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LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX COMBATIENTES DEL M-19 Y LAS AUC LINA PAOLA DÍAZ L. PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE BOGOTÁ 2008 4
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LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

Oct 16, 2021

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LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX

COMBATIENTES DEL M-19 Y LAS AUC

LINA PAOLA DÍAZ L.

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE

BOGOTÁ

2008

4

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LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX

COMBATIENTES DEL M-19 Y LAS AUC

LINA PAOLA DÍAZ L.

Trabajo de Grado para optar al título en

Comunicación Social y Periodismo

Director

JORGE CARDONA

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE COMUNICACIÓN SOCIAL Y LENGUAJE

BOGOTÁ

2008

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Nota de aceptación

________________________________

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Firma del Presidente del Jurado:

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Firma del Jurado:

________________________________

Firma del Jurado:

Bogotá, Enero de 2008

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Especialmente quiero darles las gracias a mi papá y mi mamá

por su ejemplo y cariño constante

durante todos estos años;

a Juan Camilo Maldonado

porque con su cariño, consejos y escucha

ha hecho realidad muchos de mis sueños,

entre ellos este trabajo.

LINA

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AGRADECIMIENTOS

Esta investigación no habría sido posible sin la ayuda de la Alcaldía de Medellín y del

programa de atención a reinsertados del distrito quienes con su amabilidad y experiencia

me brindaron los contactos necesarios para la investigación.

También quiero agradecerles a Jorge Cardona y Patricia Tovar por ser guías fundamentales

en este trabajo y por su tiempo y dedicación en él.

Por supuesto, quiero darle las gracias a las protagonistas de estas historias: las mujeres

excombatientes, quienes con sus relatos, llenos de fortaleza y ejemplo, le dieron sentido y

validez a esta investigación.

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CONTENIDO

pág.

INTRODUCCIÓN 11

1. MUJERES A PESAR DE SÍ MISMAS 16

1.1 LA CONSTRUCCIÓN DEL BELLO SEXO 17

1.2 LOS GRUPOS AL MARGEN DE LA LEY Y SU PAPEL SOCIALIZADOR 18

2. ESCRITO EN FEMENINO 27

2.1 ÉRASE UNA VEZ 19 DE ABRIL 27

2.1.1 El origen de un sueño 27

2.1.2 Los diálogos y la negociación 40

2.2 ‘PARA’ NO OLVIDAR 46

2.2.1 Una vieja historia: Primera Parte 47

2.2.2 Una vieja historia: segunda Parte. 49

2.2.3. Adiós a las armas. 54

3. ENTRE LA MEMORIA Y EL RECUERDO 59

3.1 EN LA CIUDAD 60

3.1.1 La soledad de la ciudad 60

3.1.2 Todo por la plata 64

3.2 EN EL MONTE 69

3.2.1 “Mi Comando” 69

3.2.2 Una madre de armas tomar 76

4. CONCLUSIONES 82

RECOMENDACIONES 92

BIBLIOGRAFÍA 93

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INTRODUCCIÓN

Hablar de la historia de las mujeres combatientes en Colombia no es una tarea fácil, sobre

todo porque es común identificarlas como víctimas y no como actoras o partícipes en un

conflicto. Sin embargo, la presencia de mujeres combatientes en varios conflictos armados

internos de África, Centroamérica y Sur América devela la magnitud de este fenómeno a

nivel nacional e internacional.

De manera que el objetivo de este trabajo es acercarse a dicha situación en el ámbito

colombiano, a través de historias de vida de mujeres ex combatientes del M-19

(Movimiento 19 de abril) y de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia), sin olvidar las

diferencias históricas y socioculturales de quienes hicieron parte de estas organizaciones

ilegales.

El propósito es investigar cómo estas mujeres ex combatientes cambiaron su ser femenino

durante la guerra y el significado que le adjudicaron a la maternidad y su proceso de

reincorporación a la sociedad. Se recopilaron testimonios de ocho mujeres ex

combatientes de las AUC que después de desmovilizarse en 2003, hoy participan del

Programa de Reinserción de la Alcaldía de Medellín y por motivos de seguridad aparecen

en este trabajo con nombres ficticios. Así mismo, se incluyeron los testimonios de cuatro

mujeres del M-19 que después de acogerse al proceso de paz que el Estado y la

organización guerrillera suscribieron en 1990, establecieron su vida en Bogotá.

Adicionalmente fueron entrevistados cuatro expertos en el tema: el escritor y responsable

de los programas de reinserción en Bogotá Darío Villamizar y la catedrática Luz María

Londoño. Se aporta también revisión bibliográfica sobre género y DDR (Desarme,

11

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Desmovilización y Reintegración), además de información obtenida de archivos de

periódicos para adelantar un acercamiento retrospectivo en el caso del M-19.

La investigación está dividida en cuatro capítulos. Un marco teórico que define los

objetivos del trabajo. Un segundo capítulo que reconstruye la semblanza y episodios más

sobresalientes de la historia de las dos organizaciones, resaltando la participación de las

mujeres combatientes. Un tercer capítulo que relata secuencias de vida de algunas de ellas

y unas conclusiones y recomendaciones alusivas al propósito del trabajo: un acercamiento

al fenómeno de la mujer combatiente en Colombia que resalta la importancia de incluir la

perspectiva de género en los procesos de Desarme, Desmovilización y Reinserción (DDR),

recomendación realizada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y plasmada

en el artículo 8 de la Resolución No. 135 del 31 de octubre de 2000,

(…)se pide a todos los que participen en la negociación y aplicación de

acuerdos de paz que adopten una perspectiva de género, en la que se tengan en

cuenta y se incluyan, entre otras cosas: a) Las necesidades especiales de las

mujeres y las niñas durante la repatriación y el reasentamiento, así como para

la rehabilitación, la reintegración y la reconstrucción después de los conflicto;

b) Medidas para apoyar las iniciativas de paz de las mujeres locales y los

proceso autóctonos de solución de conflictos y para hacer participar a las

mujeres en todos los mecanismos de aplicación de los acuerdos de paz; c)

Medidas que garanticen la protección y el respeto de los derechos humanos de

las mujeres y las niñas, particularmente en lo relativo a la constitución, el

sistema electoral, la policía y el sistema judicial.

Breve recorrido histórico

En el siglo XIX, el país vivió “ocho guerras civiles generales, catorce guerras civiles

locales, dos guerras internacionales con Ecuador y tres golpes de cuartel”1, donde no sólo

1 SÁNCHEZ, Gonzalo y PEÑARANDA, Ricardo. Pasado y presente de la violencia en Colombia. CEREC: Bogotá. 2da Ed. (comps.). 1992. p. 19.

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los hombres libraron las batallas, las mujeres también fueron protagonistas de gran parte de

esta historia desempeñando diversidad de roles, como señala en sus investigaciones

Magdala Velásquez2. Las que pertenecían a familias con altos recursos económicos fueron

en su mayoría enfermeras; las mujeres del pueblo tuvieron función en compra de armas,

difusión de noticias o suministro de alimento para la tropa. En todos los momentos de

conflicto, desde los orígenes de la República, la mujer fue protagonista de una guerra

distinta.

Ya en el siglo XX, en el llamado período de la violencia de los años 50, las mujeres

llegaron a integrar redes de apoyo para brindar a los bandos los elementos necesarios para

su supervivencia. Comida, uniformes o tareas domésticas. De manera que la participación

de la mujer en los grupos armados o contendientes, no consiguió transgredir los oficios

típicos heredados de la división del trabajo en la sociedad campesina. El caso excepcional

fue la cuadrilla del bandolero ‘Desquite’ en el norte del Tolima, donde sobresalieron como

combatientes cuatro mujeres, una de ellas Rosalía Velásquez, alias ‘la Aviadora’”3, que

convirtió en leyenda su lucha por vengar la muerte de su primer esposo. “Con un bebé a la

espalda y fusil en mano enfrentando al ejército”, así la describe en su novela ‘Sargento

Matacho’ el escritor Alirio Vélez Machado4.

Con la conformación de los grupos armados de corte revolucionario y aspiración a la toma

del poder que emprendieron su desafío al Estado desde los años 60, las mujeres se

vincularon de forma más activa a la vida de estos ejércitos y pasaron de desempeñar

básicamente roles domésticos a empuñar las armas como los hombres. En el Ejército de

Liberación Popular (EPL), el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), el Quintín

Lame (MAQL), el Comando Ernesto Rojas (CER), la Corriente de Renovación Socialista y

el Frente Francisco Garnica (FFG) que se desmovilizaron en la década de los años 90 por

2 VELÁSQUEZ, Magdala. “Fragmentos de experiencias de paz de mujeres, hoy”, en: El tiempo contra las mujeres. Debates feministas para una agenda de paz. 1993. p. 15. 3 MEERTENS, Donny. “Mujer y violencia en los conflictos rurales”, en: Análisis Político, núm. 24. 1995, enero-abril. p 41. 4 MACHADO, citado en MEERTENS, 1995.

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acuerdos de paz, quedó la evidencia de que “entre el 24% y el 27%” de quienes

conformaron esos grupos fueron mujeres, hoy desmovilizadas. El M-19 el de mayor

proporción con el 31.5% de mujeres combatientes y la Corriente de Renovación Socialista

con la menor participación, con el 17.5%”5.

¿Pero cuál fue realmente la participación de las mujeres del M-19 en la guerra y la

negociación de paz? ¿Consiguieron expresar sus necesidades en ambos frentes? ¿De qué

manera lo hicieron y lo hacen hoy las mujeres desmovilizadas de las autodefensas?

¿Aprendieron algo de la experiencia de sus antecesoras en la guerra y la paz? ¿Qué

diferencias existen en el proceso de desmovilización de esas mujeres protagonistas de dos

momentos de la historia colombiana? Responder a tales cuestionamientos parte de tener en

cuenta que fueron contextos históricos de negociación muy distintos.

En tiempos del M-19, su proceso de desmovilización en 1990 “estuvo marcado por un aire

de reforma política, no sólo por parte de las organizaciones sino también de la ciudadanía.

Experiencias como la Séptima Papeleta y planteamientos alrededor de la reforma de la

Constitución son prueba de ello”6, sostiene hoy Darío Villamizar, ex militante y

desmovilizado del M-19 y actual coordinador del programa de atención de reinsertados en

el Distrito. Hoy, la desmovilización y reinserción de las AUC avanza en un contexto

distinto y existe mayor conocimiento y experiencia en el manejo de procesos de

reinserción. Ahora se habla de DDR que, según Villamizar, “es un concepto relativamente

nuevo, de hace cinco o siete años”.

En ese sentido cabe preguntarse si pasados más de 17 años desde la desmovilización del M-

19, incluyendo la recomendación de incluir la perspectiva de género en los procesos de

DDR, la situación de la mujer ex combatiente ha cambiado. Estudiosas de la materia como

Luz María Londoño creen que “tanto la paz como la guerra del país han sido hechas por

5 LONDOÑO, Luz M. y NIETO, Yoana. Mujeres no contadas. Medellín, La carreta social. 2006. p. 25 6 VILLAMIZAR, Darío. Entrevista realizada por la autora el 18 de septiembre de 2007, Bogotá.

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hombres”7 y que, tal y como lo manifestó Amnistía Internacional en el 2004, “los

gobiernos (…) todavía no han garantizado que las mujeres desempeñen un papel clave en la

planificación y ejecución de todas las iniciativas encaminadas a la consolidación de la paz

(…)”8. Es decir, el panorama de hoy supone que se sigue desconocimiento a la mujer como

actor activo de la paz y la guerra.

7 LONDOÑO y NIETO. Op. Cit. p.12 8 AMNISTÍA INTERNACIONAL. En: LONDOÑO y NIETO, 2006.

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1. MUJERES A PESAR DE SÍ MISMAS

“Quien enfermara gravemente debía ser sacado. ‘Sacar’ a la gente

consistía en llevarla, ‘cuadrarla’, afeitarlos a ellos, vestir a las mujeres…o más bien disfrazarlas de mujeres”.

Beatriz Toro

“La guerra es al hombre, lo que la maternidad a la mujer”, afirmó alguna vez Benito

Mussolini al refirirse al arte de la guerra en la Italia fascista de los años 30’s, que él mismo

dirigió. A pesar de que ha pasado más de medio siglo desde aquel pronunciamiento, hoy la

analogía de Mussolini parece vigente en el imaginario de algunas personas. Y no es para

menos. Cuesta trabajo imaginar a una mujer fuera de las características tradicionales con las

que tradicionalmente ha sido asociada: delicada, pacífica, suave, dulce, entregada, sumisa,

entre otras tantas cualidades que por muchos años han hecho de ella casi un antónimo de la

guerra y de la violencia misma.

Sin embargo, muchas han transgredido estos papeles e incluso han demostrado que esa

asociación de la mujer con la paz y el hombre con la guerra, no es necesariamente cierta. A

principios del 2004, por ejemplo, la imagen de una mujer soldado del ejército

estadounidense tirando de una correa amarrada al cuello de un prisionero desnudo, le dio la

vuelta al mundo. Se trataba de Lynndie England, una joven de apenas 21 años que se

convirtió en la cara visible de los abusos que se cometieron en la cárcel iraquí Abu Ghraib .

Un hecho aún más polémico cuando se advirtió que England estaba embarazada del líder

que protagonizó los abusos: Charles Graner.

Su juicio, quizá uno de los más polémicos de los últimos tiempos, estuvo antecedido por la

prevención a la hora de castigar a una mujer por este tipo de hechos. De ahí que su condena

fue la más baja de todos los involucrados en los actos de tortura cometidos por unidades

del ejército norteamericano, pero también la que más revuelo causó dentro de la sociedad

norteamericana. En conclusión, lejos de lo que pensaba Mussolini, la soldado England

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demostró, al igual que muchas otras mujeres pertenecientes a ejércitos irregulares en

distintas partes del mundo, que tanto la maternidad como la guerra están presentes en la

vida de una mujer considerada militante.

1.1 LA CONSTRUCCIÓN DEL BELLO SEXO

A pesar de las evidencias que hoy existen respecto al papel de la mujer combatiente en la

guerra, es aún inverosímil pensar en ella como un sujeto activo dentro de un conflicto

armado interno como el colombiano. Una percepción que no sorprende si se tiene en cuenta

que, histórica y culturalmente, la mujer ha sido comprendida como un ser que se constituye

en oposición a las características que conforman la denominada masculinidad y que, como

individuo dador de vida, no está dentro de su naturaleza la función de quitarla. Una peculiar

visión que diferencia a ambos sexos, quizás dándole continuidad a los significados que a

través de la historia se le ha dado a uno y otro género, casi siempre a partir de concepciones

que provienen de la imagen que se ha construido alrededor de sus cuerpos.

En la cultura griega, por ejemplo, aunque el culto al cuerpo masculino fue un rasgo muy

importante, la mujer también ocupó un lugar prominente. Muchos poemas que fueron

dedicados a su belleza exaltaron su poder maravilloso y temible a la vez, mientras los

escultores se dedicaron a exaltar sus formas. Hasta mediados del siglo V, las

representaciones sobre la mujer se construyeron bajo estándares masculinos: hombros

anchos, tórax viril y rasgos musculosos por la importancia que le otorgaban al cuerpo

masculino. De tal manera que en la sociedad griega fue el hombre quien personificó la

belleza pura y delicada, mientras que las virtudes físicas de la mujer fueron asociadas con

connotaciones menos positivas.

Un imaginario que perduró hasta la Edad Media, cuando la imagen femenina fue asociada

con el demonio y estigmatizada desde la religión. Incluso, el arte de la época lo que

buscaba no era exaltar la belleza de la mujer sino inspirar temor hacia ella. Mujeres con

17

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rasgos de serpiente o rostros diabólicos al lado de monstruos repugnantes, fueron algunas

de las imágenes que representaron a la mujer como sujeto de pecado y tentación para los

hombres. Entonces, cabe preguntarse: ¿Desde cuándo la mujer comenzó a ser comprendida

como un ser frágil, cálido y bello?

Según Guilles Lipovetsky, para que existiera la noción del ‘bello sexo’ fue necesario que la

belleza femenina adquiriera un nuevo significado y se superara la visión artística medieval,

transición lograda contra la marcada influencia de la Iglesia Católica. Así, en los siglos XV

y XVI, con la irrupción del Renacimiento, se inició el proceso de dignificación de la

apariencia femenina y exaltación de su belleza, dejando de ser sinónimo de pecado para

reflejarse como rostro divino, pero también de madre, esposa o mujer. Aunque ha sido

estigmatizada como ser pasivo, estético y suave, en parte por la necesidad de clasificarla

como mujer de casa, virtuosa, abnegada y despojada de placer, algunas mujeres han logrado

transgredir los roles tradicionales que por siglos se le atribuyeron como un destino. Pero

qué sucede cuando se incorporan a grupos armados ilegales donde la condición cultural e

histórica es distinta. Ese es el interrogante por responder.

1.2 LOS GRUPOS AL MARGEN DE LA LEY Y SU PAPEL SOCIALIZADOR

La historia de violencia que por años ha marcado la historia de Colombia no es sencilla de

entender. Para fines de esta investigación, el caso colombiano se explica desde el trabajo de

Eduardo Pizarro de 20049, que concluye la existencia en el país de un conflicto armado

interno, irregular, prolongado, con raíces históricas de índole ideológica y con una

intensidad que se ubica entre la media y la baja10.

9 Eduardo Pizarro es también hermano del dirigente del M-19 Carlos Pizarro y del líder del frente Ricardo Franco Hernando Pizarro. En los últimos años se ha dedicado a la investigación sobre el conflicto armado interno colombiano. 10 Según el Failure State Force Task hay tres tipo de guerras revolucionarias o contra-revolucionarias: de gran escala (que producen 25mil muertes políticas por año) de escala intermedia (de 10 mil a 25 mil muertes políticas al año) y finalmente los de pequeña escala (que producen entre mil y 10 mil muertes por año). De acuerdo a este esquema, y a pesar de los cuestionamientos que surgen por no tener claridad sobre las cifras de

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Por años este conflicto ha permanecido marcado por un desafío de los grupos armados al

margen de la ley que han tratado de desarrollarse plenamente en tres perfiles: social, militar

y político. Social porque se ha caracterizado por buscar soluciones a los conflictos locales

de las comunidades de su influjo, la mayoría de veces relacionados con la lucha por la

tierra; militar pues posee una estructura estratégica más definible como máquina de guerra;

y político, aunque se divida entre lo militar y lo societal, porque si bien no cuenta con

importante apoyo de bases sociales, tampoco abandona su mapa de lucha y busca como

objetivo principal la toma del poder.

Sin embargo es importante comprender los grupos armados que conforman el conflicto

colombiano a partir de la relación que establecen con sus militantes. Según la definición de

la antropóloga Beatriz Toro, la guerrilla es “un grupo insurgente, rebelde, organizado en

ejército irregular, con miras -en algunos casos- a ser Estado, cuyos miembros comparten

unos valores, concepciones de comportamiento e ideales en torno al proyecto político

militar común, y que se plantean como radicalmente diferentes a la cultura dominante de la

cual provienen”11.

Tanto el M-19, nacido de diversas organizaciones revolucionarias pero que llegó a contar

con significativo apoyo social; como los paramilitares que nacieron como estructura

armada contrainsurgente y terminaron agrupados bajo el nombre de Autodefensas Unidas

de Colombia en 1997, contando con el beneplácito o complicidad de algunos propietarios

de tierras y militares, son dos grupos al margen de la ley, que aunque tiene intenciones e

ideologías distintas actuaron como espacios de socialización para sus militantes . Beatriz

Toro señala que la guerrilla, “como productora de expresiones culturales, transformadora

del medio, dominadora de un territorio y creadora de valores y modelos de comportamiento

particulares (…) es una forma de asociación en la cual se dan transformaciones a nivel

muertos por causa del conflicto interno colombiano, el caso colombiano se ubica en un punto intermedio entre un conflicto de baja y media intensidad. 11 TORO, Beatriz. “La revolución o lo hijos” [tesis de maestría]. Universidad de loa Andes, Bogotá. Maestría en Antropología. 1994. p. 19.

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individual y de grupo”12, un fenómeno que se presenta de manera similar en las

autodefensas.

Esta socialización, según Beatriz Toro, puede ser comprendida como “un proceso mediante

el cual los individuos se ‘hacen personas’, es decir, se convierten en miembros funcionales

del grupo asumiendo sus formas de vida, pautas, símbolos, códigos de comportamiento y

costumbres de manera que el individuo se comporte de acuerdo a los esperado y

comúnmente aceptado por la colectividad”13. Es así, como la mujer combatiente poco a

poco incorpora las ideas que allí descubre o que le van enseñando con el fin de apropiarse

de significados importantes que le permiten adaptarse con mayor facilidad al grupo.

Sucedió con el M-19 y aconteció con las autodefensas, ambos grupos armados

desarrollaron dinámicas de asociación y producción cultural de formas de vida donde las

mujeres tuvieron que atribuirle un nuevo significado a la maternidad y a su ser femenino,

razones por las cuales vale amerita evaluar su proceso de reincorporarse a la vida civil.

Por eso es necesario realizar una serie de definiciones operativas a partir del testimonio de

algunas mujeres ex combatientes para entender el papel cumplido por las mismas.

Maternidad: Término asociado al status de madre, con las responsabilidades y

obligaciones que adquiere una mujer desde el momento en que sabe que la vida de su hijo

depende de ella. Cultural e históricamente se espera que todas las mujeres sean madres y

estén al lado de sus hijos. Deben sacrificarse y entregarse a una labor que sólo ellas está en

capacidad de realizar. Pero cómo ejerce su rol de madre una mujer combatiente, ¿Puede

coexistir maternidad y revolución?

La contradicción entre mujer combatiente y maternidad se manifiesta desde su misma

posibilidad. La mayoría de mujeres combatientes que deciden tener hijos aportan un nuevo

significado a la maternidad y a su papel como madres. En vista de que no acompañan a sus

12 TORO. Op Cit. p. 20. 13 Ibid. p. 22

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hijos diariamente en su proceso de crecimiento por estar comprometidas en la guerra, se

ven en la obligación de buscar otras maneras de relacionarse con ellos desde su status de

madres combatientes, como entregar sus hijos para que sean criados por familiares o por

amigos, o incluso que sus hijos entren a ser parte de los grupos armados desde pequeños.

“Tenía que ser capaz de construir una relación madre-hijo a la tradicional, sin violentarme,

tratando de ser la mamá que no podía ser en aquellas condiciones económicas y

existenciales en las que me hallaba”14, relata hoy María Eugenia Vásquez en su libro

Escrito para no Morir. Sin embargo, no todas las mujeres tomaron la misma decisión. En

entrevista con Alix María Salazar, también del M-19, reconoce la decisión de que su hija

Juliana también formara parte de la militancia. A pesar de los riesgos, Alix María jamás

entregó a su hija: “Yo no luchaba por el M-19, mi hija y yo lo hacíamos”, afirma. En las

autodefensas no se podía contar con esta opción. María Zapata cuenta que tuvo que dejar a

su hija en manos de su madre y que sólo consiguió volver a verla diez años después cuando

se desmovilizó.

“O la revolución o lo hijos”, fue la sentencia de Antonio Navarro Wolf a la combatiente

Vera Grabe cuando expresó su idea de combinar la lucha armada con su papel de madre.

Madre-patria vs. Madre-madre ¿Por cuál debía luchar? Para estas mujeres ambos sacrificios

fueron muy altos. Pocas consiguieron conciliar ambos deseos y por eso es que en el

momento de construir sus vidas dentro de la civilidad, “una de las cosas más difíciles para

ellas ha sido reconciliarse con ellas mismas por su papel como madres. No es fácil sentir

que en algún momento se abandonó a lo que uno más quiere en la vida, a los hijos”, acepta

Alix María.

Cambios de su ser femenino: Esta investigación pretende hacer visible a la mujer que

había antes, durante y después de pertenecer al grupo armado. El objetivo es identificar en

qué medida combatientes resignificaron o transformaron los roles que tradicionalmente se

le han atribuido a la mujer, por su experiencias como militantes del M-19 o de las AUC. 14 VÁSQUEZ, María Eugenia. Escrito para no morir. Ministerio de Cultura: Bogotá. 2000. p. 435.

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Para María Eugenia Vázquez lo que mejor resume este punto es lo que ella denomina

aculturación, definida como “un proceso de interacción entre varias culturas, durante el

cual, el grupo más fuerte actúa como colonizador sobre los demás, imponiendo su identidad

a través de técnicas, instituciones y valores que son ajenos al grupo dominado”, lo que le

implica a las mujeres cambios sobre su identidad de género “para adherirse, no sin

conflicto, a la cultura hegemónica masculina presente en los grupos insurgentes”15.

Y es que entre operativos, entrenamiento físicos, marchas, combates y mantenimiento del

arma, no hay lugar para la vanidad, la fragilidad, el sentimentalismo, todo ese conjunto de

características adjudicadas a la feminidad. De manera que la mujer debe olvidar todas

aquellas características que definen a la mujer ‘femenina’, que no pueden adaptarse al

nuevo medio, lo que no significa la supresión total de su ser femenino. “Al principio,

cuando uno llega al monte, todo hace falta y el cambio es drástico. Eso de peinarse y

vestirse, cositas que uno de mujer hacía, ya no importan”16, admite hoy Patricia Guzmán,

desmovilizada de las AUC.

De igual forma, se activa un sentido de equidad distinto a la vida cotidiana con sus matices.

En el M-19, por ejemplo, considerada como una de las organizaciones que más abierta

estuvo al tema femenino, existen testimonios de ex combatientes que rebaten la regla

reconociendo que “no fue fácil en aquel tiempo identificar la inequidad y la

discriminación, ni mucho menos el poder ejercido por los varones sobre nosotras (…)

Sucedía que, tanto para nosotras como para ellos, muchas de las situaciones de inequidad

estaban neutralizadas por la cultura, no resultaban visibles y, por lo tanto, ni las sentíamos

ni las reivindicábamos”17.

Por el lado de las AUC las cosas no fueron mejores. Aunque las mujeres sólo llegaron a ser

entre el 5 y 10% de sus filas, siempre realizaron tareas distintas a los hombres y no gozaron

de los mismos derechos. Por ejemplo, se les llegó a prohibir tener novios que hicieran parte 15 VÁSQUEZ. En: LONDOÑO, 2006. 16 GUZMÁN, Patricia. Entrevista realizada por la autora el 23 de septiembre de 2007, Bogotá. 17 VÁSQUEZ. Op. Cit. p. 438.

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de la sociedad civil, aún cuando para los hombres no existía la misma restricción. Así

mismo, le estaba negada la posibilidad de ascenso en las posiciones de mando y cuando

tenían hijos eran forzadas a abandonar la lucha armada. Las pocas mujeres que lograron

ascender dentro de la organización fueron aquellas que contaban con algún vínculo

sentimental o familiar en los altos mandos.

Un testimonio de una ex guerrillera de 20 años, obtenido por la investigadora del CINEP

Silvia Otero, demuestra en qué medida se reprodujo esta desigualdad: “Lo mejor que uno

puede hacer es cuidarse y andar solo con uno, porque conviene tener buena reputación. Si

uno anda con más de uno, el comandante lo regaña. Sólo a las mujeres, eso no le queda mal

a ningún hombre”18. Por cuenta de este tipo de valoraciones es que persiste la idea de que

la equidad en estos grupos se traduce en que las mujeres “se vuelven como hombres” o

deben parecerse al grupo dominante de la organización –que en ambos casos fueron

hombres-, en la medida en que realizan las mismas actividades físicas en el monte y bajo

iguales circunstancias, pero ellas anulan su feminidad como única salida para ser integradas

como guerreras.

Proceso de reincorporación a al vida civil. A pesar de que el fenómeno de las mujeres

combatientes ha sido recientemente tratado por varios investigadores y organizaciones

internacionales, “éste sigue sin recibir la atención adecuada en los programas de DDR (…)

se trata de un problema de invisibilidad de las mujeres y del papel que juegan en el soporte

de las operaciones de un grupo armado o de un ejército”19.

Según Natalia Springer, los programas de desmovilización funcionan bajo la relación

hombre –arma, por lo que no es extraño encontrar mujeres excluidas de los beneficios que

ofrece un plan de reincorporación, en la medida en que muchas de ellas realizaban labores

que no requerían el porte de un arma. Por ejemplo, varias mujeres del Bloque Nutibara de

18 OTERO, Silvia. “Las mujeres en la guerra y en la paz: lo femenino de las FARC y de las AUC”, 2003. Disponible en Línea: http://www.reliefweb.int/rw/rwb.nsf/db900sid/. Visitado: 24 de noviembre de 2006. 19 SPRINGER, Natalia. Desactivar la Guerra. Alternativas audaces para consolidar la paz. Editorial Aguilar: Colombia. 2005. p. 193

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las autodefensas desarrollaron primordialmente actividades de carácter comunal en los

barrios y no tenían objeto en la desmovilización, pero algunos mandos superiores las

motivaron a dar el pasó para gozar de los beneficios del programa y autodenominarse

paramilitares el día de la reinserción, por ser las encargadas de cuidar y proteger las armas.

No obstante, el proceso de desmovilización tanto del M-19 como el de las AUC,

representaron importantes cambios en el estilo de vida de las combatientes. Ana Gómez, ex

militantes del M-19 describe ese momento angustiante: “Yo no me quería desmovilizar, no

confiaba en eso, no veía las garantías. Era mejor dejar las armas por nuestro lado sin la

intervención del Estado”20. En la misma perspectiva, así vivió el momento Yolanda Meza

de 57 años, ex combatiente del Bloque Nutibara de las autodefensas: “Yo estaba

terriblemente asustada, que tal vez eso se acabara y qué iba a pasar con nosotras. Cuando

estuvimos en La Ceja yo me enfermé mucho de los nervios que tenía…mi familia y mi hija

iban a saber que yo era de las AUC”21.

A veces los temores van más allá. La situación económica, la construcción de una nueva

vida familiar, son aspectos para los cuales no siempre se está preparada: “Maldita sea la

hora en que me desmovilicé. A mí nunca me faltó nada, ni la plata, ni la comida, ni la ropa,

mucho menos si era para mis hijos….pero también pienso que si no me hubiera

desmovilizado no les podría dar el amor que hoy les doy”22, asegura María Zapata de las

AUC.

En este tipo de contextos, la incertidumbre, la desconfianza y la inseguridad de las partes

del conflicto hacen que tanto el proceso de desmovilización como el de desarme sean

claves para lograr la pronta transición de los militantes a la vida civil. Los actores

internacionales han llamado a este proceso DDR Desarme, Desmovilización y

Reintegración. De manera que para la compresión de los dos casos que en esta

investigación se exponen, es fundamental asimilar y definir las tres etapas sobre las cuales 20 GÓMEZ, Ana. Entrevista realizada por la autora el 20 de septiembre de 2007, Bogotá. 21 MEZA, Yolanda. Entrevista realizada por la autora el 20 de septiembre de 2007, Medellín. 22 ZAPATA, Maria. Entrevista realizada por la autora el 27 de septiembre de 2007, Medellín.

24

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se enmarcan los procesos actuales. Si bien en el momento en que se desmovilizó el M-19 el

DDR no existía como tal, el camino que siguió para su reinserción -hoy reintegración- fue

muy similar.

El desarme está definido por las Naciones Unidas como el momento de "recolección de

las armas, tanto pequeñas como pesadas, dentro de una zona de conflicto", para lo cual se

hace necesario definir un lugar en el cual se puedan reunir los combatientes y entregar las

armas. Sin embargo, dicha compresión sobre el desarme abarca múltiples condiciones para

los involucrados. Por un lado, se espera la desarticulación de las redes de los grupos

armados, así como también el diseño de programas de educación para los desmovilizados

que les permitan vincularse a futuros proyectos productivos.

La siguiente fase es la desmovilización que, entre muchas otras definiciones, se refiere al

cambio de status jurídico de los combatientes tras asumir un proceso cooperativo con miras

a una reintegración exitosa. La idea es agrupar en zonas seguras los grupos armados para

seguir adelante con el proceso. En este paso se desmantela una parte importante de la

organización armada. De hecho, se muestra como la única garantía material para la

seguridad de la población, pues públicamente el grupo se está desintegrando. Si embargo,

vale la pena decir, que estos individuos se desmovilizan en la medida en que consideran

tienen un nueva y mejor opción, por lo que es fundamental el trabajo que en este sentido

realice el gobierno.

Por su parte, la reintegración es el proceso mediante el cual los ex combatientes adquieren

un nuevo estatus civil y por ello tienen la posibilidad de acceder a los derechos de cualquier

otro ciudadano. El objetivo fundamental de este fase es que los antiguos ex combatientes

tengan mejores y mayores posibilidades de desarrollar una vida normal a nivel económico y

social. Este momento consta de dos etapas: la reinserción inicial y la reintegración a largo

plazo. El primer paso se refiere al corto período durante el cual el ex combatiente regresa a

su antigua comunidad. El segundo es un tanto más complejo, en la medida en que pretende

asegurar el desarme total y una paz sostenible. De manera que esta última etapa es

25

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considerada como el indicador más importante para determinar si el proceso tuvo éxito o

no.

26

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2. ESCRITO EN FEMENINO

“La historia también la hacemos las mujeres”

Luz María Londoño

2.1 ÉRASE UNA VEZ 19 DE ABRIL

El 8 de marzo de 1990, la única guerrilla no marxista de Latinoamérica dejó de existir.

Unos 900 guerrilleros se despidieron en Santo Domingo, Cauca, de más 15 años de lucha

armada y entregaron sus armas para derretirlas en fuego, a más de 5.000 grados centígrados

de temperatura, como una muestra simbólica de sus anhelos de paz. Fue un jueves que la

historia contemporánea de Colombia jamás podrá olvidar.

Ese día, Carlos Pizarro, máximo comandante del M-19, lucía jeans y camisón de rayas

blancas y azules. Horas atrás había quemado, al lado de sus compañeros, su uniforme de

militante y se vistió de civil para darle la bienvenida a una nueva vida, mientras que, con

algo de melancolía, envolvía en una bandera de Colombia la pistola que tantas veces

disparó en sus años de lucha. Antes de entregarla, al frente de un grupo de Comisionados de

la Internacional Socialista, Pizarro grabó con una navaja suiza las iniciales de su nombre, a

lo mejor esperando perpetuarlo o simplemente para labrar un recuerdo personal para los

seguidores que lo acompañaban en aquella calurosa y nostálgica tarde de marzo. La última

orden militar la impartió Nicolás Padre Mío: “Por Colombia, por la paz, dejad las armas”.

2.1.1 El origen de un sueño. Todo empezó a finales de los años 50. Había fiebre de

‘Revolución’. En enero de 1959, en Cuba, el joven guerrillero Fidel Castro, al frente de un

movimiento guerrillero que tomó el nombre de “26 de Julio (M-26)”, derrocó al entonces

presidente Fulgencio Batista y le abrió paso al único gobierno socialista del continente. A

27

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partir de entonces y especialmente durante la década de los años 60, la agitación social

cobró forma. En Nicaragua, con la lucha Sandinista; en Guatemala con el Movimiento

Revolucionario 13 de Noviembre; en Perú con el Movimiento Campesino Armado, en

Colombia con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC, oficialmente

conformadas en 1964 y el ELN en 1965. En medio de este contexto, bajo la influencia de la

guerrilla de Manuel Marulanda Vélez y del Partido Comunista, jóvenes líderes como Jaime

Bateman, Iván Marino Ospina, Álvaro Fayad o Luis Otero Cifuentes hicieron su aparición

en la escena política.

Bateman y Otero fueron militantes de las FARC. Su labor, después de un corto período de

tiempo, fue desarrollar actividades militares en la ciudad, que concretaron con cierta

inconformidad por las diferencias que empezaban a tener con el grupo guerrillero. De

manera que su expulsión definitiva en 1972, no sólo los dejó desilusionados de este modelo

revolucionario, sino que alimentó en ellos serias intenciones de crear su propio proyecto

político. Además, en 1970 había estallado una fuerte agitación estudiantil y la FUN,

Federación Universitaria Nacional, fue disuelta. Así mismo, la Universidad Nacional había

sido cerrada. Las marchas estudiantiles movilizaron a un alto número de inconformes que,

poco a poco, fueron encontrando apoyo popular, al tiempo que las FARC, el ELN y el EPL

intensificaban su accionar. En el campo político las cosas no parecían mejorar.

En 1970, el ex presidente Gustavo Rojas Pinilla, con cierto aire de caudillo populista, se

lanzó a las elecciones presidenciales del 19 de abril para enfrentar al candidato del Frente

Nacional Misael Pastrana Borrero. Fue una contienda electoral bastante reñida y, según los

datos oficiales emitidos por la Registraduría, el candidato Misael Pastrana Borrero, con

1.625.025 votos, superó a Gustavo Rojas Pinilla que sólo obtuvo 1.561.468. Sin embargo,

el súbito anuncio del gobierno de suspender la emisión de datos electorales antes de la

media noche y el sospechoso resultado obtenido por Pastrana al día siguiente, dejó serías

dudas sobre la posibilidad de que un fraude electoral cambió el rumbo de la historia. Los

seguidores de Gustavo Rojas Pinilla, agrupados alrededor de la Alianza Nacional Popular

28

Page 26: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

(Anapo), coartados en su voluntad popular, empezaron a pensar salidas distintas a las urnas

para acceder al poder político.

A la inconformidad de los anapistas se sumaron muchos seguidores de la Juventud

Comunista (JUCO) y antiguos militantes de grupos guerrilleros, de tal manera que unos y

otros terminaron unidos en una causa común: la guerrilla. Con razones aún más precisas:

“La necesidad de salir de las luchas estériles de la izquierda, de llevar la guerra a las

ciudades, de armar a las masas para impedir que nuevamente se presentara un fraude

electoral, la necesidad de pensar más en Colombia que en continuar debatiendo los

problemas de otros países”23.

Entre los dirigentes que empezaron a invocar estos ideales estaban Jaime Bateman, Luis

Otero, Iván Marino Ospina, Álvaro Fayad, Carlos Pizarro, Augusto Lara, Rosemberg

Pavón, Elvecio Ruiz, María Eugenia Vásquez y Vera Grabe, entre otros. Todos ellos,

unidos a otros jóvenes con iniciativas semejantes, constituyeron el grupo ‘Comuneros’, un

colectivo que empezó a publicar sus inquietudes políticas en una revista del mismo nombre.

Sin embargo, sus intereses fueron más allá de imprimir sus ideas y decidieron conformar un

grupo al margen de la ley. Para hacerlo realidad, concluyeron que era necesario dar un

primer paso: buscar dinero y armas. Y fue una mujer, María Eugenia Vásquez, la primera

militante que se comprometió a concretar esta labor.

Fuente: En: VILLAMIZAR, Darío. Sueños de Abril.

Cuando Iván Marino Ospina planteó la

necesidad de conseguir armas, ‘La Negra’

María Eugenia Vásquez, como comenzó a

ser conocida esta mujer, recordó la

colección de armas que le había conocido

en su casa a un amigo de Varios de los

militantes de la universidad llamado Juan

23VILLAMIZAR. Op. Cit. p. 43

29

Page 27: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

Manuel. La idea de sustraerlas fue aceptada de inmediato y las tareas de inteligencia y

recolección de datos comenzaron a rodar en el menor tiempo posible. La función de María

Eugenia Vásquez fue precisamente recolectar los datos para la operación, por las

facilidades que tenia para acceder a la casa escogida y por los lazos que desde tiempo atrás

había establecido con los habitantes de la misma.

Todo quedó listo para la misión en pocos días. ‘La Negra’, con cierto temor por la suerte de

su amigo, llegó al objetivo planeado con la excusa de estudiar con su amigo para un difícil

examen de antropología. Hacia las tres de la tarde, un grupo armado encabezado por el

propio Iván Marino Ospina entró a la casa con otros compañeros y concretó la misión. Sin

embargo, mientras se apoderaban de la casa, La Negra vio la puerta del patio abierta y

sintió temor de alertar al perro y así frustrar el ataque. Por eso intentó cerrarla y cuando lo

hacía, uno de los guerrilleros le gritó: ¡no se mueva o la mato¡ Hoy recuerda que quedó

paralizada, miró a Iván Marino con angustia y sólo descansó cuando este hizo una señal al

otro y el guerrillera que le apuntaba dejó de amenazarla24.

Los asaltantes se llevaron 45 armas

de colección. Únicamente dejaron a

Juan Manuel su arma favorita. Los

amarraron, les taparon la boca con

esparadrapo. La Negra cuenta hoy lo

que vino después: “Apenas salieron

los compañeros, yo me eché a llorar

inconsolable. Y no fingía, estaba

realmente conmocionada. No atino a

saber si era por miedo o por alegría,

porque todo había salido bien o porque sentía vergüenza con Juan”25. A los pocos días del

hecho, ella y Juan Manuel tuvieron que aportar declaraciones a los investigadores y La

Fuente: María Eugenia Vázquez. En: VILLAMIZAR, Darío. Sueños de Abril

24 VÁSQUEZ. Op. Cit. p. 102

30

Page 28: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

Negra describió a los asaltantes con falsas características con el fin de no levantar

sospechas.

Una vez finalizada esta primera fase, y tras el incremento de la lucha popular durante el

cuatrienio de Misael Pastrana, el M-19 se oficializó bajo el liderazgo y conducción de

Jaime Bateman Cayón, El Flaco. En la reunión constitutiva se aprobó un plan que incluía

una campaña propagandística de avisos que anunciaban la inminente salida al mercado de

un nuevo producto, que daba la sensación de ser un remedio contra los parásitos: “Los

primeros clasificados que se publicaron en páginas interiores de cine, clasificados y

sociales, tenían un fondo negro y en letras blancas leía: «Ya llega el M-19»

«¿Parásitos…gusanos?» «Espere M-19» «¿Decaimiento…falta de memoria? Espere M-

19»”26.

El 17 de enero de 1974 apareció el último aviso: «Hoy llega el M-19». Ese miércoles, el

que parecía ser un inocente remedio contra los parásitos resultó ser un grupo armado que

sustrajo de la Quinta de Bolívar la espada y los espolines del Libertador. Espectacular

acción que le dio identidad y carácter al grupo. «Bolívar, tu espada vuelve a la lucha», fue

la primera proclama que dejó el grupo en las habitaciones contiguas al epicentro del asalto.

El equipo encargado para la operación estuvo compuesto por hombres y mujeres. María

Eugenia Vásquez fue una de ellas. “Me tocó con una pelada muy callada y un muchacho

alto y fornido que habían traído de Pereira. Era novato y yo era la responsable de este

primíparo. Nos asignaron la contención externa. Los tres estaríamos en la puerta de entrada

para asegurar que los del interior no tuvieran contratiempos. Seríamos los primeros en

llegar y los últimos en retirarnos. Nos dieron unas granadas y, como nunca las había usado,

me sentí como desnuda. Tenía confianza con las armas cortas. Sin embargo, nada dije”27.

25 VÁSQUEZ. Op. Cit. p. 102 26 VILLAMIZAR. Op. Cit. p. 53 27 VÁSQUEZ. Op. Cit. p. 120

31

Page 29: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

No obstante, este primer golpe simbólico y violento del Eme no fue el único que dejó

boquiabiertos a los colombianos: el

secuestro, el juicio y la posterior

muerte de José Raquel Mercado,

líder de la Central de Trabajadores

de Colombia CTC, fue un episodio

que marcó el posterior desarrollo del

grupo. El plagio se perpetró el

domingo 15 de febrero de 1976 en la

calle 63 con carrera 15 de Bogotá. Su

secuestro no fue capricho, según los

líderes del M-19 simbolizaba el apoyo que supuestamente el Eme quería brindar al pueblo

frente a “un líder corrompido por los intereses políticos”. A pesa de que aún no era mucha

la experiencia de sus militantes en el campo de la guerra, fue sencillo llevar a cabo esta

operación. Sencillamente, “el Eme 19 le tendió una celada femenina en la cual cayó con

facilidad”28.

Antonio Navarro, Álvaro Fayad, Iván Marino Ospina,

Carlos Pizarro y Gustavo Arias junto a Clemencia Cayón

de Bateman. En: VILLAMIZAR, Darío. Sueños de Abril.

Días después del secuestro, el Eme envió un boletín en el que informó que Mercado había

sido capturado y puesto en prisión por los comandos Simón Bolívar y Camilo Torres y, a

través de un cuestionario de 11 preguntas, detalló los cargos en su contra. Al final de cada

interrogante, en el documento apareció escrito un sí y un no. Sí es culpable, no es culpable.

Con esta incertidumbre empezaron a pasar los días. En paredes de algunas universidades

empezaron a aparecer grafitis con un inmenso sí, mientras que otros sectores se

pronunciaban con un fuerte no. Después de 50 días, el Eme publicó su boletín No 14 del 5

de abril, en el que informó sobre la condena a muerte de Mercado. Sin embargo, también

envió una serie de condiciones que, de ser cumplidas, podrían salvarle la vida al líder

sindical.

28 VILLAMIZAR. Op. Cit. p. 82

32

Page 30: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

Dichas exigencias fueron: el reintegro de trabajadores y dirigentes sindicales despedidos en

las empresas Riopaila, Ecopetrol, Vanitex y Sofasa, entre otras; la derogatoria de los

decretos de estabilidad laboral (decretos 1821, 528 y 2351) y “contra las libertades

sindicales y políticas”; y adicionalmente, la abolición de una serie de decretos destinados a

minar el movimiento sindical de los educadores agrupados en FECODE, Acpes y en

asociaciones de profesores universitarios. Finalmente, el Eme exigió la reproducción

textual e íntegra de su boletín No 14 en la prensa del siguiente domingo 11 de abril”29.

Tras la negativa del entonces presidente Alfonso López Michelesen, el Eme decidió

asesinar a Mercado. El cadáver apreció el amanecer del 19 de abril siguiente en la glorieta

de la avenida 63 con transversal 48. “El secuestro del dirigente sindical, así como su juicio

y su muerte colocaron al M-19 ante el país ya no como un grupo de jóvenes audaces y

simpáticos, sino como un movimientos guerrillero de proyección”30. El repudio y rechazo

que distintos sectores de la población expresaron no detuvo los crecientes anhelos del Eme.

Todo lo contrario, su desarrollo y expansión continuaron a tal punto que se convirtieron en

una piedra en el zapato para el Estado. Sus continuos golpes, como el robo en Cali de 39

escopetas y 28 revólveres en noviembre de 1976 y el secuestro de Hugo Neira Ferreira, ex

Ministro de Agricultura en agosto del siguiente año, entre otros episodios, alimentaron el

deseo de control y seguridad del siguiente mandatario colombiano.

La llegada al poder del dirigente liberal Julio César Turbay, el 7 de agosto de 1978, le

significó al Eme el comienzo de una nueva era. Desde sus inicios, el nuevo mandatario

asumió una dura posición contra de los grupos alzados en armas. De hecho, el 6 de

septiembre, al mes de su posesión, expidió el decreto 1923 o el Estatuto de Seguridad “por

el cual se dictan normas para la protección de la vida, la honra y bienes de las personas y se

garantiza la seguridad de los asociados”. Con este decreto buscaba, entre otras cosas,

aumentar las penas para los delitos políticos y otorgar nuevas atribuciones a los militares. Y

bastó que se terminara el año, con la esperada alocución presidencial, para que la historia

29 Ibid. p. 86 30 Ibid. p. 90

33

Page 31: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

del Eme confrontara la nueva política estatal, pero también cambiara su propia historia para

siempre. El amanecer del primero de enero de 1979 fue como pocos porque un comando

del M-19, a través de un túnel construido clandestinamente, desocupó el depósito de armas

del ejército, ubicado en el cantón Norte de Usaquén, en Bogotá.

“Narraba Álvaro Fayad, que el galpón donde se encontraban las armas, mirando a lo lejos

en la noche, parecía una gran ballena azul, de ahí el nombre que los guerrilleros decidieron

colocarle a las acción más osada que hasta el momento realizaban”31. Sin embargo, el

comando superior del grupo decidió que el país conociera esta acción como la ‘Operación

Colombia’, cuya finalidad era armar a las guerrillas móviles, mantener una reserva de

armas y además enviar algunas de esas armas a Nicaragua, con el propósito de apoyar el

proceso revolucionario que adelantaba el Ejército Sandinista de Liberación Nacional.

El plan se llevó a cabo gracias a la construcción

de un túnel que llegó hasta el depósito. Del tema

se encargó Rafael Arteaga y Ester Morón, quienes

arrendaron una casa próxima a las instalaciones

del Cantón Norte y desde allí se apoderaron, entre

el 31 de diciembre y el primero de enero, más de

5.000 armas. Hasta el martes 2 de enero los

militares se dieron cuenta de lo sucedido

y, de inmediato, los organismos de seguridad

lideraron una fuerte arremetida contra la

organización. Se calcula, según datos publicados por Darío Villamizar, que en la primera

semana hubo más de 500 allanamientos a las casas o a los sitios que desde hacía un tiempo

se le estaba haciendo seguimiento. De manera que fue una labor más bien sencilla capturar

un alto número de combatientes en Cali y Bogotá.

Formación militar del Eme. En: VILLAMIZAR,

Darío. Sueños de Abril.

31 Ibid. p. 124

34

Page 32: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

El 26 de octubre de 1979, a las cinco y media de la tarde, frente al Consejo de Bogotá, entre

las decenas de aprehensiones y allanamientos, fue capturada y luego torturada durante 10

días una de las mujeres más emblemáticas de esta organización: Vera Grave. Así lo

recuerda hoy la ex guerrillera: “Me vendan los ojos, me aprietan las esposas, y me quitan

toda la ropa sin otro fin que romperme a punta de frío, cansancio, dolor y humillación”32.

“En la noche de Halloween, llegan dos hombres (…) ponen música rock a todo volumen y

empiezan. Me pellizcan los senos, me abren las piernas, me golpean los genitales (…) y me

meten un palo en la vagina. Sangro y tengo dolores en el vientre por mes y medio”33.

A este tipo de torturas estuvieron sometidos la

mayoría de detenidos. Luego, fueron procesados y

finalmente sentenciados a pagar distintas condenas en

las cárceles del país. Parecía que sus estructuras

estaban desmoralizadas, pero su líder Jaime Bateman,

se dio a la tarea de proteger y recoger tanto las armas

como las personas no detenidas, a fin de recomponer

las estructuras iniciales. De manera que uno de los

grandes objetivos en la VII Conferencia fue actuar a

favor de los presos políticos que, para noviembre de

1979, eran aproximadamente 312. Tanto los reclusos como los militantes que continuaban

trabajando clandestinamente, con el apoyo de otros sectores de la sociedad, comenzaron a

crear un ambiente de intensa actividad política que buscaba no sólo la liberación de los

presos políticos sino la derogación del Estatuto de Seguridad y la defensa de los derechos

humanos.

Vera Grabe. En: VILLAMIZAR, Darío. Sueños de Abril.

32 GRABE, Vera. Razones de Vida. Editorial Planeta: Colombia, 2000. p. 99 33 Ibid. p. 100

35

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Fue entonces cuando el Eme decidió dar un nuevo golpe de enorme trascendencia nacional

e internacional: la toma de la embajada de República Dominicana en Bogotá durante los

actos de conmemoración de la independencia de este país caribeño. La operación fue

bautizada como ‘Democracia y Libertad’. Rosemberg Pabón, Iván Marino Ospina, Eduardo

Chávez y otros.

Miembros del Eme. En: VILLAMIZAR, Darío. Sueños de Abril.

El 27 de febrero de 1980 hacia las 12:02, fue tomada la sede de la Embajada por la columna

Jorge Marcos Zambrano, compuesta por 16 miembros del Eme, de los cuales un poco

menos de la mitad eran combatientes mujeres: Carmenza Cardona, Norma (La Chiqui)

vestida en la siguiente foto recopilada por Darío Villamizar, Gloria Amanda Rincón, María,

Stella, Vicky (la médica) y María Eugenia Vásquez.

El enfrentamiento inicial fue con los guardaespaldas y con algunos soldados, un cruce de

fuego que duró aproximadamente cuatro horas. Tomaron 57 rehenes, entre los que se

encontraban los embajadores de Estados Unidos, el Vaticano, México, Uruguay,

Venezuela, Brasil, Israel, Suiza, Egipto, República Dominicana, Haití, Guatemala, Costa

Rica, Austria y las esposas de cuatro de ellos. Una vez controlada la situación, por

iniciativa de los embajadores se conformó un cuerpo para ayudar a facilitar una pronta

negociación.

36

Page 34: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

La misma noche de la toma se conocieron las exigencias del grupo: garantizar el retiro de

la tropa y que no hubiese intentos de asalto a la

Embajada; que se detuviera la violación a los derechos

humanos y quedaran en libertad todos los presos

políticos de todas las organizaciones; cincuenta

millones de dólares y la publicación de un comunicado

del M-19 en la prensa nacional y en los lugares de

origen de los rehenes.

Las negociaciones empezaron el 2 de marzo en una

camioneta amarilla sin puertas donde se encontraban

los negociadores del gobierno, Ramiro Zambrano y

Camilo Jiménez con Carmenza Londoño, La Chiqui, delegada del M -19.

“Ellos sabían que había hombres y mujeres en nuestro comando y

esperaban negociar con un hombre. Decíamos, mandémosle una

persona dura que los grite, que pelee con ellos, pero también sensitiva,

capaz de desarmarlos. Alguien firme, pero flexible. Mandemos a la

mujer para que vean con qué se van a encontrar. Escogimos a

Carmenza Cardona Londoño, la Chiqui, una compañera bien probada

en la lucha, disciplinada, clara en nuestra concepción política, con

gran experiencia en el trabajo de masas en las barriadas de Cali y con

comunidades indígenas, tierna, alegre, vital ¡y una fiera en la pelea!

(…) Lo que más les dolía a los representantes del gobierno era hablar

con una mujer encapuchada, gordita y bajita (…)”34.

Después de varias semanas en las que la negociación no parecía prosperar, Jaime Bateman

decidió hablar con Germán Castro Caicedo y propuso una negociación en aras de la paz. El

Eme no consiguió sus propósitos iniciales después de 61 días que duró la toma, pero el 34 Entrevista a Rosemberg Pabón , comandante Uno en la toma de la embajada. En: Villamizar. p. 172

37

Page 35: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

episodio terminó el 27 de abril con la participación de tres delegados de la Comisión

Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. Después de recibir una gruesa suma de

dinero, los integrantes del M-19 viajaron a Cuba y, el 20 de julio del mismo año, el

gobierno presentó al Congreso el proyecto de ley No 1 de 1980 por el cual propuso una

amnistía condicional, aprobada ocho meses después en medio de las críticas de los grupos

armados que no se acogieron a la iniciativa. Por el contrario, aumentaron su acción armada.

“La amnistía estaba concebida, los presos estaban libres, pero los tiros continuaban. El

siguiente paso era, pues, buscar el cese al fuego”35.

Las elecciones de 1982 dieron como ganador al dirigente conservador Belisario Betancur,

quien a través de un programa en favor de la paz, anunció el levantamiento del Estado de

Sitio y medidas para la reincorporación de los insurgentes a la vida civil. Fue en medio de

ese contexto en que se desarrolló la Octava Conferencia del M-19, un importante suceso

que marcó el papel de las mujeres dentro del movimiento.

Cuenta Vera Grabe que, en medio de esta conferencia,

el comandante Pablo (Jaime Bateman) provocó una

incendiaria discusión que las mujeres supieron

aprovechar. Opinó, con poca cautela, que “las mujeres

no caben en el ejército porque generan desorden” y eso

explicaba el porqué no había ninguna en ejércitos tan

importantes como el soviético. Las mujeres no tardaron

en citarlo y, a la mañana siguiente, el comandante

‘Pablo’ tuvo que dar una de sus más grande peleas

frente a un ejército armado de rabia y repudio al

machismo.

Gladis López y su hijo Kun. En: VILLAMIZAR, Darío. Sueños de Abril.

35 RESTREPO, Laura. Historia de una traición. Editorial Plaza & Janes: Bogotá. 1986. p. 29.

38

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De este enfrentamiento surgió una de las facetas que más se le ha reconocido al M-19: la de

la inclusión a la mujer. El comandante general, ordenó desde ese momento:

1) La obligación de promover en la fuerza militar una formación que

pusiera énfasis en el aporte de la mujer, en su formación política y

militar, en capacitarla como mando, en hablar de un nuevo tipo de

relaciones entre hombres y mujeres, que superaran el machismo.

2) La no discriminación de las combatientes en promoción, rangos,

tareas y responsabilidades; en el conocimiento de sus derechos y

deberes.

3) Que ningún combatiente puede agredir física o moralmente a su

compañera o hija; ningún mando o combatiente puede abusar de su

autoridad, presionar o chantajear a una combatiente para mantener

relaciones afectivas o satisfacer necesidades personales.

4) La única limitación para la combatiente es no tener hijos mientras

esté en la fuerza militar, tiene derecho a anticonceptivos bajo

supervisión médica, y si hay embarazo por razón imprevista el derecho

voluntario al aborto en los dos primeros meses de embarazo.

5) El derecho de todo y toda combatiente a la vida íntima, si no

interfiere en el desarrollo político y militar y no crea problemas al

colectivo; el derecho de la y del combatiente a escoger su compañero

para convivir, casarse o no, exigir el divorcio, exponiendo sus razones

ante asamblea de combatientes”36.

36 GRABE. Op.Cit. p. 167

39

Page 37: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

Fue, en medio de dicho debate cuando la negra Nelly Rivas y Vera Grabe, fueron

ascendidas al comando superior compuesto por diez hombres más.

2.1.2 Los diálogos y la negociación. El 10 de agosto de 1984 llegó un correo de Álvaro

Fayad contando sobre el proceso de negociación que se adelantaba en la clandestinidad en

Bogotá. Las conversaciones se habían mantenido con Belisario Betancur y su hombre de

confianza, el Ministro de Comunicaciones Bernardo Ramírez. La firma del acuerdo de cese

al fuego tenía fecha: el 14 de agosto, día marcado por tortuosos pasos anteriores como el

asesinato del cofundador de la organización Carlos Toledo en Bucaramanga y el atentado

que sufrió el propio Carlos Pizarro camino a las negociaciones.

Todo estaba listo para la firma, sólo faltaba Pizarro y cuando iba rumbo a Corinto, al lado

de su compañera Laura, pasó al lado de un retén de policías, que asustados dispararon

ocasionando el choque del auto. Pizarro llegó herido y, apenas entró al pueblo con el brazo

vendando y el uniforme ensangrentado, gritó: “venimos a firmar una paz con dignidad”.

En medio de la confusión entró la duda de la pertinencia de su firma. De inmediato se

reunió el comando superior en El Hobo y, rápidamente, se decidió continuar con el plan

inicial y en presencia de la representación del gobierno compuesta por el ministro Bernardo

Ramírez y los delegados Horacio Serpa, Enrique Santos, se aceptó firmar el acuerdo,

exigiendo garantías para las personas que decidieran aceptar el proceso del diálogo

nacional. Corinto se llenó de espectadores ante la magnitud del evento.

Carlos Pizarro. En: VILLAMIZAR, Darío. Sueños de Abril.

40

Page 38: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

“Guerrilleros y guerrilleras parecíamos estrellas de cine (…)

comandante que llegaba era entrevistado (…) La comandante catalina

despertaba mucha curiosidad, por mujer y única jefe guerrillera (…) a

la mayoría de periodistas no les interesaba qué pensaba yo de la paz,

sino qué sentía. Reivindico el corazón como guía de nuestras vidas,

pero las mujeres también pensamos y los hombres también sienten. Al

preguntar si me gustaba maquillarme o si era feliz, su intención era

humanizar los mitos, pero me sentía ofendida porque las preguntas

eran diferenciadas: para los compañeros opiniones sobre el proceso de

paz, para las mujeres las llamadas entrevistas humanas. Hasta que un

periodistas me averiguó una hora sobre gustos y disgustos y me

preguntó si le tenía más miedo a las cucarachas o a los ratones, no me

aguanté y le contesté que por qué no le preguntaba lo mismo a Álvaro

Fayad. (…) Ni siquiera uniforme y charretera salvaban a una mujer de

la concepción superficial existente frente a la mujer: hasta disparar

podrá ¿pero pensar?”37.

El acuerdo se firmó simultáneamente en Corinto y el Hobo, al son del himno nacional y

del himno del M-19. Hasta el momento todo parecía fiesta y celebración. El acuerdo

‘Tregua para un gran diálogo nacional’ no tenía un tiempo determinado y quedaba sujeto a

su propio desarrollo. La comandancia nombró un grupo que viajó a Bogotá a organizar el

diálogo: Antonio Navarro, jefe del grupo, Israel Santamaría, Andrés Almares, Yamel

Riaño, Gerardo Ardila y Vera Grabe. Mientras tanto el resto de la fuerza volvió al

campamento. Sin embargo, poco fue lo que se consiguió con la firma. Mientras Belisario

viajaba al exterior, tropas del ejército cercaron los campamentos de tregua del M-19 y

prohibieron las manifestaciones públicas del grupo. Según lo pactado, la guerrilla debía

retirarse con sus armas y uniformes de Yarumales, por un corredor de seguridad, hacia

Los Robles. Una vez situaron su nuevo campamento buscaron realizar la IX Conferencia,

que finalmente les fue prohibida por orden gubernamental. 37 Ibid. p. 220

41

Page 39: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

De manera que las contradicciones entre ambos mandos aumentaron de tal forma que el 15

de marzo de 1985, los voceros Vera Grabe, Navarro Wolf y Andrés Almarales hicieron

una manifestación de desagravio a la paz en la Plaza de Bolívar y reafirmaron su decisión

de no al desarme . Ese mismo día, El Eme informó el desplazamiento del grupo del

campamento de Los Robles, dividido en tres columnas dirigidas por Carlos Pizarro,

Gustavo Arias y Libardo Parra. Se fortaleció entonces la persecución contra los

campamentos de paz del M-19 instaurados en distintas ciudades del país, así como también

los allanamientos y desalojos para evitar el inminente paro nacional del 20 de junio. Ese

mismo día, el comandante Carlos Pizarro declaró rota la tregua y el inicio de nuevas

acciones ofensivas.

Con esta nueva decepción en la vida de grupo, el 6

de noviembre de 1985 el M-19 concretó uno de los

episodios más polémicos, desatinados y

recordados en la historia contemporánea de

Colombia: la toma del Palacio de Justicia. En

cumplimiento de la operación ‘Antonio Nariño por

los derechos del hombre’, 35 guerrilleros de la

compañía Iván Marino Ospina, quien había muerto

dos meses antes en Cali enfrentando al ejército, se

encargaron de la operación militar, mientras siete

de los militantes se quedaron cubriendo la parte

externa del Palacio. 28 más penetraron a las

instalaciones por el sótano occidental. La reacción

de las Fuerzas Militares no se hizo

Esperar.

La guerrilla, expidió un comunicado en el cual

explicó la toma del palacio como un juicio al

presidente Belisario Betancur y a su gobierno por incumplimientos en el proceso de paz. Al

primero lo acusaron de asumir una actitud mal intencionada en la firma del acuerdo, en

VILLAMIZAR, Darío. “Sueños de Abril”.

42

Page 40: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

razón a los hostigamientos que hizo al grupo durante las negociaciones. Al segundo lo

acusó de impedir la libre expresión de la ciudadanía y de implementar una política social y

económica en detrimento de cualquier intento de paz. En su texto de demanda sobresalían

las siguientes razones del juicio: “No cuestionamos tan sólo la pérdida absoluta de

legitimidad de este gobierno, sino también le disputamos el monopolio de la legalidad: para

que no se siga haciendo mal uso de las instituciones con que las minorías esconden su

naturaleza antisocial; y porque esas instituciones les corresponden a quienes les asiste la

decisión histórica de realizar el sueño de Bolívar en el gobierno que era su ideal”38.

La respuesta de los militares fue

contundente. Al poco tiempo entraron

cinco tanques de guerra a la Plaza de

Bolívar, mientras que varios militares y

policías se ubicaron en las casas

contiguas, en la Alcaldía de Bogotá e

incluso en la Catedral, para recuperar el

Palacio. Después del mediodía, llegaron

los primeros tanques cascabel y urutú,

que fueron ubicados alrededor del

Palacio, con la idea de destruir la entrada. Después de algunas horas, a las 3:45 de tarde se

originó un incendio en el cuarto piso donde se encontraban guerrilleros, magistrados y

civiles. Una nueva explosión se oyó en este mismo piso a las 9:30 de la noche. Pese a la

llegada de los bomberos su intervención resultó inútil pues el Palacio de Justicia fue

consumido por las llamas.

Antes del partir hacia el Palacio de Justicia, Clara Elvira Enciso y Elvecio Cruz se despiden.

Mucho se ha especulado sobre este trágico episodio. Los culpables del hecho, los once

desaparecidos de la cafetería del Palacio de Justicia y la verdadera historia detrás de la toma

aún son enigmas que 22 años después no se han logrado resolver. Lo cierto, es que este

episodio no fue la última tragedia que vivió el país ese año ni el último error del M-19 antes

38 VILLAMIZAR. Op.Cit. p. 429

43

Page 41: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

de entrar en su etapa final como grupo alzado en armas. La masacre de más de 100

guerrilleros en Tacueyó39 (Cauca) por la sospecha de pertenecer a un grupo de infiltrados

del ejército, fue otro hecho que marcaron ese oscuro final del año 1985, definitivamente

lapidario para las pretensiones políticas y militares de la organización alzada en armas.

Así que después de interminables controversias, en mayo de 1988 fue secuestrado en

Bogotá Álvaro Gómez Hurtado, con una exigencia inédita para su liberación, anunciada por

su comandante Otty Patiño en entrevista a Germán Castro Caicedo: generar un nuevo

diálogo de paz. La aceptación de la propuesta por parte de varios sectores de la sociedad

hizo que se realizaran algunas reuniones en Panamá, hasta que finalmente surgió ‘El Acta

de Panamá’, un texto en donde el M-19 se comprometió a liberar a Gómez Hurtado tras

negociar algunos puntos para la consolidación de un acuerdo de paz. El 20 de julio fue

puesto en libertad el dirigente político conservador. Durante su cautiverio se estableció una

estrecha comunicación escrita con el comandante Carlos Pizarro que evidenció puntos de

vista en común, que meses después fueron definitivos para el inicio hacia la paz.

Yamel Riaño, Vera Grabe, Antonio Navarro, Israel Santamaría, Alfonso Jacquin y Gerardo Ardila. En:

VILLAMIZAR, Darío. Sueños de Abril.

39 Se refiere a la masacre que cometieron Javier Delgado y Hernando Pizarro Leongomez contra casi 160 militantes del Frente Ricardo Franco por considerarlos espías dentro de la organización. “'El monstruo de los Andes', como se le conoció a Delgado, torturó a todas sus víctimas con métodos que ni siquiera se conocieron en las sangrientas épocas de la Violencia. Se encontraron cuerpos a los que les habían abierto el pecho, aún con vida, para desgarrarles el corazón. Tres cadáveres de mujeres embarazadas con los vientres vacíos. Varios de esos hombres fueron enterrados vivos. Todos estaban mutilados.” ( Semana. com Diciembre 8 de 2005)

44

Page 42: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

Sin embargo, la liberación de Gómez no fue suficiente para que el gobierno del presidente

Barco aceptara participar en una cumbre de paz promovida en el anexado municipio de

Usaquén para comenzar la negociación. Sólo lo hizo hasta septiembre de ese año, al

presentar su propia ‘Iniciativa para la Paz’, no muy bien recibida entre los grupos

insurgentes del momento. Sin embargo, el entonces senador conservador Álvaro Leyva

Durán emitió una nueva propuesta que complacía las inquietudes del M-19 y de otros

grupos, y posteriormente, sobre todo a lo largo de 1989, previa aprobación de una ley de

indulto por parte del Congreso, y obviamente después de varias reuniones de discusión

política, se materializó la negociación de paz.

El 9 de marzo de 1990 la guerrilla del M- 19 dejó de existir. A pesar de la melancolía que

despertó el final de esta etapa, Carlos Pizarro comenzó a planear una nueva estrategia:

lanzar una lista de mujeres para las elecciones a la Cámara de Representantes. “(…) decía,

éramos más estudiosas, las únicas que habíamos culminado nuestras carreras, y que

haciendo cuentas había por lo menos 20 mujeres con título universitario”40. Vera Grabe,

una vez desmovilizada inscribió su candidatura a la Cámara de Representantes, elección

que ganó dos días después de decirle adiós a su vida como guerrillera.

Bandera del partido Alianza Democrática M-

19. En: Tiempos de paz. Acuerdos en

Colombia, 1902-1994. Museo Nacional de

Colombia, 2003.

Vera Grabe desmovilizada. En: Villamizar, Darío.

Sueños de Abril.

40 GRABE. Op. Cit. p. 364

45

Page 43: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

2.2 ‘PARA’ NO OLVIDAR

El 25 de noviembre de 2003, los espectadores de la primera desmovilización de los grupos

de autodefensa, correspondiente a los integrantes del Bloque Cacique Nutibara de Medellín,

quedaron totalmente sorprendidos. Entre los 874 militantes que dejaron sus armas

aparecieron diez combatientes que no se esperaban. Maquilladas y algo escurridizas entre la

multitud de sus compañeros, pero casi siempre juntas, salieron a darle la cara al país las

pocas mujeres que militaron activamente en este bloque.

“Ese día, mi familia y mi hija se enteraron que yo era de las AUC”, revela Yolanda Meza,

de 57 años y madre de una menor de edad. Ella, al igual que la mayoría de sus compañeras,

le colaboró a los ‘muchachos’-como suelen llamar a los paramilitares- haciendo trabajos

comunitarios y de logística en los barrios de su influencia. “Eso no es una opción de vida

para nadie porque se corre demasiado peligro. Pero si alguien que uno quiere está en eso,

toca apoyarlo”41, asegura Olga, de 26 años, con dos hermanos desmovilizados.

Estas diez mujeres fueron las encargadas de conseguir apoyo dentro de los barrios en

Medellín, escenarios de la guerra que se libró entre el Bloque Metro y el Cacique Nutibara.

En total, se entregaron 623 armas y 4.490 municiones y granadas según datos registrados

por el Alto Comisionado para la Paz. Las armas que se recogieron fueron más del doble que

las que 17 años atrás entregaron los militantes del M-19. Sin embargo, ninguna de esas

armas fue entregada por las mujeres que se desmovilizaron.

Después del acto de desarme, los recién desmovilizados fueron llevados al centro de

convivencia ubicado en La Ceja (Antioquia) donde permanecieron 21 días. Allí les fue

brindado apoyo psico-social, atención médica y se les realizó una evaluación sobre su

situación jurídica. “Yo estaba asustada, que tal eso se acabara y que pasaba con nosotras”,

cuenta Yolanda.

41 VILLA, Olga. Entrevista realizada por la autora el 22 de Septiembre de 2007, Medellín.

46

Page 44: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

2.2.1 Una vieja historia: Primera Parte. El paramilitarismo en Colombia es un fenómeno

complejo que no surge a través de una relación lineal de acontecimientos sino que más bien

es el resultado de múltiples causas que lo configuran.

Uno de sus antecedentes más lejanos se ubica en 1949, en la época de ‘la Violencia’,

cuando surgieron los primeros grupos de autodefensa campesina que buscaban enfrentar la

violencia oficial del momento. Los ‘pájaros’, desde el ala conservadora, fueron uno de los

grupos más representativos de aquel entonces. “Verdaderos ‘asalariados del delito’,

ejecutores de la violencia planificada desde las oficinas, los cargos públicos, los directorios

políticos”42.

Esta modalidad de bandolerismo tardío, como lo clasifican Gonzalo Sánchez y Donny

Meertens, tuvo especial desarrollo en el departamento del Cauca en los años 50 y 60. En

esta región ya era común encontrar grandes haciendas que contaban con servicios de

seguridad privada, para proteger sus bienes y familia de las manos de la violencia, que

muchas veces se originaba desde una nueva generación de ‘pájaros’ formados en las filas

de la Policía que, entre asesinatos selectivos y altas sumas de dinero por sus acciones, se

erigieron como múltiples “asociaciones criminales paramilitares que operaban bajo el

triple estímulo del sectarismo, del dinero y de la impunidad”43.

En la década de los 60 muchos de los bandoleros fueron capturados o asesinados. Sin

embargo, el terror entre los habitantes continuó y en 1962 el ejército colombiano organizó

en el Quindío la ‘Liga de defensa Campesina’ e hizo obligatoria la posesión de armas para

todos aquellos que con sus vehículos transitaran las principales carreteras del norte del

departamento del Tolima. Todo ello, según un coronel del ejército, para “obligar a la

población civil a defenderse a sí misma o al menos a exigirle que no entregue la vida en la

forma lastimosa y cobarde en que lo ha hecho gran número de ciudadanos (…)”44. No se

42 SÁNCHEZ, Gonzalo y MEERTENS, Donny. Bandoleros, gamonales y campesinos. El caso de la violencia en Colombia. El Áncora editores: Bogotá. 7a edición. 2002. p. 159. 43 Ibid. p. 160. 44 Ibid. p. 235.

47

Page 45: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

sabe de mujeres que hayan conseguido ser conocidas como ‘bandoleras’ en este momento,

pero se tiene la certeza de que muchas de ellas participaban como informantes de las

bandas y apoyaban a sus esposos brindándoles los elementos básicos para su supervivencia.

Esta formación inicial de grupos de autodefensa poco a poco se fue transformando en

ejércitos más organizados y amplios que hoy han sido llamados paramilitares. Pero, ¿cuáles

fueron las causas que permitieron que este fenómeno continuara y diera vida a las AUC?

No es sencillo dar una sola razón explicativa de ello, sin embargo algunos teóricos de la

materia como Francisco Gutiérrez y Francisco Barón45 han indicado que el

paramilitarismo en Colombia es un fenómeno que no apareció al azar, sino que recibió el

apoyo sostenido de agentes intrasistémicos que lo ha alimentado históricamente.

Por un lado mencionan las políticas gubernamentales. El gobierno de Guillermo León

Valencia en 1965 con la creación de la Doctrina de Seguridad Nacional, el de Julio César

Turbay, con el Estatuto de Seguridad y la creación de las Convivir en 1994, por ejemplo,

promovieron leyes que llamaron a la población a

que se armara, eso sin contar con que en muchas

regiones los oficiales del ejército han creado,

promovido y protegido unidades paramilitares. De

hecho han sido pocos y recientes los casos en los

que el ejército colombiano y los grupos

paramilitares se han enfrentado.

Fuente: Disponible en Línea:

http://www.talcualdigital.com/Avances/Im

age/paras5.jpg

Otro apoyo importante que mencionan los autores es

el de las fuerzas sociales. “Es prácticamente

imposible, por ejemplo, encontrar un evento de

45 GUTIERREZ Francisco y BARÓN Mauricio “Estado, control territorial paramilitar y orden político en Colombia” En: Nuestra Guerra sin Nombre. Transformaciones del conflicto en Colombia. Coordinadores: Maria Emma Wills y Gonzalo Sánchez. Grupo Editorial Norma, IEPRI, Universidad Nacional de Colombia, VITRAL. Bogotá 2006.

48

Page 46: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

paramilitarismo sin el apoyo firme y organizado de sectores ganaderos”46 y no es de

extrañar si se tiene en cuenta que ha sido un grupo perseguido por la guerrilla y el

secuestro. De hecho un importante porcentaje de los líderes paramiitares y de los políticos

que los respaldan son ganaderos. Por ejemplo, Rocío Arias y Eleonora Pineda, dos ex

congresistas que públicamente han expresado su simpatía hacia estos grupos, provienen de

familias ganaderas.

El tercer aspecto mencionado por Gutiérrez y Barón es el que han denominado “el apoyo

heterogéneo de miembros del establecimiento político”. Es difícil establecer el grado de

apoyo que los grupos paramilitares recibieron de la clase política colombiana, pero no hay

duda de que ha sido por años un sostén importante para la organización. Los paramilitares

no están ligados a la clase política porque se identifican con un color o partido, sino porque

encuentran en algunos políticos puntos en común que les permiten seguir adelante con los

objetivos de la organización. En las pasadas elecciones al Congreso, por ejemplo, se

evidenciaron los estrechos vínculos de los paramilitares con más de un partido y dirigente

político del país.

2.2.2 Una vieja historia: segunda Parte. En 1987 se creó en Córdoba la organización de

Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, ACCU, lideradas por Fidel Castaño. Un

conjunto de grupos provenientes de distintas regiones del país con una estructura de mando

militar y orientado exclusivamente a la defensa de sus intereses. Durante este gobierno, el

de Virgilio Barco, el paramilitarismo tuvo un importante auge y sin embargo para el Estado

y la misma sociedad civil aún no era muy claro su papel.

Su núcleo de origen se sitúo en el Magdalena Medio y poco a poco las estructuras

paramilitares se fueron extendiendo por la región y “llegaron a tener, en determinado

momento, alrededor de cien grupos repartidos en buena parte del territorio nacional”47. A

46 Ibid. p. 274 47 PARDO, Rafael. Fin del paramilitarismo. ¿Es posible su desmonte? Ediciones B, Colombia. 2007. p. 19.

49

Page 47: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

inicios de los 80’s en Puerto Boyacá se financió una serie de escuadrones paramilitares que

expulsaron a las FARC de la región por extorsionar y secuestrar a ganaderos y hacendados

de la región en los últimos años. Muchas de las víctimas de esta expansión paramilitar

fueron obligadas a vender sus propiedades y otras, en su mayoría campesinos, fueron

asesinadas por ser consideradas auxiliadores de la guerrilla. “Su anticomunismo tomó

cuerpo en la eliminación de dirigentes de la Unión Patriótica y de todos los opositores

políticos”48. Y a pesar de su violencia, muchas poblaciones les dieron su aval- incluso

algunos se convirtieron en militantes- por considerarlos la única forma de protección

contra los abusos de la guerrilla. De manera que el crecimiento del poder paramilitar

comenzó a ser alimentado por el dinero que adquirían de la venta de propiedades, por los

pagos que la comunidad les hacía por sus servicios de protección y además por la

financiación otorgada por algunos narcotraficantes.

Desde 1986, Gonzalo Rodríguez Gacha alias ‘El Mexicano’ se encargó de expandir el

movimiento gracias al apoyo que le brindó al MAS (Muerte a Secuestradores) nacido en

1981 tras el secuestro de Martha Nieves Ochoa, hermana de varios capos del cartel de

Medellín. La creación de este grupo permitió que se incrementara el presupuesto, el

armamento y el número de mercenarios a sueldo. “El salario de los patrulleros contratados

por los paramilitares era de 40 mil pesos mensuales en el Magdalena Medio y el Ariari en

1988”49.

La estructura de Puerto Boyacá fue a primera en ser controlada por los principales capos

del cartel de Medellín “y su fase expansiva coincide con la ampliación de los territorios de

los narcotraficantes de la región”50.

Desde este momento empieza una terrible violencia en el país ya que este modelo de

‘protección privada’ comienza a tener réplicas en el Meta, el Caquetá y el Putumayo. En

este último tuvieron origen ‘Los Masetos’, encargados de la protección de laboratorios de 48 Ibid. p. 22. 49 Sánchez y Peñaranda. Op.Cit. p. 430 50 Ibid.

50

Page 48: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

coca, y el asesinato de guerrilleros y líderes de la UP. Paralelamente, Pablo Escobar

desarrolla proyectos paramilitares en Antioquia con el apoyo de Henry Pérez, líder de la

estructura en Puerto Boyacá.

El presidente Virgilio Barco decide crear un cuerpo élite encargado de acabar con esta

amenaza. Aunque no consigue su objetivo fundamental, terminó con Gonzalo Rodríguez

Gacha y derogó la ley 48 de 1968, que autorizaba al ejército a crear grupos de autodefensa.

En su lugar emitió el Decreto No 1194 por el que se establecen penas para quienes

promuevan la creación de grupos paramilitares. Con la llegada al poder de César Gaviria y

su ‘política de sometimiento a la justicia’ se desmontaron varios sectores del cartel de

Medellín y en 1991 se desmovilizaron cerca de 200 paramiliatres. “En el mismo año, el

grupo de Puerto Boyacá, al mando de alias ‘Ariel Otero’ se acogió a la justicia con más de

cuatrocientos hombres y sus armas. Por mediación del obispo de Apartadó, monseñor

Isaías Duarte Cancino, se desmovilizó dentro del mismo procedimiento el grupo del núcleo

de Fidel Castaño, que operaba en Urabá y en Córdoba. Además de entregar seiscientos

fusiles y presentar igual número de hombres ante la justicia, cedieron a la iglesia católica

varias haciendas en esas regiones”51.

Sin embargo, el Estado no consiguió garantizarle seguridad a las zonas que habían contado

con presencia paramilitar y pronto la guerrilla tomó posesión de ellas, además los

programas de reinserción de ese entonces no tuvieron continuidad y tras la muerte de Pablo

Escobar en 1993, se reestructuran los grupos paramilitares y los hermanos Fidel y Carlos

Castaño, que ya habían obtenido apoyo de la elite cordobesa por obstaculizar la presencia

guerrillera en el sector, se apropian de las zonas dedicadas al cultivo de la coca, se

establecen en el departamento de Córdoba, Antioquia y Sucre y fortalecen su presencia en

el Urabá.

Desde este momento los paramilitares se consolidan como un servicio de vigilancia y

promoción de seguridad sobre todo para los hombres de negocios a quienes la guerrilla 51 PARDO. Op. Cit. p. 27

51

Page 49: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

había venido extorsionando, pues la acción paramilitar había demostrado ser muy efectiva a

la hora de expulsar a los frentes guerrilleros en algunas regiones del país que al final se

convertían en territorios armados donde no podía actuar el Estado sino como cómplice de

estos nuevos sistemas de seguridad privados.

Este proceso se fortalece con la creación de las Convivir en 1994 (Servicios de Vigilancia y

Seguridad Privada). Estos grupos autorizados por el decreto 356 se conformaron para

trabajar en zonas donde el Estado se sentía incapaz de garantizar la seguridad. Sin embargo

su accionar no estuvo vigilado por el Estado y por ello le fue fácil convertirse poco a poco

en estructuras paramilitares muy ligadas a las tradicionales.

De manera que en 1998 “…en los once

departamentos más afectados por el conflicto

armado se registran actividades

paramilitares en el 70% de los municipios en

los que fueron creadas las Convivir52.El

fortalecimiento de las ACCU

(Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá),

y el éxito del modelo de Urabá, después de la

muerte de Pablo Escobar y del ‘El Mexicano’, permite que en 1997 las estructuras

paramilitares coordinen sus actividades a través de las AUC (Autodefensas Campesinas de

Colombia) lideradas por Carlos Castaño e Iván Roberto Duque alias ‘Ernesto Báez’.

A partir de este momento su gran proclama será la de trabajar en contra de la subversión

guerrillera bajo una estructura paramilitar, aunque no homogénea, si unificada. Sus

acciones además de las masacres a los supuestos colaboradores de la guerrilla, se

52 RANGEL, Alfredo. Guerra insurgente. Conflictos en Malasia, Perú, Filipinas, El Salvador y Colombia. Intermendio Editores. Bogotá, 2001. p. 66.

52

Page 50: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

caracterizaron por difundir temor entre la

población y por la disputa de territorios que

facilitaban el narcotráfico. De esta forma

inician su expansión territorial entre 1997 y el

2002 haciendo presencia en el Putumayo, en

el Sur de Bolívar, Norte de Santander,

Barrancabermeja, Valle del Cauca, Cauca,

Magdalena, Arauca, Cundinamarca, Cesar,

Nariño y la Guajira. “La acción paramilitar

probó ser un medio eficaz para expulsar a los

frentes guerrilleros en algunas regiones, pero el

costo oculto de esta transformación es la creación de dominios territoriales armados, donde

no puede actuar el Estado sino como cómplice de sistemas de justicia privados”53.

Fuente: Disponible en Línea:

http://www.quiendebeaquien.org/IMG/bmp

_Col_paramilitares.

El crecimiento exponencial de las autodefensas desde 1998 fue consecuencia de su fuerte

relación con la coca. En el 2003 se calculaba que tenían, “según cifras de Carlos Castaño

entre 15 mil y 17 mil hombres en armas y, al menos, 10 mil fusiles de asalto AK-47”54.

Cuadro 1. Evolución de los hombres en armas de los paramilitares 1987 - 2000

53 SÁNCHEZ y PEÑARANDA. Op. Cit. p. 426. 54 PARDO. Op.Cit. p. 33

53

Page 51: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

No obstante, las tensiones dentro de la organización empiezan a surgir y los diversos

intereses a generar fisuras dentro de ésta. La oposición de Carlos Castaño a la participación

de su organización en el narcotráfico y la fricción con los grupos que operan en el

Magdalena Medio (después Bloque Central Bolívar), por su resistencia a un proyecto

integrador, se convierten en los dos ejes principales por medio de los cuales las AUC

pierden su intención integradora, así como también los problemas entre el Bloque Cacique

Nutibara y el Bloque Metro.

Fuente: Disponible en Línea:

http://www.univisiòn.com

Fuente: Disponible en Línea:

http://www.radiomundoreal.fm/.jpg

2.2.3. Adiós a las armas. “Cuando salieron con el cuento de que nos íbamos a

desmovilizar después de tanta reunión y cosas no les creí

mucho”55 cuenta Lady López.

En noviembre de 2002 tres federaciones de autodefensas,

las AUC, el Bloque Central Bolívar,y la Alianza Oriente,

anunciaron un cese indefinido y unilateral de

del presidente Álvaro Uribe para dar inicio a los

diálogos con esta organización.

hostilidades, un requisito exigido por el gobierno

Fuente: Disponible en Línea:

http://unperiodico.unal.edu.co/ediciones/.gif

55 LÓPEZ, Lady. Entrevista realizada por la autora el 20 de Septiembre de 2007, Bogotá.

54

Page 52: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

Mientras tanto se creó una Comisión Exploratoria de Paz que en junio del año siguiente le

presentó al Gobierno un informe donde le sugería el inicio del proceso con las AUC. Los

comandantes de los tres bloques, por su parte,hacían pública su voluntad de dialogar.

En julio del siguiente año se firma un acuerdo tendiente a la desmovilización y se

estableció el 31 de diciembre de 2005 como fecha máxima para ese cometido. El ‘Acuerdo

de Santa Fé de Ralito para contribuir a la paz de Colombia’ contenía diez puntos entre los

que sobresalían aquellos concernientes a la desmovilización. A continuación se reproducen

los aspectos más relevantes del acuerdo:

“2. Las autodefensas Unidas de Colombia se comprometen a

desmovilizar a la totalidad de sus miembros, en un proceso

gradual que comenzará con las primeras desmovilizaciones

antes de terminar el presente año y que deberá culminar a más

tardar el 31 de diciembre de 2005. El gobierno se

compromete a adelantar las acciones necesarias para

reincorporarlos a la vida civil.

5. Crear las condiciones para que en un tiempo prudencial se

concentren-con las

debidas garantías de seguridad- los miembros de las

Autodefensas Unidas de Colombia, en sitios

previamente acordados. La concentración de sus

integrantes incluirá todos los rangos de mando,

disponiendo de las garantías que para tal efecto se

convengan entre las partes. Dichas zonas contarán con la

presencia permanente de la Fuerza Pública”.

Fuente: Disponible en Línea:

http://newsimg.bbc.co.uk/media/i

mages/ diciones/.gif

Fuente: Disponible en Línea:

http://estaticos02.cache.el-mundo.net/

55

Page 53: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

Mientras el acuerdo se hacía realidad, el Gobierno

debía desarrollar un proceso de desmovilización

que materializara lo acordado y que además

evitara la extradición de algunos de los militantes

por medio del proyecto de alternatividad penal,

que entre otras cosas debía permitir que los jefes

de los grupos tuvieran un trato favorable a la hora

de iniciar un proceso judicial en contra de ellos.

De hecho, en agosto de 2003 fue presentado el

Proyecto de ‘Alternatividad penal’ por el

entonces ministro del interior y justicia, Fernando Londoño, en la Comisión Primera del

Senado. Este fue el primer intento del Gobierno por atender las demandas que suscitaba la

reincorporación jurídica de los paramilitares, en donde además fueron definidos los

conceptos de reparación y de reparación simbólica. Los beneficiarios de esta ley no

tendrían que pagar un solo día en la cárcel y además tendrían derecho a penas alternativas,

por lo cual se generó un intenso debate que no permitió validar este proyecto.

Fuente: Disponible en Línea:

http://unperiodico.unal.edu.co/ediciones/Para

militares3.jpg

A pesar de la cantidad de divergencias y contradicciones que se originaron en ese

momento, en noviembre de 2003 se desmovilizó el primer grupo: El Bloque Cacique

Nutibara (BCN) en Medellín.

El 11 de febrero de 2004, el vicepresidente de la

república Francisco Santos de anunció que las AUC

no estaba cumpliendo el cese al fuego. Fue entonces

cuando el Alto Comisionado para la Paz Luís

Camilo Restrepo y la OEA comenzaron a pedir la

concentración de los combatientes para

verificar el cumplimiento de lo pactado. Fuente: Disponible en Línea:

http://static.pagina12.com.ar/fotos//NA19FO

01.JPGg

56

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Cuando se abrieron las sesiones ordinarias del Congreso Nacional en Marzo de 2004 el

Presidente fue incorporando varias de las recomendaciones que otras personas e

instituciones le había hecho respecto al proyecto expuesto el año anterior. Esta

concertación dio origen a un pliego de modificaciones del proyecto original que fue

llamado ‘Proyecto de Ley de Verdad, Justicia y Reparación’. Sin embargo, este nuevo texto

no fue muy bien recibido por las AUC quienes en un comunicado expresaron su

inconformidad.

En julio de 2004 representantes del gobierno nacional y diez hombres miembros de de la

jefatura de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) iniciaron una nueva ronda de

negociaciones sobre la desmovilización en Tierralta (Córdoba). Dos semanas antes el

gobierno había designado el lugar de las conversaciones con el Bloque Central Bolívar56

como Zona de Ubicación (ZDU) de 370 kilómetros cuadrados, según había quedado

estipulado en el acuerdo Ralito II, del 13 de mayo de 2004. “Pues uno medio sabía que

andaban en reuniones y eso pero nada más (…) acá las mujeres sí hacemos los mismo

cuando toca guerrearla de resto no les importamos nada” asegura Lady, desmovilizada del

Bloque Metro.

El sentir de esta joven de 22 años es el mismo que muchas otras mujeres han manifestado

pues fueron contadas las que ascendieron dentro de la organización, y ninguna la que

representó la voz femenina en el momento de la negociación. “Hasta el 2000 fui la única

mujer del Bloque Metro y fui comandante. Después empezaron a llegar unas poquitas pero

no peleaban mucho sino que ayudaban a sapiar al enemigo…eso era lo máximo que uno

podía aspirar” cuenta María Zapata. Se estima que sólo entre el 5 y el 10% de los

paramiliatres son mujeres, la mayoría de ellas llega al grupo por un interés económico o por

un vínculo afectivo a la organización. “Nosotras nos metimos con ellos en parte por lo

económico (…) y nos desmovilizamos por los beneficios que ofrece el gobierno. Tenemos

56 El BCB no forma parte de las AUC. Sin embrago el 31 de marzo de 2004 las organizaciones firmaron un documentos conjunto en donde se creaba un único comité de negociación

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Page 55: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

educación, algo de plata y una vida mejor” asegura Aydé Rivera ex militante del Bloque

Cacique Nutibara.

“Como el año 2004 terminó sin proyecto y sin

acuerdo entre las bancadas parlamentarias, entre

enero de 2005 se hicieron múltiples reuniones en

busca de un proyecto que unificara las visiones del

gobierno y del grupo de congresistas”57 conformado

por Gina Parody, Rafael Pardo, Andrés González y

Luís Fernando Velasco. Finalmente, y luego de tres

meses de debate en el Congreso, fue ratificada la

que sería la Ley 975 de 2005, la conocida ley de

justicia

Fuente: Disponible en Línea:

http://newsimg.bbc.co.uk/media/images/

40330000/jpg g

y paz.

Apenas fue sancionada esta ley, varios sectores nacionales e internacionales arremetieron

contra ésta ya que veían en ella un alto grado de impunidad que favorecía a los victimarios

y no dejaba satisfechos a las víctimas. De hecho la Corte Constitucional no demoró en

expedir la sentencia c-370, que introducía a la ley la obligatoriedad de una confesión

integral.

“Ni el proceso de negociación que adelante el gobierno con el grupo llamado Autodefensas

Unidas de Colombia, AUC, ni la ley de justicia y paz, ley 975, aprobada por el Congreso en

julio de 2005 y modificada por sentencia de la Corte Constitucional, van a terminar con el

fenómeno paramilitar”58. Y no sólo los expertos en la materia como Rafael Pardo lo han

expresado. Las mismas excombatientes hablan al respecto. “Acá uno nunca sabe que va a

pasar. Lo cierto es que estamos en los barrios calmados pero atentos a lo que vaya a pasar.

Donde se acabe el plan para nosotros yo ya estoy lista para volverme a armar”, asegura

Lady.

57 PARDO. Op. Cit. p. 171. 58 Ibid. p. 98

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Page 56: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

3. ENTRE LA MEMORIA Y EL RECUERDO

“Antes no podía hablar. Sentía una cosa en la garganta

que no me dejaba. Lo único que hacía era llorar…

Hoy en día aunque cuento mi historia

y comparto mis recuerdos sigue dolor”.

María Zapata

La historia de vida es una valiosa herramienta que contribuye en el afianzamiento de la

memoria histórica de un país, sobre todo cuando son sus protagonistas quienes recrean con

sus relatos las circunstancias bajo las cuales se desarrolló su vida como combatientes. El

objetivo en este caso es realizar un acercamiento a la experiencia personal de cada una de

las mujeres, saber cómo se cuentan a sí mismas y escuchar un relato construido desde la

subjetividad.

Para llevar a cabo este ejercicio, cada una de las ex combatientes tuvo que acudir a su

memoria, a esa capacidad que tienen los seres humanos para grabar y evocar experiencias

sucedidas tiempo atrás. La memora, le permite a las personas darse cuenta de los cambios

que han sufrido durante un periodo de tiempo, incluso les ayuda a develar las causas por las

cuales sucedieron y por tanto es una manera de guardar y preservar una historia sobre sí

mismos.

Esta memoria estuvo acompañada la mayoría de veces por el recuerdo, que en el caso de las

mujeres ex combatientes es un recuerdo inmaterial. Difícilmente estas mujeres guardan una

foto o un objeto de sus años de militancia por lo que no sorprende que apelen a los

recuerdos que guardan en su cabeza.

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Page 57: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

De manera que estas historias son producto de la memoria y el recuerdo de mujeres ex

combatientes que se atrevieron a contarse a sí mismas. A continuación se presentan voces

de algunas mujeres que aún con cierta dificultad cuentan su propia historia.

3.1 EN LA CIUDAD

Los trabajos en la ciudad son muy distintos a los del campo. Los objetivos pueden ser

plazas, parques, monumentos e incluso todo aquel que transita entre sus calles. De manera

que en estos contextos, “la ciudad es territorio del enemigo”59. Cualquiera persona, sin

importar el momento, puede descubrir el status de combatiente, por eso la importancia de

mantener una estricta clandestinidad y medidas de seguridad. Existe, pues, una alta dosis de

anonimato e individualidad en el trabajo, por ello su relación con el grupo no es tan directa

y en ocasiones es más difícil establecer lazos fuertes con los otros militantes. Sus funciones

son por excelencia el transporte de armas y municiones, la logística de secuestros y robos,

el trabajo comunitario y recolección de mercancía e información.

3.1.1 La soledad de la ciudad. Ana Gómez, ex militante del M-19, dejó las armas en 1990

y decidió comenzar una nueva vida. De joven se entregó a la lucha armada, y hoy, después

de tantos años, se entrega a los jóvenes desmovilizados de las AUC.

“Nací en el campo, en un pueblito pequeño de Cundinamarca, hace más de 40 años. Soy la

quinta del matrimonio. Mis padres se separaron dos meses antes de mi nacimiento. Yo

nunca supe de él. Me cuentan que al año regresó un par de días, pero jamás lo volvimos a

ver. Al cabo de un tiempo mi mamá se casó con otro y tuvo dos hijos hombres. Ahí hubo

una cosa dura, una ruptura con mi mamá. Mis hermanos pequeños eran su prioridad y yo

quedé en segundo plano. Pero lo más difícil era sentir la importancia que les daba por ser

59 TORO. Op. Cit. p. 73.

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hombres y el trato que recibíamos nosotras cinco por ser mujeres. Me costó mucho tiempo

entenderla.

Por esa mala relación me fui de la casa a los 14 años, a buscar a mi hermana mayor a

Bogotá. Ella era empleada de servicio y yo, cuando podía, cuidaba niños. Luego mi

hermana se consiguió un puesto microfilmando en Salvat. Al tiempo me enseñó y a los 17

empecé a trabajar en lo mismo. Fue en ese momento en que me encarreté con el cuento del

Eme. Me fui a vivir con unas primas a un apartamento y uno de los vecinos con los que

parchaba llegó un día con unos pelaos que andaban metidos en ese rollo. A mi me gustó eso

y, sin darme cuenta, me reuní con ellos en las noches a pegar afiches

Todo eso empezó como una aventura más que como un ideal político. Era muy pelada, me

preocupaba por estar bonita, tener mi novio del barrio, bailar. Pero me sentí muy atraída por

la aventura y fue cuando mi vida cambió. Me metí a trabajar con ellos en el barrio Corinto,

cerca de San Cristóbal, hasta que yo misma le dije a los duros que quería militar. Me peleé

con mi novio, con mis primas, con los chinos de los afiches y perdí mi trabajo en Salvat.

Me dediqué de lleno a la vida de barrio.

Me metí en ese rollo cuando comenzaron los diálogos de paz del 84. Fue la época de los

campamentos y me tocó irme a vivir al de Lourdes porque después de todos esos problemas

terminé en la calle. El Eme significaba aventura, yo sabía que estaba en una guerrilla, pero

el asunto de la ideología política no lo comprendía. Es más, yo tenía presente las imágenes

de la toma de la Embajada, de las armas y todo eso, pero la verdad fue que me vinculé

porque no tenía nada más qué hacer, por no tener opciones. O me dedicaba a tener hijos y

marido como todas las mujeres o hacía otra cosa…yo no había estudiado, hice dos veces

segundo de primaria y hasta ahí llegué. Así que mi posibilidad era ser sirvienta en una casa

y era lo último que quería.

Dormía donde cayera la noche, en los campamentos, en casas de gente que nos ayudaba de

vez en cuando o escondida debajo de la cama de mis amigos. No tenía nada, a veces ni ropa

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Page 59: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

para salir. La mejor casa del barrio era la del policía que junto a su mujer eran auxiliadores

del grupo. Nos guardaban propaganda, nos avisaban si iba a subir la policía y nos tenían

comida. Estuve trabajando en barrios hasta lo del Palacio de Justicia. Menos mal porque no

se pasa nada bien. Estarse moviendo, no tener un sitio fijo y sentir que no éramos prioridad

para la organización es difícil de aceptar, eso sin contar con que sobrevivir con un jeans y

unas botas todo el año es algo complicado para una mujer. Me sentía muy poco femenina

por esos días.

De todas formas había cosas buenas. Me acuerdo mucho de un amigo que tuve, fue la única

persona que puedo decir que vinculé al Eme hasta que lo mataron. Él vivía con la mamá y

me llevaba a escondidas a dormir en su cuarto y me tenía comida. Fue un ángel de la

guarda que me encontré en el camino. Una de las cosas más difíciles de vivir así es que

varios hombres se la quieren comer a uno y a la mayoría se les olvida que las mujeres

somos sensibles, nos idiotizamos, nos enamoramos. No piensan que si te seducen es posible

que uno sea más vulnerable de encarretarse, de sentir y querer ese alguien que lo cuide.

Una vez mi mamá vino a San Cristóbal pero no me encontró. Bajé a buscarla y en su lugar

encontré a un primo que se había convertido en policía. Me quedé con él tres días por la

cantaleta que me dio al lado de una de mis hermanas. Medio deserté del grupo y me la pasé

de parche con mi primo y apostamos a ver quién se salía primero. Perdió él. Cuando regresé

ya me estaban buscando. Me acuerdo que el mando me llevó una pipa y me dijo:

“fumémonos la pipa de la paz”. Esa fue la única vez en la que pensé en irme.

Yo estaba entre el trabajo político y militar, ya había tenido entrenamiento, me gustaban las

armas y eso era lo que quería hacer. Pero en febrero del 86 hicieron un allanamiento y de

esa no me salvé…me cogieron presa. Pero en medio de todo eso me alegró porque ya no

tenía que subir a ese hijuemadre barrio que me tenía cansada. Se armó una balacera

tremenda, un capitán salió herido y una señora muerta. Yo me voy corriendo con otra

compañera, que luego mataron, a ver si nos escapábamos pero que va! Se nos pegaron otras

viejas que no estaban armadas y ahí fue cuando nos cogieron. Estuvimos detenidas cinco

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Page 60: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

semanas en el Buen Pastor hasta que nos dejaron ir porque no fue mucho lo que nos

encontraron ¡Como yo no tenía nada¡

La cárcel es dura y complicada, pero nuestra ventaja era que las presas políticas se

respetaban mucho. La primera noche dormí con una compañera del ELN que algo de ánimo

me dio. De todas formas fue una experiencia muy dura porque me di cuenta que estaba

sola. No recibí una sola visita. Es más, nadie se enteró de lo que me había pasado. Cuando

salí ya nunca más me volvieron a mandar a ese marica barrio y me quedé en una estructura

militar en Bogotá cuando nació la Fuerza Nacional de Operaciones60.

Allá la cosa cambió. Ya vivía mejor, aunque lo más tenaz de esta parte fue cuidar a alguien.

Quedarme sola toda la tarde con un detenido. Llegamos a un sitio afuera y otra gente iba a

caer para ayudarme pero nunca llegaron. Me tocó irme a un bosque a cuidar al man con el

susto de que se me rebotara. Me quedé como 14 horas con el detenido. El man amarrado y

yo echándole cuento para que se sintiera amenazado por mí. Menos mal lo hice bien y el

tipo parecía asustado.

Cuando uno es mujer y tiene que hacer un operativo de esos le toca portarse así porque de

eso depende su vida y la de los compañeros. Una de las cosas que aprendí en el Eme es que

el compañero es más importante que uno, si es necesario hay que morir por él. Entonces si

uno es mujer y no es fuerte, pailas, es necesario asumir una posición de poder frente al

hombre. Es difícil ponerse por encima del nivel de ellos, pero es la única alternativa que

tenemos las militantes si queremos surgir. Y no sólo lo comprobé allá. Hoy, trabajando

desde la Alcaldía, con los pelados reinsertados de las AUC confirmo lo mismo.

Deseaba tener una pareja bacana…es lo que siempre he deseado. Tuve una con la que al

final terminamos siendo muy llave porque era un mando mío. Yo lo quiero mucho porque

fue más un papá que una pareja. Luego estuve con otra persona que quise mucho pero fue

60 Estructura que hacía todo lo militar a nivel urbano y que estaba muy conectada con la comandancia general.

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Page 61: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

difícil estar con él. Pertenecíamos a operativos distintos y por motivos de seguridad nunca

nos podíamos ver. Sólo si rompíamos las reglas. Hasta que se llegó la desmovilización me

estabilicé por siete años con otro compañero. Fue una época dura, llena de incertidumbres.

Yo no tenía estudio, casi ni familia, nada. Ahí me tocó empezar de cero entrando a los 30.

Lo primero que me compré fue el objeto que más había deseado en los años de mi lucha

armada: mi cama”.

3.1.2 Todo por la plata. Desde que nació, una sola consigna ha guiado la vida de Ana

María González: sobrevivir. Y para lograrlo esta paisa de apenas 33 años ha trabajado en

todo. Su último cargo: militante del bloque Cacique Nutibara de las AUC.

“Un día el hambre fue tremenda. Mis hermanitos, el uno de cuatro años y el otro de dos,

lloraban pidiéndome comida. Como la mayor no estaba en casa, me quedé cuidando al resto

y me puse a rebuscar en cada cajón que veía, a ver si encontraba alguito pa’ darles. Hasta

que por desgracia vi un paquete de pastas y me puse a hacerlas. Prendí el fogón, descargué

en el suelo la lámpara de petróleo y, de repente, se me prendió todo el vestido. Encendida

en llamas atravesé un alambre de púas del desespero para meterme en un tanque lleno de

agua donde las llamas se multiplicaron en un abrir y cerrar de ojos. Me quemé toda…el

abdomen, los brazos, las piernas. Apenas tenía seis años.

Tenía quemaduras de tercer grado. Me llevó a la clínica una amiga de mi mamá, porque la

vecina dueña del tanque no hizo nada. Mientras yo gritaba y me revolcaba pasando

alambres de púas pidiendo ayuda, ella ni se inmutó. Mi niñez fue dura, demasiado dura

diría yo. Mi papá nunca supo de mi existencia. Mi mamá tenía a mi hermanita mayor de

bracitos cuando lo conoció. Ella estaba sola, mojada en la calle y desesperada con su bebé.

En esas, un señor que la vio le ofreció estabilidad por una noche en hotel y ¡claro¡ se tuvo

que acostar con él y de ahí salí yo. Luego mi mamá conoció otro señor que es mi padrastro.

Con él sigue ahora. Le ofreció ayuda y tuvo cuatro hijos con él, pero siempre nos dio mala

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Page 62: LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX ...

vida. Llegaba borracho y le daba a mi mamá, nos dejaba sin comer y mi madre tenía que

salir corriendo a buscar trabajo en casas de familia para llevarnos cualquier cosita.

Estuve en tratamiento mucho tiempo y por eso no pude terminé mi estudio, mejor dicho

casi ni empezarlo. Con el tiempo, el tratamiento fue mostrando resultados y mis heridas

empezaron a cicatrizar. Lo único triste fue que los médicos me aseguraron que nunca iba a

tener una familia. Y como es la vida, apenas cumplí 15 años conocí al papá de mis hijos, un

desmovilizado de las milicias populares que vivía en mi mismo barrio, en Aranjuez, acá en

Medellín. Gerardo Alfonso Moreno era el nombre de mi marido, seis años mayor que yo.

Llevamos un noviazgo de año y medio hasta que nos casamos y tuve mi primer hijo, Jason,

el mayor, que hoy tiene 17 años. Al Gerardo lo buscaban mucho para matarlo, incluso

cuando fuimos novios le tocó esconderse en San Andrés un rato, a ver si se enfriaban las

cosa.

Vivimos ocho años juntos y tuvimos tres hijos. El segundo a los ocho meses, y la tercera a

los cinco años. Éramos felices, casi ni nos afectaba la pobreza. Lo importante era verlo a él

trabajando y ahorrando lo poquito que nos quedaba para comprar una casita algún día. Él

andaba en cuentos raros, pertenecía a una banda que cuidaba el barrio para que otros no

atacaran los buses. Y cuando se desmovilizó, comenzó a trabajar de vigilante con su

pistola, su uniforme y todo… pero no fue suficiente su buena intención de cambiar. Me lo

terminaron matando cuando la niña apenas tenía un año y tres meses. Y sabe por qué. Por

un arma, un ex compañero de las Milicias Populares se puso a pedirle la pistola hasta que le

disparó.

Yo intenté demandarlo, pero me daba mucho temor que me mandaran matar y quedaran

mis hijos solos. Apenas enviudé me fui a vivir con mi mamá porque no tenía para donde

coger. Era un ranchito hecho con tablas al lado de una cañada donde apenas se subía el

agua todo se volvía tragedia. Yo le dije a mi mamá que nos fuéramos de ahí y que le

ayudaba a pagar el arriendo en el mismo barrio. Eso es lo que hemos hecho durante todo

estos años: pagar rentas y mudarnos cada rato.

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Sola contra el mundo. En esa época la guerra era una cosa muy horrible, así que me

tocó empezar a frentear la situación a mi sola. Empecé a trabajar en lo que tocara, en

prostitución, en casas de familia, en bares… en lo que fuera con tal de no dejar morir de

hambre a mis hijos. Seguí adelante hasta que me metí con ‘los muchachos’ para que me

echaran una manito. Me vinculé con ellos después de ocho años de haber perdido a mi

esposo, ya era demasiada mi desesperación. Me metí con los muchachos porque me daban

platica. A mí, siendo sincera, me motivaba la parte económica y con el tiempo aprendí a

disfrutar su compañía. Pero no crea, yo sí pensaba que me podían matar y que iba a dejar a

mis hijos solos, pero uno, sardina, no piensa en nada y va es pa’lante. Y como nadie más

me ayudaba, más me comprometí a apoyarlos.

Eso de la vida fácil no tiene nada de cierto. Uno trabajando en casas de familia y en bares lo

único que gana son malos tratos. En cambio ellos me daban buena platica y me trataban

muy bien. Era una vida más relajada, dormía hasta tarde, me levanta y luego me iba con

ellos. Mi trabajo era básicamente guardarles las armas. A veces tocaba disimular y ayudaba

a otras señoras con actividades para los niños, los ancianos y esas cosas. Pero la verdad era

que yo tenía que estar pendiente de la ley, impedir que los cogieran sin despertar sospechas.

No era un trabajo fácil, porque implicaba mucha cosa, mucho peligro, pero a mí me gustaba

ese miedito, esa emoción. ¡Ave María¡ eso era muy rico.

Algunas veces, cuanto la cosa se calentaba, ni modos, tocaba usar el arma. Eso no me

gustaba pero pues uno en lo que piensa es en sobrevivir: Son ellos o soy yo. Casi siempre

eran unas balaceras por la noche ni las hijueputas, pero gracias a Dios nunca me pasó nada.

Trabajé durante tres años con ellos. Siempre en el Bloque Cacique Nutibara acá en el

barrio. Obviamente me terminé involucrando en el grupo porque me junté con uno de ellos.

Vivimos juntos por un año y tuvimos una niña, pero como todos los hombres, me dejó por

otra y hoy no me da un peso. Pero igual, yo seguí firme con ellos. Por un lado porque mis

hermanitos trabajaban allá y, de alguna forma, también había que cuidarlos. A mí me

querían y me respetaban, será por eso que nunca me ofrecieron irme al monte porque capaz

que me iba con ellos.

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Sin embargo, como todo en la vida, si usted se porta mal pues le va mal. Y esa no es solo la

ley de ellos, es la ley de la vida. Si la cagó, pues aguántese el regaño. Cuando eso pasaba

me daba mucho miedo, pero como tenía a mis hermanitos, pues me trataban con un poquito

de consideración. Por eso cuando había bala, me tocaba cubrirlos y cuando no, trasportaba

las armas. Las guardaba en cualquier parte y pasaba tranquilita frente a la ‘tomba’ porque

en el barrio respetan a las mujeres. Les tienen prohibido que nos requisen. Entonces la

vuelta era facilita. Lo que hacían los muchachos era mirar entre las que ayudábamos, cuál

era bonita y bien presentada para esas misiones. Tampoco se podían ‘voletear’ escogiendo a

una que se pusiera nerviosa y soltara el cuento.

Mis hijos no sabían en lo que andaba metida. Mi madre sabía más o menos e intentaba

aconsejarme: “Mija un día de estos me la van a matar”. Pero que va, uno en esa loquera en

la que anda metida no piensa bien las cosas, mucho menos en la mamá y en los hijos. Mi

chinitos se vinieron a enterar el día que me desmovilicé y sabe que me dice el mayor:

“Mamá, usted está recibiendo plata ahí sentada. Si yo hubiera sabido eso me hubiera ido al

monte”. Escuchar eso fue muy doloroso. Uno la pasa bueno en medio de todo, pero es una

experiencia muy dura y sobre todo peligrosa. Además lo aleja a uno de su casa. Yo me

pongo a reflexionar y a veces no puedo dejar de sentirme culpable porque mi hijo mayor

está tirando vicio, no estudia, no hace nada, es un rebelde. Y eso duele, duele mucho.

Mi hija menor tiene siete años. La veo crecer y me siento mal porque nunca le he podido

ofrecer nada bueno. Ahora, con la reinserción, pensé que las cosas iban a cambiar pero no

tanto. Yo no quiero tener más hijos, así me vuelva a enamorar, porque la vida que nos ha

tocado ha sido muy difícil y yo no quiero verlos más en este mierdero. Mientras estaba con

los muchachos no me sentía avergonzada. Pero apenas salía a la calle sola, las miradas de la

gente recaían sobre mí, con críticas, con rechazo. Escuchaba cuchichear a los vecinos que

decían: “Vea a esta, toda alborotada, con armas, creyéndose un macho y sin cuidar esos

niñitos”. Me parecía injusto, nadie tiene idea de la historia que uno trae. Aún hoy, en el

mismo barrio de siempre, donde saben que me desmovilicé, siento las mismas críticas.

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La desmovilización me ha traído cosas buenas pero todavía no es suficiente el apoyo del

gobierno. Al principio me prometieron una casa y yo feliz porque ese ha sido mi sueño. De

eso hasta el momento no he visto nada, pero bueno tengo educación. Aunque lo de la casita

si es algo muy importante. Desde la desmovilización me he tenido que trastear unas 20

veces, no por mala paga sino porque llegan los dueños, venden la casa, que toca cambiar

algo. Esta es una inestabilidad muy berraca y con mi hijos me da un pesar. Ellos me dicen,

“ma, porqué nos cambiamos tanto”.

Ser mujer hoy. No me da miedo decir mi nombre. Me llamo Ana María González,

tengo 33 años, llevo más de tres desmovilizada y no he podido pasar a un grado superior.

Llevo en cuarto como dos años porque no me entra nada. Todo se me olvida al ratico. Yo

me esfuerzo por pasar, porque si no llego a noveno no me van a dar trabajo. Soy papá y

mamá a la vez, pero no gano doble. Yo pienso que las mujeres tenemos más necesidades

que los hombres y casi nadie se fija en eso. Ellos son más tranquilos, uno es más

responsable y vive su vida exclusivamente por las necesidades de sus hijos. Es muy

regularcito el hombre que se preocupe por su casa y sus hijos. Una mujer siempre lo va

hacer, no importa en que cosas ande, ni siquiera si está lejos de ellos. Uno jamás olvida que

parió a un hijo.

Y es injusto. Yo pienso que la responsabilidad debería ser la misma, pero no. Véame a mí,

y a casi todas las que nos reinsertamos…solas y criando hijos. Por ejemplo, el papá de mi

última niña no responde por ella. Lo demandé y se supone que me tiene que colaborar con

$60.000 al mes, pero nunca lo hace. Si acaso me da $20.000 o $30.000 con insulto de por

medio. Es como si uno siempre terminara debiéndole a alguien. Yo no sé porqué es tan

duro ser mujer. Mi experiencia me hizo pensar de forma diferente y ahora soy más

responsable. Allá me tocaba ser fuerte y ahora me da nostalgia. Allá no podía dejar que el

pesar se me notara porque me decían que era una vieja floja y cobarde. Tenía que demostrar

fuerza, mi berraquera, ser dura como ellos, así por dentro estuviera destrozada. ¿Y sabe

qué? Aprendí a hacer mi papel muy bien, soy buena para eso, para guardarme todo lo que

tengo y entrar en acción.

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Allá uno tenía que obedecer, porque si no, solo me ganaba problemas. Acá, en el proceso

de reinserción, la situación es la misma. Los desmovilizados vivimos bajo amenazas. Si uno

deja de venir a estudiar pierde la ayuda o le descuentan plata. Eso es muy maluco y es casi

lo mismo, o yo lo veo igual. Por lo menos allá hacía algo, era mi empleo porque en este

mundo si usted no trabaja no le pagan. Y a los desmovilizados nadie los contrata, pero en

esta vida lo que mueve todo es la plata”.

3.2 EN EL MONTE A diferencia de la vida en una ciudad, las mujeres que luchan desde el monte están

obligadas a una vida en comunidad y su aislamiento es distinto. Son nómadas por

excelencias y las condiciones materiales dejan de importar. Lo que podría ser su hogar lo

llevan a espaldas cada vez que dejan un sitio. Desarrollan una cotidianidad que le presta

gran atención al entrenamiento físico con un orden rígido y difícilmente alterable.

3.2.1 “Mi Comando”. Fue una de las mujeres más temidas y de más alto rango de las

AUC. Desde los 11 años militó en esa organización armada y durante la mayor parte de su

estadía con el grupo fue la única mujer. Esta es la historia de María Zapata, una ex

comandante de las AUC que dejó las armas por la maternidad”.

La mañana del 24 de octubre de 1993 no fue como Maria la esperaba. No hubo fiesta ni

regalos y mucho menos ponqué de cumpleaños. En su lugar, recibió un arma y expresas

instrucciones para su primer combate. Tenía 13 años y durante todo ese día tuvo que

permanecer escondida entre los cientos de cadáveres que la rodeaban, con la esperanza de

salvarse de un destripador que, desde hace horas, tenía amenazada a ella y a sus demás

compañeros, y que gritaba desaforado: “¡Salgan perros, salgan que no les va a pasar nada

distinto de lo que le voy a hacer a este hp¡”, gritaba a los pocos sobrevivientes del combate,

el comandante del Bloque Teófilo Forero de las FARC.

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Maria, debajo de dos cuerpos para disimular su agitada respiración, se resguardó a tan solo

un par de metros del horror, de un brutal episodio que sigue recordando como la peor

experiencia de su vida durante su militancia en los grupos de autodefensas. Con odio y furia

incontrolable, el comandante guerrillero, de escasos 35 años, decidió buscar, uno por uno,

los pocos cadáveres de los militantes que pertenecían a su organización. Los que no

pertenecían a las Farc, decidió patearlos uno a uno o pegarles un ‘tiro de gracia’ para no

tener dudas de la muerte de sus enemigos.

De repente, encontró entre los cadáveres a un compañero de Maria que entre impávidos

sollozos empezó a implorar por su vida. No tenía ninguna herida, apenas unos rasguños

visibles en el rostro y en las manos. Pero la buena suerte hasta le llegó hasta ese momento.

Todo se acabó en el instante en el que el comandante guerrillero lo encontró y decidió

torturarlo, cortándole poco a poco las extremidades de su cuerpo. Sus gritos y su llanto

poco conmovieron a su victimario, sólo consiguieron delatar el temor de otro par de

combatientes que tampoco sobrevivieron a su angustia.

Al final de la jornada, después de dos días de combate, la zona fue cubierta por helicópteros

del Ejército que lograron ahuyentar a más de 4.000 miembros de la guerrilla que dieron de

baja a 200 combatientes de las autodefensas y un alto número de militares. Ese día, Maria,

o ‘Gaviota’ como fue conocida entre sus compañeros de armas, literalmente murió y volvió

a nacer. Y como ella hoy lo relata, “para que Diosito le diera otra oportunidad”, rezó cuanta

oración recordaba y prometió, con una devoción que ni ella misma se conocía, que jamás

permitiría una tortura de ese tipo, así le costara su propia vida.

Tres años más tarde, luego de patrullar más de ocho días una zona, Maria volvió al

campamento con su ejército a descansar y se encontró con la escena menos esperada: un

comandante de las AUC torturando a un joven campesino. De inmediato recordó el

episodio del guerrillero. “Yo me le alcé y le dije: ¿vos es que sos marica o que, poner la

gente a que mire una cosa como esa? (…) usted que me forma un pelado más pa’ que vea

eso y nos damos candela. Di la vuelta y siento los tiros en los pies… me volteo y le digo,

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sabe que gran malparido, no te hagás matar, si van a matar a este man mátenlo pero no

delante de toda esta gente. En esas cogí mi fusil y le pegué un tiro en la cabeza al

muchacho y le dije al muy machito: ¿lo vas a seguir torturando malparido?”.

El nacimiento de una ‘Gaviota’. Maria poco sabe de su nacimiento. Dice que nació en

Tierralta (Córdoba) porque es la versión más creíble de las que ha oído. Según le contó su

madre adoptiva, una joven mujer de esa región la abandonó frente a una hacienda familiar

en Antioquia a los tres días de nacida. El dueño del predio, un prestante hacendado de la

zona, padre de 17 mujeres, acogió a la recién nacida y la puso bajo el cuidado de su única

hija soltera y sin hijos: Maria, su madre de crianza. La finca quedaba a las afueras del

municipio de Anorí y pertenecía a la familia Zapata, que para ese entonces gozaba de muy

buena posición económica y prestigio entre los habitantes del pueblo, de manera que a

Maria nada le faltó, ni siquiera lujos.

Sin embargo, nunca se sintió muy bien recibida entre su propia familia. Ni su prima Lucía,

seis años mayor, con quien a ratos jugaba, disimulaba el rechazo. Su única distracción en

aquel mundo ajeno era el campo. Desde que aprendió a caminar, no hubo éxtasis más

grande que recorrer las praderas y cultivar yuca y caña al lado de su único amigo: el abuelo,

un hombre que la quiso como el hijo hombre que nunca tuvo y que le enseñó a mandar.

Quizás por eso desde niña ha tenido una mirada penetrante y ha sido evidente su

imponencia a la hora de hablar. Con el correr de los años empezó a llevar las cuentas de la

finca y se posicionó como jefa de los trabajadores, hasta el día en que su abuelo falleció.

En su inesperado testamento, dos de las fincas fueron repartidas entre la familia, pero la

tercera, la más codiciada por los Zapata, fue heredada a Maria, con 10 bestias y 18 reses

más. A sus familiares les pareció inaudita la decisión del fallecido abuelo y, extrañamente,

a los dos meses, Maria fue secuestrada por las FARC. Los primeros tres meses de

cautiverio fueron soportables, pero los tres siguientes su peor pesadilla. En vista de que

nadie pagó por su libertad, Maria se convirtió en un estorbo con el que los guerrilleros

debían acabar. Un día decidieron matarla y se la llevaron a una carretera para entregarla a

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un comandante que debía deshacerse de ella. Sin embargo, el plan no salió como estaba

planeado y el destino de Maria cambio radicalmente.

El comandante no pudo cumplir el encargo de matarla porque un grupo de las Convivir

atacó a su grupo. Sin embargo, el captor, consciente de la situación, decidió acabar él

mismo con la vida de su víctima. Por eso, entre el éxtasis y la furia de sus golpes, comenzó

a despojar a Maria de sus prendas hasta que consiguió abusar de ella. El grupo de las

Convivir logró rescatarla y asesinó al violador. Inconsciente y desnuda, Maria conmovió al

temible Comandante Rodrigo ‘Doble Cero’, y desde entonces no se separó de ella. ‘Doble

cero’ no descansó hasta verla recuperada y la protegió incluso de la familia Zapata, que

dedujo fue autora del secuestro. El primer recuerdo de Maria cuando recuperó el sentido

fue haber visto a ‘Doble Cero’ abrazándola mientras le decía: “Ay mi niña, tu eres mi

gaviota, mi gaviota herida”.

Una mujer de monte. Fueron pocas las semanas en la que ‘Gaviota’ soportó estar lejos

del campo. Apenas tuvo fuerzas suficientes para correr, empezó su entrenamiento como

cualquier otro miliciano. Fue la única mujer en el Bloque Metro por más de siete años y su

único acercamiento al mundo femenino fue gracias a ‘Doble Cero’. Mientras ‘Gaviota’

prefería no salir a permiso como los demás combatientes y prefería seguir entrenando cada

día con más fuerza, su ‘papá’, como califica hoy a “Doble Cero”, cada vez que podía

visitaba el pueblo más cercano, urgido por comprarle a su hija perfumes, cremas,

maquillajes y hasta toallas higiénicas. “El fue el que me enseñó a utilizarlas, yo le decía: no

papá que es esta vaina, pa’ que sirve, por qué lado se pone”.

A los 14 años, ya le habían entregado la comandancia de 200 hombres porque ‘Doble Cero’

había sido herido y no podía salir a combatir en la zona. Entonces formó a los muchachos y

les dijo: “quiero que sepan y entiendan que les voy a asignar a un comandante que tal vez

los va a sorprender demasiado pero la van a respetar tanto como a mí, y sepan que si se

meten con ella se meten conmigo”. Muchos pensaron que por culpa de esa niña iban a

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morir pronto. Otros que Gaviota no era la hija sino la ‘moza’ de ‘Doble Cero’ y el resto

simplemente acató la orden para no meterse en problemas con la jefatura.

Con el tiempo, la comandante ‘Gaviota’ pasó a ser más temida que su propio padre. Ningún

hombre se acercaba a ella, no sólo por el temor que inspiraba sino por su templanza y su

coraje. Meses después, durante un gran bacanal que se armó en el bloque por la celebración

de 15 años de su comandante, un grupo de nuevos jóvenes llegó al campamento de

entrenamiento para que su profesora ‘Gaviota’ los formara en el manejo de granadas de

mano y morteros. Y ella, en la fila se fijó de inmediato en un joven de tez morena que

poco se diferenciaba de los demás. Sin embargo, súbitamente ‘Gaviota’ expresó: “Papi,

llegó mi marido, y si este man no es mi marido primero lo mato antes de que me lo quiera

otra”. Y lo dijo en voz alta para que la oyera el nuevo miliciano.

Ricky se sintió sentenciado. Hoy recuerda que le temblaban las piernas en aquel instante y

que ni siquiera tuvo valor para subir la mirada. Lo único que atinó a decir ante semejante

declaración fue: “Mi comando no diga esas cosas, usted es mucho para mí”. ‘Gaviota’, a

pesar de la fama de recochera que tenía entre sus compañeros y que le servía para esconder

la tristeza que le producía sentir que jamás podría estudiar, ni casarse, ni tener un hogar

normal, nunca se había dado el gusto de tomarse cosas a la ligera. Por eso, a pesar de la

sorpresa de todos, ese día habló en serio.

A pesar de que duraron varios años sin permanecer en el mismo campamento, ‘Gaviota’

siempre supo que estaba dispuesta a cumplir su promesa con Ricky. Y se casaron la única

vez que pudieron verse dos años después. Sin embargo, meses más tarde, ya embarazada,

un día regresó a buscarlo porque sospechaba de su infidelidad. Y lo que sucedió, ella

misma lo relata “El tipo estaba en un chocita en una hamaca con la vieja, yo estaba al

frente. Y le dije ¡felicitaciones¡ así lo quería ver, mientras su mujer aguanta frío, usted aquí

buscando compañía… y los prendí a plomo a los dos. Hasta le di al comandante del

campamento por ser un malparido alcahueta”. No murieron pero supieron de su carácter.

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Completamente destrozada y con cinco meses de embarazo, “Gaviota” alzó por primera vez

vuelo de las autodefensas. Aceptó llevar 30 kilos de cocaína, tres fusiles, una granada de

mano, dos pares de botas, dos granadas de mortero, una pistola y dos camuflados en un bus

rumbo a Manizales, a cambio de 10 millones de pesos. Desafortunadamente para ella, el

Ejército paró el bus y cuando un militar la requisaba le dijo: “Entrégueme su cédula de

verdad. Usted es Maria Zapata”. De inmediato, fue llevada a la estación de Yarumal, donde

fue procesada y condenada a 32 años de cárcel. Allí nació su hija Yamile, pero fue poco el

tiempo que compartieron juntas pues el Bienestar Familiar se la quitó y se la entregó a

Gloria, su madre de crianza. No volvió a ver a su hija sino diez años después cuando ya

estaba desmovilizada.

“Por siempre será mi comando”. A punta de apelaciones y gracias al trabajo de su

abogado, ‘Gaviota’ consiguió salir de la cárcel con libertad condicional después de cinco

años. Hoy recuerda esa época como una de las más difíciles de su vida por los abusos que

recibió, iguales o peores a los que experimentó en la guerrilla. “Yo llegué nueva y las

presas me cogieron de trapito cocinero, había que tenderles las camas, limpiarles los

zapatos. Había una guardiana y le fascinaban las mujeres a la desgraciada y me la tenía

montada, me jalaba por el pelo hasta que un día le metí un revolcón y me metieron dos

meses completicos a la celda de castigo, ahí me empezaron a respetar un poquito… es que

conmigo nadie se metía¡”.

Durante ese tiempo, sólo pudo comunicarse con Ricki a través de cartas. Era muy peligroso

que la visitaran. Cuando quedó en libertad fue recogida por sus compañeros y se reintegró a

la lucha. Según ella, volvía a nacer, así como su relación amorosa. Desde ese momento

rodó de bloque en bloque, también para protegerse porque las cosas dentro de las AUC ya

no andaban muy bien. Perdió contacto con ‘Doble Cero’ y sólo volvió a saber de él cuando

lo asesinaron. El ambiente se puso pesado y muchos, por temor a correr la suerte de ‘Doble

Cero’, votaron a favor de la desmovilización. “Yo tenía cinco meses y medio de embarazo

cuando tuvimos un combate y me rodé por un cerro. Nadie me había querido decir que nos

desmovilizábamos a los dos días porque el comandante Picapiedra quería que me quedara

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encargada de las cosas. Pero apenas me hicieron la cesárea un compañero me visitó y se le

salió el dato. Con la herida de la cesárea fui, canté el himno, di mi nombre para lo de la

cédula y me devolví al otro día al hospital por mi muchachito, porque se me estaba

muriendo”.

Ricky había tenido una hija con otra mujer, pero eso no fue obstáculo para que formara un

hogar con Maria, ya en la civilidad y en la desconocida Medellín. La idea les sonó y con

entusiasmo se vincularon al programa de reinserción, empezaron a validar el bachillerato en

un colegio exclusivo para reinsertados y alquilaron una casita en La Sierra. Sin embargo, la

vida familiar se acabó pronto. Ricky ya no vive con ella debido a la demanda que Maria

interpuso en su contra después de que él la agrediera violentamente en varias

oportunidades.

Y es que salir del monte y enfrentarse a ser una mujer de ciudad, ama de casa y madre

cabeza de hogar no es fácil. Según ella misma, es el combate más largo y difícil que ha

tenido que enfrentar. Por ejemplo, el primer día de clase, con algo de nervios y las ansias

normales por la novedad, se acercó a la oficina de la directora y le preguntó: ¿Esta ropa si

me queda? ¿Me sale? ¿Así se visten las mujeres de por aquí? La cotidianidad era distinta y

hoy lo reconoce: “Hasta antes de la desmovilización yo era más machista que cualquier

hombre. Pensaba lo mismo que ellos, que las mujeres están sometidas a los hombres. Eso

sí, nunca me tocó cocinar, ni en las AUC ni en mi casa. Incluso mandaba a que algún

compañero cocinara el arroz. Con decirle que todo el tiempo que me puse camuflado

siempre usé bóxer o calzoncillos de hombre, nada de mujer”.

Desde el primer día, tanto los profesores como los miembros del equipo de ayuda sicosocial

del programa de reinserción de la Alcaldía de Medellín, se dieron cuenta que les esperaba

un gran trabajo con Maria. De hecho, la ayuda que hoy le brindan busca hacer de ella una

mujer y una madre capaz de trasmitir el mundo femenino a sus dos hijas. “Es que no se

imagina por las que he pasado. Mi niñas me dicen juguemos a las muñecas y yo ni sé de

qué me están hablando y yo quiero aprender, no quiero verme extraña al espejo cuando me

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maquillo o me arreglo y que mis hijos me digan que soy otra (…) pero quiero seguir siendo

fuerte, me da una rabia pensar en todo lo que me respetaban allá y todo lo que hizo ‘Doble

Cero’ por cuidarme para que ahora mi propio marido me coja a golpes”.

Hoy, Maria se pregunta si su decisión fue acertada. No deja de imaginar como sería su vida

si aceptara alguna de las propuestas que ya le han hecho para devolverse al monte. Nunca

imaginó pasar hambre y muchos menos estar herida por los golpes que le propicia el único

hombre que ha amado. En las AUC jamás una bala rozó su cuerpo, las únicas veces que

resultó lesionada fue por cuenta de la onda expansiva que producen las granadas y

provocan un repentino impulso de vomitar sangre por la boca.

Pero mientras le sigue dando vueltas al asunto, ‘Gaviota’ o Maria, todos los días camina

más de dos horas desde su casa hasta el colegio para ahorrar platica, pensando en la lección

que la profesora de sexto grado le evaluará o en la tentadora idea de regresar al monte,

ponerse sus camuflados, empuñar un arma y olvidarse de los tacones y las faldas que no

consigue dominar. Cuando llega al colegio, todos saben quién es. No sólo una de las

mejores estudiantes, disciplinada y responsable, sino una de las personalidades más

respetadas de las AUC. Cuando el desorden de sus compañeros no le permite atender a

clase, sus órdenes y gritos no se hacen esperar. Y después de su expresa orden de silencio,

todos responden al unísono: “como mande mi comando”.

3.2.2 Una madre de armas tomar. Su lucha por sus ideales políticos no terminó con el M-

19. En las pasadas elecciones, como candidata al Consejo de Bogotá, Alix María Salazar

demostró que su compromiso político no se ha desvanecido con el tiempo.

No bastaron los casi 10 años de experiencia en la lucha armada para escaparse de las balas.

Alix María sólo consiguió esquivar unas cuantas que la persiguieron desde muy temprano

en la mañana. Al caer la noche, el cansancio y la fuerza del enemigo la vencieron y sin

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darse cuenta se vio abandonada en un andén con una herida de bala profunda en su

abdomen bajo, que amenazaba con arrebatarle el último soplo de vida.

No era la primera vez que Alix sentía que se iba. De hecho, cada vez que pasaba por una

situación similar no se preocupaba y cerraba sus ojos con ese aire de alegría que sólo

produce la satisfacción del deber cumplido. Pero en esa oportunidad las cosas cambiaron.

La muerte se convirtió en vació y las ganas de vivir en un profundo deseo. En ese instante

supo que no podía morir sin cumplir su más profundo sueño: ser madre.

“A veces la lucha no lo deja pensar a uno en eso. Pero apenas me di cuenta que se me

escapaba la vida noté cuánto deseaba un hijo... no lo había notado porque vengo de una

generación que planteó la imposibilidad de ejercer la maternidad si se trabajaba desde una

posición política. Quería ser una militante pero no podía contemplar la maternidad, eran o

los hijos o la revolución”, aseguró.

Y es que para una bumanguesa de armas tomar como ella no era fácil esa decisión. Por años

su gran lucha había estado orientada a demostrar que las mujeres también podían hacer

mucho más que los deberes del hogar. “Como sindical trabajé con muchas mujeres muy

buenas que se terminaron casando y organizando con otros compañeros. Y desde ese

momento se convirtieron en las activistas que trabajaban en el fortalecimiento de la imagen

política del esposo…así perdimos sindicalistas muy valiosas”, asegura.

Los primeros pasos. Alix María Salazar nació entre los ires y venires de la derecha y la

izquierda que en la década del 50’s se empezaban a sentir. Creció en el seno de una típica

familia santadereana de la que heredó la fuerza, la voz de mando y las ganas de salir

adelante.

Por eso no sorprendió a sus padres tener una hija que desde joven demostró un carácter

dominante que no fue fácil hacer valer en una época donde las mujeres seguían confinadas

al hogar. “Luego de estudiar en un colegio de monjas entré a la normal nacional. Fui la

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primera de la clase. Se creía que toda mujer que entraba lo hacía para conseguir novio. Era

una idea que hasta los profesores tenían grabada en la cabeza”, recuerda Alix.

Su gran reto, en ese entonces, fue superar académicamente a los hombres y evitar

cualquier vínculo sentimental con alguno. “Fue un momento muy complicado para mí

porque empecé a tener dificultades con las personas que tenían ese tipo de pensamientos

sobre la mujer. Esas ideas suponían que no éramos inteligentes”, asegura.

En la normal no sólo aprendió estrategias para compartir su conocimiento con los otros,

sino que además comenzó a mostrar la dureza de su carácter. “El profesor de trigonometría

tuvo que sacar una raíz cuadra y cuando la planteó en el tablero preguntó quién la podía

resolver. Alcé la mano y dije: yo. Pero sólo los hombres eran llamados al tablero. Cuando

ninguno de mis compañeros pudo resolver la operación llegó mi oportunidad de demostrar

lo que sabía. No puedo olvidar de eso. Me hizo sentir que las mujeres solo íbamos a tener

una oportunidad cuando el último hombre del planeta no pudiera hacer las cosas. Y eso fue

muy diciente para mí. Tanto así que decidí no tener novio porque pensaba en mi orgullo

femenino y en que los triunfos que yo tuviera no se los fueran a dar a ningún niño”,

recuerda.

Una vez culminó sus estudios en la normal, Alix partió a Bogotá a trabajar como profesora

del Magisterio para niños con escasos recursos. Desde ahí comenzó a destacarse como una

importante sindicalista con alta injerencia entre los profesores.

Por sus esfuerzos en el magisterio, no tardó en llamar la atención de un grupo de jóvenes

que la convencieron de abandonar el sindicalismo y dedicarse a la lucha armada en 1975.

Tenía 24 años y dejó todo para entregarse de lleno al M-19. “Desde el inicio hasta el final

del Eme, mi vida fue de la organización. Por mi perfil, mi labor fue la de reclutar nuevos

compañeros que se unieran a la causa. Desde siempre he tenido esa facilidad de convencer

a la gente, de acercarlas a mi ideales políticos”, cuenta orgullosa.

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Poco a poco esa pequeña organización de jóvenes intelectuales, como ella suele llamar a los

militantes del Eme, creció al igual que su labor. De repente, y sin darse cuenta, Alix entró a

la clandestinidad de la ciudad realizando labores de logística que, al poco tiempo, se

transformaron en actividades militares que a veces desarrollaba en el monte. En ambos

territorios tuvo amigos, combates y momentos difíciles, pero reconoce que el monte no es

un territorio fácil de sobrellevar, sobre todo cuando bajo esas circunstancias que decidió

darle vida a su compañera inseparable en sus últimos años de lucha: Juliana, su hija.

La compañera Juliana. No es fácil decidir ser madre soltera y mucho menos cuando

se parte de la lucha armada. Sin embargo, Alix María asumió ese reto y a pesar de las

dificultades de la guerra y del sitio en donde se encontraba, hace 23 años dio a luz a su

única hija: Juliana. “Yo creo que esa maternidad hizo de mí un ser diferente. Desde ese

momento mi compromiso se multiplicó. Yo no decía que yo militaba en el M-19, decía que

mi hija y yo lo hacíamos, porque decidí asumir por ella un compromiso que ni por la edad

ni por las condiciones podía hacer. Juliana nace con un compromiso en el Eme que yo le

doy”.

Alix fue de las contadas guerrilleras que decidió educar a su hija en la organización. No

entregó a Juliana a familiares o amigos y, contrario a la mayoría de madres que se

encuentran en la misma situación, decidió combinar sus dos roles: el de madre y el de

combatiente. “Ella se volvió parte de mi agenda, porque la única forma de ser madre en el

Eme era incluyendo a los hijos. Hay una hora para el tetero, para los títeres y para el parque

que deben estar incluidos en la agenda de una mujer. Si uno saca a su hijo de su vida diaria

es como si éste no existiera. Yo soy una madre-política, no escojo entre ser madre o ser

política”.

Sin embargo, ese compromiso no fue sencillo. En más de una oportunidad Juliana estuvo

presente en combates y situaciones de riesgo que hicieron dudar a Alix sobre su decisión.

“Menos mal que siempre encontraba alguien que me apoyara. Conté con personas que

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cuidaron de mi hija en varias oportunidades y con compañeros que la aceptaban como una

más del equipo”.

Para facilitar la educación de su hija, Alix regresó al trabajo urbano. Allí, en medio de la

clandestinidad, se esforzó por brindarle una vida más o menos normal a su hija aunque

siempre fue consciente de que eso jamás sería posible. “Yo no sé si a ella le hubiera

gustado tener una madre normal. Estoy casi segura que no, porque eso la hizo una mujer

diferente, con una mirada única que pocas personas pueden tener”.

Para Alix si es posible la revolución y los hijos pese a la cantidad de pormenores que esto

pueda traer. “Sin duda fue un elemento que cambiaba el ambiente del grupo. Por ejemplo

era normal que se fumara mucho, y si ella estaba no lo hacían”, recuerda.

Grupo de mujeres ex combatientes. Después de casi ocho años de su

desmovilización, algunas mujeres del Eme se encontraron a recordar viejos tiempos. No

sólo hablaron de sus vidas como guerrilleras, sino que además relataron varios de los

obstáculos que habían atravesado para asumir los nuevos retos que les traía la civilidad.

“Cuando nos desmovilizamos muchas de nosotras teníamos 40 años, hijos abandonados,

relaciones sentimentales frustradas, amigos difuntos y ni una sola propiedad…así que

nuestra reinserción fue más complicada de lo que parece”.

Luego de un primer encuentro, Alix María y María Eugenia Vásquez se pusieron en la tarea

de hacer un encuentro nacional que le permitiera a varias ex guerrilleras compartir sus

experiencias con las demás y volverse un apoyo para superar algunos momentos. “Una de

las cosas más difíciles para una mujer ex combatiente es lograr reconciliarse con ella misma

por su papel como madre. No es fácil sentir que se abandonó a lo que uno más quiere en la

vida: los hijos”, agrega.

A pesar de la importancia que tuvo este encuentro para las ex combatientes, no se ha

conseguido realizar uno más. “La mayoría de mujeres se fueron a vivir lejos, al campo. Son

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pobres y con mucho esfuerzo siguen intentando recuperar unos hijos y un hogar que

sacrificaron por la revolución”.

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4. CONCLUSIONES

(…) a partir de la desmovilización deben olvidarse de sus familias y valerse por si mismos.

Otros regresan a ellas, pero (…) los lazos son difíciles de establecer. Se siente en el ambiente una gran dispersión, dificultades para acoplarse al reencuentro y mucho temor al

rechazo y las críticas tanto por sus familiares como por sus hijos”

Beatriz Toro

Los testimonios de las ex combatientes recogidos en esta investigación, responden, desde

su propia experiencia, a las inquietudes planteadas en este trabajo. Estos relatos están

atravesados por categorías que nos permiten entender la condición del ser femenino antes,

durante y después de la guerra, identificándose la inequidad que aún existe dentro de los

grupos ilegales y la influencia de la masculinidad sobre sus vidas como militantes. De igual

forma manifiestan la importancia de tener en cuenta la perspectiva de género a la hora de

reinsertarse. Como bien lo dijo María Eugenia Vásquez en una entrevista virtual: “Las

mujeres tenemos necesidades muy distintas a las de los hombres en el momento de

reinsertarnos”.

De manera que son las voces de estas mujeres las que mejor expresan las vicisitudes

alrededor del fenómeno de las mujeres como combatientes en Colombia. Las conclusiones

generales se derivarán del siguiente cuadro y las particulares de unas nuevas categorías de

análisis que se infieren de los resultados obtenidos por la investigación.

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Cuadro 2. Resumen

CAMBIOS DEL SER FEMENINO

DURANTE LA GUERRA

MATERNIDAD REINCORPORACIÓN A LA VIDA CIVIL

MUJERES M-19

Inequidad y discriminación:

“No fue fácil identificar esto ni mucho menos el poder ejercido por los varones sobre nosotras

(…) Tanto para nosotras como para ellos, muchas de las

situaciones de inequidad estaban neutralizadas

por la cultura, no resultaban visibles, y

por lo tanto ni las sentíamos ni las

reivindicábamos“ ME . “Sobrevivir con un jeans y unas botas todo el año es al complicado para una mujer. Me sentía muy poco femenina”

AG. “Uno se vuelve más

duro porque está la idea permanente de querer

parecerse a los hombres” AMS.

Ideales, construcciones y

realidades: “Tenía que ser

capaz de construir una relación madre-hijo a la tradicional,

sin violentarme, tratando de ser la

mamá que no podía ser en aquellas

condiciones” MEV. “Madre-patria vs.

Madre-madre” VG “Estuve tirada en un calle herida, a punto de morir y pensé en

que no me había podido realizar

como mujer por no tener hijos…Una de

las cosas más difíciles para una

mujer ex combatiente es

lograr reconciliarse con ella misma por

su papel como madre. No es fácil

sentir que se abandonó a lo que

uno más quiere en la vida: los hijos”.

AMS

El proceso: “Yo no me quería desmovilizar, no

confiaba en eso, no veía las garantías. Era mejor

dejar las armas por nuestro lado sin la

intervención del Estado” AG.

“Para mí el que se ha debido reinsertar es el

Estado. Nosotros siempre fuimos parte de, él pero era una cosa buenísima

seguir haciendo política” AMS

“No fue fácil. Los policías que ayer nos

buscaban para matarnos, hoy eran los responsables de nuestra seguridad (…) volver a la civilidad era

liberador.” VG “Si tocara volver a vivir

la desmovilización lo haría sin duda(…) lo

único es que siento una pérdida muy grande: las y los que ya no están”.

(Londoño, 2006, p,152). “Nos reunimos 10 años después. Ha sido difícil,

la mayoría son muy pobres, tienen

hijos…pero ha sido muy bueno porque entre todas

nos ayudamos a reconciliarnos con el

pasado” AMS.

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MUJERES AUC

“Al principio, cuando uno llega al monte, todo le hace falta a uno, es un

cambio muy drástico. Eso de peinarse y

vestirse, cositas que uno de mujer hacía. Pero ahora ya me dejó de importar eso” PG.

“Éramos 13 mujeres entre 300 hombres. Imagínese eso, uno

orinaba debajo de un palo, eso era lo normal,

los primeros días me daba pena bañarme

delante de ellos en ropa interior” LNC

“Él (doble cero) salía a permiso y me llevaba una loción, una crema

de manos, los maquillajes, con qué recogerme el cabello.

Incluso las toallas higiénicas que me tuvo

que enseñar a colocármelas porque yo ni siquiera sabía eso” “Me consideraba un

hombre más yo creo(…) con decirle que todo el

tiempo que me puse camuflado siempre usé

boxers, o calzoncillos de hombre, nada de

mujer”.MZ

“En la cárcel tuve a mi hija, el ICBF se

la entregó a mi mamá. La volví a ver casi 10 años

después cuando me reinserté.” MZ

“El peor castigo era que no me dieran

permiso para salir a visitar a la familia. Eran casi 8 meses

sin ver a los hijos.” PG.

“Lo más duro era no tener mi hijita.

Cuando tenía un permiso le mandaba

plata ”. LNC “Es una experiencia

muy dura y sobre todo peligrosa.

Además lo aleja a uno de su casa. Yo

me pongo a reflexionar y a veces no puedo

dejar de sentirme culpable porque mi

hijo mayor está tirando vicio, no estudia, no hace

nada, es un rebelde” AMG

“Eso no fue una decisión que cada cual tomó, sino fue de los comandantes. Con mi hermano y mis

primos hablábamos de lo qué íbamos a hacer acá, allá contábamos con un

sueldo, acá había que ver otra vez como nos

íbamos a guerrear la vida” PG

“Yo estaba asustada, que eso se acabara y que pasaba con nosotras.

Cuando estuvimos en la CEJA yo me enfermé mucho de los nervios …mi familia y mi hija iban a saber que yo era

de las AUC. YM “Maldita sea la hora en que me desmovilicé. A

mí nunca me faltó nada…pero también pienso que si no me

hubiera desmovilizado no les podría dar el amor que hoy les doy” “He ido

a la reunión de sólo mujeres. Me ayuda sentir

que ellas sienten los mismo que yo” MZ

La desmovilización ha traído cosas buenas pero todavía no es suficiente

el apoyo del gobierno(…)desde eso yo me he tenido que

trastear unas 20 veces,(…) es una

instabilidad la berraca” AMG

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En general se encontró que:

• Ninguno de los grupos ha incluido dentro de sus reivindicaciones los derechos básicos

de la mujer.

• La vinculación de la mujer a estos grupos requirió de avances al interior de la

organización. Desde su mito fundacional es notoria la ausencia de considerar la mujer

como un agente activo de la lucha armada, ya sea por la falta de credibilidad sobre su

capacidad física o por su condición de futuras madres.

• El núcleo familiar donde las ex combatientes crecen determina en cierta medida la

decisión de las mujeres de vincularse a una organización armada.

• En ambos grupos las características con las que se suele definir la mujer (la vanidad, el

sentimentalismo, la abnegación, etc) no tienen cabida. De manera que la mujer

combatiente debe apropiarse de nuevas formas de actuar para adaptarse al grupo.

• La mayoría de mujeres esperaban encontrar en los grupos un trato equitativo que no les

ofrecía su vida de civil. Casi todas las entrevistadas manifiestan que en sus respectivos

ejércitos tampoco encontraron la equidad esperada.

• Se reitera que: “La mujer tanto en el manejo de su cuerpo como en su actitud debe

cambiar. Se debe tapar porque si anda mostrando sus atributos entre un grupo de cien

hombres, el asedio causa desorden, debe esconder su feminidad (y concretamente los

rasgos de su cuerpo que son símbolo de feminidad-asociada a la reproducción como el

busto), debe adaptarse y “oler como los hombres”, “no bañarse como los hombres”,

vestirse como ellos, de manera que, para ellas que ha asumido una manera diferente de

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ser mujeres que es asimilándose a los hombres y rompiendo estructuras internas, el

‘salir’ del monte implica transformarse en mujer ‘femenina’ (…)61

• Las mujeres excombatientes manifiestan la lucha que enfrentan contra los estereotipos

de debilidad y sensibilidad.

• Es difícil que una militante tenga la oportunidad de ascender dentro de las

organizaciones. Por lo general si logran ascender es porque tienen algún vínculo

sentimental o familiar con los altos mandos.

• La maternidad se presentan a veces como un obstáculo o como un impedimento para

desarrollar su papel como combatiente de la lucha armada. Generalmente se opta por

entregar lo hijos a otras personas.

• Ser madre-combatiente es una tarea difícil que en la mayoría de los casos le genera a

las mujeres fuertes autocríticas que difícilmente consiguen superar una vez se han

reincorporado a la vida civil.

• La mujer combatiente debe cambiar la manera de relacionarse sentimentalmente con el

sexo opuesto. Son pocas las relaciones estables dentro de la militancia y para algunas

es difícil iniciar una nueva vida amorosa después de su reinserción.

• Mientras son combatientes luchan por liberarse de la imagen de mujer “femenina” y

adaptarse al estereotipo de hombre-masculino-guerrillero.

• Para sobrevivir dentro de los grupos las mujeres asumen la forma de vida del grupo

mayoritario que, en ambos casos, está conformado por hombres.

61 TORO. Op. Cit. p. 151

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• Se corrobora como dice Luz María: “Tradicionalmente –las mujeres-marginadas de los

proceso de guerra y paz, donde han sido los hombres quienes han tenido el derecho a

la palabra y a la acción”62 .

• La reincorporación a la vida civil es un momento de intensa dificultad e incertidumbre

para las mujeres. Volver a construir una vida familiar y su feminidad son los procesos

más complejos que deben enfrentar.

• No se tiene en cuenta la perspectiva de género en los procesos de reinserción. Sólo una

excombatiente, –Vera Grabe- participó de las negociaciones de paz y no se tuvo en

cuenta la discusión sobre las mujeres.

• Las excombatientes manifiestan tener necesidades distintas a las de los hombres. De

ahí su interés por formar grupos exclusivos de mujeres que les permitan compartir las

inquietudes que consideran únicas de ellas.

• La reinserción es un momento de incertidumbre en el que una mujer ex combatientes

se enfrenta a la reconstrucción de su vida familiar y emocional e inicia la construcción

de su entorno material con bajas posibilidades económicas.

• La reincorporación a la vida civil es un proceso difícil y que demora años. Muchas ex

combatientes continúan reestableciendo lazos familiares perdidos y buscando una

nueva forma de vivir y ganarse la vida.

• A pesar de que los momentos históricos en los que se desarrolló cada grupo son

distintos y de que los militantes de M-19 y de las AUC provienen de contextos socio-

culturales diferentes, las mujeres ex combatientes de ambos grupos manifiestan ideas

62 LONDOÑO. Op. Cit. p. 12

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similares respecto a las tres categorías tratadas. Sobre todo consideran importante tener

un trato especial a la hora de desmovilizarse.

Sin embargo, estas categorías generales permiten establecer unas nuevas categorías de

análisis sobre el fenómeno. Una vez las mujeres se reincorporan a la sociedad civil se

enfrentan de nuevo a los estereotipos de lo femenino.

Algunas intentan recuperarlo con cierta dificultad y otras ni siquiera lo intentan pues

legitiman la construcción que realizaron sobre sí mismas. Es importante tener en cuenta que

lo femenino en ambos casos tiene un origen diferente. Las del Eme son mujeres

provenientes de familias urbanas de clase media alta con oportunidades de acceder al

sistema universitario. En cambio las de las AUC provienen en su mayoría de hogares

rurales, humildes e inestables. Por lo general sufrieron algún tipo de maltrato durante su

niñez y no tienen la oportunidad de superar el sistema educativo básico. En sus familias

están obligadas a cumplir los típicos roles y por lo general concentran sus esfuerzos en

atender a los hombres. Por ello no sorprende que las ex combatientes paramilitares miren

con desconfianza y recelo esta comprensión de lo femenino y eviten volver a ello, contrario

a lo que sucede con algunas ex combatientes del M-19.

Por otro lado, el tema de la maternidad se manifiesta más complejo de lo que se espera. Las

diversas situaciones por las que debe atravesar una mujer de estas hace pensar que en estos

grupos la maternidad es negociada. De las mujeres que abortan, pocas lo hacen por decisión

propia, la mayoría son obligadas a hacerlo. Las pocas que llevan a feliz término su

embarazo lo consiguen porque tienen algún vínculo con un mando superior que así se los

permitió. Una vez nace el bebé, algunas lo entregan a sus familias, otras los abandonan y

pocas los conservan mientras participan de la organización armada. De manera que las

mujeres no son libres de decidir sobre este punto y por el contrario son obligadas a negociar

su futuro como madres y el futuro de sus hijos.

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Además, se observa que el proceso de adherirse a un proyecto de paz es asimilado de

manera distinta por las mujeres de cada una de las organizaciones. Las del M-19, por

ejemplo, han desarrollado estudios y proyectos de índole política que relatan su

compromiso con la reincorporación. Han realizado postgrados en estudios para la paz y se

han desempeñado como candidatas políticas en las últimas elecciones. En cambio el caso

de las paramilitares desmovilizadas no es igual. A pesar de que llevan muy poco dentro de

la civilidad se sabe que no cuentan con estos mismos intereses porque no tienen la

formación académica ni el apoyo para ello. De hecho la historia de su proceso difícilmente

será contada por ellas, sus experiencias se conocerán gracias a la intervención de terceros.

A continuación se expone un cuadro con un breve perfil de las 12 mujeres entrevistadas que

permite observar con mayor claridad las similitudes y diferencias entre ellas y algo de su

situación actual.

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Cuadro 3. Mujeres entrevistadas

Organización Nombre Edad Nivel

Educativo Actual

Hijos Actividad Actual Situación de Pareja

M-19

Ana 40 años Pregrado 0 Asistente programa de reinserción del Distrito

Sola. Se considera inestable y desea tener una pareja

Nelly 52 años Pregrado 2* Secretaria del programa de reinserción del Distrito No respondió

Alix 55 años Pregrado 1* Investigadora. Líder grupo de mujeres ex combatientes

Sola. Ha tenido pocas relaciones. No busca

rehacer su vida sentimental

Laura** 52 años Bachiller 3* Ama de casa Casada

AUC

Luz Nelly 23 años Séptimo 2* Estudiante colegio para reinsertados de Medellín

Separada. Hijos de diferente padre

Nora 42 años Quinto de primaria 4 Estudiante colegio para

reinsertados de Medellín

Viuda. En el programa de

reinserción conoció una persona con la

que vive actualmente en unión libre.

Ana María 33 años Cuarto de primaria 4 Estudiante colegio para

reinsertados de Medellín

Después de la muerte de su esposo ha

tenido relaciones pasajeras e inestables

Lady Johana 23 años Bachiller 0 Estudiante de derecho.

Funcionaria de la oficina de tránsito de Medellín

Sola. Le parece difícil tener una relación estable,

aunque lo ha deseado.

Gloria 30 años Sexto 3* Estudiante colegio para reinsertados de Medellín

Casada desde que militaba en las AUC con otro militante.

Desde que se desmovilizó su

esposo la maltrato física y

emocionalmente.

Mercedes 57 años Bachiller 1 Estudiante de cosmetería y belleza

Divorciada hace 10 años. No volvió a tener relaciones sentimentales

Aydé 38 años Bachiller 2 Estudiante de inglés. Ama de casa Divorciada

Olga Lucía 26 años Bachiller 2* Ama de casa Casada con otro

desmovilizado de las AUC

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* Hijos nacidos durante la militancia de sus madres ** Entrevista Telefónica Nota: Todas las entrevistas se realizaron personalmente a excepción de una

Este cuadro permite ver que, contrario a lo que se piensa, algunas mujeres de las AUC se

involucraron con la organización después de los treinta años. De hecho algunas ya eran

madres y decidieron dejar de lado su vida junto a ellos para buscar otra opción al lado de la

organización militar armada. Por su parte las del M-19 ingresaron a muy temprana edad a la

guerrilla y durante su militancia fueron madres. De igual forma se observa que la mayoría

de ex combatientes del Eme se desempeñan como profesionales en la actualidad a

diferencia de las paramilitares que aún no culminan sus estudios básicos.

A pesar de las diferencias entre las militantes de cada uno de los grupos se observa que la

mayoría de ex combatientes no ha conseguido construir una vida de pareja estable dentro de

la civilidad y tampoco un hogar tradicional al lado de sus hijos.

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RECOMENDACIONES

La sociedad colombiana debe reconocer a la mujer como un actor político activo dentro de

un conflicto. Esto implica aceptar la existencia de mujeres combatientes capaces de

transgredir los roles tradicionales con los que ha sido identificada.

Generar espacios de discusión con las militantes de las organizaciones armadas para que

tengan voz y voto en el momento de las negociaciones.

A pesar de que muchas de las mujeres ex combatientes no tomaron las armas, sí hicieron

importantes tareas dentro de la organización por lo que se les debe garantizarla

participación en los procesos de DDR.

Es importante tener en cuenta la experiencia histórica que poco a poco ha acumulado el

país. Para futuros procesos de reinserción es fundamental traer a colación el aprendizaje

obtenido de estos casos.

Los programas de reinserción deben constituirse bajo la idea de las diferencias que existen

entre un hombre y una mujer excombatiente. Las necesidades son distintas y por lo general

las que se dejan de lado son las del sector femenino. De manera que es fundamental generar

políticas en donde las mujeres reciban apoyo en aquellos aspectos que la mayoría identifica

como fundamentales en su vida como excombatiente: la búsqueda de su ser femenino, la

relación madre e hijo, entre otras.

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