UNIVERSIDAD NACIONAL DEL CENTRO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS DOCTORADO INTERUNIVERSITARIO EN HISTORIA La dinastía norteña de Omrí y la ruptura con el pasado hebreo (ca. 883-841 a. C.) Tesis de Doctorado en Historia ALUMNA: Lic. MAGDALENA MAGNERES DIRECTOR DE TESIS: DR. MARCELO CAMPAGNO
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La dinastía norteña de Omrí y la ruptura con el pasado hebreo ...
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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL CENTRO DE LA PROVINCIA DE
BUENOS AIRES
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
DOCTORADO INTERUNIVERSITARIO EN HISTORIA
La dinastía norteña de Omrí y la ruptura con el pasado
Figura 11. Plano del estrato IV de Megido ................................................................... 143
Figura 12. Plano del cercamiento de Jezreel. Según Ussishkin y Woodhead (1992)... 146
Figura 13. Plano de la ciudad de Hazor en el siglo IX a. C.. ........................................ 148
Según Debora Sandhaus (2013). ................................................................................ 148
Figura 14. Plano de Dan en el Hierro II ....................................................................... 151
Figura 15. Plano de las áreas excavadas de Dor hasta 2015 en Gilboa
y Boaretto (2015) ........................................................................................................ 153
Figura 16. Puerta de Jahaz y torre en ángulo superior derecho.
Según Duviau (2000) .................................................................................................. 156
Figura 17. ―Grupo Jezreel‖ (según Zimhoni y Herzog y Singer-Avitz) .......................... 158
Figura 18. Esbozo de brote de palmera datilera y voluta de piedra
según Franklin (2011) ................................................................................................. 160
Figura 19. Volutas de piedra halladas en sitios del norte de Israel.
Según Lipschits (2011) ................................................................................................ 161
Figura 20. Ubicación geográfica de los hallazgos de la evidencia epigráfica
analizados en el capitulo. ............................................................................................ 166
6
TABLAS
Tabla 1 .......................................................................................................................... 24
Tabla 2 .......................................................................................................................... 49
Tabla 3. Tabla con la duración de los reyes de Israel y Juda: ....................................... 92
Tabla 4. Los sitios del reino de Israel y los años de sus excavaciones ........................ 127
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PRÓLOGO
El lector de esta indagación se preguntará tal vez: ¿una vez más la
historia de Israel? ¿Existirá algo no dicho aún sobre los personajes que pueblan
la historia de Israel? ¿Pueden sus reyes ser ordenados nuevamente? ¿Hay más
para contar sobre esos reyes de los que habla la Biblia? La producción escrita
sobre el tema es incalculable, los siglos durante los que la cultura occidental se
ha dedicado a Israel también. Pero considero que sí, que la iconoclasia tiene en
el mundo una historia más larga que sus primeros defensores bizantinos. Esa
tendencia se rastrea ya en los primeros escritores del texto bíblico que tuvieron
en sus fuentes orales y escritas memoria de nombres maldecidos,
imposibilitados de atribuírseles grandeza, logros, entidad, despojados casi hasta
de su nombre.
Pasaron muchos años desde que me hice las primeras preguntas sobre la
historia del Israel antiguo y los matices de la enorme bibliografía que estaba ante
mis ojos era un desafío para un historiadora recién graduada como era yo, en
ese momento. La guía del Profesor Raúl Mandrini y la del Profesor Severino
Croatto fueron centrales. Aquellas primeras preguntas abiertas y estructurantes
sobre la historia de Israel estaban vinculadas con el problema del origen de los
hebreos, temática muy transitada como toda la que se pregunta por la génesis
cultural. Mi tesis de Licenciatura, ―Historia y Arqueología. El asentamiento de los
israelitas en Palestina‖, bajo la dirección del Prof. Mandrini, fue la conclusión de
ese trabajo de investigación. Las lecturas posteriores y las constantes visitas al
Instituto Superior de Estudios Teológicos (ISEDET) ampliaron las perspectivas.
Descubrí que, en el caso de los hebreos, nos encontramos con una ordenación
binaria (nosotros y los otros) cuya lógica inicial deviene divina y perduró
traspasando milenios. La conformación de una identidad inexistente hasta ahí,
hasta ese momento que llamamos etnogénesis, se puede ubicar en el Levante
en torno al siglo XII-XI a. C. Se trata de unos pocos rastros edilicios distintivos,
unos contornos cultuales difusos que se acercan mucho a la especulación propia
del ámbito religioso pero cuya repercusión y repetición social y cultural trashumó
por todo el Cercano Oriente. Las escasas evidencias de esta época me
8
impidieron profundizar en estas cuestiones y el comienzo del doctorado me
condujo y acercó temporalmente a un espacio más poblado y complejo, la Edad
del Hierro II, donde un rey llamado Omrí había gobernado el norte de Israel
donde instaló una dinastía con sus hijos que permaneció en el poder durante
unos cuarenta años y cuyo nombre recogían fuentes moabitas y asirias.
La temprana partida del Profesor Croatto, en 2004, fue un quiebre en el
proceso de investigación de un campo de estudios tan amplio como era la
historia de Israel para mí en aquel momento. Los años de seminarios en el
Colegio de México, con el valioso aporte del Profesor Silva Castillo, y en la
Universidad de Buenos Aires fueron abonando y delineando historiográficamente
los contornos de una tesis sobre un rey al que pocos autores se referían en
profundidad. La fortuna de ser invitada en 2008 a una estancia de investigación
a la Universidad de Tel Aviv por su vice-rector el Dr. Ranaan Rein propició el
contacto directo con los registros arqueológicos de los principales sitios. La
enorme generosidad del personal del Instituto de Arqueología Marco y Sonia
Nadler de la Universidad de Tel Aviv fue imprescindible para la obtención de
material de estudio. Las entrevistas con Norma Franklin fueron vitales para
entender el proceso de la interpretación arqueológica que llevan adelante las
universidades en un país tan politizado respecto de su pasado, desde su
creación, como es Israel. Por último, la calidez del Dr. Ianir Milevski que brindó
su tiempo en el recorrido de Jerusalén y su presentación en la Biblioteca del
Museo Rockefeller, así como el personal de la sección de Planos y Geografía,
me permitieron relevar cuestiones referentes a la geografía de un territorio tan
acotado que, con una historia enorme, no excede las dimensiones de nuestra
provincia de Tucumán.
Así pasaron los siguientes años de la investigación, con lecturas,
seminarios y reuniones científicas. Mis clases de Historia Antigua en la Facultad
de Ciencias Humanas le dieron un marco dinámico a la tarea de escribir la tesis
bajo la atenta dirección del Dr. Marcelo Campagno quien, con su paciencia
infinita, me ayudó en forma constante.
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Luego de este recorrido sobre la historia de Israel y sus modos de
evocación percibo la existencia de un eje invisible donde espacio, sociedad y
cultura comparten una identificación consciente y real con esa porción de tierra
donde se estableció el estado de Israel hace casi 70 años y donde la cultura
hebrea hizo el resto para construir su propia historia. Este vínculo complejo —
pasado-presente kosellekiano, podríamos decir— se ha perdido entre los
historiadores de otros temas del mundo antiguo pero en los historiadores de
Israel perdura: su historia es una filosofía de la historia.
Es tiempo de desandar esa trama cultural que mantuvo a Omrí a un lado.
Será por tanto Omrí, despojado de su dimensión como protagonista de aquel
proceso político que en el siglo IX a.C. fue muy novedoso, retomado en los
últimos años como rey de una región identificable y defendible. Omrí escapa de
los fines teológicos asociados a esa tierra del dios, tierra que es entregada al
pueblo. Este rey la organiza y la administra. No hay otro rey que haya dejado
una impronta similar en la breve historia independiente del sur de Levante.
Tandil, septiembre 2017
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PRIMERA PARTE
CAPITULO I: INTRODUCCIÓN
Omrí es el primer miembro y fundador de la dinastía que lleva su
nombre, el séptimo rey desde que Israel escinde, según la Biblia, su historia
política de Judá a partir de la sucesión post-salomónica. Su nombre está ligado
a construcciones importantes que se realizaron en las ciudades excavadas de
Samaria y Jeezrel, así como también es referido en fuentes epigráficas de la
región, como la estela de Mesha, rey moabita; la estela de Dan y el Obelisco
negro del rey asirio Salmanasar III. De Omrí la Biblia legó unas pocas
referencias, no dice nada sobre su padre, su origen ni filiación tribal. Sólo
aparece como un comandante del ejército que llegará al poder a partir del
apoyo de este cuerpo militar. Desde ahí decide cambiar la capital del reino de
Israel, Tirsá, a la ciudad que funda y llamó Samaria. Su hijo Ajab continúa su
obra constructiva, realizando fortificaciones y otros palacios.
¿Por qué Omrí? Porque es un rey que merece ser reconsiderado en su
papel dentro de la historia sud-levantina del reino de Israel y sobre el cual sólo
pesaba una condena ideológica: ignorar el culto a Yavé.
¿Por qué la época de Omrí? Porque la arqueología y el avance de los
métodos de datación absoluta del siglo XX y la epigrafía regional la señalan
como un período fundamental del siglo IX a. C., con cambios que producen una
ruptura técnica y de contenido con el pasado hebreo. Es una época en la que
se producen transformaciones en la concepción y alcance del poder estatal,
que impactan también en el texto bíblico, modificando tradiciones o prácticas
familiares como la inalienabilidad de la tierra y las prestaciones personales de
trabajo.
La elección de un tema como la dinastía omrida en el siglo IX a. C.
significa acceder a un campo histórico complejo como es el de ―la historia de
Israel‖ e implica delimitar contornos tanto geográficos, como temporales e
ideológicos. La complejidad del objeto ―Israel‖ coincide con los conceptos
claves que reúne este nombre propio a su alrededor y que impregnan la mirada
del hombre occidental; conceptos inasibles a partir de una primera lectura de
un texto de historia hebrea, ya que además de referir a un Estado creado en
11
1948 que se referencia en ese pasado bíblico, es un espacio idealizado y
abstracto desde su aproximación cultural y su proyección histórica.
Hace casi ya tres mil años que allí surgió una ideología religiosa1 que
marcó un conjunto de saberes y certezas, determinantes en el devenir histórico
hebreo. Esta ideología monopolizó los mecanismos sociales y los vaivenes
políticos de generaciones de hombres creyentes dispersos por Europa y
perdura hasta ser detectable hoy en la historiografía israelí.
Tampoco hemos de eludir la impronta en la historia antigua hebrea de
los sucesos políticos que atraviesan a Israel como país y a la comunidad social
que lo habita a partir de la Segunda Guerra Mundial. ―Refundar‖ y ―recrear‖
aquel estado antiguo fue un objetivo prístino. El carácter de lo simbólico se
canalizó a través de la arqueología para convertirse en nuevo baluarte de
pertenencia, pero ¿de qué? De un conjunto de hechos históricos relevantes
para la humanidad, algo intangible pero absolutamente determinante de una
historia nacional antigua inventada, que recala en los tiempos más lejanos del
primer milenio antes de nuestra era: el momento de unidad y paz, genético
para ―la tierra del pueblo‖. ¿De qué pueblo? Ahí se presenta ese nombre propio
tantas veces repetido ―el pueblo de Israel‖, que define una pertenencia, marca
la fisura epocal ausente que encierra ese pasado y nos distancia de una cultura
hebrea anclada en él.
Por tanto, nos encontramos con una matriz ideológica de poderosa y
longeva constitución y hay que ver en su demostrada sustentabilidad temporal
y ecuménica una raigambre cultural que, a esta altura, ya es una realidad
expuesta en todas las manifestaciones culturales, sociales y políticas que lleva
adelante la comunidad y sus investigadores del pasado. Su influencia en la
mentalidad del historiador-arqueólogo del Israel antiguo es más evidente y se
advierte en reconocer que, al seleccionar sus temáticas y al hacerse preguntas,
obtener fondos para excavaciones y determinar quiénes son los interlocutores,
la historia se adecua a través de lentes que tienden a distorsionar esa realidad
1 Entendemos la religión como una experiencia única de confrontación del hombre con un poder que cree ajeno al mundo por él conocido. La respuesta humana a esta experiencia tiene dos anclajes, uno en el pensamiento y otro en la acción. En nuestro pensamiento se manifiesta a través de la construcción de mitos y teologías, entendidos los primeros como hecho social total que forma parte del llamado por Mann (1991) ―anclaje vertical de nuestro ser‖ y, en nuestra acción, por la práctica de adoración, del culto y el rito‖. Véase el trabajo de Jacobsen (1976:3), Davis (2013).
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pretérita y, sobre todo, cuando no representa sus axiomas tal como sucede con
las informaciones acerca de Omrí y sus descendientes, del que no hay certeza
siquiera de que fuera hebreo, menos aún de que adorara a Yavé.
Deslindar esta trabazón, que no es tan evidente, y plantear nuestra
propia interpretación implicó construir una mirada desde los márgenes de ese
paradigma intelectual que es Israel. Acceder a sus categorías y dogmas,
atravesarlo y comprenderlo, desactivar esa inmensa retícula fue un desafío
intelectual. A partir de ahí, problematizamos un evento político como es la
aparición de un rey y un Estado en el siglo IX a.C. con unas características que
marcan una impronta de cambio y un registro que se ha preservado fuera de
Israel.
Este elemento excedentario, con vigencia y vivencia actuales, es
excepcional en el campo de la historia antigua oriental y hace que cualquier
tema sobre la historia de Israel esté inmerso en un topos absolutamente
singular2: el judaísmo. El acto de pensar a Israel es, para el historiador de la
Antigüedad, un camino difícil, con desvíos permanentes hacia ámbitos donde
se entrecruzan las ideologías y la literatura con la visión histórica.
Los hechos llamados ―históricos‖ estuvieron desde sus inicios
trasvasados por un andamiaje mixto de mitos y de intentos de comprobaciones,
como Masada,3 por ejemplo, sustentada por la emergente ciencia arqueológica.
La clave radica en la ahistoricidad del pueblo judío que está dada por la
consagración del sentido de eternidad que hace que todos los momentos de la
2 Al pensar en la temprana creación de la Wissenschaft des Judentums (una ciencia
llamada Judaísmo, con sus creencias y su historia canonizada en el libro, estudiada y analizada durante siglos) en el siglo XIX, y en toda la literatura midráshica y talmúdica y la funcionalidad con que penetró en la ―Historia‖ del pueblo hebreo, vemos que es la misma historiografía iniciada por Zunz (quien revisa estadísticas de los judíos en 1823) y Graetz (quien escribe en 1847 una obra sobre la construcción de la historia judía y entre 1853 y 1876 los once tomos sobre ―Historia de los judíos‖) entre los más destacados. Véase Boyer y Hayoun (2008:15-20). 3 Para Bembassa (2011:50) los suicidios heroicos allí acaecidos en 73-74 sólo son relatados por el historiador y militar judío romano Flavio Josefo. Sin embargo, a partir del 1000 circuló una versión del episodio en el que luchan hasta la muerte y no se suicidan. Sin duda, la ideología de Masada estuvo fundada en los sacerdotes del templo sobre varias fuentes que relatan suicidios durante su destrucción. Hasta el siglo XVI Flavio Josefo no es leído ni se conocía esta versión. Este giro durante la Edad Moderna generó el renombre de este sitio.
13
historia judía resulten contemporáneos.4 La recuperación del pasado es una
necesidad vital permanente y es, a través de la rememoración judía como
forma de habitar la memoria, que se han conectado el pasado y futuro como un
tiempo presente. Estos hechos instalan un debate historiográfico excluyente
entre sectores vinculados con los círculos de estudios bíblicos y con las
ciencias creadas para la comprensión del pasado. La historia anticuarista y la
arqueología bíblica; en primer plano, y la antropología y la sociología ya más
avanzado el siglo XX, aportan teorías que son utilizadas en la reconstrucción
de la historia de Israel. Aquí intentamos rescatar la historia de un rey que es un
emergente de esta nueva historia de Israel.
Ahora cabe la pregunta: ¿Dónde tienen lugar estos acontecimientos? Se
llamó a aquel territorio ―Palestina‖, el término griego utilizado por primera vez
por Heródoto, que se correspondía con los filisteos y quedó identificado con la
costa levantina (VII, 89). Ese nombre pasó luego a denominar la provincia
romana y es el que la literatura cristiana primitiva adoptó, de acuerdo con la
expresión oficial de entonces, para designar al escenario de la historia bíblica.
Desde entonces hasta nuestros días, la situación ha cambiado pero su
connotación histórica no se ha alterado, aunque hayan variado los conflictos y
las fronteras y la región esté fragmentada políticamente y se la asocie con ―la
causa Palestina‖5 y con su justo reclamo en relación con los territorios
otorgados al actual Estado de Israel, creado en 1948. Esa es otra historia pero
sus raíces sí se vinculan con aquella época, objeto de nuestra indagación, y
4 Véase Taub (2013: 312-313) quien afirma que esa lectura del tiempo es la de un tiempo subjetivo y se manifiesta en la oración, en la enseñanza de los textos y de la ley. En la repetición de las festividades se hace presente un ejemplo clásico como la vivencia en el desierto en la hagadá de Pascua. 5 Esta cuestión de suma actualidad se plantea aquí porque sus vinculaciones con proyectos arqueológicos actuales es innegable y, si bien soslayada, se relaciona con la antigüedad de la propiedad de la tierra, como hacen aquí los pueblos originarios; véase Mashala (2008: 33-35), Aruri (2006: 152-159), Chedid (2004: 55-79). Es interesante el aporte de Rodinson y Chatelet en esta compilación a partir del análisis de la opresión, de la validez y de la trasmutación negativa de los hechos sucedidos hacia occidente, y la asociación entre la rebelión palestina y la protesta árabe con el antisemitismo hitleriano. El historiador Pappe (2009: 154-158) analiza los lemas propagandísticos de Israel como, por ejemplo, ―una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra‖. Véase Qumsiyeh (2007: 23-35,184), quien describe las declaraciones de Herzl sobre los nativos y el libro de Prior (1999: 253-255) en donde se analiza la vinculación de la tierra en la propia conformación del texto bíblico y en su relación con el colonialismo en general y comparando el proceso de Palestina, con la conquista de América y de África.
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con el presente. Este poema del poeta palestino Mahmud Darwish6 así lo
refleja:
Para nuestra patria
Próxima a la palabra divina,
Un techo de nubes.
Para nuestra patria
Lejana a las cualidades del nombre,
Un mapa de ausencia.
Para nuestra patria
Pequeña cual grano de sésamo,
Un horizonte celeste…y un abismo oculto.
Para nuestra patria,
Pobre cual ala de perdiz,
Libros sagrados….y una herida en la identidad.
1. Una historia regional de Israel o una región con historia
El historiador hoy clásico, M. Noth,7 afirma que la historia de Israel se
desarrolló en un escenario muy pequeño. Esa ―tierra de Israel‖, que es una
expresión que el Antiguo Testamento utiliza una sola vez (1 Sam. 13, 19), no
formó nunca una ―región natural independiente‖. Su superficie nunca estuvo
ocupada por una población homogénea y casi nunca dio cabida a una
organización política que coincidiera con ―sus límites naturales‖. Aun así, a
pesar de estas limitaciones, la expresión ―tierra de Israel‖ puede servir todavía
hoy de elástica descripción del territorio en el que unas tribus se crearon, se
establecieron y pugnaron por el poder, antes de unificarse por un breve
período,8 y dejaron en ese suelo la primera impronta de lo que conocemos
sobre el ―pasado hebreo‖.
6 Fragmento del poema ―Para nuestra patria‖ (1986). Darwish nació en 1941 y murió en 2008. En 1948 su vida cambia por la destrucción a manos del nuevo Estado de Israel de la aldea de Birwa donde vivía con su familia. Su tierra palestina es el objeto de reflexión de toda su obra. 7 Véase Noth (1966: 14-16). 8 Véase Ager (1978: 1-15), Bar-Gal (1993: 421-435).
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Hace treinta años, Van Young9 se preguntaba por qué faltaba una
definición común de región en la ciencia histórica y afirmaba que la región era
una hipótesis a demostrar. A partir de su trabajo en el caso de Palestina,
estamos ante un ―regionalismo‖ al que define como la identificación consciente,
cultural, política y sentimental, que grandes grupos de personas desarrollan
con ciertos espacios a través del tiempo. Veamos, por ejemplo, cuando el
Antiguo Testamento, y de una manera especial la literatura deuteronómica,
nombra a Palestina como ―buena tierra que mana leche y miel‖. ¿Se refería a
las zonas de cultivo en comparación con la estepa y el desierto? La expresión
―mana leche y miel‖10 es, además, una frase estereotipada, empleada en el
mundo antiguo para designar un buen lugar y no se inventó especialmente para
Palestina. La literatura sagrada de Israel la utilizó como elogio de su país
comparado con las regiones vecinas, las estepas y los desiertos más
inmediatos, pero no con los valles fluviales, más remotos y menos conocidos,
del antiguo Oriente. Por lo tanto, la alusión a ―leche y miel‖ no nació
específicamente de las condiciones de vida de Palestina. La gente que adoptó
por vez primera la expresión en Israel pensó, sin dudas, en las pasturas que
existían en algunas partes y que acrecentaban la leche de los rebaños y en los
viñedos de donde se obtenía la miel de la uva.
Para Van Young las regiones se definen adecuadamente por la escala
de cierta clase de sistema interno a las mismas, ya que las sociedades
humanas se constituyen típicamente con un gran número de sistemas
mutuamente influyentes como la diferenciación entre grupos, una jerarquía y
una articulación interna. Tenemos una región que nombramos Palestina como
unidad de análisis y que nos proponemos pensarla desde el origen de la
estatalidad omrida, unos tres siglos antes de que se plasmara el relato
fundante de la religión monoteísta.
Si consideramos también que las regiones se construyen históricamente
a partir de la ocupación de los grupos humanos, Palestina poseyó una
9 Véase Van Young (1987:255-259). Ha sido, en nuestra indagación, un punto de partida para abordar a Palestina como región geo-histórica, aunque el autor analiza otro caso, el mexicano, teorizando sobre los elementos comunes de los sistemas regionales y los sistemas sociales. 10 Las interpretaciones sobre el significado de leche y miel son alusivas a animales domésticos y al zumo de los dátiles, a la producción animal y vegetal de la región.
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ocupación heterogénea y fue escenario de procesos de etnogénesis como es el
caso de hebreos y filisteos y que generó en los primeros una construcción
social determinante para esa tierra, la cultura hebrea.
2. Límites geográficos y cronológicos de este estudio
2.1. Nuestro escenario: la geografía sud-levantina
La región comprende el tercio meridional del amplio terreno montañoso
que separa la ribera oriental del Mediterráneo del desierto sirio, surcada
longitudinalmente por una depresión que la divide en dos partes, oriental y
occidental. Por el norte, el territorio de Israel llegaba casi hasta las
estribaciones meridionales de la elevada cadena montañosa del Líbano y del
Antilíbano y, por el sur, hasta la transición de las tierras de cultivo a la estepa y
al desierto de la península sinaítica, aproximadamente a la altura del extremo
meridional del mar Muerto. (Ver Figura 1)
Figura 1. Area geográfica de la investigación
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Las regiones septentrionales son denominadas Alta Galilea, valle de
Hula, Galilea Occidental, Baja Galilea, Golán y valle de Jezreel.
Las regiones centrales son la planicie costera central, valle del Jordán,
zona montañosa central, Sefelá y planicie costera meridional.
Las regiones meridionales son Néguev septentrional, llanura del Mar
Muerto, Aravá, Néguev Central y Néguev meridional.11
Israel puede dividirse en cuatro regiones geográficas, las de la costa,
montañas, valles y desierto: tres franjas paralelas que corren de norte a sur,
una planicie costera que corre paralela al Mediterráneo y está formada por una
costa arenosa bordeada por fértiles campos agrícolas que se internan hasta 40
km al interior del país. En el norte, la costa se ve interrumpida por escarpados
riscos de piedra arenisca y calizas que caen sobre el mar. Una región
montañosa con varias cadenas de montañas corre a lo largo del país. En el
noreste, los paisajes basálticos de las alturas del Golán, formados por
erupciones volcánicas, rodean el valle de Hula. Los montes de la Galilea,
principalmente compuestos de calizas y dolomitas, alcanzan una altura de 500
a 1200 metros sobre el nivel del mar. Pequeñas corrientes de agua
permanentes y una precipitación pluvial relativamente alta, mantienen la zona
verde durante todo el año. Y por último, una gran zona árida desde la mitad sur
del territorio del Néguev, que ocupa casi un cincuenta por ciento de la
superficie del país. En su parte sur, el Néguev pasa a ser un desierto de llanos
y colinas de areniscas, con abundantes quebradas y cauces secos.
Consideremos a esta geografía, en el pasado, como una región cuya
escasez en recursos era la regla, en tanto que la excepción la constituían unos
pocos nichos ecológicos aprovechables, los valles de Hula, Jezreel y Jordán
(ver Figura 2). La historia de Israel se ha visto constantemente influida por las
condiciones naturales del suelo en el que se desarrolló. Por este motivo, el
conocimiento de la geografía es una de las condiciones básicas para
comprenderla y una exposición de la misma debe iniciarse con un examen de
las características fundamentales del propio territorio.12
11 Véase Milevski (2016: 28) con mapa y descripción. 12 Véase Monmonier (1994: 1-15), Bar-Gal (2000: 112-123) y Azaryahu y Golan (2001: 178-195).
18
Sabemos que la imagen actual del paisaje dista mucho de la relatada
por los viajeros y arqueólogos del siglo XIX porque apenas quedan vestigios de
la vegetación y fauna originales. Por lo tanto, la vegetación natural de la región
sólo puede ser comprendida en referencia a la reconstrucción hipotética de
botánicos de campo o informes de antiguos viajeros.13 Los árboles y arbustos
de la región de Palestina de la época histórica fueron el cedro del Líbano, el
ciprés, el enebro, el roble o encina, el pino de Allepo, el álamo, el tamarisco, el
sauce o álamo del Éufrates.14
Figura 2. Relieve del área de la investigación
13 Véase Roaf (1990: 18), Wilkinson (1995: 9). Uno de esos viajeros fue W. Ainsworth que, en 1841, describió la región septentrional del Gran Canaán, entre Tell Rumailah y Uwaynat, durante su viaje de Constantinopla a Mosul. Según Ainsworth había por entonces varias clases de pastos por todas partes pero en la parte más seca de la llanura disminuían y los líquenes se hacían más comunes. Según Forbes, otro viajero, una vegetación similar caracterizaba el norte de la Jazirah (Siria), descripta normalmente como un ―desierto‖ donde predominaba el pasto grueso y el monte espinoso. 14 Véase Cauvin y Cauvin (1982).
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El aprovisionamiento de agua ha sido siempre el problema más
importante de los habitantes de Palestina. A diferencia de las grandes cuencas
fluviales de Egipto y Mesopotamia en las cuales importantes inundaciones
cubrían la tierra a intervalos regulares y donde el agua de río se utilizaba de
forma constante por hombres y animales, Palestina y toda Siria dependen por
completo de la lluvia para satisfacer las necesidades de plantas, animales y
hombres. El agua tuvo una influencia decisiva en la distribución de los
asentamientos humanos en el país, en la vida y en la economía rural de cada
región.
Esto significa que hubo contactos entre las zonas de cultivo agrícola, la
estepa y el desierto inmediatos y, precisamente, una de las características
geográficas de más importancia histórica en Palestina es que el país está
cerrado en unas partes y abierto en otras.
El Lago Kinéret o Mar de Galilea, circundado por los montes de la
Galilea y del Golán, se encuentra a 212 metros bajo el nivel del mar y tiene 8
km de ancho por 21 km de largo. El Kinéret es el mayor lago de Israel y sirve
de principal reserva hídrica del país.
El Mar Muerto, situado en el extremo sur del valle del Jordán, ocupa el
punto más bajo de la Tierra, a casi 400 metros bajo el nivel del mar. Las aguas
del Mar Muerto, que presentan la más alta salinidad y densidad del mundo, son
ricas en potasio, magnesio, bromo, sal común y otros minerales. El ritmo
natural de recesión del Mar Muerto se ha acelerado en los últimos años, debido
a su alta tasa de evaporación (1,6 m al año) y a los grandes proyectos de
derivación de los ríos que lo alimentan, realizados por Israel y Jordania para
responder a sus necesidades hídricas, lo que ha reducido en 75% el aporte de
agua al mar. Debido a ello, el nivel del Mar Muerto ha bajado en unos 10,6 m
desde 1960.
El clima de Israel varía desde templado a tropical, con abundante sol.
Hay dos estaciones predominantes: un período de invierno lluvioso de
noviembre a mayo y una estación de verano seco que se extiende durante los
cinco meses restantes. La precipitación pluvial es relativamente alta en el norte
y el centro del país, mucho menor en el norte del Néguev, y prácticamente nula
en la zona sur. Las condiciones regionales varían considerablemente, con
veranos húmedos e inviernos suaves en la costa; veranos secos e inviernos
20
moderadamente fríos en las zonas montañosas; veranos muy calurosos e
inviernos templados en el valle del Jordán; y condiciones semi- desérticas
durante todo el año en el Néguev.
En las altas mesetas fértiles, de 600 y 750 metros de altura, al norte y
sur de la región al oeste del Jordán, las cuales descienden paulatinamente, de
forma escalonada, hasta la estepa y el desierto; la misma vida era distinta de la
del centro de la región del este del Jordán, montañosa y todavía cubierta de
bosques. Igual diferencia existía entre el suelo desértico de la profunda
depresión jordana, en la que el agua, en distintos puntos al pie de los
escarpados, ha producido oasis de vegetación, en contraste con las alturas
azotadas por el viento. La vida era también diferente en la vasta y fértil llanura
de Jezreel —que corta la cadena montañosa al oeste del Jordán y cuyas
aguas, el curso inferior del Qison, conducen al Mediterráneo— respecto de la
de las alturas vecinas surcadas por torrentes que se secan en verano y,
asimismo, lo era en las zonas centrales de los montes al oeste del Jordán, de
menor elevación, con vertientes más suaves salpicadas de llanuras de mayor o
menor extensión al sur y al norte de la llanura de Jezreel; de la vida en las
regiones montañosas más septentrionales y meridionales, muy quebradas,
surcadas de gargantas abruptas, poco fértiles e inaccesibles. Lo mismo ocurría
con las vertientes oeste de las montañas que se extendían en las regiones
occidentales y orientales del Jordán, regadas en abundancia por las lluvias
invernales, en contraste con la vertiente oriental del Jordán occidental, pobre
en lluvias y casi siempre desértica. El caso se repetía en la llanura costera,
separada del mar por una línea casi ininterrumpida de dunas, relativamente
bien regada, cálida y productiva, a diferencia de las alturas boscosas del
Carmelo que las atraviesa y se proyecta en el mar y, finalmente, lo mismo
ocurre con los últimos contrafuertes meridionales de los montes, al oeste del
Jordán, donde sólo existen pastos míseros y tierras muy pobres, contrastando
con el desierto del sur, en el que pastores y ganado dependen de escasos
manantiales.
En cambio, las regiones más pobres de la montaña sólo tuvieron
ocupación cuando la población aumentó y debió ocupar otros nichos menos
favorables, y cuando las primeras estaban sólidamente ocupadas por otros, y
los desplazados de las ciudades devastadas, los recién llegados de otras
21
zonas sin duda debieron darse por satisfechos con lugares menos propicios.
Así fue como, desde el principio, la naturaleza influyó en que los escasos
habitantes no conformasen una unidad política hasta entrado el último milenio
previo a nuestra era. Las diferencias de las condiciones de vida en las diversas
regiones dieron lugar a diferentes prácticas habitacionales en la población y
tendieron a la dispersión. Además, las montañas que atraviesan el país,
surcadas por todas partes por valles profundos, dificultaron los contactos.
2.2. Norte de Israel
El valle de Jezreel, que separa las montañas de Galilea de las de
Samaria, es la zona agrícola más rica de Israel. Los montes de Samaria y
Judea (la Cisjordania) presentan un mosaico de cumbres rocosas y valles
fértiles, salpicados de olivares centenarios. Las laderas escalonadas en forma
de terrazas, ya cultivadas desde tiempos antiguos, han pasado a ser parte
natural del paisaje.
La altura media, en el norte del país, en la alta Galilea, es de 800
metros, pero se puede llegar hasta más allá de los 1000 metros, como el monte
Merom, de 1208 metros. En la vertiente oriental, los acantilados que dominan el
alto valle del Jordán, pueden llegar a 500 o 700 metros, que luego se
convierten en pendientes rápidas.
Una falla sísmica marca el límite septentrional de la baja Galilea, en
donde el macizo es menos homogéneo y las colinas no llegan a los 500
metros. Aquí se encuentran montes solitarios en medio de llanuras, como el
monte Turán que divide en dos la fértil llanura de Bet-Netofa; el monte Tabor
(588 metros) ubicado al límite norte de la llanura de Jezreel y el monte Givat
ha-More. Hay que agregar a esta lista el monte Carmelo que, en su estructura
central, se orienta de sureste a noreste. Sobre su lado occidental, las
pendientes paralelas descienden hacia la llanura costera y terminan, a menudo,
en acantilados. La vertiente oriental domina el río Quijón.
Hacia el este, cerca del lago, la roca calcárea está recubierta de una
capa espesa de basalto, fruto de antiguas erupciones volcánicas, entre ellas, la
más reciente es la provocada por el Djebel Druz, cuyas lavas alcanzaron a una
zona de 100 km a la redonda, llegando por el oeste hasta la falla del Jordán. La
22
descomposición de la calcárea y del basalto ha generado un tipo de tierra
negra, propicia para la agricultura.
En la región central se encuentran los montes de Samaria, donde la
altitud es mayor. A ambos lados del paso donde se situaba la antigua Siquem,
se encuentran los montes Ebal y Garizim que llegan hasta los 900 metros. Al
este, el conjunto del macizo se eleva por encima del Ghor (la depresión del
Jordán), pero se hace accesible mediante algunas barrancas, mientras que por
el oeste, algunos pasajes relativamente fáciles dan acceso a la llanura costera.
Las colinas desprovistas de vegetación en su parte más alta, alternan con altos
cubiertos de huertas. Al igual que en Galilea, los pequeños valles interiores
aprovechan las tierras que las lluvias traen de las colinas calcáreas.
Hacia el norte, Palestina se halla también cerrada por una barrera
natural. Se trata de la alta cordillera del Líbano y el Antilíbano y, en la parte
más septentrional del país al oeste del Jordán, los montes de la Alta Galilea,
que representan las más elevadas alturas de todo el país, casi la convierten en
una región inaccesible. La región no tiene tampoco salida hacia el norte ni a lo
largo de la costa, donde los cabos salientes entre Acre y Tiro, oponen un
obstáculo difícilmente franqueable al camino que lleva a Fenicia, ni en la
depresión jordana, cuyo pasillo en la tierra baja entre el Líbano y el Antilíbano,
es también difícil de salvar. Solamente hacia el noroeste, partiendo de la región
que hay al norte del Jordán oriental, hay una salida en dirección a Damasco.
2.3. Sur de Israel
Más hacia el sur, el sistema central toma el nombre de montes de
Efraím. Los pequeños valles interiores dejan lugar a valles más estrechos que
se encuentran en pasajes poco elevados, conformando de esta manera una vía
natural entre el norte y el sur, que ha sido utilizada desde hace miles de años.
La altura de este paso no llega a los 600 metros, aunque dominan algunos
montes más elevados.
La meseta de Benjamín prolonga la montaña de Efraím hacia el sur. Una
línea de colinas, de las cuales la más meridional es el Monte de los Olivos (818
m), forma el límite oriental, dominando las pendientes del desierto de Judea. En
esta zona ya estamos a la altura de Jerusalén.
23
El centro de este territorio está formado por una cadena de montes
calcáreos, cuyos estratos, originalmente horizontales, se desintegraron a causa
de las alteraciones tectónicas ocurridas en la costa oriental del Mediterráneo.
Mientras el desierto sirio, al este del país, conserva la original disposición en
mesetas, la altiplanicie calcárea de su parte occidental se ha descompuesto en
una masa de elementos más pequeños. Resulta particularmente notable la
profunda depresión que de norte a sur atraviesa todo el país y se prolonga en
estas dos direcciones más allá de sus límites.
El valle del Jordán y la Aravá, que corren a lo largo del país por el este,
son parte de la gran depresión sirio-africana que desgarró la corteza terrestre
hace millones de años. El río Jordán atraviesa esta depresión de norte a sur,
descendiendo más de 700 metros a lo largo de su curso de 300 km. Alimentado
por torrentes del Monte Hermón, el río continúa por el fértil valle del Hula hasta
el Lago Kinéret y de allí sigue a lo largo del valle del Jordán hasta desembocar
en el Mar Muerto. Aunque su caudal crece en la estación lluviosa, el río, por lo
general, es bastante angosto y vadeable.Palestina, en cambio, aparece mucho
más abierta hacia el oeste y el sur, es decir, hacia las estepas y los desiertos
que la rodean por ese lado. La transición se produce lentamente a medida que
se aleja del Mediterráneo y de sus lluvias. Por este lado, apenas existen
difíciles obstáculos naturales. Resulta imposible establecer una frontera
concreta tanto en Transjordania como al sur de Cisjordania. Y, según las
épocas, el área del sedentarismo se ha extendido en mayor o menor escala por
esta región, en la misma proporción que el desarrollo de la agricultura. Por lo
tanto, es comprensible que hayan existido constantes relaciones entre las
zonas de cultivo y sus vecinas de las estepas y los desiertos, al sur y al este, y
que los habitantes de estas últimas siempre pusieran los ojos en las zonas de
cultivo, aprovechando cualquier ocasión para adentrarse en ellas. Cada año la
trashumancia lanzaba a numerosos pastores en busca de pastos de verano
para su ganado menor, con lo cual se estableció un continuo tránsito entre el
interior y el exterior. Esta accesibilidad del país por el este y el sur ha tenido en
muchas ocasiones gran importancia en su historia. Paralelamente a la continua
infiltración de pequeños grupos, la penetración por estas zonas de inmigración
en gran escala, ha tenido una influencia decisiva en Palestina.
24
Ahora que conocemos el territorio donde se desarrolla nuestra historia
debemos hacer un recorrido por el tiempo, ¿cuándo ocurrieron los sucesos
políticos elegidos? ¿Cómo se aborda esa época?
3. La cronología en Israel según la arqueología
La cronología consiste en la asignación de fechas a determinados
acontecimientos, a objetos y, por inferencia, a las unidades de estratificación.15
La dinámica de este campo ha provocado problemas que se multiplicaron a
medida que se perfeccionaron las técnicas de datación en Israel y también la
cronología ha tenido su historia, convirtiéndose en centro de un debate entre
arqueólogos.
El Hierro en el sur de Levante se extiende desde el 1200 al 586 a.C.
Estos seiscientos años, a su vez, se dividen en Edad del Hierro I y II, esta
última en tres fases: A, B y C.16 (ver Tabla 1)
Tabla 1
Hierro I c. 1200-950 a. C.
Hierro II A c. 950/925 a.C.-830 a. C. B c. 830-722 a. C. C 722- 586 a. C.
En realidad, durante este largo período del Hierro se presentan crisis y
modificaciones en el plano político-social, económico y cultural de todo el
espacio del Cercano Oriente, el Levante, Anatolia y Mesopotamia. Es una
etapa histórica compleja, marcada por rupturas y continuidades con respecto al
período del Bronce, que conocemos bien por sus monumentos, iconografía y
restos arqueológicos que nos remiten a un tiempo de esplendor, tanto de los
imperios que circundan nuestra región de estudio, como de las ciudades-
15 Véase Harris (1975). 16 Véase Aharoni y Amiran (1958: 170-184) que ya proponían en 1958 modificar la subdivisión de la Edad del Hierro a partir de las excavaciones en Hazor y que se tomara el siglo IX como una unidad. Esta ciudad fue destruida muchas veces (―cada invasión a Israel ─decían─ está reflejada en su historia‖) y como Hazor aparece en varios documentos podían conectar esas destrucciones con eventos históricos. La discusión se centra en la actualidad en torno al comienzo del Hierro IIA entre Finkelstein (1996, 2002, 2003, 2004) y Mazar (1997, 2001, 2005, 2008).
25
Estado siro-palestinas que se hallaban densamente pobladas y resistieron el
tiempo, como Hazor17 Megido,18 Laquis19 entre otras.
El sistema tradicional para la cronología de los estratos del Hierro I y el
Hierro II temprano en el Levante fue elaborado por arqueólogos bíblicos
clásicos como Albright y Yadin. Estuvo basado en dos pilares: en la datación
de la cerámica filistea y sus implicaciones para el final del Hierro I20 y en la
datación de los estratos del Hierro IIA en el norte (Megido y Hazor). Estos dos
pilares están, por cierto, relacionados, pero no son necesariamente
dependientes uno del otro. Es decir, la aceptación o el rechazo de uno no
implican una actitud similar con respecto al otro. Explicitaremos desde el
comienzo que estos dos pilares tuvieron muy poco que ver con la arqueología.
Más bien estaban basados principalmente —y el segundo pilar únicamente—
en el relato bíblico de la historia temprana de Israel. En otras palabras, este es
un caso único en el cual los arqueólogos compensaron la evidencia
proporcionada por su propia disciplina a favor de una interpretación unilateral
en materia textual proporcionada por otra disciplina, material que ha sido el
foco de una disputa desde principios del siglo XX.
El primer pilar fue el paradigma filisteo de Albright y Alt,21 según el cual:
A) Los filisteos se asentaron en tiempos de Ramsés III en sus
fortalezas en Canaán, inmediatamente después de las batallas de
este con los Pueblos del Mar, en su octavo año, en 1175 a. C.;
B) Los filisteos bíblicos pueden ser igualados con los filisteos
arqueológicos del Hierro I;
C) El poder de los filisteos del Hierro I fue quebrantado por la expansión
del imperio israelita bajo el rey David. Y puesto que la ascensión del
17 La posición estratégica de Hazor en la región montañosa, junto con sus fortificaciones, y la resistencia que presentaba a las fuerzas egipcias fue un primer referente de suma importancia. Comercialmente, era un punto clave en la ruta hacia el norte, especialmente hacia Siria y Asia Menor. Hazor habría estado bajo el control egipcio, en forma relativa, ya que constituía el principal enclave cananeo y, por ubicación geográfica, se hallaba alejado de lo que fue el control egipcio en Palestina. El sitio será tratado en el capítulo V, para una aproximación a lo que representa el enigma de la historia de Hazor en el Bronce Tardío, véase Bienkowski (1987: 50-59). 18 Véase Finkelstein, Ussishkin y Cline (2013), quienes brindan una versión actualizada de todos los estratos y etapas constructivas de la ciudad. 19 Véase Ussishkin (1987); Tufnell (1958). 20 Véase Ussishkin (2007:125-135). 21 Véase Albright (1932: 58) y Alt (1966).
26
rey David había sido fechada —de acuerdo con las cifras bíblicas—
en ca. 1000 a. C., esta fecha fue tomada para representar el final del
capítulo independiente de la cultura material filistea y la transición
del Hierro I al Hierro II.22
Los resultados de las excavaciones en tres de los principales núcleos de
Filistea —Asdod, Tel Miqne y Ascalón— fueron presentados de modo tal que
encajan perfectamente en este paradigma: la primera fase de la presencia
filistea, caracterizada por la cerámica de producción local (también conocida
como monocroma), fue datada en un período que comenzó en ca. 1175 a.C. y
perduró hasta la retirada de los egipcios de Canaán pocas décadas después.23
La segunda fase, caracterizada por la cerámica bicroma, ha sido datada
posteriormente a finales del siglo XII y el siglo XI a.C. Los niveles de
destrucción al final de la fase bicroma fueron datados en ca. 1000 a.C. y
asociados con las conquistas del rey David, en pleno auge de la arqueología
bíblica.
El segundo pilar sobre el que se apoyaba la cronología tradicional es la
reconstrucción —de acuerdo con el testimonio bíblico— de una gran Monarquía
Unida de Israel, establecida en el curso de las hazañas militares del rey David y
estabilizada en los días de su hijo Salomón, quien gobernaría sobre un estado
rico y próspero. Según esa vieja postura, Salomón se dedicó a realizar
actividades de construcción monumentales en varios centros administrativos de
su Estado y, por lo tanto, su imperio podía ser reconocido arqueológicamente.24
Estas ideas —a través de las que la arqueología transformaba en históricas las
descripciones bíblicas de la Monarquía Unida— se remontan a la escuela de
pensamiento de Albright de los años 30. Glueck, por ejemplo, ―inventó‖
virtualmente la planta de fundición del rey Salomón en Tel el- Khuleifeh (―la
Pittsburg de Palestina‖, como él la llamó25), una fortaleza que no ha provisto
restos anteriores a ca. 700 a.C.
Pero continuaron con Yadin, luego de sus excavaciones en Hazor y
Megido a finales de 1950 y principios de 1960, quien ―canonizó‖ una
Igual las tinajas pueden corresponder a un piso o a otro. Los seguidores de
Albright, de Yadin y de Mazar son los que aceptan la historia bíblica como base
de sus estudios arqueológicos e intentan que los datos encajen en el
rompecabezas bíblico. Este arqueólogo considera que la edad del Hierro tiene
cuatro sitios clave desde donde puede construirse una cronología más
coherente: en el sur Jerusalen y Lachish y en el norte Samaria y Megiddo.
En el norte de Israel, donde se sitúa nuestra indagación, se da el mayor
eje del debate, aunque hace poco menos de diez años Herzog y Singer-Avitz30
han propuesto una solución intermedia de acuerdo con la identificación de un
repertorio cerámico llamado ―Grupo Jezreel‖, que se registra en sitios como
Meggido, Tirsa y Hazor, y que, en Jezreel, permite determinar según ellos una
cronología absoluta. De este modo, si para la cronología alta, el período del
Hierro IIA corresponde al siglo X a.C. y para la cronología baja corresponde al
siglo IX a.C., la cronología intermedia propone ampliar el período a la época
que transcurre entre el 950 y el 790 a.C., subdividiéndolo en dos fases: Hierro
IIA temprano y Hierro IIA tardío. Es una posibilidad aún abierta a debate.
Este conflicto en parte persistirá por la necesidad en algunos
investigadores de un correlato histórico del cuadro bíblico que tanto peso ha
tenido31 y que rastreamos hasta hoy y en parte por cuestiones vinculadas con
la imposibilidad de esclarecer los datos de los primeros registros arqueológicos
debido a las técnicas usadas en la primera mitad del siglo XX.32 Ese es un
límite inexpugnable.
30 Véase Herzog y Singer-Avitz (2006:163-175). 31 El argumento de Mazar cuando dice ―cómo puedes aceptar un testimonio bíblico y rechazar otro.‖ Dicho simplemente, la pregunta es cómo puede rechazar uno la
historicidad del testimonio bíblico sobre las actividades de construcción de Salomón y al mismo tiempo aceptar la historicidad de los versículos sobre la construcción de Samaria por Omri. La respuesta de Finkelstein es que la aceptación de la historicidad de un versículo y el rechazo de otro es exactamente el significado de dos siglos de
estudios bíblicos. Como hemos mencionado, la descripción bíblica del estado salomónico es idealizada, con muchas referencias a realidades de épocas de la historia israelita muy posteriores (por ejemplo, la historia de la visita de la reina de Saba a Jerusalén y las expediciones comerciales desde Ezion, que deben reflejar la participación de Judá, bajo la dominación asiria, en el intensivo comercio arábigo). La descripción del estado omrida es mínima, negativa, pero mucho más exacta históricamente. Basta con mencionar los eventos que implicaron la caída de la dinastía omrida, incluyendo el papel de Jazael, rey de Damasco, que son sostenidos por la estela de Tel Dan. 32 Véase Tappy (1992: 18-23).
29
En nuestro abordaje de la historia regional general sobre Israel nos
referenciarnos en el paradigma temporal braudeliano,33 con episodios o
acontecimientos y procesos de media y larga duración. Aplicado a la historia
social y política de Israel,34 ese paradigma permite lograr una primera
composición de todo el arco temporal de la Edad del Bronce-Hierro y, en ese
marco, detectar un evento político puntual como es la llegada de Omrí al poder.
Es momento de seguir con otra cuestión vital de nuestra investigación.
¿Qué tipo de fuentes escritas ha llegado a nosotros?
33 Véase Levy (1995: 4-6) donde cita a Birnbaum (1978: 230) y su descripción sobre el análisis histórico de Annales basado en cinco plataformas: establecer períodos de tiempo, identificar líneas de desarrollo dentro de cada uno, identificar y medir las regularidades específicas de cada desarrollo, reconocer las innovaciones y el surgimiento de nuevas estructuras dentro y entre las distintas eras y proponer un espectro de elementos que ayuden a aislar y explicar la continuidad o el cambio dentro y entre los períodos. 34 Véase Stager (1985: 1-35). Si bien, sobre estas premisas, L. Stager ya había demostrado desde la década de 1980 su aplicabilidad en el abordaje del antiguo Israel, el mismo estuvo acotado y orientado a la historia de las familias en las aldeas.
30
CAPÍTULO II
Una literatura singular: la Biblia
Nuestro propósito es revisar aquí un proceso sedimentado en el tiempo
como fue el de la influencia del elemento religioso en la ―historia‖ hebrea en
general y la influencia del texto bíblico en la interpretación histórica de los
omridas, en particular. Para tratar esta cuestión, debemos explicar primero
cómo abordamos la Biblia. ―Biblia‖ es una palabra que todos conocemos, un
conjunto de libros portadores de historias, una explicación para el origen del
universo, del hombre y de un pueblo. Los métodos utilizados para investigar la
Biblia no difieren de los que se usan para analizar cualquier texto de la
antigüedad, aunque estos han sido revisados y corregidos por los exégetas
religiosos en numerosas ocasiones, debido al interés que despertó el texto
bíblico en diversas disciplinas a lo largo de su historia.
Estos métodos de estudio de la Biblia son los llamados histórico-críticos
y componen un conjunto porque asumen un paradigma histórico: ven al texto
como una fuente de procesos históricos específicos vinculados con su
escritura.35 Tenemos en la Biblia un relato sobre nuestro objeto de estudio, la
dinastía omrida, y partiremos, para su análisis, de dos consideraciones
elementales: la primera es que el relato bíblico es literatura antigua y, la
segunda, que es literatura antigua sagrada y nos permite reconstruir parte de
ese pasado desde un lugar específico, esto es, el lente propio de sus
redactores. Como evidencia documental, el texto bíblico es diacrónico, ha sido
construido durante siglos hasta canonizarse. Por esa razón es que debemos
hacer aquí dos aclaraciones importantes.
La primera y fundamental es la de posicionar a la Biblia dentro de la
historiografía antigua. Existen otras fuentes en el mundo antiguo que poseen
similitudes y analogías respecto de la Biblia, en tanto constituyen otros
procesos de construcción mítico-teológica en Cercano Oriente, que fueron
35 Véase Krüger, Croatto y Miguez (2006: 14-15), quienes los enumeran como: crítica textual, filología, crítica literaria, historia de las formas, de las tradiciones, de la redacción y la lectura sociopolítica. La semiótica también analiza el texto bíblico, yendo más allá de su historia y dedicándose al texto en sí, su identidad y autonomía propia. Trabaja con un paradigma literario ya que el texto es una expresión lingüística y, como tal, debe ser leído en su forma actual, tal como el redactor final lo plasmó con todos sus elementos a la vez. Ambas formas de estudio se complementan y tienden puentes hacia la ciencia histórica.
31
materia de relatos populares,36 y por tanto, este tipo de relato no constituyó una
práctica original ni exclusiva de los hebreos. En cambio, sí lo es que haya
traspasado la antigüedad.37 La coexistencia en el texto de fragmentos
anacrónicos, algunos demasiado antiguos (como el Cántico de Débora)38 y
otros demasiado recientes (atribuidos a la época persa ubicada entre 586-332
a.C.) son reflejo del propio tiempo de la compilación, de la idea de historiografía
antigua que conmemora. Los mecanismos de selección se encuentran
orientados por el vector conducente a la adoración a Yavé y han sido
largamente estudiados por los biblistas desde el siglo XIX.39
La segunda aclaración es que la Biblia posee un tipo de discurso que, a
pesar de sus distintas plumas, tiene como finalidad un efecto de sentido
religioso.40 Eso le provee esa instancia de totalidad que compone y da cuerpo a
lo que se conoce como cultura hebrea.41
36 Uno de los más emblemáticos es el poema de Gilgamesh por la extensión de su uso en el espacio y en el tiempo mesopotámico. Véase Silva Castillo (1996: 24-36 y 43-182) con traducción al español directa del acadio, también Jacobsen (1976: 193-239) con una mirada hoy clásica sobre las creencias mesopotámicas. Un proceso similar se da en el mundo clásico, la épica, en general, fue relato oral inicialmente. 37 El asiriólogo alemán Delitzsch planteó en 1902 en su obra Babel und Bibel la
derivación del texto veterotestamentario de los mitos babilónicos, también Von Baudissin proponía desde el ángulo religioso esta visión de la religión semítica y su estrecha relación con la religión en Israel. Las coincidencias más conocidas son la creación y el mito del diluvio. 38 Esta oda triunfal de Jueces 5 es mucho más antigua que su relato escrito. Exalta el triunfo de dos tribus contra los cananeos en la llanura de Jezreel, tal vez en torno al año 1100 a. C. La oda fue probablemente preservada en una de las colecciones de poesía hebrea como el libro de Jashar o el de las Guerras de Yavé. Algunos autores como Weiser, han propuesto ver en ella una liturgia anfictiónica en la que las tribus celebran la victoria de Zabulón y Neftalí, invitando a las otras tribus, y es análogo a los cantos de los árabes nómadas. 39 En especial y en forma renovada fueron los trabajos de J. Wellhausen: Prolegomena zur Gechichte Israels de 1882, Israelitische und jüdische Gechichte de 1894 y, para el estudio del texto bíblico, Komposition des Hexateuchs und der historichen Bücher des Altern Testaments de 1889. Estas obras iniciaron cambios en la concepción de los estudios bíblicos al aportar una explicación para el tiempo de cada uno de los libros y sus autores. 40 Ya adelantamos en la Introducción los elementos que aglutina la palabra religión, a los que puede agregarse: ―Las palabras que refieren hechos morales, interiores, profundos y universales como es religión, permanecen en el uso común como elástico, tanto que a veces es lícito dudar si, aún en un mismo ambiente histórico, lo que uno llama religioso sea por todos los demás reconocido como tal‖ (Graneris 1946: 26-27). 41 Aquí tomamos las ideas de Chartier (1992: 45-50) cuando expresa que el concepto de cultura es una instancia de totalidad social y que todas las relaciones se organizan según lógicas que ponen en juego los esquemas de apreciación/percepción de los distintos sujetos sociales. Es así que, a todas estas representaciones, podemos denominarlas ―una cultura común a un grupo determinado‖.
32
El cuadro de fondo que ofrece el texto bíblico es en un todo coherente
con el objetivo concreto de sus autores de fijar en la memoria de un grupo de
hombres los avatares de la relación con su dios, desde los propios orígenes del
universo42 (mito fundacional), el surgimiento de los primeros hombres y sus
genealogías,43 hasta las vicisitudes políticas que esa relación generó entre el
pueblo hebreo y sus contemporáneos y las relaciones sociales y los conflictos
al interior de esa sociedad.
Este proceso escriturario (en tanto práctica tardía de los hebreos) ha
sido estudiado por los exégetas desde el gran trabajo wellhauseniano.44 Tiene
un comienzo en el relato oral, luego se da la tradición generacional de esos
relatos y se habría incorporado a la escritura información proveniente de anales
reales que fueron citados como el libro de las guerras del señor (Números
21:14), el libro de Ha Yashar (Josué 10:13), las Crónicas del rey David (1
Crónicas 27:24), el libro del reino de Salomón (1 Reyes11:41), las crónicas de
los Reyes de Israel y Judá45 y el Misdrash del profeta Iddo (2 Crónicas 13:22).
La condicionalidad que nos depara asumir estos presupuestos como
historiadores, no disminuye la relevancia de la fuente escrita. En todo caso, nos
42 Es el libro de Génesis el que narra los orígenes del mundo, del género humano y del pueblo hebreo. Véase Biblia de Jerusalén (BJ), p. 11. 43 Son los cinco grandes patriarcas Adán, Noé, Abraham, Isaac y Jacob y su descendencia. Véase Biblia de Jerusalén. 44 Se debe a J. Wellhausen la aparición, a fines del siglo XIX, dentro de la escuela crítica-histórica del Antiguo Testamento, de la llamada "hipótesis documentaria". En ella se reconoce para la conformación de los seis primeros libros de la Biblia, la existencia de cuatro documentos independientes, comúnmente conocidos como Yahvista, Elohísta, Deuteronomista y Sacerdotal, que han sido datados sucesivamente desde el período de la monarquía hasta los tiempos postexílicos. Estos documentos fueron abordados como composiciones que reflejan el mundo de sus escritores, esto es, su tiempo histórico. Su impacto dentro de la crítica fue de tal calibre que el siglo siguiente derivó en interpretaciones a su favor y en su contra. Esta reconstrucción histórico-crítica del Pentateuco influyó en la interpretación del resto del Antiguo Testamento, destacándose al respecto la percepción de sus fuentes, el análisis cronológico y el desarrollo literario. 45 En cuanto a las Crónicas o Anales de los reyes de Israel son citados diecisiete veces en las biografías de todos los soberanos del reino septentrional, a excepción de Joram y Oseas, y los anales de los reyes de Judá, son citados quince veces. Seguramente contó con ellos el deuteronomista para obtener información pero como escribe su propio texto sólo los refiere brevemente en las conclusiones de cada reinado. Para afirmar esto hay que tener en cuenta la precisión de la información. Finkelstein va más allá cuando cree identificar la escritura de estos en Samaria o en Betel por ser un centro cúltico a principios del siglo VIII a.C. y que habría sido traída a Judá por los israelitas que se asentaron allí después del colapso del reino del norte. Véase Finkelstein (2013: 65).
33
brinda la silueta de una época distante, de personajes históricos y de
personajes construidos e imaginados en las plumas de los escritores.46
En esta investigación trabajamos con la Biblia de Jerusalén (BJ), versión
traducida de los textos originales judíos bajo la dirección de la Escuela Bíblica
de Jerusalén, publicada en Salamanca en 1966, y con la edición de la Biblia
usada para la exégesis del texto hebreo llamada Biblia Hebraica Sttutgartensia
(BHS), la cual ha sido editada en varias oportunidades.47 Reproduce un
manuscrito del texto hebreo,48 el Códice de Leningrado, escrito en el año 1008
o 1009 d.C.49
En el proceso escriturario, algunas partes del Antiguo Testamento se
transmitieron en copias manuscritas que contenían errores o cambios
intencionales. El dueño de la copia podía hacer agregados, correcciones,
omisiones. Estas prácticas desaparecen cuando dejan de ser propiedad
individual y pasan a convertirse en patrimonio religioso de una comunidad,
cuando se produce la canonización del texto.
1. Una posible construcción del texto
J. Assmann, en 2008, hace un aporte importante para la comprensión de
la historia de la Biblia. Afirma que hay cinco pasos en el camino de
canonización del texto bíblico, proceso a partir del cual aumentó la condición
vinculante, en lo que se refiere tanto a su forma —la materialidad del texto—
como a su autoridad, ya que ambas se hallan en una estrecha relación de
46 Nos remitimos a Homero, que escribe sobre el pasado y cuyos textos son válidamente utilizados, para reconstruir esa época de los palacios micénicos, véase Finley (1986: 157-158). Otro gran historiador que conecta los estudios bíblicos con los clásicos fue Momigliano (1986:13-15) cuando afirma que leer la Biblia, a Tito Livio y a Heródoto plantea los mismos problemas, los de comprender, conjeturar y determinar la información que encierran. 47 En 1937 la edición preparada por Rudolf Kittel para la Sociedad Bíblica de
Württemberg llegó a su tercera edición y fue reemplazada por una nueva, llamada Biblia Hebraica Stuttgartensia (BHS) lanzada entre 1967 y 1977 por un equipo de exégetas alemanes y publicada por la Sociedad Bíblica Alemana. 48 Todos los manuscritos originales se perdieron, por ello se trabaja con los textos existentes llamados testigos, el Texto Masorético, la LXX o Septuaginta, Pentateuco Samaritano, Targumim, la versión siríaca, la Vetus Latina, (luego reemplazada por la Vulgata, versión del texto original elaborada por Jerónimo entre 390 y 405 d.C.) y la versión copta (traducción de la LXX). 49 Este códice se conoce bajo la sigla B19A (L) y se encuentra en la Biblioteca Estatal de la ciudad de San Petersburgo.
34
coherencia. Esta clausura condicionó su forma que así quedó fijada. Esta
propuesta teórica muestra y ubica históricamente cinco momentos que
conducen hacia la canonización del texto:
1. Excarnación50 de las leyes y descubrimiento de un pasado
normativo: habría una relación entre la codificación jurídica
deuteronómica51 y la época de Josías hacia fines del siglo VII a.
C., cuando leemos el relato de 2 Reyes 22:8 que describe el
hallazgo del Libro de la Ley durante los arreglos que se realizan
en el templo. Para Assmann, la Biblia reemplaza a la monarquía
de derecho característica del Antiguo Oriente, en la que encuentra
particularidades únicas como el veredicto del rey que se codifica,
la legitimidad que emerge del rey en el derecho mesopotámico.52
La Biblia ocuparía así el lugar del rey porque se apropia de las
dos instancias que en la monarquía oriental poseía el rey, la
autoridad y la historia. Se concreta la apropiación de la Historia en
tanto comienza con la creación y, en lugar de las listas de reyes,
se ubican las genealogías, desde Adán a Moisés. De todas
formas, no hay sumisión ciega sino que la ley debe acatarse a
partir de su comprensión. Así, la expresión ―porque eras siervo en
Egipto‖, responde a que en el Éxodo se constituye y comprende el
pasado normativo y la historia fundacional que enmarca y
determina la ley y desarrolla su autoridad independiente del
tiempo, ya que se recontextualiza en el tiempo de Josías cuando
se encuentra la Torá de Moisés en los trabajos de restauración
del templo. El tiempo josíaco significa una ruptura y un apogeo
para la historia hebrea.
50 Véase Assmann (2008: 92) quien toma este concepto complejo elaborado por Aleida
Assmann en 1993. ―Excarnación‖ es la palabra elegida por la autora para explicar la escisión o desprendimiento que se produce entre cuerpo que habla y transmite experiencias o saberes y la escritura de ellos, que a nuestro entender, cobran un sentido ajeno al autor o a los protagonistas de los relatos. 51 Esta relación fue detectada por Rosenvasser (1947: 225-227) en su trabajo sobre los contactos entre las primeras legislaciones de Grecia y Roma y el código bíblico de la Alianza. 52 Pensamos en varios ejemplos que reflejan esa asociación rey-legislador como Urukagina, Sulghi y Hammurabi, entre otros.
35
2. Excarnación de la tradición:53 incorporar el concepto de
excarnación al de tradición significa para Assmann el paso de lo
implícito y la instrucción oral del saber vivido, a través del
ejemplo, la imitación y la instrucción lingüística a lo escrito, que
acontece en Babilonia y en la diáspora. La tradición escrita debe
ser aprendida.
3. El canon desde arriba: la autorización imperial persa de las leyes
hebreas tuvo lugar cuando Esdras, miembro de la aristocracia
sacerdotal israelita que había quedado en Babilonia, es enviado
por su título persa de ―escriba de la ley del dios celestial‖ a la
satrapía transeufratina hacia el 400 a. C. en nombre del rey a
hacer investigaciones acerca de Judea y Jerusalén en lo
relacionado a la ―ley de tu dios‖. Se agrega al texto algo nuevo
como es la cultura de la interpretación.54 Se dará así un paso del
profeta, cuyo espacio desaparece, al escriba que interpreta la ley
divina. Aparecerán entonces las comunidades que se consideran
guardianas de tradiciones específicas y de sus interpretaciones.
4. Comunidad textual: son más tardías (época helenística-romana)
pero están asociadas a un fondo de bibliografía normativa. Por los
hallazgos fragmentarios de Qumrán, por ejemplo, se sabe que
habría una literatura obligatoria para la comunidad. La Biblia
hebrea, afirma Assmann, presenta todos los rasgos propios de
una biblioteca esencial, que en la estructura canónica final se
limita a tres partes, la Torá, Profetas y Escritos. Ahí abre la veta
para una escisión judía e israelita de las comunidades textuales.
5. Excecración de la idolatría y concreción lingüística: la escritura
toma el carácter de una codificación de la verdad y frente a ella
todas las representaciones de lo divino se tachan de error o
ignorancia. Assmann afirma que el lenguaje que se fija por escrito
no sólo reemplaza al rey sino también al templo. El canon
transforma el templo en escritura, la imagen de culto se traslada a
53 Véase Assmann (2008: 96). 54 Veáse Yerushalmi (1988:15), quien afirma que aquí se da el nacimiento de la exégesis. Esdras hace que se lea en voz alta la Biblia y que se la interprete.
36
la escritura. A la concreción lingüística le corresponde el
ensanchamiento hermenéutico que acompaña la mirada lectora.
La llamada ―gente del libro‖ es identificada aquí y puede
encontrarse en toda la historia del judaísmo de forma clara con su
modo de vida e identidad colectiva. La prohibición de la idolatría,
que alcanzaría a Omrí y a su dinastía, calificados de idólatras, se
manifiesta como la más radical de las excarnaciones que, durante
el helenismo y la Antigüedad tardía, se desarrolla como
abominación religiosa.
2. La exégesis clásica del texto bíblico
Para aproximarnos más aún al texto original que relata el período que
nos interesa, disponemos de métodos de análisis elaborados por los exégetas.
El primero que mencionaremos es el de la Crítica Textual, que parte de la
pregunta sobre cuál de las diversas lecturas de un mismo texto es la más
cercana a la intención que tuvo su autor. La Crítica Textual define como texto
original a la forma hipotética que tenían los escritos del Antiguo Testamento
cuando formaron paulatinamente el canon a partir del siglo IV a. C. Este texto
incluyó la fijación consonántica, aunque los especialistas consideran que sólo
se puede hablar de reconstrucción del texto que ha sido canonizado a fines del
siglo I d.C. en el judaísmo rabínico y cuyo representante es el Texto
Masorético, que está plasmado en la Biblia Hebraica Sttutgartensia (BHS), con
la cual trabajamos.
Para la exégesis de textos bíblicos, es necesario acudir también a la
versión griega del Antiguo Testamento, conocida como LXX, Septuaginta o
Versión de los Setenta. Según la leyenda, setenta o setenta y dos sabios
hicieron esta traducción del texto hebreo al griego.55 El uso de las
concordancias es fundamental para entender los conceptos teológicos, la
55 Entre los siglos III y II a.C., en Alejandría, para los judíos de la diáspora que vivían allí y ya no entendían el hebreo. Esta versión contiene algunos libros religiosos más que el canon hebreo. La edición más conocida de la LXX es la Septuaginta. Id Est Vetus testamentum Graece Iuxta LXX Intérpretes, editada por A. Rahlfs en la Sociedad Bíblica Alemana de Stuttgart.
37
historia de los términos y sus relaciones.56 Se utilizan las concordancias
bíblicas porque no hay una correspondencia absoluta entre las palabras
castellanas y las de las lenguas originales de la Biblia. Hay casos en los que
una palabra hebrea o griega se traduce de varias maneras al castellano, tiene
distintos significados a lo largo de la historia y cada autor los carga con
interpretaciones propias, que pueden variar incluso dentro de una misma obra.
Los exégetas no han podido desarrollar un procedimiento uniforme para
la Crítica Textual debido a la complejidad del proceso de transmisión del texto.
Sólo contamos con algunos principios, vinculados con el trabajo sobre
cualquier texto antiguo. Debe considerarse que la actual BHS, que es el texto
oficial del judaísmo, no se conserva tal como fue escrito, ya que la vocalización
hebrea es posterior y es obra de los masoretas.
Otro aspecto a considerar es que el Texto Masorético es una recensión
de los originales, como lo indican las traducciones y tradiciones del texto, sobre
todo, las formas hebreas que se pueden postular como base de la Septuaginta,
los textos de Qumrán y el Pentateuco samaritano. Estos tres textos
divergentes, constituyen a su vez recensiones. Por eso, en la Crítica Textual,
generalmente se siguen los siguientes pasos: recopilación de las variantes,
examen de las mismas y decisión. Las variantes pueden incluir omisiones,
inserciones, reemplazos u otros órdenes de las palabras. En la recopilación se
ordenan las variantes y los datos de la historia del texto excluyendo, en primer
lugar, los cambios intencionales y las paralelizaciones del texto. Luego, se
indican los testigos en el siguiente orden según su rango de importancia: Texto
Masorético, Pentateuco samaritano, Qumrán y LXX; luego las versiones
griegas, siríaca, Targum, Vulgata (así lo hace la BHS). Además de revisar la
56 Las más importantes concordancias hebreas para el texto original del Antiguo Testamento hebreo son Veteris Testamenti Concordantiae Hebraicae atque Caldaicae editada por M. H. Goshen-Gottstein en Jerusalén en 1971; Konkordanz zum Hebraischen Alten Testament fue elaborada por G. Lisowsky y editada por Württemberische Bibelanstalt en Suttgart, en 1966. A New Concordance of the Bible. Thesaurus of the Language of the Bible. Hebrew and Aramaic. Roots, Words, Proper Names, Phrases and Synonimus, fue elaborada por A. Shoshan y publicada por Kiryat
Sefer Publishing House Ltd. en Jerusalén, en 1989. La más completa en español es la de C. P. Denyer, Concordancia de las Sagradas Escrituras, revisión de 1960 de la
Versión Reina-Valera, 1978 (séptima edición). Por último, la biblioteca digital BibleWorks con sus sucesivas versiones contiene diccionarios, textos de literatura intertestamentaria y de Qumrán, fuentes de diversos alfabetos y varios comentarios, además del texto de la Biblia Hebraica.
38
concordancia de los términos variantes, hay que pensar que ningún autor57
escribió sin un sentido para conjeturar e intentar así, contrastar con la imagen
gráfica del Texto Masorético.
El segundo de los métodos exegéticos es la Crítica Literaria, que permite
reconstruir el proceso previo de la producción del texto. Se dedica a las
anomalías y uniformidades que se observan en los textos. Con ello se delimitan
unidades temáticas, se restaura el orden original a veces cambiado, se
descubre la relación literaria de dependencia con las fuentes escritas y orales
de los textos. El tercer método es la Crítica de las Formas, que investiga la
constitución de los géneros literarios y busca su situación matriz, el Sitz im
Leben58 (lugar en la vida) y hace comparaciones con formas y géneros
literarios similares. Se toma en cuenta el hecho de que los autores se valían de
la literatura de la época, como los apocalipsis, la historia de los milagros, las
cartas, los himnos. Esto ayuda a fijar el valor histórico y el mensaje teológico de
los diferentes textos. Nos orienta hacia otro método: la Crítica de las
Tradiciones, que se remonta a las formas preliterarias y busca establecer los
materiales sobre los que hablaremos más adelante, motivos, imágenes y
conceptos como rey o ancianos que existían previamente a la fijación escrita.
Hay que tener en cuenta que los autores trabajaron con conceptos que
conocían. La Historia de la Redacción vuelve de todos esos orígenes
(conceptos previos, formas literarias, fuentes) al texto dado, investigando las
intenciones del autor, el trabajo del redactor. Precisa los ensamblajes que el
autor hizo con los elementos previos y propios. Este proceso ha sido muy
estudiado en la Biblia.
La semiótica59 complementa estos métodos ya que se dedica al texto en
sí como una estructura que toma sentido más allá de la intención del autor.
Parte de determinados principios como la distinción entre la lengua y el habla,60
57 Un texto escrito por un mismo autor resulta relativamente claro y coherente. En cambio, otro producido con intervalos, en situaciones diversas, o complementado por nuevas manos, será discontinuo y revelará rupturas, tanto de pensamiento como de lenguaje. 58 Término creado por Gunkel (1862-1932), uno de los fundadores de la escuela histórico-crítica. Uno de los postulados de la hermenéutica era: ―no hay texto sin contexto‖. 59 Véase Grabner-Haider (1973: 13-17). 60 El habla, es decir, lo que se ha perdido del texto bíblico, se aborda como la realización de las potencialidades de la lengua en un lugar determinado con un locutor
39
la lengua como código lingüístico, la institución social, el sistema de signos y
leyes que regulan la gramática y la sintaxis. Los signos adquieren su valor a
partir de la posición que ocupen otros signos lingüísticos dentro del sistema
general de la lengua, en una frase o en un discurso. En cada texto hay que
analizar sus posiciones y oposiciones. El discurso61 no ofrece sus frases como
un mero amontonamiento, sino que se estructura de una determinada manera
que apunta a la transmisión de un sentido. Los efectos de sentido producidos
presuponen un sistema de relaciones entre los elementos significantes, que no
es obra del azar sino que constituye una estructura62 basada en la lógica
binaria de relación y oposición. Para este análisis estructural, el sentido es un
efecto, un resultado engendrado por un juego de interrelaciones entre
elementos significantes. El efecto de sentido no es sencillo en el texto bíblico y
a la vez está plagado de matices.
3. El debate maximalistas-minimalistas y la historicidad del texto
bíblico
Hace más de treinta años aparece una corriente crítica de las historias
basadas en la historiografía bíblica asumidas como veraces sólo a partir del
texto bíblico. Estas ideas ya aparecen en el trabajo de Thompson de 1974 y de
Van Seters en 1975.63 El terreno para el debate de los minimalistas, tal como
que lo engendra y dirigido a un interlocutor. La lengua es un código en el que se pueden establecer relaciones, diferencias, conjunciones, disyunciones y oposiciones entre sus elementos. 61 Véase Lozano, Peña-Marín y Abril (1982: 252-253). Es interesante el planteo de los autores cuando afirman que ―el texto es también un juego en el que se focalizan, difuminan, cancelan y sobrerepresentan los sujetos de la enunciación, que incluso pueden cambiar sus papeles (metáfora del escenario)‖. Los textos vehiculan representaciones de sus sujetos, autor y receptor. 62 Véase Greimas (1973: 24-28), quien afirma que, en primer lugar, se encuentra la estructura manifiesta, la organización en unidades literarias, las inclusiones, los paralelismos, las oposiciones, los quiasmos, las simetrías, los efectos estilísticos. Este nivel de lo estructurado da una muestra de lo que pasa en el interior del texto. En cambio, la estructura inmanente no es visible a simple vista, se compone de la organización narrativa y la descriptiva. Estos elementos reciben coherencia por ciertas líneas de sentido, las isotopías, que atraviesan todo el texto, y lo organizan sobre una oposición final que sustenta el texto desde la profundidad. Este último regula el plano estructurado del texto. 63 Véase Thompson (1974: 113) y Van Seters (1975). Las afirmaciones de que los datos extra-bíblicos apoyaban la historicidad del período patriarcal en las edades del Bronce Medio II o Tardío, populares en los años 1950, fueron descartadas por estos
40
fueron llamados frente al otro grupo más heterogéneo, a partir de entonces
denominados maximalistas, fue preparado por Davies en 1992, con la
publicación de una obra polémica muy difundida, In Search of Ancient Israel,
que proponía una evaluación particular del valor histórico de la información
contenida en la Biblia acerca del antiguo Israel.64 Ese mismo año, Thompson65
publicó un libro que llegaba a conclusiones similares, Early History of the
Israelite People: From the Written and Archaeological Sources.
Como grupo, los minimalistas están asociados con la Universidad de
Sheffield en Inglaterra y la Universidad de Copenhague en Dinamarca; pero
parecen ser más influyentes en los Estados Unidos que en Inglaterra y Europa
continental. Aunque Davies es el más conocido, hay una media docena de
estudiosos66 que desarrollan los argumentos minimalistas regularmente en
artículos, y un grupo dos o tres veces más numeroso que lo hace de manera
más esporádica.
El minimalismo tiene cinco fundamentos o conjunto de raíces
intelectuales:
1. Conclusiones sobre cuándo se escribió la mayoría de los libros, que
fueron aceptadas por los estudiosos protestantes liberales a fines del
siglo diecinueve.67
2. El uso de modelos socio-antropológicos acerca de cómo las
sociedades evolucionan y cuentan historias sobre sí mismas, lo que
se popularizó en los estudios bíblicos durante la década de 1970
gracias a los estudios de Gottwald acerca de la sociedad israelita en
dos investigadores que trabajaban independientemente. Pocos estudiosos, si acaso alguno, han desafiado las conclusiones específicas de sus importantes libros. Sin embargo, el consenso puede cambiar eventualmente como consecuencia de nuevos datos y nuevos análisis de datos viejos provenientes de Mari, en el Éufrates medio; véase Fleming (1998; 42, 46-51, 58-59, 76). 64 Véase Davies (1992, 2007). En realidad, Davies fue precedido en parte por Lemche (1985). También Garbini (1988: 1-20, 125-126, 132, 154-169), se anticipó a los minimalistas en su ataque a las interpretaciones teológicas de la historia que veían la historiografía teologizante de los textos bíblicos como afirmaciones históricas y en su datación de las composiciones bíblicas dentro de los períodos persa y helenístico. 65 Thompson (1992). 66 Se destaca entre ellos Whitelam, quien publica en 1996 un polémico libro, The Invention of Ancient Israel. The Silencing of Palestinian History, donde adopta el punto
de vista anti-orientalista del crítico literario E. Said. 67 Véase Kuenen (1886: 313-321); Wellhausen (1885: 13); Gosse (1997).
41
general y, el surgimiento del antiguo Israel a partir de grupos
cananeos residentes en las colinas centrales, en particular.68
3. Las evaluaciones de datos arqueológicos que desde la década de
1950 cuestionan, valoran o niegan la historicidad de las narrativas
del Éxodo y la conquista y que, desde los años setenta y ochenta,
niegan la de las tradiciones patriarcales69 y desde los últimos años,
la monarquía unificada.
4. Una estrategia para leer narrativa histórica bíblica a contrapelo,
similar a las estrategias de deconstrucción desarrolladas por J.
Derrida,70 que se extiende ampliamente durante los años setenta y
ochenta.
5. El clima de escepticismo extremo, característico de gran parte del
análisis histórico occidental desde fines de la década de 1960.71
Los minimalistas admiten que la Biblia hebrea es un documento
constitucional para el pueblo judío. También aceptan que el período persa es la
época más antigua en la que aparecen las características de lo que se
reconoce como el Judaísmo del Segundo Templo, tales como la importancia de
la lectura de la Torá de manera pública y en fiel observancia, la abstención del
trabajo y el comercio en el Sabbat, prohibición de la endogamia, diezmo y
mantención del sacrificio en el Templo a través de un tributo autoimpuesto. En
aquel tiempo, el poder en Jerusalén estuvo en manos de Esdras y Nehemías,
ambos judíos, autorizados por la corte persa en diferentes momentos para
determinar la política civil y religiosa. Los minimalistas también señalan,
basándose en su lectura de Esdras y Nehemías, que la organización de Yehud,
la provincia persa con centro en Jerusalén, contenía una gran diversidad de
extranjeros, establecidos de manera forzada en el área como resultado de la
política de ese imperio.
68 Véase su estudio sintético: Gottwald (1979). El autor refinó ideas introducidas inicialmente por Mendelhall (1962: 66- 87), aportándoles una base teórica con modelos socio- antropológicos. 69 Véase Wright (1946: 105-114); Bright (1959: 110-127); Finkelstein (1990: 677-686). 70 Véase Derrida (1967).
42
La mayoría de quienes, por oposición, fueron denominados maximalistas
no sostiene que todos los eventos registrados en la Biblia Hebrea hayan
ocurrido realmente. Ellos difieren entre sí acerca de cuánto de la historiografía
bíblica refleja eventos reales y acerca de cuánta información relevante debe
extraerse de otras disciplinas relacionadas con los diferentes períodos de la
historia de Israel. Sin embargo, coinciden en que todas las fuentes extra-
bíblicas contemporáneas deben ser incluidas en las discusiones sobre la
historia antigua de Israel, en que el escepticismo de los minimalistas es
injustificado, y en que sus descripciones de la historia e historiografía son
demasiado generales.
La mayoría de los estudios sostiene que los libros históricos desde
Josué hasta Reyes fueron escritos o revisados a más tardar en el período
exílico o pre-exílico temprano. Esta literatura contendría materiales mucho más
tempranos y, por consiguiente, reflejaría tradiciones israelitas auténticas y
arcaicas de la monarquía tardía, de alrededor de 922-586 a.C.72 Esta postura
posibilita que el conocimiento del ―Israel histórico‖ y del ―Antiguo Israel‖, según
lo definido por los minimalistas, deba su descubrimiento a la investigación y no
a que estos estudiosos modernos hayan compuesto una ficción teológica.
Los minimalistas concluyen que los libros de la Biblia fueron escritos
durante el período persa o helenístico. Los libros históricos realmente
contienen historias ficticias, probablemente tomadas de antiguas leyendas, a
través de las cuales la población organizada de refugiados locales se dio a sí
misma una historia fundacional mítica que la uniera a la tierra y a una religión.
Esta conclusión tiene dos corolarios importantes: las narrativas de la Biblia
sobre el mundo político, social e intelectual del antiguo Israel desde Abraham
hasta la destrucción del templo carecen de valor probatorio y, en consecuencia,
cualquier narrativa que pretenda referirse a lo que efectivamente ocurrió con
las personas reales que vivían en las áreas montañosas centrales del antiguo
Israel durante lo que los arqueólogos llaman la Edad de Hierro, debe estar
basada exclusivamente en datos arqueológicos. No se dispone de ninguna otra
Algo que otorga credibilidad a los minimalistas es el amplio acuerdo
general entre los estudiosos bíblicos y los arqueólogos en cuanto a que ningún
dato arqueológico ni de ningún otro tipo proveniente de alguna fuente externa a
la propia Biblia, confirma las historias patriarcales o del éxodo tal como se las
narra en los libros de Génesis y Éxodo. El mismo acuerdo general reconoce
que sólo con sutiles retoques y explicaciones puede recurrirse a los datos
arqueológicos para apoyar algunos elementos de las narrativas de Josué-
Jueces. Finalmente, el acuerdo sostiene que las narrativas protohistóricas y las
narrativas épicas del éxodo-conquista, sean o no verdaderas, fueron puestas
por escrito por primera vez entre los siglos IX y VI a.C. a partir de tradiciones
orales, antiguas pero no verificables. Sin embargo, en el caso de las narrativas
sobre eventos que ocurrieron después del siglo IX, los escritores israelitas
tenían acceso a registros de la corte y del templo, de modo que se le otorga
más credibilidad a sus escritos. No obstante, no hay consenso acerca de la
fecha de la redacción final de los libros históricos. Algunos defienden el período
exílico tardío ca. 600-580 a.C.; otros el período exílico neo-babilónico, 586-538
a.C., mientras que otros proponen el período persa post-exílico, 538-332 a.C.
Así, en lo que concierne a estos diferentes períodos, las únicas
diferencias entre los minimalistas y la mayoría de los demás historiadores son
la fecha asignada para la composición de las historias y narrativas y su
evaluación de la cantidad de ―historia real‖ contenida en ellas. Estas diferencias
tienen implicaciones de enorme alcance.
Los minimalistas van más allá del consenso histórico-crítico al plantear
que la historia completa, desde Abraham hasta Moisés, Josué, David, Salomón
y los otros reyes, está toda inventada por la misma razón. El pueblo de Israel,
sus líderes y héroes son ficciones literarias, invenciones o estructuras. Las
historias sobre ellos, sus victorias, derrotas, políticas religiosas son invenciones
tardías escritas en el período persa o después. El Israel histórico, la gente
verdadera que habitó en las montañas centrales durante las Edades de Hierro,
no vino de Egipto. Descendían de habitantes que en una edad más temprana,
la del Bronce, ya estaban en los lugares en donde ellos vivían. Su cultura y
44
religión era una forma evolucionada de sus predecesores cananeos de la Edad
del Bronce.73
Este conjunto de axiomas y su corolarios parten de la distinción
minimalista entre un ―Israel bíblico‖ creado por los literatos del período persa y
preservado en la Biblia, un ―Israel histórico‖ que realmente existió en las colinas
centrales de la tierra de Israel durante la Edad de Hierro —del cual se puede
llegar a conocer muy poco— y un ―Israel antiguo‖, el ―constructo‖ de personas
obsesionadas con las historias de la Biblia, un Israel mutilado por las
enseñanzas teológicas basadas en la combinación de los dos primeros y por
los individuos demasiado involucrados con la ―Arqueología Bíblica‖.74
En la medida en que los minimalistas desarrollan su postura,
principalmente sobre la base de inferencias a partir de los datos bíblicos
filtrados a través de herramientas analíticas desarrolladas para el estudio
literario del género de ―ficción‖, y, sólo secundariamente, sobre la base de
datos contradictorios provenientes de la arqueología; el debate minimalistas-
maximalistas es entre biblistas. Por ejemplo, los minimalistas suponen la
existencia de la gran población no-indígena en Yehud cuya comprensión de
sus propias circunstancias precipitó el proceso creativo que dio origen a lo que
se convirtió en la literatura bíblica. De hecho, aunque la información procedente
de fuentes escritas, tanto bíblicas como extra-bíblicas, confirma el
establecimiento de poblaciones extranjeras en torno a Samaria en los siglos
VIII y VII a.C. por parte de los asirios, ninguna evidencia similar apoya una
situación semejante en las áreas alrededor de Jerusalén después de que los
babilonios exiliaran a parte de la población local en los siglos VI y V a.C. Sin
embargo, ninguna evidencia contradice este supuesto.
73 Los modelos de evolución y difusión cultural se volvieron populares en muchas de las explicaciones históricas y arqueológicas durante los años 1970 y lo son aún. Su aplicación refleja la tendencia a rechazar las explicaciones de cambio en las poblaciones antiguas que recurrían a teorías de invasiones y migraciones. Los académicos consideraron que los cambios podrían explicarse mejor atribuyéndolos a procesos socio-arqueológicos que operaban en la población local. 74 Davies (1992: 11-14).
45
4. Análisis preliminar
En este trabajo, nos proponemos formular tres preguntas hacia el texto
bíblico. La primera interroga acerca de la posibilidad de que la religión yavística
plasmada en la Biblia haya sido un aglutinante político que los reyes de la
dinastía omrida del siglo IX a.C. habrían utilizado para consolidar su poder. Una
respuesta preliminar será negativa, ya que sólo contamos con el texto bíblico
para considerar esa posibilidad y precisamente es ese plano religioso el que
fue sesgado por los acontecimientos sociales y políticos de la época de la
escritura.
La segunda pregunta, en cambio, se dirige a plantear el problema de
cómo operaron las ideas religiosas que refleja la fuente bíblica en la mentalidad
de los líderes políticos de la época posterior al siglo IX a. C. que toman estas
tradiciones tempranas, ya que la tradición bíblica para la dinastía omrida
delinea una posición relativamente indiferente ante la divinidad yavística. Son
indicios de una posible cohesión del cuerpo social, una deidad única o en vía
de convertirse en tal, un conjunto de prácticas culturales.
La tercera pregunta apunta a pensar si el advenimiento estatal se puede
relacionar con la síntesis religiosa que evoca el texto bíblico en el plano
regional. Consideramos que hay una probabilidad de que haya sido tomada por
los líderes políticos para sumar adhesiones en pos de aglutinar en una unidad
territorial una fusión de estas prácticas determinadas, por ejemplo en Dan, sitio
cúltico del norte o en Kuntillet Ajrud, el paradójico sitio del Sinaí, y que tiempo
más tarde se convirtieron en identitarias de lo hebreo. Veremos en los
siguientes capítulos el proceso de aculturación regional que puede reflejar esta
posibilidad.
Consideramos que una lectura socio-política de los textos bíblicos es
tarea de los historiadores. Los textos son parte de la historia humana y reflejan
condiciones sociales concretas. Las comunidades y autores bíblicos formaban
parte del mundo de su tiempo y estaban vinculados de distintas maneras como
sector social, en función de posiciones políticas, relaciones familiares o grupos
de origen. Los textos bíblicos son producto de una realidad social pretérita y
están condicionados por los modos de producción material y simbólica de la
46
sociedad que los origina. Ahora es tiempo de introducir a la arqueología, que
ha tenido una historia propia dentro de la cultura hebrea.
47
CAPÍTULO III
La historia de la arqueología en Israel y la arqueología biblica
La arqueología en Israel constituye un paradigma estratificado en el
tiempo y posee características únicas. Se requiere un repaso por su breve pero
nutrida historia dentro de la región de Siria-Palestina para comprender su
presente y para poder abordar las interpretaciones sobre la historia de Israel en
general y el papel de la arqueología bíblica en particular, y por ende en las
consideraciones metodológicas para entender el tema de esta tesis. Si bien la
arqueología supera apenas los cien años de existencia como disciplina
científica, se ha transformado en una ciencia fundamental para los
historiadores de la antigüedad. Las cuestiones analizadas por los primeros
arqueólogos buscaron respuestas a interrogantes como: ¿Dónde se ubicaban
los sitios descriptos en la Biblia? Nosotros nos preguntamos, además: ¿Puede
despegarse la creencia religiosa de la arqueología en Israel? ¿Hay un vínculo
entre aquel pasado que recrea la arqueología bíblica y la política en Israel?75
Responderlas implica dar a la historia de la arqueología en Israel un
sentido cultural, atendiendo a los esquemas de percepción y recepción de los
sujetos sociales intervinientes, como los arqueólogos-creyentes, judíos-tierra
de Israel, y también considerando el contexto histórico, en tanto tal arqueología
se desarrolla en una época marcada por el imperialismo, el colonialismo76 y la
formación del Estado de Israel en 1948. En esta historia hay pioneros,
instituciones y países que entran en escena de manera gradual y sobre los que
ofreceremos una mirada panorámica e histórica.
1. Primeros pasos: pioneros, visionarios e instituciones
Durante la segunda mitad del siglo XIX surgen las primeras
aproximaciones al conocimiento arqueológico de la región por aquellos que hoy
75 Véase Kletter (2006: 296-305), en su libro Just Past? demuestra este vínculo entre
arqueología y política. Lo novedoso es la utilización de fuentes públicas tales como los archivos de Estado, del Ministerio de Educación, de la oficina del primer ministro, de la IDAM, entre otras, para dar una perspectiva de los primeros años de la arqueología israelí y, también, el inicio de una autocrítica del trabajo realizado por los propios israelíes desde la mirada de un arqueólogo israelí. 76 Véase Trigger (1990: 358, 368), quien incluye la arqueología desarrollada en el Estado de Israel como arqueología nacionalista y colonialista.
48
llamamos "pioneros". Los trabajos realizados a partir de 1850 y, sobre todo, a
principios del siglo XX, generaron polémicas en torno a la factibilidad y
veracidad de los hechos detallados en el relato bíblico.
Las primeras investigaciones se efectuaron en el contexto del nacimiento
de la arqueología oriental. A partir de allí, también comenzó a desarrollarse la
asiriología, cuyo particular interés para nuestro tema radica en el estudio de los
vínculos históricos entre los recién descubiertos monumentos asirios y el
Antiguo Testamento. Estos vínculos emergieron uno tras otro a medida que
eran traducidos más textos y la asiriología fue convirtiéndose en una disciplina
académica. Durante este período se destacan hombres como E. Robinson,
quien realizó trabajos en Palestina, Sinaí y Arabia y H. Layard en Nimrud y
Nínive.
Una mención especial merece el investigador británico H. Rawlinson,
conocido por ser el padre de la asiriología, quien en 1850 publicó su traducción
de la inscripción del Obelisco Negro de Salmanasar III de Asiria (ca. 859-824
a.C.), que había sido descubierto en 1846 en Nimrud por H. Layard77 y que
constituye una de las evidencias epigráficas de nuestra investigación. Ya que
este rey era el nombrado en el capítulo 2 de Reyes, se buscó una correlación
con el Antiguo Testamento. Si bien las figuras de H. Layard y H. Rawlinson
dominaron el primer estadio en la historia de esta relación entre asiriología y
estudios bíblicos, nombraremos también a G. Smith,78 que buscó proveer una
detallada correlación entre la información cronológica brindada por las fuentes
asirio-babilonias y los libros históricos del Antiguo Testamento.
Al mismo tiempo que se desarrollaba la acción de estos pioneros
aparecen en esta temprana etapa, las primeras instituciones: (ver Tabla 2)
77 Véase Moorey (1991: 16-30). Los resultados de los reconocimientos llevados a cabo por Robinson fueron publicados en 1841 en Londres, bajo el título Biblical Researches in Palestine, Mount Sinai and Arabia Petraea in 1838. Los de Layard, en 1853, Discoveries in the Ruins of Niniveh and Babylon y los de Rawlinson, fueron publicados por el Journal of the Royal Asiatic Society, On the Inscriptions of Assyria and Babylonia en el volumen 12 de 1850. 78 Dos de sus obras son Assyrian Discoveries: an account of explorations and discoveries on the site of Nineveh, during 1873 and 1874, London, 1875 y The Assyrian Eponym Canon, London, 1875, ambas citadas por Moorey.
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Tabla 2
Año de fundación
Institución País de origen
1865 Palestine Exploration Fund Inglaterra
1877 Deutsche Palästina Verein Alemania
1890 Ecole Biblique Francia
1900 American Schools for Oriental Study and Research in Palestina
Estados Unidos
1919 British School of Archaeology Inglaterra
1919 Oriental Institute of Chicago Estados Unidos
1920 The Palestine Oriental Society Inglaterra
La Palestine Exploration Fund fue creada en 1865 bajo el patronato de la
iglesia anglicana para impulsar una investigación sistemática de la arqueología,
la topografía, la geología y la geografía de lo que casi todos llamaban "Tierra
Santa", orientada en principio a una mejor ilustración de la Biblia. Los dos
programas iniciales fueron la confección de un mapa de todo el país y las
excavaciones en Jerusalén. En 1867 el capitán C. Warren fue enviado a revisar
la topografía de la ciudad santa, pero la falta de método apropiado así como
sus falencias conceptuales le impidieron lograr resultados válidos.79 Dos
investigadores que trabajaban bajo los auspicios de la Palestine Exploration
Fund le dieron, con sus contribuciones, mayor reputación a la institución. Uno
de ellos fue G. Schumacher, un ingeniero de ferrocarril residente de Haifa. Este
hombre recibía apoyo financiero del Deutscher Palastina-Verein para sus
investigaciones y fue el primer arqueólogo en excavar Samaria, capital fundada
por Omrí. Su trabajo pionero fue el mapeo de toda la región de Transjordania.
El otro investigador fue Clermont-Ganneau descubridor de la Piedra de Moab,
hallada por casualidad en Dibon, en 1868. Contenía una inscripción del rey
Mesha nombrado en la Biblia en 2 Reyes, una de las evidencias epigráficas
más importantes. El Deutsche Palastina-Verein fue fundado en 1877 por los
luteranos80 y en 1890 se estableció en Jerusalén la Ecole Biblique.81
79 Véase Milevski y Gandulla (2016: 125). 80 Esta institución solventó muchos estudios en Palestina entre los que podemos nombrar el de Guthe, en 1881, al sudeste de Jerusalén, pero no se involucró en excavaciones de tells. Estas incursiones mejor organizadas se iniciarán en Megiddo,
con la financiación y el patronazgo del káiser. Los trabajos fueron dirigidos por G. Shumacher y Benzinger que eran en ese momento los alemanes más experimentados
50
Un proyecto institucional de mayores dimensiones llegaría poco después
cuando, en 1900, la American School for Oriental Study and Research in
Palestine, financió las excavaciones que, entre 1908-1910, dirigieron G.
Reisner82 y A. Fisher en Samaria, un sitio central en nuestra investigación.
Fueron los excavadores alemanes los que intentaron darle forma a los
registros arqueológicos a partir de fines del siglo pasado y durante la primera
década de nuestro siglo. Con la iniciación de las excavaciones en Zinçirli,
Turquía, durante los años 1888-1892, se estableció un estilo o formato de
presentación de los reportes que rigió en las publicaciones alemanas en el
Cercano Oriente hasta mediados de siglo XX.83
Con estas instituciones asentadas en Palestina tomó forma lo que hoy
conocemos como "Arqueología Bíblica". Esta nueva etapa se inició a
comienzos del siglo XX con los primeros abordajes sistemáticos en los estudios
topográficos y arqueológicos sobre la región. Se combinó con la aparición de
las escuelas nacionales que fueron adquiriendo perfiles propios, destacándose
la británica, la francesa y la americana, la alemana y la israelí.
Un lugar destacado ocupa F. Petrie,84 que fue el primero en llevar a cabo
una excavación sistemática en Palestina cuando, en 1890, en Tell el-Hesi,
en el trabajo de campo y, aunque no realizaban controles estratigráficos, la factura de planos y edificios fue publicada en 1894. 81 Hasta 1921 no fue reconocida como la Escuela Arqueológica oficial de Francia pero aun así jugó un rol vital en el desarrollo de la arqueología bíblica por el carácter liberal de sus estudios y su escéptico abordaje de los llamados "sitios sagrados" dentro del catolicismo. Algunos de sus miembros tenían profundos conocimientos de la tierra y los elementos que se hallaban en ella. Su conocida publicación Revue Biblique,
creada en 1892, reproducía sus investigaciones sobre la cuestión. 82 Este investigador, al igual que F. Petrie, era egiptólogo y se destaca en Palestina por ser el primero en utilizar en el trabajo de campo la fotografía. Los resultados de sus excavaciones en Samaria fueron publicados, bajo el título Harvard excavations at Samaria I, en Cambridge, en 1924. El legado de G. Reisner es valioso por su análisis estratigráfico de los tells, técnica que luego desarrollaría la escuela de M. Wheeler y K.
Kenyon. 83 Se caracterizaban por la minucia en el tratamiento de las unidades arquitectónicas, los planos horizontales y sus estructuras. No se incluían los análisis tipológicos y las ilustraciones de objetos, propuestas en la época por F. Petrie. La cerámica era tratada en la medida en que formara parte de un complejo edificado específico. Fue sólo el nivel de las ilustraciones y planos lo que hizo que estos registros se destacaran sobre los publicados en el período. 84 A pesar de no tener una educación universitaria formal y de ser un autodidacta, F. Petrie tenía, al llegar a Palestina, una gran experiencia ya que durante diez años había trabajado como egiptólogo para el Palestine Exploration Fund. En la excavación se manejó con principios fundamentales como el cuidado, la preservación y
51
utilizó por primera vez un sistema de registro en niveles estratigráficos e
implementó las tipologías para el análisis de la cerámica hallada en la región.
Mientras que, desde Francia, llegó en 1891 H. Vincent85 y se incorporó a
la escuela francesa con sede en Jerusalén, desde donde intervino activamente
en numerosos proyectos.
2. La Edad de Oro
Los años de entreguerras dieron a la arqueología bíblica estatus
académico, protagonismo internacional a partir de la difusión de los hallazgos y
una creciente autonomía dentro del mundo de la arqueología.
La burocracia institucional en los territorios bajo mandato británico y
francés de la región de Siria-Palestina y Mesopotamia se consolida cuando se
introducen los llamados "Departamentos de Antigüedades" que inauguran un
período de ricos descubrimientos, al tiempo que se implementan legislaciones
para combatir excavaciones ilegales con fines comerciales. Ejemplo de ello es
el departamento creado en 1920 en Palestina por el gobierno británico,
colocando en la dirección a J. Garstang, que era director de la British School of
Archaeology establecida en 1919, con sede en Jerusalén. También en ese año
reabre la American School que comenzó a publicar su revista. En 1920 se
fundó The Palestine Oriental Society con M. Lagrange como presidente,
institución que logró acercar a católicos, protestantes, árabes y judíos por
medio de sus publicaciones que sirvieron para generar un espacio de
comunicación entre los investigadores, hasta su interrupción con el inicio de la
Segunda Guerra Mundial.
En 1925 comenzó en Megido un programa quinquenal que, finalmente,
se extendió hasta 1939. Fue llevado adelante por J. Breasted quien había sido
fundador en 1919 del Oriental Institute of Chicago y contó con el soporte
financiero brindado por J. Rockefeller Jr. para dirigir las excavaciones. Al retiro
documentación de todos los objetos por triviales que fueran, la planificación y, sobre todo, la puntual publicación de sus trabajos. Este método era desconocido para los que anteriormente habían excavado en Palestina. 85 Vincent publica en 1907 Canaan, el cual constituirá una reseña enciclopédica de
toda la evidencia de la cultura material de la región, incluyendo ciudades, lugares de culto, evidencia de tumbas, cerámicas. Además tenía la forma de los manuales alemanes, lo que hizo que fuera una especie de guía para estos años formativos de la arqueología palestinense.
52
de J. Breasted lo sucedió A. Fisher86 (desde 1925 hasta 1927), luego P. L. O.
Guy (hasta 1935) y por último G. Loud (hasta 1939). Los volúmenes sobre
Megido, uno de los sitios clave de nuestra investigación, adquirieron un rol
central en lo que fue la literatura arqueológica de la época, por el grado de
organización del texto y por las tabulaciones e ilustraciones.87
En toda esta historia hay un personaje destacable cuyas ideas
constituyen un paradigma en este período: la figura multifacética de W.
Albright. Su obra abarca desde su tarea de divulgación de los estudios bíblicos
en los Estados Unidos y la búsqueda de una interpretación global, hasta sus
estudios eruditos sobre lingüística. Llegó a Jerusalén en 1919 iniciando su
carrera en la arqueología y topografía histórica.88 Durante mucho tiempo su
autoridad académica y su erudición no fueron cuestionadas por ningún sector
del mundo angloparlante, aunque algunos de sus postulados fueron duramente
debatidos, por su persistente defensa a ultranza de la historicidad de las partes
controvertidas del Antiguo Testamento. Hacia fines de los años treinta G. E.
Wright se va constituyendo como el heredero y sucesor de las ideas de
Albright. Había adquirido experiencia de campo en Bethel,89 desarrollando el
86 A. Fisher comenzó su carrera en la arqueología como miembro del Departamento de Arquitectura de la Universidad de Pensilvania. Durante el período que va de 1898-1900 participó en excavaciones en Nippur e Iraq y en Samaria como colaborador de G. Reisner, luego de la Gran Guerra inicia sus investigaciones en Beth-Shan en 1921. También colabora en Megido, Jerash y Beth-Shemesh. Trabajaba en estrictos niveles de 30 cm, sin prestar demasiada atención a otros elementos, lo que provocó su incursión en errores y confusiones cronológicas. 87 Los volúmenes nombrados son Meggido I: Campañas de 1925-1934, Estratos I-V de R.S. Lamon y G.M. Shipton, 1939 en O.I.P XLII; Meggido II: Campaña de 1935-39 (I
vol. texto, I láminas) de G. Loud, 1948 en O.I.P. LXII. 88 Véase Albright (1931, 1932, 1939, 1942, 1949). Su primera excavación es en Tell el-Ful al norte de Jerusalén en 1922. Representa el inicio de sus investigaciones sobre el llamado "período de asentamiento israelita" ya que el sitio podía ser datado como perteneciente al Hierro temprano, y la cerámica hallada era del tipo de los que posteriormente se convino en llamar sitios del Hierro I de la región montañosa de Palestina. Entre 1926 y 1932 realiza sus excavaciones en Tell Beit Mirsin bajo los auspicios de American School of Oriental Research. En los siguientes quince años sucede una gran actividad arqueológica en la región, que otorgó una cantidad de información en lo que concierne a la arquitectura y cerámica de ese período. Las investigaciones se realizaron en sitios como Tell en-Nasbeh (la bíblica Mizpah) por Bade en el período 1926-1935; Siloh por Kjaer en 1929; Beth-zur al norte de Hebron por Sellers en 1931; y Khirbet et-Tell por Marquet-Krause en 1933-1935. 89 El emplazamiento de Bethel ha sido identificado sobre el lado norte del actual pueblo árabe de Beitim, hacia el nordeste de Ram Allah, a sólo tres km de Ai. Los investigadores siempre han tratado de analizar las historias de estas ciudades en conjunto, aunque arqueológicamente se ha verificado que nunca estuvieron ocupadas
53
manejo de la tipología cerámica90 bajo la dirección de Albright. Dentro de sus
numerosos discípulos se cuenta también N. Glueck,91 uno de los investigadores
judíos que trabajaron en el lugar antes de 1948, quien se destacó por su
conocimiento de la región y la datación de la cerámica.
2.1. El nuevo mapa político desde 1948
A mediados del siglo XX se produjeron importantes cambios en el mapa
político del Medio Oriente que influyeron en el desarrollo de nuevas
investigaciones y en la aparición de importantes figuras locales dentro de la
arqueología. Simultáneamente, los cambios de la arqueología general, con el
desarrollo de nuevas teorías, métodos y técnicas, obligaron a replanteos en el
campo de la arqueología bíblica, pero no se instaló un debate en aquel
momento porque se estaba construyendo un país, cuyo aparato simbólico
presentaba pocas fisuras pero debía materializarse en el territorio, y la
arqueología bíblica fue un pilar innegable, junto con el sistema de kibutz de
asentamiento y con el ejército nacional.92
La década de 1948-1958, que siguió a la finalización del mandato
británico en Palestina y a la creación de los estados independientes de Israel y
Jordania, trajo nuevos descubrimientos. El motor que alentó la continuación del
al mismo tiempo. El relato de Jueces 1: 22-26 describe la toma de esta ciudad llevada adelante por la casa de José, por lo que en un primer momento se buscaron vestigios de destrucción. Las primeras excavaciones las realizó Albright en 1934, continuadas por J. L. Kelso, extendiéndose durante casi treinta años, y colaborando como asesores De Vaux y Wright para el análisis de la cerámica. Fue una expedición conjunta sustentada por la American Schools of Oriental Research y el Pittsburg-Xenia Theological Seminary. Los informes de las campañas se han publicado en el Bulletin of the American Schools of Oriental Research, vols. 137 (1955), 151 (1958) y 164 (1961). Véase Kelso (1968). 90 Luego de su tesis para la Johns Hopkins University, preparada entre 1934 y 1937, sobre "The Pottery of Palestine from the Earliest Times to the end of the Early Bronze Age", fue creciendo su interés por la teología bíblica, que marca toda su obra. La fundación en 1938 del periódico The Biblical Archaeologist por Wright, que en sus
inicios perseguía brindar información a los maestros de las reuniones religiosas dominicales, luego se convirtió en eje de debate y punto de información para el área donde Biblia y arqueología interactuaban. 91 Véase Glueck (1940, 1946). Nació en los Estados Unidos, asistió a la Hebrew Union College para ser luego ordenado rabino en 1923. Prosigue sus estudios bíblicos en Alemania con H. Gressmann en Berlin y Sraerk en Jena. Entre 1932 y 1947 emprende viaje por Ammon, Edom y Moab donde realiza un mapeo y registro fotográfico de la región. E. Vogel, su secretaria, publicó la colección de sus fotos entre 1928 y 1970. 92 Véase Milevski y Gandulla (2016: 126).
54
desarrollo de la arqueología bíblica pasó a ser, además de la tradición
protestante estadounidense, la conquista de un territorio poblado, al que había
que deshabitar y repoblar con judíos. Por otro lado, después de la partición de
Palestina, la mayoría de las instituciones involucradas en trabajo de campo con
base en Jerusalén quedaron dentro de los límites del nuevo estado jordano.
Este carecía de arqueólogos nativos, ya formados, que asumieran el liderazgo
en dichas instituciones.93 Para estos jóvenes, las enseñanzas de K. Kenyon en
su trabajo de campo en Jericó, como el de Wright en Siquem, se convirtieron
en base de aprendizaje.94 Los principales debates giraron esencialmente en
torno a la búsqueda de una mayor precisión en los métodos de excavación y en
el registro del trabajo de campo.95 La nueva situación creó marcos y
condiciones diferentes para el desarrollo de la arqueología bíblica; por un lado,
la presencia que adquirieron los arqueólogos israelíes a partir de la creación
del Estado de Israel; por otro, la importancia creciente de la arqueología
estadounidense. La figura de Albright continuó dominando el campo académico
y sus enfoques y trabajos siguieron siendo el eje que dominaba la relación
entre la arqueología y los estudios bíblicos. El trabajo de sus discípulos y de las
instituciones adquirió mayor relieve y los investigadores estadounidenses
desplazaron a los estudiosos ingleses y franceses, lugar que habían ocupado
como poder extranjero en el Cercano Oriente. El desarrollo de una tradición
arqueológica israelí, a partir de 1948, comienza con hombres como N. Avigad,
M. Avi-Yonah, I. Ben-Dor, A. Biran, B. Mazar, E. L. Sukenik y S. Yeivin, que
93 A modo de ejemplo, L. Harding, arqueólogo británico discípulo de F. Petrie, permaneció en Jordania como Director del Departamento de Antigüedades hasta 1956, completando veinte años de servicio. Fundó el Museo de Amman y fue curador del Palestine Archaeological Museum de Jerusalén. 94 Véase Moorey (1991: 97). Tanto los americanos como los israelíes criticaban tales prácticas porque, por ejemplo, aducían que en los análisis de K. Kenyon faltaba la distinción, que consideraban elemental, en períodos cerámicos y edificaciones. 95 Uno de estos ejemplos es el trabajo de la británica K. Kenyon entre 1952 y 1958 en Jericó, en el cual demostró, a través de un estricto control estratigráfico y de un registro por niveles, los errores de los primeros excavadores de Jericó. Kenyon encontró evidencia de un pequeño asentamiento sin fortificaciones que dató ca. 1425-1275 a.C., aunque sin rastros de destrucción, tal como lo había argumentado Garstang, sobre el asalto de Josué ca. 1400 a. C. El sitio fue abandonado en el segundo cuarto del siglo XIII a. C. y no volvió a ser habitado hasta el siglo XI a. C. Kenyon moriría antes de concluir sus informes de Jericó pero los datos obtenidos fueron publicados como Jericó III y IV por Holland en 1981-1983. Véase Kenyon
(1963: 230-234). El aporte de la escuela de Wheleer y Kenyon se describe en Harris (1990: 30-31).
55
iniciaron sus carreras durante la época del mandato británico y se
perfeccionaron en el extranjero en áreas como lingüística, estudios bíblicos y
arqueología. Su interés giraba en torno a sitios y monumentos importantes para
la historia hebrea, con un nacionalismo evidente, fruto de su época.
Años más tarde, aparecen dos figuras importantes de este proceso, Y.
Yadin, militar del ejército, y Y. Aharoni. Ambos investigadores polarizaron la
arqueología de Israel durante veinte años, entre 1950 y 1970. Mientras el
primero guiaba el Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea de
Jerusalén, el segundo96 fue el fundador de un instituto similar en la Universidad
de Tel Aviv. Más allá de ideologías, no es casual que estos hombres abordaran
el tema de la llegada del pueblo de Israel a Canaán, tópico de interés para ellos
y para todo Israel, porque se vinculaba directamente con la pertenencia de
esas tierras ancestrales que habrían sido recuperadas. Ambos estudiosos
adhirieron a enfoques opuestos de la cuestión, es decir, a los clásicos modelos
explicativos en ese entonces, como la hipótesis de la conquista militar y la de la
infiltración pacífica. Y. Yadin97 demostró explícitamente su dependencia del
texto bíblico para sus interpretaciones en los hallazgos de Hazor, que era un
sitio vital dentro del relato bíblico de la conquista. En 1956, Y. Aharoni, su
contrafigura durante estos años formativos de la arqueología israelita, se une a
la expedición en Hazor como supervisor del trabajo sobre el período
salomónico. Interesado en la Edad del Hierro, continuó sus investigaciones en
Galilea, donde aparecen varios asentamientos sin fortificaciones en las
primeras fases del Hierro. Ambos autores polemizaban sobre muchos aspectos
de la historia y arqueología de su país pero coincidían en la importancia de la
96 Véase Aharoni (1976:3-17). Fue un especialista en Geografía Histórica, que redefinió el estudio del espacio para la primera generación de israelitas que asumieron el significado cultural de la cuestión, inconcebible para los pioneros que intentaron moldear la topografía histórica de Palestina durante el S XIX. Desde sus inicios, se interesó por todo lo relacionado con la Edad del Hierro, siendo para él el "Período israelita" a través del cual, mediante una excavación selectiva, se podría aproximar a la naturaleza del asentamiento de las tribus de Israel primero, en la Alta Galilea y luego en el Néguev. 97 La carrera de Yadin se inicia con estudios en filología árabe y hebrea, arqueología e historia antes de ingresar en la Universidad Hebrea, donde jugó un rol prominente durante una generación en el campo de la política, la milicia y también dentro de la arqueología. Tanto como Albright en Estados Unidos y K. Kenyon en el Reino Unido, su influencia en Israel modeló toda una generación de arqueólogos.
56
narrativa del Antiguo Testamento para las interpretaciones de los trabajos de
cada uno.
Los norteamericanos volvieron a la escena en 1956. G. E. Wright98 inició
las excavaciones en el sitio de Siquem, que se convirtió en un modelo para los
futuros arqueólogos. Allí introdujo nuevos métodos que se habían desarrollado
dentro de la tradición estadounidense y que involucraban técnicas de
excavación. Los análisis cerámicos se profundizaron, al mismo tiempo que se
desarrolló en el Cercano Oriente una nueva forma de investigación: ―las
escuelas de trabajo de campo‖. El impacto entre los nuevos arqueólogos
estadounidenses fue similar al que produjo K. Kenyon con sus trabajos en
Jericó y Y. Yadin con Hazor. Entre estos nuevos arqueólogos podemos
destacar a J. Callaway99 y a P. Lapp. El primero trabajó durante varias
temporadas en Ai y el segundo fue discípulo de W. Albright y de E. G. Wright.
Sus trabajos en Araq el-Amir, en 1961-1962 y en Tell el-Ful en 1964, se
destacaron dentro de la arqueología de Jordania. P. Lapp parecía ser el
sucesor natural de estos pioneros, si bien criticaba duramente frente a sus
colegas el problema de la estructura de la arqueología de Palestina. Para él era
un montaje, ya que la mayoría de sus fundamentos y bases carecían de
solidez, a causa de que se le había dado gran crédito a las interpretaciones
subjetivas sin tener en cuenta la observación y además, la argumentación,
giraba en un círculo cerrado de hipótesis generales. Su temprana y trágica
98 Para G. E. Wright la elección de un sitio tan vital dentro del Antiguo Testamento buscaba contrarrestar la visión predominante entre los arqueólogos e historiadores de la antigüedad en general que, a priori, consideraban que todas las excavaciones en Tierra Santa carecían de peso y validez científica dentro de la arqueología contemporánea. Intentó, con su experiencia en el trabajo de campo, crear grupos sólidos de expertos coordinados en su labor en distintas áreas de la arqueología bíblica. Pero, a pesar de sus esfuerzos, en general, sus trabajos fueron sospechados de falta de objetividad a causa de su devota fe. Un ejemplo de ello fue la síntesis de Wright para Siquem que apareció en 1965 con el título Shechem: The Biography of a Biblical City, criticada especialmente por los arqueólogos del mundo angloparlante y
por los biblistas alemanes por sus fuertes vinculaciones con la Teología Bíblica. 99 Mattingly (1995: 17-27), describe los pasos de J. Callaway y su primera experiencia de campo en Siquem bajo la dirección de Wright en 1960 y en el período 1962-1964, así como sus trabajos con K. Kenyon y R. de Vaux en 1961-62 en Jerusalén. Inaugura su propio proyecto en et-Tell en 1964 que se extenderá hasta 1972. Véase los resultados en J. Callaway (1976: 19-30; 1988: 54-71).
57
muerte durante una excavación en Kyrenia100 nos privó de una mirada aguda
para la época.
En los años sesenta, el holandés H. J. Franken desarrolló un programa
de investigación que introdujo algunos cambios en la ortodoxia reinante entre
los biblistas alemanes. Sus innovaciones en las técnicas de trabajo de campo
aparecen en 1960 con su propia investigación en Deir'Alla. Allí capacita a
arqueólogos alemanes en las técnicas de excavación e intenta completar las
brechas que aparecían en la tipología cerámica de Jericó vinculándolas con el
desarrollo cultural en el paso del Bronce Tardío al Hierro Temprano. Aplicando
innovadores métodos de análisis cerámico que rastreaban el modo de
elaboración, más que la forma y la decoración de las piezas, criterio imperante
hasta entonces, intentaba probar que la tradición manufacturera del último
período nombrado, era diferente a la del Bronce Tardío. Otro aporte de este
investigador fue combinar sus conocimientos de antropología, arqueología y del
texto bíblico con el trabajo de especialistas en tipologías cerámicas, como J.
Kalsbeek. Esto le permitió perfeccionar las publicaciones y lograr modernizar
los análisis logrados por K. Kenyon.101 A pesar de su perspectiva crítica, para
H. J. Franken los viejos registros arqueológicos podían esconder hipótesis
interesantes para responder las preguntas desde nuevas perspectivas.
Pero el surgimiento de una nueva generación de arqueólogos en
Alemania se da con la aparición en 1967 de la tesis de M. Weippert ―Die
Landnahme der israelitischen Stamme".102 A partir de este trabajo se revalúan
las contribuciones de A. Alt, W. Albright y G. Mendenhall,103 referentes a la
cuestión del proceso de asentamiento y, en especial, tratando de recuperar las
premisas válidas de cada uno. M. Weippert planteó además la necesidad de
despegar la arqueología palestinense de la verificación de la historicidad del
Antiguo Testamento e incorporar la aplicación de los métodos de la sociología y
antropología104 para acercarnos al proceso orgánico de la estructura tribal.
100 Véase Lapp (1970: 20-22). Se ha publicado en 2011 su correspondencia personal. 101 Véase Franken (1963: 4-33; 1974; 1975: 336-340; 1976: 3-11). 102 Véase Weippert (1971). Esta breve monografía produjo un sensible impacto dentro del mundo académico por su originalidad y criticismo. 103 Véase Mendenhall (1962: 67-87). 104 Véase Gottwald (1983: 6-21). Surgen a partir de ahí varios trabajos como el citado, que analizan los factores sociológicos del proceso.
58
2.2 La situación desde 1970
En la década de 1970 mueren los representantes de las teorías
tradicionales de la ocupación del territorio dentro de la arqueología de
Palestina, W. Albright, N. Glueck, R. de Vaux y Y. Aharoni; K. Kenyon se retira
en 1972; E. G. Wright en 1974; Y. Yadin ingresa en la política en 1977;
provocando en el campo de la arqueología lo que llamaríamos una "crisis de
sucesión". Dentro de cada escuela, a su vez, este cambio generacional
coincide con replanteos frente a los aportes de otras ciencias al campo de la
arqueología. Se inicia una época interesante cuando en la década del sesenta
se da la aparición de la corriente conocida como "Nueva arqueología" que tiene
como cuna a los Estados Unidos.105 Para enumerar concisamente, sus
principales postulados fueron la adopción del modelo hempeliano de la
explicación y el método hipotético-deductivo; la consideración de la arqueología
como antropología a partir de un objeto de estudio común (la cultura concebida
como sistema) y de un objetivo común (la descripción y explicación de la
variabilidad cultural); la naturaleza organizada del registro arqueológico; el
rechazo de las limitaciones a priori del material arqueológico y el papel de la
analogía como fuente de hipótesis y, por último, la necesidad de controlar la
representatividad y significado de las observaciones hechas en el registro
arqueológico. La práctica arqueológica se fue tornando más dependiente de
otras disciplinas106 como la arqueozoología, arqueobotánica, geología o
estudios sobre paleoclima e intentó tomar distancia de intereses subjetivos e
ideologías. Interpreta también los procesos en el marco de la larga duración
propuesta por Braudel, un ejemplo son los trabajos de Finkelstein (véase más
abajo).
A partir de 1972 entran en escena, también en Estados Unidos, dos
investigadores relevantes, W. Dever107, discípulo de Wright, y T. L.
105 Véase Binford (1962: 217-225). Los primeros esbozos de esta corriente dentro de la arqueología americana aparecen con G. Willey y P. Phillips con una publicación en 1958 Method and Theory in American Archaeology. Para un rico análisis crítico de la
evolución de esta escuela véase Gándara (1982). 106 Véase Levy (1995: 4-6), quien destaca la utilidad de los datos medioambientales, antropológicos y epigráficos y recurre a la escuela de Anales para aplicar sus modelos temporales en la arqueología de Israel. 107 Véase Dever (1990: 52-58; 1995: 201-213; 1997: 20-50), cuya producción es cuantiosa, con más de doscientos artículos y reseñas publicadas.
59
Thompson,108 los que reabrirán una vez más el debate sobre el rol de la
arqueología dentro de la investigación histórica en Israel, cuestionando al
creciente escepticismo respecto a los logros de la arqueología y,
particularmente, con relación a sus efectos dentro de los estudios bíblicos. Con
el estudio del contexto histórico de los patriarcas bíblicos, T. L. Thompson se
enfrenta con W. Dever cuando niega la continuidad cultural entre los semitas
de Mesopotamia y los habitantes de Palestina. También polemizarán por la
relación de la arqueología con la Biblia que en W. Dever es vinculante y
respecto de la cual T. L. Thompson considera que no es un punto de partida
válido para historiar sobre el sur de Levante.109
En los últimos años se planteó críticamente un estudio sistemático de la
historia de la interpretación arqueológica en Israel ya que los desacuerdos
respecto a la naturaleza y significación de esa historia aún están abiertos. El
disenso aparece delineado en los trabajos de Kletter.110
La arqueología post-procesual surge como respuesta a las limitaciones y
contradicciones de la nueva arqueología durante la década de 1980. En Israel
las figuras más importantes de esta corriente están asociadas políticamente a
la izquierda y desarrollan una agenda política vinculada a las zonas de
ocupación palestina. Entre los arqueólogos, Greenberg retoma esta cuestión de
manera formidable vinculándola hoy con la colonización de determinadas
zonas de Israel, a partir de una mirada que pretende asociar los habitantes
actuales a los del pasado.111
Estas teorías interpretativas inauguradas por Hodder112 que apuntaban
al pensamiento del individuo del pasado y a sus acciones individuales, a su
108 Véase Thompson (1978: 2-43; 1994: 403-415). Es interesante ver cómo aborda las investigaciones interdisciplinarias sobre la historia de Palestina para luego intentar focalizar la propia historia de Israel dentro de un contexto regional pluralizado con matices propios. Cuestiona los modelos propuestos para explicar el surgimiento de Israel desde los patrones de asentamiento de los sitios del Hierro I como proponen I. Filkenstein y V. Fritz y plantea que la iniciación del proceso se desarrolla en el Bronce Final haciendo hincapié en la coyuntura ecológica. Véase Milevski y Gandulla (2016: 127), quienes consideran que el aporte de los minimalistas a la reflexión e interpretación de la práctica arqueológica fue positivo. 109 Véase Thompson (1996: 38). 110 Véase Kletter (2006, 2013 y 2016). 111 Véase Greenberg (2015:19-32). Agregará Greenberg que su propuesta describe una etapa actual transitada dentro de la arqueología israelí como ―emancipatoria‖ nombrando ejemplos de excavaciones en donde intervino recientemente. 112 Véase Hodder (1994).
60
intervención en la cultura a la que pertenecía, proporcionan una perspectiva
que tendremos en cuenta en nuestro análisis de la época del rey Omrí.
3. Análisis preliminar
Las tendencias en la arqueología de Israel estuvieron desde sus
orígenes ligadas a la política. La arqueología juega un papel cada vez más
importante en la definición de las identidades nacionales, los símbolos
empleados por muchas naciones de creación reciente se inspiran en artefactos
considerados emblemáticos de una edad de oro para esa nación.113 La
arqueología, por lo tanto, se encuentra hoy vinculada con la nacionalidad. Para
el caso de Israel, basta con pensar en Masada o en Jerusalén.
En 1948 se da comienzo a la arqueología nacional israelí y esto conllevó
una cesura. Ciencia, identidad y religión se unen de manera inesperada para
componer un campo de estudios con una dinámica sin par. Desde la IDAM a la
IAA, desde la escuela de Tel Aviv a los institutos de las universidades como
Haifa o Beersheva, surgieron voces en conflicto dentro de la arqueología que
llevaron hace unos años a plantear la formulación de un código de ética entre
los arqueólogos, encabezados por Kempinski.114 Las razones del entusiasmo
inicial son entendibles, del mismo modo que las que generaron la falta de
consenso respecto al contenido de ese código, no son difíciles de intuir.
113 Véase Renfrew y Bahn (2011: 546). Destaca los ejemplos de Saddam Hussein representado en un mural como Nabucodonosor, rey de Babilonia en el siglo VI a.C., rodeado de armamento moderno, así como el del cofre de oro con una estrella que sirvió de féretro a Filipo II de Macedonia, padre de Alejandro Magno, y ha sido adoptado como símbolo de la actual república de Macedonia. También estados actuales como Egipto, Grecia, México o Perú emplean el pasado para reforzar el sentimiento de grandeza nacional. 114 Veáse Kletter y Solimani (2010: 15-18). Kempinski fue una figura destacada dentro de la arqueología que proponía luchar para ―lograr emancipar la arqueología israelí del yugo de la ideología sionista‖. En 1984 se registra oficialmente la asociación de
arqueólogos de Israel (AAI) y comienza la reforma de la IDAM, publican cuatro números de un periódico propio de la Asociación y organizan talleres contribuyendo a la mejora de las condiciones laborales de los arqueólogos y al relevamiento de los sitios para excavaciones (sólo a cargo de instituciones israelíes había 700 a principios de la década de 1990). La sanción de un código de comportamiento ético entre los arqueólogos se registró pero tuvo poco funcionamiento, y luego de la temprana muerte de Kempinski se precipitó la desintegración de la asociación.
61
Pasan las décadas y los planteos cambian el tono de la discusión pero la
arqueología bíblica subsiste, en medio de la crisis, e intenta ser reconstruida.115
Hace treinta años que Clarke tuvo en cuenta estos factores externos cuando
describió la arqueología como un sistema adaptativo ―relacionado internamente
con su contenido cambiante y externamente con el espíritu de los tiempos‖ y ―al
exponernos a los sistemas educacionales y a los sistemas cambiantes de
pensamiento contemporáneo, adquirimos una filosofía general y una filosofía
arqueológica particular, un sistema de creencias, conceptos, valores y
principios reales y metafísicos, en parte consciente y en parte inconsciente‖.116
No hay ejemplo más claro que el de la arqueología israelí, que constituye una
―práctica discursiva‖117 única, bien sustentada con un pie en la política y un pie
en la Biblia.
Hasta aquí hemos repasado la historia de la arqueología en Israel y su
complejidad en cuanto a personajes, instituciones y proyectos de
excavaciones, creencias, ciencia y religión. En el capítulo V trataremos la
evidencia arqueológica de nuestro período a la luz de las excavaciones en las
principales ciudades que existían en el siglo IX a.C.
Es momento ahora de adentrarnos en el ámbito sud-levantino previo al
surgimiento de la dinastía de Omrí. Delimitaremos qué regiones y qué actores
operaron políticamente a fines del X a.C. para acercarnos al contexto social
donde se dará la ruptura que significa la aparición de Omrí en el poder.
Panorama general de la Edad del Hierro antes del surgimiento de la
dinastía omrida
El contexto regional que encontramos al analizar los siglos previos al
advenimiento en el norte de Israel de la dinastía omrida, posee un amplio
espectro de culturas. Presentaremos sus aristas elementales para comprender
la dinámica sociopolítica en la que se desarrollará la historia de la dinastía en
toda la región del Levante. Ellas están determinadas por una marcada
inestabilidad en el control político territorial, un aumento demográfico y la
configuración de nuevas élites en el marco de una creciente estratificación
social, todo lo cual provoca cambios en la esfera política, en los centros
urbanos y al interior de estas sociedades.
Entre ca. 1225-1175 a.C. todo el sistema político de Cercano Oriente,
que había mantenido durante siglos una estabilidad considerable, colapsa y se
transforma en función de una serie de factores internos como la retracción de
los imperios, sumado a crisis agrícolas y exigencias palatinas a los
campesinos, así como por factores externos, por ejemplo, el empuje de
invasores provenientes de Occidente que alteran las condiciones de vida y las
tradiciones de los habitantes que se transforman por el proceso de
aculturación. Disponemos aquí de dos bloques de documentación: las
inscripciones y relieves con los que Ramsés III celebra su victoria sobre los
invasores en 1190 a.C. dando detalles sobre su composición y un relato de los
hechos,118 y un grupo de cartas de Ugarit que revelan los preparativos para
resistir una invasión.119 También los registros arqueológicos de los sitios120 dan
muestras de destrucciones violentas.
Si bien actualmente los factores migratorios tienen un peso más relativo
en la historiografía que en el pasado, se considera que la movilidad interna121
118 Véase Drioton y Vandier (1981: 372-374). Si bien esta obra es de la década de 1930, presenta una versión detallada de los acontecimientos que enfrenta Ramsés III en sus dos campañas contra los invasores en los años 5 y 8 de su reinado. 119 Véase Liverani (1985: 500-505). 120 Véase Cline (2014), quien señala que el cambio de era se debe ubicar en 1177 a.C. 121 En este marco se desarrolló una explicación sobre el origen autóctono de los israelitas. Este conjunto de teorías, con raíces fuertemente sociológicas, propone una revolución interna de los estratos inferiores de la población de la región que se sublevan ante el poder cananeo dominante. Esta escuela interpretativa se basaba
63
en la región de grupos seminómadas fue otra de las causas centrales del
colapso. En las mesetas semiáridas de Transjordania y en la alta Mesopotamia
se registra un retorno al nomadismo; en Anatolia y Siria, grandes ciudades son
abandonadas. Esta recesión demográfica se agudiza a causa de factores
políticos. Los palacios recurren a exacciones gravosas que arruinan a la
población productiva. Hay guerras en búsqueda de tributos, todo lo cual
produce una crisis social y una red de tratados de extradición para combatir las
fugas que se dirigen a las zonas de estepa o montaña fuera del control de los
palacios.
La introducción de innovaciones tecnológicas, entre ellas la metalurgia
del hierro y el cultivo en terrazas,122 presenta relevancia al analizar los cambios
que generan en la producción de alimentos. Los yacimientos de hierro
abundaban en el Cercano Oriente, sin grandes concentraciones, pero podían
abastecer capilarmente a muchos centros pequeños de producción.123 Además,
las instalaciones necesarias para la fusión y elaboración del hierro, una vez
conocidos los procedimientos de refinado, fundición y temple, eran más
sencillas que las utilizadas para la elaboración del bronce. Pero la novedad de
esta época —que tuvo un impacto territorial enorme en Levante— fue la
creación de terrazas o bancales en las laderas que permitió el cultivo de
árboles, especialmente olivos.124
Ahora veremos cómo la región se construye desde lo social en los dos
siglos previos a Omrí, cómo esta sociedad levantina delinea los contornos de
fundamentalmente en una evaluación de las interrelaciones en las que operan las sociedades urbanas, pastoriles y rurales, y en el análisis de las revueltas campesinas modernas. Una derivación más moderna es la teoría del origen "indígena" de los primeros israelitas, llamada también "simbiosis". Fue desarrollada por arqueólogos como I. Finkelstein y V. Fritz, y postula un proceso complejo de integración territorial a través de la interrelación entre la población urbana y la rural, sometida esta última a etapas sucesivas de sedentarización/nomadización. Veáse Mendenhall (1962), Gottwald (1983) con ciertas diferencias por la combinación de algunos elementos de la teoría de infiltración pacífica de Alt, Ahlstrom (1986) y Lemche (1985: 402-432). Este autor critica algunas de las posturas de Gottwald respecto a su análisis de las tribus. Véase Magneres (1999: 15-21). 122 Véase Davidovich (2012: 193-198) con la aplicación de OLS para la datación de las terrazas y su identificación en tres tipos básicos a partir de una excavación en Ramat Rahel. 123 Véase Liverani (1985: 506-7), quien considera que la metalurgia de la época es ―autárquica‖. 124 Entre los trabajos pioneros sobre la adaptación de los suelos a la agricultura de terraceo, véase de Geus (1975: 65-74).
64
un mapa con identidades culturales orientadas a distintos fines, unos al
comercio, otros a la guerra, otros a la metalurgia, otros al cultivo de vid y olivos
y otros al inicio de un tipo de pensamiento religioso innovador que unos siglos
más tarde se instala como proveedor de certezas que un grupo de sabios se
encargó de dejar sentado por escrito.
1. Contexto geopolítico
Tenemos un contexto geográfico singular en la antigüedad ya que casi
todo el Levante, con sus tres subregiones —las tierras bajas, tierras altas y
piedemonte—,125 fue una zona puente entre Mesopotamia y Egipto. ¿Qué
queremos decir?
La construcción de este ―espacio‖, así lo llamaremos, sin otras fronteras
que las naturales es, sumado a las condiciones topográficas y climáticas126 que
se han descripto en la Introducción, una región de tránsito que explica por qué
existió una constante dominación por entidades políticas organizadas que
aseguraron ese tránsito y la afluencia de los productos de un punto a otro y una
oscilación poblacional cíclica, según las dominaciones políticas.127
Al igual que la entidad mayor de Siria considerada en conjunto, Palestina
constituye un espacio de tránsito en el Antiguo Oriente128 y, por ello, se vio
125 Véase Coote y Withelam (1987: 15) seguido por Finkelstein (1995: 351). 126 Estos análisis incluyen los estudios de sedimentos geológicos, la paleobotánica y polinización, entre otros Hopkins (1987: 25-36). Este autor afirma que los estudios sobre agricultura permiten entender el carácter de las transformaciones del Hierro I en Palestina y conocer la optimización del trabajo en el proceso de sedentarización y la adopción de la agricultura para asegurar la subsistencia. Por otro lado, la ocupación de algunos sitios por períodos breves, según este autor, se debió a dificultades de abastecimiento y al deterioro ecológico del espacio, mientras que, algunas comunidades se adaptaron al ambiente montañoso y encontraron una estabilidad de crecimiento y desarrollo demográfico. Para analizar más en profundidad estas cuestiones, véase Lipshitz y Waisel (1980), Rosen (1986), Rosen y Finkelstein (1992). Este último trabajo analiza en profundidad cómo los factores ambientales tales como suelo, promedio de precipitaciones y vientos, flora y fauna del Néguev han influido en los habitantes de la región y en su forma de subsistencia, así como en las estrategias adoptadas durante el Bronce Final y el Hierro I. 127 Véase Finkelstein (1995: 354), quien ubica una primera etapa en el Calcolítico (3000-2000 a.C), la segunda, en el Bronce Medio II-III y la última, en los siglos XIII-XI a. C. 128 Véase Seland (2015: 2-11), LaBianca (2006), trabajos recientes revalorizan el sentido de la conectividad en el mundo antiguo.
65
envuelta reiteradamente en las cuestiones y conflictos de las grandes potencias
regionales. Hubo dos rutas que atravesaron ese espacio (ver Figura 3)
1. El camino que desde Egipto conducía a Asia, después de cruzar
por el norte la península del Sinaí, penetraba en territorio asiático
por la llanura costera pero, como el camino de la costa hacia
Fenicia se hacía casi impracticable, era preferible atravesar
Palestina, pasar por detrás del Carmelo por la llanura de Jezreel,
llegar por el norte o por el sur del lago Tiberíades a la depresión
del Jordán y, a través de Transjordania, dirigirse a Damasco.
Desde allí, por el norte de Siria, o aprovechando el camino de las
caravanas que cruzaban el desierto sirio, se llegaba al Éufrates
medio.
2. Las rutas comerciales desde Arabia meridional al Mediterráneo
tocaban también las fronteras de Palestina, pasaban a lo largo del
Jordán occidental para alcanzar Damasco en el norte, o por el
extremo septentrional del golfo de Aqaba, para llegar a la costa
meridional de Palestina. Por estas circunstancias, su situación fue
periférica respecto de las vías comerciales importantes.
Figura 3. Esbozo de las rutas caravaneras
66
A nivel regional, como conglomerados urbanos, encontramos en la costa
a las ciudades filisteas al sur y a las fenicias al norte marítimo y al norte, en
Siria, encontramos a los arameos. La primera referencia real a los arameos
aparece en los anales de Tiglat-Pileser I (1115-1075 a.C.), que aluden al ―país
de los ajlamu‖129, país de los arameos. Estos son combatidos al pie de las
montañas Bisri, en Siria septentrional (al sur de la desembocadura del Jabur),
más en particular ―desde la ciudad de Tadmar (= Tadmor, más tarde Palmira)
del país de Amurru, desde la ciudad de Anat del país de Suji (al sudeste de
Mari), hasta la ciudad de Rápiqu (ubicada al este del Éufrates) del país de
Kardunias (= Babilonia)‖. Como se ve, si miramos en el mapa, los arameos
ocupan una extensa zona entre el Éufrates medio y el desierto sirio. Pero, ¿de
dónde habían llegado, y en qué época?
El dato de los anales de Tiglat-Pileser I es valioso. Un poco después, a
fines del siglo XI, los arameos alcanzan el punto culminante de su poder, al
rebasar la llanura de Mesopotamia y poner en peligro la existencia del imperio
asirio. En un texto de Asur-bel kala de 1070 a.C. se alude a la lucha contra mat
Arime o sea, ―el país de Aram‖, indicación de su importancia. Fuentes asirias
del siglo X recuerdan retrospectivamente el dominio de los arameos en el Tigris
oriental, entre Asiria y Babilonia.
El nombre original de los arameos fue ‗Aram (con dos vocales breves) y
así perdura en la Biblia, sólo con cambio de acento (‗áram). Se conocen
importantes textos arameos, los más antiguos de los siglos X-VIII a.C.
(inscripciones y textos de tratados políticos), a los que aludiremos
oportunamente. Conviene tener en cuenta también que el arameo, debido a su
flexibilidad y simplicidad, va imponiéndose sobre el acádico, luego de coexistir
con él, hasta hacerse la lengua franca de la región en el siglo VI a.C.
Por el texto de Tiglat- Pileser I citado se deduce que en torno del 1100
a.C. los arameos habían alcanzado por lo menos el área de Palmira (Tadmor)
en el centro de Siria y por las inscripciones asirias posteriores (desde el siglo X)
se sabe que dominaban el Éufrates y que habían conquistado Petor, ciudad
situada a la orilla derecha del Éufrates, al sur de Carquemis, lo mismo que la
fortaleza asiria de Mutkinu, en la otra orilla.
129 Véase Sader (2014: 15-6).
67
Los arameos se consolidan mucho más en Siria del norte y, como ya
señalamos, en Mesopotamia. A la segunda parte del siglo X a. C. pertenecen el
palacio y los relieves del rey arameo Kápara en Guzana (Tell Halaf), en las
fuentes del río Jabur; en esa región está también Bit-Bajiani (arameo Bajyan),
otro reino arameo, y más al oeste, al mediodía de Carquemis, se funda el reino
de Bit-Adini.
Los arameos componen otra de las fuerzas políticas territoriales130 en el
escenario levantino, el grupo llamado Ahlamu, en el centro urbano de
Damasco, que habría sido constituido por grupos de pastores seminómades
con un fuerte componente tribal. Más tarde el término arameo es empleado
para designar al reino de Damasco en la inscripción de Zakkur.131
En tanto, las ciudades cananeas de Ekron y Ashdod fueron destruidas
por incendios a fines del Bronce y fueron reemplazadas por una cultura
material nueva, posiblemente relacionada con los filisteos. En Askelon, la
trasmisión del dominio egipcio al filisteo parece haber sido pacífica ya que hay
un cambio en patrones arquitectónicos, cerámica y artesanías que se conecta
con las migraciones procedentes del mundo micénico.
La evolución de las ciudades-estado filisteas132 a lo largo de la costa
meridional y las ciudades-estado fenicias, a lo largo de la costa septentrional,
pudo darse por la persistencia de tradiciones culturales y políticas del Bronce
Tardío que provocaron la permanencia de niveles organizativos altos,133
130
Véase Sergi y Hulster (2016: 1-5), donde se afirma que los arameos son una dinastía local construida a partir de un territorio, una ciudad con un palacio e instituciones centralizadas. 131 Véase Noegel (2006: 307-11). La inscripción fue descubierta en 1903 en Afis, Siria. Ha sido datada entre ca. 805-775 a.C. 132 Véase Maier, Hitchcock y Horwitz (2013: 1-38), Dothan (1982, 1989: 1-14), Raban (1991: 17-25) y Shavit (2003: 5-10). Este último trabajo es muy interesante porque reconstruye los patrones de asentamiento de la costa analizando la articulación con las grandes ciudades filisteas de Ecrón, Askelón, Gaza y Asdod. Su característica es la ausencia de hinterland en torno a los centros urbanos, modelo que proviene del
mundo egeo y que es adoptado por los filisteos cuando se asientan en la costa. Para el Hierro I hay relevados sesenta asentamientos y una población estimada de 30.000 habitantes. 133 Véase Frankenstein (1997: 31-51). La interdependencia de las ciudades fenicias entre sí se da por la existencia de un circuito comercial mayor, donde la base de su mutua cooperación queda salvaguardada por medio de contratos, acuerdos y pactos matrimoniales. La autora profundiza en las relaciones que entablaban con el exterior a partir de uno de sus bienes más preciados, la madera. Desde un principio, las ciudades fenicias explotaron al máximo el creciente dominio de Asiria, ya que este
68
sumada a las importantes innovaciones en el sistema de revoque de las
cisternas, la nave mercante y la difusión del alfabeto para el registro de las
transacciones comerciales, lo que les dio un lugar privilegiado no sólo dentro
de la región, sino en otros puntos del Mediterráneo. Sus ciudades eran puertos
naturales y su expansión se vio favorecida por la desaparición de los hititas y la
retracción de Egipto. Los fenicios conservaban los montes del Líbano y la
expansión del uso del hierro en instrumentos comunes como hachas,
azadones, sierras y martillos les permitió un mejor aprovechamiento de las
maderas. Sidón, Tiro y particularmente Biblos son las más relevantes, tal como
se advierte a partir del rico relato del enviado del faraón, Wenamun, ca. 1080
a.C., a este último en busca de madera.
En relación con los filisteos, en los últimos años se ha generado una
controversia. Si bien las narrativas historiográficas tradicionales afirman que los
filisteos fueron uno de los denominados ―pueblos del mar‖ y privilegian el
componente egeo,134 Maier propone —siguiendo a Sockhammer— que los
términos filisteos, cananeos y micénicos sólo son convenciones, a las que la
evidencia arqueológica refuta al mostrar una plétora de prácticas culturales y
sociales heterogéneas, lo que implicaría que tales grupos corresponden a una
construcción similar a la de los hebreos en cuanto a la identidad.135
Al este, la región transjordana habitada por los amonitas es la más
estable de Transjordania por su clima. El asentamiento más grande, con una
extensión de 25 hectáreas, es Tel Sahab. Este reino era de matriz tribal y
acotado a la capital Rabat Ammón y a unas aldeas en un radio de 20 km,136
con granjas fortificadas con torres dispersas por todo el territorio agrícola. La
región de Moab posee una situación similar con una estructura tribal en la edad
del Hierro y una economía agropastoril. En tiempos del rey Mesha se produciría
la unificación en torno a la capital Dibon. La época previa al advenimiento de
Mesha137 ha sido vinculada al relato bíblico de Números 20-21. Los nuevos
estudios arqueológicos abordan el proceso en forma integral para esta región
vínculo, aunque les costara su dependencia política, era de vital importancia para la economía de sus ciudades. 134 Véase Dothan (1982), Yasur-Landau (2010) y Faust y Lev-Tov (2011). 135 Véase Maier (2013: 1-5). 136 Véase Liverani (2005: 159). 137 Su famosa estela, evidencia epigráfica en nuestra investigación, será tratada en el capítulo VI.
69
transjordana. Es así que, a principios del Hierro, se destaca Kirbeth el-Nahas y
la producción de cobre138 entre el siglo XII-IX a.C. El transporte se dirigía hacia
el norte a Damasco y hacia el oeste pasando por el valle de Beersheba139 y la
llanura costera hacia Egipto.
Todos los sitios de esta época tienen muros de casamatas, torres
extramuros y fosos. Se hallaron gran cantidad de fragmentos de cerámica que
son los que permiten identificar el comienzo y abandono de los sitios. El
abandono de los sitios se vincula con dos escenarios posibles, el primero es el
de la campaña de Sesonquis I en la segunda mitad del siglo X a.C.140 y el
segundo, más tardío, el avance de Israel con Omrí y el control sobre la ruta del
cobre hacia el norte que puede asociarse con los hallazgos arqueológicos de la
construcción de fortalezas.141
Por último, el más meridional es Edom.142 La zona árida y marginal
albergaba una población agropastoril, asociada al nombre ―shasu‖ en los
registros egipcios, término genérico tal como el de beduinos, pastores nómades
138 Véase Finkelstein y Lipschits (2011: 141), Finkelstein y Piasetsky (2008: 82-95), Finkelstein y Piasetsky (2010: 374-385) y Fritz (1996: 187-195). 139 El sitio de Tel Masos, que se ubica en el norte del Néguev y al este de Beersheba, en un principio fue identificada con la ciudad bíblica de Hormah. La expedición fue dirigida por Kempinski y Fritz. El poblado presenta tres estratos que van desde fines del siglo XIII al siglo X a. C. Las casas que se hallaron estaban construidas de lado a lado, formando una especie de óvalo, sin llegar a ser una pared defensiva. La cerámica encontrada es algo más sofisticada que la de otros sitios del Hierro I e incluye rasgos del estilo pintado chipriota y fenicio de la franja costera. Esto indica que hay una continuidad con la tradición del Bronce Tardío, presentándose una posible coexistencia durante el siglo XIII a. C. entre las ciudades estado cananeas y las poblaciones circundantes del Néguev. El alto porcentaje de huesos de bovinos, resultó una cuestión que provocó dudas respecto a la identificación del sitio como israelita por Finkelstein, quien propuso que habría estado habitado por pastores nómades cananeos. Mientras que W. Dever considera que era un sitio proto-israelita de granjeros y criadores experimentados en el difícil clima de la región. La ocupación del próspero sitio del Hierro I se vincula a las rutas comerciales de la región, y ese comercio interregional habría sido el motivo de su desarrollo. También fue considerado por investigadores israelíes como un sitio del asentamiento israelita de inicios del Hierro. Para analizar dichas posturas, véase Aharoni (1976), Fritz (1981: 70-72), Fritz y Kempinski (1983), Edelman (1988: 253-258). Respecto a este último trabajo véase la
crítica de Dever (1990: 93-95). 140 Esta posición es propuesta por Kitchen (2007: 119-128) a partir de los relieves de Karnak y los nombres citados en las conquistas de este faraón (ANET 242-243, 263-264). La lista de los topónimos es muy amplia y se divide en dos secciones: una correspondiente a la expedición desde Gaza hacia el norte, a través de Cisjordania y otra, correspondiente a la expedición desde Gaza hacia el este, a través del Néguev. 141 Propuesta por Finkelstein y Lipschits (2010: 30-34). Estos sitios atribuidos a Omrí serán tratados en el capítulo V. 142 Véase Bienkowski (2001: 257-269), Levy et al (2004:865-879).
70
de la región, con estructuras tribales. Su emplazamiento geográfico resultaba
estratégico para el control de las rutas comerciales como la ruta caravanera
surarábiga, la vía transversal que unía esta con el Mediterráneo a la altura de
Gaza y la desembocadura del mar Rojo a la altura del golfo de Aqaba. Los
vínculos de Edom con Judá han sido analizados desde la perspectiva bíblica143
y antropológica.144 La evidencia bíblica refiere a un amplio número de grupos
étnicos a comienzos del Hierro, muchos de los cuales pasaron, según Levy, a
formar ―mini-estados étnicos‖ y, entre ellos, Edom. En los últimos tiempos, se
ha descubierto un cementerio en Wadi Fidan 40,145 sin poblados circundantes,
lo que sugiere que se trata de una marca territorial en los nómades de la
región.146
2. Contexto social: etnogénesis y fenómeno aldeano
Identificamos dos procesos concretos, uno regido por variables
cualitativas y otro, por variables cuantitativas que nos permiten analizar cómo el
contexto social regional se desarrolla durante la primera edad del Hierro e
influye en el proceso político posterior que analizamos. Largamente ocupada, la
región fue adquiriendo una cultura distintiva basada, en principio, en un
conjunto de prácticas residenciales, alimentarias, sociales, restrictivas y
prescriptivas. Este primer proceso se vincula con la identificación como grupo y
con una jerarquización social (más difícil de rastrear en el registro
arqueológico) pero identificable en la evidencia bíblica. El segundo proceso
está relacionado con el aumento en el número de habitantes,147 que
143 Véase Levy y Najjar (2006:24-35), Bartlett (1969: 1-20; 1992: 287-95), Lindsay (1999: 103-109) y Tebes (2004: 191). El autor realiza una reconstrucción de linajes que aparecen en Génesis y traza las ―relaciones de parentesco‖ entre Israel y los tres estados transjordanos. Entendemos que la viabilidad de este entramado queda determinado por la existencia más tardía de una memoria común parental. 144 Véase Beit-Arieh (2011: 17-31) y Tebes (2004: 197). Este último refiere a la posibilidad de que fueran sociedades segmentarias siguiendo lo propuesto por Bastug (1998: 94-123). 145 Véase Adams (1991: 181-186; 1995: 8-20). 146 Véase Levy (2002: 83-118). Para este autor el hallazgo confirma el conocido Cántico de Débora y vincula a esta región con los inicios del culto a Yavé por los registros egipcios donde aparecen letras vinculadas al nombre del dios y a los shasu. 147 Véase Broschi y Finkelstein (1992: 47-55), quienes dividen la región de Palestina en diez áreas, excluyendo el Néguev y el valle de Beersheva, y segmentando los sitios en cinco categorías que van entre 0,2 hectárea y 10 hectáreas o más. El cálculo de la población se realizó sobre la base de dos abordajes: la densidad de las aldeas árabes
71
diversifican sus actividades económicas y reformulan el espacio social de los
asentamientos148 en la región montañosa central. La combinación de ambos
desarrollos es la que posibilita entender que, con el advenimiento de Omrí, el
perfil identitario que Israel adquiere en el siglo IX a.C. ya tenía sus contornos.
El primero de tales procesos se denomina etnogénesis149 y se encuentra
vinculado con la identidad étnica de un grupo. El antropólogo De Vos la define:
―como la inclusión autopercibida en aquellos que tienen en
común un conjunto de tradiciones no compartidas con otros grupos
con los que están en contacto. Estas tradiciones pueden incluir lengua,
pensamiento religioso y prácticas rituales, patrones estéticos como
gustos en la alimentación, bailes, vestimentas y definiciones de la
belleza física, un sentido de continuidad histórica común, o ancestro
común o lugar de origen o especialización económica.‖150
Levy agrega que esta identidad de grupo explica y construye el proceso
de etnogénesis por persistencia en la repetición de estos rasgos tradicionales,
a partir de cambios en la historia del grupo, y de la contraposición con otros
grupos, sin importar el nivel de organización social que posea.151 Este proceso
que da origen a un grupo cultural y que en los estudios sobre Israel aglutina
elementos heterogéneos que generaron una síntesis con características
nuevas y propias, se habría iniciado en el siglo X a.C., cuando el grupo hebreo de Samaria en 1931, que era de aproximadamente 200 individuos por hectárea, en la zona de Jerusalén, de 250 individuos por hectárea y en el distrito de Hebrón, de 210; y la densidad de las casas por hectárea en el Hierro II, en base a cuatro asentamientos que realizó Shiloh (1970, 1978 y 1980: 25-35). Este estudio marcó 54 casas por hectárea, a razón de cinco personas por casa. Esta combinación entre arqueología y datos antropológicos, ha sido cuestionada por la variabilidad de las costumbres residenciales que revela cada cultura; ver Naroll (1962: 587-589). 148 Hasta 1999 se habían mapeado más de trescientos sitios del Hierro I, la mayoría de ellos en la región montañosa que va desde Baja Galilea hasta el desierto del norte del Néguev. En tanto para el Hierro II, el número casi se duplica ascendiendo a 520 sitios. Las características comunes de los del Hierro I son: sitios pequeños, asentados en áreas aptas para la agricultura, sin fortificaciones y con muy baja densidad demográfica. Casi en su totalidad fueron fundados a fines del siglo XIII a.C. y comienzos del siglo XII a.C., época en la que los investigadores ubican la tercera oleada de asentamiento en Palestina (Finkelstein 1995: 355). El trazado de estos poblados se caracteriza por la presencia de grupos de casas de cuatro habitaciones con muros y patios compartidos, un rasgo bastante definido en los sitios israelitas. La simplicidad, homogeneidad y adaptación que reflejan las casas frente a la vida agrícola es patente. 149 Véase Faust (2007), quien coincide con Levy. 150 Véase De Vos (1995: 15-47). La traducción es nuestra. 151 Véase Levy (2009: 251-261).
72
se desplaza del noroeste de Arabia hacia Canaán, sumándose a grupos
autóctonos que ya habitaban la región.
Sin embargo, dentro de la propia historia de Israel, la etnogénesis
estuvo, al principio, vinculada con la adoración de un mismo dios, aun cuando
ahora sabemos que ese núcleo de creencias adquiere potencia recién hacia
mediados del primer milenio a.C. e involucra hoy un conjunto más amplio de
prácticas diferenciales culturales. En este caso, ¿podemos plantear que
cuestiones tales como la concepción mosaica de la divinidad (en el supuesto
de que pudiéramos determinar inequívocamente sus contenidos) hayan sido
―diferenciadas‖ respecto de las que existían en el entorno circundante? La
arqueología ofrece indicios dados por la existencia de centros de culto
identificados en la región sur como Monte Ebal y Siloh,152 en la región del norte
(Tel Dan), que analizaremos en el capítulo V.
152 El Monte Ebal tiene tres picos, en el más bajo de los cuales hay restos de un sitio datado entre el S XIII-XII a.C. Allí se han encontrado dos niveles, el primero finaliza en el 1200 a.C., el último, en el 1150 a.C., con un período de ocupación de sólo cincuenta años. Se han hallado restos de huesos de animales en la zona del altar de sacrificio, que presenta canaletas y, según Zertal, podrían responder a funciones cúlticas como, por ejemplo, vertir sangre en los cuatro ángulos del altar. Los animales hallados corresponderían a las regulaciones dietarias relatadas en la Biblia. En cuanto a la cerámica hallada en el lugar, a excepción de figuras que están ausentes, aparecen jarros, vasijas, ollas de cocer con la aparente función de ofrendas votivas, conocidas en otros sitios de Siria-Palestina y relacionadas con la práctica bíblica de ofrendar en un sitio sagrado. Hay posiciones radicales, a nuestro entender, en torno a si constituyó un altar de Josué, tesis propuesta por Zertal, o si fue una torre de observación, como afirma A. Kempinski. Mientras Mazar dice que Zertal está errado en su interpretación, aunque reconoce la naturaleza cúltica del sitio y su posible relación con la tradición bíblica. Propone la necesidad de abordar su análisis en el contexto de Palestina y desde la perspectiva del relato bíblico. Véase A. Zertal (1985) y Kempinski (1986: 44). Siloh fue excavado por Finkelstein y pudo ser un centro sagrado de la población israelita en la región montañosa central durante la primera mitad del siglo XI a. C. La identificación del sitio es realizada por Robinson en 1838 en Kirbet Seilún; está localizado en el centro del territorio de Efraím por tres factores determinantes: proximidad al valle fértil, suministro suficiente de agua y posición defensiva por la altura del montículo. En 1981 se inicia una nueva expedición bajo la dirección de I. Finkelstein, quien afirma que la ocupación israelita se inicia durante el siglo XII y el sitio ya estaba abandonado, siendo destruido por filisteos a mediados del siglo XI a.C. por el fuego, según la evidencia encontrada. La discusión central sobre el sitio es si fue un santuario estrictamente local o sirvió como centro de culto a una población peregrinante mayor. Finkelstein adopta una posición intermedia ya que los datos arqueológicos de toda la región de Israel a mediados del siglo XI a.C., cuando Siloh alcanza su esplendor, indican que el asentamiento israelita estaba comenzando en varias regiones como Alta Galilea, el valle de Beersheba y en algunos sectores de las montañas de Judea, por lo que estos grupos se hallaban en pleno proceso de asentamiento. Por tanto, es difícil que Siloh actuara como centro de culto de grupos tan distantes que ocupaban tierras aisladas como las nombradas. Su eventual
73
Las particulares tendencias internas que complejizan la religión153 en
torno a Yavé, determinan el curso de su desarrollo que, si bien excéntrico por el
resguardo de un relato como el bíblico, la convierten en ―exclusiva‖ frente a
otras prácticas rituales, con un ascetismo temprano hacia la representación de
lo sagrado. Nos preguntamos entonces: ¿en qué descansaría la especificidad
del desarrollo religioso hebreo frente a aquellos elementos comunes, que en
parte, tenían una cierta reproducción interna y, en parte, estaban
condicionados por interrelaciones culturales concretas del entorno regional?
Ante todo, debemos aclarar que la memoria de estos acontecimientos
sólo se encuentra en la Biblia y que el problema radica en la forma en que
entendamos la sociedad que describe. Un estrato social, en la Biblia, puede
definirse como ―un grupo de personas que están en una misma posición con
respecto al poder, a los privilegios y al prestigio‖,154 mientras que una clase
poderosa es la que tiene una posición similar frente a la fuerza o a alguna otra
forma específica de institucionalización del poder.
El análisis del proceso de identificación de estratos sociales que ha
quedado plasmado en el texto bíblico fue analizado a fines del siglo XIX por
condición de primer centro de culto podría explicarse por la ausencia de una ciudad cananea en el Bronce Tardío allí; véase Finkelstein (1988:205-210). 153 Véase Weber (1998 [1921]: 16). La mirada de Weber aporta, desde los inicios de la sociología de la religión, preguntas que nos permiten ahondar en la dinámica del siglo X-IX a.C. En este sentido, es necesario analizar si las concepciones hebreas se vinculan con: 1) la noción de inmanencia o de trascendencia en la representación de lo sagrado, con arreglo a las series de niveles que se presentan en la historia de las religiones; se considera qué medios se utilizan para presentar lo sagrado, por ejemplo, árboles, fuentes, piedras, grutas, bosques o imágenes, estatuas, símbolos, templos, pirámides, etc. 2) las ideas sobre la divinidad han sido intelectualizadas o racionalizadas (en el sentido de haber eliminado concepciones mágicas) al integrar la idea de figuración, esto es, la representación del mundo a partir de imágenes. Esta cuestión se vincula con el modo de vida, ya que pensamiento religioso y materialidad de la sociedad que lo revela y desarrolla están estrechamente relacionados desde la prehistoria; 3) lo sagrado ha sido sistematizado en ritos (acá incluimos el peregrinaje hacia los centros tempranos de culto que nombramos, que luego se desplaza hacia el centro urbano y se focaliza sólo en el Templo) donde se da un tránsito de religiones de culto al libro canonizado (sobre este punto, véase Assmann 2008: 161); 4) si fueron o no orientadas (sublimadas) por una ética de las convicciones más que las concepciones correspondientes al entorno geográfico, y que revelan un control de conductas sociales. 154 Véase Lenski, citado en Garcia Bachmann (2013: 69). Coincidimos con García Bachmann cuando reconoce que pueden resultar imprecisas, sin desconocer que encajan bien frente a la vaguedad de los datos antiguos cuando se trata de clasificar a las personas. La autoridad de este grupo no implicó un despojo de la de otros grupos de poder.
74
Otto Seesemann, quien fue pionero en relacionar a los ancianos con funciones
no vinculadas con el rango etario sino con una serie de características de tipo
político.155 Fue este trabajo una guía para toda la producción sobre este tópico,
desarrollada durante el siglo XX,156 entre los que destacamos a Roerer que
sostuvo que los ancianos mantuvieron su rol pero agregaron nuevas funciones
como oficiales del estado durante la monarquía.157
Debemos preguntarnos: ¿Quiénes fueron ―los ancianos‖ en el Levante
meridional según el texto bíblico? Se ha sugerido que el término ―ancianos‖
correspondía a todos los ciudadanos adultos masculinos.158 Esta interpretación
deja a ―Zeqenim‖ como refiriéndose a todos aquellos capaces de llevar barba
(―Zaqan‖), es decir, a todos los varones que alcanzaban la edad de la pubertad.
En opinión de A. Phillips159 debe hacerse, sin embargo, una distinción entre la
situación legal que se refiere a la edad y el ―cargo de anciano‖.
Los ancianos, que se mencionan en casi todos los libros bíblicos, se
nombran con frecuencia sin ninguna determinación, salvo la del contexto. De
modo que encontramos la expresión en diferentes situaciones: ―Ancianos‖
(Éxodo 3:16; 3:18; 4:29; Rut 4: 9); ―Ancianos de Israel‖ (Éxodo 12:21; 24:1 y
ss.); ―Ancianos de la ciudad‖ (Deuteronomio 19:12 ;21:3,19; Rut 4:2); ―Ancianos
del país‖ (1 Reyes 20: 7-8; Jeremías 26:17); ―Ancianos del pueblo‖ (Éxodo
155 Véase Seesemann (1899: 1-10), que es el primero en cuestionar el papel de los Zeqenim. En similar sentido, véase Van der Ploeg (1961). 156 En 1926 aparece el primer trabajo en Alemania que retoma el tema de los ancianos. Dürr hará hincapié en el examen de la vida en el Antiguo Testamento y la imagen positiva que tenía la longevidad a los ojos del dios y de la sociedad que la valora, vinculándola también con el cuarto mandamiento (honrar a los padres) y con la sabiduría y el vigor intelectual. Mc Kenzie (1959: 522) aporta su idea de que los ancianos aparecen en forma constante como: ―a distinct social grade or collegiate body with certain political and religious functions, and not merely as old men‖, mientras Dus y Berg (1960, 1961) analizan el estatus social de los ancianos en la sociedad israelita vinculándolo con el honor, no sólo por su edad y rol social sino también como jefes familiares y consejeros. Von Nordheim (1980) profundiza la cuestión agregando los testamentos de los ancianos no sólo en el Antiguo Testamento sino también en Mesopotamia y Egipto observando cómo el Sitz im Leben israelita implicó una
transmisión de sabiduría y experiencia, instrucciones y bendiciones. 157 Véase Roeroe (1976), quien cita escritos deuteronomistas y proféticos. 158 Véase Wolf (1947: 99-100). 159 Véase Phillips (1970: 17).
75
19:7; 1 Samuel 15:30; Rut 4:4); ―Ancianos de la casa de Israel‖ (Ezequiel 8:11-
12); ―Ancianos de la comunidad‖ (Levítico 4:15; Jueces 21:16).160
Como en muchas otras culturas de la Antigüedad, el ―anciano‖ no era
sólo una persona de edad avanzada sino un hombre de elevada posición
social.161 Desde el punto de vista de J. Pedersen162 los ancianos eran los
hombres influyentes de las familias poderosas que, de facto, tenían autoridad
para gobernar. Eran ciudadanos distinguidos cuya solvencia financiera les
permitía soportar el peso de la comunidad.163 A. Phillips164 sostiene que los
―ancianos‖ eran los miembros masculinos mayores de cada casa, que actuaban
como interlocutores en los asuntos de la comunidad. Así, el cargo de ―anciano‖
estaba invariablemente unido a la posesión de propiedad. Cuando un hijo
abandonaba la casa de su padre para levantar la propia, era considerado como
adecuado para transformarse en un ―anciano‖. Ellos constituían un cuerpo de
consulta cuyos servicios eran requeridos por la ciudad, la nación o el rey y,
como tales, eran considerados ―los sabios‖ (ver Ezequiel 7: 26 con Jeremías
18:18).165
Su importancia es reconocida aún en el nivel nacional. Cuando la Biblia
hace referencia a los ―ancianos de Israel‖ (1 Samuel 4:3; 8,4; 2 Samuel 3:17;
5), se refiere a los representantes de los diversos consejos que se
congregaban para resolver situaciones que afectaban a toda la población del
país.166 Todo asunto de cierta importancia era presentado a ―los ancianos‖ y
toda transacción o disputa esperaba ser resuelta basándose en sus
recomendaciones. Estos asuntos eran por lo común discutidos ―en la puerta‖ de
la ciudad en la que con mayor facilidad se encontraban testigos (Rut 4:1-6).167
J. L Mckenzie168 ha distinguido cinco funciones básicas que eran
realizadas por los ―ancianos‖ en la sociedad hebrea prístina: representaban a
todo el pueblo o a una comunidad en la actividad política o religiosa; estaban
160 Para una lista de las diferentes definiciones de ―elders‖ y sus apariciones en la
asociados con el líder o lo acompañaban cuando él ejercía su autoridad, se
supone que también constituían un cuerpo gobernante; esta función se
superponía con su función representativa y con su asociación con el líder; eran
parte del consejo real y eran un cuerpo judicial.
De acuerdo con M. Weinfeld169 al examinar la mayor parte de las áreas
en las que su participación fue decisiva, según se cuenta en el libro del
Deuteronomio,170 se llega a la conclusión de que su principal ocupación
consistía en la protección de la familia y en la defensa de los intereses
patriarcales locales.
En el área judicial, dice Weinfeld, los ancianos sólo presidian casos
cuyas consecuencias eran previsibles.171 En otras palabras, aunque muchas de
sus decisiones entrañaban consideraciones legales, ellos no estaban
encargados de la conducción de juicios o de impartir justicia, Esta tarea se
dejaba en manos de jueces. Mientras la función de los ancianos era casi
siempre hereditaria,172 el juez debía ser expresamente designado
(Deuteronomio 16:18-21). Los jueces se elegían entre los más ―eruditos‖,
perspicaces y experimentados (Deuteronomio 1:13) del pueblo. Los jueces
actuaban frente a disputas (Deuteronomio 19:17-18) y controversias
presentadas en las cortes locales. Su tarea consistía en un cuidadoso examen
de las pruebas y la evaluación de los distintos testimonios disponibles
(Deuteronomio 17:8-19) y no podía ser realizada por los ancianos que, pese a
su gran autoridad e influencia en la población, carecían de la experiencia
necesaria para tratar estos asuntos. En un solo caso, dice Weinfeld,173 los
ancianos actuaron junto con los jueces: el caso del asesino desconocido
(Deuteronomio 21:1-9).
En este sentido, la concepción hebrea sobre los ancianos parece
producir cierta ―visión compensadora‖, que permite un equilibrio entre el honor
169 Véase Weinfeld (1983: 578). 170 Redención de sangre (19,12); expiación de asesinato por un criminal desconocido (21, 3, 6); el hijo rebelde (21,19); difamación de una virgen (22,15); levirato (25, 9). 171 Véase Weinfeld (1983: 578). 172 En la medida en que una familia mantenía su posición económica y social durante generaciones se esperaban que sus representantes tuvieran siempre un lugar entre los ancianos de la ciudad. 173 Véase Weinfeld (1983: 578).
77
y el respeto y la pérdida de fuerza física, patente en las relaciones
intergeneracionales.174
Más allá de los elementos detectados en el texto, consideramos que el
grupo de ancianos/sabios/consejeros de la comunidad (que no eran
sacerdotes) debieron ser jefes comunales propietarios de las tierras que
construyeron una tecnología social que los posicionaba socialmente en función
de las prescripciones que aparecen en el texto, entendidas como derivadas de
las decisiones de la divinidad para la sociedad toda. La monarquía fue la que
desplazó a estos hombres de la escena y los relegó por un tiempo, lo que
coincide en nuestro análisis con el ascenso del poder real omrida.175
Bajo este aspecto introducimos el segundo proceso que presentamos, el
del aumento demográfico detectado por la arqueología. Ese número de
habitantes que ha podido reconstruirse para toda la región levantina y los
estudios llevados adelante en los últimos años por Faust176 sobre la
organización social, compone lo que llamamos el ―fenómeno aldeano‖ que
aglutina las nuevas prácticas. Durante el Hierro I la unidad social era la familia
extensa agrupada en clanes de parentesco.177 Estos amplios linajes podían
habitar una aldea entera y ser responsables de la producción y
almacenamiento dentro de los asentamientos, mientras en las ciudades del
Hierro II predominaría la familia nuclear. Ambos casos requieren del análisis de
la estructura de las familias178 y tienen en cuenta, en primer lugar, el tamaño de
174 Véase Willis (1991: 375-385), quien se adentra en la cuestión de categorizar a los ancianos en la etapa premonárquica como ancianos de la ciudad y ancianos en las tribus y, por último, como ancianos devenidos oficiales de la corte, ancianos utilizados como consejeros del rey y probablemente secretarios. 175 En tanto Weber (1998 [1921]: 39) afirma que entre Salomón y Josías —en contraste con la demás épocas— retrocede en las fuentes la importancia de los ancianos de la ciudad. Esta observación es importante para entender que los líderes militares pudieron acrecentar su poder. 176 Véase Faust (1999: 233-247, 2000: 17-34, 2006: 485). 177 El parentesco y sus normas de reciprocidad ocupa en los últimos años un lugar central dentro del análisis de las sociedades no-estatales. Es vital para entender el funcionamiento del fenómeno aldeano durante el Hierro I y II en nuestra investigación. Para ver su posición central en la organización comunal, véase Campagno (2002: 71), Redfield (1963: 24-25), Sahlins (1963: 285-303, 1972: 24-48), Fried (1967: 224-225), Godelier (1974: 223-255), Service (1984: 67-68), Polanyi (1994: 127). 178 Véase Stager (1985: 1-28). El autor, pionero en este ríspido tópico en Israel, argumenta que las tensiones que se desarrollaron dentro de la sociedad israelita fueron consecuencia de la interacción de grupos de parentesco y clientelismo, al aumentar la población y cerrarse la posibilidad de acceder a nuevas tierras.
78
los asentamientos y su comparación con las ciudades. En segundo lugar, la
organización económica basada en la distribución y tamaño de las
instalaciones de producción de alimentos.179 Otros opinan que la variación en la
estructura de la familia radica en la contratación de mano de obra externa más
que en el proceso de urbanización,180 posición muy interesante que será
tratada más adelante. Los ancianos habrían funcionado como un grupo en la
toma de decisiones que decidía por la comunidad de la ciudad, en tanto sean
extranjeros o propietarios de tierras de otras ciudades. Aunque hubiera habido
un jefe181 intracomunitario, este necesitaba la aprobación de estos hombres, y
hubiera podido ser uno de ellos sin duda. Tenían un poder real y aparecen en
los elementos de la tradición que están en la base de constitución de cada
ciudad, de ahí que en la ley deuteronómica aparezcan como un órgano
permanente, como un tipo de tribunal que regula o controla la administración.
El hecho de que un linaje ostentara la posición destacada entre ellos dependía,
sobre todo, tal como lo entendemos hoy, de su poder militar y en consecuencia,
de su riqueza en tierras.
179 Véase Costin (1991: 1-56). El enfoque de esta arqueóloga es muy útil para pensar en el funcionamiento de la economía de esta población en el Hierro. Según este modelo, los sistemas económicos tienen tres componentes: producción, distribución o intercambio y consumo. Las redes de intercambio a menudo cubren áreas extensas y las actividades de producción, en contraste, suelen estar localizadas. Por tanto, es más probable que conjuntos de datos espacialmente restringidos permitan estudiar un sistema de producción de manera bastante completa. Igualmente importante es que los eventos de intercambio son invisibles en el registro arqueológico, mientras que los eventos de producción dejan un registro más claro y fácilmente interpretado en la forma de fragmentos, herramientas y productos. La especialización no es un estado organizacional único, ni una condición presente/ausente. Como tal, tiene dos características primarias. Primero, tiene grados (la proporción entre productores y consumidores). Segundo, existen varios tipos (formas de organizar la especialización).
La especialización es multidimensional. Costin desarrolla una tipología con amplia aplicabilidad etnográfica y arqueológica abstrayendo cuatro parámetros generales que describen la organización de la producción. El primero, considera la naturaleza del control sobre la producción y distribución (contexto de producción). El segundo, describe la concentración regional relativa de las instalaciones de producción. El tercero, se enfoca en la escala de las unidades de producción, tomando en cuenta tanto su tamaño como su constitución. Finalmente, el cuarto, mide la intensidad de la
producción, o el grado al cual es una actividad a tiempo parcial, en oposición a tiempo completo, de los artesanos. 180 Véase Greenfield (1961: 312-322) y Yorburg (1975: 9). 181 Véase Pfoh (2006: 169-172). Este investigador sigue los lineamientos propuestos por Lemche, de la escuela de Copenhague, que ve en Palestina claras ―relaciones de patronazgo‖ durante el período del Bronce Tardío.
79
En tanto, en este segundo proceso, el fenómeno aldeano refleja un
desarrollo intenso en el tiempo que genera cambios a partir de la actividad de
construcción simple de casas, en un espacio que se autolimita en un máximo
de diez hectáreas, por las características geográficas que ya hemos descripto
en la Introducción. Esta proliferación de aldeas y poblados de pequeña
extensión que se diseminan durante el Hierro por toda la región montañosa
central sud-levantina, tiene como protagonistas a Judá e Israel y, en nuestra
opinión, estas organizaciones sociopolíticas atravesaron diferentes momentos
de centralización política, que analizaremos en el punto siguiente.
3. Surgimiento del Estado en el Levante meridional
El Estado es un fenómeno complejo en el mundo antiguo oriental. La
reflexión teórica sobre el Estado antiguo ha sido un tópico recurrente en las
últimas décadas y la producción historiográfica es cuantiosa.182 La problemática
del poder también ha sido abordada por la sociología y la antropología.183 En
relación con esto, nos preguntamos: ¿Puede aplicarse la categoría de Estado a
los tipos de centralidad política que dejan las evidencias, en nuestro caso, en
Israel en el siglo IX a.C.? ¿Tendrían que haber quedado todas sus
características en el registro arqueológico?
Las situaciones particulares en cada región en el sur de Levante, Judá e
Israel (ver Figura 4), permiten identificar una tendencia a la centralidad política
en la figura de los llamados jueces, líderes que asociamos a la ―jefatura‖ como
categoría teórica, y a una centralización más marcada en el siglo IX a.C. con la
llegada de Omrí al poder convirtiéndose en un Estado.
182 Sin pretender exhaustividad, véase, entre los principales, Flannery (1974), Service (1975), Claessen y Skalnik (1978). Redman (1990) y Manzanilla (1986) abordan el tema para Mesopotamia, donde hay una larga tradición de organizaciones estatales. Otros tantos autores como Gonzalez Alcantud (1998), Yoffee (2005), Di Bennardis (2013), presentan un resumen del desarrollo para esa región. Para el caso de Egipto, véase Campagno (2002) y Campagno (2007) para un panorama básico de los primeros estados, incluidos los casos americanos. 183 Véanse los trabajos de Lemche (1985, 1996), Pfoh (2008, 2009).
80
Figura 4. Israel y Judá
Una jefatura es una forma de organización sociopolítica (al igual que los
Estados) y resultan en muchos aspectos muy similares a los primeros Estados,
aunque existen diferencias fundamentales en el funcionamiento de ambos. Y
los Estados surgen siempre en contextos de sociedades de jefaturas, por lo
que saber cómo funcionan estas resulta relevante para saber cómo ayudan (o
dificultan) el surgimiento de aquellos. En el campo teórico, el primer escollo es
81
que existe una variedad de definiciones para el concepto de jefatura.184
Flannery ve en la jefatura la etapa en que los linajes integrantes de la sociedad
pasan a estar ―jerárquicamente clasificados unos con respecto a otros y los
hombres, por nacimiento, son de filiación ‗de jefes‘ o ‗plebeyos‘, sin que se
tomen en cuenta sus propias capacidades personales.‖185 Para Earle, las
jefaturas de la Edad del Bronce186 son como una etapa intermedia hacia los
Estados y, para él, las características definitorias de las mismas son la escala
de integración, la centralidad de la toma de decisiones, y la estratificación.
Define a las jefaturas como sociedades organizadas regionalmente con una
jerarquía de toma de decisiones centralizada que coordina las actividades entre
varias comunidades aldeanas. La jerarquía implica un liderazgo especializado
pero que, internamente, está indiferenciado; los diferentes niveles tienen
funciones similares, por lo que son potencialmente independientes. La
organización regional resulta así altamente inestable.187 Yoffee distingue entre
las jefaturas simples y las complejas y para este autor la característica básica
de la jefatura es la unidad política ya que la autonomía local da lugar a una
forma de autoridad en la que un jefe controla un número de aldeas. En las
jefaturas simples existen rangos determinados de acuerdo con la distancia
respecto de los ancestros comunes, pero en las jefaturas complejas existe
también una jerarquía regional, con un jefe principal, con autoridad centralizada
para la toma de decisiones, que dejan en su lugar a los jefes subsidiarios;
existe una especialización externa (para conseguir bienes de las regiones de
los distintos jefes subsidiarios) pero no interna (no existe una burocracia
184 Véase entre los principales a Sanders y Marino (1973: 15). Realizaron un esquema
de etapas de organización social, crecientemente complejas, en su Prehistoria del Nuevo Mundo. La tercera de sus etapas era el señorío y señalan en primer lugar que
el principio estructural de integración en las mismas es el rango. Los linajes presentan una gradación conforme a una escala de prestigio, y no es infrecuente que uno de los linajes se reserve el derecho de ejercicio del cargo político del jefe. El rango (diferenciación estructural) es importante pero no es algo separado de la estratificación (diferenciación económica), sino que existe un continuo entre ambos. ―La diferenciación política no puede ser estrictamente simbólica sino que debe derivar del control económico‖ y esta diferenciación se refleja en ventajas económicas reales. Los jefes son una incipiente aristocracia con ventajas en cuanto a la riqueza y estilo de vida. 185 Véase Flannery (1972: 16). 186 Véase Jaruf, Gandulla y Milevski (2013: 970 -998) 187 Véase Earle (1987: 288).
82
especializada).188 Para Campagno, las jefaturas son sociedades donde el
parentesco es el ―criterio dominante para la articulación social, de modo que las
prácticas políticas, económicas o ideológicas se expresan en los términos del
‗idioma‘ del parentesco‖; se trata de sociedades con cierta diferenciación social,
es decir, donde cierto subgrupo parental (un linaje) constituye la élite de la
sociedad, disponiendo por tanto de una serie de prerrogativas diferenciales; y
sociedades donde existe al menos una posición de liderazgo institucionalizado:
la posición del jefe permanecería de manera independiente del individuo que la
ocupe. Estos jefes se encargan de la conducción de diversas actividades
comunales, lo cual hace que su posición esté investida de un gran prestigio
social.189
Se pueden extraer una serie de conclusiones de esta variedad de
opiniones. Una jefatura puede ser entendida como una unidad autónoma, con
un liderazgo centralizado, que no abarca únicamente la propia comunidad sino
también un número de aldeas que, por lo tanto, pierden su autonomía al formar
una jerarquía regional de asentamientos donde rigen el rango y el parentesco.
Y esto tiene consecuencias profundas para el funcionamiento de la sociedad y,
especialmente, para el problema del surgimiento del Estado.
Aunque definir al Estado antiguo190 es una cuestión compleja, la primera
cuestión que debe resolverse es la de establecer exactamente qué se entiende
por Estado. Un recorrido tradicional es la lista childeana:191
1. Aparición de las ciudades, con mayor tamaño y densidad que tipos
anteriores de asentamientos.
2. Especialización del trabajo a tiempo completo (aparición de la división
Véase para el caso de Mesopotamia a Di Bennardis (2013:14) que propone una interesante y completa definición de estado antiguo: ―Lo entiendo (al estado) como el resultado de la consolidación de las relaciones de dominación gestadas a lo largo del desarrollo histórico en instituciones reconocidas por el conjunto social, que consolidan las formas sociales vinculares entre sus miembros a partir de la sanción de las desigualdades generadas e ideológicamente justificadas. Esto habilita la legitimidad del monopolio de la coerción, la recaudación y la disponibilidad de la población (leva militar o de trabajo).‖ 191 Véase Childe (1950)
83
3. Concentración del excedente: existencia de medios para recaudar y
gestionar el excedente productivo de campesinos y artesanos.
4. Estructuración social en clases: organización y dirección de la
sociedad por una clase dirigente privilegiada.
5. Organización estatal: existencia de una organización política
estructurada, basada en la adscripción residencial, que reemplazaría a la
identificación política basada en el parentesco.
6. Obras públicas monumentales (existencia de empresas colectivas).
7. Comercio a larga distancia: expansión de la especialización y el
intercambio más allá de la ciudad en un marco de desarrollo comercial.
8. Obras de arte normalizadas y monumentales: formas estéticas
altamente desarrolladas que expresan identificación simbólica y gusto
estético.
9. Aparición de la escritura, como instrumento en los procesos de
organización y gestión.
10. Aritmética, geometría y astronomía: inicio de las ciencias exactas y
predictivas y de la ingeniería.
Entre estas características, algunas refieren a variaciones cuantitativas,
y otras que lo hacen a variaciones cualitativas. En las primeras, lo decisivo
parece ser la diferencia de tamaño entre la sociedad estatal (fenómeno
aldeano) y lo que existía previamente: mayor tamaño de los asentamientos;
mayor especialización laboral (que en menor escala se ve en sociedades no
estatales); construcciones públicas de mayor porte (no completamente
desconocidas en sociedades aldeanas); estilos artísticos más homogéneos;
mayor volumen de intercambios a larga distancia. Las otras, sin embargo,
hacen referencia a aspectos cualitativamente nuevos, introducidos por primera
vez en las sociedades estatales: el tributo y prestación de mano de obra como
práctica regular, la aparición de una clase gobernante que se apropia del
mismo y la aparición de algún sistema de registro.192 Ambos tipos de
características están evidenciadas en nuestras fuentes, como veremos a lo
largo de esta investigación.
192 Véase Campagno (2007).
84
Ahora volvamos a nuestra región. Hoy sabemos que las diferencias
entre ambos territorios del sur de Levante, identificados como Israel y Judá
(determinadas por las características de sus ecosistemas, los valles y la
comunicación hacia el oeste, el norte y el este, en el caso de Israel, lo
convierten en una entidad política más comunicada y permeable con el
entorno). Y el sur se contrapone al bloque montañoso macizo rodeado de una
zona árida al este y desértica al sur en Judá.193 Esto no impidió que ambas
regiones mantuvieran fluidos contactos y lazos de parentesco a lo largo de toda
su historia y evidenciados en las fuentes que analizaremos.
Si bien la imagen reconstruida por I. Finkelstein intentó presentar un
lento desarrollo estatal para Judá —sobre el que coincidían muchos autores en
trabajos previos como el de Jamieson-Drake194)—, el historiador N. Na´aman195
se opone a esta interpretación del tardío crecimiento de Judá argumentando
que esa imagen de debilidad estructural196 no fue tal y que Judá mantuvo
relaciones comerciales con el sur por la actividad metalúrgica desarrollada en
torno a Faynan desde el siglo X a.C., comportándose como un Estado desde el
siglo IX a. C. y con fuertes lazos de parentesco con las élites de Israel y en
especial entre las élites gobernantes.
Por lo tanto, consideramos que el cuadro aproximado pudo ser que los
territorios de las aldeas de Siquem y Jerusalén, a comienzos de la Edad de
Hierro, presentaran la agregación de un nuevo elemento tribal que llegaría de
193 Véase Finkelstein (1999: 43). Este contraste entre Israel y Judá es trasladado por el autor a los reinos transjordanos de Amón y Moab, abiertos hacia las influencias culturales del norte y el oeste y a Edom, aislado al sur, con pocos sitios hasta avanzado el Hierro, cuestión descartada por las investigaciones llevadas adelante por Levy (2004, 2006, 2008, 2009) junto a las de Ben-Yosef (2012). 194 Su obra de 1991 fue muy importante porque fue el primero en utilizar los modelos clásicos de origen del Estado. Coincide temporalmente con la difusión de los minimalistas Thompson (1992: 310-316), Davies (1992: 63-70) que arriban a conclusiones similares, así como Finkelstein y Silberman (2001: 238-250, 2006: 121-149). 195 Véase Na´aman (2013: 248-249; 2014). La discusión con Finkelstein respecto a la inferioridad de Judá se basa en su visión de la dinámica de ambas regiones bajo parámetros vinculados con las campañas militares y, por tanto, al poder de los ejércitos. 196 Esta construcción fue desarrollada por Finkelstein, aunque elaborada inicialmente por Noth en 1958, quien fue el primero en hablar de vasallaje de Judá con Israel. Se manifiesta esta tesis en varios artículos publicados en los últimos años en donde se da a la evidencia arqueológica un peso superlativo. Véase Finkelstein y Silberman (2001: 229-250).
85
otras regiones a las que aludimos al comienzo de este capítulo; lo cual,
sumado a la afluencia de desplazados de otras regiones por presiones
tributarias, dio como resultado la expansión del fenómeno aldeano. Esto habría
dado lugar a una relación que ha sido definida teóricamente como ―estado
dimórfico‖197 por Rowton, que es seguida por Finkelstein.198 El control ejercido
por los dos centros sobre su territorio relativamente acotado pasará por una
fase de control incierto y de una autonomía cada vez mayor de los elementos
tribales en la toma de decisiones y desembocará en otra, en la que son dichos
elementos tribales los que se imponen a los viejos palacios y los engloban en
una nueva formación política.199
En torno al siglo X a.C., en la zona fronteriza entre estas aldeas de
Jerusalén y Siquem, se habría formado una unidad política, una jefatura (los
orígenes de lo que será en la historia hebrea y su breve unificación, la llamada
―Monarquía Unida‖) que, en palabras de Liverani, fue el reino carismático de
Saúl.200 Sobre Saúl, David y Salomón se edificó una tradición estatal falsa que
en el siglo XXI se derrumbó ya que, ni dentro de la arqueología,201 ni dentro del
discurso histórico poseen un espacio sólido que pueda sostener tanta
197 Véase Rowton (1967: 109-121, 1973: 201-215, 1976:13-20). Es fundamental el aporte de este autor para analizar las relaciones sociales y cómo se vinculan ellas con el ambiente físico donde se desarrollan. Si bien sus trabajos están pensados para el caso de la región mesopotámica, verá a la tribu y a la ciudad como dos organizaciones sociales diferentes y con el término ―dimórfica‖ enfatiza la dicotomía y presenta seis categorías: ―1) The fully settled tribe which retains tribal institutions and traditions; 2) The semi-nomadic tribe which reverts to a nomadic mode of life for a few months each year; 3) A tribe part of which is settled, part nomadic; 4) A region which tribe and town, though distintic, are in close interaction; 5) A village which pays taxes and tribute, both to a provincial town and to a nomadic tribe, undoubtledy a factor in the tendency of the peasants to desert the countryside; 6) A band composed of the socially uprooted, whether from tribe or town; so the hapiru in the Bronze Age‖ (1967:120). Esta estructura social está en equilibrio precario y se producen ―oscilaciones dimórficas‖ según que la tribu o la ciudad dominen en la ―zona dimórfica‖ en la que operen. 198 Véase Finkelstein y Gophna (1993: 361). 199 Será la hipótesis desarrollada por Niemann (2007) para la ciudad de Samaria. 200 Véase Liverani (2005: 105). 201 Los avances de la ciencia arqueológica y la datación de edificios durante el siglo XX hicieron que lo que durante tantos siglos se considerara obra salomónica, se identificara como construcciones datadas en el siglo IX a.C. Para los sitios de Hazor, Megido y Guezer fue Yadin (1970: 66-96), prócer de la Edad de Oro de la arqueología en Israel, quien los dató a mediados del siglo X a.C. y lo hizo a partir del versículo de 1 Re 9:15 que habla de la obra constructiva de Salomón. Véase también Liverani (2005: 112).
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magnificencia.202 Fue probablemente una jefatura en una escala regional
acotada.
Ahora que ordenamos los distintos procesos sociopolíticos que marcan
la historia de la región sud-levantina es tiempo de presentar qué entendemos
por Estado antiguo y avanzar sobre las evidencias que postulamos para afirmar
que un Estado se inició con la dinastía de Omrí en Israel.
Hay que señalar, entonces, que los factores demográficos y tecnológicos
estaban dados para que ―alguien‖ iniciara una centralización del poder político
identificable con algún simbolismo vinculado con el poder. A partir del
poblamiento intensivo del que hablamos antes aparece un tópico
absolutamente vinculado con él como es el problema de la limitación del
acceso a la tierra y su distribución dentro de las aldeas. La tierra era escasa y,
como concepto dentro de la israelogía, tiene un peso enorme. Todos los
caminos conducen a una focalización como objeto simbólico de apropiación
popular, sea por ser otorgada (por Yavé al pueblo), obtenida o apropiada (por
logros militares en nuestro período de análisis) o perdida (por dominaciones
imperiales desde el mundo antiguo hasta el siglo XX); la tierra atraviesa esta
historia y no exactamente por sus riquezas.
Consideramos pues, que el Estado en el mundo antiguo es ―una
organización política centralizada en un individuo identificado, que impone su
autoridad en un territorio con un espacio propio empoderado en un ámbito
palaciego o templario, y que domina a una sociedad jerarquizada, vinculada a
la tenencia de las tierras que controla el rey o sus funcionarios, sujeta a
tributación y prestación de mano de obra, o bien militares que participan
activamente en el control territorial y en la vocación de expansión del mismo‖. A
partir de aquí y en los siguientes capítulos presentaremos las evidencias que
nos han persuadido para afirmar que Omrí, en el siglo IX a. C. en Israel, crea
un Estado, genera una ruptura con el pasado hebreo que hemos descripto e
inaugura una etapa de novedades que trascienden a ―la gente del libro‖.
202 Sin embargo, encontramos en 2007 una acalorada discusión entre los Mazar, arqueólogos históricos defensores de la veracidad del texto bíblico, y Finkelstein, Singer-Avitz, Herzog y Ussishkin respecto al supuesto hallazgo de uno de los miembros del clan Mazar, Eilat. Dicen haber hallado una estructura dentro de la ciudad de David que serían los restos del palacio y que se fechó ca. 1000 a.C. siguiendo a 2 Samuel 5:7-11. Véase Mazar (2006: 16-27) y Finkelstein (2007: 142-154).
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88
SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO V
Evidencia bíblica
1. Consideraciones previas
Afirma Ginzburg en su último libro, El hilo y las huellas, que ―realizar un
inventario de las formas adoptadas por la ficción al servicio de la verdad sería
una tarea obviamente imposible y más allá de estas tensas relaciones también
nos encontramos con otra variable como es lo falso, lo no auténtico que causa
incomodidad a los escépticos porque presuponen la realidad, al menos una
realidad pretérita‖.203
Estas palabras se relacionan con nuestra percepción como historiadores
sobre un texto como el de la Biblia. En este capítulo se analiza la ubicación e
interpretación en el texto bíblico de los relatos vinculados con la dinastía
omrida. Tal como planteamos en el capítulo I, entre los abordajes posibles para
esta literatura hay una gran diversidad según los intereses de los lectores y sus
lentes (en el sentido que le da un exégeta tan lúcido como Croatto204). Sin
embargo, consideramos que la lectura histórica ha permanecido incompleta,
sesgada. Si se indaga al interior de los textos, a contrapelo de las intenciones
de quien los produjo, pueden sacarse a la luz voces no controladas, el registro
de unos hombres que escaparon del estereotipo bíblico deuteronomista. En
esos intersticios es que puede identificarse un nombre como Omrí.
La historia de estos primeros tiempos de Israel perdura por generaciones
que trasmiten y elaboran, modelan con aportes y problemáticas propias de
cada época los acontecimientos lejanos, renovándolos en su dimensión y en su
valoración (S IX- VII a.C.). Para seguir avanzando en nuestra posición respecto
al texto bíblico como historiografía antigua, coincidimos con lo que afirma
Cervelló Autuori respecto a este tipo de literatura:
"Los historiadores de las religiones y las mentalidades, a partir
del análisis histórico-cultural y del comparativismo etnográfico, insisten
en que el discurso mitopoético y el discurso histórico-racional son
opuestos e irreductibles el uno al otro. La verdad de uno es
cualitativamente distinta de la del otro. (..) Tras el mito puede haber
acontecimientos históricos, pero no porque el mito narre
acontecimientos históricos, sino porque puede ser utilizado para
conmemorarlos."205
Estas palabras nos introducen en cuestiones que analizaremos en este
capítulo tales como los tipos de eventos que se conservan en el texto bíblico, el
tamiz tardío que se evidencia en la selección ya que cuanto más inconexo es el
relato, cuánto más se reestructuran los párrafos, más estaremos en presencia
de reelaboraciones. Pero, ¿podremos detectarlas? En parte, de eso se trata
nuestra investigación sobre el texto para la historia de Omrí, uno de los
objetivos es encontrar la relación entre las representaciones imaginarias del
escritor y los niveles de realidad que allí estaban implicados. Nos encontramos
entonces con que estas evidencias textuales orbitan en torno de:
1. Un discurso mítico-religioso donde las narrativas se hallan en una
trama cuya consistencia ancla en los dispositivos de organización
social conocidos por la sociedad que elabora esos relatos y que
convierte en canon.
2. Información histórica que surge de contrastar un doble rasero:
acontecimientos evocados (conocidos por estar citados en otras
fuentes) y procesos sociales de larga duración (como el de la
canonización del texto que hemos descripto).
El conocido semiólogo italiano, Umberto Eco, nos dice que la clave de
esta vitalidad de la Biblia está en ―la desarticulación del texto‖, en la vida
extratextual de los personajes y protagonistas.206
Aunque ha quedado planteado hasta aquí que los fines concretos del
texto bíblico persiguen un objetivo bien diferente y distante al de la ciencia
histórica, hay una versión bíblica sobre Omrí y su hijo Ajab que nos permite
interpretar y conocer el papel de este rey en ese marco. Hay elementos que 205 El trabajo de Cervelló Autuori (2006:100-102) está pensado para el mundo egipcio temprano pero tiene punto de contacto con nuestras preocupaciones. Creemos que el mito es un tipo de discurso que retiene realidad pretérita en todo su tejido. 206 Aquí entran muchos autores. A modo de ejemplo, iniciaron este camino las preguntas que J. Astruc se hiciera en un libro de 1753, citado por Lamadrid (1963: 13) preocupado por los duplicados de los relatos en el Pentateuco.
90
debemos conocer para entender cómo y por qué se conmemoró esa dinastía
en el texto.
2. ¿Por qué el relato bíblico es evidencia para la época de Omrí?
Ya sabemos que el proceso de escritura fue posterior al siglo IX a.C.
Empero consideramos que la Biblia es una fuente relevante para nuestra
investigación por razones concretas. La primera y la más evidente de ellas es
que Omrí es nombrado en el texto. Él y sus sucesores, cuyo principal papel es
el de oficiar de contrafiguras de los profetas, son citados como reyes de Israel,
aunque en su primera aparición en el texto aún es el de jefe de los ejércitos.
La segunda razón de la relevancia bíblica de este relato radica en que el
material bíblico describe sitios y ciudades cuya existencia ha sido contrastada
con otras fuentes y esos lugares han sido excavados e identificados por los
arqueólogos durante los últimos cien años. Entre las principales están Samaria,
Jezreel, Meggido y Hazor.
La tercera razón es que también posee una versión de los conflictos con
vecinos, como los arameos y los reinos transjordanos, así como registro de
contactos con Fenicia. La última razón, por la cual nos interesa la evidencia
textual, es por cuestiones que van más allá de acontecimientos y lugares y que
nos delinean el plano social donde Omrí operó como rey, qué registro perduró
de su reinado y del de sus sucesores. Ese imaginario social207 colectivo por el
que Omrí se conmemora, en primer lugar, como rey y, en su descendencia,
Ajab, Ocozías y Jorán, consideramos que indican una lógica estatal que
modifica y toma distancia de prácticas sociales y se convierte en una posible
ruptura.
207 A partir de los estudios de Bazcko se abre para nuestra investigación un campo de reflexión del caso de Israel y su pervivencia a través de los siglos. El concepto de imaginario social contiene dos palabras. La primera es un elemento fundamental de la conciencia humana, definido por Starobinski como "un poder de separación gracias al cual nos representamos las cosas alejadas y nos distanciamos de las realidades presentes". La segunda es un adjetivo que delimita una acepción más restringida que
conduce la producción de representaciones globales de una sociedad determinada y todo lo que con ella se relaciona. Es a través de los imaginarios sociales como una colectividad designa su identidad, elaborando una representación de sí misma. Véase Bazcko (1991: 27).
91
3. Cómo abordamos el texto: La monarquía omrida
En los libros bíblicos de Samuel y Reyes, la monarquía se caracteriza
por su legitimación y por ser centro de conflictos vinculados con la fidelidad con
su dios tutelar. Saúl, el primero en ser llamado ―rey‖ y sobre el que se
acumulan todos los tipos de legitimidad posibles, es elegido por Yavé, ungido
por Samuel, aclamado por el pueblo, y vitoreado por el ejército. Pero las
tradiciones historiográficas relativas a Saúl se llenaron enseguida de
connotaciones negativas debido a las manipulaciones pro-davídicas,208 la
trayectoria de la monarquía —según el escritor deuteronomista y luego también
según el Cronista— comienza con David y continúa hasta la Cautividad. Parece
evidente que comience con David pues fue quien hizo de Jerusalén la capital,
donde se sitúa el principal templo. Ese hecho externo, tanto político como
administrativo, se complementa con el pacto establecido por Yavé con David,
pacto que corrobora debidamente a la monarquía, lo que había sido acordado
ya, al menos con Moisés, en el marco del relato bíblico. Los términos del pacto
(fidelidad a cambio de prosperidad) determinarán luego todo el curso de los
acontecimientos. Además, como Yavé es siempre fiel, los éxitos y los fracasos
de Israel y Judá se determinarán por la conducta de los reyes.209
La sucesión cronológica que involucra nuestro período de análisis,
según nos presenta el texto bíblico cuando se divide el reino y se registran las
listas reales y la duración de los reinados, se presenta en la siguiente tabla:
208 Véase Halpern (1996: 45-75). 209 Véase Liverani (2005). Como ejemplo, casi un milenio anterior (por consiguiente la
analogía es sólo fenomenológica), el rey hitita Telepinu, ante la crisis institucional y la
debilidad militar, había postulado un reino modélico, que se extendía ―de mar a mar‖ y
estaba caracterizado por la unidad interna y el poderío militar y podía actualizarse
adoptando los comportamientos y las normas del funcionamiento correcto. El modelo
retroactivo se revela falso cuando se compara con las fuentes de la época, las que
hablan de encarnizadas luchas internas, de conjuras y de facciones. El texto de
Telepinu nos ayuda además a comprender los mecanismos apologéticos puestos en
marcha para rebatir acusaciones de ilegitimidad y de abuso de poder, acusaciones
intercambiadas en una situación de caos institucional, con sublevaciones y luchas
sucesorias. En particular, el modo en que el soberano hitita se sustrae a las
acusaciones de corresponsabilidad en el asesinato de los pretendientes al trono, es
análogo al modo en que David se sustrae a las acusaciones de haber tomado parte en
la muerte de Abner (2 Sam. 3:22-39), de Isbaal (2 Sam. 4) y de Absalón (2 Sam. 18) y
de tantos otros.
92
Tabla 3. Tabla con la duración de los reyes de Israel y Juda:
Israel Judá
Jeroboam ( 22 años) Roboam (17 años)
Nadab (2 años) Aviyyam (3 años)
Basa (24 años) Asa (41 años)
Elá ( 2 años) Josafat (25 años)
Zimrí ( 3 dìas)
Omrí-Tibni (12 años)
Ajab (22 años)
Ocozías (2 años)
Jorán (12 años)
En la Biblia, la monarquía de Israel en escala omrida nos da un cuadro
simplificado, breve, de sólo cincuenta años. En relación con la legitimidad está
acotada sólo a la aclamación de Omrí por una parcialidad del ejército, ya que
otra facción apoyaba a otro candidato, Tibni.
La monarquía en escala omrida también es reducida a una ruptura con
el dios y a ese pacto de fidelidad y a sus consecuencias, rasgo propio de la
escuela deuteronomista. Así vemos cómo L. Grabbe inicia uno de los pocos
libros dedicados sólo a los omridas con esta presentación sugerente: ―The
Kingdom of Israel from Omri to the fall of Samaria: If we have only the Bible
(…).‖210 Esa frase nos provoca una simulación respecto a esa probabilidad
¿qué tipo de historia sería la de este rey? Sin dudas, la de un usurpador
ilegítimo que durante pocos años gobierna el norte de Israel y que, por
desatender los anuncios proféticos y enfrentar al pueblo hebreo, tiene el peor
de los destinos.
En el texto, estos reyes fueron protagonistas históricos construidos a
partir de un discurso bíblico deuteronomista que poseyó un fin determinado,
como ya lo mencionamos en el capítulo I, el de una teleología religiosa.211 Hoy
210 Véase Grabbe (2007: 54) contra Thompson (2007: 237-238), que sólo ve que Grabbe busca crear un pasado acorde con la historia bíblica y denota una falta de interés en las fuentes extrabíblicas y en las categorías literarias que posee el texto que da origen a ese pasado. Véase también Grabbe (2000: 117-39). 211 La relación entre casa real, templo, pueblo y tierra es la esencia del proyecto de resurgimiento. Tras establecer esta relación firme y necesaria, el historiógrafo deuteronomista se dedica fundamentalmente a hacer un repaso de la historia del reino
93
contamos con fuentes extrabíblicas que marcan el contorno de un ámbito
territorial de la dinastía más amplio. Pero el punto es ahora explicar cómo
percibimos lo medular del texto para la dinastía omrida.
En primer lugar, se debe reconocer la narrativa bíblica que se construyó
para la dinastía omrida y quiénes son sus personajes centrales: Omrí, Ajab,
Ocozías y Jorán. Su rol dentro del texto aparece recortado para resaltar la
práctica proscripta de la idolatría. La escala se reduce aún más a unas pocas
líneas sobre Omrí y a una descendencia marcada por desaciertos constantes.
4. El texto bíblico y la dinastía omrida
Dado que la historia sobre la dinastía tiene una presencia de corte
negativo dentro del texto bíblico, debemos analizar la exposición de una
secuencia de acontecimientos del pasado que no es, por definición, accesible
en forma directa. Nos enfrentamos así a una triple tarea. Comenzaremos por
establecer los hechos, o sea, qué sucedió con la dinastía; ofreceremos,
además, una explicación plausible de los mismos hechos seleccionados en el
relato y plantearemos una interpretación global de los acontecimientos, de
modo que quede integrada en la historia de la región en el siglo IX a.C. Estos
pasos están, por cierto, indisolublemente relacionados y deben ser
analíticamente diferenciados. Primero, debemos nombrar los libros que
conservaron pasajes de Omrí y de sus hijos:
1 Reyes 16:15-34, 20,21 y 22.
2 Reyes 1:1-18, 3:1-27 y 10:1-11.
Crónicas 18:1-34, 20:35-37, 21:6,13, 22:2,5-9.
Los libros presentan el siguiente orden temático:
de Judá como si se tratara de una sucesión ininterrumpida dentro de la casa de David, mientras que, paralelamente, subraya sin ambages la fragmentación dinástica del reino del norte. Sobre esas posibles fuentes auténticas y sobre esas traiciones estratificadas el historiógrafo posterior a la Cautividad ha añadido abundante material novelístico como relatos de intrigas en la corte real, de historias de harén y de rivalidades entre esposas viejas y jóvenes, de desagravios y venganzas transversales, de prepotencias y arrepentimientos, de generosidades y crueldades, que hacen de los relatos de las sucesiones de David y Salomón, en la forma en que han llegado a nuestras manos, verdaderas novelas históricas que evidentemente escogieron como protagonistas a los personajes más célebres de toda la dinastía y que encajan bastante mejor en el ambiente literario del siglo VI-V a.C., que en el clima del siglo X a.C.
94
Ascenso de la dinastía.
Guerras con Aram.
Episodio de Nabot.
Nuevas guerras con Aram.
Descripción de sucesiones en Judá e Israel. Breve reinado de
Ocozías y ascenso de Jorán.
Guerra con Moab y alianza de Israel y Judá.
Asedio de Aram y sitio de Samaria.
Jehu es designado rey.
4.1. El libro de Reyes
La versión bíblica conservada sobre la dinastía comienza con la
proclamación de Omrí como rey. Leemos en 1 Reyes 16:16 en la Biblia
Hebrea:
~ynIåxoh; ‘~['h' [m;Ûv.YIw:
hK'ähi ~g:ßw> yrIêm.zI rv:åq'
rmoêale
laer"f.yIû-lk'( Wkliäm.Y:w:
%l,M,_h;-ta,
~AYðB; lae²r"f.yI-l[; ab'óc'-rf;
yrI’m.['-ta,
`hn<)x]M;B;( aWhßh;
La traducción de la Biblia de Jerusalén es: ―Las tropas acampadas
oyeron decir: Ha conspirado Zimrí y ha llegado a matar al rey, y aquel mismo
día todo Israel proclamó en el campamento a Omrí, jefe del ejército, como rey
de Israel‖. En este versículo del primer libro de Reyes encontramos por primera
vez el nombre de Omrí como comandante de los ejércitos. En la conspiración
95
de Zimrí, miembro del ejército, contra Elá, el rey de ese momento, Omrí es
designado por sus tropas rey de Israel.212
En los versículos que siguen a partir del vs. 21, el pueblo se divide en
dos facciones, una sigue a Tibní y la otra, a Omrí quien prevalece ya que el
primero muere. Omrí gobierna durante seis años en Tirsá y luego funda su
capital, Samaria, donde gobierna seis años más, muere y es enterrado allí. Lo
sucede su hijo Ajab que se casa con una princesa sidonia, Jezabel, que
introduce el culto a Baal y construye un santuario a este dios en Samaria. Se
describe luego un acontecimiento con Ben Hadad, rey arameo que reclama a
Ajab bienes, mujeres e hijos; el rey, luego de consultar a los ancianos, se niega
a entregárselos. Ben Hadad sitia Samaria junto con otros reyes. Ajab envía a
los llamados jefes de distritos, que vencen a los arameos, aunque Ben Hadad
logra huir. Al año siguiente se inicia una nueva batalla contra Aram en Afeq
donde vuelve a triunfar Israel. Ben Hadad se presenta vencido ante Ajab, que
lo llama hermano y le perdona la vida. El rey arameo promete devolverle
ciudades y permite que instale bazares en Damasco.
A continuación, se presenta un episodio entre el rey y el poseedor de
una viña en cercanías del palacio, en Jezreel. Se urde un plan para matar al
campesino y obtener ese lote. Luego Ajab inicia una expedición para recuperar
Ramot de Galaad que se hallaba en poder de los arameos, en esta guerra se
une a Josafat, rey de Judá. Ajab muere en batalla y es enterrado en Samaria.
Lo sucede su hijo Ocozías que, por un accidente en el palacio, muere y lo
sucede su hermano Jorán porque no tenía descendencia. Emprende una
guerra contra Moab ya que Mesha (sobre el que se halló una estela
conmemorativa que constituye una fuente epigráfica que será tratada en el
capítulo V), su rey, se niega a pagarle tributo luego de la muerte de Ajab. Una
vez más se une Josafat, rey de Judá y también el rey de Edom, territorio que
atraviesan para llegar a Moab. Destruyen los campos, árboles y ciudades de
Moab y se inicia un nuevo conflicto con los arameos que sitian Samaria.
Interviene un profeta, Eliseo, que va a Damasco y anuncia a Jazael que Ben
212 Los desórdenes políticos internos se perciben a partir de la lectura de Reyes y la llegada de Omrí marca un tiempo de estabilidad. Véase Miller (1968: 392-394) y Soggin (1993: 212).
96
Hadad morirá y él será rey. Joram es asesinado por Jehú que extermina a
Jezabel y a su descendencia.
Los exégetas afirman que el núcleo más antiguo de la narrativa es el
golpe de Jehú213 y se orienta a legitimarlo (2 Reyes 9.1-6, 10-22). Está ubicado
en el siglo IX a.C. y es donde aparece la voz crítica hacia el usurpador, que
será la reina Jezabel, la que luego oficia de contrafigura para destacar a Elías.
He aquí un miembro extranjero en la dinastía omrida. Podemos pensar que,
ante un escenario donde prima la construcción legendaria de personajes y la
finalidad ideológica del texto, ratificar la antigüedad de un culto a un dios, dar
cuenta de una serie de eventos históricos como prueba indiciaria de realidad
pretérita, es altamente especulativo. Sin embargo, si tenemos en cuenta el
contexto epocal, es factible que Ajab se haya unido en matrimonio con una
princesa fenicia ya que los contactos de las ciudades fenicias con el interior
eran importantes y habrían configurado una estrategia diplomática bien
documentada en el mundo antiguo.214 Este matrimonio y otros sucesos
jurídicos, como la compraventa de tierras, son posibles de explicar mediante el
análisis diacrónico del texto, donde lo fenomenológico tiene lugar a través de
un tiempo que excede el de la dinastía omrida.
Volvamos a la lectura del comienzo. En el versículo 23 de 1 Re 16, se
afirma que, en el año treinta y uno del gobierno de Asa en Judá,215 comienza a
213 El nombre de Jehú se encuentra en las inscripciones de Salmanasar III, lo que es un punto importante que será retomado para demostrar la valencia histórica de la dinastía. Paradójicamente, aquí aparece como ―hijo de Omrí‖, lo que se contradice con 2 Re 9-10 y que algunos interpretan como el modo de llamar a la dinastía, y no por ser el padre de Jehú. En esa línea, veáse Ungnad (1906: 224-225) y, mucho después, Liverani (1961:185-187). Lo extraño es que a Ajab lo llaman el israelita y a Jorán el samaritano. Para Na´aman (1998:236-238) ello radica en que estos últimos reyes se enfrentaron a los asirios y por eso fueron tratados de ese modo, mientras que Jehú revirtió esa política de oposición al pagar tributo, por tanto, es legitimado como vasallo y como rey de Israel. Otros sugieren que Jehú pudo efectivamente ser descendiente de algún linaje de la dinastía omrida. Véase Schneider (1995: 26-33 y 1996: 100-107). 214 Véáse Jackson (2008:19-25), Demare-Lafont (2010:172) y en especial Vana (2010: 386), trabajos que tratan los aspectos centrales del papel del matrimonio en las sociedades semíticas previas y posteriores a la época que analizamos. 215 Aquí se inicia el problema de los sincronismos cuando el libro de Reyes describe en forma paralela los reinados en Judá e Israel. No hay dudas de que los contrastes existieron y que frente a estos sincronismos los investigadores asumen que hay que pensar en su originalidad o en el traspaso de los reinados de padres a hijos o herederos. El desacuerdo radica en si los sincronismos formaban parte de las fuentes del autor del libro de Reyes o si los calculó él mismo. La mayoría se inclina por la primera opción mientras otros afirman que son secundarios y optan por los años de
97
reinar Omrí en Israel, en esos primeros años su capital es Tirsá. Como primera
actuación y gran obra de Omrí en tanto rey de Israel, tenemos la fundación de
Samaria. Leemos en la Biblia Hebrea en 1 Reyes 16:24:
~yIr:åK.kiB. rm,v,Þ ta,meî !Ar±m.vo
rh"ïh'-ta, !q,YI÷w:
l[;ä hn"ëB' rv<åa] ‘ry[ih' ~veÛ-ta,
ar"ªq.YIw: rh'êh'-ta, ‘!b,YI’w: @s,K'_
`!Ar)m.vo rh"ïh' ynEßdoa] rm,v,ê-~v,
Citamos la traducción de la Biblia de Jerusalén: ―Compró la montaña a
Semer por dos talentos de plata, fortificó el monte, y a la ciudad que él216 había
construido puso por nombre Samaria, del nombre de Semer, dueño del monte.‖
Los versículos 25 y 26 son netamente teológicos vinculados a Yavé.
Pero el versículo 27 nos da información sobre la muerte y el lugar de su
enterramiento en Samaria y sobre su sucesor Ajab. Aquí nos encontramos con:
Una referencia al rey de Judá y a la duración de su reinado.
Una compra-venta del rey a un aldeano llamado Semer.
Un lugar geográfico privilegiado elegido con algún fin.
Una decisión de cambiar la capital del reino por alguna razón política
y estratégica.
Una construcción monumental en un tiempo breve.
La construcción de una tumba en Samaria para el rey.
reinado. Así lo hicieron Wellhausen, Besinger y Begrich. Na‗aman (2013) se inclina por esta opción: afirma que las listas de reinados son un patrón común en el Cercano Oriente y que en realidad sólo tenían unos pocos sincronismos como la ascensión simultánea de Roboam y Jeroboam y las muertes simultáneas de Jorán y Ocozías o Atalia de Judá. Las discrepancias internas entre ambas cronologías son la duración de la de Judá de 22 años más, lo que algunos lo armonizaron creando corregencias. El problema radica en el propio proceso editorial en el que el autor del libro selecciona las fuentes, de acuerdo con su ideología y con su interpretación de las mismas. 216 La versión de los LXX dice ―Omrí‖. El trabajo exegético de Timm hace tres décadas ha sido uno de los pocos que planteó a fondo el plano exegético completo de la dinastía omrida del IX a. C. en el texto bíblico. No ha sido superado para la época omrida, véase Timm (1982: 41-48). El simbolismo que encierra la propia raíz hebrea del verbo vigilar que posee la S M y R y el nombre Samaria es sugestivo por la ubicación de la ciudad y el agregado determinativo al final, de lugar, le da la referencia de cierre a la palabra.
98
En los versículos 28 y 29 inicia su reinado Ajab. En el versículo 31
aparece la unión con Jezabel. Los capítulos 17, 18 y 19 componen el ciclo
profético que se analizará más adelante. Las tramas de las guerras arameas de
los capítulos 20 y 22 donde aparecen Ben-Hadad de Aram, Josafat de Judá y
se nombra a Damasco y a Ramot.
4.1. El episodio de Nabot
El relato del episodio con el aldeano jeezrelita Nabot217 y el incidente con
la viña es un evento importante ubicado dentro de los sucesos de la dinastía
omrida, que da indicios de la dinámica de la sociedad campesina y su relación
con el poder real protagonizado por Ajab y Jezabel218 y se desarrolla a lo largo
de veintinueve versículos del capítulo 21 de 1 Reyes.219 Hemos seleccionado
algunos de ellos:
tAbïn"l. hy"±h' ~r<K,ó hL,aeêh'
~yrIåb'D>h; ‘rx;a; yhiªy>w: 1 Re 21:1
`!Ar)m.vo %l,m,Þ ba'êx.a; lk;äyhe
lc,ae… la[,_r>z>yIB. rv<åa]
yliÞa[er>z>YIh
Según la traducción de la Biblia de Jerusalén leemos: ―Después de estos
sucesos ocurrió que Nabot, de Jezreel, tenía una viña junto al palacio de Ajab,
rey de Samaria.‖
217
Este episodio ha sido revisado en los últimos veinte años con avidez por los biblistas. Su atractiva polifonía puede ubicarse de acuerdo con distintas variables encontradas por los expertos en los argumentos lingüísticos. El período persa (siglos VI-IV a.C.) ha sido propuesto por Rofé (1988: 90) y seguido por Blum (2000), Cronauer (2005) y Knauf (2011). 218
Véase Pruin (2007: 2-15), quien analiza la figura de la reina y su construcción dentro del relato, la tragedia que encierra su futuro y es destacable porque ha sido el episodio más conocido de la dinastía omrida, reproducido en cuadros. La caída de Jezabel por la ventana del palacio era un reflejo de la idolatría y sus consecuencias. 219 Véase Cronauer (2005). Este trabajo es muy importante por su profundización, desde la exégesis bíblica de la estructura conflictiva del capítulo en relación con cada versículo. Desarticula el capítulo en dos fragmentos, uno va de los versículos 1-16, más complejos, y el otro, entre los versículos 17-29.
99
En este breve párrafo se presentan los protagonistas de la historia y el
objeto del conflicto y dos ciudades: Nabot, Ajab, una parcela urbana destinada
al cultivo de la vid y dos sitios excavados por la arqueología: Jezreel220 y
Samaria y que serán tratados en el capítulo V sobre la evidencia arqueológica
de la dinastía.
yLi’-hn"T. Ÿ•rmoale ŸtAbån"-la,
ba'äx.a; rBEåd:y>w: 1 Re 21:2221
ytiêyBe lc,aeä ‘bArq' aWhÜ yKiä
qr"ªy"-!g:l. yliä-yhiywI) ^øm.r>K;-ta,(
^yn<ëy[eB. bAjå ~ai… WNM,_mi bAjå
~r<K,Þ wyT'êx.T; ‘^l. hn"ÜT.a,w>
`hz<) ryxiîm. @s,k,Þ ^ïl.-hn"T.a,
En la Biblia de Jerusalén se traduce: ―Y Ajab habló a Nabot diciendo:
―Dame tu viña para que me sirva de huerto de hortalizas, pues está pegada a
mi casa, y yo te daré por ella una viña mejor que otra, o si parece bien a tus
ojos, te daré su precio en dinero‖.
Aquí se plantea el conflicto ante el pedido de Ajab de la viña, la finalidad
para la que la quiere y la opción compensatoria en otra viña o en dinero.
hw"ëhyme( ‘yLi hl'yliÛx' ba'_x.a;-
la, tAbßn" rm,aYOðw 1 Re 21:3
220 Los arqueólogos Ussishkin y Woodhead (1992, 1994) consideran que el sitio fue una base militar en tiempo de los omridas, donde se guardaban los carros y la caballería y por esa razón se construyó allí una residencia para el rey. La corta vida de la ciudad, aproximadamente cuarenta años, ya que fue destruida ca. 840 a. C., arroja luz sobre las narrativas proféticas en tiempos de Ajab y Joram en 1 Re 18:45, 46 donde el autor asume la existencia de una residencia real de Ajab ya que se dirige hacia allí. La memoria sobre Jezreel aún permanecía viva al momento de la escritura de esta narrativa, veáse Na´aman (2006: 141) y, en este caso que analizamos de Nabot, en 1 Re 21, en la rebelión de Jehu, 2 Re 8:29; 9:10, 15-17.
100
`%l") yt;Þboa] tl;îx]n:-ta, yTi²Timi
La traducción de la Biblia de Jerusalén es: ―Respondió Nabot a Ajab:
―Líbreme Yavé de darte la herencia de mis padres‖. Se plantea aquí la negativa
de Nabot aludiendo a las reglas de herencia, sobre las cuales el texto bíblico se
ocupa en varios libros como:
Números 27:5-11: describe las reglas de herencia dadas por Yavé
que son, ―en primer lugar los hijos varones, si no los tuviere a las
hijas, si no tuviere a los hermanos, si no tuviere a los hermanos del
padre, si no los tuviere al pariente más próximo‖.
Levítico 25:23-25: ―La tierra no puede venderse para siempre, porque
la tierra es mía, ya que vosotros sois para mí como forasteros y
huéspedes‖ y,
Deuteronomio 19:14 que dice ―no desplazarás los mojones de tu
prójimo, puestos por los antepasados, en la herencia recibida en la
tierra que Yavé tu dios te da en posesión‖. Se presenta aquí una
tendencia hacia la inalienabilidad de las tierras y a su trasmisión
intrafamiliar.
Entre las interpretaciones más recientes están las de los biblistas
norteamericanos como Cronauer, quien afirma que se trata de una parábola
que no debe leerse literalmente, aunque es probable que detrás de la historia
haya elementos históricos. ¿Por qué parábola? La expresión ―Había una vez
una viña‖ (aparece sólo en Isaías 5 y Cantares 8:11) es indeterminada.
Además, los siguientes elementos deberían llamarnos la atención: la
impotencia del rey, su comportamiento infantil al irse a la cama sin querer
comer, su esposa que es presentada como la que verdaderamente gobierna,
usa su sello y ordena a los ancianos de una ciudad libre que maten a uno de
ellos, es quien lo pone por escrito, logra su plan y le ordena a su marido que se
levante y vaya a ocuparla y a pesar de todas esas injusticias, no se le hacen
cargos por abuso de poder. Por otra parte, para Cronauer, es claro el corte
entre los vs. 16 y 17, y muchos versículos posteriores al 17 tienen trazos
deuteronomistas y, aunque muchos comentarios tomen el texto como una
101
unidad, este autor no está de acuerdo en ello.222 Por ejemplo, Cronauer ve la
clara relación de 1 Reyes 21:23, 25 con Deuteronomio 13, donde tres
secciones poseen especiales recaudos contra la adoración a otros dioses. El
tema es una continuidad de Deuteronomio 12:29-31, donde se prohíbe imitar
las prácticas de los vecinos porque se despertará el odio de Yavé. El autor ve
en ese texto las claves interpretativas para leer y entender el papel de Jezabel
tal como es retratado en 1 Re: 21,25, además de otros rasgos como el riesgo
de caer en apostasía, la mujer que seduce al marido a caer en ella y el tipo de
muerte que merece tal crimen. Cronauer sostiene que el autor de 1 Re: 21
tomó prestado libremente de Deuteronomio 13 los términos y con libertad
literaria los adaptó a su propia historia.
En cambio, Russell desplaza su análisis del relato hacia factores
vinculados con el carácter de la posesión de la tierra que ejercía Nabot en esa
parcela que se niega a entregar y que le cuesta la propia vida,223 señalando la
existencia de un poder de administración y un poder de explotación; mientras
Knauf está convencido de que la única ciudad donde pudo haberse
desarrollado este relato es Jerusalén en tiempos de Nehemías cuando
reconstruye las murallas de la ciudad. Tanto en Esdras (9:2) como en
Nehemías (9:25) hay referencias a términos utilizados en 1 Re 21 respecto a
los viñedos como fuente de riqueza y a los peligros de los matrimonios con
mujeres extranjeras. Una clave para el análisis es el término Nahalah
tl;îx]n (())que designa la heredad, asociada a la posesión
inalienable de la tierra.224 Para Knauf, en cambio, el término tiene que ver con
las tierras dadas por el rey en intercambio por los servicios prestados al
Estado. Según este autor, el rey toma el lugar del dios propietario que cede las
tierras a su pueblo en Israel y, en especial, modifica las leyes consuetudinarias
sobre propiedad de la tierra.225
Entendemos que la importancia de este episodio, inserto en el relato
bíblico sobre los omridas, radica en su dimensión social y que la memoria del
222 Véase Cronauer (2005: 82-84). 223 Véase Russell (2014: 453-469). Este biblista aplica el modelo del antropólogo Gluckman pensado para una sociedad contemporánea y habla de jerarquías entre los estados de posesión de la tierra: poder de administración y poder de explotación. 224 Véase Pruin (2007: 3), quien considera también central el término en la escena. 225 Véase Knauf (2011: 190).
102
conflicto refracta (aun teniendo en cuenta las diferentes interpretaciones sobre
el lugar y época donde el evento se desarrolla) las transformaciones que pudo
llevar adelante la dinastía omrida en la época de Ajab, por lo que los escritores
las ubicaron en aquel momento histórico.
5. La posesión y propiedad de la tierra en el mundo hebreo
Los antiguos hebreos creían que la tierra, como un todo, pertenecía sólo
a Dios. Por eso es que Dios es concebido como el ―Señor creador de toda la
tierra‖ (Josué 3:11-13). Por otra parte, ya que el pueblo de Israel fue visto como
el siervo leal de Dios (Levítico 25:55) y Yavé como su único rey verdadero
(Jueces 8:33; 1 Samuel 12:12), la tierra de Israel se consideraba también como
dominio exclusivo de Dios. A causa de esto, el pueblo entendía que estaba
permitido morar en ella sólo sujeto a su aquiescencia. Este concepto peculiar
de relación entre Dios y la tierra se refleja en expresiones bíblicas tales como
―la tierra de la posesión del señor‖ (Josué 22:19), ―la tierra es posesión del
Señor‖ (Oseas 9:3).
El pueblo de Israel creía que la tierra de Canaán le había sido dada no
como posesión personal, sino como concesión divina. A cambio de eso, ellos
debían obrar de acuerdo con las leyes del Señor y cumplir estrictamente con
sus mandamientos. Esta actitud hacia la tierra, así como la gratitud eterna del
pueblo a su Dios por haber permitido que la heredara, se muestra también en
el culto que se describe en el Pentateuco hacia los ―primeros frutos‖. Al llegar la
temporada de la cosecha, el pueblo de Israel se reunía y, después de recitar el
credo básico de ―(…) un arameo errante fue mi padre (…)‖ (Deuteronomio 26:
5-8) ellos expresaban:
―Y nos ha traído a este lugar, y nos ha dado esta tierra, tierra que mana leche y
miel. Y ahora, he aquí que traigo las primicias que los frutos del suelo que Tú
me has dado, oh Señor.‖ (vs. 9-10)
De acuerdo con von Baltzer,226 la diferencia entre los derechos de dios y
los del pueblo está mejor representada por la diferencia entre los conceptos
legales de ―propiedad‖ (Eigentum) y ―dominio‖ (posesión: Besitz). Mientras la
primera significa autoridad absoluta sobre el objeto en cuestión, la segunda 226 Véase Baltzer (1965: 80).
103
sólo implica la posesión circunstancial de la misma. Como consecuencia de
eso, cada vez que los hebreos abandonaban los caminos del dios, perdían la
concesión. 227
De acuerdo con de Vaux,228 la interpretación primitiva israelita de la
tierra representaba una teologización del concepto de concesiones reales tan
extendidas en el área del Antiguo Cercano Oriente. Estas concesiones reales
eran propiedades inamovibles adjudicadas por el líder o monarca, a individuos
que se comprometían, en cambio, a prestar servicios a su señor. Es el caso de
reparto de tierras a las doce tribus a su llegada a la Tierra Prometida (Josué
13:6; 15:1; 16:1; 17:1, etc.) y también en Nuzi y Asiria los feudos fueron
distribuidos, por sorteo, en el segundo milenio a.C.229 La manera de entender a
la tierra como sagrada y concedida por Dios a su pueblo en la religión de Israel,
fue expuesta en el antiguo concepto de naḥăl.
5.1. El concepto de herencia (naḥălah)
El termino naḥălah de la raíz nhl, del verbo conceder, obtener o tomar
como posesión,230 se refiere, en su acepción más antigua, a una parcela de
tierra que es transferida como herencia perpetua de una generación a otra.231
Desde el desarrollo de este concepto como valor religioso hebreo, originado en
la distribución de tierras durante el asentamiento de Israel en Canaán, esta
expresión fue muy repetida, vinculada con otras expresiones que también eran
importantes para este tema. La internalización de esta expresión religiosa fue
tan absoluta, que comenzó a utilizarse con referencia a ―posesiones‖ diferentes
227 Esta idea original sobre el valor de la tierra, sostenida sin ambigüedades por los antiguos hebreos, era muy diferente a la de sus vecinos. A diferencia de los hijos de Israel que se veían recién llegados a una tierra ya ocupada (Josué 24:13: ―De esta suerte os di una tierra en que no os fatigasteis y ciudades que no edificasteis, y vosotros habitáis en ellas, de viñas también y de olivares que no plantasteis, estáis comiendo‖), los egipcios, por ejemplo, concebían su propio origen como ―pueblo‖
profundamente conectado con el origen y el destino del país en el que siempre vivieron. Como ellos se consideraban parte del territorio desde antiguo, no desarrollaron la idea de herencia tal como lo habían hecho los israelitas. Desde su punto de vista, tierra y pueblo eran una unidad, posesión absoluta del faraón, su dios. Véase Baltzer (1965: 78). 228 Véase De Vaux (1965: 164-5). 229 Véase Yafe (1997). 230 Véase Baltzer (1965: 79). 231 Véase Lowenstam (1968: 815).
104
de bienes raíces. Así, cuando Dios adjudicó su porción a la tribu de Leví, dijo
en Números 18:24:
―Porque el diezmo de los hijos de Israel que de ellos han de ofrecer
como ofrenda alzada al Señor yo se lo he dado a los levitas por
herencia (naḥălâh).‖
La palabra naḥălâ fue empleada por el autor bíblico con variados
significados cuando alude a la herencia dada al pueblo en Salmos 135,12:
―Y dio la tierra de ellos como herencia (naḥălâh), herencia (naḥălâh)
de Israel su pueblo,
En Números 36: 9:
―Así no andará rodando la herencia naḥălâ de una tribu a otra‖
O, incluso a un individuo en Josué14:13:
―Entonces le bendijo Josué y dio Hebrón a Caleb, hijo de Yfunè
por posesión (lĕnahălâh).‖
Baltzer232 sugirió como forma estructural para este concepto religioso
que el pueblo de Israel como entidad nacional recibió de Dios toda la tierra de
Canaán como su preciada naḥălâh. Como parte de esta entidad nacional, cada
tribu obtuvo su porción correspondiente. Como integrante de las distintas tribus
también cada familia recibió su naḥălâh y, como parte de las diferentes familias
que conformaban las tribus, cada individuo que tenía el estado legal recibió
finalmente la suya. Este sentido de exclusividad y confianza entre Israel y su
Dios es lo que se atribuye al concepto de naḥălâh —en su carácter de regalo
divino— y es el que tiene una especial connotación religiosa para el pueblo.
Expresiones que figuran fuera de la Biblia, no parecen tener en esa
sociedad la misma connotación religiosa que la tradición israelita le atribuyó. En
los textos canaanitas naḥălâh tiene más el sentido de ―locación‖, ―lugar‖ o
―área‖.233 Sólo en Mari, donde naḥălâh tiene el significado de herencia familiar,
parece haber recibido algún grado de consideración legal. En contraste con la
situación relajada respecto de la transmisión de una propiedad familiar vigente
en la baja Mesopotamia, los textos Mari indican que la transferencia de
patrimonio nihlatum estaba sujeta a un examen más estricto.234
Malamat235 explica que las transacciones de este tipo eran designadas
con la expresión nahālum ―asignación (hereditaria) propiedad, adjudicación‖,
expresión que parece haber sido desconocida para otros pueblos de la
Mesopotamia.
5.2. La visión monárquica sobre la posesión de la tierra y la
propiedad: sociedad urbana y declinación de las leyes tribales
Poco después del establecimiento de la monarquía se había llevado a
cabo gradualmente una nueva política que comenzó a alterar el cuadro social
tradicional hebreo. Parte de este proceso puede verse en las restricciones
aplicadas a la ley de redención en lo que se refiere a la compra de propiedades
localizadas en ciudades amuralladas como en Levítico 5,29-30:
―Mas cuando un hombre vendiere casa de habitación en ciudad
murada, durará su derecho de redención hasta cumplirse un año
después de vendida; un año durará su derecho de redención. Y si no
fuere redimida durante el espacio de un año entero, la casa que
estuviere en ciudad murada quedará establecida para siempre como
propiedad de aquel que la compró en todas sus generaciones; no
saldrá de su poder en el jubileo.‖
Esta restricción a la tradicional ley es significativamente importante si
consideramos que el crecimiento de ―la ciudad‖ como institución central en el
país fue quizá el mayor logro entre las múltiples reformas que realizó el sistema
monárquico.
Incluso en tiempos antiguos la ciudad tenía su propia importancia.236 Sin
embargo, a medida que el proceso monárquico comenzó a adentrarse en la
234 Véase Andersen (1966: 49). 235 Véase Malamat (1962: 147). 236 Gedeon se estableció en Ofrá, que pertenecía a los abiezritas y su actividad estuvo principalmente limitada a este círculo. Durante su expedición militar llegó a las ciudades de Sucot y Penuel y estas dos ciudades actuaron como comunidades separadas en las tratativas con las exigencias de Gedeón (Jueces 8). Cuando Abimelej tuvo poder sobre Shjem mantuvo el gobierno de las dos ciudades de Ofrá y Shjem (Jueces 9:5-6), y trató de incorporar a una tercera, Tebés (Jueces 9:50-57). Se formó así una ciudad monárquica que, sin embargo, no duró mucho tiempo. Véase Pedersen (1954: 34).
106
sociedad hebrea, esa importancia creció notablemente. Vemos así que cada
vez más la ―ciudad‖ es considerada como una entidad autónoma. Según Yafé,
la ciudad se transformó en el cosmos social al que pertenecía el hombre, a la
que anhelaba regresar y en la que deseaba ser sepultado como se ve en 2
Samuel 19:38.237
En los tiempos monárquicos, una persona se identificaba en principio por
su nombre, familia y ciudad. Y cuando la tribu también se mencionaba era para
indicar el distrito en el que estaba ubicada la ciudad.238
Los sentimientos crecientes de lealtad a la ciudad asimilaban los lazos
tribales y los debilitaban. Fue la consecuencia natural de estos cambios
sociales y urbanos. Es también importante recordar que el problemático viñedo
por el que Nabot y Ajab tuvieron su agria disputa, estaba ubicado cerca de la
casa real, en ―la ciudad‖ de Jezreel: en un lugar donde, de acuerdo con nuestra
interpretación del testimonio pentatéutico, las leyes tradicionales y la
concepción tribal de propiedad estaban en declinación.239
El choque entre reformadores y tradicionalistas en los tiempos
monárquicos fue puesto de manifiesto por los diferentes términos empleados
respectivamente por Ajab y Nabot al referirse a la propiedad en disputa. Ajab
llamó a la propiedad ―viña‖ (1 Reyes 21, 2, 6), o ―Jardín vegetal‖ (v.2c); Nabot,
por otra parte, prefirió definirla sólo como ―Lo que he heredado de mis padres‖
(v.3-4). Dicho de otra forma, mientras Ajab prefería dar énfasis al aspecto
comercial del trato refiriéndose a la propiedad como ―la viña‖, Nabot dejó de
237 Véase Yafé (1997). 238 Véase Pedersen (1954: 46). 239 La pérdida de efectividad de la antigua ley de la herencia es también cierta por la información legal provista por los documentos de Mari, que como se vio más arriba, tienen cierto grado de similitud con los procedimientos israelitas referentes a la venta de tierras y propiedades. En Mari, conforme a la ley, las tierras heredadas sólo podían ser transferidas a miembros de la misma tribu o familia, ley que era evadida con frecuencia mediante compradores ficticios que no pertenecían al clan. A. Malamat (1962: 148) explica que la ceremonia era seguida ―por un festejo de unión con vertido de óleo que, sin duda, intentaba ligar a las dos partes con vínculos simbólicos de hermandad‖. No era necesario que estas transacciones se realizaran con intercambio de dinero. En ciertas ocasiones, la tierra en cuestión, era entregada como regalo. Es interesante saber que, aún cuando había una compensación económica como parte del trato, la operación era todavía mencionada en los documentos como nahālum.
Aunque Malamat describe estos casos como ventas clandestinas, ellas también constituyen una clara prueba de que, en cierto momento de la historia de Mari, el sistema legal tradicional no era seguido por los ciudadanos.
107
lado este aspecto obvio prefiriendo, en cambio, destacar el componente social
que para él era el más importante.240
A diferencia de la ley egipcia, en Israel la tierra no pertenecía al rey
como principio.241 En consecuencia, el monarca no podía interferir con el
derecho de un hombre que deseaba mantener su patrimonio.242 Así mostró su
actitud Ajab en su fallido intento de comprar la viña de Nabot. El rey debía
persuadir al vendedor potencial para que le permitiera comprar la tierra. Aquí,
las palabras de Ajab no son una expresión de despotismo real. Al contrario, el
mensaje que recibimos es claro: el rey y el ciudadano disfrutaban del mismo
grado de consideración en materia de comercialización de tierras.243 Más aún,
el hecho mismo de que Ajab, después de recibir la respuesta negativa de
Nabot, volvió a su casa ―adusto y enojado‖ (1 Reyes 21,4) y sin ejecutar una
acción punitiva inmediata contra el osado ciudadano, es otra prueba tangible de
que los ciudadanos libres no podían ser forzados a vender sus tierras si no
deseaban hacerlo.
El comentarista medieval judío David Kimhi-Radak (1160-1235), atento a
la contradicción entre la tradicional insistencia en el despotismo de Ajab y de
las palabras del rey a Nabot se pregunta: ―¿Por qué Ajab no confiscó la tierra
tal como está estipulado por la ley del rey?‖
Así como otros reyes en la Mesopotamia, los monarcas israelitas debían
seguir todos los procedimientos legales que eran exigidos a cualquier
ciudadano común.244 Observemos que, hasta el mismo lenguaje empleado por
Ajab para hacer su oferta a Nabot, hace recordar las expresiones utilizadas por
Abraham en sus tratos con Efrom, el hitita, en la compra de la tumba de
Majpela (Génesis 23):
1 Reyes 21: 2:―(…) Dame tu viña (…)‖
Génesis 23:4:―(…)Véndeme una sepultura (…)‖o, v.9 ―permítele
venderme la sepultura de Majpela (…)‖
1 Reyes 21:2: ―(…) Te pagaré el precio en dinero (…)‖
240 Véase Baltzer (1965: 7); véase también Savran (1988: 81). 241 Véase de Vaux (1965: 164); Marcus (1978: 56). 242 Véase Marcus (1978: 54-56). 243 Véase Ben-Barak (1978/1979: 102); véase también Andersen (1966: 49). 244 Véase Marcus (1978: 57).
108
Génesis 23:9: ―(…) permítele vendérmelo por su precio total (…)‖
o. v.13 ―(…) Permítame pagar el precio de la tierra (…)‖
También las palabras de Nabot, al rehusarse, apuntan a la misma
dirección:
1 Reyes 21,4:―(…) no cederé de mis padres‖ o (…) ―No te daré de mi
viña‖.
Veamos en los documentos de Ugarit. El cognato ugaritico ytn y el
cognato acádico nadanu son precisamente los términos técnicos para la
expresión ―vender‖.245 De acuerdo con Marcus,246 el objeto de estas
formalidades era prevenir que el rey aumentara sus posesiones por requisitoria
o expropiación. Esta posición desafía aquella de que el gobierno real
confiscaba sin más trámite las propiedades de los ciudadanos si lo deseaba.
5.3 La mano de obra en el mundo hebreo
La cuestión de la mano de obra utilizada para las numerosas
construcciones existentes para el período omrida es un tema complejo y
marcado por la escasez de la información que presentan las evidencias. Sin
embargo, la posibilidad de abordar el tema en la evidencia bíblica es
interesante ya que hay datos concretos respecto a conceptos vinculados al
mundo del trabajo y a la dependencia personal en el antiguo Israel247.
Lemaire, en un trabajo reciente, analizó la mano de obra en Israel para
los siglos X-V a.C. y coincidimos con él en que el punto de partida es la palabra
hebrea que se traduce como esclavo o servidor, ―ebed‖, que aparece más de
700 veces en el texto bíblico. También se asocia a oficial, funcionario real,
servidor del rey, servidor de la divinidad.248 El otro término es el referido a
fuerza de trabajo ―mas‖, que aparece en tres oportunidades y se refiere a
cananeos que pagan tributo personal, israelitas que prestan corvea al estado y
245 Véase Andersen (1966: 48-9). 246 Véase Marcus (1978: 58). 247 Véase, para las labores de la mujer dentro de la historia deuteronómica, el valioso estudio exegético de García Bachmann (2013). 248 Véase Lemaire (2015: 67), donde el autor destaca la ausencia de las connotaciones negativas que implicó la esclavitud en el mundo clásico en relación con el concepto en el mundo hebreo. Una de las razones radicaría en la caída en la esclavitud por deudas de los miembros de una misma ciudad.
109
esclavos del estado (serían los cananeos de Salomón nombrados en 1 Reyes
9:21).249
Los clanes familiares con explotaciones agrícolas poseían una autarquía
implícita en su condición de propietarios (2 Reyes 18, 31 y ss: 36,16) y
necesitaban de hombres que trabajaran la tierra bajo dependencia.250 Hubo
leyes relativas a los esclavos, estas leyes regulaban las condiciones de
servidumbre de los hebreos entre sí, constituyéndose una diferencia respecto
al origen externo de los esclavos. La comprensión de párrafos ubicados en
diferentes libros son el resultado del orden dado por la exégesis realizada en el
siglo XIX a saber, el Código de la Alianza en Ex. 21:2-11 describe la situación
social entre los siglos X-VIII a. C.; el Código del Deuteronomio, ubicado en el
siglo VII a.C., cuya formulación supone el conocimiento del código de la Alianza
en Deuteronomio 15:12-18 y lo adapta a su época; y por último, el llamado
Código Sacerdotal en el siglo V a. C. que toma ambos y los transforma y se
encuentra en Levítico 25:39-44,47-49 y 53-54.
Después de los propietarios de tierras, cuyos dependientes estaban
vinculados al trabajo de la tierra, será el rey el que detenta un poder que
concentra y ejerce sobre un número de la población importante, según se
desprende del singular párrafo de 1 Samuel 8:11-18:
―Tomará vuestros hijos y los destinará a sus carros.
Los empleará como jefes de mil y jefes de cincuenta.
Les hará labrar sus campos, segar sus cosechas, fabricar sus armas
de guerra251 y los arreos de sus carros.
Tomará vuestras hijas como perfumistas, cocineras y panaderas.
Tomará vuestros campos, vuestras viñas y vuestros mejores olivares y
se los dará a sus servidores.
249 Véase Na´aman (2005: 746-58), quien destaca las divergencias en los términos y los momentos en que aparecen en el texto. Véase también de Vaux (1961: 89), García Bachmann (2013: 169-170). 250 Los estudios para Mesopotamia son importantes para entender la relación de esclavitud-servidumbre dentro del mundo rural y urbano antiguo-oriental y la existencia de más fuentes ha permitido trazar un cuadro social más completo, véase Gelb (1979: 283-297), Diakonoff (1987). 251 Véase Sapir-Hen y Ben-Yosef (2014: 775-790). Desde el campo de la arqueología se ha comenzado a analizar a partir de los restos óseos de animales del sitio de Timna el estatus de los trabajadores del metal, identificándose una división entre los más calificados que recibían una alimentación preferencial según estos estudios.
110
Tomará el diezmo de vuestros cultivos y vuestras viñas para dárselo a
sus eunucos y a sus servidores.
Tomará vuestras criadas y criados y vuestros mejores bueyes y asnos
y les hará trabajar para él.
Sacará el diezmo de vuestros rebaños y vosotros seréis sus esclavos.‖
Este pasaje nos habilita a proponer la existencia de una tendencia a la
concentración hacia el rey de tierras y recursos y que si se relaciona con la
evidencia epigráfica que describe los carros de guerra de los reyes de la
dinastía omrida, y con los tributos reflejados en los óstraka de Samaria que
fluían hacia la casa real como vino añejo y aceite fino.
También la movilización de recursos humanos mediante reclutamiento
voluntario o forzoso debe inferirse como un elemento central. Pocas inferencias
se encuentran respecto a la organización del sistema de reclutamiento a partir
del análisis de la evidencia bíblica. Los indicios que nos dan las evidencias
para reconstruir ese sistema de trabajo implementado por la dinastía es que,
frente al plan de obras que la evidencia arqueológica ha descubierto en
Samaria (asignado al Período Constructivo I de la estratigrafía del sitio) y en
Jezreel (conocido como período de amurallado omrida), que son las ciudades
fundadas por Omrí, elevadas en pocos años con movimientos de tierra de un
caudal de material considerable para construir los terraplenes y los muros de
casamatas; no podemos negar la existencia de al menos una organización
centralizada dedicada al proyecto. Por ello es que consideramos que los
proyectos de construcción requirieron de elementos básicos como:
1. Conocimiento de medidas de longitud para trazado de los edificios y
amurallados. El codo era la medida tradicional equivalente a 0,45 cm,
nombrada en pasajes de 1 Reyes1-6 y 16-20.
2. Personal: funcionarios o encargados del proyecto y trabajadores como
mano de obra directa y artesanos para algunas ornamentaciones
específicas halladas como las volutas y piedras talladas. Se relaciona
esto con las marcas de albañil identificadas en algunas piedras. Se
puede relacionar con las menciones en 1 Reyes 6:7 y 1 Reyes 7:9-12.
3. Barracones o espacios domésticos para la vivienda del personal durante
la obra en construcción.
111
4. Control sobre el trabajo y consecuencias punitivas por incumplimiento o
huida. Puede vincularse con la mención al trabajo obligatorio que
aparece descripto en la línea 25 de la estela de Mesha sobre la
construcción de los fosos en Qeribo por prisioneros de Israel.
5. Control sobre los materiales que trasladaban a los sitios y rampas de
acceso para ascenderlos en el caso de Samaria y de Jezreel.
En este punto, la evidencia bíblica se vincula con el relato de otro personaje
de la escena política bíblica como Salomón, fuertemente cuestionado y del que
no se ha encontrado evidencia extrabíblica hasta el momento, estos párrafos
se ubican en 1 Reyes 5:27-32:
―Hizo el rey Salomón una leva en todo Israel; la leva fue de treinta mil
hombres. Los envió al Líbano, diez mil cada mes, por turnos: un mes estaban
en el Líbano y dos meses en sus casas. Adoram estaba al frente de la leva.
Tenía además Salomón setenta mil porteadores y ochenta mil canteros en el
monte, aparte los capataces de los prefectos puestos por Salomón al frente
de los trabajos, tres mil trescientos que mandaban a la gente empleada en los
trabajos.‖
En 1 Reyes 9:15-20:
―Esto es lo referente a la prestación personal que el rey Salomón estableció
para construir la casa de Yavé y su propia casa, el Millo y la muralla de
Jerusalén, Jasor, Meguiddo y Guezer (pues Faraón rey de Egipto había
subido y se había apoderado de Guezer, la incendió y mató a los cananeos
que habitaban en la ciudad, y se la dio en dote a su hija, la mujer de Salomón,
y Salomón reconstruyó Guezer) Bet- Jo`ron de abajo, Baalat y Tamar en el
desierto del país, todas las ciudades de aprovisionamiento que tenía
Salomón, las ciudades de los carros y las ciudades para los caballos, y todo
cuanto Salomón quiso edificar en Jerusalén, en el Líbano y en toda la tierra
de su dominio.‖
Y en 1 Reyes 11:28:
―Este Jeroboam era hombre de valía. Salomón vio como este joven hacía su
trabajo y le puso al frente de toda la leva de la casa de José.‖
Las levas se vincularon con la asistencia al ejército pero aquí incluyen un
vínculo con las construcciones que revela parte de la existencia de una
112
organización referida a las prestaciones personales de los habitantes de Israel.
Las evidencias extrabíblicas nos indican, desde el contexto regional, quiénes
eran trabajadores del Estado: el personal adscripto al palacio o destinado a
actividades bajo control real como la explotación de minas, agricultura en
tierras del rey, proyectos constructivos.252 El modo de incorporación era la
conquista o bien la evasión de tributos, robo o préstamos incumplidos y, por
último, la reproducción natural de los esclavos. Dentro de la evidencia bíblica,
los esclavos del Estado serían sólo presentados una vez en 1 Reyes 21, los
cananeos dependientes de Salomón.
La referencia al trabajo forzado para un rey sólo aparece en la evidencia
bíblica en 1 Reyes 5:23 vinculada con las obras de Salomón, sobre las que no
hay evidencias arqueológicas. Sin embargo, sí tenemos evidencias de
actividades constructivas que se concretaron durante la época de Omrí, por la
evidencia arqueológica y la datación presentada en esta investigación sobre la
construcción de Samaria, el amurallado de Jezreel, el estrato V de Meggido,
entre las principales.
Si bien las condiciones económicas y sociales variaron en las distintas
etapas de la historia hebrea, el trabajo forzoso fue una categoría identificable
en las evidencias extrabíblicas de la región y, por tanto, en la evidencia bíblica
presentada debemos tenerlo en cuenta, ya que se encuentran por fuera del
relato teológico central, objetivo del texto. Al integrar esas evidencias,
observamos que la sociedad hebrea conservaría la misma concepción que su
entorno respecto de las prestaciones de trabajo, en tanto el trabajador siempre
depende de otro, aunque sea difícil de identificar el tipo de dependencia y el
estatus social del dependiente253 y de dónde provenía.
A fin de cuentas discutimos la función y los términos vinculados con la
fuerza de trabajo en Israel, con una evidencia bíblica que no podrá aclararse
nunca en su totalidad y seguirá desvelando a los exégetas y estudiosos, pero
que atestigua su existencia, a partir de nombres específicos para tales tareas y
252 Los análisis comparativos de fuentes mesopotámicas, egipcias e hititas respecto a la temática del trabajo para el rey posibilita incluir esas variables, véase entre los primeros trabajos sobre el tema Mendelsohn (1932) y Hoffner (2003: 106-7). 253 Véase Chirichigno (1993: 113), que analiza las leyes de manumisión de esclavos en los códigos de leyes hebreos.
113
de su necesidad para la concreción de las obras que atestiguan los registros
arqueológicos.
6. Los libros de Crónicas
El otro libro de la Biblia que nos habla sobre los omridas es el segundo
libro de Crónicas. El título de estos dos libros se debe a San Jerónimo y
corresponde a su título en hebreo ―Actas de los días‖, mientras que la
Septuaginta los llamaba Paralipómena, ―cosas dejadas de lado‖, ―omitidas‖. Este
concepto de la obra nos plantea dos cuestiones. La primera es cuál es la relación
entre Crónicas y la obra deuteronómica preservada en Samuel y Reyes, y la
segunda es con qué fuentes contó el cronista. El período que cubre es muy vasto,
desde la creación al comienzo del exilio. Nos interesa especialmente por sus
silencios ya que se ocupa de los reyes de Judá y omite todo lo relacionado con la
historia de los reyes del norte, diciendo que fue un reino que se reveló ante David
―hasta el día de hoy‖ en 2 Crónicas 10:19. Sólo aparecen como agentes que
intentan desviar del camino a Judá.
Las interpretaciones sobre la obra han oscilado entre aquellas que la
consideran como una repetición de los libros de Samuel y Jueces o las que la
conciben como un libro de exposición, un comentario o interpretación de obras
históricas anteriores. En realidad, en vista de la gran cantidad de fuentes citadas
por el cronista, se cree en la existencia de una obra única que recibió el nombre
de Midrash del Libro de los Reyes254 (2 Crónica 24:27). Hoy encontramos más
matices para entender la obra del cronista que, más allá de su fin teológico, para
nuestra investigación reconstruye la época omrida desde otra óptica.255 En cuanto
al momento de la escritura fue antes del 157 a.C. ya que Eupolemo utilizó las
Crónicas en su traducción al griego. Es un libro posiblemente escrito durante el
período persa y su fuente principal es el libro de Reyes, aunque el paralelismo
entre ambos no es total. Se lo puede ubicar entre el IV-III a.C. Veamos ahora qué
nos aporta como evidencia.
254 Véase Brunet (1953: 481-508); Delcor (2009: 23-63). 255 Véase Zvi (2007: 143-148), que analiza todo el libro de Crónicas presentando una visión integradora de ambos reinos del norte y del sur. Por lo que resulta que el paralelismo con Reyes no es patente y nos indica una construcción sobre esos hechos del pasado desprovistos de la carga idolátrica negativa que le dio 1 y 2 Reyes.
114
Se proyecta una imagen del reinado de Ajab que irradia un peligro
constante para los reyes de Judá. Se inician las referencias a la dinastía omrida
con este versículo:
‘Wf[' rv<Üa]K; laeªr"f.yI ykeäl.m;
Ÿ%r<d<äB. %l,YE÷w: 2 Crón. 21:6
[r:Þh' f[;Y:ïw: hV'_ai ALß ht'y>h"ï
ba'êx.a;-tB; yKi… ba'êx.a; tyBeä
`hw")hy> ynEïy[eB.
Según la traducción de la Biblia de Jerusalén fue Joram, el que ―Anduvo
por el camino de los reyes de Israel, como había hecho la casa de Ajab, porque
se había casado con una mujer de la familia de Ajab, e hizo el mal a los ojos de
Yavé.‖
Aquí la mención a Ajab es negativa ya que alude al rey de Judá, Joram,
que fue como él. La razón es que se casó con una mujer de su familia, una hija
de Ajab, y en la siguiente mención a la dinastía en la Biblia Hebrea es:
hn<Üz>T;w: laeêr"f.yI ykeäl.m;
‘%r<d<’B. %l,Teªw: 2 Crón. 21:13
~g:“w> ba'_x.a; tyBeä tAnàz>h;K.
~Øil;êv'Wry> ybeäv.yO-ta,w> ‘hd"Why>-
ta,
`T'g>r")h' ^ßM.mi ~ybiîAJh; ^ybi²a'-
tybe ^yx,óa;-ta,
La traducción de la Biblia de Jerusalén es: ―Has andado por los caminos
de los reyes de Israel, y has prostituido a Judá y a los habitantes de Jerusalén
siguiendo las prostituciones de la casa de Ajab, y también porque has dado
muerte a tus hermanos de la casa de tu padre que eran mejores que tú.‖
115
En la lectura de este libro hay otros datos importantes, como el de que
Omrí sólo aparece como el padre de Atalía, la madre de Ocozías en el capítulo
22: 2. De Ocozías en 2 Crónicas 20:35-37 sólo reporta que reinó después de Ajab
porque era miembro de la familia (no aclara que fue su hijo) y que hizo una
alianza con Josafat para comerciar manufacturas hacia Tarshish y que su fracaso
en la empresa comercial fue por la oposición de Yavé. En cambio, de Jorán en 2
Crónicas 22:5-9 sí afirma que era hijo de Ajab y que mediante una alianza con
Ocozías de Judá se enfrentaron en Ramot Galad a Jazael. El fin de Jorán fue
trágico ya que fue asesinado por Jehú que cumplía el mandato de Yavé de
aniquilar la casa de Ajab.
Podemos afirmar con Zvi256 que si sólo contáramos con el libro de
Crónicas la imagen sobre el Israel de Ajab sería bien distinta a la vertida en 1 y 2
de Reyes. Según el libro de Crónicas sólo tendríamos tres reyes: Ajab, Ocozías y
Jorán. Su capital fue Samaria, donde adoraban a Yavé por la presencia de
profetas a los que Ajab consultaba con frecuencia. Se informa que fueron
contemporáneos del rey Josafat de Judá y que es este rey el que inicia las
alianzas con Israel, de carácter tanto militar como comercial y que la dinastía
norteña termina en manos de Jehú.
Este fue el mundo que recreó Crónicas y que nos ofrece una versión
diferente respecto a Reyes en lo que se refiere a la ausencia de Baal y al
comienzo de la dinastía sin Omrí.
7. Los colores del relato: por qué descartamos el ciclo profético
Las narrativas proféticas hacen especial referencia a la dinastía omrida y
destacan la postura negativa de la historia deuteronomista respecto a estos
reyes. Ubicadas dentro del texto entre los sucesos de la dinastía omrida son
relatos que describen el recorrido vital de los profetas y su función de
mediadores en las respuestas del dios frente a un pueblo atormentado por la
sequía, las guerras y la idolatría. Son las siguientes en el marco de la historia
bíblica omrida:
256 Ídem (2007: 151).
116
Narrativa sobre Elías257 en 1 Re 17-19, 21:17-29, 2 Re 1: 2-18, 14.
Narrativa sobre ―un hombre de Dios‖ y ―uno de los hijos de los
profetas‖ en 1 Re 20:22-25 y 35-43.
Narrativa sobre Miqueas en 1 Re 22:9, 13-28.
Narrativa sobre Eliseo en 2 Re 2:1-25, 4, 5, 6, 8:1-15,13:14-21.
Para la investigación que desarrollamos, este tipo de discurso presenta
cualidades y finalidades distintas de la historia, está más cercano al discurso
teológico general del texto. Los exégetas bíblicos afirman que el género de tipo
profético se caracteriza porque el profeta habla interpretando los
acontecimientos de su pueblo a la luz de la tradición que no repite, sino que
reinterpreta en cada coyuntura histórica, qué es lo que debe hacerse para el
dios. Por eso tiene que producir una palabra nueva de Yavé, de quien es
portavoz. Sus recursos fueron diversos y presentan una pluralidad de géneros
literarios, puesto que su misión era persuadir por la palabra y cada género tiene
una fuerza comunicacional propia. En cuanto a las formas que adquiere este
género se destacan las sentencias breves, el estilo conciso, el discurso directo,
interrogativo o imperativo, el uso del perfecto profético (el futuro es tan cierto
que aparece como ya realizado) y el lenguaje poético.258
Durante mucho tiempo estas historias de Elías y Eliseo fueron tomadas
por los investigadores como narrativas predeuteronómicas que el
deuteronomista integró en su composición histórica. Hasta que en 1912,
Steuernagel259 sugirió que gran parte de las historias del libro de Reyes se
habrían insertado en un segundo estadio de edición (1 Reyes 17:1-22:38, la
gran sequía y la resurrección del hijo de la viuda; 2 Reyes 1:2-17, la consulta
de Ocozías sobre su destino; 2 Reyes 2: 1-25, el ciclo de Eliseo; 2 Reyes 3: 4-8
y 15, la expedición de Israel y Judá contra Moab; y 2 Reyes 9:1-10 y 28, donde
257
Véase Sweeney (2007: 210-212), para quien el mismo nombre del profeta es testigo de la dimensión religiosa de este relato, pues significa ―mi dios es YHWH‖, con una atribución gentilicia desconocida en otras fuentes bíblicas o del Cercano Oriente. 258 Véase Krüger, Croatto, Miguez (2006: 192-194). La sentencia u oráculo de desgracia es el material más abundante de los libros proféticos y pueden distinguirse en: 1) amenaza: se introduce la fórmula ―así dice Yavé‖ y se enuncia el juicio punitivo de Yavé sobre el destinatario del oráculo; 2) amenaza fundada: la amenaza de castigo va acompañada por la motivación de la misma, esto es una acusación concreta. 259 Su trabajo se enmarca en la escuela de Wellhausen y se dedica principalmente a los libros apócrifos. Su obra fue Lehrbuch der Einleutung in des Alte Testament publicada en Tübingen en 1912.
117
un discípulo de Eliseo unge rey a Jehú) ya que se encontraban en contraste
con las descripciones cortas de la redacción original (las crónicas o anales de
los reyes).
En cuanto a las narraciones proféticas y los registros de guerras de los
reyes de Israel, otros autores como Miller260 y Schmidtt261 tomaron la misma
posición que Steuernagel (1Reyes 20, sobre las guerras arameas; 22:1-38,
nueva guerra y expedición a Ramot; y 2 Reyes 3:4-27 ya citado, 2 Reyes 3: 4-
27 y 2 Reyes 6: 24-27, sobre el sitio de Samaria) afirmando que fueron
agregados a la historia deuteronomista por un redactor tardío.
El problema que planteamos radica en el proceso de la integración de
las historias proféticas dentro de la propia historia deuteronomista y dentro de
la narrativa sobre la dinastía de Omrí. Ahora bien, coincidimos con Na´aman262
cuando cambia el análisis de la historia deuteronomista y esta inclusión
posterior de las narrativas proféticas, para partir de las fuentes con las que sí
contó el deuteronomista y cómo construyó sus conclusiones sobre la base de
esas fuentes. Otro problema respecto a las fuentes del deuteronomista es el
episodio de la muerte de Ajab en el campo de batalla en 1 Reyes 22: 1-37, que es
uniforme —con excepción de los versículos 19-28 que hablan de la profecía de
Miqueas y su cumplimiento.263
Sin perder de vista el punto de totalidad de la obra según el que los
profetas ofician de mensajeros del dios y toda la dinámica que se trama264 en
torno a ellos, ha sido creada por los escritores con el objetivo del
disciplinamiento social frente a la voz de Yavé que ellos trasmiten. Si bien
dentro del libro de Reyes, el ciclo Elías-Eliseo ocupa un espacio importante, la
260 Veáse Miller (1966: 449-451). 261 Veáse Schmidtt (1972) y desde 1980 esta posición ha sido sostenida por un amplio número de investigadores como Mc.Kenzie (1991: 98,152), Van Seters (1983: 305-306) y Rofé (1988: 89-104). 262 Véase Na´aman (2006: 148). 263 Véase Na´aman (2007: 155). El autor describe otros casos donde el deuteronomista inserta parte de su texto en un relato previo por ejemplo en 1 Reyes 11, cuando Jeroboam se rebela contra Salomón (versículos 26-28), cuando agrega los versículos 29-39 y deja intacto el final del episodio. 264 Esta cuestión se halla bien planteada en el trabajo presentado en un encuentro del seminario bíblico sobre la redacción del libro de Reyes en San Diego en 2007 por D. Pruin. El análisis en clave de anuncio-cumplimiento opera en todas las acciones planteadas por Elías durante la dinastía omrida, especialmente contra la figura de Ajab véase Pruin (2007: 2-5).
118
evocación para ese pasado tiene un tinte netamente teológico —nosotros lo
llamamos ideológico—que justamente se relaciona con el efecto de sentido
religioso que nombramos más arriba y que responde a una época distante de
Omrí y no aporta información sobre su obra política en Israel. Por estas
razones es que la narrativa profética no representa para nosotros una
evidencia fiable ya que es anacrónica e ideológica, aunque reconocemos la
dinámica escrituraria que da al texto, la trama interpersonal convierte a los
profetas en mediadores influyentes, claro ejemplo de historiografía antigua
sagrada.
8. El término dinastía
Dinastía es una palabra asociada a la monarquía. En la historia hebrea, se
relaciona con una familia de reyes que gobierna durante un espacio de tiempo. La
afinidad con la palabra ―casa‖ (byt) se plasmó en las fuentes extrabíblicas de la
época. Es más, la trascendencia de la ―casa de Omrí‖ llega más allá de las
fronteras del sud-levantino.
En general, la dinastía omrida ha sido percibida en el texto bíblico como
una época poco auspiciosa para la historia del pueblo de Israel. Las vicisitudes
que presenta la narrativa en cuanto a la adoración del dios, no son centrales en
nuestra lectura del texto bíblico. Podemos obtener más información vinculada con
el quehacer político sobre su localización urbana, sus residencias, su calificación
en el plano social como ―reyes‖, sus intervenciones políticas y regionales.
El ascenso de Omrí y la construcción de su capital y residencia en Samaria
constituyen el evento central de esta dinastía. Ajab consolida el estado con
construcciones concretas. Poco sabemos de Ocozías, el hijo de Ajab, y la
connotación negativa se basa en la narrativa profética de 2 Reyes 1:2-17. En
cambio para su hermano y sucesor, Jorán, el otro hijo de Ajab, el deuteronomista
en 2 Reyes 3:2 invierte el juicio y aclara que no hizo el mal como sus padres, ya
que destruyó el altar a Baal que había construido su padre. La clave para
explicarlo está en que utiliza otras fuentes como la campaña contra Moab de 2
Reyes 3, en la que aparece la consulta a Eliseo, y más adelante en 2 Reyes 6: 8-
10, 21-22; 8:4-6, donde aparece tratando a Elías con mucho respeto. El fin de su
reinado está vinculado con la profecía condenatoria sobre Ajab y su
119
descendencia en 1 Reyes 21: 29, cuando pasado el episodio de Nabot, ante el
arrepentimiento del rey, Yavé declara que no traerá desgracia sobre su casa sino
sobre la de su hijo.
La historia en 1 Reyes 22:1-18, 29-37 (guerra contra Ramot Galad, unión
con Josafat de Judá y muerte en batalla de Ajab) puede haber estado unida a la
de 2 Reyes 3:4-27 (guerra contra Moab de Jorán, hijo de Ajab, unión con Josafat
de Judá) por los elementos comunes que presentan ambas narrativas y sobre las
que coinciden varios autores265 y son:
Reportes de batallas con una estructura compuesta por la descripción
de la situación y el acuerdo de ambos reyes para aunar fuerzas e ir a la
guerra, consulta de profetas, resumen de la batalla y sus resultados.
El rey de Israel (primero Ajab y luego su hijo Joram) es el que toma la
iniciativa de invitar a Josafat, quien responde con las mismas palabras
(1 Reyes 22:4 y 2 Re 3:7): ―Yo soy como tú, mi pueblo como tu pueblo,
mis caballos como tus caballos‖.
Ambas campañas son hacia enemigos del este y ambas son
desfavorables para el rey de Israel.
Josafat es retratado en ambos episodios con la iniciativa de consultar a
los profetas y utilizando las mismas palabras (1 Reyes 22:7 y 2 Reyes
3:11): ―¿No hay aquí algún profeta de Yavé para que consultemos a
Yavé por su medio?‖
Na´aman, a partir de la posición en la que las narraciones describen al rey
de Israel, se inclina a proponer la escritura en Jerusalén por un mismo autor.266
Como el deuteronomista escribió las profecías para anticipar eventos que
poseían las fuentes con las que contaba, estas demuestran su idea de historiar
en tanto sucesión de palabras divinas que se cumplen una tras otra.
La dinastía llegará a su fin en el texto y en la historia del siglo IX a.C. La
memoria sobre la rebelión de Jehú y el fin de la dinastía omrida era una fuente
con la que el deuteronomista contaba. Para describir la violencia de la rebelión,
acorta el episodio de Nabot e inserta la profecía condenatoria de Elías (1 Reyes
22: 20-24). Esta se termina de cumplir con la muerte de Jorán en 2 Reyes 9-10 y
va agregando allí descripciones del cumplimiento de esa profecía en la historia de
la rebelión de Jehú (2 Reyes 9: 7-10, 36-37; 10: 10-11, 17). Las profecías
cumplidas en el texto inspiraron cuadros e imágenes de los episodios
sangrientos:
Herirás a la casa de Ajab.
Toda la casa de Ajab perecerá.
A Jezabel la comerán los perros.
En el campo de Jezreel la comerán los perros.
Y Jehú mató a todos los que quedaban de la casa de Ajab
Entró en Samaria y mató a todos los supervivientes de Ajab.
Sin embargo, es llamativo que estos reyes están incluidos en la fórmula
bíblica tradicional de cierre utilizada para la muerte, para todos los reyes. Hay dos
elementos ―yacer con sus padres‖ y ―enterrado en Samaria‖ (1 Reyes 16:28; 2
Reyes 10:25; 13:9; 13:13; 14:16; 14:29). El primer elemento ha sido asimilado a
morir pacíficamente (muerte natural), de hecho ningún rey de Israel ni Judá
muere en una batalla. Sin embargo, Ajab en el relato sí muere durante la batalla
de Ramot Galad, pero igual aparece con la doble fórmula en 1 Reyes 22:37, 40
en la Biblia Hebrea:
WrïB.q.YIw: !Ar+m.vo aAbßY"w:
%l,M,êh; tm'Y"åw 1 Re 22:37
`!Ar)m.voB. %l,M,Þh;-ta,
En la traducción de la Biblia de Jerusalén se lee: ―El rey ha muerto.
Llegaron a Samaria y allí sepultaron al rey.‖
Una vez completado este recorrido por la evidencia bíblica es momento
de realizar un balance y realizar varias preguntas.
9. ¿Qué elementos históricos nos presenta el texto de la sociedad
gobernada por los omridas en el siglo IX a.C.?
Encontramos en la evidencia bíblica un sustrato histórico que debe
revalorarse, porque al pensar diacrónicamente los sucesos, sumado a que
contamos hoy con evidencias extrabíblicas como las fuentes asirias y la estela de
121
Mesha y la hallada en Dan, así como con otras evidencias arqueológicas,
observamos niveles de realidad que revelan una dinámica sociopolítica nueva.
Si bien las historias sobre los omridas fueron ensambladas por la escuela
deuteronomista dos siglos después de su desaparición, esta sociedad hebrea
atravesó en el siglo IX a.C. una ruptura. El registro da cuenta de la distorsión
epocal entre los sucesos y el relato escrito, que no es algo fuera de lo común en
la historiografía antigua.
Esos intersticios de los que hablamos al comienzo de este capítulo, se nos
revelan en el texto bíblico en un plano político y en un plano social, evidencias
que integran a la dinastía omrida en un contexto del siglo IX a.C., inestable y
polífónico: hablan interpuestos en el texto reyes y profetas, hay sabios que
aconsejan y campesinos que cuestionan y resisten.
El plano político está encabezado por la realeza y la lógica estatal en
Israel, las cuales, a pesar de constituir un eje de conflictos constante, aportaron
una estructura centralizada por primera vez en su total dimensión con el poder
fuerte de Omrí. Consideramos que esta situación es la que se refleja en el
proceso escriturario que inaugura Omrí con determinadas acciones porque se
aleja de Tirsá victorioso, y construye un nuevo espacio de poder, el único fundado
y construido por un rey israelita. Se encargará de afianzar ese poder su hijo Ajab,
no sólo en el plano local sino regional mediante alianzas matrimoniales. Tenemos
por tanto los siguientes elementos:
1. Una cronología histórica de la dinastía: 7 años gobernó Omrí, 22
años, Ajab, 2 años, Ocozías y 12 años, Jorán.
2. Una referencia repetida sobre la existencia de Anales de los reyes de
Israel que registraba sus nombres y reinados.
3. Ciudades identificadas y tumbas dentro del palacio real excavadas por
los arqueólogos.
4. Referencias reiteradas a la existencia de un ejército real. Los vaivenes
bélicos descriptos en el texto y su resolución, así como la información
proveniente de las fuentes extrabíblicas, que veremos más adelante,
confirman su existencia y poder.
5. Referencias a la existencia de prestaciones personales de trabajo entre
los hebreos.
122
Por otra parte, en el plano social la evidencia bíblica nos revela una
erosión del poder que irradiaba de los líderes comunales que fue determinante
en la toma de decisiones que se revela firme en la figura del rey fundador de la
dinastía y sus herederos. Esta ruptura podemos detectarla a partir del par
conceptual pueblo-tierra en el texto Semer y de Nabot. Estos expresan una
práctica vinculada con la posesión de la tierra dentro de los clanes que fue
sostenida como tradición por generaciones. Sin embargo, el poder de coerción
que ejerce la monarquía inaugurada por Omrí, afianzada radicalmente por
Ajab, en la sociedad hebrea del siglo IX a.C. quiebra la lógica social
intracomunitaria, por ejemplo, con la transmisión de la propiedad de la tierra,
significando un cambio abrupto o un intento que generó un conflicto entre la
élite en el poder y los poseedores de tierra, del cual ha quedado registro en la
memoria popular.267
En este punto, la legislación hebrea consuetudinaria tuvo un papel que
influyó como elemento de cohesión para el pueblo hebreo frente a la práctica
real omrida, aunque en dos momentos queda registro de la ruptura con Semer
y con Nabot. Semer acepta la oferta real y es honrado con el nombre de la
ciudad mientras Nabot enfrenta al rey y es castigado con la muerte. La lógica
estatal se impone en ambos casos aunque por vías diferentes; el primero
acepta la imposición real y el segundo recibe la imposición real. En ambas
manda el rey, se conmemora, se registra el episodio. Sería posible sostener
que un grupo de hombres se apoderó de las mejores tierras, quedando el relato
en la memoria colectiva,268 y fue vinculado con la que había tenido lugar en la
época de la dinastía omrida.
267 Vinculamos la memoria popular en el mundo hebreo con la transitada noción de identidad como una adscripción fluida (en especial desde los años 50 y 60 del siglo XX con la aparición de los principales enfoques sociológicos de Leach en 1954 y Barth en 1969) y de reproducción cultural a través del tiempo, que es un fenómeno recurrente y base de la integración social. Veáse Altamarino (2008: 130-132), aquí el elemento central es la tierra y el dios tutelar, Yavé, analizada por Sparks (1998: 295) a través del concepto de identidad y etnicidad. Véase una reseña en Magneres (2000: 536-544). 268 Aquí uno de los componentes centrales de la etnicidad de los hebreos lo constituye la posesión o desposesión de la tierra.
123
En tanto, esta oposición, rey-propietarios de tierra, se encuentra en los
relatos proféticos269 relacionada con la construcción del principio hebreo de la
tierra como don del dios entregado a la totalidad del pueblo y no a un rey en
particular. Por ello se resalta la resistencia de Nabot y su sentido de pérdida de
identidad familiar, trasladada a la pérdida de un terreno. Mientras que, para la
realeza, la autoridad del rey no puede cuestionarse, la tierra es del rey,
representante de la deidad.
Pero además del contexto original que pudo tener este rico relato270 está
el momento de su fijación. Cuando estos textos recibieron su redacción final, la
monarquía en Israel era ya cosa del pasado, pero ¿qué elementos hacían que
mantuviera su vigencia, que formara parte de la memoria del pueblo? Es
evidente que la narración va más allá de la intención de registro de un hecho
histórico tan común como podía ser la mano poderosa del rey; es evidente que
debió perseguir otros objetivos.
A fin de cuentas, ante un texto tan transitado, estas son las razones que
hicieron que determinados episodios vinculados con la figura de Omrí y de sus
sucesores, perdurasen para conformar más tarde parte del texto del libro de los
Reyes y fueran reescritos en las Crónicas. La construcción de una memoria
cultural vinculada con prácticas comunes en el mundo antiguo en general,
traspasaría su época. El Estado de Omrí había provocado la ruptura de
prácticas tradicionales y ha quedado registro de su accionar.
Ahora ya es momento de adentrarnos en la evidencia que proporciona el
registro arqueológico en Israel.
269 En cambio, véase Soggin (1993: 218) quien considera difícil establecer dentro del capítulo de Nabot eventos reales de esta historia y piensa que pudo haber sido puesta en circulación con el fin de desacreditar a Ajab y a su esposa y ve un paralelo con un episodio similar entre el profeta Natan y David en 2 Samuel 11:2-12,15, que para casarse con Betsabé mata a su marido Urías y luego se arrepiente. Aparece allí el juicio divino como en 1 Reyes 21.27. 270 Hay discusiones de algunos autores que lo ubican en el período persa como Rofé (1988: 89-104), Blum (2000: 111-28), precisamente en la Jerusalén de Nehemías.
124
CAPÍTULO VI
Evidencia arqueológica
―Unos asientos de piedra
en la arena
Aquí… desde hace siglos
ha pasado por encima de ellos la oscuridad
Y han pasado épocas
¡A cuántos reyes y emperadores vieron entronizar
como si el tiempo no fuese a cambiar!
Eran unos asientos orgullosos de la seda
Y de las nubes de perfume,
Ahora sueñan con cualquier gente,
Gritan,
Lloran.‖
Ibrahim Nasrallah271
La historia antigua se enlazó con la ciencia arqueológica desde sus
inicios, y constituye una disciplina de gran importancia para acceder al
conocimiento de las evidencias materiales de una sociedad pretérita, en un
período de tiempo determinado, incluso aunque, como bien sabemos los
historiadores, los ―restos materiales‖, ―sitios centrales‖ o ―edificios‖ de una
civilización no implicarán llegar a conocer esa sociedad en todos los aspectos
sino sólo los vínculos externos e internos que esa sociedad revela a través de
sus construcciones.
El estudio de la relación entre cultura material (restos materiales) y
civilización que los produjo ha sido central en el conocimiento y estudio del
mundo antiguo oriental, en especial cuando no hay textos escritos producidos
directamente por la sociedad que dejó esos rastros, como es el caso de la
dinastía omrida.
271 Poesía ―Un Fin‖ del gran poeta, novelista, profesor, fotógrafo y pintor Ibrahim Nasrallah. Nacido en 1954 en un campo de refugiados cercano a Ammán, Jordania, ha publicado 14 libros de poesía y 13 novelas. En 2009 fue premiado por su novela The Time of White Horses.
125
No contamos con la monumentalidad de las pirámides, con la torre de
Babilonia, con el palacio de Cnosos, ni con el Coliseo romano, ese tipo de
construcciones que los historiadores evocamos como símbolos de aquellas
sociedades. Pero como contrapunto, como hemos visto en el capítulo anterior,
el peso de la Biblia en la aproximación al conocimiento del pasado hebreo es
un monumento comparable a ellos que, ontológicamente difiere, pero
simbólicamente equipara su poder a cualquier construcción material. Esto es
muy claro en nuestro caso de estudio ya que, ante la incompletitud material, ha
sido un andamio real o imaginario donde se sostuvo una cultura que
denominamos hebrea.
Conocemos el escenario, la fisonomía de ese suelo sabiamente
descripta por el poeta, sus antiguos habitantes y quienes la conocían de paso y
a los hebreos como protagonistas singulares. Nos queda describir ahora la
evidencia de su cultura material. Será el siglo IX a. C., la Edad del Hierro IIA, la
que enmarca cronológicamente272 unos cambios en las construcciones y que la
arqueología nos acerca a través de las numerosas excavaciones en los últimos
años. La dinastía omrida aparece como protagonista de muchos de ellos.
Queda ahora iniciar la descripción de los hallazgos a través del planteo
de varias preguntas.
1. ¿Cómo abordamos los historiadores la evidencia arqueológica?
Entre las tareas que aquí nos interesan está la de establecer el juego de
transformaciones que desarticularon aquella situación social que describimos
en los capítulos previos e inauguran otra radicalmente diferente, una etapa en
la que manda el rey e impone su ley. Para dar cuenta de las transformaciones
que valen como fundación del estado de Omrí, la evidencia arqueológica es
fundamental. Ese juego de transformaciones constituye un acontecimiento sin
precedentes, un ―suceso‖; y esos acontecimientos, quieren decir ruptura,
272 Los avances en los sistemas de datación con carbono 14 están presentes en casi todos los registros, el envío de muestras, la cantidad de las mismas, véase Boaretto (2006: 548-555, 2007: 207-216, 2009: 275-282), también Zarzecki-Peleg (1997: 258-288) destaca estos cambios en el plano arquitectónico urbano, analizando la trayectoria de los asentamientos en relación con su crecimiento, notando que las aldeas se muestran más estables que las ciudades, en contraste con la continuidad en la cerámica.
126
porque implican un punto de quiebre respecto de la situación previa, un nuevo
umbral histórico.
Los historiadores analizamos la evidencia material en pos de reconstruir
un proceso histórico determinado; en nuestro caso, el de la actividad
constructiva de una dinastía en el poder durante poco más de cuatro décadas.
Los tres ejes fundamentales que nos provee la arqueología son la ubicación
geográfica y la extensión aproximada de los sitios y ciudades, la cronología y
estratigrafía de los sitios y ciudades del período omrida y los restos edilicios, y
repertorios de cerámica de cada uno de ellos. Ahora bien, el primero de ellos
ya compone un mapa estable por el enorme número de excavaciones en la
región de Israel pero los otros dos ejes presentan novedades constantes y son
objeto de acalorados debates entre los arqueólogos frente a las alternativas
explicativas, lo que otorga una singular dinámica al abigarrado campo
académico israelí.
Ahora bien, ¿que se ha encontrado de estas ciudades bajo los tells que
se han ido formando a lo largo de los tiempos? Se hallaron sucesivas
ocupaciones y ciudades de distintas épocas, pero: ¿encuadra su cronología en
el período estudiado? ¿Cómo se registró el material documentado? En la
mayoría de los casos, el registro ha sido incompleto y hubo análisis sucesivos
de los registros que optimizaron la posibilidad de revisarlos de acuerdo con
sistemas más modernos y precisos. ¿Los hallazgos destacados fueron in situ o
en usos secundarios? En el segundo caso, se trata de una limitación que
genera múltiples especulaciones, como veremos más adelante con las volutas
de piedra, por ejemplo.
A pesar de todas estas limitaciones, la evidencia arqueológica de la
época del Hierro II es abundante y los sitios centrales han sido relevados en
varias ocasiones durante más de cien años, como es el caso de Samaria y
Megido.
127
2. Características de los asentamientos en el siglo IX a.C.: mundo
urbano y mundo rural en la Edad del Hierro II
La cantidad de excavaciones realizadas en el territorio del actual Israel
ha permitido conocer los tipos de asentamientos durante la época analizada, la
edad del Hierro II (ver Tabla 4):
Tabla 4. Los sitios del reino de Israel y los años de sus excavaciones
Tirsa Samaria Megido Jezreel Hazor Dan Dor
d e V au x 19 4 6-
19 6 0
R eisn er , Sch u mac h er
19 0 8- 10
Sch u mac h er 19 0 3- 19 0 5
Z or i 19 4 0
G ars t an g 19 2 8
B i r an 19 6 6-
20 0 3
G ars t an g 19 2 4
Ch amb on 19 8 4
E xp c on j u nt a 19 3 1- 35 d i r i g i d a
p or C r owf oot , Su ken i k y
K en yon
F is h er , Gu y 19 2 5- 39
Uss isk in y W oodh e ad
19 9 0- 97
Yad i n 19 5 0-
19 6 0
A R ab an 19 7 9- 84
Yad i n 19 6 0- 70
Fr an k l i n y Eb el i ng 20 1 2- 17
B en T or 19 9 0-20 1 7
S t ern 19 8 0-20 0 0
F i n kels t e i n Uss isk in
19 9 2- 20 1 7
G i l b oa y Sh ar on
20 0 3-20 1 7
En los últimos treinta años, más de trescientos sitios se han identificado
en la región y podemos presentarlos de acuerdo con sus características y
dimensión:
1. Unidades domésticas: La mitad de los sitios del Hierro II son
pequeños, de media hectárea, y la mayoría de ellos presentan una casa y
estructuras adyacentes asociadas al cuidado de los animales (131 de ellos).
Habitaban estas unidades grupos parentales.273 La distribución por todo el
territorio de estas unidades nos indicaría la presencia de campesinos
independientes, lo que las fuentes bíblicas presentan como un modo ideal de
vida, por ejemplo en 2 Reyes 18:31: ―comerá cada uno de su viña y de su
higuera y beberá cada uno de su cisterna‖.
La economía de estas unidades domésticas ha sido analizada por Eitam
y presentan instalaciones de producción de vino, de aceite de oliva y otros
productos.274 Sus hallazgos sostienen la idea de que la Edad de Hierro II fue un
273 Veáse Faust (1999: 233-234, 2000: 17-27). 274 Veáse Eitam (1987) y Greenhut (2006: ii). La tesis inédita de este último demuestra cómo se organizó la producción de granos, su almacenamiento y distribución durante el Hierro II y analiza las grandes transformaciones con el excedente de las aldeas direccionado durante la monarquía hacia la ciudad. Se analizan dos tipos de evidencia:
128
período de expansión y de fuerte desarrollo de la agricultura. El comienzo de
esta agricultura sedentaria, en esta época, nos indica el carácter semi-nómade
de los anteriores habitantes de la región, que se dedicaban durante el Hierro I a
la cría de ovejas.
2. Aldeas: Las aldeas del Hierro II en todo el sur del Levante han sido
excavadas, entre otros, por A. Faust,275 L. Stager276 y A. Zertal277, quienes
presentan estudios comparativos que revelan diferencias en cuanto a la
edificación de las casas y la organización social que sugieren.
Los patrones de asentamiento de una región como Samaria, de 2500
km2 proveen información sobre la población, su densidad y su distribución, que
se determina a partir de diferentes estrategias.278
El trabajo de Zertal durante 36 años en la región permitió, en primer
lugar, detectar la diferenciación entre las casas en el medio urbano y en el
medio rural, a partir de la evidencia arqueológica de las estructuras edilicias
que componen la casa y su tamaño. La regularidad está presente en dos
aspectos, los metros cubiertos de cada unidad (60-70 m2 en la ciudad y 120-
130 m2 en la zona rural con un segundo piso sobre la casa279), y el grupo
humano que la habitaba, que varía también en su composición (la familia
nuclear aparece como una constante en el ámbito urbano, frente a la familia
extensa en el mundo rural). Un elemento común que permite entender el medio
de vida de estas comunidades es la presencia de prensas de aceite en las
los términos que se usaban en relación con las actividades agrícolas y el calendario y la evidencia de los hallazgos de los sitios: 30 son del Hierro I y 47, del Hierro II. En estos últimos, la existencia de graneros y construcciones con pilares tripartitos de almacenaje sugieren para este autor la existencia de una autoridad que los administra con cuidadores con conocimiento del aireado y la conservación de los granos. 275 Véase Faust (1995: 23-31, 1999: 233-252, 2000: 17-39, 2006b: 477-495, 2007, 2014: 143-165). 276 Véase Stager (1976: 145-48, 1977: 43-46, 1982, 1985: 1-28). 277 Véase Zertal (2004). 278 Veáse Siloh (1978: 36-51), que para la época de la monarquía observa lo que él llama un ciclo completo de urbanización y su correspondiente destrucción al finalizar el período. Algunas estrategias incluyen análisis de listas de impuestos (Packer 1967: 80-85), de los recursos hídricos de los asentamientos (Wilkinson 1974: 33-51), o la relación entre el potencial productivo y la población existente. El más relevante para nuestra región es el que considera el espacio cubierto y cercado de los asentamientos, que calcula entre 6-10 m2 por persona; véase Stager (1975: 185-92). 279 Véase Zertal (2011: 263). Los cuatro espacios de la llamada convencionalmente ―casa de cuatro habitaciones‖ están bien separados e indican los modos de sociabilidad de la familia extensa que vivía allí.
129
casas, pero también hay evidencias de otros espacios de trituración y prensas
fuera de los límites de las aldeas destinados a la producción a mayor escala.
Eitam es un arqueólogo que ha dedicado más de treinta años al análisis de las
plantas de producción de aceite y vino en Israel durante la edad del Hierro.280
Para el caso de tres aldeas cercanas a Samaria, Jemein, Beit Arye y Khirbet
Kla, se evidencia la existencia, fuera del ámbito urbano, de espacios de
trituración, extracción y almacenamiento de una cantidad de litros enorme para
la población que allí habitaba, que ascendería a 14.000 litros anuales de
aceite.281
En sus interpretaciones, Eitam propone como hipótesis la existencia de
una industria real de aceite, vino y textiles, por la complejidad de las
instalaciones y el volumen de las bateas ubicadas en espacios comunes y por
la ausencia de evidencia de un propietario de las instalaciones. Los olivos se
hallaban dentro de los asentamientos y podrían haber sido administrados por
un solo linaje.
De los sitios del Hierro II, 82 fueron aldeas pequeñas con un tamaño de
1 y 1,5 hectáreas en promedio. No poseen fortificación. Un ejemplo es la aldea
de Khirbet Jemein excavada por Dar,282 cuyos habitantes se ocupaban
principalmente de la agricultura. Dar halló huesos de ovejas y de ganado;
morteros que indican el aprovechamiento del trigo y cebada; prensas de aceite;
piedras de olivas, que atestiguan el crecimiento de olivos y otros frutos, como la
granada y vegetales, como arvejas. La presencia de silos indica el almacenaje
de los mismos.
3. Ciudades: Herzog, publicó en 1997 un libro titulado Archaeology of the
City, en el que considera el tamaño de las ciudades de la región, el que no
excede de las diez hectáreas, lo que ha posibilitado la exposición de porciones
grandes de la ciudad que permiten estudios comparativos entre sí, en cuanto a
la planificación de las mismas. La intensidad y volumen de las excavaciones ha
permitido conocer un número alto de este tipo de asentamientos del Hierro II,
mayormente de entre 2 y 4 hectáreas, que se definen como ciudades por su
tamaño, su fortificación y su ubicación en lo alto de las serranías. Algunas
pudo ser un muro de casamatas. Se encontraron cerca del valle del Jordán en
Khirbet Shaqq en el Wadi Malih, en Khirbet el-Mahruq en el Wadi Farah y en
Rjum Abu Muheir, al sur de Sartaba.287
3. Los sitios
Se describirán a continuación los hallazgos de los principales centros
urbanos del norte durante el período omrida que corresponden a los registros
del Hierro IIA (ca. 940-732 a.C.), particularmente los que se ubican
cronológicamente en el siglo IX a.C (ver Figura 5).
Figura 5. Ubicación de los sitios y ciudades tratados en este capítulo
287 Véase Zertal (2001: 54-55) y Yeivin (1992).
132
1. Tirsá
En 1931, Albright fue el primero en afirmar que Tell el-Farah (N) había
sido el sitio donde se emplazó la ciudad bíblica de Tirsá,288 la capital del reino
del norte para siete de sus reyes, según el texto bíblico. Se encuentra ubicada
al noroeste de Siquem en un valle fértil cercano al Wadi Farah.
Tell el-Farah fue excavado por de Vaux entre 1946 y 1960. Publica los
reportes preliminares289 de cuatro sectores conocidos como Chantiers I, II, III y
IV; en el norte del montículo se ubica el I y en el lado oeste del montículo, los
tres últimos. La extensión total del sitio es de cinco hectáreas y ha sido
excavado en un 15% de su extensión.
De Vaux, a través de estos reportes, describe una ocupación continua
desde la Edad del Bronce II hasta el Hierro I.290 Muchos años después de la
finalización de las excavaciones en el año 1984, Chambon publica el último
reporte de la Edad del Hierro e introduce un nuevo sistema estratigráfico
designando Período VI a la Edad del Bronce y Período VII con cinco fases a la
Edad del Hierro. Una nueva evaluación de la estratigrafía y de la cerámica del
sitio fue presentada por Herzog y Singer-Avitz en 2006:
-Período VIIa (s. XII-XI a.C.): restos de un asentamiento rural pequeño
de unidades domésticas sin fortificar.
-Período VIIb (s. XI-X a.C.): asentamiento de mayor densidad, con casas
de cuatro habitaciones, construidas en bloques largos con una orientación
común. Las estructuras poseen en promedio 60-90 m2 (construcción 149b, 180
y 176); sólo la construcción 355 posee 140 m2.291 La cerámica hallada es
importante en cantidad y se compone de cuencos de base chata, marmitas,
ollas de cocer, jarrones de cuello cilíndrico y ánforas. Un hallazgo singular es
una puerta de entrada reutilizada como un tipo de altar.292 Otro de los hallazgos
destacados cerca de la puerta de la ciudad, en un pozo de un patio de una
288 Véase Albright (1931: 241). 289 Véase de Vaux (1947: 394-443, 1951 :393-430, 1952 :551-583). 290 Las discusiones sobre el abandono o destrucción del sitio y sus causas es aún objeto de debate. 291 Véase Chambon (1984: 32). 292 Se construye una pared donde era el acceso y bancos a cada lado del nicho. En el espacio libre se encontró un pedestal cuadrado de piedra frente al altar. Esta descripción y la posible utilización cúltica del pedestal, no han sido aclaradas completamente por Chambon.
133
casa datada en el siglo IX a.C., es el de fragmentos de una urna decorada y
parte de una columna del frente superior de una urna con un motivo de pétalo,
sin función determinada. Ambos fragmentos no componen una misma urna.293
-Período VIIc (s. IX a.C.): aparecen edificios sin terminar.
-Período VIId (s. IX-VIII a. C.): un complejo palaciego con unidades
domésticas pequeñas en el sur y medianas en el centro. Respecto a este
hallazgo, Herzog y Singer-Avitz afirman que representa una jerarquía social.294
En esta nueva estratificación de Tell el-Farah nos interesa
particularmente el Período VIIb. El asentamiento de este Período fue datado en
el Hierro IIA. Es más denso respecto del Período VIIa y mejor diseñado, sin
evidencia de destrucción. La continuidad es evidente y la transición al otro
período, pacífica y gradual.
El análisis de Herzog y Singer-Avitz sobre el Período VIIa y VIIb
presenta la existencia de cerámica del Hierro IIA al momento que Tirsá era la
capital del reino del norte. Ambos períodos de asentamiento muestran una
continuidad.
No han sido hallados edificios públicos que indiquen un posible complejo
real allí, pero la acrópolis no ha sido excavada en su totalidad.295
Pocas referencias encontramos a Tirsá en la Biblia; aparece nombrada
en las genealogías de Números 27 como una de las cinco hijas de Selofjad, el
significado de la palabra es ―delicia‖, ―encanto‖. Se convierte en capital del
Reino del Norte durante el reinado de Jeroboam I, quien se traslada allí desde
Siquem probablemente por razones políticas.
2. Samaria
La región de Samaria ha sido identificada antiguamente con la tribu de
Manasés y Efraím.296 En el Hierro II la región tuvo una población numerosa
293 Véase Chambon (1984: 77-78). Las posibilidades de que fuera un artefacto cúltico son analizadas por Zevit (2001: 337). 294 Véase Herzog y Singer-Avitz (2006: 175). 295 Véase Finkelstein (2012: 331-346). En este trabajo argumenta que Tirsá, en el momento que estaba en su esplendor, es abandonada por la monarquía de Omrí y termina su ocupación, según el autor, en un posible incendio o destrucción a manos de Jazael de Aram de Damasco. 296 Véase Zertal (2001: 215-232), quien describe los problemas que enfrentan estas dos tribus teniendo en cuenta que las cuatro capitales, Siquem, Penuel, Tirsá y
134
distribuida en los valles de Mikhmetat al sur, Tubas y Sababdeh al este, Sanur
en el centro, er-Rameh al norte y Dothan al oeste. La comunicación existente
dentro de este territorio se constituyó a partir de una red de caminos que
intercomunican toda la región y que fueron reconstruidos por Dorsey en la
década de 1990 (ver figura 6). Se orientaban desde la ciudad de Samaria hacia
la franja costera, hacia el valle del Jordán y Transjordania y hacia el norte había
dos rutas y tres desvíos que alcanzaban la zona de Jezreel y Galilea.297
Figura 6. Esbozo de los caminos desde y hacia Samaria en la Edad del Hierro II reconstruidos
en el estudio de Dorsey (1991)
Samaria, el centro urbano, se funda en la cima de una colina rocosa, sus
primeros pobladores son de la Edad de Hierro I. Funcionó como un centro de
producción de aceite y vino. Sus construcciones monumentales más tempranas
Samaria, se ubican en el territorio de Manasés, mientras que en el de Efraím sólo se halla el centro cúltico de Silo. Según el autor, la rivalidad de ambas se conserva en una versión de la Biblia, cuando se describen los distritos de Salomón en 1 Reyes 4: 7-20. 297 Véase Dorsey (1991: 163-181).
135
fueron erigidas por Omrí ca. 877 a.C., cuando eligió este centro económico
como capital del Reino Norte de Israel. El sitio fue investigado en dos
ocasiones. La primera, entre 1908 a 1910, por la Universidad de Harvard, fue
dirigida por G. Schumacher y luego por G. Reisner y C. Fisher, quienes
excavaron el sector occidental, la acrópolis, los muros de casamatas, la
residencia real y los almacenes.298 La segunda expedición fue llevada a cabo
por un consorcio de cinco instituciones (Universidad de Harvard, Fondo
Británico de Exploración de Palestina, la Academia Británica, la Escuela
Británica de Arqueología de Jerusalén y la Universidad Hebrea de Jerusalén)
que excavó durante los años 1931 a 1935 bajo la dirección de J. Crowfoot, E.
Sukenik, K. Kenyon y J. W. Crowfoot.299 Extendieron el área de excavaciones
con dificultades por las sucesivas destrucciones que tenía el sitio y por la
constante reutilización de los materiales.
Hay dos revisiones de los reportes de ambas excavaciones, una
elaborada por R. Tappy en 1992, que reordena los conjuntos de cerámica pero
con las limitaciones de la registración de aquella época que sólo se numeraban
y no incluían referencia al locus ni coordenadas del nivel.300 La segunda
revisión es la llevada adelante por N. Franklin desde 2001, que presenta en sus
trabajos mediciones nuevas y crea una estratigrafía que ordena el sitio en
Período Constructivo 0, Período constructivo I y Período constructivo I.I301
Período Constructivo 0: La Expedición Conjunta no reconoció la
existencia de un período de asentamiento en la colina previo al palacio real.
Fue a partir de los análisis iniciados por L. Stager, en 1990, sobre las cisternas
en forma abotellada que aparecían en toda la zona; las prensas de aceite y
vino y el repertorio cerámico que había quedado registrado de la Expedición
Conjunta; que se constató un asentamiento de importancia.302 Este significativo
298 La Universidad de Harvard digitalizó los reportes de la Expedición de 1908-1910 del diario de Schumacher y son HES I (Harvard Expedition I) y HES II (Harvard Expedition II), ambos publicados originalmente por Reisner en 1924, en el marco del Open Collection Program. 299 Véase Reisner, Fisher y Lyon (1924); Crowfoot (1938); Crowfoot, Kenyon y Sukenik (1942); J.W y G.M Crowfoot y Kenyon (1957). 300 Véase Tappy (1992 y 2015) esta última es una revisión de 1992. 301 Véase Franklin (2004: 194). 302 Véase Tappy (1992: 4 y 254) la postura dura de Kenyon sobre la inexistencia de un período anterior al de Omrí en la cima de la colina fue cuestionada desde fines de los años 50 por Aharoni y Amiran (1958: 171-184).
136
conjunto de evidencia de producción y almacenaje era anterior303 a la
instalación en la cima de la colina de la acrópolis real. Son cien cisternas, de
las cuales 36 se hallaban en la cima rocosa y 64, en las laderas. Se ha
calculado una capacidad de almacenamiento de 350.000 litros, lo que excede
largamente lo esperable para una unidad doméstica rural.
Período Constructivo I: la cima rocosa natural se corta y construye un
terraplén de 4 m a 437 m sobre el nivel del mar.304 Allí se delimitó y construyó
en la esquina suroeste un complejo real, el ―Palacio de Omrí‖. Al oeste había
otras construcciones auxiliares e inmediatamente debajo dos tumbas
subterráneas fueron talladas en la roca. Los límites norte y este del palacio
permanecen desconocidos. Para construir esta plataforma artificial en torno a la
colina se levantó un muro (construido a base de cubículos conectados o
casamatas) que encerraba la cumbre y la parte alta de las pendientes en el
marco de un extenso recinto rectangular. Una vez concluido este muro de
contención rellenaron el interior con miles de toneladas de tierra acarreadas de
las proximidades (ver Figura 7 y 9).
Figura 7.Plano del amurallado de Samaria.
303 Véase Stager (1990: 93-107). La referencia bíblica a Semer, el campesino que vende a Omrí la colina, sugiere la posibilidad de una organización de escala mayor. 304 Véase Franklin (2004: 194-95).
137
Esa fue, probablemente, la razón por la que el muro de cercamiento que
rodeaba y sustentaba el complejo de edificios del palacio se construyera con la
técnica de casamatas: las cámaras de las casamatas (rellenas también de
tierra) estaban destinadas a aliviar la presión del relleno.
De ese modo se creó una acrópolis real de dos hectáreas. Aunque el
palacio omrida de Samaria sólo ha sido excavado parcialmente, se ha dejado al
descubierto una extensión de planta suficiente como para comprobar que el
edificio central cubría por sí solo una zona de aproximadamente 2000 m2, con
sus muros exteriores construidos enteramente de sillares labrados con
precisión y encajados con exactitud.
Los restos de la decoración interior son escasos, a excepción de varias
placas de marfil talladas con diseños sirofenicios y egipcios,305 y fragmentos
pequeños que han sido imposibles de asociar con un estrato definido.306 Los
marfiles, que pudieron haber sido utilizados como incrustaciones del mobiliario
del palacio o como engarces de collares, podrían explicar la alusión a 1 Reyes
22:39 a la casa de marfil que, según la evidencia bíblica, hizo construir Ajab,
sucesor de Omrí.
En Samaria se han hallado veinte piedras talladas con marcas de albañil
inscriptas (ver Figura 8).307 Solamente dos fueron descubiertas in situ en la
fundación del palacio del Período Constructivo I; las otras fueron descubiertas
en uso secundario en el Período Constructivo II o en arquitectura posterior. Es
significativo que solamente Samaria y Megido tengan ese particular tipo de
marcas de albañil.
305 Véase Suter (2010: 998 y 2011: 219-230) esta investigadora los asocia al denominado grupo sur de Siria, por la ubicación, y los motivos los analiza en relación con los hallazgos de marfiles en Nimrud que son mayores en número y que podrían formar parte de un botín que los asirios llevaron desde Damasco, Fenicia y quizás desde Samaria durante los avances territoriales de los asirios durante el siglo VIII a.C. 306 Véase Reisner (1924) y Tappy (2006) en este trabajo rastrea los marfiles que nunca tuvieron una publicación. 307 Véase Franklin (2001: 108). En 1902-4 Schumacher descubrió 14 en Megido y en 1908 en Samaria 4, más tarde la Expedición Conjunta en 1909 descubrió 6 marcas más en esa ciudad. Finalmente en Megido entre 1925 y 1939 se encontraron 36 marcas de albañil. Y Yadin en 1965 una marca en Megido
138
Figura 8. Marcas de albañil de Megido y Samaria (reproducción de los arqueólogos)
Las fundaciones del palacio omrida de Samaria fueron hechas con
bloques de piedras de una medida media estándar aproximada de 0,45 m. Esta
unidad de medida era conocida desde la Edad del Bronce por los cananeos y
utilizada por la Dinastía XXII en Egipto, coincidente con la dinastía de Omrí.308
Franklin ubica esta medida en el Período Constructivo I, pero la evidencia no es
308 Véase Franklin (2005: 134).
139
concluyente. Ussishkin critica esta postura por la dificultad que implica precisar
con exactitud las medidas de construcciones tan antiguas309.
En Samaria se hallaron dos conjuntos de tumbas (ver Figura 10).310 El
primer conjunto lo componen las llamadas Tumba A y Tumba B311. Estas
tumbas fueron halladas por la Expedición de Harvard de 1908-10, abajo de
habitaciones del palacio real. La tumba A mide 4,5 m de ancho, 5,9 m de largo
y 4 m de alto, las paredes se hallaban decoradas pero la superficie estaba
totalmente deteriorada. Se accedía por un túnel de 6 m de largo y 0,8 m de
alto. Poseía dos secciones: la primera era un túnel cortado en la roca, mientras
la segunda era sostenida por columnas de piedra cortadas en la roca desde
arriba, y a ambos lados del techo había bordes que sostenían losas o planchas
que se encontraron en su lugar. En el Período Constructivo II se construyó una
antecámara delante del acceso al túnel. Posteriormente se selló el acceso,
posiblemente en el Período Constructivo IV. La Tumba A fue tallada en el
mismo momento en el que fue construido el palacio más temprano. Por lo
tanto, debe datar del origen del reinado omrida en Samaria y fue
probablemente preparada para Omrí, el fundador de la dinastía. Sin embargo,
debe mencionarse la posibilidad de que sea de Ajab, y quizás de otros
miembros cercanos de la familia real. Según el texto bíblico, más de una
persona podría yacer en una tumba.
309 Véase Ussishkin (2007:13) que suma además la existencia de estudios metrológicos que contradicen la existencia de esa medida como Scott (1958: 205-14)
310 Hay que notar que la forma dominante de entierros en el norte de Israel, desde el siglo X en adelante, es la construcción de sepulcros. Véase Franklin (2003: 2-9), quien compara las prácticas funerarias de Ugarit y Asiria con las de Israel. En Ugarit se han excavado más de 200 tumbas de hogares. Las tumbas eran construidas al mismo tiempo que el hogar ancestral (en las casas posteriores usarían la tumba de la estructura original). Es de hecho la relación de las tumbas con la casa la característica que vincula la práctica funeraria de Ugarit del Bronce Tardío con Samaria del Hierro, y con el mundo de Assur. Los reyes asirios eran enterrados debajo del Viejo Palacio en Assur. Recientemente se han descubierto cuatro tumbas reales en el palacio de Nimrud en Khalu antigua (capital establecida por Assurnasirpal). Estas tumbas estaban debajo del cuartel doméstico del palacio y eran parte de la construcción original. Cada tumba estaba debajo de un cuarto diferente, una configuración vista en Ugarit. 311 Véase Franklin (2003: 1-11) contra Ussishkin (2007: 15-16) que reconsidera los planos originales y considera poco probable que fuera una segunda tumba, ante la ausencia completa de restos en el interior.
140
Figura 9. Plano de las posibles tumbas excavadas en la roca del palacio de Omrí. Segun
Franklin (2005)
La Tumba B se encuentra bajo el palacio, en el mismo eje que la tumba
A, con medidas iguales excepto el túnel de acceso, que era de 12 m de largo.
También en el Período Constructivo II se construyó una antecámara. Fue
sellada en el mismo período que la Tumba A. La evidencia no es concluyente.
La ubicación de esas tumbas reales, debajo de un palacio real en una
capital, es comparable con los requerimientos bíblicos de las tumbas de los
reyes de Judá e Israel. No debemos olvidar que el texto bíblico
específicamente menciona que los reyes Omri, Ajab, Jehu, Jehoahaz, Joash y,
probablemente, Jeroboam II, fueron enterrados en Samaria.
141
Hay que destacar la orientación paralela de ambas tumbas, la dificultad
en la accesibilidad al sepulcro a través de los túneles y las dimensiones
amplias, así como su ubicación bajo el piso del palacio, todo lo cual indica la
importancia del estatus de los individuos allí enterrados.312
El segundo conjunto de tumbas fue hallado por la Expedición Conjunta
de 1931-1935 que encontró a cien metros de la acrópolis, en el sector norte a
una elevación de 345 m. unas cuevas interconectadas, con estructura de
cisterna en forma de botellas excavadas en el suelo, en las que sólo se
encontraron huesos de animales y escombros de distintos períodos. Su
emplazamiento, cercano al complejo real, implicaría que sus ocupantes serían
allegados al rey.
Figura 10. Esbozo de la primera excavación de las tumbas exteriores halladas en Samaria
312 Véase Parker- Pearson (1999: 5).
142
3. Megido
La primera excavación en el Tell el-Mutesellin fue entre 1903-1905 y
estuvo dirigida por G. Schumacher.313 Entre 1925-1939 continuaron a cargo de
C. Fisher y P. Guy,314 en una expedición auspiciada por la Universidad de
Chicago. En la década de 1960, Yadin excavó en Megido.315 Desde comienzos
de la década de 1990 hasta la actualidad, Finkelstein co-dirige con Ussishkin y
Cline un Proyecto en Megido auspiciado por la Universidad de Tel Aviv que ha
relevado áreas de la ciudad de la época omrida,316 denominadas área H, área
K y área L.317
Megido es un tell de múltiples capas ocupado en forma continua desde
fines del sexto milenio a.C. hasta el período persa. En total hubo veinte
ciudades en Megido según la cronología318 aceptada hoy. Es el estrato V A-IVB
el que se ha atribuido a Omrí/Ajab, y Megido IVA a la época de Jehú. Los
miembros del equipo de la Universidad de Chicago estaban más interesados
en la gloria de Salomón que en los omridas; ignoraron la semejanza entre
estilos constructivos de Megido y Samaria y fecharon los conjuntos de edificios
con pilares del estrato (las supuestas caballerizas) en la época de la monarquía
unificada. A comienzos de la década de 1960, cuando Yigael Yadin, de la
Universidad Hebrea, llegó a Megido, situó en tiempos de Salomón los palacios
—el excavado en la década de 1920 y el descubierto por él mismo,
denominado 6000— y vinculó a la era de los omridas del nivel más tardío con
el sector que contenía las caballerizas y otras estructuras. La ciudad estaba
rodeada por una sólida fortificación y, según Yadin, disponía de una gran
puerta de entrada a la ciudad con cuatro cámaras (construida directamente
encima de la anterior puerta ―salomónica‖). La característica más destacada del
interior de la ciudad era la presencia de dos conjuntos de edificios con pilares,
313 Los primeros registros de los hallazgos se publicaron en 1908 y Schumacher describe allí los avatares de la época para acceder a las excavaciones con los permisos de los propietarios de esas tierras, la descripción de las contrataciones de mano de obra local revelan el inmenso trabajo inicial de remoción de tierra. Véase Schumacher (1908: 1-20). 314 Véase Lamon y Loud (1939) y Loud (1948). 315 Véase Yadin (1970: 66-76). 316 Véase los registros completos de Megido 2004-2008 en Finkelstein, Ussishkin y Cline (2013: 3-40). 317 Véase Arie (2013: 668). 318 Véase Finkelstein (1999: 55-66), Franklin (2005).
143
identificados mucho antes como caballerizas, que podían albergar hasta 450
caballos.
El estrato V-IV ha sido objeto de una revisión reciente por Franklin en
2005, los hallazgos son el denominado palacio 1723 que fue originalmente
fechado para los principios del siglo X a.C., un patio con piso de cal que rodea
todo el complejo palaciego fue identificado como 1693, una muralla de piedra
rodea el patio y posee una puerta identificada como 1567 (ver Figura 11).
Figura 11. Plano del estrato IV de Megido. Estructura del Palacio 1723. Patio 1693. Puerta
1567 y amurallado Cortesía de Instituto oriental de la Universidad de Chicago.
El denominado palacio 1723 posee piedras de dos metros en los
cimientos fundacionales, La discusión entre los arqueólogos sobre si fue
parcialmente desmantelado y enterrado por los constructores del estrato IV
144
está abierta319. La ciudad del estrato IVB por sus edificios con establos,
almacenes, y espacios libres sin una función determinada están todos
contenidos dentro de una muralla de casamatas Los restos se encontraron
muy deteriorados, lo que, sumado a las técnicas de la época, hace difícil de
resolver cuestiones de menor escala.320
En Megido se han registrado unas 52 incisiones en ladrillos que fueron
denominadas ―marcas de albañil‖.321 Sólo 19 fueron descubiertos in situ, todos
ellos en las fundaciones del palacio 1723. Los restantes fueron hallados en uso
secundario en construcciones de los estratos IV, III y II.
El sistema de captación de agua construido en Megido consistía en un
pozo de unos 35 m de profundidad, hasta llegar al lecho de roca322. Desde allí
se prolongaban en un túnel horizontal, identificado como Galería 629, de más
de sesenta metros de longitud lo bastante ancho y alto como para permitir el
avance simultáneo de varias personas y que conducía hasta la fuente natural
de una gruta situada en un extremo del tell. La entrada a la gruta desde el
exterior estaba cerrada y camuflada.323
4. Jezreel
Este sitio se encuentra ubicado en el sudeste del valle del Jordán, a 16
km al oeste de Megido. Se destaca, desde los comienzos de las excavaciones
319 Véase Franklin (2006:105) y Zarzecki-Peleg (2005:151-152) sostienen que la pared de piedra que lo rodea fue construída posteriormente al palacio 1723. Contra Ussishkin (2007: 3-5) que sostiene que la construcción de el palacio, el patio y la pared poseen la misma orientación y los materiales típicos de las construcciones monumentales de otros sitios por lo que el error radica en la reutilización de parte del piso de cal del patio que se encontraron sobre los restos del palacio 1723. Esta cuestión ya había sido descripto por Lamon y Shipton (1939:17). 320 La organización de los primeros trabajos en el tell dirigidos por Schumacher
consistían en grupos de veinte trabajadores, tres hombres removían el suelo, dos llenaban los canastos y entre 15 y 18 mujeres bajaban los canastos de tierra, los objetos frágiles que removían tenían orden de entregarlos al supervisor del grupo; véase Schumacher (1908). 321 Véase Schumacher (1908), Yadin (1979: 92) y Franklin (2001: 108). 322 Véase Franklin (1998: 515-520). 323 Yadin fechó los dos sistemas de aprovisionamiento de agua de Megido y Hazor en la época de los omridas y propuso relacionar la pericia de los israelitas para tallar sistemas de recogida de agua en la roca con un pasaje de la estela de Mesha en el que el rey de Moab explicaba cómo excavó un depósito de agua en su propia capital con la ayuda de prisioneros de guerra de Israel.
145
en la década de 1940 por Zori, por sus hallazgos, construcciones, murallas,
tumbas y abundante repertorio cerámico. La ocupación es breve, va desde el
siglo X a.C. hasta mediados del siglo VIII a.C. Aparece nombrado en el texto
bíblico casi treinta veces y fue escenario de episodios centrales pertenecientes
a la dinastía omrida, como el episodio de Nabot.
El valle de Jezreel es uno de los más ricos de sur de Levante. El sitio fue
excavado nuevamente a gran escala entre 1990-1996 por una expedición
conjunta de la Universidad de Tel Aviv y la British School of Archaeology de
Jerusalén, dirigida por Ussishkin y Woodhead, los resultados fueron publicados
en tres reportes preliminares entre 1992 y 1997.324 En la actualidad hay en
curso, desde 2012, una expedición dirigida por Franklin y Ebeling325 que ha
aumentado el conocimiento sobre la extensión del sitio y ha realizado
importantes avances en el entendimiento de la producción de vino. La
ocupación fue breve ya que sólo hubo una ocupación doméstica en el siglo X
a.C.326 Los últimos hallazgos en Jezreel desde 2013 incluyen una rampa de 2,5
m de altura, instalaciones agrícolas como prensas de aceite y vid, 93 cisternas
circulares y rectangulares, canteras para extracción de piedras para las
construcciones, varias paredes de casas o edificios, aún sin especificar, y una
serie de tumbas cortadas en las rocas adyacentes al sitio.327
El rasgo más saliente de este sitio es un cercamiento amurallado
(enclosure), construido durante el Hierro II y atribuido inicialmente a la dinastía
omrida, dentro del cual se encontraron repertorios cerámicos que fueron
ordenados por Zimonhi en 1997,328 cuestionados por Ben-Tor en 2000 y
analizados nuevamente por Herzog y Singer-Avitz en 2006. Estos repertorios
se analizarán más adelante. A causa de la magnitud de esta construcción, la
periodización sigue el siguiente ordenamiento: fase pre-amurallado, fase de
amurallado o ―amurallado omrida‖ y fase post-amurallado.
El amurallado de Jezreel tiene una medida aproximada de 145 m por
250 m. Presenta un muro de casamatas, diseñado para sostener el relleno que
elevaba el patio interno del amurallado, mientras una rampa externa sostenía el
324 Véase Ussishkin y Woodhead (1992, 1994, 1997). 325 Véase Ebeling, Franklin y Cipin (2012: 232-239). 326 Véase Ussishkin y Woodhead (1997: 68). 327 Franklin (2007: 45-50). 328 Véase Zimhoni (1997: 6-71 y 82-109).
146
muro de casamatas y sorteaba la fosa defensiva. Esta fosa cavada en la piedra
cubría tres lados del amurallado, con una extensión de 150 m, 320 m y ca. 200
m- El lado norte del terreno tenía una pendiente natural (ver Figura 12).
Figura 12. Plano del cercamiento de Jezreel. Según Ussishkin y Woodhead (1992)
En la zona identificada como Área A hay una puerta de cuatro a seis
cámaras. Hay torres en las esquinas del amurallado en el Área B y el Área D,
con una altura de 3,5 m y 6 m respectivamente. Se encontraron piedras
talladas en uso secundario para sostener las esquinas del amurallado.
En relación a los viñedos y producción de vino de Jezreel en el Área K,
al este del amurallado, se encontró una instalación de 12 m2 cavada en la roca
con dos bateas para la fermentación del mosto, morteros y espacio para sacar
las semillas y la piel de las uvas, y un pozo circular de 1 m de diámetro y 1 m
de profundidad.329
329 Véase Franklin (2017: 1-7).
147
5. Hazor
Esta ciudad estaba ubicada en la región montañosa de Galilea, en el Tell
el-Qedah, entre el lago el-Huleh y el lago Tiberíades.330 Los primeros trabajos
realizados en el sitio fueron llevados a cabo por J. Garstang en 1928, quien
efectuó sondeos en el tell.331 Más tarde, entre 1955 y 1960, el sitio fue
excavado por una expedición israelí dirigida por Y. Yadin, quien logró
determinar los distintos niveles de ocupación, abarcando un período temporal
de 2500 años.332 El sitio se compone de dos partes: el tell de 40 metros de
altura que tiene una extensión de seis hectáreas y es donde se ubica la
llamada ciudad alta o acrópolis, que fue ocupada durante la Edad del Hierro y,
hacia el norte del tell, la ―ciudad baja‖, de una enorme extensión de 70
hectáreas que sólo fue ocupada durante el Bronce en el llamado período
cananeo,333 la etapa más dinámica de esta ciudad.
La Hazor del siglo IX a.C. se reduce a una extensión acotada respecto
de la anterior (ver Figura 13). Se identifica al período omrida en el estrato X (en
otro tiempo considerada la Hazor salomónica). La extensión de la zona
habitada se duplica, pero sólo alcanza 2,5 hectáreas. La ciudad alta es la que
se ocupa y se fortifica, se construye un muro de casamatas y una puerta de
seis cámaras; en usos secundarios se hallaron capiteles protoeólicos. También
se han identificado residencias domésticas del tipo de cuatro aposentos.334
330 La posición estratégica de Hazor en la región montañosa, junto con sus fortificaciones, son indicios de su importancia. Comercialmente era un punto clave en la ruta hacia el norte, especialmente hacia Siria y Asia Menor. Hazor habría estado bajo el control egipcio, aunque en forma relativa, ya que, por ubicación geográfica se hallaba alejada de lo que fue el control egipcio en Palestina. Véase Bienkowski (1987: 50-59). 331 Garstang (1931) databa la primera destrucción de Hazor hacia 1400 a.C., intentando hacerla coincidir con las fechas dadas por el relato bíblico para la entrada de los israelitas en Palestina. Las investigaciones posteriores desestimaron luego esta propuesta. 332 La expedición se realiza bajo los auspicios de James Rothschild y la Universidad hebrea de Jerusalén, la Anglo-Israel Exploration Society y el gobierno de Israel. Véase Yadin (1959: 2-20). 333 En la actualidad hay un proyecto en curso desde el año 1991, dirigido por A. Ben Tor de la Universidad Hebrea de Jerusalén. 334 Véase Ben Tor y Ben-Ami (1998: 1-37).
148
Figura 13. Plano de la ciudad de Hazor en el siglo IX a. C. Principales construcciones: Puerta y
En el centro de la ciudad, hay un edificio con pilares cuya forma
guardaba cierto parecido con las caballerizas de Meggido, se halla dividido en
tres largas naves por hileras de pilares de piedra y es interpretado como un
almacén real.
Un largo pozo vertical atravesaba los restos de ciudades anteriores
hasta penetrar en la roca firme del subsuelo335 para proveer de agua a la
ciudad, al igual que en Megido.
335 Véase Yadin (1970).
149
6. Dan
Otro yacimiento concerniente a los omridas es la ciudad de Dan, en el
norte, en el curso alto del río Jordán (ver Figura 14). El sitio fue considerado,
desde los tiempos de la arqueología bíblica, un lugar de culto.336 Las
excavaciones comenzaron en 1966 y se extendieron hasta 2003 en Tell Qadi,
en el valle de Hula, dirigidas por A. Biran. A esto ha de sumarse el hallazgo de
una evidencia epigráfica importante en 1993-1994, la llamada estela de Dan,
que trataremos en el capítulo siguiente y que fue relevante para interpretar las
diferentes ocupaciones del sitio.337
Las excavaciones dirigidas por A. Biran, durante más de treinta y cinco
años dejaron al descubierto fortificaciones construidas en la Edad de Hierro II,
los estratos III y II, en las áreas A y T. Se lo denomina el estrato IV Bamah A y
el estrato III Bamah B.
El área T presenta un espacio asociado a lugar de culto dentro del sitio,
el hallazgo de este altar de piedra en 1974 fue interpretado por Biran como un
santuario abierto, tomando la palabra hebrea Bamah (lugar alto donde se
realizaban ritos u ofrendas). Esta estructura ha sido datada en la época de
Jeroboam I (X-IX a.C. según la evidencia cerámica). Este podio medía unos
veinte metros de lado y estaba construido con sillares revestidos, el precinto en
total mide 60 x 45 m, en sus alrededores hay habitaciones y áreas abiertas.
Al sur de la estructura se halla otro espacio de 28 x 17 m con un edificio
central. Al norte de ese complejo se hallaron tres almacenes, en uno de ellos
los hallazgos fueron jarras con líneas rojas y negras, pithoi y un ánfora con
capacidad para 300 litros decorada con una serpiente, con los fragmentos se
reconstruyeron 40 vasijas de tamaño medio.338
En el estrato III, atribuido a la época de Ajab (Bamah B), la estructura del
Bamah aumenta su tamaño, con una altura de 3 m que impedía la vista del
336 Véase Davis (2013: 17-66). Esta reciente publicación es una tesis doctoral que combina datos arqueológicos, textuales y el modelo teórico de Lefevbre sobre la práctica espacial, la representación del espacio y los espacios de representación. 337 La estela de Tell el-Qadi hallada en 1994 generó una controversia importante, véase Lemaire (1994: 31-37; Biran y Naveh (1995: 1-18) y Kitchen (1997: 30-44). Una reflexión crítica sobre el aporte de los textos puede encontrase en Hoffmeier (2002: 21-54). 338 Véase Biran (1994: 169-70).
150
patio central339 y un piso amarillo donde se halló cerámica. Fue datado hacia
860-850 a.C. (según Biran el santuario habría sido restaurado por Ajab).
También se excavó, 115 m al sudoeste del Bamah, una habitación de 7,25 x 4
m con paredes de 80 cm de ancho, que contenía una construcción de forma
cuadrangular de 1,03 x 1,03 m y 27 cm de alto, formada por cinco bloques de
piedra con restos de cenizas en la superficie. Los hallazgos de un cuenco de
bronce (de 16 cm de diámetro y 5 cm de profundidad, con decoración interior
que conservaba una hoja de loto) y de dos palas de hierros en las cercanías de
la estructura, así como el de una jarra que contenía cenizas de huesos,
persuadió a Biram de que se trataba de un altar. A fines de la temporada de
1986 se encontraron otros dos altares, que mostraban signos de fuego.340
339 Véase Biran (1994: 189). Cita el texto bíblico de 1 Samuel 9:12-14,19. 340 Véase Zevit (2001:310-11), los altares son designados en el texto bíblico con el término mizbeah, se refiere a una manufactura de base sólida o artefacto sobre el cual se quema algo para ser presentado a la divinidad.
151
Figura 14. Plano de Dan en el Hierro II: 1 Plaza empedrada, 2 Puerta exterior 3 Puerta principal
4 camino empedrado. Según Biran (1994)
En el área A se descubrieron dos portales trabajados, uno con cuatro
cámaras y un santuario con un altar al aire libre, que han sido datados, junto
con las demás estructuras monumentales de la ciudad en el Hierro II, en
tiempos de los omridas.341
341 Véase Davis (2013), quien sugiere la posibilidad de un culto oficial y familiar en el recinto.
152
7. Dor
El sitio de Dor está ubicado en la costa norte del Carmelo. Fue un puerto
durante casi dos mil años, a mitad de camino entre las ciudades fenicias del
nortes y las filisteas del sur. Hacia el interior del territorio, Dor accede al valle
de Jezreel y por el sur de Dor se podía acceder al Wadi Milkn.
Dor aparece nombrada en el relato egipcio de Wenamun preservado en
un papiro del siglo XI a.C., quien la llama ―ciudad de los Skl‖ (los sikila que
aparecen nombrados en el listado de pueblos del mar de Ramses III).342 El
nombre de Dor también aparece seis veces citado en el texto bíblico vinculado
a un adjetivo naphot o naphat, de oscuro origen, sobre el que puede hacerse
sólo una traducción conjetural ―el que se eleva alto‖ o ―región de la madera‖.
Fue un enclave cananeo, nombrado en el libro de Josué y también en la lista
de distritos de Salomón en el cuarto lugar.343
Las excavaciones fueron dirigidas por Raban entre 1979 y 1984 y por
Stern, durante la década de 1980 hasta el 2000, quien dividió la ocupación del
sitio y la identidad de sus habitantes en cuatro etapas: pueblos del mar,
fenicios, primera ciudad israelita (atribuida a una conquista de David) y
segunda ciudad israelita.344 En 2003 se reinician las excavaciones a cargo de
Gilboa y Sharon que luego de quince años de trabajo reformulan y reducen la
secuencia de ocupación en dos etapas denominadas como secuencia corta de
fenicios (hasta c. 850 a.C.) y secuencia larga de israelitas y asirios.345
El sitio (ver Figura 15) ha sido dividido en ocho áreas de excavaciones
ordenadas de la A a la H con subdivisiones internas. Las que poseen
construcciones nuevas en el Hierro II en la secuencia larga son:
Área B: un sistema de puerta de cuatro cámaras orientada hacia el este.
Área C1: un amurallado datado en el Hierro II construido con piedras
talladas.346
Área D2: un relleno con piedras arenosas (cantos rodados) que
componen un podio o base para la construcción de un nuevo edificio, una
342 Véase Gilboa y Sharon (2008: 160). 343 Véase Na‘aman (2001: 419-436). 344 Véase Stern (1988: 6-14, 1990: 12-30, 1993: 18-29). 345 Gilboa ya había trabajado con Stern con las tipologías cerámicas en Dor; véase Gilboa y Sharon (2008: 146-70 y 2015: 51-73). 346 Véase Gilboa, Sharon y Bloch-Smith (2015: 66).
153
construcción que denominaron Palacio de Tapath (sólo excavada parcialmente,
con piedras talladas de 1 m de largo).
Área D5: continúa el mismo amurallado del Área C.
Figura 15. Plano de las áreas excavadas de Dor hasta 2015 en Gilboa y Boaretto (2015)
El plano de la ciudad y la arquitectura cambian a mediados del siglo IX a.
C. Hay una reducción de todas las tipologías de cerámica fenicia, de
contenedores decorados, de cerámica chipriota y de jarras egipcias. La
posibilidad de un cambio de órbita de Dor al dominio de Israel por un corto
154
lapso de cien años entre ca.850-750 a.C. se basa en las nuevas estructuras
públicas que aparecen descriptas en las áreas excavadas hasta hoy y en la
ausencia de destrucción en el nivel anterior.
8. Los sitios del valle de Beth Shean
En 1989 se inició un proyecto de excavación arqueológica en el valle de
Beth Shean de la Universidad Hebrea de Jerusalén, dirigido por A. Mazar. En
ese mismo año se iniciaron los trabajos en el sitio de Beth Shean y en 1997 en
Tel Rehov. Ambos sitios se ubican a 5 km de distancia entre sí y fueron
habitados durante las edades del Bronce y del Hierro. El primero de ellos, con
una extensión de 1,2 hectáreas, ha resultado importante por los hallazgos
referentes a la administración egipcia durante el Bronce.347 Rehov llegó a una
extensión de 10 hectáreas durante el Hierro II. Los estratos VI, V y IV están
asociados al Hierro IIA. El estrato VI (primera mitad del siglo X a.C.) presenta
signos de destrucción, atribuida a un terremoto348 o bien a un posible ataque
del rey Jazael ca. 840-830 a.C. En 1999 se hallaron dos inscripciones del siglo
IX a.C. en tinajas de almacenaje en el estrato IV del siglo IX a. C.; una
inscripción en el estrato VI atribuida por Mazar al siglo X a. C.349 y un apiario
bien conservado. La correspondencia entre la ocupación del sitio en el siglo IX
a.C. y el reino de los omridas no ha sido esclarecida aún350.
347 Véase Mazar (2006: 8). 348 Véase Mazar (2005: 218). 349 Véase Mazar (2003: 172-177). La presencia de la letra mem puede ser atribuida a
la preposición ―para‖, tal como aparecen en las inscripciones de los ostraka hallados en Samaria. 350 Uno de los motivos es la discusión en torno a las lecturas de radiocarbono de Rehov, que ha sido interpretada por Bruins, Van der Plicht y Mazar en 2003 como sostén de la cronología tradicional, mientras que para Piasetsky y Finkelstein la integración de argumentos cerámicos y estratigráficos a la interpretación de las curvas de calibración Rehov apoyaría la cronología baja propuesta por ellos. Véase Bruins et al (2003) también apoyada por Stager (2003) y Finkelstein y Piasetzky (2003, 2006) apoyada por Sharon, Gilboa y Boaretto (2007).
155
9. Jahaz y Ataroth
La mención de estos emplazamientos en la estela de Mesha, una de
nuestras evidencias epigráficas, ha sido una referencia importante que
posibilitó, a partir de su ubicación geográfica351 al este del Mar Muerto, conocer
la expansión de la dinastía omrida.
Jahaz ha sido identificado en Khirbet el-Mudeyine eth-Themed en el
Wadi el-Walla al noroeste de Dibon por Dearman, en 1984.352 Las
excavaciones en el sitio se llevan adelante por Daviau, desde 1996.353 El sitio
(ver Figura 16) se emplaza en una colina alargada formando un rectángulo
obtenido a partir de trabajos de nivelación y relleno. Posee una medida de 140
m por 80 m. Al norte del tell se observaban tres paredes que sugerían la
presencia de una construcción monumental, con una puerta de acceso con seis
cámaras de un largo total de 15,80 m. Hacia el norte de la puerta se descubrió
una torre de 4 m por 4 m. Frente a la puerta se hallaba una rampa de acceso y
una calzada empedrada. Las dataciones del carbono 14 en estas
construcciones arrojan una fecha probable de fines del siglo IX a. C.354
351 En 1934 una foto aérea de Glueck detectaba un montículo rectangular y plano rodeado por un foso. 352 Dearman (1984). 353 Véase Chadwick, Daviau y Steiner (2000: 257-260). 354 Véase Daviau et al. (2006: 265-277).
156
Figura 16. Puerta de Jahaz y torre en ángulo superior derecho. Según Duviau (2000)
En tanto Atarot, según las coordenadas de la estela de Mesha, se
encontraría al este de la llanura de Madaba. Sólo se realizó una excavación en
2001, hallándose un rectángulo elevado de 155 x 90 m, con restos de un
posible muro y evidencias claras de roca cortada en 3 de sus lados, de 4 m de
alto.355
355 Véase Finkelstein (2013: 99-105).
157
4. La cerámica del Hierro II en el norte de Israel
La cerámica nos brinda información sobre diferentes aspectos culturales.
Ante todo, sobre el nivel tecnológico de las sociedades, pero también sobre las
tradiciones estéticas y religiosas, la evolución de las culturas locales, la
presencia o no de una estratificación; también nos habla acerca del patrón de
subsistencia que involucra la adaptación al medio ambiente y si existió
comercio o intercambio de materiales con otras culturas. Los arqueólogos
tienen en cuenta la composición cuantitativa de las colecciones y factores tales
como la vida útil de una vasija, la frecuencia de su uso, su rotura y reemplazo.
También propiedades tales como dureza del material, peso, tamaño,
relacionadas con su función, por ejemplo, las ollas de cocer debían soportar
oscilaciones de temperatura, las jarras de almacenaje debían ser más
resistentes. En relación con el período transicional del Bronce Tardío al Hierro
I, los datos más significativos que se desprenden del análisis del corpus
cerámico revelan, en primer lugar, una clara continuidad con el repertorio
cananeo del Bronce Tardío, variando sólo la distribución de los tipos, y en
segundo lugar, desaparece del registro el estilo bicromado filisteo.
En cuanto a la tipología cerámica para el Hierro II,356 el repertorio de todo
el período tiene como característica la producción local. En especial en el norte,
sobresale el uso mayoritario de la denominada RSHB,357 ―cerámica de borde
rojo pulida a mano‖. Los tipos principales son cuencos que componen la mayor
cantidad de todas las colecciones, cráteras, marmitas y ollas de cocer, tazas y
cálices, pithoi y tinajas de almacenaje, jarritas.358 La cerámica de la zona de
Samaria, Tirsá y Siquem ha sido analizada exhaustivamente por Tappy.359 En
Megido, los investigadores han analizado 550 vasijas completas y 2000
fragmentos correspondientes a los estratos V-IVB, del Hierro II.360 En Jezreel,
los hallazgos en el suelo del cercamiento del sitio, y los trabajos llevados
356 Véase Zimhoni (1992), Na´aman (1997), Mazar (2006) y Herzog y Singer-Avitz (2006). 357 El significado de esta sigla es Red Slip Hand Burnished, véase Arie (2013: 734). 358 Véase Tappy (2015: 189-195). 359 Véase Tappy (1992). 360 Véase Arie (2013: 668-675) quien hace una importante revisión del repertorio pero la mayor colección fue la publicada por la Expedición de Chicago.
158
adelante por Zimhoni, definieron un conjunto de 7 variantes según la función de
cada uno (ver Figura 17).
Figura 17. ―Grupo Jezreel‖ (según Zimhoni y Herzog y Singer-Avitz)
1: Cuenco carenado con paredes en ángulo y base de anillo, 2: cuenco carenado con
cobertura de color rojo
3: Jarrito en Cerámica chipriota negra sobre rojo, 4: Anforisko
5: tinaja con cuerpo hinchado y base redonda, 6: tinaja con hombro carenado
7: tarro cilíndrico sin asas.
1 2
3 4
5 6
7
159
El denominado Grupo Jezreel es compatible con los conjuntos hallados
en los sitios del norte, coincidiendo con colecciones de sitios contemporáneos
como Hazor X-IX,361 Tirsá VIIa y VIIb, Megido V-IVB, Dan y Samaria. No hay
coincidencia, en cambio, en el caso de Dor donde la cerámica presenta rasgos
locales y afines con las vasijas fenicias y chipriotas.362
5. Las volutas de piedra
Las volutas de piedra fueron encontradas por primera vez en 1903
durante la excavación de Schumacher en Meggido. Recibieron un nombre
concerniente a la arquitectura griega, por su similitud, tienen el estilo de los
capiteles proto-eólicos o proto-iónicos y constituyeron, para la época, sus
antecedentes más próximos y evidencia de las relaciones este-oeste en el
contexto Mediterráneo oriental. Aunque poco después se descartó tal
conexión,363 la discusión sobre su función específica está aún abierta, ya que
fueron encontradas en usos secundarios en todos los casos. Tienen un peso
que oscila entre una y dos toneladas. Son considerados un rasgo estilístico
dentro de la arquitectura de los israelitas, un desarrollo local del siglo IX a.C.,
durante el reinado de la dinastía omrida. El modelo de las volutas se replica en
Judá, Moab364 y Amón.365
361 Véase Ben Ami (2003: 111-146). 362 Véase Herzog y Singer-Avitz (2006: 182). 363 Véase Shiloh (1979:90-91). Fue el primer autor en intentar un estudio sistemático de los hallazgos y tipos de variantes en las volutas de piedra. 364 Véase Lipschits (2011: 222). Los sitios de Ramat Rahel y Khirbet el- Mudeibi en Moab han sido datados en el siglo VIII a.C. 365 Véase Finkelstein (2000: 127).
160
Figura 18. Esbozo de brote de palmera datilera y voluta de piedra según Franklin (2011)
La representación que simbolizan las volutas (ver Figuras 18 y 19) está
conectada con la palmera datilera, los vástagos o hijuelas que salen del tronco
principal dejan en el mismo una marca triangular que, a medida que el árbol
crece en altura, se van trasformando en rombos creando un bello dibujo en el
tronco. De ahí que el renacimiento constante del árbol se convirtiera en imagen
del árbol de la vida y en varios pueblos de la antigüedad se lo asoció con
diversos cultos y rituales.
En total se han encontrado veintisiete volutas en cinco ciudades, doce
en Meggido,366 siete en Samaria,367 tres en Dan,368 dos en Hazor369 y tres en
Monte Gerizim. Fuera de la región norteña, la imitación de las volutas es
atribuida por Lipschits a los asirios, quienes, luego de la conquista de Samaria
en 732 a.C., las habrían incorporado en su arquitectura tal como queda
reflejado en la ciudad de Dur Sharruquin y en el palacio de Senaquerib, en
Figura 19. Volutas de piedra halladas en sitios del norte de Israel. Según Lipschits (2011)
Sin embargo, Franklin refuta la idea de que las volutas de piedra hayan
sido estructuras con una función arquitectónica, interpretación muy
dependiente del hecho de que, poco tiempo antes del descubrimiento de las
primeras volutas en Meggido, se habían hallado objetos con cierta similitud en
Tamassos (Chipre), en el acceso a dos monumentos funerarios. Sin embargo,
las volutas halladas en Meggido no fueron encontradas in situ, sólo estaban
cerca de un edificio (identificado como 338) y sólo por ello se lo determinó
como una estructura perteneciente al culto. Guy fue más allá y afirmó que era
un templo a Astarté. El remate de la especulación llegó en 1932 cuando el
arquitecto de la expedición conjunta, Pinkerfeld, confecciona una ilustración de
las volutas coronando pilastras trabajadas. Para Franklin, en cambio, los
objetos podrían haber cumplido diferentes funciones según su dimensión,
tamaño y ornamentación, pero no servían para sostener estructuras de barro,
sino más bien como bases de estructuras de pilares de madera, objetos de
culto, balaustradas e incluso como capiteles votivos en contextos rituales.371
371 Véase Franklin (2011: 139).
162
6. Análisis preliminar sobre la evidencia arqueológica
Al finalizar el recorrido de las evidencias arqueológicas provenientes de
los registros publicados de los sitios analizados en este capítulo, podemos
poner de relieve la intensa actividad constructiva que debió suceder durante la
primera mitad del siglo IX a. C. en el norte de Israel, indicativa de las
transformaciones sociales de la época.
El Período Constructivo I en Samaria, el estrato V-IVB en Meggido, el
estrato X-VII en Hazor, el amurallado de Jezreel, el Período VIIb en Tirsá y el
estrato III en Dan, la secuencia israelita en Dor, son contemporáneos entre sí y
presentan cierta homogeneidad.
La impronta omrida en Beth Sean y Rehov, sitios ocupados durante el
Hierro IIA, no es concluyente, en tanto Ataroth requiere aún excavaciones para
arribar a alguna conclusión. Mientras que Jahaz puede haber sido un puesto de
avanzada de Ajab frente a Moab, en su propio territorio debido a las similitudes
constructivas.
En los sitios contemporáneos de la primera mitad del siglo IX a.C.
encontramos, luego del análisis de los registros arqueológicos:
1. Un sistema de fortificaciones normalizado con muros de casamatas, con
puertas de acceso de la cuidad de cuatro o seis cámaras, que puede
asociarse a un escenario regional conflictivo, que se advierte en las
evidencias epigráficas, y que implica una considerable fuerza y
organización para concretar esas obras.372 Puertas análogas de cuatro o
seis vanos han sido encontradas en Megido, Dan, en Dor, en Jahaz, en
Hazor. El tipo de muro de casamatas en Samaria y Jezreel respondería
al lugar de emplazamiento en colinas altas, y a un sistema de
construcción rápido de murallas.
2. Edificios administrativos, identificados en el caso de Samaria con el
palacio de 2000 metros cuadrados y de Megido, con los palacios 1723 y
6000, con una técnica constructiva que conserva restos de piedras
talladas de gran tamaño y de volutas de piedra semejantes.
3. Tumbas excavadas en el interior del palacio de Samaria, datadas en el
mismo período constructivo I.
372 Véase Ben-Ami y Wazana (2013: 368-382).
163
4. Almacenes provistos de pilastras (las ―cuadras de Salomón‖ de la
primera arqueología bíblica) con una estructura tripartita.
5. Caballerizas, datadas a comienzos del IX a. C., para contener los
equinos usados en los carros de guerra. En el caso de Meggido la
construcción albergaba a casi quinientos caballos, con piedras para
sujetarlos, aguadas, corredores. Se relaciona este edificio con la
evidencia epigráfica de Salmanasar III que menciona 2000 carros de
Ajab. En el caso de Jezreel el interior del amurallado pudo albergar
también caballos para los carros.
6. Existencia de ornamentación como las volutas de piedra, que imitan la
palmera datilera en el caso de Samaria, Hazor y Megido, en contextos
secundarios. Las placas de marfil de Samaria.
7. Espacios (patios) públicos abiertos, como el descubierto en Megido en el
Área H nivel 5, que revelarían alguna actividad comunitaria.
8. Marcas de albañil de Samaria y Megido, que pueden relacionarse con
cálculos de personal y de materiales en el momento de la construcción.
9. Estructuras subterráneas, en Megido y en Hazor, para el acceso al agua
potable, recurso esencial para las ciudades fortificadas que se veían
condenadas a resistir a los asedios.
10. Edificios residenciales de considerable tamaño, como el 355 de Tirsá,
que podrían haber sido las residencias de funcionarios del estado, las
residencias de mayor tamaño han sido descriptos en casi todos los
sitios.
11. Un repertorio cerámico que no representa una innovación, ni introduce
nuevas técnicas en su producción pero sí presenta homogeneidad en
todos los sitios que hemos analizado, a excepción de Dor.
A lo largo de estos puntos, las concordancias funcionales y estilísticas
demostrarían la existencia de unos proyectos urbanísticos globales, los
primeros en la historia hebrea antigua, que implican un alto nivel de
organización y la capacidad para movilizar una fuerza de trabajo suficiente para
concretar esas construcciones. Todo ello podría confluir en la escena descripta
por la evidencia bíblica que refiere en 1 Reyes 5:27 y 9:15 a un jefe de levas
para reunir la mano de obra ejecutora de estas obras y que, en general,
164
permiten pensar en una época caracterizada por el dominio de una
organización estatal.
Es momento ahora de introducir la evidencia epigráfica sobre la dinastía
omrida.
165
CAPÍTULO VII
La evidencia epigráfica
Las evidencias epigráficas antiguas son testimonios importantes ya que
han sido destinadas a perpetuar, conservar o exaltar el recuerdo de algún
soberano o evento. Las inscripciones monumentales373, las estelas y los
ostracones tienen un alto valor de soporte heurístico en nuestro estudio de la
dinastía omrida ya que nos permiten conocer desde una perspectiva externa la
vitalidad de estos reyes en su interacción con el entorno regional. Así como
sucede con la evidencia bíblica, este tipo de literatura antigua nos da un acceso
al pasado a través de una retórica determinada por los escribas intervinientes y
por las instrucciones que recibieron de parte de la monarquía que la ordenaba.
En el mundo antiguo oriental, los textos epigráficos374 más numerosos
son los de la Edad del Bronce, que provienen de la región de Mesopotamia y
de Egipto. Entre sus principales propósitos, pueden incluirse cuestiones
administrativas, memorias de victorias militares, relatos religiosos o literarios o
bien tratados diplomáticos. Sólo entre los egipcios es ineludible nombrar a la
Estela de Merneptah, que no es relevante para la dinastía omrida pero refleja la
primera mención posible sobre el nombre Israel. Por esa razón sus
repercusiones historiográficas han sido enormes.375
En este análisis de la epigrafía vinculada con la dinastía omrida,
seguimos el método histórico-crítico que considera las propiedades físicas del
documento, cuál es su contenido central y la comparación posible con otras
evidencias. Nuestro repertorio es acotado y nos preguntamos: ¿Para quiénes
se hizo este registro? ¿El registro es parcial y la información recogida es
incidental o causal? Presentaremos a partir de aquí las estelas.
373 Véase Da Riva (2015:612) para los monumentos de piedra en la época neo-asiria y neo-babilónica. 374 Una reflexión crítica sobre el aporte de los textos aparece con la gran colección COS (2002: 21-54). Allí los principales trabajos son los de Hoffmeier, Hoffner, Lawson Younger, Weisberg y Hallo. 375 La inscripción en este monumento en piedra nos provee la mención más temprana de Israel. Constituye para algunos autores la primera evidencia de su reconocimiento como entidad socioétnica en Palestina, mientras para otros no debe sobredimensionarse tal aparición como una evidencia vital, sino como una simple mención de una entidad llamada Israel. El texto de la estela puede encontrarse en Pritchard (1955: 376-387). Para un análisis actualizado de la estructura de la estela y de las posturas nombradas, véase Hasel (1994: 45-61).
166
Figura 20. Ubicación geográfica de los hallazgos de la evidencia epigráfica analizados en el
capitulo.
1. Inscripción de Tel Dan
La Estela de Dan376 fue hallada durante las excavaciones en el sitio de
Dan en el año 1993, el primer fragmento y, en 1994, otros dos fragmentos. Es
una piedra de basalto, escrita en arameo, de 32 cm por 22 cm. Ha sido datada
entre ca. 858-824 a.C., presenta sólo 13 líneas. La siguiente traducción línea
por línea ha sido realizada por Mykytiuk,377 siguiendo la editio princeps de
Biram y Naveh. El texto dañado o faltante se representa mediante corchetes
vacíos ―[ ]‖ y las palabras y letras dentro de los corchetes han sido
reconstruidas:
1′. [ ]…[ ] y cortó [ ]
2′. [ ] mi padre fue hacia arriba [ ] y luchó en […]
3′. Y mi padre se rindió; fue con sus [padres]. Ahora el rey de I[s]/rael
había penetrado
4′. en la tierra de mi padre antes. [Pero entonces] Hadad me hizo rey,
5′. Y Hadad marchó delante de mí. Así que fui hacia el frente desde [el]
séptim[…]/s
6′. de mi reinado, y asesiné [sete]nta rey[es] que habían enjaezado
mil[es de carr]/os
7′. y miles de caballos. [Y yo asesiné…]ram hijo de […]
376
Véase Biram y Naveh (1995 1-18) y Kitchen (1997: 30-44). Se encuentra actualmente en exposición en el Museo de Israel, en Jerusalén. 377 Véase Mykytiuk (2004).
167
8′. el rey de Israel, y yo asesiné […]yahu hijo de [… el re]/y de
9′. la Casa de David. Y yo llevé [sus ciudades en ruinas y convertí]
10′. su tierra en [desolación …]
11′. otros y […Entonces…me hice re]/y
12′. sobre Is[rael…Y entonces comencé]
13′. asedió contra […]
Las interpretaciones sobre su significado han generado un debate en los
años siguientes a su descubrimiento. Para Kottsieper,378 a la muerte de Hadad,
su sucesor, Hadadezer, renueva el tratado con Jorán, quien después se
convierte en rey de Israel. Luego de la muerte de Hadadezer, Jorán invade la
región sureste del territorio arameo y Jazael se convierte en rey de Damasco y
repele el ataque. Mientras que Jehú, apoyado por grupos religiosos opositores
a la dinastía y, en contacto con Jazael, mata a Joram y a Ocozías de Judá y se
convierte en rey de Israel. Luego la alianza entre Jehú y Jazael se rompe y
comienza una campaña contra Israel que le lleva a conquistar Dan y a erigir la
estela allí.
Suriano realiza un análisis más literario de la estela, afirma que es
posible que el padre de Jazael fuera un importante líder de una tribu aramea en
la época de Hadadezer. La utilización de una terminología patrimonial era
propaganda en su cultura, afirma Suriano. En cuanto a la ascensión de Jazael,
el uso de oráculos divinos son rasgos que aparecen en las dinastías reales. La
frase ―Hadad me hizo rey‖ valida la elección divina. En la siguiente línea, el
número de setenta reyes aludiría, como en otros ejemplos, a la Biblia, a la
totalidad de los aspirantes al poder. Según Suriano, en la estela podrían ser los
jefes de las tribus arameas. El autor destaca que, al estar dañada de la línea 5
a la 8, se contarían al menos 17 reyes, reconocidos con el término mlk. El Sitz
im Leben de la estela es el posicionamiento del heredero.379
Na´aman sostiene que, entre las implicancias de la estela, el punto más
controvertido ha sido el conflicto entre Jazael, que se atribuye la muerte de
Jorán de Israel y de Ocozías de Judá (―beth David‖en la estela) y la historia
bíblica de 2 Reyes 9-10 según la cual Jehú asesinó a ambos reyes cerca de la
ciudad de Jezreel. Schniedewind y Halpern sostienen esta última postura, esto
es, que Jehú sería el autor de las muertes pero actuando como aliado de
Jazael, el que más tarde se atribuye el acto.380 Esta postura es descartada por
Na´aman que también afirma la falta de evidencia respecto a que Jehú fuera
vasallo de Jazael ya que, ante la campaña de Salmanasar al oeste, entre 841-
838 a.C., Israel y Damasco intentan políticas diferentes. Jazael conquista Israel
y lo pone bajo su dominio. La crónica judaíta nos dice que Jorán muere en
Ramot-Gilead y que Ocozías escapa de la batalla y es atrapado camino a
Meggido y enterrado en Jerusalén. Respecto a la historia de la rebelión de
Jehú, descripta en 2 Reyes 9-10, esta posee, sin dudas, un carácter novelado y
habría sido transmitida oralmente y puesta por escrito mucho tiempo después,
mientras que la estela es contemporánea a los hechos que relata.381
Los tipos de inscripciones reales semíticas han sido identificadas en dos
tipos, dedicatorias y conmemorativas. La estela de Dan es conmemorativa y
hace uso de motivos literarios que son apologéticos por naturaleza:
1. Referencias históricas a sus predecesores y sus errores (2-4).
2. Validación a través de la sucesión (3).
3. Validación a través de la elección divina (4-5).
4. Eliminación de todos los aspirantes al poder (6).
5. Justificación a través de la fuerza militar.
Los elementos siguen un orden lógico y progresivo de la legitimidad de
Jazael382 y su ascenso al poder. El texto conservado es muy fragmentario y
continúa planteando numerosas preguntas de orden epigráfico e histórico. El
nombre del rey arameo no figura en el estado actual del texto pero todo hace
suponer que se trata de Jazael, rey de Damasco. Jazael es probablemente el
personaje mencionado en los relatos de Elías y Eliseo (1 Reyes 19,15; 2 Reyes
8,7-15.28-29; 13,22-24) del que sabemos por otra parte que era un usurpador
380 Véase Schniedewind (1996: 84-85) y Halpern (1996: 47). Su hipótesis se basa en una inscripción temprana de Salmanasar III que describe un evento similar en la región de Balih, en el Éufrates medio. Se relata el asesinato de un rey llamado Giammu a manos de los nobles de la ciudad, quienes apoyan el dominio asirio en la región, mientras este rey se rebela ante el poder asirio y luego el rey asirio se atribuye su deceso. 381 Véase Na‘aman (2006: 160-166). 382 Véase Smelik y Millard (2000: 161-162). Afirma que Hazael de Damasco es su posible autor, aunque permanece en la duda la autoría ya que nombra a ―mi padre‖ como el antecesor y Jazael aparece en fuentes asirias y bíblicas (2 Reyes 8:7-15) como un usurpador.
169
por el doble testimonio de la Biblia (2 Reyes 8,7-15) y de un texto asirio que lo
califica de ―hijo de nadie‖. Esto no impide que el nuevo rey apele a su
predecesor como si este fuera su padre. En efecto, en tres ocasiones al
comienzo de la inscripción lo designa como ―mi padre‖ (líneas 2-4). Para
legitimar su toma del poder, añade además: ―Hadad me hizo rey. Y Hadad
marchó ante mí‖ (líneas 4-5), Hadad probablemente era la divinidad dinástica.
La continuación del texto evoca las victorias obtenidas (líneas 5-7) y después
precisa (la transcripción está acomodada; ver abajo el texto exacto):
―Maté a Jorán, hijo de Ajab, rey de Israel, y maté a Ocoziyahu, hijo de
Jorán, rey de la casa de David, y reduje sus ciudades a ruinas y
transformé su país en desolación.‖ (Líneas 7-10).
El texto de la estela atribuye así al rey de Damasco la ejecución del rey
de Israel y del rey de Judá que el texto bíblico, sin embargo, atribuye a Jehú,
aunque también sería un usurpador (2 Reyes 9,14-29).
En primer lugar, están las referencias históricas de sus predecesores y
sus errores y la validez de su poder a través de la sucesión, luego la
eliminación de todos los otros aspirantes al poder y la justificación de sus actos.
Estos trazos reflejan similitudes con las inscripciones reales hititas383 y
asirias.384 La estela de Dan se presenta como un elemento más para
reconstruir los clivajes del poder y las relaciones regionales entre los estados
de Israel y Aram.
2. Inscripción de Mesha de Moab
La inscripción se halló en el año 1868, cerca de la ciudad de Dibón, mide
1,10 m de alto por 0,60 cm de ancho, su material es el basalto. Posee 34 líneas
y relata sucesos de la dinastía de Omrí, los primeros años de Jehú, entre 852 y
842 a.C. El primer occidental en ver la estela fue Klein, un misionero que vivía
en Jerusalén y viajaba a través del rio Jordán. Su guía beduino le mostró una
roca escrita en las ruinas de la ciudad de Dibon. Klein intentó comprar la piedra
pero, al conocerse el hallazgo, la venta se complicó por las rivalidades entre
Prusia, Francia e Inglaterra que dominaban los territorios de lo que había sido
383 Véase Starke (2006: 229-232) y Bernabé y Alvarez Pedrosa (2004:115-125). 384 Véase Suriano (2007: 183).
170
el imperio otomano. Los sucesos culminaron con la destrucción de la estela a
manos de beduinos.
Klein reportó el hallazgo al cónsul alemán Petermann que solicitó a
Berlín el dinero para comprar la estela. En tanto, la noticia del descubrimiento
llegó al capitán Warren y a un joven traductor del consulado francés, Clermont-
Ganneau. Este último envió a un árabe a ver la inscripción, quien realizó un
dibujo en crudo de algunas de las letras que fueron suficientes para que
Ganneau se diera cuenta de la relevancia de la inscripción. Ganneau envió a
un hombre llamado Karavaca a tomar una copia en papel de la inscripción. A
pesar de lo que puede ser considerado una indiscreción de Ganneau, ya que la
consecuencia fue la destrucción del monumento epigráfico, proveyó una ayuda
única e invaluable para descubrir los contenidos de la estela. Esta copia de la
inscripción permanece como la única evidencia de la inscripción en su
condición original.385
El cónsul alemán, mientras tanto, continuó las negociaciones en un
esfuerzo por comprar la piedra. Incapaz de concretarla, buscó ayuda en las
autoridades otomanas, gobernantes nominales de la tierra. A finales de 1869,
Frederick III, príncipe heredero de Prusia, realizó una visita oficial a Jerusalén y
en el contexto político de la visita, los turcos estaban de acuerdo en prestar su
asistencia con los intentos alemanes de comprar la estela. Sin embargo, el
enfrentamiento de los beduinos con los otomanos provocó la destrucción de la
estela y la distribución de las piezas entre familias beduinas. Clermont-Gannau
recuperó dos tercios de los fragmentos y los entregó al Louvre. Nunca se
concluyó una editio princeps y sólo en 1870 Clermont-Gannau publicó un
facsímil con una traducción y comentarios pero sin una fotografía de la copia
original. Es así que, en 1885, Smend y Socin publicaron un estudio basado en
la copia existente en el Louvre.386 El texto es el siguiente:
―Yo soy Mesà, hijo de Kemoshyat, rey de Moab, el dibonita. Mi
padre reinó sobre Moab durante treinta años y yo reiné después de mi
padre. Hice este alto lugar para Camós en Qeriho, alto lugar (?) de
385 Véase Lemaire (1994: 31-37). 386 Las referencias a estas publicaciones se encuentran en Lemaire (1994): Clermont-Ganneau (1875; 1887).
171
salvación, pues me salvó de todos los asaltos y me hizo triunfar de
todos mis enemigos. Omrí era rey de Israel y oprimió a Moab durante
muchos días, ya que Camós estaba irritado contra mi país. Y su hijo le
sucedió y dijo: ―Oprimiré a Moab‖. En mis días habló de este modo,
pero yo triunfé de él y de su casa. E Israel quedó arruinado para
siempre. Pues bien, Omrí había tomado posesión de todo el país de
Madeba y había habitado allí durante sus días y la mitad de los días
de sus hijos, cuarenta años. Pero Camós lo abatió durante mis días. Y
yo construí a Baal Maon e hice la piscina y edifiqué Qiryatón.
Las gentes de Gad habían habitado en el país de Atarot desde
siempre y el rey de Israel había construido Atarot para sí. Yo combatí
contra la ciudad y la tomé. Y maté a todo el pueblo…; la ciudad fue
ofrecida a Camós y a Moab. Allí me apoderé del altar de su Bien
amado (?) y lo arrastré ante Camós en Qeriyot. Hice habitar allí a las
gentes de Sarón y a las gentes de Maharot…
Camós me dijo: ―Vete, quítales Nebo a Israel‖. Yo fui de noche
y combatí contra ella desde el amanecer hasta mediodía. La tomé y
maté a todos, siete mil hombres con extranjeros, mujeres extranjeras y
concubinas, ya que la había destinado al anatema por Ashtar-Camós.
De allí tomé los vasos (?) de Yavé y los llevé ante Camós. El rey de
Israel había construido Yasa y permanecía allí mientras me hacía la
guerra, pero Camós lo expulsó ante mí. Tomé de Moab doscientos
hombres, toda su gente escogida,387 los llevé contra Yasa y la tomé
para anexionarla a Dibón. Construí Qeriho: el muro del parque y el
muro de la acrópolis. Construí sus puertas; construí sus torres;
construí la casa del rey; hice un doble aljibe de agua en medio de la
ciudad. No había ninguna cisterna en medio de la ciudad de Qeriho y
dije a todo el pueblo: ―Haced cada uno una cisterna en vuestra casa‖:
Yo hice excavar los fosos para Qeriho por medio de los prisioneros de
Israel.
Yo construí Aroer e hice el camino del Arnón. Construí Bet-
Hamot, pues había sido destruida. Construí Beser, puesto estaba en
ruinas, con cincuenta hombres de Dibón, pues todas las gentes de
Dibón son súbditos míos. Reiné con los jefes de centenas en las
387 Véase Na‘aman (2016: 100-110). Replantea una cuestión filológica aquí, tal como lo había hecho Praetorius hace más de 100 años. Deduce que fueron hombres pobres que no tenían propiedad los que el rey Mesha envió a Jahaz.
172
ciudades que había anexionado al país. Yo construí… Madeba, Bet-
Diblatón y Bet-Maal-Maón y establecí allí a los… de ganado del país.
Y Horonán donde habitaba… Y Camós me dijo: ―Baja y combate
contra Horonàn‖. Yo bajé…y Camós se rindió durante mis días…‖
La Estela de Mesha posee un carácter conmemorativo y destaca
elementos dedicatorios también como la fundación de un templo en honor a
Quermosh, el dios de los moabitas. El registro de los logros del rey es sumario
y posterior a la conclusión de los eventos y no sigue un orden cronológico.388
La primera parte es dedicatoria y la segunda parte describe la construcción del
templo, la estructura de la inscripción ha sido descripta así:389
Preámbulo (1-4)
Sumario de los eventos desde su principio hasta su fin (4-7).
Guerras de Mesha en el norte (7-21).
Actividades de construcción de Mesha durante su reinado (28-31).
Historia de la guerra en Horonaim (31-33).
La importancia de esta fuente radica en la visión que poseía el rey
Mesha respecto del rey Omrí y su hijo Ajab. Ambos son percibidos como
agresores que ocupan un territorio que no les pertenece, aunque lo relaciona
con el enojo del dios con su país. Mesha reacciona, recupera, restaura el statu
quo y castiga en nombre del dios. Este también es un elemento repetido en el
texto bíblico.
3. Inscripción de Salmanasar III de Asiria
Las inscripciones reales asirias conmemorativas presentan al rey
como héroe supremo y se refieren a ellas como registro ―de mis victorias‖,
―de mis tiempos en batalla‖. Las convenciones literarias que poseen las
estelas asirias ya aparecían en la épica del siglo XI a. C con Tiglat Pileser I.
Es en esa época cuando se introducen dos nuevos géneros literarios, la
épica y la crónica,390 que siguen reproduciendo estas convenciones. Se
388 Véase Na‘aman (2007: 144-150). 389 Véase Smelik (1992: 59-72 y 2000: 137-138). 390 Véase Tadmor (1997: 327). El primer texto de este tipo fue el prisma de Amur cuyo desciframiento marcó en 1856 el desciframiento oficial del cuneiforme asirio babilónico. Ahí Tiglat Pileser I representa a un valiente y experto cazador.
173
ubicaban, según Tadmor, en edificios nuevos o restaurados luego de ser
leídas ante una audiencia numerosa, aunque no haya evidencias de
recitación. Han sido pensadas como propaganda comunicacional del imperio
asirio, mientras que otros autores, como Oppenheim, las describen como
escritos ceremoniales. Para Tadmor son expresiones de la ideología política
real que aparece como si fuera de un solo autor pero tras él había muchas
personas en su composición como los escribas y los miembros de la élite
que eran parte de esos relatos que describían. El texto nos dice:
―Alejándome de la ciudad de Arganá, me acerqué a la ciudad
de Qarqar. Arrasé, destruí e incendié su ciudad real. Una alianza fue
formada por estos doce reyes: 1200 carros, 1200 cabalgaduras y
20.000 tropas de Hadad-ezer, el damaseno; 700 carros, 700 caballos y
10.000 tropas de Irhulenu, el Hamatita: 2000 carros y 10.000 tropas de
Ahab, el israelita; 500 tropas de Biblos; 1000 tropas de Egipto; 10
carros y 10.000 tropas de la tierra de Irqanatu; 200 tropas de Matinu-
Ba‘al de la ciudad de Arvad; 200 tropas de la tierra de Usanatu; 30
carros y tropas de Adunu-ba‘al de la tierra de Sianu; 1000 camellos de
Gindibu de los árabes; cientos de tropas de Ba‘asa, el hombre de Bit-
Ruhubi, el Amonita. Ellos fueron a la guerra y lucharon contra mí. Con
las supremas fuerzas que Assur, mi Dios, me dio y con las poderosas
armas del poder divino, que van delante mío y me fueron otorgadas,
luché con ellas. Los derroté desde la ciudad de Qarqar hasta la ciudad
de Gilzau. Pasé por la espada a 14.000 tropas, sus guerreros y cayó
sobre ellos la destrucción que el Dios Adad quería. Llené la llanura con
sus cuerpos y atravesé sus extensas tropas con la espada. Hice que
su sangre fluyera en los wadis. La planicie era demasiado pequeña
para extender sus cuerpos y acomodar sus sepulturas. Hice un puente
sobre el río Orontes con sus cuerpos. En el medio de la batalla tomé
sus carros, sus cabalgaduras y sus caballos.391
En el año 18 de mi reinado atravesé el Éufrates por
decimosexta vez. Jazael de Damasco confió en la fuerza de sus
soldados llevando adelante sus numerosas tropas. Él fortificó el monte
Saniru, la cima que está antes del monte Líbano. Luché contra él y lo
derroté. Pasé por la espada a 16.000 de sus hombres y tomé 1121
391 RYMA (1996: 23). También en COS 2, 113 A, 263-164. La traducción es nuestra.
174
carros y 470 cabalgaduras del campo de batalla. Para salvar su vida,
él escapó y fui tras él. Lo encarcelé en Damasco, su ciudad real y
corté sus jardines. Me dirigí al monte Hauranu, arrasé, destruí y quemé
ciudades sinnúmero. Obtuve más botín del que podía contar. Marché
hacia el monte Ba‘alira, un cabo que se adentra en el mar, erigí allí
una estatua real. En ese momento recibí tributo de la gente del pueblo
de Tiro y Sidón y de Jehú de la casa de Omrí (Humri)‖.392
La inscripción de Salmanasar III describe a Ajab ―El Israelita‖ como un
protagonista destacado en la coalición ante Siria que lo enfrenta en la batalla
de Qarqar, que tuvo lugar en 853 a. C. Ajab detenta la fuerza de carros más
grande de la coalición.
4. Inscripción de Sargón II de Asiria
Esta inscripción fue encontrada en 1845 en Kition (Chipre). Fue
erigida por Sargón II de Asiria. Sargón II gobernó entre 772- 705 a.C. Hijo de
Tiglat Pileser III, continúa las políticas de expansión de su padre y conquista
Samaria, quedando registro en esta inscripción sobre las deportaciones de
sus habitantes en 722 a.C.
El texto no ofrece indicaciones concretas sobre la toma de Samaria.
Sargón II se jacta de haber puesto sitio a la ciudad pero el texto evoca sobre
todo la deportación de una parte de la población y la organización de la
provincia de Samaria:
―Desde el comienzo de mi reinado hasta el decimoquinto año del
mismo, derroté a Humbanigash, el elamita, en los alrededores de Der.
Sitié y conquisté la ciudad de Samaria (Sa- mí- ri- na); me lleve como
botín 27.290 habitantes de ella. Reuní 50 carros de entre ellos, e hice
trabajar al resto en su oficio. Puse al frente de ellos un alto funcionario
mío y les impuse el mismo tributo que el rey anterior. Hanunu, rey de
Hazatu (Gaza) y Re´e, Tartán del país de Egipto, se levantaron contra
mí en Rapihu (Rafia) para entablar combate y lucha. Los derroté. Re‘e
tuvo miedo del fragor de mis armas y huyó sin dejar rastro. Atrapé con
mi propia mano a Hanunu, rey de Hazatu.
[…]
392 RYMA (1996: 60). La traducción es nuestra.
175
Las gentes de Samaría, que se habían puesto de acuerdo con un rey,
enemigo mío (?), para no prestar servidumbre ni pagar tributo, me
hicieron la guerra. Combatí contra ellos con la fuerza de los grandes
dioses, mis señores; conté como botín 27.280 hombres con sus carros
y los dioses de su confianza. Equipé 200 carros de entre ellos para
guardia real mía y establecí el resto de ellos en el interior de Asiria.
Restauré la ciudad de Samaria y la hice mayor de lo que era antes.
Hice venir gente de los países, conquista de mis manos. Puse sobre
ellos como gobernador un alto funcionario mío y los conté con las
gentes de Asiria.‖
5. Los ostraca de Samaria
Se denominan ostraca (singular óstrakon, en griego) a fragmentos de
cerámica con inscripciones. En las excavaciones en Samaria de 1910, dirigidas
por Reisner, se hallaron 102 en total, de los que 63 resultaron legibles. Son
relevantes para reconstruir a partir de nombres personales parte del sistema
administrativo y la división de clanes y la articulación con la capital Samaria.
Los nombres en los ostraca son Shemida, Helek, Hoglah, Abiezer, Asriel, Noah
y Siquem, todos aparecen mencionados como clanes en distintos libros del
texto bíblico,393 que se ubicaban en un radio de no más de 20 km de la capital
Samaria. También aparecen nombres propios como Ahima, Ahinoam,
Samaryaw y Gaddiyaw, sus hijos Helez y Adonyaw y Asa.
Su datación ha sido discutida y hay diferentes alternativas, basadas en
la paleografía y la evidencia cerámica, así como en varios numerales que
aparecen en las inscripciones y son interpretados como 15 o 17 y que por ello
deberían ser atribuidos a reyes que reinaron por al menos quince o diecisiete
años. Reisner los dató para el reinado de Ajab (871-852 a.C.); luego otros
investigadores han sugerido que pertenecieron al reino de Joás (ca. 800-785
a.C.) y de su hijo Jeroboam II (ca. 786-746 a.C.).394 Han sido divididos en dos
393 Véase Niemann (2008: 249-254), quien realiza una clasificación en doce tipos de relaciones entre los que envían y los que reciben, considerando nombres, familias o localidades. 394 Véase Lemaire (1977: 39-43) y Aharoni (1979: 356). Yadin, por otro lado, interpretó el signo como una representación del numeral 9 y atribuyó el óstraka a los tiempos de Menahem, quien reinó diez años. En el noveno año de su reinado (738 a.C.), Menahem pagó tributo a Pul, rey de Asiria (2 Re 15:19-20), y para este propósito
176
grupos de acuerdo con la información que presentan, si bien fueron hallados
todos juntos:
1. Grupo 1: Repite los años 9 y 10 de reinado como el que se realizó el
envío, de qué clan provenía, hacia quién iba y en qué consistía el
envío.
2. Grupo 2: Repite los años 15 o 17 de reinado, el clan que lo envía, a
quien se dirige, el nombre de otra persona, el nombre del poblado
dentro del distrito.
Existen tres interpretaciones respecto a la función que cumplían los
ostraca:
Estos documentos revelarían la existencia de oficiales del rey y
servidores que viven en la capital y comen de la ―mesa del rey‖ (véase
2 Samuel 9:10.13; y 1 Reyes 5:7) y son sus favoritos (véase Samuel
8:14). Las fórmulas corresponden al uso administrativo conocido por
otros textos. Son frecuentes los nombres personales con terminación
en –yaw (típica del norte; en el sur es –yahu o –yah), que es una
abreviación de ―Yahwe‖. Casi la mayoría de los nombres de lugar
pueden ser identificados o localizados actualmente y pertenecen
sobre todo al territorio de Samaria donde se identificó a la tribu de
Manasés; en base a estos ostraca se puede también conocer
relativamente bien la distribución de los clanes de esa tribu.
Las personas nombradas serían propietarios de tierras u oficiales que
habían recibido tierras del rey y por ello enviaban un tributo a
Samaria.
Las personas nombradas eran nobles que recibían de sus tierras
bienes para su consumo durante su estadía en la corte en Samaria.
Destaca el carácter de los envíos: dos fórmulas repetidas
frecuentemente en las ostraca son: ―En el año 10. Para Samaryaw de
Be‘er-yam, una jarra de vino añejo‖ y ―En el año 10. De Jaserot a
Gaddiyaw: una jarra de aceite fino‖. Estas inscripciones fueron
impuso un impuesto especial en estas materias en el noveno y décimo año de su reinado.
177
generalmente interpretadas como un significado de que un envío fue
despachado desde una determinada localidad (Yasit y Haserot, por
ejemplo) a la corte real para las personas nombradas como Ahinoam
y Gaddiyau, por ejemplo.
En un reciente análisis, Niemann propone que los ostraca sólo revelan la
interacción entre clanes familiares, élites regionales, y la residencial real de
Samaria. Las razones de su argumentación son que los ostraca no provienen
de todo el territorio de Israel, ni nombres de oficiales identificables como tales o
del mismo rey como receptores del tributo, ni son regulares anualmente.395
Hay un punto a destacar de los ostraca, en relación con el hecho de que
reflejan un circuito en torno a la capital Samaria, que puede entroncarse con el
crecimiento económico en el norte y con instrumentos regulares de control de
recaudación de tributos y recursos, o bien tributos sobre tierras que eran
destinados a oficiales reales. Develar esto último sólo con el análisis de los 63
ostraca no es posible, pero puede pensarse que se hallaron unos pocos y que
representan una muestra quizás de la existencia de un archivo dentro del
palacio cuya registración estaba relacionada con los recursos centralizados
hacia la capital.
6. Las inscripciones de Kuntillet Ajrud
El sitio de Kuntillet Ajrud fue excavado en 1976 por el Meshel.396 Se
encuentra en el noroeste del desierto de Sinaí. Es un espacio aislado que pudo
ser un fuerte, un lugar de paso, un centro de culto, la construcción es de 25 x
15 m. Su importancia radica en los hallazgos de 2 pithoi con inscripciones y
grafittis en trozos de cerámica de estilo siro-fenicio. Aún hay fuertes debates en
torno a los filólogos por el significado de las inscripciones con alusiones
teofóricas. La inscripción del pithoi A dice: ―Yavé de Samaria‖ y ―Yavé de
Teman‖ (del sur) y en otra parte dice ―a Yavé y su Asherá‖. Ha generado
debate entre los investigadores el sentido de las frases así como el carácter
395 Su posición se relaciona con la postura que sostiene respecto a que Samaria fue un reino tribal ya presentada en Niemann (1993 y 2007). 396 Véase Meshel (1992: 103-109). Realizó tres temporadas cortas de excavaciones, el significado de los hallazgos fueron destacados como aporte a la historia de los aspectos religiosos de los primeros tiempos del yavismo.
178
cúltico del sitio, que se encuentra aislado en el desierto de Sinaí de las rutas
caravaneras (a unos 15 km) que unían la costa sur con el golfo de Aqaba y la
ruta de Darb el- Ghazza. Como estación de paso el sitio presenta numerosas
inscripciones y dibujos de animales y hombres, Na´aman considera posible la
existencia de un árbol grande en el lugar que le daría un motivo a esta
construcción, y a la permanencia momentánea en el lugar397 por motivos
religiosos.
La importancia de la inscripción radica en que nombra a la capital de
Omrí y la presencia de Samaria en ese lugar alejado del desierto. La
posibilidad que asoma es la de que los habitantes de Israel frecuentaran el
lugar enviados por el rey.
7. Análisis preliminar sobre la evidencia epigráfica
Las evidencias epigráficas procedentes de Dan, Moab y Asiria
presentadas en este capítulo provienen del entorno regional y deben ser
analizadas con cautela respecto a la historicidad que contienen esos relatos.
Son textos que pertenecen a un género literario. Los óstraka de Samaria
revelan una organización perteneciente al sistema de tributación de Israel poco
después de la caída de los omridas. Son registros administrativos. Por último,
las inscripciones de Kuntillet Ajrud halladas en la construcción existente en el
desierto son aún motivo de debate entre filólogos, aunque no hay dudas
respecto a la referencia religiosa que implicaron en los grupos de paso, ya que
no hay una ocupación doméstica de ese sitio. Su finalidad genera la posibilidad
de hipotetizar sólo sobre el alcance de estas expresiones aisladas datadas a
comienzos del siglo VIII a. C., cuando los omridas ya eran parte del pasado.
Con la estela hallada en el sitio de Dan, en el norte, hubo entre los
investigadores un debate inicial respecto a su autenticidad y autoría. Se
considera que fue encargada por Jazael, rey de Aram-Damasco, el que
afirmaba que el rey de Israel poseía las tierras de su padre antes de que él
llegara al poder ca. 842 a.C. Observamos una tensión entre la información de
la Biblia y de la fuente epigráfica que provee la descripción de la muerte de
Jorán de Israel y del Rey Ocozías de Judá en un evento único. En 2 Reyes 9
397 Véase Na‘aman (2011: 318).
179
leemos que los dos reyes fueron asesinados en el curso de la Revuelta de
Jehú mientras que en la estela de Tel Dan, Jazael toma este evento como
cierto. Pueden aceptarse dos argumentos; uno es que Jehú actuó como vasallo
de Jazael, tal como opina Schneidewind; el otro es que las descripciones en
conflicto se originaron por la distancia entre la compilación del texto y los
eventos descriptos, como afirma Na‘aman.398
En cuanto a la estela moabita, es la única con la que contamos desde
esa región transjordana. Por tanto, no podemos compararla en un contexto de
desarrollo escriturario en el siglo IX a. C. Posee también un sentido teológico
en su redacción, por lo que nuestra precepción histórica debe dar cuenta de la
creatividad literaria en la redacción, en la construcción de esa fuente. Aún con
estas limitaciones la estela delinea la relación de Moab con Israel, de modo
asequible para nosotros, incluyendo la identificación de los reyes Omrí y Ajab y
de los fuertes de Atarot y Ahaz, reconocidos arqueológicamente en la región de
Moab.
En tanto, las inscripciones de Salmanasar III y de Sargón II pertenecen a
un contexto literario más amplio; los anales asirios son una evidencia central
para conocer las trayectorias militares de la región, el papel de los monarcas y
la imagen que reflejan en la sociedad. Es de especial relevancia el nombre de
Ahab y su ejército. Aunque sea fragmentaria, la posible reconstrucción nos
persuade sobre el conocimiento de su fuerza militar por un imperio como el
asirio, coincidente con la evidencia arqueológica de los descubrimientos de
espacios de caballerizas de Meggido y de resguardo de caballos dentro de las
murallas de Jezreel realizadas por los arqueólogos.
Es tiempo ahora de describir las miradas que sobre la dinastía fundada
por Omrí tuvieron los especialistas, procedentes de distintas disciplinas, en los
últimos años.
398 Véase Na‘aman (2007) y Lemaire (2007: 279-303).
180
CAPÍTULO VIII
Las miradas sobre la dinastía omrida
Como hemos destacado en los primeros capítulos, toda la historia
hebrea tradicional ha sido objeto de indagación y revisión en los últimos años,
incluyendo nuevas versiones para un momento fundacional como el éxodo,399
la historicidad de las narrativas patriarcales,400 la conformación de la identidad
israelita y filistea401 en el siglo XI-X a.C., la existencia de la monarquía unificada
y la existencia del Estado en la región de Judá.402 Sin embargo, los autores que
han abordado la dinastía omrida en todos sus niveles de análisis componen un
grupo reducido proveniente de distintos campos como los estudios bíblicos, la
sociología, la antropología y la arqueología.
Seleccionamos un número de variables que nos posibilitan abordar los
aspectos centrales de la dinastía omrida con miras a identificar el estado del
arte y la comparación e integración de fuentes utilizadas en las investigaciones.
Ellas son:
1. las prácticas políticas del rey Omrí y sus sucesores,
2. la fundación de la ciudad de Samaria como centro de poder para la
dinastía omrida y el papel de las construcciones de la época omrida
así como los recursos utilizados para ellas,
3. la dinámica sociopolítica en la sociedad israelita y los grupos
dominantes en el siglo IX a.C.,
4. las relaciones con otras organizaciones políticas de la región,
5. el advenimiento del Estado con Omrí en Israel.
Cada autor ha interpretado a la dinastía omrida desde un tiempo singular
atravesado por su formación académica, por su posicionamiento teórico en el
marco de sus especialidades y por las fuentes que utilizaron. Entre los primeros
399
Véase Levy, Schneider y Propp (2015). 400 Véase Thompson (1978: 2-43), donde enfrenta a Dever y Clark respecto al trasfondo histórico de las narrativas patriarcales, y niega la continuidad histórica entre los semitas de Mesopotamia y los habitantes de Palestina. Para eso se basa en las enormes diferencias regionales entre, por ejemplo, Mari y Beth Shan, agregando que la aplicación del modelo rowtoniano a Palestina no era adecuado ya que incurría en una polarización social, la de nómades-sedentarios y agricultores-pastores, polarización que no era tal en la realidad de aquella época. 401 Véase Cline (2014). 402 Véase Na´aman (2013: 247-276).
181
está Weber, desde la sociología, y Alt, Noth, Yafé y Ojwang desde los estudios
bíblicos, quienes nos introducen en investigaciones enlazadas con narrativas
veterotestamentarias que plantean problemas específicos que ya hemos
abordado en nuestra interpretación, tales como la compraventa de tierras y las
relaciones socio-políticas que reflejan la memoria escrita sobre estos actos. Así
también Soggin, Niemann y Na‘aman se aproximan al discurso histórico al
integrar en sus análisis evidencias bíblicas y registros arqueológicos, mientras
que Thompson y Pfoh se hallan entre las voces minimalistas y críticas con
matices vinculados con las teorías antropológicas. En tanto, Finkelstein y
Franklin se han centrado en la evidencia propia de su disciplina en su
interpretación del período omrida.
1. La visión de Weber de la sociedad hebrea tradicional
Entre los pioneros, destacamos un trabajo de Weber de 1921 en el que
ofrece su visión de la dinastía omrida y de la construcción de su poder en el
marco de una obra integral sobre Sociología de la Religión. Allí, cuando analiza
el plano sociológico de la historia religiosa judía, destaca que Israel era una
asociación, una confederación cúltica. ―Cuando se funda Samaria se consolida
con sus órganos políticos‖.403
En relación con la dinámica sociopolítica, afirma que el poder fluctúa
entre Salomón y Josías, donde se ubica a la dinastía omrida, haciendo
retroceder la influencia de los ancianos:
―En contraste con todas las demás épocas, retrocede fuertemente en las
fuentes la importancia de los ancianos en la ciudad. Es muy posible que fueran
totalmente desplazados, en su calidad de jueces, por los gobernadores y sus
funcionarios reales al menos en las ciudades, las cuales eran verdaderas plazas
fuertes de los reyes, y conservaran solamente en las zonas rurales su vieja posición,
como ha sucedido en todas las monarquías de Asia.‖404
Para Weber la estratificación social de la ciudad israelita sería similar a
la de todas las ciudades durante toda la Antigüedad:
―En la ciudad el patriciado como acreedor; fuera de ella, los campesinos
como deudores. Sin duda, también aquí los linajes urbanos obtenían a
través de los ingresos directos o indirectos de las ganancias comerciales
parte de los recursos para los préstamos usurarios del campo.‖
Y destaca también:
―La presencia de comerciantes israelitas en Damasco que si bien se
mencionan por primera vez en el contrato de Ajab con Ben Hadad (1 Re:
20,34), naturalmente, estos existían desde hacía mucho tiempo en las
ciudades propiamente israelitas.‖ 405
Cuando se refiere a Salomón:
―Tras su muerte se alzaron contra su monarquía urbana las tribus que aún
no habían adoptado una organización urbana para desembocar tras pocas
generaciones y mediante la fundación de Samaria en una monarquía
igualmente urbana que era amenazada constantemente por usurpadores
rurales y que durante la dinastía de los omridas poseía numerosos carros
de guerra. Las formaciones sociales como las tribus pastoriles, tribus
campesinas y las ciudades, que hasta ahora había cristalizado de un modo
singularizado y yuxtapuesto, se fundieron ahora en un todo. La hegemonía
política pasó a la capital y a los linajes asentados en esta.‖ 406
Afirma también algo provocativo aún hoy y es que Omrí no tiene nombre
gentilicio ni israelita.407
2. Los biblistas
Unos pocos años después, en 1925, el biblista alemán, Alt,408 analiza
brevemente la dinastía de Omrí dentro de sus ensayos sobre el Antiguo
405 Véase Weber (1998 [1921]: 39-42 y 81-82). Aunque esta dicotomía nos revela su búsqueda de la mentalidad económica en la ética religiosa hebrea. 406 Véase Weber (1998 [1921]: 109). 407 Véase Weber (1998 [1921]: 39). 408 Si bien el trabajo central de Alt fue sobre la época del asentamiento en Canáan y se basaba esencialmente en la crítica interna del texto bíblico, observó que el proceso de ocupación fue paulatino, que los primeros israelitas eran pastores nómades que probablemente llegaron desde Transjordania, Siria o Egipto y que se unieron luego a grupos que ya estaban en el territorio de Canaán, como los habiru, conocidos desde el
siglo XIV a. C. por las cartas de El-Amarna. Este proceso duró varias generaciones, con avances y retrocesos por la resistencia de los viejos ocupantes en algunas regiones. Aharoni será a mediados del siglo XX el autor que intentará examinar los
183
Testamento y también detecta cambios respecto al período anterior a la llegada
de los omridas al poder en Israel, en la época de la monarquía unificada. Así,
refiere a un cambio en la concepción de la monarquía, ya que en otros textos
―reinaban reyes‖ y con Omrí ―reina una dinastía‖. Lo mismo sucedería con
Jehú. Compara la dinastía con la de David, por la imagen carismática similar a
la que habría sido la de Saúl. Alt remarca que ―dinastía‖ no es algo obvio en la
Biblia y considera que la influencia de la población cananea y las alianzas de
Omrí con Tiro mediaron en la percepción del poder real. Contribuyó en su
interpretación la unión del poder tribal de un líder, Omrí, con los habitantes
cananeos de la región.409
En la década de 1960, un discípulo suyo, Martin Noth, publicó su obra
Historia de Israel, donde plantea su posición respecto a la dinastía omrida.
Coincide con Weber en la ausencia de tradiciones familiares de Omrí y agrega
que Ajab coincide también con las raíces de los nombres árabes.410 Noth
comenzó con una comparación de lo que él entendió como una coexistencia de
los ―pequeños reinos de Judá e Israel‖ por momentos pacífica, por momentos
belicosa. Cuando cita los episodios de 1 Reyes 14,30 y entre los reyes Baasa y
Asa (1Re 15,14),411 las diferencia y afirma:
―Los monarcas israelitas de la dinastía de Omrí perseguían una idea
política deliberada, cuando corrieron un velo sobre los pequeños
problemas que existían entre ellos y sus vecinos judaítas y trataron de
estar en buenas relaciones con ellos: las fuerzas entre ellos no estaban
equilibradas: Judá más pequeño, iba a remolque de Israel que estaba
gobernado por unos monarcas muy competentes, y los reyes de Israel
supieron conservar las bridas ante sus colegas judaítas, menos
puntos de vista de Alt a la luz de los nuevos datos arqueológicos aportados por sus excavaciones en Galilea y en el Valle de Beersheba. 409 Véase Alt (1966: 255), traducción de su original en alemán publicado en 1925 bajo el título Die Landnahme der Israeliten in Palastina. Herrmann (1985: 267-283) coincide
con esta postura que, además, analiza a la dinastía omrida como portadora de un plan político que desconocemos. 410 Véase Noth (1966: 216). Es una cuestión abierta y sugerente que no ha sido retomada en la actualidad. 411 Véase Noth (1966: 220-222). Esta propuesta fue ampliada por Donner (1977: 391), quien sugirió un vasallaje entre Judá e Israel, ya que el primero era obligado a prestar fuerzas militares a Israel. Años más tarde, Miller y Hayes (2006: 304) van un paso más al interpretar la relación afirmando que Judá se convierte en Estado vasallo para todos los propósitos útiles para los omridas. Véase también en ese sentido Knauf (2000: 81).
184
poderosos. La acción militar para apoderarse de Ramot Galad, presenta
a ambos reyes como aliados en una acción militar que sólo ofrecía un
interés inmediato a Israel. Ambos reyes llegaron a crear lazos de familia
entre ellos: Jorán se casó con Atalía, hija de Ajab, matrimonio que al
parecer se llevó a cabo por razones políticas.‖412
Respecto a las relaciones con Fenicia, Noth afirma que:
―Los monarcas israelitas de la monarquía de Omrí, hicieron de la
resistencia a la amenaza aramea el punto básico de su política.
Procuraron establecer relaciones con las ciudades fenicias de la costa.
Esta situación se relaciona con el casamiento del príncipe real Ajab, hijo y
sucesor de Omrí, con Jezabel, hija de Etbaal de Tiro rey de los sidonios.
Se comprende que mediante dicho matrimonio, Omrí intentase crear
lazos firmes con las ricas y poderosas ciudades marítimas y comerciales.
La boda de Ajab con Jezabel provocó fuerte oposición en el propio Israel,
que la tradición personifica en el profeta Elías‖.413
Acerca de la visión de este autor respecto a la reacción de la sociedad
hebrea frente a una reina extranjera:
―Los despóticos impulsos de Ajab se atribuyeron también a la reina
extranjera, lo cual constituye una prueba más de que la monarquía se
veía obligada a seguir leyes profanas. Los reyes de la dinastía de Omrí
fueron las figuras históricas más importantes del reino de Israel, no
obstante lo cual, la oposición interior terminó provocando la caída de los
omridas, Jehú fue nombrado rey con la manifiesta obligación de
deshacerse de una familia que se había comprometido por su
identificación con el culto de Baal tal como se practicaba en Samaria.‖ 414
La posición de Yafé, teólogo judío, es interesante ya que plantea una
dinámica sociopolítica para la época omrida que se basa también en la
evidencia bíblica pero sin dejar de brindar comparaciones con Mesopotamia
respecto a las prácticas distintivas de los hebreos durante el siglo IX a.C.
Describe la existencia de grupos sociales: ―ancianos‖, ―nobles‖ y ―jueces‖
dentro de la administración real. La distinción de las funciones
ningún interés personal en sostener los viejos derechos de familia, tan
apreciados por la aristocracia tradicional. Esta realidad fue muy provechosa
para el rey en su lucha por la consolidación de su autoridad y el avance de sus
intereses en el país. Gracias a los nobles, estos intereses de la corona fueron
protegidos también a nivel local.421 Más adelante, puntualiza —siguiendo a
Pedersen—422 que los ―nobles‖ se transformaron en un grupo asociado al rey.
Se separaron de los ―ancianos‖, que permanecieron leales a los intereses de
las comunidades locales y constituyeron la columna vertebral del poder del rey
en todo el país. Es posible que, en sus orígenes, los ancianos proveyeran los
recursos humanos de los que surgieron los primeros śārim.423
Es difícil determinar cuáles eran las funciones exactas de estos ―nobles‖
en Israel. Aparecen, a veces, como jefes militares del rey (1 Reyes 9,22; 2
Reyes 1,14; 11,4; etc.) como autoridades civiles tales como ministros (1 Reyes
4,2), gobernadores (1 Reyes 20,14; 22,26; 2 Reyes 23,8) o funcionarios en
general (Jeremías 24:8; 34, 19:21; etc.).424 Pero lo que resulta indiscutible es
su conexión con el rey. Yafé afirma que ―es muy posible que la coexistencia de
nobles y ancianos en la misma comunidad, pudiese haber creado una situación
de balance, entre las pretensiones políticas del gobierno central y las
prerrogativas otorgadas por la tradición al liderazgo local.‖
Por último, el biblista y pastor luterano de origen africano Ojwang,
presenta en 2007 su tesis doctoral en la Escuela Luterana de Chicago con el
título The House of Omrí: a Sociohistorical Study of the Israelite Political an
economic Systems (885-841 a.C.).425 Considera que la introducción, a partir de
1960 y 1970, de teorías sociológicas, ha sido generadora de una corriente de
producción de trabajos ligados con las problemáticas características de la
historia social como las leyes, las profecías, el surgimiento de Israel en el
territorio. Ojwang se posiciona dentro de los estudios bíblicos orientados por los
trabajos sociológicos iniciados por Mendelhall y Gotwald en los Estados
Unidos. Este investigador rastrea las necesidades sociales de estabilidad,
orden y justicia a partir de las historias de Elías y Eliseo, esto es, las ―narrativas
421 Véase Seebas (1974: 479). 422 Véase Pedersen (1954: 38-9). 423 Véase Mckenzie (1959: 528). 424 Sobre las diversas funciones de los śārim véase De Vaux (1961: 69). 425 Agradezco a la Dra. García Bachmann por la referencia de esta tesis en Chicago.
188
proféticas‖. Ojwang se alinea dentro de la teoría desarrollada por Eisenstad t426
en 1963 que afirmaba que las características centrales de estos sistemas eran
una monarquía, un tipo de legitimación tradicional, la pasividad política de
sectores sociales, y ausencia de derechos políticos en la población. Este
biblista afirma que: ―el rey Omrí estableció un gobierno centralizado con una
burocracia centrada en Samaria. Samaria crea y mantiene una administración
provincial bajo su control.‖ Agrega también que, sin embargo, ―los omridas no
pudieron obtener la legitimidad de su dinastía sin apelar a las tradiciones
religiosas de Israel.‖ 427
En cuanto a la naturaleza del Estado omrida, Ojwang afirma, por un
lado, que la monarquía debió avanzar en el control de ―un estrato social
conflictivo‖, con el objeto de ―flexibilizar la producción de recursos que era
problema frente al requerimiento estatal de mano de obra‖. Y por otro, el autor
subraya las ―tendencias imperiales‖ en los omridas en relación al sometimiento
de Moab.428
Respecto a la ideología real, Ojwang considera que ―la legitimación se
encuentra en el ascenso de Omrí cuando habla la Biblia de la participación de
todo Israel‖ y que la imagen de rey sabio, proveedor, juez y legislador persisten
en 1 Samuel 8:11-17. Afirma también:
―me parece que, en Israel, dada la reducida área geográfica y el hecho
de que las poblaciones rurales reemplazaron al personal militar y a gran
parte de la fuerza de trabajo (en la época de Salomón y, menos, en el
período omrida), y dadas las representaciones tribales ante consejos y
asambleas, podemos esperar el intercambio entre ciudades incluida
Samaria.‖429
La relación sociopolítica entre rey-súbditos es entendida por Ojwang
como la de patronos-clientes. El biblista parte de la consideración de que ―los
426
Véase Eisenstadt (1969), quien destaca la existencia de dos grupos sociales que los
reyes deben controlar: por un lado, la aristocracia terrateniente, el campesinado y los grupos económicos urbanos; y por otro, los grupos funcionales de burócratas, ejército y elites religiosas. 427
Véase Ojwang (2007: 143). La traducción es nuestra. El autor se basa en los distritos de Salomón (1 Reyes 4). 428 Véase Ojwang (2007: 50). La traducción es nuestra. 429 Véase Ojwang (2007: 163). La traducción es nuestra.
189
lazos de parentesco en Israel perduran durante el período de la monarquía‖.430
Relaciona esto con el pacto entre Israel, representado por David, y Dios,
considerando aquí como fuente a Josefo, quien observó paralelos con el
mundo romano que habitaba. Ojwang afirma que, donde no había lazos de
parentesco, había patronos-clientes y que las ―narrativas omridas‖ poseen
pasajes donde las relaciones se ven orientadas por la ideología de la relación
patronos-clientes, por ejemplo, cuando los profetas de Baal comen en la mesa
de Jezabel; donde los profetas proveen soporte religioso a las relaciones entre
Ajab y Fenicia y, a cambio, reciben protección de Ajab. Otro ejemplo para este
autor, es el de los hijos de los profetas Elías y Eliseo respecto a ellos (2 Reyes
4:1-7, 38-4). Algunas relaciones exteriores de Israel parecen seguir el mismo
patrón: Ajab y Ben Hadad (1 Re 20), quien lo llama ―mi hermano‖, e Israel con
Fenicia, como miembro dominante, y Judá con Israel, parecen, según Ojwang,
tener un carácter similar. Así, el autor considera que
―la organización política de los omridas se basó en la de Salomón que
organizó los tributos en el norte de Israel donde había recursos y esta
tradición agrícola en el norte pudo estar relacionada con la resistencia a
las políticas monárquicas. Es posible explicar que pudo ser la razón por
la cual no existió un vínculo carismático como en Judá.‖431
Es importante una inferencia que Ojwang propone para la mano de obra
utilizada en las construcciones del período salomónico. Cita en 1 Reyes 15-19
el reclamo de los ancianos a la muerte de Salomón sobre la reducción del
tributo, que podría haber sido la prestación de corvea. Afirma también que:
―la economía israelita puede verse en las narrativas proféticas de Elías y
Eliseo que dan los rudimentos de una economía dirigida por el estado
destacando la puerta de Samaria como el lugar de las transacciones, lo
que permitía al rey ejercer un control cercano sobre los excedentes.‖432
430 Véase Ojwang (2007: 168-173). Sigue en parte el razonamiento de Lemche respecto a la existencia de patronazgo en Palestina durante el Bronce y el Hierro, pero se distancia cuando este último niega la existencia de Estado. Véase Lemche (1996: 119). 431 Ídem (2007: 231). La traducción es nuestra. 432 Ídem (2007: 245). La traducción es nuestra.
190
Aun así, en su trabajo concluye que ―la vida socioeconómica en Israel se
caracterizó por una baja tolerancia a la opresión monárquica ya que la
población se rebelaba.‖433
Así también Soggin dedica un espacio a Omrí dentro de una obra
general sobre la Historia de Israel cuando afirma, en un breve recorrido sobre
la dinastía, algunos matices que consideramos pertinentes destacar. Omrí llega
al poder luego de cinco años de desórdenes que demuestran la inestabilidad
existente a nivel institucional en Tirsá. Soggin rescata la figura de Tibni como el
gran oponente de Omrí, con la mitad del apoyo de la población. La situación es
beneficiosa para Omrí ya que la mitad que lo apoya es el ejército, lo que no es
un asunto que debe tomarse como un dato menor. Soggin434 también se refiere
a Samaria y a Semer en la misma línea que Alt y opina que Semer era un
cananeo y que la operación de compraventa se hizo bajo ley cananea.435 Esta
mirada enriquece el contexto de emergencia del poder de la dinastía ya que la
fuerza del rey se impone ante la práctica cananea.
Contamos también con el aporte de Niemann, epígono altiano, quien
desde principios de 1990 ha estudiado las estructuras de poder en Israel y en
Judá.436 Afirma que Israel desarrolló estructuras estatales bajo los reinados de
Omrí y Ajab pese a ser periódicamente vapuleado por rivalidades personales y
tribales y, desde 853 a.C., por la expansión asiria hacia el oeste. Este autor
entiende que la inestabilidad de la región se debe a la existencia de grupos
tribales segmentarios dedicados a la cría de ovejas y a pequeños granjeros que
fueron un factor de resistencia al desarrollo del Estado. Así sostiene que:
―durante la primera parte del siglo IX a.C. Israel creció desde su centro
ubicado en la zona montañosa central y controló Jeezrel y Galilea a
través de unos pocos centros administrativos, hasta que la invasión de
Hazael lo obligó a retraerse hasta su tamaño en el siglo X a. C. La lucha
433 Ídem (2007: 268). La traducción es nuestra. 434 Véase Soggin (1993: 212-222). Posee una visión final negativa ya que dice que no podremos saber el estatus legal del comprador con el que Omrí adquiere el monte donde construye Samaria. 435 Véase Timm (1982: 143), quien duda acerca de este asunto ya que dice que Semer no es un nombre cananeo. 436 Véase Niemann (1993: 38-40).
191
interna de Jehú y los omridas favoreció claramente el avance de los
arameos437‖.
Más adelante considera que la estructura del poder real fue limitada, y
que su rey fue un líder guerrero que se movilizaba con poca guardia personal
bajo su mando y unos escasos funcionarios. Las razones que encuentra son
básicamente dos: vecinos poderosos y la vitalidad de las estructuras tribales a
las que relaciona con las funciones de Samaria. Afirma Niemman que Samaria
no fue una ciudad capital tradicional, sino una montaña protegida para la corte
y la familia de un rey guerrero móvil, que dentro del territorio tribal era un ícono
del poder real y una muestra de la base tribal del Estado.
Considera que esta ciudad fue sólo una residencia real y se convertiría
en capital cuando Sargón instalara un gobernador allí en 720 a.C. Su
interpretación se basa en evidencias arqueológicas de los sitios que se
excavaron en el siglo XX, en especial los reportes de Tappy para Samaria.438
Con la fundación de Samaria describe un claro quiebre en la percepción
territorial de Israel, que se orientaría hacia la costa fenicia, alejándose de Tirsá.
Considera también el objetivo de alejarse de las estructuras tribales:
―Las demás funciones fueron distribuidas en otros sitios como en Hazor
y Ataroth las militares, en Meggido las comerciales y administrativas, y
en Dan el culto como punto de encuentro en la frontera norte del
territorio. Mientras que las funciones defensivas (puestos fronterizos) se
mudaban de norte a noreste porque era la región más expuesta. El
corazón tribal estaba protegido por Meggido, Tanach y Jezreel y,
posiblemente, por otras bases de soporte.‖
Niemann ve como un punto posible a Gezer, en el borde sudoeste, y a
Jericó, como punto medio entre las conquistas del norte de Moab, Ataroth; así
como Betel y Dan fueron santuarios tradicionales. Describe a un reino móvil,
flexible en sus centros y disperso según las funciones de cada uno. Aunque
437 Véase Niemann (2007: 186). La traducción es nuestra. 438 Vèase Tappy (1992).
192
Niemann439 no lo nombre, su interpretación del carácter del reino de Omrí se
relaciona con los modelos explicativos de Rowton440 para Mesopotamia.
Con el historiador biblista israelí Na‘aman aparecen novedades. Si bien,
en la misma línea de comparación de Israel con Judá, afirma que el análisis
histórico para el siglo IX a.C. se ha transformado por las excavaciones
arqueológicas de los últimos años y ha adquirido un estatus político similar al
de la dinastía omrida en Israel.441 Niega este autor a Noth respecto a la
existencia de una relación de subordinación de Judá con Omrí que se apoyaría
sólo
―en dos evidencias bíblicas del rol de liderazgo del rey de Israel en las
tres campañas militares contra Aram y Moab descriptas en 1 Re 22:1-37
y 2 Re 8: 28-29 y 9: 1-15 y el matrimonio de Jehoram y Atalía con el
ascenso de la influencia en la corte de Jerusalén. Las alianzas fueron
una forma de sumar poder militar y enfatizan el estatus independiente
de sus miembros, no su subordinación, mientras que las políticas
matrimoniales entre casas reales generaban una cooperación más
cercana entre ellas.‖442
3. La visión de Copenhague
Ya hemos nombrado que el profesor Thompson, desde mediados de
1970, ha sido una figura central de la crítica bíblica iniciada por Wellhausen y
dentro de la corriente minimalista, desde 1990 es una voz erudita y aguda en la
revisión de toda la historia de Israel. Destacamos su visión de la dinastía
omrida. Thompson afirma que:
439 Véase Niemann (2007: 200-202). 440 Ya ha sido citada la obra de Rowton en el capítulo I, consideramos que es para Niemman una referencia ineludible en su pensamiento sobre Samaria y Omrí, elaborado en la década de 1970. 441 Véase Na‘aman (2013: 258), contra la propuesta iniciada por Jamieson-Drake (1991) al proponer que Judá era pobre y marginal en esa época, y que podía considerarse un Estado a mediados del S VIII a. C. Esta posición fue apoyada por los minimalistas Thompson (1992: 310-316), Davies (1992: 63-70) y por Finkelstein y Silberman (2001: 238-250). 442 Véase Na‘aman (2013: 261). La traducción es nuestra. En cambio, Sergi (2014: 233-247), concentrándose en la zona de Judá, afirma que ese matrimonio consolida la hegemonía de la casa de Omrí con la casa de David y demuestra la relación asimétrica entre ambas regiones.
193
―La prosperidad de la región durante el Hierro II se relaciona con el
resurgimiento del comercio y la demanda creciente de aceite, vino y
madera. En este contexto, la fundación de Samaria ha sido una capital
con estructuras públicas dominantes, donde destaca, por ejemplo, la
ausencia de un hinterland en Samaria, a diferencia de todos los centros
urbanos anteriores en la región de Levante. Es una capital que estaba
más allá de la región montañosa central y que —según los textos
asirios— competía con Tiro y Damasco por el control de la región de
Jezreel.‖443
Thompson sostiene que la base de poder que se instala en Samaria es
nueva respecto a todo lo anterior en Palestina. Para este autor, el desarrollo de
la ciudad de Samaria fue el resultado final de la racionalización del comercio
para ajustar las demandas de los mercados externos a las montañas centrales.
Hablará de un acuerdo (utiliza la palabra ―cartel‖ en inglés) para comerciar y
convertirse en un centro autónomo de toda otra dominación regional. También
afirma que Samaria fue fundada para monopolizar la producción de las rutas de
Jezreel. La estabilidad de la población de esta región durante cuatro siglos fue,
para Thompson, la razón por la que aparece el Estado con Omrí, quien tuvo
ambiciones de expansión y por eso entró en conflicto con la dominación asiria
por el control de Gilead, Jezreel y Galilea.
Orientado hacia temáticas antropológicas e influido por los estudios
etnográficos en Cercano Oriente, el historiador Pfoh ha publicado en los últimos
años una serie de artículos ligados con las prácticas sociopolíticas en Palestina
en un arco temporal de más de mil años, y con fuertes influencias de la escuela
de Copenhague. Respecto al reino de Israel o Casa de Omrí, como la llama
Pfoh, afirma la inexistencia de Estado:
―por la interminable sumisión a los poderes extranjeros ¿existió algún
tipo de soberanía nativa en el territorio ocupado por Omrí? En otras
443 Véase Thompson (1994 [1992]: 409). En este trabajo Thompson despliega una gran revisión crítica de todo lo que se había escrito sobre Israel temprano. Destacamos, en especial, una idea fuerza en su pensamiento cuando afirma (p. 421): ―A significant benefit of establishing the historical context of the origin of the Israel of tradition is that one creates thereby an entry into the intellectual matrix or Zeitgeist that had formed the central core of Israel´s tradition as a whole, that complex of legal, cultic and folk tradition, whose preservation was central to both the formation and the survival of Israel´s self understanding.‖
194
palabras ¿controló el reino de Israel al conjunto de la población viviendo
bajo su dominio, en un sentido de soberanía absoluta, o la élite del reino
dependía, antes bien, de los jefes de los principales centros políticos
asociados con la capital del reino, en Samaria?‖
Se pregunta Pfoh:
―¿Por qué deberíamos pensar que el reino de Israel/Omrí representaba
algo necesariamente distinto de las estructuras previas y posteriores en
la región? Esta pregunta es apropiada especialmente ante la ausencia
concreta de evidencia de práctica estatal en la Palestina de los siglos
IX-VIII a.C. Así pues, la Bit Humriya parece haber constituido, antes
bien, una especie de jefatura compleja,444 sin la necesidad de una
burocracia administrativa, aunque estructurada a partir de una jerarquía
basada en lazos de parentesco y patronazgo.‖445
4. Los arqueólogos
Es momento ahora de abordar el pensamiento de un israelí que se ha
destacado en los últimos treinta años. Israel Finkelstein es arqueólogo y ocupa
hoy un lugar destacadísimo en la historiografía israelí. La primera posición que
toma es la asunción del paso de jefaturas a Estados, en el marco del modelo
neoevolucionista:446
―El Estado omrida fue establecido sobre sólidas bases de marcados
asentamientos desarrollados en un sistema demográfico. Los omridas
444 En esta línea sigue la elaboración de Renfrew sobre la existencia de una interacción de entidades sociopolíticas análogas, y a toda la literatura antropológica en cuanto a definir ―la jefatura compleja‖ como una jerarquía regional, con un jefe principal y jefes subsidiarios. Los jefes principales poseen una autoridad centralizada para la toma de decisiones, movilizando recursos pero dejando a las comunidades locales y a los subjefes a su discreción, véase Yoffe (1993: 62), Pfoh (2004: 144-54 y 2009). 445 Véase Pfoh (2011: 96-98). 446 En consonancia con los trabajos de Fried y de Service, Finkelstein identifica jefaturas, en el caso de Saúl, David y Salomón, y en el caso del estrato II de Tel Masos, en el Néguev, llamándolas a partir de registros arqueológicos, ―política del desierto.‖ Luego usa el mismo modelo explicativo para el Norte de Israel siguiendo a Claessen y Skalnik (1978: 17-19, 586-589) que definieron los Estados tempranos con siete características taxativas: una población mínima de 500 personas, un territorio identificable y definido, una organización política y un gobierno central con un solo centro, autonomía y un gobernante que a su vez es un jefe militar que puede usar a la población para prestaciones en el ejército, una mínima estratificación social: gobernantes y gobernados, aporte regular de bienes que sustentan la organización estatal y una ideología estatal que legitima el poder del gobernante.
195
poseían una agenda ambiciosa, optaron por la expansión y la creación
de un extenso Estado territorial multiétnico. Sin la arqueología no
podríamos haber conocido que los omridas establecieron su primer
Estado territorial en el Levante.‖447
Afirma que el reino de Israel fue ―polifacético‖ por sus diferentes
ecosistemas y por su población heterogénea (diversidad étnica y cultural). Las
serranías de Samaria, centro del reino, presentan un sistema de asentamiento
cuyas raíces se encuentran en la sedentarización de los grupos pastoriles del
Hierro I (hipótesis de Alt). Parte de este sector rural parece haber sobrevivido
ante la aparición de las ciudades.448
Finkelstein, en el año 2013, presenta un libro sobre la época omrida,
desde cuyo título ya se deduce el tipo de abordaje que lleva adelante, The
forgotten Kingdom. The archaeology and history of Northem Israel. Una de sus
recientes afirmaciones apunta a
―que la Biblia registre con precisión reinados y eventos, no implica que
sean históricos ya que cada historia debería estudiarse en sus propios
términos de acuerdo a la información arqueológica y a la exégesis
textual teniendo en cuenta especialmente la ideología de los autores y
la tendencia a deslegitimar el reino del norte y sus reyes.‖449
Finkelstein desarrolla su explicación de la expansión omrida del
siguiente modo: la época de los omridas es para él un ―clásico caso de larga
447 Véase Finkelstein (2001a: 109 y 329). La traducción es nuestra. Sin embargo, no fue el primero en describir este modelo: Jamieson-Drake (1991: 140-144), aunque no ofrece tampoco una definición de Estado y jefatura, afirma que ―The transmission from chiefdom to statehood for Israel has been assumed often and explained seldom. The evidence provided in this study and technical definition of ―chiefdom‖ as it appears in the sociological literature, seem to indicate that this term may be one of the most applicable to the level of administrative control present in 10 th century Judah‖. 448 Aunque Finkelstein (1992) relacionaba esta población con las élites del Bronce Medio que habitaban en Siquem y Siló, en un trabajo de 2003 intenta conectar la transición de las ciudades-Estado con los Estados territoriales (2003: 80). Debemos tener en cuenta que se da un proceso equivalente en la región de Aram-Damasco, en la misma época. La presencia fuerte de los arameos en el valle de Bethshean se refleja en su cultura material y, particularmente, en sus inscripciones. 449 Véase Finkelstein (2013), aunque aclara que es un resumen de un conjunto de conferencias dictadas en Francia, se compone de un análisis en un arco temporal que va de 1350 a. C al 700 a. C. El objetivo es tratar la situación geo-política del sur de Levante. Aclara (p. 10) que los datos que utiliza provienen de dos estudios: modelo estadístico de muestras, en total 229, provenientes de 38 estratos de 18 sitios y un modelo estadístico para un solo sitio. En Meggido son 100 muestras de 10 niveles distintos.
196
duración‖, y describe tres estadios en la expansión del reino del norte, una fase
pre-omrida que habría alcanzado sólo la zona del valle de Jezreel; la fase
omrida en la que propone una expansión hasta Hazor y las montañas de
Galilea; y la última, en la primera mitad del siglo VIII a.C. hasta Dan.450
Presenta especulaciones sobre las plataformas en Samaria, afirmando que la
extensión de Samaria debe haber sido mayor.451
El programa arquitectónico llevado a cabo por los omridas parece haber
sido concebido según sus ambiciones de expansión territorial. Con excepción
de su capital Samaria, Jezreel parece haber estado localizada en el centro del
territorio de Israel. El complejo omrida pudo haber sido erigido como centro de
control demográfico del valle y como puesto militar relacionado con la fuerza de
los carros del reino.452 Respecto de los recursos del reino del norte para llevar
a cabo estas obras públicas a gran escala, Finkelstein apunta principalmente a
la población numerosa, que pudo haberse organizado en cuadrillas de trabajo
desvinculadas de los trabajos agrícolas.453
Un tema central son las fronteras. Para Finkelstein, los fuertes que
fueron construidos en la frontera del reino, por ejemplo, Hazor y En Geb se
erigieron enfrentando los dispositivos políticos de Aram-Damasco, en tanto que
Jahaz y Ataroth, para vigilar la zona moabita de Dibon y Jezer, y las ciudades-
estado filisteas. Así, la intervención de esta dinastía en los territorios de estos
vecinos fue en búsqueda de legitimidad y también de pacificar a la población y
asegurar su lealtad al rey, ya que al mismo tiempo se erigían reinos
competitivos, como los de Damasco y Moab. Finkelstein ve en este momento la
definición de las fronteras territoriales del Estado:
―Esta periferia fue obtenida por el poder militar, pero fue incapaz de
mantener por largo tiempo una estabilidad. Esto lo demuestra la estela
de Tel Dan y, arqueológicamente, la destrucción de varios sitios.
Controlar a la población de los valles fue un objetivo importante también
porque aseguraba una dimensión práctica que tenían estas regiones
450 Véase Finkelstein (2011: 228-240). 451 Aquí Finkelstein (2013: 87) se opone a Niemann (2007), quien ve una residencia del rey en la plataforma alta. Sugiere que las dos plataformas, la alta y la baja, tuvieron diferentes propósitos. La primera, que incluye el palacio, fue probablemente el lugar del trono, mientras que la segunda, funcionó como cuarteles para los oficiales que servían al aparato burocrático del reino. 452 Véase Finkelstein (2013: 109). 453 Ibídem.
197
que era la de ser columna vertebral de la economía del reino y el
sustento de los soldados integrantes del ejército. Esto muestra los
recursos administrativos y humanos que tuvieron los omridas para
lograr estabilidad y prosperidad durante los 40 años que duró su
dinastía.‖
Introduce en este último trabajo la idea de que el reino del norte poseyó
dos mitos fundantes originados en su territorio: el ciclo de Jacob y el éxodo en
el desierto. Afirma que ambos aparecen en los textos proféticos del siglo VIII
a.C. y son llevados a Judá luego del colapso del reino y adoptados en la
ideología judaíta y luego en la Biblia. Afirma que comenzaron como tradiciones
orales y no puede asegurar que tuvieran una conexión entre sí.454 La
subordinación de Israel a Judá sería la de Abraham sobre Jacob, en cuyo ciclo
ve indicios claros del reino del norte. En relación a la existencia del sitio de
Kuntillet Ajrud455 en la primera mitad del siglo VIII a.C., Finkelstein propone que
la idea milenaria del pueblo de Israel es un resultado del reino del norte y la
Biblia, un producto del imperialismo asirio.456
Norma Franklin publica en 2005 una serie de artículos que enlazan el
origen del reino de Israel y los que denomina símbolos tangibles de
estatalidad457 que halla en las excavaciones en las que interviene, como
Megido y Jezreel. Y una revisión controvertida de los registros de Samaria,
donde modifica el orden estratigráfico. En Megido, el estrato V y los palacios
1723 y 6000 y las marcas de albañil halladas en las excavaciones de principios
del siglo XX458 son para Franklin evidencia de estatalidad. Franklin también
454 Véase Finkelstein (2013: 141), donde refiere a la fundación de Bethel y Penuel en Génesis 28:11-22 y en 32: 23-32. Para él, una clave del texto es que no se menciona a Siloh, que era un centro cúltico conocido en la época. 455 El sitio estuvo activo en la época de Jeroboam II. Aparecen referencias a Yavé en las inscripciones de esa época, gran cantidad de cerámica del reino del Norte que demuestran que Israel dominaba esa ruta de Darb el-Ghazza. Véase Meshel (1978; 1992: 103-109). 456 Véase Finkelstein (2013: 162). 457 Véase Franklin (2005), tesis de doctorado inédita. Aglutina artículos sobre los sitios donde analiza los estratos que coinciden cronológicamente a partir de la datación y los rasgos comunes de las construcciones. 458 Las primeras catorce marcas fueron descubiertas por G. Schumacher (1908: Tafel XXXe) en Megido en 1902-04. Él, además, dirigió excavaciones preliminares bajo la dirección de Harvard en Samaria en 1908 donde desenterró otras cuatro marcas similares. Otras seis marcas fueron descubiertas en Samaria por la Expedición de Harvard durante los años 1909-1910. Treinta y seis marcas salieron a la luz en Megido por el Oriental Institute of Chicago durante los años 1925-1939. En Samaria otras diez
198
analiza las tumbas reales en Samaria. Si bien carece de unidad en su
desarrollo teórico es importante porque apunta a la relevancia de una
estatalidad en lo político que atribuye a la dinastía omrida y que revela la
estratigrafía de distintos sitios.
5. Balance provisional
En uno de sus escritos sobre el sentido y sinsentido de la historia y su
devenir, Koselleck afirma que: ―En efecto, dado que la historia real continúa su
marcha, toda historia ya reconstruida científicamente constituye una
anticipación de su propio momento de incompletitud.‖459
La historia hebrea plasmada en la Biblia fue objeto de revisión con
respecto a su historicidad y estuvo sujeta a agudos conflictos que se relacionan
con el tono cultural de cada época. La polifonía compleja que existe para Israel
antiguo nos persuade de su densidad. Tanto Weber como Alt dieron a la ciudad
su carácter de centro político y de relaciones sociales determinantes en el
devenir político. Creemos que estas características identificadas son las que se
modifican durante la dinastía y es la clave para entender la causa de los
cambios que se dan en su interior. Los biblistas fijaron una ligazón entre ―el
texto‖ y ―la historia de la escritura sobre la realeza‖: la existencia de listas
reales, la apelación en el texto a los anales de los reyes y los sincronismos
entre los reyes de Israel y Judá. Y señalaron cómo la historia hebrea ha sido
una historia tempranamente ―institucionalizada‖460 porque fue pensada y
elaborada, con sus estadios, época de los patriarcas, éxodo, monarquía
unificada, monarquía dividida, etc., sus mitos, su poesía, una literatura
canonizada y personajes que han trascendido la escena ficcional.
Tenemos un panorama que transita desde considerar a la dinastía
omrida como una jefatura tribal, según Niemann, a considerarla como un
Estado, como proponen los arqueólogos. El foco en las redes tribales en el
primer sentido, y el foco en Samaria como el motor de cambio, para la
marcas fueron halladas durante la expedición conjunta en 1931-1933. Investigaciones bajo la Hebrew University por Yadin en Megido en 1965 revelaron una marca. 459 Véase Koselleck (2013 [2010] 102). 460 Decimos esto en el sentido que le da Sazbon (2002: 84), ―institucionalizada‖ en tanto poseedora de un conjunto de certezas, estadios y abundante historiografía.
199
perspectiva estatal. Como vimos en la Introducción, la historia hebrea
―tradicional‖ se revela en los agentes que en cada época escriben y reescriben
la historia.
Como afirma Bourdieu, ―en las sociedades donde la producción de
bienes simbólicos se ha configurado como dominio relativamente autónomo, el
campo intelectual opera sobre cada miembro devolviéndole una imagen pública
de su obra. El campo intelectual es un espacio de lucha.‖461
Sin dudas, tal es la dimensión que tenemos hoy de la historia hebrea y,
en especial, de la historia real hebrea. Contamos con una episteme colectiva
en la que la tradición hermenéutica —entendida como una interrogación por las
condiciones de posibilidad del conocimiento—462 sobre la historia hebrea
dinástica ha generado un discurso controversial desde sus inicios hasta hoy.
Nuestro recorrido en este capítulo ha buscado dar cuenta de eso.
Presentaremos a continuación nuestra interpretación integral de la
dinastía norteña a la luz de las evidencias bíblicas, arqueológicas y epigráficas.
461 Véase Bourdieu (1967: 71). El campo intelectual israelí tiene en la actualidad diversas corrientes críticas, conectadas por las instituciones públicas y las universidades donde se desempeñan los investigadores. 462 Véase Banks (2006: 4-5), quien propone un análisis de la escritura de la historia de Israel sólo a través de Wellhausen, Noth, Bright y Thompson. Traemos a colación la clásica interrogación de Bright que fue durante décadas una referencia sobre la historia de Israel (1970), lo que él llamaba ―búsqueda del balance de probabilidad‖ ante la falta de comprobación.
200
CAPÍTULO IX
Hacia una interpretación integral sobre la dinastía omrida
Nos propusimos al comienzo problematizar un evento político. Nuestro
objetivo a investigar dentro de la historia hebrea antigua ha sido una dinastía
fundada por un individuo llamado Omrí, hacia 883 a. C., cuya irrupción como
rey de Israel y la dinámica sociopolítica que, por poco más de 40 años en el
poder, llevó adelante en un territorio acotado, produce una ruptura en la historia
de la sociedad hebrea. Las preguntas que nos planteamos en pos de alcanzar
ese objetivo fueron:
6. ¿Quién fue este rey de cara a la sociedad hebrea de su época?
7. ¿Podemos reconstruir la organización política omrida?
8. ¿Qué papel tuvo la fundación de la ciudad de Samaria como centro de
poder para la dinastía omrida? ¿Qué papel tuvieron las construcciones
nuevas en las ciudades del norte dominadas por la dinastía omrida?
9. ¿Cuál era la dinámica sociopolítica en la sociedad hebrea y en los grupos
dominantes en el siglo IX a.C., en Israel, previamente al ascenso de Omrí?
10. ¿Cuáles fueron las prácticas sociopolíticas que introducen Omrí y su hijo
Ajab?
11. ¿Cómo fueron las relaciones con otras organizaciones políticas de la
región?
Para dar respuesta a estas preguntas, nuestra estrategia apuntó a
integrar los tres tipos de evidencias analizados a lo largo de nuestra
investigación. La evidencia bíblica nos permitió comprender la impronta omrida
sobre la sociedad hebrea del siglo IX a. C.; la evidencia arqueológica nos
persuadió que los cambios materiales que introduce la dinastía omrida son
mensurables. Hay paralelos arquitectónicos entre ciudades, obras de nivelación
de suelos, operaciones de relleno, amurallados y puertas. Y más allá de la
escasa evidencia epigráfica y de las limitaciones que posee asumirlas como
históricas, esa evidencia hace verosímiles a Omrí y a Ajab más allá de la
escena veterotestamentaria y permite reconstruir sus aspiraciones de
expansión a nivel territorial.
Nuestras hipótesis apuntaban a proponer que Omrí conformó y
administró un Estado en Israel, provocando una ruptura social en la estructura
201
hebrea tradicionalmente clánica y tribal. La dinastía omrida continuó y
consolidó ese plan, principalmente visible en la evidencia arqueológica que
describe los restos de palacios, amurallados y puertas en las ciudades,
caballerizas. Estas obras se unen a la evidencia textual que menciona un
personal numeroso y organizado, albañiles y soldados, carros de combate
dentro del acervo del reino de Israel. Esa consolidación iría de la mano,
además, con un plan de expansión territorial hacia el norte y el oeste. Es
momento ahora de analizar la información de las fuentes frente a nuestras
hipótesis.
En primer lugar, en la evidencia bíblica observamos niveles de realidad
que revelan una dinámica sociopolítica nueva, un sustrato histórico que
revaloramos porque, al pensar diacrónicamente los sucesos en correlación con
las evidencias extrabíblicas como las fuentes asirias y las estelas de Mesha y de
Tel Dan, así como con las evidencias arqueológicas, es posible una nueva visión
integral de la dinastía omrida. Si bien las historias sobre los omridas fueron
ensambladas por la escuela deuteronomista dos siglos después de su
desaparición, es posible notar que la sociedad hebrea atravesó en el siglo IX a.C.
una ruptura. El registro da cuenta de la distorsión epocal entre los sucesos y el
relato escrito, pero no es algo fuera de lo común en la historiografía antigua.
Esos intersticios de los que hablábamos al comienzo del capítulo IV, se
nos revelan en el texto bíblico en un plano político y en un plano social,
evidencias que integran a la dinastía omrida en un contexto del siglo IX a.C.,
inestable y polífónico: hablan interpuestos en el texto reyes, profetas, sabios que
aconsejan y campesinos que cuestionan y resisten. Tenemos por tanto los
siguientes elementos:
1. Una cronología histórica de la dinastía: Omrí, 7 años; Ajab, 22
años; Ocozías, 2 años; y Jorán, 12 años.
2. Una referencia repetida sobre la existencia de Anales de los reyes
de Israel que registraban sus nombres y reinados. Esas Crónicas
o Anales de los reyes de Israel son citados diecisiete veces en las
biografías de todos los soberanos del reino septentrional, a
excepción de Jorán y Oseas, y los Anales de los reyes de Judá,
son citados quince veces. Seguramente contó con ellos el
202
deuteronomista para obtener información pues a ellos alude al
concluir la mención de los hechos de cada reinado.
3. Ciudades nombradas e identificadas por los arqueólogos, tratadas
a lo largo del capítulo V como Samaria, Jezreel, Megiddo, Hazor,
Dan y Dor.
4. Referencias reiteradas a la existencia de un ejército real. Las
guerras y conflictos con el exterior nos aportan otro elemento a
destacar: la diplomacia, que se ve reflejada en varios
acontecimientos que resultan verosímiles, como el casamiento de
Ajab con una princesa extranjera, los acuerdos con Mesha y las
relaciones que los reyes de Israel sostienen con los de Judá.
Especialmente rescatamos la reciprocidad entre ambas regiones,
que a veces han sido vistas como un vasallaje de Judá, sin
observar que las alianzas para enfrentar a Aram y a Moab, así
como el casamiento entre la hija de Omrí, Atalía, y Jeroboam
implica en realidad una lógica de protección mutua, propia de una
cultura compartida por varias generaciones, desde la etnogénesis
que los vincula desde los comienzos.
5. Referencias a la existencia de prestaciones personales de trabajo
entre los hebreos, como práctica social habitual y constante a lo
largo de su historia, que coincide con las obras concretadas y con la
mención en la evidencia epigráfica asiria y moabita.
En síntesis, Omrí y sus hijos formaron una dinastía que por mucho
tiempo permaneció ignota, ausente, hasta desatendida por la historiografía
antiguo oriental-hebrea. Las razones de este ―olvido‖ posiblemente responden
a que, en ese análisis histórico desde la cultura hebrea, fueron unos reyes que
no encajaban ideológicamente en la perspectiva escrituraria de los sucesos
memorables para las generaciones siguientes. Sin embargo, ese escenario
veterotestamentario escueto y su registro son lo que primero nos persuadió de
interpretar su novedad. Paradójicamente, una fuente literaria, dentro del marco
étnico-gentilicio del poder que describe, nos habla de un líder político de un
nuevo tipo para Israel. Es una ventaja que su investidura real, su perfil
gobernante no apareciera sacralizado como los de otros reyes hebreos. Sobre
la dinastía persistieron nombres, cronologías históricas antiguas, fundaciones,
203
batallas, alianzas y, por fuera del proceso normalizado en la Biblia, en la estela
moabita y en las fuentes asirias son nombrados como una referencia en la
región.
En el plano social, la evidencia bíblica nos revela una erosión del poder
de los líderes comunales propietarios de tierras, ante la toma de decisiones del
rey fundador de la dinastía y sus herederos. En la sociedad hebrea el
parentesco, descripto en la evidencia bíblica en todo el recorrido de nuestra
investigación, marcó las relaciones desde sus orígenes y este corpus de
información sobre la parentalidad no es fragmentario sino exhaustivo. El origen
de Omrí es, en este sentido, excepcional: un rey sin pasado genealógico
conocido en la historia hebrea, que representa una singularidad, un indicio de
ausencia de lazos parentales al interior de la comunidad tirsiana.
El advenimiento de Omrí al poder excluye a los miembros de la sociedad
hebrea, los zequenim cuyas actividades y rol en la sociedad hemos tratado en
el capítulo IV, devenidos en facciones a favor del rey, que serán incluidos en el
sistema burocrático estatal de tributación, como queda registrado en el caso de
Shamaryahw y Gaddiyaw, y sus hijos Helez y Adonyau en los óstraka hallados
dentro del palacio de Samaria, o en oposición a Omrí, como el caso de Nabot y
de otros propietarios de tierra que luego de cuatro décadas apoyarán su
derrocamiento a manos de un nuevo líder: Jehú.
Esta ruptura en la sociedad hebrea también se detecta a partir del
conflicto por la propiedad de la tierra en los fragmentos del texto de Reyes que
mencionan a Semer y a Nabot. Estos expresan una práctica vinculada con la
posesión de la tierra dentro de los clanes, que fue sostenida como tradición por
generaciones, situación habitual en el mundo antiguo. Sin embargo, el poder de
coerción que ejerce la monarquía inaugurada por Omrí y afianzada por Ajab en
la sociedad hebrea del siglo IX a.C., quiebra aquella tecnología social
intracomunitaria, respecto a la transmisión de la propiedad de la tierra,
involucrando un cambio abrupto que generó un conflicto entre la élite en el
poder y los poseedores de tierra, del cual quedaría registro en la memoria
popular.
En este punto, la legislación hebrea consuetudinaria tuvo fuerza y
constituyó un elemento de cohesión para el pueblo hebreo frente a la práctica
real omrida, aunque en los episodios de Semer y Nabot queda registro de la
204
ruptura. Semer acepta la oferta real y es honrado con el nombre de la ciudad
mientras Nabot enfrenta al rey y es castigado con la muerte. La lógica estatal
se impone en ambos casos aunque por vías diferentes: el primero acepta la
imposición real y el segundo recibe la imposición real. En ambas manda el rey.
La Biblia conmemora los sucesos y la arqueología identifica los lugares, tanto
en el monte de Samaria donde se hallan restos de una unidad productiva del
período Constructivo 0, como en Jezreel donde hay instalaciones de
producción de vino. Es posible sostener entonces que una élite se apoderó de
las mejores tierras, quedando en la memoria colectiva, dado el impacto que
habría tenido en una sociedad en buena medida definida por la posesión o
desposesión de la tierra.
En conclusión, puede afirmarse que, a comienzos del siglo IX a.C., Israel
se transformó en una sociedad estatal, es decir, en una organización
estructurada, asimétrica, expansiva y determinada por una serie de elementos
abstractos y materiales que la diferenciaban de otras formas de centralidad
política que existieron antes en la zona de Levante, como las ciudades-estado
del Bronce y las jefaturas de comienzos del Hierro. En este sentido, la
evidencia arqueológica analizada nos persuade de que el aumento de
población que describimos en el capítulo II con el fenómeno aldeano y en el
capítulo III con la descripción y ubicación de las unidades domésticas y aldeas
fue clave para entender el proceso político que pudo tener lugar en el norte. El
crecimiento de centros urbanos como Samaria, construida desde los cimientos
en el siglo IX a.C., y Jezreel, así como las remodelaciones en Meggido, Hazor,
Dan, probablemente Dor en el Hierro II, se halla en relación con la expansión
de la agricultura, lo que proveyó estabilidad alimentaria y posibilitó que parte de
la población —producto del aumento demográfico— pudiera direccionarse a
obras constructivas de gran escala como las que vimos a lo largo del capítulo
V. Este crecimiento tuvo una directa relación con la dinastía omrida como
protectora del territorio y demandante de prestaciones personales de su
población. Es el cambio socioproductivo que se refleja en el contraste entre la
afirmación en 1Reyes 5:5 y 2 Reyes 18:31 ―cada uno bajo su parra y bajo su
higuera‖ y lo que sucedía en el período anterior, simbolizado en frases como
―Israel a tus tiendas‖. Nos aportan estas palabras una vía para entender el
cambio que significó en la población esta nueva organización política. A su vez,
205
el crecimiento demográfico le permite al Estado omrida direccionar la población
creciente hacia zonas antes despobladas, como las franjas desérticas donde
aparecen asentamientos, y, por otro lado, le da la posibilidad de obtener mano
de obra local para las grandes construcciones, tal como ilustra la evidencia
arqueológica.
Una mención especial merece Samaria, la ciudad fundada por Omrí.
Samaria pudo poseer aproximadamente 17.000 habitantes, estaba rodeada de
fuertes o torres de control, aproximadamente diez rutas la conectaban con la
región costera y otras diez con el Valle de Jordán, lo que pone de relieve el rol
central de la ciudad durante la dinastía omrida. Su fundación, a doce kilómetros
de Tirsá, la antigua capital tradicional, pudo obedecer al hecho de que Omrí
haya salido derrotado del enfrentamiento con Tibni pero conservando un fuerte
apoyo social para crear un centro nuevo (esa probabilidad existe en tanto luego
es el rey de Israel de todos modos) o bien de que Omrí haya salido victorioso
frente a Tibni pero en la sociedad tirsana la oposición a su figura fuera
percibida como una amenaza y, por ende, decidiera mudar su centro de
gobierno a pocos kilómetros y edificar allí una base real exclusivamente suya.
En Samaria, Omrí construye su palacio y además decide que allí será
enterrado. En la antigüedad, las tumbas eran también representaciones de
poder porque enterrar los muertos en su propia tierra era una afirmación de
pertenencia. El énfasis puesto en la autoridad del rey se refleja también en las
tumbas que dentro del palacio pueden significar la intención de perennidad de
la dinastía allí, como lugar físico y simbólico en el poder. La connotación, típica
del mundo antiguo, de la arquitectura como expresión de poder puede
trasladarse a Samaria: la dimensión de la obra, su armonía y la elaboración de
las volutas de piedra halladas allí y datadas en la época son un claro indicio.
Es cierto que en la mayoría de las sociedades estatales antiguas existe
algún tipo de documentación escrita, de la que carecen los omridas. Aun así, se
puede ponderar la dimensión estatal del Israel omrida por otros métodos. Se
puede inferir la presencia de un centro de ―primer orden‖, Samaria, como la
capital de un Estado independiente, a partir de indicios claros de organización
centralizada, a una escala no superada en otra parte de la región y comparable
a la de otros centros de primer orden de estados equivalentes. Sus rutas hacia
y desde la ciudad, sus puestos de control en los caminos, así como también la
206
existencia de un archivo (implícito en las alusiones a los Anales de los reyes de
Israel, aunque estén perdidos) son indicadores de una organización
centralizada.
También la existencia de sellos para imprimir sobre arcilla, como
señalizadores de propiedad, origen o destino, tal como aparecen en los óstraka
encontrados dentro del palacio de Samaria, son indicios de actividades
económicas controladas por organizaciones de tipo estatal. En un sentido
similar, las marcas de albañil que se registran en Samaria y Meggido pueden
ser un testimonio del ingreso de mano de obra extranjera pero también un
registro de hombres y materiales de construcción in situ.
Si pensamos en elementos centrales para identificar la existencia de un
Estado a partir de Omrí, también puede concebirse una organización
centralizada y burocrática a partir de las referencias de 1 Reyes 4, cuando
habla de los funcionarios de Salomón y nombra secretarios, dos jefes del
ejército, un jefe de levas, mayordomos. Esta información nos persuade de la
existencia posterior de una burocracia, que puede asociarse a la época omrida,
a partir de la cual se modeló aquel relato. Los ancianos (en el sentido ya
analizado de lo que significa la palabra zaquem en el mundo hebreo) serían los
propietarios de tierra a los que el rey reubicaría en la gestión de gobierno
aunque quitándoles la capacidad de decisión que, como líderes y consejeros,
habían tenido y reformulando la red de relaciones existente al interior de la
sociedad hebrea. Estos nuevos términos de jerarquía social impuestos por la
presencia fuerte del rey, no se detectan en el período anterior.
Más aún, cuando pensamos en el ejército del cual proviene Omrí, y que
sostiene su legitimidad en el marco de su enfrentamiento con la facción de
Tibní quien también aspiraba al poder; el poderío posterior del ejército se
demuestra por las referencias en las fuentes epigráficas arameas, moabitas y
asirias y por los registros arqueológicos que dan cuenta de caballerizas. Aquí
también vinculamos este crecimiento del ejército con el comienzo de una
relación conflictiva y negativa con el exterior en pos de acrecentar los dominios
estatales. La memoria de las batallas e intervenciones militares fue recogida en
las fuentes de la época.
En conjunto, las evidencias epigráficas procedentes de Dan, Moab y
Asiria fueron analizadas con cautela respecto a la historicidad que contienen
207
esos relatos. La estela hallada en el sitio de Dan, en el norte, que se considera
encargada por Jazael, Rey de Aram-Damasco, afirma que el rey de Israel
poseía las tierras de su padre antes de que él llegara al poder ca. 842 a.C. En
cuanto a la estela moabita, la única con la que contamos de esa región
transjordana, delinea la relación de Moab con Israel, mencionando a los reyes
Omrí y Ajab, y a los posibles enclaves de Atarot y Jahaz, identificados
arqueológicamente en la región de Moab, lo que da cuenta de la expansión al
sur de los ejércitos omridas. En tanto las estelas de Salmanasar III y Sargón II
pertenecen a un contexto literario más amplio, los anales asirios, y son una
evidencia central para conocer las trayectorias militares de la región, el papel
de los monarcas y la imagen que reflejan en la sociedad. Es de especial
relevancia la mención de Ajab y de su ejército, aunque sea fragmentaria, pues
nos persuade sobre el conocimiento de su fuerza militar numerosa por un
imperio como el asirio, lo que a su vez coincide con la evidencia arqueológica
de espacios de caballerizas de Meggido y de Jezreel.
El desafío de esta indagación ha llegado a su fin. La figura de Omrí se
fue haciendo cada vez más nítida a lo largo de nuestra investigación. La
institución real de su dinastía no pertenece al mundo simbólico de la religión
hebrea, ni por su origen, ni por su legado político. A través del análisis histórico
de las evidencias identificamos a la dinastía omrida como motor de
transformaciones sociales y políticas. Describimos un evento político acotado a
una región reducida pero que irrumpe en la sociedad del Hierro II, más allá de
sus inestables fronteras, y escapa de aquel elemento excedentario que es el
yavismo frente a la historia antigua de Israel. A pesar de la brevedad relativa de
la época analizada, creemos que ha sido posible delinear los rasgos que
permiten destacar las novedades que la caracterizan y la destacan respecto de
las experiencias preexistentes.
Hemos recorrido el camino que siguieron otros autores y hemos
encontrado que la voz de Omrí permanecía silenciada, inconexa de su decir y
hacer, de su autoridad muda sin conmemoraciones ni alegorías, como la de
sus pares regionales. Aun así, hemos recuperado parte del aire de su época,
sus ideas y su impronta en la historia de Israel para que más historiadores y
208
biblistas avancen por la posibilidad de rutas diferentes que los conduzcan hacia
la dinastía omrida.
209
CAPÍTULO X Consideraciones Finales
Al término de la investigación esta mirada retrospectiva busca recorrer
las ideas centrales que hemos formulado a lo largo del trabajo. Tales
resultados pueden ser formulados del siguiente modo:
El Levante meridional tuvo una presencia periférica en la escena política
imperial de comienzos del Hierro, pero se convierte en un espacio abstracto
destacado en la historia oriental antigua y distanciado de toda su cultura
material donde tiene lugar un acontecimiento singular como es la emergencia,
la creencia o la adopción de una deidad irrepresentable, poco común en la
época, y que involucra prácticas cultuales que remiten a una tierra y a un
pueblo ideales.
Esta región fue el escenario del texto más leído del mundo, la Biblia, y
donde hay una relación sociopolítica ataviada de creencias y prácticas que las
sustentan, anacrónicamente introducidas pero vigentes en la cultura hebrea.
Sobre todo, observamos que, en el análisis histórico de sus reyes, los
condicionamientos sobre la posibilidad de crear un discurso neutro, no existió
nunca, ya que toda evocación del pasado fue selectiva. La concreción del
canon bíblico creó una idea de comunicación atemporal con su pasado,
detectable en la cultura hebrea, y en los textos de algunos autores que trabajan
desde disciplinas académicas como la arqueología. Como toda hermenéutica,
la realizada sobre la Biblia exigió una trascendencia de la literalidad y de una
lectura alegórica en la que los sucesos históricos habían sido seleccionados
arbitrariamente. Así descubrimos a Omrí.
Ese uso selectivo del pasado explica el hecho de que, cuando la
escritura plasma las líneas políticas tendientes a conservar la memoria cultural,
no era importante el registro de Omrí. Se ponderaba otra cuestión bien
conocida: la elección divina sobre este pueblo y el otorgamiento de una tierra.
El anclaje constitutivo de toda su historia fue defenderla, poblarla, idealizarla,
emularla, recuperarla. A partir de ahí los modos de tradición de esa tierra nos
dieron las primeras pistas para entender por qué Omrí fue diferente.
A pesar de estas limitaciones iniciales, el surgimiento de un nuevo tipo
de centralidad política con Omrí fue reconstruido en torno a los registros de dos
210
tipos de evidencia; por una parte está la del texto bíblico, que para nuestra
interpretación nos presenta en la historia real de los hebreos un rey
desacralizado, ontológicamente diferente a todo el resto de la sociedad; y, por
otra parte, la evidencia arqueológica ha sido tan dinámica en los últimos cien
años que ha permitido deslindar en los viejos centros urbanos la obra material
de la dinastía omrida, sus palacios, su probable tumba, su forma de
ornamentación y su probable organización administrativa revelada en los
óstraka.
Omrí es un rey, según todas las evidencias que trabajamos, que rompe
con el esquema de liderazgo tribal que tenían los hebreos, a dos siglos de su
conformación como una cultura emergente poscrisis del siglo XII a.C. y desde
el Estado. A partir de un consenso, primero en un sector social por naturaleza
jerárquico como era el ejército, irradia hacia el resto de la sociedad la autoridad
real que continuará Ajab, su hijo.
A fin de cuentas, la especificidad del desarrollo político omrida frente a
aquellos elementos comunes que aparecen en las sociedades en el Hierro II —
como una casa real, nombres y cronología de sus reinados, citas en fuentes
extrabíblicas, una corte, un ejército y unas ciudades desde donde
gobernaron— radicó en el cambio en el modo en que se ejerce el poder que
Omrí introduce frente a la sociedad israelita numerosa que gobernó.
La consolidación del reino queda trunca con el inicio de la expansión
asiria hacia el oeste que, desde 853 a. C., vapuleó las aspiraciones reales por
el desequilibrio de fuerza y propende la caída en el reino del norte al resurgir
las rivalidades internas, sosegadas durante la dinastía. Pero esa es otra
historia.
211
212
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