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LA LINTERNA MGICA: DE LA INVENCIN A LA DECADENCIA (SIGLOS
XVII-XX)
THE MAGIC LANTERN: FROM ITS INVENTION TO ITS DECLINE (17th-20th
CENTURIES)
Francisco Javier Frutos EstebanUniversidad Carlos III de
Madrid
Resumen: La linterna mgica fue un medio audiovisual basado en la
pro-yeccin de imgenes y uso sincrnico de sonidos que alcanz entre
los si-glos XVII y XX una significativa trascendencia cultural. Su
historia se inici con el desarrollo de la magia representativa, es
decir, con la aplicacin durante el siglo XVII de una serie de
principios fsicos que permitieron la proyeccin de imgenes. En la
siguiente centuria, la linterna mgica emergi como un dispo-sitivo
que acab por consolidarse e institucionalizarse como medio de
comuni-cacin en los primeros tres cuartos del siglo XIX. Tras su
industrializacin y co-mercializacin en serie, acaecida en el ltimo
cuarto de dicho siglo, sobrevino la decadencia de la linterna mgica
durante las primeras dcadas del siglo XX.
Palabras clave: Linterna mgica, proyector, cinematografa,
industria cultu-ral, historia de la comunicacin, patrimonio
audiovisual, medios de comunica-cin, vida cotidiana, cultura
contempornea.
Abstract: The magic lantern was an audiovisual medium based on
the projec-tion of images and the synchronic use of sounds that
gained significant cultural transcendence between the 17th and 20th
centuries. Its history began with the de-velopment of
representative magic, that is, with the 18th century application of
a series of physical principles that allowed images to be
projected. In the following century, the magic lantern emerged as a
device that became consolidated and insti-tutionalised as a means
of communication in the first three quarters of the 19th cen-tury.
After its industrialisation and commercialisation in the last
quarter of that century, it fell into decline during the first
decades of the 20th century.
Key words: Magic lantern, Projector, Cinematography, Culture
industry, History of communication, Audiovisual heritage, Mass
media, Daily life, Con-temporary culture.
Historia Contempornea 36: 9-32ISSN: 1130-2402
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1. rase una vez la magia representativa
La mexicana Juana Ins de la Cruz public Sueo (Sevilla, 1692) una
silva de novecientos setenta y cinco versos sobre las limitaciones
intelec-tuales del hombre a la hora de comprender la realidad. El
poema incluye la primera referencia literaria en lengua castellana
de la linterna mgica como metfora de la confusin perceptiva que
existe en la frontera entre sueo y la vigilia: As, linterna mgica,
pintadas / representa fingidas / en la blanca pared varias figuras
/ de la sombra no menos ayudadas / que de la luz: que en trmulos
reflejos / los competentes lejos / guardando de la docta
perspectiva / en sus ciertas mensuras / de varias experiencias
apro-badas, / la sombra fugitiva, / que en el mismo / esplendor se
desvanece, / cuerpo finge formado / de todas dimensiones adornado /
cuando a un ser superficie no merece (De la Cruz, 2000:
297-298).
De la Cruz describi en los versos 873 a 886 la linterna mgica
gra-cias al conocimiento de las obras del jesuita alemn Atanasio
Kircher, durante mucho tiempo considerado el inventor de la
linterna mgica. Al estudiar la ciencia ptica en una de sus obras ms
divulgadas, Ars mag-na lucis et umbrae, el polifactico Kircher la
dividi en tres partes, dedi-cadas a la Magia Horogrfica
aplicaciones de la luz y la sombra a la relojera, la Magia
Catptrica basada en los espejos y la Magia Representativa, definida
como aquella ciencia mas recndita de la luz y de la sombra, en la
que, por medio de las varias mezclas de luz y som-bra, reflexiones
catptricas y refracciones, les sern mostrados espectcu-los
admirables a los oyentes (Kircher, 2000: 360). Al estudiar la Magia
Representativa, Kircher observ que los principios pticos de la
linterna mgica y la cmara oscura eran reversibles, de forma que,
para producir la imagen en una cmara oscura, el espacio iluminado
deba ser el exterior y el oscuro el interior, mientras que en la
linterna mgica suceda a la in-versa: el espacio interior era el
iluminado y el exterior deba permanecer a oscuras. As, mientras en
la cmara oscura el sentido de la direccin de la luz era centrpeto,
en la linterna mgica era centrfugo; y, en cuanto al espacio
interior, lo que en la cmara oscura era una pantalla para captar la
imagen, en la linterna mgica era una lmina para proyectar el
motivo.
Segn autores como Millingham (1945), Ceram (1965) o Staehlin
(1981), desde mediados del siglo XVII Kircher pudo emplear la
proyec-cin de imgenes en sus clases del Centro de Estudios
Superiores de los Jesuitas en Roma, mediante un aparato que tena
forma cilndrica y una lente a modo de condensador que proyectaba,
ampliadas sobre una pan-
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talla, imgenes pintadas con colores translcidos sobre delgados
trozos de vidrio. Esta hiptesis tan extendida no ha podido ser
confirmada por ninguna fuente, ya que la primera publicacin de Ars
magna lucis et um-brae es de 1646, y hasta la edicin de 1671 no
aparece la descripcin an-tes citada.
En cualquier caso, y a la espera de la posible confirmacin
docu-mental de la hiptesis Kircher, antes de 1671, ao de publicacin
de la edicin de Ars magna lucis et umbrae en la que aparece la
primera descripcin de una linterna mgica, existe un testimonio que
confirma el empleo de dicho medio tcnico en Europa. El astrnomo,
fsico y mate-mtico holands Christiaan Huygens manej la linterna
mgica, al me-nos, desde 1659, ya que en uno de sus manuscritos
aparecen dibujadas diez figuras macabras que habran servido como
bocetos para fabricar una placa animada por el sencillo mtodo de
superponer dos lminas de vidrio: una fija, representando el
esqueleto sin el crneo, ni el brazo de-recho; y otra mvil, con el
dibujo del crneo y el brazo solamente.
Dejando de lado la datacin del advenimiento de la linterna
mgi-ca, el principal obstculo para la propagacin de la linterna
mgica fue la construccin de su ptica, posible gracias a los
intercambios de mul-titud de hombres de ciencia como los britnicos
Richard y John Reeves, los alemanes Johann Christoph Sturm y
Johannes Zahn o el dan Thomas Rasnussen Walgenstein. A lo largo de
los siglos XVII y XVIII, y gracias a la elaboracin de lentes cada
vez ms transparentes y sin burbujas ni otras imperfecciones, se
super el gran obstculo de la calidad de proyeccin, eliminndose
paulatinamente, adems, los perniciosos efectos que pro-ducan las
aberraciones pticas a la hora de conseguir una imagen sin
de-formaciones, equivalente a la que se dibujaba en el cristal. A
partir de ese momento, ser testigo directo de la magia de la
linterna ser cada vez ms fcil, ya que adems de los investigadores,
tambin los feriantes que reco-rran los caminos la adoptaron, y
comenzaron a ofrecer sesiones de linter-na mgica entre sus
atracciones.
De la invencin de una tecnologa, se pas a la emergencia pblica
de un dispositivo ptico que permiti la aparicin del oficio de
linternis-ta. El grabado del francs Franois Gurard, incluido en la
popular revista Les cries de Paris publicada entre 1700 y 1710,
representa una de las primeras ilustraciones en las que aparece un
buhonero que podra ser lin-ternista. Bajo la imagen figura la
leyenda Esta es la curiosidad. La rareza de la mirada, el personaje
aparece con una caja de madera rectangular fi-jada a su espalda por
unas correas.
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Se abrieron as nuevos horizontes al oficio del hombre-espectculo
ambulante, que, con la simple compaa de un animal y un organillo,
atraa la atencin popular, recorriendo calles y caminos para ofrecer
su espectculo, ya fuera por iniciativa propia o a peticin de algn
burgus que quisiera deleitar a sus familiares y amigos con una
velada privada en su domicilio. As lo confirma el testimonio del
Abate Nollet en la lec-cin XVII de su Lecciones de Physica
Experimental: La linterna mgica es hoy da uno de aquellos
instrumentos que se han hecho ridculos por la demasiada celebridad
y aplauso que han merecido. La pasean por las ca-lles para la
diversin del pueblo y de los nios: lo cual, junto con el nom-bre
que tiene, prueba que sus efectos son curiosos y admirables
(Nollet, 1757: 364).
En 1734, el Diccionario de Autoridades de la Real Academia
Es-paola (DARAE) ya introdujo el vocablo Linterna magica con la
si-guiente definicin: Machina catptrico-diptrica, dispuesta no slo
para la diversin de la gente, sino tambin para mostrar la
excelencia del arte. Reducese a una caja de hoja de lata o de otro
cualquier metal, donde est oculta una luz delante de un espejo
cncavo, enfrente del cual hay un can con dos lentes convexas, y
pasando por ellas la luz forma un crcu-lo lcido en una pared blanca
hacia donde se dirige. Introducense entre la luz y las lentes unas
figuras muy pequeas, pintadas en vidrio o calco con colores
transparentes, y se ven representadas con toda perfeccin en la
pared, sin perder la viveza de los colores, y en mucho mayor tamao,
aumentndole o disminuyndole lo que se quiere, con acortar o alagar
el can (DARAE, 1734: 413-414).
A pesar de la dificultad que supone reconstruir la cultura
audiovisual previa al siglo XIX, existen testimonios sobre la
presencia en el territorio espaol de sesiones pblicas de linterna
mgica. En Madrid, por ejemplo, y desde mediados del siglo XVIII,
aparecen citados en prensa un buen n-mero de personas dedicadas a
dichos menesteres. Francisco Callejo tuvo una linterna mgica, muy
particular y poco comn, pues despide una luz de ms de 18 palmos en
valo, en el que se ven hermosas perspectivas de jardines, templos,
ciudades, marinas, caceras, fieras, y figuras tan extra-as, como
mover los ojos (Diario Noticioso, 12-5-1759). Sobre Fran-cisco
Bienvenu apareci un artculo titulado Diversin de Fsica sobre la
luz, el microscopio solar y la linterna mgica solar, en el que se
haca una detallada descripcin del espectculo que ofreca en la calle
de la Sartn (Diario de Madrid, 4-5-1798). Juan Gonzlez Mantilla
lleg a ser clebre por sus ilusiones de fantasmagora, en las que
aparecan espectros,
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esqueletos, fantasmas, retratos de hombres clebres (Diario de
Madrid, 6-1-1810).
Lamentablemente, apenas se han conservado ejemplares de linterna
mgica y de sus placas de aquellas primeras dcadas de utilizacin.
Sin embargo, es posible deducir, a partir de los grabados de la
poca, su sim-plicidad, su fabricacin artesanal y un carcter de
prototipo que las haca prcticamente nicas. Si existen testimonios
que informan de como las atracciones ambulantes de linterna mgica
debieron de resultar demasia-do vulgares a los ojos de una nobleza
que, adems, se mostraba recelosa de sus mensajes. Por eso no puede
extraar que, para contrarrestar ese ca-rcter subversivo, Monsieur
de Scvole, secretario del Rey de Francia en 1776, encargara la
creacin de grupos de teatro itinerantes que tenan la misin de
detenerse en los pequeos lugares que no disfrutaban de otro
espectculo que el de la linterna y algunas miserables marionetas. Y
no andaba descaminado el noble francs, ya que aquellas formas de
es-pectculo se convirtieron en soporte habitual para los ataques
contra los privilegios de la nobleza y la monarqua. Un modesto
instrumento de transformacin social que fue introduciendo
progresivamente en sus vis-tas elementos de crtica, junto a temas
alegricos y fantsticos que haban dominado hasta finales del siglo
XVIII.
En Espaa, en 1790, el ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos, en
su obra Espectculos y diversiones pblicas en Espaa, da testimonio
de la desconfianza hacia este tipo de manifestaciones al sugerir
que acaso de-beran desaparecer [] los tteres y matachines, los
payasos arlequines y graciosos del baile de cuerda, las linternas
mgicas y totilimundis, y otras invenciones que, aunque inocentes en
s, estn depravadas y corrompi-das por sus torpes accidentes (De
Jovellanos, 1967: 117). La inquietud mostrada hacia estos
espectculos por Jovellanos desvela cmo, tres si-glos despus de la
invencin de la imprenta, la linterna mgica y tam-bin otros
dispositivos como la cmara oscura y sus derivados abran la
posibilidad de confrontar sus imgenes con la tradicin escrita
tradicional, en la que se haban formado varias generaciones de
individuos.
No obstante, cuatro dcadas despus del informe de Jovellanos,
otro intelectual como Mariano Jos de Larra, daba ya carta de
naturaleza a la fantasmagora, el primer espectculo audiovisual que
la linterna mgica ofreci como medio de comunicacin. En su artculo
titulado Quin es el pblico y donde se encuentra? primer trabajo
para El Pobrecito Habla-dor, revista satrica y de costumbres,
publicada en agosto de 1832, La-rra adems de destacar las sesiones
del fantasmagrico Mantilla como
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una de sus diversiones pblicas preferidas, reflexion acerca del
concepto emergente de pblico: Esa voz pblico que todos traen en
boca, siempre en apoyo de sus opiniones, ese comodn de todos los
partidos, de todos los pareceres, es una palabra vaca de sentido, o
es un ente real o efecti-vo? Segn lo mucho que se habla de l, segn
el papeln que hace en el mundo, segn los eptetos que se le prodigan
y las consideraciones que se le guardan, parece que debe ser
alguien. El pblico es ilustrado, el pbli-co es indulgente, el
pblico es imparcial, el pblico es respetable: no hay duda, pues, en
que existe el pblico (De Larra, 1979: 8-9).
Precisamente ese mismo ao, el Diccionario de la Real Academia
Es-paola incluy la voz fantasmagora, en los siguientes trminos:
Arte de representar fantasmas por medio de una ilusin ptica (DRAE,
1832: 344). Adems de indagar en la naturaleza del pblico como
emergente agente social, Larra se renda ante el xito que
intermitentemente, desde 1810, en plena Guerra de la Independencia,
haba tenido Juan Gonzlez Manti-lla con las ilusiones de
fantasmagora, en las que aparecan espectros, esqueletos, fantasmas,
retratos de hombres clebres (Diario de Madrid, 6-1-1810). Y es que
pocos aos antes, durante la Revolucin francesa, se haban puesto de
moda en toda Europa las fantasmagoras, un tipo de sesiones que
supusieron la consolidacin como un medio de comunica-cin de los
espectculos pblicos de linterna mgica al fundir el compro-miso
social y la propuesta de un futuro audiovisual.
2. La fantasmagora o su consolidacin como medio de
comunicacin
Tanto Mantilla como otros muchos linternistas de la poca se
limi-taron a reinterpretar procedimientos que otros venan empleando
desde hacia aos, como el francs tienne-Gaspard Robert, conocido con
el so-brenombre de Robertson, que ha pasado a la historia como el
inventor de las fantasmagoras, al estrenar en Pars, en 1798, unas
sesiones que, con ligeras variaciones, fueron ofrecidas a lo largo
de tres dcadas por toda Europa.
Los habitantes de la Europa de finales del XVIII protagonizaron
la transicin entre el modelo de cultura popular imperante en la
sociedad occidental desde la Edad Media y el de la incipiente
cultura de masas. En ese contexto, Robertson, un clrigo descarriado
interesado por la magia, la fsica y la aeronutica, nacido en Lieja
en 1763, integr dos tradiciones del conocimiento y la comunicacin,
la del clrigo medieval y la del dra-
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maturgo barroco. Su formacin eclesistica le haba puesto en
contacto con una cultura popular, por definicin, heterognea,
informal, participati-va, desenfadada y plasmada en espectculos
donde el mundo se represen-taba en continuo cambio. Ante la nueva
cultura urbana que se estaba im-poniendo, Robertson, guiado por una
curiosidad ilustrada que abarcaba de la aeronutica a las ciencias
esotricas, se transform en un dramaturgo capaz de apropiarse de
nuevos escenarios de actuacin para luchar contra la
supersticin.
Fue probablemente la Revolucin Francesa la que otorg a Robertson
la audacia necesaria para comunicar audiovisualmente sus ideas
median-te las fantasmagoras y someter a los espectadores a
desconcertantes ex-periencias visuales. Al tratar a los espectros
como invenciones humanas, como productos de la mente y los
sentidos, y no como seres del mundo real, su espectculo era til,
como l mismo reconoca en sus memorias: Para el hombre que piensa []
que as se instruye del efecto extrao de la imaginacin cuando sta
rene el vigor y el desorden; quiero hablaros del terror que
inspiran las sombras, los caracteres, los sortilegios y los
tra-bajos ocultos de la magia, terror que casi todos los hombres
han experi-mentado en la tierna edad de los prejuicios y que
algunos conservan toda-va en la edad madura de la razn (Robertson,
1985: 278-279).
Mientras se desconoce la importancia e incluso la identidad de
mu-chos linternistas de esa poca, la vida y obra de Robertson
fueron bien conocidas y justamente valoradas desde un principio.
Por fortuna, sus fan-tasmagoras estn ampliamente documentadas desde
sus orgenes. Por un lado, existen los datos y anotaciones que el
propio Robertson dej en dos volmenes titulados Mmoires rcratifs,
scientifiques et anecdotiques, escritos entre 1831 y 1833 y en los
que se encuentra informacin sobre los temas que inspiraban las
piezas, comentarios relacionados con la pues-ta en escena y las
intervenciones que durante la representacin recitaba el propio
autor. Adems, se cuenta con otra fuente documental importante,
compuesta por los anuncios breves y programas impresos de las
distintas sesiones realizadas por toda Europa. Un ejemplo de este
tipo de sesiones son las exhibidas en Francia, por primera vez,
desde el 23 de enero has-ta el 26 de abril de 1798, en el Pabelln
Lchiquier, y que, a partir del 10 de enero de 1799, seran
trasladadas y ofrecidas, durante ms de dos aos, en el claustro del
convento de los Capuchinos de Pars.
A partir de esa documentacin se pueden deducir los argumentos
fa-voritos del repertorio del linternista francs. Poseedor de una
slida cul-tura clsica, Robertson extrajo una parte importante de
sus temas del
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Antiguo Testamento, de la literatura inglesa y de la mitologa
griega, combinndolos con otros de carcter ms trivial, que incluan
escenas tr-gicas y cmicas, fantsticas, moralizantes o basadas en
sucesos de la tur-bulenta actualidad revolucionaria.
Representada mediante esqueletos, sepulcros, mscaras mortuorias
o cementerios, la muerte constitua una de sus principales fuentes
de inspi-racin de Robertson. Bajo la influencia del claustro del
convento de los Capuchinos, que vio nacer al espectculo original,
las escenas evocaban la atmsfera misteriosa de las novelas gticas
que hicieron furor en las postrimeras del siglo XVIII: ruinas
baadas por la luz de la luna, cemente-rios atravesados por el vuelo
de murcilagos, claustros en los que apare-cen novicias en busca de
su amante, motivos que le permitan combinar el amor y la
muerte.
Y tambin criaturas monstruosas, porque, curiosamente, en el
uni-verso de este antiguo clrigo no aparecen ngeles, pero s
demonios y diablos, orejas de lobo, colmillos de jabal, alas de
murcilago, garras y espolones que crecen indistintamente en los
cuerpos de hombres y mu-jeres. Criaturas hbridas se mezclaban con
figuras de la mitologa, cabezas de Medusa, serpientes o grifos
alados. El ser humano, excepto cuando se trataba de grandes
personalidades, sola estar representado por monjes, er-mitaos y
avaros. Y las mujeres eran vrgenes, novicias, religiosas, brujas o
pitonisas. Motivos que, con el correr de los aos, seguirn siendo
del gusto de los espectadores, como lo demuestra la sistemtica
inclusin de nmeros fantasmagricos en las veladas de linterna
ofrecidas durante el siglo XIX.
A partir de estos argumentos, el espectador que penetraba en los
l-mites mgicos de la sala fantasmagrica era testigo de una
experiencia nada comn. Al menos as lo relataban algunos testimonios
de la poca como el de Joaqun Eleuterio Garca y Castaer, en La magia
blanca descubierta, cuando se refera al fenmeno mgico de las
fantasma-goras: Los que no tienen conocimiento alguno de la teora
de esta diver-sin estn firmemente persuadidos que los espectros
revolotean alrededor de la sala y van a precipitarse sobre ellos.
La mayor parte de los especta-dores no pueden prescindir de cierto
temor, cuando los ven aparentemen-te correr hacia ellos. Las vistas
espantosas comparecen al principio como un leve punto, mas ellas
toman gradual y rpidamente un gran aumento, y esto es lo que da la
apariencia de precipitarse hacia los espectadores. La fantasmagora,
sin embargo, no es ms que una modificacin de la linter-na mgica
(Garca y Castaer, 1833: 165-166).
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Una modificacin que aportaba numerosos elementos escnicos que
convertan a la fantasmagora en un espectculo original, ya que
esta-ba compuesta por distintos nmeros intercambiables, contaba con
fun-didos, sobreimpresiones, imgenes en movimiento, alocuciones y
efec-tos sonoros, para cuya puesta en escena slo era preciso contar
con una sala tapizada en negro, con un espacio mnimo de 25 metros
de largo y 8 de ancho, que incluyera una tarima reservada para las
experiencias de aproximadamente un metro de altura. En ese espacio,
la pantalla de pro-yeccin, disimulada hasta el comienzo de la sesin
por una cortina negra, divida la sala en dos partes: por un lado,
un fondo de 8 metros, reservado al fantoscopio que guardaba el
misterio de las fantasmagoras, y por otro, unos 15 metros para
alojar al pblico.
En cuanto al modo en que las imgenes conseguan sus efectos
din-micos y secuenciales, puede servir de ejemplo el nmero titulado
Tambor de los muertos. Se iniciaba con un resplandor coloreado e
indeterminado que manchaba la tela, producido por los quinqus del
fantoscopio y la pla-ca de vidrio que representaba la cabeza de
Medusa. A medida que el apa-rato retroceda silenciosamente, la
imagen creca, hasta que quedaba nti-damente enfocada y alcanzaba su
mayor tamao. Mientras tanto, un ruido estrepitoso, producido por un
tan-tn chino, llevaba al mximo la intensi-dad dramtica. La maniobra
era reversible, hasta que apareca de nuevo un resplandor confuso.
El terror que se buscaba era mximo cuando ese efecto ptico se
combinaba con el movimiento interno de los ojos de la Medusa en su
placa animada, pues, segn el mito, ese personaje transfor-maba en
piedra a todos los que tropezaban con su mirada.
La combinacin dinmica, caracterstica de gran parte de las
imge-nes proyectadas del siglo XIX, pudo ser realizada por
Robertson gracias al fantoscopio. Situado detrs de la pantalla, el
principal, pero no nico protagonista de sus espectculos estaba
construido a partir de una linterna mgica, montada sobre un pie
provisto de ruedas que alcanzaba una altura aproximada de 160 cm.
Ese dispositivo permita el acercamiento o aleja-miento silencioso
respecto de la tela, para aumentar o disminuir el tamao de las
imgenes, sin que el pblico se percatara de la maniobra. Adems,
merced a un ingenioso sistema, que era en realidad un embrin del
obtu-rador, las sombras aparecan y desaparecan en la pantalla.
Al fantoscopio se unan otros medios a la hora de generar
sobreim-presiones, fundidos y apariciones fantsticas. Por ejemplo,
para aadir a la imagen principal, emitida por el fantoscopio, el
paso de un murcilago, un ayudante que llevaba una linterna mgica
ordinaria sujeta con correas
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proyectaba ese motivo desde un lugar oculto y oblicuo, para no
desvelar su misterio. Tambin se cree que Robertson us personas para
crear som-bras vivas, extremo ste que no queda aclarado en sus
escritos, al contra-rio de lo que ocurre con la proyeccin de
objetos opacos aplicada a vo-lmenes de gran tamao, como el ser
humano. Tambin est demostrado el empleo de pequeos bajorrelieves,
grabados o medallas, que el propio Robertson dise, recort y
policrom, para confeccionar diversos moti-vos de no ms de 30 cm,
que despus dispona sobre tablillas e introduca en la caja de luz
del fantoscopio.
La presencia de Robertson actuando como narrador a modo de
maes-tro de ceremonias una figura que subsistir en el primer cine
mudo y que posteriormente ser reemplazada por los interttulos es
atribuible al antiguo clrigo de Lieja, y con l a la mayora de los
linternistas. Ms que ser simples testigos de su espectculo,
tuvieron una importante funcin narrativa, pues su omnipresencia les
dotaba de un punto de vista global, consecuencia de su conocimiento
del relato. Sus comentarios espordicos resuman la sabidura acerca
de la historia o expresaban juicios de valor, sentencias,
reflexiones
Por ltimo, la ambientacin sonora de las fantasmagoras estaba
com-puesta, adems de por comentarios, alocuciones propias y de
otras per-sonas como el ventrlocuo Fitz-James, por
instrumentaciones musi-cales y ruidos descriptivos. Por ejemplo,
para imitar el ruido de la lluvia, Robertson empleaba un artilugio
cilndrico que, al girar, emita un sonido montono cuyos efectos
sobre el espectador segn reconoce l mismo en sus memorias
beneficiaban las ilusiones de la fantasmagora. El ruido uniforme
duerme, por as decirlo, el pensamiento. Todas las ideas parecen
llamadas a un nico y mismo objeto, a una nica y misma impre-sin.
Este ruido tiene, adems, otro fin, que es disimular el movimiento,
la presencia misma del hombre y las cosas (Mannoni, 1994: 155).
Se puede afirmar que, con el conjunto anteriormente descrito de
ele-mentos narrativos, visuales y sonoros, Robertson consolid un
modo de expresin especfico para la linterna mgica, antes incluso de
ofrecer, entre mayo de 1826 y finales de 1830, sus ltimas
fantasmagoras en el pabelln que construy en la antigua propiedad de
Labouxire, rebautizada como Nouveau Tivoli. Adems de en Pars,
Robertson present su fantasmagora en diversas localidades y
periodos; en Madrid, en el Teatro del Prncipe, entre el 24 de enero
y el 25 de febrero de 1821; en Berln, entre noviembre de 1809 y
febrero de 1810, y en Praga, en diciembre de 1810. La noticia de
estas sesiones provoc mltiples ensayos e imitaciones. En Gran
Bretaa,
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por ejemplo, Philipsthal estren su espectculo Phantasmagoria en
1801, en el Lyceum Theatre de Londres, y un ao despus, un italiano
llamado Guglielmus Federico exhibe The Phantasmagoria por toda la
Gran Breta-a. Los espectros llegaron a Estados Unidos poco despus,
donde se ha do-cumentado en mayo de 1803 una atraccin
fantasmagrica.
Aunque el espectador descubri pronto los secretos del espectculo
fantasmagrico, no por ello dej de admirar el progreso que
significaba. El Semanario Pintoresco Espaol, el 8 de enero de 1837,
en el artculo titu-lado La Fantasmagora, haca mencin a la sorpresa
que hubiera supues-to para Luis XIV, el gran monarca, en cuyo
reinado vivan un Racine, un Bossuet y un Pascal, que un hombre le
dijese: Seor, antes de tres siglos, un carruaje sin caballos ni
otro animal de tiro y movido por el vapor del agua caliente
recorrer en tres horas la distancia de veinte leguas. A
con-tinuacin del ferrocarril, el texto aada otras maravillas que
han produci-do las ciencias y la mecnica, y que la costumbre nos
hace mirarlas ya con tanta indiferencia, como el barco de vapor, el
globo aerosttico, el alum-brado de gas, el buque submarino y, por
ltimo, la fantasmagora, que bien examinada era una linterna mgica
perfeccionada, que al ofrecernos sus espectros y fantasmas, no como
apariciones sobrenaturales ni debi-do a un pacto diablico u otra
especie de sortilegio, sino como un experi-mento de fsica
experimental producido por medio de ciertos efectos de la luz
sometida a las leyes de la ptica, no puede menos de haber
contribuido muchsimo a la destruccin de las creencias
supersticiosas.
Si se compara el modelo de espectculo de Robertson con las
inge-nuas y elementales sesiones de linterna mgica del siglo XVIII,
se com-prende que su puesta en escena, dirigida tanto a los
sentidos como al inte-lecto, llev hasta la madurez una nueva forma
de entender el espectculo audiovisual y posicion a la linterna
mgica como un medio de comunica-cin social de primera magnitud.
3. La linterna mgica al servicio de la divulgacin y el ocio
En un mundo que estaba reorganizando sus modos de vida en funcin
de las transformaciones sociales y las innovaciones tcnicas, la
linterna mgica fue uno de los recursos tcnicos ms utilizados en la
educacin o la divulgacin recreativa de la ciencia. El concepto de
recreacin cientfica, asociado a la ciencia moderna, remite a la
divulgacin de leyes descubier-tas o de nuevos mecanismos, con el
fin de comprender efectos fsicos, qu-
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micos o matemticos, en principio inexplicables, y que desde la
antigedad iban asociados a mitos o rituales. Un concepto que,
aplicado a las sesiones de linterna mgica, puso de moda un tipo de
espectculo capaz de diver-tir instruyendo e instruir divirtiendo, y
que generalmente empleaba el mi-croscopio solar, un medio ya
descrito por el Abate Nollet: Hablando con propiedad, viene a ser
este instrumento una linterna mgica, iluminada con la luz del sol:
el porta-objetos no tiene pintura alguna; es un pedazo de vidrio
blanco, en que se echa una gota de algn licor, en que haya
insectos, polvos, u otros corpsculos transparentes (Nollet, 1757:
368).
Para Nollet, el microscopio solar era an ms curioso y ms til que
la linterna mgica: Una pulga se ve como un cordero; el polvillo de
las alas de una mariposa parece hojas de clavel; un cabello se ve
tan grue-so como el palo de una escoba. [] Pero nada hay ms hermoso
que la circu lacin de la sangre, observada con este instrumento, en
el mesenterio de una rana, o en la cola de un renacuajo. Parece que
se est viendo una Carta Geogrfica que tuviese animados todos los
ros con un curso verda-dero (Nollet, 1757: 370).
Segn Bernardo Riego (1998), en la primera mitad del XIX, en los
me-dios impresos de diversas ciudades espaolas aparecieron
referencias a espectculos ofrecidos con el microscopio solar. El 13
de febrero 1840, El Constitucional, de Barcelona, alaba sus
extraordinarias cualidades, por las que el espectador disfruta de
la vista en grande de los objetos ms diminutos de los tres reinos
del a naturaleza, con todos sus colores y ac-ciones. En julio de
1841 lleg a Bilbao Carlos Andorfer para exponer al pblico las
vistas de su Galera ptica Pronopiografe y Microscopio Solar. En los
anuncios que Andorfer insert en El Vascongado seala-ba cmo sus
funciones mostraban objetos agrandados varios millones de veces con
tal de que el sol brille sin nubes, muy distintos de los que
ofre-can la numerosa familia de los cosmoramas y otros gabinetes
similares (Riego, 1998: 93).
Dos meses antes, Andorfer haba recalado en Santander con el
mismo espectculo y seguramente idntico al citado por El Correio de
Lisboa, el 27 de marzo de 1840, en su cuarta pgina, recoge un
anuncio titulado Mi-croscopio solar acromtico, donde se informa que
durante varias semanas Carlos Andorfer ofrecer sus maravillas en la
Case de Pombal, n. 11. Las reflexiones en tono humorstico firmadas
bajo el epgrafe El microscopio en El vigilante cntabro (Mayo,
1841), y hechas en prensa por un espectador del evento santanderino
evidencian la sorpresa que supona encontrarse con un mundo
cotidiano que hasta ese momento resultaba totalmente desconoci-
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La linterna mgica: de la invencin a la decadencia (siglos
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do: La exhibicin de varios insectos pequeos es la primera
[vista] que se presenta, y en mi conciencia aseguro que preocupado
por la ilusin no con-ceba pudiera matarse una pulga de otro modo
que con una escopeta [], pues el animalito no apareca menor que un
buey (Riego, 1998: 94).
Obligado a cambiar de escala ante la visin de un trozo de queso,
el sorprendido espectador descubri: Un nmero prodigioso de animales
que parecen como de una cuarta de largo, muy gruesos y
extraordinaria-mente feos: estos se agitan, corren y se devoran
mutuamente, y luego, ante una gota de agua estancada, vio en ella
culebras y otros animales de extraordinaria magnitud que no s si me
habr aprovechado las muchas veces que he alojado en mi estmago
semejante arca de No. Aunque por otra parte, quin sabe lo que
descubrira en l con su microscopio el Sr. Andorfer? Quiz tenga yo
all, y no lo sepa, tres o cuatro docenas de lagartos escondidos en
algn pliegue de la membrana. Despus de lo que he visto ya no me
admiro de esas pequeeces (Riego, 1998: 95).
El buen recibimiento de las atracciones recreativas de Carlos
Andor-fer en las principales poblaciones espaolas, conecta con el
xito que fue-ra de nuestras fronteras estaban teniendo algunos
espacios pblicos como el londinense Royal Polytechnic Institution o
el parisino Maison du Cos-mos, que llegaron a institucionalizar un
modelo de espectculo que apos-taba por la combinacin de instruccin
y entretenimiento.
George Cayley y su hermano Edward, fundaron en abril de 1838 la
Royal Polytechnic Institution, con la colaboracin de W. M. Nurse y
Charles Pyne. Su gran saln de actos, con 36 metros y medio de largo
por 12 de ancho y con tribunas en las paredes laterales, alberg
todo tipo de atracciones y exposicin de logros tcnicos y
cientficos. Por ejemplo, en febrero de 1841 William Henry Fox
Talbot organiz una demostracin de su nuevo sistema de revelado
fotogrfico. Con el tiempo, sin embargo, la Royal Polytechnic
Institution cobrara gran fama entre los londinenses por sus
funciones de linterna mgica. En 1841, para sus primeras sesiones,
recurri a Henry Landon Childe, considerado un maestro de los
cuadros disolventes y de otros efectos especiales. Con un juego de
dos linternas, Childe mostr los famosos dissolving views pintados
por W. R. Hill, consiguiendo un efecto de fundido encadenado al
proyectar una imagen que iba oscurecindose al tiempo que la
siguiente se superpona a ella cada vez con ms luminosidad. Tambin
figuraron entre las ms solicita-das veladas aquellas que incluan
proyecciones caleidoscpicas, atri-buidas al ingenio de Childe. En
ellas, una placa denominada cromatropo formada por dos cristales
pintados a mano con formas coloreadas sim-
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tricas que giraban sincrnica e inversamente, provocaba un efecto
de entrecruzamiento que generaba figuras abstractas de un fuerte
poder hip-ntico.
Pero el periodo ms ambicioso en la programacin de espectculos de
linterna se inici en 1854, cuando Henry Pepper se convirti en su
director y arrendatario nico. Al margen de numerosas charlas de
instruccin ilus-tradas con vistas de linterna, la institucin ofreca
sofisticados entreteni-mientos pticos, que combinaban la proyeccin,
los efectos de sonido, la interpretacin, la narracin y la msica.
Segn Pepper en la Royal Poly-technic Institution se llegaron a usar
hasta siete linternas al mismo tiempo, adems de un buen nmero de
aparatos accesorios instalados detrs de la pantalla para la
produccin de sonidos: truenos, viento, disparos de ca-n, rugidos de
bestias hambrientas, etc.; ruidos todos que se imitan con gran
xito. Algunas de las transparencias usadas en la institucin posean
dimensiones excepcionales, con marcos de 64 25,5 cm que encerraban
cristales de 21,5 16,5 cm. De esta forma, la calidad y riqueza de
detalles de las imgenes resultantes no tena parangn.
Pars tambin tuvo sus instituciones emblemticas en el uso
recrea-tivo de la linterna mgica, levantadas por el telogo,
pedagogo popular y escritor de temas tcnicos Franois Moigno en el
nmero 8 del Boule-vard des Italiens, el mismo local que luego
ocupara el teatro de magia de Georges Mlis. Segn Mannoni (1994),
desde 1852 Moigno protagoniz varias iniciativas para ofrecer
proyecciones abiertas al pblico, hasta que finalmente, en 1872,
inaugur su Salle du Progrs, donde la principal he-rramienta docente
fue la linterna mgica. Segn las palabras de Moigno, tomadas de su
obra Lart des projections (1872) las proyecciones de su Teatro de
las Ciencias Ilustradas eran capaces de divertir instruyendo e
instruir divirtiendo, y se organizaban con el siguiente
programa:
1) Obertura musical, interpretada al rgano, piano u armonio 2)
Revista de novedades, cuadros proyectados con luz elctrica. 3)
Demostracin de ciencia ilustrada. 4) Intermedio, de un cuarto de
hora aproximadamente 5) Revista de historia o de geografa Proyeccin
de un cierto n-
mero de cuadros 6) Bouquet. Se terminar con juegos de ptica,
fantascopio, croma-
tropo, etctera. 7) Salida. Se cantarn cantos nacionales de
distintos pueblos (Man-
noni, 1994: 271).
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La linterna mgica: de la invencin a la decadencia (siglos
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Armand Billon, encargado de realizar las transparencias
fotogrficas para linterna mgica de la coleccin de Moigno, public en
1882, tras la muerte de ste, el catlogo completo de sus placas de
proyeccin. Un total de 4.388 imgenes fijas o mviles, pintadas,
cromolitografiadas o regis-tradas sobre emulsin fotogrfica, que
incluan motivos tan dispares como los retratos de Nipce y Daguerre,
o los aparatos de Janssen y Marey, has-ta escenas del Viejo y Nuevo
Testamento, la Pasin de Jess, y por su-puesto, quinientas vistas
cmicas, varios cromatropos y otras ruedas de la vida. Entre todos
ellos, las vistas cientficas constituan la parte princi-pal y
abarcaban todos los campos del saber: anatoma, botnica, qumica,
geologa, medicina, zoologa, historia de Francia, arquitectura,
geografa, mecnica, astronoma
En este contexto de consolidacin institucional de la linterna
mgi-ca como herramienta de divulgacin y ocio, hay que situar a la
madrilea Galera topogrfica-pintoresca, como un establecimiento que
conjugaba la exposicin de cuadros o esculturas y la instalacin de
aparatos encargados de proporcionar experiencias pticas, fsicas,
mecnicas, etc. Encuadrado por Ramn de Mesonero Romanos (1844: 396)
dentro de los espectculos recreativos, y citado por Pedro Felipe
Monlau (1850: 323-324) o Franoi-se S. Beudant (1841: 478), el local
abri sus puertas al pblico el da 8 de octubre de 1835. Diversas
publicaciones peridicas se hicieron eco de su evolucin hasta 1856.
Por ejemplo, el Semanario Pintoresco Espaol, hizo el 24 de abril de
1836 una detallada descripcin de la Galera: Lo primero que se
presenta al espectador es un gracioso templete mgico hexgono, en el
que el artificio catptrico presenta en su centro un tiesto de
rosas, y con slo mudar su posicin, una fuente, una gruta, un
cenador, un bosque y un catafalco. Tras repasar numerosas
maravillas internacionales, la resea incide en la vista de Madrid
por la parte de Medioda, desde la concurren-cia del puente de
Segovia con el camino de la puerta de San Vicente, pues es el punto
de comparacin por donde los curiosos pueden inferir la exac-titud
de los dems trabajos topogrficos de esta galera.
En esa misma lnea de divulgacin popular, adems de las sociedades
culturales, los institutos de enseanza, las escuelas normales o las
acade-mias militares, un buen nmero de agrupaciones religiosas y
ligas contra el alcoholismo o la tuberculosis ofrecieron tambin sus
particulares ve-ladas de linterna mgica. Por ejemplo, la utilizacin
generalizada de la linterna como herramienta de propaganda por
parte de movimientos reli-giosos y a favor de la templanza
demuestra el alto grado de instituciona-lizacin alcanzado por la
linterna mgica como medio de comunicacin.
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4. La comercializacin de la linterna mgica a gran escala
A lo largo del siglo XIX, la linterna mgica se acabar
introducien-do definitivamente en todos los mbitos sociales,
gracias a los cambios producidos a partir de la revolucin
industrial la sustitucin generali-zada de las herramientas
artesanales por las mquinas, la introduccin de nuevas fuentes de
energa utilizables para el trabajo mecnico, la organi-zacin de la
produccin en factoras o manufacturas, etc., de los gran-des
perfeccionamientos tcnicos y cientficos aparecen nuevas fuentes de
iluminacin, las investigaciones fotogrficas suprimen las
principales aberraciones pticas en los objetivos, etc. y de las
nuevas necesidades sociales. Y es que, como afirmaba el constructor
britnico Charles A. Par-ker: Hay pocos instrumentos de naturaleza
cientfica calculados para en-tretener e instruir mejor que la
linterna ptica Puede decirse que mien-tras otros instrumentos, como
el microscopio o el telescopio, no atraen sino al ojo educado, los
efectos de la linterna son de tal naturaleza que se pueden apreciar
y entender por un gran nmero de personas al mismo tiempo (Parker,
1890: 19).
Segn la lista de fabricantes y comerciantes de linterna mgica
activos en Gran Bretaa durante el siglo XIX, confeccionada por John
Barnes y pu-blicada en Magic Images (Magic Lantern Society, 1990,
pp. 19-30), exis-tieron en aquel pas hasta un total de 112
fabricantes o comerciantes, la ma-yora de ellos activos en los
ltimos treinta aos del siglo XIX, y entre los que cabe citar a
Acher & Sons, Newton & Co., Perken, Son & Rayment,
Riley Brothers, Theobald & Co., W. Wasson & Son y
otros.
En el resto de los pases europeos fabricantes an no se han
confec-cionado listas tan exhaustivas. En Francia, Laurent Mannoni
(1994), a partir de datos obtenidos en LAnnuaire du commerce de
Pars, entre 1800 y 1900, cita ms de una veintena, entre los que
destacaban las famosas casas de Louis Aubert, la saga Lapierre
Auguste y douard Virgile, Alfred Molteni, Elie Xavier Mazo o Jules
Duboscq. Por su parte, Ernst Hrabalek (1985) menciona como las ms
importantes casas alemanas a la Gebrder Bing, Georg Carette, Max
Dannhorn, Johann Falk, Carl Mller, Ernst Plank y Jean Schoenner. En
Espaa slo se tienen algunos datos preliminares, a partir del
trabajo de rastreo realizado en la Investigacin de los factores que
propiciaron la animacin de la imagen, as como de la recepcin de
este fenmeno en Espaa (1871-1896), dirigida por Gilles Multigner y
financiada por el Instituto de la Cinematografa y de las Artes
Audiovisuales en 1994.
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Historia Contempornea 36: 9-32
En cualquier caso, el apogeo industrial que demuestra esta
relacin de casas fabricantes corresponde al final de un proceso de
simplificacin y mejora tcnica, llevado a cabo en un contexto de
mercado muy heterog-neo y competitivo, sujeto a una demanda
diversificada. La decisin ltima de cualquier interesado en adquirir
un modelo de linterna mgica depen-da fundamentalmente del destino
que pretendiera dar al aparato. Cuatro aos antes de realizar y
producir algunos films pioneros del cine britnico, Charles Goodwin
Norton (1893) elabor una lista de destinos que puede ser
ilustrativa del amplio espectro de aplicaciones conquistadas por la
lin-terna como medio:
1) Divertir a los amigos en casa, al mostrar cristales de
fabricacin casera.
2) Ilustrar una lectura de naturaleza puramente cientfica, donde
de-ben usarse nicamente vistas planas.
3) La linterna va a estar siempre en el mismo sitio, por
ejemplo, una institucin pblica, pudiendo ser usada para cualquiera
de sus mu-chas actividades.
4) La linterna formar parte de un entretenimiento que se ofrecer
en varios sitios, de cuyas caractersticas el operador no tiene
conoci-miento previo.
5) Toda la diversin depende del conferenciante, la linterna y el
ope-rador.
Teniendo en cuenta estos cinco usos, el propio autor aconsejaba
que, para los tres primeros casos, era suficiente contar con una
linterna sencilla de aficionado, mientras que en los dos ltimos
sera necesario el concur-so de un sistema ms caro y resistente,
denominado en algunas ocasiones por los fabricantes linterna de
proyeccin, que incluso podan formar sistemas compuestos por varias
linternas integradas, situadas una sobre otra. Cualquiera que fuera
la eleccin, nunca se perda la posibilidad de la sustitucin de
cristales y, por tanto, de facilitar una transicin eficaz de
imgenes frente el espectador. sa era precisamente la condicin
nece-saria para poder relatar historias con cierta complejidad, que
se cumpla mediante el uso de dos frmulas generales de sugerir la
sensacin de mo-vimiento en pantalla: complicando los sistemas de
proyeccin o bien los soportes que se introducan en el chasis.
De esta manera, lo que empez siendo un mecanismo producto de
ar-tesanos o del propio linternista, acab alumbrando una actividad
indus-trial enormemente frtil dirigida a dos sectores bien
definidos: el doms-
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tico, que suministraba al mercado aficionado e infantil, y el
profesional, que apostaba por productos y servicios dirigidos a
instituciones y espec-tculos pblicos. Una industria que trascenda
la mera construccin de aparatos, pues habitualmente, los
fabricantes vendan en el interior de ca-jas lujosamente decoradas,
no slo la linterna mgica, sino tambin acce-sorios, un cierto nmero
de colecciones de transparencias, elaboradas por la propia casa, y
pequeas publicaciones o catlogos, que incluan desde instrucciones
de uso a lecturas para acompaar las proyecciones. Incluso se
editaron publicaciones que revelaban trucos y secretos de los
grandes proyeccionistas, para los aficionados deseosos de deleitar
a sus invitados en las sesiones privadas.
Para finalizar este breve recorrido por el mercado generado en
torno a la linterna mgica, conviene profundizar en la edicin de
catlogos de venta. A finales de la dcada de los setenta del siglo
XIX los proveedores y fabricantes al por menor eran conscientes de
la necesidad de publicar un catlogo que sus clientes pudieran
obtener por correo a cambio de una mdica cantidad. El catlogo de la
firma Hughes correspondiente al ao 1882, por ejemplo, constaba de
176 pginas generosamente ilustradas, de las que 130 estaban
dedicadas a las placas de linterna mgica. Otros cat-logos
publicados en los ltimos aos del siglo XIX por proveedores como
Newton, Woods o el denominado Ejrcito de la Iglesia (Church Army)
eran obras monumentales de dimensiones enciclopdicas que siguie-ron
emplendose hasta bien entrado el siglo XX. El de la firma britnica
Newton llegara a superar las 1.200 pginas en dos volmenes y a
inventariar entre 100.000 y 200.000 transparencias. El usuario de
Newton se serva de un ndice recortado para localizar las
principales secciones: imgenes sacras, moralizantes, de arte, de
literatura, de ciencias, sobre el estudio de la naturaleza, de
geografa, de historia o de industria. Los con-tenidos no eran tan
austeros como pudiera pensarse a partir de estas clasi-ficaciones,
por ejemplo, en el captulo dedicado a la literatura se incluan
imgenes de entretenimiento y relatos cmicos infantiles, as como
vistas disolventes y transparencias con efectos especiales.
La prspera industria que refleja la actividad comercial descrita
has-ta aqu, entrar en crisis a partir de 1910. Algunas compaas como
la alemana Liesegang se reconviertieron, al fabricar los accesorios
ne-cesarios para construir equipos fotogrficos y cinematogrficos;
otras, como la inglesa Bemforth, famosa por sus Life Models, se
dedicarn a producir pelculas. La mayora de las empresas fabricantes
de linternas y placas como la francesa Lapierre, sencillamente,
desaparecieron.
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5. De las veladas de linterna mgica a la fotografa animada
Gracias a los avances tcnicos, industriales y expresivos antes
citados la linterna mgica del ltimo cuarto del siglo XIX se
convirti en un pode-roso medio de comunicacin social a escala
mundial. Segn el investiga-dor francs Laurent Mannoni (1994),
durante el invierno de 1895, mien-tras los parisinos estrenaban el
Cinematgrafo Lumire, alrededor de catorce mil espectculos de
linterna mgica se ofrecieron en todo el terri-torio galo, sin
incluir las sesiones organizadas por sociedades educativas o
instituciones religiosas. Este dato ilustra la existencia de un
tipo de es-pectculo audiovisual, basado en la proyeccin de imgenes
y uso sincr-nico de sonidos, que tena a finales del siglo XIX una
significativa trascen-dencia cultural. Se trataba de un espectculo
con dos siglos de tradicin a sus espaldas, en el que el
linternista, a modo de maestro de ceremonias y acompaado de uno o
varios ayudantes, mantena viva la atencin del es-pectador mediante
la direccin de una puesta en escena que combinaba simultneamente
las imgenes proyectadas por la linterna mgica, la reci-tacin de
textos y la interpretacin de alguna meloda musical. Los textos
figuraban tanto en la pantalla como impresos en pequeos programas
ilus-trados que se repartan antes de la funcin y en los que se
detallaban los nmeros que componan la velada. La msica, al tiempo
que creaba una atmsfera apropiada, serva para aislar al espectador
del ruido del sistema o de los comentarios del pblico. Normalmente
eran fragmentos de pie-zas de repertorio, separados por intervalos
de silencio, y que, en cualquier caso, estaban siempre subordinados
al relato visual y a las intervencio-nes del maestro de ceremonias.
Junto a la msica, los efectos acsticos, al acompaar una accin, un
golpe o una cada, completaban la creacin de un ambiente sonoro
expresivamente intencionado.
Durante el ltimo cuarto del XIX, coincidiendo con el primer gran
pe-riodo de equipamiento industrial espaol entre 1844-1857, se
instal el telgrafo elctrico, y entre 1856-1865, la red ferroviaria,
los espectcu-los pticos derivados de la linterna mgica bajo nombres
como cua-dros disolventes, sombras fantsticas, diafanorama,
poliorama, poliesteorama o agioscopio elctrico, formaron parte del
reperto-rio de las empresas dedicadas a satisfacer cualquier
festejo pblico. Nu-merosas cartas explicando el contenido de su
oferta, y advirtiendo de sus necesidades tcnicas o sus tarifas, han
quedado olvidadas en los archivos institucionales de muchas
capitales de provincia, como la de los herma-nos Gutirrez Peluispe,
afincados primero en Madrid, en la calle Zurita,
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n. 10, y luego en Barcelona, en la calle Travesera, n. 15,
remitida a la Comisin de Festejos del Ayuntamiento de Segovia para
promocionar sus cuadros disolventes, y que con fecha del 21 de
marzo de 1896, est de-positada en el Archivo Municipal de Segovia.
O aquella otra dirigida por Jos M. Barreiro, con sede en la
madrilea calle del Amparo, fundada exclusivamente para facilitar
cuanto con fiestas se relacione y sea conoci-do tanto en Espaa como
en el extranjero, a los Ayuntamientos, Socieda-des, Hermandades,
Gremios y dems corporaciones.
Encargada de organizar programas completos de todos los
servicios en concepto de alquiler o venta, la empresa de Barreiro,
adems de decorar iglesias para grandes solemnidades, salones para
certmenes o fachadas de edificios, reseaba entre su oferta de
espectculos, segn el folleto promocional depositado en el Archivo
Municipal de Segovia: ca-balgatas, cuadros disolventes de 9 metros
de alto y visibles a medio kil-metro de distancia, globos
mongolfiers y grotescos, gigantones y cabezu-dos, iluminaciones,
fuente luminosa, cascada, fuegos artificiales, sombras impalpables,
retretas, cucaas. Entre 1888 y 1896, hay constancia de los
servicios ofrecidos por Barreiro al Ayuntamiento de Pamplona, en
for-ma de sombras vivientes de mayor tamao que el natural,
proyectadas en una pantalla blanca, cuyas originales escenas
producen la hilaridad del pblico (Caada, 1997: 72-73).
Por su parte, el Ayuntamiento de Guadalajara guarda otra
ilustrativa carta del 24 de mayo de 1898, en esta ocasin remitida
por Jos G. Caba-llero domiciliado en Barcelona, en la Rambla de las
Flores que ofre-ce la exhibicin de su coleccin de vistas durante
las tradicionales fiestas de octubre:
Contamos con ms de 2.000 vistas a dos, tres y ms efectos de luz,
representando pasajes de da y de noche, retratos, escrituras,
interior de museos, salidas de sol y luna, paso de trenes,
naufragio de vapores, rui-nas de edificios notables, erupcin de
volcanes, incendios, nevadas y cromatropos.
De esta manera, no puede extraar que los reclamos publicitarios
acerca de veladas de linterna mgica suscitaran el inters del pblico
in-cluso cuando ya se haban inaugurado las primeras proyecciones de
fo-tografa animada. Valga como ejemplo el comentario titulado
Cuadros insolventes aparecido en El Adelanto de Salamanca, el 30 de
enero de 1897, referido a las sesiones de Monsieur H. Kaurt.
Programadas por esas fechas en la capital castellana, despus de
realizar un larga gira por otras
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ciudades espaolas entre septiembre y octubre de 1895, se
exhibieron en Huesca, Zaragoza y Pamplona, los Cuadros ilusionistas
de Kaurt merecieron la irnica crnica de Eduardo de Palacios: Se vio
una monta-a y un templete en la cspide, que pareca la jaula de un
loro. [] Recli-nada en la montaa, estaba inmvil una mujer
hermossima, en cueros o en mallas vivas, apenas ortografiadas. []
La concurrencia la contem-plaba absorta. Y sa es de veras?, decan
los mozos. La figura giraba insensiblemente, se presentaba de lado,
encorvada, de espaldas, y volva a presentarse de frente, en toda su
esplendorosa hermosura.
Dado el grado de perfeccin alcanzado por las funciones de
linterna mgica, no es casualidad que fueran recordadas y comparadas
al contem-plar las primeras proyecciones de fotografa animada: Como
la prime-ra linterna mgica que ofreca escenas en movimiento
describi Mara Cruz Ebro las ofrecidas en Burgos, all por el mes de
septiembre de 1896, en su libro Memorias de una burgalesa (Ebro,
1952: 301). Y es que, al igual que Ebro, muchas personas que
descubrieron la fotografa animada a finales del siglo XIX no eran
precisamente espectadores inexpertos, pues haban sido testigos
durante dcadas del desarrollo de la linterna mgica como medio de
comunicacin, con su prspera industria de equipos, que satisfaca una
variada demanda de prcticas de consumo, a partir del de-sarrollo de
modos de expresin concretos y llenos de sentido.
Antes del cambio de siglo XIX, toda ciudad occidental que se
precia-ra de estar a la ltima entre ellas, casi todas las capitales
de provincia espaolas, pudieron disfrutar de la fotografa animada,
una categora de mediacin tcnica que hace referencia a todo
dispositivo ptico dedi-cado a captar y/o proyectar el movimiento
fotogrficamente, dispositivo que antes de llegar a ser conocido
mundialmente con el nombre de cine-matgrafo en honor del equipo
patentado por los hermanos Lumire, recibi apelativos tan diversos
como los reunidos por el pionero estado-unidense Charles Francis
Jenkins (1898), que ofrece una lista de 109 so-licitudes de patente
diferentes presentadas slo en su pas en los ltimos aos del siglo
XIX, y entre las que figuran nombres como kinetoscope, vi-tascope,
panoptikon, eidoloscope, musculariscope, klondikoscope,
sigmo-graphoscope o mimimoscope. O los reunidos por Mannoni (1994,
p. 430), que cita, entre las ms de treinta patentes registradas en
Francia a lo largo de 1896, algunas con nombres tan curiosos como
el photothagraphe, de Ambroise-Franois Parnaland; el althoscope, de
Paul Mortier; el photo-tachygraphe, de Raoul Grimoin-Sanson; el
zoographe, de Paul Gauthier, o el kintographe Robert-Houdin, de
Georges Mlis.
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30 Francisco Javier Frutos Esteban
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Desde esta perspectiva, la fotografa animada fue otra de las
flore-cientes aplicaciones de la fotografa en su ambicin por
registrar todas las posibilidades visuales del mundo sensible,
desde la captacin de los pla-netas, mediante la astrofotografa,
hasta los invisibles microorganismos observables gracias a la
microfotografa. Un largo etctera de aplicacio-nes artsticas,
recreativas, cientficas o documentales que revolucionaron
definitivamente la percepcin de la realidad, representadas tambin
por los ensayos de la estereoscopa, la cronofotografa que sern
descritos en siguientes epgrafes, la metrofotografa ejecucin de
planos topo-grficos y cartogrficos, la radiofotografa o radiografa,
la fotografa area, la fotografa telescpica o de larga distancia, la
fotografa panor-mica, la tonografa o fotografa del canto, la
fotografa del pensamiento, de los espritus, de lo invisible
Desde ese punto de vista fue tambin contemplada la clebre
prime-ra proyeccin cinematogrfica espaola, ofrecida en Madrid, en
la Ca-rrera de San Jernimo, aquel 13 de mayo de 1896, durante las
ferias de San Isidro, cuando el pblico madrileo ms distinguido
acudi, en pase especial, a una sesin sobre la que inform dos das
despus El Liberal: La proyeccin de la fotografa animada sobre un
teln blanco no puede hacerse con mas perfeccin que la que vimos,
estando reproducidos todos los movimientos de las personas y
objetos que atraviesan la escena.
Al otro lado del Atlntico, tambin Frank Norris, en su obra
McTeague: A Story of San Francisco publicada en 1899 y que iba a
servir de base para la clebre pelcula de Erich von Stroheim,
Avaricia (1924), na-rr una confusin similar ante el descubrimiento
de la fotografa anima-da: Los componentes de la reunin entraron y
ocuparon sus puestos Mientras esperaban estudiaron sus programas.
En primer lugar, una ober-tura a cargo de la orquesta, seguida de
Los Gleason en una farsa cmica titulada El noviazgo de McMonnigal A
continuacin vena una serie de artistas y actores con nmeros
especiales, maravillas musicales, acrba-tas, malabaristas,
ventrlocuos y, por ltimo, la atraccin de la noche, el mayor
descubrimiento cientfico del siglo XIX, el kinetoscopio. McTeague
estaba excitado, deslumbrado. En cinco aos no haba ido ni dos veces
al teatro. Y mira por dnde, ahora invitaba a su madre y a su
novia.
El kinetoscopio casi los deja sin aliento, contina en su relato
Frank Norris: Qu harn ahora? observ Trina, atnita. No es
maravilloso, Mac?. McTeague estaba sobrecogido: Mira cmo mueve la
cabeza ese ca-ballo, grit excitado, completamente fuera de s. Mira,
llega un tranva, y un hombre cruza la calle. Ah viene un camin Qu
dira Marco?.Es
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La linterna mgica: de la invencin a la decadencia (siglos
XVII-XX) 31
Historia Contempornea 36: 9-32
un truco!, exclam la seora Sieppe, con repentina conviccin. No
soy tonta; es un truco y nada ms. Bueno, claro, mam, exclam Trina:
Es. Pero la seora Sieppe levant la cabeza: Soy demasiado vieja para
dejarme engaar, insisti. Es un truco. Era todo lo que acertaba a
decir De vuelta a casa discutieron el espectculo: No era
maravillosa aquella lin-terna mgica, con figuras que se movan?
(Geduld, 1981: 22-23).
El siglo XIX, el Siglo de Oro de la linterna mgica, que haba
inicia-do su andadura alumbrando fantasmas a partir de imgenes
dinmicas, se iba a cerrar con la posibilidad de la proyeccin del
movimiento fotogrfi-camente registrado. Unas exhibiciones
cinematogrficas que rpidamente cosecharon un xito considerable, y
que, siguiendo los pasos de la linterna mgica, despus de pasar por
los lujosos centros mundiales del espectcu-lo, tambin itineraron
por modestas explotaciones y ferias locales. Aquel cine de los
orgenes, haba heredado de las sesiones de linterna mgica los
espacios de exhibicin, los avances tcnicos en equipos de proyeccin,
las infraestructuras industriales, las estrategias y los motivos
narrativos. Una herencia todava no suficientemente estudiada y que
debera abrir un de-bate en la comunidad cientfica sobre el muy
relevante pero olvidado papel que tuvo la linterna mgica en la
emergencia de los medios contem-porneos de comunicacin social.
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