“COMUNICACIÓN POLÍTICA EN INTERNET. Uso de herramientas virtuales como medio de comunicación entre los Partidos Conservador Colombiano y Polo Democrático Alternativo con los ciudadanos en Colombia en 2008.” JUAN DAVID MARTÍNEZ QUINTANA PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES CARRERA DE CIENCIA POLÍTICA BOGOTÁ D.C 2008 I
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“COMUNICACIÓN POLÍTICA EN INTERNET. Uso de herramientas virtuales como medio de comunicación entre los Partidos Conservador Colombiano y
Polo Democrático Alternativo con los ciudadanos en Colombia en 2008.”
JUAN DAVID MARTÍNEZ QUINTANA
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES
INTERNACIONALES CARRERA DE CIENCIA POLÍTICA
BOGOTÁ D.C 2008
I
“COMUNICACIÓN POLÍTICA EN INTERNET. Uso de herramientas virtuales como medio de comunicación entre los Partidos Conservador Colombiano y
Polo Democrático Alternativo con los ciudadanos en Colombia en 2008.”
JUAN DAVID MARTÍNEZ QUINTANA
Trabajo de Grado para optar al título de: Politólogo
Directora:
LINA MARÍA MANRIQUE VILLANUEVA
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES
CARRERA DE CIENCIA POLÍTICA BOGOTÁ D.C
2008
II
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………...…1
CAPÍTULO 1: Democracia: partidos y ciudadanos. Perspectiva teórica
1.1 Ciudadanía en el contexto actual. Ideales y prácticas de la democracia...3
1.2 Medios de comunicación y ciudadanía en la democracia………………...9
CAPÍTULO 2: Partidos políticos y ciudadanos en el ciberespacio
2.1 Comunidades virtuales y ciberpolitica………………………………………15 2.2 La democracia participativa: relación de los partidos políticos y el ejercicio de la ciudadanía en el sistema político……………………………….17 2.3 Los partidos políticos en la actualidad en Colombia………………………22
CAPÍTULO 3: Estudio de caso: el uso de herramientas virtuales del Partido Conservador y el Polo Democrático para la comunicación con los ciudadanos
3.1 Metodología: netnografia……………………………………………………..29 3.2 Desarrollo del estudio netnográfico…………………………………………32
Durante los últimos años en Colombia se han manifestado diversas iniciativas
ciudadanas que buscan velar por unas elecciones transparentes, y en las que
los ciudadanos se preocupan por ejercer su derecho al voto de una forma
responsable. Entre estas iniciativas se cuentan: el portal de internet
Votebien.com, la Misión de Observación Electoral (MOE), Trasparencia por
Colombia, y Voto Vital, entre otras. Ésta última señaló la urgencia de
estudiar varios temas que la campaña identificó como problemáticos dentro de
las motivaciones que tiene cada persona para votar. En esencia hay dos
formas de votar: por razones y por emociones; y por ello buscó que las
personas se encaminaran a las razones mas que a las emociones para
ejercer el voto, instándolos a que se informaran sobre la trayectoria política de
los candidatos, de quiénes estaban rodeados, qué propuestas hacían en su
campaña y cómo éstas beneficiaban a la sociedad en general y no solo a la
conveniencia del elector o del mismo candidato.
Tratando de buscar los mecanismos que permitieran al ciudadano hacer eco
de estas preocupaciones, se encuentra la internet como una herramienta
idónea, pues a través de la red, los partidos políticos y los ciudadanos pueden
establecer vínculos, en los que los partidos hagan públicas sus propuestas,
ideales y labores, una vez se encuentran en el poder. Al mismo tiempo que
de parte de los ciudadanos se puede acceder a estos contenidos y establecer
un dialogo con el partido, mediante el cual se pueden procesar demandas,
realizar ejercicios de “rendición de cuentas”, o evaluar las propuestas de
campaña. En este marco surge una preocupación por evaluar el estado actual
de la presencia de los partidos políticos colombianos en la red y el papel que,
tanto partidos como ciudadanos, están otorgando a esta herramienta.
El presente trabajo está guiado por el interés no solo de evaluar, sino de
producir insumos que aporten a la discusión sobre el uso de internet como
herramienta para la democracia. Mediante un análisis deductivo divido en tres
partes, comenzando por el análisis de la teoría democrática, basada en la
1
revisión de algunos autores de la filosofía y la ciencia política, mediante los
cuales se contrasta el ideal democrático con su practica en América Latina (y
en Colombia en particular); pasando a una revisión de la relación entre la
ciudadanía y los partidos políticos, como parte fundamental del
funcionamiento de la democracia, enfocándose hacia la internet, y por último,
un ejercicio de estudio sobre el caso colombiano en dicha relación, en el cual
se observará y evaluará el estado actual del fenómeno mencionado.
2
Capítulo I.
Democracia: partidos y ciudadanos. Perspectiva teórica
1.1 Ciudadanía en el contexto actual. Ideales y prácticas de la
democracia
El fenómeno de la organización política es inherente a las sociedades
humanas. En Occidente la democracia prima como el sistema sobre el cual
funciona el poder a nivel de la sociedad. En el caso de América Latina, resulta
importante el trabajo que ha desarrollado Dieter Nohlen, en particular cuando
reflexiona sobre la democracia como parte de la cultura occidental. El llamado
de este autor es a tomar en cuenta la noción de complejidad y
multidimensionalidad al caracterizar una democracia. Con esto se refiere a
hacer una lectura de la cultura, la economía, la política y las instituciones, mas
las múltiples relaciones que existen entre ellas. De este modo sentencia que
si bien la democracia liberal se entiende “como una expresión de la cultura
occidental, sería necesario añadir: de sociedades de estructura industrial, las
que han pasado el proceso de formación de un Estado-Nación” (Nohlen,2007,
p. 200), y Latinoamérica no cumple a cabalidad con estos requisitos, sin
embargo propone mas adelante “que la cultura política es en la actualidad la
variable más importante en el desarrollo de la democracia en América Latina"
(2007, p. 202). De las dos afirmaciones anteriores se puede inferir que: estos
países hacen parte de un proceso conocido como civilización occidental, pero
que a diferencia de otras regiones acá el proceso aún está en formación, sin
embargo, ya existen rasgos de democracia dentro de los cuales la cultura
política adquiere un papel relevante.
Entonces, siguiendo esta propuesta para caracterizar la democracia es
necesario volver sobre la noción de sociedad. Esta es definida como una
“agrupación natural o pactada de personas, que constituyen unidad distinta de
cada uno de sus individuos, con el fin de cumplir mediante la mutua
cooperación, todos o alguno de los fines de la vida” (Real Academia
3
Española. 2001). Esta definición vista desde el lente de las sociedades
liberales nos permite identificar elementos esenciales de la ciudadanía, entre
ellos que existe una comunión entre las partes, que en ella se generan
relaciones de poder para llegar a fines comúnmente deseados, y que cada
parte en su acción define los rasgos de una unidad mayor.
Siendo en esta sociedad donde encontramos la noción de ciudadanía,
podemos decir también que es la base sobre la cual se sustenta la
democracia, pues resalta la noción de individuo, el cual ejerce un papel activo
frente a los demás en una acción de cooperación y de construcción. Dicha
ciudadanía posee dos características esenciales tal como lo plantea Alain
Touraine (2001, p. 100): en primera instancia como complemento del poder
de orden nacional, es decir, que es funcional a la limitación de libertades para
la garantía de un orden social, y en un sentido opuesto, reivindica la libertad
del sujeto pues en la conciencia de pertenecer, tal como lo analiza este autor,
residen valores democráticos que permiten que el individuo desarrolle y se
reafirme en sus creencias sin transgredir los derechos de los otros.
La ciudadanía es, antes que nada, esa relación en la que el individuo puede
desarrollar ideas propias sobre lo que desea para él y para los demás, al
mismo tiempo que enmarca esa libertad en las reglas que garantizan la
misma posibilidad de pensar y actuar para sus semejantes. Pero esta idea de
ciudadanía, no es anterior o posterior a la democracia, más bien simultánea.
Así lo plantea Norberto Bobbio al afirmar que “la democracia no puede
prescindir de la virtud, entendida como amor a la cosa pública, pues al mismo
tiempo debe promoverla, alimentarla y fortalecerla” (2001, p. 39), es decir,
que ciudadanía y democracia se implican una a la otra y su relación es
constante en el tiempo. Del mismo modo aparece dentro del trabajo de
Nohlen y su estudio del contexto pues “la sociedad civil en América Latina
debería, en una visión de largo plazo, interesarse por mantener y aumentar la
efectividad del sistema político, por buscar soluciones que conminen a los
gobernantes a tomar en cuenta sus necesidades en relación directa con el
bien común general.” (Ortiz, 2005)
4
Se entiende hasta el momento, que la ciudadanía dentro de la democracia, se
circunscribe a un plano individual, en el que el sujeto tiene una relación con
otros y una preocupación legítima por estos, así como por el espacio en el
que se da esta interacción. Esa preocupación se traduce en acción, mediante
la comunicación entre individuos con iguales derechos y deberes, que al
mismo tiempo debe producir una acción encaminada al bienestar mutuo y en
consonancia con el bienestar general e individual, en una relación cíclica que
va de la unidad hacia la comunidad (o Estado) y viceversa.
Seguir la definición de ciudadanía que se planteó, es esencial en tanto se
requiere una explicación filosófica de la ciudadanía como una parte primordial
de la democracia, sin embargo el carácter ideal del concepto se complementa,
o en ocasiones se contradice, al ser aplicado en un contexto real; entonces
se hace un tránsito de la filosofía política a la ciencia política (y a otras
ciencias sociales) desde las cuales se realiza un análisis que busca las
consonancias y disonancias de dichas teorías con la práctica. Pues como se
afirmó anteriormente la democracia de Latinoamérica, todavía en formación,
tiene como eje fundamental la cultura política, por ser ésta donde se pueden
evidenciar mas los avances que se hacen hacia la consolidación de la
democracia.
Como un hito que se centra en el estudio de la ciudadanía en un plano real,
se encuentran los estudios de CULTURA POLÍTICA que parten de un modelo
planteado por Almond y Verba, en el que se busca estudiar la orientación de
una persona hacia la política. En relación con el planteamiento filosófico se
puede afirmar que lo que se busca es explicar por qué un individuo mediante
su pensamiento y acción busca convertirse en ciudadano, al formar parte
activa de una sociedad. Entonces se indaga por la orientación psicológica que
lleva la atención de una persona hacia la política.
La cultura política se relaciona con la ciudadanía en tanto tiene en cuenta al
sujeto como objeto de estudio antes que a las instituciones, para luego
5
situarlo en un contexto en el cual puede medir sus actitudes, conforme una
serie de estímulos y respuestas que se dan en dicho contexto, estos se dan a
partir de unas orientaciones que según los autores pueden dividirse en dos
(Almond, G. y Verba, S, 2007, p.31): según la clase de objetos y según los
modos de orientación. De las primeras y teniendo en cuenta el interés de esta
investigación, se resaltan los procesos y estructuras de entrada, y los papeles
del sujeto mismo como activo o pasivo frente a su sociedad; respecto a los
modos de orientación estos indicarían la relación del ciudadano con el partido
político, que bien puede ser de carácter afectivo o evaluativo.
Lo que esta teoría ha logrado decir sobre la ciudadanía, es que esa noción,
que nace desde la filosofía política, obedece a un plano ideal en el que todos
los individuos desarrollan la misma preocupación y el mismo rol frente a la
sociedad, pero que en la realidad la forma en que un individuo se relaciona
con la sociedad (de forma política) puede variar en su intensidad o inclusive
no estar presente, y mas allá de eso, toma en cuenta que las motivaciones
que éste tiene para asumir una ciudadanía política pueden estar inspiradas
por otras razones y no por un fin altruista o una inspiración democrática.
Citando de nuevo a Bobbio, en relación a los estudios de cultura política,
explica que incluso “en las democracias más consolidadas se asiste
impotentes al fenómeno de la apatía política” (2001, p. 40). Acá se distinguen
tres tipos de sujetos: los orientados hacia los imputs, que como se mencionó
tienen una orientación legitima a interesarse por los partidos y por los
políticos; los orientados hacia los output, que encuentran su interés por la
política en las retribuciones que puedan obtener del sistema; y por último, los
descritos por Bobbio, y que simplemente no tienen una orientación o interés
por los asuntos de la política.
Esta explicación de la cultura política, se complementa con cuatro variables
de la cultura que Nohlen resalta deben ser estudiados en América Latina:
primero la confianza, tanto en las instituciones como entre las personas; sobre
esto menciona “en América Latina, los grados de ambos tipos de confianza
6
son bajos salvo en circunstancias que existen relaciones familiares y de
amistad” (Nohlen, 2007, p.204); segundo, la lucha contra la corrupción, en
este apartado se señala como los partidos cumplen la función de oposición al
denunciar la corrupción pero en muchas ocasiones son corruptos al ejercer el
poder, lo que según el autor “impone la concepción de la política que está
profundamente enraizada en la cultura política de la gente: el provecho de lo
público por intereses privados” (2007, p 205); en tercer lugar menciona la
tolerancia que considera primordial para la formación y estabilidad de la
democracia y, por último, la capacidad de la elite política para establecer
compromisos y lograr acuerdos: “la cultura del compromiso se funda en
valores, normas y una práctica discursiva orientada al entendimiento y el
acuerdo” (2007, p.207), pero menciona que en la región prima el sistema
presidencialista sobre el cual el comportamiento de esta variable suele ser
negativo.
Ahora, llevando estos planteamientos teóricos (filosófico y científico) al plano
de la realidad y en el contexto colombiano, se encuentra que el artículo 40 de
la Constitución Política (Colombia, 2008) en su numeral primero reconoce el
derecho de los ciudadanos a elegir y ser elegidos (es decir que formalmente
se empodera al sujeto para que tome parte activa de la vida política), según la
teoría filosófica examinada es en esta acción que podría considerársele
ciudadano, mas según la teoría científica el no ejercer este derecho no le
negaría dicha calidad, sino que lo ubicaría dentro de una categoría particular,
siendo esta las más lejana al ideal de la democracia.
Si bien, en el ejercicio de dicho artículo, se reconoce un derecho y se plantea
un deber, que resultan esenciales para comprender el carácter de ciudadano,
en la misma Constitución se encuentran otros rasgos complementarios para
llegar a una completa comprensión de lo que debe ser entendido bajo la
categoría de: ciudadano. Dentro del mismo artículo 40, los numerales
segundo y tercero son fundamentales dentro del ejercicio de la ciudadanía
que acá se pretende exponer, estos se refieren al derecho (al mismo tiempo
7
que deber) a tomar parte en los mecanismos de participación y, luego, a
involucrarse con la actividad de los partidos políticos y sus ideales.
Estos principios constitucionales imprimen condiciones especiales al
ciudadano que lo caracterizan como un ser político, con una preocupación e
interés que lo involucra con la vida política de su país de una forma activa; sin
embargo, dichos principios serían más cercanos a ideales que a prácticas
reales, lo cual se puede observar en las cifras sobre abstencionismo en el
país (ANEXO 1), de la cuales se infiere que no existe, en la mayoría de la
población mayor de 18 años, un interés por hacer parte de la vida política, es
decir, de ejercer los derechos y deberes mencionados más arriba.
En esta realidad, se entiende que quien no ejerce ese derecho constitucional
que le es otorgado y que es parte fundamental de la ciudadanía, no implica
perder la condición de ciudadano, “los derechos son intereses reconocidos
que sirven para justificar la existencia de deberes, pero que no indican de
forma determinante un particular conjunto de deberes correlativos que podrían
existir” (Penner, 2002, p. 24), de tal modo que si bien se reconocen estos
derechos para todos los ciudadanos y de ellos se infiere un deber para ellos,
dicho deber no es normativo, y por ende, no ejercerlo no cuestiona la calidad
de ciudadano.
Respecto a las cuatro variables propuestas por Nohlen, indicadoras de la
cultura política, como complemento a la reflexión sobre el ejercicio de
derechos y deberes, y como condición de la formación de ciudadanos y de
democracia en Latinoamérica, llevándolas al plano colombiano, se encuentra el
estudio de capital social realizado en 2001 por el Departamento Nacional de
Planeación, dirigido por John Sudarsky (Sudarsky, 2001), en el cual se mide y
reiteran los supuestos de Nohlen en tanto: la confianza en las personas es una
de las más bajas (con respecto a otros países) con tan solo el 11%, y por
ejemplo la confianza en el Congreso y confianza en los Partidos, se ubican en
los lugares más bajos, tan solo por encima de la Guerrilla y los Paramilitares.”
(Sudarsky, 2001) (ANEXO 2), mientras que la percepción de corrupción es de 7
8
puntos sobre 9. De lo cual se puede mencionar que no solo los supuestos
planteados eran ciertos sino que el ejercicio pleno de la ciudadanía en
Colombia se encuentra aún lejano de los ideales planteados.
Retomando lo anterior se puede concluir, que la ciudadanía está ligada a
nociones de derechos y deberes que son adquiridos por la pertenencia a una
sociedad; que el ejercicio de la ciudadanía se encamina al bien común, al
mismo tiempo que al bien del sujeto, y es en la libertad de acudir a esos
deberes y derechos que reside la condición primera de la ciudadanía, pues al
hacerlo el sujeto se involucra con su sociedad y se hace a si mismo
ciudadano.
Por otra parte, la relación de los ciudadanos con los partidos políticos es
esencial, pues estos últimos son una de las vías de acceso con la que
cuentan para establecer una relación con el Estado, y procesar demandas
sobre sus intereses; tal y como se observa en el artículo ya citado de la
Constitución, el conformar partidos y hacer parte activa es un derecho que
legitima al ciudadano ante el Estado y que le permite trabajar por el desarrollo
de la sociedad por medios políticos. En el país, los partidos políticos han
tenido una evolución particular caracterizada por un bipartidismo tradicional
que se vio debilitado con el multipartidismo que se generó a partir de la
Constitución política de 1991 y que además se ha ido reconfigurando con
diversas reformas en los años recientes, tal como se analizará más adelante.
1.2 Medios de comunicación y ciudadanía en la democracia
Bajo la perspectiva de que el ciudadano se relaciona con sus semejantes en
pos de un bien común, en la lógica de la filosofía política, aparece también la
noción del espacio público, como el lugar donde se da la discusión de los
fines deseados, así como la suma de todas las acciones que se encaminan a
él. Las sociedades actuales tienes características demográficas y geográficas
según las cuales sería físicamente imposible que existiera un espacio donde
todos los ciudadanos pudieran deliberar, aparece entonces la noción de
9
representación en la democracia, tal como lo describe Norberto Bobbio:
“cuando nosotros hablamos de democracia, la primera imagen que se nos
viene a la mente es la de las elecciones” pero “para los antiguos, la imagen de
la democracia era por completo diferente: al mencionarse la democracia
pensaban en una plaza o en una asamblea” (2003, p. 402).
Sin embargo, acudir a las elecciones no resulta suficiente para la participación
de los ciudadanos en la vida política, pues la representación delega un poder
que requiere de la fiscalización y participación activa de los mismos
ciudadanos que eligen a sus representantes: “el nexo entre opinión pública y
democracia es constitutivo: la primera es fundamento sustantivo y operativo
de la segunda“ (Sartori, 1994, p. 59), es decir que el ciudadano se involucra
en la política del país mediante dos acciones: la primera es aquélla en la que
delega una cuota de poder para ser representado, y la segunda una función
más activa en la que tiene el derecho de debatir y expresarse libremente
sobre los asuntos públicos.
En este punto los medios de comunicación han sido vitales, pues se han
configurado como una nueva esfera en la cual se pueden desarrollar asuntos
públicos con una participación más o menos masiva (según el medio de
comunicación), y en los cuales la política ha ocupado un lugar importante: es
claro que los medios no son en sí el espacio público, pero en el desarrollo de
éstos se ha generado un espacio paralelo en el cual los ciudadanos pueden
verse identificados y en ocasiones llegar a incidir sobre los asuntos que allí se
tratan: “hablar de esfera pública en la nuevas condiciones mediáticas no
define un espacio intrínsecamente democrático, sino un lugar de intercambio
de experiencias de variada índole, aunque significativas en términos de la
comunicación y socialización de los asuntos que competen a cada grupo.”
(Wincour, 2002, p.98)
Continuando con la idea de que los medios son en la actualidad un lugar para
la expresión, debate y deliberación pública, de los asuntos que competen a
los ciudadanos (o grupos de ciudadanos), es también necesario comprender
10
que los distintos medios de comunicación, por sus características particulares,
desarrollan una relación distinta con los ciudadanos y su capacidad de
participar, más aun cuando se toma en cuenta que los medios de
comunicación son mayoritariamente privados y que por lo tanto, depende de
ellos mismos el grado de participación que pueden permitir. En los últimos
años con la aparición de las denominadas nuevas tecnologías de la
información y la comunicación (en adelante TIC), se han generado nuevos
espacios que escapan en alguna medida a esta lógica y que permiten una
mayor interacción entre los ciudadanos, los medios, el estado, y las ONG,
entre muchos otros actores.
Dentro de las nuevas tecnologías mencionadas, se encuentra la Internet como
una de las más difundidas y más funcional para la democracia y en particular,
para la interacción entre ciudadanos. En este contexto han surgido conceptos
como el de E-democracy, tal como se muestra en el estudio realizado por la
Naciones Unidas: United Nations e-Government Survey 2008, la definición
más apropiada para este concepto ha sido desarrollada por el gobierno
mexicano, que lo entiende como: “the continuos innovatión in the delivery of
services, citizen participation and governance trough the transformation of
external and internal relationships by the use of information technology,
especially the internet”1 (United Nations e-Government Survey, 2008). Esta
definición nos permite caracterizar internet dentro de la actividad política,
como un medio de comunicación que opera en múltiples vías sin un centro
determinado, y al que han podido acudir agentes oficiales en orden de
generar una mayor interacción con los ciudadanos de forma directa, sin la
intermediación a la que se veían sometidos por los demás medios.
Este concepto surgió alrededor de la preocupación por reducir los costos del
Estado, y en general los costos de transacción en la relación de los
ciudadanos con el gobierno. Internet se presentó en principio como una
1 la innovación continua en la prestación de servicios, participación ciudadana y gobierno a través de la trasformación de relaciones internas y externas con el uso de la tecnologías de la información, particularmente la internet.
11
herramienta idónea a partir de la cual se reducían costos en las transacciones
con los ciudadanos y además se lograba una mayor agilidad en las mismas, el
concepto empezó a evolucionar bajo tres parámetros: eficiencia, servicio
público (o servicio al ciudadano) y democracia (United Nations e-Government
Survey, 2008). Cada uno de ellos significó un mejoramiento en las relaciones
que hasta el momento se daban entre el ciudadano y el aparato estatal, y
además un nuevo papel de los medios en la política, pues ya no se centró en
las dinámicas de mercadeo electoral y gubernamental, sino que redujo costos
de transacción, mejoró la calidad de vida de los ciudadanos y además
incentivó la participación en asuntos públicos así como la interactividad entre
el gobierno y los ciudadanos.
Estos avances, se dieron gracias a la aparición del concepto de Web 2.0. Esta
señala una etapa de evolución de internet como medio de comunicación, pues
anteriormente, en él se compraba un espacio virtual donde se podía colocar
una información determinada, que podía ser consultada por cualquiera que
tuviese acceso a la red. La segunda etapa denominada: 2.0, eliminó el
carácter rígido de estos primeros sitios Web, en los que solo se publicaba
información tal como si se tratara de un diario y se empezó a generar una
serie de servicios, los espacios de internet ya no proveían información, sino
que a la vez la recolectaban y generaban una interactividad con los usuarios
de la red.
Pero la relación de internet y política no se limita al préstamo de servicios
estatales por medios virtuales hacia los ciudadanos. En el marco de la Web
2.0 se han generado herramientas de participación en las cuales los
ciudadanos tienen una incidencia directa sobre deliberaciones y debates que
se generan en la red, muchos de los cuales son de carácter político.
Superando el concepto de e-government y sugiriendo el de ciberdemocracia
(e-democracia), caracterizado por José Luís Dader (2003) al recoger el
concepto de Estafanno Rodotta de democracia continua, que plantea una
comunicación constante entre representantes y representados, aboliendo el
modelo vertical con el que se venía gestando la comunicación política y que lo
12
limitaba al momento electoral, haciendo demasiado énfasis en el marketing
político, entendido éste como “tratar como producto al candidato, al partido y
al programa que debe responder a las actitudes y expectativas de la población
interesada y que se lanzará con el propósito de obtener el máximo de
sufragios” (Salazar, 1988, p.37). Entonces, un uso óptimo del internet, pone
en relación directa a los ciudadanos con los agentes políticos,
empoderándolos y al mismo tiempo prescindiendo de los medios de
comunicación y los periodistas como único canal de comunicación entre
ambos.
Este cambio significaría una respuesta al planteamiento de Sartori quien
afirma: “la fácil victoria de lo visual sobre el pensar es un golpe devastador para
el homo sapiens. No estamos seguros de que sea una victoria ciento por ciento
completa y final; no obstante victoria sí lo es” (2003, p. 26), es decir que según
los estudios sobre nuevas tecnologías es posible superar ese estado pasivo del
ciudadano frente a la política y en el buen uso de las TIC se podrían configurar
practicas de ciudadanía con altos grados de participación política.
Teniendo todos estos planteamientos en cuenta, Dadder hace un panorama
hacia el futuro, prescribiendo la necesidad de democratizar y ampliar las
posibilidades del acceso a internet si se desea configurar a plenitud esta
democracia continua o ciberdemocracia. En este punto se hace necesario
revisar el concepto de conectividad. Esta nueva tecnología y el hecho de que
muchas actividades gubernamentales se estén desarrollando en la red ha
generado una nueva relación de inclusión y exclusión en la cual las personas
pueden ser divididas entre conectadas y no conectadas.
En Colombia según el último informe de conectividad publicado por la Comisión
de Regulación de Telecomunicaciones (Informe semestral de conectividad,
2008) hay 1.774.600 de suscriptores a internet implicando un aumento del
28,5% con respecto al informe de marzo de 2008, es decir que el número de
usuarios de Internet en el país ha aumentado aun cuando continúan siendo una
cifra bastante reducida de la población, lo que necesariamente lleva al
13
cuestionamiento de qué tan efectivas resultan las herramientas virtuales de la
ciberdemocracia para la ciudadanía en un contexto como el planteado, más
aún cuando se retoma la idea de que la ciudadanía es un categoría que se está
formando en todo momento, y que se construye en el uso que el sujeto hace de
sus derechos y deberes frente a los demás en el espacio público.
Sin embargo, no se puede rechazar la idea de que las nuevas tecnologías han
cumplido un papel en la configuración de relaciones políticas, inclusive autores
como los mencionados ponen un acento de esperanza sobre la internet como
un espacio idóneo para una democracia global, y de participación activa. Se
enfrenta entonces “una situación en la que, si bien los ideales de una
democracia participativa plena no parecen colmarse por ahora con las nuevas
tecnologías, cabría al menos una implicación mucho más eficaz y cercana en el
diálogo político por parte de un sector del público atento”. (Bernal, 2001, p. 131)
Toda esta descripción de un fenómeno global tiene plena aplicación sobre el
contexto colombiano, en la medida en que la introducción de internet al país
(y su democracia) ha avanzado de una manera más o menos igual que en
otras sociedades, tal como se esperaría dentro del contexto de la
globalización, y algunos partidos políticos han acogido estas nuevas
tecnologías como parte de sus medios de comunicación con la ciudadanía.
14
Capítulo II
Partidos políticos y ciudadanos en el ciber espacio
2.1 Comunidades virtuales y ciberpolitica
Correlacionado con el uso de internet para el ejercicio de actividades políticas,
aparece el concepto de comunidades virtuales. Las herramientas ofrecidas
por la Web 2.0, han generado un cambio en las relaciones de comunicación
en dos sentidos: primero la interacción comunicativa no requiere de una
relación cara a cara, es decir de un espacio físico en el cual se encuentren
dos a más personas: “si la interacción cotidiana está mediada por algún
dispositivo artificial tecnológico... Podemos referirnos entonces a la interacción
virtual” (Bernal, P., 2001, p.126).
En segunda instancia, se ha generado un cambio en cuanto a los medios de
comunicación social, ya que tecnologías como la radio, la televisión o las
publicaciones escritas limitaban la interacción y se convertían en emisores de
mensajes y sus audiencias en simples receptores (en mayor o menor medida
según el medio), y la interacción o la posibilidad de retroalimentación se daba
en procesos altamente complejos. La diferencia se halla ahora en que internet
permite una interacción constante entre emisores y receptores facilitando el
proceso de retroalimentación y generando una comunicación más fluida, pero
además por la complejidad inherente a las redes, cada usuario de la internet
es potencialmente un emisor y multiplicador de la información que circula por
la red, de tal forma que “internet como producto de la modernidad, se perfila
como una nueva forma de comunicación electrónica multidireccional y
horizontal, que por sus características permite establecer la diferencia con la
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2 Dato aproximado, aportado por la oficina de Comunicaciones Digitales del Polo Democrático Alternativo, mediante correo electrónico del día 10 de Noviembre de 2008.
• Colombia. Senado de la República (2 de julio de 2003), “Acto legislativo
01 de 2003. Por el cual se adopta una Reforma Política Constitucional y se dictan otras disposiciones”, en Diario Oficial, núm. 45.237 3 de julio de 2003, Bogotá.
• Dader, J. L. (2003) Ciberdemocracia y comunicación política virtual: El
futuro de la ciudadanía electrónica tras la era de la televisión, en Berrocal, S. (coord.) Comunicación política en televisión y nuevos medios. .�Barcelona, Ariel. pp. 309-342.
• “Ecos de las consultas” (2008) [en línea], disponible en:
http://www.eltiempo.com/opinion/forolectores/ARTICULO-WEB-PLANTILLA_NOTA_INTERIOR-4635476.html, recuperado: 12 de Noviembre de 2008.
• Giraldo, F. (2007) “Partidos y sistema de partidos en Colombia”, en: La
Política por Dentro: cambios y continuidades en las organizaciones políticas de los países andinos. Roncagliolo, R. y Meléndez, C. Lima, IDEA. pp. 123-161
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Anexo 1: ABSTENCIÓN ELECTORAL EN COLOMBIA3:
53
3 En Hwww.mineducacion.gov.co/cvn/1665/articles-95980_archivo_pdf22.pdfH, recuperado 30 de agosto de 2008.
ANEXO 2: GRÁFICAS DE CULTURA POLÍTICA EN COLOMBIA,4
4 Sudarsky, J. (2003), “El capital social de Colombia: principales hallazgos”. En: Reflexiones sobre la investigación en ciencias sociales y estudios políticos. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia. pp. 208, 209.
54
55
56
ANEXO 3: PARTIDOS Y MOVIMIENTOS POLÍTICOS CON REPRESENTACIONES EN EL SENADO 2002-20065
5 Franco-Cuervo, A. Y Clavijo, B. (2007, Marzo) “Senado 2006 Impacto de la reforma político electoral” en Cuadernillos del OPE, núm. 1. Bogotá, Universidad del Rosario. PP. 47, 48
57
58
ANEXO 4: CAMBIO PROPORCIONAL EN EL SENADO Y ORÍGENES BIPARTIDISTAS DE LOS NUEVOS MOVIMIENTOS6
• Ruiz Páez, G. (2006, Diciembre) “La crisis de los partidos políticos en
Colombia”, en Dialogo Político, año XXIII, núm4. Buenos Aires, Konrad Adenauer Stiftung. pp.
59
60
61
ANEXO 5: Clasificación por filtros de los sitios Web de los partidos políticos colombianos:
UNIVERSO Filtro 1 Filtro 2 Filtro 3 Filtro 4 PARTIDO LIBERAL COLOMBIANO + + - N/A PARTIDO CONSERVADOR COLOMBIANO + + + + MOVIMIENTO APERTURA LIBERAL + - N/A N/A PARTIDO CONVERGENCIA CIUDADANA + + - N/A PARTIDO CAMBIO RADICAL COLOMBIANO
+ - N/A N/A
PARTIDO VERDE OPCION CENTRO + - N/A N/A MOVIMIENTO AUTORIDADES INDIGENAS DE COLOMBIA "AICO"
+ - N/A N/A
MOVIMIENTO ALIANZA SOCIAL INDÍGENA - N/A N/A N/A PARTIDO SOCIAL DE UNIDAD NACIONAL " PARTIDO DE LA U"
+ - N/A N/A
PARTIDO POLO DEMOCRÁTICO ALTERNATIVO
+ + + +
PARTIDO COLOMBIA DEMOCRATICA + - N/A N/A MOVIMIENTO COLOMBIA VIVA - N/A N/A N/A MOVIMIENTO ALAS-EQUIPO COLOMBIA. + + - - MOVIMIENTO NACIONAL AFROCOLOMBIANO "AFRO".