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Resumen
En este trabajo, la autora examina la situacin de los indgenas
migrantes de la ciudad de Mxi-co, especficamente los mazahuas,
otoms y triquis, que se han confrontado intensamente conla
administracin de justicia del Estado mexicano por problemas
causados por la venta noautorizada en el comercio ambulante, la
delincuencia, la drogadiccin y por los conflictos in-ternos, en
general familiares, que ocurren en los grupos. En la bsqueda de
solucin para es-tos conflictos, tanto por parte de los aparatos de
justicia del Estado como por parte de losgrupos indgenas, se pone
en discusin la categorizacin de indgena. Este artculo
procurareflexionar cmo en el escenario del conflicto entre justicia
e indgenas se combinan la cues-tin social y tnica y cmo en la lucha
por un reconocimiento tnico en los procesos judicia-les se observan
nuevos discursos y agentes de mediacin.
Abstract
Migrant Indians in Mexico City, namely the mazahuas, otoms and
triquis have fre-quently been at odds with the Justice structure of
the Mexican State, especially due to theirillegal street-vendors
activities, delinquency, drug addiction and internal conflicts,
mainlywithin groups and families. With a view to finding a solution
to these conflicts, be it by Mexicanjudicial bodies or by the
indigenous groups, the categorization of the notion of
indigenousremain to be defined. This article aims to demonstrate
how a new rethoric and new mediationagents come to exist in the
struggle for ethnic recognition, in this conflictive
ethnical-socialscenario between Justice and Indians.
Palabras clave: indgenas migrantes, comercio ambulante,
reconocimiento tnico, indgenasen la ciudad de Mxico, conflicto
tnico, justicia e indgenas.
*.Centro de Pesquisa e Ps-graduao sobre Amrica Latina e Caribe
(Ceppac), Universidadede Brasilia, Brasil.
Justicia y diferencia tnica.El reconocimiento tnico en el
contacto de los grupos indgenasmigrantes en la ciudad de
Mxico con la administracinde justicia capitaliana
REBECA LEMOS IGREJA*
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Introduccin
L os indgenas mazahuas, otoms y triquis que habitan en la ciu-
dad de Mxico se encuentran en una situacin de pobreza ex-trema, en
condiciones precarias de subsistencia y, en general, ubica-dos en
el sector informal. Esta situacin conduce a que los indgenasse
confronten diariamente con la justicia capitalina por diversos
deli-tos, ya sea en la condicin de acusados o de vctimas. El
encuentrode los indgenas migrantes con los aparatos de justicia de
la ciudadest marcado por situaciones de discriminacin, de maltratos
y so-bre todo de falta de reconocimiento tnico.
Los derechos indgenas reivindicados en todo el pas, sobre
tododesde el levantamiento zapatista, parecen no tener eco en la
ciudad deMxico, donde los indgenas migrantes no logran el respeto
de losaparatos de justicia por su pertenencia tnica. Cuando
migraron a laciudad se enfrentaron a la necesidad de luchar por la
igualdad dederechos, pues eran asumidos como indios, lo que
significaba pa-ra la justicia capitalina ser delincuentes,
invasores y aun extranje-ros de la ciudad. Hoy, en un momento de
mayor discusin sobre losderechos indgenas, los indgenas migrantes
enfrentan no solamentela representacin negativa de lo indgena para
la justicia capitalina,sino tambin la negacin del reconocimiento de
su pertenencia t-nica como una forma de negarles el respeto por los
derechos indge-nas y de esa forma el derecho de que sean asistidos
por las leyesespecficas para indgenas que los protegen.
Entre los aos de 1998 y 2000 realic una investigacin junto a
lasorganizaciones indgenas mazahuas del Estado de Mxico y de
Mi-choacn, triquis de Oaxaca y otoms de Quertaro, que tuvo
comopreocupacin relacionar los delitos ms comunes en que se
involu-craban esos grupos en la ciudad y observar cmo era la forma
de im-partir justicia por parte de los aparatos judiciales de la
ciudad deMxico.1 En este artculo me propongo presentar algunos
datos rela-tivos a esa investigacin que demuestran la dificultad
que enfrentan
1.Los resultados de esta investigacin se encuentran en mi tesis
de maestra en antropo-loga social, Derecho y diferencia tnica: la
imparticin de justicia hacia los indgenas mi-grantes en la ciudad
de Mxico, Mxico, CIESAS, septiembre de 2000. La investigacin
formparte del proyecto colectivo de investigacin,
Interculturalidad, derecho y gnero en regio-nes indgenas financiado
por CONACyT.
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Cuestiones contemporneas
los indgenas migrantes en la ciudad de Mxico para que se
respetensus derechos, ya sea como individuos o como
colectividades.
Los indgenas de la ciudad de Mxico
Segn la informacin del conteo de 1995, la poblacin de cinco aosy
ms que habla alguna lengua indgena en el rea metropolitana dela
ciudad de Mxico asciende a 343,027.2 Sin embargo, las cifras
quecuantifican a los indgenas en el Distrito Federal varan
considera-blemente. Las condiciones en que se encuentran asentados,
el hechode que muchos no se manifiesten como indgenas o que el
censotome nicamente la lengua como indicador, dificultan el conteo
deesos grupos.
Los indgenas de la ciudad de Mxico son una poblacin muy
di-versificada. Se encuentran en esta ciudad grupos indgenas
conside-rados como pueblos originarios de la propia ciudad y
diversos gru-pos migrantes de otras regiones del pas. La ciudad de
Mxico y elDistrito Federal son considerados como sitios que generan
y recibengrandes flujos migratorios.3 Esa diversidad de la ciudad
nos permiteobservar varias formas de adaptacin al contexto urbano,
distintascondiciones sociales, as como distintos procesos de
construccin desus identidades tnicas, de mantenimiento de las
tradiciones y de losvnculos con la comunidad de origen. Sin
embargo, aunque sea unapoblacin diversificada, en conjunto carecen
de reconocimiento desu presencia en la ciudad y viven, en general,
una situacin de exclu-sin social y de discriminacin en un ambiente
en el que no se res-peta ni su cultura, ni su lengua, ni su
organizacin social.
Los grupos mazahuas, triquis y otoms con los cuales realic
miinvestigacin se encuentran en la ciudad de Mxico en
condicionesprecarias de subsistencia, instalados en general en
vecindades dete-rioradas, ubicados en el sector informal y
enfrentando graves pro-blemas con los aparatos de justicia
capitalina. No son meros apndi-ces de sus comunidades de origen,
pues muchos ya se encuentranen segunda y tercera generacin y, por
lo tanto, ya se consideran as mismos como poblacin urbana y no
migrante.
2.Anuario Estadstico de los Estados Unidos Mexicanos, 1997,
Instituto Nacional de Es-tadstica Geografa e Informtica
(INEGI).
3.INEGI, 1990.
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Estos mismos grupos se vinculan de manera intensa con las
insti-tuciones de atencin a indgenas que existen en el Distrito
Federal,sobre todo, en el inicio de mi investigacin, con la
Subdireccin delrea Metropolitana de la Ciudad de Mxico del
Instituto NacionalIndigenista (INI). Dicho instituto tena
justamente como objetivo tra-bajar con los indgenas en situacin de
extrema pobreza. Para es-tablecer los vnculos con estas
instituciones, principalmente para laobtencin de recursos para
proyectos productivos, muchos de estosgrupos se organizaron como
asociaciones civiles. Esas asociaciones,consideradas como
organizaciones indgenas, alargaron su mbitode accin convirtindose
en nuevos sujetos polticos y sociales dela ciudad, basndose
principalmente en un discurso tnico muy fuer-te. Aun frente a la
justicia, las organizaciones pasan a jugar un papelfundamental en
la defensa de los intereses de los grupos indgenasde la ciudad.
La confrontacin de los indgenas con la justicia
Los delitos que conducen a una confrontacin de los indgenas
conla forma como se imparte justicia en la ciudad de Mxico varan
se-gn el grupo indgena, las condiciones sociales en que se
encuentrany la actividad que ejercen. Condiciones como marginalidad
social,la vida en vecindades deterioradas, la falta de cohesin del
grupoy la actividad en el comercio ambulante son importantes para
com-prender el por qu de la existencia de tantos conflictos de los
gruposmazahuas, otoms y triquis con la justicia, obedeciendo a las
especi-ficidades de cada uno de estos grupos.
Enseguida me propongo destacar los conflictos ms comunes y
pre-sentar cules son los caminos que buscan los indgenas para
encon-trar la solucin. Me propongo tambin presentar los
procedimientosque desarrollan los aparatos de justicia, as como
algunos agentes demediacin que interfieren en la solucin de estos
conflictos.
La venta ambulante ejercida sin permisos
La actividad del comercio ambulante, muchas veces ejercida sin
per-misos oficiales, es la mayor causa de conflictos de los
indgenas con
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Cuestiones contemporneas
la justicia. El desalojo de los vendedores ambulantes de las
callesse hace con violencia, estableciendo una confrontacin directa
entrelos agentes de la va pblica y los vendedores cuando les
decomi-san las mercancas.
Las mujeres indgenas ubicadas en esta actividad son vctimas
dia-rias de agresiones verbales y fsicas por parte de los
granaderos y pos-teriormente por los agentes del Ministerio Pblico
(MP) cuando sonencarceladas, en general acusadas por golpear a los
granaderos. Loscasos observados en la investigacin son muy
contradictorios, pues-to que no se toman en cuenta los testimonios
de las involucradas yno hay cumplimento de los trmites judiciales
normales. Estas muje-res, que se definen como defensoras de los
valores tradicionales in-dgenas, acaban vivenciando en la ciudad
una situacin de ilegalidady de confrontacin con la justicia en
condicin de delincuentes.
Los indgenas vendedores ambulantes buscan estrategias que
lespermitan seguir en esa actividad. Utilizan desde una contribucin
fi-nanciera para los lderes del comercio ambulante de la ciudad
hastapequeas propinas para el personal de va pblica.
Recientemente,buscan negociar permisos colectivos para las
organizaciones indge-nas directamente con las delegaciones. En este
momento, la fuerzade un discurso tnico, la reivindicacin de los
derechos indgenasy el apoyo de las instituciones de atencin a
indgenas han jugadoun papel fundamental.
Sin embargo, autoridades del gobierno capitalino responden
acu-sando a los indgenas de valerse de sus categoras tnicas para
con-seguir privilegios. En muchas situaciones presenciadas durante
lainvestigacin, estas autoridades llegaron a incitar a vendedores
am-bulantes no indgenas contra los indgenas, acusando a estos
ltimosde robarles el espacio de venta. Situaciones como stas
generarontambin duros conflictos entre ellos, repercutiendo en
agresiones f-sicas y acabando por conducir a buena parte de ellos a
la crcel.
Los motivos que llevan a ubicar a las mujeres indgenas en la
ventaambulante son variados. Actualmente, la principal justificacin
entrelas mazahuas es que la venta ambulante ya es una tradicin
indgena,adems de ser una opcin para que no se empleen como
domsticasy de esa manera puedan tener un horario ms flexible y
estar mstiempo con sus hijos. De hecho, varios indgenas ubicados en
esaactividad venden artesanas y desean tener un espacio en el
Centro
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Histrico, donde las puedan exponer a la gran cantidad de
turistasque pasan por all. Sin embargo, muchas ventajas que ofrece
la ventaambulante se convierten en un drama para los indgenas.
Los nios que se encuentran en las calles acompaando a sus
ma-dres se vuelven vctimas de maltratos de pasantes4 y tambin del
per-sonal de la va pblica:
[...] enfrentan diariamente [...] agresiones por parte de
personalde va pblica de la Delegacin Cuauhtmoc (las camionetas),que
frecuentemente, despus de insultarlos, les arrebatan sumercanca
(chicles, dulces o cigarros) sin posibilidades de re-cuperacin; por
parte de los dueos y personal de comerciosestablecidos que no
permiten que los nios entren a vender asus locales o estn cerca de
ellos; ciudadanos en general quecalifican negativamente esta
actividad asumiendo actitudes derechazo, no tanto por la prctica
misma como por su condicinhumilde, reportndose casos de amenaza e
incluso golpes antela insistencia de los nios para que se les
compre un caja dechicles.5
Sin duda, la venta en el comercio ambulante es el primer
motivoque conduce a los indgenas a enfrentar la justicia. En este
momento,asumirse como indgena es algo que apenas comienza a jugar
un pa-pel importante. La actitud anterior del gobierno de la ciudad
era pe-dir a los indgenas que regresaran a sus pueblos, pues no
eran partede la ciudad, actitud que conduca a los grupos a negar su
origen.Sin embargo, ahora se observa un llamado muy fuerte a la
perte-nencia tnica por parte de algunos indgenas. Por ejemplo,
algunosmazahuas que antes no utilizaban sus trajes tpicos ni su
lengua,ahora los recuperan en las calles. Esta actitud permite
marcar distan-cias con los vendedores no indgenas y lograr as el
soporte de las
4.En los archivos del rea metropolitana del INI, se verifican
datos de un gran nmero denios que fueron atropellados por coches
mientras ellos o sus mams vendan en las calles,de nios que
desaparecieron o fueron vctimas de maltrato o incluso de violacin
sexual poralgn pasante.
5.Laura Elisa Villasana Anta et al., Trabajo infantil y economa
informal. Nios vendedoresmazahuas, Espacio de comunicacin y anlisis
del Instituto Nacional Indigenista, nm. 7,octubre de 1996.
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Cuestiones contemporneas
nuevas instituciones, as como de los discursos que apoyan a los
in-dgenas.
Maltrato a los nios indgenas
No es solamente en las calles de la ciudad que los nios
indgenasse vuelven vctimas de delitos. La vida en las vecindades y
las con-diciones en que se encuentran en la ciudad los exponen
temprana-mente a convivir con la delincuencia, la drogadiccin o con
lospeligros de maltratos practicados por los vecinos o aun por sus
pa-dres. Las frecuentes denuncias en los ministerios pblicos por
partede nios indgenas que sufren maltratos de sus padres llevan
tam-bin a que las organizaciones se enfrenten duramente a la
imparticinde justicia capitalina.
Durante la investigacin fueron seguidos algunos casos donde
lospadres indgenas se vieron despojados de sus hijos por acusacin
demaltratos y abandono. Testimonios de los propios integrantes de
lasorganizaciones indgenas reconocen el problema que los nios
su-fren en las vecindades.
[...] yo digo: cuidan sus hijos, no les golpean, yo s el coraje
quea veces tenemos, que un momento otro ya les golpeamos, yales
pegamos, pero si llega una trabajadora social y si ve que loestn
golpeando al nio, que va a hacer, va a perder a su hijo,entonces
queremos ayudar. Yo tampoco fui santa y ya les pe-gu a mis hijos,
pero no les pego tan fuerte como otras mams.Y all est, dicen en el
pueblo que era tan normal pegarles asus hijos. Ya estn controlando
un poco. Nosotros no podemos,les damos un mensaje, como se dice, ya
no les pegue tanto.6
Los trabajadores sociales, estimulados por las instituciones de
aten-cin al indgena migrante, andan por las vecindades acompaandoel
desarrollo de los nios. rea Metropolitana del INI promovatambin
cursos de escuela para padres a fin de que stos fueranorientados en
las conductas con sus hijos. Conjuntamente, INI y los
6.Testimonio de la representante de un grupo mazahua.
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trabajadores sociales buscaban estimular a las familias para que
losnios no se ausentaran de las escuelas.
Los casos de maltrato o de abandono de los nios que llegan ala
Procuradura de Justicia son tratados en general con mucha
des-atencin y se percibe un prejuicio muy fuerte hacia los
indgenas.Para estas autoridades, una caracterstica del indgena es
no sabercuidar a sus hijos. De esta forma se alimenta otro estigma
negativoque la sociedad capitalina atribuye al indgena presente en
la ciudad.
Los indgenas viven en la ciudad experiencias distintas a las
queestn acostumbrados en sus pueblos. El trabajo infantil es visto
conmayor naturalidad en sus pueblos, por la necesidad de que los
ni-os apoyen a sus padres, pero en la ciudad constituye un delito
pa-ra los impartidores de justicia. As, tambin para los indgenas,
el in-tento de trasladar sus costumbres rurales para la ciudad les
impidever los peligros a que estos nios son expuestos estando en
las ca-lles. Son stas las diferencias que los impartidores de
justicia suelenno tomar en cuenta.
Adems de estigmatizar al indgena en su llegada a la
Procuradura,las mismas autoridades se rehsan a esclarecer en los
expedientes lacalidad de indgena, aunque sta sea solicitada,
cerrndole as la po-sibilidad de que pueda recurrir a sus derechos
especficos. En loscasos que pude seguir, no se respet la solicitud
frecuente de la fami-lia indgena de que el INI estuviera presente.
La institucin era com-pletamente menospreciada por las autoridades.
Adems, tampocoera frecuente la presencia del traductor de lengua
indgena. A conti-nuacin, relato el testimonio de un licenciado de
la Procuradura so-bre el caso de dos nios indgenas que fueron
extrados de sus familias,una de cuyas madres visiblemente no
hablaba muy bien el espaoly su hija era quien haca la vez de
traductora:
Son otoms, s hablan en otom, pero tambin hablan en es-paol, por
eso partimos de que puedan hacer parte de un grupoindgena. Ellos
hablan espaol, si hubiera venido con nosotrosy no hablara ms que
otom, pediramos el apoyo del INI paraque nos hiciera la traduccin,
pero no fue necesario.
En este mismo caso, el licenciado tambin expresa su opininsobre
las organizaciones indgenas de la ciudad y sobre el hecho de
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Cuestiones contemporneas
que las seoras involucradas no recogieron el apoyo de ningunade
ellas:
No estn tan integradas, ms bien pensando por ellas mismasy por
su familia y no por un grupo. Yo creo que estn movin-dose por
intereses particulares, yo creo eso. Eso sucede porquese
desintegran, sucede porque alguien tiene ms nocin de pro-gresar que
otros, no van a estar apoyando siempre a este grupoy llegan a
cambiar, o va a ser una persona distinta al grupo eintegra a una
familia nueva, con costumbres nuevas, que nodepende de la
influencia del grupo.
A pesar de todos los conflictos y discriminacin que enfrentan
losindgenas cuando llegan a la Procuradura, muchos recurren a la
jus-ticia cuando sus hijos son vctimas de delitos ms graves, como
laviolacin, aun cuando sta sea practicada por integrantes de la
mis-ma organizacin. En casos como stos, algunas organizaciones
recu-rren primero al apoyo del representante o de instituciones
comorea Metropolitana del INI, para que se encuentre una manera
decastigar al violador, pero en la mayora de los casos llegan a la
justiciadel Estado, incluso por estmulo de las instituciones de
atencin alindgena.
Durante la investigacin pudimos observar que, excepto por
loscursos ofrecidos a los padres por rea Metropolitana del INI,
yotros apoyos ofrecidos por nuevas instituciones de apoyo al
ind-gena migrante, no existen espacios de discusin sobre el
problemadel nio indgena en la ciudad. La justicia, alimentada por
sus pre-juicios, se cierra para la discusin, alegando muchas veces
que haceun bien en sacar a los nios de sus familias indgenas
ubicadas enla ciudad, ignorando que muchas veces es la misma ciudad
la queha trado para los indgenas tales problemas.
La delincuencia de los jvenes indgenas
Nios y jvenes comparten los mismos problemas dentro de las
vecin-dades indgenas. Drogas, rias y pequeos robos forman parte
dela cotidianidad de estos jvenes. Las autoridades judiciales
intentan
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atribuirles el estigma de banda de delincuentes por el solo
hecho deque habiten conjuntamente en las vecindades. No son
solamenteacusados, igualmente son vctimas en situaciones de
asaltos, homi-cidios, violaciones, fraudes y abusos de autoridades,
entre otros. Engeneral, los expedientes judiciales de casos que
involucran a los j-venes indgenas son marcados por discriminacin,
irregularidades,y jams se encuentra registrado que se trata de
indgenas.
En 1998, en la conmemoracin de las fiestas patrias en la Plazade
la Constitucin de Tepito, hubo un caso donde estuvieron
invo-lucrados indgenas de varias organizaciones por causa de una
riaentre comerciantes. Esta situacin es representativa de las
irregu-laridades y prejuicios que acompaan el desarrollo del
expedientejudicial.
En este entonces, fueron detenidos diez mazahuas, mujeres y
hom-bres, en una gran redada enmedio de la plaza. Los comerciantes
deTepito involucrados en la ria acusaron a los indgenas de
habercometido robo de dinero y de algunos anillos que portaban, lo
queno lleg a ser debidamente comprobado. Una representante de unade
las organizaciones lleg a ser encarcelada, aunque estuviera delotro
lado de la plaza, lo que la hizo expresar: Yo no estoy en contrade
ellos, ni nada, simplemente deben de cumplir como va la ley yno
como ellos quieren. Para m fue una injusticia.
En la agencia del Ministerio Pblico estaban presentes
represen-tantes de varias organizaciones indgenas y funcionarios de
reaMetropolitana del INI y del Centro de Atencin al Indgena
Migrante(CATIM),7 que intentaban apoyar a los indgenas, pero les
fue negadala autorizacin para estar presentes durante las
declaraciones, aun-que existiera un convenio firmado entre la
Procuradura General deJusticia del Distrito Federal (PGJDF) y el
INI. Uno de los agentes delMP, dirigindose a la representante
recluida, manifest: T, t tam-bin eres de la etnia? Yo no quiero
saber de la etnia. Aqu no lo digan.
El caso fue tipificado como robo calificado con violencia y
conms de dos. La justicia interpret como si todos fueran
pertenecien-tes a una banda que los agentes llamaron de los
cubanos, ya que mu-chos indgenas involucrados eran de la vecindad
de la calle de Cuba
7.Institucin del gobierno del Distrito Federal para la atencin a
indgenas migrantes, enactuacin en el momento de la
investigacin.
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Cuestiones contemporneas
del Centro Histrico. Leyendo el expediente judicial se constata
lacoincidencia hecha entre la organizacin indgena con una
organi-zacin de delincuentes, lo que no es exclusivo de este
caso.
En las conclusiones de la averiguacin previa consta que
todoshaban manifestado haber cometido el delito tal cual se les
acusa,aceptndolo plenamente. Tal conclusin no se puede desprenderde
las declaraciones. Para las conclusiones, se traslad el expedien-te
a la Direccin de Asuntos Periciales con el fin de recabar hojas
deantecedentes. Ninguno de los detenidos tena antecedentes
pena-les. Se llenaron cdulas de investigacin sobre ellos, en las
cualesse levantaron los datos personales como nombre, edad, sexo,
di-reccin, filiacin, estado civil, escolaridad, identificacin de
los pa-dres, caractersticas fsicas y escolaridad. Se recogieron
datos sobrela profesin de los involucrados, como por ejemplo: dnde
traba-ja, cunto gana, la antigedad, la relacin con los compaeros
detrabajo. Adems, se entrevist a los vecinos sobre la relacin
concada involucrado, la conducta manifestada por l, sus amigos, el
ca-rcter asumido. Finalmente, tomaron datos sobre el domicilio
decada inculpado y anexaron varias fotografas del mismo. Sin
embar-go, en ningn momento se mencion que se trataba de
indgenas,aunque los mismos lo hayan manifestado en sus
declaraciones.
En la primera audiencia de los mazahuas detenidos, la
representan-te de la Alianza de Organizaciones Indgenas de la
Ciudad de Mxicopresent cartas de recomendacin de instituciones y de
organiza-ciones, certificados de cursos de capacitacin de derechos
hu-manos, donde se aclaraba la calidad de indgenas de los
involucradosy el trabajo anterior con organizaciones e
instituciones. La respuestadel juzgado fue: ustedes no tienen por
qu estar aqu, ellos no sonindgenas, revisamos y todos nacieron aqu,
por lo tanto, no son in-dgenas. Adems del lenguaje, el lugar de
nacimiento es funda-mental para definir al indgena, pues la ciudad
no produce ind-genas. Con esto se elimin la actividad de la
institucin y ya notomaron en cuenta las cartas presentadas.
Por lo anterior, un representante de una de las organizaciones,
yamuy inconforme con la situacin, manifest que:
Mis hijos aqu nacieron y no quiere decir que porque aqu
na-cieron dejan de ser mazahuas, yo lo puedo comprobar, yo he
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registrado aqu y he registrado all, pero esto no quiere decirque
les van hacer de menos que otros; posiblemente, a lo mejorno pueden
hablar bien la lengua, pero entienden unas cosas.No es apenas el
idioma, sino que la cultura de donde venimos.Vuelvo a repetir, es
querer imponer sus leyes, tambin cosasque yo le deca que es
siempre, siempre nos han tenido. Poreso es que lo digo,
desgraciadamente desconocemos muchascosas, por eso yo en la verdad
me da mucha tristeza en verun caso como esto y luego pensando de
donde vinimos, por-que creo que no se vale que las autoridades nos
hacen me-nos que uno, porque ellos tienen ms conocimiento, ms
prepa-racin, ellos saben porque estn dentro de la ley y la ley esla
ley, cierto, estamos de acuerdo que posiblemente s tienensus
reglamentos, pero tampoco no tiene por qu hacer esto, nopueden
privar un derecho.
Los indgenas se esfuerzan en la ciudad por desvincular la
asocia-cin de la imagen del indgena como delincuente. Les parece
actual-mente menos importante ocultar su adscripcin tnica que
tratar dediferenciarse de los delincuentes de la ciudad. As lo
ejemplifica elrelato de un caso hecho por una representante
mazahua:
Hace poco que un muchacho lo detuvieron tambin por va p-blica
[...] le acusaron que le rob una cmara de TV Azteca, y lerob una
cmara de Duro y Directo, y luego ya despus de allse les rompieron
unos lentes. Ese muchacho tena un mechonci-to aqu blanco y con un
pantaln de mezclilla, cholos con unaplayerota, y con esos nikes
grandotes, as est vestido el mu-chacho, que es de mi organizacin
[...] y la hora que haballegado el muchacho no haban dejado entrar
ni su mam, nisu ta, ni nadie; yo entr y le digo: mira, yo ya llam
por telfo-no la delegacin, la delegacin le llam por telfono a
ustedesy no encontraban aqu ningn indgena. Pero me dijeron queaqu
estaba el muchacho indgena, [...] y agarra la juez y di-ce: no, aqu
no hay ningn muchacho indgena, el muchachoque ustedes dicen que se
hace pasar por indgena habla perfec-tamente espaol, as que no se
traba nada ni nada. Le digo:
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mira seora, su madre es una indgena, el muchacho tal vezno se
quiera reconocer como indgena, pero la mam es in-dgena y si estoy
aqu es por la mam que no sabe expresar yno sabe decir nada y por
eso estamos aqu con ella, y ya le dijeque la mam que nunca sabe
hablar bien el espaol y ni supohablar muy bien el mazahua, le digo.
Y agarra a la seora ydijo: es que usted cllese, que si va hablar a
su hijo habla enespaol y no le hable en su lengua. Le digo: me va
disculparusted, seora juez, ella tiene todo el derecho de hablar
comoella si le da la gana, ella tiene una lengua y yo desde al
principiodije que es una indgena, ella no habla castellano y habla
su len-gua y su hijo lo entiende, para que usted no diga que no es
hi-jo de una indgena, el muchacho entiende ahorita lo que hablasu
mam y no tiene ninguno derecho usted de privar sus de-rechos de la
seora. Yo le dije y la seora dijo: usted tienela razn. Y ya habl
con su hijo, ya le pregunt si lo hizo,no lo hizo. Mientras, el
muchacho no tiene que quedar tantotiempo detenido porque no estaba
participando, ya le dije. Ladej callada all y entonces, cuando
agarro, le digo al muchacho:ya viste, le digo, all te agarraron, te
tomaron una fotografa,yo siempre les he dicho como representante de
la organizacinque no se debe de vestir como ahorita anda vestido.
Por me-chn que trae, por la playera que trae, por el pantaln que
trae,participaste o no haiga participado, te trajeron por la forma
devestir. As que lo digo a todos: seora, fue cierto o no seora?Dijo
la seora: es muy cierto lo que dice la seora, eso es muycierto.
Todo lo que deca me daba razn. Le digo: es la ver-dad, porque as
como le dije, robe o no robe, as dan maloefecto, dicen que son unos
ladrones, mal muchachos, por esarazn veo usted aqu, pero yo lo
conozco y es un buen mucha-cho, yo le dije y lo defend hasta el
fin, yo creo que tard comounos veintids das para sacarlo, pero lo
saqu [...]
Tampoco se puede creer que este caso hubiera sido diferente siel
muchacho hubiera vestido un traje tpico indgena, pues la
dife-rencia tnica tambin es discriminada, como lo demuestra el
rechazoen aceptar la calidad de indgena del involucrado. Adems, al
no res-petarse el derecho de hablar en su propia lengua, tampoco se
respe-
Cuestiones contemporneas
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182
taron los derechos lingsticos de los indgenas.8 Sin embargo,
apesar de enfrentar estas dificultades, los indgenas buscan sus
de-rechos como indgenas, insistiendo en utilizar su lengua
materna.
La actuacin de la representante es otro elemento para
observar.Convertirse en representante de las organizaciones
indgenas de laciudad implica algo ms que dirigir los proyectos
productivos, pues-to que implica asumir una responsabilidad por el
bienestar de losmiembros del grupo. De una cierta manera, la
presencia del repre-sentante permite lograr mayor respeto de las
autoridades capitali-nas, que se sienten ms presionadas a actuar
debidamente.
Las condiciones de drogadiccin y de delincuencia de algunos
j-venes indgenas derivan en problemas para la propia
organizacin,pues es fuente de conflictos entre las familias. Jvenes
drogadictos,delincuentes, traen a su familia un mal estigma,
generan acusacionesentre los miembros que les atribuyen la
responsabilidad de la malareputacin para la vecindad, adems de que
sus hijos no pueden co-laborar de manera efectiva con el trabajo
colectivo. La intensidad decmo viven el problema vara de grupo a
grupo; sin embargo, hayuna actuacin colectiva en bsqueda de una
solucin. Los triquis sonlos ms hbiles en mantener el control sobre
los jvenes, mediantela valoracin de la educacin escolar y el
esfuerzo por mantener pre-sentes sus tradiciones en la ciudad.
Los jvenes indgenas son tambin vctimas de todo tipo de
vio-lencia de la ciudad. Son registrados innumerables casos de
violaciny de agresin practicados por delincuentes de las calles, as
comotambin por policas que invaden los predios extorsionando y
ame-nazando a los indgenas. En estos casos, la actuacin de la
justiciadel Estado suele ser de completa indiferencia a las
declaracionesprestadas por estos jvenes.
Asumirse o no como indgenas es algo en constante discusin en-tre
los jvenes dentro de las vecindades. Muchos grupos iniciaroneste
proceso de discusin gracias a la participacin en cursos de
ca-pacitacin ofrecidos por instituciones como rea Metropolitanadel
INI y el CATIM, donde han tenido la oportunidad de discutir
losvalores tradicionales de sus culturas de origen. Hay diferencias
fun-
8.Enrique Hamel, Derechos lingsticos, en Nueva Antropologa, vol.
XIII, nm. 44,Mxico, 1993 y Lourdes de Len, Mixtecos y analfabetas:
poder y resistencia en la cortenorteamericana, Dimensin
Antropolgica, ao 6, Mxico, 1999.
-
183
damentales entre los grupos, inclusive en los que pertenecen a
unamisma etnia, en la forma como manifiestan una mayor o
menoradhesin cultural y la importancia que atribuyen a una
identificacintnica; sin embargo, en general, el discurso utilizado
por los jveneses todava muy ambiguo.
No se puede olvidar que el abandono de las tradiciones indgenasy
de la lengua por parte de los jvenes fue estimulado por los
mismospadres frente a la situacin de discriminacin que encontraron
en laciudad cuando migraron. Tal actitud contribuy a reproducir
unaimagen negativa de lo indio, provocando una negacin de la
culturade sus padres por parte de los jvenes. Los testimonios
afirman quepor el acento que tenan al hablar en espaol o por la
forma de ves-tirse de sus padres, los jvenes eran muy criticados,
sobre todo enla escuela que frecuentaban.9
Sin embargo, la permanencia junto a sus padres, la vida en
colecti-vidad y el reciente momento de recuperacin de un discurso
tnicoha llevado a estos jvenes a replantear sus condiciones tnicas
y adiscutir los antiguos valores tradicionales de sus culturas
maternas.Es un proceso todava en marcha, muchas madres indgenas
afir-man que si hoy los jvenes niegan su identidad indgena,
maana,un poco ms grandes, pueden volver a manifestarla, como
sueleocurrir. Para estas madres, esto es ms un problema
generacionalque un abandono de la identidad del grupo.
La disputa por una vivienda
La disputa por una vivienda es otro elemento generador de
conflic-tos al que se enfrentan los grupos indgenas migrantes de la
ciudad.En general, los indgenas migran a la ciudad mediante el
apoyo deredes familiares o de vecinos de la misma comunidad y, por
este mo-tivo, cuando llegan se establecen de forma conjunta,
frecuentementeen vecindades o terrenos desocupados.
Muchos de los espacios que habitan fueron adquiridos a travs
deinvasiones. Entran en edificios particulares y pblicos
abandonados
Cuestiones contemporneas
9.Martha Romer, Reproduccin tnica y discriminacin en el medio
urbano. Un caso de mi-grantes mixtecos en la zona metropolitana de
la ciudad de Mxico, Mxico, Nuestro Tiempo,1998.
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184
o en terrenos desocupados. Sin embargo, no siempre se trata de
in-vasiones, pues muchos grupos indgenas migrantes son engaadospor
falsos dueos de edificios que les cobran renta, o por el
personaldel servicio pblico, quienes les aseguran la ausencia de un
pro-pietario.
El conflicto con la justicia se establece en el momento en que
de-salojan a estos indgenas. Normalmente se asiste a un conflicto
direc-to entre los indgenas y el propietario, o directamente con
los agen-tes pblicos encargados del desalojo; tambin se presentan
conflictosentre organizaciones indgenas por el mismo espacio. De
los casosobservados se desprende que la lucha por la vivienda
tambin im-pacta directamente en las estructuras de la organizacin,
puesto quees motivo de disputas internas provocando muchas veces la
disgre-gacin del grupo.
La actuacin de la justicia suele tambin ser de indiferencia y
losindgenas son los ms perjudicados por tal situacin. Muchas
organi-zaciones exigen de las instituciones de apoyo a los indgenas
quetengan como prioridad la solucin del problema de la vivienda,
puescreen que sta es la fuente de los diversos problemas que
enfrentancon la justicia, sobre todo los problemas relacionados con
los jve-nes, causados por el ambiente en que viven en las
vecindades de-terioradas.
La imparticin de justicia en la ciudad
La primera consecuencia de la falta de reconocimiento de los
indge-nas es no permitir que ellos puedan beneficiarse de los
derechos queles son previstos por la Constitucin mexicana y por los
cdigos civily penal. Es cierto que muchas autoridades critican a
estas leyes por-que creen que son ambiguas en su construccin. Pero
ms ciertoes que ni siquiera llegan a recurrir a estas leyes, al no
considerarque estn tratando con indgenas. De esta forma, la
obligacin detener presente un traductor o de tomar en cuenta las
costumbresindgenas se pasan por alto. Adems, la actuacin de las
institucio-nes de atencin al indgena, como rea Metropolitana del
INI, elCATIM y otras no gubernamentales, se vuelve insuficiente
para apo-yarlos, cuando la propia justicia no acepta su presencia.
De esa ma-
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185
nera, se siguen negando a los indgenas sus derechos, no
solamentelos especficos, sino tambin como ciudadanos.
Los indgenas buscan conquistar sus derechos especficos
comocolectividades que histricamente fueron discriminadas y
excluidasdel bienestar social. La idea universalista de aplicacin
de justicia deque todos son iguales ante la ley no es equivocada,
teniendo encuenta el derecho que todos tienen de acceder a las
leyes de formahomognea. Sin embargo, se percibe que algunos grupos
socialesse encuentran en desventaja frente a los procesos
judiciales. Cons-tantemente se ha alegado que no se pidan
privilegios para los ind-genas, sino que tengan condiciones para
alcanzar una igualdad antelos dems ciudadanos. Si llegan a la
justicia sin la comprensin delespaol hablado, con visiones y lgicas
culturales diferenciadas y conun sentimiento de colectividad,
acaban por confrontarse con una in-justa imparticin de justicia,
pues no logran expresarse debidamente.
Se cuestiona, adems, el derecho que tienen los impartidores
dejusticia en determinar cundo se trata de indgenas o no. El
hechode que no hablen espaol y hablen solamente la lengua indgena
nopuede ser el nico factor elegido por las autoridades para definir
lacalidad de indgena. No hay un espacio en la justicia de la
ciudaden que los indgenas se autodeclaren como tales, de esta
manera es-tn sujetos a la definicin que les atribuyen los
impartidores, como,por ejemplo, bandas de delincuentes.
Por supuesto, las representaciones que comparten los
impartidoresde justicia del indgena impactan directamente en el
desarrollo delos casos. Por este motivo, se observan muchas
actitudes discrimi-natorias y mucho prejuicio durante el desarrollo
del expediente. Elobjetivo es todava estimular para que los
indgenas regresen asus pueblos, negndoles el derecho de ciudadanos
de disfrutar delas oportunidades de la ciudad, como lograr un
trabajo o una mejorasistencia de salud y de educacin.
Los indgenas son indgenas, pero tambin son ciudadanos mexi-canos
y comparten identidades sociales con los dems sectores dela
sociedad. De esa forma, son indgenas, pero tambin son hombresy
mujeres, profesionales, comerciantes ambulantes, estudiantes,
po-bres y otras tantas identificaciones.10 La identificacin tnica
no pue-
Cuestiones contemporneas
10.Vase la nocin de campo social desarrollada por Bourdieu, en
Pierre Bourdieu, Cosasdichas, Barcelona, Gedisa, 1987; Pierre
Bourdieu, El sentido prctico, Madrid, Taurus, 1991.
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de ser vista como un efecto totalizante, pues tal pensamiento
sirvea la elite dominante para negarles sus derechos como
ciudadanosy ubicarlos como exteriores y extranjeros de la sociedad
de la queforman parte.
La no aceptacin de la presencia indgena en la ciudad se debea la
imagen existente del indgena como campesino. La explicacinhistrica
de este fenmeno est en la colonizacin europea en Mxi-co, que acab
por desarticular las estructuras urbanas de los pueblosnativos.11
Esta imagen dificulta la aceptacin de la presencia ind-gena en el
contexto urbano donde se espera su asimilacin, puesah no desempea
tareas agrcolas. La fusin de lo indgena con locampesino acaba por
ser asimilada por los propios indgenas, quie-nes se refieren a los
dems habitantes de la ciudad como urbanos.
En cualquier caso, como lo plantea Miguel Alberto Bartolom,12la
presencia en la ciudad y el consecuente abandono de las
tareasagrcolas, aunque traiga modificaciones en las culturas de
estos gru-pos, no se traduce necesariamente en una transfiguracin
de susidentidades. Algunos rasgos o prcticas culturales tienden a
mante-nerse, tanto para la reproduccin de la sociedad grupal como
paraproporcionar emblemas a la identidad colectiva. As, aun en la
ciudad,los principios de reciprocidad e intercambio tradicionales
en la vidarural de los indgenas, por ejemplo, pueden ser
trasladados a las acti-vidades econmicas desarrolladas en este
nuevo contexto. Referirsea los dems como urbanos en oposicin a s
mismos, es slo unaforma de diferenciarse, es decir, sirve como un
recurso ideolgicopara la conservacin de la identidad tnica.
Asimismo, es cierto que por parte de los indgenas se observa
unainstrumentalizacin, como tambin una manipulacin de las
identi-dades tnicas. Muchos de ellos han percibido que viven en un
mo-mento ms abierto para la discusin sobre los derechos de los
pue-blos indgenas y saben que pueden contar con el apoyo de
variasinstituciones de atencin a indgenas que han surgido. Los
represen-tantes y los integrantes de las mesas directivas de las
organizacionesson principalmente quienes se benefician de este
apoyo, concen-
11.Miguel Alberto Bartolom, Gente de costumbre y gente de razn:
las identidades tnicasen Mxico, Mxico, Siglo XXI/Instituto Nacional
Indigenista, 1997, p. 92.
12.Idem.
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187
trando en sus manos el conocimiento de los derechos y los
contactoscon las instituciones.
Algunos casos ejemplificaron esa instrumentalizacin de la
per-tenencia tnica. Ser indgena y alegar no hablar espaol, aunque
sehable para evadir las declaraciones, o recurrir a las
instituciones in-digenistas, jugando al mismo tiempo con el apoyo
de varias de ellas,presentarse con el representante de la
organizacin o proferir undiscurso sobre los derechos indgenas, son
estrategias muy comunesutilizadas por los indgenas cuando estn
buscando solucin parasus conflictos con la justicia.
Aunque muchas veces se vuelva una manipulacin grotesca enmanos
de personas que solamente quieren verse libres de la acusa-cin por
delitos o conseguir beneficios propios, la etnicizacin eseficaz en
la medida en que permite a los indgenas, vctimas de unasituacin de
marginalizacin y discriminacin, lograr mejores condi-ciones
sociales y mejor asistencia jurdica.
Es una realidad que hoy los indgenas en la ciudad, cada vez
ms,buscan afirmar una identidad tnica y marcar su diferencia como
su-jetos colectivos con derechos especficos. Las contradicciones
queexisten en este discurso no invalidan la necesidad de
comprendery discutir los problemas que viven los indgenas en la
ciudad y el es-pacio que la sociedad citadina les debe conceder. La
ausencia his-trica de reconocimiento, o un mal reconocimiento por
parte de lasociedad, de la diversidad cultural, sobre todo en la
ciudad, condujoa que estos indgenas construyeran una identidad
tnica que se opu-siera y marcara la distancia de la identidad
nacional. Fueron aos dediscriminacin y marginalizacin que los
llevaron a sufrir daosreales por la imagen negativa y despectiva
que los otros construye-ron de ellos y que acab por ser
interiorizada y asumida por ellosmismos.13
Actualmente, los grupos indgenas ven en la afirmacin de
susidentidades tnicas el medio de alcanzar un espacio en la
sociedad,mediante la construccin de un principio positivo que les
permitapresentarse a los ojos de la sociedad, no solamente con la
imagen
Cuestiones contemporneas
13.Charles Taylor, Multiculturalism and the Politics of
Recognition, New Jersey, PrincentonUniversity Press, 1992.
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de excluidos, sino tambin con una imagen de proteccin y de
esti-ma por s mismos.14
El reconocimiento de los derechos y de la ciudadana debe teneren
cuenta no solamente la dimensin legal, sino tambin la dimen-sin
moral que acompaa estos derechos. Los indgenas no sufrensolamente
la violacin legal de sus derechos, sino tambin un insultomoral que
acompaa la desconsideracin con que son tratados. Deacuerdo con el
planteamiento de Luis Roberto Cardoso,15 la ocurren-cia de tales
injurias, normalmente es un tipo de agresin que no estraducible en
acciones concretas, lo que vuelve difcil su aprehen-sin y sancin en
forma de ley. De este hecho deduce la importanciade una poltica de
reconocimiento con base en una dimensin moral,para que los que
aporten una diferencia cultural, como estos indivi-duos, se vean
identificados con la sociedad nacional de la cual for-man parte.
Por lo tanto, el reconocimiento es mucho ms que unamera cortesa, es
una obligacin moral de vital importancia para lavida humana en
sociedad. Al Estado se le atribuye el deber de reco-nocer la
diversidad cultural y de conceder a todos los grupos tnicosun mismo
espacio en la sociedad, de manera tal que se promuevala equidad
para todos.
Se puede concluir que en la ciudad no hay una debida
imparticinde justicia para los indgenas migrantes. Muchos proyectos
de leyhan sido propuestos y nuevas instituciones de atencin a los
indge-nas han sido creadas, sin embargo, no son suficientes cuando
no hayuna mejor disposicin de los impartidores para discutir la
problemti-ca indgena o aun para reconocer su presencia en la
ciudad.
Todo esto apunta a la necesidad de un mayor dilogo entre la
jus-ticia del Estado y los grupos indgenas que estn en la ciudad.
Nose pide que se alimenten visiones romnticas en las cuales los
ind-genas nunca delinquen, no es la realidad, ni los grupos
presentes enla ciudad que viven estos problemas han buscando
ocultarlos. Sinembargo, considero como mejor actitud establecer
acciones que
14.La identidad tnica no es sinnimo de cultura. La identidad
tnica es un sentimiento depertenencia a un grupo que se distingue y
contrasta con otro. Es construida a partir de un pa-trimonio
histrico y cultural comn compartido por el grupo y est en
transformacin segnlos intereses de seguir o no perteneciendo a ese
grupo. Vase Barth Fredrik, Los grupos tnicosy sus fronteras, Mxico,
Fondo de Cultura Econmica, 1976.
15.Luis Roberto Cardoso, Direito legal e insulto moral. Dilemas
da cidadania no Brasil,Quebec e Estados Unidos, Brasil, Relume
Dumar, Coleo Antropologia da Poltica, 2002.
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189
Cuestiones contemporneas
orienten mejor a los grupos, sobre cmo solucionar tales
problemasy seguir buscando formas de mejorar sus condiciones
sociales en laciudad.
Recibido el 10 de junio de 2002Aceptado el 24 de julio de
2003
p 188-189RMCPYS-NUMS 188-189
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