La mujer de la Arquitectura deconstructivista: Zaha Hadid. Primero haré referencia al concepto deconstructivista para luego ocuparme de lo femenino. Cuando hablamos de Deconstructivismo, hablamos de una de las tendencias que se desarrolla en la Posmodernidad ( momento en el que nos encontramos) y que tiene un soporte filosófico dado por el filosofo Jacques Derridá, el mismo teoriza sobre la sociedad del momento expresando a grandes rasgos que nos encontramos en una realidad tortuosa, ambivalente, con un alto grado de inestabilidad provocado, por la sociedad de consumo, la globalización, las contiendas de base fundamentalista y en medio de eso el hombre buscando el camino, la puerta de salida ,la luz como en la caverna de Platón. Con este aporte desde la filosofía algunos arquitectos contemporáneos estudiosos de esta concepción dieron respuesta formal al lenguaje con un lenguaje arquitectónico particular que toma dos líneas: Una de ellas, dentro de la línea conceptual y metodológica seguida por ejemplo por el ganador del concurso de las torres gemelas en Manhattan “Daniel Libenskin” que ejecuta un deconstructivismo con una gran carga simbólica. En la otra línea más artística y formal nos encontramos con Frank Ghery con su obra prima el Museo Guggenheim en Bilbao en donde se mezcla el simbolismo, el uso de materiales tecnológicos (titanio) con un espacio abrumador, complejo dado por su manejo particular de las formas cóncavo-convexas y con la arquitecta protagonista de este artículo Zaha Hadid , en donde desde los programas más avanzados de computación nos sorprende con imágenes casi futuristas, punzantes, inestables, dramáticas, reflejando ruptura, fractura y desequilibrio, todos adjetivos llevados magistralmente a la arquitectura que caracterizan el mundo actual y que fueron analizados por el pensador Derridá. Hasta hace muy poco, el mundo de la arquitectura era un terreno prácticamente masculino. Tradicionalmente, el espacio creado por diseñadoras ha sido el interior: el de las texturas, el mobiliario, los colores y los papeles pintados. Los grandes proyectistas siempre han sido varones, con muy contadas excepciones. La iraquí Zaha Hadid, que recientemente ganó el Premio Mies van der Rohe –el más importante en esa materia de la Unión Europea– esperó veinte años a que alguno de los proyectos pasara del papel al hormigón. Lo logró, y hoy brilla entre los que dejarán huella. Así se ha ido desdibujando la imagen de mujeres profesionales de la arquitectura que –en casos como los de Anne Tyng, Charlotte Perriand o Eileen Gray-, que trabajaron con Louis Kahn o Le Corbusier. Esa imagen sensible y detallista que complementa la labor del arquitecto ha borrado de la escena arquitectónica a muchas proyectistas. Pero las cosas están cambiando, y ahora Zaha Hadid [Bagdad, 1950] ha logrado uno de los premios más codiciados, el Mies van der Rohe.