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177 R E S E Ñ A S Números 16-17 enero-junio – julio-diciembre 2103 La ética de la crueldad José Ovejero Barcelona, Editorial Anagrama, 2012, 197 págs. Luz Mariel Flores Bautista* A pesar de ser un libro joven nos pone a nuestra disposición una realidad más real que aquellos libros que aún pretenden tener un realismo social al buscar “las virtudes de los trabajadores y los vicios de los ricos” (190). El escritor español que destaca en la publicación de novela, cuento, ensa- yo, teatro y poesía, en La ética de la crueldad nos deja solos, como él alude, fren- te a una realidad completamente distinta de aquella en la cual se nos muestra una “sonrisa profesional” que trata de reconfortarnos y cómodamente ubicar- nos en el sillón de la razón la cual nos permite mirar, contemplar, consumir, gozar e incluso participar de la crueldad, sin salir de las seguridad del orden de esa razón, y que a pesar de que en el propio orden exista una manera de ser clandestino con la crueldad y la violencia, trata de mostrarnos siempre el buen rostro de lo positivo, como si todo estuviera bien y que no hay nada de qué preocuparnos. Sin embargo, si algo nos deja esta lectura es precisamente hacer frente a esta realidad simulada, y si hay que reír habrá que hacerlo de la imper- fección del mundo, de las certezas que se sostienen sin fundamento, poner en duda y suspender todo aquello que pretende ser lo absoluto y razón de todo, las buenas costumbres e incluso nuestro deber ser. “Reíd, malditos. No la ver- dad, tan traficada y manipulada, tan adulterada y servil, sino la risa: la risa os hará libres” (190). José Ovejero cumple su cometido al vincular detalladamente la ética y la crueldad, pues si bien aquí las mencionamos como conjunto él se encarga de romper las posibles contradicciones y nos enseña la íntima relación y la posibi- lidad de una “ética de la crueldad”, ética en tanto que trasforma al individuo, causa una alteración sacándolo de los límites manipulados, uno no puede ser el mismo después de leer literatura cruel, porque esta no nos ofrece el confort ni la certidumbre que buscamos, nos empuja a conocernos sin máscaras. En su obra nos presenta distintas formas de apreciar la crueldad, va desde traernos a nuestra presencia una tradición de crueldad, como es el caso de la española, en la que la atracción hacia la crueldad, el exceso y la representación de lo cruel se hacen evidentes en el arte tanto visual como literario, incluso en la vida cotidiana. Se pone “de manifiesto una línea narrativa que nos lleva a reco- nocer y reconocernos en lo cruel como elemento a veces brutal, a veces jocoso” (19) de manera que se puede contemplar la realidad descubriendo “en ella lo * Facultad de Filosofía y Letras - BUAP
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Sep 27, 2019

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177R E S E Ñ A S

Números 16-17 enero-junio – julio-diciembre 2103

La ética de la crueldadJosé OvejeroBarcelona, Editorial Anagrama, 2012, 197 págs.

Luz Mariel Flores Bautista*

A pesar de ser un libro joven nos pone a nuestra disposición una realidad más real que aquellos libros que aún pretenden tener un realismo social al buscar “las virtudes de los trabajadores y los vicios de los ricos” (190).

El escritor español que destaca en la publicación de novela, cuento, ensa-yo, teatro y poesía, en La ética de la crueldad nos deja solos, como él alude, fren-te a una realidad completamente distinta de aquella en la cual se nos muestra una “sonrisa profesional” que trata de reconfortarnos y cómodamente ubicar-nos en el sillón de la razón la cual nos permite mirar, contemplar, consumir, gozar e incluso participar de la crueldad, sin salir de las seguridad del orden de esa razón, y que a pesar de que en el propio orden exista una manera de ser clandestino con la crueldad y la violencia, trata de mostrarnos siempre el buen rostro de lo positivo, como si todo estuviera bien y que no hay nada de qué preocuparnos. Sin embargo, si algo nos deja esta lectura es precisamente hacer frente a esta realidad simulada, y si hay que reír habrá que hacerlo de la imper-fección del mundo, de las certezas que se sostienen sin fundamento, poner en duda y suspender todo aquello que pretende ser lo absoluto y razón de todo, las buenas costumbres e incluso nuestro deber ser. “Reíd, malditos. No la ver-dad, tan traficada y manipulada, tan adulterada y servil, sino la risa: la risa os hará libres” (190).

José Ovejero cumple su cometido al vincular detalladamente la ética y la crueldad, pues si bien aquí las mencionamos como conjunto él se encarga de romper las posibles contradicciones y nos enseña la íntima relación y la posibi-lidad de una “ética de la crueldad”, ética en tanto que trasforma al individuo, causa una alteración sacándolo de los límites manipulados, uno no puede ser el mismo después de leer literatura cruel, porque esta no nos ofrece el confort ni la certidumbre que buscamos, nos empuja a conocernos sin máscaras.

En su obra nos presenta distintas formas de apreciar la crueldad, va desde traernos a nuestra presencia una tradición de crueldad, como es el caso de la española, en la que la atracción hacia la crueldad, el exceso y la representación de lo cruel se hacen evidentes en el arte tanto visual como literario, incluso en la vida cotidiana. Se pone “de manifiesto una línea narrativa que nos lleva a reco-nocer y reconocernos en lo cruel como elemento a veces brutal, a veces jocoso” (19) de manera que se puede contemplar la realidad descubriendo “en ella lo

* Facultad de Filosofía y Letras - buap

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monstruoso y lo disparatado antes de distinguir lo ordenado y lo sensato” (23). La representación de lo cruel y la acción real de la misma terminan confluyen-do, porque incluso en una representación literaria se espera una determinada reacción del lector, exige sufrimiento. Exige el sufrimiento, no obstante, cómo alguien va a querer sufrir. Si vemos detalladamente incluso nos podemos per-catar de que se disfruta de ese sufrimiento, ya sea como agente o como paciente siempre y cuando, según a nuestra razón moralizadora, la crueldad se ejecute hacia los malos que se la merecen, entonces estamos absueltos del pecado y de la maldad del mundo. El público “es víctima y espectador; más bien, mientras se contempla siendo insultado o maltratado, deja de ser quien es para conver-tirse en otro que está del lado del juez; […] recibe el castigo y al mismo tiem-po se concede la absolución, con lo que se da la paradoja de que la obra crítica que pretendía hacer al espectador sentir el peso de sus errores puede acabar aligerándolo de él” (31).

Ovejero también nos muestra la crueldad y la violencia conformistas, que pretenden provocar una pasividad del espectador, en donde se hace de la cruel-dad material consumible y asimilable, crueldad como espectáculo, “estar en-tretenido significa no sentir demasiado, ni para bien ni para mal. Ni grandes pasiones ni grandes desgracias” (35). en una cultura capitalista la literatura tie-ne que ser entretenida “Necesita generar consenso y evitar las disensiones que puedan perturbar la distribución de los productos. Importa la paz social, no la justicia; si se acepta la voluntad de las mayorías es porque se trata de mayo-rías conformes, es decir con voluntad pasiva, convencidas de que el cambio es imposible e incluso peligroso” (37) crueldad y violencia expuesta como entre-tenimiento en los cines, la literatura, películas e incluso en los medios de co-municación, están ahí, como dice el autor, “para producirnos el cosquilleo que nuestras vidas ya no nos producen”.

Por ahora simplemente me he remitido a escribir algunas cosas que no po-día pasar por desapercibidas; sin embargo, leer La ética de la crueldad es mejor que repasar unas cuantas líneas de lo que ahí expresa, para algunos aún ten-drán cierta repugnancia hacia textos que hablan acerca de lo desagradable, de lo que no se habla en voz alta sin someterlo a la moral, mientras que por otro lado se vive y se ven actos diarios de crueldad y violencia, negar esta realidad es querer ocultarse tras el velo de lo agradable, lo bueno, el bien vivir.

Obras crueles o como Ovejero las llama, la literatura cruel no intenta dar una certeza clara, sino todo lo contrario, nos reflejan otro lado de la realidad que ha llegado a ser manipulada por los prejuicios de la razón, y que no nos permiten conocernos verdaderamente, el escritor cruel logra desajustar nuestra aparente realidad, nos deja en incertidumbre que aunque el público se resista a ver, tapándose con las manos los ojos, termina espiando por una mínima aber-tura entre estos, confrontándose de esa manera con su hipocresía.

Tal vez sigamos despreciando la literatura cruel por mostrarnos cosas re-pugnantes, desagradables, despiadadas; preguntándonos por la clase de mente que es capaz de escribir eso o aquello, pero muchas veces no nos damos cuenta que somos tan partícipes en la vida cotidiana de esa crueldad como aquel que lo expone a través de la tinta y el papel y que somos sometidos a ciertos pre-juicios paradójicos que impiden comprendernos dentro de fenómenos como el de la violencia y la crueldad hoy por hoy.