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Ducci: Las batallas urbanas
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Las batallas urbanasde principios del tercer milenio
Mara Elena DucciInstituto de Estudios Urbanos y Territoriales,
Pontificia Universidad Catlica de Chile
Este trabajo da cuenta de una reflexin sobre lo que est
sucediendo enel pas, y especficamente en Santiago, entre las
distintas fuerzas que seconjugan para dar forma a la ciudad, con
especial atencin al papel quedesempean las organizaciones de
ciudadanos. Partiendo de una concep-cin de la ciudad como
productora de crecimiento, se revisa la realidadchilena de fines
del segundo milenio y se muestran ejemplos concretosque ilustran la
forma como se est dando este juego de fuerzas siemprecambiante.
1. La ciudad como maquinaria de crecimiento
Un buen concepto para entender la forma en que funciona la
ciudad dehoy, cmo se van definiendo las propiedades de sus espacios
y decidiendoel futuro de sus habitantes, es el de mquina de
crecimiento (growthmachine) propuesto en 1976 por Harvey Molotch
(1976: 309330). A pesarde que algunas de sus observaciones fueron
desarrolladas hace ms deveinte aos para ciudades de Estados Unidos,
hay planteamientos que si-guen siendo vlidos y nos ayudan a
entender mejor ciertos procesos encurso hoy da en nuestras
ciudades. El concepto de maquinaria urbana noda cuenta cabal de
todas las fuerzas que en este momento cumplen unafuncin importante
en la dinmica urbana, pero sirve como base para avan-zar en la
comprensin de los complejos fenmenos que estn creando yrecreando la
ciudad de hoy.
Molotch (1976) sostiene que el suelo es el elemento bsico del
lugar y,al mismo tiempo, es un bien transable en el mercado, que
permite obtenerriqueza y poder. Por lo mismo, indica, algunas
personas muy importan-tes tienen un gran inters en el suelo urbano.
Por otra parte, el crecimien-
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Santiago en la globalizacin: Una nueva ciudad?
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to es la esencia poltica y econmica de cualquier ciudad o
localidad, porlo que pasa a ser un tema clave para las elites
locales, en torno al cualnecesitan llegar a acuerdos. La forma como
se produce este crecimiento,que implica poner en marcha una cadena
de fenmenos, es un tema fun-damental para las personas que se
preocupan por su localidad y que tie-nen los medios para
transformar su preocupacin en una fuerza poltica.Por esto,
sostiene, la ciudad es, para aquellos que cuentan, una mquinade
crecimiento (p. 310).
Once aos despus, Logan y Molotch (1987: 5098) desarrollaron
mseste concepto de maquinaria urbana, examinando quines son las
perso-nas y organizaciones con inters en determinados lugares y la
forma enque tales intereses afectan al territorio. Sostienen que,
para algunos, el suelourbano tiene un valor de cambio y, para
otros, un valor de uso, y queel Estado interviene en varios niveles
en la distribucin de los valores deuso y de intercambio. En
contraste con la retrica de valores de uso quegeneralmente marca el
discurso del gobierno, las polticas implementadasmuchas veces
promueven el crecimiento y el aumento de las rentas y raravez
fomentan los valores de uso (Molotch 1990: 3). Los empresarios
loca-les, por su parte, ven el suelo como un potencial valor de
cambio, por loque buscan constantemente aumentar el valor de su
zona atrayendo in-versiones hacia ella, pero sin tomar en cuenta el
efecto que esto puedatener en los residentes urbanos. Para estos
ltimos, ese mismo suelo tiene,adems y muchas veces en forma
predominante, un valor de uso, el que serelaciona directamente con
la calidad de vida, como se ver ms adelante.
La bsqueda del aumento de los valores de cambio tiene tal
fuerza,que las ciudades y, dentro de ellas, las distintas comunas,
compiten paraatraer inversiones hacia su territorio. Las ciudades
se organizan comoempresas dedicadas al incremento de los niveles de
renta agregados a tra-vs de la intensificacin del uso del suelo. Es
as como la ciudad se trans-forma en una mquina de crecimiento.
Surge, de esta forma, una ticadel crecimiento que penetra todos los
aspectos de la vida local, incluyen-do el sistema poltico, la
agenda de desarrollo econmico y hasta las orga-nizaciones
culturales. A pesar de que el crecimiento es generalmentepresentado
como algo positivo para todos los residentes, en realidad
lasventajas y desventajas del crecimiento se reparten en forma muy
desigual(Logan y Molotch 1987: 8597).
Al analizar la realidad actual chilena, y especficamente lo que
ocurreen Santiago, aparece un pequeo, pero muy importante, grupo de
perso-nas o empresas que manejan los bienes races y para las cuales
el suelo ysu desarrollo es la herramienta de generacin de riqueza
que las hace pe-sar en el contexto poltico nacional. Esta es la
elite a la que se refiere Molotch.Para sus miembros, la ciudad
necesita crecer, y en lo posible en extensin,ya que por lo general
son los propietarios de toda la periferia urbanadesde dcadas antes
de que el crecimiento de la ciudad llegue a ella. Estoexplica las
fuertes presiones a las que las empresas inmobiliarias y
cons-tructoras someten al Estado, a fin de que se permita extender
indefinida-mente los lmites de la ciudad. Sin embargo, tambin el
crecimiento se est
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Ducci: Las batallas urbanas
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dando como renovacin de zonas ms centrales, en las que se
aumenta ladensidad y la superficie vendible para abrir nuevas reas
al mercado delos bienes races. Es el caso de la renovacin de
Santiago Poniente, dondeantiguas y seoriales mansiones deterioradas
dan paso a edificios de has-ta veinte pisos que ofrecen vivienda
subsidiada.
1.1 Cmo se toman las decisiones en esta maquinaria urbana?
Edelman1 sostiene que existen dos tipos de polticas: por una
parte, laspolticas simblicas, que se refieren a los grandes temas,
como la mora-lidad pblica o las reformas institucionales, y estn
diariamente en los ti-tulares de la prensa. Un excelente ejemplo de
poltica simblica es el Plande Transporte Urbano 20002005 para la
Regin Metropolitana de Santia-go, publicado en la prensa el 8 de
noviembre de 2000. Si se toma en cuentaque en 1994 se public un
plan similar para el perodo 19952000 y que, delas medidas
propuestas entonces, no se ha cumplido ni siquiera un tercio,puede
esperarse que este nuevo plan vuelva a quedar mayoritariamenteen
buenas intenciones.
Por otra parte, existe una poltica implcita, a travs de la cual
se tomanlas decisiones que verdaderamente afectan a las personas.
Esta surge denegociaciones privadas en comits y comisiones de alto
nivel donde parti-cipan aquellos que cuentan, y por su intermedio
se decide cmo se dis-tribuyen los bienes y servicios entre los
distintos grupos de la sociedad.
Generalmente invisible, relegada a negociaciones entre comits,
este es eltipo de poltica que determina quin, en trminos
materiales, obtiene qu,dnde y cmo. (Molotch 1990: 313)
La calidad de vida de las personas que residen en la ciudad es
conse-cuencia, en gran parte, de las decisiones que se toman a
travs de estamaquinaria de crecimiento. En un contexto de
reestructuracin del Estadoy la economa en el cual se encoge cada
vez ms el mbito de accin esta-tal, la calidad de la vida urbana
pasa a depender fundamentalmente de lasdecisiones que los
inversionistas privados tomen acerca de determinadoterritorio. Como
la inversin privada, siguiendo su propia lgica interna,se centra en
aquellos proyectos y territorios donde la probabilidad de ga-nancia
es mayor, el resultado es una profunda segregacin urbana, de lacual
Santiago es uno de los ejemplos ms ntidos en Amrica Latina.
En Santiago, los barrios donde se concentra la mayor capacidad
econ-mica son comparables a muchos vecindarios de sectores medios
altos yaltos en pases del norte. Se despliegan en grandes
extensiones de territo-rio caracterizable como ciudad jardn, en que
las reas verdes y la bellezatienen un lugar preponderante y estn
servidos por modernos malls don-de se ofrecen todos los productos
de la globalizacin y el xito econmico.
1 Murray Edelman, The Symbolic Uses of Politics (Urbana:
University of Illinois Press, 1964),citado por Molotch (1976), p.
4.
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Santiago en la globalizacin: Una nueva ciudad?
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En el otro extremo estn las grandes extensiones de la ciudad
donde vivenlos ms pobres, caracterizadas por mala calidad de la
vivienda, falta dereas verdes, espacios pblicos inexistentes o
abandonados, escasez y malacalidad del equipamiento, etc. En la
generacin de estas reas tambinparticipa el sector privado (que en
Chile construye la mayor parte de lavivienda social), pero responde
a lo que la gente puede pagar, y al pare-cer los pobres no pueden
pagar ms que mala calidad, dimensiones mni-mas y fealdad.
En Estados Unidos, los gobiernos locales han descubierto que la
nicaforma de mejorar las condiciones de vida de su poblacin, es
conseguirfinanciamiento a travs de las inversiones que se realizan
en su territorio.Por ello, negocian con los inversionistas y les
exigen ciertas compensacio-nes para enfrentar los costos directos
de infraestructura asociados con susproyectos (agua, saneamiento,
caminos). Estas exigencias se ampliaron enlos aos noventa para
incluir efectos indirectos, como la congestin detrnsito vehicular
generada en lugares no inmediatos al proyecto en cues-tin.
ltimamente, los gobiernos locales estn exigiendo a los
inversionistascompensar ciertos costos sociales, por ejemplo
construyendo jardines denios en los edificios de oficinas,
albergues para jvenes en los hoteles delujo, o vivienda social con
sus condominios caros. Algunos gobiernos lo-cales llegan a exigir
capacitacin para el trabajo y/o apertura de los nue-vos empleos
generados a los residentes locales. Aunque las magnitudesactuales
de las exigencias son bastante bajas, es muy importante su
poten-cial para balancear la dotacin y calidad de los servicios, y
tienden a ha-cerse ms intensivos y generalizados en el futuro
(Molotch 1990: 313).
Este sistema de exigir compensaciones a los inversionistas es
una for-ma de pagar los costos sociales de las inversiones de
capital. Es un intentopor controlar (o influir) el crecimiento, y
constituye el instrumento msimportante, adems de la autoridad
establecida, para alcanzar una situa-cin ms equilibrada en las
condiciones de vida de la comunidad. Aunquees una forma imperfecta
de compensar la falta de polticas responsablesen el mbito estatal y
nacional, es mejor que la clase de estragos que ocu-rriran si las
mquinas de crecimiento mantuvieran su completa hegemo-na, sin
ninguna compensacin sobre el dao producido por el
desarrollo(Molotch 1990: 313).
Qu sucede en Chile, y especficamente en el caso de Santiago?
Loque ocurre es que las comunas ms ricas tienen la capacidad de
mejorar lacalidad de vida de sus habitantes, pero las diferencias
de ingresos y gastosentre ellas y las comunas ms pobres es abismal,
como lo muestra el si-guiente cuadro.
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Cuadro 1: Diferencias entre comunas ricas y pobres, Regin
Metropolitana de Santiago, 1997.Poblacin, ingresos y gastos
municipales per cpita (en pesos de 1998)
Comunas Poblacin Ingreso per cpita Gasto per cpita
Santiago 229.761 250.137 237.549Providencia 109.324 248.139
226.122Vitacura 83.510 193.525 187.646Las Condes 222.886 160.873
158.889La Granja 146.153 29.482 26.935Cerro Navia 164.768 30.162
26.177El Bosque 187.799 26.346 26.045La Pintana 230.758 28.701
24.242Promedio RM 66.592 63.158
Fuente: INE (1997); y Rodrguez y Winchester (2000), Cuadro
9.
Los cuatro municipios ms pobres incrementaron sus ingresos en
un21 por ciento y sus gastos en 37 por ciento entre 1992 y 1997, en
tanto quelos cuatro municipios ms ricos lo hicieron en 82 y 98 por
ciento, respecti-vamente, en el mismo perodo. El Municipio de
Santiago (centro original)gasta casi diez veces ms por habitante
que el municipio ms pobre, ycuatro veces ms que lo que gastan en
promedio todos los municipios dela Regin Metropolitana.
Si observamos la distribucin de la poblacin por niveles de
ingreso(Cuadro 2), resultan an ms evidentes las grandes diferencias
que se danentre las comunas de Santiago. Comunas como Vitacura,
Providencia yLas Condes, tienen un 3 por ciento o menos de poblacin
de los estratosms bajos (D y E), en tanto que, en el otro extremo,
hay once comunasdonde no reside nadie que pertenezca a los estratos
superiores (ABC1).
Cuadro 2: Regin Metropolitana de Santiago. Comunas
seleccionadas. Distribucin porcen-tual de la poblacin por grupos
socioeconmicos
Grupo socioeconmico
Comuna ABC 1 C2 C3 D y E
Santiago 3,2 66,3 30,5Providencia 35 62 3Vitacura 66,5 33,5 0Las
Condes 60,5 37 2,5La Granja 0 45,5 54,5Cerro Navia 0 22 78El Bosque
0 42,5 57,5La Pintana 0,6 16,5 82,9San Ramn 0 21,5 78,5Pealoln 0
27,5 72,5
Fuente: INE (1992).
Queda as en evidencia la extrema segregacin que presenta la
ReginMetropolitana de Santiago, la cual permite sostener que en su
interior co-existen diferentes ciudades. A pesar de la vigencia de
un fondo redistribu-tivo (FNDR, Fondo Nacional de Desarrollo
Regional) cuyo objetivo esdisminuir las inequidades entre comunas
mediante el traspaso de exce-
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Santiago en la globalizacin: Una nueva ciudad?
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dentes desde las ms pudientes hacia las ms pobres, estas ltimas
enfren-tan todo tipo de carencias, tambin relacionadas con la
excesiva segrega-cin que se da en la ciudad. As, las comunas ms
pobres concentran slovivienda social que no paga impuestos sobre la
renta, y los municipiostampoco perciben ingresos por pago de
servicios, por ejemplo, de recolec-cin de basura, ya que los
sectores de menores recursos estn exentos deeste pago.
Resulta as muy difcil en Chile, para las comunas ms pobres,
atraerinversiones que puedan proporcionar compensaciones
importantes. Poresta razn, es imprescindible perfeccionar el FNDR
para que realmentefuncione como un instrumento redistributivo, o
generar otros mecanis-mos (por ejemplo, acuerdos entre dos o ms
comunas) que permitan mejo-rar las condiciones de vida de los que
ms lo necesitan.
2. Los actores: El Estado y el sector privado
Los principales protagonistas de este juego que va dando origen
a laciudad y recrendola, son, entonces, el Estado, los grupos
privados y losciudadanos. Cada uno de ellos juega un papel
distinto, mientras el Estadointenta mediar en los conflictos que
van surgiendo entre los promotores debienes races y los ciudadanos,
al mismo tiempo que procura cumplir consus propios proyectos y
metas de desarrollo. Examinaremos en ms detallela funcin que cumple
cada uno de estos actores al interior de la maquinariaurbana. En
esta seccin trataremos los dos primeros, dejando el anlisis
delpapel que estn desempeando los ciudadanos para la seccin
siguiente, enla cual se examinan las batallas que sostienen en la
ciudad.
2.1 El Estado
El Estado chileno, al igual que la mayor parte de los estados
latinoameri-canos, ha pasado por ms de dos dcadas de
reestructuracin, proceso orien-tado a disminuir progresivamente el
tamao del aparato administrativo.Sus tareas se van restringiendo
cada vez ms a las de supervisin y genera-cin de normativas para
guiar el desarrollo. Su objetivo central es el desa-rrollo
econmico, el cual prioriza frente a otras demandas, a pesar de
undiscurso a favor de la redistribucin y del medio ambiente. Debe
reconocer-se, sin embargo, que el Estado chileno ha demostrado una
capacidad mayorque el de otros pases en desarrollo para dar
cumplimiento a las normativas;y tambin que, a pesar de los cambios
polticos, ha mantenido y perfeccio-nado diversas polticas sociales
que han determinado que los sectores mspobres tengan, en general,
un mejor nivel de vida que sus pares de otrospases en desarrollo
(PNUD 2000). Una expresin de lo anterior es el aumen-to sostenido
que ha experimentado el ndice de Desarrollo Humano del pasque
elabora anualmente Naciones Unidas. Chile ha pasado a ser uno de
los
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Ducci: Las batallas urbanas
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cuatro pases latinoamericanos considerados como pases de alto
desarrollohumano, como se observa en los siguientes cuadros.
Cuadro 3: Evolucin del ndice de Desarrollo Humano y PIB per
cpita (en dlares de 1995).Chile y Amrica Latina 197598
Ao 1975 1980 1985 1990 1998
IDH (ndice de Desarrollo Humano)Chile 0,702 0,736 0,753 0,780
0,826Amrica Latina y el Caribe 0,758PIB (Producto Interno
Bruto)Chile 1.842 2.425 2.345 2.987 4.784Amrica Latina y el Caribe
3.166 3.679 3.407 3.380 3.930
Fuente: PNUD, Informe de Desarrollo Humano 1999.
http://www.hdr.undp.org/reports/global/2000/en/pdf/hdr_2000_back1.pdf
Cuadro 4: ndice de Desarrollo Humano, 199099. Comparacin entre
pases latinoamericanos.
Ao 1999 1998 1990
Pases de alto nivel de desarrollo humanoChile 34 38 38Argentina
39 35 43Uruguay 40 39 32Costa Rica 45 48 40Pases de mediano nivel
de desarrollo humanoTrinidad y Tobago 46 50 39Venezuela 48 65
44Panam 49 59 54Mxico 50 55 45Colombia 57 68 61Cuba 58 56 62Ecuador
72 91 77Brasil 79 74 60Per 80 80 78Jamaica 82 83 59Paraguay 84 81
73Repblica Dominicana 88 87 80El Salvador 107 104 94Bolivia 112 114
110Honduras 114 113 100Guatemala 117 120 103Nicaragua 121 121
116Pases de bajo nivel de desarrollo humanoHait 152 150 125
Fuente: PNUD, Informe de Desarrollo Humano 1991, 1998, 1999.
Bsqueda Internet: http://www.undp.org/hdro/
En un mundo abierto a la globalizacin, donde las ciudades
compitenpor atraer capitales externos, el desarrollo urbano es, sin
duda, una pre-ocupacin central para el Estado, que debe generar las
condiciones parahacer atractivas las ciudades, en especial su
ciudad capital. A pesar de
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Santiago en la globalizacin: Una nueva ciudad?
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2 El documento Sistema de concesiones en Chile, 19902003, de la
Subsecretara deObras Pblicas, del Ministerio de Obras Pblicas,
Transportes y Telecomunicaciones,plantea que a partir de los aos
199293 comienza un plan de concesiones de obras atravs de capitales
privados (). Con la inversin privada se ejecutaron diversos
pro-yectos, entre otros: la autopista de La Serena a Puerto Montt
con unos 1.500 km en ochoconcesiones; Nueva Ruta 78: Santiago San
Antonio, Ruta 68: Santiago Valparaso Via del Mar, y Troncal Sur en
el Valle del Aconcagua; Ruta de la Madera y AccesoNorte Concepcin
(). Adems, se ha renovado y ampliado prcticamente todos nues-tros
aeropuertos (). Adems, en estos aos se construyen en la Regin
Metropolitanamodernas autopistas, como son Autopista Central,
Costanera Norte y dos sectores dela Circunvalacin Amrico Vespucio.
[http://www.mop.cl/documentos/Documento%20Concesiones%20Final.pdf
(Consultado el 10/12/2003)]
3 Est encargado de realizar y/o aprobar los planes reguladores
urbanos, principalesinstrumentos de la planificacin urbana del
pas.
ello, no parece existir un consenso o un plan explcito sobre el
modelo deciudad que se quiere alcanzar, y se est aplicando un
urbanismo frag-mentario (Ramos 1999), basado en megaproyectos
promovidos por la ini-ciativa privada (grandes desarrollos
residenciales, centros comerciales,industriales y de oficinas).
Paralelamente, el Estado se concentra en pro-ducir la vivienda
social y la infraestructura bsica para los sectores mspobres,
intentando generar condiciones de rentabilidad suficientes paraque
el sector privado se interese en su construccin.
Sin embargo, no puede olvidarse la importancia del papel que
desempeael Estado en la generacin de infraestructura, elemento
indispensable paradar accesibilidad al territorio y abrirlo al
mercado de bienes races. En los aosnoventa, cuando comenz a
aceptarse que los recursos de un Estado cada vezms pequeo se hacan
crecientemente limitados, se desarroll en Chile elmecanismo de las
concesiones como una forma de generar infraestructuracon capitales
privados, que recuperan su inversin cobrando, durante un tiem-po
determinado (2030 aos), por la utilizacin de esa infraestructura.
Conesta modalidad, se han construido as en el pas carreteras
interurbanas y vasintraurbanas en Santiago.2 Uno de los casos
analizados ms adelante tratasobre los intentos de construir la
primera va urbana concesionada en Santia-go, la Costanera Norte,
por ser terminada en el ao 2004.
Ahora bien, cuando se habla de el Estado, pareciera que se hace
refe-rencia a un Estado monoltico, que acta siempre en el mismo
sentido frenteal desarrollo de la ciudad. Es importante entender
que esto no es as y, enparticular, conocer mejor cmo participan las
instituciones del Estado quetienen una influencia ms directa en el
desarrollo urbano: los ministeriosde Vivienda y Urbanismo (Minvu),
de Obras Pblicas y de Transportes yTelecomunicaciones (MOPTT), y
los municipios, visualizados estos lti-mos como las instituciones
ms cercanas a los ciudadanos.
Aunque tericamente el ministerio responsable del desarrollo
urbanoen Chile es el de Vivienda y Urbanismo,3 sus capacidades son
limitadas y supostura frente al desarrollo urbano es muy diferente
a la de otros organis-mos del Estado. Esto es especialmente notorio
cuando se contraponen laspolticas de generacin de infraestructuras
que promueve el MOPTT y losplanes y propuestas del Minvu, siendo
las primeras las que han determina-
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Ducci: Las batallas urbanas
145
do, y siguen determinando, hacia dnde y cmo crece la ciudad,
dejandoobsoletas las propuestas del Minvu. El ejemplo de mayor
visibilidad en ladcada de los noventa en Santiago ha sido la
Costanera Norte, proyectoconcesionado del MOPTT actualmente en
ejecucin que promueve la exten-sin de Santiago hacia el nororiente,
en contra de las declaraciones constan-tes del Minvu respecto de la
urgencia de detener el crecimiento en extensinpara impedir un mayor
deterioro de la calidad de vida de los capitalinos.
La funcin del Minvu que ms ha impactado e impacta a la ciudad
esla produccin de viviendas sociales, cuya localizacin, desde los
aos se-tenta, ha sido guiada por las fuerzas del mercado, que las
ha empujadohacia una periferia seleccionada (preferentemente, el
sur y el norponientede la Regin Metropolitana), colaborando con
ello al aumento de la segre-gacin en la ciudad (Sugranyes
2000).
En 1994, despus de ms de treinta aos de la formulacin del
ltimoplan regulador de Santiago, el Minvu logr la aprobacin de un
nuevo PlanIntercomunal, con un objetivo central: frenar el
crecimiento en extensin dela ciudad, aumentando para ello la
densidad habitacional de 100 a 150 habi-tantes por hectrea como
promedio. Este plan gener airadas reacciones porparte del sector
privado, incluida la Cmara de la Construccin, que lleva-ron a la
Subsecretaria de Vivienda y Urbanismo a declaraciones pblicassobre
la flexibilidad que se le dara a esa normativa, segn la cual
cadaproyecto importante sera estudiado como un caso singular
(Tschorne 2000).Tales medidas no parecen sino reforzar la tendencia
a un urbanismo frag-mentario, a una ciudad hecha a pedazos por
medio de grandes proyectosinmobiliarios que responden a la lgica
del mercado.
Por otra parte, el organismo con mayor peso en lo que ocurre hoy
daen las ciudades es el responsable por la produccin de la
infraestructura:el MOPTT, cuya influencia y poder al interior del
aparato de Estado sonmuy superiores a los del Minvu. Tal poder est
ligado directamente con elmonto de los recursos que maneja, al ser
la entidad encargada de la gene-racin de las obras de
infraestructura ms relevantes: aeropuertos, carre-teras y
vialidades primarias, puentes, etc. En un contexto de
desvalorizaciny resistencia frente a la planeacin, son las grandes
obras de infraestructu-ra las que han estado definiendo hacia dnde
y cmo crece la ciudad.4 Elcaso ms emblemtico de la ltima dcada en
Santiago es la apertura ha-cia el aeropuerto de la Circunvalacin
Amrico Vespucio, terminada a fi-nes de los aos ochenta. Esta va
conect el hasta entonces aislado sectornorte de las comunas de
Huechuraba y Conchal con la zona oriente de lacapital, donde se
concentra la poblacin de mayores recursos, y abri todoun nuevo
mercado de expansin para los bienes races. La comuna deHuechuraba
pas a ser, de una trastienda de la ciudad con cierto desarro-llo
habitacional popular (originalmente, campamentos de la dcada de
lossesenta), a la prolongacin del barrio alto, donde, tras la
moderna franja
4 Planificadores como Marcial Echeique, profesor de Harvard y ex
asesor de dos minis-tros de Obras Pblicas en los aos noventa,
plantean que slo existe la planificacin dela infraestructura.
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Santiago en la globalizacin: Una nueva ciudad?
146
de industrias y servicios que bordean la carretera al
aeropuerto, se estconstruyendo la ciudad jardn de los aos 2000,
manifiestamente aisladade las zonas populares aledaas.
2.2 El sector privado
El sector privado, propietario muchas veces del suelo o el
capital o am-bos, intenta maximizar su ganancia de acuerdo a su
propia lgica interna, ypara ello procura continuar el crecimiento
ilimitado de la ciudad mediante laocupacin de las reas perifricas.
Cada uno de los promotores de bienes ra-ces intenta que el Estado
genere las condiciones para que sus terrenos aumen-ten su valor, y
paralelamente busca evitar al mximo los controles alcrecimiento,
oponindose a los instrumentos de planificacin que determi-nan
restricciones de uso y de densidad. Para ello utiliza mecanismos de
pre-sin poltica, como la capacidad potencial de la industria de la
construccinpara generar empleo, elemento de gran peso en una etapa
como la actual,cuando el desempleo ha pasado a ser la mayor
preocupacin nacional. Poreste afn de evitar los lmites del
crecimiento a la expansin urbana, ha surgi-do un creciente inters
en el sector privado por tener una voz y capacidad dedecisin en la
formulacin de los planes reguladores. Es as como ha desarro-llado
la ya mencionada campaa de oposicin al Plan Regulador
Intercomunalaprobado en 1994, el cual, desde la perspectiva de los
agentes inmobiliarios,limita sus derechos a obtener ganancias de
sus terrenos.
Al capital inmobiliario le interesa, como es lgico, obtener el
mximoposible de ganancia con el desarrollo de su terreno o proyecto
y, por lo mis-mo, dar prioridad a aquellos proyectos ms rentables,
como son los gran-des artefactos urbanos (malls, conjuntos de
oficinas, centros comercialesespecializados) (De Mattos 1999), y
barrios o conjuntos residenciales exclu-sivos. Pero tambin en este
caso sera un error considerar el capital inmobi-liario como un ente
monoltico, orientado unidireccionalmente. As comohay grandes
diferencias entre distintos organismos del Estado, tambin lashay
entre los intereses de los distintos grupos inmobiliarios, que a
vecescompiten ferozmente por mercados limitados. As, los
propietarios de terre-nos en diferentes sectores de la ciudad
intentarn conseguir el apoyo estatalpara aumentar el potencial (y
valor) del rea donde se localizan estos. Lavalorizacin de un sector
puede darse por medio de la introduccin o mejo-ramiento de la
infraestructura, mediante la liberalizacin de normativas o laoferta
de incentivos especiales para promover el desarrollo. De hecho,
esteltimo mecanismo es el que ha utilizado el Estado en Santiago
Ponientepara arrancar un proceso de renovacin de un rea de la
ciudad que estabaexperimentando un acelerado proceso de
desarrollo.5
5 Para lograr el repoblamiento de Santiago Poniente, la
Municipalidad de Santiago hizo unconvenio con el Minvu, el cual
duplic los subsidios habitacionales que se localizaran enesa rea,
abriendo as un nuevo nicho destinado a la construccin de vivienda
subsidiadapara sectores medios-bajos. Este programa ha logrado
atraer inversiones al rea, aunquea costa de la destruccin de gran
parte del patrimonio histrico de esa zona.
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Ducci: Las batallas urbanas
147
Un fenmeno que se est observando recientemente en Santiago es
lapropuesta de gigantescos megaproyectos residenciales y mixtos,
cuya ofertaest dirigida a sectores medios altos y altos. La oferta
potencial sobrepasacon mucho las posibilidades de demanda del
mercado inmobiliario y, dehecho, muchos de estos proyectos se han
quedado en esa fase. Una hipte-sis que parece acertada es que,
frente a un plan regulador que pone unlmite frreo al crecimiento,
los pequeos proyectos no tienen ningunaposibilidad de ser aprobados
en las instancias superiores (aunque el mu-nicipio los acepte, los
proyectos son detenidos en las instancias ministeria-les si no se
rigen por la normativa aprobada para la Regin Metropolitana).Por su
parte, los megaproyectos, que son tratados en forma especial,
hanmostrado una mucho mayor capacidad de ser autorizados como casos
ex-cepcionales (Poduje 2000). Si a lo anterior se suma el hecho de
que un te-rreno con permisos aprobados eleva en forma importante su
valor, que lospropietarios pueden solicitar crditos basados en el
valor del terreno y,adems, que esos crditos no necesariamente deben
ser utilizados en laconstruccin del proyecto, surge aqu un hbil
mecanismo legal para obte-ner financiamiento privilegiado que puede
ser invertido, por ejemplo, enactividades productivas o
financieras.
Aunque tradicionalmente el sector privado en Santiago inverta en
reasmuy seleccionadas, especialmente en el tringulo que se forma
desde elcentro de la ciudad hacia el nororiente, donde se
concentran los sectorescon mayor capacidad econmica, el rpido
avance econmico experimen-tado por el pas en la ltima dcada ha
determinado la aparicin de nue-vos nichos de mercado que permiten
la instalacin de nuevos centroscomerciales y el desarrollo de
vivienda no popular. Por una parte, los sec-tores medios y medios
altos, ahora ms numerosos, se han ido expandien-do hacia el
suroriente (Pealoln) y norponiente (Huechuraba). Tambin,las comunas
de La Florida y Puente Alto, con la consolidacin de un cadavez
mayor centro comercial y de oficinas (mall Plaza Vespucio)
apoyadopor la extensin del metro, adems del surgimiento de otros
centros co-merciales en el rea sur (mall de La Florida), han ido
cambiando su pobla-cin de origen predominantemente popular, por una
poblacin crecientede clase media.6 Al mismo tiempo, nuevos sectores
medios y medios bajosse estn instalando hacia el poniente de la
Regin Metropolitana (Maip),en torno a los nuevos centros
comerciales cuyo desarrollo se est dando enforma completamente
anloga a lo que ocurre en Estados Unidos, cuandose abre una nueva
rea de desarrollo suburbano.
6 Aunque no se aprecia una expulsin evidente de los sectores
populares originales, losnuevos grupos que llegan a la comuna
pertenecen a sectores medios.
-
Santiago en la globalizacin: Una nueva ciudad?
148
2.3 Relaciones entre actores: Obstculos para el funcionamiento
de lamaquinaria urbana?
El Estado, pieza esencial de la maquinaria urbana, suele tener
relacio-nes bastante complejas y hasta contradictorias con los
potencialesinversionistas en la ciudad, que en el mundo globalizado
de hoy, ademsde las elites locales, pueden ser grupos financieros y
compaas interna-cionales.
En su afn por promover el desarrollo, el Estado dedica parte
impor-tante de sus recursos a invertir en infraestructura, tanto
para aumentar laproductividad como para atraer la inversin de los
capitales. As, en sunivel central se toman las grandes decisiones
sobre la vialidad estructurante,los aeropuertos, la localizacin de
los grandes proyectos industriales, etc.Como estos elementos tienen
una gran importancia en la definicin de losvalores de cambio o, en
otras palabras, en la rentabilidad del territorio,diversos grupos
de intereses intentarn influir las decisiones estatales paraque
afecten positivamente al territorio que les pertenece. El principal
or-ganismo estatal involucrado en este proceso es el MOPTT, lo que
lo hace elinterlocutor primordial para el sector privado,
representado ya sea pormedio de asociaciones como la Cmara de la
Construccin, o directamen-te por grandes empresas transnacionales
interesadas en invertir en el pas.
Al mismo tiempo, otras instituciones estatales son vistas por el
sectorprivado como las principales generadoras de obstculos para
llevar adelan-te sus proyectos en la ciudad. Se refieren, en primer
lugar, al Ministerio deVivienda y Urbanismo, que a travs del Plan
Regulador fija lmites y deter-mina las caractersticas de potencial
crecimiento de las diferentes reas de laciudad. En el debate pblico
abierto por el sector privado, el Plan ReguladorIntercomunal
aprobado en 1994 es presentado como un freno a sus planesde
expansin. Pero son los municipios los que definen en forma ms
deta-llada el carcter de cada comuna por medio del Plan Regulador
Comunal y,lo que es ms importante, los que tienen la potestad de
dar los permisos deconstruccin de las nuevas obras proyectadas (por
medio de las Direccionesde Obras Municipales). De esta forma, pasan
a ser los interlocutores direc-tos de los gestores inmobiliarios
que deben cumplir con las normas fijadaspor estas entidades. En
esta capacidad, algunas veces se producen diferen-cias de criterios
entre el nivel central (Minvu) y el nivel municipal, ya queeste
ltimo hace todo lo posible por atraer inversiones a su territorio,
y llegaa aprobar proyectos que no son congruentes con la poltica
emanada delnivel central. Otras veces son las comunas las que
interfieren poniendo ba-rreras al aplicar normativas que detienen
ciertos proyectos, porque alcaldeso concejales los consideran
nocivos para su comuna. Por ejemplo, el paso deuna carretera
promovida por un ministerio central puede ser rechazado poruna
comuna, que considera que tal obra impacta negativamente a su
pobla-cin. El caso ms patente de este tipo de problemas se produce
en la ReginMetropolitana de Santiago con la localizacin de las
estaciones de transfe-rencia y los vertederos de basura, que han
sido rechazados por alcaldes yvecinos de distintas comunas
perifricas.
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Ducci: Las batallas urbanas
149
A partir de los aos noventa, las nuevas regulaciones ambientales
tam-bin han operado deteniendo o impidiendo el crecimiento o el
cambio enciertas reas. Desde la promulgacin de la Ley de Bases del
Medio Am-biente (1994) y del Reglamento de Evaluacin de Impacto
Ambiental (1997),la Comisin Nacional del Medio Ambiente (Conama) y
sus organismosregionales, las Comisiones Regionales del Medio
Ambiente (Corema), exi-gen el cumplimiento de determinadas
caractersticas para la aprobacinde los proyectos, para lo cual
exigen ya sea una declaracin de impactoambiental (DIA) o un estudio
de impacto ambiental (EIA). El EIA se hatransformado en una
potencial barrera para el desarrollo de proyectos ur-banos
importantes. No hay consenso acerca de qu tipo y qu dimensio-nes de
proyectos urbanos necesitan EIA, por lo cual todos los
gestoresinmobiliarios intentan que sus proyectos sean aprobados slo
con una de-claracin de impacto ambiental, la cual no requiere de
estudios exhausti-vos. No siempre lo logran y algunos proyectos son
forzados a desarrollarun EIA, el cual incluye, adems de complejos
estudios tcnicos, la partici-pacin de los ciudadanos.
Tambin las Corema pasan a tener un rol importante cuando
gruposde ciudadanos se oponen a un proyecto y solicitan que sea
evaluadoambientalmente. Esto, como se ver en el caso de la Plaza
Per, en Santia-go, tratado en el inciso siguiente, puede ser un
factor retardante de la eje-cucin del proyecto, elevando con ello
sus costos.
Al interior de este complejo mecanismo de funcionamiento de la
ma-quinaria urbana, el Estado tambin se relaciona con los
ciudadanos, conlos que necesita mantener una relacin satisfactoria,
porque es en ellosdonde se encuentra su base electoral. Aunque en
el discurso actual delEstado la participacin ciudadana tiene un
lugar preponderante, en la prc-tica la limita a presentar a los
ciudadanos interesados proyectos que hansido diseados por expertos,
para pedirles su opinin. Las decisiones setoman despus,
tcnicamente, lo que muchas veces genera fuertes rocesentre la
ciudadana y las autoridades. En ciertos momentos, algunos te-mas
pasan a ser conflictivos y se transforman en una fuente constante
depresiones polticas, como el ya citado de la instalacin de
vertederos debasuras. Este problema se ha ido arrastrando en
Santiago en la ltima d-cada y est llevando a que las soluciones
factibles resulten cada vez mscostosas.
Las relaciones del sector privado con el Estado, como se vio
anterior-mente, son complejas. Al mismo tiempo que los privados
solicitan el apo-yo estatal, presionan al Estado para obtener
acciones que les sean favorables,lo atacan constantemente por los
medios de comunicacin porque les ge-nera barreras, y paralelamente
negocian con las distintas instituciones paralograr maximizar su
ganancia al invertir en la ciudad.
En cuanto a los ciudadanos, el sector privado los considera en
princi-pio como un eventual enemigo, pero al mismo tiempo son sus
potencialesclientes, por lo que tambin necesita negociar con ellos
y ofrecerles cadavez mejores condiciones de vida para convencerlos
de comprar.
-
Santiago en la globalizacin: Una nueva ciudad?
150
7 La empresa constructora Copeva ha pasado a ser la imagen ms
visible del problema aescala nacional, pero los problemas de
calidad no slo son consecuencia de la accin deuna empresa
particular.
8 As pasaron a llamarse los bloques de departamentos y viviendas
que, para evitar elpaso del agua, fueron cubiertos por plsticos por
sus habitantes, cuestin que se harepetido cada invierno desde
1997.
Tampoco las relaciones entre los distintos actores permanecen
estti-cas, sino que pueden cambiar con las circunstancias. Un
ejemplo intere-sante en este sentido est en la construccin de
vivienda social que, hastamediados de los noventa, con el apoyo del
Estado, resultaba un negocioatractivo para el sector privado. En el
invierno de 1997, fuertes lluvias da-aron considerablemente ciertas
viviendas, cuya mala calidad pas a serun problema con dimensiones
polticas al iniciarse una serie creciente demovilizaciones de
grupos de beneficiarios que exigan reparaciones y de-mandaban a las
empresas constructoras.7 Desde entonces, parte importan-te del
sector privado decidi retirarse de este negocio, que ya no
resultatan atractivo al caer en la esfera de posibles demandas por
mala calidad,como de hecho est ocurriendo en forma progresiva. A
pesar de que no hahabido declaraciones oficiales sobre este tema,
casualmente los terrenosdisponibles en la periferia inmediata de la
mancha urbana de Santiagoelevaron sus costos de tal forma, que ya
no es posible construir en ellosvivienda social. Y esto ocurri
justamente en el perodo posterior a la ex-plosin del escndalo de
las casas de plstico de Copeva.8
Qu otras fuerzas se oponen a la maquinaria urbana en su bsque-da
del crecimiento? Un enemigo primordial del crecimiento es la falta
dedinamismo econmico, que impacta en forma negativa y directa al
merca-do de proyectos privados, haciendo desaparecer la demanda.
Esta situa-cin se vivi en Chile y en Santiago entre 1998 y 2003,
perodo en que sesintieron los efectos de la crisis asitica. Aunque
indirectamente ligada alo anterior, otra posible barrera para el
crecimiento de la ciudad es la faltade presupuesto para proyectos
del Estado; por ejemplo, para la construc-cin de las
infraestructuras que demanda el crecimiento. Este problema esel que
se ha tratado de revertir por medio de las concesiones, cuyos
resul-tados en el mbito urbano an estn por verse. Tambin el Estado
se es-fuerza en crear condiciones propicias para impulsar el inters
del sectorprivado por invertir en la ciudad, y es aqu donde las
distintas comunasentran en competencia intentando atraer
inversiones hacia su territorio.
3. La ciudadana y sus batallas
El tercer actor participante en este complejo mecanismo que crea
y trans-forma constantemente la ciudad, es el ciudadano; en
especial, los gruposde ciudadanos que se organizan para defender
algo que sienten importan-
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Ducci: Las batallas urbanas
151
te de su medio ambiente urbano, oponindose a la maquinaria de
creci-miento. Veremos con ms detalle, a travs de las luchas que
estn dandoen el Santiago actual, qu los mueve a organizarse, cmo
estn actuando ylos resultados que estn obteniendo al interior de
esta dinmica de oposi-ciones, conflictos y alianzas que da forma a
la ciudad.
Prcticamente todas las luchas importantes que han llevado o
estnllevando adelante grupos de ciudadanos de Santiago en la ltima
dcada,han sido contra algn proyecto que visualizan como una amenaza
para sucalidad de vida, el valor de sus propiedades o su salud.
Entre ellos, el temaambiental est ya tan estrechamente relacionado
con la calidad de vida,que las acciones ciudadanas bien pueden
definirse como movimientos porel medio ambiente urbano.
Los intentos de los grupos ciudadanos de influenciar el
desarrollo repre-sentan un esfuerzo autntico de las bases para
ganar el control sobre sufuturo urbano. (Molotch 1990: 188)
La mayor parte de los conflictos se producen en zonas internas
de laciudad, donde un proyecto (carretera, nuevo desarrollo
inmobiliario, an-tena de telefona celular, etc.) amenaza con
introducir cambios en el siste-ma de vida de los vecinos. Sin
embargo, en los ltimos aos, la resistenciade los vecinos y
gobiernos municipales a aceptar un vertedero, una crcelu otros
elementos parecidos, se est dando en las comunas de la
periferia,aun en aquellas con extensas reas sin urbanizar. Este
fenmeno de repu-dio de ciertos elementos urbanos indeseables que,
sin embargo, son ne-cesarios para el funcionamiento de la ciudad,
se ha generalizado en elmundo, y en Estados Unidos se conocen como
NIMBYs (not in my backyard) o LULUs (locally undesirable land use).
Este rechazo se est transfor-mando en uno de los problemas ms
complicados de la gestin urbanaactual y no est resuelto en
Santiago, como se hace evidente frente al pro-blema de la
basura:
Apenas se sabe de una iniciativa de relleno sanitario, vertedero
o estacinde transferencia, vecinos y autoridades comunales se
organizan para im-pedir su construccin. (Nadie los quiere cerca de
casa, El Mercurio, 2 denoviembre de 2000)
Uno de los casos ms sonados a principios de los noventa en la
ReginMetropolitana de Santiago fue el conflicto generado por el
gasoducto que,atravesando la cordillera desde Argentina con gas
natural, pasa por la co-muna de Pirque y transcurre cercano a
poblados perifricos a la zona ur-bana, cruzando algunas propiedades
rurales. Durante ms de dos aos,algunos vecinos influyentes de la
zona, unidos a grupos de habitantes delos poblados, intentaron
resistirse al paso del gasoducto por sus propieda-des, pero
finalmente, despus de una larga disputa en la que participaronel
gobierno central, la empresa constructora, los gobiernos locales y
losvecinos afectados, el gasoducto termin por construirse, previa
indemni-zacin a los afectados (Ibez 1996).
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Santiago en la globalizacin: Una nueva ciudad?
152
9 La organizacin surgida ha publicado una serie de documentos
donde se exponen losproblemas generados entre la poblacin; uno de
ellos, Rebrota el incendio de la indus-tria Mathiensen Polypac,
declaracin pblica, Comisin Lo Espejo de Accin Ciuda-dana por el
Medio Ambiente (ACPMA), 1999.
10 Son industrias cuyos procesos no son cabalmente conocidos por
las autoridades, nitampoco las caractersticas, toxicidad y destino
final de sus desechos.
Tambin a principios de los noventa, ante la construccin de una
nue-va lnea del metro que amenazaba con destruir un parque cntrico
de laciudad (el Parque Baquedano), los vecinos de clase media,
apoyados pororganizaciones ambientalistas, intentaron que se
cambiara el trazado paraconservar el tradicional sitio y sus
antiguos rboles, algunos de ms decincuenta aos. Despus de largos
meses de debate, cartas a los diarios,reuniones con los
responsables del proyecto, etc., no se cambi el trazado,pero la
empresa (estatal) hizo un detalladsimo estudio de la vegetacin yen
muchos casos traslad rboles para salvarlos. A pesar de que parte
delparque fue afectado, por primera vez en el pas una empresa
poderosacomo el Metro se tom tan en serio la opinin de los
ciudadanos.
Este tipo de movimientos ha ido en aumento, y constantemente
surgennuevos grupos, por lo general de clase media y media alta
(aquellos quecuentan, Molotch 1976: 2), que se oponen al aumento de
densidad en subarrio unifamiliar, a cambios de uso del suelo que
transformen su barrioresidencial en comercial, a la instalacin de
una antena de telefona celu-lar, etc.
Uno de los movimientos que se sale de este esquema por su
composi-cin bsicamente popular y que adquiri importancia, surgi en
diciem-bre de 1995 como consecuencia del incendio de una industria
qumica,Mathiensen Molypac, que gener una nube txica en medio de una
zonahabitacional popular, en la comuna de Lo Espejo, al sur de la
Regin Me-tropolitana de Santiago.9 El grupo de residentes afectados
fue pionero enponer en primera plana el problema de la equidad
ambiental, que ha he-cho revisar el gravsimo peligro que representa
para la poblacin la pre-sencia y manejo de materiales txicos en
zonas urbanas, las que siempreresultan ser zonas populares que han
crecido inmediatas a industrias nocontroladas.10 La poblacin y las
autoridades estn mucho ms alertas, ycualquier problema con
materiales txicos, por pequeo que sea, es am-pliamente publicitado
por los medios de comunicacin.
El rechazo de las antenas de telefona celular por grupos de
clase me-dia y media alta ha cobrado ltimamente gran fuerza en la
capital, llegan-do a afectar los intereses econmicos de las
empresas.
Tanto ha sido el escndalo con recursos de proteccin de por medio
ymanifestaciones callejeras que las compaas del rubro se
agruparon,creando a principios de ao [2000] la Asociacin de
Empresas de Telefo-na Mvil (Atelmo). (Nadie los quiere cerca de
casa, El Mercurio, 2 denoviembre de 2000)
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Ducci: Las batallas urbanas
153
Otro caso que ha generado la irritacin de un grupo de residentes
declase media alta que habitan en una zona unifamiliar de la comuna
deVitacura, es el proyecto de un conjunto de edificios cuya
construccin yase ha iniciado y que, de concretarse, al menos
duplicaran la densidad delbarrio acabando por completo con la
tranquilidad que lo caracteriza. Setrata del conjunto Parque Las
Amricas, cuyas dos primeras torres deveintids pisos estn siendo
terminadas, pero que debera completarse conuna serie de edificios
que sumarn ms de mil departamentos. Los veci-nos que se oponen han
formado una organizacin que han llamado Fu-riosos Vecinos en la que
participan algunos connotados profesionales yestn utilizando una
serie de recursos legales (recursos de proteccin, deilegalidad,
sumarios, etc.) para intentar detener la construccin.
Constan-temente estn exponiendo el caso en la prensa, aunque hasta
ahora el con-flicto no se ha resuelto y la empresa inmobiliaria
contina construyendo:
Con la ejecucin de este proyecto colapsarn las pocas y ya
congestiona-das avenidas de acceso los edificios tendran una
insuficiencia de unos600 estacionamientos, automviles que debern
estacionarse en las callesaledaas.
Ante esta situacin, un grupo creciente de vecinos decidimos
organizar-nos para defender el barrio, y estamos llevando a cabo
diversas iniciati-vas En los ltimos das algunos vecinos han debido
sufrir presiones yamenazas para que desistan de los nobles y
elevados propsitos que per-siguen. (Mara Teresa Infante, residente,
en carta a El Mercurio, 29 de oc-tubre de 2000)
A fines de 2000, en un caso mucho menos notorio pero que fue
destaca-do en la prensa como indito, en la misma comuna de
Vitacura, un gru-po de residentes de viviendas unifamiliares gan la
batalla legal contra laconstruccin de una torre de catorce pisos,
la cual fue detenida (El desa-fo es la calidad de vida, El
Mercurio, 17 de octubre de 2000).
Una discusin menor, pero que ha dado trabajo al alcalde de la
comu-na de Las Condes una de las ms ricas de la Regin Metropolitana
deSantiago es el rechazo de los vecinos a una fuente de agua. Como
partede la remodelacin de la Av. Isidora Goyenechea, con amplias
aceras pea-tonales y elegantes comercios en sus bordes, se construy
una fuente, cuyoproyecto fue donado a la comuna por un arquitecto
residente. Como laaltura excesiva de esta fuente impide la vista de
la fachada de la Iglesia deLos ngeles, remate de esta avenida,
docenas de vecinos se han manifes-tado por medio de la prensa
pidiendo la demolicin de la flamante obra.Independientemente de los
resultados que se obtengan, es destacable laimportancia que los
vecinos de las clases medias altas dan a la esttica desu barrio, y
especialmente de lugares simblicos que slo muestran suimportancia
cuando se ven amenazados.
De todas estas luchas, unas menores y otras mayores, ms o
menosprolongadas y fallidas o exitosas, hay dos situaciones
particulares en lasque nos interesa profundizar, ambas vigentes en
la ciudad de Santiago a
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Santiago en la globalizacin: Una nueva ciudad?
154
fines del ao 2000. La primera, en torno a la Plaza Per, como la
mayorparte de las batallas que reciben publicidad, se est dando en
un barrio declase media alta. La segunda, en cambio, relacionada
con la CostaneraNorte, tiene una composicin socioeconmica
heterognea y ha pasado aser el movimiento urbano ms significativo
de la dcada en el pas.
3.1 Plaza Per
La polmica en torno a la Plaza Per se inici en 1998, cuando la
Muni-cipalidad de Las Condes, regida tradicionalmente por
autoridades de de-recha, llam a licitacin para la construccin de un
estacionamiento detres pisos en el subsuelo de la Plaza Per, bajo
el rgimen de concesiones.Esta es una plaza vecinal situada en un
barrio residencial de clase mediaalta, muy cercano a una zona
comercial y de oficinas. A pesar de la relati-vamente escasa
importancia de la plaza y de que no posee un patrimoniovegetal
demasiado singular, los vecinos contrarios a la construccin de
losestacionamientos tuvieron la capacidad de hacerse presentes en
los me-dios y recibieron apoyo de otros grupos ciudadanos. Esta
batalla tuvo unaalta notoriedad por ms de un ao, e incluso llev al
alcalde a llamar a unaconsulta ciudadana comunal sobre el tema. El
Comit de Defensa de laPlaza Per lleg a recolectar tres mil firmas.
Los vecinos manifestaron suposicin en un volante repartido el 13 de
septiembre de 2000 (Los vecinosde El Golf Norte a los profesores y
estudiantes de Arquitectura: Plaza Per:Hechos, falacias y
verdades), en el cual argumentaban su rechazo basn-dose en el costo
ambiental del proyecto, consistente
... no slo en la emisin de ruido y material particulado
(contaminacin)en la fase de construccin y operacin, sino que tambin
en un incremen-to de las situaciones de congestin y riesgo, y lo ms
difcil de aceptarpara los vecinos, en la sustraccin de todos los
beneficios que representaun rea verde consolidada.
En junio del 2000, el municipio solicit a la Secretara Regional
Minis-terial de Planificacin y Coordinacin (Serplac) del Ministerio
de Planifi-cacin y Cooperacin (Mideplan), su opinin sobre los
reclamos de losvecinos, y el cuerpo tcnico determin que la
construccin no producaalteraciones significativas de los sistemas
de vida y costumbres de losgrupos humanos (Ley de Bases del Medio
Ambiente, 1994, artculo 11,letra c), por lo cual slo precisaba
presentar una declaracin de impactoambiental (DIA) y no un estudio.
En julio el proyecto se present en laCorema (Comisin Regional del
Medio Ambiente) y ah, despus de orlos argumentos de los vecinos, se
desconoci la resolucin tcnica anteriory se exigi un estudio de
impacto ambiental (EIA), el que implica un con-junto de estudios
tcnicos detallados, mayores costos, tiempo, etc. La au-toridad
edilicia llam entonces a una consulta ciudadana, que se realiz el26
y 27 de agosto con una convocatoria abierta a todos los vecinos de
lacomuna ms de 50 mil, de los cuales se pronunciaron cerca de 10
mil,el 85 por ciento de los cuales apoyaba la construccin (Plaza
Per: Qu
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Ducci: Las batallas urbanas
155
hacer con los autos?, Seccin Urbanismo y Construccin, El
Mercurio, 27de septiembre de 2000). Por supuesto, esta consulta fue
considerada inv-lida por los oponentes a los estacionamientos,
quienes promovan la vota-cin exclusiva de los vecinos cercanos,
alrededor de 3.500.11 El alcalde y laempresa concesionaria
proponente presentaron una apelacin, con lo cualla decisin pas al
Consejo de Ministros que componen la Comisin Na-cional del Medio
Ambiente. Dos meses despus, la Directora Ejecutiva dela Conama
anunci su fallo a favor del estacionamiento y se dio el vistobueno
al proyecto, cuya construccin se inici en noviembre de 2000 y
setermin en 2002.
El dictamen se basa en que la intervencin de la plaza ser
temporal (de13 a 20 meses) y reversible, lo que no producira
alteraciones significati-vas en la vida de los vecinos del sector.
(Conama autoriz proyecto Pla-za Per. Vecinos denuncian presin de
poderes fcticos, El Mercurio, 23de septiembre de 2000)
3.2 Costanera Norte Ciudad Viva
Sin duda la batalla de mayor impacto en la ltima dcada ha sido
lacruzada llevada adelante por un conjunto de organizaciones
vecinales encontra de la construccin de la que se pens fuera la
primera carreteraurbana concesionada del pas: la Costanera Norte,
un proyecto realizadopor el Ministerio de Obras Pblicas consistente
en una carretera urbana decuota la primera concesin privada urbana
del pas, para unir elnororiente ms pudiente de la ciudad con el
norponiente, pasando por uncostado del centro urbano.
Hacia fines de 1996, vecinos del barrio Bellavista, reunidos en
el Comi-t Ecolgico de Bellavista, escucharon por primera vez
rumores acerca delproyecto de construir esta carretera, que
atravesara su barrio. Bellavista,el antiguo barrio tradicional
localizado inmediatamente al norte del cen-tro de Santiago que,
despus de dcadas de abandono y deterioro, habaempezado a resurgir
lentamente en los aos ochenta, transformado enbarrio de artistas y
bohemios, de restoranes y salas de baile, ya tena unahistoria de
lucha por mejorar las condiciones del vecindario. Sus residen-tes
llevaban seis aos trabajando en conjunto contra los problemas de
rui-do y basura. Como lo manifiestan Ricardo Araya y Lake Sagaris
(1997),ambos lderes de la Coordinadora, ya haban aprendido los
elementos b-sicos de la participacin ciudadana:
... cmo organizar y dirigir reuniones amistosas y, a la vez,
productivas;cmo investigar y preparar informes para cualquier
conflicto; cmo ini-ciar contactos con las autoridades y otros entes
relevantes y hacer un se-guimiento de esos contactos; cmo no
agotarse en el esfuerzo enorme queconsuma cada gestin y cada
intento de buscar mejoras.
11 Esta votacin no tena fuerza legal, slo impacto poltico.
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Santiago en la globalizacin: Una nueva ciudad?
156
Empezaron la bsqueda de informacin y llamaron a una reunin
devecinos a la que acudieron alrededor de trescientos residentes,
impactadospor la noticia de la autopista y preocupados por la falta
de informacin,situacin que pasara a ser la tnica de la relacin
Proponente-Afectados(Araya y Sagaris 1997). A la reunin asistieron
funcionarios del MOP res-ponsables del proyecto, con muchas
promesas, pero poca informacinconcreta. De acuerdo con el proyecto,
la carretera cruzara el barrio enforma subterrnea, y sus impactos
urbanos no haban sido estudiados enabsoluto.
Los vecinos se abocaron a capacitarse y aprender sobre el
impacto decarreteras en el medio urbano, y en junio de 1996
lanzaron su campaaNO A LA COSTANERA NORTE por medio de una asamblea
en una plaza delbarrio, con gran cobertura de los medios de prensa
y asistencia de veci-nos y simpatizantes. Adems del impacto directo
sobre el barrio, los ve-cinos se oponan a la idea de construir una
supercarretera urbana, quefomentara el uso del automvil en la ya
muy congestionada ciudad deSantiago.
Paralelamente surgieron otros grupos, como el Comit de Defensa
deRecoleta (comuna aledaa) y el Comit de Desarrollo de Patronato
(otrobarrio de la comuna, de carcter comercial), que vinieron a
sumarse a lasorganizaciones previamente existentes de la Vega
Central.12 Mientras es-tos grupos trabajaban y estudiaban
(reuniones con representantes del Mi-nisterio, seminarios
acadmicos, asesoras tcnicas, etc.), el MOP hizoacuerdos con grupos
de locatarios de la Vega y otros grupos de Patronato,a los cuales
prometi una serie de ventajas que se desprenderan de laconstruccin
del proyecto. La Junta de Vecinos de Pedro de Valdivia Nor-te,
barrio de clase media localizado inmediatamente al oriente de
Bellavistay que sera afectado fuertemente por la carretera, empez a
destacar porsu combatividad.13 A principios de 1997 surgi tambin
otro grupo muyactivo, el Comit de Defensa del Parque
Metropolitano,14 el que hizo causacomn con las otras
organizaciones. Se realizaron asambleas y se fueronintegrando
nuevas organizaciones a esta lucha. El proceso de licitacinpara la
construccin del proyecto se inici en abril de 1997, siendo
deteni-do judicialmente por los vecinos, los que lograron que se
hiciera obligato-rio realizar un estudio de impacto ambiental, para
lo cual las empresaspidieron ms tiempo al gobierno. Con la Corema
Metropolitana, los veci-nos organizaron un proceso de participacin
ciudadana que result insa-tisfactorio para ellos porque
12 As como Bellavista es un barrio de clase media, Recoleta y
Patronato son barrios popu-lares y la Vega Central es el mercado de
frutas y verduras ms importante de la capital.
13 El barrio de Pedro de Valdivia Norte acoge a una clase media
profesional no demasia-do acomodada, pero con antecedentes sociales
de cierto prestigio, por lo cual destaca-ron rpidamente como un
grupo con mucha capacidad de ser odos por la prensa, eincluso por
sectores de derecha.
14 Integrado por profesionales y personalidades que defienden el
principal parque de laRegin Metropolitana.
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Ducci: Las batallas urbanas
157
... las autoridades tratan de imponer una metodologa basada en
los crite-rios del proponente y conceptos tericos equivocados.
(Araya y Sagaris1997)
Fue entonces cuando las distintas organizaciones decidieron
crear unaCOORDINADORA NO A LA COSTANERA NORTE, en la que se unieron
catorce orga-nizaciones ciudadanas de muy diversos orgenes,
incluyendo las asocia-ciones gremiales del mercado Tirso de Molina
y de la Vega Chica, laAsociacin de Comerciantes de la Periferia de
la Vega,15 y las Asociacionesde Propietarios y Arrendatarios de
Independencia, comunidad amenaza-da de expropiacin. Con esto la
organizacin adquiri gran fuerza y visi-bilidad y se fue
consolidando como una organizacin con grandescapacidades, a pesar
de los recursos siempre limitados. A fines de 1998, laCoordinadora
constaba de veinte organizaciones, dieciocho de las cualestomaban
parte activa en la direccin del proceso. Participaron como
Coor-dinadora en el Sistema de Evaluacin de Impacto Ambiental
dirigido porla Corema y, aunque muy crticos del proceso, este les
permiti avanzar enel trabajo en conjunto:
El 23 de julio, da de la entrega de nuestra respuesta a la
Corema, fue ungran hito en nuestro proceso como Coordinadora.
Organizamos una con-ferencia de prensa en un escenario improvisado
en el [mercado] Tirso deMolina. Los organizadores fueron las
asociaciones gremiales del Tirso deMolina con la gente de
Independencia, mientras la Vega Chica pusochapitas, carteles,
globos y otros elementos. Hubo muy buena asistenciade las radios y
los diarios. Hablaron los dirigentes de cada comunidad,Ignacio
Santa Mara, destacado urbanista y asesor nuestro [Premio Na-cional
de Urbanismo, 1998], y Mauricio Montecinos, el encargado del
equi-po que prepar nuestra respuesta. Asistieron unas trescientas
personas yla mayora marchamos ida y vuelta por el centro hasta la
oficina de Corema.(Araya y Sagaris 1997)
La organizacin envi delegaciones preparadas a la Comisin del
Me-dio Ambiente del Senado, a un congreso organizado por la Comisin
delMedio Ambiente de la Cmara de Diputados, al Colegio Mdico de
San-tiago, a la Comisin del Medio Ambiente del Colegio Nacional, a
variascomisiones del Colegio de Arquitectos, del Colegio de
Psiclogos, y a dis-tintas organizaciones ambientalistas, entre
ellos, Renace, el Instituto deEcologa Poltica y el Observatorio
Latinoamericano de Conflictos Ambien-tales. Recibieron apoyo de la
Clnica Jurdica de la Universidad Diego Por-tales, del Colegio de
Ingenieros, y de diversos profesionales destacados.Con gran
esfuerzo, la Coordinadora prepar varias carpetas
informativas,comunicados de prensa, etc., los que fueron impactando
cada vez ms enla opinin pblica y cambiando la actitud de los
periodistas y la prensa engeneral.
15 Todas estas organizaciones son netamente populares, con
antecedentes combativos ycon prestigio en la ciudad, a la que
tradicionalmente han servido de productos frescos.
-
Santiago en la globalizacin: Una nueva ciudad?
158
La Municipalidad de Providencia comision una evaluacin
ambien-tal independiente del EIA del MOP a una de las empresas
expertas en eltema, y el resultado fue, asimismo, extremadamente
crtico. En junio de1988, la Corte de Apelaciones fall en contra del
recurso de proteccinpedido por la Coordinadora, instancia que fue
inmediatamente apeladapor los vecinos. La estrategia seguida por
estos se bas en cinco puntos:va judicial; el Sistema de Evaluacin
de Impacto Ambiental (SEIA); lamovilizacin; la presin poltica; y la
informacin a travs de medios ma-sivos y de sus propios medios
(panfletos, afiches, etc.).
Los vecinos especifican as su posicin:
Desde el principio nos han dicho que la Costanera va, que no hay
nadaque hacer, que tratemos de negociar, de sacar algn provecho
para noso-tros. Pero si bien empezamos preocupados por su impacto
en nuestro rin-cn de la ciudad, seguimos este enorme y sacrificado
esfuerzo porquesentimos que cargamos en nuestros hombros una gran
responsabilidad: anosotros mismos, a nuestras comunidades, sin
duda; pero tambin a todala ciudad y, por sobre todo, a todos estos
hijos que colman de llantos ylgrimas nuestros hospitales cada vez
que los niveles de contaminacinsuben.
No estamos dispuestos a callarnos, ni mucho menos a vendernos.
El es-fuerzo es enorme, pero la realidad del dao que hara este
modelo deciudad, hecha a la medida del automvil en vez de los seres
vivientes,nos obliga a seguir actuando, y seguiremos hasta el
final.
Eso, ms nuestra conviccin de que esta pelea se puede ganar y que
lavictoria ser un aporte real a la creacin de un Santiago verde y
amistosodonde se pueda respirar con gusto, caminar y andar en
bicicleta sin te-mor, es suficiente. (Araya y Sagaris 1997)
Es importante destacar que el costo original del proyecto de
aproxima-damente 180 millones de dlares, se elev a ms de 300
millones de dla-res para hacer frente a las demandas y reclamos de
los vecinos de losdistintos barrios (defensas contra el ruido en
Pedro de Valdivia Norte, fil-tros contra los gases en Bellavista,
etc.), por lo que las empresas interesa-das en l han exigido al
gobierno una serie de garantas adicionales paraasegurar la solidez
del negocio (por ejemplo, un ingreso anual mnimoque, de no
cumplirse, deber ser cubierto por el Estado).16
A fines de 1998, el proyecto se decret en suspenso al fallar la
licita-cin por falta de participacin de las empresas. Sin embargo,
en mayo de1999, el MOP volvi a anunciar que la licitacin por la
Costanera Norte sereabrira, hacindose cargo este ministerio de 80
millones de dlares ex-tras solicitados por las empresas interesadas
para dar factibilidad al nego-cio. La nueva licitacin se llev
adelante y el proyecto le fue adjudicado en
16 Este sistema fue utilizado en Mxico en los noventa para la
Carretera MxicoAcapulco,siendo tal el fracaso de las predicciones
de ingreso, que el gobierno decidi recuperarla concesin de la
empresa, para no seguir enfrentando los altsimos gastos.
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Ducci: Las batallas urbanas
159
diciembre de 1999 a un consorcio de empresas encabezado por
Impregilo,gran constructora italiana, con antecedentes algo
complicados en obras enotros pases, de acuerdo a la informacin
recabada por los vecinos.17
Un hecho que gener graves molestias en el MOP se produjo a fines
delao 2000, cuando una conocida revista local (Paula, octubre de
2000: 37)public una breve resea sobre una de las principales lderes
de este movi-miento, con el ttulo en la portada de La mujer que par
la CostaneraNorte. El malentendido de la periodista, a pesar de los
desmentidos quedebi hacer por su error, reflejaba una percepcin
bastante generalizadade que, en este caso, los ciudadanos haban
ganado la batalla.
Dos aos despus, terminando el 2000, la organizacin se
encontrabarelativamente tranquila, habiendo sostenido reuniones con
la empresa (in-vitados por esta) y con la Direccin de Concesiones
del MOP (solicitadaspor el grupo), y no se prevea que la
construccin fuera inminente. Fue enesa poca que el consorcio
propuso un cambio de trazado de la carreteraen la zona ms
conflictiva (barrios Pedro de Valdivia Norte, Bellavista,Recoleta,
Independencia), de acuerdo al cual la carretera pasara al inte-rior
del cauce del ro Mapocho. En un tramo la carretera ocupa la
mitaddel lecho del ro, y al acercarse al centro de la ciudad se
hunde y pasa porun tnel subterrneo de alrededor de cuatro kilmetros
de longitud. Paraaprobar el nuevo trazado, el MOP tuvo que
contratar nuevos estudios deimpacto ambiental, lo que ha redundado
en mayores costos y postergacio-nes de la construccin. A pesar de
ello, en noviembre de 2000 el MOP licitun nuevo estudio de impacto
ambiental para el trazado propuesto por elconsorcio, y finalmente
las obras se iniciaron, por el interior del ro, el ao2001. Todos
estos cambios han resultado en un aumento del costo originalde la
obra de 180 millones de dlares, a aproximadamente 500 millones
dedlares, segn declara con satisfaccin la empresa concesionaria (la
ma-yor obra de ingeniera urbana que se ha realizado en el
pas...).18 Las reac-ciones de la organizacin ciudadana frente a los
hechos consumados hansido de, por una parte, alivio de haber
salvado sus barrios de la destruc-cin por el paso de la carretera
bajo ellos; y, por otra, frustracin y decep-cin por no haber
logrado detener un proyecto que promueve el uso del
17 Paul Blustein, redactor del Washington Post, escribe el 13 de
agosto de 1999: Impregilotiene antecedentes de prcticas corruptas
en Lesotho, frica del Sur, donde est siendoinvestigada por el
gobierno y procesada por la justicia del pas por pago de sobornosde
US$ 250.000 al funcionario gubernamental Masupha Sole, quien fue el
director de laautoridad a cargo del desarrollo de esta rea de
Lesotho, para adjudicarse contratos.Transparencia Internacional, un
prestigiado organismo anticorrupcin, ha declaradorespecto del caso
de Lesotho: No hay ninguna duda de que las empresas
internaciona-les involucradas merecen la censura. Catherine
Cunningham indica que la empresatambin tuvo problemas en Washington
en agosto 1999, cuando un subcontratista reti-r sus trabajadores
despus de que Impregilo y otra empresa no les pagaron. Despusde una
investigacin, como parte de un arbitraje independiente, producto de
la Ley deConstruccin, Impregilo tuvo que pagar a la empresa Arley
las 120,601 que le deba,ms IVA, ms 43,910 en daos, 1,988 en
intereses, y el costo del arbitraje de 8,157(Washington Post, 13 de
agosto de 1999).
18 Entrevista con consultor relacionado con la empresa
concesionaria.
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Santiago en la globalizacin: Una nueva ciudad?
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19 Entrevista con lder de Ciudad Viva, 2001.20 La Corporacin
Ciudad Viva se encuentra tramitando su personalidad jurdica.
automvil y la extensin indefinida de la ciudad. Nosotros
logramos sal-var nuestros barrios, pero salvar al ro es tarea de
todos los santiaguinos...19
Lo que nos parece ms interesante del proceso seguido por este
movi-miento, es que no se ha quedado slo en la oposicin al
proyecto. Paralela-mente a la lucha directa contra la carretera,
las organizaciones participantesen la Coordinadora decidieron
seguir trabajando juntas con una visin ypropsitos ms amplios.
Conformaron entonces la Corporacin CiudadViva, cuyos objetivos
reflejan la visin de una ciudad sustentable que es-peran
construir.
...la unidad nos ha permitido un nivel de aprendizaje y de
efectividad queninguna organizacin por s sola haba logrado. (Araya
y Sagaris 1997)20
La Corporacin Ciudad Viva ha llegado a constituir uno de los
gruposciudadanos con ms visibilidad pblica en el pas, y se ha
ganado el respe-to de polticos, acadmicos y ciudadanos. En un
trabajo constante y volun-tario ha formado equipos para estudiar y
enfrentar los problemas osituaciones que los afectan, como el ruido
(problema gravsimo en el ba-rrio Bellavista), la recoleccin de
basura, la proteccin de zonas valiosas,la participacin efectiva en
la elaboracin de los planes reguladores comu-nales. Su aspiracin es
pasar de la oposicin a una actitud propositiva ycolaborativa con
las distintas instancias.
En noviembre de 2000, Ciudad Viva present ante un conjunto de
au-toridades y organizaciones ciudadanas una Agenda Ciudadana de
Trans-porte Sustentable, con un paquete de propuestas concretas
desarrolladasdurante ms de un ao con el apoyo de asesores tcnicos y
de una mesaredonda abierta en Internet, por medio de la cual se
recibieron comenta-rios a las propuestas. En ella se plantea una
lucha frontal al aumento deautomviles:
En los conflictos actuales por el uso del espacio pblico, el
auto va copan-do las calles, las veredas, las plazas y los sitios
eriazos que podran serparques (es como un gas, ocupa todo el
espacio disponible), desplazandoa los otros usuarios: ciclistas,
nios que juegan, peatones, patines, skates.(Ciudad Viva 2000)
Tambin ha conformado un grupo de investigadores que, en
conjuntocon los vecinos y organizaciones, estn estudiando distintos
temas defini-dos como prioritarios en su lucha por conseguir una
ciudad ms vivible,relacionados con el transporte, el ruido, la
basura, con proyectos depeatonalizacin de ciertas reas, de
preservacin, entre otros. De un grupode vecinos que se unen para
oponerse a un proyecto especfico, han pasa-do a conformar un frente
de ciudadanos que crece constantemente, quequiere pensar y proponer
cmo vivir mejor en la ciudad de Santiago.
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Ducci: Las batallas urbanas
161
4. Egosmo o herosmo? Trascendencia y perspectivasde los
movimientos ciudadanos
Uno de los argumentos ms utilizados para descalificar a los
movi-mientos ciudadanos, es el que slo luchan por motivos egostas,
buscandoel bienestar personal o familiar. Es verdad que en general
se pelea por elbarrio propio y porque se quiere mantener o mejorar
las condiciones enque se vive; y tambin es real que muchos
movimientos se disuelven cuandose logra el objetivo o cuando se da
por perdida la batalla. Sin embargo, latesis de que el motor
principal de estos grupos es el inters personal, pare-ce, al menos,
un tanto simplista.
La pregunta de qu es lo que lleva a las personas a decidirse a
partici-par en un movimiento de este tipo, no es fcil de responder.
Amartya Sen(1990: 2543) plantea que la economa ha buscado, por
siglos, explicacionesal comportamiento de las personas para
entender cmo toma cada indivi-duo sus decisiones econmicas. Si
extrapolamos lo anterior al tema urba-no, podemos encontrar algunas
pistas de cmo y por qu los ciudadanosdeciden embarcarse en las
batallas urbanas. Sen sostiene que la concep-cin del hombre en los
modelos econmicos es la del egosta que busca supropio inters. Esto
es coincidente con la percepcin antes planteada, se-gn la cual a
los residentes urbanos slo los mueven intereses egostas. Deaqu se
desprende una pregunta de mayor relevancia y que ha inquietadoa
muchos pensadores por varios siglos: cmo y hasta dnde puede
elcomportamiento egosta alcanzar el bien comn?21 No pretenderemos
aquencontrar una respuesta concluyente a un tema tan complejo como
este,sino entender mejor cmo y por qu las personas deciden actuar
de deter-minada manera frente a las amenazas que enfrenta el lugar
que conside-ran como propio.
Para tratar el tema del egosmo, Sen propone el anlisis de dos
concep-tos: simpata y compromiso. El primero, como generador de
decisionesestara dentro del mbito del egosmo, ya que el
comportamiento basadoen simpata es en gran medida egosta, porque
uno mismo goza con elplacer de los otros y sufre con el dolor de
los otros. Por otra parte, elcomportamiento basado en el compromiso
no sera egosta, entendiendoel compromiso como caracterstica de una
persona que elige actuar deuna forma que cree que le dar un nivel
de bienestar personal menor queotra alternativa a su alcance (Sen
1990: 32).
Cuando se indaga acerca de los motivos que llevan a los vecinos
a unir-se a estos grupos y a destinar a veces parte importante de
su tiempo atrabajar en ellos en forma voluntaria y sin remuneracin,
la respuesta delinters egosta resulta insuficiente. Al observar de
cerca cmo funcionanestos grupos, se descubre que en todos ellos
existen algunas personas, ge-
21 F. Y. Edgeworth [1881], Mathematical Psychics: An Essay on
the Application of Mathematicsto the Moral Sciences (London, C.K.,
Paul and Co.), citado por Sen (1990: 28).
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Santiago en la globalizacin: Una nueva ciudad?
162
neralmente muy pocas que, sin necesariamente ser los lderes ms
visi-bles, dedican gran parte de su energa y tiempo a trabajar por
el tema quelos convoca. Resulta asombroso ver cmo, despus de largas
jornadas detrabajo diario, los lderes y las personas ms
involucradas invierten horasen reuniones y discusiones para llegar
a acuerdos y definir estrategias delucha. Esto es especialmente
vlido entre los grupos medios y populares, alos que les resulta ms
difcil ser odos y adquirir visibilidad.
Hay movimientos que slo se entienden y slo se mantienen por
elaltsimo nivel de compromiso y sacrificio de algunas personas que
tomanla lucha como una cuestin central de su vida personal. Los
verdaderoslderes respetados y capaces de generar y mantener un
movimiento son,de cierta manera, hroes (muchsimas veces heronas) de
la defensa de lacalidad de vida.
Pareciera que involucrarse en la defensa del barrio donde se
vive tieneque ver con necesidades que este satisface, las que se
relacionan con la segu-ridad, la estabilidad y el sentido de
identidad. Cuando la seguridad y laestabilidad son amenazadas, los
vecinos se unen de una forma bastante fun-cional. Entienden que slo
unidos podrn defender su barrio (por ejemplo,de un aumento de
densidad, de una invasin de otros usos, de pandillasque manejan
droga) y, por lo mismo, se organizan temporalmente para so-lucionar
el tema que les preocupa. En general estos movimientos no
tras-cienden y no pasan ms all de acciones especficas para
conseguir una meta.
Distinto es lo que ocurre al entrar en juego la identidad.
Cuando elsentido de identidad se ve amenazado, surgen las pasiones
ms fuertespor defender el lugar donde se vive o trabaja.
Encontramos excelentes ejem-plos de esto en algunos de los grupos
que conforman Ciudad Viva, entrelos feriantes de la Vega y de la
Prgola de las Flores, quienes sienten que eltrabajo que hacen tiene
una importancia que va ms all del barrio y de laciudad. De hecho,
las pergoleras tienen gran orgullo de su importanciasimblica como
las encargadas de despedir, con lluvias de ptalos de flo-res, a
todos los personajes ilustres que pasan por ah en su ltimo viaje
alcementerio. Tambin destaca, en una ciudad que parece tan poco
queridapor sus habitantes como Santiago, el ardor con que los
vecinos de Bellavistadefienden su barrio de la invasin de
actividades nocturnas que est aca-bando con su tranquilidad
residencial. Ellos defienden una forma de vidabohemia, urbana, la
de un barrio donde se mezclan artistas y clases socia-les, donde se
conoce al seor de la tienda de la esquina y a la anciana de lacasa
al final del pasaje.
Los ejemplos anteriores muestran que el uso material del espacio
nopuede ser separado del uso psicolgico de este. Las personas
tienen lasensacin de que su barrio es el lugar que satisface mejor
un conjunto com-plejo de condiciones, que van desde la solucin de
los problemas prcticoshasta la seguridad y agrado que produce
conocer y confiar en los vecinos(valor de uso). Por eso, cuando el
barrio se ve amenazado por agresionesexternas (por ejemplo una
carretera, una invasin de poblacin), los veci-nos sienten la
necesidad de defenderlo (Logan y Molotch 1987: 20).
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Ducci: Las batallas urbanas
163
Adems, para algunos vecinos los valores de uso de su barrio se
mez-clan con valores de cambio. Para estos, la propiedad de su
vivienda es aveces la base de su estrategia econmica en la vida,
siendo la vivienda noslo el lugar donde se vive, sino un potencial
capital y un seguro para lavejez. Esto aumenta la importancia de
luchar por mantener el barrio y elvalor de las propiedades en l
(Logan y Molotch 1987: 20).
En el mundo actual, donde las organizaciones basadas en la
clase, elempleo, la lucha por la vivienda, han perdido fuerza, es
en torno al barriodonde se genera el sentimiento de nosotros, de
comunidad con un des-tino comn. John Agnew explica por qu las
personas, al sentir amenaza-do su lugar de residencia o trabajo,
deciden unirse para defenderse frenteal enemigo comn:
... primero, tener control sobre el espacio privado propio da a
las perso-nas un sentimiento de libertad frente al control o la
intromisin de otros.En segundo lugar, y ms importante, las personas
sienten que estando encontrol de su propio espacio privado, tienen
el poder y la oportunidad dehacer algo de ellos mismos, de ser ms
persona, de alcanzar una especiede autorrealizacin. (Agnew 1982:
72)
Los casos anteriores muestran cmo en Santiago se estn
produciendomovimientos similares a las corrientes ambientalistas
urbanas de pasesdel norte, las cuales estn generando fuerzas
contradictorias que entorpe-cen el funcionamiento de la maquinaria
de crecimiento. A pesar de quelos resultados que estn teniendo son
bastante desiguales y pocopredecibles, es indudable que en pases
como Chile, que buscan ampliar yprofundizar su democracia, este
tipo de reacciones ciudadanas seguiraumentando en importancia y
peso poltico.
Qu importancia deberan tener estos movimientos en pases que
in-tentan ser ms democrticos? En un momento histrico cuando la
gente seinteresa cada vez menos por la poltica tradicional
partidista, son temas comolas amenazas que enfrenta el lugar donde
se vive los que estn movilizandoa las personas. Aunque la mayor
parte de los expertos y de los funcionarios,tanto estatales como
privados, piensa como ya mencionamos que losciudadanos son el peor
obstculo que puede cruzarse en su camino hacia laconcrecin de un
proyecto, no pueden ignorarlos, aunque por diferentesrazones. Para
las empresas privadas, los grupos de ciudadanos que impi-den llevar
adelante un proyecto en los plazos y condiciones prefijadas,
pue-den y estn significando en muchas partes del mundo, alzas
substancialesde los costos de produccin. Y el Estado, en su doble
papel, por una parteintentar controlar las reacciones ciudadanas
para facilitar la realizacin delos proyectos; y, por otra,
necesitar responder a las exigencias ciudadanas opagar el costo de
no hacerlo en la siguiente votacin.
No hay, como se ha demostrado ampliamente, respuestas nicas y
li-neales al fenmeno estudiado. Tampoco puede preverse de antemano
elxito o fracaso de un movimiento ni los efectos que pueda tener
sobre undeterminado proyecto (que van desde impedir su realizacin a
la ejecu-cin de cambios de distinta magnitud).
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Santiago en la globalizacin: Una nueva ciudad?
164
22 Incluyendo grupos de activistas, generalmente ambientalistas,
de otros pases que apo-yan con informacin y experiencias.
Los resultados en cada caso dependen de una confluencia de
circunstan-cias ecolgicas, histricas y de economa local, pero
ligadas a las decisio-nes reales que las localidades tienen que
tomar a travs del proceso poltico.(Molotch 1990: 184)
El objetivo ltimo de este anlisis es detectar el efecto que
tienen en la ciu-dad las batallas que estn llevando a cabo sus
ciudadanos. Puede postularseque han pasado a ser la vanguardia de
un movimiento ciudadano cuyo peso nopodr ser ignorado por los
restantes actores del engranaje urbano? Hemos dadosuficientes
argumentos como para demostrar que no son un fenmeno pasajeroe
irrelevante, sino que, por el contrario, su peso en el juego de
fuerzas que mue-ve la maquinaria urbana tiende a aumentar. Algunos
analistas sostienen queestas son simplemente respuestas
fundamentalistas y reaccionarias frente a losnecesarios y
constantes cambios que se producen en la ciudad. Si bien en sumayor
parte los movimientos se oponen a proyectos concretos que afectan
lacalidad de vida de barrios o ciudades, las dinmicas sociales que
estn desatan-do estas batallas no parecen en lo absoluto
reaccionarias. Por el contrario, estngenerando y a veces
generalizando actitudes solidarias y de colaboracinentre diversos
grupos y distintas clases sociales,22 que estn aprendiendo
rpi-damente el valor de la colaboracin y del apoyo mutuo para
avanzar en unameta comn: una mejor calidad de vida en la ciudad que
se vive.
Otra de las grandes inquietudes que ronda tanto al sector pblico
comoa la empresa privada, es que estos movimientos pueden ser la
semilla deuna completa ingobernabilidad de las ciudades en el
futuro cercano. Qupasara si para decidir cualquier cosa en la
ciudad se necesitara la aproba-cin de los ciudadanos? Sera el caos,
afirman; las ciudades seran comple-tamente ingobernables. Sin duda
esto es una posibilidad, pero el resultadofinal depender de la
forma como se maneje el proceso que lleva a la crea-cin y
transformacin de las ciudades.
Creemos que el hecho de que estos movimientos estn aumentando y
ad-quiriendo una fuerza cada vez mayor en el escenario urbano no es
casual. Estnsealando que es necesario hacer algunos cambios
significativos en la formacomo se decide qu y cundo se hace algo en
la ciudad. Nos estn mostrandoque las formas tradicionales de
planificacin deben ser adaptadas a los nuevostiempos, si se quiere
que sean instrumentos efectivos para mejorar nuestrasciudades. Una
poblacin mayoritariamente urbana, cada vez ms educada, conacceso a
mayores conocimientos, en pases donde se aspira a profundizar
lademocracia como sistema de gobierno, desde luego exigir cada vez
ms deaquellos que estn construyendo los lugares donde se vive. Los
planificadores,los administradores y los empresarios urbanos que
tienen la ciudad como sucentro de actividad, necesitan con urgencia
empezar a integrar las opiniones yaspiraciones de la poblacin para
la cual trabajan desde las primeras etapas delplan o proyecto. Si
no lo hacen, se enfrentarn a oposiciones progresivamente
-
Ducci: Las batallas urbanas
165
ms duras y coordinadas y la ciudad se ir transformando en la
principal arenadonde se librarn las batallas polticas del nuevo
milenio.
Los movimientos ciudadanos, que hasta ahora son
mayoritariamentede oposicin y lucha, pueden ser transformados en
fuerzas propositivas yde colaboracin en la definicin de los cambios
que se requieren, pero paraello deben ser tomados en cuenta antes
de que las decisiones estn toma-das y los proyectos empiecen a ser
ejecutados. Los grupos ciudadanos tie-nen la potencialidad de
transformarse en un instrumento valioso y de graneficacia para
contribuir en la tarea de hacer mejor y ms grata la calidad devida
de los habitantes urbanos.
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