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76

La Testadura: Miguel escamilla Especial no. 3

Mar 31, 2016

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La Testadura: Miguel escamilla Especial no. 3 "Arroz" (fragmento).
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Page 1: La Testadura: Miguel escamilla Especial no. 3

latestadura.blogspot.com y latestadura.wordpress.com

Page 2: La Testadura: Miguel escamilla Especial no. 3

Dirección General:

Mario Eduardo Ángeles.

Textos: Miguel Escamilla Martínez.

Fotografía: Miguel Escamilla Martínez y

Roxana Jaramillo.

Consejo Editorial: Bardo Garma, David Morales, Miguel Escamilla, Cristian Martín Padilla, Salvador Huerta, Pedro M. Serrot, Erich Tang, Mo. Eduardo Ángeles y Jesús Reyes.

Agradecimientos especiales a Roxana Jaramillo, Diana Isabel Enríquez, Paulina Romero, Flor de Liz, Tzolkín Montiel, Enrique Ibarra y Alejandro Angulo.

Contacto:

lat e s t ad ur al i t e r ar i a@ g mai l . c om

México, Septiembre 2013.

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Los derechos de los textos publicados pertenecen a sus auto-

res. Cuida el planeta, no desperdicies papel.

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CONTENIDO

Hela Dios

Voy a comprar un mono

El rapto de la tortuga ciega o

caminar de espaldas en una

avenida de Shanghái

鸟歌 Niǎo gē

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CONTENIDO

El monje que vendió su bicicleta

Baridrika

A. J.

ALEXANDER ROBOTNICK Ó

DAZED AND CONFUSED IN

SHANGHAI

Año nuevo

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CONTENIDO

El “Yayo”

How often…

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Miguel escamilla

China 2012-2013

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La Testadura 9

Hela Dios

I

En el piso se retuerce una mujer,

el aire afilado corta mi rostro

la saliva del vino me muerde la garganta,

en la orilla del lago un niño le prende

fuego a su perro.

Amanece a menos cuatro grados.

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La Testadura 10

II

Respiro el perfume de la rosa que se

[marchita

antes del amanecer,

y tiemblo de tanto fumar, más no de frío.

III

En mi frente llevo el beso de la muerte,

en el edificio de enfrente una sombra

de mujer se masturba con un martillo.

Y en los ojos de un perro que muere se

[refleja la luna.

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La Testadura 11

V

Ebrio de tanto vacío

escucho gemir a las sombras

que caen muertas a orilla

del río que se congela.

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La Testadura 14

Voy a comprar un mono,

le enseñaré a escribir mi nombre,

saldré de estas cuatro paredes,

y compraré merluza,

con mi mono atado al cuello,

voy a comprar un mono,

sí,

como lo vi en Shanghái,

aquel chulo cuidaba más de su mono

que de sus putas

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La Testadura 15

y saltaré encima de él

compraré merluza,

y volveré a las cuatro paredes,

que mi mono escriba en ellas

mi nombre,

que mi nombre sea el suyo,

y me sirva mas whiskey,

saldré de madrugada a la calle,

para gritar como grita un mono,

repleto de merluza,

nadie sabrá mi nombre

sólo él.

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La Testadura 18

El rapto de la tortuga ciega o

caminar de espaldas en una

avenida de Shanghái

comimos de más,

qué más da, dijimos,

robemos a la tortuga,

ella no sabrá qué la tomo entre sus

[manos,

llevémosla de aquí,

a nuestro hotel,

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La Testadura 19

que los ruidos no molesten a la tortuga,

porque es ciega, y tiene el oído agudo,

y en al hotel le cantamos y no responde

pero él saca su celular y pone Sympathy

[for the devil

y la tortuga parece escuchar,

y afuera está la calle, por donde nos

[escurrimos

entre carros, motos y bicicletas,

entre tortugas ciegas que dejan caer su

[baba en nuestros vasos,

caminamos hasta el hotel donde nos

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[espera la camarera

con cara de tortuga ciega y caminamos

[por las paredes del hotel,

todo es oscuro, y mi cara es la tortuga, y

[como tortuga ciega

camino sin rumbo, pasa un carro

a mi lado,

el claxon me saca del sueño,

y camino en calles de paredes donde los

[carros

respetan a las tortugas ciegas,

y bebemos la baba de la tortuga que yace

[bajo

la llanta de un auto…

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Bueno o malo ya quedó el primer

poema en Chino, nacido Chino,

no traducido. Revisado, corregi-

do y comentado por escritor

chino. El español es sólo para

darse una idea...

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La Testadura 22

鸟歌

Niǎo gē

(Canto de un ave ó “Trino”)

我在这里

Wǒ zài zhèlǐ

Aquí estoy

想着你的身体

Xiǎngzhe nǐ de shēntǐ

extraño tu cuerpo,

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La Testadura 23

想着你的发香.

Xiǎngzhe nǐ de fǎ xiāng.

el aroma de tu cabello.

举杯不行

jǔ bēi bùxíng

Beber es inútil

我的国家在很远的、别的地方

Wǒ de guójiā zài hěn yuǎn de、 bié de

dìfāng

mi casa esta lejos, en otro lugar

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La Testadura 24

千杯不行

Qiān bēi bùxíng

ni mil botellas sirven

我是不幸人…

Wǒ shì bùxìng rén…

desafortunado…

但有影子陪我

Dàn yǒu yǐngzi péi wǒ

pero una sombra me acompaña

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La Testadura 25

El monje que vendió su bicicleta

El monje “Briones”, más conocido

como “brio” destapa su segunda cerveza.

Por la expresión en su cara sabe que es

una de muchas. Minutos más tarde, des-

tapa la cuarta. Orina detrás del árbol.

Regresa satisfecho. Se sienta y continúa

su labor.

Cuando tenía bicicleta no podía andar

en ella con alcohol en la sangre. Y cuando

lo descubrió se hizo grande. Cumplió 40.

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La Testadura 27

La celebración fue en grande, hubo

cacahuates asados, brócoli fresco y mu-

cha agua de soya. Cuando fue por más

leña, recordó el sendero que lo lleva al

pueblo. Quería dar un paseo por allá.

Aceleró el paso y cuando se dio cuenta ya

estaba fuera de la tienda. Le dijo a la

dependienta que era su cumpleaños. Ella

le ofreció sexo en el piso de arriba, pero

tenía que esperar a cerrar la tienda. Brio,

sólo quería algo de tomar. Ella se le acer-

có y le dijo que le daba las cajas de cerve-

za que pudiera cargar. El monje nada

tonto tomó diez y la dependienta le dijo,

no seas tonto, no llegarás muy lejos. Él

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La Testadura 28

dijo, lleno de sabiduría, sólo necesito

cruzar esa puerta. Y la cruzó. El problema

se resolvió cuando se bebió la mitad de la

carga pudo llegar a su aldea. La carga se

aminoraba con sus pasos, hasta que se

sintió liberado como si flotara. Al llegar,

vomitó y fue expulsado.

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La Testadura 29

Baridrika

Cuando murió su esposa, hace un

año, se decidió a estudiar chino, más

bien, decidió salir de Pakistán, a donde

fuera, pero quería salir. A los 65 años

estaba ávido de nuevas experiencias.

Empacó sus cosas y a su hermano le dejó

la casa, no le cobraría renta con la condi-

ción de cuidarla de los ladrones.

En su maleta el Corán, un par de pan-

talones, unas sandalias de cuero, tres

camisas, un suéter de lana, algo de ropa

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La Testadura 31

interior y el libro de Sadeq Hedayat “La

lechuza ciega”, este libro lo tomó de la

repisa donde tenía otros libros de cocina

y de geografía, no sabía cómo llegó a ahí,

de hecho, lo tomó al azar, vaciló un poco

al escoger, pero como era el más peque-

ño lo tomó.

Salió de su casa muy temprano, toda-

vía no amanecía, tomó un autobús que lo

llevó al aeropuerto. Todos se despedían

efusivamente de sus familiares, lloraban,

se abrazaban y se decían palabras de

aliento, para que su separación fuese

leve. Mientras, él bajaba del camión y se

cruzaba entre ellos , como una sombra,

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La Testadura 32

que no produce ruido ni olores, ni moles-

tias. Así se fue hasta perderse en los pa-

sillos del aeropuerto.

En una máquina expendedora de

“ipods” se compró uno, el más pequeño,

fue a un café internet y le pidió al encar-

gado le descargara la música que traía en

su USB. Eran más de cien canciones de

Nusrat Fateh Ali Khan.

En la sala de espera, abrió su cartera

y sacó la foto de su familia, sus hijos eran

pequeños y su esposa apenas tenía 20

años. Esa fue la última lágrima que rodó

por su mejilla, con la cara levantada, co-

mo si mirara a un Dios que lo consuela,

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La Testadura 33

él, orgulloso de su dolor y llanto, hizo una

promesa en silencio.

Antes de subir al avión, caminó a la

fila de pasajeros y en el trayecto encontró

un bote de basura. Tiro su último recuer-

do. Lo demás quedaba en su mente.

Sólo intercambiamos unas pocas pa-

labras. Creo que fue a las doce del día.

Entre una clase y otra.

Se me acercó y me habló en urdu. Le

respondí en inglés. Me adelanté a decirle:

“yo sé que parezco de India o Pakistán,

pero soy mexicano”, él sonrío y me dijo;

yo soy de Pakistán. Te pareces a un fami-

liar.

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La Testadura 34

Todas las tardes, después de salir de

clase lo veo con los hombros sobre su

cabeza, siempre mira sus pies. Eran ya

diez años desde que sus hijos se fueron

de casa. ¿Pensará en ellos? ¿En su espo-

sa?

Sus dos hijos trabajan en las monta-

ñas de Afganistán cultivando opio. De

ellos no sabe desde hace 10 años, cuan-

do se fueron tenían 13 y 15 años. Tal vez

los hayan matado militares estadouni-

denses o los dueños de las tierras por las

que intentaban cruzar a Afganistán.

En su cumpleaños sesenta y seis se

emborrachó tímidamente en un pequeño

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La Testadura 35

restaurante chino de comida rápida, be-

bió el vino blanco chino, famoso por tener

tantos grados de alcohol que resulta peli-

groso. De regreso a su habitación una

tormenta lo sorprendió sin abrigo, sin

paraguas. Se mojó pero él era feliz, tirita-

ba no sabe si de frío o de alegría, de esa

sensación de ligereza que da la embria-

guez. Esa noche los delirios de la fiebre

llegaron, sudaba a caudales y el cuerpo

le dolía más que su alma. No tenía telé-

fono ni amigos. En su cuarto, la música

de Nusrat son rezos extáticos, como si

cantaran a su ascensión. Afuera la lluvia

disminuía y algunas conversaciones se

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La Testadura 36

oían a lo lejos. En su mesita de centro el

libro estaba marcado en la última página.

La música que salía de las bocinas ya no

era normal, se oía aislada como se escu-

cha la música cuando quien la pone se

ausenta.

Me despertó el abrir y cerrar de puer-

tas de los demás cuartos, me puse un

abrigo y salí a la calle. Antes de bajar

miré por la ventana y las luces rojas,

amarillas y azules me helaron el alma.

Bajé rápidamente, abrí la puerta del edi-

ficio y me lancé a la calle, caminé entre

las personas y subí corriendo al piso a

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La Testadura 37

donde los otros curiosos también iban. Al

llegar a aquel pasillo escuché como des-

conectaban la música. Había algo en el

ambiente, un olor a hospital, a enfermo.

Miré desde lejos aquella habitación a

media luz, me quedé congelado, no pude

ir más allá.

En la calle me paré frente a la puerta

del edificio para saber quien se había

accidentado o que había pasado. Lo sa-

caron y aún traía consigo un cuaderno,

uno pequeño de hojas amarillas. Pasó la

camilla a un lado mío y fue como si me lo

diese. Cayó al suelo, lo levanté y lo es-

condí. Las luces de la ambulancia se re-

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La Testadura 38

flejan en el pavimento mojado. En mi

cuarto abro el cuaderno y ese fue el pri-

mer texto literario que leí en chino. Co-

mienza: “Estas son las primeras líneas

que yo, Baridrika escribo en chino”

“…cuando salí de mi casa nadie me

acompañó a la puerta, y en el aeropuerto

compré un ipod, quería escuchar mi mú-

sica…”

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ilustración: El Pulpo Santo

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La Testadura 40

A. J.

En la entrada nos revisa un guardia de

seguridad, nos quita con amabilidad pero

bruscamente los abrigos. Afuera son 5°

C. Aquí adentro, el vapor de las tinas de

agua caliente está entre los 25 y 30°C.

A.J. “ei yei”, como dice que se llama,

no para de hablar, destapa otro redbull y

lo mezcla con el whiskey. Lo toma y me

pasa un vaso con lo mismo. El guardia

nos deja en los vestidores. Con los mil

trescientos yuanes que pagamos nos dan

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La Testadura 41

una botella de whiskey a cada uno, un

traje de baño, condones y una pequeña

toalla. Las putas son aparte. Pero puedes

pasártela bien entrando y saliendo de

distintos jacuzzis. Ei Yei dice que no se le

parece en lo más mínimo a los lugares en

los que estuvo en Bangkok. Cuando des-

pués de trabajar por dos años en Austra-

lia y ganar casi los 30 mil dólares ameri-

canos, sin pagar un solo centavo por la

casa, ya que vivía con unos tíos, ese dine-

ro fue y lo gastó en alcohol, drogas y pu-

tas en Tailandia, Bangladesh y Bangkok.

Me lo cuenta con una sonrisa en la cara.

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La Testadura 42

En fin, él fue quien me recomendó

este lugar.

Regresa de un masaje y me platica

cuando le tocó vigilar desde el helicópte-

ro la frontera con Corea del Norte. Es nor-

mal en Corea, son dos años de servicio

militar. Después de eso ya puedes estu-

diar lo que quieras, pero lo debes hacer

después de los 19 años. Yo apenas los

cumplía cuando decidí hacerlo. Ei Yei no

parece tener 26 años, se ve más joven.

Aun así tiene algo de experiencia en esto

de putas, precios y diversión.

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La Testadura 43

ALEXANDER ROBOTNICK Ó

DAZED AND CONFUSED IN

SHANGHAI

I

Si estas solo en un edificio de 6 pisos

con 10 habitaciones en cada uno y du-

rante días dejas de escuchar ruidos pro-

ducidos por personas, es de esperarse

que brinques asustado cuando escuchas

unos pasos acercarse a tu puerta. No

puedes evitar pegar el ojo a la mirilla y

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La Testadura 44

asegurarte si lo que oíste fue real. Pero

vuelves la cara y miras tu cama, el escri-

torio con la comida de hace días y la ropa

amontonada apestando toda la habita-

ción. Piensas si en realidad lo escuchas-

te, pero si no lo escuchaste, qué pudo

haber sido ¿Quién pudo haber sido?

¿Qué provocó el ruido? Eran evidentes

los pasos. Que otro ruido se parece al

sonido que dejan los pasos de unas botas

con suela de goma, que rechinan cada

que dejan el suelo y crean una pequeña

fricción para impulsarse.

Una capa amarillenta de grasa cubre

la taza del baño. El calentador del agua

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La Testadura 45

lleva apagado días. Orino un líquido ver-

doso, como el Jagermaister que tomé

anoche. Anoche…este no es mí cuarto la

ropa no es mía ni las cosas en el escrito-

rio, reviso la cartera: Charles Van Hoerk,

Belgium. Veo la foto y reconozco el rostro.

No sé con exactitud quien es pero sé que

lo conozco. Aquellas botas de goma re-

chinan de nuevo. Por sentido de supervi-

vencia busco mis cosas, o más bien bus-

co en el cuarto cosas que sean mías. No

sé con qué cosas llegué a ahí. En el buró

hay pequeñas bolsas azules, vacías. Re-

cojo mi tarjeta de la mesa, veo mi mochi-

la, la abro, y está mi cámara, el cuaderno,

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La Testadura 46

los trípticos de varias galerías de

Shanghái, mis guantes y bufanda, en la

bolsa delantera mi pasaporte, la cartera

la traigo conmigo. Escucho ruidos en el

baño, la persona dueña de la cartera está

ahí, en la tina, con ropa y bañada en su-

dor y vómito, abre los ojos y me sonríe,

me dice que no puede moverse y balbu-

cea thanks man to bring me back to the

hotel, it was too much for me… En eso, la

puerta se abre pero sólo un poco, la ca-

dena sigue separándome del mundo, veo

a tres personas con la misma camisa

blanca y caracteres chinos. Aviento la

puerta y me abro paso entre ellos, no les

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La Testadura 47

da tiempo de reaccionar, tampoco de

decir algo, no sé porque lo hago pero sigo

corriendo, en la calle el sol me deja ciego

por unos segundos, me tropiezo con un

bote de basura, me levanto de inmediato

y conforme voy recuperando la vista ace-

lero el paso, subo un puente, cruzo un

pequeño canal y giro por unos callejones.

Después la calle se abre y me escupe a

una gran avenida. Distingo un letrero que

dice línea 4. Recuerdo que vine por esa

línea desde la estación de trenes de

Shanghái. Por ahí mismo debo regresar.

Conforme voy caminando me reviso el

cuerpo, no tengo dolor en ninguna parte,

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La Testadura 50

tengo todo en mi cartera y en mis bolsi-

llos hay dos papeles con direcciones en

hanzi y el nombre de los lugares en in-

glés, “The Shelter” y “Amber Lounge”.

Pero todo inició en un bar donde Ale-

xander Robotnick pinchó unos discos.

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La Testadura 51

Año nuevo

En un café bebo chocolate caliente,

traía unos shorts y playera de manga cor-

ta, no tenía pensado salir, pero como es

año nuevo no me rehusé a las insisten-

cias de Alan. Al café llega un gringo de 50

años y dentro de la plática dice que es de

San Francisco, le pregunto por Eric Bur-

don y en la charla menciona a Grateful

Dead, yo llevaba 50 yuanes y salimos de

ahí con una cervezas que bebimos hasta

el próximo expendio, él compro una bote-

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La Testadura 54

lla de whisky que nos tomamos en el ca-

mino, la botella no se terminaba ni mi

saciedad, cantábamos canciones de

Grand Funk, Rare Earth y de Peter Ga-

briel…eran las doce la noche, llegamos a

un famoso bar de la ciudad, metí la bote-

lla de whiskey para no gastar dentro en

tragos, pero el gringo hizo una movida

que nos puso en descubierto, los de se-

guridad nos sacaron y salimos corriendo

a otro bar, donde la terminamos, cantá-

bamos por las calles éramos los dioses

de nuestra borrachera.

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La Testadura 55

El “Yayo”

Estaba en mi dormitorio, que da fren-

te a la pista de atletismo. Me despertaron

los gritos de una muchedumbre, todos

gritaban “Yayo!” “Yayo!” y aplaudían.

Cuando salí al balcón, ahí estaban en la

pista, seis corredores y al ganador le lla-

maban Yayo. Me metí a bañar y seguía

escuchando “Yayo!”. Desayuné, Salí a

clases y durante las clases, el mismo

nombre. Las competencias empezaron a

las 8 de la mañana y para cuando había

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La Testadura 56

salido de clases, a las 12pm, seguía es-

cuchando “Yayo!”. Ese Yayo debe ser

toda una bestia del deporte, una proeza

china. Quien sabe cuántas competencias

tuvo y en todas se oía su nombre, Yayo.

Al día siguiente, lo mismo. Pero en

clase la maestra dijo “Yayo”, cuando un

compañero pasó al pizarrón a resolver un

ejercicio. Entonces entendí que “Jiāyóu!”,

en mandarín significa ¡Vamos!

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La Testadura 58

How often…

I

How often smoke weed in México? No

sé si disimulé la sonrisa, “they” always

do”. Después no supe que decir. Entra-

mos a clase y le pregunté si podía conse-

guirme un poco, para probarla. Claro,

dijo. Pero te la tendría hasta el lunes. El

fin de semana la pasé sin perturbaciones,

tampoco me acordaba del encargo. Pero

cuando llegué a clases el lunes salivé

como perro en carnicería.

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La Testadura 59

La puso en mi mochila y empezamos

la clase.

Por la tarde, hice los preparativos, un

poco de agua, el lugar perfecto es el jar-

dín del edificio antiguo, cruzando el rio. A

las seis se acaba la luz, y las farolas, con

la bruma crean un ambiente de película.

Me sentí en Cracovia, grandes árboles,

casas viejas como se estuviera en una

novela de Balzac. Algo dentro de mí me

empujó a encender la música en mi celu-

lar, pero sin audífonos. Le subí el volumen

y lo puse en la bolsa de mi mochila, como

la bicicleta es para ruta, el manubrio tiene

varias posiciones. Cuando adopté la de

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La Testadura 62

descanso, en la que la espalda se estira y

se relajan los músculos desde el cuello

hasta el coxis, pude escuchar una a una

como tronaba cada vertebra, hasta que

llegó a la parte de los trapecios. Después,

instintivamente baje la cabeza hasta pe-

gar la barbilla al pecho y tres tronidos

más. Cada trueno era un escalón al éxta-

sis, la boca se secó de pronto, los labios

se pusieron pastosos y la música cobró

otro sentido, las faros la baqueta, los

pequeños y grandes bonsáis, el musgo en

las bancas de piedra los edificios verde y

sepia. Over the border cantó Eric Burdon

por mi celular. Y seguí flotando en aquel

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La Testadura 63

ambiente. Me sentía una sombra en una

fotografía de Bresson….

II

Another bit by hedust, aquello era

Queen. Él tiene 50 años y no suelta su

reproductor de bolsillo de muy buen soni-

do, puedo escuchar la maldita cosa 20

metros a distancia. No dejo de sonreír, no

sé por qué, pero no dejo de hacerlo, tal

vez por qué no entiendo lo que dice o

porqué el creé que sí, o tal vez sonrío por-

que en realidad lo estoy entendiendo y no

me doy cuenta. Se acerca Pelex y su ami-

go de Kazajistán. Nos saludan y mi nuevo

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La Testadura 66

amigo chino los abraza. El amigo de Ka-

zajistan, habla más chino que inglés. Y se

comunica con el nuevo amigo. Yo sigo

con la boca seca, y esa sensación de ele-

varse por encima de las palabras y de los

pensamientos disminuye.

Llego al cuarto, me pongo los audífo-

nos y escucho Pink Floyd.

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Este es el nombre que le puse a una serie de cuentos

que en un futuro serán un libro. "Arroz". No hay mucho

sobre "la cultura asiática

o China", más bien son

algunas vivencias y mu-

chas otras - la mayoría -

chaquetas mentales que me hago con las historias que

me cuentan, o de la gente que conozco. A veces me

gustaría echarle más "crema", jajaja, pero creo que se

verían muy yonkies y sinceramente tampoco lo soy,

sólo soy buen catador.

MIGUEL ESCAMILLA MARTÍNEZ. Nací en Querétaro,

México; en 1982. Ahora vivo en Suzhou, China. Soy

escritor y fotógrafo.

我一九八二年出生在墨西哥的克雷塔罗,

我现在住在苏州。我是作家、摄影师。