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Catlogos
Economa Historia Poltica Cultura y Pensamiento Literatura
Miscelnea Por Autor PorTtulo
Gustave Le Bon - Psicologa de las Masas
GUSTAVE LE BON
PSICOLOGADE LASMASAS
Estudio sobre la psicologa de las multitudes
Primera edicin francesa: 1895Buenos Aires - 2004
INDICE
Gustave Le Bon: Prlogo del Traductor
PrlogoIntroduccinLa era de las masas.
LIBRO I: La Mente de las Masas.Captulo I: Caractersticas
generales de las masas. Ley psicolgica desu unidad mentalCaptulo
II: Los sentimientos y la moral de las masas. 1. Impulsividad,
movilidad e irritabilidad de las masas. 2. La sugestionabilidad y
la credulidad de las masas.
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3. La exageracin y la ingenuidad de los sentimientos de las
masas. 4. La intolerancia, la dictatorialidad y el conservativismo
de lasmasas.Captulo III: Las ideas, el poder de raciocinio y la
imaginacin de lasmasas. 1. Las ideas de las masas. 2. El poder de
raciocinio de las masas. 3. La imaginacin de las masas.Captulo IV :
La forma religiosa que toman todas las convicciones delas
masas.
LIBRO II: Las Opiniones y las Creencias de las Masas. Captulo I:
Factores remotos de la opinin y de las creencias de lasmasas. 1.
Raza. 2. Tradiciones. 3. Tiempo. 4. Instituciones polticas y
sociales. 5. Instruccin y educacin.Captulo II: Los factores
inmediatos de la opinin de las masas. 1. Imgenes, palabras y
frmulas. 2. Ilusiones. 3. Experiencia. 4. Razn.Captulo III: Los
conductores de masas y sus medios de persuasin. 1. Los conductores
de masas. 2. Los medios de accin de los conductores: afirmacin,
repeticin,contagio. 3. Prestigio.Captulo IV: Limitaciones de la
variabilidad de las creencias y lasopiniones de las masas. 1.
Creencias fijas. 2. Las opiniones variables de las masas.
LIBRO III: La clasificacin y descripcin de las diferentes
clasesde masas.Captulo I: La clasificacin de las masas. 1. Masas
heterogneas. 2. Masas homogneas.Captulo II: Masas denominadas
criminales.Captulo III: Jurados penales.Captulo IV: Masas
electorales.Captulo V: Asambleas parlamentarias.
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Otras Obras RecomendadasGustave Le Bon: Psicologa de las
Revoluciones Hans J. Eysenck: Decadencia y Cada del Imperio
Freudiano J.Ortega y Gasset: La Rebelin de las Masas
Prlogo del Traductor
Gustave Le Bon
Gustave Le Bon naci un 7 de mayo de1841 en Nogent-le-Retrou y
muri el 15 dediciembre de 1931 en Pars. Fue mdico,etnlogo, psiclogo
y socilogo habiendoestudiado la carrera de Medicina, en la quese
doctor en 1876.
Despus de doctorarse de mdico sededic primero a los problemas de
lahigiene y luego emprendi numerososviajes por Europa, frica del
Norte y Asia.La ampliacin de su horizonte intelectuallograda a
travs de estas experiencias lollev a dedicarse intensivamente a
laantropologa y a la arqueologa,actividades stas que, a su
vez,despertaron en l un inters cada vezmayor por las ciencias
naturales en general
y por la psicologa en particular.
En su obra Les lois psychologiques de l'volution des peuples
(Las leyes psicolgicas dela evolucin de los pueblos 1894)
desarrolla la tesis que la Historia es, en una medidasustancial, el
producto del carcter racial o nacional de un pueblo, siendo la
fuerza motrizde la evolucin social ms la emocin que la razn.
Si bien no deja de percibir y afirmar que el verdadero progreso
ha sido siempre y enltima instancia fruto de la obra de minoras
operantes y lites intelectuales, tampoconiega los hechos de
observacin directa ya en su poca que apuntan a una cada vezmayor
importancia e influencia de las masas. En su La psychologie des
foules (Lapsicologa de las masas) que data de 1895 y que es,
seguramente, su obra ms conocida
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establece y describe los fenmenos bsicos relacionados con el
comportamiento de lasmuchedumbres estableciendo las reglas
fundamentales de este comportamiento: prdidatemporal de la
personalidad individual conciente del individuo, su suplantacin por
lamente colectiva de la masa, acciones y reacciones dominadas por
la unanimidad, laemocionalidad y la irracionalidad.
Lo notorio en este trabajo es que, si bien las investigaciones
sobre el comportamientocolectivo han, naturalmente, continuado
desde que Le Bon escribiera su obra msconocida, la verdad es que
relativamente poco se ha agregado de verdaderamenteimportante a la
tesis original. La psicologa de las masas tiene, as, an hoy, despus
dems de cien aos de haber sido escrita, una vigencia y una
actualidad sorprendentes.
Los conceptos
Con todo, hay algunos aspectos que el lector de nuestro tiempo
debera tener presentepuesto que, an a pesar de la notable
aplicabilidad de las ideas y conceptos de Le Bon amuchas de
nuestras cuestiones actuales, cien aos no han pasado en vano y,
obviamente,existen algunas precisiones que resulta necesario
hacer.
En primer lugar, convendra quizs aclarar los conceptos
civilizacin y cultura y elsignificado que estos trminos tienen
dentro del contexto de la cultura francesa clsica.Para gran parte
del pensamiento actual el trmino cultura es muchas veces
entendidocomo un concepto genrico que incluye una civilizacin
definida, a su vez, ms bien entrminos tecnolgicos y econmicos. Para
el pensamiento francs clsico, civilizacin esel marco orgnico
general dentro del cual la cultura es una manifestacin de
lasfacultades mentales y espirituales del ser humano. Dems est
decir que Le Bon utiliza eltrmino civilizacin ms bien en este ltimo
sentido.
El otro concepto, sumamente controversial, que Le Bon emplea con
frecuencia es el de laraza. Notar el lector que en el texto
aparecen varias veces expresiones tales como razalatina, raza
anglosajona y, en ocasiones, hasta raza francesa. Esto,
probablemente,llevar a varios lectores actuales a recordar aquella
ingeniosa frase de Paul Broca quien alrespecto sola comentar: La
raza latina no existe por la misma razn por la cualtampoco existe
un diccionario braquicfalo.
Evidentemente, el adjudicar a fenmenos etnobiolgicos criterios
de clasificacin queprovienen de categoras lingusticas no parece ser
ni aconsejable ni defendible. Sinembargo, no deberamos olvidar
varias cosas. Por de pronto, que hacia fines del Siglo XIXla
palabra raza no expresaba exactamente lo mismo que hoy entendemos
por ella. No setenan an los conocimientos sobre la gentica que hoy
poseemos, no se sabaabsolutamente nada del ADN y su estructura
molecular, y muchos mecanismos de laherencia se suponan bastante ms
de lo que se conocan.
Por el otro lado y quizs esto sea lo ms importante Le Bon precis
bastante bien en
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otros trabajos su particular posicin frente al concepto y no
debera ser olvidado que a lolargo de La psicologa de las masas el
trmino de raza se refiere a lo que en otra partedenomin como razas
histricas. Traduciendo de algn modo la terminologa del SigloXIX,
hoy hablaramos de etnoculturas, o bien en el caso de intervenir en
el concepto elingrediente de una organizacin sociopoltica de
pueblos etnoculturalmentediferenciados.
Otro aspecto que quizs llame la atencin del lector actual es la
posicin que Le Bonadopta frente a la cuestin educativa. El sistema
educativo francs al cual, de la manode Taine, se le da bastante
extensin en esta obra es ya, en buena medida, una cuestinsuperada.
Sin embargo, la crtica al saber casi exclusivamente obtenido de
libros de textosigue siendo fundamentalmente vlida, an cuando ya no
est de moda la memorizacinmecnica de estos textos. A pesar de que
los oficios actuales exigen una preparacinmental y terica ms
intensiva que la que requera un obrero de fbrica o un empleado
deoficina hacia fines del Siglo XIX, la discrepancia entre teora y
realidad, o abstraccin yprctica, sigue siendo enorme en nuestros
sistemas educativos presentes.
* * * * * * * * * * * * * *
En muchos sentidos La psicologa de las masas es una obra
precursora en su tema. Yahemos indicado que, a pesar de varios e
importantes trabajos de investigacinposteriores, no deja de llamar
la atencin lo relativamente poco que se ha avanzado eneste terreno.
Pero lo original y adelantado del pensamiento de Le Bon no se
limita a estecampo especfico.
Llama la atencin, por ejemplo, la importancia fundamental que ya
en 1895 Le Bonotorgaba al inconsciente. Para tener una idea de lo
que estamos indicando, acasoconvenga recordar que 1895 es
exactamente el mismo ao en que Freud recincomenzaba a hacerse
conocer publicando, en colaboracin con Breuer, su Studien
berHysterie (Estudios sobre la Histeria). Tal como, con mucha
precisin lo indica H. J.Eysenck: Los aplogos de Freud lo presentan
como si ste hubiera sido el primero enpenetrar en los negros
abismos del inconsciente (...) Desgraciadamente, nada est mslejos
de los hechos. Como ha demostrado Whyte en su libro El Inconsciente
antes deFreud, ste tuvo centenares de predecesores que postularon
la existencia de una menteinconsciente, y escribieron sobre ello
con abundancia de detalles. [ [1] ] Bien mirado,cuando Freud lleg a
ocuparse del tema de la psicologa de las masas bastante ms tarde,no
hizo ms que expandir la tesis bsica de Le Bon, agregndole
precisiones y detallesque, si bien pueden resultar tiles, no
alteran en absoluto el fondo de la cuestin.
Otra idea precursora interesante es la que Le Bon expone, hacia
el final de esta obra,respecto de la curiosa propiedad que parecen
tener las civilizaciones en cuanto a pasarpor determinados
estadios, cumpliendo ciclos sorprendentemente semejantes, al
menosen apariencia. Es una idea que Le Bon expresa aqu cuando
Spengler tena exactamente
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quince aos ...
Y, por ltimo, tampoco estar nunca de ms detenerse a analizar la
opinin que hombrescomo Le Bon tenan de acontecimientos
considerandos insignes para nuestro sistemasociopoltico actual.
Revisar, desde la ptica de estas opiniones, acontecimientos
talescomo la Revolucin Francesa, el papel de Napolen en la Historia
de Francia, la guerrafranco-prusiana, las posibilidades reales que
ya se perciban en el socialismo dogmticoemergente por aquella poca,
el papel de las masas y de las ideas democrticas, y toda unaserie
de cuestiones que a pesar del tiempo transcurrido no han perdido
actualidad,seguramente ayudar a comprender tambin la problemtica de
nuestros tiempos.
Y todo lo que contribuya a comprender lo que nos sucede, a
entrever lo que posiblementenos puede llegar a suceder y a
brindarnos ideas tiles sobre lo que podramos hacer alrespecto,
debera ser bienvenido por todos los que an cultivan la cada vez ms
raracostumbre de la honestidad intelectual.
Prlogo
El siguiente trabajo est dedicado a un examen de las
caractersticas de las masas.
El genio de una raza est constituido por la totalidad de las
caractersticas comunes conlas cuales la herencia dota a los
individuos de esa raza. Sin embargo, cuando unadeterminada cantidad
estos individuos est reunida en una muchedumbre con unpropsito
activo, la observacin demuestra que por el simple hecho de estar
losindividuos congregados aparecen ciertas caractersticas
psicolgicas que se suman a lascaractersticas raciales, siendo que
se diferencian de ellas, a veces en un grado muyconsiderable.
Las muchedumbres organizadas siempre han desempeado un papel
importante en lavida de los pueblos, pero este papel no ha tenido
nunca la envergadura que posee ennuestros das. La sustitucin de la
actividad conciente de los individuos por la accininconsciente de
las masas es una de las principales caractersticas de nuestro
tiempo.
Me he propuesto examinar el difcil problema presentado por las
masas de un modopuramente cientfico esto es: haciendo un esfuerzo
por proceder con mtodo y sindejarme influenciar por opiniones,
teoras o doctrinas. Creo que ste es el nico modo dedescubrir
algunas pocas partculas de verdad, especialmente cuando se trata de
unacuestin que es objeto de apasionadas controversias como es el
caso aqu. Un hombre de
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ciencia dedicado a verificar un fenmeno no debe preocuparse por
los intereses que suverificacin puede afectar. En una reciente
publicacin, un eminente pensador M.Goblet dAlviela ha observado
que, al no pertenecer a ninguna de las escuelascontemporneas,
ocasionalmente me encuentro en oposicin a las conclusiones de
todasellas. Espero que este nuevo trabajo merezca una observacin
similar. El pertenecer a unaescuela necesariamente implica abrazar
sus prejuicios y sus opiniones preconcebidas.
An as, debera explicarle al lector por qu hallar que saco
conclusiones de misinvestigaciones que, a primera vista, podra
pensarse que no se sustentan. Por qu, porejemplo, an despus de
observar la extrema inferioridad mental de las masas incluyendo
asambleas elegidas afirmo que sera peligroso manipular su
organizacin apesar de esta inferioridad.
La razn es que una atenta observacin de los hechos histricos me
ha demostradoinvariablemente que en los organismos sociales, al ser
stos en todo sentido tancomplicados como los dems seres, no es
sabio utilizar nuestro poder para forzarlos apadecer
transformaciones repentinas y extensas. La naturaleza recurre, de
tiempo entiempo, a medidas radicales; pero nunca siguiendo nuestras
modas, lo cual explica porqu nada es ms fatal para un pueblo que la
mana por las grandes reformas, por msexcelente que estas reformas
puedan parecer en teora. Seran tiles solamente si fueseposible
cambiar instantneamente el genio de las naciones. Este poder, sin
embargo, slolo posee el tiempo. Los hombres se gobiernan por ideas,
sentimientos y costumbres elementos que constituyen nuestra
esencia. Las instituciones y las leyes son lamanifestacin visible
de nuestro carcter; la expresin de sus necesidades. Al ser
suconsecuencia, las leyes y las instituciones no pueden cambiar
este carcter.
El estudio de los fenmenos sociales no puede ser separado del de
los pueblos en mediode los cuales han surgido. Desde el punto de
vista filosfico, estos fenmenos puedentener un valor absoluto. En
la prctica, sin embargo, slo tienen un valor relativo.
En consecuencia, al estudiar un fenmeno social, es necesario
considerarlosucesivamente bajo dos aspectos muy diferentes. Al
hacerlo, se ver que con muchafrecuencia que lo enseado por la razn
pura es contrario a lo que ensea la raznprctica. Apenas si hay
datos incluidos los fsicos a los cuales esta distincin no
seraaplicable. Desde el punto de vista de la verdad absoluta, un
cubo o un crculo son figurasgeomtricas invariables, rigurosamente
definidas por ciertas frmulas. Desde el punto devista de la
impresin que causan a nuestros ojos, estas figuras geomtricas
puedenadquirir formas muy variadas. Por la perspectiva, el cubo
puede transformarse en unapirmide o en un cuadrado; el crculo en
una elipse o en una lnea recta. Ms an, laconsideracin de estas
formas ficticias es por lejos ms importante que la de las
formasreales, puesto que son ellas y ellas solas las que vemos y a
las cuales podemosreproducir en fotografas o en dibujos. En algunos
casos hay ms verdad en lo irreal queen lo real. Presentar los
objetos en su forma geomtrica exacta implicara distorsionar su
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naturaleza y volverla irreconocible. Si nos imaginamos un mundo
en el cual sushabitantes slo pudiesen copiar o fotografiar objetos
pero estuviesen imposibilitados detocarlos, sera muy difcil para
esas personas obtener una idea exacta de la forma dedichos objetos.
Ms todava: el conocimiento de estas formas, accesible slo a un
reducidonmero de personas instruidas, despertara un inters
sumamente restringido.
El filsofo que estudia fenmenos sociales debera tener presente
que, al lado de su valorterico, estos fenmenos poseen un valor
prctico y que ste ltimo es el nicoimportante en lo que concierne a
la evolucin de la civilizacin. El reconocimiento de estehecho
debera volverlo muy circunspecto en relacin con las conclusiones
que la lgicaaparentemente le impondra a primera vista.
Hay tambin otros motivos que le dictan una reserva similar. La
complejidad de loshechos sociales es tal que resulta imposible
aprehenderlos en su totalidad y prever losefectos de su influencia
recproca. Parece ser, tambin, que detrs de los hechos visiblesse
esconden a veces miles de causas invisibles. Los fenmenos sociales
visibles parecenser el resultado de una inmensa tarea inconsciente
que, por regla general, se halla msall de nuestro anlisis. Los
fenmenos perceptibles pueden ser comparados con las olasque, sobre
la superficie del ocano, constituyen la expresin de disturbios
profundosacerca de los cuales nada sabemos. En lo que concierne a
la mayora de sus actos, lasmasas exhiben una singular inferioridad
mental. Sin embargo, existen otros actos en losque parecen estar
guiadas por aquellas misteriosas fuerzas que los antiguos
llamabandestino, naturaleza, o providencia, sas que llamamos las
voces de los muertos, cuyopoder es imposible de ignorar an cuando
ignoremos su esencia. A veces parecera quehay fuerzas latentes en
el ser interior de las naciones que sirven para guiarlas. Qu,
porejemplo, puede ser ms complicado, ms lgico, ms maravilloso que
un idioma? Y, sinembargo, de dnde pudo haber surgido esta
admirablemente organizada manifestacinexcepto como resultado del
genio inconsciente de las masas? Los acadmicos ms doctos,los
gramticos ms renombrados, no pueden hacer ms que tomar nota de las
leyes quegobiernan los idiomas. Seran totalmente incapaces de
crearlos. An respecto de las ideasde los grandes hombres, estamos
seguros de que son la exclusiva creacin de suscerebros? No hay duda
de que esas ideas son siempre creadas por mentes solitarias perono
es acaso el genio de las masas el que ha provisto los miles de
granos de polvo queforman el suelo del cual esas ideas han
brotado?
Sin duda, las masas son siempre inconscientes; pero esta misma
inconciencia es quizsuno de los secretos de su fuerza. En el mundo
natural, seres exclusivamente gobernadospor el instinto producen
hechos cuya complejidad nos asombra. La razn es un
atributodemasiado reciente de la humanidad y todava demasiado
imperfecto como para revelarlas leyes del inconsciente y ms an para
suplantarlo. La parte que desempea loinconsciente en nuestros actos
es inmensa y la parte que le toca a la razn, muy pequea.Lo
inconsciente acta como una fuerza todava desconocida.
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Si deseamos, pues, permanecer dentro de los estrechos pero
seguros lmites dentro de loscuales la ciencia puede adquirir
conocimientos y no deambular por el dominio de la vagaconjetura y
las vanas hiptesis, todo lo que debemos hacer es simplemente tomar
nota delos fenmenos tal como stos nos son accesibles y limitarnos a
su consideracin. Todaconclusin extrada de nuestra observacin es,
por regla general, prematura; porquedetrs de los fenmenos que vemos
con claridad hay otros fenmenos que vemos enforma confusa y, quizs,
detrs de estos ltimos hay an otros que no vemos en absoluto.
Introduccin
La era de las masas
La evolucin de la poca actual Los grandes cambios en la
civilizacinson la consecuencia de cambios en el pensamiento
nacional La femoderna en el poder de las masas Transformacin de la
polticatradicional de los Estados europeos Cmo se produce el
surgimiento delas clases populares y la forma en que stas ejercen
el poder Lasconsecuencias necesarias del poder de las masas Las
masas, incapacesde desempear otro papel que el destructivo La
disolucin decivilizaciones agotadas es obra de la masa Ignorancia
general acerca dela psicologa de las masas Importancia del estudio
de las masas paralegisladores y estadistas.
Los grandes disturbios que preceden el cambio en las
civilizaciones, tales como la cadadel Imperio Romano o la fundacin
del Imperio rabe, a primera vista parecen estardeterminados ms
especficamente por transformaciones polticas, invasin extranjera
oel derrocamiento de dinastas. Pero un estudio ms atento de estos
eventos demuestraque, detrs de estas causas aparentes, la causa
real parece ser una profunda modificacinde las ideas de los
pueblos. Las verdaderas revoluciones histricas no son aquellas
quenos sorprenden por su grandiosidad y violencia. Los nicos
cambios importantes, de loscuales resulta la renovacin de las
civilizaciones, afectan ideas, concepciones y creencias.Los eventos
memorables de la Historia son los efectos visibles de los
invisibles cambiosen el pensamiento humano. La razn por la cual
estos eventos son tan raros es que no haynada tan estable en una
raza como el fundamento hereditario de sus pensamientos.
La poca presente constituye uno de esos momentos crticos en los
cuales el pensamientode la humanidad est sufriendo un proceso de
transformacin.
En la base de esta transformacin se encuentran dos factores
fundamentales. El primero
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es el de la destruccin de aquellas creencias religiosas,
polticas y sociales en las cualestodos los elementos de nuestra
civilizacin tienen sus races. El segundo, es el de lacreacin de
condiciones de existencia y de pensamiento enteramente nuevas,
comoresultado de los descubrimientos cientficos e industriales
modernos.
Con las ideas del pasado, aunque semidestruidas, an muy
poderosas, y con las ideas quehan de reemplazarlas todava en
proceso de formacin, la era moderna representa unperodo de
transicin y anarqua.
Todava no es fcil determinar qu surgir de este perodo
necesariamente algo catico.Cules sern las ideas sobre las cuales se
construirn las sociedades que habrn deseguirnos? Por el momento, no
lo sabemos. Sin embargo, an as, ya est claro que,cualesquiera que
sean las lneas a lo largo de las cuales se organice la sociedad
futura, lasmismas tendrn que tener en cuenta un nuevo poder, la
ltima fuerza soberanasobreviviente de los tiempos modernos: el
poder de las masas. Sobre las ruinas de tantasideas antes
consideradas indiscutibles y que hoy han decado o estn decayendo,
sobretantas fuentes de autoridad que las sucesivas revoluciones han
destruido, este poder, quees el nico que ha surgido en su estela,
parece pronto destinado a absorber a los dems.Mientras todas
nuestras antiguas creencias estn tambaleando y desapareciendo, el
poderde la masa es la nica fuerza a la cual nada amenaza y cuyo
prestigio se hallacontinuamente en aumento. La era en la cual
estamos ingresando ser, de verdad, la erade las masas.
Apenas hace un siglo atrs, los principales factores que
determinaban los hechos eran latradicional poltica de los Estados
europeos y las rivalidades de los soberanos. La opininde las masas
apenas si contaba y, en la mayora de los casos, de hecho no contaba
enabsoluto. Hoy, las que no cuentan son las tradiciones que solan
determinar a la poltica ylas tendenciosidades o rivalidades de los
gobernantes mientras que, por el contrario, lavoz de las masas se
ha vuelto preponderante. Es esta voz la que dicta la conducta de
losreyes, cuya misin es la de tomar nota de lo que expresa.
Actualmente, los destinos de lasnaciones se elaboran en el corazn
de las masas y ya no ms en los consejos de losprncipes.
El ingreso de las clases populares a la vida poltica lo cual
equivale a decir en realidad,su progresiva transformacin en clases
gobernantes es una de las caractersticas msrelevantes de nuestra
poca de transicin. La introduccin del sufragio universal, que
porlargo tiempo no tuvo sino una influencia escasa, no es, como
podra pensarse, lacaracterstica distintiva de esta transferencia de
poder poltico. El progresivo crecimientodel poder de las masas tuvo
lugar al principio por la propagacin de ciertas ideas quelentamente
se implantaron en la mente de los hombres y despus, por la
asociacingradual de individuos dedicados a la realizacin de
concepciones tericas. Ha sido por laasociacin que las masas se han
procurado ideas referidas a sus intereses ideas muyclaramente
definidas aunque no particularmente justas y han arribado a una
conciencia
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de su fuerza. Las masas estn fundando sindicatos ante los cuales
las autoridadescapitulan una despus de la otra, tambin estn las
confederaciones laborales las que, apesar de todas las leyes
econmicas, tienden a regular las condiciones de trabajo y
lossalarios. Las masas ingresan a asambleas que forman parte de
gobiernos y susrepresentantes, careciendo enteramente de iniciativa
e independencia, se limitan, lamayora de las veces, a ser nada ms
que voceros de los comits que los han elegido.
Hoy en da los reclamos de las masas se estn volviendo cada vez
ms claramentedefinidos y significan nada menos que la determinacin
de destruir completamente a lasociedad tal como sta existe
actualmente, con vista a hacerla retroceder a ese
primitivocomunismo que fue la condicin normal de todos los grupos
humanos antes de losalbores de la civilizacin. Las exigencias se
refieren a limitacin de las horas de trabajo,nacionalizacin de las
minas, ferrocarriles, fbricas y el suelo; la igualitaria
distribucinde todos los productos, la eliminacin de todas las
clases superiores en beneficio de lasclases populares, etc.
Poco adaptadas a razonar, las masas, por el contrario, son
rpidas en actuar. Comoresultado de su actual organizacin, su fuerza
se ha vuelto inmensa. Los dogmas a cuyonacimiento estamos
asistiendo pronto tendrn la potencia de los antiguos dogmas,
esdecir: la fuerza tirnica y soberana que concede el estar ms all
de toda discusin. Elderecho divino de las masas est a punto de
reemplazar al derecho divino de los reyes.
Los escritores que gozan del favor de nuestras clases medias,
aquellos que mejorrepresentan sus ms bien estrechas ideas, sus
opiniones bastante preestablecidas, su msbien superficial
escepticismo y su a veces algo excesivo egosmo, exhiben una
profundaalarma ante este nuevo poder que ven crecer. Para combatir
el desorden mental de laspersonas, apelan desesperadamente a
aquellas fuerzas morales de la Iglesia por las cualesantes
profesaron tanto desprecio. Nos hablan de la bancarrota de la
ciencia, de volver aRoma a hacer penitencia, y nos recuerdan las
enseanzas de la verdad revelada. Estosnuevos conversos se olvidan
de que es demasiado tarde. Si hubiesen estado realmentetocados por
la gracia, una operacin as no podra tener la misma influencia sobre
mentesmenos dedicadas a las preocupaciones que tanto inquietan a
estos recientes adherentes ala religin. Las masas repudian hoy a
los dioses que sus admonitores repudiaron ayer yayudaron a
destruir. No hay poder alguno, humano o divino, que pueda obligar
unacorriente a fluir hacia atrs, de regreso a sus fuentes.
No ha habido ninguna bancarrota de la ciencia y la ciencia no ha
participado en lapresente anarqua intelectual, ni tampoco en la
construccin del nuevo poder que estasurgiendo en medio de esta
anarqua. La ciencia nos prometi la verdad, o al menos,
unconocimiento de las relaciones que nuestra inteligencia puede
aprehender. Nunca nosprometi paz ni felicidad. Soberanamente
indiferente a nuestros sentimientos, es sorda anuestras
lamentaciones. Est en nosotros aprender a vivir con la ciencia
puesto que nadapuede devolvernos las ilusiones que ha
destruido.
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Sntomas universales, visibles en todas las naciones, nos
muestran el rpido crecimientodel poder de las masas y no nos
permiten admitir la suposicin de que este poder cesarde crecer en
alguna fecha cercana. Sea cual fuere el destino que este poder nos
tienereservado, tendremos que aceptarlo. Todo razonamiento en
contra del mismo essimplemente una vana guerra de palabras. Por
cierto, es posible que el advenimiento delpoder de las masas marque
una de las ltimas etapas de la civilizacin occidental, elcompleto
sumergimiento en uno de esos perodos de confusa anarqua que
siempreparecen destinados a preceder el nacimiento de toda nueva
sociedad. Pero podraevitarse este resultado?
Hasta el presente, estas destrucciones completas de una
civilizacin gastada hanconstituido la tarea ms obvia de las masas.
Realmente, no es tan slo en la actualidad endnde podemos rastrear
esto. La Historia nos dice que, desde el momento en que pierdensu
vigor las fuerzas morales sobre las cuales ha descansado una
civilizacin, su disolucinfinal resulta producida por esas masas
inconscientes y brutales que denominamos,bastante justificadamente,
como brbaras. Hasta ahora, las civilizaciones han sidocreadas y
dirigidas slo por una pequea aristocracia intelectual, nunca
pormuchedumbres. Las masas son solamente poderosas para destruir.
Su gobierno essiempre equivalente a una fase de barbarie. Una
civilizacin implica reglas fijas,disciplina, un pasaje del estadio
instintivo al racional, previsin del futuro, un elevadogrado de
cultura condiciones todas que las masas, libradas a si
mismas,invariablemente han demostrado ser incapaces de concretar.
Como consecuencia de lanaturaleza puramente destructiva de su
poder, las masas actan como esos microbios queaceleran la
destruccin de los cuerpos dbiles o muertos. Cuando la estructura de
unacivilizacin est podrida, son siempre las masas las que producen
su cada. Es en talesencrucijadas que su misin principal se hace
claramente visible y es all en dnde, por untiempo, la filosofa de
la cantidad parece ser la nica filosofa de la Historia.
Tiene nuestra civilizacin reservado el mismo? Hay razones para
creer que ste es elcaso, pero todava no estamos en condiciones de
estar seguros.
Sea como fuere, estamos condenados a resignarnos al reino de las
masas desde elmomento en que la falta de previsin ha derribado
sucesivamente todas las barreras quepodran haberlas mantenido bajo
control.
Poseemos un conocimiento muy superficial de estas masas que estn
comenzando a ser elobjeto de tanta discusin. Los psiclogos
profesionales, al haber vivido lejos de ellas,siempre las han
ignorado, y cuando, como ha sucedido ltimamente, han dirigido
suatencin en esta direccin solamente ha sido para considerar los
crmenes que las masasson capaces de cometer. Sin duda alguna, las
masas criminales existen, pero tambinhabr que considerar a masas
virtuosas, a masas heroicas y a masas de muchas otrasclases. Los
crmenes de las masas constituyen solamente una fase particular de
supsicologa. La constitucin mental de las masas no puede estudiarse
meramente a travs
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de la investigacin de sus crmenes, de la misma manera en que no
se puede comprenderla constitucin mental de un individuo a travs de
la mera descripcin de sus vicios.
Sin embargo, es un hecho que todos los gobernantes del mundo,
todos los fundadores dereligiones o de imperios, los apstoles de
todos los credos, los estadistas eminentes y, enuna esfera ms
modesta, los simples jefes de pequeos grupos de hombres, todos
hansido psiclogos inconscientes, poseedores de un conocimiento
instintivo yfrecuentemente muy certero acerca del carcter de las
masas, y ha sido el conocimientopreciso de este carcter lo que les
ha permitido a estas personas establecer su predominiotan
fcilmente. Napolen tena un maravilloso conocimiento de la psicologa
de las masasde pas en el cual rein pero, a veces, malinterpret
completamente la psicologa de lasmasas pertenecientes a otras razas
[ [2] ], y fue por esta malinterpretacin que seinvolucr en Espaa y
ms notoriamente en Rusia en conflictos en los cuales su poderrecibi
aquellos embates que en poco tiempo lo destruyeron. El conocimiento
de lapsicologa de las masas es hoy en da el ltimo recurso del
estadista que no deseagobernarlas esto se est volviendo una cuestin
muy difcil pero que, en todo caso, nodesea ser gobernado demasiado
por ellas.
Solamente obteniendo alguna clase de percepcin de la psicologa
de las masas se puedecomprender cuan superficial es sobre ellas la
accin de leyes e instituciones, cuanimpotentes son para sostener
cualquier opinin diferente de aquellas que les sonimpuestas, y que
no es posible dirigirlas mediante reglas basadas en teoras de
equidadpura sino buscando lo que las impresiona y lo que las
seduce. Por ejemplo, si unlegislador desease imponer un nuevo
impuesto, debera elegir aqul que le parezca msjusto? De ninguna
manera. En la prctica, el impuesto ms injusto puede ser el
mejorpara las masas. Y si, al mismo tiempo, resulta ser el menos
obvio y aparentemente elmenos gravoso, tanto ms fcilmente ser
tolerado. Es por esta razn que un impuestoindirecto, por ms
exorbitante que sea, siempre ser aceptado por la masa porque,pagado
diariamente en fracciones de centavo sobre objetos de consumo, no
interferircon los hbitos de la masa y pasar desapercibido.
Reemplceselo por un impuestoproporcional sobre salarios o ingresos
de cualquier otro tipo, pagadero en una sumantegra, y an cuando
esta imposicin fuese tericamente diez veces menos gravosa que
elotro, seguramente ser causa de una protesta unnime. Esto obedece
al hecho que unasuma relativamente grande, que aparecer como
inmensa y que excitar a la imaginacin,ha sido sustituida por las
imperceptibles fracciones de algunos centavos. El nuevoimpuesto
solamente parecera alto si hubiese sido ahorrado centavo a centavo,
pero esteprocedimiento econmico implica una cantidad de previsin
del que las masas sonincapaces.
El ejemplo precedente es uno de los ms simples. Su exactitud
puede ser percibida confacilidad. No escap a la atencin de un
psiclogo como Napolen pero nuestroslegisladores modernos,
ignorantes como son de las caractersticas de la masa,
resultanincapaces de apreciarlo. La experiencia todava no les ha
enseado lo suficiente que las
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personas nunca amoldan sus conductas a los dictados de la razn
pura.
Hay muchas otras aplicaciones prcticas que pueden hacerse a
partir de la psicologa delas masas. Un conocimiento de esta ciencia
arroja la ms vvida luz sobre un gran nmerode fenmenos histricos y
econmicos que seran totalmente incomprensibles sin l.Tendr ocasin
de mostrar que la razn por la cual el ms notorio de los
historiadoresmodernos, Taine, ha entendido a veces tan
imperfectamente los eventos de la granRevolucin Francesa es que
nunca se le ocurri estudiar el genio de las masas. Taine, parael
estudio de este complicado perodo se impuso como gua el mtodo
descriptivo al cualrecurren los naturalistas, pero las fuerzas
morales estn casi por completo ausentes en loscasos que los
naturalistas tienen que estudiar. Y son precisamente estas fuerzas
las queconstituyen las verdaderas fuentes principales de la
Historia.
Consecuentemente, mirndolo meramente desde el lado prctico, el
estudio de lapsicologa de las masas merece ser intentado. Y an
cuando el inters obedeciese tan sloa la pura curiosidad, seguira
mereciendo atencin. Es tan interesante descifrar losmotivos de las
acciones de los hombres como lo es el determinar las caractersticas
de unmineral o de una planta. Nuestro estudio del genio de las
masas puede ser meramenteuna breve sntesis, un simple resumen de
nuestras investigaciones. No debe serle exigidoms que unas pocas
percepciones sugestivas. Otros trabajarn el suelo msintensivamente.
Hoy, slo tocamos la superficie de un terreno todava casi
virgen.
LIBRO I: La Mente de las Masas
Captulo I: Caractersticas generales de las masas. Ley psicolgica
de suunidad mental.
Qu constituye una masa desde el punto de vista psicolgico?
Unaaglomeracin numricamente grande de individuos no es suficiente
paraformas una masa Caractersticas especiales de masas psicolgicas
Laorientacin hacia una direccin fija de las ideas y sentimientos de
losindividuos que componen una masa as, y la desaparicin de
supersonalidad individual La masa siempre est dominada
porconsideraciones de las que no tiene conciencia La desaparicin de
laactividad cerebral y el predominio de la actividad medular
Ladepreciacin de la inteligencia y la completa transformacin de
lossentimientos Los sentimientos transformados pueden ser mejores
opeores que los de los individuos de los cuales la masa se compone
Una
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masa es tan fcilmente heroica como criminal.
En su sentido ordinario, la palabra masa o muchedumbre significa
una reunin deindividuos de cualquier nacionalidad, profesin o sexo,
sean cuales fueren las causas quelos han juntado. Desde el punto de
vista psicolgico, la expresin masa adquiere unsignificado bastante
diferente. Bajo ciertas circunstancias, y slo bajo ellas,
unaaglomeracin de personas presenta caractersticas nuevas, muy
diferentes a las de losindividuos que la componen. Los sentimientos
y las ideas de todas las personasaglomeradas adquieren la misma
direccin y su personalidad consciente se desvanece. Seforma una
mente colectiva, sin duda transitoria, pero que presenta
caractersticas muyclaramente definidas. La aglomeracin, de este
modo, se ha convertido en lo que, a faltade una expresin mejor,
llamar una masa organizada. Forma un nico ser y queda sujetaa la
ley de la unidad mental de las masas.
Es evidente que no es por el simple hecho de estar
accidentalmente el uno al lado del otroque un cierto nmero de
individuos adquiere el carcter de una masa organizada.
Milindividuos accidentalmente reunidos en un espacio pblico, sin
ningn objetodeterminado, de ninguna manera constituyen una masa
desde el punto de vistapsicolgico. A fin de adquirir las
caractersticas especiales de una masa como la sealada,es necesaria
la influencia de ciertas causas predisposicionantes cuya
naturalezadeberemos determinar.
La desaparicin de la personalidad conciente y la orientacin de
los sentimientos y lospensamientos en una direccin definida que son
las caractersticas primarias de unamasa a punto de volverse
organizada no siempre involucran la presencia de un nmerode
individuos en un sitio determinado. Miles de individuos aislados,
en ciertos momentosy bajo la influencia de ciertas emociones
violentas tales como, por ejemplo, un granevento nacional pueden
adquirir las caractersticas de una masa psicolgica. En
ciertosmomentos, media docena de personas puede constituir una masa
psicolgica; algo quepuede no suceder con cientos de personas
reunidas por accidente. Por el otro lado, todauna nacin, an cuando
no exista una aglomeracin visible, puede convertirse en masabajo la
accin de ciertas influencias.
La masa psicolgica, una vez constituida, adquiere ciertas
caractersticas generales,provisorias pero determinables. A estas
caractersticas generales se le agregancaractersticas particulares
que varan de acuerdo con los elementos de los cuales la masase
compone y que pueden modificar su constitucin mental. Las masas
psicolgicas, pues,son susceptibles de ser clasificadas, y cuando
nos ocupemos de esta materia veremos queuna masa heterognea es
decir: una masa compuesta por elementos dismiles presenta ciertas
caractersticas comunes con masas homogneas es decir:
masascompuestas de elementos ms o menos similares (sectas, castas,
clases) y al lado deestas caractersticas comunes, hay
particularidades que permiten diferenciar a los dostipos de
masa.
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Sin embargo, antes de ocuparnos de las diferentes categoras de
masas, primero debemosexaminar las caractersticas que les son
comunes a todas. Nos pondremos a trabajar comoel naturalista que
comienza por describir las caractersticas comunes a todos
losmiembros de una familia antes de dedicarse a las particulares
que permiten ladiferenciacin de gneros y especies incluidos en esa
familia.
No es fcil describir la mente de las masas con exactitud porque
su organizacin vara nosolamente de acuerdo con la raza y la
composicin, sino tambin de acuerdo con lanaturaleza y la intensidad
de los estmulos bajo cuyos efectos las masas se hallan. Sinembargo,
la misma dificultad se presenta en el estudio psicolgico de un
individuo.Solamente en las novelas se encuentran personajes que
transitan toda su vida con uncarcter invariable. Es slo la
uniformidad del medioambiente la que crea la aparenteuniformidad de
los caracteres. En otra parte he demostrado que todas las
constitucionesmentales contienen caracteres en potencia que pueden
manifestarse como consecuenciade un sbito cambio en el
medioambiente. Esto explica cmo, en medio de los mssalvajes
miembros de la Convencin Francesa, se poda encontrar a
ciudadanosinofensivos que, bajo condiciones normales, hubieran sido
pacficos notarios o virtuososmagistrados. Una vez pasada la
tormenta, retomaron su carcter normal de ciudadanostranquilos,
respetuosos de la ley. Napolen encontr entre ellos a sus sirvientes
msdciles.
Siendo imposible aqu estudiar todos los sucesivos grados de
organizacin de las masas,nos dedicaremos ms especficamente a
aquellas que han alcanzado la fase deorganizacin completa. De este
modo veremos en qu se pueden convertir las masas, perono aquello
que invariablemente son. Es solamente en esta fase avanzada de
organizacinque ciertas caractersticas nuevas y especiales se
superponen sobre el invariable ydominante carcter de la raza,
teniendo despus lugar el giro, al cual ya hemos aludido,de todos
los sentimientos y pensamientos de la colectividad en una direccin
nica.Tambin, es solamente bajo tales circunstancias que comienza a
jugar lo que ms arribahe llamado la ley psicolgica de la unidad
mental de las masas.
Entre las caractersticas psicolgicas de las masas hay algunas
que pueden presentarse encomn con las de individuos aislados y, por
el contrario, otras que les son absolutamentepeculiares y que
solamente se encuentran dentro de colectividades. Son
estascaractersticas especiales que estudiaremos antes que nada a
fin de demostrar suimportancia.
La peculiaridad ms sobresaliente que presenta una masa
psicolgica es la siguiente: seanquienes fueren los individuos que
la componen, ms all de semejanzas o diferencias enlos modos de
vida, las ocupaciones, los caracteres o la inteligencia de estos
individuos, elhecho de que han sido transformados en una masa los
pone en posesin de una especie demente colectiva que los hace
sentir, pensar y actuar de una manera bastante distinta de laque
cada individuo sentira, pensara y actuara si estuviese aislado. Hay
ciertas ideas y
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sentimientos que no surgen, o no se traducen en accin, excepto
cuando los individuosforman una masa. La masa psicolgica es un ser
provisorio formado por elementosheterogneos que se combinan por un
momento, exactamente como las clulas queconstituyen un cuerpo
viviente forman por su reunin un nuevo ser que exhibecaractersticas
muy diferentes de las que posee cada clula en forma individual.
Contrariamente a la opinin que uno se sorprende de encontrar
proviniendo de la plumade un filsofo tan agudo como Herbert
Spencer, en el agregado que constituye una masano hay ninguna clase
de sumatoria o de promedio establecido entre sus elementos. Lo
querealmente tiene lugar es una combinacin seguida de la creacin de
nuevascaractersticas, al igual que en qumica ciertos elementos
puestos en contacto bases ycidos, por ejemplo se combinan para
formar una nueva sustancia con propiedadesbastante diferentes de
las que han servido para formarla.
Es fcil demostrar cuanto difiere la individualidad de la masa
del individuo aislado que lacompone, pero es menos fcil descubrir
las causas de esta diferencia.
En todo caso, para una visin genrica es necesario, en primer
lugar, recordar la verdadestablecida por la psicologa moderna en
cuanto a que los fenmenos inconscientesjuegan un papel
preponderante no slo en la vida orgnica sino tambin en
lasoperaciones de la inteligencia. La vida consciente de la mente
tiene una importanciapequea en comparacin con su vida inconsciente.
El ms sutil analista, el ms agudoobservador, apenas si tiene xito
en descubrir una cantidad muy pequea de los motivosinconscientes
que determinan su conducta. Nuestros actos conscientes son el
resultado deun sustrato inconsciente creado en la mente, en su
mayor parte por influenciashereditarias. Este sustrato se halla
constituido por las innumerables caractersticascomunes transmitidas
de generacin en generacin que forman el genio de una raza.Detrs de
las causas alegadas de nuestros actos, es indudable que hay todava
muchasms causas secretas que nosotros mismos ignoramos. La mayor
parte de nuestrasacciones cotidianas es el resultado de motivos
ocultos que escapan a nuestra observacin.
Es ms especialmente respecto de esos elementos inconscientes que
constituyen el geniode una raza que todos los individuos
pertenecientes a ella se parecen los unos a los otros,mientras que
es principalmente respecto de los elementos conscientes de su
carcter fruto de la educacin y de condiciones hereditarias an ms
excepcionales que sediferencian entre si. Personas absolutamente
dismiles en materia de inteligencia poseeninstintos, pasiones y
sentimientos que son muy similares. En cuestiones de todo lo
quepertenece a la esfera del sentimiento religin, poltica,
moralidad, afectos y antipatas,etc. los hombres ms eminentes
raramente sobrepasan el nivel del ms ordinario de losindividuos.
Desde el punto de vista intelectual puede existir un abismo entre
el granmatemtico y su zapatero; pero desde el punto de vista del
carcter la diferencia esfrecuentemente escasa o inexistente.
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Son precisamente estas cualidades generales del carcter,
gobernadas por fuerzas de lascuales no somos conscientes, y posedas
por la mayora de los individuos normales de unaraza en un grado
bastante similar son precisamente estas cualidades, deca, que
seconvierten en la propiedad comn de las masas. En la mente
colectiva las aptitudesintelectuales de los individuos se debilitan
y, por consiguiente, se debilita tambin suindividualidad. Lo
heterogneo es desplazado por lo homogneo y las
cualidadesinconscientes obtienen el predominio.
El simple hecho de que las masas posean en comn cualidades
ordinarias explica por qununca pueden ejecutar actos que demandan
un alto nivel de inteligencia. Las decisionesrelativas a cuestiones
de inters general son puestas ante una asamblea de
personasdistinguidas, pero estos especialistas en diferentes
aspectos de la vida resultan serincapaces de tomar decisiones
superiores a las que hubiera tomado un montn deimbciles. La verdad
es que slo pueden poner a disposicin del trabajo en comnaquellas
cualidades mediocres que le corresponden por derecho de nacimiento
a todoindividuo promedio. En la masa es la estupidez y no la
perspicacia lo que se acumula. Noes, como tantas veces se repite,
que todo el mundo tiene ms perspicacia que Voltairesino,
seguramente, es Voltaire el que tiene ms perspicacia que todo el
mundo si portodo el mundo debemos entender a las masas.
Si los individuos de una masa se limitaran a poner a disposicin
del comn aquellascualidades ordinarias de las cuales cada uno de
ellos tiene cierta cantidad, la resultantesera meramente un
promedio y no, como hemos dicho que es en realidad el caso,
lacreacin de caractersticas nuevas. Cmo se crean estas nuevas
caractersticas? Pues,esto es lo que ahora investigaremos.
Hay diferentes causas que determinan la aparicin de las
caractersticas peculiares de lasmasas y que no poseen los
individuos aislados. La primera es que el individuo que formaparte
de una masa adquiere, por simples consideraciones numricas, un
sentimiento depoder invencible que le permite ceder ante instintos
que, de haber estado solo, hubieraforzosamente mantenido bajo
control. Estar menos dispuesto a autocontrolarsepartiendo de la
consideracin que una masa, al ser annima y, en
consecuencia,irresponsable, hace que el sentimiento de
responsabilidad que siempre controla a losindividuos desaparezca
enteramente.
La segunda causa, que es el contagio, tambin interviene en
determinar la manifestacinde las caractersticas especiales de las
masas y, al mismo tiempo, tambin en determinarla tendencia que las
mismas seguirn. El contagio es un fenmeno cuya presencia es fcilde
establecer pero que no es fcil de explicar. Tiene que ser
clasificado entre losfenmenos de un orden hipntico que estudiaremos
en breve. En una masa, todosentimiento y todo acto es contagioso; y
contagioso a tal grado que un individuo se vuelvedispuesto a
sacrificar su inters personal en aras del inters colectivo. sta es
una actitudmuy contraria a su naturaleza y de la cual el ser humano
es escasamente capaz, excepto
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cuando forma parte de una masa.
Una tercera causa, y por lejos la ms importante, es la que
determina en los individuos deuna masa esas caractersticas
especiales que a veces son bastante contrarias a las quepresenta el
individuo aislado. Me refiero a la sugestionabilidad, de la cual,
incluso, elcontagio arriba mencionado no es ms ni menos que un
efecto.
Para entender este fenmeno es necesario tener presente ciertos
descubrimientospsicolgicos recientes. Hoy en da sabemos que, por
medio de varios procesos, unindividuo puede ser puesto en una
condicin tal que, habiendo perdido su personalidadconsciente,
obedece todas las sugerencias del operador que le ha privado de
ella y cometeactos en manifiesta contradiccin con su carcter y sus
hbitos. Las observaciones msminuciosas parecen probar que un
individuo, sumergido durante cierta cantidad detiempo en una masa
en accin, pronto se encuentra ya sea por consecuencia de
lainfluencia magntica producida por la masa o por alguna otra causa
que ignoramos enun estado especial que se asemeja mucho al estado
de fascinacin en el que se encuentrael individuo hipnotizado que
est en las manos de un hipnotizador. Habiendo sidoparalizada la
actividad mental en el caso del sujeto hipnotizado, ste se
convierte enesclavo de todas las actividades inconscientes que el
hipnotizador dirige a su voluntad. Lapersonalidad consciente ha
desaparecido por completo; la voluntad y el discernimiento sehan
perdido. Todos los sentimientos y pensamientos se inclinan en la
direccindeterminada por el hipnotizador.
Tal es tambin, aproximadamente, el estado del individuo que
forma parte de una masapsicolgica. Ya no es consciente de sus
actos. En su caso, como en el del sujetohipnotizado, al tiempo que
algunas facultades son destruidas, otras pueden ser llevadas aun
alto grado de exaltacin. Bajo la influencia de una sugestin, la
persona acometer larealizacin de actos con una impetuosidad
irresistible. Esta impetuosidad es tanto msirresistible en el caso
de las masas que en el del sujeto hipnotizado, cuanto que, siendo
lasugestin la misma para todos los miembros de la masa, gana en
fuerza por reciprocidad.Los individuos en la masa que quizs posean
una personalidad suficientemente fuertecomo para resistir la
sugestin son demasiado escasos en nmero como para lucharcontra la
corriente. A lo sumo podrn intentar desviarla por medio de
sugestionesdistintas. Es de esta manera, por ejemplo, que una
expresin feliz, una imagenoportunamente evocada, ocasionalmente ha
disuadido a una masa de los actos mssangrientos.
Vemos, pues, que la desaparicin de la personalidad consciente,
el predominio de lapersonalidad inconsciente y el contagio de
sentimientos e ideas puestas en una nicadireccin, la tendencia a
transformar inmediatamente las ideas sugeridas en accin; stasson,
como vemos, las principales caractersticas del individuo formando
parte de unamasa. Ya no es l mismo sino que se ha convertido en un
autmata que ha dejado de estarguiado por su propia voluntad.
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Ms an; por el simple hecho de formar parte de una masa
organizada, un hombredesciende varios peldaos en la escala de la
civilizacin. Aislado, es posible que sea unindividuo cultivado; en
una masa ser un brbaro esto es: una criatura que acta porinstintos.
Poseer la espontaneidad, la violencia, la ferocidad y tambin el
entusiasmo y elherosmo de los seres primitivos a los que tender a
parecerse cada vez ms por lafacilidad con la que se dejar
impresionar a travs de palabras e imgenes que noprovocaran accin
alguna en cada uno de los individuos aislados que componen la masa
y a ser inducido a cometer acciones contrarias a sus ms evidentes
intereses y sushbitos mejor conocidos. Un individuo en una masa es
un grano de arena entre otrosgranos de arena que el viento
arremolina a su voluntad.
Es por este motivo que se pueden ver jurados dictando sentencias
que cada miembro deljurado desaprobara individualmente; as es como
asambleas parlamentarias sancionanleyes y medidas que cada uno de
sus miembros desaprobara en lo personal. Tomados porseparado, los
hombres de la Convencin eran ciudadanos ilustrados con hbitos
pacficos.Unidos en una masa, no vacilaron en adherir a las
propuestas ms salvajes, en guillotinarindividuos clarsimamente
inocentes y, contrariamente a sus intereses, a renunciar a
suinviolabilidad y a diezmarse a si mismos.
No es solamente por sus acciones que un individuo en una masa se
diferenciaesencialmente de si mismo. Incluso antes de perder
completamente su independencia,sus ideas y sus sentimientos han
sufrido una transformacin; y esta transformacin es tanprofunda que
es capaz de cambiar al avaro en un despilfarrador, a un escptico en
uncreyente, a la persona honesta en un criminal, y al cobarde en un
hroe. La renuncia atodos los privilegios que la nobleza vot en un
momento de entusiasmo durante lacelebrada noche del 4 de Agosto de
1789, ciertamente jams habra sido consentida porninguno de sus
miembros tomados por separado.
La conclusin a extraer de lo precedente es que la masa es
siempre intelectualmenteinferior al individuo aislado pero que,
desde el punto de vista de los sentimientos y de lasacciones que
estos sentimientos provocan, la masa puede, dependiendo de
lascircunstancias, ser mejor o peor que el individuo. Todo depende
de la sugestin a la cualla masa se halla expuesta. Este es el punto
que ha sido completamente malinterpretadopor escritores que
solamente han estudiado a las masas desde un punto de vista
criminal.Sin duda alguna, una masa es frecuentemente criminal, pero
tambin muchas veces esheroica. Son las masas y no tanto los
individuos que pueden ser inducidas a correr unriesgo de muerte
para asegurar el triunfo de un credo o de una idea; que pueden
serinflamadas con entusiasmo por la gloria y el honor; que pueden
ser conducidas casi sinarmas como en la poca de las Cruzadas a
recuperar la tumba de Cristo de las manosdel infiel o, como en el
93, a defender a la patria [ [3] ]. Un herosmo como se es sinduda
inconsciente en alguna medida, pero de esa clase de herosmo est
hecha laHistoria. Si los pueblos fuesen tenidos en cuenta nicamente
por los hechos cometidos asangre fra, los anales del mundo
registraran slo muy pocos de ellos.
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Captulo II: Los sentimientos y la moral de las masas
1. Impulsividad, inestabilidad e irritabilidad de las masas.
La masa est a merced de todas las causas estimulantes exteriores
yrefleja sus incesantes variaciones Los impulsos a los cuales la
masaobedece son tan imperiosos que aniquilan el sentido para el
interspersonal La premeditacin est ausente de las masas
Influenciasraciales.
2. Las masas son crdulas y fcilmente influenciables por
sugestin.La obediencia de las masas a las sugestiones Las imgenes
evocadas enla mente de las masas son aceptadas por ellas como
realidades Por questas imgenes son idnticas para todos los
individuos que componen unamasa Varios ejemplos de ilusiones a las
que estn sujetos los individuosde una masa La imposibilidad de dar
crdito al testimonio de las masas La unanimidad de numerosos
testigos es una de las peores pruebas quepueden ser invocadas para
establecer un hecho El escaso valor de lasobras de historia.
3. La exageracin y la espontaneidad de los sentimientos de las
masas.Las masas no admiten dudas o incertidumbres y siempre
recurrirn aextremos Sus sentimientos son siempre excesivos.
4. La intolerancia, la dictatorialidad y el conservativismo de
las masas.Las razones para estos sentimientos La servilidad de las
masas frente auna autoridad fuerte Los instintos momentneamente
revolucionariosde las masas no les impiden ser extremadamente
conservadoras Masasinstintivamente hostiles al cambio y al
progreso.
5. La moralidad de las masas.La moralidad de las masas, de
acuerdo a las sugestiones bajo las cualesactan, puede ser muy
inferior o muy superior que la de los individuosque las componen
Explicaciones y ejemplos Masas raramente guiadaspor aquellas
consideraciones de intereses que son muy frecuentemente losmotivos
exclusivos del individuo aislado El papel moralizador de
lasmasas.
Habiendo indicado de un modo general las caractersticas
principales de las masas, nosqueda el estudiar estas caractersticas
en detalle.
Debe ser remarcado que entre las caractersticas especiales de
las masas hay varias talescomo impulsividad, irritabilidad,
incapacidad de razonar, la ausencia de juicio y deespritu crtico,
aparte de otras que casi siempre se observan en seres
pertenecientes aformas inferiores de la evolucin. Sin embargo,
meramente indico esta analoga al pasar;
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su demostracin excede el marco de este trabajo. Adems, sera
intil para personasfamiliarizadas con la psicologa de seres
primitivos y difcilmente aportara conviccin alos ignorantes de esta
materia.
Proceder ahora a la consideracin sucesiva de las diferentes
caractersticas que puedenser observadas en la mayora de las
masas.
1. Impulsividad, movilidad e irritabilidad de las masas
Al estudiar las caractersticas fundamentales de una masa,
afirmamos que sta es guiadacasi exclusivamente por motivos
inconscientes. Sus acciones estn por lejos ms bajo lainfluencia de
la mdula espinal que bajo la del cerebro. En este sentido, una masa
es muysimilar a seres bastante primitivos. Las acciones pueden se
perfectas en lo que respecta asu ejecucin pero, puesto que no estn
dirigidas por el cerebro, el individuo se comportade acuerdo con lo
que pueden llegar a disponer los estmulos a los cuales est
expuesto.Una masa est a merced de todos los estmulos externos y
refleja las incesantesvariaciones de los mismos. Es la esclava de
los impulsos que recibe. El individuo aisladopuede estar sometido a
las mismas causas estimulantes que el hombre en una masa,
pero,puesto que su cerebro le muestra lo poco aconsejable que sera
ceder ante estas causas, seabstiene de seguirlas. Esta verdad puede
ser expresada psicolgicamente diciendo que elindividuo aislado
posee la capacidad de dominar sus actos reflejos mientras que una
masacarece de esta capacidad.
Los impulsos variables a los cuales obedece la masa pueden ser,
de acuerdo a susestmulos causales, generosas o crueles, heroicas o
cobardes, pero siempre sern tanimperiosos que el inters del
individuo, incluso el inters de autoconservacin, no lasdominar.
Siendo los estmulos que actan sobre las masas tan variados y siendo
que lasmasas siempre las obedecen, el resultado es que las masas
son, por consecuencia,extremadamente inestables. Esto explica cmo
es que las vemos pasar de un momento aotro, de la ferocidad ms
sanguinaria a la ms extrema generosidad y al ms extremoherosmo. Una
masa puede fcilmente hacer el papel de verdugo pero, con la
mismafacilidad, el de un mrtir. Son las masas las que han
suministrado el torrente de sangreque constituye el prerrequisito
para el triunfo de todo credo. No es necesario retrotraersea las
eras heroicas para ver de qu son capaces las masas en esta ltima
direccin. Nuncamezquinan sus vidas en una insurreccin y, no hace
mucho, un general, volvindosesbitamente popular, podra haber
fcilmente hallado cien mil hombres dispuestos asacrificar sus vidas
por su causa de habrselo demandado [ [4] ].
Cualquier manifestacin de premeditacin por parte de las masas
est, por lo tanto, fuerade discusin. Pueden estar animadas
sucesivamente por los sentimientos ms contrarios,pero siempre
estarn bajo la influencia de los estmulos del momento. Son como las
hojasque una tempestad arremolina y desparrama en todas direcciones
para luego dejarlas
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caer. Cuando ms adelante estudiemos ciertas masas
revolucionarias, daremos algunosejemplos de la variabilidad de sus
sentimientos.
La inestabilidad de las masas las hace muy difciles de gobernar,
especialmente cuandouna medida de la autoridad pblica ha cado en
sus manos. Si las necesidades de la vidacotidiana no constituiran
una suerte de regulador invisible de la existencia, lasdemocracias
apenas si podran existir. An as, a pesar de que los deseos de las
masas sonfrenticos, no resultan durables. Las masas son tan
incapaces de querer como de pensarpor largo tiempo.
Una masa no es solamente impulsiva e inestable. Como un salvaje,
no est preparadapara admitir nada que pueda interponerse entre su
deseo y la realizacin de este deseo.Menos todava ser capaz de
entender un obstculo de esa ndole a causa del irresistiblepoder que
le otorga su fuerza numrica. La nocin de imposibilidad desaparece
para elindividuo que est en una masa. Un individuo aislado sabe muy
bien que l solo no puedeprenderle fuego a un palacio o desvalijar
un negocio y, si fuera tentado a hacerlo,resistira fcilmente la
tentacin. Hacindose parte de una masa, percibir el poder que
leotorga el nmero y ser suficiente con sugerirle ideas de muerte o
de saqueo para hacerleceder inmediatamente a la tentacin. Un
obstculo inesperado ser destruido con furiafrentica. Si el
organismo humano permitiese la perpetuidad de una pasin
furiosa,podra decirse que la condicin normal de una masa refrenada
en sus deseos esjustamente ese estado de pasin furiosa.
Las caractersticas fundamentales de la raza, que constituyen la
fuente invariable de lacual surgen todos nuestros sentimientos,
siempre ejercen una influencia sobre lairritabilidad de las masas,
su impulsividad y su inestabilidad, al igual que sobre todos
lossentimientos masivos que estudiaremos. Todas las masas son,
indudablemente, siempreirritables e impulsivas, pero con grandes
variaciones de grado. Por ejemplo, la diferenciaentre una masa
latina y una anglosajona es notable. Los hechos ms recientes de
laHistoria de Francia arrojan una vvida luz sobre este punto. Hace
veinticinco aos, lamera publicacin de un telegrama informando
acerca del insulto que supuestamentehabra ofendido a un embajador
fue suficiente para producir una explosin de furia a laque sigui
inmediatamente una guerra terrible. Algunos aos ms tarde, el
anunciotelegrfico de un revs insignificante en Langdon provoc una
nueva explosin que trajoconsigo el derrocamiento instantneo de un
gobierno. Simultneamente, un revs muchoms serio sufrido por la
expedicin inglesa en Khartoum produjo solamente una leveemocin en
Inglaterra y ningn ministerio result afectado. En todas partes las
masas sedistinguen por tener caractersticas femeninas, pero las
masas latinas son las msfemeninas de todas. Quienquiera que confe
en ellas, puede rpidamente obtener undestino brillante, pero al
hacerlo estar perpetuamente bailando al borde de un precipiciocon
la certeza de ser despeado por l algn da.
2. La sugestionabilidad y la credulidad de las masas
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Al definir a las masas dijimos que una de sus caractersticas
generales era la de unaexcesiva sugestionabilidad y hemos mostrado
hasta qu punto las sugestiones soncontagiosas en toda aglomeracin
humana; un hecho que explica la rpida orientacin delos sentimientos
de una masa en una direccin definida. Por ms indiferente que se
lasuponga, una masa, por regla general, se halla en un estado de
atencin expectante quefacilita la sugestin. La primer sugestin que
le sea formulada se implantarinmediatamente, por medio de un
proceso de contagio, en los cerebros de todos losreunidos y la
orientacin idntica de los sentimientos de la masa ser
inmediatamente unhecho consumado.
Al igual que en el caso de las personas bajo la influencia de la
sugestin, la idea que hapenetrado en el cerebro tiende a
transformarse en accin. Sea que la accin impliqueprenderle fuego a
un palacio o involucre un autosacrificio, la masa se prestar a ella
con lamisma facilidad. Todo depender de la naturaleza del estmulo
desencadenante y ya no,como en el caso del individuo aislado, de
las relaciones existentes entre la accin sugeriday la suma total de
las razones que pueden esgrimirse en contra de su realizacin.
En consecuencia, una masa perpetuamente balancendose al borde de
la inconciencia,pronta a ceder a todas las sugestiones, poseyendo
toda la violencia de sentimiento propiade los seres que no pueden
apelar a la influencia de la razn, desprovista de toda
facultadcrtica, no puede ser ms que excesivamente crdula. Lo
improbable no existe para unamasa y es necesario tener esta
circunstancia bien presente para comprender la facilidadcon la cual
las leyendas y las historias ms improbables resultan creadas y
propagadas [[5] ].
La creacin de leyendas que tan fcilmente consiguen circular en
las masas no es sloconsecuencia de su extrema credulidad. Tambin es
el resultado de las prodigiosasperversiones que los eventos sufren
en la imaginacin de una multitud. El evento mssimple que cae bajo
la observacin de una masa muy pronto resulta
totalmentetransformado. Una masa piensa por medio de imgenes y la
imagen mismainmediatamente llama a otras imgenes que no tienen
ninguna conexin lgica con laprimera. Podemos fcilmente concebir
este estado pensando en la fantstica sucesin deideas que se nos
ocurren a veces cuando traemos a la mente cualquier hecho.
Nuestrarazn nos muestra la incoherencia que hay entre esas imgenes
pero una masa es casiciega para esta verdad y confunde el hecho
real con la distorsin que su imaginacin le hasobreimpreso. Una masa
apenas si percibe la diferencia entre lo subjetivo y lo
objetivo.Acepta como reales las imgenes evocadas en su mente aunque
con gran frecuenciatengan una relacin muy distante con el hecho
observado.
Parecera ser que son innumerables las formas en que una masa
distorsiona cualquierhecho del cual es testigo, desde el momento en
que los individuos que componen elconjunto poseen muy distintos
temperamentos. Pero no es ste el caso. Como resultadodel contagio,
las distorsiones son de la misma clase y toman la misma forma para
todos
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los individuos congregados.
La primera distorsin de la verdad, cometida por uno de los
individuos del conjuntoconstituye el punto de partida para la
sugestin contagiosa. Antes de que San Jorge seapareciese a todos
los Cruzados sobre los muros de Jerusaln, seguramente fue visto
enprimer lugar por uno de los presentes. Por la va de la sugestin y
el contagio, el milagrosealado por una nica persona fue
inmediatamente aceptado por todos.
Tal es siempre el mecanismo de las alucinaciones colectivas tan
frecuentes en la Historia alucinaciones que parecen tener todas las
caractersticas exigidas de autenticidad desdeel momento en que son
fenmenos observados por miles de personas.
Para combatir lo que precede, la calidad mental de los
individuos que componen la masano debe ser esgrimido. Esta calidad
no tiene importancia. Desde el momento en queforma parte de una
masa, la persona instruida y el ignorante son igualmente incapaces
deobservar.
Esta tesis puede parecer paradjica. Para demostrarla ms all de
toda duda seranecesario investigar un gran nmero de hechos
histricos y varios volmenes seraninsuficientes para el
propsito.
An as, como no quiero dejar al lector bajo la impresin de que
estoy haciendoafirmaciones indemostradas, le dar algunos ejemplos
tomados al azar del inmensonmero de los que podran ser citados.
El siguiente hecho, seleccionado entre las alucinaciones
colectivas de las cuales la masa esla vctima, es uno de los ms
tpicos porque se hallan en l individuos de toda clase, desdelos ms
ignorantes hasta los ms altamente educados. Dicho sea de paso, ha
sido relatadopor Julian Feliz, un teniente naval, en su libro
Corrientes Ocenicas y previamente fuecitado en la Revue
Cientifique.
La fragata Belle Poule se encontraba navegando en mar abierto
con el propsito deencontrar al crucero Le Berceau del cual haba
sido separada por una violenta tormenta.Era pleno da y a pleno sol.
De pronto, el viga dio la voz anunciando que haba visto
unaembarcacin precaria; la tripulacin mir en la direccin sealada y
todo el mundo, tantooficiales como marineros, claramente vieron una
balsa remolcada por botes, cubierta dehombres que estaban dando
seales de pedir ayuda. As y todo, esto no fue mas que unaalucinacin
colectiva. El almirante Desfosses hizo bajar un bote para rescatar
a losnufragos. Al irse aproximando al objeto avistado, los
marineros y los oficiales a bordodel bote vieron masas de hombres
en movimiento, estirando sus brazos pidiendo ayuda,y oyeron el
sordo y confuso ruido de un gran nmero de voces. Cuando llegaron de
hechoal objeto, se encontraron lisa y llanamente en presencia de
algunas ramas de rbolescubiertas de hojas que haban sido
arrastradas mar adentro desde la costa cercana. Anteuna evidencia
tan palpable, la alucinacin se desvaneci.
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El mecanismo de una alucinacin colectiva del tipo que hemos
explicado se ve claramenteen accin a travs de este ejemplo. Por un
lado tenemos a una multitud en atencinexpectante. Por el otro lado
tenemos una sugestin hecha por el viga anunciando la vistade una
embarcacin de nufragos en el mar, una sugestin que, por un proceso
decontagio, fue aceptada por todos los presentes, tanto oficiales
como marineros.
No es necesario que una multitud sea numerosa para que se
destruya la facultad de ver loque est sucediendo ante sus propios
ojos y para que los hechos reales sean sustituidospor alucinaciones
no relacionadas con ellos. Ni bien algunos pocos individuos se
renenya constituyen una masa y, an cuando sean hombres distinguidos
y educados, asumentodas las caractersticas de las masas en relacin
con las cuestiones que se encuentrenms all de su profesin. La
facultad de observacin y el espritu crtico que cada uno deellos
posee individualmente desaparecen al instante. Un ingenioso
psiclogo, el Sr.Davey, nos ofrece un muy curioso ejemplo sobre el
punto, recientemente citado en losAnnales des Sciences Psychiques y
que merece ser citado aqu. El Sr. Davey, luego deconvocar a una
reunin de distinguidos observadores, entre ellos uno de los
msprominentes cientficos de Inglaterra, el Sr. Wallace, ejecut en
su presencia y despus dehaberles permitido examinar los objetos y
colocar sellos en los lugares que quisieran,todos los fenmenos
espiritistas regulares como ser, la materializacin de espritus,
laescritura sobre tablillas etc. Despus de obtener de estos
distinguidos observadoresinformes escritos admitiendo que los
fenmenos observados solamente pudieron haberocurrido por medios
sobrenaturales, les revel que haban sido el resultado de trucos
muysimples. El aspecto ms sorprendente de la investigacin de
Monsieur Davey escribeel autor de este informe no es lo maravilloso
de los trucos en si mismos sino laextrema debilidad de los informes
redactados sobre ellos por los testigos no iniciados.Queda claro
que testigos, incluso numerosos, pueden dar testimonios
circunstancialescompletamente errneos pero cuyo resultado es que,
si sus descripciones seaceptan como exactas, los fenmenos que
describen resultan inexplicables por mediode trucos. Los mtodos
inventados por Mr. Davey fueron tan simples que uno seasombra de
que haya tenido el atrevimiento de utilizarlos; pero tena tal poder
sobre lamente de la masa, que logr persuadir a los presentes de que
vieron lo que no vean.Aqu, como siempre, tenemos el poder del
hipnotizador sobre el hipnotizado. Ms an,cuando se ve a este poder
en accin sobre mentes de un nivel superior y expresamenteinvitadas
a ser escpticas, se comprende cuan fcil es engaar a masas
ordinarias.
Los ejemplos similares son innumerables. En el momento de
escribir estas lneas, losdiarios estn llenos de la historia de dos
pequeas nias halladas ahogadas en el Sena.Para comenzar, estas nias
fueron identificadas de la manera ms irrefutable por mediadocena de
testigos. Todas las afirmaciones fueron tan enteramente
coincidentes que noqued duda alguna en la mente del juez de
instruccin. ste funcionario hizo extender elcertificado de defuncin
pero, justo en el momento en que se iba a proceder al entierro
delas nias, una simple casualidad revel que las supuestas vctimas
estaban vivas y que,ms an, las mismas tenan solamente una remota
semejanza con las nias ahogadas. Al
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igual que en varios de los ejemplos previamente citados, la
afirmacin del primer testigo vctima de una ilusin l mismo fue
suficiente para influenciar a los dems.
En casos similares, el punto de partida para la sugestin es
siempre la ilusin producidaen un individuo por reminiscencias ms o
menos vagas, seguida del contagio comoresultado de la afirmacin de
esta ilusin inicial. Si el primer observador es muyimpresionable,
frecuentemente ser suficiente que el cadver que cree reconocer
presente aparte de toda verdadera resemblanza alguna peculiaridad,
como ser una cicatriz, oalgn detalle ntimo que pueda evocar la idea
de otra persona. Esta idea evocada puedeluego convertirse en el
ncleo de una especie de cristalizacin que invade elentendimiento y
paraliza toda facultad crtica. Lo que el observador ve luego ya no
es elobjeto mismo sino la imagen evocada en su mente. Es de esta
manera que se explican elreconocimiento equivocado de un muerto por
su propia madre, como ocurri en elsiguiente caso, algo antiguo pero
recientemente reflotado por los diarios. En esta historiase pueden
rastrear precisamente las dos especies de sugestiones cuyo
mecanismo acabode indicar.
El nio fue reconocido por otro nio que se equivoc. As comenz la
serie dereconocimientos errados.
Ocurri una cosa extraordinaria. Al da siguiente de que un
escolar reconociese elcadver una mujer exclam: Por Dios!Es mi
hijo!
La mujer fue llevada hasta el cuerpo, examin las ropas y observ
una cicatriz en lafrente. Ciertamente dijo es mi hijo que
desapareci durante el pasado Julio. Me fuerobado y ha sido
asesinado.
La mujer era portera en la Rue du Four y su nombre era
Chavandret. Fue citado sucuado y, al ser interrogado, respondi: se
es el pequeo Filibert. Varias personasque viven en la misma calle
reconocieron al nio hallado en La Villette como FilibertChavandret.
Entre ellas estuvo el maestro del nio que bas su identificacin en
unamedalla que el chico llevaba.
Sin embargo, los vecinos, el cuado, el maestro y la madre
estaban equivocados. Seissemanas ms tarde fue establecida la
verdadera identidad del nio. El chico, oriundo deBordeaux, haba
sido asesinado all y trado a Pars por una empresa de transportes.
[[6] ]
Merece ser destacado que estas identificaciones en la mayora de
los casos resultanefectuadas por mujeres y nios lo cual equivale a
decir: por las personas msimpresionables. Nos muestran, al mismo
tiempo, el valor que tienen estos testigos en unacorte judicial. En
especial en lo que se refiere a los nios, sus declaraciones no
deberannunca ser admitidas. Los magistrados tienen el hbito de
repetir que los nios nomienten. Si poseyesen una cultura psicolgica
tan slo un poco menos rudimentaria de lo
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que es el caso sabran que, por el contrario, los nios mienten
invariablemente. Lamentira es indudablemente inocente, pero sigue
siendo una mentira a pesar de todo.Sera mejor decidir el destino de
una persona tirando una moneda al aire como contanta frecuencia se
ha hecho que hacerlo basndose en la evidencia de un nio.
Retornando a la facultad de observacin que poseen las masas,
nuestra conclusin es quesus observaciones colectivas son tan
errneas como pueden serlo y que con muchafrecuencia representan la
ilusin de un individuo quien, por un proceso de contagio,
hasugestionado a sus compaeros. Es posible multiplicar a placer los
casos que demuestranlo aconsejable que es considerar con el ms
profundo escepticismo la evidenciasuministrada por las masas. Hace
veinticinco aos miles de personas estuvieronpresentes en la clebre
carga de caballera de la batalla de Sedan y, sobre la base de
lostestimonios oculares contradictorios disponibles, todava sigue
siendo imposibledeterminar quien comandaba esa accin. El general
ingls Lord Wolseley ha demostradoen un libro reciente que se han
cometido gravsimos errores en la apreciacin de losincidentes ms
importantes ocurridos durante la batalla de Waterloo hechos que,
noobstante, han sido atestiguados por cientos de testigos. [ [7]
]
Hechos como stos nos muestran el valor del testimonio de las
masas. Hay tratados queincluyen la unanimidad de numerosos testigos
en la categora de las pruebas ms firmesque pueden ser invocadas
para fundamentar la exactitud de un hecho. Sin embargo, loque
sabemos de la psicologa de las masas nos muestra que los tratados
tendran que serreescritos en este punto. Los hechos sobre los
cuales existe la mayor cantidad de dudasson precisamente aquellos
que han sido observados por el mayor nmero de personas. Eldecir que
un hecho ha sido verificado simultneamente por miles de testigos
equivale adecir, por regla general, que el hecho real fue muy
distinto del relato aceptado que de l setiene.
De lo que precede resulta claro que las obras de Historia deben
ser consideradas como unproducto de la ms pura imaginacin.
Constituyen relatos arbitrarios de hechos malobservados, acompaados
de explicaciones que son el resultado de la reflexin. Escribiresta
clase de libros implica la ms absoluta prdida de tiempo. Si el
pasado no noshubiera legado obras literarias, artsticas y
arquitectnicas, en realidad no sabramosabsolutamente nada acerca de
los tiempos idos. Poseemos una sola palabra ciertaconcerniente a
las vidas de los ms grandes hombres que han desempeado un
papelpreponderante en la Historia de la humanidad hombre como
Hrcules, Buda oMahoma? Con toda probabilidad, no la tenemos. De
hecho y ms an, sus vidas realesposeen escasa importancia para
nosotros. Nuestro inters consiste en saber cmo fueronnuestros
grandes hombres tal como stos nos son presentados por la leyenda
popular.Son los hroes legendarios y de ninguna manera los hroes
reales los que hanimpresionado las mentes de las masas.
Desafortunadamente, las leyendas an cuando hayan sido
documentadas en libros de
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un modo preciso no poseen estabilidad interna. La imaginacin de
la masa lastransforma continuamente como resultado del transcurso
del tiempo y especialmentecomo consecuencia de causas raciales.
Existe un enorme abismo que separa alsanguinario Jehov del Antiguo
Testamento, del Dios del Amor de Santa Teresa; y elBuda
reverenciado en China no tiene rasgos en comn con el venerado en la
India.
No es necesario que los hroes se encuentren separados de
nosotros por siglos enterospara que su leyenda se transforme debido
a la imaginacin de la masa. En ocasiones estatransformacin tiene
lugar en apenas algunos aos. En nuestros das hemos visto como
laleyenda de uno de los ms grandes hroes de la Historia fue
modificada varias veces enmenos de cincuenta aos. Bajo los borbones
Napolen se convirti en una especie deidlico filntropo liberal, en
un amigo de los humildes quien, de cuerdo a los poetas,habra de ser
largamente recordado en los hogares modestos. Treinta aos despus,
estehroe amable se convirti en un sanguinario dspota quien, despus
de usurpar el poder ydestruir la libertad, provoc la masacre de
tres millones de hombres para satisfacer suambicin. Actualmente
estamos asistiendo a una nueva transformacin de la leyenda.Cuando
haya soportado la influencia de algunas docenas de siglos, los
hombres ilustradosdel futuro, enfrentados a estos contradictorios
relatos, quizs hasta lleguen a dudar de laexistencia misma del hroe
de la misma manera en que algunos de ellos hoy dudan de lade Buda,
y no vern en l ms que un mito solar o un desarrollo de la leyenda
deHrcules. Sin duda se consolarn fcilmente por esta incertidumbre
puesto que, mejoriniciados de lo que estamos hoy en da en las
caractersticas y en la psicologa de lasmasas, sabrn que la Historia
es escasamente capaz de preservar la memoria de cualquiercosa que
no sea un mito.
3. La exageracin y la ingenuidad de los sentimientos de las
masas.
Tanto si los sentimientos exhibidos por una masa son buenos o
malos, en todos los casospresentan el doble carcter de ser muy
simples y muy exagerados. En este aspecto, comoen tantos otros, un
individuo en una masa se parece a los seres primitivos. Incapaz
dedistinciones sutiles, percibe las cosas como un todo y se vuelve
ciego ante las gradacionesintermedias. La exageracin de los
sentimientos de una masa aumenta por el hecho deque cualquier
sensacin, una vez exhibida, se comunica muy rpidamente por un
procesode sugestin y contagio, aumentando considerablemente su
fuerza por la evidenteaprobacin de la cual es objeto.
La simpleza y la exageracin de los sentimientos de las masas
tienen por resultado queuna multitud no conoce ni duda ni
incertidumbre. Al igual que las mujeres,inmediatamente se vuelca a
extremos. Una sospecha, ni bien es anunciada, se transformaen
evidencia incontrovertible. El inicio de una antipata o
desaprobacin, que en el casodel individuo aislado no ganara fuerza,
se convierte en odio furioso cuando se trata delindividuo dentro de
la masa.
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La violencia de los sentimientos de las masas tambin se
incrementa, especialmente enmasas heterogneas, por la ausencia de
todo sentido de responsabilidad. La certeza deimpunidad una certeza
que se vuelve tanto ms fuerte mientras ms numerosa sea lamasa y la
nocin de una considerable fuerza impulsora debida al nmero,
hacenposibles para las masas, sentimientos y acciones imposibles
para el individuo aislado.Dentro de las masas, las personas
estpidas, ignorantes y envidiosas resultan liberadas desu sensacin
de insignificancia e impotencia volvindose posedas, por el
contrario, deuna nocin de podero brutal, temporal pero inmenso.
Desafortunadamente, esta tendencia de las masas a la exageracin
con frecuencia semanifiesta a travs de malos sentimientos. Los
mismos son un residuo atavstico de losinstintos del hombre
primitivo que, en el individuo aislado y responsable, el miedo
alcastigo obliga a reprimir. Es por esto que las masas resultan tan
fcilmente inducidas acometes los peores excesos.
An as, esto no significa que masas hbilmente influenciadas no
sean capaces deherosmo, o devocin, y de poner de manifiesto las ms
elevadas virtudes. Incluso soncapaces de manifestar ms de estas
cualidades que el individuo aislado. Prontotendremos ocasin de
volver sobre este punto cuando estudiemos la moralidad de
lasmasas.
Dada la exageracin de sus sentimientos, una masa se impresiona
solamente porsentimientos excesivos. Un orador que quiera movilizar
a una masa deber hacer un usoabusivo de afirmaciones violentas. El
exagerar, el afirmar, el recurrir a repeticiones y elnunca intentar
demostrar cosa alguna por medio de razonamientos, son los mtodos
deargumentacin bien conocidos por los oradores de actos
pblicos.
Ms an, una masa exigir una exageracin similar en los
sentimientos de sus hroes. Lascualidades visibles de los mismos
deben ser siempre amplificadas. Ha sido certeramenteobservado que,
sobre el escenario, una masa exige del hroe de la obra un grado de
coraje,moralidad y virtud que nunca se encuentra en la vida
real.
De un modo acertado se le ha dado importancia al punto de vista
con que las cosas sonvistas en el teatro. Tal punto de vista
existe, sin duda, pero sus reglas en su mayor parteno tienen nada
que ver con el sentido comn ni con la lgica. El arte de apelar a
las masases indudablemente de un orden inferior pero requiere
aptitudes bastante especiales.Muchas veces leyendo los guiones es
imposible explicar el xito de la obra. Los gerentesde los teatros,
cuando aceptan las obras, por regla general estn muy inseguros
respectode su xito porque, para juzgar la cuestin, debera ser
posible para ellos transformarse asi mismos en una masa. [ [8]
]
Charleys Aunt, rechazada por todos los teatros y finalmente
puesta en escena por unagente de bolsa, tuvo doscientas
representaciones en Francia y ms de mil en Londres.Sin la arriba
citada explicacin acerca de la imposibilidad de los empresarios
teatrales de
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hacer mentalmente las veces de una masa, seran inexplicables los
errores de juicio departe de individuos competentes que estn ms que
interesados en no cometer talesgraves errores. Este es un tema que
no puedo tratar aqu pero que podra tentar la plumade algn escritor,
familiarizado con los asuntos teatrales y que fuese al mismo tiempo
unsutil psiclogo un escritor como, por ejemplo, M. Francisque
Sarcey.
Aqu, una vez ms, si pudisemos embarcarnos en consideraciones ms
extensas,mostraramos la preponderante influencia de consideraciones
raciales. Una obra queprovoca el entusiasmo de la masa de un pas a
veces no tiene xito en otro, o bien tiene unxito slo parcial y
convencional, porque no pone en operacin influencias capaces
deactuar sobre un pblico alterado.