LA EDUCACION PARA LA PAZ: UN GRAN DESAFIO PARA COLOMBIA. Mariela Sánchez Cardona 1 1. OBJETIVOS Y PRETENSIONES DE LA EDUCACIÓN PARA LA PAZ La principal presunción que respalda la educación para la Paz es que si los ciudadanos poseen más información acerca de las alternativas frente al uso de la fuerza, rechazarán siempre los caminos de la violencia. Esta educación, como una estrategia para una Paz duradera, se fundamenta en la formación de los individuos con el fin de que sirvan de gran apoyo a las políticas pacíficas. La educación para la Paz, aspira a que la constante preocupación por la Paz, tenga enorme acogida a través de toda la sociedad, y se convierta en una norma que guíe la conducta humana. Con estos planteamientos se quiere lograr que en el futuro, las personas promotoras de Paz, sean cada vez más y, de esta forma, que pueden promover y empoderar la Paz en las sociedades, inclusive con mayor protagonismo que los gobiernos, ya que la gente desea tanto la Paz, que un buen día los gobiernos tendrán que abandonar sus formas de hacer la Paz para permitirle a la sociedad elegir las suyas (Harris, 1988: 13). La educación para la Paz exige desarrollar proyectos con un marcado enfoque en alternativas positivas, no solamente en lo que concierne a ir contra la guerra, la injusticia, las violaciones de los derechos humanos y el deterioro del medio ambiente, sino lo que tenga que ver con la Paz, la justicia, la práctica de los derechos humanos y el equilibrio ecológico. La tarea que asume la educación para la Paz, es plantear de forma concreta una sociedad pacífica y justa, que respete los derechos humanos y proteja el medio ambiente, así mismo, que eduque a los 1 Profesora Investigadora de la Facultad de Derecho, Universidad Santo Tomás, sede Bogotá. Doctorado en Estudios de Paz Conflicto y Desarrollo, Universidad Jaume I, Castellón, España. International Master in Peace, Conflict and development Studies de la misma universidad. Psicóloga de la Universidad San Buenaventura, Medellín. Se ha desempeñado como docente e investigadora de las Universidades Nacional de Colombia, Distrital de Bogotá y Luis Amigó. Miembro del Grupo de investigación Constitucionalismo Comparado y líder de la línea investigación Constitucionalismo y Educación. Correo electrónico: [email protected]
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LA EDUCACION PARA LA PAZ: UN GRAN DESAFIO PARA COLOMBIA.
Mariela Sánchez Cardona
1
1. OBJETIVOS Y PRETENSIONES DE LA EDUCACIÓN PARA LA PAZ
La principal presunción que respalda la educación para la Paz es que si los ciudadanos
poseen más información acerca de las alternativas frente al uso de la fuerza, rechazarán siempre
los caminos de la violencia. Esta educación, como una estrategia para una Paz duradera, se
fundamenta en la formación de los individuos con el fin de que sirvan de gran apoyo a las
políticas pacíficas. La educación para la Paz, aspira a que la constante preocupación por la Paz,
tenga enorme acogida a través de toda la sociedad, y se convierta en una norma que guíe la
conducta humana. Con estos planteamientos se quiere lograr que en el futuro, las personas
promotoras de Paz, sean cada vez más y, de esta forma, que pueden promover y empoderar la
Paz en las sociedades, inclusive con mayor protagonismo que los gobiernos, ya que la gente
desea tanto la Paz, que un buen día los gobiernos tendrán que abandonar sus formas de hacer la
Paz para permitirle a la sociedad elegir las suyas (Harris, 1988: 13).
La educación para la Paz exige desarrollar proyectos con un marcado enfoque en
alternativas positivas, no solamente en lo que concierne a ir contra la guerra, la injusticia, las
violaciones de los derechos humanos y el deterioro del medio ambiente, sino lo que tenga que
ver con la Paz, la justicia, la práctica de los derechos humanos y el equilibrio ecológico. La tarea
que asume la educación para la Paz, es plantear de forma concreta una sociedad pacífica y justa,
que respete los derechos humanos y proteja el medio ambiente, así mismo, que eduque a los
1 Profesora Investigadora de la Facultad de Derecho, Universidad Santo Tomás, sede Bogotá. Doctorado en Estudios de Paz
Conflicto y Desarrollo, Universidad Jaume I, Castellón, España. International Master in Peace, Conflict and development Studies de la misma universidad. Psicóloga de la Universidad San Buenaventura, Medellín. Se ha desempeñado como docente e investigadora de las Universidades Nacional de Colombia, Distrital de Bogotá y Luis Amigó. Miembro del Grupo de investigación Constitucionalismo Comparado y líder de la línea investigación Constitucionalismo y Educación. Correo electrónico: [email protected]
individuos para lograr y mantener un orden coherente con esta forma de sociedad (Reardon and
Eva Nordland, 1994: 24).
Del mismo modo, es importante clarificar que los planteamientos que se hacen de la
Educación para la Paz, van más allá de la teoría, el diagnóstico de situaciones o la intervención
en casos de agresión ya consumados. Uno de los aportes más valiosos se orientan a la
prevención de comportamientos negativos, tanto individuales como grupales, que son capaces
de deteriorar la convivencia pacífica a nivel individual, social y ecológico. Esta perspectiva
proactiva de prevención, realiza valiosas contribuciones encaminadas a reafirmar y fomentar los
procesos de Paz en todos los escenarios.
La educación para la Paz promueve no solamente el deseo de Paz que subyace en la
mente humana, sino que también enseña habilidades para construir la Paz (Crews, 2002) y para
que los seres humanos puedan aprender formas no violentas que ayuden a mejorar la interacción
con los demás. De igual forma dicha teoría, busca confrontar y condenar de manera directa,
cualquier clase de violencia que predomine en las sociedades, mediante lineamientos filosóficos
que apuntan a desarrollar una conciencia pacífica que garantice la transformación de los
conflictos (Danesh, 1979), a través del uso de herramientas de Paz entre las personas, y que
ofrezca una solución de largo plazo frente a las amenazas inmediatas de la guerra. Para que la
educación para la Paz sea efectiva, debe actuar directamente sobre ciertas formas de pensar que
han sido desarrolladas en el curso de milenios de historia humana, que han conducido directa o
indirectamente, a serios problemas de agresión entre los pueblos. Por lo tanto la principal
estrategia que se plantea, es educar a millones de estudiantes, quienes deben a su vez trabajar
para cambiar sus comportamientos violentos (Harris, 1988: 6-14).
El desarrollo de prácticas apropiadas de educación para la Paz, es útil en la preparación
y fortalecimiento de la convivencia entre los niños y niñas. Las metodologías de Paz
contribuyen en todas las áreas del desarrollo infantil a nivel físico, cognitivo, social y
emocional. De esta manera, al formarse en la importancia de vivenciar la Paz en la experiencia
de vida, los niños ganan confianza en el desarrollo de sus destrezas, y de esta manera logran el
éxito en sus tareas, obteniendo resultados satisfactorios para sí mismos y en la convivencia con
los demás (Noddings, 2005). De otro lado, a través de la utilización de herramientas pacíficas,
los adultos pueden ayudar a la juventud a abordar sus problemas y a resolverlos apaciblemente,
empleando por ejemplo, técnicas de negociación y dinámicas de comunicación adecuadas, que
les permita estimular la expresión de las emociones e interpretar el lenguaje no verbal de sus
conductas. Dicho aprendizaje es de gran importancia en la preparación de los jóvenes para la
Paz (Mayor, 1996: 109).
Es importante dejar claro que un maestro que enseñe los tópicos de la educación para la
Paz no tiene garantía alguna de que sus estudiantes, abrazaran la Paz de manera inmediata o
trabajarán para reducir la violencia. La educación influye de manera lenta en la cultura, y los
maestros (as) usan sus habilidades y conocimientos para transmitir ciertos mensajes y modelos
de convivencia a sus estudiantes, quienes en últimas, desarrollarán comportamientos y actitudes
que configurarán las normas culturales que darán origen a las transformaciones necesarias; sin
embargo, este proceso no se da de la noche a la mañana (Harris, 1988: 15).
En esta investigación se acoge al planteamiento de Harris, en el que se argumenta que es
necesario romper ciertas estructuras mentales creadas por muchos años frente al tema de la
guerra. Teniendo en cuenta las experiencias de docencia en educación para la Paz tanto a nivel
formal como informal, se puede concluir que el cambio de paradigmas y el trabajo en pos de
crear nuevas formas de pensar, son tareas arduas. Los aportes de la psicología cognitiva, han
demostrado que es mucho más fácil para el individuo conservar las viejas ideas que cambiarlas.
Por consiguiente, los procesos pedagógicos que apunten a enseñar metodologías para sentir la
Paz, romper paradigmas e ir más allá de lo teórico, para influir en el estilo de vida de las
personas y los valores culturales de una población, requieren tiempo, paciencia y especialmente
tolerancia en países como Colombia.
En particular se ha encontrado, que aunque los estudiantes traten de interiorizar cómo
pueden llegar a transformar los conflictos a través de herramientas de no violencia, al llegar a
sus casas se encuentran con una realidad muy diferente, pues muchos viven diariamente formas
de violencia estructural. Por lo tanto, esos estudiantes pueden concluir que la transformación del
conflicto desde la teoría de la Paz, no se compagina con su vida diaria y en fin, resulta poco
viable. El papel de los educadores(as) de Paz consiste es ayudar a los estudiantes a analizar las
contradicciones de cada sociedad, a través de una metodología racional que les permita
comprender mejor un futuro de Paz. También es muy útil que sientan que no están solos en este
proceso, y que alguien está escuchando sus contradicciones. A menudo, tan solo existe un lugar
en donde pueden transformar sus conflictos personales, y fortalecer sus esperanza e ideales de
Paz y éste es la escuela, ya que en sus hogares y en la sociedad en general, perciben mucha
violencia y las estructuras sociales inequitativas terminan por oprimir sus ideas de Paz .
La ventaja de la educación para la Paz y de la investigación sobre la Paz, es que nos
permite mantener una actitud crítica ante las estructuras sociales y usar los cerebros e
imaginación, en la búsqueda de alternativas; así que, cuando lleguen las oportunidades,
y es seguro que llegarán, podremos aprovecharlas (Harris, 1988: 15).
La palabra educación viene de la palabra latina educare que significa sacar o llevar
hacia afuera. La educación para la Paz implica sacar a la gente de sus instintos para vivir
pacíficamente con los demás, haciendo énfasis en los valores de la Paz sobre los cuales debe
fundarse toda sociedad (Harris, 1988: 14; Harris and Morrión, 2003: 29). El ser humano tiende a
proyectar hacia su entorno sentimientos de ira y a clasificar a los demás como buenos o malos,
amigos o enemigos.
Educar para la Paz es un proyecto global y multidisciplinario que concierne a todas las
áreas del currículo educativo, y se encuentra cimentado en los conceptos de Paz positiva y
conflicto; se mueve desde lo didáctico y a través de la construcción de relaciones de Paz entre
los integrantes de la clase, ampliándose a la comunidad que conforma el centro educativo y,
posteriormente, a la sociedad que la rodea. El desafío es fundar el proceso educativo a partir de
unas relaciones de Paz, lo cual se define como un objetivo educativo en sí mismo, y a la vez,
como un requerimiento metodológico y organizativo que beneficia los procesos de enseñanza -
aprendizaje (Jares, 2003: 87).
Uno de los autores que mejor ha resumido las principales metas de la educación para la
Paz, es el investigador Ian Harris (1988, 2002) quien las agrupa en diez metas que a
continuación se presentan:
1. Apreciar la riqueza del concepto de Paz. La educación para la Paz proporciona en las
mentes de los estudiantes una visión dinámica de la Paz que contrarresta las imágenes violentas
que dominan la cultura. La Paz implica amor y respeto por todas las formas de vida, de igual
forma a través de esta disciplina se enseña acerca de los esfuerzos del pasado, del presente y de
las propuestas para alcanzar la justicia en el futuro.
2. Abordar los temores. Los educadores de Paz abordan los temores de las gentes. Existen
muchos temores en la sociedad colombiana. Por ejemplo: niños abusados en su propio hogar; el
miedo de los ciudadanos a ser atacados en las calles; la violencia es una realidad permanente en
las escuelas; incremento del suicidio entre adolescentes debido a que no perciben ninguna
esperanza en el futuro.
3. Proporcionar información acerca de los sistemas de defensa. Los ciudadanos de todos los
países necesitan información acerca de los sistemas de defensa. La noción de seguridad
colectiva implica que las naciones construyen armas y crean, por ejemplo, ejércitos y armadas
navales para suministrar protección contra posibles ataques. Los ciudadanos necesitan saber lo
que conllevan estos sistemas y las implicaciones del desarrollo y dependencia de estos, razón
por la cual los educadores de Paz necesitan enseñar las causas, la naturaleza y las consecuencias
de la carrera armamentista.
4. Comprender el comportamiento de la guerra. Los estudiantes en las clases de educación
para la Paz estudian las causas principales de la injusticia, la violencia, y de la guerra. Los
educadores de la Paz suministran a sus estudiantes un entendimiento de cómo los diferentes
individuos, culturas y sistemas políticos responden al conflicto.
5. Desarrollar una comprensión intercultural. Los estudios de Paz se enfocan en la forma en
que las instituciones humanas manejan los conflictos de gran escala de orden internacional, así
como también enseñan cómo se originaron tales conflictos.
6. Proporcionar una orientación para el futuro. Los estudiantes y maestros (as) en las clases
de estudios para la Paz, visualizan cómo podría ser el futuro y luego discuten lo que puede
hacerse para lograr la Paz. Los estudios de Paz abarcan cursos sobre el futuro que estimulen a
los estudiantes a pensar acerca de las formas menos violentas del comportamiento humano. Para
autores como Jares (1994), «Educar para la Paz no es educar para la inhibición de la
agresividad, sino para su afirmación y canalización hacia actividades socialmente útiles» (Jares,
1994:290).
7. Enseñar la Paz como un proceso. La educación para la Paz también proporciona
habilidades para moverse en el mundo lejos de la violencia, y a la vez estimula este cambio de
manera precisa. De igual forma, se centra en estrategias para lograr cambios tanto a nivel
interpersonal como social. Es así como la construcción de Paz es un proceso que debe
enseñarse, tanto a nivel preventivo como a nivel correctivo cuando los seres humanos desean
modificar su comportamiento violento. De este modo en las clases de educación para la Paz,
los estudiantes examinan cómo sus acciones diarias y sus creencias, contribuyen a la
perpetración de la injusticia y el desarrollo de la guerra.
8. Promover un concepto de Paz que vaya acompañado de la justicia social, puesto que la
lucha por la Paz abarca la justicia; por ello los estudiantes de educación para la Paz, deberán
aprender sobre los problemas de los derechos humanos, pues como lo plantea Jares (1994):
Educar para la Paz supone educar desde y para unos determinados valores, tales como la
justicia, la cooperación, la solidaridad, el desarrollo de la autonomía personal y la toma
de decisiones, etc., al mismo tiempo que se cuestionan aquellos que son antitéticos a la
cultura de la Paz, como son la discriminación, la intolerancia, el etnocentrismo, la
obediencia ciega, la indiferencia e insolidaridad, el conformismo, etc. (Jares, 1994: 289-
290).
9. Estimular el respeto por la vida. El logro de la Paz representa un proceso de
humanización mediante el cual los individuos superan sus tendencias violentas; por
ende la educación para la Paz, enseña a tener respeto por la vida. Es necesario entonces
que los estudiantes de Paz desarrollen imágenes positivas de ellos mismos, con un
sentido de responsabilidad hacía sí mismos y los demás, y con una capacidad de confiar
en los otros.
10. La última meta de la educación para la Paz, es abordar los problemas creados en
un mundo consumido por los comportamientos violentos. Para ello los estudiantes de
educación para la Paz, deberán aprender cómo resolver disputas de manera no violenta y
a hacer del mundo un lugar más seguro, ya que la humanidad no podrá alcanzar su
pleno potencial sino hasta que la violencia se haya detenido (Harris, 1988: 17-20; 2002:20).
Este pensamiento también ha sido liderado por la investigadora del tema educación para
la Paz, Betty Reardon (1988), quien plantea que la educación para la Paz pretende integrar al
individuo con la sociedad y con su entorno natural.
Resumiendo Reardon (1988) plantea que la educación para la Paz opera a través de las
siguientes cuatro dimensiones esenciales:
La primera dimensión está compuesta por una educación integral y holística, en la
cual la persona es vista como un todo en el contexto del orden planetario total, y se encuentra en
el centro del proceso educativo. Este punto de vista también es compartido por Jiménez Bautista
(2004), quien plantea que todas las «antropologías», al concretarse en una Antropología «para»
la Paz , deben considerarse como instrumentos que constituyen -al igual que ocurre con la
Investigación para la Paz -, al ser humano como su objeto de estudio (Jiménez Bautista, 2004:
23).
La segunda dimensión en la que actúa, es el contexto humano, particularmente
haciendo énfasis en los puntos de unión de los seres humanos en un todo. Este énfasis le
permitirá a la persona, concebir las relaciones entre los diversos sistemas que conforman las
dimensiones humanas dentro de un sistema global, que comprende el subsistema económico,
social e interpersonal.
La tercera dimensión donde opera es la ecológica y planetaria. En este punto, la autora
resalta la importancia de un sistema integrativo, que visualiza el planeta como un huésped de los
sistemas, y lo denomina ethos ecológico el cual podría ser entendido como una morada o lugar
donde habitan los hombres y los animales.
La cuarta dimensión es la orgánica y la del desarrollo. El aprendizaje deberá verse
como parte de un proceso de desarrollo: el desarrollo del individuo, de la especie humana en
general, y de una especie en relación con las demás (Reardon, 1988: 74-75).
Sin embargo, lograr las metas y objetivos previamente expuestos no es una tarea fácil,
por el contrario, constituye un gran reto para todo el mundo. Podría pensarse que es un trabajo
trascendental y crucial, a pesar de que en muchas ocasiones resulte agotador, aunque finalmente
gratificante. Es así como el papel de los educadores es fundamental, ya que aquellos ayudarán a
desarrollar visiones plausibles de Paz dentro de las aulas de clases, que ofrezcan alternativas
frente al comportamiento violento. Alfonso Fernández (2000), profesor de la Universidad de
Granada, plantea como un reto de la educación para la Paz, la transversalidad de las diferentes
dimensiones de la Paz (personal, social y ecológica), es decir que el compromiso de estas
disciplinas sociales con la Paz, debe llevar no solo a contemplarla como un objetivo, sino
también a implementarla como una práctica que sea compatible en la Cultura de la Paz , tanto al
interior de las aulas, como fuera de ellas (Fernández Herrería, 2000: 114).
En este el siguiente apartado, se quiere enunciar algunas crisis de la humanidad las
cuales afectan el desarrollar de los objetivos para la paz. Por consiguiente, Colombia tiene
algunos grandes retos para empoderar la educación para la paz, lo cual implica cambios tanto en
el marco sociopolítico como en algunos paradigmas entorno a las relaciones de convivencia. En
este proceso de compromiso por la paz, se debe involucrar a toda la sociedad en general, en
varios niveles: Personal, Educativo, Familiar y Estatal, los cuales deberán avanzar con mismo
objetivo, en busca de una verdadera cultura de paz, que sea duradera y sostenible en el país.
2. CRISIS DE LA HUMANIDAD
2.1 Pérdidas de la conexión con el mundo
En este apartado se desea ahora exponer el problema originado por una ruptura en las
relaciones entre el individuo y los otros, que desencadena al mismo tiempo, una división en las
relaciones grupales, incluso a nivel nacional e internacional. Siguiendo la teoría de Krishnamurti
(1983) la supuesta separación del individuo con la sociedad no existe en realidad, pero sí en las
mentes de muchas personas y trae consigo problemas de falta de solidaridad que en ocasiones
son los causantes de crímenes y agresiones. El autor plantea que el mundo que nos rodea está
fragmentado, y así mismo cada uno de nosotros y el resultado, es la desdicha y el sufrimiento
(Krishnamurti, 1983: 49; 1996: 8). En esta misma dirección la tesis de Morín esboza que el
origen de esta división se encuentra en la forma como la educación ha abordado este tema a
temprana edad:
Nos enseña desde la escuela elemental a aislar los objetos (antes que reconocer sus
solidaridades), a desunir los problemas, más que a unir y a integrar. Nos ordena reducir
lo complejo a lo simple, es decir, a separar lo que está unido, a descomponer y a no a
recomponer, a eliminar todo lo que aporta desordenes o contradicciones a nuestro
entendimiento (Morín, 2007: 16).
En el Seminario Galego (2005), se planteaba que para construir la Paz, el ser humano no
debe concebirse como un ser separado e individual, pues eso afecta la relación con las otras
personas. Al pensarse cómo un ser separado y aislado, está construyendo muros y fronteras que
crean sobre sí mismo el miedo, la desconfianza, la ansiedad, la inseguridad y por supuesto,
formas de defensa agresiva, conflictiva y egocéntrica. En cambio, cuando una persona hace
conciencia de la unidad que existe entre su «yo» y la comunidad, en donde la naturaleza
también está incluida, y asimismo se percibe como un ser social, florece un yo interior que se
llena de amor y alegría, al que le da gusto vivir en plenitud y armonía con la sociedad. De esta
manera, se hace partícipe y constructor de Paz, resolviendo los conflictos de la separación y la
individualidad (seminario Galego, 2005: 73-74).
Al tener sensibilidad en los momentos de dolor y de felicidad del prójimo, se abre una
importante puerta de solidaridad y participación mutua de sentimientos humanos. Cuando se
desarrolla este enlace de cada uno con el resto del mundo, se estarán creando puentes de
comunicación basados en el afecto, que se convertirán en redes humanas conectadas y
comprometidas en realizar verdaderamente la Paz. La pedagoga y doctorada en humanidades
Martha Jalali, plantea que «los seres humanos están unidos en su humanidad y esta unidad es
definida por un todo constituido de partes que comparten una misma condición y que a la vez,
interdependen en esta condición compartida, o sea, para tener expresa su igualdad» (Jalali
Rabbani, 2001: 53).
Sin embargo, muchas personas asumen que los demás no son parte de sí mismos, ni
tampoco están a un mismo nivel de igualdad y consideran que los problemas del otro no les
afectan directamente. Es así como el concepto de cooperación pasa a ser algo alejado de su vida
diaria. De otro lado, Morín (2007) destaca que entender que somos parte de la cultura trae
consigo la misión de educar para la comprensión humana, lo que invita a enseñar la ciudadanía
sobre la base del reconocimiento de una unidad antropológica, de la existencia de diversidades
individuales y culturales, en donde todos los seres humanos nos vemos enfrentados a los
mismos problemas vitales (Morín, 2007: 134). Esta tesis, visualiza la interdependencia que
como seres vivientes tenemos con un planeta compartido por todos donde cada uno posee una
individualidad que no debe degenerar en procesos de aislamiento y soledad, capaces de
deteriorar, el crecimiento personal de cada quien.
El investigador Vicent Martínez (2005) profundiza en el tema siguiendo a Kant,
haciendo un análisis filosófico que llama la atención sobre la necesidad de fortalecer la
socialibilidad del ser humano, a pesar de la inevitable insociabilidad que le es natural. Lo
plantea en los siguientes términos:
Necesitamos a los otros y las otras como ocurre con los árboles del bosque que, al tratar
de quitarse unos a otros aire y sol, se fuerzan a buscarlos por encima de sí mismos y de
este modo crecen erguidos; mientras que aquellos otros que se dan libertad y
aislamiento, extienden su ramas caprichosamente y sus troncos enanos se encorvan y
retuercen.{...} estamos hechos de un material, de una madera, como un tronco de árbol
que, aislado, fácilmente se retuerce { . . . } la cualidad del material que constituye el ser
humano se dobla, en especial cuando pretendemos vivir aislados (Martínez Guzmán,
2005: 82-83).
Los planteamientos que serían pertinentes analizar son: cómo continuar creciendo con la
riqueza de los valores personales, sin llegar a vivir en soledad ni a lesionar a los otros, sino por
el contrario, viviendo una existencia colaborativa, donde el desarrollo individual favorezca el
desarrollo grupal o social. Esto implicaría la búsqueda de relaciones humanas donde se pueda
tener la posibilidad de aislarse cuando sea necesario, pero sin ser indiferentes y sin perder la
relación armónica con los otros (una soledad acompañada), fenómeno que podría facilitar el
manejo de conflictos surgidos por la indiferencia frente a la vida del otro. Se puede notar con
frecuencia, que los problemas surgen debido a que ciertos comportamientos o actitudes
humanos son defendidos como parte de la vida privada, sin reconocerse su impacto en la
convivencia social. Lo anterior podría dar como resultado un mayor aislamiento de las personas,
ya que se presentarían más actitudes de indiferencia, por temor a irrespetar la privacidad del
otro; sin embargo inevitablemente, estos comportamientos afectaran a la sociedad en el largo
plazo.
Al respecto Zygmunt Bauman (2004), anota que existe una dependencia mutua de los
seres humanos:
En este planeta, todos dependemos el uno del otro, y nada de lo que hagamos o dejemos
de hacer es ajeno de los demás. Desde el punto de vista ético, eso nos hace a todos
responsables por cada uno de nosotros. La responsabilidad está ahí, firmemente
colocada en su lugar por la red de interdependencia global, reconozcamos o no su
presencia, la asumamos o no (Bauman, 2004: 28).
Autores como Reardon y Nordland 1994, hacen un llamado de atención a la creación de
una conciencia global o de unidad humana. Plantean que el cimiento real de la unidad global,
descansa en la conciencia de una unidad espiritual subyacente.
2.2 Los progresos tecnológicos sin control son amenazas para el desarrollo humano
Adicional a la dificultad que tiene el individuo para construir conexiones sociales que
posibiliten la convivencia pacífica, planteada en el anterior apartado, también se quiere
mencionar los problemas humanos que ha generado la utilización de la tecnología mal
direccionada por las personas. Los medios de comunicación modernos y ágiles como la radio, la
televisión, el Internet, y los celulares, no solamente han traído conflictos en las relaciones dentro
de la sociedad colombiana, sino también contribuido al distanciamiento en la convivencia
cotidiana. Las personas ya no tienen, como antes, el mismo tipo de contacto con los demás;
ahora prefieren escribir por correos electrónicos a intentar tener una relación próxima con los
otros, esta razón ha contribuido a la aparición de muchos conflictos en las familias ya que en
muchas ocasiones los padres no tienen tiempo para comunicarse con sus hijos. El computador,
la multifuncionalidad de los teléfonos y la televisión con un sinnúmero de canales, algunas
veces ganan prelación frente a la comunicación en las familias. Es por esto que los individuos
están perdiendo las habilidades para comunicarse cuando tienen conflictos y en los niños
muchas veces se deja de estimular las habilidades de expresión de sentimientos ante las
situaciones cotidianas. Inmaculada Mercado Alonso, experta en Educación ambiental, plantea
en su tesis que:
Nos estamos dando cuenta de que, en realidad, la clave está en que no tenemos
objetivos tecnológicos claros: lo verdaderamente importante es hacer lo que
tecnológicamente sea posible, sin prever cuáles serán las consecuencias sociales,
políticas, económicas, ambientales. Sin contemplar, casi siempre desde ningún punto de
vista, cuáles son las auténticas demandas sociales, ( . . . ) esto ha determinado que la
creación de esta tecnología se escape de nuestro propio control y se convierta en un
arma de destrucción (Mercado Alonso, 1994: 53).
Anna Oliverio Ferraris, autora de un trabajo sobre este síndrome, explica que los hijos
están creciendo muy rápido ya que hay una influencia grande de información abundante con
mensajes sexuales que llega a ellos desde su tierna infancia; a partir de esto, los niños se están
convirtiendo en seres autómatas que repiten gestos y actitudes de los adultos que los rodean o de
los medios de comunicación, sin saber su real significado. El observatorio de Pavia, instituto
que hace investigación y análisis de la comunicación, «calculó que en un año, un niño italiano
es alcanzado por un promedio de 33.000 mensajes publicitarios a través de la televisión.
Muchos de ellos con marcado carácter sexual» (Pique, 2008: 1-16). Lo que más preocupa es que
en muchas familias los padres enseñan a sus hijos que para poder sobrevivir es importante la
competición y la lucha y, estos mensajes, refuerzan contenidos de violencia a través de medios
masivos de comunicación como el internet, la televisión y los videos juegos. Los jóvenes
aprenden que los medios más eficientes para sobrevivir y ser aceptados socialmente son obtener
poder, competir y obtener ganancia económica (Danesh, 2006: 57).
En países como España, según la investigación realizada por el Gabinete de Estudios de
Comunicación Audiovisual, los niños dedican tres a cuatro horas diarias a ver televisión, de
ellos un 31% la ven solos, y un 13% tienen televisor en su habitación (Meza Sánchez, 2002:
210). Es indispensable desarrollar ciertos programas que enseñen a las nuevas generaciones
cómo aplicar las nuevas tecnologías -cada vez más sofisticadas-para privilegiar la Paz y no la
guerra o la violencia. Mucha gente ha comenzado a pensar que la única forma de salvar el futuro
de los niños y la humanidad en general, y salvar el planeta, es a través de cambios tanto a nivel
personal como educativo y estatal.
Uno de los conceptos de infancia, surge en relación con las transformaciones de la
Revolución industrial, a partir de la cual se reconoce aquella como una etapa cualitativamente
distinta a la edad adulta; por ello, se hace necesaria la protección de la niñez, separándola del
mundo de los adultos y, especialmente, de su violencia. Los cambios actuales originados a partir
de una revolución tecnológica sin control ni seguimiento han obstaculizado la protección de la
infancia y la juventud, frente a la exposición a diferentes tipos de violencia de que son víctimas.
En algunos hogares de Colombia, la falta de supervisión frente al uso del computador y
la televisión entre la población joven, ha producido serios problemas de salud física y mental,
entre ellos se pueden mencionar desordenes alimenticios como la obesidad, anorexia y la
bulimia. Según estudios realizados por el médico Luís Alberto Ángel de la Universidad
Nacional de Colombia, de un grupo de 200 estudiantes, el 0,5% de los Bogotanos de 16 a 25
años sufren de anorexia y el 2,6% de bulimia, así mismo, ocho de cada diez estudiantes están en
riesgo de padecer enfermedades alimenticias (Fernández y Perilla, 2008: 1 -2).
En otros países como Corea del Sur, existen 210,000 niños que padecen de adicción a
internet y necesitan tratamiento médico, de los cuales el 80% requiere tomar medicamento y un
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