Jul 24, 2016
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Publicación cuatrimestral
Volumen XXVI
Número 3
septiembre-diciembre 2013
ISSN: 0187-8786
Publicación incorporada a LATINDEX
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Contenido
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nuestro medio
5 Bioética, sobrepoblación y ambienteSalvador Elías Castell González
12 La restauración ecológica: ¿mito o realidad? Susana Cruz Martínez, Odilón Sánchez Sánchez, José María Ramos Prado y Angélica Hernández
19 Las bacterias y sus interacciones con las plantasJosé Leonardo Sánchez Tafolla y Ángel Trigos Landa
24 Un helecho de acuario en la penínsulta de YucatánCelso Gutiérrez Baz, Pedro Zamora Crescencio y Armando Contreras Rejón
26 Las mujeres de El Conejo: un modelo exitoso María del Rosario Pineda López, Rogelio Lara González, Rafael Ortega Solís, Guillermo Vázquez Domínguez y Suria G. Vásquez Morales
arte y ciencia
33 ¡Frutas en la tinta!Mariela Castilla Martínez y Silvia del Amo Rodríguez
39 La manufactura de los pectorales huastecosMónica Magaña Jattar
nuestro cuerpo
47 ¿Sabe alguien qué es eso de las emociones?Jorge Borja Castañeda
54 Olfatear es recordarTania Molina Jiménez, Ana G. Gutiérrez García y Carlos M. Contreras
61 Las enfermedades del olfatoLizbeth Donají Chi Castañeda, Enrique Meza, Mario Caba y Rossana Citlali Zepeda
la reseña
69 El camino poético de la cienciaNina Crangle
distintas y distantes: mujeres en la ciencia
77 Florence Nightingale: la lámpara del humanismo científicoMaría Angélica Salmerón
curiosidades científicas
91 Tan letales como el hombreHeriberto G. Contreras Garibay
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Mónica Magaña Jattar**
* Instituto de Investigaciones Filosóficas, UNAM.
LA MANUFACTURAde los pectorales huastecos
¿Sabías que los huastecos prehispánicos
habían desarrollado hermosas técnicas de
manufactura en concha? Para explicarlo,
comencemos con los protagonistas de esta
sección: los seis pectorales que se encuen
tran en el Museo de Antropología de Xalapa
(MAX), que evocan la figura de un triángulo
isósceles puesto de cabeza. Los huastecos
los elaboraron con conchas de un caracol
marino que habita en el Golfo de México y
el mar Caribe, frente a la península de Yuca
tán. De los cuatro pectorales, solo uno fue
confeccionado con la concha de otra espe
cie de caracol que también se encuentra en
el Golfo de México, las Antillas, Florida y
el norte de Brasil. Su fabricación data de la
época Postclásica mesoamericana (900 o
10001521 d.C.).
Los pectorales son piezas triangulares
cuyo perfil, debido a la curvatura natural de
la concha del caracol, semeja la forma de
una letra S. Cuatro de ellos muestran bellos
y complejos esgrafiados que pueden obser
varse en dos planos: uno superior, con seres
humanos ricamente ataviados, y otro infe
rior, con animales semejantes a serpientes.
Todos tienen perforaciones de suspensión en
la parte superior, lo que permitía colgarlos
sobre el pecho, tal como lo muestran algunas
de las ilustraciones del Códice Borgia, en las
que se observa a la diosa huasteca Tlazoltéotl
portando un pectoral.
Los pectorales guardan en común su
forma, el estilo de su iconografía y, según
Personaje que porta un pectoral huasteco en forma de triángulo invertido que aparece en la lámina 55 del Códice Borgia (tomado de Díaz, Gisele y Alan Rodgers, 1993, p. 23).
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parece, las técnicas de manufactura. Todos
ellos conservan el color natural de la concha,
a veces ya deteriorado, que va del grisáceo al
blanco y amarillento. Sus medidas son varia
das, pero se encuentran de 9 centímetros de
largo en el más pequeño, a 18.1 centímetros
en el más grande. Este último tiene un grosor
de ocho milímetros en su parte más gruesa,
y el primero apenas alcanza un máximo de
tres. Dos de los pectorales no presentan esgra
fiados, ninguno restos de pintura (aunque se
estima que la tuvieron) y dos conservan las
cuentas del collar con formas que son típicas
de la Huasteca.
¿Cómo sabemos de sus técnicas de manufactura?
Para saber cómo los hicieron, fue necesario
realizar tanto análisis microscópicos como
algunos experimentos. El estudio micros
cópico consistió en capturar por medio de
polímeros (pequeños trozos de acetato) las
huellas de la manufactura (cortes, pulidos,
desgastes) dejadas en los pectorales pre
hispánicos presionando los dedos sobre
los bordes de cada uno. Normalmente, un
objeto que estuvo en manos de algún arte
sano conserva ciertos rasgos que permiten
apreciar los posibles procedimientos técni
cos a los que fue sometido. Los polímeros
sirven para que las huellas de manufactura
dejadas en el pectoral puedan observarse
posteriormente, una vez que aquellos se
analizan mediante un microscopio. Gracias
al equipo de computadora anexo a cier
tos tipos de microscopios, se obtienen las
micrografías, es decir, fotografías que se
consiguen de microscopios, lo que hace
posible ver a escalas mucho mayores los
elementos que nos interesan.
¿Qué se ve? A simple vista, las microgra
fías pueden semejarse a la superficie lunar,
pero hay que aprender a observarlas. En
ellas se determinan patrones para identi
ficar la morfología natural de la concha y
que responden a las técnicas de manufactura
de los huastecos. Al identificar las regulari
dades, comienzan a reconocerse los pro
cedimientos de manufactura y las posibles
herramientas empleadas. Así, es posible dis
tinguir entre rugosidades, partículas, poros,
líneas (consideradas como tales cuando son
de tres o menos micras de espesor) y ban
das (de más de tres micras). Las micras, que
son la millonésima parte de un metro, no
pueden observarse a simple vista, pero sí
por medio de amplificaciones y técnicas de
medición adecuadas.
Micrografía de 600X. Se observa una banda de desgaste por basalto. Su apariencia es redondeada y su posición inclinada. Mide 96 micras de espesor. La superficie es rugosa y con porosi-dades (Micrografía correspondiente al pectoral número 5 del MAX).
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El análisis
¿Qué hicimos? Primeramente diremos que
esta investigación fue parte del proyecto
“Técnicas de manufactura de los objetos
de concha del México prehispánico”, que
tiene su sede en las oficinas del Templo
Mayor de Tenochtitlan y que está a cargo
del doctor Adrián Velázquez Castro. Existen
varias técnicas para observar las huellas de
manufactura de los objetos de concha, pero
en esta ocasión la más importante fue la
microscopia electrónica de barrido (MEB),
en virtud de su alta capacidad de amplifica
ción y resolución.
Una vez obtenidos los polímeros (los
trocitos de acetato impresos en los pectora
les) en la bodega C del MAX, se llevaron a la
Subdirección de Laboratorios y Apoyo Aca
démico del Instituto Nacional de Antropo
logía e Historia en el Distrito Federal. Ahí,
se cubrieron con delgadas capas de oro para
hacerlos conductores de electricidad y con
lo cual, una vez introducidos al microscopio,
se obtuvieran las imágenes de su superficie
(las micrografías) en diferentes amplifica
ciones (X): desde 100X, 300X y 600X, hasta
1000X.
Medición
¿Cómo medimos? Para el análisis micro
gráfico se utilizó un programa de edición
fotográfica llamado GIMP (GNU Image Mani
pulation Program), que cuenta con diversas
herramientas que fueron de gran utilidad. Se
trata de un programa capaz de realizar medi
ciones precisas en centímetros, pies, metros,
yardas, puntos, milímetros, picas, pulgadas
y pixeles principalmente, además de contar
con una herramienta que puede aumentar
la imagen hasta 800% sin distorsionar ni
modificar las medidas originales, lo que fue
vital para ubicar con precisión las huellas de
manufactura.
Los hallazgos
¿Qué encontramos? Se descubrieron tres tipos
de herramientas y sus respectivos procedi
mientos. El más evidente fue el pulido con
pedernal, el cual se aprecia como bandas de
0.5 a 8 micras de espesor, y más comúnmente
se les nota a partir de 3 a 4 micras en adelante.
Su aspecto suele verse liso, aunque a veces
es rugoso, y con trazos rectos, sean inclina
dos, horizontales o verticales. Es característico
identificar las líneas en paralelo con otras, o
en pares, lo que crea un efecto de claroscuro
como si fuesen surcos en la superficie de la
Micrografía de 600X. Se observa un conjunto de bandas paralelas cuyos tamaños varían desde 2.2 a 8.83 micras de espesor. Sus bandas se cruzan entre sí, y corresponden al pulido con pedernal.
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imagen. Una de las señales más característi
cas del pulido con pedernal es que sus bandas
aparecen entrecruzadas.
Después se identificó el desgaste con
basalto, que se aprecia como bandas rugosas
que parecen un conglomerado de muchas
partículas y poros, como si fuesen puntitos, de
diversos tamaños; pueden encontrarse desde
20 y 80 micras de espesor, aunque lo más
común es que ronden las 100 micras. Pueden
aparecer en forma de bandas o con apariencia
de manchitas distribuidas en la superficie de
las micrografías. También pueden mostrar un
aspecto redondeado.
Finalmente se identificó el corte con
obsidiana, lo que se nota por las finísimas
líneas de tamaños variables de entre 0.4 y
3.3 micras de espesor; su apariencia es recta,
delgada y se presentan en gran cantidad o,
algunas veces, como conglomerados, aun
que en menor medida puedan hallarse como
elementos aislados. Suelen ser paralelas entre
si, en posiciones verticales, horizontales o
inclinadas entre partículas y poros. Se piensa
que el corte con obsidiana es el más difícil
de encontrar porque fue precisamente el pri
mero en hacerse.
El experimento
¡Hicimos experimentos! Una vez obtenidos
los resultados del análisis microscópico de
los pectorales, se propusieron algunos expe
rimentos a la usanza antigua (o al menos
pensamos que lo eran las cosas que hicimos
con los datos) para comparar los resultados.
Es así como comenzamos la preforma de los
pectorales. ¿Por qué sólo la preforma? No
es difícil imaginar que la reproducción total
de un pectoral prehispánico podría llevar
años, así como la identificación de todas sus
posibles técnicas de manufactura, por lo que
para empezar se realizó la preforma de un
pectoral, es decir, aquella forma de triángulo
invertido.
Micrografía de 600X. En una super-ficie con rugosidades y porosidades, se observa un conjunto de bandas de apa-riencia porosa y en posición vertical desde 23 a 47 micras de espesor, pro-ducto del bruñido con basalto.
Micrografía de 1000X. Se observan líneas de corte con obsidiana cuyas medidas van desde 0.50 a 2.27 micras de espesor. Se trata de líneas finas con forma recta y paralelas entre sí. Se presentan en gran cantidad como con-glomerados.
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Corte con obsidiana. En la concha de un caracol
se hizo a lápiz un trazo triangular para deli
mitar el área de corte, y después comenzó a
cortarse con lascas y navajillas de obsidiana,
que se obtuvieron de golpear nódulos de
obsidiana procedentes de la sierra de Las
Navajas, en el estado de Hidalgo. Una vez
que se hizo casi todo el corte, se ejerció una
suave presión sobre la preforma con el fin de
desprenderla. Pese a que se logró hacer esta
operación, debe decirse que la pieza pudo
quebrarse, por lo que, de haber sucedido, se
hubiera tenido que comenzar de nuevo. En el
corte se invirtió un total de setenta y nueve
horas y treinta y ocho minutos.
Desgaste con basalto. Concluido el corte, hallamos
que la preforma del pectoral mostraba irregu
laridades en sus bordes que estaban ausentes
en los pectorales arqueológicos, razón por
la cual, además de la evidencia del análisis
microscópico, se procedió a desgastarlos con
agua y lajas de basalto, lo que permitió obte
ner una mayor regularidad del contorno.
Primeramente, se desgastaron las líneas
espirales de la parte superior de la preforma
para obtener la lisura que muestran las piezas
originales. Las líneas espirales son las líneas
ornamentales que tiene la especie del caracol
empleado de forma natural. No obstante, la
curvatura natural en forma de S hacía difícil el
acceso a ellas, por lo que se utilizó una mano
de metate de basalto. Luego, se continuaron
desgastando los bordes sobre lajas de este
Corte con obsidiana.
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material, empleando agua para facilitar el des
gaste. La operación nos tomó un total de once
horas con treinta y siete minutos.
Pulido con pedernal. El desgaste con basalto no
eliminó por completo las irregularidades de
los bordes, mismos que se percibían al tacto,
quizá por la morfología porosa del basalto.
Sin embargo, de acuerdo a lo que muestran
los análisis micrográficos y experimentales, el
pedernal es idóneo para pulir más finamente
la concha.
Además, los bordes de los pectorales prehispá
nicos son realmente suaves al tacto, no como
se sienten en la preforma luego del desgaste
con basalto. Por ello, se continuó puliendo
con pedernal todo el contorno hasta que
quedó liso y con un notable brillo. Esta labor
fue más rápida gracias a las particularidades
del pedernal: dos horas y tres minutos.
Las tres técnicas de manufactura en el
experimento llevaron un total de noventa y
tres horas y dieciocho minutos. Cabe aclarar,
sin embargo, que este tiempo no pretende
ser un indicador real del que invertían los
artesanos huastecos en las tareas descritas,
ni mucho menos del proceso completo de
confección de un pectoral. Es innegable que
las habilidades de los artesanos que se dedi
caban a eso superan con mucho las nuestras;
aun así, se consideró importante ese conteo
para dar una idea del esfuerzo y el tiempo
que invertían en la elaboración de un pecto
ral completo.
Desgaste con basalto.
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En conclusión…
Una vez terminado el experimento, se toma
ron las muestras micrográficas en la concha
de prueba (esto es, la preforma) y se com
pararon con las de las piezas arqueológicas.
Lo que se halló fue una evidente similitud
en los patrones de las huellas de manufac
tura. Por lo tanto, puede sugerirse que hoy
se conocen tres de los procesos técnicos de
la manufactura de los pectorales huastecos
de concha en forma de triángulo invertido
que se encuentran en el MAX. Lo anterior, por
tanto, invita a pensar en la existencia de talle
res específicos o tradiciones manufactureras.
Este tipo de pectorales son piezas únicas aun
que estén dispersos por México y el mundo.
Quizá fueron confeccionados por artesanos
especializados, artistas que laboraban en
recintos también especializados en los que
se encontraban los materiales y herramientas
necesarios.
El trabajo realizado puede ser el comienzo
de una vasta investigación. Falta por cono
cer con qué hicieron las perforaciones de
la suspensión, los calados, los esgrafiados,
las cuentas de collar y demás, así como el
orden específico para su manufactura com
pleta. Además, esta investigación es parte de
aquellas que dan constancia de la importan
cia que tiene para la arqueología –sobre todo
aquella preocupada por la técnica y la tec
nología prehispánicas– el análisis micrográ
fico, la microscopia electrónica de barrido,
la experimentación, la arqueología experi
mental y las analogías como herramientas
de gran utilidad para el conocimiento del
pasado del hombre.
Pulido con pedernal
45
Resultado del experimento: la preforma.
Finalmente, la experiencia de experi
mentar a la usanza antigua, según los datos
de muy diversos estudios, hizo posible vis
lumbrar escenarios de la antigüedad que de
otra forma sería difícil. El entumecimiento
de dedos y brazos, el corte accidental de
los mismos, el brote de la sangre, el cam
bio de color de las manos al cubrirse del
polvo blanco de la concha, los estornudos,
permiten hacer una genuina valoración de la
enorme habilidad manufacturera de los arte
sanos huastecos en Mesoamérica, y convierte
la experiencia arqueológica en una auténtica
forma de regresar en el tiempo.
Magaña J., M. (2008). Técnicas de manufactura de los pectorales huastecos de concha en forma de triángulo invertido del Museo de Antropología de Xalapa, Veracruz. Tesis de Licenciatura en Arqueología. Xalapa: Universidad Veracruzana.
LECTOR I N T E R E S A D O
Artículo recibido el 24 de septiembre de 2012.Aceptado el 15 de abril de 2013.