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Anales de Literatura Hispanoamericana ISSN: 0210-45472007, vol.
36, 171-197
Julio No y La Antologa de la poesa argentinamoderna (1926): un
punto de inflexinen la prctica antolgica en Argentina
Anbal SALAZAR ANGLADA
Universidad de Sevilla
RESUMENEl presente trabajo centra su atencin en la Antologa de
la poesa argentina moderna, cuyo autor esel crtico e historiador
Julio No. Publicada en 1926 y reeditada en 1931 con algunos cambios
signifi-cativos, dicha obra constituye un hecho de enorme
relevancia en lo que se refiere a la publicacin deantologas poticas
de mbito hispnico, siendo notable su influencia en algunos trabajos
ulteriores degran calado (entre estos cabra destacar la antologa
que da a conocer Federico de Ons en 1934). Laobra de No representa
el primer intento logrado de realizar una antologa que, desde una
lectura cr-tica del pasado y el presente cultural, muestra la
evolucin de la poesa argentina moderna desde susorgenes (el
modernismo, con Leopoldo Lugones a la cabeza) hasta las nuevas
voces surgidas en ladcada del 20 (la vanguardia). No obstante el
rigor y el afn objetivista del antlogo, el estrecho vn-culo de No
con la revista Nosotros y la generacin que surge con ella nos da la
clave del lugar privi-legiado que ocupa la poesa posmodernista en
la arquitectura historicista de la obra.
Palabras clave: Julio No, Antologas, Argentina, Revista
Nosotros, Poesa Argentina Moderna,Historia y Crtica Literarias,
Modernismo, Posmodernismo, Vanguardia, Nacionalismo Cultural.
Julio No and The Antologa de la poesa argentina moderna (1926):a
point of inflection in anthological practice in Argentina
ABSTRACTThis work focuses on the Antologa de la poesa argentina
moderna. The author is the critic andhistorian Julio No. Published
in 1926, and again in 1931 with a number of significant changes,
thiswork constitutes a highly valued reference with regard to the
publication of Hispanic anthologies ofpoetry, its influence on a
number of important later works being considerable (among these
works, wecould highlight the anthology by Federico de Ons in 1934).
The work by No becomes the firstsuccessful attempt to produce an
anthology which, from a critical reading of the cultural past
andpresent, displays an evolution of modern Argentinian poetry from
its origins (modernismo, withLeopoldo Lugones at the forefront) to
the new figures who emerged in the 1920s
(avant-gardism).Nevertheless the anthologists rigour and his
eagerness for objectivism, the close relationship betweenNo and the
journal Nosotros, and the generation emerging from this publication
explain the privilegedposition of postmodernist poetry in the
historicist architecture of this work.
Key words: Julio No, Anthologies, Argentina, Journal Nosotros,
Modern Argentinian Poetry, LiteraryHistory and Criticism,
Modernismo, Postmodernismo, Avant-gardism, Cultural
Nationalism.
Al traspasar el meridiano de la dcada del 20 se da a conocer en
Buenos Aires laque es sin duda una de las compilaciones de poesa
argentina ms importantes den-tro de la dilatada tradicin antolgica
en el Ro de la Plata: la Antologa de la poe-
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Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
sa argentina moderna realizada por Julio No (1926). Su
publicacin a comienzosde este ao y su posterior reedicin (No 1931),
con algunos cambios significativosque sealaremos oportunamente,
marc un antes y un despus en la prctica de laantologa potica de
mbito hispnico, convirtindose de inmediato en una obra dereferencia
inexcusable para ulteriores trabajos recopilatorios dentro y fuera
deArgentina. La antologa de No es, ante todo, el resultado de una
tarea ambiciosapor parte de un lector y crtico atento a su tiempo,
cuya relevancia y participacinen los medios socioculturales
bonaerenses fue ms que notoria durante la primeramitad del siglo
XX1. No era un demcrata convencido de los beneficios de la
edu-cacin y la divulgacin de la cultura, que haba que acercar
necesariamente a lasociedad2. Este convencimiento le llev a
repartir su inagotable actividad en variosfrentes, entre los que
cabra destacar los mbitos docente y editorial, donde desarro-ll
numerosos proyectos.
JULIO NO Y EL ESPRITU DE NOSOTROS
La relacin que en su juventud mantuvo No con la revista Nosotros
es un hechodeterminante por lo que respecta a la fijacin de la
llamada generacin delCentenario en el canon potico argentino y
asimismo en lo concerniente a la jovenpoesa del 20, algunos de
cuyos representantes aparecen por primera vez recogidosen una
antologa nacional de envergadura. Nadie ms allegado a la revista
queNo. Intimamos con l los das de sacarla a la luz [1907]; desde
entonces fue nues-tro amigo; ms tarde, durante cinco aos, de 1912 a
1917, secretario de redaccin;colaborador siempre; crtico de libros
en varios periodos (Giusti 1927: 47)3. Msimportante an, en el lapso
que va de septiembre de 1920 a marzo de 1924 No sus-tituira en la
codireccin de la revista a Giusti, quien ve en l al candidato
idneo:
1 Nacido en Buenos Aires en 1893, Julio No creci en la Argentina
de la modernizacin, en un pas,posiblemente el ms europeo en sus
miras de entre las naciones hispanoamericanas surgentes, cuyo
poten-cial econmico y cultural se proyecta internacionalmente en
las primeras dcadas del siglo XX. En estemarco de prosperidad,
donde vienen a fundarse y desarrollarse numerosos proyectos
institucionales relacio-nados con las artes y las letras, cabe
destacar la figura de No como miembro fundador de la Asociacin
deAmigos del Arte en 1924, institucin en la que lleg a ocupar el
cargo de Secretario. Asimismo tom parteactiva en la Sociedad
Argentina de Escritores como vocal titular entre 1948 y 1950; pocos
aos despus, en1956, es designado por el Ministerio de Educacin como
integrante de la Comisin Asesora del PremioNacional de Poesa. En
1966 es elegido miembro vitalicio del P.E.N. Club Internacional, de
gran prestigio enla sociedad portea.
2 Perteneci al Partido Demcrata Progresista, desde cuyas filas
mantuvo ciertos coqueteos con lapoltica; primero como candidato a
concejal en 1922; y algo ms tarde, en 1924, como diputado por la
ciu-dad de Buenos Aires. Algunas de sus ideas ms relevantes en
torno a la evolucin sociopoltica deArgentina, y ms en concreto
sobre los partidos polticos operantes en el pas a lo largo de las
primerasdcadas del siglo XX radicales, socialistas, conservadores,
fascistas y comunistas pueden hallarse enNo 1932: 134-137.
3 Se trata de un nmero doble publicado con motivo del veinte
aniversario de la revista (1907-1927). El artculo de Giusti, quien
habla en nombre de l y del codirector de Nosotros, Alfredo
A.Bianchi, aparece posteriormente recogido en Giusti, Roberto F.,
Crtica y polmica, Buenos Aires,Nosotros, 1930.
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Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
No poda aspirar Bianchi a tener compaero mejor que No; yo no
poda aspirara tener ms digno sucesor. Fue director de Nosotros
durante ms de tres aos yllev a ella felices modificaciones de fondo
y de forma, que le dictaba su curiosi-dad intelectual, su
conocimiento de las letras contemporneas y su espritu juvenily
renovador (48). En el libro-homenaje Escritos de un lector,
compilacin depginas crticas de No, se incluye un artculo dedicado a
Nosotros, revista de sutiempo, en el que el autor rememora
melanclicamente el artculo est fechadoen 1962 su vivencia de la que
en su da fue una de las ms seeras publicacionesbonaerenses:
Entre lo poco que me resta de mis viejos libros, dispersos ahora
en variasbibliotecas, conservar, hasta el fin no lejano de mis das,
la coleccin de larevista Nosotros. La vi nacer en 1907 y cesar en
1943. Alguna participacin tuveen ella, insignificante sin duda,
pero su recuerdo perdura en m junto a lo msgrato de una lejana poca
de sueos y esperanzas luego desvanecidas (No 1993:117).
Por lo que concierne a la antologa, su materializacin misma a
cargo precisa-mente de la editorial de la revista y el nimo que la
preside guardan una estrecharelacin esttico-ideolgica con Nosotros.
Podra afirmarse de hecho que la antolo-ga de No no slo representa
los gustos y preferencias de su autor; mucho ms queesto, dicha obra
proyecta un espritu de poca y se hace eco de unas inquietudes
quecristalizaron en el proyecto de Nosotros4.
4 A este respecto merece algn comentario la portada de la
antologa (en la siguiente pgina), la cualincluye un dibujo del
artista ovetense Alejandro Sirio (seudnimo de Nicanor lvarez Daz,
1890-1953),afincado en Buenos Aires. Durante dcadas, Sirio ilustr
numerosos libros, peridicos y revistas repre-sentativos de la vida
cultural argentina muy comentadas fueron sobre todo sus caricaturas
polticas ytambin sus abarrocados dibujos para La gloria de Don
Ramiro de Enrique Larreta (Buenos Aires, Viauy Zona, 1929). En el
caso del libro que nos ocupa, sobre un paisaje natural se destaca
en la parte cen-tral la imagen inmaculada de Pegaso, con el ala
izquierda tendida hacia el suelo y la derecha elevada alo alto. En
la mitologa animal, el caballo Pegaso suele asociarse a los
significados de libertad, indepen-dencia, ligereza, ascenso hacia
las regiones ms puras y sagradas (el mismsimo Zeus recibi a
Pegasoen el Olimpo, segn cuenta el mito). Asimismo es frecuente su
asociacin con la inspiracin potica,dado que Pegaso era propiedad de
las Musas, deidades del Arte. Este ltimo mitema conviene ms si
cabea la antologa de No, teniendo en cuenta el carcter potico de la
misma. Ms all de estas significacio-nes convencionales, merece un
comentario ms por extenso el detalle de las alas dispuestas de
forma dis-mil. Algunos crticos han querido ver en esta imagen un
smbolo de la esperanza: la de una cultura quequiere dejar atrs
cierto lastre del pasado y tomar al fin su propio vuelo (firme,
imaginativo, ligero) unavez se ha alcanzado la independencia
socio-poltica y cultural, e igualmente cierta madurez crtica y
po-tica. Ello, claro est, debe ponerse en relacin directa con la
tarea emprendida por Nosotros y la nuevageneracin de intelectuales
que se abre paso en el difcil espacio cultural argentino en torno a
1910-1915.Finalmente, la actitud apacible del animal mitolgico nos
habla tal vez de la mesura y prudencia que pre-sidieron en todo
momento el hacer crtico e historicista de No (cfr. Jitrik, No,
Prlogo a No 1993:7-8). Pese a todo, algunos poetas y crticos no
vieron con buenos ojos la imagen de un caballo criollo conun ala
cada, segn sealan los hijos de Julio No, Julia Elena y Luis Felipe,
en una entrevista personalconcedida en noviembre de 2006 a quien
suscribe estas pginas. En su opinin fue esta la causa princi-pal
que motiv el cambio de portada en la segunda edicin, en la que
aparece un nuevo Pegaso, esta vezde factura clsica, el cual
emprende impetuoso el vuelo con las extremidades delanteras
levantadas y lasalas totalmente desplegadas.
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Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
No debe resultar extrao, pues, que en el citado artculo
conmemorativo de 1927Giusti haga mencin especial al volumen
antolgico de No, una obra a la queNosotros se siente ligado no slo
por el pie de imprenta, sino tambin porque seenorgullece de haber
afirmado y definido los valores literarios que ella encierra(Giusti
1927: 26). Entre esos valores literarios destaca como eje
vertebrador labsqueda de la argentinidad, un propsito implcito en
la gnesis misma del nom-bre de la revista5.
5 As lo explica No en el citado artculo de 1962 dedicado a
Nosotros: En el saloncito que ocupabaEmilio Becher en La Nacin,
Gerchunoff sugiri el ttulo definitivo: Nosotros. Era el de una
novela de Payr,comenzada diez o doce aos antes, de muy atrevido
propsito, puesto que en ella el autor deseaba expresarnada menos
que el ser de nuestro pas, y sobre todo el de Buenos Aires. Meter
la Argentina en un libro tareaes de dar temor, habase adelantado a
juzgar Rubn Daro en 1896. Estaba en lo cierto. La novela
quedinconclusa, pero el ttulo sirvi para la revista (No 1993:
120).
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Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
La generacin formada en torno a la revista Nosotros expres lo
argentino conamplitud y hondura no igualadas por las anteriores y
posteriores. [...] Las emocionesms fuertes, las efusiones lricas ms
puras, han nacido en los novelistas y poetas deesa generacin, tanto
de la intimidad del propio ser como del mundo circundante, dela
realidad nuestra, virgen hasta entonces. Lo mismo podra decirse de
algunos ensa-yistas y crticos. Pensaron la Argentina y procuraron
hallar su esencia (No 1993:132-133).
Fue No precisamente quien denomin a los escritores nacidos entre
1880 y 1895generacin de Nosotros, conocida luego comnmente como
generacin delCentenario hoy posmodernistas, formada en su mayor
parte por hijos de extran-jeros o, como sucede en algn caso,
propiamente por extranjeros. Esta generacin,a la que pertenece el
propio No, ocupa un lugar destacado en la Antologa de lapoesa
argentina moderna, en concreto la Tercera parte, situada entre los
poetas deprincipios del siglo XX y la nueva sensibilidad de
vanguardia. Por cuanto se refie-re a la labor crtica que desarrolla
dicha promocin, cabe destacar, amn de los yacitados Bianchi y
Giusti, nombres como lvaro Melin Lafinur, Juan Ms y Pi,Anbal Ponce,
Rafael de Diego, Emilio Surez Calimano, Manuel Lpez Palmero,Ral
Navarro y por supuesto el de Julio No. Centenaristas todos ellos,
representanun momento decisivo del proceso de profesionalizacin de
la actividad intelectualen Argentina, iniciado en el ltimo cuarto
del siglo XIX en el contexto de moderni-zacin sociocultural del
pas. Sin embargo no fue la suya una generacin rebelde,segn
manifiesta No al juzgar a sus coetneos.
Si de algo protestbamos era del ambiente, pero respetbamos
cuanto el pasadonos haba legado, y sobre todo a las tres
generaciones que nos haban precedido. Nossolidarizbamos con los
viejos y admitamos su direccin. ramos, sin duda, hombresde una poca
cumulativa, como llama Ortega y Gasset a aquella que siente una
per-fecta homogeneidad entre lo recibido y lo propio (No 1932:
134).
Este afn integrador presidi en todo momento el hacer de Bianchi
y Giusti alfrente de Nosotros, hecho que impregn desde un principio
la labor crtica de No,fiel a la filosofa de la revista. Quisimos
agrupar, no dividir (Giusti 1927: 27).A la hora de retratar a su
generacin, No seala como cualidades ms destacadasla serenidad y el
objetivismo en materia crtica (No 1932: 130). Ello habra
defavorecer el reconocimiento no slo de los escritores del
Centenario sino tambinde los jvenes valores que irrumpen en la
escena cultural portea a comienzos dela dcada de 1920. En opinin de
No, uno de los factores clave de cara al aper-turismo crtico fue la
formacin revistera de Bianchi, quien alejado de los crcu-los
universitarios contribuy a la comprensin hacia otras formas de
poesa, nove-dosas entonces y sobre todo ajenas al academicismo
imperante de corte modernis-ta (No 1993: 118). Este marcado talante
aperturista, unido ello al eclecticismo delos juicios en materia
potica, va a ser determinante respecto a la forma y funcinde la
antologa, como veremos. En cuanto a las dotes crticas de No, seala
Giustien calidad de mentor: Mente seria y reflexiva, es acaso el
crtico de ms ideasgenerales de su generacin, cosa que lo hace
particularmente indicado, tambinpor su penetracin, objetividad y
rica informacin sobre temas argentinos, para ser
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Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
el historiador de nuestra literatura, tarea en la cual est
trabajando hace tiempo(Giusti 1959: 477).
La Antologa de la poesa argentina moderna es, dadas sus
pretensiones y fun-damentos, parte esencial de esta tarea
historicista que dar como fruto algunos ensa-yos de gran calado,
casi todos ellos referidos a la poesa e integrados en
proyectosmayores6. La preocupacin que muestra No por la historia
cultural argentina no esen nada caprichosa. De algn modo es
consciente del proceso de formacin nacio-nal que se estaba forjando
en Argentina desde finales del siglo XIX en la inmen-sa gora de las
pampas una nueva nacionalidad se est formando, dir No. Unproceso en
el que la generacin del Centenario va a jugar un papel
preponderan-te y que tiene como fin el hallazgo de una cultura
propia, de una identidad comncapaz de catalizar las aspiraciones de
todo un pueblo que crece imparable, aunqueno exento de
contradicciones. Esta bsqueda de la argentinidad, en parte
ilusoria, esentendida por No como una necesidad de primer orden de
cara a alcanzar la verda-dera independencia cultural y salir del
estado de mestizaje en que se halla la reali-dad argentina en todos
sus rdenes.
Por muchos aos an, y mientras no se logre dar firmeza de lneas
esenciales anuestra tradicin, la literatura argentina ha de ser ms
o menos dependiente de laseuropeas, si no por la identidad de sus
formas, por la similitud de su espritu. [...] Locierto es que esta
nueva nacionalidad ha de expresarse un da de una manera
absolu-tamente propia (No 1923: 8-9).
LA TRADICIN ANTOLGICA MODERNA:LOS PRECURSORES DE NO DENTRO Y
FUERA DE ARGENTINA
En cuanto a su composicin, la antologa de No est en buena medida
inspiradaen la obra de Adolphe van Bever y Paul Lautaud, Potes
daujourdhui (1800-1900)(Pars, Mercure de France, 1900). Esta
antologa, que conoci varias ediciones, reco-ge la poesa francesa
moderna, representada por algo ms de una veintena de
autores.Incluye notas biogrficas y bibliogrficas, al igual que lo
har la compilacin argen-tina. No presenta, no obstante, una novedad
respecto a su modelo al combinar elorden alfabtico con el orden
cronolgico. La aplicacin de este ltimo implica unavaloracin
histrica de la poesa en el sentido evolucionista y crtico del
trmino. Taly como seala Alfonso Reyes, toda antologa es ya, de
suyo, el resultado de un con-cepto sobre una historia literaria
(1986: 150). En este sentido, como modelo para-digmtico de antlogo
podran aplicarse a No estas palabras de Claudio Guilln: Elantlogo
no es un mero reflector del pasado, sino quien expresa o practica
una idea
6 Entre tales proyectos cabe destacar la Historia de la
literatura argentina que lleva a cabo el poeta ycrtico Rafael A.
Arrieta (6 vols., Buenos Aires, Peuser, 1958-1960), obra de
referencia inexcusable para losestudiosos de la literatura
argentina. En el tomo IV se incluye el ensayo de No que lleva por
ttulo La poe-sa, el cual abarca la primera mitad del siglo XX (No
1959: 63-128). A lo largo del presente artculo ten-dremos
oportunidad de revisar algunas de las ideas desarrolladas en l y,
de forma retrospectiva, ponerlas enrelacin con la antologa que nos
ocupa.
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Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
de la literariedad, fijando gneros, destacando modelos,
afectando el presente del lec-tor, y sobre todo, orientndole hacia
el futuro (1985: 417). Ya hemos mencionado lapreocupacin de No en
referencia a la necesidad urgente de impulsar un proceso demadurez
cultural que tiene como objetivo prioritario consolidar el estudio
de la lite-raria nacional. En relacin a este hecho, No anima a sus
coetneos a superar unaforma de crtica basada simplemente en la
glosa, el comentario, el apunte marginal.Este tipo de anotaciones
resulta sin duda necesario como material de partida; ahorabien, la
crtica moderna, segn afirma No, debe operar en un grado superior
inter-pretativo que d lectura a la historia cultural de un grupo,
pas o nacin. Una tareaque de hecho estaba siendo iniciada, a nivel
de antologa, en algunos pases hispano-americanos en donde, como en
el caso de Argentina, se haba afianzado una tradicinliteraria
moderna. As, Genaro Estrada compone Poetas nuevos de Mxico
(Mxico,Porra, 1916); Armando Donoso Nuestros poetas. Antologa
chilena moderna(Santiago, Nascimiento, 1924), y coincidiendo en el
tiempo con No, los cubanosFlix Lizaso y Jos Antonio Fernndez de
Castro sacan a la luz La poesa modernaen Cuba. 1882-1925. Antologa
crtica (Madrid, Hernando, 1926). En opinin deAlfonso Garca Morales,
todas y cada una de estas obras, incluida la de No, mues-tran la
progresiva especializacin de la crtica que haba acompaado al
crecimientoen cantidad y calidad general de la literatura
hispanoamericana desde el modernismo,as como la consolidacin de las
distintas tradiciones literarias nacionales, que estanto como decir
las distintas tradiciones literarias modernas (Garca Morales
1998:498). Adems de la ya mencionada Potes dajourdhui, que sirve de
modelo no sloa la obra de No sino tambin a las antologas de mbito
hispanoamericano arribacitadas, habra que destacar como otro de los
modelos antolgicos el trabajo deEnrique Dez-Canedo y Fernando
Fortn, La poesa francesa moderna (Madrid,Renacimiento, 1913). En
esta obra, una de las referencias indispensables en el des-arrollo
de la antologa moderna, puede observarse una serie de categoras
histricasy estticas que abarca desde los poetas precursores hasta
los ms nuevos.
Por lo que se refiere a Argentina, si contemplamos
retrospectivamente el panora-ma de las antologas poticas anterior a
la compilacin de No, ciertamente noencontraremos una obra similar a
esta en donde se advierte ya cierta madurez crti-ca respecto al
proceso cultural de la modernidad. Y ello a pesar de que el caso
argen-tino representa uno de los panoramas de mayor fecundidad en
lo que a la tradicinantolgica se refiere (slo son comparables en el
mbito hispnico los casos deEspaa, Mxico y Cuba). Debe tenerse en
cuenta que, haciendo salvedad de algu-nos estudios muy puntuales y
precarios, la historia literaria argentina no comienza atomar forma
hasta la segunda dcada del siglo XX. Es en este tiempo
cuandoRicardo Rojas proyecta y ejecuta su Historia de la literatura
argentina, cuyos cua-tro tomos ven la luz entre 1917 y 19227. En el
Prefacio al primer volumen, Rojas
7 Rojas, Ricardo, Historia de la literatura argentina. Ensayo
filosfico sobre la evolucin de la culturaen el Plata, 4 vols.,
Buenos Aires, Coni Hnos., 1917-1922. En adelante citamos por Rojas
1960. Enmarcadadentro de un programa mayor de ndole nacionalista
(cultural, filosfico, espiritual), la Historia de Rojastiene su
origen en un hecho de gran trascendencia para los estudios crticos
en torno a la literatura argentina:la creacin en junio de 1913 de
la primera Ctedra de Literatura Argentina por la Universidad de
BuenosAires, que es puesta inicialmente a cargo de Rojas.
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Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
pone de relieve lo que ya vena acusndose desde los medios
crticos en torno a1910: la carencia de una historia literaria
nacional que diera cuenta de la evolucinsociocultural y
estableciese los distintos periodos estticos, escuelas y
corrientes.Ni estaban definitivamente establecidos los hechos,
[...] ni estaba explorado todoel campo de nuestra cultura, ni
estaban sistematizados los fenmenos de nuestravida intelectual
(Rojas 1960, I: 21-22). En el mbito de las antologas poticas,puede
sealarse como un claro precedente de esta tarea historicista la
Antologa depoetas argentinos de Juan de la Cruz Puig (Buenos Aires,
Martn Biedma e Hijo,1910). A lo largo de sus diez tomos se levanta
un esbozo arquitectnico de la histo-ria potica argentina desde los
tiempos de la Colonia hasta principios del siglo XX,si bien la
representatividad de la poesa modernista es mnima. En palabras del
pro-pio compilador, esta obra vendra a significar la primera piedra
del monumento denuestra arquitectura potica, an por construir. Un
primer paso, ste realizado porPuig, que consiste en la reunin de
todo el material existente y que posteriormentehabr de ser
organizado e interpretado por crticos y especialistas.
Ms all de la antologa de Puig, que se detiene a las puertas de
la modernidad,cabe mencionar otros trabajos publicados en la
segunda dcada del siglo XX, loscuales incluyen no slo a los poetas
modernistas de principios de siglo sino incluso,dadas las fechas de
publicacin, a la nueva hornada surgida entre 1905-1910. ElNuevo
Parnaso de Ernesto Mario Barreda (Buenos Aires, Juan L. Dasso y
Ca., s.a.,[1913]) recoge en cuatro tomos una nutrida seleccin
potica desde principios delsiglo XIX hasta el perodo coetneo al
antlogo en que se dan a conocer enArgentina las nuevas voces
poticas que los historiadores suelen englobar bajo elnombre de
generacin del Centenario: Ricardo Rojas, Manuel Glvez,
ArturoCapdevila, Rafael A. Arrieta, Mario Bravo, Enrique Banchs,
Evaristo Carriego, tam-bin el propio antlogo, entre otros, todos
ellos reunidos en el cuarto y ltimo volu-men. Con esta muestra
quiso Barreda acallar las voces de aquellos que por
entoncesafirmaban la ausencia de verdaderos poetas de mbito
nacional. No, poetas no fal-tan seala el antlogo. Lo que falta es
cultura y atencin para comprenderlos ysentirlos. En relacin de
continuidad con el Parnaso de Barreda se da a conocer en1917 la
Antologa contempornea de poetas argentinos (Buenos Aires,
AlbertoFerriol), cuyos autores son Ernesto Morales y Diego Novillo
Quiroga. La obra sedivide en dos partes desiguales; en la primera
de ellas, la ms extensa, se incluyenlos modernistas afectos a Rubn
Daro y tambin los poetas inmediatamente poste-riores, quienes
revelan ya en sus textos los afanes nacionalistas surgidos en torno
alCentenario, con soluciones de muy diverso estilo y calado. La
segunda parte contie-ne un numero mucho ms reducido de autores, los
de mayor juventud, de los cualesalguno que otro ha cado en el ms
completo olvido con el paso de los aos.Siguiendo las pautas
histricas que marcan los antlogos en la Introduccin, elperodo
contemporneo dara comienzo con una figura potica central:
LeopoldoLugones. Este representa el momento actual y es tambin la
esperanza de futuro,asegurado en el ejercicio de su liderazgo sobre
las jvenes generaciones. En cual-quier caso, la relevancia que se
concede a este escritor pasa desapercibida en la obra,dada la
ordenacin alfabtica de los autores seleccionados (un tanto
asistemtica,hay que decir). La ubicacin de Lugones como piedra
fundacional de la modernidadpotica se repetir algunos aos despus en
la antologa de No, cuya primera parte
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Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
est dedicada por entero a aquel8. Sin embargo, a diferencia de
la Antologa contem-pornea que componen Morales y Novillo Quiroga,
la ordenacin cronolgica delos autores dispuesta por No permite
observar mejor la evolucin de la poesaargentina a partir de
1900.
Ya metidos en la dcada del 20, encontramos dos antologas que
constituyen losantecedentes inmediatos de No dentro del conjunto de
compilaciones publicadasen Argentina. La primera de ellas es el
Nuevo Parnaso argentino de J. E. Gramajo,editado por la casa Maucci
de Buenos Aires en 1922. Aparecen aqu recogidos, pororden
cronolgico, desde algunos autores coloniales del siglo XVIII,
comoLavardn o Esteban de Luca, hasta una mnima representacin de los
poetas cente-naristas, pasando por algunos genuinos representantes
del modernismo (Ortiz,Fernndez Espiro, Lugones). Este Nuevo Parnaso
se presenta bajo dicho ttulocomo ampliacin de los Parnasos
argentinos publicados a comienzos del siglo XXa uno y otro lado del
Atlntico9. Aun as, es muy poco lo que Gramajo aade denuevo respecto
a estos, dada la escasa representacin de la generacin delCentenario
y la ausencia por completo de la joven poesa de vanguardia
queempezaba a asomar por entonces10. Tampoco la Antologa argentina
de ErnestoMorales (Buenos Aires, El Ateneo, 1924) recoge en sus
pginas muestra alguna dela incipiente vanguardia, en una fecha en
que, ahora s, se difunde la nueva estti-ca y se multiplican
manifiestos y revistas. Por entonces, como se sabe, ya habantenido
lugar las experiencias de Prisma, Proa, Inicial, e iniciaba su
andaduraMartn Fierro (febrero de 1924), que toma el relevo de sus
predecesoras. Estaausencia de la poesa vanguardista tiene, sin
embargo, una clara justificacin. Laobra de Morales se nos presenta
como el primer volumen antolgico de lo quese plantea como una
empresa mayor que no lleg a culminar. El contenido de esteprimer
tomo viene anunciado explcitamente en la segunda parte del ttulo,
Poetasmodernos. En efecto, se trata de una representacin de la
poesa del ltimo cuartodel siglo XIX, en una apuesta clara por
establecer los cimientos de la modernidadpotica en Argentina. Una
representacin en el sentido reduccionista del trmino,que selecciona
tan slo la obra de seis poetas: Guido y Spano, Ricardo
Gutirrez,Olegario V. Andrade, Rafael Obligado, Almafuerte y
Lugones.
8 Un estudio detallado del proceso de canonizacin de Lugones
proyectado en las antologas poticasargentinas de la primera mitad
del siglo XX puede hallarse en Salazar Anglada (2005). En dicho
procesocobra un papel relevante la antologa de No, como tendremos
ocasin de ver a lo largo de estas pginas alanalizar el contenido de
la obra y su estructura.
9 [Cardona, Guilln de?], El Parnaso argentino. Antologa de
poetas del Plata desde los tiempos colo-niales hasta nuestros das,
Buenos Aires, Maucci Hnos. e Hijo, s/a. [1903, 1 edicin?]; y
Pagano, JosLen, El Parnaso argentino. Poesas selectas, Barcelona,
Maucci, 1904.
10 Las carencias de este Nuevo Parnaso se vern paliadas en buena
medida por otro Nuevo Parnasoargentino (Barcelona, Maucci, 1927),
cuyo compilador es el escritor espaol Valentn de Pedro. Una
obrapublicada muy pocos aos despus de la antologa de Gramajo y en
donde se incluyen ya algunos nombrespropios de la vanguardia potica
argentina: Bernrdez, Giraldes, Girondo, Borges, Piero, Marechal,
Talln,Brandn Caraffa, Norah Lange, Nal Roxlo, entre otros. En todo
caso hay que advertir que la editorialMaucci, fundada hacia 1892
por el librero toscano Enmanuele Maucci, estaba ya a principios del
siglo XXmuy desgajada entre sus herederos, por lo que apenas haba
conexin entre la Maucci de Barcelona y laMaucci de Buenos Aires,
teniendo ambas un mismo origen. Ello explica el cruce descoordinado
de antolo-gas poticas argentinas publicadas en Espaa y Argentina en
un lapso de tiempo relativamente breve.
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180 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36,
171-197
Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
Como puede apreciarse, estos antecedentes con que cuenta No poco
se acercana la visin de conjunto que plantea la Antologa de la
poesa argentina moderna,madurada a lo largo de aos de lectura y
estudio pertinaces, y en el contacto perma-nente con los viejos y
los nuevos poetas. Qu duda cabe de que el vasto proyecto dePuig est
cargado de buenas intenciones, aunque no logra madurar el proceso
vivode la poesa nacional; ms bien habra que considerar dicha obra
como una proto-historia, los cimientos primitivos para un futuro
ensayo. Ciertamente, la antologade Barreda es la nica que acomete
desde una seria perspectiva histrica la evolu-cin potica en
Argentina, si bien no debe olvidarse, para ser justos, que
estamoscomparando obras de alcances distintos en sus miras, amn de
estar realizadas enunas circunstancias particulares en cada caso.
En este sentido no hay que desdearel hecho insoslayable de que No
goza de una perspectiva temporal ms amplia,exactamente el
quinquenio que va de 1910 a 1925, un otero privilegiado para
laobservacin de los diversos caminos estticos que emprende la poesa
argentina trasel ocaso del modernismo.
ARQUITECTURA DE LA POESA ARGENTINA MODERNA.UNA VISIN
HISTORICISTA: 1900-1925
La presentacin y estructuracin cronolgica que muestra la
antologa de Nonos da idea del modo en que el autor contempla la
evolucin de la moderna poe-sa argentina, sus nombres clave, los
grupos culturales ms destacados, los perio-dos representativos, los
nuevos horizontes que se atisban. El periodo estimado enla primera
edicin abarca de 1900 a 1925. El corte de inicio lo marcan los
escri-tores modernistas cuya obra potica ve la luz a principios del
siglo XX, por lo queno aparecen recogidas algunas figuras
precursoras de la modernidad como sonAlmafuerte, Obligado, Oyuela,
Leopoldo Daz, aunque hayan publicado parte desu obra en el
novecientos. Del otro extremo, por lo que afecta a los jvenes
poe-tas de vanguardia parece imponerse un criterio tcito
consistente en la publicacinal menos de un libro. Este criterio no
explcito dej fuera a una serie de autoresconsiderados como
merecedores de estar entre los mejores poetas del momento,algunos
de los cuales sern reclamados por parte de la crtica. En cualquier
caso,No es consciente de que una antologa de estas caractersticas
no puede satisfa-cer a todos y asume los riesgos que se derivan de
ello: Todas las objeciones posi-bles al criterio de clasificacin y
de seleccin seguido por el colector, han sidohechas ya en el
extranjero a quienes le han precedido en parecida labor (No1926:
7). No por ello deja de mostrar, desde las primeras lneas de la
Advertenciapreliminar, su preocupacin por situarse en un lugar
neutral, fuera de toda dispu-ta generacional y lejos de cualquier
influencia: Apartado de todos los grupos,eclctico y desapasionado
ms por reflexin que por temperamento (5). El autortrata de despejar
as cualquier incertidumbre acerca de la honestidad de los
crite-rios que han operado en la antologa, una obra que el propio
No califica de des-interesada.
Pedro Henrquez Urea ha descrito su estructura como torre de
cuatro cuerposdonde la figura atlntea de Lugones constituye sola el
primero y sostiene los tres
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Anales de Literatura Hispanoamericana 1812007, vol. 36,
171-197
Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
superiores (1960: 305)11. Con un total de ochenta y siete
autores, la antologaqueda estructurada del siguiente modo:
Primera parte (un solo autor): Leopoldo Lugones como piedra
angular dela poesa moderna soledad sustentadora, lo ha denominado
HenrquezUrea (306). En palabras de No, se trata de la personalidad
ms fuerteentre los jvenes poetas de los comienzos de esta centuria,
y que al fenecer elperodo abarcado por esta antologa, sigue siendo,
como en sus aos mozos,duramente discutido, despus de haber
influenciado a muchos de los autoresaqu representados (No 1926:
6).
Segunda parte (9 autores): los poetas del 900, especie de
entresuelo dedi-cado a la historia (Henrquez Urea 1960: 305), entre
los que se encuentranEugenio Daz Romero, ngel de Estrada, Diego
Fernndez Espiro, AlbertoGhiraldo, Martn Goycoechea Menndez,
Federico A. Gutirrez, CarlosOrtiz, Ricardo Rojas y Manuel
Ugarte.
Tercera parte (45 autores): aquellos poetas que publican su obra
entre1907 y principios de la dcada del 20, entre los que destacan
Enrique Banchsy los poetas cercanos a la revista Nosotros, todos
ellos denunciadores de unnuevo estado de la cultura argentina (No
1926: 7). Entre los cercanos a larevista puede mencionarse a Rafael
A. Arrieta, Ernesto Mario Barreda, MarioBravo, Juan Pedro Calou,
Arturo Capdevila, Evaristo Carriego, Pablo DellaCosta, Baldomero
Fernndez Moreno, Manuel Glvez, Ricardo Gutirrez,Arturo Marasso,
Ezequiel Martnez Estrada, lvaro Melin Lafinur, PedroMiguel
Obligado, Alfonsina Storni.
Cuarta parte (32 autores): En la ltima parte figuran los poetas
ms jve-nes y los que expresan una novsima orientacin del gusto y de
las normaspoticas (ibdem). En este apartado se incluyen los nombres
de FranciscoLuis Bernrdez, Jorge Luis Borges, Luis Can, Eduardo
Gonzlez Lanuza,Oliverio Girondo, Ricardo Giraldes, Roberto Ledesma,
Leopoldo Marechal,Conrado Nale Roxlo, Jos Pedroni, Horacio Rega
Molina, Jos S. Talln,Pedro-Juan Vignale, entre otros.
Por lo que se refiere a Lugones, soporte hercleo del alzado
potico, No no slove en l al gran impulsor del modernismo argentino,
heredero directo de RubnDaro; ms importante si cabe as lo reafirma
dcadas ms tarde en la Historia deArrieta, admira su capacidad de
superacin de la esttica finisecular ms preciosis-ta y decadente con
su propuesta de temas argentinos hacia la dcada de 1920. Enrelacin
con este ltimo aspecto, una lectura meramente cuantitativa de la
antologanos revela un dato interesante a tener en cuenta respecto
al trazado histrico de No.Y es el siguiente: que el mayor nmero de
poetas se halla en la tercera parte, aque-
11 Esta resea de la antologa de No fue publicada originalmente
en la revista Valoraciones, La Plata,tomo 3, marzo de 1926, pp.
270-274. Ms adelante, al tratar la recepcin crtica de la antologa,
tendremosoportunidad de profundizar en este texto.
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182 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36,
171-197
Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
lla formada en esencia por la generacin de Nosotros, a la que,
recordemos, ide-olgica y culturalmente pertenece No. En su opinin,
es esta generacin de crticose intelectuales la que viene a
transformar el estado de la cultura argentina, inaugu-rando un
nuevo talante crtico conciliador de la tradicin y lo nuevo12. Desde
estaperspectiva, frente a aquellos que defienden el rupturismo
radical de las vanguar-dias, No proclama en su madurez crtica la
continuidad de la poesa posmodernis-ta y su efecto depurador
respecto al modernismo, y posteriormente asimilador enreferencia a
las estticas de vanguardia surgidas en los aos 20.
Se ve ahora que el vanguardismo interrumpi, sin cortar, la
corriente posmoder-nista, con la que no tard mucho en confundirse
cuando a la tarea morigeradora deexcesos y excentricidades del
modernismo, que sta se haba impuesto, uni aqul lasuya de templar
sus propios excesos y excentricidades. De ah que, a falta de
msapropiada designacin, pueda llamarse posmodernista a toda la
poesa argentina de laprimera mitad de nuestro siglo (No 1959:
70)13.
Una interpretacin que corresponde a finales de los aos 50, en
efecto, si bien escierto que No vena madurando esta misma idea
desde mediados de la dcada de1920. El posmodernismo actuara
entonces como filtro regulador de los excesos ylas excentricidades
al defender en el mbito de la poesa una temtica y un
tonopropiamente argentinos, direccin esta que se abre paso ya en el
modernismo y quevuelve a retomarse en la vanguardia de orientacin
nacionalista. Hasta tal puntovalora el crtico argentino la labor
realizada por la generacin potica de Nosotros yel lugar que le
corresponde en la historia, que llega a desmerecer en cierto grado
laexplosin vanguardista: Si se considera con desapasionamiento la
sucesin de lasmodas y escuelas literarias y se inquiere sobre lo
esencial y profundo que distinguelas unas de las otras,
concluiramos por dar muy escasa trascendencia al movimien-to de
renovacin comenzado en 1922 (en Vignale y Tiempo 1927: VI)14. Ello
pare-
12 Esta lectura medular de la generacin posmodernista no debe
confundirse con los niveles de creatividady renovacin poticas, pues
a este ltimo respecto, y en comparacin con los periodos anterior y
posterior, alparecer del antlogo la poesa posmodernista carece de
relevancia: Nuestra generacin, por lo dems, ha sidomenos renovadora
que la de los modernistas y menos curiosa que la que nos sigue.
Aquella cambi en todaAmrica y aun en Espaa el modo de sentir y
escribir; esta otra ha hecho algo parecido, de manera ms audazy
estrafalaria. Nosotros nada, o muy poco. En cierto modo somos
epgonos del modernismo, y salvo uno queotro, poco hemos hecho por
buscar nuevas formas, por explorar nuevos dominios. [] Somos una
generacinprudente y mesurada. No somos una gran generacin (No 1932:
138). Treinta aos despus, en el citado art-culo Nosotros, revista
de su tiempo (1962), No trata de mitigar aquel duro juicio al
sealar: No s si es unagran generacin, pero probablemente es una de
las mejores que hemos tenido (No 1993: 133).
13 Resulta significativo el hecho de que los poetas que se dan a
conocer en los primeros lustros del sigloXX no aparezcan ya
consignados como generacin de Nosotros o generacin del Centenario.
No sevale ahora de un marbete ms amplio, por entonces extendido en
la historia literaria hispanoamericana: elposmodernismo, trmino
cuyo introductor fue Federico de Ons. En el ltimo epgrafe del
presente artculotendremos oportunidad de abordar esta cuestin
nominativa.
14 Paradjicamente, No vierte estas opiniones en un texto
preliminar que se incluye en la Exposicinde la actual poesa
argentina (Vignale y Tiempo 1927), considerada como la antologa
potica de vanguar-dia por excelencia en Argentina. Y sin embargo,
no contrasta este desmerecimiento con el texto de 1932citado en una
nota anterior, en donde No seala la amplia repercusin en toda
Amrica y aun en Espaaque tuvo la generacin vanguardista respecto al
modo de sentir y escribir artsticamente?
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Anales de Literatura Hispanoamericana 1832007, vol. 36,
171-197
Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
ce concordar con algunos juicios de poca que sealan el poco
riesgo experimentalde los llamados poetas de vanguardia. As lo
expresa el director de Martn Fierro,Evar Mndez, en un artculo de
1927 publicado en la revista Sntesis:
Las audacias de nuestros poetas nuevos y esto no es en desmedro
de ellos novan demasiado lejos en cuanto a forma, a escritura: nada
de anarquismo, confusin,nihilismo. Aqu no se hacen caligramas, no
tienen mayor fortuna los poemas en variosplanos o para varias voces
(tambin aqu ensayados), ni seduce ninguna
construccinpotico-tipogrfica, tan abundantes en todas partes (Mndez
1927: 18).
LOS TEXTOS CRTICOS DE NO EN TORNO A LA POESAARGENTINA MODERNA.
DEL MODERNISMO A LA VANGUARDIA
Un importante aporte crtico de No que vendra a complementar los
plantea-mientos expuestos en su antologa puede hallarse en Escritos
de un lector, ya cita-do con anterioridad. Entre los artculos que
recopila este volumen se encuentra Lapoesa argentina actual, texto
fechado en el mismo ao de publicacin de la prime-ra edicin de la
Antologa de poesa argentina moderna, de ah el inters que poseecomo
soporte terico de la misma (No 1993: 31-48)15. Una versin algo ms
redu-cida y con variacin en el ttulo, La poesa argentina moderna,
fue publicada pocodespus en el nmero conmemorativo de Nosotros de
1927. En La poesa argenti-na actual (o moderna) No realiza un breve
recorrido desde el modernismo hastalos primeros brotes de
vanguardia. A modo de reconstruccin historiogrfica iremoscombinando
las opiniones vertidas en los textos de 1926 y 1927 con el
ensayoincluido en la Historia de Arrieta16. Con ello trataremos de
completar el pensamien-to crtico de No en torno a la poesa
argentina moderna, que entendemos puedecontribuir a una mejor
comprensin de la antologa que nos ocupa.
En su conferencia de 1926, No recoge una idea que ha tenido
amplia acogida enlos medios crticos e historicistas y que ha sido
reiterada en otros ensayos posterio-res hasta convertirse en lugar
comn; a saber, que el hallazgo de una sensibilidadpropia llega a
Hispanoamrica de manos del modernismo finisecular. Hasta queel
modernismo expresara esa sensibilidad, slo existi poesa espaola de
Amricaseala No siguiendo a Menndez Pelayo; con el modernismo la
poesa hispano-americana adquiere personalidad independiente (33).
Esta visin concuerda muybien con el modo en que en los aos 20
concibe su antologa, que arranca precisa-mente del modernismo, una
poesa emancipada ya poltica y culturalmente de la
15 Es este el ms antiguo de los documentos incluidos en Escritos
de un lector. Se trata al parecer de unaconferencia que sirvi de
apertura a una serie de veladas poticas. Su funcin oral queda
patente en la formamisma en que est enunciado el discurso, sobre
todo teniendo en cuenta las marcas dirigidas al pblico oyen-te
(escuchad, escuchad este canto, escuchad este Lied, escuchad este
poema).
16 Con respecto a este ltimo, entre las fuentes bibliogrficas
consultadas por No se cuentan, ademsde algunas de las ms relevantes
antologas poticas, monogrficos importantes como el de Antonio Aita,
Laliteratura argentina contempornea (1900-1930), Buenos Aires,
Talleres Grficos Argentinos L. J. Rosso,1931; o el de Juan Carlos
Ghiano, Poesa argentina del siglo XX, Buenos Aires, Fondo de
CulturaEconmica, 1957.
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184 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36,
171-197
Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
metrpoli espaola. Resulta significativo, sin embargo, que No no
incluya en sucompilacin a autores como Obligado, Oyuela, Guido y
Spano, Leopoldo Daz, y nisiquiera a Almafuerte, a quien no deja de
reconocerle ciertos rasgos personales.Todos ellos son considerados
hoy precursores de la moderna poesa argentina,imprescindibles a la
hora de entender los comienzos de esa modernidad que fundanlos
poetas fin de siglo.
No pone de relieve la trascendencia que tuvo a efectos
culturales la presencia deRubn Daro en Buenos Aires en la dcada de
1890. Es justamente bajo el influjodel nicaragense que surge el que
es considerado por el crtico como el primer librode poesa moderna
en Argentina, cronolgicamente hablando: Las montaas del oro(1897)
de Lugones. Pocos volmenes tuvieron como ese una tan vasta
repercusin.Denunciaba sin duda a un robusto poeta, y descubra a una
fuerza en potencia msque en ejercicio (34). En opinin de No, dicha
obra evidenciaba en exceso la filia-cin romntica de su autor, adems
de otras influencias autctonas y forneas nomenos visibles:
Almafuerte, Leconte de Lisle, Baudelaire. De mucha mejor facturay
de mayor influencia en su tiempo, afirma No, es Los crepsculos del
jardn(1905), cuyos versos muestran el verdadero acento de su autor.
Un libro, por lodems, que prefigura y contiene toda la obra
posterior de Lugones y que constituyeel nico libro de importancia
que apareci en nuestro pas en el periodo de 1900 a1907 (35). Cabra
plantear si la fecha de arranque escogida por No para su anto-loga,
1900, no est acaso motivada por esta preferencia de Los crepsculos
frente aLas montaas, quedando esta obra necesariamente fuera del
lapso temporal deseleccin. De cualquier modo, esta exclusin sera
corregida en la segunda edicinde 1931 al ser incluida la
introduccin a Las montaas del oro, lo que obliga a Noa adelantar la
fecha de inicio de la modernidad potica.
Ahora bien, aquel periodo de bsqueda de una voz propia que
supuso el moder-nismo no constituye sino la primera piedra de la
poesa moderna argentina. Segnseala No, esa bsqueda de la perfeccin
ideal que llevaron a cabo los moder-nistas argentinos fue lograda
slo en parte. Alcanzada la libertad del arte, modifi-cado el gusto
y acomodado el idioma a la sensibilidad nueva, el modernismo
habacumplido su destino. Lo que viniera ms tarde, aunque derivara
de l, no le pertene-ca en absoluto (No 1927: 72). A travs de estas
ltimas palabras trata de salva-guardar la personalidad propia de la
poesa que realizan los escritores delCentenario, distancindola de
la potica fin de siglo ms superflua y ornamental (elmodernismo
conceptista, como lo denomina No). En este sentido, la
poesaargentina comienza a adquirir madurez en tanto en cuanto se
aleja de la influenciadecadentista. Mucho ms indulgente se muestra
el crtico respecto al modernismoen su ensayo para la Historia de
Arrieta, donde nos habla de un espritu modernistafecundo que
atraviesa todos y cada uno de los movimientos estticos
ulteriores:Haba en l tanta riqueza de intencin y medios expresivos,
tanto sentimiento dellirismo puro, que nada de cuanto se busc
posteriormente le fue ajeno, aunque apa-rentemente lo negara (No
1959: 85).
Si seguimos el itinerario trazado por No en los textos de 1926 y
1927, y asi-mismo su proyeccin en la antologa, habra que sealar una
etapa de transicinque abarca de 1905 a 1910. Los crepsculos del
jardn marca en 1905 el cierre dela revuelta modernista y el inicio
de un interludio (no obstante, observa No
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Anales de Literatura Hispanoamericana 1852007, vol. 36,
171-197
Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
algunos signos de transicin en La victoria del hombre de Ricardo
Rojas, quese publica en 1903). Pero si hay una fecha clave dentro
de esta etapa de transicin,una fecha que simboliza para el antlogo
un cambio notable en los patrones cul-turales y una nueva
disposicin del espritu, esa es 1907, ao en que naceNosotros. Ello
se corresponde en la antologa con el espacio privilegiado
concedi-do a la generacin de poetas que crecen literariamente al
calor de la que es consi-derada como una de las revistas ms
influyentes en la vida cultural argentina de laprimera mitad del
siglo XX. Los primeros atisbos de cambio respecto al fin desiglo
pueden advertirse en poemarios como El libro de los elogios (1908)
y El cas-cabel del halcn (1909) de Enrique Banchs, y algo ms
tmidamente en Misasherejes (1908) de Evaristo Carriego; pero en
general hacia 1910 no est an muydefinida una nueva orientacin
esttica, nos dice No. Es entre 1915 y 1920 cuan-do la poesa
argentina experimenta un impulso creciente de la mano de
ArturoCapdevila, Baldomero Fernndez Moreno, Alfonsina Storni,
Arturo Marasso,Pedro Miguel Obligado, Arturo Vzquez Cey, Hctor
Pedro Blomberg, Alfredo R.Bufano, Ezequiel Martnez Estrada, entre
otros. En pocos de ellos asoma lainfluencia modernista. En general,
cada uno tiene su acento propio (No 1927:73). Tanto estos autores
como aquellos otros que inician su obra en torno a 1907-1908 se
incluyen en la Tercera Parte de la antologa, confluyendo as en un
mismoapartado poetas de transicin como Banchs, Carriego o el primer
Glvez con unaserie de autores que hacia 1915 apenas dejan ya
entrever influencia alguna delmodernismo y quienes llevan a cabo
una depuracin progresiva de los elementospoticos ineficaces.
Por lo que se refiere propiamente a la poesa de vanguardia,
pocas son las noti-cias que nos da No de las nuevas perspectivas
que se abren hacia 1922 en el mbi-to de la cultura nacional. En la
conferencia de 1926 apenas dedica unas lneas a algu-nos de los
poetas coetneos Giraldes, Girondo, el Borges ultrasta que por
estosaos participan de lleno en la nueva esttica. Este hecho se
corresponde con la esca-sa representatividad que tiene la promocin
vanguardista en la antologa, sobre todoen comparacin con la atencin
que se presta a la poesa de los primeros cuatro lus-tros. Ello
ocurre no slo en la edicin de 1926, del todo comprensible por la
inme-diatez de los hechos; sino tambin en la posterior de 1931,
donde no en vano Norealiza algunas ampliaciones que sern comentadas
en el siguiente epgrafe17. Pese
17 No es mucho tampoco lo que aade No sobre la poesa de
vanguardia en la Historia de Arrieta,a pesar de la distancia crtica
(han transcurrido algo ms de 30 aos entre los textos de 1926-1927 y
elensayo para la obra de Arrieta). Su mayor inters, insistimos, no
est ni estuvo en la vanguardia.Menciona a dos autores fundamentales
como son Gonzlez Lanuza, cuya obra ms temprana, Prismas(1920),
recibe la influencia del ultrasmo; y Leopoldo Marechal, quien
comparte el gusto por la imagenpropio de la vanguardia. Ambos
poetas, que realizan en los aos 20 una poesa en cierto modo
rupturis-ta, muy del gusto de la primera vanguardia, evolucionan a
mitad de la dcada del 30 hacia formas mstradicionales provenientes
de la herencia hispnica. No dedica tambin un apartado a los poetas
socia-les afectos a Boedo influidos por la revolucin
poltico-social. No parece, sin embargo, tener en muchaestima a
estos escritores minados de ideologa, cuya poesa no resulta ni
valiosa ni eficaz, en palabras delcrtico. De hecho en su da no
tuvieron cabida en la antologa, en ninguna de sus dos ediciones. S
fuellamado a participar lvaro Yunque, cuyas diferencias ideolgicas
con No le llevaran a rechazar su par-ticipacin. Algunos juicios que
en clave de crtica marxista realiza Yunque sobre No antlogo, y
en
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186 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36,
171-197
Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
a todo, conocedor a buen seguro de las duras crticas que haban
recibido los expe-rimentos ultrastas, No hace honor a su talante
abierto y conciliador al sealar ensu conferencia de 1926: Muy
equivocados estn quienes desdean esta poesaescueta, en la que la
imagen es el principal elemento, en la que la ancdota no
tienefuncin y la sensiblera ha sido desterrada. Aun cuando no
aciertan, merecen respe-to (No 1993: 47).
Confundidos en el orden alfabtico, en el ltimo tramo de la
antologa CuartaParte confluyen dos grupos diferenciados aunque
cercanos en el tiempo si tene-mos en cuenta la fecha de nacimiento
de los autores. Por un lado, una serie deescritores cuya orientacin
potica est determinada por la generacin inmediata-mente anterior de
posmodernistas, pero que en algn punto de su obra se
muestrancercanos a la vanguardia (de hecho la mayor parte de ellos
sern incluidos en laExposicin de Vignale y Tiempo). En este primer
grupo destacan nombres comolos de Margarita Abella Caprile, Horacio
Rega Molina, Conrado Nal Roxlo,Crdova Iturburu, Roberto Ledesma,
Francisco Lpez Merino. Por otro lado,encontramos algunas figuras
significativas, muy jvenes entonces, que irrumpenen el espacio
cultural hacia 1922: Una nueva generacin, sobre la que han
ejer-cido influencia las escuelas europeas de vanguardia (No 1927:
73). Como poe-tas representativos de esta nueva generacin se
incluyen Borges, BrandnCaraffa, Girondo, Giraldes, Marechal,
Vignale, entre algunos otros. Cabe anotarque en el citado artculo
de 1927 publicado en Nosotros, No identifica de formantida a los
ultrastas reunidos en torno a los proyectos de Prisma e
Inicial:Borges, Eduardo Gonzlez Lanuza, Guillermo Juan, Norah
Lange, Roberto A.Ortelli y Francisco M. Piero. Sin embargo, tan slo
los dos primeros fueron teni-dos en cuenta para la antologa de
1926.
LAS CRTICAS A LA ANTOLOGA Y LA EDICIN POSTERIORDE 1931
A pesar del elevado nmero de autores que recoge la Antologa de
la poesaargentina moderna, casi un centenar, esta no se presenta
como una obra cerrada,segn se desprende de las palabras con que No
concluye su Advertencia al lec-tor. Ms bien el antlogo parece tener
cierta conciencia de que todo trabajo de estascaractersticas supone
una obra en proceso, y en este sentido no descarta la tarea
decorregir y aadir en futuras ediciones: Algunos errores y
omisiones sern salvados,sin embargo, en posteriores ediciones de
esta antologa, si tiene la suerte de mere-cerlas (No 1926: 7). Tal
y como queda anunciado pareca augurarlo entonces,este hecho se ve
cumplido en 1931 con la publicacin de una segunda edicin corre-gida
y aumentada18.
general sobre los que denomina antologistas burgueses, pueden
leerse en Yunque, lvaro, La literatu-ra social en la Argentina.
Historia de los movimientos literarios desde la emancipacin hasta
nuestrosdas, Buenos Aires, Claridad, 1941, p. 314.
18 Esta nueva edicin consta de 685 pginas frente a las 603 del
volumen publicado en 1926.
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Anales de Literatura Hispanoamericana 1872007, vol. 36,
171-197
Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
De lo que apenas ha hablado la crtica es de una tercera edicin
que hacia 1948estaba en la mente del antlogo, una nueva entrega que
deba abarcar medio siglode poesa, seguramente los aos comprendidos
entre 1897 y 1947. As consta en unacarta de No a ngel Acua fechada
el 27 de abril de 1948, escrita con motivo dela presentacin que
este deba hacer de aquel en el marco de una serie de conferen-cias
conmemorativas del centenario de Groussac19. Al hacer recuento de
su propiocurriculum, y teniendo perfecta conciencia de la
resonancia de sus trabajos de anto-logacin, No indica a su
destinatario:
Aada usted, si lo considera, que las dos ediciones de mi
Antologa de la poesaargentina moderna tuvieron, al parecer, en 1926
y 1931, vasta repercusin en todos lospases de habla castellana, y
que a pesar de sus muchos defectos no han sido
aventajadasposteriormente. Y a fin de preparar al pblico para una
nueva edicin, agregue por sucuenta que sera bueno que yo hiciera
una seleccin que abarcara los cincuenta aos quemedian entre la
aparicin de Las montaas del oro y nuestros das (No 1993: 158).
19 Dichas conferencias fueron publicadas al ao siguiente en un
volumen que lleva por ttulo Centenariode Groussac. 1848. 14 de
febrero. 1948. Discursos pronunciados por Jorge Lavalle Cobo,
Ricardo SenzHayes, ngel Acua, Julio No..., Buenos Aires, Coni,
1949. El texto de No, La leccin de Groussac, sehalla recogido en No
1993: 67-77.
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188 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36,
171-197
Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
Una obra mayor que vendra a culminar todo un proceso histrico,
quiz bajola nueva perspectiva que dan los aos. Pero enseguida aade,
a modo de aclara-cin: Aunque usted diga esto amablemente, yo no har
esa edicin, pero acasosirva para decidir a alguien con ms nimo
(158)20. Aun tratndose finalmente deuna mera sugerencia lanzada al
aire, lo cierto es que era un proyecto que el crti-co saba
necesario al cumplirse el primer medio siglo de poesa moderna
enArgentina. Ello indica, adems, hasta qu punto No concibe su
antologa comouna tarea crtica continuada que va rectificndose con
el tiempo, no como un pro-yecto cerrado.
En cuanto a la edicin de 1931 (quedmonos en los hechos
materiales), estavez llevada a cabo por la editorial El Ateneo, No
no slo arrastra el corte finalhasta el presente, hacindolo avanzar
desde 1925 hasta 1930; mucho ms signifi-cativa si cabe es la
ampliacin que practica respecto al corte de inicio, el cualqueda
ahora adelantado de 1900 a 1896. Las razones por las que No corrige
lafecha inicial han sido en parte apuntadas con anterioridad. En
primer lugar y porencima de una u otra causa, se trata
innegablemente de una fecha simblica: es elao en que se da a
conocer Prosas profanas, impreso precisamente en BuenosAires,
momento a partir del cual se hace ms palpable la influencia de
RubnDaro en los jvenes escritores rioplatenses. En relacin con
dicho magisterio,No decide incluir en esta segunda edicin a
Leopoldo Daz. Considerado comouno de los primeros y ms fervientes
seguidores del nicaragense en la Argentina,aparece recogido en la
Segunda Parte de la antologa, que se corresponde con elgrupo de
poetas que iniciaron su obra en torno a 1900. Ms all del espritu
tardo-rromntico en el que creci literariamente, Daz fue virando con
paso firme haciael espritu fin de siglo (fueron sus maestros
Leconte de Lisle y Jos MaraHeredia), hecho ya visible en sus
Bajo-relieves de 1895. Es en esta corriente est-tica en la que se
inscribe el conjunto de los textos seleccionados, de los cuales
elms antiguo es Islas de Oro, publicado originalmente en Poemas
(1896) unarazn ms, pues, que llevara a No a adelantar la fecha de
inicio de su antologa.A dicho texto le siguen los poemas Leda, El
Centauro Quirn o El nfora,cuyos versos (y sus ttulos mismos)
muestran claramente los gustos modernistasde este autor inclinado
hacia el parnasianismo (el Heredia argentino, se deno-min el propio
Leopoldo Daz).
Finalmente, la propuesta de 1896 como fecha de inicio de la
modernidad poti-ca en Argentina debe ponerse en relacin con la
inclusin de Las montaas del oro,cuya Introduccin encabeza en la
edicin de 1931 los textos seleccionados deLugones; un libro
primerizo que, recurdese, el antlogo tiene como la primeraexpresin
moderna en el mbito de la poesa nacional. Estas modificaciones
referi-
20 Sin embargo, Julia Elena y Luis Felipe No comentan en la
citada entrevista de noviembre de 2006la existencia de un ejemplar
de la 2 edicin de la Antologa de la poesa argentina moderna con
anotacio-nes de Julio No que indican una ms que probable tercera
edicin: Nuestro padre tuvo un proyecto de tra-bajar en una tercera
edicin de la Antologa. Tena un ejemplar sobre el que haca
correcciones y agregados,pero como muchas de las cosas que a veces
emprenda, en su afn de ser muy cuidado, quedaban en la nada.No era
su forma de ser la de encomendar el trabajo a nadie y adems
consideraba que una antologa era algomuy personal.
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Anales de Literatura Hispanoamericana 1892007, vol. 36,
171-197
Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
das a la estimacin temporal constituyen uno de los cambios ms
visibles en lanueva edicin, pues en lo que toca a la Advertencia
preliminar No reproduceexactamente el texto de la primera edicin. A
lo dicho debe sumarse lainclusin/exclusin de determinados
escritores, siendo el fenmeno de la exclusinun hecho ms difcil de
explicar en su conjunto que el referido a las incorporacio-nes.
Lgicamente, algunas de las variaciones que sufre la reedicin estn
determi-nadas por la ampliacin de la obra hasta 1930. As, por
ejemplo, determinados poe-tas que no pudieron ser incluidos
originalmente dado que carecan de un libro publi-cado, como es el
caso de Francisco Piero, ven impresa su opera prima en el
lapsoentre 1925-1930. Otros cambios, sin embargo, estn motivados
por la recepcin cr-tica de que es objeto la antologa, una serie de
sugerencias a las que fue sensible elautor.
Las reacciones a la primera edicin fueron inmediatas, la obra
tuvo de hecho unaamplia acogida en los crculos literarios y los
medios crticos de la capital. Recindada a conocer la 1 edicin lleva
fecha de imprenta de enero de 1926, Borgespublica una breve resea
en las pginas de Proa21. Desde las primeras lneas se des-hace en
elogios para con el trabajo realizado por No (no en vano es Borges
uno delos poetas seleccionados, siendo esta la primera vez que
aparece recogido en unaantologa nacional). Sobra decir que, a
diferencia de No, acoge con mayor entusias-mo a los jvenes poetas
de su generacin: La cuarta parte la de los muchachos, lanuestra es
la de aire ms respirable, la menos cursilona, la ms atropelladora y
sintrampas (Borges 1997: 236). Si bien la antologa recibe el
aplauso del escritor, nopor ello deja de lanzar algunas crticas
(Son pecados veniales, nos advierte,inevitables por lo dems). Por
ejemplo, entiende como algo ilusorio pensar quehay ochenta poetas
en la Argentina (en realidad son ochenta y siete los que reneNo) y
an ms que todos ellos son merecedores de ser incluidos en una
antologa:Ochenta poetas! Habr ochenta renglones de poesa en toda la
literatura hispni-ca o deshispnica? No me le atrevo a ese optimismo
(235). De otro lado, juzgaacertadsima la seleccin de los textos,
aun cuando echa en falta algunos funda-mentales: Has vuelto de
Carriego, Ladrido, Chacarera y Alcohlica deGiraldes, y el soneto
del espejo de Banchs. No duda tampoco en requerir a un autorcomo
Francisco Piero, a su juicio el mejor poeta ultrasta de lengua
hispana.Igualmente reclama la presencia de Norah Lange y Ricardo
Molinari, este ltimocalificado por Borges como poeta originalsimo
(236).
Otro agudo lector de la cultura portea que no tarda en
reaccionar es PedroHenrquez Urea, instalado en Argentina desde
192422. En su resea publicada en
21 Acotaciones. Julio No: Antologa de la poesa argentina
moderna, 1926, Proa, Segunda poca,ao 3, n 15, enero de 1926, pp.
51-52. El texto en cuestin se halla recogido en Borges 1997:
235-236, pordonde citaremos en adelante.
22 Pedro Henrquez Urea y No se haban conocido personalmente en
la primera visita que el domini-cano realiz a la Argentina, en
octubre de 1922, como parte de una legacin mexicana encabezada por
JosVasconcelos. En un acto de bienvenida organizado por los hombres
de la revista Nosotros, No fue el encar-gado realizar el brindis en
honor de los visitantes tras un emotivo discurso de Jos Ingenieros
(Barcia 1994:68-69). Por entonces y hasta marzo de 1924,
recordemos, No y Bianchi llevan a cabo las tareas de direc-cin de
Nosotros.
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190 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36,
171-197
Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
Valoraciones en marzo de 1926, deja bien claro el lugar que debe
concederse a lacompilacin de No: La antologa de Julio No resulta,
apenas lanzada al mundo,obra indispensable en su especie (1960:
304); y algo ms adelante: Ningunacomo la de No realiza el arquetipo
orgnico y rotundo (305). Ello sin desmedrode algunos trabajos
anteriores Puig, Barreda, Morales que reciben el elogio delcrtico
por cuanto que forman parte esencial de la tradicin antolgica
argentina.Mucho ms tajante y despreciativo respecto a los
precedentes de No se muestraManuel Glvez en su resea publicada en
el n 872 de la revista El Hogar, en elmismo ao 1926. La airada
respuesta por parte de algunos de los antlogos aludi-dos no se hizo
esperar, como demuestran los artculos de Barreda (1926) yMorales
(1926) publicados en Nosotros. No obstante la argumentacin
esgrimidapor ambos antlogos, para Henrquez Urea hay una clara
diferencia cualitativaque distingue a No de sus antecedentes, a
saber: que estos, en lneas generales,hacen mero acopio de autores y
textos, mientras que la Antologa de la poesaargentina moderna
supone una aportacin fundamental a la historia literarianacional
por el modo en que el autor clasifica y organiza los distintos
autores yperiodos23. Reconocimientos aparte, Henrquez Urea incluye
en su resea un ep-grafe con el ttulo Sobra y falta, referido
lgicamente a la seleccin que lleva acabo No. Alineado con Borges,
echa de menos la inclusin de una autora comoNorah Lange, nota
fundamental del clarn de vanguardia y nica mujer activa delas
izquierdas (Henrquez Urea 1960: 306). De otro lado, pese a que uno
de loscriterios de seleccin soterrados que impone No se refiere a
la publicacin almenos de un libro, Henrquez Urea cree que debiera
haberse hecho una excep-cin con Francisco Piero, uno de los mejores
representantes de la nueva poesa asu entender. Por cuanto toca a
los poetas fin de siglo, califica de imperdonable laausencia de
Leopoldo Daz, cuyos Poemas de 1896 estn en la misma onda queProsas
profanas, Las montaas del oro y Castalia brbara, en su opinin los
tresgrandes poemarios del modernismo hispanoamericano. Temo que la
supresinobedezca al deseo de no alterar la arquitectnica estructura
de cuatro cuerpos, nocavarle stano ni robarle a Lugones su soledad
sustentadora (ibdem).
Tal como hemos sealado, parece que No fue sensible a la
autoridad que repre-sentaban Borges y Pedro Henrquez Urea (ms este
que el primero en aquellos aos20), como lo demuestran las
incorporaciones que hace en la segunda edicin, en laque, esta vez
s, se incluyen Leopoldo Daz, Norah Lange y Ricardo Molinari. En
loque respecta a este ltimo, conviene recordar que su inclusin en
la segunda edicines posible por la ampliacin del arco temporal
hasta 1930. Por entonces, Molinariha publicado ya tres poemarios:
El imaginero (1927), El pez y la manzana (1928) yPanegrico (1930),
el ltimo de los cuales obtiene el premio de la Municipalidad
deBuenos Aires. En el caso de Francisco Piero, sin embargo, No se
mantuvo firmeen sus criterios pese a las reclamaciones
recibidas.
23 Es tal vez este un juicio demasiado severo respecto a los
citados antecedentes, sobre todo en lo quetoca a Barreda, quien,
como se ha sealado, ensaya en su antologa de 1913 una presentacin
evolutiva de lapoesa argentina desde los autores tardocoloniales
hasta el posmodernismo.
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Anales de Literatura Hispanoamericana 1912007, vol. 36,
171-197
Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
LOS DESCENDIENTES DIRECTOS DE NO O EL FRUTO AGRIDULCEDE LA
HISTORIA
Prcticamente desde su aparicin en 1926, la antologa de No se
convierte enuna obra de referencia para los futuros historiadores
de la poesa que eligen el gne-ro antolgico como instrumento
expositivo de sus formulaciones. Como dato curio-so, en 1927 se da
a conocer una antologa de poesa argentina traducida al
italiano,Antollogia della poesia argentina moderna. Folco Testena,
compilador y traductorde los textos, dice inspirarse en No, como as
lo demuestra el ttulo mismo de laobra. La compilazione di questa
stata condotta, nelle sue linee generali, sullAntologa de la Poesa
Argentina, ordenada por Julio No e pubblicata in BuenosAires ai
primi giorni del 1926; dei poeti accettati dal No nessuno stato
escluso(Testena 1927: VII). El motivo principal que inspira esta
coleccin, segn reza enlas Avvertenze del traduttore, es de ndole
histrico-cultural: reforzar los lazosmutuos entre Italia y
Argentina, dos culturas, dos pases unidos en el devenir deltiempo a
raz de las oleadas inmigratorias que desde la segunda mitad del
siglo XIXarriban a los puertos argentinos (una sorellastra, la
nazione sul cui afetto lItaliapotr sempre fare affidamento)24.
Dentro de Argentina la obra de No no slo produjo reacciones a
favor, pues tam-bin hubo actitudes de velada protesta. La Exposicin
de la actual poesa argentinaforma parte de este ltimo grupo
(Vignale y Tiempo 1927). Esta obra constituye elcatlogo por
excelencia de la poesa argentina de vanguardia entre los aos
1922-1927. Hasta entonces la poesa nueva no haba sido reunida tan
ampliamente enuna compilacin nacional de dimensiones y alcance
considerables como es laExposicin25. Ahora bien, en el ao en que se
publica originalmente la antologa deNo, 1926, haban aparecido nada
menos que 25 nmeros de Martn Fierro, lo quees decir mucho si
consideramos el carcter efmero de la mayor parte de las
publi-caciones que se suceden en la dcada del 20. El movimiento de
vanguardia concen-trado en Buenos Aires estaba en la madurez de su
desarrollo tras las significativasexperiencias en torno a las
revistas Prisma, Proa e Inicial. Pese a ello, a juicio dealgunos
jvenes de entonces la obra de No no ofrece una muestra
suficientementerepresentativa de la nueva poesa, mientras que la
mayor atencin recae en la gene-
24 Por lo que concierne a la estructura de la Antollogia,
Testena introduce algunas modificaciones encomparacin con su
modelo. As, reduce a tres las cuatro partes de que consta
originalmente la antologa deNo. La primera parte est dedicada a los
poetas modernistas; la segunda, sin duda la ms sustanciosa, a
lospoetas posmodernistas; y la tercera y ltima a los novissimi, los
poetas afectos a la vanguardia. En reali-dad lo que hace el antlogo
italiano es integrar a Lugones en el grupo de modernistas. Pierde
con ello elpoeta cordobs la preponderancia que le concede No al
otorgarle la primera parte en exclusiva? Quizvisualmente, habra que
responder, puesto que esa figura atlntea que sostiene el edificio
de la modernapoesa se diluye ahora en el orden alfabtico que rige
cada parte. Sin embargo, el antlogo italiano repara laprdida de
este estatus ya desde las Avvertenze mismas que encabezan la obra,
al darnos el perfil de la pri-mera parte, in cui grandeggia
Leopoldo Lugones (Testena 1927: VII).
25 S exista, a nivel de revista, alguna que otra antologa breve,
como es el caso de la antologa dePoemas ultrastas que recoge el n
160 de Nosotros, ao XVI, septiembre de 1922, pp. 55-62. Muy
signi-ficativa tambin es la Pequea antologa de poetas argentinos
que compila el poeta y narrador argentinoRoberto Ortelli para la
revista coruesa Alfar, n 58, junio de 1926, pp. 27-30.
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192 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36,
171-197
Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
racin del Centenario por las razones ya expuestas. Las crticas
no se hicieron espe-rar. En el nmero doble de mayo de 1926, la
revista Martn Fierro incluye una notareferida a la antologa de No,
al parecer redactada por Antonio Vallejo, en donde secritica la
parcialidad del antlogo ([Vallejo?] 1926: 9). Sobre todo se condena
lasausencias de los ms jvenes, injustas en una Antologa que
pretende ser impar-cial, pero admisibles en una antologa
partidista: las de los inditos, que son nume-rosos; tambin las de
los autores sin libro pero que pronto lo publicarn:
KellerSarmiento, Molinari. Asimismo se muestra el rechazo por la
eliminacin de auto-res de valor, como Manuel Lugones, o de jvenes
con libro, como Nicols Olivari,Andrs L. Caro, ngel Guido, Antonio
Vallejo, los sealados por Borges en Proa:Norah Lange y Francisco
Piero (ibdem). Estas fallas referidas a la nueva poesadel momento
son en cierta medida el motor que pone en marcha la Exposicin
querealizan Vignale y Tiempo, dos jvenes poetas de entonces26.
En la misma lnea crtica de los martinfierristas, aunque menos
beligerante, sesita la resea a la obra de No que publica Guillermo
de Torre en La GacetaLiteraria de Madrid (Torre 1927)27. El ttulo
que presenta dicho texto, Veinte aos+ cinco de poesa, es ya de por
s indicativo de la divisoria marcada por el autor,quien cifra en
los cinco ltimos aos (los de la vanguardia, su propia generacin)
elfuturo de la poesa argentina: Nos enfrentamos aqu con veinticinco
aos de poe-sa argentina. O ms bien con 20 aos + 5, si preferimos
valorar ya al distribuir sucontenido, sealando las dos porciones
esenciales. El segundo sumando, el espaciode los cinco aos que van
de 1920 a 1925, es, sin duda, en sus promesas, y ha deserlo en su
cosecha, ms importante que el primero; y ya, desde ahora, pese a su
par-vedad numrica, es el que pesa ms en la cuanta total de la poca
(4). Tras acredi-tar a Giraldes como precursor autntico de la
vanguardia argentina y sealaralgunas de las figuras clave del
movimiento Girondo y Borges principalmente,Guillermo de Torre pone
de relieve la escasa atencin que muestra No hacia esteperiodo
reciente, pese a constituir un maana potico inaugural ms digno de
con-fianza, en su indecisin, que todos los ayeres mustios
(ibdem).
Como hecho ms que anecdtico, aunque desde luego muy alejado de
la crticaseria hecha en Argentina, cabe comentar la rplica a la
antologa de No que reali-za el poeta y polemista Francisco Soto y
Calvo. En el mismo ao 1926, Soto yCalvo, por entonces casi
septuagenario, saca a la luz una contraantologa disparata-da de
ttulo humorstico, Los poetas maullantinos del Arca de No (Buenos
Aires,M. Gleizer). La obra se abre con un poema jocoso dedicado a
la mayor parte de los
26 Debe tenerse en cuenta que, en lo tocante a las antologas,
antes incluso de 1927 se haba producidoel reconocimiento de la
vanguardia hispanoamericana con la publicacin del ndice de la nueva
poesa ame-ricana (Buenos Aires, El Inca, 1926), obra que firman
Alberto Hidalgo, Huidobro y Borges. En su mayorparte, la elaboracin
de este ndice tuvo lugar en Buenos Aires, donde residan Borges y
tambin Hidalgo,escritor de origen peruano afincado en la capital
argentina desde 1920 y uno de los abanderados del ultras-mo a
comienzos de dcada. Hidalgo formaba parte de los hombres de Florida
al lado de Giraldes, SergioPiero, Marechal, Norah Lange, Lpez
Merino, Rega Molina, etc., la mayor parte de ellos representada
enel ndice (un total de diecisis poetas argentinos).
27 Algunas semanas ms tarde, el mismo texto es publicado, sin
variacin en el ttulo, en la revistaNosotros, ao XXI, n 213, febrero
de 1927, pp. 279-283. En adelante citamos por La Gaceta
Literaria.
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Anales de Literatura Hispanoamericana 1932007, vol. 36,
171-197
Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
poetas reunidos por No slo unos pocos reciben alabanza: Como NO
nos brin-da lo peor/ De los VATES de su ARCA colegidos,/ Todos
estos, poetas distinguidos,/Deben dar gracias slo al COLECTOR/ De
los papirotazos merecidos. No es estala nica antologa satrica que
publica Soto y Calvo como respuesta a algunas de lasms reputadas
compilaciones de los aos 20. En 1927 da a la prensa una nueva
paro-dia, esta vez dirigida contra el ndice de Hidalgo. En remedo
del original, la obra encuestin lleva por ttulo ndice y fe de
erratas de la nueva poesa americana(Buenos Aires, J. Samet, 1927).
Para entender lo hiriente del ttulo en toda su exten-sin hara falta
contemplar la portada del libro, donde la secuencia inicial er-
deerratas cae en picado, ofreciendo el ttulo verdadero de ndice y
fe de [er]ratas dela nueva poesa americana, que va acompaado de un
dibujo donde aparece ungrupo de roedores husmeando entre
desperdicios. Este nuevo ataque va dirigido unavez ms a los poetas
maullantinos de No: Va este LIBRO dedicado/ A la sim-ptica GREY/
MAULLANTINA, cuya LEY/ Actual he satirizado28. Por si fuerapoco,
Soto y Calvo vuelve a la carga ms adelante y hace frente a la
Exposicin deVignale y Tiempo, que va a ridiculizar en Exposicin de
zanahorias de la actualpoesa argentina (Buenos Aires, Minerva, s.a.
[1928?]). La obra sigue la mismalnea que las anteriores, con versos
punzantes dedicados a los compiladores, a losprologuistas y a cada
uno de los autores seleccionados. Lo curioso del caso es queesta
Exposicin de zanahorias aparece publicada en la misma editorial que
la obrade Vignale y Tiempo, y hasta con la misma tipografa. No se
tratar al fin de unabroma ms de las muchas que corrieron en
aquellos traviesos aos 20? Se escondeacaso una identidad
desconocida bajo el nombre de Soto y Calvo?29 De ser as, elhecho
acompaara el tono de humor con que Vignale y Tiempo presentan
suExposicin. Lo cierto es que estas obras satricas contrastan con
la seriedad y respe-to que siempre mereci la figura de Soto y Calvo
entre la crtica de su tiempo.
Ms all de la humorada, la influencia ejercida por la antologa de
No tiene unade sus mayores proyecciones en la Antologa de la poesa
espaola e hispanoame-ricana que realiza Federico de Ons (1934).
Este volumen, que abarca el conjuntode la poesa hispnica entre 1882
y 1932, viene a consolidar el modelo historicistaque representa la
antologa moderna, en lnea con los trabajos ya citados de Dez-Canedo
y Fortn, Estrada, Donoso, Lizaso y Fernndez de Castro, y el de No,
quie-nes entre 1913 y 1926 horadan las posibilidades crticas que
ofrece el gnero anto-lgico en relacin con el establecimiento de la
cultura nacional. En un artculo de1927, Anthologies of the New
Poetry (The Romanic Review XVIII/2, april-june,pp. 169-173), Ons
pone de relieve la importancia que poseen estas obras de cara
al
28 Aludido como uno de los autores del ndice, Borges publica en
Sntesis (ao 1, n 4, septiembre de1927) una resea sobre la obra
humorstica de Soto y Calvo. En ella hace mofa de la cantidad
ingente delibros anunciados por el anciano escritor en las solapas
interiores de sus obras: Francisco Soto y Calvo queno alcanzan
entre los tres a uno slo acaba de simular otro libro, no menos
indito que los treinta ya seudo-duplicados por l y que los
cincuenta y siete que anuncia (Borges 1997: 316).
29 Acerca de esta misteriosa identidad no parece aclararnos
mucho Ren de Costa en un artculo de 1990donde al referirse al autor
del ndice y fe de [er]ratas seala que se trataba de un amigo de
Borges: FranciscoCalvo Sotelo (Costa 1990: 65). Confunde el crtico
Soto y Calvo con Calvo Sotelo? No es un despiste talvez? Sea como
fuere, en ningn caso aclara quin es ese supuesto Francisco Calvo
Sotelo.
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194 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36,
171-197
Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
estudio de la poesa hispnica y su evolucin, en tanto que superan
con mucho a lamayor parte de las antologas predecesoras en sus
respectivos pases. Ello es indica-tivo respecto a la influencia que
habrn de ejercer tales antologas en la concepciny realizacin mismas
de la compilacin de Ons. En opinin de Garca Morales, laforma en que
el antlogo espaol estructura el material potico seleccionado
heredabsicamente el esquema tripartito de los mencionados
antecedentes:
Ms importante que la disposicin externa comn a todas estas
obras, con apara-to de prlogo, bibliografa y notas, y que la
pretendida actitud distanciada, rigurosa,histrica y no parcial o
militante de los antlogos, es el hecho de que todos ellos
orga-nicen su materia segn tres secuencias temporales: la poesa del
pasado, la poesa delpresente, la poesa en la que despunta el
futuro. Este esquema tripartito bsico, que seconcreta en
variaciones muy diversas, es el que adopt Ons y el que pervive hoy
enla forma usual de entender la evolucin de la poesa de la poca
segn tres periodos:modernismo, posmodernismo, vanguardia (Garca
Morales 1998: 499).
Dentro de este esquema fundamental resulta realmente interesante
la etapa com-prendida entre 1905-1914 que Ons bautiza como
postmodernismo. Si bien habasido de algn modo contemplada por la
crtica, aunque de forma puntual y especfi-ca (es decir, referida a
una realidad nacional concreta), lo cierto es que este
periodocareca an de una nomenclatura y caracterizacin precisas
vlidas para la poesageneral de mbito hispnico30. Ons no llega a
resolver del todo esta compleja lagu-na histrica todava hoy sigue
sindolo para los historiadores de la literatura, perosin duda su
antologa refleja un esfuerzo y una direccin que muchos no dudaron
enseguir. Por su parte, No, a diferencia de Ons y de otros autores
entre los mencio-nados como precursores de la antologa moderna,
evita en las dos ediciones de sucompilacin toda nomenclatura
comprometida al agrupar los distintos periodos est-ticos en partes
sin ttulo alguno. Sin embargo, la propuesta de Ons, tanto en su
con-ceptualizacin como en la terminologa usada, con el tiempo acaba
por calar en elideario crtico-historicista de No, como demuestra su
ensayo para la Historia deArrieta. En l seala que, a falta de ms
apropiada designacin, puede denomi-narse posmodernista toda la
poesa argentina de la primera mitad de nuestro siglo(No 1959: 70).
No slo habra que llamar la atencin sobre el trmino posmoder-nista
que No toma de Ons al tiempo que deja entrever cierta
disconformidad; msimportante si cabe resulta el amplio periodo que
abarca dicho marbete. Ello reflejala importancia relativa que No
concede tanto al modernismo, que resultara unmovimiento efmero,
como a las tentativas de vanguardia en la dcada de 1920.
30 En los estudios crticos anteriores a la antologa de Ons, a
falta de una terminologa ms precisa sueleutilizarse el nombre
asentado de modernismo para referirse a la literatura en torno a
los aos 1910-1915, aveces aclarndose que se trataba de un
modernismo atemperado, ms cercano a las distintas realidades
nacio-nales y de un sencillismo palpable. Ello puede verse, por
ejemplo, en un crtico como Rafael CansinosAssens. La tercera
entrega de La Nueva Literatura, donde se incluye un ensayo sobre la
evolucin de la poe-sa argentina, fue publicada en 1927, cuando an
faltaban algunos aos para que Ons diese a conocer suantologa. Al
examinar el itinerario potico de la moderna poesa argentina,
Cansinos Assens contempla dosmomentos cruciales: el momento
modernista y el momento ultraico, pero no seala trmino alguno
queindique el trnsito entre uno y otro (Cansinos Assens 1998:
650).
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Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa
Argentina Moderna (1926): un punto de
Igual de reticente se muestra Ons con respecto a la nueva poesa,
que aparece en suantologa mal definida, nominada de forma vacilante
ultramodernismo, ultras-mo, tal vez por la cercana an de un momento
potico informe. En cualquiercaso, esta visin no hace sino realzar
la centralidad de la poesa posmodernista, queafianza de este modo
su lugar de privilegio en la historia literaria tanto en el
casoconcreto argentino como en el mbito ms general de la poesa
hispnica. Teniendoen cuenta este hecho, Garca Morales nos recuerda
que Ons, como Estrada,Donoso, Lizaso, Fernndez de Castro y No,
pertenece l mismo a la generacinposmodernista, de ah que conozca
mejor, privilegie y hasta cierto punto constru-ya su antologa a
partir de ese momento (1998: 500). Como hicieran sus predece-sores,
Ons prefiri subrayar la continuidad por encima del cambio,
soslayaralgo las expresiones ms rompedoras y cosmopolitas, y sobre
todo intentar inte-grar con dificultades la siguiente etapa, la
vanguardista, que empez presentndoseprecisamente como una negacin
del modernismo (501).
Por encima de las cuestiones estticas que con cierto margen de
discusin impli-ca la poesa posmodernista, no menos importante
resulta la afinidad de dichacorriente con el nacionalismo cultural
creciente en el mbito hispnico a lo largo dela segunda y tercera
dcadas del siglo XX. Un sentir nacionalista que, en el
nivelliterario y folklrico, se vio proyectado en la bsqueda de un
discurso identitario ras-treador del carcter argentino, las
bondades del paisaje y los mitos germinales. Elpropio Ons, quien
advierte el sesgo ideolgico que muestran las mencionadas anto-logas
usadas como modelo, pone de relieve en su citado artculo de 1927 el
marca-do carcter nacional que singulariza a dichas obras, teniendo
en cuenta el contextoparticular en que cada una de ellas se inserta
(Mxico, Chile, Cuba y Argentina).Este hecho evidencia hasta qu
punto las antologas se constituyen en instrumentosal servicio de
operaciones cannicas, en tanto que tienden a la fijacin y
perpetua-cin de una serie de autores y textos que, desde una
perspectiva personalista o desdeel privilegio del poder, son
presentados como valores estables y representativos deuna
literatura y una nacionalidad concretas, dentro de un contexto
socio-culturaldeterminado. En este sentido, el porqu muchas veces
la prctica antolgica acabaconvirtindose en una batalla que se libra
en el plano ideolgico-cultural es un asun-to que debe ponerse en
relacin directa con la lucha por el centro intelectual estable-cida
entre las distintas facciones convergentes en un campo intelectual
dado.
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