Qu es lo que pasa actualmente con la metfora?Y qu es lo que pasa
por alto a la metfora?Es un viejo tema. Ocupa a Occidente, lo
habita o se deja habitar por l: representndose en l como una enorme
biblioteca dentro de la que nos estaramos desplazando sin percibir
sus lmites, procediendo de estacin en estacin, caminando a pie,
paso a paso, o en autobs (estamos circulando ya, con el autobs que
acabo de nombrar, dentro de la traduccin, y, segn el elemento de la
traduccin, entrebertragungyUbersetzung,puesmetaphorikossigue
designando actualmente, en griego, como suele decirse, moderno,
todo lo que concierne a los medios de transporte).Metaphoracircula
en la ciudad, nos transporta como a sus habitantes, en todo tipo de
trayectos, con encrucijadas, semforos, direcciones prohibidas,
intersecciones o cruces, limitaciones y prescripciones de
velocidad. De una cierta forma -metafrica, claro est, y como un
modo de habitar- somos el contenido y la materia de ese vehculo:
pasajeros, comprendidos y transportados por metfora.Extraa
proposicin para arrancar, diris. Extraa porque implica por lo menos
que sepamos qu quiere
decirhabitar,ycircular,ytrasladarse,hacerseodejarsetrasladar. En
general y en este caso. Extraa, a continuacin, porque decir que
habitamos en la metfora y que circulamos en ella como en una
especie de vehculo automvil no es algo meramente metafrico. No es
simplemente metafrico. Ni tampoco propio, literal o usual, nociones
que no estoy confundiendo porque las aproxime, ms vale precisarlo
inmediatamente. Ni metafrica, ni a-metafrica, esta figura consiste
singularmente en intercambiar los lugares y las funciones:
constituye el sedicente sujeto de los enunciados (el hablante o el
escritor que decimos que somos, o quienquiera que crea quese
sirvede metforas y que hablamore metaphorico)encontenidoo
enmateria,y parcial encima, y siempre ya embarcada, en coche, de un
vehculo que lo comprende, lo lleva, lo traslada en el mismo momento
en que el llamado sujeto cree que lo designa, lo expresa, lo
orienta, lo conduce, lo gobierna como un piloto en su navo.Como un
piloto en su navo.Acabo de cambiar de elemento y de medio de
transporte. No estamos en la metfora como un piloto en su navo. Con
esta proposicin voy a la deriva. La figura de la nave o del barco,
que tan frecuentemente fue el vehculo ejemplar de la pedagoga
retrica, del discurso enseante sobre la retrica, me hace derivar
hacia una cita de Descartes cuyo propio desplazamiento a su vez
arrastrara mucho ms lejos, de lo que puedo permitirme aqu.As, pues,
tendra que interrumpir de forma decisoria la deriva o el
deslizamiento. Lo hara si fuese posible. Pero, qu es lo que estoy
haciendo desde hace un momento? He levantado anclas y voy a la
deriva irresistiblemente. Intento hablardela metfora, decir algo
propio o literal a propsito suyo,tratarlacomo mi tema, pero estoy,
y por ella, si puede decirse as, obligado a hablar de ellamore
metaphorico,a su manera. No puedotratar de ellasintratar con
ella,sin negociar con ella el prstamo que le pido para hablar de
ella. No llego a producir untratadode la metfora que no haya
sidotratado conla metfora, la cual de pronto parece intratable.Por
eso desde hace un momento me voy trasladando de desvo en desvo, de
vehculo en vehculo, sin poder frenar o detener el autobs, su
automaticidad o su automovilidad. Al menos no puedo frenar si no es
dejndolo deslizar, dicho de otro modo, dejndolo escapar a mi
control conductor. Ya no puedo detener el vehculo o anclar el navo,
dominar completamente la deriva o el deslizamiento (en algn sitio
he llamado la atencin sobre el hecho de que la palabra
deslizamiento(drapage),antes de su ms amplio deslizamiento
metafrico, tena que ver con un cierto juego del ancla en el
lenguaje martimo, dira ms exactamente con un juego de la baliza y
de los parajes). El caso es que con este vehculo flotante, mi
discurso aqu mismo, no puedo hacer otra cosa sino parar las
mquinas, lo que sera de nuevo un buen medio para abandonarlo a su
deriva ms imprevisible. El drama, pues esto es un drama, es que
incluso si decidieseno hablar yametafricamente de la metfora, no lo
conseguira, aqulla seguira pasndome por alto para hacerme hablar,
ser mi ventrlocuo, metaforizarme. Cmo no hablar? Otras maneras de
decir, otras maneras de responder, ms bien, a mis primeras
cuestiones. Qu pasaconla metfora? Pues bien, todo, no hay nada que
no pase con la metfora y por medio de la metfora. Todo enunciado a
propsito de cualquier cosa que pase, incluida la metfora, se habr
producidono sinmetfora. No habr habido metafrica lo suficientemente
consistente como para dominar todos sus enunciados. Y, qu es lo que
pasa por altoala metfora? Nada, en consecuencia, y habra que decir
ms bien que la metfora pasa por alto cualquier otra cosa, aqu a m,
en el mismo momento en que parece pasar a travs de m. Pero si la
metfora pasa por alto o prescinde de todo aquello que no pasa sin
ella, es quiz que en un sentido inslito ella se pasa por alto a s
misma, es que ya no tiene nombre, sentido propio o literal, lo cual
empezara a haceros legible tal figura doble de mi ttulo: en su
retirada(retrait),habra que decir en sus retiradas, la metfora,
quiz, se retira, se retira de la escena mundial, y se retira de sta
en el momento de su ms invasora extensin, en el instante en que
desborda todo lmite. Su retirada tendra entonces la forma paradjica
de una insistencia indiscreta y desbordante, de una remanencia
sobreabundante, de una repeticin intrusiva, dejando siempre la seal
de un trazo suplementario de un giro ms, de un re-torno y de un
re-trazo(re-trait)en el trazo(trait)que habr dejado en el mismo
texto.En consecuencia, si quisiese interrumpir el deslizamiento,
fracasara. Y esto pasara incluso en el momento en que me resistiese
a dejar que eso se notara.La tercera de las breves frases por las
que he parecido acometer mi tema hace unos instantes era: La
metfora es un tema muy viejo. Un tema (o un sujeto) es a la vez
algo seguro y dudoso, segn el sentido en el que se desplace esa
palabrasujet-en su frase, su discurso, su contexto y segn la
metaforicidad a la que se le someta a l mismo, pues nada es ms
metafrico que ese valor de sujeto. Dejo caer el sujeto para
interesarme ms bien en su predicado, en el predicado del sujeto
sujeto (o tema), a saber, su edad. Si lo he llamadoviejoes al menos
por dos razones.Y aqu voy a comenzar: es otra manera de decir que
voy a hacer como mejor pueda para reducir el deslizamiento.La
primera razn es la extraeza ante el hecho de que un sujeto
aparentemente tan viejo, un personaje o un actor aparentemente tan
cansado, tan desgastado, vuelva hoy a ocupar la escena -y la escena
occidental de este drama- con tanta fuerza e insistencia desde hace
algunos aos, y de una forma, me parece, bastante nueva. Como si
quisiera reconstruirse una juventud o prestarse a reinventarse,
como el mismo o como otro. Esto podra verse ya simplemente a partir
de una sociobibliografa que recensionase los artculos y los
coloquios (nacionales e internacionales) que se han ocupado de la
metfora desde hace aproximadamente un decenio, o quizs un poco
menos, y todava en este ao: en el curso de los ltimos meses ha
habido al menos tres coloquios internacionales sobre el tema, si
estoy bien informado, dos en Estados Unidos y uno aqu mismo,
coloquios internacionales e interdisciplinares, lo cual es tambin
significativo (el de Davis en California tiene por
ttuloInterdisciplinary Conference on Metaphor).Cul es el alcance
histrico o historial (en cuanto al valor mismo de historialidad o
de epocalidad) de esta preocupacin y de esta convergencia inquieta?
De dnde viene esta presin? Qu est en juego? Qu pasa hoy con la
metfora? Otras tantas cuestiones de las que simplemente quisiera
sealar su necesidad y su amplitud, dando por supuesto que no podr
hacer aqu ms que una pequea seal en esa direccin. La asombrosa
juventud de este viejo tema es considerable y a decir verdad un
poco apabullante. La metfora -tambin en esto occidental- se retira,
est en el atardecer de su vida. Atardecer de la vida, para vejez,
es uno de los ejemplos escogidos por Aristteles, en laPotica,para
la cuarta especie de metfora, la que procedekata ton analogon;la
primera, la que va del gnero a la especie,apo genous epi
eidos,tiene como ejemplo, como por azar: He aqu mi barco
parado(peos de moi ed esteke),pues estar anclado es una de las
formas de estar parado. El ejemplo es ya una cita de laOdisea.En el
atardecer de su vida, la metfora sigue siendo un tema muy generoso,
inagotable, no se lo puede parar, y yo podra comentar
indefinidamente la adherencia, la prepertenencia de cada uno de
estos enunciados a un corpus metafrico, e incluso, de ah
elre-tazo,a un corpus metafrico de enunciados a propsito de este
viejo tema, de enunciados metafricos sobre la metfora.Detengo aqu
este movimiento.La otra razn que me ha atrado hacia la expresin
viejo tema es un valor de agotamiento aparente que me ha parecido
necesario reconocer una vez ms. Un viejo tema es un tema
aparentemente agotado, desgastado hasta el hueso. Pero este valor
de desgaste(usure),y por lo pronto de uso(usage),este valor de
valor de uso, de utilidad, del uso o de la utilidad como ser til o
como serusual,en una palabra, todo ese sistema semntico que resumir
bajo el ttulo del uso(us),habr desempeado un papel determinante en
la problemtica tradicional de la metfora. La metfora no es quiz slo
un temadesgastadohasta el hueso, es un tema que habr mantenido una
relacin esencial con el uso, o con lausanza(usanza es una vieja
palabra, una palabra fuera de uso hoy en da, y cuya polisemia
requerira todo un anlisis por s misma). Ahora bien, lo que puede
parecer desgastado hoy en da en la metfora es justamente ese valor
de uso que ha determinado toda su problemtica tradicional: metfora
muerta o metfora viva.Por qu, entonces, retornar al uso de la
metfora? Y, por qu, en ese retorno, privilegiar el texto firmado
con el nombre de Heidegger? En qu se une esta cuestin del uso con
la necesidad de privilegiar el texto heideggeriano en estapocade la
metfora, retirada que la deja en suspenso y retorno acentuado del
trazo que delimita un contorno? Hay una paradoja que agudiza esta
cuestin. El texto heideggeriano ha parecido ineludible, a otros y a
m mismo, cuando se trataba de pensar la poca mundial de la metfora
en la que decimos que estamos, mientras que el caso es que
Heidegger slo muy alusivamente ha tratado de la metfora como tal y
bajo ese nombre. Y esa escasez misma habr significado algo. Por eso
hablo deltextoheideggeriano: lo hago para subrayar con un trazo
suplementario que para m no se trata simplemente de considerar las
proposiciones enunciadas, los temas y las tesis a propsito de la
metfora como tal, el contenido de su discurso cuando trata de la
retrica y de este tropo, sino realmente de su escritura, de su
tratamiento de la lengua, y ms rigurosamente, de su tratamiento del
trazo, del trazo en todos los sentidos: ms rigurosamente todava del
trazo como palabra de su lengua, y del trazo como
encentadura(entame)que rasga la lengua.As, pues, Heidegger ha
hablado bastante poco de la metfora. Se citan siempre dos
lugares(Der Satz vom GrundyUnterwegs zur Sprache)donde parece que
toma posicin en relacin con la metfora -o ms exactamente en relacin
con el concepto retorico-metafsico de metfora-, y lo hace adems
como de pasada, brevemente, lateralmente, en un contexto donde la
metfora no ocupa el centro. Por qu atribuirle a un texto tan
elptico, tan dispuesto aparentemente a eludir la cuestin de la
metfora, una tal necesidad en su realizacin efectiva en cuanto a lo
metafrico? O tambin, reverso de la misma cuestin, por qu un texto
que inscribe algo decisivo en cuanto a lo metafrico se habr
mantenido tan discreto, escaso, reservado, retirado en cuanto a la
metfora como tal y bajo su nombre, bajo su nombre de alguna manera
propio y literal? Pues si siempre se hablase metafricamente o
metonmicamente de la metfora, cmo determinar el momento en que sta
se convertira en el tema propio, bajo su nombre propio? Habra
entonces una relacin esencial entre esa retirada, esa reserva, esa
retencin y lo que se escribe, metafricamente o metonmicamente,
sobre la metforabajola firma de Heidegger?Habida cuenta de la
amplitud de esta cuestin y de todos los lmites con que nos
encontramos aqu, empezando por el del tiempo, no voy a pretender
plantearles ms que una nota breve, e incluso, para delimitar an ms
mi intervencin, unanota sobre una nota.Espero poder convencerles de
lo siguiente conforme vayamos avanzando: que la llamada de esta
nota sobre una nota se encuentre en un texto firmado por m,La
mitologa blanca. La metfora en el texto filosficono significa que
me est remitiendo ah como un autor que se cita para prorrogarse
indecentemente a s mismo. Mi gesto es tanto menos complaciente, eso
espero, porque es a partir de una cierta insuficiencia de esa nota
de donde tomar mi punto de arranque. Y lo hago por razones de
economa, para ganar tiempo, con el fin de reconstruir muy
rpidamente un contexto tan amplio y tan estrictamente determinado
como resulte posible. Sucede, en efecto, que: 1) esta nota
(19,Marges,pg. 269) concierne a Heidegger y cita largamente uno de
los principales pasajes en donde aqul parece tomar posicin en
cuanto al concepto de metfora; 2) segundo rasgo contextual, esta
nota viene requerida por un desarrollo que concierne al uso (lo
usual, el uso, el desgaste) y el recurso a ese valor de uso en la
interpretacin filosfica dominante de la metfora; 3) tercer rasgo
contextual: esta nota cita una frase de Heidegger(Das Metaphorische
gibt es nur innerhalb der Metaphysik,Lo metafrico slo se da dentro
de la metafsica), que Paul Ricoeur discute -sa es su palabra enLa
metfora viva,precisamente en elOctavoEstudio. Metfora y discurso
filosfico.Y esa frase, a la que llama regularmente unadagio,Ricoeur
la sita tambin en epgrafe, es de nuevo su expresin, para lo que
define, tras la discusin de Heidegger, como una segunda navegacin,
a saber, la lectura crtica de mi ensayo de 1971,La mitologa
blanca.Prefiero citar aqu el tercer prrafo de la introduccin
alOctavo Estudio:Debemos considerar una modalidad totalmente
diferente -incluso inversa- de implicacin de la filosofa en la
teora de la metfora. Es inversa de la que hemos examinado en los
dos prrafos anteriores, porque coloca los presupuestos filosficos
en el origen mismo de las distinciones que hacen posible un
discurso sobre la metfora. Esta hiptesis hace ms que invertir el
orden de prioridad entre metfora y filosofa; invierte la manera de
argumentar en filosofa. La discusin anterior se habr desplegado en
el campo de las intenciones declaradas del discurso especulativo,
incluso del ontoteolgico, y no habr puesto en juego ms que el orden
de sus razones. Para una lectura distinta, se da una colaboracin
entre el movimiento no confesado de la filosofa y el juego no
percibido de la metfora. Empleando como epgrafe la afirmacin de
Heidegger de que lo metafrico no existe ms que en el interior de la
metafsica, tomaremos como gua de esta segunda navegacin la mitologa
blanca de Jacques Derrida (pg. 325; trad. cast., pg. 347).Incluso
sin contar con lo que nos implica conjuntamente a Paul Ricoeur y a
mi mismo en este coloquio, los tres elementos contextuales que
acabo de recordar bastaran para justificar que se vuelva aqu, una
vez ms, a la breve frase de Heidegger, al mismo tiempo que me
comprometen a desarrollar la nota que le dediqu hace siete u ocho
aos.Me parece que Paul Ricoeur, en su discusin, no se ha fijado en
el lugar y el alcance de esta nota; y si me permito llamar la
atencin sobre esto a ttulo puramente preliminar, no es en absoluto
por espritu polmico, para defender o atacar posiciones, es slo para
aclarar mejor las premisas de la lectura de Heidegger que intentar
a continuacin. Lamento tener que limitarme, por falta de tiempo, a
algunas indicaciones de principio: no me ser posible adecuar mi
argumentacin a toda la riqueza deLa metfora viva,y dar testimonio
as de mi reconocimiento a Paul Ricoeur por medio de un anlisis
detallado, aunque ste tuviese que acentuar el desacuerdo. Cuando
digo desacuerdo, como se va a ver, estoy simplificando. Su lgica es
a veces desconcertante: con frecuencia es porque suscribo ciertas
proposiciones de Ricoeur por lo que estoy tentado de protestar
cuando veo que me las contrapone como si no fuesen ya legibles en
lo que he escrito. Me limitar, como ejemplo, a dos de los rasgos ms
generales, de aquellos a los que se pliega toda la lectura de
Ricoeur, para resituar el lugar de un debate posible, ms que para
abrirlo y todava menos para cerrarlo. Quien quisiera entrar en l
dispone ahora a este respecto de un corpus amplio y
preciso.I.Primer rasgo.Ricoeur inscribe toda su lectura deLa
mitologa blancaen dependencia de su lectura de Heidegger y del
llamado adagio, como si yo no hubiese intentado ms que una extensin
o una radicalizacincontinuadel movimiento heideggeriano. De ah la
funcin del epgrafe. Todo ocurre como si yo hubiese simplemente
generalizado lo que Ricoeur llama la crtica restringida de
Heidegger y la hubiese extendido desmesuradamente, ms all de todo
lmite. Paso, dice Ricoeur, de la crtica restringida de Heidegger a
la desconstruccin sin lmite de Jacques Derrida enLa mitologa
blanca(pg. 362; trad. cast., p. 386). Un poco ms adelante, segn el
mismo gesto de asimilacin o al menos de derivacin continua, Ricoeur
confa en la figura de un ncleo terico comn a Heidegger y a Derrida,
a saber, la supuesta connivencia entre la pareja metafrica de lo
propio y lo figurado y la pareja metafsica de lo visible y lo
invisible (pg. 73; trad. cast., pg. 398).Esta asimilacin
continuista o esta colocacin en posicin filial me han sorprendido.
Pues es justamente a propsito de estas parejas y singularmente de
la pareja visible/invisible, sensible/inteligible, por lo que en mi
nota sobre Heidegger haba sealado una reserva neta y sin equvoco; e
incluso una reserva que, al menos en su literalidad, se asemeja a
la de Ricoeur. As, pues, veo que se me objeta, tras asimilacin a
Heidegger, una objecin cuyo principio haba formulado yo mismo
previamente. Hela aqu (perdnenme estas citas, pero son tiles para
la claridad y la economa de este coloquio), est en la primera lnea
de la nota 19: Esto explica la desconfianza que le inspira a
Heidegger el concepto de metfora [subrayo:el conceptode metfora].
EnEl principio de razninsiste sobre todo en la oposicin
sensible/no-sensible, rasgo importante pero no el nico ni sin duda
el primero en llegar ni el ms determinante del valor de metfora.No
es esta reserva lo bastante neta como para excluir, en cualquier
caso a propsito de este punto, tanto el ncleo terico comn (aparte
de que no hay aqu, por razones esenciales, ni ncleo ni, sobre todo,
ncleo terico) como la connivencia entre las dos parejas
consideradas? A este respecto me atengo a lo que se dice claramente
en esta nota. Lo hago por mor de concisin, pues en realidad todaLa
mitologa blancapone en cuestin constantemente la interpretacin
corriente y corrientemente filosfica (incluida en Heidegger) de la
metfora tomo transferencia de lo sensible a lo inteligible, como
tambin el privilegio atribuido a este tropo (incluido por parte de
Heidegger) en la desconstruccin de la retrica metafsica.Segundo
rasgo.Toda la lectura deLa mitologa blancapropuesta enLa metfora
vivase anuda en torno a lo que Ricoeur distingue como dos
afirmaciones en el apretado entretejimiento de la demostracin de
Jacques Derrida (pg. 362; trad. cast. modificada, pg. 386). Una de
ellas sera, pues, sta de la que acabamos de hablar, a saber, dice
Ricoeur, la unidad profunda de la transferencia metafrica y de la
transferencia analgica del ser visible al ser inteligible. Acabo de
subrayar que esa afirmacin concernira al uso y a lo que llama
Ricoeur la eficacia de la metfora gastada. En un primer momento,
Ricoeur haba reconocido que el juego trpico deLa mitologa blancaa
propsito de la palabrausure*no se limitaba al desgaste como erosin,
empobrecimiento o extenuacin, al desgaste del uso, de lo usado o de
lo gastado. Pero despus Ricoeur no sigue teniendo en cuenta lo que
l mismo llama una tctica desconcertante. Esta no responde a una
especie de perversidad retorcida, manipuladora o triunfante por mi
parte, sino a la estructura intratable en la que nos encontramos de
antemano implicados y desplazados. As, pues, Ricoeur no tiene a
continuacin nada en cuenta esa complicacin y reduce todo mi
objetivo a la afirmacin que precisamente pongo en cuestin, lejos de
asumirla, a saber, que la relacin de la metfora con el concepto y
en general el proceso de la metaforicidad se podran comprender bajo
el concepto o el esquema del desgaste como devenir-usado o
devenir-gastado, y no como usura en otro sentido, como produccin de
plusvala segn otras leyes que las de una capitalizacin continua y
linealmente acumulativa; lo cual no slo me ha llevado a otras
regiones problemticas (por decirlo rpidamente, psicoanaltica,
econmico-poltica, genealgica en el sentido nietzscheano) sino
tambin a desconstruir lo que hay ya de dogmatizado o de acreditado
en esas regiones. Ahora bien, Ricoeur dedica un largo anlisis a
criticar este motivo de la metfora gastada, a demostrar que la
hiptesis de una fecundidad especfica de la metfora gastada est
rebatida fuertemente por el anlisis semntico expuesto en los
estudios anteriores [...] el estudio de la lexicalizacin de la
metfora, en Le Guern por ejemplo, contribuye mucho a disipar el
falso enigma de la metfora gastada... .Tambin aqu es en la medida
en que suscribo esa proposicin por lo que no estoy de acuerdo con
Ricoeur cuando me atribuye, para rebatirlos, sa es su expresin,
enunciados que yo mismo haba empezado poniendo en cuestin. Ahora
bien, he hecho eso constantemente enLa mitologa blanca,e incluso,
en un grado de explicacin literal por encima de toda duda, desde
elExergo(desde el captulo titulado Exergo), y despus de nuevo en el
contexto inmediato de la nota sobre Heidegger, en el prrafo mismo
donde se encuentra la llamada de esa nota. ElExergoanuncia
realmente que no se trata de acreditar el esquema del uso, sino ms
bien de desconstruir un concepto filosfico, una construccin
filosfica edificada sobre ese esquema de la metfora gastada, o que
privilegia por razones significativas el tropo llamado metfora:Haba
tambin que someter a interpretacin ese valor dedesgaste.Este valor
parece mantener un vnculo sistemtico con la perspectiva metafrica.
Se lo reencontrar por doquiera que se privilegie el tema de la
metfora. Es tambin una metfora que lleva consigo unpresupuesto
continuista:la historia de una metfora no tendra esencialmente el
ritmo de un desplazamiento, con rupturas, reinscripciones en un
sistema heterogneo, mutaciones, separaciones sin origen, sino la de
una erosin progresiva, de una prdida semntica regular, de un
agotamiento ininterrumpido del sentido primitivo. Abstraccin
emprica sin extraccin fuera del suelo natal [... ]. Este rasgo -el
concepto de desgaste- no forma parte, sin duda, de una configuracin
histrico-terica estrecha, sino, ms seguramente, del concepto mismo
de metfora y de la larga secuencia metafsica que aqul determina o
que lo determina. Es en sta en lo que nos vamos a interesar para
empezar (pg. 256).La expresin larga secuencia metafsica lo seala
bien, no se trataba para m de considerarlametafsica como una unidad
homognea de un conjunto. No he credo nunca en la existencia o en la
consistencia de algo as comolametafsica. Lo recuerdo para responder
a otra sospecha de Ricoeur. Si me ha podido ocurrir, al tener en
cuenta tal o cual fase demostrativa o tal situacin contextual, que
llegue a decir la metafsica, o la clausura de la metafsica
(expresin que constituye el blanco a que apuntaLa metfora
viva),tambin he propuesto muy a menudo, en otros lugares pero
tambin enLa mitologa blanca,la proposicin segn la cual no habra
nunca la metafsica, no siendo aqu la clausura el lmite circular que
bordea un campo homogneo sino una estructura ms retorcida, estara
tentado de decir actualmente segn otra figura: invaginada. La
representacin de una clausura lineal y circular rodeando un espacio
homogneo es justamente -y ste es el tema en que ms insisto- una
autorrepresentacin de la filosofa en su lgica onto-enciclopdica.
Podra multiplicar las citas, a partir deLa diffrance,donde se deca
por ejemplo que el texto de la metafsica no est rodeado sino
atravesado por su lmite, sealado en su interior por el surco
mltiple de su margen, huella simultneamente trazada y borrada,
simultneamente viva y muerta (pg. 25). Me limito a estas pocas
lneas deLa mitologa blanca,enlas cercanas de la nota (pg. 274):Cada
vez que define la metfora, una retrica implica no slo una filosofa
sino una red conceptual en la que se ha constituido la filosofa.
Cada hilo, en esta red, configura, por aadidura, ungiro,sedira una
metfora si esta nocin no resultase aqu demasiado derivada. Lo
definido est, pues, implicado en el definiente de la definicin.
Como es obvio, no se produce aqu ningn requerimiento de algn tipo
decontinuumhomogneo que remitira sin cesar a la tradicin a s misma,
tanto la de la metafsica como la de la retrica. Sin embargo, si no
se comenzase prestando atencin a tales presiones ms permanentes,
ejercidas a partir de una muy larga cadena sistemtica, si no se
hiciese el esfuerzo de delimitar su funcionamiento general y sus
lmites efectivos, se correra el riesgo de tomar los efectos ms
derivados por los rasgos originales de un subconjunto histrico, de
una configuracin identificada apresuradamente, de una mutacin
imaginaria o marginal. Mediante una precipitacin empirista e
impresionista hacia presuntas diferencias, de hecho hacia recortes
principalmente lineales y cronolgicos, se ira de descubrimiento en
descubrimiento. Una ruptura en cada paso! Se presentara, por
ejemplo, como fisionoma propia de la retrica del siglo XVIII un
conjunto de rasgos (como el privilegio del nombre) heredados,
aunque sin lnea recta, con todo tipo de separaciones y de
desigualdades de transformacin, de Aristteles o de la Edad Media.
Nos encontramos remitidos aqu al programa, enteramente por
elaborar, de una nueva delimitacin de los corpus y de una nueva
problemtica de las firmas.Como se ha apuntado entre parntesis el
privilegio del nombre, aprovecho para subrayar que, al igual que
Paul Ricoeur, he puesto en cuestin constantemente -enLa mitologa
blancay enotros lugares, con una insistencia que se puede
considerar pesada pero que en todo caso no se puede descuidar- el
privilegio del nombre y de la palabra, como tambin todas esas
concepciones semiticas que -dice con razn Ricoeur- imponen el
primado de la denominacin. A ese primado he contrapuesto
regularmente la atencin al motivo sintctico, que domina enLa
mitologa blanca(vase pg. 317, por ejemplo). As, pues, una vez ms me
he visto sorprendido por verme criticado por el lado al que yo ya
haba aplicado la crtica. Dira lo mismo ya fortioripara el problema
del etimologismo o la interpretacin delidionaristotlico si tuviese
tiempo. Todos estos malentendidos estn vinculados sistemticamente
con la atribucin aLa mitologa blancade una tesis, y de una tesis
que se confundira con el presupuesto contra el que me he esforzado,
a saber, un concepto de metfora dominado por el concepto de
desgaste comoestar-gastadoodevenir-gastado,con toda la mquina de
sus implicaciones. Dentro de la gama ordenada de estas
implicaciones, se encuentra una serie de oposiciones, y entre ellas
precisamente la de la metfora viva y la metfora muerta. Decir, como
hace Ricoeur, queLa mitologa blancaconvierte a la muerte o a la
metfora muerta en su consigna, es abusar al sealarla con algo de lo
que aqulla se desmarca claramente, por ejemplo cuando dice que hay
dos muertes o dos autodestrucciones de la metfora (y cuando hay dos
muertes, el problema delamuerte es infinitamente complicado) o
tambin, por ejemplo, por acabar con este aparenteprodomo,en ese
prrafo en el que se sita la llamada a esa nota que reclama
actualmente otra nota:Al valor de desgaste(Abnutzung[palabra de
Hegel sobre la que, lejos de apoyarme, como querra Ricoeur, hago
pesar el anlisis desconstructivo: me apoyo sobre ella como sobre un
texto pacientemente estudiado, pero no me apoyo en ella]), cuyas
implicaciones hemos reconocido ya, corresponde aqu la oposicin
entre metforas efectivas y metforas borradas. He aqu un rasgo casi
constante de los discursos sobre la metfora filosfica: habra
metforas inactivas a las que cabe negarle todo inters, puesto que
el autor no pensaba en ellas y el efecto metafrico se estudia en el
campo de la conciencia. A la diferencia entre las metforas
efectivas y las metforas extinguidas corresponde la oposicin entre
metforas vivas y metforas muertas (pgs. 268-269).He dicho hace un
momento por qu me pareca necesario, al margen de toda
defensaprodomo,comenzar resituando la nota sobre Heidegger que hoy
quisiera anotar y relanzar. Al mostrar hasta qu punto la lectura
deLa mitologa blancapor Paul Ricoeur, en sus dos premisas ms
generales, me pareca, digamos, demasiado vivamente metafrica o
metonmica, no pretenda, claro est, ni polemizar, ni extender mis
cuestiones a una amplia sistemtica que no se limita ya a eseOctavo
EstudiodeLa metfora viva,del mismo modo queLa mitologa blancano se
encierra en las dos afirmaciones aisladas que Ricoeur ha querido
atribuirle. Por repetir la consigna de Ricoeur, la interseccin que
acabo de situar no concentra en un punto toda la diferencia, o
incluso el alejamiento inconmensurable de los trayectos que se
atraviesan en l, como unas paralelas, dir en seguida Heidegger,
pueden cortarse en el infinito. Sera el ltimo en rechazar una
crtica bajo pretexto de que es metafrica o metonmica o las dos
cosas a la vez. De alguna manera toda lectura lo es, y la divisin
no pasa entre una lectura trpica y una lectura apropiada o literal,
justa y verdadera, sino entre capacidades trpicas. As, dejando de
lado intacta en su reserva, la posibilidad de una lectura
completamente diferente de los dos textos,La mitologa blancayLa
metfora viva,me vuelvo en fin a la nota anunciada sobre una nota.Se
me impone ahora un problema al que le busco un ttulo lo ms breve
posible. Le busco, por economa, un ttulo tan formalizador y en
consecuencia tan econmico como sea posible: pues bien, se es
justamente laeconoma.Mi problema es: la economa. Cmo, de acuerdo
con los condicionamientos, por lo pronto temporales, de este
coloquio, determinar el hilo conductor ms unificador y ms
encabestrante posible a travs de tantos trayectos virtuales en el
inmenso corpus, como suele decirse, de Heidegger, y en su escritura
encabestrada? Cmo ordenar las lecturas, interpretaciones o
reescrituras que estara tentado de proponer sobre ella? Habra
podido escoger, entre tantas otras posibilidades, la que acaba de
presentrseme bajo el nombre de encabestramiento, de
entrelazamiento, que me interesa mucho y desde hace tiempo y en la
que trabajo de otra manera en este momento. Bajo el nombre alemn
deGeflecht,desempea un papel discreto pero irreductible enDer Weg
zur Sprache(1959)para designar ese entrelazamiento singular, nico,
entreSprache(palabra que no traducir, para no tener que escoger
entrelenguaje, lenguayhabla) ycamino(Weg, Bewegung, Bewegen,etc.);
entrelazamiento que liga y desliga(entbindende Band),hacia el que
nos veramos sin cesar propiamente remitidos, segn un crculo que
Heidegger nos propone pensar o practicar de otro modo que como
regresin o crculo vicioso. El crculo es un caso particular
delGeflecht.Al igual que elcamino,elGeflechtno es una figura entre
otras. Estamos ya implicados en ella, de antemano entrelazados,
cuando queremos hablar deSprachey deWeg:que estn de antemano ante
nosotros(uns stets schon voraus).Pero tras una primera anticipacin
he debido decidir dejar este tema en suspenso: no habra sido lo
bastante econmico. Pero es de un modo econmico como tengo que
hablar aqu de economa. Por cuatro razones al menos, que enuncio
algebraicamente.a.Economa para articular lo que voy a decir con la
otra posible trpica de la usura(usure),la del inters, de la
plusvala, del clculo fiduciario o de la tasa usuraria, que Ricoeur
ha designado pero ha dejado en la sombra, siendo as que le
sobreviene como suplemento heterogneo y discontinuo, como separacin
trpica irreductible a la del estar-gastado o usado.b.Economa para
articular esa posibilidad con la ley-de-la-casa y la ley de lo
propio,oiko-nomia,lo que me haba hecho reservar una suerte
particular a los dos motivos de la luz y de la morada (Morada
prestada, dice Du Marsais haciendo una cita en su definicin
metafrica de la metfora: La metfora es una especie de Tropo; la
palabra de la que nos servimos en la metfora est tomada en otro
sentido que el sentido propio:est,por as decirlo, en unamorada
prestada,dice un antiguo; lo cual es comn y esencial a todos los
Tropos.).c.Economa para poner rumbo, si as puede decirse, hacia ese
valor deEreignis,tan difcilmente traducible, y cuya entera
familia(ereignen, eigen, eigens, enteignen)se cruza, de forma cada
vez ms densa, en los ltimos textos de Heidegger, con los temas de
lo propio, la propiedad, la apropiacin o la des-apropiacin, por una
parte, y con el de la luz, el claro, el ojo, por otra parte
(Heidegger dice que sobreentiendeEr-augnisenEreignis)y finalmente,
en su uso corriente, con lo quevienecomo acontecimiento: cul es el
lugar, el tener lugar, el acontecimiento metafrico o el
acontecimiento de lo metafrico? Qu es lo que ocurre, qu es lo que
pasa, actualmente, con la metfora?d.Economa, finalmente, porque la
consideracin econmica me parece que tiene una relacin esencial con
esas determinaciones del paso y del abrirse-paso segn los modos de
la trans-ferencia o de la tra-duc-cin(Ubersetzen)que creo que se
deben ligar aqu a la cuestin de la transferencia
metafrica(Ubertragung).Por mor de esta economa de la economa he
propuesto darle a este discurso el ttulo de suspensin,
deretirada.No economas en plural, sino retirada.Por qu retirada y
por qu retirada de la metfora?Estoy hablando en lo que llamo o ms
bien se llamamilengua o, de forma ms oscura, mi lengua materna.
EnSprache und Heimat(texto sobre Hebel de 1960 del que tendramos
mucho que aprender a propsito de la metfora, delgleichdeVergleichy
deGleichnis,etc., pero que se presta mal a la aceleracin de un
coloquio), Heidegger dice lo siguiente: en el dialecto, otra
palabra paraMundart,en el idioma, se enrazadasSprachwesen,y si el
idioma es la lengua de la madre, en l se enraza tambindas Heimische
des Zuhaus, die Heimat. Yaade:Die Mundart ist nicht nur die Sprache
der Mutter, sondern zugleich und zuvor die Mutter der Sprache.De
acuerdo con un movimiento cuya ley vamos a analizar, esa inversin
nos inducir a pensar que no slo elidiondelidioma,lo propio del
dialecto, se da como la madre de la lengua, sino que, lejos de que
sepamos antes de eso qu es una madre, es una inversin as lo que
nicamente permite quizs aproximarse a la esencia de la maternidad.
Lengua materna no sera una metfora para determinar el sentido de la
lengua sino el giro esencial para comprender lo que quiere decir la
madre.Y el padre? Y lo que se llama el padre? ste intentara ocupar
el lugar de la forma, de la lengua formal. Este lugar es
insostenible y en consecuencia no puedeintentarocuparlo, hablando
en la lengua del padre nicamente en esta medida, a no ser en cuanto
a la forma. Es en suma ese lugar y ese proyecto imposibles lo que
Heidegger designara al comienzo deDas Wesen der Sprachebajo los
nombres de metalenguaje(Metasprache,Ubersprache,Metalinguistik)o de
Metafsica. Pues, finalmente, uno de los nombres dominantes para ese
proyecto imposible y monstruoso del padre, como para ese dominio de
la forma para la forma, es realmente Metafsica. Heidegger insiste
en esto: metalingstica no resuena slo como metafsica, sino que es
la metafsica de la tecnificacin integral de todas las lenguas;
aqulla est destinada a producir un instrumento de informacin nico,
funcional e interplanetario. MetaspracheySputnik...son la misma
cosa.Aun sin ahondar en todas las cuestiones que se acumulan aqu,
sealar en primer trmino que en mi lengua la palabraretraitse
encuentra dotada de una polisemia bastante rica. De momento dejo
abierta la cuestin de saber si esa polisemia est regulada o no por
la unidad de un foco o de un horizonte de sentido que le prometa
una totalizacin o una ensambladura en sistema. Esa palabra me viene
impuesta por razones econmicas (ley deloikosy del idioma de nuevo),
teniendo en cuenta, o intentndolo, sus capacidades de traduccin o
de captura o de captacin traductora, de traduccin o traslacin en el
sentido tradicional e ideal: traslado de un significado intacto al
vehculo de otra lengua de otra patria o matria; o tambin en el
sentido ms inquietante y ms violento de una captura captadora,
seductora y transformadora (ms o menos regulada y fiel, pero, cul
es entonces la ley de esta fidelidad violenta?) de una lengua, de
un discurso y de un texto, por parte de otro discurso, de otra
lengua y de otro texto que pueden al mismo tiempo como va a ser aqu
el caso, violar en el mismo gesto su propia lengua materna en el
momento de importar a ella y de exportar de ella elmaximumde energa
y de informacin. La palabraretrait-a la vez intacta, y forzada, a
salvo en mi lengua y simultneamente alterada-, la he considerado la
ms propia para captar la mayor cantidad de energa y de informacin
en el texto heideggeriano dentro de nuestro contexto aqu, y slo en
los lmites de este contexto. Es esto lo que voy a intentar aqu con
ustedes, poner a prueba, de una forma evidentemente esquemtica y
programtica, esa transferencia (al mismo tiempo que su paciencia).
Empiezo.Primer rasgo.Vuelvo a arrancar de esos dos pasajes
aparentemente alusivos y digresivos en donde Heidegger plantea muy
rpidamente la pertenenciadelconcepto de metfora, como si no hubiese
ms que uno, alametafsica, como si no hubiese ms que una, y como si
toda ella fuese una unidad. El primer pasaje, lo he recordado hace
un momento, es el que cito en la nota(Das Metaphorische gibt es nur
innerhalb derMetaphysik).El otro, en la conferencia tripleDas Wesen
der Sprache(1957),dice concretamente:Wir blieben in der Metaphysik
Ungen, wollten wir dieses NennenHlderlins in der Wendung Worte wie
Blumen fr eine Metapher halten(pg. 207); (Seguiramos dependiendo de
la metafsica si quisiramos considerar como una metfora esa
denominacin de Hlderlin en el giro palabras como flores.).A causa
sin duda de su forma unvoca y sentenciosa, estos dos pasajes han
constituido el nico foco de la discusin que se ha entablado de la
metfora en Heidegger, por una parte en un artculo de Jean Greisch,
Les mots et les roses, la metaphore chez Martin Heidegger(Revue des
Sciences thologiques et philosophiques,57, 1973), y despus por otra
parte enLa metfora viva(1975).Los dos anlisis se orientan de forma
diversa. El ensayode Greisch se reconoce ms prximo al movimiento
emprendido porLa mitologa blanca.Sin embargo, los dos textos tienen
en comn los motivos siguientes, que sealo rpidamente sin repetir lo
que ya he dicho antes acerca deLa metfora viva.El primer motivo
sobre el que no me siento completamente de acuerdo pero sobre el
que no me extender, por haberlo hecho ya y por tener que hacerlo de
nuevo en otros lugares (particularmente en Glas, Le sans de la
coupure pure[i], Survivre[ii], etc.), es el motivo onto-antolgico
de la flor. Greisch y Ricoeur identifican lo que yo digo de las
flores disecadas al final deLa mitologa blancacon lo que Heidegger
le reprocha a Gottfried Benn que diga al transformar el poema de
Hlderlin en herbario y en coleccin de plantas disecadas. Greisch
habla de un parentesco entre la actitud de Benn y la ma. Y Ricoeur
utiliza ese motivo del herbario como una transicin hacia el tema
deLa mitologa blanca.Por mltiples razones que no tengo tiempo de
enumerar, leera eso de un modo completamente diferente. Pero en
este instante me importa ms el segundo de los dos motivos comunes a
Greisch y a Ricoeur, a saber, que el poder metafrico del texto
heideggeriano es ms rico, ms determinante que su tesis sobre la
metfora. La metaforicidad del texto de Heidegger desbordara lo que
ste dice temticamente a modo de denuncia simplificadora, acerca del
concepto llamado metafsico de la metfora (Greisch, pgs. 441 y
sigs., Ricoeur, pg. 359).Suscribira bastante de buen grado esa
afirmacin. Queda sin embargo por determinar el sentido y la
necesidad que ligan entre s esa denuncia aparentemente unvoca,
simplificadora y reductora del concepto metafsico de metfora y por
otra parte la potencia aparentemente metafrica de un texto cuyo
autor no quiere ya que se comprenda como metafrico, precisamente, y
tampoco bajo ningn concepto propio de la metalingstica o de la
retrica, aquello que en ese texto pasa por alto y pretende pasar
por alto a la metfora. La primera respuesta esquemtica que voy a
proponer, bajo el ttulo de la retirada, sera la siguiente. El
concepto llamado metafsico de la metfora pertenecera alametafsica
en cuanto que sta corresponde, en la epocalidad de sus pocas, a
unaepoch,dicho de otro modo, a una retirada que deja en suspenso el
ser, a lo que se traduce frecuentemente por retirada, reserva,
abrigo, ya se trate deVerborgenheit(estar-oculto), de disimulacin o
de velamiento(Verhllung).El ser se retiene, se esquiva, se
sustrae,se retira(sich entzieht)en ese movimiento de retirada que
es indisociable, segn Heidegger, del movimiento de la presencia o
de la verdad. Al retirarse cuando se muestra o se determina como
obajoese modo de ser (por ejemplo comoeidos,segn la separacin o la
oposicin visible/invisible que construye eleidosplatnico), sea que
se determine, pues, en cuanto queonts onbajo la forma deleidosobajo
cualquier otra forma, el ser se somete ya,dicho de otro modo, por
as decirlo, sozusagen, so to speak,a un desplazamiento
metafrico-metonmico. Toda la llamada historia de la metafsica
occidental sera un vasto proceso estructural en el que laepochdel
ser, al retenerse, al mantenerse ste retirado, tomara o ms
bienpresentarauna serie (entrelazada) de maneras, de giros, de
modos, es decir, de figuras o de pasos trpicos, que se podra estar
tentado de describir con ayuda de una conceptualidad retrica. Cada
una de estas palabras -forma, manera, giro, modo, figura- estara ya
en situacin trpica. En la medida de estatentacin,la metafsica no
sera solamente el recinto en el que se habra producido y
encerradoelconcepto delametfora, por ejemplo a partir de una
determinacin del ser comoeidos:ella misma estara en situacin del
ser comoeidos:ella misma esta trpica con respecto al ser o al
pensamiento del ser. Esta metafsicacomotrpica, y singularmente como
desvo metafrico, correspondera a unaretiradaesencial del ser: como
no puede revelarse, presentarse, si no es disimulndose bajo la
especie de una determinacin epocal, bajo la especie de uncomoque
borra sucomo tal(el
sercomoeidos,comosubjetividad,comovoluntad,comotrabajo, etc.), el
ser slo podra nombrarse dentro de una separacin
metafrico-metonmica. Estaramos tentados entonces de decir: lo
metafsico, que corresponde en su discurso a la retirada del ser,
tiende a concentrar, en la semejanza, todas sus separaciones
metonmicas en una gran metfora del ser o de la verdad del ser. Esa
concentraccin sera la lengua delametafsica.Qu pasara entonces con
la metfora? Todo, la totalidad del ente. Pasara lo siguiente: se la
tendra que pasar por alto sin poder pasarla por alto. Y esto define
la estructura de las retiradas que me interesan aqu. Por una parte,
se debe poder pasarla por alto puesto que la relacin de la
metafsica (onto-teolgica) con el pensamiento del ser, esa
relacin(Bezug)que seala la retirada(Entziehung)del ser, no puede ya
llamarse yaliteralmente-metafrica, desde el momento en que su uso
(y digo el uso, el hacerse-usual la palabra y no su sentido
original, al que nadie se ha referido jams, en todo caso yo no) se
ha establecido a partir de esa pareja de oposicin metafsica para
describir relaciones entre entes. Como el ser no es nada, como no
es un ente, no podr decirse o nombrarsemore metaphorico.Y en
consecuencia no tiene, dentro de ese contexto del uso metafsico
dominante de la palabra metfora, un sentido propio o literal que
pudiera ser enfocado metafricamente por la metafsica. Y entonces,
si con respecto al ser no se puede hablar metafricamente, tampoco
puede hablarse de l propiamente o literalmente. Del ser se hablar
siempre quasi metafricamente, segn una metfora de metfora, con la
sobrecarga de un trazo suplementario, de unre-trazo.Un pliegue
suplementario de la metfora articula esa retirada, al repetir
desplazndola la metfora intrametafsica, aquella misma que se habr
hecho posible por la retirada del ser. La grfica de esta retirada
tomara entonces el aspecto siguiente, que describo muy secamente:1.
Lo que Heidegger llamalametafsica corresponde a una retirada del
ser. En consecuencia, la metfora en cuanto concepto llamado
metafsico corresponde a una retirada del ser. El discurso
metafsico, que produce y contiene el concepto de metfora, es l
mismo quasi metafrico con respecto al ser: es, pues, una metfora
que engloba el concepto estrecho-restringido-estricto de metfora
que, por s mismo, no tiene otro sentido que el estrictamente
metafrico.2. El discurso metafsico no puede ser desbordado,en
cuanto quecorresponde a una retirada del ser, a menos que lo sea
conforme a una retirada de la metforaen cuantoqueconcepto
metafsico, conforme a una retirada de lo metafsico, una retirada de
la retirada del ser. Pero como esa retirada de lo metafrico no deja
el sitio libre a un discurso de lo propio o de lo literal, aqulla
tendr a la vez el sentido del re-pliegue, de lo que se retira como
una ola en la playa, de un re-torno, de la repeticin que sobrecarga
con un trazo suplementario, con una metfora de ms, con unre-trazode
metfora, un discurso cuyo reborde retrico no es ya determinable
segn una lnea simple e indivisible, segn un trazo lineal e
indescomponible. Este trazo tiene la multiplicidad interna, la
estructura plegada-replegada de un re-trazo. La retirada de la
metfora da lugar a una generalizacin abismal de lo metafrico
-metfora de metfora en los dos sentidos- que ensancha los bordes o
que ms bien los invagina. Esta paradojicidad prolifera y
sobreabunda en ella misma. De aqu saco slo, muy rpidamente, dos
conclusiones provisionales.1. La palabra, hasta cierto punto
francesa,retrait(retirada),no es demasiado abusiva,creo que no lo
es demasiado, si es que puede decirse eso de un abuso, para
traducir laEntziehung,elSich-Entziehendel ser, en cuanto que ste,
al quedarse en suspenso, al disimularse, al sustraerse, al velarse,
etc., se retira en su cripta. La palabra francesa conviene, en esta
medida, la medida del punto (no) demasiado abusivo(point trop
abusif)(una buena traduccin debe ser siempreabusiva),para designar
el movimiento esencial y en s mismo doble, equvoco, que hace
posible en el texto de Heidegger todo esto de lo que en este
momento estoy hablando. La retirada del ser, su estar retirado, da
lugar a la metafsica como onto-teologa que produce el concepto de
metfora, que se produce y que se denomina de manera quasi
metafrica. Para pensar el ser en su retirada, habra en consecuencia
que dejar que seprodujeraoque seredujerauna retirada de la metfora
que, sin embargo, al no dejar sitio a nada que seaopuesto,oponible
a lo metafrico, extender sin lmites y recargar con plusvala
suplementaria todo trazo metafrico. Aqu la palabrare-trazo(trazo de
ms para suplir la retirada sustrayente,re-trazoque dice al mismo
tiempo, en un trazo, lo ms y lo menos) no designa el retorno
generalizador y suplementario si no es en una especie de violencia
quasi catacrtica, una especie de abuso que impongo a la lengua pero
un abuso que espero superjustificado por necesidad de buena
formalizacin econmica.Retiradano es ni una traduccin ni una
no-traduccin (en el sentido corriente) con respecto al texto
heideggeriano; no es ni propio ni literal, ni figurado ni
metafrico. Retirada del ser no puede tener un sentido literal o
propio en la medida en que el ser no esalgo,un ente determinado que
se pueda designar. Por la misma razn, como la retirada del ser da
lugar tanto al concepto metafsico de metfora como a su retirada, la
expresin retirada del ser no esstricto sensumetafrica.2. Segunda
conclusin provisional: a causa de esta invaginacin quiasmtica de
los bordes, y si la palabraretiradano funciona aqu ni literalmente
ni por metfora, no s lo que quiero decir antes de haber pensado, si
puede decirse, la retirada del sercomoretirada de la metfora. Lejos
de proceder a partir de una palabra o de un sentido conocido o
determinado (la retirada) para pensar qu pasa con ella en relacin
al ser y a la metfora, yo no llegar a comprender, entender, leer,
pensar, dejar que se manifieste la retirada en general si no es a
partir de la retirada del ser como retirada de la metfora en todo
el potencial polismico y diseminador de la retirada. Dicho de otro
modo: si se pretendiese queretirada-dese entendiera como una
metfora, se tratara de una metfora curiosa, trastornadora, se dira
casicatastrfica,catastrpica: tendra como objetivo enunciar algo
nuevo, todava inaudito, acerca del vehculo y no acerca del aparente
tema del tropo.Retirada-del-ser-o-de-la-metforaestara en vas de
permitirnos pensar menos el ser o la metfora que el ser o la
metforade la retirada,en vas de permitirnos pensar la va y el
vehculo, o su abrirse-paso. Habitualmente, usualmente, una metfora
pretende procurarnos un acceso a lo desconocido y a lo
indeterminado a travs del desvo por algo familiar reconocible. El
atardecer, experiencia comn, nos ayuda a pensar la vejez, cosa ms
difcil de pensar o de vivir, como atardecer de la vida, etc. Segn
ese esquema corriente, nosotros sabramos con familiaridad lo que
quiere decirretirada,y a partir de ah intentaramos pensar la
retirada del ser o de la metfora. Pero lo que sobreviene aqu es que
por una vez no podemos pensar el trazo del re-trazo si no es a
partir del pensamiento de esa diferencia ntico-ontolgica sobre cuya
retirada se habra trazado, junto con el reborde de la metafsica, la
estructura corriente del uso metafrico.Tal catstrofe invierte,
pues, el trayecto metafrico en el momento en que la metaforicidad,
que ha llegado a hacerse desbordante, no se deja ya contener en su
concepto llamado metafsico. Llegara a producir esta catstrofe un
deterioro general, una desestructuracin del discurso -por ejemplo
el de Heidegger-, o bien una simple conversin del sentido, que
repetira en su profundidad la circulacin del crculo hermenutico? No
s si esto es una alternativa, pero si lo es, no podra responder a
esa cuestin, y no slo por razones de tiempo. Un texto, por ejemplo
el de Heidegger, lleva consigo y cruza necesariamente en l los dos
motivos.II. Subrayar, pues, solamente -esto ser el segundo
granrasgoanunciado- lo que une (su raya de unin o guin, si quieren
ustedes) los enunciados de Heidegger acerca del concepto llamado
metafsico de la metfora, y por otra parte su propio texto en cuanto
que parece ms metafrico que nunca, oquasimetafrico en el momento
justamente en que niega serlo. Cmo es posible esto?Para encontrar
el camino, la forma del camino entre los dos, hay que reparar en lo
que acabo de llamar la catstrofe generalizadora. Tomar dos ejemplos
de sta entre otros posibles. Se trata siempre de esos momentos
tpicos en los que, al recurrir a frmulas que se tendra la tentacin
de entender como metforas, Heidegger precisa que no lo son, y lanza
la sospecha sobre lo que creemos pensar como cosa segura y clara
bajo aquella palabra. Este gesto no lo hace slo en los dos pasajes
citados por Ricoeur o Greisch. En laCartasobre el humanismo,en un
movimiento que no puedo reconstruir aqu aparece la frase:Das Denken
baut am Haus des Seins(El pensamiento trabaja en [la construccin
de] la casa del ser), dado que el ensamblamiento del ser(Fuge des
Seins)viene a asignar, a ordenar(verfgen)al hombre que habite en la
verdad del ser. Y un poco ms adelante, tras una cita de Hlderlin:
La expresin sobre la casa del ser(Die cede vom Haus des Seins)no es
una metfora(Ubertragung)que transfiera la imagen de casa hacia el
ser, sino que [se sobreentiende: a la inversa] es a partir de la
esencia del ser adecuadamente pensada(sondern aus dem sachgemss
gedachten Wesen des Seins)como podremos algn da pensar qu son la
casa y el habitar.Casa del ser no actuara, en este contexto, a la
manera de una metfora en el sentido corriente, usual, es decir,
literal de la metfora, si es que lo hay. Este sentido corriente y
cursivo -que entiendo tambin en el sentido de la direccin-
trasladara un predicado familiar (y aqu nada es ms familiar,
familiarizado, conocido, domstico y econmico, suele creerse, que la
casa) hacia un sujeto menos familiar, ms alejado,unheimlich,que se
tratara de apropirselo mejor, de conocerlo, de comprenderlo, y que
se designara as mediante el desvo indirecto por lo ms prximo, la
casa. Pero lo que pasa aqu,conla quasi metfora de la casa del ser,
y lo que pasa por alto a la metfora en su direccin cursiva, es que
el ser dejara o prometera dejar pensar, a partir de su retirada
misma, la casa o el hbitat. Cabra la tentacin de utilizar todo tipo
de trminos y de esquemas tcnicos tomados de tal o cual metarretrica
para dominarformaliterlo que se asemeja, de acuerdo con una
inslitaUbertragung,a una inversin trpica en las relaciones entre el
predicado y el sujeto, el significante y el significado, el vehculo
y la materia, el discurso y el referente, etc. Cabra la tentacin de
formalizar esa inversin retrica en la que, en el tropo casa del
ser, el ser nos dice ms, o nosprometems sobre la casa que la casa
sobre el ser. Pero se dejara escapar entonces lo que pretende decir
el texto heideggeriano en este lugar, lo que ese texto tiene, si se
quiere, de ms propio. Por medio de la inversin considerada, el ser
no se ha vuelto lo propio de ese ente supuestamente bien conocido y
familiar, prximo, eso que se crea que era la casa en la metfora
corriente. Y si la casa se ha vuelto un pocounheimlich,eso no es
por haber sido reemplazada en el papel de lo ms prximo por ser. As,
pues, el asunto no est ahora en una metfora en el sentido usual, ni
en una simple inversin que permute los lugares de una estructura
trpica usual. Tanto ms porque este enunciado (que no es por otra
parte un enunciado judicativo, una proposicin corriente, del tipo
constatativo SesP) no es tampoco un enunciado entre otros que se
refiera a relaciones entre predicados y sujetos nticos. En primer
lugar porque implica el valor econmico de la morada y de lo propio
que intervienen con frecuencia o siempre en la definicin de lo
metafrico. Despus, aquel enunciado habla ante tododellenguaje y,
consecuentemente, en ste,dela metaforicidad. En efecto, la casa del
ser, se habr podido leer ms arriba en laCarta sobre el
humanismo,esdie Sprache(lengua o lenguaje):Lo nico(Das Einzige)que
el pensamiento que pretende expresarse por primera vez enSein und
Zeitquisiera alcanzar, es algo simple(etwas Einfaches).En cuanto
tal [simple, nico], el ser permanece misterioso(geheimnisvoll),la
proximidad simple de una potencia que no fuerza. Esta
proximidadwest[es, se esencializa] comodie Sprache selbst...Es otra
manera de decir que no se podr pensar la proximidad de lo prximo
(la cual, por su parte, no es prxima o propia: la proximidad no es
prxima, la propiedad no es propia) si no es a partir y dentro de la
lengua. Y ms abajo:Por eso hay que pensardas Wesen der Sprachea
partir de la correspondencia con el ser y justamente como tal
correspondencia, es decir, comoBehausung des Menschenwesens(casa
que alberga la esencia del hombre). Pero el hombre no es
simplemente un ser vivo que, entre otras facultades, tenga
tambindie Sprache. Die Spracheesms bien la casa del ser, habitando
en la cual el hombreeksiste,en cuanto que pertenece, guardndola, a
la verdad del ser.Este movimiento no es ya simplemente metafrico.
1. Se refiere al lenguaje y a la lengua como elemento de lo
metafrico. 2. Se refiere al ser que no es nada y que hay que pensar
segn la diferencia ontolgica, la cual, junto con la retirada del
ser, hace posibles tanto la metaforicidad como su retirada. 3. No
hay por consiguiente ningn trmino que sea propio, usual y literal
en la separacin sin separacin de estas frases. A pesar de su traza
o su aspecto stas no son ni metafricas ni literales. Al enunciar no
literalmente la condicin de la metaforicidad, libera tanto la
extensin ilimitada como la retirada de aqulla. Retirada por medio
de la cual aquello que se aleja(entfernt)en lo no-prximo de la
proximidad se retira y se resguarda ah. Como se dice al comienzo
dedas Wesen der Sprache,no ms metalenguaje, no ms metalingstica,
as, pues, no ms metarretrica, no ms metafsica. Siempre una metfora
ms en el momento en que la metfora se retira ensanchando sus
lmites.La huella de esta torsin, de esta alteracin de la marcha y
del paso, de estedesvodel camino heideggeriano, cabe reencontrarla
siempre que Heidegger escribe, y escribe del camino. Se le puede
seguir la pista y descifrarla segn la misma regla, que no es
simplemente la de una retrica o una trpica. Me limitar a situar
otra instancia de esto, porque goza de algunos privilegios. Cules?
1. EnDas Wesen der Sprache(1957-1958) precede al pasaje citado ms
arriba acerca deWorte wie Blumen.2. No concierne simplemente a la
presunta metaforicidad de ciertos enunciados acerca del lenguaje en
general y, dentro de ste, acerca de la metfora: apunta ante todo a
un discurso presuntamente metafrico que se refiere a la relacin
entre pensamiento y poesa(Denken und Dichten).3. Determina esa
relacin comovecindad(Nachbarschaft)segn ese tipo de
proximidad(Nhe)que se llamavecindad,en el espacio de la morada y la
economa de la casa. Ahora bien, tambin ah, llamar metfora, como si
se supiese qu es sta, a tal significacin de vecindad entre poesa y
pensamiento, proceder como si se estuviera en primer trmino seguro
de la proximidad de la proximidad y de la vecindad de la vecindad,
eso es cerrarse a la necesidad del otro movimiento. A la inversa,
es renunciando a la seguridad de lo que se cree reconocer bajo el
nombre de metfora y de vecindad como cabr aproximarse quizs a la
proximidad de la vecindad. No es que la vecindad nos sea extraa
antes de ese acceso a la que se da entreDenkenyDichten.Nada nos
resulta ms familiar que ella y Heidegger lo seala en seguida.
Moramos y nos movemos en ella. Pero, y aqu est lo ms enigmtico de
este crculo, hay que volver all donde estamos sin estar propiamente
(vase pg. 184 ypassim).Heidegger acaba de llamar vecindad a la
relacin marcada por el y entreDichtenyDenken.Con qu derecho, se
pregunta entonces, hablar aqu de vecindad? El vecino(Nachbar)es
aquel que habita en la proximidad(in der Nhe)de otro y con otro
(Heidegger no explota la cadenavicus veicus,que remite quizs
aoikosy alsnscritoveca[casa], lo sealo con reservas y
provisionalmente). La vecindad es as unarelacin(Beziehung),estemos
atentos a esta palabra, que resulta de que uno atrae(zieht)al otro
a su proximidad para que se establezca en sta. Alguien podra creer
entonces que, tratndose deDichten und Denken,esa relacin, ese trazo
que atrae al uno a la vecindad del otro, se denomina as segn
unabildliche Redeweise(forma figurada de hablar). Eso sera
efectivamente tranquilizador. A menos, nota entonces Heidegger, que
mediante eso hayamos dicho ya algo de la cosa misma, a saber, de lo
esencial que queda por pensar, a saber, la vecindad, mientras que
permanece todava indeterminado para nosotros qu esRede,y qu esBildy
hasta qu puntodie Sprache in Bildern spricht;e incluso nsi ste en
general habla de esa manera.III. Precipitando mi conclusin en
estetercery ltimorasgo,quisiera ahora llegar no a la ltima palabra,
sino a esa misma palabra pluralrasgo(trait).Yno llegar sino volver
a ella. No a la retirada de la metfora sino a lo que podra en
principio parecer la metfora de la retirada. No habra en ltima
instancia, detrs de todo este discurso, sostenindolo ms o menos
discretamente, retiradamente, una metfora de la retirada que
autorizara a hablar de la diferencia ontolgica y, a partir de sta,
de la retirada de la metfora? A esta cuestin aparentemente un poco
formal y artificial se podr responder, tambin muy rpidamente, que
cuando menos eso confirmara la de-limitacin de lo metafrico (no hay
meta-metafrico porque no hay ms que metforas de metforas, etc.) y
confirmara adems lo que dice Heidegger del proyecto metalingstico
como metafsica, y de sus lmites, o de su imposibilidad. No me voy a
contentar con esta forma de respuesta, aun cuando, en principio,
sea suficiente.Hay -y de forma decisiva en la instancia del hay,
deles gibtque as se traduce- hay el trazo, un trazarse o un trazado
del trazo que opera discretamente, subrayado por Heidegger pero
cada vez en un lugar decisivo, y lo bastante incisivo para dejarnos
pensar que nombra justamente la firma ms grave, grabada, grabadora,
de la decisin. Dos familias por as decirlo, de palabras, nombres,
verbos y sincategoremas, vienen a aliarse, a comprometerse, a
cruzarse en este contrato del trazo en la lengua alemana. Est por
una parte la familia deZiehen(Zug,Bezug,Gezge,durchziehen,
entziehen),por otra parte la familia
deReissen(Riss,Aufriss,Umriss,Grundriss,etc.). Que yo sepa esto no
se ha advertido nunca, o al menos no se ha tematizado a la medida
del papel que juega ese cruce. Esto es ms o menos un lxico, puesto
que llegar a nombrar el trazo o la traccin diferencial como
posibilidad del lenguaje, dellogos,de la lengua y de lalexisen
general, de la inscripcin hablada tanto como de la escrita. Este
quasi-archi-lxico se le impone muy pronto a Heidegger, me parece a
m al menos, y bajo la reserva de una investigacin ms sistemtica,
desdeEl origen de 1a obra de arte(1935-1936). Pero con vistas a
esta primera localizacin, nos limitamos a tres tipos de
observaciones.1. Sealemos en primer lugar algo sobre el trazoque
avecina.La vecindad entreDenkenyDichtennos daba acceso a la
vecindad, a la proximidad de la vecindad, de acuerdo con un camino
que, al no ser ms metafrico que literal, replanteara la cuestin de
la metfora. Pero el trazo que avecina, digamos, el trazoque
aproxima,el trazo propio que relaciona(bezieht)el uno con el
otroDichten(que no debe traducirse sin precauciones porpoesa)y
pensamiento(Denken)en su proximidad que avecina, que lospartey que
los doscom-parten,ese trazo o rasgo comn diferencial que los atrae
recprocamente, aun sellando su diferencia irreductible, ese trazo
es el trazo:Riss,trazado que se abre paso haciendo una incisin, que
desgarra, seala la separacin, el lmite, el margen, la marca
(Heidegger nombra en alguna parte la marca fronteriza,Markcomo
lmite,Grenz,Grenzland,pg. 171). Y este trazo(Riss)es uncorteque se
hacen, en alguna parte en el infinito, los dos vecinos,Denken und
Dichten.En la entalladura de ese corte, se abren, podra decirse, el
uno al otro, se abren desde su diferencia e incluso, por servirme
de una expresin cuyo uso he intentado regular en otro lugar
(enGlas),se recortanen su trazo y en consecuencia en su retrazo
respectivo. Este trazo(Riss)de recorte relaciona al uno con el otro
pero no pertenece a ninguno de los dos. Pero eso no es un trazo o
rasgo comn o un concepto general, ni tampoco una metfora. Del trazo
habra que decir que es ms originario que los
dos(DichtenyDenken),que entalla y recorta, que es su origen comn y
el sello de su alianza, mantenindose en eso como singular y
diferente de los dos, si un trazo pudiese ser algo, si pudiese ser
propiamente y plenamente originario y autnomo. Pero un trazo, si
bien abre el paso de una separacin diferencial, no es ni plenamente
originario y autnomo, ni, en cuanto que abre paso, puramente
derivado. Y en la medida en que un tal trazo abre el paso de la
posibilidad de nombrar en la lengua (escrita o hablada, en el
sentido corriente de estas palabras), l mismo no es nombrable en
cuanto que separacin, ni literalmente, ni propiamente ni
metafricamente.No tiene nada que se le aproxime en cuanto tal.Al
final de la segunda parte deDas Wesen der Sprache,acaba de sealar
Heidegger de qu modo, en eles gibt das Wortes,das Wort, gibt,pero
de tal manera que la joya(Kleinod)del poema que se est leyendo(Das
Wort,Stefan George), que el poema da como un presente y que no es
sino una cierta relacin de la palabra con la cosa, esa joya
innombrada, se retira(das Kleinod entzieht sich).Eles gibtretira lo
que da, no da ms que retirando; y a quien sabe renunciar. La joya
se retira en el asombroso secreto, donde
secreto(geheimnisvoll)viene a cualificar lo asombroso(das
Erstaunende, was stauner lsst)y designa la intimidad de la casa
como el lugar del retiro(geheimnisvoll).Volviendo a continuacin al
tema de la vecindad entreDenkenyDichten,a su alteridad
irreductible, Heidegger llama a la diferencia entre ellos tierna,
delicada(zart)pero clara, tal que no se debe dejar lugar a ninguna
confusin.DenkenyDichtenson paralelos(para alleln),el uno al lado o
a lo largo del otro, pero no separados, si es que la separacin
significa estar alejados en la carencia de relacin(ins Bezuglose
abgeschieden),no sin la traccin de ese trazo(Zug),de eseBezugque
los relaciona o que los traslada el uno hacia el otro.Cul es, pues,
el trazo de eseBezugentreDenkenyDichten?Es el trazo(Riss)de una
encentadura, de una apertura que traza,que se abre paso(la
palabraBahnenaparece frecuentemente en este contexto con las
figuras delBewegen),de unAufriss.La palabraencentadura(entame),de
la que me he servido mucho en otro momento, me parece la ms
apropiada para traducirAufriss,palabra decisiva, palabra de la
decisin en este contexto, de la decisin no voluntaria, y que los
traductores franceses vierten bien por trabajo que abre, bien por
grabado.Encentadas, las dos paralelas se cortan en el infinito, se
recortan, se hacen una entalladura y se sealan de alguna manera la
una en el cuerpo de la otra, la una en el lugar de la otra, el
contrato sin contrato de su vecindad. Si las paralelas se
cortan(schneidensich)en el infinito(im Un-endlichen),ese corte, esa
entalladura(Schnitt),no se la hacen a s mismas, sino que recortan
sin tocarse, sin afectarse, sin herirse. Solamente se encentan y
son cortadas(geschnitten)en la encentadura(Aufriss)de su vecindad,
de su esencia que avecina(nachbarlichen Wesens).Y por medio de esa
incisin que las deja intactas, aqullas quedaneingezeichnet,
signes(selladas), dice la traduccin francesa publicada: dibujadas,
caracterizadas, asignadas, consignadas.Diese Zeichnung ist der
Riss,dice entonces Heidegger. Este encenta(er reisst auf),traza
abrindola,DichtenyDenkenen la aproximacin del uno al otro. Esta
aproximacin no los acerca a partir de otro lugar donde estaran ya
por s mismos y de donde se dejaran atraer(ziehen)despus. La
aproximacin es elEreignisque remiteDichtenyDenkena lopropio(in das
Eigene)de su esencia(Wesen).El trazo de la encentadura, pues, seala
elEreigniscomo apropiacin, acontecimiento de apropiacin. No precede
a los dos propios a los que hace venir a su propiedad, pues no es
nada sin ellos. En este sentido no es una instancia autnoma,
originaria, ella misma propia en relacin a los dos que el trazo
encenta y une. Como no es nada, ni aparece en s mismo, ni tiene
fenomenalidad alguna propia e independiente, y como no se muestra,
se retira, est estructuralmente en retirada, como separacin,
apertura, diferenciabilidad, huella, reborde, traccin, fractura,
etc. Desde el momento en que se retira salindose, el trazo esa
prioriretirada, inapariencia, seal que se borra en su
encentadura.Su inscripcin, como he intentado por mi parte articular
con la huella y con ladiffrance,no llega ms que a borrarse.No llega
y no adviene ms que borrndose. A la inversa, el trazo no es
derivado. No es secundario, en su llegada, en relacin con los
dominios, las esencias o las existencias que recorta, abre y
repliega en su recorte. Elre-del retrazo no es un accidente que
sobreviene al trazo. Este se destaca permitiendo a toda propiedad
destacarse, como se dice de una figura sobre un fondo. Pero no se
destaca ni antes ni despus de la encentadura que permite
destacarse, ni sustancialmente ni accidentalmente, ni materialmente
ni formalmente, ni segn ninguna de las oposiciones que organizan el
discurso llamado metafsico. Si la metafsica tuviese una unidad, sta
residira en el rgimen de esas oposiciones, el cual ni surge ni se
determina si no es apartirde la retirada del trazo, de la retirada
de la retirada, etc. El a partir de se abisma l mismo. As, acabamos
de reconocer la relacin entre elre-de la retirada (que no expresa
menos violentamente la repeticin de la encentadura que la suspensin
negativa delEnt-ziehungodelEnt-fernung)y elEreignendeles gibtque
focaliza todo el ltimo pensamiento de Heidegger en ese trazo
precisamente en el que el movimiento delEnteignen(des-propiacin,
retirada de propiedad) viene a cavar todoEreignis(Dieses
enteignende Vereignen ist das Spiegelspiel des Gevierts,Das
Ding,pg. 172).2. Sealemos en segundo lugar laperformance,o en un
sentido muy abierto de esta palabra, el realizativo(performatif)de
escritura por el que Heidegger nombra, llamaAufriss(encentadura) lo
que decide, decreta o deja que se decida llamarAufriss,lo que se
llama segn lAufrissy cuya traduccin bosquejo, segn la traccin de un
gesto igualmente realizativo, porencentadura.La decisin tajante de
llamarAufrissa lo que de una cierta manera se encontraba todava
innombrado o ignorado bajo ese nombre, es ya en s misma una
encentadura; aqulla no puede hacer otra cosa que nombrarse,
autonombrarse, y encentarse en su propia escritura. Heidegger hace
con frecuencia el mismo gesto, por ejemplo conDaseinal comienzo
deSein und Zeit.Nada de neologismo ni de metaescritura en el gesto
quehayaqu.He aqu lo que se firma y se encentabajola firma de
Heidegger. Es en el momento en que, enDer Weg zur Sprache,acaba de
sugerir que la unidad de laSprachesigue
mantenindoseinnombrada(unbennant).Los nombres de la tradicin han
fijado siempre su esencia en tal o cual aspecto o predicado.
Heidegger hace punto y aparte y abre un nuevo prrafo:Die gesuchte
Einheit des Sprachwesens heisse der Aufriss(La buscada unidad de la
esencia de laSprachese llama la encentadura). Heidegger no dice: yo
decido arbitrariamente bautizarla encentadura, sino que se llama,
en la lengua que decide, encentadura. Y mejor, con ese nombre, eso
no se llama, eso nos llama a... Prosigamos:Der Name heisst uns[Este
nombre apela a que nos] fijemos [erblicken,como enSatz vomGrund,en
el momento de la declaracin sobre la metfora] ms
distintamente(deutlicher)en lo propio(das Eigene)des Sprachwesens.
Riss is dasselbe Wort wie ritzen(Trazo es la misma palabra que
rayar) (pgs. 251-252).Ahora bien, prosigue Heidegger,
frecuentemente slo conocemos elRissbajo la forma
devaluada(abgewerten)que tiene en expresiones como rayar una pared,
desbrozar y roturar un campo(einen Acker auf-und-umreissen),para
trazar surcos(Furchen ziehen)a fin de que el campo albergue, guarde
en l(berge)las simientes y el crecimiento. La
encentadura(Aufriss)es la totalidad de los trazos(das Ganze der
Zge),elGefgede estaZeichnung(inscripcin, grabacin, firma)
queensambla(articula, separa y conserva junta) de parte a parte la
apertura de laSprache.Pero esta encentadura se mantiene
velada(verhllt)en tanto que no se advierte propiamente(eigens)en qu
sentido se habla de lo hablado y del hablar. El trazo de la
encentadura est pues velado, retirado, pero es tambin el trazo que
rene y separa a la vez el velamiento y el desvelamiento,la retirada
y la retirada de la retirada.3. Acabamos de notar que el trazo hace
contrato consigo mismo, retirndose, cruzndose, recortndose a travs
de esas dos circunscripciones vecinas delReisseny delZiehen.El
recorte cruza y une entre ellas, tras haberlas atrado a la lengua,
las dos genealogas heterogneas del trazo, las dos palabras o
familias de palabras, de logias. En el recorte, el trazo se seala a
s mismo al retirarse, llega hasta borrarse en otro, a reinscribirse
en steparalelamente,en
consecuencia,heterolgicamente,yalegricamente.El trazo es
retirada(Le trait est retrait).Ni siquiera puede decirse yaes,no
puede ya someterse la retirada a la instancia de una cpula
ontolgica cuya posibilidad est condicionada por aqulla como por
eles gibt.Como hace Heidegger conEreignisoSprache,habra que decir
de forma no tautolgica: el trazo trata osetrata, traza el trazo, en
consecuencia retraza y re-trata o retira la retirada, hace
contrato, se contrata y establece consigo mismo, con la retirada de
s mismo, un extrao contrato que no precede ya, por una vez, a su
propia firma,y que en consecuencia la quita.Todava tenemos, aqu
mismo, que realizar encentar, trazar, tratar, acosar no esto o
aquello sino la captura misma de este cruce de una lengua en otra,
la captura (a la vez violenta y fiel, pasiva sin embargo y que deja
asalvo) de este cruce que uneReissenyZiehen,traducindolas yaenla
llamada lengua alemana. Esta captura afectara al capturador mismo,
al que lo traduce a la otra, puesto queretrait,en francs, no ha
querido decir nunca, segn el uso, re-trazamiento. Para encentar
esta captacin comprensiva y este trato o esta transaccin con la
lengua del otro, subrayar todava lo siguiente: que el
tratoacta,estactuandoya en la lengua del otro, dira en las lenguas
del otro. Pues hay siemprems de unalengua enlalengua. El texto de
Heidegger en el que parece que por primera vez, que yo sepa, se
nombra (en el sentido deheissen)ese cruce delZieheny
delReissen,esEl origen de la obra de arte,en ese lugar preciso
donde la verdad se llamano-verdad:Die Wahrheit ist Un-wahrheit.En
la no-retirada de la verdad como verdad, en
suUnverborgenheitelUntacha, impide, prohbe, hiende de una doble
manera. La verdad es ese combate originario(Urstreit)en el que
forma parte de la esencia sufrir o resentir lo que Heidegger llama
laatraccinde la obra, el atractivo hacia la obra(Zug zum Werk),como
su insigne posibilidad(ausgezeichnete Mglichkeit).La obra ha sido
definida ms arriba, en especial, comosumballeinyallegoreuein.En
esta atraccin, la verdad despliega su esencia(west)como combate
entre claro y reserva o retirada(Verbergung),entre mundo y tierra.
Pero este combate no es un trazo(Riss)comoAufreissenque abre un
simple abismo(blossen Kluft)entre los adversarios. El combate atrae
a los adversarios dentro de la atraccin de una pertenencia
recproca. En un trazo que los atrae hacia la procedencia de su
unidad a partir de un fondo unificado,aus dem einigenGrunde
zusammen.En este sentido esGrundriss:plan fundamental, proyecto,
diseo, bosquejo, esbozo. Se imprimen entonces una serie de
locuciones cuyo sentido corriente, usual, literal se dira, se
encuentra reactivado al mismo tiempo que discretamente reinscrito,
desplazado, vuelto a poner en juego en lo que acta en este
contexto. ElGrundrissesAufriss(encentadura y, en el sentido
corriente, perfil esencial, esquema, proyecto) que
dibuja(zeichnet)los trazos fundamentales(Grundzge,y aqu se cruzan
los dos sistemas de trazos para decirtrazoen la lengua) del claro
del ente. El trazo(Riss)no hace hendirse a los opuestos, atrae la
adversidad hacia la unidad de un contorno(Umriss),de un marco, de
un armazn (en el sentido corriente). El trazo eseinheitliches Gezge
vonAufriss und Grundriss,Durch- und Umriss,el conjunto unificado,
ensamblado(Ge-)de los trazos concentrados, esas aparentes
modificaciones o propiedades delRiss(Auf-, Grund-, Durch-,
Um-,etc.), entre todos esos rasgos o trazos del trazo que no le
sobrevienen como modificaciones predicativas a un sujeto, una
sustancia o un ente (cosa que no es el trazo), sino que por el
contrario abren la de-limitacin, la de-marcacin a partir de la cual
el discurso ontolgico sobre la sustancia, el predicado, la
proposicin, la lgica y la retrica pueden entonces destacarse.
Interrumpo aqu arbitrariamente mi lectura, la corto de un trazo en
el momento en que nos iba a llevar alGe-stellde laGestalten el
ensamblamiento(Gefge)de la cualder Riss sich fgt.As, pues, el trazo
no es nada. La encentadura delAufrissno es ni pasiva ni activa, ni
una ni mltiple, ni sujeto ni predicado, no separa ms de lo que une.
Todas las oposiciones de valor tienen su posibilidad en la
diferencia, en el entre de su separacin que concilia tanto como
desmarca. Cmo hablar de eso? Qu escritura hay que inventar aqu? Se
dir del lxico y de la sintaxis que circunscriben esta posibilidad
en francs, en alemn o entre los dos, que son metafricos? Se los
formalizar segn algn otro esquema retrico? Cualquiera que sea la
pertinencia, o la fecundidad de un anlisis retrico que determinase
todo lo que pase en un tal camino de pensamiento o de lenguaje, en
ese abrirse paso del abrirse paso, habr habido necesariamente una
lnea,por otra parte dividida,en la que la determinacin retrica habr
encontrado en el trazo, es decir, en su retirada, su propia
posibilidad (diferencialidad, separacin y semejanza). Esta
posibilidad no podr ser estrictamente comprendida en su conjunto,
en el conjunto que ella hace posible; y sin embargo ella no lo
dominar. La retrica no podr entonces enunciarse a s misma y su
posibilidad, ms que desplazndose al trazo suplementario de una
retrica de la retrica, y por ejemplo de una metfora de la metfora,
etc. Cuando se dice trazo o retirada en un contexto en el que se
trata de la verdad, trazo no es ya una metfora de lo que creemos
usualmente reconocer bajo esa palabra. No basta, sin embargo, con
invertir la proposicin y decir que la re-tirada de la verdad como
no-verdad es lo propio o lo literal a partir de lo cual el lenguaje
corriente estar en posicin de separacin, de abuso, de desvo trpico,
bajo cualquier forma que sea.Retraitno es ms propio, ni literal,
que figurado. No se confunde ya con las palabras que l hace
posibles, en su delimitacin o recorte (incluidas las palabras
francesas o alemanas que se han cruzado o injertado aqu), como
tampoco es extrao a las palabras como una cosa o un referente. La
retirada no es ni una cosa, ni un ente, ni un sentido. Seretiradel
ser del ente como tal y del lenguaje, sin que est, ni sea dicho, en
otra parte;encentala diferencia ontolgica misma.Seretira pero la
ipseidad delsemediante la que se relacionarla consigo mismo con un
trazo no la precede y supone ya un trazo suplementario para
trazarse, firmar, retirar, trazar a su vez.Retiradasse escribe,
pues, en plural, es singularmente plural en s mismo, se divide y se
rene en la retirada de la retirada. Es lo que he intentado llamar
tambin en otra partepas.[iii]De nuevo se trata aqu del camino, de
lo que ah pasa, lo pasa, pasa por ah, o no.Qu es lo que pasa?,
habamos preguntando al empezar este discurso. Nada, ninguna
respuesta, sino que la retirada de la metfora pasa a sta por alto,
y a s misma.Jacques Derrida*Usuresignifica tanto desgaste como
usura e inters. [T.][i]Recogido enLa verite en peinture,Flammarion,
1979.[ii]Recogido enParages,Galile, 1986.[iii]Vase Pas, enParages.
Galile, 1986.