpi los labios con un pauelo rojo y chup el cabo del
cigarrillo. Ya es de noche dijo. Qu noche ni qu diablos! gru el
ventero de mal humor. Estoy hablando de otro problema. Qu va a
hacer maana cuando lleguen los compradores? No estar aqu. Es todo
lo que digo. De dnde sac la cabra? Porque a m no me viene a decir
que se la compr al gobierno. Diga: de dnde la sac? Ya lo ha odo: la
compr en la granja del gobierno. Se la rob. Nadie me quita de la
cabeza que se la rob. Desde que lo vi aparecer me di cuenta de que
era usted un cuatrero. Y ahora la vende dos veces. Qu va a hacer?
Podra arreglarlo todo muy bien, trayendo maana otra cabra igual a
sta. Pero los compradores me han tomado por un cretino, y se han
ido convencidos de que me han estafado. Maana, a las tres, les van
a crecer las narices... No les quedar ms recurso que contarse sus
penas.
El ventero no saba qu pensar. Haba conocido muchos pillos y
vagabundos, pero aquel se presentaba ante sus ojos como un completo
bribn. Y no obstante su recelo, se senta atrado por la simpata y el
descaro del cuatrero. En dnde encontr la cabra? pregunt el ventero.
Al otro lado del ro. Entonces, reconoce que se la rob? No tanto. Yo
vena hacia este lugar, y ella estaba en la carretera, y balaba
tristemente, muerta de hambre. Me sent conmovido y la recog. No la
he robado. Eso est bien dicho. Pero no veo cmo va a salir usted del
trance. Todo resultar bien. Tengo buena suerte. No le gustara
quedarse con la cabra? Se la vendo. Muy barata. No compro bienes
robados. Diez pesos. Es una ganga. Qu hara yo con ella? Mi mujer
tiene muchas cabras en el corral. No necesitamos ms de las que
tenemos. Cmprela. Diez pesos: una ganga. Y maana, qu dira, cuando
vengan los otros? A usted no le importa. Usted no ha negociado con
ellos, y es un hombre honrado, a quien todo el mundo conoce. Diez
pesos? pregunt el ventero, tentado por la oportunidad. Eso. No hago
rebaja. Mi mujer tendr un disgusto, por hacer negocios en su
ausencia. Est en el pueblo, y no tardar en llegar. Es de muy mal
genio, sabe?
No pasar nada. Ella estar contenta de haber comprado una cabra
en tan buenas condiciones. Lo convenci al fin. El ventero le indic
el sitio en donde deba dejar la cabra, al otro lado de la
carretera, en el corral, a cien metros de la casa. El tuerto penetr
all y amarr la cabra en una estaca, detrs de unos montones de paja.
Luego, muy contento, regres a la tienda, recibi el dinero y encendi
el cabo de cigarrillo que le quedaba. Por fin se despidieron,
haciendo al propietario muchas reverencias. Avanz silbando, por la
carretera, muy despacio, como si no tuviese prisa en llegar al
sitio a donde se diriga. En el puente se detuvo y escupi sobre el
ro. El ventero lo vea, en el claroscuro de la noche incipiente,
reclinado sobre la baranda del puente, fumando la colilla con
tranquilidad meditativa.
-
37
Despus lo perdi de vista. Veinte minutos despus lleg el bus, y
se detuvo un momento frente a la casa. Principiaba a llover. La
esposa del propietario, una gorda tan perezosa y grasienta como l,
se baj del bus; y como al bajarse, antes de asentarse en la tierra,
aqul sigui la marcha, la gorda rod por la carretera, gimiendo. De
la mochila que llevaba rodaron al caer botellas de ron, paquetes de
velas y barras de jabn. La mujer recogi las compras, en la
oscuridad, y se dirigi a la tienda, vociferando contra el conductor
del bus.
He comprado una cabra inform el marido con notoria timidez. Dnde
est? En el corral. Voy a verla. Cunto cost? Diez pesos. Diez pesos?
Una cabra? Es de Nubia. De qu? De Nubia. Qu es eso? As deca el que
la vendi. Debe ser la raza... Voy a verla.
La mujer encendi una vela, se ech sobre la cabeza un papel
encerado, y se dirigi al corral, cruzando la carretera. Un momento
despus estall en el corral una algaraba de dicterios y
lamentaciones. El ventero sudaba sin moverse, y sin comprender lo
que pasaba. Vea la luz de la vela que se agitaba en el aprisco, en
una y otra direccin, y observaba cmo el viento arrastraba la llama,
dndole la transparencia azulosa de un fuego fatuo.
Qu ha pasado? pregunt, cuando la mujer estuvo de regreso.
Imbcil! grit la mujer. Quin? Quin ha de ser? T, imbcil! No
entiendo. Ya comprenders... Imbcil! Has comprado una cabra que te
perteneca. Y despus de que la has comprado, te la han vuelto a
robar. En el corral falta una cabra. La mejor que tena! No buscaras
bien. Voy yo mismo... T, barrign intil, que ni siquiera sabes lo
que tienes y lo que compras? Yo lo haba sospechado cuando me
hablaste del asunto. Imbcil! A quin se le ocurre comprar lo
propio?
l principiaba a comprender. No dijo una palabra ms. Se senta
abatido, doblemente engaado por el desconocido. Y no se atreva a
contar a su mujer que aparte de lo que ella haba descubierto, la
cabra haba sido vendida dos veces en su presencia. Esa noche, en el
lecho, el ventero pensaba en los caprichos de la vida. Reconciliado
con su esposa, a quien haba logrado explicar su inocencia y su
buena fe, senta muy cerca la respiracin de la mujer, y el copioso
volumen de su opulencia carnal. Oye le dijo. Hemos debido perseguir
al ladrn. No deba estar muy lejos cuando t llegaste... Con esta
noche no salen al campo ni los perros. T crees que la cabra fuera
de Nubia? Fuera lo que fuera, ya no la tenemos. Y adems, t le has
dado diez pesos al que se la rob. Es triste ser la mujer de un
hombre como t. Trabaja uno todo el ao, de da y de noche, para que
venga un ladrn y se robe las cabras en las propias narices del
dueo. Habr que avisar maana a la polica. Cmo era el ladrn? Era
tuerto, vesta de dril blanco, y llevaba bigotes largos,
casposos.
-
38
Tuerto dices? S; por qu? En el bus iba un hombre tal como lo
describes, y llevaba una cabra. Pero no era tuerto. Debi fingir que
le faltaba un ojo para que no lo reconocieran despus... Subi a un
kilmetro de aqu, y pag doble pasaje, por l y por la cabra; y como
no haba sitio, la puso sobre sus rodillas como a una criatura... Y
t, desgraciada, te encuentras con tu propia cabra y no le echas
mano al ladrn? Cmo explicas eso? Yo no saba que era mi cabra. Cmo
iba a saberlo? Ni siquiera mir al animal. Estoy ahta de lidiar
cabras. Y, sobre todo, no me hables as. El responsable de lo que ha
pasado eres t. Ni siquiera te diste cuenta de que el cuatrero no
era tuerto... Qu inteligencia! El la oa murmurar, y las palabras de
su esposa le daban una sensacin de doliente inutilidad. Afuera
llova con extraa intensidad, y el agua de las acequias caa desde el
barranco, sobre el ro, con inquietante violencia. El ventero trat
de buscar un recurso para atraer el sueo, y al encontrarlo, no pudo
dejar de sonrer en la oscuridad. Un montono rebao de cabras holl
los senderos aletargados de su mente, y contndolas, una a una, logr
quedarse dormido, molido el cuerpo por la fatiga, limpia el alma de
todo rencor.
FIN
BIOGRAFIA DEL AUTOR
Jess Zrate Moreno (Colombia)
Naci en Mlaga (Santander) en 1915 y muri en Bogot en 1967. Fue
periodista, escritor y diplomtico. Con sus cuentos de estilo
sencillo y limpio logr mostrar la psicologa, las formas de vida y
el temperamento del hombre de la provincia colombiana, planteando
problemas reales, sin fantasas ni truculencias. Sus cuentos,
escritos con humor e irona, dejan en el lector la sensacin emotiva
de una comedia. La cabra de Nubia recrea, precisamente, lo
anterior. Obras:
-
39
TALLER DE ACTIVIDADES PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES
INSTRUCTIVO: 1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO 2. COPIE EL CUESTIONARIO
EN EL CUADERN O 3.DARLE SOLUCIN A LAS PREGUNTAS Y ACTIVIDADES DEL
TALLER
1. Marca quienes son personajes y escribe si se trata de
principales o secundarios. Elabora este cuadro en tu cuaderno Y
ESCRIBE UNA x
ES PERSONAJE TIPO DE PERSONAJE
NO SI PRINCIPAL SECUNDARIO
EL TUERTO
EL PRIMER COMPRADOR
LA CABRA
EL VENTERO
EL SEGUNDO COMPRADOR
LA ESPOSA DEL VENTERO
LA ESPOSA DEL TUERTO
2. Lee nuevamente el primer dilogo del cuento y explica cmo se
cerr el negocio
3.En el dilogo entren el tuerto y el ventero , quien dice la
siguiente frase al otro lado del ro 4. De acuerdo con los
siguientes fragmentos del dilogo- qu senta el ventero hacia su
mujer? - Mi mujer tendr un disgusto , por hacer negocios en su
ausencia _ he comprado una cabra- inform el marido con notoria
timidez 6.Seala la pregunta adecuada para la siguiente respuesta El
ventero nunca iba por el corral y no saba que cabras tena.
_________ qu facilit el robo del tuerto al ventero? _________ cmo
logr robar el tuerto al ventero? __________ por qu el ventero compr
la cabra?
ACTIVIDAD 1
-
40
7.Numera los hechos del relato en orden correcto Escribe en tu
cuaderno las frases y al frente, en el guin el nmero ________Tres
hombres entraron a la tienda ________El ventero le sirve al tuerto
otro vaso de aguamiel ________El tuerto sac un cigarrillo y lo
parti en dos ________El tuerto revis la autenticidad de los
billetes, uno a uno ________El comprador pens que haba engaado al
tuerto
INSTRUCTIVO 1.De acuerdo con las tres situaciones en las que el
tuerto vendi la cabra , se puede deducir que este personaje
A. era un genio de los negocios B. tena una gran necesidad C.
era un ladrn astuto D. corri con suerte 2. En el segundo dilogo se
habla de A. la procedencia de la cabra B. el robo de la cabra C. un
nuevo negocio D. un engao 3. La frase las palabras de su esposa le
daban una sensacin de doliente inutilidad, significa que A. el
ventero se senta intil B. saba que las palabras eran dolientes C.
vio que su mujer era intil D. las explicaciones era intiles 4. Segn
el ltimo prrafo qu le resultaba gracioso al hombre? A. Tiene el
mismo destino que el personaje d su cuento B. logra atrapar al
hombre sin cabeza C. despierta de un sueo. D. es vctima de una
broma
ACTIVIDAD 2
-
41
REALIZA EN TU CUADERNO UN RESUMEN DEL CUENTO TENIENDO EN CUENTA:
INICIACIN________________________________________________________
NUDO____________________________________________________________
DESENLACE_______________________________________________________
CONSULTA LA BIOGRAFA DEL AUTOR
_______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________.
FIN DEL TALLER
ACTIVIDAD 3
ACTIVIDAD 4
-
42
INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA . PROFESOR
OBDULIO A LOPERA E.
LECTORES COMPETENTES. NIVEL A
TEXTO. 6
EL SEXTO PALACIO
Ben Azai se consider digno y se detuvo ante el portal del sexto
palacio, y vio el esplendor
etreo de las placas de mrmol. Abri la boca y dijo dos veces:
Agua, agua!. En un
abrir y cerrar de ojos fue decapitado y le arrojaron once mil
planchas de hierro. sta ser
una advertencia para todas las generaciones de que nadie debe
errar en el portal del sexto
palacio.
Hekaloth el Menor
Estaba el tesoro, y tambin el guardin del tesoro y los huesos
blanquecinos de
los que haban intentado intilmente apoderarse de l. En cierto
modo, hasta los
huesos haban embellecido, tirados all, a un lado del portal de
la cmara del
tesoro, bajo el resplandeciente arco de los cielos. El oro
embelleca todas las
cosas que lo rodeaban... incluso los blancos huesos, incluso al
severo guardin.
-
43
El tesoro estaba en un pequeo mundo que perteneca a la roja
Valzar. En
realidad era slo un poco ms grande que la luna y no tena una
verdadera
atmsfera; era un pequeo mundo muerto y silencioso que giraba por
la
oscuridad, a mil millones de kilmetros de una estrella primaria
que se estaba
enfriando. Un viajero se detuvo all una vez. De dnde vena, adnde
iba? Nadie
lo supo nunca. Haba construido un escondite en aquel lugar y all
estaba,
inalterable y eterno, un increble tesoro presidido por el hombre
metlico sin rostro
que esperaba, con paciencia frrea, el retorno de su amo.
Tambin estaban aquellos que codiciaban el tesoro. Llegaban y
eran desafiados
por el guardin y moran.
En otro mundo del sistema de Valzar, unos hombres que no se
desanimaban por
el fin de sus predecesores soaban con el tesoro escondido y
planeaban cmo
podan apoderarse de l. Lipescu era uno de ellos: un hombre
grande y alto como
una torre, de dorada barba, puos como mazas, broncneas mandbulas
y una
espalda tan ancha como un rbol de mil aos de edad. Bolzano era
el otro: tena
el aspecto de un aguijn, ojos brillantes y dedos rpidos; era
esbelto como un
junco y a lado como una navaja. Ninguno de los dos deseaba
morir.
La voz de Lipescu era como el rugido de dos islas galcticas a
punto de estrellarse. Se acod junto a un enorme tarro de buena
cerveza oscura y casi grit: -Ir maana, Bolzano. -Est lista la
computadora? -Programada con todo lo que la bestia puede
preguntarme -bram el grandulln-. No habr errores. -Y si los hay?
-pregunt Bolzano, mirando perezosamente los ojos azules,
extraamente plidos y humildes del gigante-. Y si el robot te mata?
-Conozco bien a los robots. Bolzano ri. -Esa planicie est llena de
huesos, amigo. Los tuyos se reunirn con los dems. Sern unos huesoss
grandes y voluminosos. Me parece que ya los puedo ver. -Eres muy
alegre, amigo. -Soy realista.
-
44
Lipescu meci la cabeza pesadamente. -Si fueras realista no
estaras conmigo en esto -dijo con lentitud-. Slo un soador hara
algo as Una de sus gruesas zarpas se desplaz por el aire, se lanz
hacia abajo y atrap el antebrazo de Bolzano. El hombrecito hizo una
mueca de dolor cuando sus huesos crujieron. -No retroceders? En
caso de que yo muera, lo intentars? -Claro que s, tonto. -Te
atrevers? Eres un cobarde, como todos los hombres pequeos. Me vers
morir y saldrs corriendo rpidamente hacia otro confn del universo.
No es as? -Me propongo aprovechar tus errores afirm Bolzano con voz
clara y chillona-. Suelta mi brazo. Lipescu afloj la mano. El
hombrecito se hundi en el silln, sobndose el brazo. Bebi un trago
de cerveza. Sonri a su compaero y levant el tarro. Por el xito
-brind Bolzano. -S. Por el tesoro. - por una larga vida posterior.
-Por nosotros dos -rugi el gigante. -Quiz -murmur Bolzano-.
Quiz.
Tena sus dudas. Ferd Bolzano saba que el gigante era astuto y sa
era una
buena combinacin que no se encontraba con frecuencia: astucia y
tamao. pero
los riesgos eran grandes. Bolzano se preguntaba qu era
preferible: que Lipescu
obtuviera el tesoro en su intento, asegurando a Bolzano una
participacin sin
exponerse, o que Lipescu muriera, obligndolo a arriesgar su
vida. Qu era
mejor, un tercio del tesoro, sin peligros, o la totalidad,
jugndose el todo por el
todo?
Bolzano era un deportista lo bastante bueno como para conocer la
respuesta.
Pero haba algo ms que cobarda en l; en cierto modo, deseaba
tener la
posibilidad de poner en peligro su vida en el mundo anaerobio
del tesoro.
Lipescu seria el primero en intentarlo. ste era el trato.
Bolzano haba robado la
computadora y se la haba entregado al gigante; Lipescu hara el
primer intento. Si
ganaba el premio, la parte mayor sera suya. Si pereca, Bolzano
tendra su
-
45
oportunidad. Era una asociacin extraa, con clusulas ms extraas,
pero
Lipescu se neg a cualquier otra solucin y Ferd Bolzano no
discuti con su
inmenso compaero. Lipescu volvera con el tesoro, o no volvera.
Ambos estaban
seguros de que no haba una solucin intermedia.
Bolzano pas una noche intranquila, Su apartamento, en una
elegante torre de un
edificio con vistas al brillante lago Eris, era un lugar cmodo y
no deseaba
abandonarlo. Lipescu prefera vivir en los apestosos suburbios
ubicados detrs de
la costa de1 lago, y cuando los dos hombres se separaron por la
noche, se
alejaron en direcciones opuestas. Bolzano consider la
posibilidad de invitar a una
mujer a pasar la noche con l, pero no lo hizo. En cambio, se
sent, inquieto e
insomne, ante la pantalla del televisor, pendiente de la
procesin de mundos,
observando los planetas ocres, verdes y dorados que navegaban
por el vaco.
Hacia el amanecer proyect la cinta del tesoro. Octave Merln haba
grabado esa
cinta mientras estaba en rbita a cien kilmetros de altura sobre
el extrao mundo
sin aire. Ahora, los huesos de Merln se decoloraban sobre la
planicie, pero la
cinta haba vuelto a casa y las copias de contrabando se pagaban
muy caras en el
mercado negro. El agudo ojo de su cmara haba captado mucho.
Estaba el portal; estaba el guardin. Brillante, esplndido, sin
edad definida. El
robot meda tres metros de altura; era una mole cuadrada, negra
voluminosa,
vagamente antropomorfa, coronada por una pequea cpula que haca
las veces
de cabeza, elegante e inexpresiva. De