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INDICE "LA ENCINA Y LA TIERRA AGRICOLA"
INDICE
1. INTRODUCCION.
2. ASPECTOS CULTURALES E HISTORICOS.
3. BOTANICA Y GENERALIDADES. 3.1. Clasificacin botnica.
3.2. Descripcin general y principales partes.
3.2.1. Caracteres generales.3.2.2. Sistema radicular.3.2.3.
Organos areos.
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3.2.3.1. Hojas.3.2.3.2. Flores. 3.2.3.3. Frutos. 3.2.3.4. Yemas
y brotes.
3.3. Distribucin del encinar.
3.4. Quercus ilex, Lam. y Quercus rotundifolia, Lam.
4. ECOLOGIA.4.1. Clima.
4.2. Suelos.
4.3. Encinares Quercus ilex, Lam. y vegetacin asociada.4.3.1. En
las zonas costeras.4.3.2. En altitudes de 700 a 1.200 metros.
4.4. Encinares Quercus rotundifolia, Lam. y vegetacin
asociada.4.4.1. Los encinares Quercus rotundifolia, Lam. sobre
suelos cidos.4.4.2. Los encinares Quercus rotundifolia, Lam. sobre
suelos bsicos.
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4.5. Enfermedades.
4.5.1. Enfermedades identificadas con exactitud.
4.5.1.1. Taphrina kruchii (Vuill.), Schroet.4.5.1.2. Armillaria
mellea.4.5.1.3. Fomes, ssp. y Stereum, ssp.4.5.1.4. Bacterium
tumefaciens, Smith.4.5.1.5. La chalariosis.
4.5.2. Enfermedades no identificadas con exactitud.
4.5.2.1. La seca de la encina.4.5.2.2. Diplodia quercus o
Diplodia mutila.
4.5.3. Otras enfermedades.
4.5.3.1. Enfermedades por falta o exceso de agua.
4.5.4. Tratamientos preventivos contra los hongos.
4.6. Plagas.
4.6.1. Insectos defoliadores.
4.6.1.1. Tortrix viridana, L.
4.6.1.1.1. Descripcin.4.6.1.1.2. Ciclo biolgico.
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4.6.1.1.3. Daos.4.6.1.1.4. Parsitos.
4.6.1.2. Lymantria dispar, L.
4.6.1.2.1. Descripcin.4.6.1.2.2. ciclo biolgico.4.6.1.2.3.
Daos.4.6.1.2.4. Parsitos y predadores.
4.6.1.3. Malacosoma neustria, L.
4.6.1.3.1. Descripcin.4.6.1.3.2. Ciclo biolgico.4.6.1.3.3.
Daos.4.6.1.3.4. Parsitos y predadores.
4.6.1.4. Catocala nymphagoga, Esp. y Ephesia nymphaea, Esp.
4.6.1.4.1. Descripcin.4.6.1.4.2. Ciclo biolgico.4.6.1.4.3.
Daos.4.6.1.4.4. Parsitos.
4.6.1.5. La procesionaria.4.6.1.6. Tratamientos.
4.6.2. Insectos perforadores.
4.6.2.1. Cerambyx cerdo, L.
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4.6.2.1.1. Descripcin.4.6.2.1.2. Ciclo biolgico.4.6.2.1.3.
Daos.
4.6.2.2. Coraebus bifasciatus, Oliv.
4.6.2.2.1. Descripcin.4.6.2.2.2. Ciclo biolgico.4.6.2.2.3.
Daos.
4.6.2.3. Tratamientos.
4.6.3. Insectos que atacan la bellota.
4.6.3.1. Balaninus glandium, Mars.
4.6.4. Otras plagas.
4.6.4.1. Agallas.
4.7. Depredadores.
4.8. Incendios.
5. GENETICA DEL ENCINAR.http://encina.etotana.com/0.htm (5 de
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5.1. Variedades y Ecotipos.
5.2. Selvicultura y calidad gentica.
5.3. Conservacin gentica.
5.4. Diversidad y consanguineidad.
5.5. Hibridacin entre los Quercus.
6. SELECCION, MADURACION, SIEMBRA, GERMINACION Y
CRECIMIENTO.
6.1. Seleccin de individuos.
6.2. Bellotas grandes o bellotas pequeas.
6.3. Epoca de floracin, maduracin y recoleccin.
6.3.1. Mtodos para determinar la madurez de la semilla y u poder
de germinacin.
6.3.1.1. Mtodo gravimtrico.6.3.1.2. Mtodo de presin.
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6.3.1.3. Mtodo de corte.
6.4. Almacenaje y conservacin de semillas.6.4.1. Causas de daos
de semillas en el almacenaje.
6.5. Epoca de Siembra.
6.6. Epoca de germinacin.
6.7. Primeros pasos y crecimiento general.
6.8. Epoca de plantacin.
7. REFORESTACION ARTIFICIAL.
7.1. Aspectos previos a la reforestacin.
7.1.1. Diagnstico previo.
7.1.2. Factores ecolgicos y condiciones del medio.
7.1.2.1. Factores climticos.7.1.2.2. Factores del suelo.
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7.1.2.3. Vegetacin circundante.7.1.2.4. Actividad agrcola de la
zona.
7.1.3. Fijarse objetivos y un programa.
7.2. Trabajos previos a la reforestacin.7.2.1. Desbroce.
7.2.1.1. Tcnicas de desbroce.
7.2.2. Preparacin del suelo.
7.2.2.1. Procedimientos de preparacin de suelo.
7.2.2.1.1. Procedimientos manuales.
7.2.2.1.1.1. Apertura manual de hoyos.7.2.2.1.1.2. Casillas.
7.2.2.1.2. Procedimientos mecnicos.
7.2.2.1.2.1. Apertura mecnica de hoyos.7.2.2.1.2.2. Subsolado
lineal.7.2.2.1.2.3. Subsolado pleno.7.2.2.1.2.4. Laboreo pleno.
7.2.2.1.3. Preparacin general de suelo para siembra.
7.2.2.1.3.1. Casillas.http://encina.etotana.com/0.htm (8 de 15)
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7.2.2.1.3.2. Laboreo pleno y subsolado.
7.2.2.1.4. Preparacin general de suelo para plantacin.
7.2.2.1.4.1. Apertura de hoyos.7.2.2.1.4.2. Subsolado.
7.3. Reforestacin.
7.3.1. Siembra o plantacin?.7.3.2. Siembra.
7.3.2.1. Ventajas e inconvenientes.7.3.2.2. Calidad de la
semilla.7.3.2.3. Mtodo de siembra.7.3.2.4. Cantidad de semilla y
distribucin de siembra.
7.3.3. Plantacin.
7.3.3.1. Mtodo de produccin casera de plantas.7.3.3.2. Ventajas
e inconvenientes.7.3.3.3. Calidad de la planta.7.3.3.4. Mtodo de
plantacin.7.3.3.5. Cantidad de planta y distribucin de
plantacin.
7.3.4. La supervivencia de las plantas.7.3.5. Encinas y
pinos.
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8. MICORRIZACION DE ENCINAS.
8.1. Hongos para Encinas.
8.2. Tcnicas para micorrizar encinas.
8.3. Micorrizacin de encinas con trufa.
8.3.1. Suelos para la trufa.8.3.2. Mtodo de micorrizacin.
8.4. Factores que afectan al desarrollo de una buena
micorrizacin.
9. MANTENIMIENTO DE LA REFORESTACION.
9.1. Instalaciones de proteccin.
9.1.1. Proteccin a nivel individual.
9.1.1.1. Proteccin ante la fauna.http://encina.etotana.com/0.htm
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9.1.1.2. Proteccin ante el clima.
9.1.2. Proteccin global.9.1.3. Proteccin natural.
9.2. Reposicin de marras.
9.3. Riegos.
9.4. Recalce o aporcado.
9.5. Desbroces.
9.6. El manejo de la cubierta arbolada.9.6.1. Resalveos en los
matorrales y formacin de encinos.9.6.2. El resalveo
intensivo.9.6.3. Los recepes de regeneracin.9.6.4. Regeneracin por
tallares de encina.9.6.5. Regeneracin por cortas en los montes
altos.9.6.6. Regeneracin natural del encinar.9.6.7. Las podas y
operaciones asociadas.
9.6.7.1. Instrucciones de limpia.9.6.7.2. Instrucciones de
aclareo.9.6.7.3. Instrucciones de corte.9.6.7.4. Poda
natural.9.6.7.5. Inicio de podas.9.6.7.6. Podas de formacin.
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9.6.7.7. Podas de mantenimiento.9.6.7.8. Podas para aumentar la
produccin de bellota.9.6.7.9. Podas de produccin.9.6.7.10. Podas de
rejuvenecimiento.9.6.7.11. Realizacin de las podas.9.6.7.12.
Periodicidad y poca. 9.6.7.13. Intensidad de las podas.
9.7. Control fitopatolgico.
10. PRODUCTOS Y BENIFICIOS DE LA ENCINA.
10.1. La bellota.
10.2. El ramn.
10.3. Madera.
10.4. La trufa.
10.5. Acciones y aportaciones del encinar a su medio.
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11. ENSAYOS Y EXPERIENCIAS SOBRE REFORESTACION.
11.1. Ensayos de plantacin.
11.1.1. Ensayos de reforestacin en las parcelas de Paracuellos
del Jarama, Uceda, El Serranillo y Almagro.
11.1.1.1. Paracuellos del Jarama.
11.1.1.1.1. Condiciones de Paracuellos del Jarama.
11.1.1.2. Uceda.
11.1.1.2.1. Condiciones de Uceda.11.1.1.2.2. Conclusiones.
11.1.1.3. El Serranillo.
11.1.1.3.1. Condiciones de El Serranillo.
11.1.1.4. Almagro.
11.1.1.4.1. Condiciones de Almagro.
11.1.1.5. Envases utilizados en las plantaciones.
11.1.2. Ensayos de reforestacin en tierras agrcolas en la finca
experimental de La Higueruela.http://encina.etotana.com/0.htm (13
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11.1.2.1. Conclusiones.
11.2. Ensayos de siembra.
11.2.1. Experiencias sobre la siembra de bellotas de encina en
Granada.
11.2.1.1. Preparacin del terreno.11.2.1.2. Tcnica de
siembra.
11.3. Otras experiencias.
11.3.1. La influencia del tamao de la bellota.
11.3.1.1. Tipos de semilla y siembras.11.3.1.2. Cuanto antes y
ms grandes mejor.11.3.1.3. Conclusiones.
11.3.2. Micorrizacin controlada de encinas.11.3.3. Relacin entre
el potencial de agua de la hoja y los factores ambientales. 11.3.4.
Relacin entre la ontogenesis de la plntula y la temperatura.
12. LA DEHESA.
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13. GLOSARIO DE TERMINOS.
14. BIBLIOGRAFIA.
IMAGENES.
AGRADECIMIENTOS.
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INTRODUCCION
1. INTRODUCCION.
La encina es una de las especies arbreas del bosque mediterrneo,
que en la actualidad se ve amenazada por los graves procesos de
deforestacin y con ella peligran gran nmero de animales y plantas
que pueblan nuestros bosques.
El futuro de la encina a corto y medio plazo, es incierto y
oscuro. Los encinares espaoles estn en clara regresin, posiblemente
slo se planta una encina por cada mil que desaparecen.
Proteger nuestros bosques, realizar y cuidar reforestaciones con
encina o con cualquier rbol autctono, sera a largo plazo, una
inversin ambiental, cultural y humana muy rentable.
Si se realizasen reforestaciones y se cuidasen, las futuras
generaciones se encontraran con extensos bosques, selectos y
productivos, que cambiaran el paisaje, el ambiente y el bienestar
econmico social de Espaa.
La moderna agricultura, no contempla planes de recuperacin,
exprime y abandona.
Se hace necesario pensar en el futuro, desarrollando planes de
recuperacin y reforestacin.
La alternativa agroforestal es, hoy por hoy, la mejor solucin
ante la degradacin y erosin a que son sometidos los suelos por la
moderna agricultura.
La reforestacin en la tierra agrcola es la alternativa para la
futura implantacin del encinar.
Reforestar con encina es como realizar una obra de arte, a la
que contemplar, con la que interactuar de forma sostenible, a la
que conservar y cuidar, una obra con identidad y vida propia, que
es necesario esculpir y pintar en nuestra tierra, en nuestra
cultura.
La reforestacin no es tan solo un trmino vaco en este texto, es
algo ms, es una mentalidad a adoptar, es una bandera que todo el
mundo debera hondear o por lo menos a la que nadie debera
olvidar.
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INTRODUCCION
Todava cabe una esperanza, una melancola por recuperar su
historia y su verdor, an se est a tiempo.
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ASPECTOS CULTURALES E HISTORICOS
2. ASPECTOS CULTURALES E HISTORICOS.
Bibliografa consultada:ABELLA, I., 1996. La magia de los rboles.
Integral. Barcelona, 280pp.FUENTES SANCHEZ, C., 1994. La encina en
el centro y suroeste de Espaa (su aprovechamiento y el de su
entorno). Junta de Castilla y Len, Consejera de Medio Ambiente y
Ordenacin del Territorio. Castilla y Len, 238pp. MANDERSCHEID
BAUER, E., 1980. Los montes de Espaa en la Historia. Servicio de
Publicaciones Agrarias. Madrid, 610pp.MORO, R., 1995. Gua de los
rboles de Espaa. Ediciones Omega. Barcelona, 407pp.YAEZ SOLANA, M.,
1996. Los celtas. DM. 192pp.
Desde que nuestro pas tiene historia y hasta casi los albores de
la Edad Moderna estaba cubierto por un casi impenetrable bosque que
estaba dominado por encinas, pero donde tambin haba lugar para los
alcornoques, los quejigos y otros robles, bajo estos rboles crecan
tambin jaras, lentiscos, retamas, madroos, labirnagos, cantuesos,
etc., conjunto al que se le denomina bosque mediterrneo.
A lo largo de la Historia, la encina jug un destacado papel en
la economa del hombre mediterrneo, que la utiliz de las ms variadas
formas y para los usos ms diversos. Sin embargo, an siendo sto de
tanta importancia es quiz ms relevante el papel que ejerci fuera de
los terrenos de lo puramente material y que contribuy a la
configuracin y desarrollo de muchas costumbres y tradiciones as
como a la evolucin de creencias muy arraigadas (ROSA MARIA GERMAN,
1996).
No pocas ciudades fueron fundadas all donde existan grandes
rboles de encina para auspiciarse la fortuna (MORO, R., 1995).
Esta influencia tiene como punto de partida tiempos muy remotos,
hundiendo sus raices en esa poca oscura en la que Europa se hallaba
cubierta por extenssimos y frondosos bosques que provocaron en los
humanos profundos sentimientos de temor e indefensin, de soledad y
miedo ante sus amenazantes espesuras. Estos sentimientos les
llevaron a situar en ellos espritus y dioses, a reverenciar a los
rboles, a adorarlos y, en suma, a convertir a los bosques en
verdaderos santuarios naturales: los bosques sagrados (ROSA MARIA
GERMAN, 1996).
La encina fue, junto con el roble, rbol sagrado en la Pennsula
ibrica, al igual que en el resto del mundo mediterrneo. Recibi
culto entre los celtberos, que, como otros pueblos pastoriles,
rechazaban los grandes templos, llenos de estatuas, propios de las
sociedades agrcolas (ROSA MARIA GERMAN, 1996). Los celtas
totemizaron a la encina, llamaron a sta Karquez, lo que significa
rbol hermoso, palabra que hoy bajo la acepcin latina de Quercus da
nombre cientfico a este mtico rbol. La acepcin ilex proviene de
ilicis, ilicina,
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ASPECTOS CULTURALES E HISTORICOS
alcina, encina (MORO, R., 1995). Entre los celtas existan los
druidas (sacerdotes celtas, grandes sabios de los rboles) cuyo
nombre proviene del trmino dryadas, que significa sacerdote de las
encinas, estos danzaban alrededor de las encinas, en sus rituales.
En la tradicin celta si un enfermo era pasado por las hendiduras de
la corteza curara, y para defenderse de cualquier mal, los celtas
colgaban en sus ramas algunas de sus ropas (YAEZ SOLANA, M.,
1996).
Debieron ser abundantes en nuestro pas los encinares sagrados,
aunque son muy escasas las noticias que sobre ellos poseemos. A
travs de Marcial (S.I) conocemos la existencia de uno de estos
encinares en el monte "Burado", lugar de confusa identificacin y
otro que estaba situado a los pies de la Sierra del Moncayo, muy
cercano al pueblo de Beratn y prximo al de Cueva de Agreda, los dos
en Soria. El lugar se encuentra relacionado con algunos mitos y
leyendas (Caco, los siete Infantes de Lara) quiz producto de la
sacralidad del lugar (ROSA MARIA GERMAN, 1996).
Estos bosques sagrados estaban fuertemente protegidos y la
rigidez de su culto debi ser notable a juzgar por las noticias que
nos han llegado de fuera de nuestras fronteras. Recientemente, se
ha podido comprobar que esa rigidez hay que hacerla extensiva a
nuestra Pennsula, ya que segn las comunicaciones presentadas en el
XXV Simposio de la Sociedad de Lingistica, celebrado en Zaragoza el
pasado mas de diciembre, el primer bronce encontrado en Contrebia
Belaisca (Botorrita), en el ao 1970, es una ley que hace referencia
a un bosque sagrado, un encinar, y que establece toda una serie de
prohibiciones, normas y castigos para su proteccin, indicando
tambin que se encuentra vigilado (ROSA MARIA GERMAN, 1996).
Smbolo de justicia y fuerza, la encina ocup tambin un destacado
lugar en las creencias del mundo clsico. Los aqueos, que constituan
la ms antigua de las familias griegas, celebraban, segn el
testimonio de Tito Livio, bajo una encina sagrada sus reuniones
comunales en las que se tomaban las decisiones ms importes (ROSA
MARIA GERMAN, 1996).
La encina era considerada como rbol feliz y divino, los griegos
la haban dedicado a diversas divinidades (MORO, R., 1995). Estos
rboles formaban tambin parte del conjunto de ritos y creencias que
los griegos utilizaban para obtener el conocimiento de lo divino y
de lo humano. En Dodona, piro, al pie del monte Tmaros, se
encontraba el ms antiguo de todos los santuarios dedicados al dios
Zeus, en l se practicaba la adivinacin interpretando el murmullo
que el viento produca en las hojas de una gran encina sagrada que
estaba situada en el recinto del santuario. No menos clebre que el
de Dodona fue el santuario de Zeus en Ammn (Egipto) donde se
practicaba la misma suerte de adivinacin.
Los romanos consagraron la encina a Jpiter, pues la consideraban
smbolo de la constancia y la fidelidad.
Caius Plinius (23 a 79 d. C.) que estuvo en Espaa desempeando el
cargo de procurador de la Citerior, relata en su Naturalis
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ASPECTOS CULTURALES E HISTORICOS
historia: la bellota figura entre los postres, y tostada entre
ceniza es ms dulce (MANDERSCHEID BAUER, E., 1980).
Hace 2.000 aos ya hablaba Estrabn de este recurso entre los
hispanos (ABELLA, I., 1996): En las tres cuartas partes del ao, los
montaeses no se nutren sino de bellotas, que secas y trituradas se
muelen para hacer pan, el cual puede guardarse durante mucho
tiempo.
En la obra ms importante sobre la agricultura y los montes de la
Espaa musulmana, el libro de Agricultura, del sevillano Abu-Zacara,
conocido tambin con el nombre de Ebu-El-Awam. De la encina, dice:
hay de varias clases: de bellota larga y corta, dulce y amarga, la
cual es montesina, que ni cra en los prados (o valles) ni en los
mrgenes de los grandes ros. El planto... se har por febrero, y de
las altas laderas le convienen los lugares fros y la tierra gruesa
y fuerte, estercolada con boiga mezclada con polvo. La tierra a
propsito para la encina es la fuerte, sin humedad, como la de
montaas y la arenisca. Tambin lo es la bermeja que, permaneciendo
dura despus de las lluvias, se asemeja a la escoria del hierro.
Por otro lado, escribe: La encina es un rbol silvestre que nace
de suyo en montes entre piedras y en terrenos duros y no duros... y
se hace ms corpulenta en tierra donde hay agua. Es interesante su
descripcin de la encina con bellota dulce, con la que se puede
hacer pan aadiendo al fruto del Quercus ilex una tercera parte de
castaas y algo de levadura de harina de trigo, aade que hay que
quitar la cscara de las bellotas y castaas, ponindolas a remojo en
agua caliente para evitar el sabor amargo. Y, aunque primero
asegura que sale un pan muy bueno, despus admite que puede causar
trastornos estomacales y del hgado y que se suele comer nicamente
en tiempos calamitosos (MANDERSCHEID BAUER, E., 1980).
Lo que en el campo de la literatura significa Cervantes, lo es
Gabriel Alonso Herrera en los de agricultura y montes. Alonso
Herrera naci en Talavera de la Reina entre 1470 y 1480, muri despus
de 1539. En relacin con la selvicultura se preocupa mucho de la
falta de repoblacin de los montes y da consejos para la cra del
arbolado, sea por va natural o artificial, teniendo en cuenta la
ecologa respectiva. En sus captulos sobre encinas dice: Son rboles
que no necesitan de mucho cuidado y labor y tambin la mayor parte
nacen por s. Mas en Espaa es la gente de poco cuidado, que por la
mayor parte no se saben aprovechar sino de lo que naturalmente se
nace, y si comienzan a cortar un encinar para lea no saben
entrecriar unos rboles nuevos entre tanto que gastan lo viejo y
cuando hubieren gastado lo uno tendrn lo otro ya crecido. No s si
lo hace alguna mala constelacin que tenemos los espaoles, o poco
cuidado de lo venidero. Las encinas quieren ms aires calientes que
otros y en los templados se hacen bien, aunque no tan grandes.
Quieren cualquier tierra, aunque mejores son tierras sueltas o
areniscas que barrizales o tierras gruesas o de barbado o de su
fruto. Las bellotas para poner han de ser cogidas gordas de buen
sabor, dulces, y si se ponen para transponer, ms espesas, si... en
tierra bien arada, como quien siembra trigo. La madera de ella es
muy recia para hacer arcos de carretas, cuas, tarugos o clavos.
Cuando son viejas tienen la madera muy hermosa, que parece pintada
de gusanillos y no tiene otra tacha sino ser pesada (MANDERSCHEID
BAUER, E., 1980).
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ASPECTOS CULTURALES E HISTORICOS
Fray Miguel Agustn que vivi durante el siglo XVII escribi en su
obra Libro de los Secretos de Agricultura, Casa de Campo y
Pastoril: en tiempos de hambre y esterilidad se puede hacer pan con
encina y castaas (MANDERSCHEID BAUER, E., 1980).
El poeta Antonio Machado cant su poesa tan honda y fina Las
Encinas, cuya primera estrofa dice:
Encinares castellanosen laderas y altozanos
serrijones y colinasllenos de oscura maleza, encinas, pardas
encinas,
humildad y fortaleza.
Como el poeta lo indica, simboliza este rbol el carcter del
pueblo espaol (MANDERSCHEID BAUER, E., 1980).
Miguel de Unamuno (FUENTES SANCHEZ, C., 1994), canta tambin a la
encina en la poesa:
Y si vierasqu brazos
los de su raigambreque hunde
sus miles dedosbajo tierra!Unos brazos
que agarran la tierra,con sus ramas altas
agarran el cielo.
Numerosos vestigios de este culto al rbol se encuentran
escondidos en las raices ms profundas de nuestras costumbres y
tradiciones, de nuestro folklore popular, nuestras fiestas e
incluso en algunas de nuestras creencias. Podemos vislusbrarlos en
tradiciones relacionadas con la Navidad, "Toza de Nadal", "Babassa"
o "Nadau Tidn", segn los lugares, celebracin familiar consistente
en quemar en las casas la noche de Navidad un tronco de encina al
que se "bendice" o "bautiza" derramando sobre l vino tres veces.
Esta costumbre o tradicin, hoy prcticamente perdida era comn hasta
no hace mucho tiempo en el Alto Aragn y Catalua, e inclua la
creencia muy arraigada de
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ASPECTOS CULTURALES E HISTORICOS
que los restos del rbol y sus cenizas protegan a la casa de las
tormentas, a los campos de las plagas y que tenan la propiedad de
sanar enfermedades (ROSA MARIA GERMAN, 1996).
Otro tipo de fiestas, esta vez relacionadas con las primavera,
son las denominadas "Arbol de Mayo" o simplemente "Mayo", comunes a
toda Espaa y a una gran parte de Europa, consistentes en colocar en
el lugar preferente del pueblo, generalmente la plaza, un gran rbol
denominado "mayo" el primer da de ese mes y al que se engalana y
festeja. En la misma lnea se encuentra la tradicional fiesta de las
"Enramadas" elaboradas con ramas de pino y carrasca y tambin
extendidas por todo el pas (ROSA MARIA GERMAN, 1996).
Y como no, muchas de las tradiciones y supersticiones
relacionadas con la "Noche de San Juan", noche mgica del solsticio
de verano. Entre ellas sealaremos la creencia popular, practicada
hasta no hace tanto tiempo, de que los nios herniados podan sanar
si a las doce en punto de esa noche eran pasados por una encina
hendida o cuyo tronco estuviese bifurcado en dos, mientras se
repeta un determinado ritual. El rbol poda ser tambin un roble o
una higuera, en definitiva el ms abundante en el lugar (ROSA MARIA
GERMAN, 1996).
Una curiosa costumbre, existente antao en Aragn, y que recuerda
a la de la antigua Grecia era la de celebrar las reuniones ms
importantes bajo las carrascas. Segn R.Villader, Cuadernos
Altoaragoneses, se elega para este fin la que fuese ms grande entre
las situadas en la mitad del camino que separaba los lugares de
residencia de los que se iban a reunir (ROSA MARIA GERMAN,
1996).
All se hablaban los asuntos ms decisivos: tratos comerciales,
asuntos de tierras, bodas ... Si el asunto era de gran
trascendencia se celebraba bajo la ms famosa de la comarca e
incluso del reino. En 1873, bajo la carrasca ms grande de Aragn en
ese momento, la "carrasca de las Coronas" se proclam en el
Somontano la 1 Republica (ROSA MARIA GERMAN, 1996).
Es evidente que todas estas tradiciones y costumbres, muchas ya
perdidas, tuvieron en su ms remoto origen la intencin de atraer
hacia quienes las practicaban la benevolencia que el espritu del
rbol pudiese otorgar, posteriormente, al ser cristianizadas, fue
olvidada su finalidad inicial (ROSA MARIA GERMAN, 1996).
De igual manera, tambin pueden rastrearse algunos vestigios del
culto al rbol en algunas leyendas de tipo hagiogrfico y en
bastantes apariciones de imgenes de la Virgen ocurridas a partir
del siglo XIII, poca de pleno avance de la Reconquista. En ese
momento son numerosas las imgenes aparecidas sobre rboles,
secularmente sagrados, sobre todo en encinas o carrascas.
Enumerarlas todas, hara la lista harto fatigosa, pero por poner
algunos ejemplos citaremos la Virgen de Encina de Ponferrada (Len)
y la de Valvanera en La Rioja, la Virgen de Herrera en Herrera de
los Navarros y la de Bordn en el Maestrazgo (ROSA MARIA GERMAN,
1996).
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ASPECTOS CULTURALES E HISTORICOS
Es tradicin comn a todas estas apariciones de imgenes sobre
rboles, que cuando quisieron ser trasladadas a otro lugar volvieron
al punto de origen milagrosamente, generalmente tres veces, o como
en el caso de la Virgen de Bordn a los que la transportaban se les
"regiraban" los pies, por estos motivos las imgenes fueron dejadas
en el lugar de su aparicin, donde se construy una ermita o un
convento al que se sigue acudiendo en romera (ROSA MARIA GERMAN,
1996).
Estas leyendas-tradiciones ponen de manifiesto la gran
importancia que tena el lugar, lo que ha llevado a pensar que se
trata de la cristianizacin de lugares de cultos precristianos que
bien pueden tratarse de encinares sagrados, cuya memoria ha borrado
el tiempo (ROSA MARIA GERMAN, 1996).
Hundiendo sus races asmismo en antiguas creencias y mitos se
encuentra la medicina popular, que se sirvo de la encina desde
tiempo inmemorial para sanar algunas enfermedades. Sus propiedades
medicinales se las confiere el cido cuercitnico, que convierte los
preparados con ella elaborados (corteza, races, flores, bellotas)
en excelentes astringentes de mltiples aplicaciones: heridas,
llagas, diarreas, sabaones, catarros ... Con las agallas de este
rbol se preparaba adems, una pomada en la que eran el principal
ingrediente, llamada "pomada de la condesa" de finalidad muy poco
loable (ROSA MARIA GERMAN, 1996).
Importante es tambin la huella que la encina ha dejado en la
toponimia peninsular, nombre tales como Encinarejo, Encinares,
Encinillas, Lecina, Encinacorba o Encinasola, a los que se unen
Carrascal, Carrascalitos, etc..., se encuentran a todo lo largo y
ancho de nuestra geografa y dieron apellido a personas procedentes
de esos lugares. Estos topnimos son el callado testimonio de su
abundancia en otros tiempos (ROSA MARIA GERMAN, 1996).
Como muestra de antigedad, existen en nuestro pas ejemplares
magnficos en Cantabria, siendo el ms destacado La Encinona situada
en Anaz, en el ayuntamiento de Medio Cudeyo. Tiene 5.90 metros de
permetro en la parte ms estrecha del tronco, en su base junto al
suelo mide 10 metros y la envergadura de la copa casi llega a los
40 metros. Hay varias encinas en Cantabria que quizs alcancen los
mil aos (MORO, R., 1995).
Tambin ejemplares notables por su tamao y longevidad, la encina
de Lecina, que da nombre al pueblo, o la de Rebollar, en la
provincia de Huesca, la "carrasca de Miramn" en el trmino municipal
de Siges, en la provincia de Zaragoza y la "carrasca de Casa
Inserte" en el trmino municipal de Mora de Rubielos, en Teruel.
Cerca de Peracense, tambin en Teruel, existe una encina a la que
las gentes del lugar atribuyen 1300 aos, probablemente es la
carrasca ms monumental de todo Aragn (ROSA MARIA GERMAN, 1996).
Otras encinas monumentales son la de Culla (Castelln), la de las
tres patas en Mendaza (Navarra), la de Mas de borb en LAleixar
(Tarragona) (MORO, R., 1995).
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ASPECTOS CULTURALES E HISTORICOS
En la regin de Catalua existe tambin el ejemplar gigante de
Palau de Plegamans, con el tronco de ms de 4 metros de
circunferencia. Es un hecho curioso que algunas veces se han dado
audiciones de sardanas, dispersos los msicos por el ramaje,
mientras el pueblo bailaba la tpica danza alrededor del tronco
(MORO, R., 1995).
En Alcoy (Alicante) existe tambin un ejemplo de estas catedrales
naturales, situada en una masa a las afueras de la ciudad, esta
encina centenaria, es de una belleza abrumadora y posee todas las
caractersticas para nombrarla abuela vegetal de la ciudad.
Durante siglos la encina ha supuesto un magnfico ejemplo de
relacin armnica entre la naturaleza y su aprovechamiento por el
hombre, y en los perodos de crisis fue sustento bsico, significando
en algunos casos la supervivencia de muchas familias.
La encina es uno de nuestros rboles ms longevos y hermosos, que
ha presenciado e influenciado a muchas culturas, por lo tanto esta
frondosa debe tratarse y cuidarse como una reliquia arqueolgica y
cultural.
La encina es la Diosa y Reina Vegetal de Espaa, su adaptacin, su
belleza, su nobleza y su incansable verdor dan fe de ello.
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3.1. Clasificacin botnica.
Bibliografa consultada:BLANCO, E. Y CIARAN, A., 1994.
Identificacin y clasificacin de los rboles del gnero Quercus.
Revista Quercus, tomo 1. Madrid, pgs. 305-310.MONTOYA OLIVER, J.M.,
1993. Encinas y encinares. Ed. Mundi-Prensa. Madrid, 131pp.MORO,
R., 1995. Gua de los rboles de Espaa. Ediciones Omega. Barcelona,
407pp.
La encina pertenece a la familia de las Fagceas (antes
Cupulferas), al gnero Quercus, y al orden de las Fagales, y su
nombre cientfico es Quercus ilex, Lam. (BLANCO, E. Y CIARAN, A.,
1994).
Actualmente se extiende la prctica de separar sus dos
subespecies principales, ilex y rotundifolia, en dos especies
distintas denominadas Quercus ilex y Quercus rotundifolia, Lam.
(MONTOYA OLIVER, J.M., 1993).
Sinonimias: Quercus smilax, L., Quercus sempervivens, Mill.,
Quercus alzina, Lapeyr. (MORO, R., 1995).
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CARACTERES GENERALES
3.2.1. Caracteres generales.
Bibliografa consultada:MESON, M. Y MONTOYA OLIVER, J.M. 1993.
Selvicultura Mediterrnea. Ed. Mundi-Prensa. Madrid, 368pp.MONTOYA
OLIVER, J.M., 1993. Encinas y encinares. Ed. Mundi-Prensa. Madrid,
131pp.MORO, R., 1995. Gua de los rboles de Espaa. Ediciones Omega.
Barcelona, 407pp.
La encina es el rbol ibrico por excelencia, el nombre de encina
es el ms vulgarizado, aunque tambin se la llama carrasco o
carrasca, chaparro y en Catalua alsina (MORO, R., 1995).
La encina es un rbol corpulento (MESON, M. Y MONTOYA OLIVER,
J.M. 1993), de gran fronda, que por lo general posee un solo tronco
recto y grueso (sobre todo en ejemplares aislados), aunque es a
menudo arbustivo en zonas de malos suelos o climas, sobre todo en
su lmite altitudinal superior (MONTOYA OLIVER, J.M., 1993). En fin,
un milagro adaptativo de la naturaleza digno de admirar.
Es un rbol noble, siempreverde con ramificacin abundante e
intrincada de ramas muy rgidas, con copa amplia y densa,
normalmente con forma redondeada (MESON, M. Y MONTOYA OLIVER, J.M.
1993).
Posee un temperamento robusto, amplio, elstico, y de enorme
variabilidad (MESON, M. Y MONTOYA OLIVER, J.M. 1993).
El crecimiento de la encina es lento, pero de gran vigor, debido
a la abundancia de brotes de raz y cepa, caracterstica sta que hace
que responda excelentemente ante mutilaciones, fuegos, sequas
(MESON, M. Y MONTOYA OLIVER, J.M. 1993).
Es una frondosa de gran longevidad pudiendo vivir entre 700 y
800 aos (MORO, R., 1995), y ms.
Su corteza , que puede considerarse delgada para un rbol de tal
porte, se agrieta en pequeas placas cuadradas longitudinalmente y
transversalmente de poca profundidad y posee unas pequeas escamas,
en cuanto al color, es de pardo a negruzco (MORO, R., 1995).
Su madera es altamente densa, compacta, resistente y homognea,
su color es de blanco a rosado en la albura joven. Con la edad el
corazn se vuelve pardo rojizo, y la albura se oscurece de tal
manera que es indistinguible la albura del duramen (MESON, M. Y
MONTOYA OLIVER, J.M. 1993). Su dursima mdula desafa al tiempo y las
inclemencias, tan consistente resulta el esqueleto de una
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CARACTERES GENERALES
encina que los ejemplares que mueren de viejos a menudo
permanecen en pie durante decenios.
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SISTEMA RADICULAR
3.2.2. Sistema radicular.
Bibliografa consultada:ABELLA, I., 1996. La magia de los rboles.
Integral. Barcelona, 280pp. MONTOYA OLIVER, J.M., 1993. Encinas y
encinares. Ed. Mundi-Prensa. Madrid, 131pp.MORO, R., 1995. Gua de
los rboles de Espaa. Ediciones Omega. Barcelona, 407pp.
La encina es portadora de una raz muy penetrante, axonomorfa,
pivotante y de rpido crecimiento inicial (MONTOYA OLIVER, J.M.,
1993). Se clava fuertemente en el terreno con su raz principal
alargada, quebradiza y casi sin ramificaciones al principio, despus
desarrolla unas races secundarias, gruesas y profundas, si el
terreno lo permite (MORO, R., 1995).
En los suelos de poco fondo, las races laterales se extienden a
gran distancia del tronco y proporcionan numerosos renuevos o
hijuelos (MORO, R., 1995).
Es capaz de adaptarse muy bien a suelos rocosos y pedregosos y
de emitir numerosos brotes, en especial en la base del rbol donde
suele formar la clsica carrasca (MONTOYA OLIVER, J.M., 1993).
El crecimiento de su sistema radical es mucho ms activo que el
de su sistema arbreo. Puede llegar hasta los 10 metros de
profundidad y extenderse incluso hasta 40 metros del rbol. Una
plntula de unos 15 centmetros de altura suele tener una raz central
de 40 a 50 centmetros en terreno mullido (ABELLA, I., 1996).
En un experimento realizado en Totana (Murcia), en condiciones
ambientales (intemperie), con bellotas puestas en otoo, en sustrato
"tierra de campo" arcillosa, con los primeros 4 centmetros, donde
estan las bellotas, en sustrato de turba, en envase tipo "bolsa de
plstico" de 12 centmetros de ancho, 30 centmetros de alto y unos
2.000 centmetros cbicos. La raz alcanz la base de la bolsa, en
algunos casos cuando todava no haba emergido el tallo, es decir, en
tan solo mes y medio, dos meses .
En otro experimento realizado en el Centro de Mejora Forestal
"El Serranillo", en condiciones de invernadero, con bellotas
puestas en otoo, en sustrato de turba, en un contenedor especial
con 2,5 centmetros de ancho y 1,30 metros de alto, en mes, mes y
medio, alcanz la raz hasta 1,20 metros.
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SISTEMA RADICULAR
En fin, no podemos afirmar con seguridad que la raz alcanza
tanta profundidad en tanto tiempo, ni nada por el estilo, puesto
que esto es funcin de muchos factores, textura, temperatura y
humedad, sobre todo. Solamente se puede afirmar que la raz crece de
forma desproporcionada en relacin al tallo, y esto, solo forma
parte de una estrategia de crecimiento para la conquista y
asentamiento en el terreno por parte de la encina.
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ORGANOS AEREOS
3.2.3. Organos areos.
3.2.3.1. Hojas.Bibliografa consultada:AAS, G. Y RIEDMILLER, A.,
1991. Gran gua de la Naturaleza, Arboles. Ed. Everest. Len,
255pp.ABELLA, I., 1996. La magia de los rboles. Integral.
Barcelona, 280pp. FERRER GRANDA, J. M. Y RODRIGUEZ DE LA ZUBIA, M.,
1968. Nuestros rboles forestales. Publicaciones de Capacitacin
Agraria, Serie Tcnica n33. Madrid, 127pp.GARCIA-DORY, M.A.
GUTIERREZ, C. Y PRIETO F., 1985. Evolucin del encinar en Espaa.
Revista Quercus, cuaderno 16. Madrid, pgs. 5-9.MESON, M. Y MONTOYA
OLIVER, J.M. 1993. Selvicultura Mediterrnea. Ed. Mundi-Prensa.
Madrid, 368pp.MORO, R., 1995. Gua de los rboles de Espaa. Ediciones
Omega. Barcelona, 407pp.ORIA DE RUEDA, J.A. Y REYERO, J.M, 1997.
Encinar, el bosque ibrico. Revista Biolgica, n 6. Madrid, pgs
40-51.
Sus hojas son simples, alternas, persistentes, subsentadas,
poseen un limbo grueso, coriceo, spero y morfolgicamente muy
variable, pueden ser enteras o dentadas, con dientes ondulados o
espinosos, de aovadas elpticas a lanceoladas. Su longitud vara
entre los 20 y 80 milmetros, y su anchura entre 15 y 30 milmetros.
Su base es redondeada con un corto peciolo velloso-lanoso de 10 a
20 milmetros de longitud. El haz es piloso o glabro y verdioscuro
lustroso, el envs se mantiene densamente tomentoso, tupido, de
color grisceo, con un nervio central y de 10 a 20 pares de nervios
laterales.
La hoja como dice la adivinanza, "redondita como un cuarto,
tiene dientes de lagarto" (ABELLA, I., 1996).
Las hojas viejas caen al principio del verano (caen sin
amarillear con 3 a 4 aos, normalmente en agosto, y tardan mucho en
descomponerse), cuando las del ao hace tiempo que han brotado (a
principios de abril aparecen las hojas nuevas) (ABELLA, I.,
1996).
La transpiracin de la hoja esta reducida al mnimo indispensable,
presentando largos perodos de cierre de estomas (GARCIA-DORY, M.A.
GUTIERREZ, C. Y PRIETO F., 1985). Se cubren de ceras que las
protegen de las altas temperaturas, y aparecen recubiertas con
pelosidad densa y corta para evitar prdidas de agua en verano o en
poca de vientos persistentes (ORIA DE RUEDA, J.A. Y REYERO,
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ORGANOS AEREOS
J.M, 1997).
Sorprende el hecho de que en un mismo rbol puedan coexistir
hasta seis diferentes tipos de hojas, las situadas cerca del suelo
resultan ms duras y estn orladas de agudas espinas, a partir de
estas hojas y segn se va ganando altura se van redondeando las
formas, hasta el punto de que las hojas de la parte superior no
parecen del mismo rbol, en comparacin con las crecen en su base,
este hecho no es ni ms ni menos que un mecanismo de defensa para
sobrevivir ante los depredadores.
En las encinas ramoneadas por el ganado, sobre todo si son
ejemplares jvenes, la hoja se crispa y se vuelve ms rabiosa y
punzante (ABELLA, I., 1996).
3.2.3.2. Flores.
Bibliografa consultada:AAS, G. Y RIEDMILLER, A., 1991. Gran gua
de la Naturaleza, Arboles. Ed. Everest. Len, 255pp.FERRER GRANDA,
J. M. Y RODRIGUEZ DE LA ZUBIA, M., 1968. Nuestros rboles
forestales. Publicaciones de Capacitacin Agraria, Serie Tcnica n33.
Madrid, 127pp.MESON, M. Y MONTOYA OLIVER, J.M. 1993. Selvicultura
Mediterrnea. Ed. Mundi-Prensa. Madrid, 368pp.MORO, R., 1995. Gua de
los rboles de Espaa. Ediciones Omega. Barcelona, 407pp.FUENTES
SANCHEZ, C., 1994. La encina en el centro y suroeste de Espaa (su
aprovechamiento y el de su entorno). Junta de Castilla y Len,
Consejera de Medio Ambiente y Ordenacin del Territorio. Castilla y
Len, 238pp.
Sus flores estn distribuidas de manera monoica y presentan
fecundacin anmofila.
Las flores masculinas son de color verde amarillo y estn
dispuestas en amentos multifloros que cuelgan flccidos, con 40 a 70
milmetros de longitud. Aparecen normalmente en los brotes del ao
anterior y tambin en los brotes del ao.
Las flores femeninas son pequeas e insignificantes, con una
longitud de pocos milmetros y con pednculo lanoso y corto. Aparecen
normalmente en el brote del ao y son de color verde grisceo, con el
extremo de color rosa, y peludas. Se sitan solitarias o en grupos
de 2 y muy rara vez en nmero de 3. Presentan ovario velloso y
cuatro estigmas patentes, recurvados y rojizos. Dan origen a frutos
solitarios o gemelos sobre pednculos muy cortos.
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ORGANOS AEREOS
3.2.3.3. Frutos.
Bibliografa consultada:AAS, G. Y RIEDMILLER, A., 1991. Gran gua
de la Naturaleza, Arboles. Ed. Everest. Len, 255pp.ENCICLOPEDIA
UNIVERSAL ILUSTRADA, 1988. Acepcin "encina". Espasa Calpe, Tomo
XIX. Madrid, pgs 1.176-1.178.FERRER GRANDA, J. M. Y RODRIGUEZ DE LA
ZUBIA, M., 1968. Nuestros rboles forestales. Publicaciones de
Capacitacin Agraria, Serie Tcnica n33. Madrid, 127pp.MESON, M. Y
MONTOYA OLIVER, J.M. 1993. Selvicultura Mediterrnea. Ed.
Mundi-Prensa. Madrid, 368pp.MORO, R., 1995. Gua de los rboles de
Espaa. Ediciones Omega. Barcelona, 407pp.
Sus frutos, las bellotas , son infrutescencias cortamente
pedunculadas, solitarias o reunidas en pequeos grupos de 2 o 3,
aovadas oblongas, de hasta 5 centmetros de largo.
Normalmente aparecen en las ramillas del ao y suelen ser
pardo-lustrosas, con puntita lampia en su parte inferior y
redondeadas o cnicas en su base. Se encuentran envueltas en su
tercera parte, o incluso hasta la mitad, por una cpula (cascabel,
cascabillo) con escamas calicinas y planas, densamente adheridas,
muy apretadas (poco levantadas) y de blanda pilosidad.
3.2.3.4. Yemas y brotes.
Bibliografa consultada:MORO, R., 1995. Gua de los rboles de
Espaa. Ediciones Omega. Barcelona, 407pp.
Las yemas son pequeas, oviformes, obtusas, con escamas pardo
rojizas, lampias y vellosas. Su longitud oscila entre los 10 y 20
milmetros.
Los brotes, de tendencia delgada y pubescentes (cubierto de
pilosidades), son de color grisceo apagado y lanosos.
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ORGANOS AEREOS
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DISTRIBUCION DEL ENCINAR
3.3. Distribucin del encinar.
Bibliografa consultada:AAS, G. Y RIEDMILLER, A., 1991. Gran gua
de la Naturaleza, Arboles. Ed. Everest. Len, 255pp.MESON, M. Y
MONTOYA OLIVER, J.M. 1993. Selvicultura Mediterrnea. Ed.
Mundi-Prensa. Madrid, 368pp.MONTOYA OLIVER, J.M., 1993. Encinas y
encinares. Ed. Mundi-Prensa. Madrid, 131pp.MORO, R., 1995. Gua de
los rboles de Espaa. Ediciones Omega. Barcelona, 407pp.
La encina est distribuida por toda la zona mediterrnea
(fundamentalmente en la zona mediterrnea occidental), hacia el
norte de los Alpes meridionales (AAS, G. Y RIEDMILLER, A., 1991),
desde la Pennsula Ibrica a Turqua y de Marruecos a Tnez. Espaa es
el primer pas en cuanto a extensin del dominio de la encina, siendo
la primera especie, en extensin ocupada, dentro de nuestros rboles
forestales (MESON, M. Y MONTOYA OLIVER, J.M. 1993), a pesar de la
creciente destruccin del bosque.
La encina existe en casi todas las provincias de Espaa, llegando
a ocupar una superficie de 2.889.341 hectreas, el 24.51 % del rea
arbolada de nuestro pas (MORO, R., 1995).
Se presenta abundantemente en la zona centro y meridional de la
pennsula (Extremadura y parte de Salamanca y Huelva), escasea en La
Corua, Lugo, Orense, Pontevedra, Asturias y Guipzcoa, cuyos climas
no son adecuados para la encina, y en Valencia y Murcia en donde
han sido prcticamente destruida, quedando slo breves carrascales y
pies dispersos, as como algunos rodales sueltos, no se encuentra en
las Islas Canarias (MONTOYA OLIVER, J.M., 1993).
Se extiende desde el nivel del mar (Andaluca, Santander, etc.)
hasta los 2.000 metros (Sierra Nevada), aunque los mejores
encinares estn entre los 200 y 800 metros de altitud (MORO, R.,
1995).
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QUERCUS ILEX Y QUERCUS ROTUNDIFOLIA
3.4. Quercus ilex, Lam. y Quercus rotundifolia, Lam.Bibliografa
consultada:MONTOYA OLIVER, J.M., 1993. Encinas y encinares. Ed.
Mundi-Prensa. Madrid, 131pp.
Las dos especies de encina mantienen en comn su corteza no
corchosa, caracterstica sta que les distingue del alcornoque, el
envs tomentoso de sus hojas les separa de la coscoja y el carcter
perenne y coriceo de las mismas les aparta de los robles. Como
todos los Quercus, presentan las flores masculinas en amentos
colgantes y las flores femeninas separadas de las masculinas pero
sobre el mismo rbol, y fruto en bellota slo parcialmente recubierta
por la cpula.
La encina Quercus ilex, L. se distingue de la Quercus
rotundifolia, L. por sus hojas lanceoladas u oblongo-ovales, verde
oscuras por el haz, con 7 a 11 pares de nervios laterales, por sus
inflorescencias masculinas pelosas y por su bellota amarga.
Por el contrario, Quercus rotundifolia, L. tiene hojas
anchamente ovales o redondeadas, con el haz blanco grisceo, con 5 a
8 pares de nervios laterales, y de bellota frecuentemente
dulce.
Quercus ilex es principalmente amante del clima mediterrneo y
predomina sobre suelos calcreos, Quercus rotundifolia es amante del
clima mediterrneo continental, y se encuentra en todo tipo de
suelos.
Quercus ilex, L. se extiende por el norte y este peninsular y
baleares, y Quercus rotundifolia, L. por el centro, oeste y sur
peninsular.
En los aspectos forestales es destacable la mejor altura, porte
y mayor resistencia a la sombra de Quercus ilex, L. que parece
elegir zonas de veranos menos secos y duros. En general Quercus
ilex, L. es ms amante de las sombras y espesuras que Quercus
rotundifolia, L., sus bosques son ms espesos y frecuentemente la
vegetacin lianoide los hace impenetrables.
Ambas reciben el nombre comn de encina, aunque es frecuente
tambin la denominacin de carrasca y de chaparra, reservndose ms
bien estos dos ltimos trminos a la brotes arbustivos de raz o al
monte bajo.
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QUERCUS ILEX Y QUERCUS ROTUNDIFOLIA[ VOLVER A INDICE ]
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CLIMA
4.1. Clima.
Bibliografa consultada:AAS, G. Y RIEDMILLER, A., 1991. Gran gua
de la Naturaleza, Arboles. Ed. Everest. Len, 255pp.FUENTES SANCHEZ,
C., 1994. La encina en el centro y suroeste de Espaa (su
aprovechamiento y el de su entorno). Junta de Castilla y Len,
Consejera de Medio Ambiente y Ordenacin del Territorio. Castilla y
Len, 238pp. MONTOYA OLIVER, J.M., 1993. Encinas y encinares. Ed.
Mundi-Prensa. Madrid, 131pp.MORO, R., 1995. Gua de los rboles de
Espaa. Ediciones Omega. Barcelona, 407pp.
La encina es un rbol caracterstico del clima mediterrneo, sus
masas se extienden desde el nivel del mar, hasta los 2.000 metros,
pero sus mejores montes se encuentran entre los 200 y 800 metros de
altitud (MORO, R., 1995). Es el rbol caracterstico de los bosques
de fronda mediterrneos, con inviernos moderadamente hmedos y
veranos muy calurosos y secos (AAS, G. Y RIEDMILLER, A., 1991).
En cuanto a temperaturas medias anuales se refiere, el rango en
su distribucin es desde los 8 a los 19 C de media anual, siendo su
ptimo de 10 a 18 C (MONTOYA OLIVER, J.M., 1993).
En cuanto a las precipitaciones, la encina se distribuye en un
rango muy amplio, desde los 350 a los 1.600 milmetros anuales,
estando su ptimo entre 400 y 1200 milmetros. En su mayora el
encinar espaol aparece en zonas donde las precipitaciones estn
entre los 500 y 700 milmetros anuales (MONTOYA OLIVER, J.M.,
1993).
La encina padece serios problemas a causa de la sequa, pero
posee una enorme resistencia ante sta y ante temperaturas extremas.
Es capaz de soportar la sequedad casi extremada, sobreviviendo en
lugares donde la cantidad anual de agua es de 200 milmetros anuales
y de tolerar temperaturas tan extremas como -20 C y 45 C. Es
resistente tambin a los vientos salados y a la contaminacin de las
ciudades (FUENTES SANCHEZ, C., 1994).
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SUELOS
4.2. Suelos.
Bibliografa consultada:FUENTES SANCHEZ, C., 1994. La encina en
el centro y suroeste de Espaa (su aprovechamiento y el de su
entorno). Junta de Castilla y Len, Consejera de Medio Ambiente y
Ordenacin del Territorio. Castilla y Len, 238pp. MESON, M. Y
MONTOYA OLIVER, J.M. 1993. Selvicultura Mediterrnea. Ed.
Mundi-Prensa. Madrid, 368pp.MONTOYA OLIVER, J.M., 1993. Encinas y
encinares. Ed. Mundi-Prensa. Madrid, 131pp.MORO, R., 1995. Gua de
los rboles de Espaa. Ediciones Omega. Barcelona, 407pp.
El hbitat idneo de la encina, se sita preferentemente sobre
suelos llanos y en pendiente, sueltos y ligeros, permeables, de
mala calidad, no adecuados para los cultivos agrcolas y praderas,
en los cuales alcanza el mximo desarrollo y fructificacin (FUENTES
SANCHEZ, C., 1994).
Sobre suelos arcillosos o en barros pesados apenas fructifica,
debido al alto contenido de coloides que impiden la penetracin del
aire necesario para el desarrollo y normal extensin de las races
(FUENTES SANCHEZ, C., 1994).
El vigor de la encina y su desarrollo areo, dependen de la buena
textura y profundidad del suelo en el que se desarrolla su sistema
radicular (FUENTES SANCHEZ, C., 1994).
La encina no teme colonizar los ambientes ms hostiles, es capaz
de adaptarse a los suelos rocosos y pedregosos (MONTOYA OLIVER,
J.M., 1993), basta una grieta con algo de tierra para que el tenaz
rbol inicie su larga vida, estos rboles alpinistas nos dan un
testimonio de vitalidad.
La encina por tanto no presenta preferencia en cuanto a suelos,
simplemente en unos va mejor que en otros, se adapta a terrenos
secos o algo frescos, pero presenta limitaciones en suelos
encharcables, salinos o muy yesosos y de escaso volumen til (de 400
a 600 litros de tierra fina, accesible por las races, por metro
cuadrado de suelo es el mnimo exigible para la encina) (MONTOYA
OLIVER, J.M., 1993), tolerando mal los margosos (MESON, M. Y
MONTOYA OLIVER, J.M. 1993).
En suelos de escaso volumen til la encina es capaz de
sobrevivir, pero no le es posible alcanzar grandes dimensiones,
quedando reducida la masa a un puro carrascal, especialmente cuando
el suelo ha sido disminuido de su volumen til a causa de la erosin
(MONTOYA OLIVER, J.M., 1993).
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SUELOS
La encina es poco exigente en cuanto a la naturaleza mineralgica
del suelo, pues vegeta en los suelos pobres y de mala calidad, los
sueltos y arenosos, los granticos o cuarcticos y los calizos (MORO,
R., 1995).
En general el encinar se clasifica en relacin a la acidez del
suelo. Los suelos bsicos son los ms ricos en nutrientes y los cidos
son los ms pobres, aunque el ptimo para el encinar es el intermedio
(MONTOYA OLIVER, J.M., 1993).
La encina es un rbol que trabaja de forma neutral,
descalcificando los suelos calizos y enriqueciendo los suelos cidos
(MONTOYA OLIVER, J.M., 1993).
Es destacable su valor protector de los suelos y no slo por su
mejora, sino tambin por su proteccin del suelo ante las grandes
lluvias y por su sombra protectora de la estructura superficial
(MONTOYA OLIVER, J.M., 1993).
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QUERCUS ILEX Y VEGETACION ASOCIADA
4.3. Encinares Quercus ilex, Lam. y vegetacin
asociada.Bibliografa consultada:MONTOYA OLIVER, J.M., 1993. Encinas
y encinares. Ed. Mundi-Prensa. Madrid, 131pp.
Quercus ilex, L. se extiende fundamentalmente por Catalua,
Baleares y algunas zonas costeras del Levante y Cantbrico. Son
encinares en general menos continentales y ms hmedos que los
Quercus rotundifolia (propios de la Espaa continental).
Son los encinares tpicos de las zonas costeras tanto en suelos
bsicos y cidos, pero con mayor presencia en suelo bsico. Aparecen
tambin en altitudes de 700 a 1.200 metros en climas subhmedos a
hiperhmedos, tanto en suelos calizos como sobre suelos cidos,
aunque al contrario que en el tipo anterior, abundan ms en suelos
cidos.
4.3.1. En las zonas costeras.
Bibliografa consultada:MONTOYA OLIVER, J.M., 1993. Encinas y
encinares. Ed. Mundi-Prensa. Madrid, 131pp.
Se presenta una vegetacin tpica que denuncia un clima hmedo y
costero, con presencia de Viburnum tinus (durillo), habitualmente
con vegetacin espesa y abundancia de lianas: Clematis flammula
(Clemtide), Lonicera implexa (madreselva), Smilax aspera
(zarzaparrilla), Rosa sempervirens (escaramujo) y Hedera helix
(hiedra).
Adems pueden aparecer: Rhamnus alaternus (aladierno), Arbustus
unedo (madroo), Erica arborea (brezo de pipa), Phillyrea media
(labirnago), Pistacia lentiscus (lentisco), Asparagus acutifolius
(esparraguera), Daphne gnidium (torbisco) y Rubia peregrina
(rubia).
Se presentan frecuentemente con: Quercus suber (alcornoque) o
Pinus pinea (pionero) en los suelos cidos y con el pinar Pinus
halepensis (carrasco) en suelos bsicos.
Degradan a garrigas con: Quercus coccifera (coscoja), Rosmarinus
officinalis (romero) y Erica multiflora (un brezo tpico de suelos
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QUERCUS ILEX Y VEGETACION ASOCIADA
calizos). Tambin aparece: Hyparrhenia hirta (cerrillo) y
brachypodium retusum (fenal).
En zonas costeras del norte peninsular, aparecen encinares sobre
suelos principalmente calizos y clima subhmedo y hmedo inferior,
acusadamente suaves y Atlnticos. Suelen aparecer en solanas de
escaso suelo y acompaados por especies similares a las citadas,
pero mezcladas ya con otras propias de los bosques Atlnticos
circundantes. Se forman en ellos espesuras muy densas e
impenetrables.
Es tpica la aparicin de Laurus nobilis (laurel) y la frecuente
mezcla e hibridacin con Quercus rotundifolia.
4.3.2. En altitudes de 700 a 1.200 metros.
Bibliografa consultada:MONTOYA OLIVER, J.M., 1993. Encinas y
encinares. Ed. Mundi-Prensa. Madrid, 131pp.
En climas subhmedos a hiperhmedos de montaa se presentan junto a
plantas tales como: Pistacia lentiscus (lentisco), Smalix aspera
(zarzaparrilla) y Daphne gnidium (torbisco). Aparecen tambin
especies como: Pinus sylvestris (pino silvestre) Acer opalus
(acirn), Sorbus domestica (serval), Sorbus aria (mostajo).
Especies presentes tambin, pero que en suelos calizos acaban
expulsando al encinar por competencia, son: Quercus faginea
(quejigo), Quercus pubescens (roble blanco) y Fagus sylvatica
(haya).
En el extracto herbceo encontramos: Fragaria vesca (fresa),
Helleborus foetidus (helleboro), Brachypodium sylvaticum y
Pteridium aquilinum (helecho).
En las zonas degradadas abundan: Pteridium aquilinum (helecho),
Erica arborea (brezo de pipa), Erica scoparia (brezo de escobas),
Calluna vulgaris (biercol), Cytisus scoparius (escoba negra), y en
lo muy degradado Cistus laurifolius (jara estepa) y Lavandula
pedunculata (cantueso).
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QUERCUS ILEX Y VEGETACION ASOCIADA[ VOLVER A INDICE ]
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QUERCUS ROTUNDIFOLIA Y VEGETACION ASOCIADA
4.4. Encinares Quercus rotundifolia, Lam. y vegetacin
asociada.Bibliografa consultada:MONTOYA OLIVER, J.M., 1993. Encinas
y encinares. Ed. Mundi-Prensa. Madrid, 131pp.
Son propios de la Espaa continental y aceptan los climas
mediterrneos a partir de los 350 milmetros de precipitacin anual.
Habitan toda clase de suelos, incluso los bastante pedregosos,
tanto cidos como bsicos, rechazando slo los encharcables y los
salinos.
4.4.1. Los encinares Quercus rotundifolia, Lam. sobre suelos
cidos.Bibliografa consultada:MONTOYA OLIVER, J.M., 1993. Encinas y
encinares. Ed. Mundi-Prensa. Madrid, 131pp.
Son de escasa representacin en zonas de temperatura media anual
de 17 a 19 C, sobre todo a causa de la competencia con el
alcornoque y el oleolentisco. La vegetacin acompaante, en este
caso, es la de los alcornocales, siendo tpica la presencia del
Myrtus communis (mirto).
En zonas de temperatura entre 13 y 17 C de media anual, es ms
abundante su presencia, con Extremadura, Andaluca, Castilla y Len,
Sierra Nevada y Filabres como principales zonas.
En las dehesas extremeas y andaluzas encontramos: Pyrus bourgena
(pirutano), Arbutus unedo (madroo), Pistacia lentiscus (lentisco) y
Phyllirea angustifolia (labirnago). Aparecen adems: Paeonia
broteroi (peona), Doronicum plantagineum, Quercus coccifera
(coscoja), Cytisus multiflorus (escoba blanca) y Retama
sphaerocarpa (retama).
En el matorral de degradacin: Cistus ladanifer (jara), Genista
hirsuta (aulaga), Lavandula sampayana (cantueso), Halimium viscosum
(ardivieja).
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QUERCUS ROTUNDIFOLIA Y VEGETACION ASOCIADAEn los pastizales:
Agrostis castellana, Poa bulbosa, Trifolium subterraneum, Tuberaria
guttata (mirasol).
Degradan a las tpicas manchas propias de la caza mayor, y en las
zonas de relieves ondulados forman las dehesas.
En la meseta castellana encontramos: Juniperus oxycedrus subsp.
badia (enebro). A veces se contaminan, sobre todo en lugares
elevados, de especies propias del rebollar. Son los encinares con
menor tendencia a la invasin del matorral y los ms fciles de
mantener limpios.
Abundan: Lonicera etrusca (madreselva), Paeonia broteroi
(peona), Cytisus scoparius (escoba negra), Retama sphaerocarpa
(retama), Genista cinerea (ginesta), Adenocarpus aureus
(codeso).
En zonas degradadas: Cistus ladanifer (jara), Lavandula
pedunculata (cantueso), Rosmarinus officinalis (romero) y
Helichrysum italicum (siempreviva).
En los pastizales: Stipa gigantea (berceo), Agrostis castellana,
Poa bulbosa, Tuberaria guttata (mirasol).
Este tipo alcanza hasta los 1.400 metros en ocasiones,
presentando entonces leves variaciones en su composicin,
apareciendo all: Cistus laurifolius (jara estepa) y Teucrium
scorodonia, perdindose especies comunes con el encinar extremeo
como: Arbutus unedo (madroo), Phyllirea angustifolia (labirnago),
Ruscus aculeatus (brusco) y Lonicera etrusca (madreselva).
En sus degradaciones no suelen formarse manchas sino ms bien
jarales de Cistus ladanifer, cantuesales de Lavandula pedunculata y
enebrales, que aunque asentados sobre suelos cidos, presentan ms
bien un aspecto de garriga.
En la zona de Castilla Len se acusa una reduccin de la
mediterraneidad del clima y se produce la aparicin de vegetacin ms
Atlntica, como: Genista hystrix (aulaga) y Halimium alyssoides, en
un tipo de encinar en transicin hacia el bosque Atlntico.
Adems estn presentes: Daphne gnidium (torbisco), Cytisus
multiflorus (escoba blanca), Cytisus scoparius (escoba negra),
Retama sphaerocarpa (retama).
En matorrales de degradacin: Cistus ladanifer (jara), Halimium
viscosum (ardivieja), Halimium ocymoides (alcayuela), Helichrysum
serotinum (siempreviva).
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QUERCUS ROTUNDIFOLIA Y VEGETACION ASOCIADA
En los pastos: Stipa gigantea (berceo), Agrostis castellana, Poa
bulbosa, Tuberaria guttata (mirasol).
En las zonas de Sierra Nevada y Filabres aparece otro tipo de
encinar cido caracterizado por la presencia de Adenocarpus
decorticans (rascavieja). Aparecen adems: Juniperus oxycedrus
(enebro), Ruscus aculeatus (brusco), Cytisus grandiflorus (escobn),
Retama sphaerocarpa (retama).
En matorrales de degradacin aparecen: Cistus ladanifer (jara),
Lavandula pedunculata (cantueso), Halimium viscosum (ardivieja),
Cistus laurifolius (estepa).
En los pastos: Festuca granatensis (lastn) y Agrostis
castellana.
4.4.2. Los encinares Quercus rotundifolia, Lam. sobre suelos
bsicos. Bibliografa consultada:MONTOYA OLIVER, J.M., 1993. Encinas
y encinares. Ed. Mundi-Prensa. Madrid, 131pp.
Aunque poco representados en extensin, son los ms complejos,
diversos y dispersos. Su rea inicial era enorme, pero hoy se
encuentra transformada en su mayor parte por el cultivo
agrcola.
No tienden a formar masas como los encinares sobre suelos cidos,
sino formaciones ms abiertas y de altura irregular denominndose
garrigas. Son tpicos en sus paisajes los coscojares, aulagares,
tomillares, romerales y espartizales.
Adems de su desaparicin a causa del cultivo, y aunque a veces
sobrevivan dentro de ellos o en sus bordes algunos pies arbreos, es
frecuente su transformacin a montes bajos para lea. Adems,
generalmente sus malos suelos, nicos no destinados a cultivo, rara
vez logran mantener algo ms que un carrascal leero de monte bajo.
Estos carrascales, en las zonas continentales de inviernos fros,
llegaron a tener inters vital para sus habitantes.
Alcanzan elevadas altitudes, penetrando incluso en zonas de
mucho fro y contactando as incluso con Juniperus thurifera (sabina
albar).
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QUERCUS ROTUNDIFOLIA Y VEGETACION ASOCIADAAl tiempo logran
descender mucho en altitud, penetrando abundantemente en zonas de
temperatura media anual de 17 a 19 C, donde no encuentra la dura
competencia que les opondra el alcornoque en los suelos cidos.
A veces forman comunidades ms o menos relcticas y por tanto de
elevado inters ecolgico. Muchas veces tienen elevado valor
protector del suelo. Esto, junto con sus difciles condiciones de
regeneracin natural tras las agresiones humanas, especialmente en
climas continentales, hacen recomendable la proteccin de muchos de
ellos frente a la explotacin.
En la zona Cantbrico-atlntica aparecen a mayor altitud que los
encinares Quercus ilex con: Laurus nobilis (laurel) de Cantabria y
Pas Vasco, y Quercus faginea (quejigo), Juniperus oxycedrus subsp.
badia (enebro) y Juniperus thurifera (sabina albar).
En su sotobosque, bastante denso, se desarrollan: Phyllirea
latifolia, Rhamnus alaternus (aladierno), Arbutus unedo (madroo),
Rubia peregrina (raspalengua), Smilax aspera (zarzaparrilla),
Pistacia terebinthus (cornicabra), Jasminum fruticans (jazminorro),
Rosa sempervirens (mosquera), Ruscus aculeatus (brusco), Lonicera
etrusca (madreselva), Berberis vulgaris (agracejo), Clematis
vitalba (clemtide), Rubus ulmifolius (zarzamora), Prunus mahaleb
(cerezo de Santa Lucia), Origanum virens (organo), Helleborus
foetidus (helleboro).
Aparecen tanto sobre suelos cidos como en suelos bsicos y son:
Arbustus unedo (madroo) y Erica arborea (brezo de pipa).
En el zona del Pirineo aparece tpicamente con: Juniperus
phoenicea (sabina), Helleborus foetidus (helleboro), Juniperus
oxycedrus (enebro), Buxus sempervirens (boj), Pistacia therebinthus
(cornicabra) y Lonicera etrusca (madreselva).
En el matorral de degradacin: Genista scorpius (aulaga),
Aphyllanthes monspelienses (azulita) y Lavandula latifolia
(espliego).
En los pastos: Bromus erectus (bromo), Brachypodium phoenicoides
(botea) y Brachypodium retusum (fenal).
En la zona de Castilla-Maestrazgo-Mancha aparece con: Juniperus
thurifera (sabina albar), Juniperus communis (enebro), Rhamnus
saxatilis (espino de tintes), Crataegus monogyna y Rosa micrantha
(escaramujo).
En el matorral de degradacin: Genista pumila (cambrn) y Linum
appressum (lino bravo).
En los pastos: Festuca hystrix (cauela), Dactylis hispanica
(dactilo) y Kioeleria vallesiana (rabo de
zorra).http://encina.etotana.com/4-4.htm (4 de 6) [09/06/2014
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QUERCUS ROTUNDIFOLIA Y VEGETACION ASOCIADA
En las zonas de Castilla-Cantabria y Rioja-Estella, la
descalcificacin del suelo permite la entrada de matorral acidfilo
en ocasiones, como: Erica vagans (biercol) y Genista occidentalis
(aulaga). Aparece tpicamente con: Spirea hispanica (espirea),
Amelancher ovalis, Juniperus communis (enebro), Juniperus oxycedrus
(enebro) y Viburnum lantana (copos de nieve).
En el extracto herbceo aparecen: Brachypodium pinnatum (lastn) y
Festuca hystrix (cauela).
En la zona Btica oriental es acompaada de la flora tpica de
estas sierras como: Berberis hispanica (agracejo), Prunus ramburii
(espino rojo), Cotoneaster granatensis (durillo), Amelancher
ovalis, Lonicera arborea.
En el matorral de degradacin aparece con: Erinacea anthyllis
(matacabrn).
En el pasto con: Festuca hystrix (cauela), Festuca scariosa
(lastn) y Brachypodium ramosum (fenal).
En la zona de Castilla-Aragn, con sotobosques excesivamente
densos, degrada tpicamente a garrigas.
Se acompaa con: Bupleurum rigidum (oreja de liebre), Quercus
coccifera (coscoja), Rhamnus lycioides (espino negro), Jasminum
fructicans (jazminorro), Retama sphaerocarpa (retama).
En degradacin con: Genista scorpius (aulaga), Teucrium capitatum
(tomillo macho), Lavandula latifolia (espliego).
En los pastos con: Stipa tenacissima (esparto), Brachypodium
distachyon y Brachypodium ramosum (fenal).
En la zona Btica-Marinica-Badajoz aparece normalmente en mezcla
con: Quercus faginea (quejigo). En los lugares ms calurosos
aparecen: Olea europea (acebuche) y Pistacia lentiscus (lentisco),
tambin son frecuentes: Quercus coccifera (coscoja), Crataegus
monogyna, Retama sphaerocarpa (retama), P. broteroi y P. coriacea
(peonas), Rhamnus alaternus (aladierno).
En degradacin con: Echinospartum boissieri (piorno blanco),
Phlomis crinita (oreja de burro).
En pastizales con: Brachypodium phoenicoides (fenal) y Stipa
tenacissima (esparto).
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QUERCUS ROTUNDIFOLIA Y VEGETACION ASOCIADA
En la zona Ibrica-Levante con muy escasa representacin actual,
al estar degradado a garrigas, se encuentran mezclados
frecuentemente con: Ceratonia siliqua (algarrobo) y Olea europea
(acebuche).
Aparecen tpicamente con: Rubia longifolia (raspalengua), Smilax
aspera (zarparrilla), Quercus coccifera (coscoja), Pistacia
lentiscus (lentisco), Retama sphaerocarpa (retama), Rhamnus
alaternus (aladierno), Cytisus patens (hiniesta borde), Hedera
helix (hiedra).
En degradacin con: Ulex parviflorus (aulaga morisca), Erica
multiflora (petorra), Rosmarinus officinalis (romero).
En pastizales con: Brachypodium ramosum (fenal) y Brachypodium
distachyon (fenal).
En la zona Btica-Algarve hay una escasa representacin actual por
la dedicacin agrcola del territorio.
Adems de Ceratonia siliqua (algarrobo) y Olea europea (acebuche)
aparecen: Smilax mauritanica (zarzaparrilla), Chamaerops humilis
(palmito), Asparagus albus (esparraguera blanca), Rhamnus oleides
(espino negro) y Aristolochia baetica (candilillos).
En degradacin con: Phlomis purpurea (matagallo).
En pastizales con: Brachypodium ramosum (fenal), Hyparrenia
pubescens y Brachypodium distachyon (fenal).
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http://encina.etotana.com/4-4.htm (6 de 6) [09/06/2014
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ENFERMEDADES IDENTIFICADAS CON EXACTITUD
4.5.1. Enfermedades identificadas con exactitud.Estas son:
Taphrina kruchii (Vuill.), Schroet., Armillaria mellea, Fomes, ssp.
y Stereum, ssp., Bacterium tumefaciens, Smith y la chalariosis.
4.5.1.1. Taphrina kruchii (Vuill.), Schroet.Bibliografa
consultada:TORRES JUAN, J., 1993. Patologa forestal. Ed.
Mundi-Prensa. Madrid, 270pp.
La enfermedad ms generalizada e importante en el encinar es la
producida por Taphrina kruchii (Vuill.), Schroet. Se trata de un
Ascomiceto Exoascal de la familia de los Exoascaceos.
Es un hongo parsito verdadero cuyo micelio, vivaz y persistente
en las ramas y ramillas de las encinas afectadas por la enfermedad,
provoca la excitacin de sus yemas durmientes y como consecuencia se
forman ramas anormales que se ramifican intensamente. Las hojas de
estos manojos o aglomeraciones de ramillas, llamadas "escobas de
bruja", tienen al principio un color verde claro que destaca del
resto del follaje y ms tarde amarillean, se oscurecen y se
caen.
Sus cuerpos de fructificacin, en forma de ascas desnudas,
aparecen en la parte inferior de las hojas de las "escobas". Las
ascas contienen ocho ascosporas que se dividen por gemacin y
producen gran nmero de esporas encargadas de la propagacin de la
enfermedad.
Se propaga por medio de sus esporas, al ser arrastradas por el
viento y germinar sobre las hojas y brotes verdes de las encinas,
por los trozos de micelio del parsito que penetran en las encinas
sanas, al podarlas con herramientas que se hayan utilizado
anteriormente en podar ramas enfermas, o con el vareo (el palo se
infecta en una encina enferma y lleva las esporas del hongo a otros
rboles sanos).
Los sntomas caractersticos de esta enfermedad son las "escobas
de bruja".http://encina.etotana.com/4-5-1.htm (1 de 4) [09/06/2014
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ENFERMEDADES IDENTIFICADAS CON EXACTITUD
Por lo general, la rama de encima sobre la que aparece una
"escoba" vegeta mal y termina por morir desde el punto de insercin
de la "escoba" hasta su extremidad. Parece como si toda la savia
fuese absorbida por el hongo y no quedase la suficiente para que el
resto de la rama contine viviendo. Da lugar a que la encina sea
totalmente improductiva, infectada y reinfectada una y otra vez,
termina por no fructificar. En los casos de ataques especialmente
intensos, invade paulatinamente toda la encina y puede acabar por
matar a la mayor parte de la ramas y finalmente al rbol.
El tratamiento a seguir ante esta enfermedad es el siguiente: en
encinas enfermas se realizar una poda de todas las ramas enfermas,
procurando cortarlas a ras del tronco o rama. Una vez podadas hay
que separar y quemar todas las "escobas", para evitar as la
propagacin por esporas del hongo. Las herramientas utilizadas deben
desinfectarse (utilizando una solucin acuosa de sulfato ferroso al
50%) y las heridas de poda se desinfectarn (utilizando alquitrn)
tambin.
4.5.1.2. Armillaria mellea.
Bibliografa consultada:RODRIGUEZ MARTIN, A., 1994. El vareo de
las encinas transmite enfermedades del rbol. Revista Quercus, tomo
1. Madrid, pg. 45.
Es un hongo Basidiomiceto que ataca a las races de las encinas.
Lo de "mellea" alude a que el basidiocarcosporo (seta) es de color
miel. Son unas setas pequesimas que vemos al pie del tronco de las
encinas afectadas, de un color marrn enmielado y que de muy jvenes
son comestibles.
Este hongo tiene un micelio "rizomorfo". Son como unos
cordoncitos oscuros que avanzan por el csped si tienen alimento,
llegan al tronco y penetran entre la corteza y la madera
propiamente dicha pero sobre las races. Si desprendemos la corteza
de una encina infectada, observaremos una sustancia blanquecina que
da lugar a la paralizacin de la savia, ocasionando la muerte de la
encina.
Es una enfermedad propia de terrenos silceos, cidos y aireados,
y sobre todo hmedos, donde el desarrollo de Armillaria es
satisfactorio. En suelo seco no prospera.
En condiciones naturales, nunca atacara al encinar por ser
vegetacin xerfila (poca exigencia en humedad).
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ENFERMEDADES IDENTIFICADAS CON EXACTITUD
4.5.1.3. Fomes, ssp. y Stereum, ssp.
Bibliografa consultada:FUENTES SANCHEZ, C., 1994. La encina en
el centro y suroeste de Espaa (su aprovechamiento y el de su
entorno). Junta de Castilla y Len, Consejera de Medio Ambiente y
Ordenacin del Territorio. Castilla y Len, 238pp.
Estos hongos producen la enfermedad comnmente denominada como
"yesca", que produce la destruccin de la madera, transformando sta
en fibra de color blanco, con gran prdida de peso y muy
combustible.
4.5.1.4. Bacterium tumefaciens, Smith.Bibliografa
consultada:FUENTES SANCHEZ, C., 1994. La encina en el centro y
suroeste de Espaa (su aprovechamiento y el de su entorno). Junta de
Castilla y Len, Consejera de Medio Ambiente y Ordenacin del
Territorio. Castilla y Len, 238pp.
Produce en su infeccin la enfermedad llamada "verruga" , esta
infeccin se da generalmente por los vasos circulatorios de la savia
y produce una especie de bultos, sobre todo en el tronco, que le
dan un aspecto verrugoso.
4.5.1.5. La chalariosis.
Bibliografa consultada:GARCIA-NIETO, M.E. Y IPINZA, R., 1989. La
chalariosis de los Quercus. Revista Quercus, cuaderno 38. Madrid,
pgs. 30-34.
La chalariosis es una enfermedad causada por un hongo,
Ceratocystis fagacearum.
La chalariosis toma su nombre del estado conidial del hongo,
conocido vulgarmente como
"chalara".http://encina.etotana.com/4-5-1.htm (3 de 4) [09/06/2014
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ENFERMEDADES IDENTIFICADAS CON EXACTITUD
La sintomatologa corresponde a una marchitez causada por el
taponamiento de los elementos conductores por donde transcurre la
savia, debido a la accin de las enzimas del hongo.
El avance de la enfermedad en el rbol es relativamente lenta y
alguna veces se encuentra confinado a las ramas pequeas. Una vez
que las hojas mueren, el hongo puede tambin morir en las ramas que
reciben una radiacin solar directa.
Es intolerante a temperaturas que superan los 32 C, a la
sequedad y a la competencia con hongos secundarios. En condiciones
normales el patgeno puede permanecer vivo en el tronco hasta el ao
siguiente, e incluso cuatro aos en las races.
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ENFERMEDADES NO IDENTIFICADAS CON EXACTITUD
4.5.2. Enfermedades no identificadas con exactitud.Estas son: la
seca de la encina y Diplodia quercus o Diplodia mutila.
4.5.2.1. La seca de la encina.
Bibliografa consultada:MINISTERIO DE AGRICULTURA PESCA Y
ALIMENTACION, 1992. Nuevos daos en nuestros encinares (La seca de
las encinas). Centro de publicaciones. Madrid.
Esta enfermedad afecta tanto a rboles aislados, como grupos de
ellos, apareciendo corros de rboles muertos de forma sbita.
Los sntomas del arbolado daado por la seca de la encina son los
siguientes:
Debilitamiento progresivo, caracterizado por una prdida
paulatina del follaje con prdida de las hojas viejas, quedando las
ms jvenes y produciendo un efecto de transparencia de la copa, en
los casos ms graves slo quedan a modo de plumero las ltimas hojas
brotadas. Con la prdida del follaje las encinas afectadas se cubren
de lquenes, que son un indicador de su muerte lenta.
Muerte sbita o repentina, caracterizada por un desecamiento
rpido de todas las hojas de la copa que quedan por un tiempo secas
en sta, dndole una coloracin que puede ir desde amarillo pajizo a
tonos rojizos o atabacados.
En troncos y ramas de encinas afectadas aparecen muy
frecuentemente exudados o extravasaciones de savia en forma de
manchas oscuras, asimismo son usuales las fendas en troncos y ramas
de encinas con manifestacin de muerte sbita.
Marchitez de las hojas, con los bordes rojos o de color castao,
tristeza, carencia de verdor y vigor, no echan renuevos y no dan
bellotas.
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ENFERMEDADES NO IDENTIFICADAS CON EXACTITUD
La seca no siempre se manifiesta en la totalidad de la copa,
siendo bastante frecuente que existan una o varias ramas
principales afectadas, quedando el resto aparentemente sanas. La
seca parcial de la copa no debe confundirse con la producida por
Coraebus bifasciatus, Oliv. (culebrilla de ramas), la cual se
identifica tirando de la rama que al desgajarse deja al descubierto
la galera anular del perforador.
Para la deteccin de sntomas debemos tener en cuenta que la copa
de una encina sana es redondeada, amplia y densa, de color oscuro y
verde griscea, por lo tanto cualquier cambio de aspecto que se
asemeje a los sntomas descritos debe ser objeto de estudio y
observacin.
Los rboles afectados pueden presentarse agrupados en corros de
mayor o menor extensin distribuidos entre el resto del arbolado
aparentemente sano, o pueden aparecer dispersos en la masa. Tambin
hay masas en las que se encuentran rboles dispersos muertos o
debilitados y corros de rboles secos o afectados.
Aunque an se ignora si los tipos de sntomas que se han descrito
tienen el mismo origen, al fenmeno en conjunto se la ha denominado
"la seca de la encina".
En cuanto a las posibles causas de la seca de la encina se
barajan varias hiptesis: sequa, hidromorfas edficas, hongos
fitopatgenos, cambios en el uso tradicional del encinar, etc., la
seca por tanto no tiene un origen nico.
Las recomendaciones sobre medidas a tomar para sanear el rbol
enfermo o evitar la propagacin de esta enfermedad, aunque no pueden
concretarse, sern de utilidad las siguientes sugerencias:
Los aprovechamientos tradicionales del encinar, lea y montanera,
no parecen tener relacin con la propagacin de la enfermedad, por
tanto se pueden seguir realizando.
El arranque o descotonado de encinas podra por el contrario
favorecer la difusin de organismos patgenos posiblemente
implicados, por lo que se debera evitar.
Como medida preventiva tambin debera evitarse el laboreo del
suelo en las zonas afectadas.
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ENFERMEDADES NO IDENTIFICADAS CON EXACTITUD
En las condiciones actuales se deben extremar las medidas
profilcticas en el encinar: eliminar ramas muertas, quemar los
restos de poda y desinfectar herramientas.
4.5.2.2. Diplodia quercus o Diplodia mutila.
Bibliografa consultada:RODRIGUEZ MARTIN, A., 1994. El vareo de
las encinas transmite enfermedades del rbol. Revista Quercus, tomo
1. Madrid, pg. 45.
Es una enfermedad en estudio y poco se sabe de ella, lo cierto,
y triste, es que las encinas se secan, y resulta enormemente
desolador observar un encinar totalmente seco. Se sospecha que lleg
a Espaa en hachas importadas que venan infectadas de tal
enfermedad, pues se ha observado que comienza por los cortes
practicados con hachas. En dichos cortes se implanta el hongo que
provoca al paralizacin de la savia y por tanto la muerte de la
encina.
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OTRAS ENFERMEDADES
4.5.3. Otras enfermedades.Estas son: enfermedades por falta o
exceso de agua.
4.5.3.1. Enfermedades por falta o exceso de agua.
Bibliografa consultada:TORRES JUAN, J., 1993. Patologa forestal.
Ed. Mundi-Prensa. Madrid, 270pp.
Tambin y como todos los rboles la encina, aunque resistente,
presenta enfermedades tpicas por falta o exceso de agua.
La falta de agua ocasiona daos importantes que se exteriorizan
mediante fenmenos de marchitez, decoloraciones pardo-amarillentas,
desecacin de las hojas a partir de los bordes o extremidades,
paralizacin del crecimiento y muerte parcial o total de las plantas
afectadas por la sequa. Aparte de estos sntomas, al perder las
clulas su turgencia, la planta presenta mayor predisposicin a ser
atacada por insectos y hongos patgenos. Los fenmenos de marchitez,
al afectar a los brotes jvenes, los tuerce por su base hasta que
adquieren posiciones pendulares, si la lluvia o el riego mejoran la
turgencia celular antes de que resulte fatal, los brotes vuelven a
crecer normalmente.
En las masas del encinar poco o nada puede hacerse para
paralizar o disminuir los daos por sequa, los cuales afectan sobre
todo a las nuevas reforestaciones de rboles jvenes, dificultando su
establecimiento. Por esto es vital para el xito de las reforestacin
la eleccin cuidadosa de los ecotipos y variedades utilizadas, con
factores climticos anlogos a los de las superficies que van a ser
reforestadas. Tambin hay que tener muy en cuenta que las masas muy
densas estn ms predispuestas a la sequa, por disponer sus pies de
menor cantidad de agua. Sin embargo, los aclareos rpidos en pocas
poco adecuadas pueden incrementar todava ms este tipo de daos,
debido a que la mayor transpiracin de la masa aclarada puede
superar la capacidad del suministro del sistema radical, a pesar de
la mayor cantidad de agua disponible del suelo.
Para neutralizar en lo posible los daos por sequa, es
conveniente y necesario reforestar en la estacin otoal, cuanto
antes mejor, a fin de que las plantas puedan desarrollar al mximo
su sistema radical antes de las sequas del verano. De todo lo
expuesto se deduce que la
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OTRAS ENFERMEDADES
resistencia de las plantas a la sequa est ms ligada al medio
ambiente que a los factores genticos.
El exceso de agua en el suelo inhibe el crecimiento del sistema
radicular, que resulta luego inadecuado para absorber el agua
suficiente durante las sequas.
El exceso de agua estancada del suelo, especialmente en los de
naturaleza arcillosa, es la causa de que las races de las plantas
no dispongan del oxgeno necesario para su respiracin radical. Si el
exceso de agua en el suelo permanece durante poco tiempo o ocurre
en el perodo de reposo, no ocurren daos apreciables, pero si
aumenta la permanencia del agua en el suelo durante la actividad
vegetativa, las races mueren ahogadas. Este fenmeno viene acompaado
generalmente de decoloraciones pardo-amarillentas de las hojas.
La intensidad de los daos por falta o exceso de agua vara
principalmente con la naturaleza y caractersticas del suelo, con el
rgimen de precipitaciones a lo largo del ao, con la especie de la
que se trate, con su edad, localizacin y procedencia.
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TRATAMIENTOS PREVENTIVOS CONTRA HONGOS
4.5.4. Tratamientos preventivos contra los hongos.
Bibliografa consultada:FUENTES SANCHEZ, C., 1994. La encina en
el centro y suroeste de Espaa (su aprovechamiento y el de su
entorno). Junta de Castilla y Len, Consejera de Medio Ambiente y
Ordenacin del Territorio. Castilla y Len, 238pp.
Ante la sospecha de la presencia de hongos, se deber aplicar
superfosfato de cal al 18% en P2O5, mezclado con cloruro potsico
(potasa) en polvo en septiembre-octubre, en torno al tronco y en un
radio del crculo que cubr la proyeccin de la sombra de la encina,
como medida preventiva, hasta que se halle el producto especfico
eficiente.
Tambin se puede aplicar sobre el rbol, en forma de niebla, una
disolucin acuosa de piedralipe en la dosis del 5 a 10%.
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INSECTOS DEFOLIADORES
4.6.1. Insectos defoliadores.Estos son: Tortrix viridana, L.,
Lymantria dispar, L., Malacosoma neustria, L., Catocala nymphagoga,
Esp., Ephesia nymphaea, Esp. y la procesionaria.
4.6.1.1. Tortrix viridana, L.
Bibliografa consultada:BACHILLER BACHILLER, P. et al., 1981.
Plagas de insectos en las masas forestales espaolas. Coleccin
Tcnica ICONA. Madrid, 272pp.
Lepidptero de la familia Tortricidae.
Nombres vulgares: oruga, lagarta, palomilla, brugo, y ms
raramente, por lobito y coco.
4.6.1.1.1. Descripcin.
Bibliografa consultada:BACHILLER BACHILLER, P. et al., 1981.
Plagas de insectos en las masas forestales espaolas. Coleccin
Tcnica ICONA. Madrid, 272pp.
Imago. Cabeza, trax y alas anteriores de color verde claro,
algunas veces verde amarillento. Ala posterior gris con una franja
blanca o pajiza. Abdomen de color pajizo excepto el pice que es
crema u ocre, patas tambin de color pajizo, antenas filiformes,
trompa poco desarrollada. El abdomen es rechoncho, y con unos
penachos de escamas en su extremo, de color oscuro. Su envergadura
est comprendida entre 18 y 23 milmetros y la longitud del cuerpo es
de 8 milmetros. A simple vista no existe diferencia entre el macho
y la hembra.
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INSECTOS DEFOLIADORES
Puesta. Cada hembra pone unos 60 huevos, depositndolos a pares,
solapndose uno con otro, por regla general separadas dichas parejas
de huevos, algunas veces se pueden encontrar dos o tres puestas
prximas en parte superpuestas, probablemente depositadas por
hembras distintas. En ocasiones la puesta consta de un solo huevo o
de tres. El mayor porcentaje de puestas se encuentra en las
ramillas de dos y tres aos.
Los huevos de cada una de las puestas estn recubiertos de un
aglutinante, al cual han sido aplicados detritus recogidos de la
superficie de la corteza junto con algunas escamas del abdomen, de
modo que quedan completamente cubiertos de materia que tiene el
mismo color, o algo ms claro, que la corteza sobre la que se
encuentran.
Cada puesta tiene una longitud de 1,25 a 1,35 milmetros y una
anchura de 0,90 a 0,95 milmetros.
Oruga. 1.er estadio (recin nacida). Es de color gris claro,
cabeza negruzca, pronoto castao. Tiene una longitud de 1,8
milmetros.2. estadio. Cuerpo de color avellana claro tendiendo a
grisceo, con la cabeza, pronoto, patas y placa anal negras o
negruzcas. Longitud de 4 milmetros.3.er estadio. Cuerpo de color
semejante al del 2 estadio. Longitud de 7 milmetros.4. estadio.
Cuerpo de color semejante al anterior. Longitud de 10 milmetros.5.
estadio (larva adulta desarrollada). Despus de la muda tiene el
cuerpo de color plomizo, ms claro sobre la porcin anterior y la
posterior del cuerpo. Poco a poco adquiere un color verde cobre
plido, las patas son de color negro pardo. Longitud de 15 a 19
milmetros y anchura poco ms o menos de 2,5 milmetros.
El cuerpo de la oruga tiene numerosas puntuaciones negras. La
cabeza y la parte dorsal del primer segmento torcico son
negras.
Crislida. Es alargada, de 9 a 11 milmetros de larga y 2 a 2,5
milmetros de ancha. Su color es marrn oscuro.
4.6.1.1.2. Ciclo biolgico.
Bibliografa consultada:BACHILLER BACHILLER, P. et al., 1981.
Plagas de insectos en las masas forestales espaolas. Coleccin
Tcnica ICONA. Madrid, 272pp.
La aparicin de los adultos tiene lugar en la mayora de las masas
de encinar entre mediados de mayo y mediados de junio, aunque en
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INSECTOS DEFOLIADORES
zonas meridionales aparecen a primeros de mayo, y en las
septentrionales de mediados de junio a principios de julio.
Las mariposas vuelan durante los crepsculos o por la noche
alrededor de los rboles. Tienen la vida muy corta, algo ms de una
semana.
La puesta de los huevos se realiza dos o tres das despus de la
salida de la mariposa.
La mariposa hembra escoge una ramilla, camina a lo largo de ella
tocando su superficie con el abdomen y agitndose, con lo que limpia
el sitio de desperdicios y recoge stos con la parte cncava del
abdomen, mezclndolos con escamas para cubrir los huevos. Hace las
puestas sobre las hendiduras y depresiones de las ramillas, en
sitios resguardados.
Inverna en estado de huevo y el nacimiento de las orugas tiene
lugar entre mediados de marzo y abril, segn zonas.
La larva recin nacida penetra en las yemas y se alimenta de
ellas. La yema atacada se distingue por un pequeo agujerito por
donde ha penetrado. Si las yemas estn abiertas, se sita entre dos o
tres hojas, a las que une con hilos sedosos construyndose un
refugio.
Dentro de dicho refugio come el parnquima, respetando en parte,
la epidermis del haz cuando es pequea.Es frecuente encontrarlas
tambin entre los amentos masculinos, de los que se alimenta.
Durante su perodo larval crece su voracidad, alcanzando el mximo
los das anteriores a la crisalidacin. La oruga desarrollada fabrica
refugios con hojas enrolladas. Tiene gran vitalidad, hasta el punto
de que si se toca su refugio se descuelga con rapidez por un hilo.
En los ltimos estadios, en un monte muy atacado, se las ve por la
maana descolgadas, llegan