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SUPLEMENTO CULTURAL No. 192 - 6 DE ABRIL DE 2015 - AÑO 4 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN Rafael Sanzio. Las tres gracias. Un día como hoy, pero de 1483 nació en Urbino, Italia, Rafael Sanzio, uno de los artistas más representativos del Renacimiento. Hoy, a 532 años de su aniversario, lo recordamos en La Gualdra compartiendo con ustedes Las tres gracias, una obra de apenas 17 x 17 cm., realizada en el año 1504, en la que aparecen las hijas de Zeus y Eurínome: Aglaya, Talía y Eufrósine, diosas de la belleza y la fertilidad. Esta obra pertenece a la colección del Museo Condé, de Chantilly, Francia.
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La gualdra 192

Jul 21, 2016

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La gualdra 192
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SUPLEMENTO CULTURAL No. 192 - 6 DE AbRiL DE 2015 - AÑO 4 DiR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Rafael Sanzio. Las tres gracias.

Un día como hoy, pero de 1483 nació en Urbino, Italia, Rafael Sanzio, uno de los artistas más representativos del Renacimiento. Hoy, a 532

años de su aniversario, lo recordamos en La Gualdra compartiendo con ustedes Las tres gracias, una obra de apenas 17 x 17 cm., realizada en

el año 1504, en la que aparecen las hijas de Zeus y Eurínome: Aglaya, Talía y Eufrósine, diosas de la belleza y la fertilidad. Esta obra pertenece

a la colección del Museo Condé, de Chantilly, Francia.

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LA GUALDRA NO. 192 / 6 DE ABRIL DE 2015 / AÑO 4

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Cruces nevadas (I)[Los pozos de la nieve deBerta Vias Mahou]Por Gabriel Luévano Gurrola

La caída de los pájarosde Karen ChacekPor Carlos Flores

La imperiosa grandeza del parricidaen Indio borrado, de Luis FelipeLomelíPor Simitrio Quezada

Festival Cultural Zacatecas 2015Recomendaciones gualdreñas

Sobre Antes de la batallaPor César Eduardo Gutiérrez Rojas

Desayuno en Tiffany’s, mon kuLa Parka un documental descono-cido Por Carlos Belmonte Grey

Felipe Ehrenberg 67/15 Por Citlali Córdova

Julio PatánCocteles e historiaPor Mauricio Flores

No, no me importa Por Alberto HuertaArena Por Pilar AlbaEscribir Por Edgar KhondeKoan para un hombre necioPor Rae Armantrout[Versión de Javier Acosta]

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La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Carmen Lira SaadeDir. General

Raymundo Cárdenas VargasDir. La Jornada de [email protected]

Jánea Estrada LazarínDir. La Gualdra

[email protected]

Roberto Castruita y Enrique MartínezDiseño Editorial

Juan Carlos VillegasIlustraciones

[email protected]

Escribo esto mientras afuera, en la calle, el ruido de los grupos musica-les independientes suena a todo lo que da. Ruido. La gente camina por la avenida principal de Zacatecas, compra dulces y globos, se asolea, espera que empiece el siguiente show del festival, el del foro de los niños en la Goitia, el de Plaza de Armas, el del Teatro Calderón; algunos, los menos, visitan los museos, las salas de expo-siciones, las galerías, muchos menos asisten a las presentaciones de libros; la Quema de Judas acaba de terminar. Todos caminan en medio del bullicio generado por los alientos y los tam-bores, por los niños que corren de un lado a otro, por los vendedores, por los equipos haciendo pruebas de sonido. Hay mucho ruido, ya ni la “Procesión del silencio” es silenciosa. Aquí todo es algarabía, hay que gene-rar sonidos que ensordezcan, que no nos dejen pensar en que todo volverá a la normalidad en unos días; que a éste le seguirá el estruendo de las campañas electorales, que en unas semanas este ambiente de fiesta ha-brá de cambiarse por el de la batalla por ganar una curul… y seguirá el ruido, el de las camionetas con jingles promocionales a todo volumen que empezarán a hacer su recorrido por las calles, música pegajosa con frases empalagosas: vote, vote, vote. Ya los políticos han empezado a saludar más, a sonreír más, a placearse por las calles abarrotadas en vacaciones, por comer en los mercados y platicar con los locatarios y los comensales. Ya empezaron a sacarse fotos con niños sonrientes y con viejecitos des-validos recibiendo un abrazo. Ruido. No es más que ruido. No obstante, en medio de todo esto, habría que darle un espacio al silencio.

En Zacatecas, como en todo el país, hay una partida presupuestal destinada a los festivales culturales. No olvidemos jamás que son recur-sos públicos, es decir, suyos y míos. El dinero que se invierte es nues-tro; el beneficio, por tanto, también debería serlo. Pensemos ahora, por ejemplo ¿a quién le hace falta llenar las plazas con los Ángeles Azules?, algunos dirán que a la gente, que es-tamos necesitados de esparcimiento

y de diversión, que las malas noti-cias las encontramos en todas partes y que momentos como éstos son indispensables para relajarnos, para olvidar por lo menos un momento la crisis económica y social que vi-vimos desde hace años, que bailar y cantar no le hace mal a nadie, y que además es un concierto sinfónico, lo que le da entonces un plus, un extra. Alguien me preguntó si por ser sinfó-nico era más cultural el espectáculo y yo contesté que no es ni más ni menos “cultural”, porque lo es en tanto sea una manifestación humana, independientemente del número de músicos y de instrumentos musicales. El elemento sinfónico añadido es un fenómeno de hibridación cultural de géneros musicales, pero sigue siendo lo mismo: un espectáculo de índole popular que aspira ser más pero que no lo logra. Usted le puede poner piña a una pizza y ésta de hawaiana tendrá sólo el nombre. Dicho de otra forma, un concierto sinfónico con los Ángeles Azules no es más cultural, pero sí es más caro, y lo grandote del espectáculo deja a los asistentes con una sensación de euforia, de alegría. Eso no está mal, pues si de lo que se trata es de que todos seamos felices y si estamos en paz mucho mejor. Lo que me preocupa es en lo que puede traducirse esa felicidad momentánea: votos, votos y más votos a favor de quienes dan pan y circo al pueblo; un pueblo que seguirá padeciendo pobreza material e intelectual cuando todo esto haya terminado, cuando ganen los que quieren ganar.

Las plazas llenas no son el único indicativo del éxito de un festival. Ni las salas y espacios culturales vacíos el resto del año evidencian una falta de calidad en la oferta artística y aca-démica. Todo esto tiene que ver con las políticas públicas que si bien son implementadas desde gobierno, nos involucran a todos los ciudadanos. Hay mucho ruido en estos días, en medio de él, le invito a que genere un espacio silencioso durante el día para pensar, para elegir y para actuar.

Que disfrute su lectura.

Jánea Estrada Lazarí[email protected]

La G

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acervo histórico, comprobable, y abre paso a una liberación que supera lo físico e inmediato, para descansar en el libro, en espera de ser descubierta por un lector atento, dispuesto a indagar, reflexionar y solidarizarse desde la experiencia estética, con el dolor y las incle-mencias del mundo.

Entonces, considerando que toda novela que se precie de serlo transmite aspectos de la persona que la escribe, ¿no es válido aceptar que al mismo tiempo cualquier novela es histó-rica porque tiene marcos temporales donde se enquistan los acontecimientos y termina ine-vitablemente por ilustrar una época? De esta guisa, Los pozos de la nieve, que se desarrolla a partir de una sólida base de datos verídicos, entre fechas, documentos, guiños, sería doble-mente compleja, rica y de mérito parecido al de un detective honrado que anhela ayudar a un grupo de individuos o a la realidad misma, a reencontrar su cauce. No es sorprendente que Berta Vias haya estudiado historia, y menos, que sea además traductora. Los dos oficios convergen en el quehacer literario y dotan a

su novela de un ánimo de unión y amalgama que se traduce en el punto nodal del libro, en el encuentro de las dos familias por un hecho que no titubeo en llamar poético: el amor que se cuela por los intersticios de la guerra y el terror para realizarse en dos personas esclavas de su asfixiantes circunstancias.

Julio, hijo del doctor Velasco Palacios, de-cide acompañar a su padre a la muerte cuando un grupo armado entra a su casa para cargar con él y con su hermano, José, ayudante del médico. Son acusados de haber prestado servi-cios al grupo contrario. Julio exclama que tam-bién es médico, aunque no pasa de estudiante, y es apresado y conducido a lo que tendría forzosamente que ser el final, la barrida de balas. El doctor Velasco, ya en la celda, lo juzga loco al no entender su gesto solidario y suicida. En efecto, son preparados para su fusilamiento y a pesar de que los soldados perciben que en el número de presos sobra uno, Julio, terminan por regalarle a su vientre un proyectil. Cuando ya han desechado los cadáveres, Julio surge como de las cenizas de su familia destrozada, herido, y vivo. Al huir, se encuentra a Clara, una de las hijas de Conrado, que no ha dis-parado a Alemania, como él y su hermana Bertha, pero está huyendo del peligro. Junto a su ayudante Tarsila lo llevan a su refugio y le curan las heridas. Durante la convalecencia del estudiante, se establece un vínculo irre-frenable entre los dos que tiene más que ver con el destino que con el mero azar: ambos, al nacer, estuvieron al filo de la muerte y fueron disputados por ella y sus padres, en beneficio de estos. Clara y Julio nos muestran que la vida es una serie de resurrecciones en donde cada nueva oportunidad significa más tiempo para no dar con la respuesta, y sin embargo, seguirla buscando incansablemente.

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Un desconocido (la novela apenas empieza, no puede ser otra cosa) visita un cementerio de soldados alemanes caídos en la segunda gue-rra, y admira un espectáculo que bien puede resumir gran parte del siglo pasado: las cruces que enseñorean las lápidas son cubiertas por la nieve, lenta, inexorablemente. Aún no tiene nombre, sólo esa visión, y una duda que sobre su persona se ha extendido al lector. Esta primera imagen encarna ya una metáfora, la facilidad con que algo tan aparentemente leve y sencillo, sepulta el desesperado recuerdo de la muerte. Un enigma en el que se han recreado hasta las nociones más básicas de la memoria. El desconocido se vuelve de inmediato un recipiente de esa metáfora, se nos presenta como alguien incompleto, que se recrea tor-tuosamente frente al misterio, y por lo tanto, se vuelve próximo a nosotros. Enmarcados en este personaje inicial, la madeja de la trama puede desenvolverse.

Los pozos de la nieve de Berta Vias Mahou desarrolla el periplo vital de dos familias rela-cionadas. Una, masacrada, de Julio, hijo de un médico republicano cuyo error fue ejercer su oficio con cabalidad; la otra, de ascendencia judío-alemana, de Conrado y sus hijas Clara y Bertha, dos mujeres excepcionales (el esce-nario, de fines de los años treinta, la guerra en España y la amenaza de Hitler). La respuesta del hombre que mira la nieve y los cementerios está contenida en esos cimientos, que si bien pudiéramos pensar fracturados por el dolor que esconden, alcanzan la magnitud de una loza que grabara cada paso, cada respiración. A pesar de los detalles específicos de esas raíces, la figura del desconocido se vuelve otra metá-fora por extensión, él representa la generación siguiente a la del miedo, el árbol que se levantó de un lecho de incertidumbres y sufrimientos, que vuelve la cabeza con el fin de reconciliarse, si eso es posible, con el pasado que su familia legó como principal herencia, testimonio del drama del ser humano en su lucha y devenir históricos.

Berta Vias nos regala con su obra un fresco abundante en la fina hondonada desde la cual sondea y desenrolla a los personajes sin pre-mura, demorándose en los instantes que se pueden leer como inevitables pistas en la con-formación de una existencia que alcanza su apoteosis en la derrota, la zozobra y, de ahí, a la redención del tiempo. Obra compleja que no es del todo una novela histórica pero guarda en su seno una preocupación constante del género: el drama del individuo frente a una fuerza brutal y devoradora, la de una época convulsa, que se anuda a sus específicos problemas como si se tratara de dos paralelas que en el fondo se tocan. Drama que seguramente nos alcanza a nosotros, los lectores, igual que a los entes de

ficción, que al hombre enigmático que ve la nieve y se torna epígono de las inquietudes ancestrales del ser humano y uno de los ele-mentos, entre tantos otros, que vuelven a esta novela de alcances universales.

Para llegar a esta universalidad, Berta Vias Mahou habla de lo que conoce. Es evidente su cercanía con los datos históricos, el firme manejo que hace de ellos y su interés, su deseo por recuperar la conciencia. ¿Pero cómo iden-tificar ese deseo tras el híbrido, tenaz trabajo que es la construcción de un texto literario, en alguno de los pasajes? ¿Cómo comprobar una relación con alguno de sus personajes? Existe una respuesta que, si bien parece fácil, no deja de ser de una sencilla y tranquila lucidez. Aquélla que explicaba Javier Cercas en torno a la Ciudad y los perros de Vargas Llosa. Toda novela es biográfica o autobiográfica en cierto sentido. El autor va depositando en cada uno de sus personajes, en ocasiones sin discrimi-nar su importancia en la trama, un rasgo, un recuerdo, un deseo de su espíritu. Está en todo. La ficción, una suerte de alquimia, se alía al

Cruces nevadas (I)[Los pozos de la nieve de Berta Vias Mahou]Por Gabriel Luévano Gurrola Encuentro Internacional de Escritores

Berta Vias Mahou

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mente extraños, por ejemplo la escritora de telenovelas con su marido fantasma y su asis-tente con pantuflas extrañas, el dependiente de la chocolatería de ambiguo sexo, su compa-ñera de hospital Ada y su esposo Enrique que es el encargado de una biblioteca donde los libros infantiles se mueven misteriosamente -como si algunos poltergeists los manipularan- y el Fabricante de aves, entre otros.

El ambiente impregna a la obra de una atmósfera fantástica, casi sobrenatural, donde los adultos viven su vida enviciados en los casinos o en actividades evasivas en el triste

mundo que se configura, carente de niños, de sueños, de vida.

El tema, me atrevo a sugerir, tiene que ver con el estado actual del mundo. Los pájaros caídos deben de representar la imaginación desgastada y desvaída del hombre contempo-ráneo, que debido al trabajo, a los medios de comunicación, y al voraz mundo capitalista que le domina, ha perdido esa capacidad de soñar e imaginar. El sueño de los niños nos habla de lo alejado que están de nosotros, via-jando por la onírica red de los medios y el in-ternet y donde, sin embargo, siguen jugando.

esa varilla o el cuchillo o la bala que hierve, para que frente a nosotros el viejo que en su egoísmo cruzó los brazos ahora se derrumbe como si fuera un montón de piedras. Lo sabe y lo reproduce, lo sabe y revoluciona esa imagen Luis Felipe, el jalisciense de la región de los valles, el de Etzatlán.

“Tienes que matar para seguir vivo, Güero”, dice como si fuera un fantasma interior más el tío Absalón a su sobrino, el protagonista de esta novela Indio borrado, de Luis Felipe Lomelí. La escena instaura como contexto una cátedra in-

formal, un bildungsroman regio, regiomontano, en medio de un corral entre gallinas sentencia-das. El contexto es una jornada de exigencia sin plan de estudios, sin estructura curricular, sin más ideario que el que impone a los trece años la necesidad de afirmarte como hombrecito, a pesar de la contradicción en el término que achica con el diminutivo todo talante.

Por eso una noche el Güero entra a la casa apretando su primer salario ganado como topo cablero, como pinche electricista o cavador de paredes con fuerza. Lo más curioso es que el

Karen estudió la especialidad en cine por la Universidad Iberoamericana, ha participado en diversas antologías literarias como Cróni-cas del caos citadino y Los viajeros. 25 años de Ciencia Ficción Mexicana, entre otras, además de publicar una recopilación de cuentos cor-tos titulada Días paralelos y los libros Una mascota inesperada, Nina complot, La cosa horrible, Uno de esos días y los libros de la serie Feathered tales, los cuales no conozco pero que ya se ganaron un lugar en mi biblioteca.

Su primera novela, La caída de los pájaros es como una ensalada fresca y tonificante en el menú de la literatura contemporánea de nuestro país, pues contiene ingredientes que recuerdan a aquellas historias de El Ga-llito comics, que se salen de lo habitual para encontrase en la región de lo fantástico y sobrenatural.

La trama es atractiva. Algunos meses an-tes del inicio de la historia, los habitantes de esta ciudad presenciaron cómo algo que comenzó con un golpeteo en los cristales, pa-recido a granizos gigantes, se convirtió en un remolino de plumas de pájaro en el aire y una alfombra cálida de miles de aves caídas. Once horas después, todos los niños comenzaron a caer en un extraño letargo, los niños en las casas no despertaban, no se movían apenas respiraban.

Luego de un accidente algo cambia en Violeta, de repente hay una voz en su cabeza, así como un espacio en blanco. Una niña de ochos años le habla desde adentro y no la deja ni a sol ni a sombra. Será, en un pri-

mer momento su tormento, para convertirse posteriormente en la guía de esta fantástica aventura. El estilo de Karen está lleno de expresiones divertidas y honestas. La voz narrativa es la de Violeta, una mente inocente y divertida, casi rayando en lo infantil. Y es probable que ése sea el motivo por el cual su papel en la novela es tan importante. Así pues, en sus pensamientos veremos expresiones como “Desapareció entre la multitud, con ese caminar zigzagueante y perezoso de las cucara-chas cuando acaban de comer y el olor intenso a chocolate me eleva dos centímetros del suelo”.

Del mismo modo, los personajes secun-darios alrededor de la fábula son fascinante-

En muchas de las veces, de las más deci-sivas, sobrevivir implica matar: matar para seguir creciendo y así alcanzar grandeza, más que destinada o necesaria, obligada. Impe-riosa grandeza, pues. Todo revolucionario, con razón o sin ella, con justicia o sin ella pero siempre con la lucha a maldita flor de puños, es parricida. Está en la esencia de su lucha, en su motivación más profunda. Es revolucionario el que en la hora decisiva, en el minuto que exigió acción, se lanzó al agua o al camino o a la azo-tea, apretando el cuchillo o la subametralladora

o la varilla puntiaguda. Todo revolucionario desprecia el paterno regalo pinche que es pa-terno legado pinche (en la novela, específica-mente, se trata de la réplica miniatura del eco-taxi que conduce el padre del Güero) y se lanza a matar al formador de uno, el patrocinador de cotidianas y ruines migajas.

Todos somos hijos del cacique Pedro Pá-ramo: como tal, como el Güero indio borrado, como todos los que debemos ser parricidas, en las últimas páginas de la novela buscamos al padre en su trono para tronarlo, para clavarle

La caída de los pájarosde Karen ChacekPor Carlos Flores

La imperiosa grandeza del parricidaen Indio borrado, de Luis Felipe LomelíPor Simitrio Quezada

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Karen Chacek ©JorgeGaraiz

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La médula del parricidio está en la energía del sentimiento. Como dice el autor de Indio borrado, “el odio se asemeja a la esperanza, porque actúa”. Esta acción es el mejor blindaje, la mejor perspectiva, la brújula magistral. La acción que brota de la convicción cohesiona, y por tanto preserva la integridad a toda costa, aun cuando un partido político y el gobierno se infiltran en la colonia Revolución proletaria y financian una pandilla enemiga; aun cuando, cito, “frente a la organización vecinal se abre el grifo del dinero, el grifo donde anidan serpientes que sisean a lo lejos”.

El cenit de la novela está en el fragmento XCI, cuando las bandas Rats, Máfer y Bóxer suben hacia el cerro de su próxima batalla contra los Dragons y el texto se convierte en marcha militar, pero una más viva que ritual. El “Mexicanos, al grito de guerra el acero aprestad y el bridón” encuentra al fin su necesaria actuali-zación. El zacatecano “Prestos estad a combatir, oíd llamad, suena el clarín” es ahora el clarín muy vivo en la prosa poética de Lomelí que retrata al tiempo a los pandilleros, acá afuera, y acá adentro a los fantasmas del Güero que al definirse definen también al recién tatuado, como la tinta marcan al indio tatuado, como el sol borran y sangran al indio borrado. Los discursos se alternan y forman, permítanme la aliteración, estribillos que acribillan, como deben hacerlo quienes tomarán parte en el combate sin tregua. Tal es la vida, una cruzada en serie, una cruzada en serio.

Existe en este arrebato más que delirante una autodefinición de los fantasmas que puede aplicarse también a la novela Indio borrado, al protagonista el Güero, a todo parricida, a todo artista, a la realidad de todo novelista y escritor de cualquier género: “Somos los que

construimos tus palacios, los que te tienen de rodillas”. Los fantasmas que empujan al parrici-dio son los autores de nuestra grandeza aunque durante la confección de ella nos mantienen forzados dentro del pupitre de madera, acu-mulando fuerza para que cuando estallemos reventemos todo y brotemos entre el huracán de astillas. A la madre la pequeñez, a la madre la docilidad, a la madre el padre. A la chingada lo chingado y que valga la pena tanta chinga, y que se chingue de una vez quien tuvo que hacerlo desde hace tiempo, quien dejó de ser eficaz como ejemplo y debe hacerse a un lado para que el nuevo ejemplo ocupe el trono y le quite lo podrido.

Como dijo el Deivid en la víspera, el Dei-vid, versión lomelinesca de un hondero David fusionado con el ideal del mayor, el líder del grupo, sacralizado su nombre con la pronun-ciación anglosajona: “Métanse lo que tengan que meterse y vámonos recio”. El final de la novela se resume en la imagen del parricida que marcha y clava la afilada varilla contra la serpiente. El parricida marcha: jamás repta como serpiente. Por eso se gana el respeto de íntegros y de corruptos. No habrá final feliz, pero tampoco funesto.

Con Lomelí la novela mexicana parece evolucionar sin estruendos ni banderas revo-lucionarias, sin manifiestos neovisceralistas o infrarrealistas; sin alfombras ni poses bajo los reflectores. Con voces como las del autor de Indio borrado parece que la novela mexicana llega sin más al foro de la actualidad a tomar plaza en la butaca que le corresponde, porque, como apunta el maestro de los aprendices, a quien también habrá que matar algún día, “lo más importante de un topo es que aprenda cómo dejar de serlo”.

aprendiz aprieta los billetes con más ahínco que el que ha empleado en empuñar el desar-mador de cruz o una fusca, una pistola. Para gente tan jodida como el Güero, hijo desarra-pado que conoció a su padre a los cinco años, afuera del Oxxo donde trabaja su madre, para el Güero, que tiene que defender a madrazos su espacio en este mundo, el arma más poderosa es la lana, varo contante, constante y sonante. La lana, la marmaja, es la cereza en el pastel para llegar a la casa y decirle a tu semiausente jefe “pero como vas, cabrón, que aquí llega el nuevo hombre en la casa”.

Tal puede suceder no sólo en la casa de el Güero, tan jodida como regia, otra vez me refiero a regiomontana, sino también en el preludio de la mitología griega, cuando en el inicio de los tiempos Cronos se chingó a su jefe Uranos, Zeus se chingó a su jefe Cronos y -si los romanos y su conquista no hubieran inte-rrumpido la popular elaboración de los mitos- Hércules se hubiese chingado a su jefe Zeus.

Para quien exige su lugar en el mundo, para quien busca arrebatarlo sin protocolos ni preámbulos, la necesidad de matar al padre es tan imperiosa como la misma existencia. El arte de los parricidas puede equipararse al arte de respirar, ése que practican los neo-natos cuando dejan de depender del oxígeno transportado por un cordón hecho de carne y envuelto en placenta. Con todo, junto con la consigna de matar al molde para ahora mol-dear lo venidero, pervive en cada hijo el temor natural, ése que Luis Felipe Lomelí expresa de este modo, hablando del padre a matar: “Sus brazos son capaces de derribarte de un golpe pues trabajó en Ladrillera desde que era más chico que tú: por eso es una bestia. Y es enorme. Es impo-sible derribarlo”.

Aunque sus portadores puedan empe-ñarse en negarlo, la autenticidad es hija parri-cida de la ejemplaridad, de los señores cáno-nes, de los aburridos, vetustos y malolientes decanos, vacas sagradas, naftalinos chifoniers de lo que en Literatura, Arquitectura, Polí-tica, Ciencia, Ministerio religioso o ámbitos similares son al tiempo tribunal, fiscal y juez. El artista que inicia y busca su consolidación está llamado a ser Prometeo, y será mejor que muera con toda su rebeldía expuesta en vitrina, con toda su visceralidad a merced de picotazos, a que envejezca como un cacique de poltrona sobre tapanco y siguiente gene-ración, como aquello que él combatió en sus primeros años.

Lomelí plantea en su novela una historia expuesta como propuesta atractiva y riesgosa. La confección de ella coquetea en momentos con la viñeta o en otros, de plano, con el poema en prosa. Recordemos el fragmento XVII, donde refrenda su necesidad ese impe-rioso arte llamado parricidio:

“Por la noche, una luciérnaga entró a su oído y primero fue una voz: Matamos al oso y al venado, a la serpiente, matamos para proteger a nuestros hijos y darles su ali-mento, matamos para no caer de hambre. Y a esa voz se le fueron sumando otras voces: Matamos. Como un aleteo furioso, como un batir de alas que resurge en una

marejada; cien voces, mil voces, cien mil luciérnagas llamando todas juntas: Matamos.

Toda su luz y todo el eco de sus voces rezumbando en el oído: Al blasfemo y al sátrapa: al que deja de ser hombre.

Matamos.Al Güero le hablan sus fantasmas”.

La prosa poética toma varios recodos y se torna, francamente, de modo natural, poe-sía. Leo íntegro el fragmento XLIV, los cinco versos:

Las serpientes surcan el drenaje de Monterrey.Nadan.Culebrean.Muerden el agua y vierten su veneno para que todos beban.

En cuanto a lo que, para efectos de este texto, propongo llamar “calidad educativa”, la enseñanza de los fantasmas interiores resulta más eficaz que las clases del tío Absalón. No mata uno al padre que en efecto es padre, sino al que deja de serlo, “al que deja de ser hombre”, como dicen los fantasmas. Los mejores juicios de las nuevas generaciones son aquéllos que condenan la falta de integridad en los viejos que, más que viejos, se han tornado decrépi-tos, corruptos. Cuántas revoluciones surgie-ron como tal y terminaron convirtiéndose en dictaduras igual o más crueles que las que desplazaron. Como en la novela El resplandor, del zacatecano Mauricio Magdaleno, al tirano se le formó con las armas del liderazgo y la persuasión. La educación que se le dio era tensa como una columna pero también como un látigo.

El Güero ha sido agraviado por el azote constante de su padre, y al confrontarlo tendrá que callar a su madre, quien aun siendo víctima seguramente intervendrá para intentar calmar las cosas. Ella no comprende que ese acto justi-ciero es también para que la misma madre deje de ser explotada. Aun así en el nuevo orden la madre liberada mostrará su agradecimiento sirviendo al Güero la comida, el huevo aceitoso cubierto por dos tortillas de harina.

Encuentro Internacional de Escritores

Luis Felipe Lomelí

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LA GUALDRA NO. 1926Fe

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l Zac

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15Festival Cultural Zacatecas 2015

Lunes 6 de abril, 13:30 horas.Auditorio del Museo FelguérezRecital violín y pianoElwira Krengiel, violín Ioulia Vichnevetskaia, pianoPolonia-Ucrania

Lunes 6 de abril, 17:00 horasPlazuela GoitiaLos Rusos de ClowniaTeatro infantilLos CosmicómicosZacatecas

Martes 7 de abril, 20:30 horasPlaza de ArmasEnjambreRock popFresnillo, Zacatecas

Martes 7 de abril, 22:00 Hrs.Plazuela Miguel AuzaTío GusRock & FunkMéxico

Martes 7 de abril, 19:30 horasPlaza de ArmasLos Románticos de ZacatecasRock popZacatecas, México

Martes 7, 20:00 horas

Teatro Fernando CalderónRecital de canto y pianoGabriela Herrera, sopranoMéxicoCarsten Wittmoser, barítonoAlemaniaIsir Almaguer, pianoCuba

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6 de ABRIL DE 2015 7Festival Cultural Zacatecas 2015

Recomendaciones gualdreñas

Miércoles 8 de abril, 13:30 horas.Auditorio del Museo FelguérezRecital de pianoJuan Antonio SantoyoMéxico

Miércoles 8 de abril, 22:00 Hrs.Plazuela Miguel AuzaA Love ElectricElectro JazzUSA-Argentina-México

Jueves 9 de abril, 18:00 horasTemplo de Santo DomingoMúsica de cámaraRecital “A Duetto”Avelina de la O, sopranoMiguel Hoyos, violínMarco Antonio Rodríguez, piano

Guadalajara

Jueves 9 de abril, 22:00 Hrs.Plazuela Miguel AuzaAlejandro FilioTrovaMéxico

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LA GUALDRA NO. 1928

Él encontró la fórmula para atrapar luciérnagas de ideas e hipótesis en frasquitos de grafías, dándonos otra perspectiva y enfoque sobre los caminos oscuros de la monótona historiografía de las revoluciones de principio del siglo XX en Zacatecas, hoy, con cariño, denominada por varios de sus lectores, simplemente como la Vetusta.

Comenzó la habilidad de niño, posible-mente algo regordete, cuando descubrió su mundo, merced a los libros de texto gratuitos. Marco Antonio Flores Zavala no se define de algún lugar; es de todos lados, ha dejado ese estereotipo y miedo. Él es liberal, institucional, amigo, hermano, maestro.

Antes de la Batalla, referencias sobre el acon-tecer en la Vetusta ciudad de Zacatecas (agosto de 1910- junio de 1914) es una obra que crea un vínculo entre el pasado y el presente; o mejor dicho, del presente al pasado, justificando la utilidad de la historia, comprender, interrogar desde nuestra realidad y cotidianidad.

La recolección de los datos, la búsqueda de los archivos, la conformación y paulatina creación de este libro, tiene su génesis aproxi-madamente hace diez años, supongo cuando también se trabajaba en “El grupo masón y la política zacatecana 1880-1994”. De esas notas de archivo, tal vez en hojas sueltas, en libretas,

escritas a mano y con su minucioso análisis en el escritorio de la biblioteca personal, en alguna mesa de Las Quince Letras, en algún café de la Vetusta o de la Ciudad de México, mientras ejercía su paternidad responsable en compañía de la petite Anne.

Antes de la Batalla sigue línea cronológica ayudando a entender Zacatecas de aquel mo-mento, pero como dice el mismo Marco: “Se puede leer, saltando, picoteando o empezar por el apartado que más le llame a usted la atención”. Los títulos que componen la investigación tienen significado para nuestro presente, utili-zando el inconsciente del espectador, él retoma estos significados dándole una perspectiva his-tórica, ¿A poco la frase, “el recuento de los da-ños” que es un apartado de Antes de la batalla, no nos refiere o recuerda la polémica vida de Gloria Trevi?

El libro es muy humano, pues refiere a las relaciones que naturalmente se dan en tiempo y espacio definido. La simpatía de algunos de los grupos que percibimos en Antes de la batalla, hace entender que el ser es ser y las formas de relación de aquel momento y como los actores se van amalgamando con base en las similitudes ideológicas.

En el aspecto de los actores políticos se lee la relación entre ellos y su forma de coincidir

en la mística creación de redes sociales, ya sea: clubes políticos, sociedades de lectura, redac-tores de periódicos, profesores, estudiantes, poetas, masones, católicos, militares, mineros y campesinos, entre otros, todos tienen lugar en la vetusta ciudad. Como ejemplo están Luis Moya, los mineros y campesinos de Sombre-rete y Nieves; Pánfilo Natera y sus movimien-tos militares; Díaz y su cotidianidad al entrar Madero a la presidencia y el sentimiento del apóstol de la democracia, reflejado en las car-tas a J. Guadalupe González, seguidor de la ideología de la antirreelección en la zona de los cañones de Zacatecas.

Con un lenguaje fluido y entretenido, ade-más del conocido sazón del maestro, identifi-cado en la forma de utilizar las herramientas literarias, se lee un México y un Zacatecas influenciado por su contexto, el pensamiento estadounidense con su american way of life y los ideales del liberalismo económico y positi-

vista presentes en la vetusta ciudad.El libro es una juego en la escritura y en las

formas de crear identidad utilizando las gra-fías, así como los periódicos jugaron un papel importante entre los grupos, los líderes, sus seguidores y agremiados; así Antes de la batalla lo es, legitimándose a través de la prensa escrita y de las redes del Internet.

Es una obra contemporánea, es un libro para los hijos de la doctrina, manifestando de forma elegante y sutil, lo que en otros lados han ocultado. Marco también menciona sus redes y las vincula a las del pasado.

* Notas sobre Antes de la Batalla, referencias

sobre el acontecer en la Vetusta ciudad de Zaca-

tecas (agosto de 1910- junio de 1914) de Marco

Antonio Flores Zavala. Zacatecas, Conaculta,

Gobierno del Estado de Zacatecas, 2014.

Sobre Antes de la batalla*Por César Eduardo Gutiérrez Rojas

Libr

os

Marco Antonio Flores Zavala. Foto de Eduardo Román Quezada

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6 de ABRIL DE 2015 9

En los pasados premios Oscar estuvo nomi-nado un documental mexicano en la categoría de Mejor Cortometraje Documental que pasó prácticamente desapercibido en los circuitos nacionales. Se trata de La Parka, dirigida por el nicaragüense Gabriel Serra y producido por el Centro de Capacitación Cinematográfica de México.

El origen del proyecto era armar un do-cumental sobre el consumo y mercadeo de la carne en la Ciudad de México. Sin embargo, Serra terminó por montar un documental de 30 minutos que mezcló la filosofía de vida de Efraín, un trabajador del rastro Los Reyes, y el sentimiento cultural de la muerte que se respira en México.

Serra consiguió crear un ambiente tene-broso y laberíntico de la cadena mecánica de producción en el rastro. Con la cámara puesta en los agujeros de los cajones, tras los barrotes de los carriles, al nivel de los mandiles y las bo-tas de plástico con el rechinar de los cuchillos afilados. Secuencias que llaman a la prepara-ción del sacrificio. Seres vivos que caminan y avanzan con la certitud del fin. Paredes, suelos y ríos con huellas de la muerte.

Efraín es el filósofo que reflexiona desde su cotidianidad. Él se encarga de dar muerte a 450 animales diariamente, seis días a la semana. Desde la altura del cajón, abre el portón para que los animales entren a la trampa, queden

sin escapatoria, y los seres caen convulsiona-dos al tiempo que una compuerta lateral se

abre para que se deslicen al centro del patio de los sacrificios. La mano de Efraín, con un

dedo fracturado, es la última fuerza que los entrega al destripadero y a los hambrientos consumidores.

La única voz es la del propio Efraín. Entre los silencios de las máquinas del sacrificio aparece ella describiendo la analogía entre la muerte de un animal y de un humano. Su casi único momento de humanización es el domingo, día de tomar el camión para ir a su pueblo y visitar a la familia, a sus hijos, y comer y jugar futbol con ellos.

Los críticos que han tenido oportunidad de ver el documental, que por cierto en Europa ha tenido una larga vida festivalera y ha atraído los comentarios de los espectadores impresio-nados por las imágenes del rastro (no tienen la muerte en contacto cotidiano), tratan de explicar el porqué de su desconocimiento y la poca atención de los espectadores, la Cineteca Nacional, por ejemplo, hizo un pase el 12 de febrero y la sala estuvo prácticamente vacía. Serra cree dar con el clavo de la respuesta al proponer diferentes hipótesis: quizás la gente está acostumbrada al tema y no se siente atraída; el tema es la carne, la violencia o la muerte.

Aún no está libre en internet, pero segura-mente a finales del verano, cuando la mayoría de los festivales peliculeros habrán terminado, Serra se anime a colgarlo íntegramente. Y ojala, mejor aún, la gente lo disfrute.

A Felipe Ehrenberg lo conozco desde hace casi 10 años gracias a Emilio Carrasco. Todos estos años pasaron y no lo había visto en carne y hueso, tal cual. Ha sido mi maestro, me atrevo a decir que somos cómplices, incluso ha sido mi confidente sentimental, siempre vía web.

El día llegó, me alegra mucho que nunca tuviéramos prisa por conocernos personal-mente, ha ocurrido a su tiempo. Lo encontré en Madrid, en la inauguración de la exposición Felipe Ehrenberg 67/15, en la galería FREIJO, curada por Marta Ramos Yzquierdo. La mues-tra consta de obras contundentes que dan cuenta del devenir en México desde la tragedia en Tlatelolco en 1968 hasta la desaparición forzada de 43 normalistas en Ayotzinapa. A través de pintura, obra gráfica, video y perfor-mance hace patente la relación poética de su obra con la vida cotidiana, pero también su

dimensión política y su indisoluble lazo con la cultura popular.

Durante la apertura realizó la acción “String event” que consistió en un relato y la participa-ción de los asistentes uniéndonos a una red. La práctica artística de Felipe Ehrenberg está intrincada con eventos puntuales de su historia personal; a través de ciertas encrucijadas con-taba su versión de la historia del arte mientras se tejían los hilos amarrados de un extremo a él y del otro los visitantes de la galería. Los asistentes al escucharlo éramos concientes de las vibraciones que se generaban en su dis-curso, notamos sus gestos y movimientos, estábamos conectados. De pronto aquel grupo de personas comenzó a trepidar junto, a mo-verse más o menos discretamente; algunos oponían resistencia, otros nos dejamos llevar, algunos más incitaban el acercamiento, y otros

reaccionaban alegremente al movimiento. Así fuimos descubriendo cómo la historia del arte para Felipe Ehrenberg se urde en los lazos en-tre las personas, en la capacidad de contactar con el otro, de estirar y aflojar, tal cual sucede en la vida.

Siguiendo la analogía de la conexión, casi para finalizar su acción dijo: “Si bien tenemos los latinoamericanos que conocer España para conocernos mejor, bien le haría a España conocer mejor a la América Latina”. Es imprescindible forjar más lazos entre el aquí y el allá, crear más vínculos; comprendernos mutuamente será más fácil si palpitamos juntos. He tenido esta frase revoloteando por varios días, hoy por eso celebro el encuentro con el maestro Felipe Ehrenberg en Madrid, pienso en mis lazos, en mis tramas, y en cómo me descubro a mí misma y a mi país desde España.

Desayuno en Tiffany’s, mon kuLa Parka un documental desconocidoPor Carlos belmonte Grey

Felipe Ehrenberg 67/15 Por Citlali Córdova

CineArte

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LA GUALDRA NO. 19210

29° FESTIVAL CULTURAL ZACATECAS 2015

Plaza de Armas

Lunes 6 de abril19:30 horasMúsica popNatalia LafourcadeMéxicoXimena SariñanaMéxico

Martes 7 de abril19:30 horasRock popLos Románticos de ZacatecasMéxico

20:30 horasRock popEnjambreMéxico

Miércoles 8 de abril20:30 horasBalada popFlansMéxico

Jueves 9 de abril19:30 horasJazzArista 5Zacatecas

20:30 horasRock softPeter CeteraEEUU

Plazuela Miguel AuzaMúsica del mundo, de autor, jazz & blues

Lunes 6 de abril18:00 Hrs.BluesLuis Díaz LeañosZacatecas

19:00 Hrs.La Estación BluesZacatecas

22:00 Hrs.JazzEmmanuel Laboriel & DharmaMéxico

Martes 7 de abril18:00 Hrs.JazzMade in Jazz “Latin”Querétaro

19:00 Hrs.BluesMonroy BluesSan Luis Potosí

22:00 Hrs.Rock & FunkTío GusMéxico

Miércoles 8 de abril18:00 Hrs.JazzVocumeriZacatecas

19:00 Hrs.Q Jazz Universidad Autónoma de Zacatecas

22:00 Hrs.Electro JazzA Love ElectricUSA-Argentina-México

Jueves 9 de abril18:00 Hrs.JazzCaxcan LatinoZacatecas

22:00 Hrs.TrovaAlejandro FilioMéxico

Auditorio delMuseo FelguérezMúsica de cámara / 13:30 horas.

Lunes 6 de abrilRecital violín y pianoElwira Krengiel, violín Ioulia Vichnevetskaia, pianoPolonia-Ucrania

Martes 7 de abrilMúsica de cuerdasCuarteto NoveloPolonia-UcraniaEEUU-México

Miércoles 8 de abrilRecital de pianoJuan Antonio SantoyoMéxico

Jueves 9 de abrilRecital de flauta y guitarraAsako Arai, flautaOman Kaminsky Lara,guitarraJapón-México

TEMPLOSMúsica sacra y coral

Templo de Santo Domingo18:00 horas

Lunes 6 de abrilOratorio“Pasión según San Juan” de J. S. BachOrquesta de Cámara del Estado de ZacatecasCoro del Estado de ZacatecasDirección: Arturo García Cuellar

Jueves 9 de abrilMúsica de cámaraRecital “A Duetto”GuadalajaraAvelina de la O, sopranoMiguel Hoyos, violínMarco Antonio Rodríguez,

piano

Teatro del Seguro SocialDanza y teatro19:00 horas

Lunes 6 de abrilTeatroAdolescentes y adultos“La Cama”Grupo Los de la Casota,Zacatecas

Martes 7 de abrilTeatro de suspenso“Pijamada”Grupo TorrenaZacatecas

Miércoles 8 de abrilTeatro de comedia “Un mal día”Grupo Tablas NuevasZacatecas

Jueves 9 de abrilTeatro de comedia “La madre pasota”Grupo La Corte delos Milagros Zacatecas

Teatro Fernando Calderón20:00 horas

Lunes 6Flamenco fusiónElohim & TarantosMéxico

Martes 7Recital de canto y pianoGabriela Herrera, sopranoMéxicoCarsten Wittmoser, barítonoAlemaniaIsir Almaguer, pianoCuba

Miércoles 8Gala de óperaGuadalajaraAvelina de la O, sopranoVirginia Mora, sopranoJoshua Romero, barítonoLuis Martín Díaz, tenorMarco Antonio Rodríguez, piano

Jueves 9 Concierto escénicoMéxicoLydia Rendón, mezzosopranoEnrique Ángeles, barítonoJuan Antonio Santoyo, piano.

Plazuela GoitiaForo infantil17:00 horas

Lunes 6 de abrilTeatro infantilLos Rusos de ClowniaLos Cosmicómicos, Zacatecas.

Martes 7 de abrilCirco contemporáneo“Gran Circo El Fénix”Marabunta CAL

Aguascalientes-Zacatecas

Miércoles 8 de abrilTetro infantil“Los Sueños de Paco”Los Cosmicómicos, Zacatecas

Jueves 9 de abrilTeatro y narración“Los niños que no tenían color”Grupo Macarrones, Zacatecas

Plaza BicentenarioMúsica y danza folclórica zacatecanos* 18:00 horas

Lunes 6 de abrilArmando PeralesAngélica AlonsoCompañía Artes Escénicas del Estado de Zacatecas

Martes 7 de abrilVioleta Alejandra PérezDiego EspinosaBallet Folclórico de Zacatecas

Miércoles 8 de abrilJesús LópezLeonardo SaucedoMarcial Montoya

Jueves 9 de abrilPedro MonrealJosé Luis Saucedo

Jesús Najar

* Música en vivo alternando Mariachi Los Zacatecanos y Mariachi Los Reyes de Zacatecas.

Parque Enrique EstradaForo de rock zacatecano18:00 horas

Lunes 6 de abril IxionHeavy Metal Memorias de CenizaRock alternativo

Martes 7 de abril ZiguryhaMúsica atmosféricaFour AgainMetal core

Miércoles 8 de abril Aurea HibrydMetal ambiental progresivoKza NostraRock punk

Jueves 9 de abril PostnecrumMetalPacalDeath Metal

FOROS y ACTIVIDADESESPECIALES

Feria del LibroDel 28 de marzo al 12 de abrilDe 10:00 a 21:00 horasFiesta: el lector, la lecturaCoordinan: Asociaciónde Libreros de Zacatecase Instituto Zacatecano de CulturaJardín IndependenciaCentro Histórico Zacatecas.

Miércoles 8 de abrilRodadas nocturnasCiclistas al Festival18:45 horasInicia: Plaza Villa del Carmen (Guadalupe, Zac).20:00 horasIncorporación de ciclistas a los eventos delFestival Cultural Zacatecas(Rack en Explanada delCongreso del Estado)22:00 horasRegreso a Plaza Villa del Carmen

Miércoles 8 de abril12:00 horasConcierto sinfónicoOrquesta Sinfónica deAlientos de la Policía FederalDirección:Auditorio de CiudadAdministrativa“Ernesto Juárez Frías”

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6 de ABRIL DE 2015 11Libros

Da sed… y mucha. También el deleite de pasear por la literatura, el cine, la televisión y los libros siendo siempre el hilo conductor el alcohol. Y la cultura. De ahí su título, Cocteles e historia, que bien se convierte en un prontuario de-finitivo para el borracho ilustrado. El autor, Julio Patán: ¡salud!

Lo dice Bukowski, a quien Patán (Ciu-dad de México, 1968) observa como el “borracho número uno de la litera-tura mundial”, el problema de beber es que “si algo malo pasa, bebes para olvidar; si algo bueno, bebes para ce-lebrar; y si nada pasa, bebes para que algo pase”.

Sentencia con sus cargas de auten-ticidad, bien identificadas por Patán en este su nuevo libro que relaciona existencias no siempre vinculadas, no siempre reconocidas con justeza por lo que bien podríamos denominar como la buena conciencia.

Hace tiempo, escuché a Jacobo Zabludovsky preguntar y contestarse: cuál es el mejor vino blanco…, el tinto; y cuál es el mejor vino tinto…, el que te invitan. Dicho burlón que se esconde, como infinidad de sentencias, entre las líneas del apetitoso Cocteles con historia. Guía definitiva para el borra-cho ilustrado.

La obra, que si bien se ofrece al lector como de autor, se convierte en una propuesta compilatoria de esa compleja y rica correspondencia en-tre bebidas y formas de beber y ma-nifestaciones artísticas y culturales.

Un maridaje (para utilizar un tér-mino ad hoc) antes abordado en nues-tros medios editoriales, pero que con Patán dispara desenfadadas miradas a un gran número de imágenes insertas en el memorial báquico de una infi-nita comunidad de bebedores.

Labor que el autor identifica como no exhaustiva, sin embargo reflejo del dominio de la observancia del hecho cultural y de los placeres del beber —habrá que subrayar también.

La estructura del nuevo libro, frag-mentada a partir de los llamados coc-teles (si bien algunos más que una mezcla sean bebidas genuinas como el anís, la cerveza, el coñac o el vino), permite a Patán llevarnos al reen-cuentro con la escena cinematográ-fica o televisiva, la narración literaria o el pasaje histórico.

Extenso listado que, reconocerá el

lector, tiene sus momentos estelares (Bukowski y la cerveza; Hemingway y el daiquirí; Buñuel y el martini, y un largo etcétera).

Están ausentes, deliberadamente, bebidas como el pulque y el mez-cal1 (veo las muecas de desprecio de hípsters y antropólogos, dice Patán), lo que no resta el interés ni el embe-leso constante, página a página y de principio a fin, aliñado con certeros epígrafes: Un hombre que no bebe no es, en mi opinión, completamente un hombre: Anton Chejov. Sin duda no hay nada que calme tanto el espíritu como el ron y la religión verdadera: Lord Byron. El problema con el mundo es que todos están unos cuántos tragos atrás: Humphrey Bogart.

Absenta, mimosa, calimocho,

champaña, cosmopolitan, pisco, mar-garita, submarino (ese dionisiaco re-voltijo de tequila y cerveza: introdu-ciendo el caballito del primero en el vaso de la segunda, guácala, y que se supone lleva tal nombre porque se inventó en la desaparecida cantina El Submarino del Centro Histórico de la Ciudad de México en la primera mi-tad del siglo XX) y más cocteles están en el libro de Patán —prefacios de Rafael Pérez Gay y Ricardo Cayuela Gally.

Y el vino tinto, ¡claro!, y el blanco, de orígenes, tradiciones, cepas, mar-cas, precios, maridajes, texturas, rubores y convites varios, parafra-seando a Zabludovsky, bebida alco-hólica con data de hará unos siete mil añitos.

Julio PatánCocteles e historiaPor Mauricio Flores *

1 Recuérdese la ambivalencia, si se quiere

bipolaridad, que Octavio Paz (El laberinto de

la soledad) identifica en el mexicano a partir

de la diferencia entre el pulque y el mezcal, lo

viscoso y lo seco...

¡Contra la malacopa!

Un hombre no existe hasta que se emborracha.

Ernest Hemingway

Denme a una mujer que ame la cerveza y conquistaré al mundo.

Káiser Guillermo

Yo no soy una escritora con un problema de alcoholismo. Soy una bebedora con un problema de escritura.

Dorothy Parker

Bebo para hacer interesantes a las otras personas.

Groucho Marx

El problema con el mundo es que todos están unos cuantos tragos atrás.

Humphrey Bogart

Puede ser que esté borracho, se-ñora, pero en la mañana yo estaré sobrio y usted seguirá siendo fea.

Winston Churchill

000

Julio Patán, Cocteles con historia. Guía definitiva para el borracho

ilustrado, Planeta, México, 2015, 264 pp.

* [email protected]

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LA GUALDRA NO. 192 / 6 de ABRIL DE 201512Rí

o de P

alab

ras

“Y, cómo no acordarme de ti de qué manera olvidarte si todo me recuerda a ti

en todas partes estás tú… ”. Los Ángeles Azules

No, no me importa que se te caigan las pantale-tas y las medias cada vez que escuchas embo-bada, con la boca abierta y los ojos de borrego a medio morir, “¿Cómo te voy a olvidar?”, de Los Ángeles Azules. No, ni que te emociones hasta quedarte bizca participando en los mítines de MORENA. No, ni que pongas cara de analista político leyendo Proceso y Nexos frente a una enorme taza de café colombiano, fumando

Marlboro rojos. No, ni que llegues al orgasmo viendo ¡T-o-d-a-s! las películas de la Muestra Internacional de Cine. No, ni que diariamente ordenes el desayuno americano en VIPS. Ni que enloquezcas suspirando mientras lees la revista Hola en un verdadero y auténtico acer-camiento con la gente bonita, con la aristocra-cia. No. Me importa un soberano carajo… Me vale madres… yo estaré con Florita, mi vecina, a la que no le preocupa para nada el día a día de la princesa Letizia, ni sabe quién diablos es González Iñárritu, ni los padres de la patria de moda y le viene floja la candidatura política de Cuauhtémoc Blanco y de Carmen Salinas… pero que da unos besotes de tornillo y lengua a todas margaritas, y está… ¡Uffff!

Se practica la escritura como deporte ex-tremo, no se tiene la seguridad de salir con vida. Se practica independientemente del éxito o del fracaso, o de las ventas, del re-conocimiento. Uno no pone en práctica la escritura para ser leído o para ser querido. Ni para ser odiado o envidiado. Uno escribe como aspira coca o se pincha morfina en las venas. Sí, lo más parecido a la escritura es la droga. Siempre se quiere más. A todas horas. Y cada vez más se vuelve menos. El escritor queda insatisfecho, pálido, insomne, ojeroso, ansioso; el escritor se vuelve una sombra o un holograma. No hay de otra: para escribir uno se tiene que jugar la vida. Tienes que coger el

revólver y dispararte en la sien cinco veces. Uno escribe no para ver su nombre en el lomo de un libro, o exorcizar sus demonios, o ganar premios o becas, uno escribe porque no podría vivir de otra forma.

Esa es la cosa, y ojalá lo entendieras, no escribes para editar una revista, o fundar una editorial, o recitar tus versos en un foro, o que la gente diga cuando pasas por la calle: ahí va el escritor. Te montas en un automóvil y subes la velocidad a trescientos kilómetros por hora, no tienes manera de frenarte, te estamparás en la próxima curva. Y si no estás preparado para romperte el alma, será mejor que te de-diques a otra cosa.

[Versión de Javier Acosta]

“Dinos también, ¿qué hizo que tu cara parezca

de antes de que tus padres nacieran?”

¿Su rostro anteriora su propio nacimiento?

¡Era un truco!

Lo habrán puesto al otro lado de un muro de cristaly en el agua

donde

ninguna palabrapudiera rescatarlo

Deseaban que él aceptara reencarnar en seis docenas de peces

* Rae Armantrout. Nacida en Vallejo, California, en 1947. Profesora de Poesía

y Poética en la Universidad de California. Su libro Versed recibió el prestigioso Pre-

mio Pulitzer. Koan.- Paradoja que un maestro zen

plantea al novicio para provocar su ilu-minación.

Nunca conocí el mar. Me decían que era enorme, que no se le encontraba el fin, al punto de que se perdía en el horizonte haciéndose uno con el cielo. Cuando era niño y escuchaba esa descripción me emocionaba al pensar que entonces ya no tendría que ser bueno, ni portarme bien, ni hacer las tareas o cumplir con las obligaciones que me imponían en la casa; pues bastaba con que fuera al mar, tomara un barco y me perdiera en el horizonte para llegar al cielo. Por eso siempre quise ir al mar. Cuando se acercaban los periodos vacacionales insistía hasta el cansancio, o hasta con-seguir un buen par de nalgadas, con que

me llevaran a la playa, con que quería conocer el mar. Pero nunca se pudo. Ya de mayor estuve dos veces a punto de lograrlo; pero siempre el azar o el des-tino se opusieron a que pudiera hacerlo. Luego, llegué a la edad ésta, en la que uno aprende el oficio de la resignación, entonces empecé a pedir a familiares, amigos y conocidos me trajeran de sus viajes a la playa un poco de arena. Mas no crean que soy un iluso, que creo que puedo trasladar de poco a poco el mar a esta ciudad del desierto; en lo absoluto. Les pido arena porque al final de mis días, cuando muera, quiero que mis cenizas se mezclen con ella.

No, no me importaPor Alberto Huerta

EscribirPor Edgar Khonde

Koan para un hombre necioPor Rae Armantrout*

ArenaPor Pilar Alba

Leonora Carrington. Autor: Juan Carlos Villegas. Limón oxidado/papel amate. Un día como hoy, pero de 1917, nació en Lancashire, Inglaterra, la pintora surrealista Leonora Carrington, quien adquirió la nacionalidad mexicana y murió en la Ciudad de México en el año 2011.