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263 XIV LAS REDES SOCIALES: ¿ADICCIÓN CODUCTUAL O PROGRESO TECNOLÓGICO? José A. García del Castillo (U. Miguel Hernández de Elche -España-) Carmen López-Sánchez (U. de Alicante -España-) Victoria Tur-Viñes (Universidad de Alicante -España-) Álvaro García del Castillo-López (U. Miguel Hernández de Elche -España-) Irene Ramos Soler (U. de Alicante -España-) 1. INTRODUCCIÓN E n la antigüedad, ante los avances científicos, se ge- neraba una gran reactancia que llevaba a los grandes pensadores a plantearse el futuro como algo inconsis- tente y carente de eficacia, entendiendo que sería mu- cho más dañino que beneficioso. Platón (370 a. de C.) en su diálogo Fedro, pone en boca de Sócrates lo que en su opinión representa la escritura, que haría perder
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Las redes sociales: ¿Adicción conductual o progreso tecnológico?

Mar 24, 2023

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XIVLAS REDES SOCIALES: ¿ADICCIÓN

CODUCTUAL O PROGRESO TECNOLÓGICO?

José A. García del Castillo (U. Miguel Hernández de Elche -España-)

Carmen López-Sánchez (U. de Alicante -España-)

Victoria Tur-Viñes (Universidad de Alicante -España-)

Álvaro García del Castillo-López (U. Miguel Hernández de Elche -España-)

Irene Ramos Soler (U. de Alicante -España-)

1. INTRODUCCIÓN

En la antigüedad, ante los avances científicos, se ge-neraba una gran reactancia que llevaba a los grandes

pensadores a plantearse el futuro como algo inconsis-tente y carente de eficacia, entendiendo que sería mu-cho más dañino que beneficioso. Platón (370 a. de C.) en su diálogo Fedro, pone en boca de Sócrates lo que en su opinión representa la escritura, que haría perder

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la tradición oral de los maestros y embrutecería a los discípulos:

“Padre de la escritura y entusiasmado con tu invención, la atribuyes todo lo contrario de sus efectos verdaderos. Ella no producirá sino el olvido en las almas de los que la conozcan, haciéndoles despreciar la memoria; fiados en este auxilio extraño abandonarán á caracteres materiales el cuidado de conservar los recuerdos, cuyo rastro habrá perdido su espíritu. Tú no has encontrado un medio de cultivar la memoria, sino de despertar reminiscencias; y das á tus discípulos la sombra de la ciencia y no la ciencia misma. Porque cuando vean que pueden aprender ‘muchas cosas sin maestros, se tendrán ya por sabios, y no serán más que ignorantes, en su mayor parte, y falsos sabios insopor-tables en el comercio de la vida” (Platón, 370 a. de C., 341).

Veintiún siglos después de que Platón escribiera este diálogo, McLuhan (1967) con su famoso axioma “el medio es el mensaje” nos induce a pensar que las tec-nologías harán que perdamos nuestra privacidad, entre otras muchas cosas:

“Los viejos y tradicionales conceptos de un pensar y de un actuar privados, aislados –los patrones de la tecnología mecá-nica- están muy seriamente amenazados por nuevos métodos de instantánea recuperación eléctrica de la información alma-cenada, por el banco de legajos procesados eléctricamente por computadoras… esa gran sección de chismes que no perdona ni olvida, de la cual no hay redención posible y que no deja borrar los primeros ‘errores’” (McLuhan, 1967, 12).

Las nuevas tecnologías han sabido establecerse en el espectro social de una forma meteórica y consistente, alcanzando una repercusión impensable hace pocos años atrás. Estamos asistiendo a una auténtica revolu-ción tecnológica, que incide poderosamente en las re-laciones sociales, pasando a un primer plano desde la virtualidad para convertirse en un motor universal de interconectividad. Conceptos básicos en la convivencia diaria de las personas como el de amistad, profesión,

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docencia o ciencia, entre otros, se convierten en deto-nantes de un nuevo e intrincado sistema de relaciones que cambian completamente su sentido primario, con-siguiendo que nuestro estilo de vida se transforme.

Las redes sociales, en su relativamente corta existen-cia, podemos estar hablando de dos décadas, han con-seguido modificar la realidad social. Se ha creado un nuevo entorno de comunicación y de relación donde confluyen diferentes desarrollos tecnológicos que avan-zan todos en la misma dirección. De hecho un teléfono móvil ha dejado de ser únicamente un instrumento de comunicación oral, que fue su misión tradicional, para pasar a contar con una amplia funcionalidad con diver-sas aplicaciones de comunicación además de la conver-sación convencional (Flores, 2009).

En términos positivos podemos aventurar que se ha dado un gran paso adelante, poniendo en contacto di-recto e inmediato a millones de usuarios, sin tener en cuenta la hora, el lugar o cualquier otra cuestión que pudiera mediatizar la interrelación entre personas y grupos. En términos negativos nos encontramos ante un más que posible comportamiento adictivo, por lo que conlleva de autorrefuerzo, además de las connota-ciones particulares que contiene este tipo de relación entre personas.

Pero siendo conscientes del gran avance que suponen las redes sociales, tal y como señala Díaz (2011), las redes virtuales pasan a ser redes reales con una impor-tante función social. Podríamos añadir que para los más jóvenes, el hecho de no estar en contacto a través de estas redes supone una forma de no existir, de exclusión social, de no estar integrado en el mundo de los demás, de no participar en los acontecimientos de su entorno, de llegar a estar ninguneados.

Para una gran cantidad de usuarios, resulta muy gra-tificante estar durante horas delante de la pantalla sin

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intromisiones y sin necesidad de tener contacto real con sus interlocutores, lo que se puede traducir en un deseo incontrolable de estar conectado permanentemente. De hecho, según un estudio elaborado por la Fundación Orange (2011), el 94,1% de jóvenes entre 16 y 24 años habían usado Internet en los tres últimos meses y un 85,3% entre 25 y 34 años. De estos altos porcentajes de usuarios, los estudios epidemiológicos hablan de un 77% de jóvenes entre 18 y 24 años que pueden consi-derarse adictos a las nuevas tecnologías (Masip, 2014).

Una utilización racional y coherente de las redes so-ciales implica un progreso personal, profesional, cientí-fico y de aprendizaje. Un uso abusivo desemboca en un comportamiento adictivo que, además, puede inducir de una forma latente a otras adicciones asociadas con estas redes o con el ciberespacio (sexo, compra, traba-jo,…). Por ello, una de las paradojas que confronta el uso racional y el adictivo es precisamente que cuanto más activo se muestra un usuario en las redes sociales más probabilidad tiene de potenciar nuevas oportunidades personales, laborales o académicas y más probabilidad tiene de generar una adicción, es decir, el fenómeno de la retroalimentación.

El objetivo general de este capítulo es analizar desde postulados teóricos, las ventajas de las redes sociales para el desarrollo personal, profesional y académico frente a la posibilidad de generar un comportamiento adictivo por un uso irracional y abusivo.

2. CONCEPTO Y USO DE LAS REDES SOCIALES

Internet es un entorno virtual donde los usuarios pueden publicar y compartir contenidos multimedia, jugar en línea con amigos, conocidos o desconocidos, recabar información de cualquier cosa, intercambiar ideas, conocimientos, opiniones, trabajar en equipo a

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distancia y un largo etcétera, que hacen de su uso una fuente interminable de posibilidades.

Las redes sociales o servicios de redes sociales, una de las muchas posibilidades que favorece Internet, se desarrollan hace poco más de una década (Social Me-dia Marketing, 2011) y provocan un impacto social de proporciones inusitadas, que sorprendieron incluso a sus creadores. Según la definición de Boyd y Ellison (2008), podemos decir que las redes sociales, o más concretamente los “servicios de redes sociales” (SRS) (entendidos éstos como páginas o servicios web), son comunidades virtuales donde las personas pueden crear un perfil propio y plasmar todo tipo de información personal interactuando con los perfiles de sus amigos en la vida real, así como conocer a nuevas personas con las que compartan algún interés.

Estos autores proponen tres etapas diferenciadas en-tre el nacimiento de las redes sociales y la situación ac-tual:

1. El primer periodo se caracteriza por la generación de numerosas redes sociales para acomodar los diferentes perfiles de los usuarios y potenciales usuarios.

2. El segundo periodo, hacia el año 2000, las redes sociales comienzan a aglutinar el espectro econó-mico mediante redes profesionales.

3. El tercer periodo, se caracteriza por el auge que adquieren las redes sociales y lo que éstas impli-can en la investigación de la comunicación.

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El uso prácticamente masivo de estas redes por parte de la población de adolescentes y jóvenes, acarrea una serie de diferentes ventajas y problemas asociados a las redes sociales como grupos más vulnerables. Además de cambiar la forma de comunicación convencional, como nos indica Carr (2013, 123) “hasta nuestra experiencia directa del mundo se empieza a ver mediatizada” en las redes sociales. Podríamos destacar otras características que están descollando singularmente y que abren nue-vas tendencias a los usos de las redes sociales:

1. Cambio estructural de las relaciones.

Una primera característica, que está desarrollándose con gran rapidez en las relaciones interpersonales de los más jóvenes, es el hecho de negarse la posibilidad de una relación cara a cara por considerarla imposible e intentar la relación por medio de las redes con la inten-ción de darse a conocer a los demás y que éstos cambien su forma de pensar. De conseguirlo puede convertirse en una ventaja sustancial para superar problemas de timidez o relación, siempre y cuando las relaciones se lleven a cabo dentro y fuera de la red.

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Un buen ejemplo de este hecho lo encontramos en Boyd (2008), en el relato siguiente:

“Si no estás en MySpace, no existes. Tengo 13 años y estoy en séptimo grado. No soy representante de los estudiantes, ni soy animadora, ni jefe del equipo de debate. No soy una chica guapa ni popular en mi clase. Soy un poco tímida y es muy difícil llegar a impresionar a mis compañeros para ser su ami-ga. Cuando me voy de vacaciones con mis padres tomo muchas fotografías y escribo sobre los lugares que visito y después los cuelgo en las redes sociales, porque creo que si mis compañeros leen lo que digo y cómo lo digo querrán ser mis amigos” (Boyd, 2008, 119).

2. Aumento de la vulnerabilidad.

Una segunda característica la encontramos en la so-breexposición de los más jóvenes en las redes sociales, hecho que los pone en una situación de vulnerabilidad ante muchos peligros potenciales. El exceso de con-fianza es una de las facetas más representativas de los preadolescentes y adolescentes. Muestra de ello es el estudio de Almansa, Fonseca y Castillo (2013), donde concluyen que la sobreexposición de los jóvenes entre 12 y 15 años en Facebook de población española y co-lombiana es patente. De hecho señalan que admiten a desconocidos como amigos e incluso ponen datos de teléfono móvil para contactar. En esta misma línea de alta vulnerabilidad encontramos el problema del cyber-bulling (Gámez, Orue, Smith y Calvete, 2013), que ge-nera en los acosados problemas clínicos de depresión, uso de sustancias y otros problemas comportamentales. Estos extremos, en principio altamente problemáticos, se pueden ver amortiguados por el propio aprendizaje dentro de las redes.

3. Disminución de la edad de inicio.

Una tercera característica en el uso de redes sociales se traduce en la tendencia marcada de un acceso cada

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vez más temprano. En el estudio de Colás, González y de Pablos (2013), con una muestra de 1.487 jóvenes con edades comprendidas entre los 13 y los 19 años, más del 94% comienza a utilizar las redes sociales entre los 10 y los 15 años de edad. En población portuguesa, de una muestra de 3.039 jóvenes entre 10 y 15 años, más del 90% acceden a las redes sociales (Almeida, Delicado y Alves, 2008). Así mismo desde el informe Obercom (2010), se afirma que más del 95% de los jó-venes entre 10 y 15 años utiliza acceso a Internet desde su casa, visitando sitios web, juegos y redes sociales. En muestras americanas, el 93% de jóvenes entre los 12 y los 17 años utilizan Internet y sus servicios de redes sociales (Lenhart, Purcell, Smith y Zickuhr, 2010). Es una ventaja destacable que los jóvenes tengan contacto con las nuevas tecnologías desde edades muy tempra-nas, siempre que su utilización esté mínimamente su-pervisada por los adultos de referencia.

4. Motivaciones de uso de redes sociales perfiladas.

Por último señalar que las motivaciones de los usua-rios jóvenes de redes sociales se van perfilando cada vez más, en cuanto a que los chicos acceden con la in-tención de cubrir necesidades de tipo emocional y las chicas lo hacen más en función de un uso relacional o social (Colás, González y de Pablos, 2013; Costa, 2011; Flores, 2009; De Haro, 2010). La aproximación a las redes sociales desde estos perfiles favorece un desarrollo normalizado en los jóvenes, que puede fomentar nue-vos valores. Según señalan Espinar y González (2009), el mayor atractivo que encuentran los jóvenes con las redes sociales virtuales es que satisfacen plenamente sus necesidades de comunicación, sin esfuerzo, de una forma divertida y con la máxima inmediatez.

Para tener un buen uso de las redes sociales, habría que contar con algunas estrategias de prevención o fac-tores de protección (Ramón, 2010; Velasco, 2014):

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• Limitar las horas de conexión de una forma pac-tada y racional.

• Fomentar y potenciar actividades diferentes a la conexión (deportes, salir con los amigos, lectura, cine, voluntariado, trabajo en equipo,…).

• Ser muy cauteloso con la información que se sube a las redes sociales (datos personales, fotografías, videos,…).

• Promocionar al máximo la comunicación con la familia, los amigos, los conocidos,…

En los últimos años han adquirido una gran relevancia las redes sociales profesionales y académicas, poniendo en contacto a usuarios que buscan empleo con emplea-dores, en las de carácter profesional, y facilitando la visibilidad del conocimiento científico mediante redes sociales académicas. Aunque como señalan Barrajón y Tur-Viñes (2014): “Existe un gran desconocimiento en cuanto al potencial de las nuevas tecnologías como medio potenciador de la calidad en la comunicación, y más concretamente de las redes sociales como recurso educativo, tanto por parte del alumnado como del pro-fesorado, ya que los resultados obtenidos demuestran que los docentes no hacen un uso educativo de esta herramienta” (Barrajón y Tur-Viñes, 2014, 61).

3. COMPORTAMIENTO ADICTIVO Y REDES SOCIALES

Muchas de las fronteras entre un comportamiento normal y un comportamiento adictivo, están aún por determinar, sobre todo cuando hacemos referencia a las adicciones comportamentales o psicológicas. Las pri-meras referencias a las adicciones psicológicas son ya clásicas, Marlatt y Gordon (1985) ya señalaban que las conductas habituales y cotidianas como comprar, traba-jar, jugar, etc., que cuentan con efectos altamente refor-

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zantes para la gran mayoría de las personas tienen a su vez una característica de inmediatez en el refuerzo, lo que las hace potencialmente adictivas.

No obstante, este argumento tan alarmante, no nos puede inducir a pensar que cualquier comportamien-to reforzante e inmediato nos llevará irremisiblemente a una adicción, porque todos estos comportamientos contienen muchos beneficios en potencia que la mayo-ría de las personas saben canalizar sin llegar a generar un problema de salud (García del Castillo, 2013). Ac-tualmente la American Psychiatric Association (APA) no reconocen la mayoría de estos comportamientos como adictivos, entre otros motivos porque se siguen calificando más como un problema del control de im-pulsos que como una adicción propiamente dicha (Bru-gal, Rodríguez-Martos y Villalbí, 2006).

Posiblemente la postura más aceptada se apoya en el modelo biopsicosocial de Griffiths (2005), que compa-ra el abuso de sustancias químicas (alcohol, tabaco y otras drogas) con la adicción a las nuevas tecnologías. Los criterios clínicos que formula se pueden agrupar en los siguientes (García del Castillo, 2013, 9).

• Saliencia: Cuando una actividad particular se con-vierte en la más importante en la vida de la per-sona, dominando sus pensamientos, sentimientos y conductas. Un ejemplo orientado a la adicción de las redes sociales: “Me paso la mayor parte del tiempo observando lo que hacen los demás en las redes sociales (o pensando en hacerlo)”.

• Cambios de humor: Experiencia subjetiva que re-latan las personas al implicarse en una actividad particular. Se puede expresar como “sentir un su-bidón”, sentimientos desestresantes o tranquili-zantes de escape, disforia. Un ejemplo orientado a la adicción de las redes sociales: “Cuando estoy

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participando activamente en las redes sociales me olvido completamente de todos mis problemas”.

• Tolerancia: aumento necesario de cualquier cosa, para llegar a sentir los mismos efectos que al prin-cipio. Un ejemplo orientado a la adicción de las redes sociales: “Cada vez paso más tiempo jugan-do en las redes sociales para sentirme bien”.

• Síndrome de abstinencia: Sentimientos de inco-modidad o estado físico, psicológico, social desa-gradable cuando una actividad se reduce de forma súbita. Un ejemplo orientado a la adicción de las redes sociales: “Me siento muy mal, si por algún motivo no puedo dedicar mi tiempo a participar activamente en las redes sociales”.

• Conflicto: Conflictos interpersonales o consigo mismo (intra psíquico). Son conscientes de que tienen un problema, pero no pueden controlar (experiencia subjetiva de pérdida de control). Un ejemplo orientado a la adicción de las redes so-ciales: “Por pasar demasiado tiempo participando activamente en las redes sociales he tenido proble-mas con mis mejores amigos”.

• Recaída: Tendencia a volver a los patrones origi-nales de la actividad después de un periodo de abstinencia. Un ejemplo orientado a la adicción de las redes sociales: “Si paso algún tiempo sin conectarme a las redes sociales cuando lo vuelvo a hacer mi actividad sigue siendo la misma”.

Aunque no contemos aun con un criterio único de diagnóstico, el abuso de las nuevas tecnologías pasa ne-cesariamente por Internet como primer motor, generan-do unos postulados claros en dos direcciones: Por una parte la consideración de poder ser adicto a las redes por sí mismas y en segundo lugar que el uso de Internet

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te lleve a otras adicciones psicológicas (sexo, compra, redes sociales, etc.) (García del Castillo, 2013).

Sabemos que a mayor frecuencia de uso, mayor pro-babilidad de adicción futura. Los usuarios con una fre-cuencia alta de uso de Internet tienen un perfil que cuenta con las siguientes variables psicosociales: ten-dencia a la introversión; sentimientos de incapacidad para relacionarse con los demás; relaciones sociales in-cómodas; búsqueda de refuerzos sociales sin necesidad de tener contacto real (García del Castillo, Terol, Nieto, Lledó, Sánchez, Martín y Sitges, 2008).

Como hemos visto anteriormente, las redes sociales no significan en sí mismas un problema y cuentan con mu-chos beneficios potenciales para los usuarios moderados. Lo que realmente puede generar una conducta de adicción a las redes sociales no es el patrón de conducta que está implicado, sino la relación que una persona establece con esa conducta (Alonso, 1996; Echeburua y Corral, 2009).

Los síntomas que pueden indicarnos la diferencia entre uso y abuso de las redes sociales las propuso Young (1998):

• Tiempo de conexión alto (recortando el sueño, las obligaciones,…).

• Sustituir el estar conectado por otras actividades relevantes (contacto familiar, relaciones con ami-gos y conocidos,…).

• Obsesionarse con estar conectado.

• Ser reprendido por abusar de la frecuencia y tiem-po usando la red, llegando incluso a mentir del tiempo real que pasa conectado.

• Intentar conectarse menos tiempo y fracasar.

• Disminuir el rendimiento laboral y académico.

• Sentirse contento anormalmente cuando está co-nectado.

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Los factores de riesgo involucrados en el abuso de las redes sociales, los podemos agrupar en las siguientes variables (Echeburúa, 2012):

• Vulnerabilidad psicológica.

• Estrés.

• Familias disfuncionales.

• Presión social.

Un uso elevado, que conlleva el consiguiente ries-go de adicción a las redes sociales virtuales, está asociado también a variables de personalidad que podríamos agrupar en las siguientes (García del Castillo, 2013):

• Personalidad narcisista (La Barbera, La Plagia y Valsavoia, 2009).

• Extroversión, Neuroticismo y apertura a nuevas experiencias (Correa, Hinsley y de Zuniga, 2010).

• Aburrimiento y búsqueda de soledad (Zhou y Le-ung, 2012).

• Asociación entre un grado de extroversión alto y un bajo compromiso (Wilson, Fornasier y White, 2010).

• Extroversión para mejorar las relaciones e intro-versión para amortiguar la falta de relaciones (Kuss y Griffiths, 2011).

• Ansiedad alta, estados depresivos y falta de habi-lidades sociales (Herrera, Pacheco, Palomar y Za-vala, 2010).

4. CONCLUSIONES

Queda suficientemente probado que estamos en una encrucijada difícil de resolver, porque los posibles bene-ficios de las redes sociales virtuales son muchos y varia-

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dos, así como sus peligros potenciales. Podríamos aven-turar que ocurre algo similar, salvando las distancias, con el consumo de algunas sustancias de abuso, que médicamente tienen unas propiedades insustituibles, como por ejemplo el opio, pero que empleadas de una forma arbitraria y recreativa, se convierten en auténti-cos desastres para la salud y el entorno de quienes las consumen.

En principio el uso moderado y controlado de las redes sociales virtuales es altamente beneficioso como hemos indicado. Caldevilla (2010), por su parte, seña-la que ayudan al avance de las tecnologías, modifican el periodismo clásico facilitando la información de for-ma inmediata, permiten aprender y mejorar idiomas, desarrollar nuevas aficiones, mejorar la interactividad, etc. Pero como también afirma el autor, al final el uso que se hace de las redes depende de las intenciones y los criterios éticos y morales de los usuarios. Podemos añadir que el problema no está en las redes sociales vir-tuales en sí mismas, sino en el uso que se hace de ellas, un axioma tan universal que serviría para multitud de cuestiones y situaciones.

Posiblemente una de las cuestiones que dificultan el estudio pormenorizado de los efectos adictivos de las redes sociales se encuentre en la rapidez con la que se desarrollan así como la gran cantidad de ramificacio-nes y derivaciones que generan. Los postulados de Carr (2013) acerca de los maleficios que están favoreciendo las nuevas tecnologías, habría que tenerlos muy pre-sentes. Se modifican esquemas básicos de la forma de pensar, del vocabulario, de la concentración entre otros muchos, pasando a ser mucho más superficiales.

Los riesgos de adicción, aunque no están claramen-te definidos y seguimos aun delimitando los criterios diagnósticos, se perfilan peligrosos para un gran núme-ro de usuarios que abusan del tiempo de conexión, que

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se refugian detrás de las tecnologías para no tener que enfrentarse a relaciones reales, que falsean sus vidas con datos ficticios para recrear nuevas identidades en las que sentirse más seguros, que abandonan sus activida-des y obligaciones para atender las necesidades que les generan las redes sociales como subterfugio de sus pro-pias carencias.

No podemos, ni debemos generalizar la problemática de estas tecnologías, pero si tenemos la obligación ética, moral y profesional de intentar canalizarlas adecuada-mente entre la población más joven. Sabemos positiva-mente cuáles son los factores de riesgo y de protección para afrontar una posible adicción a las redes sociales virtuales y por ello tendremos que poner en marcha los mecanismos que posibiliten que siga avanzando la tec-nología y que sigan disminuyendo los potenciales peli-gros que esta conlleva.

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