LA TERMOGRAFIA COMO MEDIO DE PREVENCIÓN, RECUPERACIÓN Y SEGUIMIENTO DE LESIONES EN FUTBOLISTAS INTRODUCCIÓN La termografía infrarroja, es una técnica que permite, a distancia y sin ningún contacto, medir y visualizar temperaturas de superficie con precisión, es decir, es una técnica para detectar y registrar las áreas calientes y frías del cuerpo sobre una película o sensor por medio de un detector infrarrojo, ya que la disipación del calor (energía térmica) corporal, en gran parte, se hace por radiación infrarroja dependiente del flujo y volumen sanguíneo circulatorio subcutáneo y de la actividad metabólica muscular. Los ojos humanos no son sensibles a la radiación infrarroja emitida por un objeto, pero las cámaras termográficas, o de termovisión, son capaces de medir la energía con sensores infrarrojos, capacitados para “ver” en estas longitudes de onda. Esto nos permite medir la energía radiante emitida por objetos y, por consiguiente, determinar la temperatura de la superficie a distancia, en tiempo real y sin contacto. La radiación infrarroja es la señal de entrada que la cámara termográfica necesita para generar una imagen de un espectro de colores, en el que cada uno de los colores, según una escala determinada, significa una temperatura distinta, de manera que la temperatura medida más elevada aparece registrada en color blanco y la más baja en color azul oscuro o negro. Su aplicación se fundamenta en la fisiología térmica humana y en las bases fisiopatológicas de termorregulación cutánea. Éste es un método único por su capacidad para mostrar procesos fisiológicos y metabólicos, como es la sensación de dolor, al revelar el efecto combinado del sistema nervioso autónomo y el sistema vascular sobre la temperatura. Por lo que la utilizaremos para la localización de patologías en el aparato locomotor (sistema oseoarticular y sistema muscular).
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LA TERMOGRAFIA COMO MEDIO DE PREVENCIÓN, RECUPERACIÓN Y SEGUIMIENTO DE LESIONES EN FUTBOLISTAS
INTRODUCCIÓN La termografía infrarroja, es una técnica que permite, a distancia y sin ningún contacto, medir
y visualizar temperaturas de superficie con precisión, es decir, es una técnica para detectar y
registrar las áreas calientes y frías del cuerpo sobre una película o sensor por medio de un
detector infrarrojo, ya que la disipación del calor (energía térmica) corporal, en gran parte, se
hace por radiación infrarroja dependiente del flujo y volumen sanguíneo circulatorio
subcutáneo y de la actividad metabólica muscular.
Los ojos humanos no son sensibles a la radiación infrarroja emitida por un objeto, pero las
cámaras termográficas, o de termovisión, son capaces de medir la energía con sensores
infrarrojos, capacitados para “ver” en estas longitudes de onda. Esto nos permite medir la
energía radiante emitida por objetos y, por consiguiente, determinar la temperatura de la
superficie a distancia, en tiempo real y sin contacto.
La radiación infrarroja es la señal de entrada que la cámara termográfica necesita para generar
una imagen de un espectro de colores, en el que cada uno de los colores, según una escala
determinada, significa una temperatura distinta, de manera que la temperatura medida más
elevada aparece registrada en color blanco y la más baja en color azul oscuro o negro.
Su aplicación se fundamenta en la fisiología térmica humana y en las bases fisio-‐patológicas de
termorregulación cutánea. Éste es un método único por su capacidad para mostrar procesos
fisiológicos y metabólicos, como es la sensación de dolor, al revelar el efecto combinado del
sistema nervioso autónomo y el sistema vascular sobre la temperatura. Por lo que la
utilizaremos para la localización de patologías en el aparato locomotor (sistema oseoarticular y
sistema muscular).
APLICACIONES DE LA TERMOGRAFIA EN EL AMBITO DEL FÚTBOL
La principal aplicación que encontramos estará relacionada con la prevención de lesiones,
principalmente de tipo muscular, ya que hemos encontrado, que existe una alta correlación
entre la temperatura muscular y el dolor muscular, siendo mayor este a mayor temperatura.
Este aumento de temperatura se debe a una mayor demanda sanguínea en las zonas
musculares dañadas, teniendo la finalidad de favorecer la regeneración de este tejido blando.
Debemos añadir que la temperatura se deberá registrar de manera individual para cada
jugador, diferenciando además entre las distintas zonas corporales, ya que la temperatura
normal varía en función de la localización.
Otra aplicación relacionada con la prevención de lesiones, es la identificación de
desequilibrios bilaterales. La reducción de estos desequilibrios será fundamental, por ejemplo,
para evitar lesiones relacionadas con la zona lumbo-‐pélvica.
El seguimiento y evolución de las lesiones deportivas puede ser otra interesante aplicación de
la cámara termográfica. El hecho de que tengamos información a tiempo real de cómo
evoluciona la lesión de nuestro jugador, de cómo está respondiendo a la carga de
entrenamiento, de si le estamos sobrecargando o de si pierde calor la zona lesionada, hace
que podamos tomar decisiones de forma más segura y objetiva sobre la recuperación de
nuestro jugador.
Otra posible aplicación podría ser la cuantificación de la carga del entrenamiento, ya que a
través de las cámaras termográficas, podríamos sumar la temperatura total de las diferentes
zonas corporales de un jugador, por lo que podríamos saber el estado general de carga del
aparato musculo-‐esquelético. Si sumamos los diferentes jugadores de la plantilla obtendremos
un dato objetivo, que nos podrá indicar el estado de nuestro equipo, y nos podrá ayudar en
nuestra planificación. Esta información como anteriormente hemos mencionado lo podremos
realizar de manera diaria, lo que nos podría ayudar a ajustar la carga incluso dentro del
microciclo, debido a la inmediatez de la información.
También proponemos esta técnica como un instrumento más que se podría utilizar en los
reconocimiento médico de los jugadores, ya que nos permite detectar posibles lesiones
principalmente de tipo articular, a la hora de incorporar un jugador en nuestra plantilla.
EXAMEN TERMOGRÁFICO El examen termográfico consiste en la captura de imágenes (semejante a una fotografía) por
una cámara con capacidad de barrer toda la superficie corporal o sus segmentos y captar (con
detectores especiales, en el rango de 3-‐5, o 8-‐13 micrómetros) la radiación infrarroja emitida, y
así medir de modo remoto las diferencias más leves en la temperatura del tejido blando en el
cuerpo. La sensibilidad de las cámaras actuales es capaz de identificar variaciones de una
décima de grado Celsius de la temperatura corporal.
El gran valor de este examen reside en el hecho de que las imágenes son funcionales y
dinámicas. Además, recordamos que es un método sin contacto, no invasivo y que los
resultados son a tiempo real.
El examen debe ser realizado en salas climatizadas con temperaturas estabilizadas alrededor
de 18.5 grados Celsius para exámenes vasculares y alrededor de 22 a 25 grados para los
exámenes del aparato locomotor y sistema nervioso periférico y simpático.
ESTUDIO ACTUAL: TERMOGRAFIA COMO MEDIO PARA REDUCIR LA INCIDENCIA LESIONAL EN FÚTBOL. El objeto de nuestra investigación pasa por conocer si la utilización de cámaras termográficas
en el ámbito deportivo puede ayudar al diagnóstico, prevención y seguimiento de las lesiones,
y, con ello, a reducir la incidencia lesional en el ámbito del fútbol profesional.
El protocolo de la investigación consiste en realizar dos fotografías termográficas a cada uno
de los jugadores: una de la cara anterior de los miembros inferiores y región abdominal, y la
otra, de la cara posterior y región lumbar, antes de entrenar, diariamente y durante un periodo
de tiempo de tres meses. Posteriormente, se tratan las dos fotografías de cada jugador con el
software “ThermaCAM Reporter” y se registran las temperaturas corporales de cada una de las
zonas musculares y articulares seleccionadas (ver Imagen 1).
Además, todos los días se le entrego al jugador una ficha con las diferentes regiones
musculares y articulares de sus miembros inferiores para que éste las valorara en una escala
ordinal del 1 al 10, en función de su molestia (ver Figura 1).
Figura 1. Escala de valoración para cada una de las zonas corporales.
Las zonas musculares y articulares a las que nos referimos son las siguientes:
Por un lado, nuestro estudio pretendió describir la relación existente entre la temperatura de
las zonas corporales con las puntuaciones de las mismas, dadas por el jugador. Es decir,
queríamos ver si cuanto más alta esta la temperatura de la zona corporal, más alta era la
puntuación dada por el jugador. Con esto queríamos comprobar si con la cámara podíamos
medir y cuantificar el dolor que el jugador percibía.
Por otro lado, realizamos una intervención de prevención de lesiones a lo largo de la toma de
datos. La intervención consistió en llevar a cabo un protocolo de prevención en aquellos
jugadores en los que veíamos en las fotografías zonas con temperaturas anómalas. El
protocolo de prevención se basó en tres puntos especiales:
1. Se informó al propio jugador de la zona que veíamos más caliente, y por
lo tanto, en la
que el jugador podría sufrir una posible lesión por sobrecarga.
2. Tratamiento fisioterapéutico: se facilitó un informe de los jugadores con
zonas
corporales detectadas con riesgo de lesión al servicio médico del club para
que fueran tratadas.
3. Se llevó a cabo un protocolo individualizado de prevención para aquellas
zonas detectadas de cada jugador como riesgo de lesión, realizado
por el preparador físico del equipo antes y después del
entrenamiento colectivo.
Tras un mes y medio de estudio (periodo de pretemporada), no se produjo ninguna lesión
musculo-‐tendinosa, ni articular en las regiones anatómicas de los veintidós jugadores
participantes en el estudio. Sólo se padecieron dos bajas (fractura de tabique nasal e
inflamación en tobillo por contusión) en este periodo temporal, ambas sufridas en partidos de
competición, las cuales clasificamos como traumáticas por contacto con un jugador rival y, por
lo tanto, se escapan de nuestro ámbito preventivo.
Si comparamos este dato con los encontrados en la literatura científica, podemos decir que
hemos padecido una incidencia lesional inferior a la hallada en estos estudios (Engström 1990,