Jugamos a reciclar 16 9-2012

Jugamos a Reciclar por Miguel y Mª Jesús

Erase una vez una familia formada por Xoán, Maruxa y su hijo Brais, vivían en una bonita villa marinera en el norte de un país atlántico.

Vivían cómodamente en una acogedora casita con jardín al borde del mar.

Los padres se dedicaban a labores relacionadas con la pesca y el marisqueo, aunque su edad les llevaba a coquetear esporádicamente con las nuevas posibilidades que les ofrecía internet (twitter, facebook…)

Un buen día, mientras desayunaban en familia como hacían siempre que podían estar los tres juntos, su vida comenzó a cambiar.

Una pequeña televisión empezó a dar unas noticias alarmantes que iban a dar un vuelco a sus vidas.

Xoán e Maruxa cada vez tenían menos trabajo, menos ingresos y pasaban más tiempo en casa. Sus hábitos también cambiaron, no podían hacer muchas de las cosas que hacían antes, como llenar el carrito del super, o comprar juguetes para Brais.

Una situación que parecía dramática, con el tiempo se transformó en todo lo contrario. Este nuevo tiempo que la familia pasaba junta lo dedicaban a dar largos paseos por la playa y a recoger envases de plástico que el mar devolvía a diario…

Al principio tan sólo pretendían mantener limpio su entorno, pero luego consultando su timeline de twitter les llegó alguna información que les dió la idea de reutilizar estos envases.

Continuaron recopilando información y consultaron algunas páginas que les llevaron a conocer y admirar el trabajo de Martine Camilleri.

Pensaron en trasladar esta experiencia a otras actividades y materiales. En las calles de su villa, encontraron entre otros recursos los cartones de embalajes que se acumulaban a las puertas de las tiendas.

Decidieron realizar otros objetos, el cartón recogido les sugería la realización de mobiliario, de juguetes... Consultaron de nuevo internet para dar forma a estas ideas, allí encontraron los diseños de Tsuchinoco

Estas experiencias les condujeron a centrarse tanto en el tema del reciclaje, que no podían dejar de pensar en reutilizar los objetos y darles una segunda vida.

Esta actividad fue convirtiéndose en una tarea que les reportaba muchas satisfacciones: Tenían una actitud ecológica con el entorno Su postura sobre el consumo cambió Su entusiasmo tuvo un efecto de contagio

sobre sus vecinos, que comenzaron a interesarse por muchos de los objetos que realizaban

El interés por el reciclaje y la necesidad de reciclar quedó patente a los ojos de todo el pueblo incluso los más reacios vieron los beneficios de esta nueva forma de reinterpretar los objetos que nos rodean.

Paulatinamente comenzaron a hacer suyo el lema del reciclaje

“REDUCIR,RECICLAR,REUTILIZAR”

Y colorín, colorado ...