Lea y medite estas wl DECLARACIÓN Ef del Directorio General •de la Unión Republicana Diciembre 1935—Abril 1936. «Organizar una mayoría de opinión disciplinada y tuerte, que dé a un Go bierno popular reprasenta- ti-fo la indüpenaable au- , loridad e independencia : púa afrontar con energía loe problemas nacional*»)». : ■ —Del programa lie la U. R. ; Foflcto No. 9 Valparaíso íes a
Lea y medite estas 4 declaraciones. Unión republicana. 1936.
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Lea y medite estaswl
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DECLARACIÓNEf
del Directorio General
•de la Unión Republicana
Diciembre 1935—Abril 1936.
«Organizar una mayoríade opinión disciplinada y
tuerte, que dé a un Go
bierno popular reprasenta-ti-fo la indüpenaable au-
,
loridad e independencia :
púa afrontar con energíaloe problemas nacional*»)». :
■
—Del programa lie la U. R. ;
Foflcto No. 9
Valparaíso
íes a
»•
Lea y medite estas
4 DECLARACIONES
del Directorio General
de la Unión Republicana
Diciembre 1935—Abril 1936.
«Organizar una mayoríade opinión disciplinada y
fuerte, que dé a un Go
bierno popular «presenta .
tivo la indispensable au
toridad e independenciapara afrontar con energíalos problemas nacionales».—Del programa de la U. R
Folleto No. 9
Diciembre, 1935
Veamos y procedamos.
jj Nuestras declaraciones recientes con motivo del despa
ja cho por el Congreso, a fardo cerrado, de los presupuestos fis
cales de 1936, han sido recibidas por las gentes de trabajo
independientes, con general y hasta entusiasta aprobación.La actitud de la Unión Republicana reTlcja exactamente una
vez, más, el sentir de la opinión consciente y desinteresada.
En algunos círculos ha causado sorpresa el tono de
esa censura, más claro ahora y más rudo que el empleado en
los estudios y proyectos de nuestra organización. Creemos
que la entonación y los vocablos deben corresponder a la
situación y al fin que los provocan; un capitán de buquetiene que emplear, en el puente, durante un temporal," expresio-
-
nes muy distintas de las que usa ante las damas, en ¡a ter
tulia del salón.
Nuestra organización se ha formado con elementos re
sueltos a actuar en buena orientación, y con fines de mover
al país por camino justo y conveniente. Desde ella, estamos
riendo con claridad la desorientación y los errores; con fran
queza y energía tenemos que exponerlos, tratando de mos
trar un rumbo —aunque modesto—, definido y firme, que
reemplace el navegar a la deriva de la nación.
Miremos fríamente el conjunto. Los partidos de repre-- ser.tación parlamentaria y las Cámaras, demuestran colecti
vamente una incapacidad y una ceguera aterradoras: ningún■ plfüi de acción; ninguna acción coordinada. Los componen-
íes de las mayorías —parte con la mejor intención, parte? por inmediata conveniencia—, siguen sólo una norma: soste-*
ner al Gobierno. No puede censurarse esa reacción, natural
y justa después de los violentos atropellos de siete años;
t 3
pe.-o vsas mayorías se limitan a un apoyo ciego, que puede* -
resultar de peores consecuencias que los agrios ataques dt
las rninuna?. Un Gobierno débil y complaciente como el nues
tro, necesita aún más que el apoyo de una mayoría par
lamentaria, de una cooperación amigable, firme y consciente 3
que le dé rumbos y le cree prestigio. í
En conjunto, partidos, Congreso y Gobierno, dan al país jla impresión desoladora de organismos que viven al día, ■
que actúan solamente en el afán de amanecer vive* al día
siguiente. Si -en negocios privados es de toda necesidad
un plan de trabajo para un futuro de tres o cinco años,
con cuánta mayor razón es indispensable en los nqgocios
tivos, etc.— . guiarse por un plan definido siquiera en U- !
neas generales, que permita ubicarnos y saber a dónde vamos.
"Una desorganización interna total,- presenta a los par
tidos como al Cid en su última etapa: muertos forrados en -;Í
vistosas armaduras, cabalgando en artificial equilibrio, e im- ,1
presionando todavía, desde lejos, a las muchedumbres. Sus di
rigentes no dirigen nada, y toda su labor se reduce a man-'
tener apariencias de cohesión. La juventud de esos partí- jdos, descontenta, inquieta como nunca, quiere rumbos, ac- .
rión definida, conexión activa con esta época, tan diversa de
la que vivieron sus jefes; encuentra solamente palabras ra- \
sonables que no pueden satisfacer a esos jóvenes, cons-^
cicntes ya de la necesidad de cambios fundamentales en :
la organización y en la acción de los partidos.
Y los hombres de negocios, engolfados en barajar difi-
cuitarles y en aumentar sus ganancias, se declaran general- „
mente sin tiempo para atender a los negónos del país.
También ellos están ciegos ante los daños comunes que pue
den convertir en ilusorias todas las ganancias mdmdualM^Es un conjunto admirable para llevarnos —fuera «
toda lógica— ,a una catástrofe social y económica, quizás a
u'i trastorno
'
sangriento. Nuestro medio actual es como un
-aldo de cultivos excelente para que prospere la infección <fejfllos picaros, y para que surjan y manden los simplemente.»
audaces.
Todavía un hecho más, que parece un contrasentido
y que cuesta aceptarlo y decirlo. Con buena intención, í
4 í
el
duda, nuestra «buena gente» y la prensa seria, salvo pocas
excepciones, impensadamente preparan y atizan la revuel
ta. Desean sinceramente orden y constitucionalidad, pero a
su manera, y lo quieren por tan ingenuos o antiguos méto
dos, que no hacen más que el juego de los revoltosos, jusrdficando constantemente las censuras de los más descontentos1.
Esperamos que nadie pueda, de buena fé, confundir a
L Unión Republicana con tales descontentos. Dos factores
principales nos apartan totalmente de ellos: el hecho de
que nos mueven sólo fines de bien nacional, y no intere
sas políticos, personales, ni afanes de revancha, y el he
cho comprobado también de que si atacamos lo malo del
sistema actual, defendemos las bases constitucional y de
mocrática, reconociendo lealmentc Tas cualidades personales'
de muchos hombres que en él actúan.
Muchas veces hemos expresado nuestra opinión de que
en el Gobierno, en las Cámaras y en los partidos, hay nume-
msijs het<*nbres individualmente capaces, honorables y jjieninspiradot. Aún más, hemos afirmado que dentro y fuera
ife los partidos, nuestra pequeña República úepe un conjuntode hombres más que suficiente para manejar y solucionar con
atiene 1< s diversos prohlemas del país. Pero esos hombres
; expertos en administración, en economía, en educación^ en
labores técnicas, etc.; esos hombres cuya rectitud y patrio^■ tisi.i.i inspiran general confianza, están metidos dentro del
marco rígido de los partidos tradicionales, o asqueados de la
politiquería, rehusan intervenir en cualquier acción ciudada
na. V asi, o les ata las manos la disciplina nominal del par-'
tidj —empleada solamente para esterilizar toda acción útil—
o les quebranta la voluntad el temor a. verse envueltos en las
odiosidades de la politiquería.
Pero el país no puede continuar así. Es indispensablequr previniendo y evitando trastornos, actuemos unidos en
un programa social, económico y administrativo que eontempleexclusivamente las necesidades nacionales, sin subordinarlas
a previas ideologías, ni a conveniencias personales o de
grupos. El país clama por un manejo desinteresado, prudentey eficiente, que sólo es posible alcanzar cpn la unión de los
bv.enos elementos, alejados ahora de toda organización o-di-
i seminados todavía en tiendas políticas que esterilizan la ac-
;ión útil en nombre de ideología;Debemos hacerlo ahora, o tendremos que realizar esa unión
'
lie los buenos ciudadanos, a escape y obligados por nuevas
y duras experiencias.
i. Persistirán los dirigentes de los partidos tradicionales'
en seguir haciendo equilibrios, en postergar indefinidamente
su obligación de afrontar los problemas y de buscarles solu- -
don con sano sentido patriótico?¿No l)astárá la estetrilidad de la labor de esos partidos
-;n estos últimos años, el desprestigio cada vez mayor de esos
organismos y del Congreso que ellos mueven, para conven
cerlos de que están manejando una máquina ya mohosa, ,
descompuesta e inútil?
La inteligencia y el buen sentido que debemos suponer!en esos hombres ¿no les dice que su empecinamiento esjinútil, y que es fatal para el país?
Una acción coordinada, potente y patriótica, tendrá
que unir a los mejores ciudadanos independientes y a los
elementos sanos de los distintos partidos, obligados ahora o
más tarde a enfrentarse con los problemas que el tiempo
y la dejación van sumando, agravando y complicando. Esa^
acción vendrá, y mientras más pronto se prodifcca, la obra .
será menos difícil.
Nuestra única duda es saber si tal acción indispensable
3erá impulsada por la visión superior de nuestros políticM,!o si se impondrá por la fuerza de la necesidad, derriban*»!
y hundiendo en el olvido a los dirigentes que no supieron i
.oír el clamor nacional, ni proceder con miras a las superio
res conveniencias del país.
iJ
Enero, 1936.
II.
Así debemos hacerlo.
«Organizar una mayoría de opinión, disci
plinada y fuerte, que dé a un Gobierno po
pular representativo la indispensable autoridad
c independencia para afroniar con energía los
problemas nacionales». —Del programa de la
U. R.
En nuestras declaraciones anteriores hemos descrito la
situación actual del Congreso, del Gobierno y de los partidos
tradicionales, situación que después de tres años de nuevas
experiencias, justifica plenamente una de tas principales di
rectivas de la Unión Republicana, copiada en el epígrafe,
Falta en el país una mayoría de opinión disciplinada y fuerte; falta un gobierno efectivamente popu lar- repre
sen :ativo; falta a nuestros gobernantes autoridad e independencia, y falta resolución y energía para afrontar los ma
yores problemas nacionales.
Como ya hemos dicho, tenemos la certeza de que se
'- producirá forzosamente un acercamiento y unión de la gente .sana, bien inspirada, la que se verá obligada por las cir
cunstancias, a cargar con el fardo de nuestros problemas y
a buscarles solución como mejor pueda. Esos elementos ten
drán que actuar «unidos en un programa social, económico y
adininietrativo que contemple exclusivamente las necesidades
nacionales». — Veamos cuáles debieran ser las líneas prin-
, cipales de ese programa.
Los hombres experimentados están diciendo que ya no
:n en en programas. Ksa incredulidad es natural producto'. de las listas de propósitos abstractos, interesados o fantásti-'
eos, que tantas veces han circulado como propaganda de
ya de aban- ^ffijarnos rum- 3lleve a la si- \
afaties partidistas o personales.. — Es tiempo ya
donar tales programas; pero es indispensable fijarnosbos que sean como itinerario mínimo i.
tuaciór; social y económica correspondiente a las necesidadesJ
y medios de la nación. Seguramente, el país no pretende una*fl
ruta óptima o .brillante: estará contento si es mediana, y 1
se conformará con tal de que no feea mala. Pero necesita 1
una ruta clara, recta, y mantenida con firmeza y constancia, »
Necesita también conocer algunos puntos
camino que se le propone, puntos indicados y garantiza!
por gente honrada, habituada a organizar, a construir y
cumplir sus promesas.
La ideología de esc programa debe estar inspirada en
nuestras verdaderas necesidades espirituales y materiales: tie
ne que moldearse en la idiosincrasia nacional, y fundamentar
se en la justicia y én los preceptos morales indestructibles.
Debemos afirmar nuestro respeto consciente y positivo
a la Constitución y a las Leyes. Pero no basta declamarlo;
hay que inculcarlo v cumplirlo. Además, hay que mantener
sólo preceptos legales que puedan cumplirse, que correspondan
a nuestro medio, desterrando leyes decorativas o absurdas
para nuestro país.'
Tenemos que batallar por el ihejoramiento material de
nuestro pueblo, por su educación y su elevación moral. Hay
que deshacer el ciegn egoísmo patronal y la incomprensión de
los asalariados; con esto terminará la influencia nefasta de
los que utilizan los males del pueblo como pedestal de am
biciones.
Queremos dar al pueblo educación que oriente sanamen-jte. que anime y enseñe a vivir; no palabrería abstracta qt<
confunde, desalienta y amarga.
Fs preciso acércanos a una justicia social efectiva: ajra-
da a 'os buenos trabajadores y consideración para los bueno»
patrones. Difundirentendimiento entre todos los que trabaja^
deiande* la hostilidad sólo para los zánganos; propagarü.
,-ooperación. y establecer la obligación de los mejor dota-^
dos en pro de la masa incapaz de manejarse y de dirigir**.■
Las leve* han fijado hasta ahora obligaciones sociales sókjen dinero- salvo excepciones, falta. todavía
la cuota patro-lM
más importante: la de interesarse y trabajar por la educación
y el bienestar de empleados y obreros. Esta cuota no puedecobrarse con inspectores ni con multas: hay que hacerla bro
tar pos* convencimiento.
En todo caso, la situación general del pais requiere enca
minarlo a una economía normal, robusta, que reemplace el
incierto e irregular desarrollo actual de los negocios. Es po
sible producir más, distribuir mejor, y dar a todos los tra
bajadores, sin sacrificios ni zozobras, un mínimo de bienestar
que ante la miseria de hoy parecería lujo.
Los hombres de negocios estarán contentos de entregarbuena parte de sus ganancias efectivas (no las ilusorias de
mostradas por las oficinas de Impuestos) con tal de que esos
valores tengan empleo útil y produzcan un mejoramiento real
de W situación de los trabajadores.
A la vez debe establecerse la obligación de trabajar. Elideal del trabajo útil, material o espiritualmente : el respeto
y remuneración equitativa al trabajador en cualquier activi
dad; el aumento de nuestra ínfima cuota media de trabajo
aprovechable, y él estigma al parásito y al inútil, francos o
disimulados. Tan necesario proceder lleva envuelto natural
mente la prohibición y la persecución de los juegos de azar-'
y de todo elemento que procure ganancias que no correspondana un sen-icio conveniente o a un esfuerzo útil.
Un nacionalismo positivo e inteligente, que considere
la interdependencia de las naciones, debe orientar nuestra
poiíu^a, económica. Hay que mirar la necesidad que tenemos
■de hombres, enseñanzas y capitales extranjeros; debemos
atraerlos y arraigarlos en el país, con el fin de transformar
los en chilenos. Previniendo una nueva crisis, debemos im
pulsa r la producción genuinamente nacional ; pero evitando
que se empleen capitales considerables en negocios que la
protección aduanera hace atrayentes, y que serán desastro
sos al regularizarse las relaciones internacionales en el mundo.
La acción del Gobierno debe obedecer a rumbos definidos
y constantes, actuando sobre la producción y el comercio so
lamente para orientar, coordinar e imjiulsar las actividades
[.privadas; debe estimular y fortificar las iniciativas individua
rles; sin pretender jamás'
reemplazarlas o paralizarlas; por
i?9da. 1
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i
muchos años todavía, los Gobiernos no podran disponer
un motor más potente, en los negocios, que la rmciat.va privada.
Por otra parte, el Gobierno tiene, con la organización
y manejo de una administración eficiente, un campo vastí
simo para amplias actividades. Desarmar gran parte de nues
tra enorme máquina burocrática; refundir organismos, reda-
ciendo empleados a la ve, que simplificando servicios; es
tablecer normas proporcionadas al país, terminando con ni-
tinas y decoraciones caras, inútiles o absurda. ; hacer con
menos dinero una mejor administración, e invertir en obras
útiles parte de las sumas fabulosas de sueldos, pensiones ,
gastos injustificados, dejarla .1 Gobierno en su verdadero
¡¡apel. A la ve>, permitirla aliviar algo de la carga de las
contribuciones, hoy excesivas.
Por cierto que tan deseada y necesaria transformación
debiera incluir un plan de robustecer activamente 1» vida
de las provincias, cooperandoel Gobierno con efectivo interés
a formar centros regionales importantes, en todo cuanto no.
impida una administración disciplinada y eficiente.
E. urgente incorporar a las clases trabajadoras más mo
destas, a hombres , a mujeres, en las industrias natur.lesM
pais señaladamente en la agricultura, procurándoles des-
de luego, educación congruente, terrenos y útiles de traba-
io- entregarles en suma, seccionalmente, la colonización co-
ec.i.a de las tierras fiscales inexploradas, previa prepara.
ción elemental de sus colonizadores y limpia , acceso de
campos adecuados.
.' Conexión de todos los elementos nacionales.de trans
portes; horariosde trabajo racionales; administración de J»
hela -ecta oportuna y práctica;, castigo rápido y severo
de robos y estafas, serían otros punto, que deben atender»
dentro de un plan de trabajo comp el diseñado,
Er resumen, fijada, las lineas generales de acción. «*
establecerse como base un apoyo efectivo y constante « l«
Sores, a los hombres , mujeres más honrados y mas *
"
más capaces de organizar y de dirigir corree—
cualquier, que sea su filiación política o ri»^*»- "■
pre que no se contrapongan con la. normas sanas jr pan*
lías de este movimiento. No hay éxito posible sin la acción
de esa gente capaz.
10
Es necesario atender al espíritu, educarnos y elevar
nos. Pero es aún más urgente atender a las indispensablesnecesidades materiales, sacando al* pueblo de su miseria y li
brándolo de sus plagas.
La tarea es inmensa, tan compleja y difícil que jjarece-
ría irrealizable. No pretendemos que pueda hacerse íntegra,ni menos a corto plazo; debemos desconfiar especialmentede los que nos presentan jíanaceas para alcanzar rápidamente
y sin sacrificios, resultados brillantes. No hay más que un
camino, largo y difícil pero seguro: estudiar, orientarse, y
trabajar, trabajar día a día, constantemente, con el' afán
de servir exclusivamente la conveniencia .del país.
Así debemos hacerlo; pero antes es preciso organizaresa «mayoría de opinión disciplinada y fuerte», que respaldee imponga —si fuera preciso— la solución de los problemasnacionales.
Enero, 1936.
Síntomas decisivos.
«El país está aprendiendo a buscar las realida- J¡
des, y muy pronio la nación entera —que ya. es- U
tá distinguiendo el decir del hacer, los propósi- '■
tos de los hechos — no tolerar:! guías simplemen-"™
No cabe ya ofrecer un programa nuevo, y se
guir caminos viejos».«PROGRESO», 18. XII.* .14
Ha pasado un año desde que alabando francamente las
declaraciones del presidente d?l Partido Radical, recién ele
gido, manifestábamos en estas mismas columnas nuestros_
sinceros deseos hacia la n-ali/ación del programa expuesto
en forma clara y vibrante por don Pedro Aguirre Cerda. Decía
íl c\üc era deber primordial del partido preocuparse de los*
probli-mns económicos y sociales; trabajar intensamente; en
tregar la dirección a la eficiencia; mantener una disciplina
com* i-nte. v dar ejemplo de espíritu público, sacrificando i
¿1 beneficio particular. Y recalcábamos el hecho de que la'J
Junl.L Central Radical, al poner a su cabeza al hombre que
presentaba este programa, demostraba sus firmes propósitos
de «detener a su partido en el despeñadero de errores, de
incomprensiones y de indisciplina, por donde iba cayendo».-
Entre aquellas líneas nuestras iban las que copiamos al J
comienzo de este artículo. Acompañábamos al jefe radical
di sus buenos propósitos; pero queríamos ver loa hecho*. Y
los hechos, desgraciadamente, que se cierran con la renuncia^indeclinable del señor Aguirre, muestran que toda la per
cia, la energía y el prestigio de aquel dirigente, se han e
^
trellado cantra la desorganización profunda, irreparable, -j£¿jña terminado con la vida y la acción de nuestros partidos trarj
■
12 .. . -
dicionales. Los hechos resultan opuestos totalmente a los
propósitos de aquel hermoso programa,
V .Caso idéntico el. del Partido Liberal, aunque no con* los
i. contornos vigorosos del que dejamos descrito. Isa renuncia
indeclinable del presidente de los liberales, don Alberto Vial,fué producida también por el convencimiento desolador de
que no puede hacerse labor útil alguna dentro de esos gran
des organismos políticos, al menos mientras conserven la
anticuada estructura y los rutinarios sistemas actuales.
Pero aún más que la estructura vieja y los sistemas in
convenientes, perturba toda acción de esos partidos la he
terogénea mezcla de sus componentes. Hombres de la ex