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CAPITULO IV LA REPRESENTACION DE LA INDEPENDENCIA
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La representacion de la independencia en las tradiciones peruanas, II, cap. 4, 167-197 (Lima, 1999)

May 13, 2023

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CAPITULO IVLA REPRESENTACION DE LA

INDEPENDENCIA

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Con la Segunda serie Palma se había lanzado a explorarel “venero” del pasado colonial. La Tercera seriecorrespondió a una expansión de lo fantástico. Lo novedosode la Cuarta serie es que termina con la evocación de unperíodo entre histórico y contemporáneo, la Independencia.Pero se trata de una temática limitada en 1877 a sólocuatro tradiciones1. ¿ Qué motivó esta postergación?

No se puede explicar por el desconocimiento odesinterés del autor hacia dicho período ya que en los años1850 proliferaron los escritos que exaltaban las hazañasbélicas de la gesta emancipadora2 y el propio Palma dio aluz una serie de apuntes biográficos sobre los precursoresy próceres de la Independencia con el título de Corona

patriótica. Al descartar esta temática de moda, Palma buscóun rumbo propio rescatando el virreinato cuyo recuerdo lasprimeras generaciones republicanas habían pretendidosepultar. Sin duda el aplazamiento de la temáticaemancipadora se aclara también por el que el escritorintuyera una incongruencia entre la evocacióntradicionalmente lírica de los años de guerra y el tonollano, típico de la tradición. Enfrentado a un retoliterario, debía conciliar dos imposibles.

Por otro lado, hacia 1870 los historiadores Lorente yPaz Soldán publicaron libros sobre la Indepencia que se

1 Se trata de “Una moza de rompe y raja”, “Justicia de Bolívar”, “Elfraile y la monja del Callao” y “El coronel fray Bruno Terreros” ;las dos últimas tradiciones luego fueron trasladadas a otras series. 2 Citemos a modo de ejemplos tres dramas La bandera de Ayacucho de J.A.Márquez (1849), Rodil de Palma (1851) y El pabellón nacional de L.BenjamínCisneros (1853). Con motivo de la celebración del 28 de julio lostextos patrióticos de toda índole llenaban los periódicos.

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convirtieron en fuentes indiscutibles3. La integración deeste período en las tradiciones coincidió con el momentoen que Palma llevaba a cabo el estudio con que iba adesatar una polémica continental acerca de Bolívar,Monteagudo y Sánchez Carrión. En parte, las tradicionesfueron una consecuencia de las investigaciones históricasdel escritor4.

Abatido por la inesperada controversia, sólo después de1885 reanudó Palma con el tema de la Emancipación ytransformó al libertador venezolano en discutidoprotagonista. El conjunto de estas tradiciones no conformapor tanto el libro de un historiador preocupado por laobjetividad; como las demás narraciones resultan unatransfiguración literaria de la Historia.

Ateniéndonos a la cronología analizaremos primero cómoPalma recrea los enfrentamientos y conspiraciones queantecedieron la lucha por la Independencia. Luego, con lastradiciones sobre los años veinte, nos fijaremos en elreparto de los papeles heroicos, qué importancia esotorgada a patriotas y realistas, montoneros y próceres,qué tratamiento estilístico es dado a la vida cotidiana y alas grandes batallas. De esta forma conseguiremos sacar aluz los procedimientos literarios que caracterizan latradición histórica y pondremos de manifiesto lainterpretación palmista de la Independencia.

3 Se trata de la Historia del Perú Independiente 1819-1822 de Mariano Paz soldán(Le Havre, 1868) y de la Historia del Perú desde la proclamación de la Independencia1821-1824 de Sebastián Lorente ( Lima, 1876). A estos libros hay queagregar los primeros volúmenes del Diccionario histórico-biográfico deMendiburu . 4 El mismo proceso lo llevó a considerar los Anales de la Inquisición comotradiciones.

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1. CONSPIRACIONES Y REBELIONES FRACASADAS (1780-1819)

Es cierto que Palma dedicó un buen número de tradicionesa las rebeliones y conspiraciones que agitaron el Perú afinales del siglo XVIII5 y a principios del siglo XIX. Asírevela un interés personal por este período que relacionacon la gesta emancipadora. Pero evidentemente al referirlos sucesos históricos no le preocupa la puntualidad delcronista. La tradición dedicada a la revolución de TúpacAmaru resulta un ejemplo inequívoco de la visióninterpretativa de la Historia que sustenta las tradiciones.

“El corregidor de Tinta6”

En 1780-1786, la sublevación de Túpac Amaru constituyóun tremendo aviso que hizo tambalear el dominio español enlos Andes. Desde el título de la tradición “El corregidorde Tinta”, apunta una ambigüedad de parte del escritorpues sólo concede importancia al representante del gobiernocolonial sin siquiera nombrar al caudillo indígena7. El

5 Sobre este tema se podrá consultar el trabajo de la historiadoraScarlett O’Phelan Godoy Perú y Bolivia 1700-1783, Cusco: CBC, 1988.6 “El corregidor de Tinta”, ed. Aguilar, págs. 684-687.7Recordemos los escasísimos conocimientos de Palma acerca de TúpacAmaru en 1853 cuando incluyó en su Corona patriótica estos datos con eltítulo de “D. José Gabriel Tupac Amaru”: “ Era el 3 de setiembre de 1780. Los pueblos todos del Departamentodel Cuzco se hallaban en completo estado de efervescencia. El IncaJosé Gabriel Tupac Amaru los habia exitado [sic] a romper el yugo conque los humillaba el poder Ibero. La primera chispa habia prendido. Pero aun el pueblo no se sentia fuerte para romper el yugo - Su féera débil... Era preciso que radiase la aurora del 4 de julio de 1792 para queviniese un 9 de diciembre. Tupac Amaru... moria pocos días después en un cadalso.”

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punto de partida de la tradición es la celebración delsanto del buen cura de Tungasuca8 en un ambiente apacible.Túpac Amaru está entre los invitados; pero no es objeto deninguna descripción física. En efecto Palma se niega a darun rostro a los personajes históricos, una postura quevolveremos a observar con los libertadores pese a laexistencia de cuadros sobre éstos.

En lo que insiste en cambio el escritor es en la noblezade Túpac Amaru, un “cacique” indígena, “descendiente delos incas” al que ofende el “altivo” Arriaga. Estecorregidor de Tinta irrumpe en la fiesta de Tungasuca yatropella a todos, criollos, mestizos e indígenas.Agraviado el “noble indígena” se retira sigilosamente,luego reaparece al mando de una partida de indios y ordenael ajusticiamiento del corregidor. Tal es el comienzo quePalma inventa de cabo a rabo para la gran revolución de1780. Además para explicar los sucesos históricosprivilegia la dimensión psicológica: la tradición convierteun conflicto individual ficticio en incidente mayor,generador de una guerra continental. La movilización dedecenas de miles de hombres, la lucha encarnizada durantevarios meses, las victorias del ejército indígena sobre elespañol son otros tantos elementos que el escritor deja delado cuando pudiera incluirlos o al menos recordarlos enotras tradiciones; pero no le interesa en absoluto la

Reproducimos aquí la edición publicada en el Boletín de la Biblioteca Nacionalde Lima n° 51-52, 1969, pág. 6.8 Este dato es en parte equivocado pues el clérigo aludido, CarlosRodrigues de Avila, era presbítero de Yanaoca según S. O’Phelan, op.cit., pág. 238.

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transfiguración épica de la lucha indígena y después de lamuerte de Arriaga da por acabada la tradición.

Esta reconstrucción parsimoniosa de la Historia seexplica en parte por el momento en que fue escrita latradición: recordemos que “El corregidor de Tinta” figuraen la Segunda serie de 1874; se encaja en el proyecto deescribir la historia de cada virreinato9. No obstante caberescatar dos tipos de datos históricos enfatizados en “Elcorregidor de Tinta” : se trata de los abusos de losrepresentantes españoles10 y las torturas infligidas a TúpacAmaru11; la violencia gratuita de las autoridades contrastaen el relato con la moderación de los rebeldes. Además lamuerte sufrida por el cacique lo empareja con los incasvictimados por los conquistadores; como remontando eltiempo, Túpac Amaru es llamado sencillamente “el Inca” porel tradicionista. Palma increpa aquí al gobierno virreinalinsinuando que desde la Conquista la Historia sólo se hanrepetido las injusticias cometidas por los colonizadores.

“El corregidor de Tinta” resulta una representaciónmaniquea del acontecer histórico que contrapone los méritosde los indígenas (pacifismo, dignidad, orden y mesura) conlos vicios de todas las autoridades españolas (despotismo,9 El principio de la tercera parte empieza así: “Aquí deberíamos darpor terminada la tradición; pero el plan de nuestra obra exige queconsagremos algunas líneas por vía de epílogo al virrey en cuya épocade mando aconteció este suceso.” “El corregidor de Tinta”, ed.Aguilar, pág. 684-687.10 “Don Antonio de Arriaga [...] hidalgo español muy engreído con lorancio de su nobleza despotizaba por plebeyos a europeos y criollos”.“[...] El recargo de impuestos y los procedimientos tiránicos delvisitador Areche habían producido serios disturbios, en los que muchoscorregidores y alcabaleros fueron sacrificados a la cólera popular.”Ibid. 11 “Hubo lenguas y manos cortadas, cuerpos descuartizados, horca ygarrote vil. Areche autorizó barbaridad y media.” Ibid.

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crueldad, bajeza...). Un vínculo es establecido con laIndependencia12 pero, escrita en el contexto limeño de losaños 1870, la tradición de Palma carece de la emoción queempapará el texto dedicado por Clorinda Matto de Turner aTúpac Amaru en sus Tradiciones cuzqueñas13. Y no deja deextrañar que la única fuente citada por el tradicionistasea el deán Funes, autor en 1817 de un Ensayo de la Historia civil

del Paraguay, Buenos Aires y Tucumán. Pese a lo extenso de lasTradiciones peruanas, la reivindicación del movimientotupamarista sólo se da en “El corrregidor de Tinta” . Palmaremite pocas veces a las rebeliones indígenas que loshistoriadores suelen relacionar con la lucha por laIndependencia. Será el caso de unas cuantas tradicionesescritas después de 1885.

“Los brujos de Shulcahuanga14” “Los brujos de Shulcahuanga” refiere una sublevación

ocurrida en 1818-1819. Lo que evidencia la tradición es ladimensión étnica del alzamiento, una guerra por la que losindios de Huamachuco querían restablecer el ordenprehispánico liberando al Perú de “la tiranía de losconquistadores”. El escritor hace hincapié en lapropagación de la rebelión incluso entre los indios12 “Poquísimo faltó para que entonces hubiese quedado realizada la obrade la Independencia”, Ibid. 13 Véase “Un centinela de acero”, Lima: Peisa, 1976 (1a ed. 1884-1886),págs. 46-49: “ El amor a la libertad de la patria inflamaba el corazónde los Túpac Amaru, padre e hijo; la lealtad y firmeza de esas almasvalerosas y superiores hizo nacer injusticia en Areche y suscolaboradores. [...] José Gabriel, digno descendiente de los incas,vio preciosa su existencia porque había soñado la libertad de supatria, y la acariciaba cargada de benéficos resultados para la causade la humanidad redimida de la esclavitud.” 14“Los brujos de Shulcahuanga”, ed. Aguilar, págs. 932-935.

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reclutados por los hacendados15. Pero el enfrentamiento noes transfigurado en lucha épica: se reduce a un brevísimotiroteo16. Un conflicto personal habría originado larevolución que termina de manera lamentable. Palma rehuyecualquier mitificación del caudillo rebelde y sólo lopresenta como un mestizo rencoroso17. Los patriotas con losque se habría relacionado el cabecilla de Huamachuco,Orbegoso y Sánchez Carrión tan cercano a Bolívar, tampocoson figuras predilectas18 del tradicionista. El texto acabasugiriendo la simpleza de los indígenas:

Para el pueblo, los de Shulcahuanga quedaron, no enconcepto de conspiradores, sino en el de brujos, puesto quedeclaraban haber estado en tratos y contratos con el diablopatriota.

En resumidas cuentas es una imagen ambivalente la quese transparenta de “Los brujos de Shulcahuanga”, pese alreconocimiento histórico de este alzamiento por SanMartín19. Las vacilaciones palmistas se aclaran a nuestrojuicio por el racismo latente del escritor; recordemos loque escribía a Piérola en 1881:

15 “-¡ A escalar el cerro! ¡Matar a ese insurgente!, gritó elsubdelegado. Pero los indios, que estaban armados con palos y hondas, permanecieronimpasibles. Sólo una mayoría de blancos y mestizos emprendió laascensión.” Ibid.16 “Sonaron algunos disparos de fusil, y un hombre vino rodando desdela altura. Era el cadáver de José Luz de la Verdad.” Ibid.17 “Por quisquillas y malos tratamientos de su patrón Noriega, fugóseSalinas con todos sus deudos y amigos, y buscó albergue en lainaccesible altura de Shulcahuanga, desde donde, bajo el nombre de JoséLuz de la Verdad, desparramaba incendiarias proclamas, excitando a losindios a rebelarse contra el rey.” Ibid. Las cursivas son del autor. 18 Véase acerca de Orbegoso “El canónigo del taco”, ed. Aguilar, págs.1065-1067.19 “El general San Martín y el Congreso de 1823, teniendo en cuenta latentativa revolucionaria de 1819, dieron a Huamachuco, que hastaentonces era pueblo cabeza de provincia, el dictado de muy noble y fielciudad ”, en “Los brujos de Shulcahuanga”, ibid..

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En mi concepto la causa principal del gran desastre del 13está en que la mayoría del Perú la forma una raza abyecta ydegradada, que usted quiso dignificar y ennoblecer. Elindio no tiene el sentimiento de la patria; es enemigo natodel blanco y del hombre de la costa y, señor por señortanto le da ser chileno como turco [...] Por otra parte losantecedentes históricos nos dicen con sobrada elocuenciaque el indio es orgánicamente cobarde20.

En 1899 volvió Palma a incluir la temática de lassublevaciones precursoras en sus Tradiciones y artículos históricos.Dos son las narraciones concernidas: se trata de “Asuntoconcluido” y de “El Corpus triste de 1812”.

“Asunto concluido21”

Pese al cuarto de siglo transcurrido, son muchos losparecidos entre “El corregidor de Tinta” y “Asuntoconcluido”. La introducción de “Asunto concluido”, lamatanza del intendente de La Paz, coincide con elajusticiamiento de Arriaga en “El corregidor de Tinta”. Deantemano el narrador se prevalece de la escasez de fuentespara autorizar la libertad con que idea la tradición22, loque no deja de ser un recurso literario pues sí disponía elescritor de una valiosa documentación23.20 Carta a N. de Piérola, 8 de febrero de 1881, citada por H.Bonneville en “Ricardo Palma au présent”, Tradiciones peruanas, ed.Archivos, pág. 606.21 “Asunto concluido”, ed. Aguilar, págs. 891-892.22 “[...] satisfagamos la curiosidad del lector, si bien confieso queen esta tradición me he embarcado con poca galleta. ¡Y digan, que deDios dijeron !” Ibid .23 Véase el tomo 3° de los Documentos Históricos del Perú de Odriozola (Lima,1873) que Palma tuvo al alcance de la mano . En cambio en el momentode escribir su Corona patriótica, en 1853, Palma sabía muy poco acerca dePumacahua y los Angulos como lo muestran estos apuntes: “ En 5 de agosto de 1814 tuvo lugar en la ciudad del Cuzco larevolución llamada de Pumacahua y los Angulos. En breve tiempolevantaron un ejército numeroso, rico en entusiasmo, aunque pobre enarmas, que se batió siete veces con las fuerzas españolas. Derrotados al fin por el Jeneral Ramírez perecieron en el patíbuloPumacahua, los hermanos Angulos, el Jeneral San Roman [sic] , y todos

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El tema de la tradición de 1899 es dilucidar las causasde la segunda gran sublevación cusqueña en 1814, pero lapretendida investigación de este motivo recae en unaanécdota de poca monta, más precisamente en un simple rumorque habría opuesto sólo a dos individuos, el gobernador deLa Paz y el presidente de la Audiencia del Cusco24. Altradicionista no le interesan en absoluto las batallasentre realistas y patriotas, tema historiográfico porantonomasia, sino que se dedica a construir el personajedel gobernador español de La Paz con un largo retrato moralque tiende a caricaturizarle como un déspota empedernido.En cambio el cacique Pumacahua, protagonista de larebelión, apenas es aludido y las figuras de patriotasque sobresalieron en esta lucha (Ildefonso Muñecas, MarianoMelgar...) son descuidadas o ni siquiera nombradas.

Finalmente si bien la tradición da una impresión dehistoricidad gracias a las fechas y a los nombres, enrealidad la versión palmista de la revolución de 1814corresponde a una manipulación de la Historia con acerbascríticas antiindígenas: el levantamiento en el Cusco espresentado de modo despreciativo25 y termina la tradiciónhaciendo hincapié en los destrozos cometidos en La Paz porlos principales caudillos; contándose entre éstos el célebre ysentimental poeta arequipeño Melgar.” (Boletín de la Biblioteca Nacional,Lima, 1969, n°51-52, pág. 7).24 “ En junio de 1814 empezó a circular el runrún de que el brigadierAsunto concluido [el gobernador Valdehoyos...] estaba designado por elvirrey para remplazar al brigadier Pumacahua en la presidencia de laReal Audiencia del Cuzco”. Observemos de paso que Palma se basa enuna información histórica equivocada pues Pumacahua ya no ejercía elinterinato y se había retirado al campo adonde lo fueron a buscar lospatriotas cusqueños para formar una junta de gobierno. 25 “ [...] El 2 de agosto se desbordó el torrente y estalló la gordacon la famosa rebeldía encabezada por Pumacahua.” “Asunto concluido”,ed. Aguilar, pág. 892.

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“la indiada26.” Por lo mismo difunde una interpretaciónhistórica muy distante de la recuperación actual de dichalucha, como etapa fundamental en el derrotero de laIndependencia.

El Corpus triste de 181227

Cambia del todo el tono de “El Corpus triste de 1812”que remite a la lucha de paceños y cochabambinos contralas tropas realistas en 1810-1812. La actuación de aquélloses valorada desde las primeras líneas a través de dospróceres; las figuras criollas de Murillo y del presidentede la junta de Cochabamba, Mariano Antezana, son exaltadascomo las de dos mártires de la Independencia que proclamansu fe en la patria28 a la cara del enemigo29. Latransfiguración heroica de Antezana cuyo status social esrealzado30 contrasta con la presentación caricaturesca delarequipeño Goyeneche encargado de poner fin a lasublevación, quien reza “con aire humilde y contrito” antes26 “Los indios que desde la hora del triunfo se habían entregado a labebendurria, incendiaron el cuartel, mataron al gobernador-intendente ya más de cuarenta prisioneros, y...asunto concluido.” Ibid. Las cursivas sondel autor. 27 “El Corpus triste de 1812”, ed. Aguilar, págs. 878-880.28 “El 29 de enero de 1810 se alzó en la ciudad de La Paz ignominiosocadalso en el que fueron sacrificados don Pedro Domingo Murillo y ochode sus amigos por el crimen de haber enarbolado la enseñarevolucionaria contra el Gobierno de la metrópoli. Las últimas, peroproféticas palabras del tan valeroso como infortunado caudillofueron : -Compatriotas, la hoguera que he encendido no la apagarán yalos españoles...¡Viva la libertad!”, ibid . 29 “Antesana no dejó continuar [a Goyeneche] , interrumpiéndole conestas palabras , según lo relata el autor de las Memorias del último soldadode la Independencia : - No, señor general; no soy hombre de cometer unaindignidad cobarde. Estoy pronto a comparecer ante Dios. ¡Viva lapatria! ” Ibid.30 “Don Mariano Antesana [era un] criollo acaudalado y de granprestigio en el pueblo por su ilustración y por lo enérgico de sucarácter.” Ibid.

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de ensañarse crudelísimo con los vencidos31. La tradiciónque ha empezado como “Asunto concluido” con la evocaciónsangrienta de un ajusticiamiento culmina con teatralidadpor la confrontación del héroe patriota y del representantede la represión.

Al fin y al cabo Palma proporciona una lectura muyhalagüeña de la lucha cochabambina plasmada en el criolloAntezana; no cabe duda del sentimiento de afinidad queexperimenta con éste mientras que Pumacahua y Túpac Amaruson intuidos como los adalides de una hipotética repúblicaindia, amenaza actualizada por las sublevaciones indígenasde los últimos decenios y los discursos de G. Prada a favorde los indios. Esta representación equívoca de variasrebeliones de fines del XVIII y principios del XIX va acoincidir con la evocación de las conspiraciones de losaños 1810.

“Loco o patriota32”

La tradición “Loco o patriota” que remite a laconspiración de Aguilar y Ubalde en el Cusco comienza casicon el mismo dramatismo que “El Corpus triste de 1812” y“Asunto concluido”; en lugar de la visión de un cádaver enuna plaza pública, caso de “Asunto concluido” y “ El Corpustriste de 1812”, estamos precipitados a la celda de un

31 “En aquel feroz combate, el flamante conde de Guaqui [Goyeneche],sable en mano y a la cabeza de su escolta, espoleaba el caballo sobrelos fugitivos, gritando: -¡ Que no quede vivo uno solo de esta canalla! Y en efecto no se tomó un solo prisionero, y la soldadesca seentregó salvajemente al repase de los heridos”. Las cursivas son delautor. 32 Ed. Aguilar, págs. 838-840.

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condenado a muerte, Gabriel Aguilar que escribe un últimopoema.

El personaje histórico no es tratado como podríaesperarse: en lugar del arquetipo del poeta maldito, delrebelde incomprendido, en una palabra en lugar de unromántico, Palma rebaja a Gabriel Aguilar atribuyéndolevanas pretensiones nobiliarias, convirtiéndolo enabanderado de la revolución francesa y sobretodo mofándosede su proyecto de restablecer una monarquía incaica33 . Aldesacreditar el plan de Aguilar el tradicionista impugnael homenaje oficial que le rindió en 1823 el primerCongreso del Perú, lo que no se explica sólo por lasfuentes partidarias consultadas, en especial la memoria delvirrey Abascal. El desfase palmista corresponde en realidada la postura conservadora del escritor, arraigada expresiónde una conciencia criolla atemorizada por la pujanza de unpoder indígena emergente.

“Don Tadeo López, el condecorado34”

La misma expresión retrógrada se trasluce en “Don TadeoLópez, el condecorado”, que enfoca al personaje epónimo conpalabras sumamente denigrantes:

[...] por los años de 1813, era un indio rechoncho, feocomo una pesadilla, mujeriego, parrandista y muy palanganay metido a gente. En las fiestas, un tanticorevolucionarias, dadas por los vecinos de Lima al conde de

33 “Don Gabriel [...] oyó contar de Robespierre y de los girondinos yde la Revolución francesa, que se le puso el cerebro en ebullición ycomo olla de grillos, y se vino al Perú con el firme propósito dedestruir el poder colonial y restablecer la monarquía incásica. Y veanustedes si sería patriota y abnegado cuando no aspiraba a ser dueño demazorca, sino a poner en posesión de ella al primer prójimo que lecomprobara ser chozno o tataranieto de Atahualpa o de su hermanoHuáscar.” Ibid. 34 “Don Tadeo López, el condecorado”, ed. Aguilar, págs. 883-886.

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Vista-Florida [...] desempeñó nuestro indio el papel dejefe de club popular y orador de plazuela.

Este retrato caricaturesco, que contrasta con la carenciade descripción de los demás personajes encontrados hastaaquí, es fruto de la inventiva del escritor. La tradiciónsólo va a confirmar el juicio inicial, ridiculizando aTadeo López como un tonto vanidoso. Los diálogos, tambiéninventados, van a resucitar a los protagonistas en lugardel relato elíptico de Mendiburú35. La tradición se acercaasí a las pautas del sainete, centrándose en tresescenitas burlescas que son la presentación al virrey delprimer ejemplar del periódico de Tadeo, luego el paseo dellibrero acicalado y condecorado por el cabildo36 y la35 En el larguísimo artículo dedicado a Abascal éstas son las líneasconsagradas por Mendiburu a Tadeo López: “Un comerciante de libros llamado D. Tadeo López, natural de Lima,tenía ideas muy exaltadas contra los de España, y muchas veces sufriópor eso fuertes correciones. Quiso establecer un periódico ycareciendo de tipos se propuso fundirlos. Lo consiguió a fuerza detrabajo y gastos crecidos, dando por fin a luz “El Peruano Liberal”. Lópezno era hombre de letras, y se valía de diferentes plumas para suempresa. Uno de sus amigos redactó un prospecto algo descomedido, ydispuesta la forma pasó a la prensa, estampándose en raso blanco aquelescrito por el mismo D. Tadeo. Este tomó el primer ejemplar como laprimicia de los tipos fabricados en Lima; y seguido de gente con muchoalborozo y estruendo de cohetes, se dirigió al Palacio con aquelpresente, que visto por Abascal causó su justo enojo, despidiendo conrigor y amenazas al citado López que no había leído lo que ibatimbrado en el raso. El cabildo le concedió una medalla de oro conbrillantes a título de “premio al mérito”; y como López se presentase conella en público, fue llamado por el Virrey, quien disgustado por elavance del Cabildo, y las irrespetuosas contestaciones de López, learrancó del vestido la medalla, arrojándola al suelo. Después se ladevolvió destruida a golpes de martillo, enviándole por separado losdiamantes. Sobre este particular hubo explicaciones del Cabildo yreconvenciones del Virrey.” En Diccionario histórico biográfico del Perú, Lima:Arica, reed. 1976 (1874), t. 1, pág. 111.36 El personaje palmista ostenta un traje ridículo a la manera delBuscón de Quevedo: “Mandóse hacer por el mejor sastre de Lima unacasaca azul bordada de seda, y con pantalón a la rodilla, mediafilipina, zapato con virillas, espadín al cinto y sombrero de trescandiles, echóse a la plaza un día de fiesta solemene, ostentandosobre el pecho la medalla. Creo que fue el domingo de Ramos y en

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destrucción de la medalla por el virrey. La tradiciónculmina con el esquema ya encontrado del careo de dostemperamentos opuestos, plagado de defectos el uno y sinvicios el otro. A la inversa del comerciante la figura delvirrey es valorada como un modelo de gobernante, moderado yhábil estratega, obligado a luchar con ridículosconspiradores37. Los motivos políticos y económicos de lasconspiraciones son callados, las tensiones entre el cabildode Lima y el virrey son borradas, reduciéndose lasconjuraciones a simples expresiones de una moda infundada.El periódico de oposición, editado por Tadeo López“fanatizado con la política”, es desprestigiado sin más nimás por el narrador38, lo que revela la evolución hacia elconservadurismo de Palma, tan propenso en los añoscincuenta a escribir parecidas proclamas.

La degradación de López en relación a la mesura deMendiburu39 no deja de ser asombrosa: evidentemente respondea los prejuicios racistas del público limeño al quemomento de pasar por la catedral la procesión del borriquito [...]López vestido de mojiganga, fue rechiflado por los muchachos [...].”“Don Tadeo López el condecorado”, ed. Aguilar, págs. 883-886. 37 “Desde 1809 había entrado furiosamente en Lima la moda de conspirar,y Abascal se veía moro para desenredar marañas. [...] Otro gobernanteasustadizo habría echado la zarpa encima a cuantos prójimos saliesende San Pedro y provocado con ello alarma y escándalo; pero Abascal seconformó con hacer la del gato, que maúlla y espanta a los ratones.”Ibid.38 “El artículo de fondo era una cantárida, como que lo había escrito,sin encomendarse a Dios ni al diablo, un muchacho fogoso, colegialitode San Carlos. Hablábase allí de autonomía y de pueblo soberano, y decadenas y de águila caudal de pensamiento [...] y todas esas frasesde pirotécnica patriotera que echándolas a granel, sin orden niconcierto, producen, no un puchero ni una algarabía, sino un editorialde veintiocho de julio.” Ibid. 39 La otra fuente citada en la tradición es el satírico José JoaquínLarriva, amigo de Abascal y autor de un entremés sobre Tadeo López Laridiculez andando o la medalla de López (1813), reeditado en la Colección deDocumentos Literarios de Odriozola (1864)

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gustoso, satisface Palma con sus exageraciones. Finalmentepoco importan la fidelidad y objetividad histórica. Larisa es la meta proseguida a cualquier precio. Larepresentación de las conspiraciones tanto como de lasrebeliones reciben el mismo tratamiento despectivo en lastradiciones a partir del momento en que las protagonizanhombres del pueblo. Apenas son estimadas como precursoraspor el escritor, quien experimenta en cambio unafascinación por la figura del virrey Abascal.

“El virrey de la adivinanza”

Ya en 1860 había escrito Palma una primera versión de“El virrey de la adivinanza”: eran unos “apunteshistóricos” sobre Abascal, mucho más completos que losdedicados a los héroes de la Independencia en la Corona

patriótica. Pero sobretodo es interesante observar lassucesivas correcciones aportadas por el autor en lasdiferentes ediciones. Si bien son reveladoras de unconocimiento cada vez más preciso de la vida de Abascal,reflejan un creciente apego a este “principal agente de lacontraofensiva española contra la causa criolla”40 y unamoderación muy alejada del énfasis patriótico juvenil. Asíes como, a partir de 1872, son incluidas varias frases opárrafos que destacan la valentía de Abascal al enfrentaruna insurrección militar41 y su entereza moral, rechazando

40 Macera, Pablo: Historia del Perú, Lima: Bruño, sf, t.3, págs. 55-56.41 En 1872 se agregan estas líneas: “Que Abascal era valiente hasta latemeridad lo comprueba, entre muchas acciones de su vida, la que vamosa apuntar. [...] El virey [...] sin esperar escolta, penetró solo enlos cuarteles de los sublevados, bastando su presencia y enerjía pararestablecer el orden.” Compton, Merlin D. : La trayectoria de las primerastradiciones de Ricardo Palma, Madrid: Benzal, 1989, págs. 127-138.

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la corona que se le ofrece42. La psicología del personajedesempeña un papel importante para aclarar su actuaciónmientras que en la versión primitiva de “El virrey de laadivinanza” sólo eran relatadas una serie de peripecias sinque interviniera la personalidad del virrey. Un hábilacertijo, fruto del ingenio popular o más bien del espírituchancero de Palma43, hubiera inducido a que este simpáticopersonaje renunciara al cargo de virrey. De hecho, laamenaza de muerte que le habría alcanzado dos veces hasta aPalacio es atenuada por la insistencia en el contenido delos “tres saquitos” depositados en el escritorio virreinal,con sal, habas y cal. La charada remata la tradición y esen definitiva lo que impresiona al lector; la narracióndifunde una leyenda color de rosa, no obstante las críticasde Mendiburu44. “Cosas tiene el rey cristiano que parecen de pagano”

La tendencia a privilegiar los aspectos psicológicos ylegendarios reaparece en la única tradición favorable aalgún conspirador en tiempos de Abascal. En “Cosas tiene elrey cristiano...” se explaya el escritor biografiando al

42 En 1883 Palma agrega una larguísima cita de Lavalle en la quefiguran estas líneas: “Dicen que en Lima se le instó a Abascal paraque colocase sobre sus sienes la corona de los Incas. [...] Hombre alfin, sus ojos se deslumbraron con el resplandor del trono y dicen quevaciló un momento. Pero volviendo luego en sí tomó su sombrero, ysalió con reposado continente al balcón de palacio, y todos loescucharon atónitos hacer la solemne proclamación de Fernando VII yprestar juramento al nuevo rey.” Ibid. 43 El cuento de los tres saquitos de sal, habas y cal hallados porAbascal no está recopilado por Mendiburu, ni mucho menos apuntado porAbascal en su Memoria. 44 “En el carácter de Dictador y pacificador de Sud-América que Abascalse había apropiado, su intención era destruir la Junta de Quito pormedio de la fuerza [...].” Op. cit., pág. 94.

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conde de la Vega del Ren. La nobleza del personaje, laarriesgada conspiración que promueve con el batallónNúmero, la valentía de su postura45 y el encarcelamientosufrido son otras tantas pruebas de sus conviccionespatrióticas. En suma el aristócratico personaje es tanensalzado46 como repudiado el plebeyo de Tadeo López. Conotros nobles rubrica el acta de Independencia y, en unaescenita de entremés, decide firmar con su solo nombre JoséMatías ya que las nuevas leyes de la República prohiben lostítulos nobiliarios. Es así una imagen muy favorable la quedifunde la tradición palmista sobre este personajecontrovertido.

En resumidas cuentas, si bien las tradiciones enraizanla lucha por la Independencia en el siglo XVIII con elreconocimiento de la figura de Túpac Amaru, es un homenajemuy tibio el que brinda Palma al cacique de Tinta. El mismodesinterés se manifiesta para con las figuras de Pumacahuay Aguilar mientras que son valorados47 Murillo, Antezana yel conde de la Vega. En el universo palmista, los criollospatriotas son los verdaderos precursores de laIndependencia.

45 “Fue el conde de la Vega el primer hombre que en el Perú y a lasbarbas del virrey, tuvo coraje para llamar soberano al pueblo.” Ed.Aguilar, págs. 825-832.46 “[...] el señor conde no fue ningún liberalito de agua tibia, sinoun patriota de camisa limpia y a quien costó no poco la independenciadel Perú.” Ibid. 47 Esta dualidad corrobora el análisis de F. Peyrègne en La construction dupersonnage historique (Lille: Covo, PUL, 1991) cuando comprueba que larepresentación literaria de un personaje histórico tiende a lacaricatura o a la mitificación.

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Como ya lo vimos al analizar el “párrafo histórico”, ala hora de tratar sucesos más recientes, Palma manipula lasfuentes históricas a su antojo. Varias veces el punto departida sólo es una frase de Mendiburu a partir de la quePalma va a forjar toda una tradición. De esta forma, lasnarraciones se centran en anécdotas que corresponden asucesos aislados y el conjunto se presenta como unayuxtaposición de eventos casi desvinculados unos de otros.

Lo dramático domina en especial con las escenas deajusticiamiento situadas en la Sierra; en estos casosdescuida el escritor la evocación del ambiente y de unavida cotidiana que no conoce personalmente. En cambio, Limaes el teatro de sucesos nimios, desprovistos de dramatismo.La realidad histórica sirve entonces de punto de partida asainetes que remiten a la vida cotidiana en la capital. Loque el escritor también privilegia son las escenas en quese enfrentan dos personajes, sean ilustres o desconocidos;reduce entonces las luchas colectivas a la dimensión de unconflicto individual. Esta desvalorización ¿ desaparece enel momento de tratar de la guerra de Independenciapropiamente dicha ?

2. EL PUEBLO EN LA GUERRA DE INDEPENDENCIADe hecho Palma cambia de enfoque al evocar los años

decisivos 1820-1824. Otorga un reconocimiento literario ala participación popular a través del fenómeno de lasmontoneras.

La representación de las montoneras

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“El coronel fray Bruno48”

Las montoneras patriotas inspiraron primero a Palma unatradición que tuvo un destino incierto: se trata de “Elcoronel fray Bruno Terreros”. De composición relativamentetemprana pues fue incluida en la Cuarta serie de 1877 juntocon otras tres narraciones dedicadas a la Independencia,luego fue descartada de la edición completa de 1893 antesde ser recuperada en 1899 en Tradiciones y artículos históricos,con el título de “El coronel fray Bruno”. La mismavacilación del autor respecto al protagonista epónimo setransparenta en el desfase entre el anuncio de “un ligeroestudio biográfico” y la extensión y precisión de latradición. Un epígrafe49 advierte el interés presentado porBruno Terreros como inspirador de la imaginación popular,objeto de una leyenda negra. Luego encarece el narrador losorígenes muy modestos del personaje, “hijo de india y deespañol” nacido en un pueblo de Jauja. El relato se centraen las circunstancias de la conversión a la causa patriotade este cura realista50. El desacato a la Iglesia, laprofanación del templo metamorfosearon a fray Bruno51. El

48 “El coronel fray Bruno”, ed. Aguilar, págs. 964-968.49 “¿ Fraile y coronel ?Líbreme Dios de él.” Ibid. 50 En La Independencia ( Lima: Labor, 1988, págs. 230-231) el historiadorVirgilio Roel Pineda evoca casualmente la actuación de los realistasen el pueblo de Terreros: “[...] en Chupaca [Carratalá] se hizo pasarpor independiente, reunió al pueblo chupaquino en la plaza, y allí losmasacró a balazos y luego de entrar a saco de casa en casa, incendióChupaca; antes de abandonar este martirizado pueblo, colgó a algunosvecinos y dejó cruzado de azotes a los restantes.” 51 “Nuestro humilde franciscano convirtióse en irritado león, amotinó alos indios y la tropa escapó a descalzaperros. Desde ese día fray Bruno colgó los hábitos, se plantó al cinto sabley pistolas y, trabuco en mano, se puso a la cabeza de doscientosmontoneros [...].” Ed. Aguilar, págs. 964-968.

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narrador lo presenta predicando y arengando a la vez a losfieles “compatriotas y hermanos muy amados”. La dimensióndramática en cambio es borrada y apenas aludidos losajusticiamientos cometidos por ambos bandos52. En suma esuna biografía elogiosa la que escribe Palma insistiendo enla modestia del personaje deseoso de volver a su antiguoestado de párroco, terminada la guerra, y muriendo “en elcumplimiento del deber sacerdotal”.

“Inocente Gavilán53”

La tradición “Inocente Gavilán” pone en escena a otromontonero patriota pero de modo más ameno como lo sugierede arranque el nombre del personaje. Palma convierte enhéroe a un hombre del pueblo, mayordomo de una hacienda deAte. “Criollo legítimo”, éste se ha apoderado por sorpresade la caballada realista ridiculizando a los guardianesencargados de vigilarla y luego se enfrenta con valentía algeneral Monet negándose a traicionar la causa de laindependencia en el momento preciso de las negociaciones dePunchauca. La tradición, más breve que “El coronel frayBruno”, enfocada en una anécdota graciosa y en un rápidodiálogo, resulta más animada y más lograda. Nuevamente elpapel destructor de las montoneras patriotas está atenuado.

“Con días y ollas venceremos54”

52 “Cuentan que fray Bruno Terreros trataba sin misericordia a losespañoles que tomaban prisioneros después de alguna escaramuza, y quesu máxima era: -De los enemigos, los menos. Pero esta aseveración nola encontramos suficientemente comprobada en los boletines y gacetasde aquella época.” Ibid. 53 Ed. Aguilar, págs. 940-941. 54 Ed. Aguilar, págs. 958-962.

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Un tercer hombre del pueblo es el personaje que facilitalas comunicaciones entre San Martín y Luna Pizarro según lanarración “Con días y ollas venceremos”. Pero el indioalfarero cuyas ollas de doble fondo hubieran disimulado“importantísimas cartas” se queda en el anónimo mientrasque el escritor se complace creando la figura de un criadonegro encargado de recibir la “olla revolucionaria”, yrecordando el vaivén de los vendedores ambulantes limeños.

A la postre, no deja de extrañar que héroes popularescomo José Olaya y María de Vellido a los que Palmahomenajeara de joven como humildísimos defensores de lacausa patriota55, no sean objetos de ninguna tradición.Resulta por tanto muy limitada la representación literariade la participación popular en la lucha emancipadora56.

Los figurantes realistas

En cuanto a los adversarios de la Independencia, si bienson evocados en un mayor número de narraciones, no es demodo moderado. Los rasgos caricaturescos dominan, siendosiempre los realistas de las tradiciones unos fanáticos.

“Una moza de rompe y raja57”55 Véase en Corona patriótica, págs. 9-10, “D. José Olaya” (“Laheroicidad de este mártir de la patria es tanto más digna derecomendarse, cuanto que era un pobre pescador chorrillano...”) y“Doña Andrea Bellido” (“... Al tomar declaración a la Bellido sobre lacarta, hallaron que no hablaba el idioma castellano ni podriaescribirlo ... Murió a la edad de 61 años. ¡Gloria a la heroina!”) 56 Asimismo “Una frase salvadora” (ed. Aguilar, págs. 975-976) es unatradición que pretende recordar el sacrificio de un soldado“salv[ando] del olvido histórico el nombre de ese valiente” pero, alfin y al cabo, Palma sólo apunta su nombre mientras se explayaelogiando la actuación del general Lavalle en la retirada a Moqueguade 1823.57 Ed. Aguilar, págs. 968-971.

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En la Cuarta serie Palma se interesa por biografiar a“una moza de rompe y raja”. Gertrudis la Lunareja es unamarimacho “goda hasta la médula de los huesos” que pregonainsultos a diario contra las nuevas autoridades hasta quellega la hora del castigo y es rapada y “expuesta a lavergüenza pública” con “una canilla de muerto como mordaza”en la plaza mayor. Además de la escenificación de la vidacotidiana, esta tradición incluye un larguísimo resumensobre la situación de Lima en 1822, como en manos deincapaces que “adopt[an] medidas ridículas” e imponen alpueblo el uso del papel moneda. El final de la tradición serelaciona con otra publicada en la misma serie, pues laLunajera, fiel a la causa realista, morirá en el Callaodespués de haber sido premiada por el general Rodil,protagonista de “El fraile y la monja del Callao.”

Los sacerdotes realistas

Quienes encarnan mayormente la resistencia a laIndependencia en las tradiciones son sacerdotes: resultanrealistas a ultranza, “más realista[s] que el rey”58; paraellos “los patriotas no [son] sino propagadores de laherejía y excomulgados vitandos”. Partidario de unarepresión despiadada, el obispo Rangel es definido conhumor negro como un “godo de los de tuerca y tornillo”,desvía el mensaje divino en provecho del bando español yluego, en lugar de tomar las armas, huye con la solapreocupación de salvar el tesoro acumulado59. Laintolerancia y cobardía también son ilustrados por “el

58 “El secreto de confesión”, ed. Aguilar, págs. 1028-1030. 59 Véase “Los veinte mil godos del obispo”, ed. Aguilar, págs. 946-948.

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padre Pata” quien se extralimita predicando contra SanMartín60 y después se humilla ante el general argentino. Deforma que con irrisión es como más exitosamente representaPalma a los adversarios subalternos de la Independencia.

Siguiendo los pasos de Walter Scott y conformándose conla realidad histórica, Palma otorga por tanto un papel alpueblo en la evocación del período de la Independencia.Pero al contrario del escritor inglés y del francés Dumas ya diferencia de sus primeras narraciones de elaboradoambiente arcaizante61, el tradicionista descuida larepresentación de las costumbres62 y del decorado; rehuyelas descripciones en beneficio del relato y de la escenaefectista. El maniqueismo caracteriza esta representación,siendo los patriotas simpáticos mientras que los realistasson arrogantes, fanáticos y sanguinarios. Los personajes deambos bandos carecen de profundidad psicológica y seidentifican enteramente con la causa que defienden. Pese atodo, ningún héroe popular de la Independencia esensalzado, ningún hombre del pueblo es convertido en figuramítica como si en la mente del escritor los fundamentos dela tradición fueran incompatibles con tal discursoliterario.

60 “Sabed, pues, hermanos y oyentes míos, que declaro excomulgadovitando a todo el que gritare ¡viva San Martín!, porque es lo mismoque mofarse impíamente de la santidad que Dios acuerda a los buenos.”“El padre Pata”, ed. Aguilar, págs. 948-949. 61 Véanse por ejemplo “La hija del oidor” y “Don Dimas de la Tijereta”.62 La tradición “El primer cónsul inglés” refiere de modo conciso lavida cotidiana hecha de abusos y atrocidades en la Lima de 1824,retomada por los realistas. Ed. Aguilar, págs. 1001-1004.

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3. GENERALES REALISTAS Y PATRIOTASLa evocación de los generales realistas y patriotas no

es tan simplificadora como la de los personajes querepresentan al pueblo. Es mucho mayor el interés de Palmapor aquéllos. De modo que si sólo un par de tradiciones sondedicadas a los jefes españoles, un número impresionante detextos remiten desde el título a los próceres y difundenuna lectura personal de su actuación.

Dos generales realistas: Rodil y Valdés

Desde temprano el personaje de Rodil había fascinado aPalma quien lo había metamorfoseado en héroe romántico63.Por “guardar respetos a los fueros de la Historia64” es elmotivo por el que pretende escribir una tradiciónrectificadora veinte años después. De hecho, en “El frailey la monja del Callao” hace hincapié en la diversidad delas fuentes históricas consultadas y de forma inéditaacumula datos numéricos como presentando un balanceexhaustivo de las armas utilizadas en el sitio de loscastillos del Callao65. Luego se explaya en una biografíadel oficial español y sólo al final da paso a la anécdota

63 O. Holguín Callo cita esta crítica acerba escrita después de larepresentación del drama (1852): “[Rodil] presentándose enamorado, entiempos para él calamitosos; piensa en amar a Margarita y poseerla enel instante que los insurgentes bombardeaban el castillo y su vidacorría un gran peligro: los que han conocido a Rodil, aquellos quepueden asegurar que su vida ha estado casi siempre escenta [sic] delances de amor, harán resaltar esta inverosimilitud de la obra.” Op. cit.pág. 328. 64 “El fraile y la monja del Callao”, ed. Aguilar, págs. 1034-1039.65 “Durante el sitio [Rodil] disparó sobre el campamento de Bellavista,ocupado por los patriotas, 9553 balas y 34 713 tiros de metralla[...]. Los patriotas, por su parte, no anduvieron cortos en larespuesta, y lanzaron sobre las fortalezas 20 327 balas de cañón, 317bombas e incalculable cantidad de metralla.” Ibid.

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aludida en el título, tratando rápidamente de una enésimaconspiración castigada con la mayor crudeza. El narradorcomenta : “Más que hombre [Rodil] paréceme ser fantásticoque encarnaba una voluntad de bronce en un cuerpo deacero”; cuenta la leyenda según la que el general españolno dormía nunca y se salvaba de todas las enfermedades.Pese a la crueldad y terquedad aludidas, esta tradición dauna imagen moderada del jefe realista.

Diez años más tarde “El secreto de confesión66” convierteel personaje histórico en una figura mítica: se trata de un“tigre”, una “fiera” que “ruge” y ordena “fusilar a todos,justos y pecadores”, con “neroniana ejemplarizaciónmilitar”. Monstruo sanguinario no respeta nada ni siquieraal representante de Dios que se niega a traicionar laconfesión de los condenados a muerte. La dimensión trágicaprevalece entonces, en una narración dramatizada que ponefrente a frente al verdugo y a la víctima. Finalmente aldespotismo, a la crudeza, en una palabra, a la demencia delgeneral, “El primer cónsul inglés67” agrega la ignominia dequien manda a la muerte traicionando la confianza. Lastradiciones avalan de modo inequívoco la leyenda negra deRodil.

Al contrario, el general Valdés es merecedor de unhomenaje a través de tres anécdotas contadas en “Un generalde antaño68”, “que prueban la sobriedad del militar, lacaballerosidad del compañero de armas y el respeto por ladignidad de la clase que enviste”. No obstante, evoluciona

66 “El secreto de confesión”, ed. Archivos, págs. 271-273.67 “El primer cónsul inglés”, ed.Aguilar, págs. 1001-1004.68 “Un general de antaño”, ed. Aguilar, págs. 985-989.

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el juicio del escritor y la benignidad del jefe militarserá descalificada en un artículo de 1900, “La guerraseparatista del Perú69”: allí Palma condenará a Valdés comoun traidor al poder civil del virrey Pezuela, y lopresentará como un oportunista, funesto precursor del“militarismo ambicioso y corruptor que sembró en el Perúsemilla cuyo fruto [se] estaba cosechando todavía ennuestros tiempos de república.” Sobre Valdés y Rodil lógicamente es una imagen muynegativa la que se trasluce de las tradiciones. Más variaday empapada de subjetividad es la evocación de losLibertadores.

Los Libertadores

Las tradiciones dedicadas a los Libertadores enfocan unaspecto segundario de la Historia, o incluso desprovisto deinterés histórico. Proporcionan una suerte de visión de lospróceres desde abajo en vez de la glorificación70 que sepodría esperar. En lugar de una representación halagüeña ydistanciadora, la vida privada común y corriente, lasacciones nada heroicas, las pequeñeces reales o ficticiasson las que privilegia Palma en lugar de retomar elesquema biográfico sistematizado en la Segunda serie paralos virreyes . Este proceso de humanización culminará conlas Tradiciones en salsa verde, descartadas por el propio autor

69 “La guerra separatista del Perú”, ed. Aguilar, págs. 1489-1493.70 Un caso único es la tradición “Córdova” conformada con un poema dediez estrofas que exaltan el coraje de Córdoba en la batalla deAyacucho. Ed. Aguilar, págs. 992-993.

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temeroso de “escandalizar no con las acciones malas sinocon las palabras crudas71”.

Bolívar

Ahora bien la figura que más inspira a Palma es Bolívar,por lo que le dedica numerosas tradiciones a vecesreconocibles desde el título72. Con el paso del tiempo va aalterarse la imagen del Libertador. En efecto, la tradicióncuya publicación es más antigua73, “Justicia de Bolívar74”elogia al “gran Bolívar”, mostrándolo como un inflexibledefensor de la moral que castiga duramente a los oficialesque han agraviado jóvenes peruanas. Hábil político, esteBolívar conquista nuevos partidarios entre las realistasmás empedernidas, y pasado algún tiempo perdona la falta.La misma sagacidad lo caracteriza en “El clarín deCanterac75” cuando en el momento de la victoria de Junínmanda que calle un oficial presto a aclamar a los soldadoscolombianos, y vitorea a “los húsares del Perú”. Después dela Independencia, Palma pone en escena a Bolívarreorganizando con perspicacia la administración76.

71 Carta a Carlos Basadre, febrero de 1904. De hecho las Tradiciones ensalsa verde no figuran en la edición Aguilar, pese a titularse Tradicionesperuanas completas. 72 Se trata de “La fiesta de San Simón Garabatillo” (incluida en laPrimera serie en 1883), “Justicia de Bolívar “( de 1877), “Larevolución de la medallita” y “Bolívar y el cronista Calancha” (1893),“La vieja de Bolívar”, “Las tres etcéteras del Libertador”, “La cartade la Libertadora” (1899), “La última frase de Bolívar” (1906), “Undesmemoriado” y “La pinga del Libertador” (Tradiciones en salsa verde), “Unachanza de inocentes” y “Entre libertador y dictador”. 73 Fue incluida en la Cuarta serie antes que se desencadenara lapolémica sobre el ensayo Monteagudo y Sánchez Carrión.74 “Justicia de Bolívar”, ed. Aguilar, págs. 999-1001.75 “El clarín de Canterac”, ed. Aguilar, págs. 1006-1007.76 “Bolívar y el cronista Calancha”, ed. Aguilar, págs. 1015-1018.

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Sin embargo, las más de las tradiciones alimentan laleyenda negra del Libertador. El retrato físico y moral deBolívar en “Bolívar y el cronista Calancha” es unaacumulación de rasgos negativos77 que Palma atribuye a un“concienzudo historiador” para no ser tachado de parcial.“La fiesta de San Simón Garabatillo78” recuerda la repulsasuscitada por la presidencia bolivariana: un oscuro maestrodefiende de la peor manera al prócer venezolano castigandocon crudeza y despiadado autoritarismo a los candorososalumnos para que honren al nuevo ídolo. “Las tresetecéteras del Libertador” hace hincapié en los gastosfaraónicos de Bolívar79 y enjuicia la sinceridad de su afánemancipador80. “La carta de la Libertadora” satiriza elculto a Bolívar trascribiendo una oración de graciascontemporánea81; además lo responsabiliza de la anarquíaconsecutiva a la Independencia mediante un dichogracioso82. Por último “Una chanza de inocentes”83 y “Un

77 “ Sus ojos [eran] negros y penetrantes; pero al hablar no miraba defrente. [...] La expresión de su semblante, cautelosa, triste yalgunas veces de fiereza. Su carácter, viciado por adulación,arrogante, caprichoso y con ligera propensión al insulto [...].” Ed.Aguilar, pág. 1016.78 Ed. Aguilar, págs. 1030-1031.79 “En los cuatro años de su permanencia en el Perú, tuvo el Tesoronacional que pagar ocho mil pesos ¡¡¡8000!!! invertidos en agua deColonia para uso y consumo de su excelencia el Libertador [...].” “Lastres etcéteras del Libertador”, ed. Aguilar, págs. 1012-1015.80 “Si don Simón Bolívar no hubiera tenido en asunto de faldasaficiones de sultán oriental, de fijo que no figuraría en la Historiacomo libertador de cinco repúblicas”, ibid.81 “De ti viene todo/ lo bueno, Señor/ nos diste a Bolívar, / gloria ati, gran Dios.” “La carta de la Libertadora”, ed. Aguilar, págs. 1010-1012. 82 “Bolívar fundó a los godos/ y desde ese infausto día,/ por un tiranoque había/ se hicieron tiranos todos.” Ibid. 83 Ed. Aguilar, págs. 1020-1021.

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desmemoriado84” evidencian la repulsa de Bolívar en lapropia Bolivia.

En resumidas cuentas, Palma regatea cualquier clase dehomenaje al libertador venezolano e insiste en ladependencia nacional originada por la intervención deBolívar y de las tropas colombianas.

San Martín

La representación de San Martín en cambio es muyfavorable. En la intimidad de la familia aparece como unesposo modelo, enemigo de las riñas85. Con agudeza castiga aun sacerdote realista que lo ridiculizaba86. Ingeniosoconcibe una estratagema para resolver el problema de lascomunicaciones con los patriotas limeños87. Lo hace todopara ahorrar vidas a pesar del afán de pelear de lossoldados88; en suma, figura como un “emprendedorcaudillo89”, injusta víctima de la incomprensión general.Este retrato halagüeño de San Martín90 deja de lado todaslas ambigüedades del prócer argentino; en “InocenteGavilán” situada en el momento del armisticio de Punchauca,Palma omite recordar el ofrecimiento hecho al virrey de

84 Ed. Archivos, págs. 299-300.85 [...] Prez y gremio de maridos, era imperturbable en el propósito deesquivar la guerra civil en el hogar, soportando con patriarcalcachaza las impertinencias de un cuñado [...].” “Pico con pico y alacon ala”, ed. Aguilar, págs. 963-964.86 “El padre Pata”, ed. Aguilar, págs. 948-949. 87 “Con días y ollas venceremos”, ed. Aguilar, págs. 959-962.88 “[...] el héroe argentino tenía en mira [...] pisar Lima sin consumode pólvora y sin, lo que para él importaba más, exponer la vida de sussoldados, pues en verdad no andaba sobrado de ellos.” Ibid. 89 Ibid. 90 Sobre San Martín y Bolívar, Palma coincide con Bartolomé Mitre cuyaHistoria de San Martín y la emancipación sudamericana (1877-1883) elogia en unalarga reseña (ed. Aguilar, págs. 1499-1504).

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establecer una nueva monarquía española y entregarle elmando de las tropas patriotas; las tradiciones nocuestionan tampoco la ausencia de un acoso de las tropasrealistas en el momento de tomar Lima91.

Sucre

Como San Martín Sucre aparece en unas cuantasnarraciones de modo favorable. “Un tenorio americano”pondera sus méritos, modestia poco común92 y fidelidad.Otra anécdota comprueba su honradez frente a un rival enamor93. Hombre sencillo y justo, “el heroico Sucre”defiende a los oprimidos y hasta interviene a favor de unarabona maltratada por un soldado94; incluso el recuerdo delas circunstancias de su muerte95, asesinado en 1830, loengrandece.

Aparte de los tres libertadores, Palma dedica unatradición a modo de tardío homenaje a varios oficialesperuanos cuyos nombres no valora la memoria colectiva. En“El primer gran mariscal del Perú” rescata la figura deLuzuriaga, “el primer peruano que invistió en la patria laalta clase de mariscal del Ejército [y] es casi desconocidopara la generación actual96”; la tradición se limita

91 Véase la nota 88.92 “Sucre, como hombre de mérito superior, era modesto hasta en sutraje, rara vez colocaba sobre su pecho algunas de las condecoracionesconquistadas, no por el favor ni la intriga, sino por su habilidadestratégica y su incomparable denuedo en los campos de batalla, enquince años de titánica lucha contra el poder militar español.” Ed.Aguilar, pág. 1042.93 “¿Cara o sello?”, ed. Aguilar, págs. 1007-1008.94 “No se pega a la mujer”, ed. Aguilar, págs. 1018-1019.95 Ibid. 96 “El primer gran mariscal del Perú”, ed. Aguilar, págs. 949-951.

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entonces a una serie de datos biográficos basados endocumentos históricos.

Juan Lavalle también es alabado como un héroe. Elrelato tiene como punto de partida una frase histórica; setrata de un esquema narrativo al que Palma acude conrelativa frecuencia97 y que en el fondo constituye unavariación de las tradiciones basadas en la glosa de unrefrán. Enfrentado a la derrota, Lavalle se metamorfosea en“león desencadenado [...] cuyas hazañas son dignas de laepopeya98”.

En resumidas cuentas, la representación de grandesfiguras históricas privilegia la dimensión psicólogica,desarrollando los caracteres de los personajes ymostrándolos más bien en escenas de la vida privada. Lastradiciones difunden así una visión empapada desubjetividad e intimismo, a la inversa de la imagenpresentada por los historiadores preocupados por elanálisis de los sucesos. Salvo el caso de Bolívar, Palma nootorga más importancia a los héroes ilustres que a loshéroes populares. Destacando el papel de estos anónimos enla guerra e imaginando episodios íntimos para aquéllos, losconfigura a todos en el mismo grado como personajesprotagónicos y no simples comparsas. Pero, a diferencia del

97 Véanse “Con días y ollas venceremos”, “Pico con pico y ala con ala”,“Garantido todo lino”, “Una frase salvadora”, “A muerte me huele elgodo” , “Los jamones de la Madre de Dios”, “La maldición de Miller”,“Pan, queso y raspadura”. 98 “[...] siempre que veía a los infantes próximos a ser envueltos porel enemigo se lanzaba con sus granaderos sable en mano, sobre lascolumnas realistas, dando así lugar a los patriotas para adelantarcamino”, en “Una frase salvadora”, ed. Aguilar, págs. 975-976.

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fenómeno de mitificación observado en numerosos escritosliterarios, prácticamente ningún personaje palmista llegaa convertirse en mito99, lo que no se explica por la solabrevedad de los textos sino que corresponde a la visióndel mundo del tradicionista, moderada y opuesta a todaidolatría.

4. LAS BATALLAS DE LA INDEPENDENCIASi muchas tradiciones enfocan la actuación de un

personaje, en cambio son escasas las narraciones dedicadasa los momentos de enfrentamiento entre ambos ejércitos.Sólo selecciona Palma las fechas de Junín y Ayacuchoconservadas en la memoria colectiva como cimientos del Perúrepublicano100. Las derrotas son eclipsadas: en “Una frasesalvadora”, lo que pone de manifiesto es el arrebatoheroico de los granaderos de Lavalle y no la batalla deTorata; “La maldición de Miller101” se centra en laintrepidez y desparpajo de éste más que en la entrada de

99 La excepción sería Córdoba al que ya nos referimos y que es objetode la única tradición con forma poemática en las Tradiciones peruanas. LuisCapella Toledo a quien Palma cita en más de una tradición sobre laIndependencia es autor de una extensa “leyenda histórica” sobreCórdoba. “Un ordenanza infame” presenta la vida andariega de éste porel continente, acompañado de una adolescente, quizá hija suya. Enlugar de la exaltación del héroe, la tradición desemboca en unmelodrama familiar pues el general mata a su ordenanza para recobrarel honor perdido. “Un ordenanza infame”, en Tradiciones hispanoamericanas,Caracas: Ayacucho/E. Nuñez, 1979, págs. 85-88. 100 Por ejemplo no es aludida la batalla de Quiapata del 2 de mayo de1821 sobre la que el historiador V. Roel Pineda escribe: “ningunabatalla de las guerras de Independencia fue tan devastadora para elenemigo como la de Quiapata; ninguna ocasionó tantas bajas a loscoloniales”, La Independencia, Lima: Gráfica Labor, 1988, pág. 228.Este silencio puede explicarse por la falta de datos y la lecturaselectiva de la historia del Perú a todo lo largo del siglo XIX, unalectura propensa a omitir el papel de los indígenas. 101 “La maldición de Miller”, ed. Aguilar, págs. 991-992.

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los realistas en Arequipa; “Los jamones de la Madre deDios102” alude apenas a la torpe retirada de Santa Cruzdespués de la victoria de Zepita. Al fin y al cabo, elperíodo 1821-1824 con las dos campañas fracasadas a lospuertos intermedios no interesan al escritor.

Ayacucho

En cambio la batalla de Ayacucho es el tema central de“Pan, queso y raspadura”, una tradición muy larga queempieza con la evocación de la víspera de la batalla ytermina después de la victoria. La fecha de publicacióndespués de la ocupación de Lima, explica en parte elcontenido patriótico al que los lectores de la época seríanmuy sensibles103. La reivindicación nacional está en elcentro de la narración aunque el título104 remita a lacontraseña graciosa que habría dado Sucre al compartir conel estado mayor una cena frugalísima. Para el público de laposguerra, la escasez padecida por todo el ejércitopatriota se asemejaría a las penurias de las fuerzas enlucha con los chilenos. Por tanto, batalla sagrada,Ayacucho es presentado según un doble registro.

Por un lado, a la manera de un historiador ajeno a loshechos, el narrador describe las maniobras de uno y otroejército y hace el recuento de las tropas y armas enpresencia. Pero la realidad está transfigurada: la batalla

102 “Los jamones de la Madre de Dios”, ed. Aguilar, págs. 989-991. 103 “Pan, queso y raspadura” fue agregada a la Segunda serie en laedición completa de 1883.104 “Pan, queso y raspadura” forma un díptico con “Con días y ollasvenceremos”, la graciosa contraseña que habría escogido San Martíntres años atrás para tomar Lima. Las dos tradiciones fueron agregadasuna tras otra en la Segunda serie.

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de Ayacucho es comparada con “un torneo caballeresco”. Enesta lid, los generales patriotas se parecen a héroesmedievales: Sucre es “el Bayardo de la América”, La Mar un“adalid sin miedo y sin mancilla”, Córdova un “gallardopaladín”. Los uniformes están descritos cuidadosamente105, ala inversa del silencio acostumbrado en las tradicionessobre la vestimenta masculina. Otro elemento pintoresco,se habría tomado la decisión de dar la batalla en unamodesta “choza de pastores”. La tradición palmista seesmera así en recoger todos los elementos legendariosasociados a Ayacucho: el lector presencia el supuestoabrazo entre soldados familiares de ambos bandos; tambiénoye las arengas de Sucre y Córdova con las fraseshistóricas “De los esfuerzos de hoy pende la suerte de laAmérica del Sur” y “¡Arma a discreción y paso devencedores!” Luego empieza una lid homérica cuya tensióndramática expresa admirativo el narrador: “¡Qué hombres,Cristo mío! ¡Qué hombres ! Setenta minutos de batalla, casitoda cuerpo a cuerpo [...]”. La lucha en sí es eclipsada ya continuación queda comprobada la total derrota delenemigo con la firma del acta de rendición.

Con “Pan, queso y raspadura” cumple Palma con trascribiruna epopeya nacional; aunque haga algún guiño divertido, seciñe del todo a la versión legendaria de la Historia

105 “Sucre vestía levita azul cerrada con una hilera de botones dorados,sin banda, faja, ni medallas, pantalón azul, charreteras de oro ysombrero apuntado con orla de pluma blanca. El traje de La Mar sediferenciaba en que vestía casaca azul en lugar de levita. Córdovatenía el mismo uniforme de Sucre y, en vez de sombrero apuntado, unjipijapa de Guayaquil” en “Pan, queso y raspadura”, ed. Aguilar, págs.993-999.

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deificando a los próceres y dejando de lado al soldado singrado.

Junín

Unos años después, Palma va a completar la evocación dela Independencia con “El clarín de Canterac106” que cuentala batalla de Junín. La idealización de la realidadhistórica, ya observada en “Pan, queso y raspadura” llegaal máximo y dista de la benignidad habitual. Se trata deuna tradición breve y empapada de lirismo. Comienza con unaoración nominal, forma infrecuente en Palma, que precipitaal lector al medio del escenario bélico. Recordemos estasprimeras líneas:

Recio batallar el de las caballerías patriota y realistaen Junín. Un solo pistoletazo (que en Junín no se gastó máspólvora) y media hora de esgrimir lanza y sable. Combate decentauros más que de hombres.

La contienda cobra una dimensión épica: no se enfrentanhombres sino seres sobrehumanos. La concisión que domina entoda la tradición y el énfasis de algunas imágenes107 soninéditos en las tradiciones. La familiaridad desaparece deltodo; el tono es sumamente grave pues parece haber llegadoel momento en que va a decidirse la suerte del continenteentero y fracasar el sueño de la Independencia: “El Sol delos Incas se eclipsaba y la estrella de Bolívar palidecía.”Repentinamente se invierte la batalla:

106 “El clarín de Canterac” está en la Séptima serie, ed. Aguilar, págs.1006-1007.107 “Ese clarín parecía tener el don de la ubicuidad. Se le oía resonaren todas partes; era como la simbólica trompeta del juicio final. ”Ibid.

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Un escuadrón peruano de reciente formación, recluta,digámoslo así, al que por la impericia había dejado elgeneral relegado, carga bizarramente por un flanco y porretaguardia a los engreídos vencedores y el combate serestablece. Los derrotados se rehacen y vuelven con bríosobre los escuadrones españoles.

La valentía de los peruanos es sublimada y salenvictoriosos. Ahora bien, esta visión disfraza la realidad:si bien confiere un papel protagónico a los nacionales, almismo tiempo oculta que el batallón salvador era conformadopor aguerridos montoneros, indios a caballo, y que eltriunfo se debió también a la confusión en las filasrealistas: “lo que realmente troca los resultados de laacción es el estado de ánimo negativo del recluta colonial;la baja moral del enemigo resultó siendo el mejor aliado delos independientes108”.

La imagen de Junín en “El clarín de Canterac” confortapues la leyenda de una batalla ganada por el solo valor delos peruanos sin más precisiones de razas; satisfaceplenamente el amor propio del lector criollo que sintitubeos, puede así reconocer como suya esta victoria.

***Finalmente la lectura de la gesta emancipadora que

proponen las tradiciones refleja la tentación criolla deacaparar los méritos de la lucha restringiendo la actuaciónindígena. Corre pareja con una depreciación de losLibertadores, como representantes de una intervenciónextranjera en el Perú: Bolívar es así víctima de un severoajuste de cuentas mientras que Sucre y San Martín sonevocados casi sólo con anécdotas de la vida privada. De

108 V. Roel Pineda, op. cit. págs. 397-399.

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este modo Palma descarta de la ficción la mitificación delos próceres. Incorpora en cambio parte del pueblo a laliteratura valorando a montoneros mestizos como BrunoTerreros; estos figurantes, descuidados por loshistoriadores del siglo pasado, son dignificados por lastradiciones. Lo cotidiano, con pequeños cuadros decostumbres y breves sainetes, es integrado en la evocaciónde Lima. El escritor acude también a fórmulas narrativasque funcionan como tópicos en las tradiciones: las escenasde ajusticiamientos o el enfrentamiento de dos adversariospolíticos empapan de dramatismo unos textos mientras queotros se fundan en una supuesta frase histórica de escasotrasfondo.

Al fin y al cabo es una minoración de la Historia la queoperan las tradiciones para el período de la Independenciaasí como era el caso para el Virreinato. La pocadiferencia de trato puede interpretarse como el fruto de undesengaño palmista, muy diferente de la ilusión románticaen la lectura de los mismos sucesos, allá por los añoscincuenta.

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