TEXTOS
LA ESPECIFICIDAD DE LO POLTICO: EL DEBATE
POULANTZAS-MILIBANDErnesto Laclau
LA publicacin del libro de Ralph Miliband El estado en la
sociedad capitalista en su versin original inglesa dio lugar a una
refrescante polmica que, iniciada en 1970 en la New Left Review, ha
continuado hasta fechas recientes. Parte del valor de este
intercambio de opiniones y posiciones entre dicho autor y Nicos
Poulantzas surge del replanteamiento de temas cuyo anlisis haba
sido cancelado an a los niveles acalmicos ms elevados. En el centro
de la discusin se insertan las nuevas corrientes dentro de la teora
marxista del Estado, mismas que han generado una reflexin
consciente sobre la necesidad de revisar la literatura existente y
el mtodo de anlisis conducente, sea a travs de la interpretacin,
sugerida por Althusser o bien mediante la utilizacin de mtodos
empricos que confirmen las afirmaciones tericas ms elaboradas. El
trabajo de Ernesto Laclau representa un esfuerzo serio, que es
el resultado colateral de los conceptos que han surgido a lo
largo del dilogo entre ambos distinguidos marxistas. La parcialidad
del enfoque refleja la identificacin de Laclau con las
proposiciones y crticas de Poulantzas, pero deja margen para una
aportacin personal que enriquece la discusin.* LA obra de Nicos
Poulantzas' es de considerable importancia terica al menos en dos
sentidos: en primer lugar, porque el pensamiento marxista no empez
a desplegar, hasta el ltimo decenio, una teora sistemtica acerca de
la naturaleza y del rol del Estado en diferentes formaciones
socioeconmicas. Observaciones esbozadas que tratan de establecer la
coherencia definitiva entre los cambios socioeconmicos y las
transformaciones del sistema poltico, u observaciones no tan
esbozadas que intentan establecer* (N. R.) 1 Polilical Power and
Social Ctasses, Londres, New Left Books. 1973. (Edicin francesa:
Maspero, 1968.)
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relaciones mecnicas de causalidad entre ambos, han dominado la
zona del anlisis hasta tal punto que no podemos menos que dar la
bienvenida a una obra que trata de deslindar, a nivel terico, la
especificidad de lo poltico, y que sistemticamente evita
correlaciones puramente impresionistas. Pero, en segundo lugar, la
obra de Poulantzas no es una simple obra marxista. Aparece dentro
de un mbito terico bien definido dentro de las corrientes del
marxismo contemporneo: el constituido por la "revolucin
althusseriana". El poder poltico y las clases sociales constituye,
sin lugar a dudas, el intento ms completo, hasta el momento, de
estructurar una teora regional a partir de la problemtica general
de Althusser. De esa manera, constituye hasta cierto punto una
prueba del rendimiento de esa problemtica para el anlisis de
procesos y situaciones concretas. A este respecto, hemos de tener
presente que un enfoque terico es provechoso hasta el grado en que
se manifiesta como multiplicador de la creatividad espontnea que
surge en zonas particulares, y que no se podra haber desarrollado
plenamente por falta de un principio de sistematizacin; esto es, de
la posibilidad de ser incorporada tericamente al marco de una
problemtica. Una problemtica estrecha o inadecuada, por el
contrario, esconde los verdaderos problemas en vez de
esclarecerlos, y crea un antagonismo insuperable entre las
formulaciones tericas generales y el conocimiento de mbitos
particulares y de situaciones concretas. A estos dos respectos: su
originalidad como intento de formalizar tericamente la
especificidad de lo poltico y su relacin con la problemtica
althusseriana (a lo que hemos de aadir el rigor indubitable y la
complejidad terica con que ha sido llevado a cabo tal intento), la
obra de Poulant-
zas ha astado, y presumiblemente continuar estando, en el
mismsimo centro del anlisis poltico marxista contemporneo. En un
artculo posterior proponemos efectuar un anlisis general del
pensamiento de Poulantzas; en Cata monografa, sin embargo, el
propsito es ms limitado: considerar algunas de las implicaciones
tericas del debate llevado a cabo entre Poulantzas y Miliband en la
New Left Review.^ despus de la publicacin del libro de Miliband The
State in CapitoUst Society.^ Empezaremos, pues, resumiendo las
lneas generales del debate. El primer ataque de Poulantzas surge de
su crtica epistemolgica del mtodo de anlisis de Miliband. Tal mtodo
consiste substancialmente en lo siguiente: partir de un aserto comn
de la ciencia poltica burguesa, demostrar que los hechos estn en
contradiccin con dicha asercin y concluir, por ende, que la
aseveracin es falsa. En breve, todo el anlisis de Miliband
permanece en un plano emprico: empieza con aserciones referentes a
la realidad y demuestra que sta se encuentra en contradiccin con
dichas aserciones. Es precisamente la madurez de este enfoque lo
que Poulantzas se propone criticar: ... En vez de desplazar el
terreno epistemolgico y someter tales ideologas a la crtica de la
ciencia marxista, demostrando su inadecuacin a lo real (como lo
hace Marx,- N. Poulantzas, "The Problem of the Capitalist State",
New Left Review, No. 58, noviembre-diciembre, 1969; R. Miliband,
"Reply to Nicos Poulantzas", New Left Review, No. 59,
enero-febrero, 1970; R. Miliband, "Poulantzas and the Capitalist
State", New Left Review, No. 82, noviembre-diciembre, 1973. Cito
los dos primeros artculos de Ideology in Social Sciences, a cargo
de Robn Blackburn, Fontana/Collins, 1972. ^ The State in Capitalist
Society. Londres, Weidenfeld & Nicolson, 1969.
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principalmenle en Teoras sobre lo plusvala * Miliband parece
saltarse este primer paso. Con todo, el anlisis de la epistemologa
moderna muestra que nunca es posible oponer simplemente "hechos
concretos" a conceptos, sino que stos han de ser atacados mediante
otros conceptos paralelos, situados en una problemtica diferente.
Pues es slo por medio de esos nuevos conceptos como cabe confrontar
las nuevas nociones con la realidad concreta . . . En breve,
Poulantzas afirma que no es mtodo vlido considerar las
proposiciones de la ciencia poltica burguesas aisladamente, como
proposiciones empricas, sin tratar de entresacar su substancia
terica y sin llevar el anlisis al campo de la confrontacin terica.
El error correspondiente a esta actitud es que Miliband no juzga
necesario hacer explcitos sus propios principios epistemolgicos y
las proposiciones tericas a partir de las cuales juzgar a sus
oponentes, esto es, la teora marxista del Estado, sino que se sirve
de esto para atacar a las ideologas burguesas del Estado,
colocndolas en el mismo terreno. La consecuencia es que tales
ideologas acaban por ser introducidas en el propio anlisis de
Miliband. Esto es evidente en las dificultades que Miliband
enfrenta al abarcar las clases sociales y el Estado como
estructuras objetivas y sus relaciones como un sistema objetivo de
conexiones regulares, estructura y sistema cuyos agentes, "los
hombres", son, en palabras de Marx, sus "portadores" (rdger).
Miliband da constantemente la impresin de que, para l, las clases o
Publicado por el Fondo de Cultura Econmica con el ttulo: Historia
crtica de la teora de la plusvala. < Poulantzas, "The Problem .
. .", p. 241.
"grupos" sociales son en cierto sentido reducibles a relaciones
interpersonales; que el Estado es reducible a las relaciones
interpersonales de los diversos "grupos" que constituyen el aparato
estatal, y que, finalmente, la relacin entre las clases sociales y
el Estado es reducible per se a las relaciones interpersonales de
los "individuos" que componen el aparato estatal ... De acuerdo con
esta problemtica, los agentes de una formacin social, "los
hombres", no se consideran como portadores de instancias objetivas
(como ocurre en Marx), sino como el principio gentico del nivel del
todo social. Se trata de una problemtica de actores sociales, de
los individuos como origen de la accin social: as, la investigacin
sociolgica conduce finalmente no al estudio de las coordenadas
objetivas que determinan la distribucin de los agentes en clases
sociales y las contradicciones entre estas clases, sino a la
bsqueda de explicaciones finalistas fundadas en las motivaciones de
conducta de los actores en particular. Esto es notoriamente uno de
los aspectos de la problemtica tanto de Weber como del
funcionalismo contemporneo. Trasponer esta problemtica del sujeto
al marxismo es, a fin de cuentas, admitir los principios
epistemolgicos del adversario y correr el riesgo de viciar los
propios anlisis . . .'' Poulantzas cita varios ejemplos donde la
metodologa empirista de Miliband lo lleva al error terico
mencionado en la proposicin anterior. As, en el caso de la teora de
las lites, Miliband trata de mostrar que la existencia de stas no
es incompatible con la presencia de una clase rectora, en^ Ibid.,
p. 241-42.
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vez de criticar la nocin ideolgica de lite a la luz de los
conceptos marxistas. En el caso del gerencialismo, su crtica del
concepto ideolgico de una "revolucin gerencial" consiste en mostrar
que los gerentes o directivos tratan de obtener utilidad tanto como
cualquier otra lite econmica que forma parte de la clase directora,
sin ver que la categora de la utilidad es una categora objetiva,
independiente de la motivacin de la conducta de sus portadores, y
sin referirse al problema que en realidad hace al caso, que es el
de las relaciones entre las diferentes fracciones del capital.
Miliband fracasa tambin en su consideracin de la burocracia, puesto
que enfoca su anlisis en los orgenes sociales y en los vnculos
personales de los burcratas con los miembros de la clase rectora,
esto es, citando la situacin clasista y no la funcin objetiva de la
burocracia como factor relevante. Este constante desvo de las
estructuras objetivas y de las leyes del sistema hacia las
motivaciones personales de sus agentes que es consecuencia del
nfasis unilateral de Miliband, ocupado de la validez emprica de las
proposiciones de la ideologa burguesa y no de su refutacin terica
es todava ms obvia, segn Poulantzas, cuando Miliband trata de
formular las proposiciones generales vlidas para e! sistema como un
todo. As, los principios que gobiernan la predominancia relativa de
una u otra de las ramas del sistema poltico seran para Miliband la
proximidad relativa de los miembros de esa rama respecto de la
clase directora, o el rol econmico inmediato de esa rama. La
metodologa y la perspectiva terica de Miliband le impiden
comprender que . . .el aparato estatal forma un sistema objetivo de
"ramas" especiales cuya relacin presenta una uni206
dad interna especfica y obedece, en buen grado, a su propia
lgica. . . Es imposible establecer directamente un cambio
importante en la rama predominante del aparato estatal, o en las
relaciones entre esas ramas, por el rol exterior inmediato de la
primera, puesto que tai cambio se determina por la modificacin de
todo el sistema del aparato estatal y de su forma de unidad interna
como tal: modificacin que en s se debe a los cambios en las
relaciones de produccin y a los desarrollos en la lucha de clases.
. ." Del mismo modo, los cambios en la presente etapa del Estado
capitalista se relacionaran con los vnculos todava ms estrechos
entre los miembros de la clase directora y el aparato estatal, y no
con los cambios objetivos en la articulacin entre economa y
poltica. A este respecto, la tesis de Miliband se aproxima a la
tesis comunista ortodoxa del capitalismo monopolista de Estado.
Finalmente, Miliband no ha advertido aunque Poulamtzas se critica l
mismo por haber cometido parcialmente l mismo error que las
ideologas constituyen tambin un sistema objetivo e
institucionalizado que comprende la Iglesia, los partidos polticos,
las asociaciones profesionales (con excepcin del partido
revolucionario y de los sindicatos), las escuelas, los medios
masivos de comunicacin y la familia. En ese sentido, Poulantzas
habla de aparatos estatales ideolgicos, as como de aparatos
estatales represivos. La primera rplica de Miliband fue algo
cautelosa y defensiva. Trat de justificar su mtodo sin entrar en
una confrontacin abierta con el concepto de Poulantzas, limitando
la discrepan bid., p, 248.
cia a un problema de nfasis. As, escribe: ... de grado admito
que The State in Capitalist Society quiz es insuficientemente
"terico" en el sentido que quiere Poulantzas; pero tambin me
inclino a pensar que su propio enfoque . . . yerra en la direccin
opuesta . . . Esto, he de subrayar, no es una contraposicin cruda
(y falsa) de un enfoque empirista frente a otro no empirista o
antiempirista: es una cuestin de nfasis, pero ese nfasis es
importante . . . Miliband, sin embargo, hace un aserto de
primordial importancia para el curso futuro del debate: ... De
hecho, presento explcitamente un esbozo de la teora marxista del
Estado, pero sin duda lo he hecho demasiado sucintamente. Una de
las razones ... es que, al bosquejar la teora marxista del Estado,
me interes contraponerla a la opinin democrtico-pluralista, y
mostrar las deficiencias de la misma, de la itnica manera que a m
me parece posible, a saber, en trminos empricos'' . . .** La misma
tendencia a reducir las dimensiones de su confrontacin con
Poulantzas a una cuestin de nfasis se puede hallar en la rplica de
Miliband referente al problema del status terico de las lites
polticas y el gerencialismo. El eje de su rplica gira, sin embargo,
en torno a la naturaleza objetiva del Estado. Aqu, su posicin es
clara: concebir al Estado exclusivamente como un sistema de
relaciones objetivas conduce a un superdeterminismo estructural que
nos impide establecer, a nivel terico, la autonoma relativa* El
subrayado es de Laclau. (N. R.) Miliband, "Reply ...", pp. 255-56.
' Ibid., p. 254.
del Estado capitalista. Vale la pena citar este prrafo en su
totalidad, puesto que constituye el meollo de su argumentacin: . .
. pues lo que su (de Poulantzas) insistencia exclusiva en las
"relaciones objetivas" sugiere es que cuanto realiza el Estado, en
cada particular y en todo momento, est determinado totalmente por
estas "relaciones objetivas": en otras palabras, que las
constricciones estructurales del sistema compelen de manera tan
absoluta, que dejan a aquellos que gobiernan el Estado en calidad
de meros funcionarios y ejecutantes de polticas que les son
impuestas por el "sistema". Al mismo tiempo, empero, rechaza tambin
la "larga tradicin marxista [que] ha considerado que el Estado es
slo una herramienta simple o instrumento manipulado a voluntad por
la clase directora" (p. 74). En cambio, subraya "la autonoma
relativa del Estado". Pero, a mi parecer, todo lo que hace es
sustituir la nocin de "estructuras objetivas" y "relaciones
objetivas" por la nocin de "clase directora". Pero, puesto que la
clase directora es un elemento dominante del sistema, nos hallamos
de nuevo, en efecto, en el punto de la subordinacin total de la Hte
estatal a esa clase; esto es, el Estado no est "manipulado" por la
clase directora, de manera que tenga que hacer 10 que sta le
ordene: lo hace autnomamente, pero de modo cabal, debido a las
"relaciones objetivas" que le impone el sistema. Poulantzas condena
el "economismo" de la 11 y III Internacionales, y le atribuye el
olvido en que stas tienen al Estado (p. 68). Pero su propio anlisis
me parece que conduce directamente a una especie de determinismo
estructural o, ms bien, a un
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superdeterminismo estructural que hace imposible una
consideracin verdaderamente realista de la relacin dialctica entre
el Estado y el sistema . . ." Este superdeterminismo estructural
conduce, de acuerdo con Miliband, a la obliteracin de las
diferencias entre las diversas formas de gobierno y el Estado
burgus. De acuerdo con esta conclusin, no habra diferencia real
entre una "democracia" burguesa y un Estado fascista, concepto que
constituy el error central del Comintem durante el periodo
comprendido entre las dos guerras. El mismo descuido de Poulantzas
de las diferencias entre varias formas de gobierno lo lleva a
tratar errneamente el fenmeno del bonapartismo, que l presenta como
caractersticas de todas las formas del Estado capitalista, cuando
en realidad slo ha aparecido en circunstancias excepcionales.
Finalmente, rechaza la nocin de que los aparatos ideolgicos
estatales pertenecen al sistema del Estado. La rplica de Miliband
es, en su conjunto, insatisfactoria; por una parte trata de reducir
los conflictos a un problema de nfasis, y, por otra, sus asertos
metodolgicos y sus crticas tericas sugieren que sus discrepancias
con Poulantzas van mucho ms all de lo que pareca indicar esta
supuesta diferencia de nfasis. No obstante, tres aos ms tarde, en
nuevo artculo publicado para sealar la edicin inglesa del libro de
Poulantzas, vuelve a abrir el debate con un ataque ms elaborado y
de mayor alcance. El concepto de Poulantzas, antes caracterizado
como superdeterminismo estructural, se concibe ahora como
abstraccionismo estructuralista. A este respecto hemos de ver
IbiJ., pp. 258-59.
si yo he entendido correctamente a Miliband: se trata de un
enfoque terico donde una instancia definida abstractamente busca su
principio explicativo en otra instancia, definida de igual modo,
pero de tal manera que este proceso de referir una instancia a la
otra se convierte en un procedimiento circular o juego de espejos
en el que, finalmente, nada tiene un significado preciso y el
sistema conceptual como un todo resulta contradictorio. La
consecuencia de esto, segn Miliband, es que Poulantzas es incapaz
de responder a los mismos problemas que plantea y que, de modo
especial, es incapaz de dar respuesta al problema central; la
autonoma relativa del Estado capitalista. El mtodo
autocontradictorio del abstraccionismo estructuralista en s conduce
a Poulantzas a replantear el economismo, despus de haber convertido
la denuncia del mismo en punto de principio. Miliband afirma: . . .
Poulantzas nos dice que "el poder no est ubicado a un nivel de
estructura, sino que es efecto del conjunto de esos niveles,
mientras que al mismo tiempo caracteriza a cada uno de los niveles
de la lucha de clases". A partir de esta proposicin . . .
Poulantzas pasa a la idea de que "el concepto de poder no se puede
aplicar, as, a un nico nivel de estructura. Cuando hablamos, por
ejemplo, de poder estatal, no podemos dar a entender por l el modo
de articulacin del Estado a otros niveles de la estructura; slo
podemos indicar el poder de una determinada clase, a cuyos
intereses (y no a los de cualquier otra clase social) corresponde
el Estado". Ahora bien, esto, a mi parecer, es palmariamente
incorrecto: simplemente no es cierto que por "poder estatal"
podamos slo indicar "el
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poder de una clase determinada". Pues ello, nter alia, es privar
al Estado de cualquier clase de autonoma y convertirlo precisamente
en un mero instrumento de una clase determinada; ms an, que toda
conceptualizacin brilla por su ausencia . . ." La razn de tal
confusin, segn Miliband, es que Poulantzas no ha establecido una
distincin vital: la que existe entre el poder estatal y el poder de
clase. ... El poder estatal es el medio principal y definitivo,
aunque no el nico, por el que se garantiza y mantiene el poder
clasista. Pero una de las razones capitales para subrayar la
importancia de la nocin de la autonoma relativa del Estado es que
hay una distincin bsica entre poder de clase y estatal, as como que
el anlisis del significado y las implicaciones de esta nocin de
autonoma relativa han de enfocar las fuerzas que causan el que sean
mayores o menores las circunstancias en que se ejerce, etc.
Poulantzas, al esfumar la distincin entre poder de clase y poder
estatal, imposibilita tal anlisis: a pesar de todas las denuncias
de "economismo", la poltica asume aqu una forma "epifenomnica" .
.." De esta confusin se sigue toda una serie de insuficiencias en
el anlisis de Poulantzas: del concepto errneo acerca de los
aparatos ideolgicos estatales, a su no menos errnea concepcin de
los partidos polticos reducidos a la incapacidad de representar rol
alguno organizativo que sea autnomo. De aqu se sigue una crtica'"
Miliband, "Nicos Poulantzas . . .", p.87.
particularmente convincente del concepto de bonapartismo de
Poulantzas. Empecemos, pues, el anlisis de la estructura terica de
esta polmica. En primer lugar deberemos tomar el hilo a partir de
ciertas cuestiones metodolgicas. Cuestiones metodolgicas y
epistemolgicas POULANTZAS empez afirmando la insuficiencia terica
del mtodo de Miliband y, hemos de sealar, no recibi rplica alguna a
este respecto. Por una parte, no es posible considerar las
observaciones impresionistas de Miliband acerca de la discrepancia
en puntos de nfasis como respuesta; por otro lado, aunque el aserto
de Poulantzas de que "nunca es posible oponer 'los hechos
concretos' a los conceptos situados en una problemtica diferente"
es contradicho formalmente por Miliband cuando afirma que ha
intentado "mostrar las deficiencias (de la opinin pluralista
democrtica) del nico modo que me parece posible, o sea, en trminos
empricos". Miliband en modo alguno intenta justificar tal
aseveracin; todo depende de la definicin que se d a lo que se ha
entendido por "trminos empricos". Si por esto entendemos una
instancia externa al pensamiento, cuya funcin es probar la validez
de una teora, nos hallamos por completo dentro de un marco
empirista, y la crtica de Poulantzas queda reivindicada. Si, por el
contrario, los "hechos concretos" snn producidos por la teora o
problemtica mismas como afirma la epistemologa moderna entonces los
problemas de la congruencia l^ca y de la validez emprica no
difieren de manera fundamental. Las "formas de la prueba" de la
validez de los asertos referentes al objeto del conocimiento slo se
pueden considerar extemas al siste209
" hid.. pp. 87-88.
ma terico en cuestin si se admite la identificacin entre "objeto
del conocimiento" y "objeto real", y la consiguiente distincin
entre sujeto y objeto del conocimiento. Mostrar la insuficiencia en
el sistema de axiomas que define el mbito de una teora y los
asertos referentes a los objetos que surgen de esa misma teora
equivale al mismo tiempo a demostrar las contradicciones internas
de la teora. Por esta razn, hablando estrictamente, la "validez
emprica" y la "validez terica" de una teora no son aspectos que se
puedan diferenciar. Ahora bien, si Miliband entendi su tarea como
intento de mostrar las contradicciones internas de una problemtica
terica, a partir de los "hechos" que aparecen en ella, se justifica
el ejercicio terico. Pero, por el contrario, todo lo que va en lnea
con esta argumentacin se presenta como si su llamado a los "hechos"
fuera una apelacin directa a los objetos reales. Y esto no es una
diferencia en el nfasis con Poulantzas, sino una posicin
epistemolgica radicalmente distinta; adems, toda la polmica ha
seguido como si Miliband no hubiera advertido la importancia de
este primer desacuerdo. Hemos de sealar a este respecto que la
prctica terica tiene lugar cabalmente en el plano del pensamiento.
Como Althusser sealara, el proceso del conocimiento no empieza con
los objetos reales como presupone el empirismo sino con los
conceptos, con las noticias y con las ideas que nos suministran las
diferentes formas de prctica: cientfica, ideolgica, tcnica, etc.
Esos conceptos se transforman mediante la prctica terica en objetos
de conocimiento que como tales, difieren de los objetos reales. En
contraposicin al anlisis empirista, segn el cual el conocimiento
empieza a partir de lo concreto y se eleva a proposiciones
generales mediante un proceso 210
de abstraccin/generalizacin, aceptamos la perspectiva
epistemolgica de que el conocimiento es conocimiento de objetos
reales, pero que ocurre totalmente a un nivel de pensamiento y se
mueve de lo abstracto a lo concreto. Ese "concreto" no es, empero,
lo concreto-real, sino lo concreto-en-el-pensamiento, para emplear
la expresin de Althusser. As, como decamos antes, mientras el
objeto del conocimiento es pronunciado por la prctica terica misma,
los mtodos de comprobacin son parte del sistema terico mismo. Una
teora es falsa slo en el grado en que es incongruente en lo
interno; esto es, si en el proceso de la construccin de sus
conceptos ha entrado en contradiccin con sus postulados. De aqu la
imposibilidad de resolver los problemas tericos, hablando
estrictamente, en el grado en que son verdaderamente tericos: slo
pueden ser sobresedos, que no es la misma cosa. Analicemos ms de
cerca esta asercin: qu significa exactamente resolver un problema
terico? En el primer caso significa proporcionar una solucin a las
dificultades que provienen del proceso de aplicar una teora general
a un mbito terico particular. Pero, entonces, dos son las
posibilidades: la primera es que el problema se resuelva
efectivamente en el curso del anlisis cientfico, de acuerdo con los
presupuestos generales de la teora en cuestin, lo que significa que
el problema no existe en la teora, sino en nosotros mismos, esto
es, en el nivel presente que nuestro desarrollo del mismo ha
alcanzado. La resolucin emprica del problema consiste, hablando
estrictamente, en la negacin de su existencia a un plano terico. La
otra posibilidad es que el desarrollo de una teora conduzca a
plantear un problema verdaderamente terico (esto es, un problema
que comporte alguna incongruencia en la estructura l-
gica de la teora); pero si el problema es realmente terico, esto
significa que no se puede resolver dentro del sistema de postulados
de la teora, es decir, que no tiene solucin. Esto indica que una
teora ha alcanzado el lmite de su posible desarrollo y que, en
consecuencia, entra en contradiccin consigo misma. A partir de este
punto, el nico camino abierto es negar el sistema de axiomas sobre
el que se funda la teora misma; esto es, pasar de un sistema terico
a otro. Pero como ha aparecido el problema que genera esta crisis
terica y existe slo dentro del horizonte terico del sistema
anterior, tampoco en este caso cabe decir que se haya resuelto;
simplemente se ha sobresedo, se ha disuelto como problema, al
aparecer un nuevo sistema terico. Del sistema terico a los
problemas tericos, y de ellos a un nuevo sistema terico: tal es el
curso del proceso del conocimiento. Ahora, suponiendo que el campo
de la confrontacin emprica del sistema de proposiciones de una
teora no sea externo, sino interno a dicha teora o sea, que la
problemtica cree sus propios objetos la verificacin "emprica", en
tanto que rechaza las proposiciones tericas, demuestra las
contradicciones internas del sistema terico. Concluyendo, si
admitimos sin atribuir un carcter apodctico a tal admisin que la
crtica terica parte de la confrontacin "emprica" del sistema terico
en cuestin, los pasos lgicos necesarios han de ser: (a) indicar los
puntos de conflicto entre la esfera de la confrontacin "emprica" y
el sistema terico en cuestin, teniendo presente que est lejos de
ser una operacin mecnica, puesto que es necesario llevar a cabo la
confrontacin tomando en cuenta el nivel de abstraccin de la
proposicin (al hablar de abstraccin lo hacemos es claro en el
sentido hipottico-deductivo del
trmino, no en el sentido de induccin); (b) partir de los puntos
discordantes, para esclarecer cules son los problemas tericos; (c)
partir de los problemas tericos, para demostrar las contradicciones
tericas internas conducentes al colapso del sistema terico; (d)
proponer otro sistema terico que pueda superar las contradicciones
internas del anterior. Volviendo al debate Poulantzas-Miliband, me
parece que resulta claro que el libro de ste ltimo, a pesar de su
indudable inters, es de amplitud terica limitada, puesto que el
anlisis no va ms all del paso (a). Poulantzas, empero, tiende a
insinuar que el esfuerzo crtico es incompleto porque no se llevan a
cabo los pasos (b) y (c) ("apartndose del terreno epistemolgico y
sometiendo tales ideologas a la crtica de la ciencia marxista,
demostrando su insuficiencia frente a lo real"), como tampoco se
efecta el paso (d) ("una precondicin de cualquier enfoque a lo
concreto es hacer explcitos los principios epistemolgicos de su
propio tratamiento").^^ Mas, de acuerdo con Poulantzas, Miliband no
slo ha dejado de someter los conceptos ideolgicos del adversario a
la crtica cientfica, sino que, al quedar en el terreno de ste
ltimo, ha terminado incorporando "acrticamente" esos mismos
conceptos. Esto, afirma, se refleja en el predominio, en el
concepto de Miliband, de una problemtica del sujeto, donde las
motivaciones de los actores sociales ocupan un rol central en la
explicacin del cambio histrico. En este punto, la crtica de
Poulantzas, a mi parecer, se ha pasado algo de la raya. El texto de
Miliband no ha progresado lo suficiente en el campo de la
forraalizacin terica para que podamos'2 No quiero suponer con esto
que Poulantzas estara de acuerdo con mi esquema anterior en su
totalidad.
211
aceptar el aserto categrico de Poulantzas de que Miliband reduce
"el rol del Estado a la conducta y comportamiento de los miembros
del aparato estatal". El texto de Miliband permite diferentes
lecturas, esto es, que los nexos entre los miembros del aparato
estatal y los miembros de la clase directora son una indicacin del
predominio de la clase y no su causa, etc. El mtodo de Poulantzas
SI aceptamos que el libro de Miliband queda en la prehistoria de la
formalizacin terica, qu decir de la obra de Poulantzas, que es un
intento de orientar explcitamente en tal direccin? Creo que a este
respecto los resultados distan mucho de ser satisfactorios. No
tanto por las razones sealadas por Miliband, o sea, por una
investigacin emprica inadecuada, sino exactamente por lo contrario:
por falta de confrontacin terica con la problemtica de sus
adversarios. Poulantzas no trata de demostrar las contradicciones
internas de las problemticas que rechaza y la forma en que su
propia problemtica cancela aquellas contradicciones, sino que se
limita a describir los puntos de discrepancia y a seguir adelante.
Veamos un ejemplo: Poulantzas cita textos de Marx referentes a la
formacin del proletariado y a la distincin entre la clase-en-s y la
clase-para-s, y concluye: ... La lectura de tales textos se ha de
rechazar ya desde un principio, pues se refiere a la problemtica
del "grupo social", que no tiene lugar en el anlisis de Marx; se
trata de una lectura histrica-gentica . . ." Y, ms adelante, vuelve
a insistir otra vez con mayor nfasis:12 Poulantzas, "Polhical
Power...", p. 60.
. . . Tal lectura del anlisis de Marx est relacionada con una
problemtica historicista: hay que sealar aqu, sin embargo, que es
precisamente en la teora de las clases donde se revela con mayor
claridad la insuficiencia de tal problemtica . . ." Y sigue una
descripcin de la teora de las clases en dos variantes de la temtica
historicista: Lukacs y las interpretaciones funcionalistas de Marx
(Geiger, Dahrendorf, Bourdieu). Cmo se revela tal insuficiencia de
la problemtica historicista en la teora de las clases? La respuesta
se nos da dos pginas despus: ... tal concepto no logra reconocer
dos hechos esenciales: en primer lugar, que los agentes de la
produccin, por ejemplo el asalariado y el capitalista, como
"personificaciones" del trabajo asalariado y del capital, son
considerados por Marx como apoyos o portadores de un conjunto de
estructuras; en segundo lugar, que Marx nunca concibe tericamente
las clases sociales como el origen gentico de las estructuras, como
si fuera un problema concerniente a la definicin del concepto de
clase. Veremos por qu . . ." Pero esto no demuestra que la
problemtica historicista revele su insuficiencia en la teora de las
clases, sino que slo revela su insuficiencia con relacin a la
problemtica de Poulantzas. Que dos concepciones diferentes de la
misma realidad se puedan oponer la una a la otra no debe
sorprender. Lo importante debera haber sido demostrar las
contradicciones internas de la problemtica historicista
concerniente a la teora de las clases, es dei-* Op. cit., loe. clt.
15 Op. cit., p. 62.
212
cir, haber detectado los problemas tericos y rastreado el curso
que conduce de los problemas tericos a la crisis de la problemtica,
y poner de manifiesto, finalmente, cmo la problemtica
antihistoricista est exenta de esas clases de contradicciones. La
cita de arriba concluye con "Veremos por qu". Pero lo que vemos de
aqu en adelante es el desarrollo de la teora de Poulantzas sobre
las clases sociales, sin el menor intento de criticar las
corrientes historicistas, sino que slo se declara cules son sus
diferencias. El mismo proceder se sigue en el anlisis de las
ideologas y de la burocracia y, en general, en toda la obra de
Poulantzas. Volviendo a nuestro anlisis anterior, podramos decir
que si Miliband ha empezado y luego seguido todo su anlisis en el
estadio (a), Poulantzas empieza su anlisis y contina en el estadio
(d). Las etapas (b) y (c) aparecen en su anlisis slo de un modo
formal, puesto que su crtica de las problemticas contrapuestas
consiste no en la determinacin de sus contradicciones internas,
sino en la simple descripcin de las diferencias que expresan con
respecto a su propia problemtica. Lo que falta en Poulantzas es un
concepto dialctico del proceso del conocimiento, pero tal concepto
es incompatible con la idea de las problemticas como universos
cerrados, desconectados de las contradicciones internas de las
problemticas previas. Superdeterminismo estructural? CONSIDEREMOS
dcsde esta perspectiva las crticas que Miliband hace a Poulantzas.
La perspectiva terica de este ltimo ha sido llamada por Miliband
superdeterminismo estructural en su primer artculo, y
abstraccionismo estructuralista en el segundo. La primera crtica se
refera al contenido, y la segunda al mtodo de crear los con-
ceptos (no slo al mtodo de anlisis). La primera crtica de
Miliband me parece particularmente errnea y mal dirigida, no con
respecto a su apelacin al superdeterminismo estructural que podra
ser correcta, sino cuando mantiene que tal superdeterminismo
estructural impide a Poulantzas plantear correctamente el problema
de la autonoma relativa del Estado. No existe incompatibilidad como
parece pensar Miliband entre el carcter objetivo de la relacin de
la clase burguesa con el Estado "las constricciones estructurales
del sistema" y la autonoma relativa de este mismo Estado. A partir
del punto de vista de Poulantzas, tal autonoma relativa sera a su
vez un elemento estructural, es decir, resultado de una articulacin
particular entre las instancias correspondientes al modo de
produccin de que se trate; en tal sentido, sera una determinacin ms
objetiva del sistema como un todo. La autonoma relativa del Estado
y su determinacin objetiva seran incompatibles nicamente si tal
autonoma se entendiera como una ruptura en la cadena de la
necesidad y la aparicin por relativa que fuera de un reino de la
libertad. Pero tal contraposicin slo tiene sentido dentro de una
problemtica del tema que Poulantzas excluye por definicin. En
realidad, si hubiera mantenido su terreno sobre la forma como
Miliband parece entender la autonoma relativa del Estado,
Poulantzas habra encontrado un argumento a jortiori para fortalecer
sus sospechas de las tendencias "historicistas" de su oponente.
Igualmente, no creo que sea vlido el aserto de Miliband en el
sentido de que el superdeterminismo estructural de Poulantzas tenga
que conducir, por necesidad, a una indiferencia hacia las
diferentes formas de Estado y gobierno. Solamente conduce a una
explicacin estructural de
213
esas diversas formas que probablemente difiere del tipo de
explicacin que Miliband habra dado. Parecera que Miliband opera con
una contraposicin simplista, donde el adjetivo "relativo"
constituye una restriccin simple a la autonoma concebida en trminos
de libertad. Para Poulantzas, por el contrario, el carcter
"relativo" de una autonoma indica que pertenece a un mundo de
determinaciones estructurales, y es slo dentro de ste y en un
momento particular del mismo como se ha de elaborar el concepto de
autonoma. Fuera de esto, el excelente libro de Poulantzas Fascisme
et dictature^^ es la prueba ms elocuente de que su autor capta muy
bien la gama de diferencias que hay en las formas de Estado a las
que se refiere Miliband. Respecto al problema del bonapartismo,
estoy de acuerdo con Miliband en que Marx y Engels nunca lo
consideraron como fenmeno caracterstico de todas las formas de
Estado; es, por el contrario, una forma excepcional. Como Miliband
ha sealado claramente: ... El bonapartismo no es la religin de la
burguesa en modo alguno; es un ltimo recurso en condiciones de
inestabilidad poltica tan grandes que presentan una amenaza al
mantenimiento del orden social existente, y que alcanza, es claro,
el sistema de dominio que es la parte central de ese orden ..."
Opino, con todo, que el obvio abuso textual de Poulantzas proviene
de su intento de enfrentarse al problema que parece preterido en el
anlisis de Miliband, incluso a nivel emprico: el1'^ Fascisme et
dictaure, Maspero, Pars, 1970. ^' Miliband, "Nicos Poulantzas ...",
p. 91.
de la relacin entre la fraccin que detenta el poder estatal y
las clases dominantes. Sin duda, Miliband contestara que buena
parte de su libro est dedicada precisamente a tratar este problema.
Esto es cierto, pero lo hace desde una perspectiva opuesta; a
saber, trata de demostrar la unidad entre las dos. Este problema
los procesos tcticos al travs de los cuales se implanta la conexin
entre la clase dominante y los grupos en el poder es un problema
menor para Poulantzas. Para l, la unidad del sistema est basada en
estructuras objetivas, y el problema central estriba, partiendo de
un determinismo general y objetivo, en construir en trminos
estructurales el concepto de la autonoma relativa de los diversos
niveles. En breve, Miliband desea determinar cules son los canales
concretos que, en Europa occidental, estatuyen el vnculo entre las
fracciones que detentan el poder poltico y las clases dominantes, y
en ese sentido recalca cules son los elementos de unidad entre las
dos. Poulantzas, contrariamente, quiere determinar, a nivel terico,
el carcter autnomo de lo poltico dentro del modo capitalista de
produccin, y en ese sentido subraya cules son los elementos de
separacin entre la clase dominante y la fraccin en el poder. La
conclusin parece patente: estn analizando problemas distintos. Sin
embargo, no parece que lo vean as ninguno de los dos autores y, por
ende, Poulantzas piensa que Miliband ha subrayado tanto el nexo
entre la clase dominante y la lite en el poder que slo puede
conceder que el Estado tenga autonoma relativa en el caso del
fascismo lo que es falso mientras que Miliband opina que Poulantzas
ha recalcado tanto los regmenes de excepcin, que ha perdido todo
inters en la forma burguesa-democrtica de Estado, o lo que es peor
que no advierte dife-
214
rencia entre ambas formas. Pero esta suposicin de Miliband es
tambin errnea. Lo que sucede en este ltimo aspecto es, antes que
nada, que los trminos del problema analizado por Poulantzas se
reflejan con mayor claridad en los regmenes capitalistas
"autoritarios" que en los parlamentarios. Y en este sentido es
natural que acuda a ellos cuando busca ejemplos; en segundo lugar,
el libro de Poulantzas no se refiere slo a la Europa occidental,
sino al modo capitalista de produccin en general y, a este nivel,
cabra decir que los "regmenes de excepcin" son la norma. Los
aparatos ideolgicos estatales FINALMENTE, respccto de los "aparatos
ideolgicos estatales", estoy en completo acuerdo con Miliband sobre
que el problema est mal planteado. Poulantzas ha empezado afirmando
que . . . dentro de la estructura de los diversos niveles
dislocados por un desarrollo desigual, el Estado tiene la funcin
general de constituirse en factor de cohesin de una formacin
social. . .^' Pero, ms tarde, la razn bsica que ofrece para
justificar su concepto de los aparatos ideolgicos estatales es la
siguiente: ... Si el Estado se define como aquella instancia que
mantiene la cuestin de una formacin social y que reproduce las
condiciones de produccin de un sistema social, manteniendo un
predominio clasista, es obvio que la institucin en cuestin el
aparato ideolgico estatal cumple exactamente la misma funcin . .
."' Poulantzas, PoUtical Power . . . , p. 44. 1 Poulantzas, "The
Problems ...", p. 8687.
Hay aqu una transposicin sutil que va de definir al Estado como
la instancia que constituye el factor de la cuestin entre los
niveles de una formacin social, a la aseveracin de que todo lo que
contribuye a la cuestin de la formacin social pertenece por
definicin al Estado. Pero, en este caso, la lista de Poulantzas
sera breve: el reformismo de los sindicatos y los lderes
socialdemcratas constituye un factor de cohesin y, en consecuencia,
dichos lderes seran funcionarios estatales; los partidos
socialistas estaran divididos entre un ala estatal y un ala
revolucionaria y, por tanto, por reductio ad absiirdum, la mente de
todo individuo estara dividida esquizofrnicamente entre una mitad
estatal, tendiente a la cohesin de la formacin social, y otra mitad
antiestatal, tendiente a su quebrantamiento. No es esto un ejemplo
extremo de sobrepolitizacin de los diversos niveles de una
estructura, desviacin historicista contra la que Poulantzas nos
previene? Recientemente, tambin Althusser nos ha hablado de
"aparatos ideolgicos estatales", y ha tratado de defender dicho
trmino. Pero tal defensa se limita a refutar cualquier crtica
posible, basada en el carcter privado de muchas de las
instituciones citadas. As, afirma: . . . Pero alguno se sentir
inclinado a cuestionar lo segundo y me preguntar con qu derecho
considero como aparatos ideolgicos estatales instituciones que, en
su mayor parte, no poseen status pblico, sino que simplemente son
instituciones privadas. Como marxista consciente, Gramsci anticip
ya esta objecin en una frase. La distincin entre lo pblico y lo
privado es propia de la ley burguesa y vda solamente en los
dominios (subordinados) donde la ley burguesa ejerce "su au215
toridad". El dominio del Estado se escapa a esta distincin,
puesto que este ltimo se halla "sobre la ley"; el Estado, que es el
Estado de la clase rectora, no es ni pblico ni privado; por el
contrario, es la preocupacin de toda distincin entre pblico y
privado. Lo mismo cabe decir desde el punto de partida de los
aparatos ideolgicos estatales. Carece de importancia si las
instituciones en que se realizan son "publicas" o "privadas". Lo
que importa es cmo funcionan. Las instituciones privadas pueden
"funcionar" perfectamente bien como aparatos ideolgicos estatales .
..-" Sin embargo, el problema persiste. No se trata de establecer
si las instituciones son pblicas o privadas aunque sobre este punto
Althusser tiene toda la razn, sino que lo importante es el hecho de
que, implcito en el concepto de "aparatos ideolgicos estatales",
hay un concepto de Estado que no considera a ste como institucin
(esto es, como una estructura objetiva). Althusser afirma que: . .
. Hasta donde s, ninguna clase puede mantener durante largo tiempo
el poder estatal sin ejercer a la vez su hegemona sobre y en los
aparatos ideolgicos estatales . . .*^' Si basta la afirmacin
correcta de que una clase no puede mantenerse por largo tiempo en
el poder sin a la vez controlar los aparatos ideolgicos, para que
stos se consideren como pertenecientes al Estado, ello se debe a
que Althusser acepta un concepto de Estado idntico al de
Poulantzas: o* El subrayado es de Althusser. (N. R.)20 Louis
Althusser, Lenin and Philosophy and Other Essays, Londres, New Left
Books, 1971, pp. 137-38. 21 Op. cit., p. 139.
do aquello que sirve para mantener la cohesin de la formacin
social constituye parte del Estado. En tal caso, sin embargo, no
podemos hablar del Estado como instancia, como en la formulacin
inicial de Poulantzas. El Estado ha de ser simplemente una cualidad
que impregna todos los niveles de la formacin social. As, siguiendo
esta lnea de razonamientos, presenciamos la disolucin de la nocin
de Estado como una estructura objetiva. Sin embargo, creo, por el
contrario, que la distincin establecida por Miliband entre poder de
clase y poder estatal es enteramente apropiada y coloca el problema
en su verdadera ubicacin. El inconveniente es, sin duda, que el
problema, aunque ubicado correctamente, no ha quedado resuelto. Qu
es, en efecto, el poder de clase externo al poder estataP. Y cul es
la especificidad de ste ltimo? Estas dos cuestiones quedan
abiertas. Abstraccionismo estructuralista? DEBEMOS pasar ahora a la
segunda de las caracterizaciones que Miliband hace del enfoque
terico de Poulantzas: el abstraccionismo estructuralista. El meollo
de ese mtodo es una clase de abstraccin que conduce a un formalismo
creciente, a resultas del cual la substancia terica se disuelve en
un sistema de antinomias verbales. Creo que tal crtica es aceptada
en buen grado y se revela, entre otras cosas, por el dominio de
categoras descriptivas en el sistema terico de Poulantzas. Dejemos
en claro, por principio de cuentas, que empleamos la expresin
"formalismo" no en el sentido epistemolgico usual, vinculado al
mtodo deductivo, sino de acuerdo con el uso corriente de la
palabra, que significa predominio creciente de la forma sobre el
contenido. A medida que la substancia terica de un concepto tiende
a
216
diluirse, las funciones simblicas de ese concepto dentro del
discurso tienden a aumentar. Esto sucede porque ningn concepto
ocurre aislado, sino como parte de un sistema. Y las relaciones
entre los diferentes conceptos que constituyen ese sistema pueden
ser de dos clases: (a) una relacin que entrelaza lgicamente los
conceptos unos con otros y que propende a subrayar su naturaleza
terica. Tenemos aqu un proceso de retroalimentacin, mediante el
cual la funcin terica de los conceptos tiende a quedar subrayada
por razn del carcter lgico de las relaciones que los vinculan, (b)
Una relacin puramente descriptiva de la proximidad que existe entre
los diferentes conceptos. En tal caso, el concepto en cuestin
tambin forma parte de un sistema, mas tal sistema es una unidad
descriptiva y no una estructura lgica. Pero, a medida que cada
concepto aislado evoca la unidad descriptiva de que forma parte, se
convierte en un smbolo de esa unidad. En este caso, la funcin
terica de los conceptos se inclina a disminuir, mientras que su
funcin simblica tiende a aumentar. Una estructura conceptual donde
los valores simblicos de los trminos predominen sobre su estructura
terica la denominamos "formalismo", dndole por lo mismo un
significado exactamente opuesto a lo que de ordinario se entiende
en epistemologa; esto es, un sistema deductivo, donde la funcin
simblica de los conceptos no representa papel alguno. Como se puede
ver, pertenece a la esencia del formalismo en el sentido en que
empleamos aqu ese trmino partir de relaciones puramente
descriptivas entre los fenmenos a analizar. La taxonoma y el
formalismo son aspectos complementarios de la misma actitud terica.
Regresando a Poutlanzas, su actitud al enfrentarse a una realidad
compleja es reaccionar con furia taxonmica.
y su taxonoma se sita a un nivel de abstraccin tan alto sin
estar siempre justificado que las funciones simblicas de los
conceptos tienden necesariamente a predominar; esos smbolos entran
en relaciones mutuas y crean a su vez smbolos de esas relaciones,
con lo que se pierde todo contacto con el significado original. Sin
abstracciones no es posible el conocimiento cientfico, pero lo que
sostengo es que la abstraccin, como la practica Poulantzas, se ha
inclinado hacia el formalismo. Pienso, con Poulantzas, que el
origen de esa tendencia formalista en el proceso de la abstraccin
estriba en el hecho de que se estableci contacto entre los
elementos iniciales del proceso de anlisis de un modo puramente
descriptivo, resultando que en las ltimas etapas del proceso de la
abstraccin es imposible establecer el vnculo entre tales elementos.
El modo de salir de ese dilema, para Poulantzas, es la postulacin
de relaciones puramente formales entre los objetos de anlisis y un
empleo creciente de las metforas. A partir de este punto, la
abstraccin slo se puede ejercer, necesariamente, en una direccin
formalista. En el caso de Poulantzas, los peores abusos de ese
mtodo se evitan por su aguda sensibilidad a la realidad histrica, y
si sus anlisis como el del fascismo son penetrantes y dan qu
pensar, ello se ha logrado a pesar de, y no debido a, su mtodo. Se
pueden mencionar varios ejemplos de la actitud terica formalista de
Poulantzas. Uno nos lo da el propio Miliband. "...Una clase" (dice
Poulantzas), "se puede considerar como distinta y autnoma, como
fuerza social, dentro de una formacin social, slo cuando su conexin
con las relaciones de la produccin, su existencia econmica, se
refleja en los otros 217
niveles mediante una presencia especfica". . . Hay que
preguntarse qu es "una presencia especfica". La respuesta es que
"tal presencia existe cuando la relacin con las relaciones de
produccin, el lugar en el proceso de la produccin, se refleja en
otros niveles mediante efectos pertinentes". "Qu, pues, son los
'efectos pertinentes'?" La respuesta es que "designaremos por
'efectos pertinentes' el hecho de que el reflejo del lugar en el
proceso de la produccin, sobre los dems niveles, constituye un
nuevo elemento que no se puede inferir en el marco tpico que esos
niveles presentaran sin elementos". Esto se puede interpretar en el
sentido de que una clase asume una importancia capital cuando
produce un impacto mayor en los asuntos; que difcilmente nos ha
llevado muy lejos. Pero Poulantzas ni siquiera lo indica, pues nos
dice tambin que: "El predominio de la lucha econmica ... no
significa ausencia de 'efectos pertinentes' a nivel de lucha
poltica"; sino que slo significa "cierta forma de lucha poltica,
que Lenin critica por considerarla inefectiva". As, en determinado
momento, una clase slo se puede considerar como diferenciada y
autnoma si ejerce "efectos pertinentes", esto es, un impacto
decisivo; en el siguiente momento, esos "efectos pertinentes"
pueden ser "inefectivos". . .-El concepto de modo de produccin SE
podran citar muchos ejemplos. Sin embargo, creo que sera ms
importante que viramos, no el formalismo obvio de prrafos como el
de arriba, sino el modo como esta misma actitud=^2 Miliband, "Nicos
Poulantzas ...", p, 86-87.
terica influye en algunos de los conceptos tericos centrales
empleados por Poulantzas, como es el concepto de modo de produccin.
La crtica de Poulantzas a este respecto se puede aplicar por igual
al empleo que hace del mismo concepto toda la corriente
althusseriana. Poulantzas, siguiendo a E. Balibar, asevera: . . .
Por modo de produccin designaremos no lo que de ordinario se seala
como lo econmico . . . sino como combinacin especfica de diversas
estructuras y prcticas que, mezcladas, aparecen como otros muchos
niveles de instancias, esto es, como otras tantas estructuras
regionales de ese modo . . . Adems, el hecho de que la estructura
del todo est determinada en ltima instancia por lo econmico no
significa que ste siempre mantenga un rol predominante en la
estructura. La unidad constituida por la estructura en predominio
implica que cada modo de produccin posee un nivel o instancia
dominante; pero lo econmico es de hecho predominante slo mientras
atribuya el rol predominante a una instancia o a otra; mientras
regule el cambio de predominio que resulte de la descentralizacin
de las instancias . . . Por tanto, lo que distingue un modo de
produccin de otro y, por consiguiente, especifica un modo de
produccin, es la forma particular de articulacin que se mantiene en
sus niveles: esta articulacin la denominaremos desde ahora por el
trmino de matriz de un modo de produccin . . .-^ Ese concepto trata
de tomar en cuenta dos factores que al parecer son contradictorios:
la primaca del modo de produccin en la vida material co'^^
Poulantzas, PoUtical Power, pp. 13-15
218
mo factor determinante de la vida social, y la dificultad en
asignar a factores estrictamente econmicos un rol directamente
determinante en la regulacin de procesos histricos diferentes del
capitalismo. Se trata, como sabemos, de un viejo problema. El
althusseranismo piensa, no obstante, que lo puede resolver con su
mtodo caracterstico: la combinacin de taxonoma y formalismo.
Empieza identificando tres caracteres bsicos: las instancias
econmica, poltica e ideolgica, que aparecen en todos los modos de
produccin y cuya articulacin constituye la especificadad de ese
modo. Por qu slo tres? Cul ha sido el mtodo de su deduccin? Existe
algn nexo lgico entre ellas? La respuesta es el silencio a las dos
primeras preguntas y en sentido negativo a la tercera; la nica
relacin es su articulacin, que depende del modo de produccin de que
se trate. Es decir, nos encontramos con tres instancias
establecidas de un modo puramente descriptivo. No ha de sorprender
que las relaciones entre esos tres caracteres sean formales: son
relaciones que tienen nombres, pero no hay categoras conceptuales
que correspondan a esos nombres; as, tales nombres son smbolos de
objetos reales, a los que hacen referencia, pero no conceptos
tericos que expliquen la naturaleza de esas realidades. Los nombres
de las relaciones son: "determinacin en ltima instancia por el rol
econmico" y "dominante", entendiendo por lo primero que lo econmico
decide qu instancia ha de desempear el rol dominante en cada modo
de produccin. Pero se trata de metforas que slo tienen sentido por
analoga con otras metforas. A esta altura nos hallamos en el reino
de una mitologa completa, en un mundo abstracto de estructuras y
niveles, donde es imposible establecer relaciones lgicas entre los
conceptos.
Tratemos de probar esos asertos de una manera ms explcita. Segn
Balibar, algunos de los conceptos empledos por Marx tienen el
defecto de estar medio formalizados tericamente: por un lado
continan siendo prisioneros, en parte, de la anterior problemtica
ideolgica; por el otro, indican la ubicacin terica de una solucin,
sin ser capaces de pensarla tericamente: . . . Creo, por el
contrario, que dentro de la prctica terica misma, este texto tiene
el status de lo que se denomina conjunto de conceptos prcticos; en
otras palabras, este texto nos brinda conceptos que todava dependen
de sus formulaciones, precisamente respecto de la problemtica que
hay que desplazar. A la vez, sin poder pensarla en su propio
concepto, indican a dnde debemos ir para plantear de otro modo (y
de paso resolver) un nuevo problema que haya surgido dentro de la
vieja problemtica . . .^* Frente a ese estado de la situacin,
Balibar dice: . . . Propongo empezar esa labor aqu, como esfuerzo
explcito de transformar esos conceptos "prcticos" en tericos de la
teora marxista de la historia, esfuerzo que los despoja de su forma
terica actual, para hacerlos tericamente adecuados a su contenido
prctico. Al mismo tiempo, esos conceptos, que no son ms que
expresiones de las exigencias de la vieja problemtica ideolgica,
desaparecern por completo. Al mismo tiempo, tambin, se presentarn
puntos dbiles y abiertos que demandarn la produccin-* Balibar, en
Louis Althusser e al., Reading Capital, New Left Books, 1970, pp.
204-205.
219
de nuevos conceptos tericos, incluso en la regin explorada por
Marx, y que harn posible esa produccin de nuevos conceptos . . ."'
El proyecto terico de Balibar es cuestionable. Lo que tenemos que
criticar es que no lo ha completado del todo, puesto que al hablar
de lo poltico y lo econmico no ha logrado presentarlos como
conceptos tericos, y se ha quedado a medio camino entre la
comprensin terica y las relaciones puramente descriptivas. Citemos
el texto de Marx, en el que tanto Balibar como Poulantzas basan su
anlisis: . .. Bajo todas las formas en que el trabajador directo es
"poseedor" de los medios de produccin y condiciones de trabajo
necesarios para la produccin de sus propios medios de subsistencia,
la relacin de propiedad tiene que manifestarse a la par* como
relacin directa de dominio y de servidumbre, y el productor
directo, por consiguiente, como un hombre privado de libertad;
carencia de libertad que puede ir desde la servidumbre de la gleba
hasta el deber de abonar simplemente un tributo al seor... En estas
condiciones, slo la coaccin extraeconmica,** cualquiera que sea la
forma que revista, puede arrancar a estos productores el trabajo
sobrante para el terrateniente nominal. . . Son, pues, necesarias
relaciones personales de dependencia, carencia de libertad
personal, en el grado que sea, y encadenamiento a la tierra como
accesorio de ella, servidumbre, en el sentido estricto de la
palabra. ..-"2 Balibar, op. cit., p. 208. * El subrayado es de
Laclau. (N. R.) * El subrayado es de Laclau. (N. R.) 26 Marx, El
Capital, III, c. XLVII, 2, p. 732 (tr. W. Roces), Fondo de Cultura
Econmica, Mxico.
Lo central en el anlisis de Balibar es esta nocin de "coaccin
extraeconmica". Hemos de advertir, en primer lugar, que Balibar
acepta las nociones de "base econmica" o "nivel econmico" como
sinnimos simples y puros "de nivel de produccin". Tambin fue as
para Marx. Sin embargo, Balibar emplea la nocin de 'coaccin
extraeconmica' que Marx tambin emplea sin advertir que comporta una
nocin de "lo econmico", que es incompatible con el primer
significado (economa = nivel de produccin). Pues es obvio que si la
coaccin extraeconmica {diferente de la econmica) constituye el
elemento central en las relaciones de produccin y apropiacin de la
plusvala, el concepto de produccin y el de "lo econmico" no pueden
ser sinnimos. A qu se debe que en los modos de produccin no
capitalistas, la coaccin tenga que ser extraeconmica? A esta
pregunta, la respuesta que da Marx es completamente inequvoca:
debido a que la fuerza laboral no se ha transformado en mercanca,
y, por lo tanto, el trueque de mercancas no puede constituir an
base de relaciones de produccin. As, la esfera de lo econmico en
este segundo sentido es la esfera de las mercancas, el mercado. La
aparicin del mercado de mano de obra libre es el factor decisivo en
la aparicin del capitalismo. En los modos de produccin anteriores,
"lo econmico" las relaciones de mercado se dan tambin, pero no han
penetrado en la esfera de la produccin, y en ese sentido no pueden
ser "elemento determinante en ltima instancia", para servimos de la
expresin de Balibar. Queda del todo claro, pues, que Marx emplea
dos conceptos diferentes de "lo econmico". Tales conceptos son
diversos en dos sentidos: en primer lugar, por cuanto que versan
sobre niveles diversos de abstraccin
220
(empleando una vez ms la versin de "abstraccin" en su sentido
hipotticodeductivo): el primer concepto de "lo econmico" (=
produccin) pertenece a la teora ms general del materialismo
histrico, por cuanto que define una de las condiciones de toda
sociedad posible; el segundo concepto, sin embargo, se refiere slo
a las sociedades que producen mercancas. Pero ambos conceptos no
difieren slo con respecto a su nivel de abstraccin, sino, adems, en
cuanto que no estn en relacin directa el uno con el otro. "Lo
econmico", en este segundo sentido, no es un caso particular ^v.g.,
una differentia specifica de lo econmico en el primer sentido. Por
el contrario, los dos conceptos pertenecen a diversas estructuras
tericas, cuya unidad ha de ser producida por la teora misma. Pensar
las condiciones tericas por su unidad, equivale precisamente a
pensar la peculiaridad de un modo especfico de produccin: el
capitalista. Por esto, Marx, en El Capital, tiene que pensar
separadamente las condiciones abstractas del proceso laboral y las
condiciones abstractas de las mercancas, para poder rendir el
concepto terico del "modo capitalista de produccin". Si, en efecto,
esos dos conceptos de "lo econmico" se encuentran en las obras de
Marx, no veo la utilidad de continuar empleando la misma expresin
para designar a una y a otra. Sugiero, por tanto, que continuemos
empleando el trmino "lo econmico" en el segundo significado,
mientras que para el primero deberamos emplear el vocablo
produccin. De esta manera, la proposicin bsica del materialismo
histrico, segn la cual el modo de produccin de la vida material es
el que determina los otros casos de la vida social, no establecera
la primaca de "lo econmico" en los modos no capitalistas de
produccin, por cuanto que la coac-
cin extraeconmica sera la base de las relaciones de produccin.
Quiero decir que Balibar y tambin Poulantzas no han sometido la
nocin de "lo econmico" a una crtica terica rigurosa y, por lo
tanto, no han brindado un concepto autnticamente terico, sino que
han procedido a emplear un concepto descriptivo e intuitivo, donde
la ambigedad de ambas nociones que hemos analizado persiste. Por
ende, al relacionar un pseudo-objeto del conocimiento, se debilita
el anlisis terico, a la vez que aumentan los significados
simblicos. Al tratar de resolver el problema dentro del marco de la
Santa Trinidad de niveles el econmico, el poltico y el ideolgico y
no establecer la distincin necesaria entre produccin y economa,
Balibar y Poulantzas no hacen ms que un juego formal de metforas,
como que "lo econmico decide qu nivel es el que tendr el rol
predominante", como un rey que reina pero no gobierna, hasta que
decide, al igual que Luis XIV (como hace el sistema capitalista),
ser su propio primer ministro y concentrar en sus-manos la condicin
dual de la determinacin en ltima instancia y en rol dominante.
Balibar asevera: . . . la economa es determinante, en tanto que
determina cul de las instancias de la estructura social ocupa el
lugar determinante. No es una relacin simple, sino ms bien una
relacin entre relaciones; no es una causalidad transitiva, sino ms
bien una causalidad estructural. . .- Pero tiene que ser una cosa o
la otra. Si por economa entendemos la produccin de la existencia
material, no es determinante en ltima instancia entre las primeras,
cualquiera que sea el modo de produccin. S, por el con7 Balibar.
op. cil.. p. 224.
221
trario, entendemos "economa" en el segundo sentido (produccin de
mercancas) sta nunca ha sido detenninante, excepto cuando se ha
identificado con las relaciones productivas bsicas en la sociedad.
Esta distincin entre lo determinante en ltima instancia y el rol
dominante no parece ser ms que una serie de metforas que tratan de
resolver, mediante smbolos de poco contenido terico, un problema
artificial creado por la metafsica de las instancias. Todo el
problema proviene, segn creemos, del carcter predominantemente
descriptivo con que los conceptos tales como "lo econmico" han sido
incorporados al discurso terico. Y tanto ms ocurre, despus de todo,
con conceptos tales como lo "poltico" y lo "ideolgico"; en otras
palabras, tenemos aqu un nuevo ejemplo de la fusin entre taxonoma y
formalismo. Advirtase que el problema no est en que los tres
niveles se articulen por un modo distinto y que, por consiguiente,
debiramos atribuir a la produccin un carcter ms bien poltico que
econmico; lo que sucede es que la separacin entre lo econmico y lo
poltico no se ha comprobado en modos de produccin anteriores al
capitalismo y, por lo mismo, la discriminacin entre factores
econmicos y no econmicos es una operacin artificial que proyecta en
el modo anterior de produccin un tipo de racionalidad social que
existe bajo el capitalismo. En ese sentido, la nocin de "coaccin
extraeconmica", como la empleara Marx, es insuficiente porque no
define la coaccin en s, sino la diferencia del tipo de coaccin que
existe en el capitalismo. Este procedimiento se podra justificar en
El Capital, puesto que su perspectiva de los modos no capitalistas
de produccin es marginal, destinada slo a trazar la prehistoria del
capitalismo, pero es menos adecuada222
cuando tratamos de profundizar nuestro entendimiento de los
diversos modos de la produccin. Deberamos advertir, al cabo, que no
tratamos de un problema referente a la "relativa autonoma" no
existente antes del capitalismo; aqu Poulantzas confunde el
problema. Un nivel puede ser relativamente autnomo de otro o estar
por completo determinado por l, pero incluso para ser totalmente
determinado ambos tienen que ser distintos, y lo que intentamos
decir es que, en la mayora de los casos, no existira tal distincin.
Balibar, sin lugar a dudas, se ha percatado del problema. As,
afirma: ... Es imposible extorsionar el trabajo excedente sin "otro
medio" que no sea el de la "presin econmica"; esto es, sin
Herrschafts - und Knechtschafsverhaltnis.* Incluso antes de haber
analizado las "formas transformadas" en s, podemos concluir que en
el modo feudal de produccin no se dan las formas transformadas de
la base econmica sola ... No directamente econmicas, sino directa e
indisolublemente polticas y econmicas; lo que significa, al cabo,
que los diferentes modos de produccin no combinan sus elementos ni
permiten divisiones ni definiciones que los diferencien, como lo
"econmico", lo "legal" y lo "poltico". Historiadores y etnlogos
suelen certificar a menudo el descubrimiento de este hecho, aunque
de una manera terica y ciega . . .-" Si los distintos modos de
produccin no contienen elementos homogneos como "lo econmico", "lo
jurdico" y "lo poltico", a qu se reduce el esquema de la
determinacin en ltima instancia por lo econmico, o la di'' Relacin
amo-esclavo. (N. R.) " Op. cit., p. 223.
ferenciacin de los modos de produccin, en funcin de la instancia
que ejerce el rol dominante? Principalmente, qu le sucede a la
diferenciacin entre los modos de produccin, en funcin de la diversa
articulacin de sus elementos? Tiene que ser una cosa o la otra: o
bien "lo econmico", "lo poltico" y "lo ideolgico" son tan diversos
en los distintos modos de produccin que slo los vincule la unidad
del nombre conceptos equvocos, en el sentido aristotlico de la
palabra y entonces no es su articulacin lo que diferencia a los
modos de produccin unos de otros, puesto que resultan ser
realidades estrictamente incomporables, o bien, a pesar de sus
diferencias hay un elemento en comn que nos permite atribuir al
momento de la articulacin su carcter diferenciador. Si, como
mantiene Balibar, las "formas transformadas" no son directamente
econmicas, sino a la par indisolublemente econmicas y polticas con
lo que concordamos se ha de sealar que no ha logrado rendir el
concepto terico de esa indisolubilidad y ha puesto en su lugar un
concepto simblico "la determinacin en ltima instancia" que carece
de contenido terico preciso. La posibilidad de pensar la
especificidad de los modos de produccin, por ende, depende de si se
lleva a su conclusin lgica el cometido que Balibar y Poulantzas se
han propuesto, aunque slo parcialmente han cumplimentado: eliminar
las categoras descriptivas y substituirlas por categoras
verdaderamente tericas. Slo as es posible acercarnos
cognoscitivamente a lo concreto. Si Marx pens la especificidad del
modo capitalista de la produccin vinculando tericamente el anlisis
abstracto del proceso laboral con el anlisis abstracto de los
procesos de la produccin de las mercancas, la ex-
presin de conceptos capaces de pensar la especificidad de los
otros modos de la produccin deber proceder de la misma forma, o
sea, aislando el sistema abstracto de conceptos cuya vinculacin
pudiera explicar la especificidad del modo de produccin de que se
trate. Sin embargo, si tal razonamiento es acertado, ese proceso
slo se puede comprobar mientras el objeto est tericamente
construido en verdad y mientras no se permita que subsistan
categoras descriptivas, impresionistas o intuitivas, puesto que
stas no haran ms que reproducir sus ambigedades en los estadios
subsiguientes del anlisis, conduciendo al formalismo. En las pginas
precedentes hemos tratado de mostrar, de manera esquemtica, las
races tericas de lo que Miliband ha denominado el abstraccionismo
estructuralista de Poulantzas. Hay otros muchos aspectos que
merecen atencin en lo que a esto se refiere, sobre todo lo que
parece ser la deficiencia central del enfoque de Poulantzas: su
incapacidad para explicar, desde una perespectiva terica, el
proceso del cambio histrico. Sin embargo, la incumbencia en tales
cuestiones se aleja de las metas de este artculo, que slo se ha
propuesto analizar el debate Poulantzas-Miliband. Para entender
adecuadamente estas cuestiones, sera preciso analizar como un todo
las contribuciones positivas de Poulantzas al desarrollo del
pensamiento poltico marxista. Es sta una tarea que considero tanto
ms urgente cuanto que no estoy de acuerdo con el aserto de Miliband
en el sentido de que el libro de Poulantzas "no me parece que
coopere mucho al desarrollo de la sociologa poltica marxista".
Creo, contrariamente, por las razones dadas al principio de este
artculo, que su importancia difcilmente se puede exagerar. 223