XiLiUlA del domingo E L 20 de mayo de 1987, en vi- sita oficial arribó el minador «Pohjanmaa» —de la Mari- na de Guerra finlandesa— que, al mando del comandante Seppo Sarelius— venía como buque- escuela con 28 guardiamarinas en crucero de instrucción. Antes de esta escala y la del oceanógrafico «Aranda» —en viaje de ida y vuelta a la Antártida— el puerto de San- ta Cruz de Tenerife vio y vivió la memorable visita de la fragata de tres palos «Soumen Joutsen» que, cargada de años e historia, bien se conserva en Finlandia. La bandera de la antigua Suomi —bien cantada por nuestro Agus- tín de Foxá y Curzio Malaparte— por vez primera ondeó al viento alto y libre de Santa Cruz de Te- nerife cuando, el 23 de noviembre de 1927, con ella a tope arribó el vapor «Imatra»; éste —al mando del capitán Desasen— venía de Rot- terdam con un cargamento comple- to de carbón y a la consignación de don Jacobo Ahlers. El «Imatra» fondeó en la dársena y, seguida- mente, inició la descarga del ne- gro combustible que abarrotaba sus bodegas en las gabarras de la empresa Depósitos de Carbones de Tenerife. Envuelto en nubes de negro pol- villo, el «Imatra» continuó la des- carga en las gabarras hasta que, ya listo y vacío, el día 2 de diciem- bre arranchó al son de mar, co- menzó a virar el ancla y, con ella a pique, dio avante y, ya en fran- quía, cayó a estribor y, proa al Sur, arrumbó a Libreville, donde car- garía para luego regresar a puer- tos europeos. Y allá fue, batiendo la mar con las palas de la hélice que asomaba bajo el espejo de popa, el primer vapor finlandés que hizo escala en Santa Cruz de Tenerife. Con la visita del «Imaíra», la bandera blanquiazul —símbolo de nieves y lagos— ondeó a la som- bra fresca de las montañas de Ana- ga y días más tarde, volvió a tope del «Equator» que, al mando del capitán Ginrnan, inauguraba la lí- nea regular entre Helsinki, Danzig y Rotterdam a -—con escala en San- ta Cruz— los puertos de Río de Ja- neiro, Montevideo y Buenos Aires. El «Equator» —propiedad de la naviera Amerika Linje— no era otro que el antiguo «Manchester Exchange», de la Manchester Line inglesa y, casi en su estela, el 27 de enero de 1928, arribó el «He- rakles» que, al mando del capitán Stromsten, venía a la consignación de Hamilton y en la misma ruta que su compañero de contraseña. Este vapor era un antiguo conoci- do del puerto de Santa Cruz pues, con anterioridad, por aquí había recalado con bandera inglesa, nombre de «Clan Mackinnon» y contraseña de la Clan Line, pro- pietaria de los «indios» tan popu- lares en los años del carbón. El siguiente 8 de marzo, otro va- por finlandés en aguas de Santa Cruz de Tenerife. En esta ocasión fue el «Navigator» que, al mando del capitán Eklund, venía de Han- go —con carga general y hasta las marcas— y, tras hacer carbón y re- frescar la aguada, por Hamilton y Compañía fue despachado para Río de Janeiro y escalas. Con es- tos vapores —todos relucientes de pintura y los puentes barnizados de color caoba— la Amerika Linje inició y bien mantuvo durante mu- chos años, y siempre vía nuestro puerto, línea regular en la que, para completarla, en ocasiones lle- gaban fletadas unidades de las na- vieras Krogius y Bore. En víspe- ras, casi de la Segunda Guerra Mundial, en viaje inaugural arri- bó el flamante «Atlanta» —enton- ces orgullo de la construcción na- val finlandesa— que, como los an- teriores, llegó a la cita con la paz y, después de 1945, reanudó sus es- calas en Santa Cruz de Tenerife. LA «SUOMEN JOUTSEN» Hay que volver atrás —al 3 de febrero de 1934— para encontrar la primera escala de un buque de la Armada finlandesa en aguas de Santa Cruz de Tenerife. En la fecha citada, atracado en el Muelle Sur se encontraba el car- guero finlandés «Boke IX» que, al mando del capitán Kakanson, el día anterior había arribado, proce- dente de Buenos Aires, con carga de trigo para esta plaza. Cerca, los La escala tínerfeña de la fragata «Suomen Joutsen» La fragata «Suomen Joutsen», buque-escuela de la Marina de Finlandia, arribó a nuestro puerto el 13 de febrero de 1934 fruteros «Avoceta», de la Ifeoward inglesa, y «Bañaderos», de la Fred Olsen noruega, cargaban fruta para el mercado británico y, en el ex- tremo del Muelle Sur, el petrole- ro «Benedick» —de bandera inglesa— descargaba crudo ruma- no para la refinería de la Compa- ñía Española de Petróleos. En fondeo, el vapor alemán «Hanna Cords» preparaba las bo- cas de escotilla para, por las plan- chas a banda y banda, proseguir la descarga, en las gabarras abarloa- das, del carbón que llenaba sus bo- degas. Con las primeras luces del día, el desfile siempre apresurado de los fruteros del cabotaje que, tam- bién como siempre, llegaban em- penachados de humo. Tras los «Boheme» y «Adeje», los costeros «Arango», español con bandera marroquí, y el portugués «Sunflo- wer». Luego, correos y correíllos de la Transmediterránea —«Ciudad de Málaga», «Roméu», «Ciudad de Melilla», «Fuerteventura» y «Go- mera»— y tras el danés «Alfa», que venía de Viana do Gástelo con car- ga de madera aserrada, el sueco «Sagoland», que llegaba de Buenos Aires con carga de trigo para el co- mercio de la Isla. La siguiente escala fue la del «Pampa», transporte de la Marina de Guerra argentina que, al man- do del comandante Schülmg, lle- gaba de Buenos Aires y Peraam- buco para, días más tarde, conti- nuar a Lisboa. Nuevo barco con madera, en esta ocasión el sueco «Marianna», y, al tiempo que en el Muelle Sur atracaba el noruego «Salta» —en viaje de Kristiansand a Santos— la fragata «Soumen Joutsen», buque-escuela de la Ma- rina finlandesa, la línea sublime del horizonte. Llegaba la «Soumen Joutsen» al mando del comandante «Konkoña» y, en viaje directo, venía de Ñapó- les con una dotación de 180 hom- bres entre oficiales, marineros^ guardiamarinas. Con el aparejo cargado y aferrado, la fragata fin- landesa entró en puerto y, tras dar fondo y bornear auxiliada por sus dos motores, quedó amarrada a una de las boyas situadas frente a las playas de San Antonio y La Pe- ñita. Buen número de trasatlánticos —«Viceroy of India», «Monte Rosa», «Elisabetville», «Principes- sa María», etc.— durante los días en que la «Soumen Joutsen» estu- vo en Santa Cruz de Tenerife. De los barcos que por aquellas fechas estuvieron en Santa Cruz, sólo la fragata finlandesa y el veterano co- rreíllo «La Palma» se encuentran en condiciones de evocar tiempos idos. Una en el Báltico, otro en Santa Cruz de Tenerife, lucen es- tampas marineras llenas de gracia, estampas precisas y preciosas de los años de la vela y el vapor. El 12 de febrero, la «Soumen Joutsen» arranchó a son de mar y preparó la faena de hacerse a la vela. Mientras, por su proa, los «Isla de Tenerife»; «Ciudad de Má- laga», «Bajamar», «Royal Star» —que desde Cardiff se dirigía a Ciudad del Cabo y puertos austra- lianos —y el «Alfred Jones», uno de los «paquetes» de la Eider Dempster, el... ¿para qué seguir? Eran los tiempos en los que el car- bón se batía en retirada y los ne- gros y espesos penachos de humo dejaban paso al leve respirar de los motores que latían en las entrañas de los «motorships». La fragata «Suomen Joutsen» co- menzó a virar el ancla y, ya con ella a pique —y mientras se pre- paraba la maniobra con el pescan- te de gata para asegurarlas en el varadero— dio avante y, ya fuera de puntas, cayó a estribor al tiem- po que comenzaba a largar todo el trapo. Ya con el aparejo largo, la espléndida fragata finlandesa des- filó frente a Santa Cruz de Teneri- fe —ciudad a la que saludó con la bandera izada en el pico cangrejo, al igual que siempre lo hace la «Danmark» al llegar a la altura de la plaza de España— y, ya en fran- quía y rumbo al Sur, poco a poco se perdió su estampa marinera en la raya lejana del horizonte. LARGA Y BUENA HISTORIA La historia marinera de la «Suo- men Joutsen» cuando, con el nom- bre de «Laennec», el 16 de octu- bre de 1902 fue botada en los asti- lleros de la Loire, en St. Nazaire, para la flota de la Société des Ar- mateurs Nantais, de la cual fue, precisamente, el último barco. De 2.259 toneladas, la fragata «Laennec» —barco de mucha bodega— tenía 96,3 metros de es- El oceanógrafico «Aranda» que, vía Santa Cruz de Tenerife, recientemente hizo viaje redondo a la Antártida lora, 12,4 de manga y 5 de calado. En sus tres palos largaba buena cantidad de trapo y, bajo la con- traseña de la naviera citada, nave- gó mucho y bien en la ruta del sa- litre chileno. Durante su carrera por el Cabo de Hornos —la de los temporales terribles y los naufra™ gios incontables— estuvo al man- do de dos afamados capitanes, Tur- bé y Guriec, que lograron con ella muy buenas y destacadas travesías. En su primer viaje, la fragata francesa zarpó en lastre para, en Cardiff, tomar a su bordo un car- gamento de carbón con destino a Chile. En el canal de Bristol abor- dó a un carguero inglés, que, tan graves averías sufrió, que se hun- dió posteriormente. La fragata «Laennec» volvió a puerto para re- parar los daños que tenía a proa y, una vez reparada, se hizo de nue- vo a la vela. Su nombre volvió a ser noticia cuando, el 12 de diciem- bre de 1912 y atracada en Santan- der, una ráfaga de viento la esco- ró y tumbó sobre el muelle. Casi en lastre, la fragata france- sa quedó con los masteleros, mas- telerillos y vergas destrozados y, al mismo tiempo, causó averías al va- por alemán «Rhenania» —atracado por la popa— y se abrió varios rumbos en el casco. Larga fue la tarea de adrizar la fragata que, luego reparada por la empresa Corcho e Hijos, con apa- rejo de fortuna arrumbó al puerto de matrícula, donde fue sometida a una completa reparación de cas- co y aparejo. De nuevo en la mar, en 1916 —en viaje de San Francisco de Ca- lifornia a Puertos Franceses— fa- lleció el capitán Guriec y, durante la misma travesía, el segundo ofi- cial. Ya en su puerto de destino, la «Laennec» fue adquirida por la na- viera Plisson y, en 1921, fue ama- rrada en el canal de la Martiniére. Fue aquella la época de la crisis para vapores y veleros —y se ven- dían, además, los centenares de cargueros construidos en los pla- nes de emergencia británico y USA. Dos años más tarde, la fra- gata «Laennec» fue adquirida por el armador alemán H.H. Schmidt, de Hamburgo, que la acondicionó para su utilización como buque- escuela, si bien manteniendo am- plia capacidad para el transporte de carga seca. Así, como «cadet-cargo ship», navegó con el nuevo nom- bre de «Oldenburg» hasta que, en 1928, fue adquirido por la Seefahart-Segelschiffs-Reed, na- viera con sede en Bremen. En enero de 1930, la entonces fragata alemana sufrió corrimien- to de la carga y tuvo que lanzar una llamada de auxilio. Sin embargo, los esfuerzos de la tripulación lo- graron reducir la escora y casi adrizarlas, lo cual le permitió lle- gar a puerto sin más problemas. En 1930, la «Oldenburg» fue ad- quirida por la Marina de Finlan- dia para su empleo como buque- escuela. Se le instalaron dos mo- tores que, con 400 Hp sobre sen- das líneas de ejes, le daban media de 6 nudos a régimen normal. Ta- les motores sólo se utilizaban en las recaladas y salidas de puerto y, también, en las calmas chichas. Los sollados se modificaron y con- virtieron para aulas y acomodación para 90 guardiamarinas y, con la instalación de tanques de lastre, agua potable y combustible líqui- do, el desplazamiento de la fraga- ta ascendió a 3.200 toneladas. Así comenzó el sereno navegar de la «Soumen Joutsen» con la ban- dera blanquiazul de Finlandia iza- da en el pico cangrejo. Así formó muchos y buenos marinos a su bordo, al igual que lo hacían los veleros de la flota de Gustav Erik- son y los otros buques-escuela —«Favell», «Glenard» y los dos «Fennia»— que navegaron bajo la contraseña de la Akties Finska Skoldskeppsrederiet. Cargada de años e historia —mucha y buena historia— la «Soumen Joutsen» ;—en las islas Aland— luego en Turku, el buen velero que arribó a Santa Cruz de Tenerife el 3 de febrero de 1934 mantiene gracia y elegancia en su | estampa marinera y, también, la de | su nombre sonoro que traducido al español, significa «Cisne de Fin- landia». . Juan A. Padrón Albornoz