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RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 41 (2009/2)
P. BLANCO, La Cena del Seor. La Eucarista en el dilogo
catlico-lutera-no despus del Concilio Vaticano II, Eunsa (Coleccin
Teolgica, 119),Pamplona 2009, 319 pp., 16 x 25, ISBN
978-84-313-2610-4.
En esta monografa, el autor, profesor de teologa dogmtica en
laFacultad de Teologa de la Universidad de Navarra, estudia el
misterioeucarstico en el dilogo ecumnico catlico-luterano de las
ltimas d-cadas. Toma como punto de partida la doctrina eucarstica
tal como laproponen Lutero, y los concilios de Trento y Vaticano
II. Durante siglosse ha debatido fuertemente el tema eucarstico,
aunque con el tiempo seha situado la polmica en sus verdaderas
dimensiones. El autor revisa losdiversos dilogos ecumnicos,
llevados a cabo durante las ltimas dca-das, tanto a nivel local
como en las Comisiones mixtas oficiales de am-bas confesiones,
catlica y luterana; y analiza tambin algunas posicio-nes teolgicas
actuales, luteranas y catlicas, como las de Pannenberg yRatzinger,
Kasper y Wenz, Lies, etc., entre otros telogos.
La obra se divide en tres partes: Lutero y la respuesta catlica
(ca-ptulo I); los dilogos ecumnicos despus del Vaticano II (captulo
II);y la teologa eucarstica de los telogos mencionados (captulos
III y IV).
Lutero plante tres cuestiones crticas sobre la doctrina
eucarsticacatlica (pp. 45-61): la nocin de sacrificio, el rechazo
del trmino tran-sustanciacin y la cuestin del Laienkelch. Al
rechazar la dimensin sa-crificial de la Misa, el reformador alemn
apel al carcter nico delsacrificio redentor de Cristo en la cruz,
para evitar lo que l entenda co-mo multiplicacin del sacrificio
redentor (pp. 46-52). Trento atribuy ala doctrina luterana cambios
esenciales en la fe catlica sobre el misterioeucarstico, al mismo
tiempo que recordaba que la Eucarista est nti-mamente unida al
ministerio y a su condicin sacerdotal, proftica y sa-crificial (pp.
62-66). El sacrificio cruento de la cruz, dir Trento, no
semultiplica, sino que es actualizado y representado en la Misa de
modoincruento. La nocin tridentina de repraesentatio sera de este
modo acor-de con el redescubrimiento moderno de la nocin bblica de
memorial.
En cuanto a la presencia eucarstica del Seor, tras el debate
quetuvo lugar en Marburgo en 1529, Lutero mantuvo que la sustancia
delpan y la del vino permanecan junto con la del cuerpo y la sangre
deCristo, segn la doctrina llamada de la consustanciacin con la
que
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muestra un rechazo del trmino y concepto de transustanciacin
(pp.52-58). No queda del todo claro segn algunos que el
reformadoralemn sostuviera que no hay presencia eucarstica alguna
tras la cele-bracin; sin embargo, las especies sacramentales no son
objeto de ado-racin {Tabernakelfrmmigkeii). La respuesta catlica en
Trento sobre lapresencia real habla de una presencia verdadera,
real y sustancial (pp.66-71). Trento, adems, considera muy adecuada
la expresin detransustanciacin para designar el cambio eucarstico
{convenienter etproprie... est apellada, DS 1642).
A esos temas Lutero unira otras reivindicaciones de carcter
enparte eclesiolgico, como la revalorizacin de la participacin
eucarsti-ca de los laicos. Lutero plante en trminos polmicos la
comunin ba-jo las dos especies, o cliz de los laicos {Laienkelch),
que se convirtien un smbolo de la prctica eucarstica de la Reforma
(pp. 58-61). Tren-to precis el problema de fondo: Cristo entero
afirmar se encuen-tra bajo las dos especies con su cuerpo, con su
sangre, con su alma y sudivinidad. La comunin bajo las dos especies
no es de derecho divinoo necesaria para la salvacin, concluye el
tridentino (pp. 71-74). Lacuestin no supone hoy un motivo de
separacin.
Los acercamientos ecumnicos tras el Vaticano 11 han sido
fruct-feros para la clarificacin del debate. En el captulo II, el
autor se detie-ne, por ejemplo, en los dilogos mantenidos entre
catlicos y luteranosestadounidenses en el documento La Eucarista
como sacrificio (1967),que defina el sacrificio eucarstico como
sacrificio eclesial de alabanza,autodonacin u oblacin, lo cual
denota una apertura notable de laperspectiva reformada. Respecto a
la presencia real, se afirmaba que esuna presencia verdadera, real
y sustancial, a la vez que sacramental,sobrenatural y espiritual
(pp. 84-86). En Francia, el Grupo no oficialde Les Dombes publicaba
aos despus el documento Hacia una mismafe eucarstica? (1972), en el
que se hablaba de la Eucarista como accinde gracias al Padre,
memorial de Cristo y don del Espritu, tal como sevena diciendo en
la teologa de ambas confesiones desde haca tiempo.Se aluda a su vez
a la Eucarista como comida sacramental que proce-de del sacrificio
de la vida, muerte y resurreccin de Cristo (pp. 86-88).En 1986, la
Comisin mixta catlica-luterana alemana que estudi la re-visin de
las mutuas condenas formuladas en el siglo XVI entenda el sa-
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crificio de la cruz y el eucarstico como un nico sacrificio; el
misterioeucarstico se constitua de este modo como un memorial del
sacrifi-cio, y no como una ni4Aa conmemoratio. En cuanto a la
presencia realde Jesucristo en la Eucarista, el documento la
califica de verdadera, realy sustancial. Respecto al trmino
transustanciacin, se recuerda quees importante entender
correctamente el trmino sustancia en sentidometafsico no fsico (pp.
97-103).
Destaca con razn el autor sobre todos los dems documentos LaCena
del Seor {\97^) de la Comisin mixta oficial catlico-luterana
(pp.106-121). Este texto constituir una piedra miliar en el dilogo
ecumni-co entre ambas confesiones, en lo que a la doctrina
eucarstica se refiere.Adems de recordar la conocida teologa del
memorial, en lo que se refie-re a la doctrina sobre el modo de
presencia. La Cena del Seor intenta con-ciliar los modos de
presencia sacramental, sobrenatural y espiritual yverdadera, real y
sustancial de Jesucristo, segn ambas confesiones. Re-conoca legtima
la idea de transustanciacin, aunque no la considera es-trictamente
necesaria. Pocos aos ms tarde el tema eucarstico aparece enforos
ecumnicos ms amplios, como el de la Comisin Eaith and Orderdel
Consejo Ecumnico de las Iglesias, que public el llamado Docu-mento
de Lima.- Bautismo, ministerio. Eucarista (BEM, 1982, pp.
88-93).
En cuanto a la reflexin teolgica contempornea, el autor
dedicarespectivamente los captulos III y IV a la consideracin de la
naturalezasacrificial y a la presencia eucarstica. La unidad entre
la muerte de Jessen la cruz, su resurreccin y la Eucarista, y entre
las dimensiones sacrifi-cial y convivial, constituir algo esencial
para los telogos catlicos del si-glo XX. La perspectiva teolgica
quiere ser integradora de las diferentesdimensiones del misterio
eucarstico. As, por ejemplo, W. Kasper se refe-ra a las dimensiones
epcletica en dilogo con las Iglesias orientales,csmica, escatolgica
y comunional (pp. 178-185). Por su parte, LotharLies aluda a una
anamnesis trinitaria por la intervencin perijortica detodas las
Personas divinas en el misterio eucarstico, y propona un con-cepto
de sacrificio que pudiera entrar en dilogo con la concepcin
lute-rana. Sugiere de igual modo que la forma teolgica de la
Eucarista seams bien la euloga, la alabanza del Hijo al Padre (pp.
185-196).
Un eco parecido se encuentra en la teologa protestante, que
mues-tra una apertura positiva a las diferentes facetas y
dimensiones del mis-
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terio eucarstico. El evanglico Wolfliart Pannenberg acude al
conceptode memorial para profundizar la dimensin sacrificial de la
Cena, que linterpreta como unidad entre el perdn de los pecados y
el misterio eu-carstico (pp. 154-158). Cunther Wenz, por su parte,
destaca la referen-cia eucarstica a la cruz y a la resurreccin, al
mismo tiempo que la di-mensin trinitaria y sobre todo pneumatolgica
(pp. 159-166).
Sobre la presencia eucarstica del Seor, el panorama es
variado.Entre los telogos luteranos subsistir un recelo hacia el
trmino tran-sustanciacin, que intentan sustituir por otros
conceptos. As, Pannen-berg presta ms atencin al trmino
transignificacin, a la vez que in-sista en la necesidad de
referirse a la presencia personal de Jesucristo,que no ha de ser
entendida de modo local y circunscriptivo. El telogoluterano
recordaba que la presencia sacramental es sobre todo una pre-sencia
personal. Por parte catlica, Joseph Ratzinger destaca la prima-ca
de la ontologa sobre la semntica y la teleologa y, por tanto,
unaprioridad causal del trmino transustanciacin sobre los de
transigni-ficacin y transfinalizacin (pp. 238-245). La no oposicin
de estostrminos estribara en su opinin en una slida
fundamentacinmetafsica y ontolgica de las instancias fenomenolgica
y personalista.Garijo-Cuembe propona un tipo de presencia
sacramental, que ha deser sustancial para mantener toda su fuerza
ontolgica, evitando los ex-tremos del mero simbolismo y del
fisicismo (pp. 255-258). Eludiendoun lenguaje cosstico, Lothar Lies
se acerca al misterio eucarstico enperspectiva personalista y
trinitaria, sin renunciar a su indispensable fun-damentacin
ontolgica, al hablar de la sustancia viva de la persona deCristo
(pp. 246-254).
La investigacin concluye con unas pginas dedicadas a
sintetizarlos resultados del amplio recorrido que ha ofrecido el
autor (pp. 269-286). A pesar de la sintona y convergencia de las
aproximaciones refe-ridas sobre teologa eucarstica, entiende el
autor que restan por clarifi-car cuestiones de fondo, como el
fundamento ontolgico de la presenciaeucarstica; o tambin la seria
cuestin del defectus ordinis, recordado porel Decreto Unitatis
redintegratio, n. 22. El dilogo ha de tener en cuen-ta, adems, las
diferentes ideas eclesiolgicas de ambas confesiones.
A nuestro entender, la presente monografa llena con competencia
unnotable espacio en los estudios ecumnicos recientes sobre la
eucarista, des-
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de luego en el mhito espaol. El autor ha explorado de manera
exhausti-va una numerosa hihliografa, casi toda ella en lengua
alemana dispersa enmonografas y artculos (pp. 287-318), que analiza
y ordena sahiamente,prestando as un magnfico servicio al lector.
Pone a pie de ohra unos ma-teriales que resultarn de gran utilidad
para todo estudioso del tema. La or-denacin de la materia, tal como
se refleja en el ndice del lihro, facilita unarpida identificacin
de los aspectos que el lector desee confrontar.
Sin duda, para una visin completa del prohlema ecumnico
rela-tivo al Sacrificio Eucarstico restan por afrontar algunos
temas comple-jos, como seala el autor al mencionar la necesidad de
afrontar la cues-tin del sacerdocio ministerial unido a la
comprensin de la Iglesia paracatlicos y luteranos. No ohstante, la
presente monografa pone de re-lieve los fiandamentos sohre los que
se hasa la valoracin catlica de laCena evanglica: Una teologa
orientada hacia el concepto de sucesin,como ocurre en la Iglesia
catlica y en la Iglesia ortodoxa, (no) puede ne-gar de ningn modo
la presencia salvfica del Seor en la Cena evang-lica {Heil
schaffende Gegenwart des Herrn im evangelischen Abendmahl)(J.
RATZINGER, Convocados en el camino de Ufe, Madrid 2005, p. 255).As
resuma el entonces cardenal Prefecto de la Cong, para la Doctrinade
la Fe la percepcin catlica acerca de la Cena al ohispo luterano
Jo-hannes Hanselmann in 1993. Sus palahras no suponen reconocer en
laCena evanglica la ntegra sustancia del misterio eucarstico. Pero
talcelehracin no es simplemente nada: sin emhargo, mientras
conmemo-ran en la santa cena la muerte y la resurreccin del Seor,
profesan queen la comunin de Cristo se representa la vida y esperan
su glorioso ad-venimiento (Decr. Unitatis redintegratio, n.
22).
Jos R. VILLAR
L. CANO, Reinar en Espaa. La mentalidad catlica a la llegada de
laSegunda Repblica, con prlogo de Jos Andrs-Gallego,
Encuentro,Madrid 2009, 365 pp., 15x21 , ISBN 978-84-7490-952-4.
El anuncio del Reino de Dios, de su accin salvadora en el mun-do
y en la historia, ocupa un lugar destacado en la Sagrada Escritura.
Yla proclamacin de Jess como Kyrios, como Seor, como Rey, form
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