1 1. Temas de investigación: La cerámica ibérica: estudio tipológico, cronológico y funcional. 1. Introducción. La cerámica ibérica se superpone a la tradición anterior que denominamos protoibérica, al ofrecer una producción realizada a torno, con pastas tratadas y acabados engobados o decoraciones pictóricas de motivos geométricos, vegetales, zoomorfos o escenas narrativas de la vida cotidiana, representaciones del mundo de las creencias, e incluso escritura. Su desarrollo se manifiesta además en una elevada complejidad formal. Se producen vasos para el transporte y la conservación de bienes, para la fermentación de bebidas espirituosas, para su servicio, la cocción, elaboración y consumo de alimentos, para el culto y el ritual, e incluso para contener colmenas de abejas o el desarrollo de industrias como el tejido. Naturalmente estas características iban unidas a un desarrollo tecnológico en su elaboración. La cerámica ibérica manifiesta la introducción de innovaciones como el torno rápido de alfarero, los hornos de tiro directo y el control de los gases para conseguir cocciones reductoras y oxidantes. Respecto a sus orígenes, tras los contactos iniciados en el segundo milenio a.C. con las culturas del Mediterráneo oriental y/o la cultura Hallstática de la Europa central, se desarrollarían los diferentes sustratos indígenas: el Nordeste peninsular inmerso en el proceso de expansión de los Campos de Urnas mientras que en torno al valle del Bajo Guadalquivir, la campiña gaditana y el sur de la provincia de Huelva se desarrollaba la cultura Tartésica. Las innovaciones son aportadas por la colonización de los pueblos semíticos a principios del primer milenio surgiendo focos culturales como la cultura turdetana y la ibérica, esta última en la costa levantina peninsular. No existe una cultura ibérica homogénea en su desarrollo cronológico ni geográfico, ya que ésta se extendió en un amplio territorio que abarcaba desde el área andaluza hasta el mediodía francés con notables diferencias regionales debidas a las diferentes influencias externas (semitas o griegos), durante el denominado Hierro I. Sin embargo, lo más destacable es la homogeneidad que alcanzó creando una sociedad
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La cerámica ibérica: estudio tipológico, cronológico y ... · 2 urbana de las más avanzadas de su tiempo. El presente trabajo está dividido en cuatro capítulos siendo el primero
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1. Temas de investigación:
La cerámica ibérica: estudio tipológico, cronológico y funcional.
1. Introducción.
La cerámica ibérica se superpone a la tradición anterior que denominamos
protoibérica, al ofrecer una producción realizada a torno, con pastas tratadas y acabados
engobados o decoraciones pictóricas de motivos geométricos, vegetales, zoomorfos o
escenas narrativas de la vida cotidiana, representaciones del mundo de las creencias, e
incluso escritura. Su desarrollo se manifiesta además en una elevada complejidad
formal. Se producen vasos para el transporte y la conservación de bienes, para la
fermentación de bebidas espirituosas, para su servicio, la cocción, elaboración y
consumo de alimentos, para el culto y el ritual, e incluso para contener colmenas de
abejas o el desarrollo de industrias como el tejido. Naturalmente estas características
iban unidas a un desarrollo tecnológico en su elaboración. La cerámica ibérica
manifiesta la introducción de innovaciones como el torno rápido de alfarero, los hornos
de tiro directo y el control de los gases para conseguir cocciones reductoras y oxidantes.
Respecto a sus orígenes, tras los contactos iniciados en el segundo milenio a.C.
con las culturas del Mediterráneo oriental y/o la cultura Hallstática de la Europa central,
se desarrollarían los diferentes sustratos indígenas: el Nordeste peninsular inmerso en
el proceso de expansión de los Campos de Urnas mientras que en torno al valle del
Bajo Guadalquivir, la campiña gaditana y el sur de la provincia de Huelva se
desarrollaba la cultura Tartésica. Las innovaciones son aportadas por la colonización
de los pueblos semíticos a principios del primer milenio surgiendo focos culturales
como la cultura turdetana y la ibérica, esta última en la costa levantina peninsular. No
existe una cultura ibérica homogénea en su desarrollo cronológico ni geográfico, ya
que ésta se extendió en un amplio territorio que abarcaba desde el área andaluza hasta
el mediodía francés con notables diferencias regionales debidas a las diferentes
influencias externas (semitas o griegos), durante el denominado Hierro I. Sin
embargo, lo más destacable es la homogeneidad que alcanzó creando una sociedad
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urbana de las más avanzadas de su tiempo.
El presente trabajo está dividido en cuatro capítulos siendo el primero -la
introducción-. Los siguientes contemplan, (2) -una historiografía de la cultura ibérica-
que nos ayuda a comprender el ciclo histórico que ha supuesto la investigación de
dicha cultura hasta nuestros días, (3) -una historiografía de la cerámica a torno y su
decoración- que nos permitirá adentrarnos en la investigación de las cerámicas
ibéricas y finalmente un cuarto capitulo que es un -ensayo de las tipologías cerámicas
sistematizado-, al que se acompaña el Anexo (I) -Grupos, Subtipos y Variantes-, para
de alguna forma intentar una globalización del conjunto las mismas.
Los otros anexos nos ayudarán a comprender mejor algunos aspectos de la
cultura ibérica: (II) -anexos bibliográficos-; (III) -el tiempo político de los iberos en su
entorno inmediato-; (IV) -numismática hispánica en la Edad Antigua-; (V) -epigrafía
monetaria y alfabetos y finalmente, -unas tablas para sistematizar la cerámica que se
encuentre en los yacimientos-.
En cuanto a la bibliografía básica utilizada, fundamentalmente, se apoya en las
siguiente:
- CARMEN ARANEGUI GASCÓ, Los Iberos ayer y hoy, arqueologías y culturas, en
Marcial Pons Historia (eds.), Madrid, 2012.
- C. MATA PARREÑO Y H. BONET ROSADO, «La cerámica ibérica: ensayo de
tipología», Estudios de Arqueología ibérica y romana. Homenage a Enrique Pla
Ballester, Servicio de Investigación Prehistórica, serie de trabajos varios num. 89,
Diputación Provincial de Valencia, 1992.
- HÉCTOR UROZ RODRÍGUEZ, Prácticas rituales, iconografía vascular y cultura
material en Libisosa (Lezuza, Albacete): nuevas aportaciones al Ibérico Final del
Sudeste, en Publicaciones Universidad de Alicante, Alicante, 2012.
- LUIS PERICOT, Cerámica ibérica, en Ediciones Polígrafa, S.A., Barcelona,
1977.
- Mª EUGENIA AUBET, Tiro y las colonias fenicias de occidente, en Bellaerra
Arqueología, Barcelona, 2009.
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- ARTURO OLIVER FOIX (Coor.), Arquitectura defensiva. La protección de la
población y del territorio en época ibérica, en Sociedad Castellonense de Cultura,
Castelló de la Plana, 2006.
- FERNANDO ÁLVAREZ BURGOS, La moneda hispánica desde sus origenes hasta
el siglo V, Jesús Vico S.A. y Fernando P. Segarra (eds.), Madrid, 2008.
- ALICIA PEREA (Ed.), Memoria de Iberia. Cuentos, relatos e historias sobre el
mundo de los íberos, en Ediciones Polifemo, Madrid, 1999.
Como colofón a este trabajo, debo puntualizar mi asistencia a un curso
monográfico sobre cerámica ibérica: «Ceràmiques Ibèriques. Caracterització,
producció i usos», que se efectuó en el mes de julio de 2013, en Benicarló y que fue
impartido por eminentes conocedores de la materia: D. Ignacio Grau Mira (Profesor
Titular de Arqueología de la Universitat de Alicante); Dª Carmen Aranegui Gascó
(Catedrática de Arqueología de la Universidad de València); Dª Consuelo Mata
Parreño (Profesora Titular de Arqueología de la Universitat de València); D. Antonio
Vizcaino Estevan (Investigador predoctoral de la Universitat de València); D. Hector
Uroz Rodríguez (Profesor Asociado de la Universidad de Murcia). Dª Virginia Page
del Pozo (Directora del Museo de Arte ibérico de El Cigarralejo, Mula) y dirigido por
D. Arturo Oliver Foix (Director del Museo de BB.AA. de Castellón) y Dª Consuelo
Mata Parreño (Universitat de València).
1.2. Una puntualización en relación con las formas y lenguajes artísticos.
Cuestión de estilo.
El tratamiento histórico de las imágenes, el estudio iconográfico e iconológico
de las mismas, nos demuestra que el uso de estas por la sociedad, casi siempre ha
estado vinculado al servicio del poder y las clases dirigentes, que la han utilizado para
diferenciarse de los demás utilizándolas, además, como elemento propagandístico de
la soberanía que ostentaban sus grupos elitistas.
Probablemente, el origen de este uso de la imagen por los grupos de poder y el
uso de los símbolos, nos llevaría a las formas de establecimiento de las relaciones de
jefatura patrilineales/matrilineales de las sociedades y las diferentes formas de
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transmitirlos a sus generaciones, bien mediante el regalo del símbolo, el intercambio
de dones o el tributo y, por consiguiente, el desarrollo y establecimiento de las redes
clientelares.
En el marco cronológico que nos ocupa la cultura ibérica, deberemos tener en
cuenta antes de iniciar el estudio de las cerámicas, repletas de imágenes, dos puntos
diferentes de abordar su crítica, una externa y otra interna. La crítica externa nos
permitirá analizar los materiales, la originalidad de los mismos así como las técnicas
empleadas para su elaboración, también nos proporcionará la genealogía exacta de los
originales o falsificaciones, su procedencia, la fecha de elaboración y sus autores. La
crítica interna, el contraste de los materiales con otras fuentes, nos permitirá su
interpretación hermenéutica, es decir, la valoración de las imágenes y la funcionalidad
de las cerámicas teniendo en cuenta los hábitos y pensamientos de la época, sus
actitudes intelectuales o creencias aceptadas en el momento.
Sólo el estudio sistemático de las imágenes de la cerámica ibérica, requeriría un
trabajo que no abordará el presente trabajo. No obstante, el hecho de retrotraernos
hacia el pasado y a la forma de pensar de los antiguos puede hacernos ver las
imágenes con otro talante diferente al que hoy en día tenemos y hacernos evaluar las
mismas erróneamente. Por ejemplo, una figura humana alada muy representativa de
las cerámicas ibéricas, sería un personaje dotado de poderes especiales, como un
semidiós, como en las cerámicas griegas pudiera serlo Hércules. De ser cierta tal
hipótesis, la figura, aun así deconstruida, no alcanzaría la talla de obra maestra en la
perspectiva internacional.
Puntualizar, sin embargo, que en el paréntesis cronológico de la cultura ibérica
resulta transcendental el uso del metal, no sólo como vehículo de intercambio en
forma de moneda, sino como portador de la imagen del poder. La acuñación de
moneda se convirtió en la principal industria al servicio de esta empresa y de difundir
el nuevo estilo de vida mediterráneo. Si tuviéramos que poner un ejemplo actual, los
norteamericanos ganaban la II Guerra Mundial dominando la industria
cinematográfica y difundiendo el modelo o estilo de vida norteamericano, esto nos
puede dar una perspectiva de la importancia que pudo suponer el uso de la imagen en
la industria cerámica ibérica, así como su evolución estilística en pugna con los
poderes establecidos en su ámbito geográfico, ajustándose o no a los cánones
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imperantes.
Por lo tanto, no es una idea muy peregrina, el pensar que las imágenes
contenidas en las cerámicas ibéricas o en sus monedas correspondiesen a imágenes
oficiales que detentarían estos pueblos y , por tanto, abordar el estudio antropológico
que conviniese buscando la relaciones de poder de dichos pueblos con los colonos y
comerciantes que se acercaron a ellos.
Sin embargo, el presente trabajo tiene por objeto el estudio de dichas cerámicas
haciendo una crítica de externa (incluso de la pintura) e interna (pero no del
significado de las imágenes), que nos permita descubrir su evolución, así como la
influencia o técnicas predominantes, de los gustos coloniales que se incorporan a la
base étnica, y de las nuevas técnicas de fabricación y usos provenientes de oriente.
También nos permitirá adscribir las piezas a una determinada contextualización
económica y cultural que nos permita su encuadramiento histórico.
Para ello, también será necesario, estudiar como se ha modificado la base
epistemológica que ha permitido encontrar aquello que es propio de la cultura ibérica,
su diversidad geográfica y su amplia periodización que a grandes rasgos coincide en
todas sus áreas, dejando ver la influencia de los factores externos.
2. Historiografía de la cultura ibérica.
2.1. La civilización, los íberos y sus culturas
Si estableciésemos un punto de partida para encontrar manuales de la antigüedad
que hablen del arte ibérico fuera de España, hasta la segunda mitad del siglo XX
pocos tratan el tema. Entre estos citar: Voyage pittoresque el historique de l’Espagne
de Alexandre Laborde (1806-1820) y Essai sur l’art el l’industrie de l’Espagne
primitive de Pierre Paris, Madrid, 1931.
El descubrimiento de la Dama de Elche apoyó los discursos en el arte jónico-
focense (LANGLOTZ, 1966), en el fenómeno orientalizante (BOARDMAN, 1994; LOMAS
Y SHEKTON, 2004) o en la romanización (GARCÍA Y BELLIDO, 1943). Los Helenistas
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Langlotz, Picard y Carpenter, aun observando la imposibilidad de adscribir el estilo a
las nociones clásicas, lo supusieron perteneciente a una segunda generación colonial
alejada de la griega.
José Pijoan, director de Summa Artis y Ramón Menéndez Pidal, Historia de
España, prestaron atención a la cultura ibérica, aunque abordando las soluciones
estilísticas a través del difusionismo, en boga, justificándolo en las aportaciones
coloniales, directas o indirectas y aplicando a las piezas la secuencia de estilos
orientalizante, arcaico, clásico y helenístico, con influencias mediterráneas difusas
para explicar los desfases cronológicos y las interferencias propias de lo ibérico,
desbaratando el sistema Winclkelmanniano o de “ciclo biológico”. Así, tanto Bosch
Gimpera, regeneracionista catalán, iniciador de la escuela de iberistas1, para la pintura
cerámica, como García Bellido, Blanco Freijeiro y Almagro Basch, para la escultura
se inclinaron por un proceso de aculturación de impronta orientalizante en el sur,
mientras, en el sureste de influencia jonio-focense, que inundó el Mediterráneo y que
ponía en entre dicho el significado de Hemeroskopeion (Denia) hasta entonces (Str;
III, 4, 6-8). Surgieron de los trabajos de García Bellido, de Menéndez Pidal y de
Blanco, los estilos ibérico-oriental, greco-ibérico e ibero-romano.
Hay que añadir el influjo político en dichos estudios, que inclinaba a imaginadas
interpretaciones de la romanidad de la Dama de Elche a dispensa de las entrevistas
entre Franco y Mussolini para erigir estatuas de bronce de Augusto en Caesar Augusta
y Tarraco.
Tampoco es extraño en el acerbo cultural hispano pues, ya Góngora y el
descubrimiento de la Cueva de los Letreros, le permitía compararse a los descifradores
de escrituras del Medio Oriente.
Por tanto, siendo la arqueología una ciencia joven, ya positivistas como Juan
Valera que había tenido a la luz de los nuevos descubrimientos, el privilegio de
acceder a los primeros vestigios documentales de la cultura ibérica e incluso a
incorporarlos eruditamente a un cuento que a fines de siglo XIX serviría para da a
conocer dicha cultura al público en general (“El bermejino prehistórico o las
salamandras azules”), fue continuado con otros cuentos publicados en la década de
1 Lluis Pericot García, Cerámica Ibérica
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los años veinte por investigadores tan eruditos en la materia como, en “Hispánica” y
“Memorias de un varón centenario”, Don Manuel Gómez-Moreno que, en su tarea
investigadora creativa y original, gestionó, catalogó, salvaguardó y divulgó el
patrimonio artístico y arqueológico de España. Además, supo formular con
clarividencia el carácter semisilábico de la escritura ibérica.
Por último un tercer relato que convendríamos en llamar histórico, “En la villa
de Hernes: sueño”, evocación de Clemente Pereda, cierra, como capítulo final, un
librito sobre la Dama de Elche publicado en 1931 por el Instituto de las Españas de
Nueva York. No es de extrañar pues que Federico García Lorca, poeta en Nueva York,
usara la imagen de la Dama en su portada de Poemas, mientras Rubén Darío “...
sangre de Hispania fecunda”, vinculaba a España y América convirtiendo a la Dama
de Elche en símbolo de linaje-sangre.
Soralla y Pijoan se encargarían con sus imágenes alusivas de la Dama en
convertirla en encarnación del alma femenina de España, ante los americanos el “Soul
of Spain”. La Hispanic Society se hacía con un estupendo busto de la Dama para
Nueva York, todos querían compartir el amor que siente Pijoan por la ilicitana.
En Hernas se desarrolla el sueño, en el cual la Dama se torna por piedad filial,
en Vestal consagrada a la diosa Luna, sacrificio que exige la diosa celeste. Un amor
imposible a la virgen da lugar a su busto, anhelo del artista enamorado que quiso
eternamente tallarla sin llegar a poseerla.
2.2. Pere Bosch Gimpera (1981-1974) y el Regeneracionismo catalán: el
inicio de una escuela de iberistas.
El personaje decisivo para salir de la orientación helenista de la arqueología
peninsular fue Bosch Gimpera (GRACIA, 2011) que, llegado a la Universidad de
Berlín, aceptó la sugerencia de estudiar los pueblos prerromanos de la Península en
una escueta tesis “los problemas de la cerámica ibérica”. Con una docena de vasos
ibéricos consiguió ir más allá en cuestiones como el origen y la cultura de estos
pueblos, aportando una cronología que desmentía cualquier veleidad micénica y
además mostraba similitudes y diferencias topológicas y decorativas en los distintos
territorios que hacía corresponder a un modelo explicativo de círculos étnicos
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interrelacionados que respondía a pueblos con ubicación, antecedentes a influencias
externas diversificadas. Así matizó el invasionismo y restringió el escenario de los
íberos históricos a la vertiente oriental peninsular entendidos desde una perspectiva
evolucionista plurilineal convencional (CORTADELLA, 2003) que nada tenía que ver
con la perspectiva evolucionista unilineal convencional de Gómez Moreno, por
ejemplo.
La labor de Bosch a partir de entonces, imparable, se puede seguir en el Servei
d’Excavacions Arqueológiques del Institut d’Estudis Catalans, llegando a ser rector de
la universidad autónoma republicana hasta 1939. Entre sus proyectos, el Palacio de
Exposición Internacional de Barcelona, de 1929, albergaría una sala con la Dama de
Elche, además del plomo ibérico de la Bastida de los Alcuses de Mogente, exvotos de
terracota de la Serreta de Alcoy, además de convocar el IV Congreso Internacional de
Arqueología. Finalmente el Museo Arqueológico de Barcelona se inauguraría en
1935, bajo su dirección.
También buscó la base de los grupos humanos iniciales de la Península y que
serían los íberos capsienses pirenaicos, así como, algo después, los íbero-saharianos
de la cultura de Almería, serían la base sobre la que caería la colonización griega, la
base de la cultura ibérica. Le preocupó el Bajo Aragón y su substrato hallstático
centroeuropeo.
Estos problemas animaron los debates del Seminario de Prehistoria del Institut
d’Estudis Catalans que frecuentaron José Calasanz Serra Ráfols, Lluis Pericot, Alberto
del Castillo, Agustín Ouran i Sanpere, Josep Colominas y Julio Martínez Santa Olalla,
quienes a excepción del último se consideran los discípulos directos de Bosch.
En su obra Etnología, Bosch hace alarde de su formación filológica a la vez que
elabora de los distintos paisajes de la Península una primera visión sintética de su
protohistoria.
2.3. Lluis Pericot García (1899-1978).
Lluis Pericot, el más brillante de sus discípulos, mantuvo una asidua relación
con su maestro tras el exilio de este último, lo que propició una proyección
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internacional de la Prehistoria y la protohistoria de la Península Ibérica y Baleares.
Pericot por su parte cuando tuvo que prologar el Corpus de los vasos ibéricos
decorados de San Miguel de Liria (BALLESTER et al., 1954), tuvo que conciliar las
tesis de Bosch y las nuevas evidencias arqueológicas, recogían de las opiniones de
arqueólogos como Antonio García y Bellido del Instituto Rodrigo Caro de Madrid,
hasta Martín Almagro Basch que regresaba a Madrid tras ser director del Museo y
catedrático de la Universidad de Barcelona tras la vacante de Bosch.
Así, en un ambiente crispado entre celtistas e iberistas en el Congreso de Alcoy
de 1950, la secuencia de las decoraciones cerámicas de Bosch era objeto de
modificación mediante un consenso hasta entonces impensable. Pericot hacia resumen
de los cambios en La Gran Historia General de los Pueblos de España, bajo su
dirección.
Pero fue Joan Maluquer de Motes Nicolau discípulo de Bosch y Pericot quien
encajó mejor la cultura ibérica desacreditando vehementemente a Bosch Gimpera ya
exiliado. Maluquer desde su cátedra de Salamanca hizo una síntesis equilibrada de las
distintas culturas de la Edad del Hierro que no desdecía las propuestas sobre las
cerámicas ibéricas decoradas de Bosch, redactada por García Bellido conforme a su
manera de entender los datos aportados por las excavaciones de Liria. Poco después
otro discípulo de Pericot, Miguell Tarradell Mateu abordaba el debate ibérico desde la
perspectiva del proceso de formación de esa cultura y de su periodización: edetanos
(vasos de Lliria), constentanos (vasos de Ilici/La Alcudia de Elche).
2.4. Del Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de
Valencia (1927) a la Constestania Ibérica (1972)
Tradicionalmente, el País Valenciano aportó, entre el siglo XIX y el XX, los
más ricos hallazgos propiciados por las excavaciones promovidas ya desde 1874 por
la extinguida sociedad Arqueológica Valenciana y proseguidos por el Laboratorio de
Arqueología de la Universidad de Valencia en 1924 ya en torno a la Luis Gonzalvo
París (VVAA, 1975). Pero mayor peso político tuvo el Servicio de Investigación
Prehistórica, creado en 1927 por Isidro Ballester Tormo, para el Marco de Prehistoria
de la Diputación de Valencia. Fue todo un reto planteado con ambición científica y
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convicción política, por una persona. Ballester con asesoramiento de Pericot,
Subdirector del Servicio de Investigaciones Prehistóricas (SIP) y que sería el Director
tras el cese de Ballester en 1933.
Al SIP se debe la primera excavación moderna y en extensión de un yacimiento
ibérico documentado con planimetría estratigráfica y contextualización de los objetos.
La excavación se llevó a cabo entre 1929-1931 (BALLESTER Y PERICOT, 1929, 179-
213). El yacimiento de La Bastida de los Alcuses dio unos vestigios junto a cerámicas
importadas que aseguraban la ocupación entre los siglos V y IV a.C., e interrumpido
por un acontecimiento violento que selló el lugar, proporcionando ventajas para la
lectura arqueológica. El yacimiento tuvo proyección internacional, muchos
investigadores extranjeros estudiaron estos documentos materiales exhumados.
El SIP continuó su labor en el Cerro de San Miguel de Liria, solar de la antigua
capital edetana, con cerámicas posteriores a la de la Bastida que pintada mostraba
letreros, de ahí su publicación anterior al de la Bastida.
Los dos yacimientos del SIP de cronologías fidedignas se hizo referencia
imprescindible para las etapas antigua y reciente de la arqueología ibérica, mientras se
multiplicaban las facies por el aporte de material de nuevas excavaciones: El Puig de
Sant Andreu (Ullastret), La Albufereta (Alicante), La Alcudia (Elche), La Hoya de
Santa Ana (Chinchilla), el Cigarralejo (Mula) o el Cabecico del Tesoro (Verdolay).
Una segunda generación de arqueólogos del SIP encabezados por Domingo
Fletcher Valls, junto a Julián San Valero Aparisi, Francisco Jordé Cerdá, José Alcócer
Gran y Enrique Pla Ballester, aunó la investigación de tradición valenciana, la escuela
catalana y las instituciones madrileñas, al menos lo mejor de ellas.
Fletcher director del SIP en 1950, defensor del iberismo frente a los celtistas,
destacó por sus investigaciones epigráficas de plomos inscritos, grafitos cerámicos y
letreros pintados, manteniendo un debate filológico con diversos eruditos en la
materia que situó la investigación valenciana sobre los íberos en la bibliografía
internacional.
Fletcher en 1960 publica los Problemas de la Cultura Ibérica, donde aborda y
afirma la estirpe mediterránea de los íberos, el carácter pre indoeuropeo de su lengua,
la diferencia entre los tartésico y lo ibérico y el peso de lo indígena en la creación de
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un arte y una cultura que «... no pudieron llegar a su madurez por impedir su normal
evolución la irrupción romana» (FLETCHER, 1965).
Era un texto muy importante y sus posteriores investigaciones sobre la
necrópolis de La Solivella (Alcalá de Xivert) (FLETCHER, 1965) pusieron el acento en
la especificidad de las tierras de Castellón, con un encuadre distinto al de los lugares
del SIP.
Desde 1956 a 1971, Miguel Tarradell ocupó la cátedra de Arqueología,
Epigrafía y Numismática de la Universidad de Valencia y se relacionó con el SIP,
pudiendo publicar el Ensayo de Estratigrafía Comparada de los poblados ibéricos
valencianos y el País Valenciano del Neolítico a la Iberización (TARRADELL, 1961, 3-
20: 1963). En aquellos años Pla y Tarradell reconocían que el proceso de formación
de la cultura ibérica no era perceptible en los yacimientos valencianos, había un salto
entre la Edad del Bronce y la fase ibérica difícil de explicar, las colonizaciones no