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Jesus Nuestro Amor Eucaristico
INDICE
Acerca Del Autor
Prefacio
Capitulo 1, O Divina Eucarista
Capitulo 2, Jess Para Mi
Capitulo 3 - Jess En Mi
Capitulo 4 - Jess Conmigo
Capitulo 5 - El que nos da a Jess
Capitulo 6 - El Pan que nos da Nuestra Madre Celestial
Capitulo 7 - Oraciones ante el Santsimo Sacramento
Jesus Nuestro Amor Eucaristico
Por el Padre Stefano Manelli, O.F.M. Conv., S.T.D.
El Padre Stefano Manelli ha sido sacerdote como por veintiocho
aos. Como
por diez aos el fu Superior del Convento "Casa Mariana", la cual
el fund.
Esta comunidad religiosa, inspirada por San Maximiliano Kolbe en
su idea de
la "Cuidad de la Inmaculada" trata de seguir cada vez ms
apegadamente, los
ideales y reglas de San Francisco de Asis.
Las facilidades para imprimir y la estacon de radio de la "Casa
Marana" del
Padre Manelli, contnua expandindose, y son usados exclusivamente
para
conocer y amar mas a Jess y a Mara, para ser amados. Bajo la
direccion del
Padre Manelli, la Casa Mariana se extendio mas lejos, al
comenzar otra Casa
de Mara en Las Filipinas. En 1982, el Padre Manelli fue elegido
Provincial de
los Franciscanos Conventuales en Napoles.
El Padre Manelli, quien es Doctor en Teologa Sagrada, es muy
bien conocido
en Italia. Su libro: "Jess, nuestro Amor Eucarstico" ha sido
editado por lo
menos cinco veces en Italia, y mas de 100,000 copias han sido
impresas.
An cuando algunas de sus otras obras han sido publicadas en
otras partes en
Ingls, sta es la primera vez que este trabajo slido y devoto se
publica en
Norte Amrica. Padre Manelli tuvo mucho gusto en darnos permiso
para
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publicar su libro en Ingls, ya que espera poder llegar a mas
almas a travs de
este medio masivo, para traerlas por Mara, al dulce yugo de
Cristo. A
nosotros nos da mucha felicidad el publicar y distribuir este
libro.
A todos los que deseen saber y amar mas al Amor Divino de
nuestro
Eucaristico Jess, los invitamos a que lean este tan poderoso y
edificante.
Prefacio
"La devocion a la Eucarista," dijo San Pio X, Papa de la
Eucarista, "es lo
mas noble, porque tiene a Dios como objeto; es la mas provechoso
para la
salvacion, porque nos da al Autor de la Gracia; es la mas dulce,
ya que
Nuestro Seor es dulzura en Si mismo."
La devocin a la Eucarista, junto con la devocin a Nuestra Madre
Santsima,
es una devocin del Paraso, porque es la devocin que los Angeles
y los
Santos del Cielo tambien tienn. "Hay una escuela en el Cielo,"
sola decir la
mstica Santa Gemma Galgani, "y ah lo nico que se tiene que
aprender es
cmo amar. La escuela est en el Cenculo; el Maestro es Jess; la
materia
que se ensea es Su Cuerpo y Su Sangre."
La Eucarista es Amor en S misma, idntica a Jess. Por esa razn,
es el
Sacramento del Amor, el Sacramento que rebosa con Caridad.
Verdaderamente contiene a Jess, viviente y verdadero ... el Dios
Quien es
"Amor," (Juan 4:8), y Quien nos am "haste el final." (Juan
13:1)
Todas las expresiones de amor, aun las ms altas y las ms
profundas, se
verifican en la Eucarista. De ese modo, es un Amor que ha sido
crucificado,
un Amor que une, un Amor que adora, un Amor que contempla, un
Amor que
ora, un Amor que satisface deliciosamente.
Jess Eucarstico es un Amor crucificado en el Santsimo Sacrificio
de la
Misa, en la cual El renueva Su inmolacin par nosotros. En la
Comunin
Sacramental y Espiritual, El es un Amor que une, hacindose El,
Uno con la
persona que Lo recibe. El es un Amor que adora en el Santo
Tabernaculo, en
donde El esta presente como un holocausto de adoracin al Padre.
El es un
Amor contemplativo, en su encuentro con las almas de los que
desean estar "a
sus pies", como Maria de Betania. (Luc. 10:39). El es Amor que
ora "viviendo
siempre para interceder por nosotros" ante el Padre. (Heb.
7:25). El es un
Amor que satisface deliciosamente, en el regocijo celestial de
la unon nupcial
con sus esposas favoritas, (vrgenes de ambos sexos): a quienes
El atrae a S,
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en Amor exclusivo, del mismo modo que atrajo a San Juan
Evangelista, el
Apstol vrgen, y el nico que "se recost sobre Su pecho" en el
Cenculo.
(Juan 21:20)
"El ser posedo por Jess y poseerlo ... ese es el verdadero Reino
de Amor,"
escribi San Pedro Julan Eymard. La Eucarista logra este
"perfecto Reino de
Amor" en todos los que son puros de corazn y se acercan al
Santo
Tabernculo a unirse con Jess en la Hostia, con humildad y amor.
En la
Eucarista, Jess se sacrifica por nosotros, se da a nosotros,
permanece entre
nosotros con humildad y amor infinitos.
"Para Uno en tan privilegiada posicion, el rebajarse tanto es
una maravilla que
causa asombro," exclamo el Padre Serfico, San Francisco. "Qu
sublime
humildad y qu humilde sublimidad, que el Seor del Universo, el
Divino
Hijo Dios, se haya subajado tanto, al grado de esconders bajo la
apariencia de
pan para nuestra salvacin! Contemplad hermanos mos, el modo tan
humilde
de Dios. Por tal motivo, no se consideren ustedes que son algo
por ustedes,
para que puedan ser enteramente aceptables a El, quien se da
completamente
por ustedes."
Y San Alfonso de Ligorio agrega con su ternura afectuosa usual:
''Jess Mio!
que designio tan amoroso fu este Santo Sacramento ... el que T
te
escondieras bajo la apariencia de pan para poder ser amado y
para estar a la
disposicin de que pueda visitar cualquiera que Te desee."
Ojal que en nuestros afectos hacia el Santsimo Sacramento,
exista siempre
un pequeo recordatorio del sacerdote quien cada da nos da a
Jess, y
recordemos tambin a la Santsima Virgen Mara, Madre de Jess
nuestro
Dios, y a todos los sacerdotes; ya que la Eucarista, Nuestra
Seora y el
sacerdote, son inseparables, igual que Jess, Mara y San Juan
Evangelista
fueron inseparables en el Calvario.
Aprendamos todo esto en la escuela de los Santos. Ellos vivieron
de una
manera que fu ardiente y sublime, como verdaderos serafines de
Amor por la
Eucarista. Son stos quienes, como lo declara Vaticano II (Lumen
Gentium,
n. 50), son "el camino ms seguro" hacia el Dios de Amor
Eucarstico.
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Capitulo 1
O Divina Eucaristia
Jess Eucarstico Est Entre Nosotros
Cuando San Juan Vianney lleg a la villita insignificante de Ars,
alguien le
dijo con amargura: "Aqu no hay nada que hacer!", y el Santo le
replic: "Por
lo tanto, hay mucho por hacer."
E inmediatamente comenz a actuar. Qu fu lo que hizo? Se
levantaba a las
2:00 de la maana e iba a orar cerca del altar en la Iglesia
obscura. Recitaba el
Oficio Divino, haca su meditacin y se preparaba para la Santa
Misa.
Despus del Santo Sacrificio de la Misa, haca su Accin de Gracias
y
permaneca en oracin hasta el medioda. Siempre permaneca en
oracon a
rodillado en el piso sin soporte alguno, con el Rosario entre
sus dedos y sus
ojos fijos en el Tabernaculo.
Las cosas siguieron as por un corto tiempo.
Pero entonces ... tuvo que empezar a cambiar su horario; y las
cosas llegaron a
tal punto, que se requiri un cambio completo en su programa.
Jess
Eucarstico y la Santsima Virgen Mara, atrajeron poco a poco
almas a esa
pobre parroquia, hasta el punto de que la Iglesia no parecia
bastante grande
para contener la multitud, y el Confesionario del Santo Curato
se vi inundado
con hileras interminables de penitentes. El santo cura se vi
obligado a
escuchar confesiones por 10, 15 y hasta 18 horas diarias. Cmo
fue que se
logro tal transformacin? Esta habia sido una Iglesia pobre, con
un altar sin
usarse por mucho tiempo, un Tabernculo vaco, un confesionario
anticuado,
y un sacerdote de poco talento, sin medios para hacer nada. Como
pudieron
estas cosas sufrir un cambio tan asombroso en esa villita
obscura?
Podemos hacer la misma pregunta estos das, refirindonos a San
Juan
Rotundo, un pueblo en Gargano, Italia. Hasta hace unas pocas
dcadas, era un
lugar obscuro, ignorado entre los despeaderos escabrosos de un
promontorio.
Hoy da, San Giovanni Rotunda es un centro de vida espiritual y
cultural, y su
reputacin es internacional. Tambien aqu hubo un fraile emfermzo
y poco
prometedor, un Convento antiguo y malgastado, una Iglesia
descuidada y un
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Tabernculo siempre abandonado en el que este pobre fraile se
acababa entre
sus dedos las cuentas del Rosario, en una recitacion
incansable.
Cmo se realiz el cambio? Qu fu lo que caus la maravillosa
transformacin que vino a Ars y a San Giovanni Rotunda, al grado
que cientos
de miles y quiza millones de personas, han ido ah de todas
partes del mundo?
Slo Dios pudo lograr tales transformaciones, usando segn Su
manera, "y
aun lo que no es, para destruir lo que es." (1 Cor. 1:28) Todo
se debe a El, al
poder divino e infinito de la Eucarista, a la gran fuerza de
atraccin que
irradia de todo Tabernculo, y que irradi de los Tabernculos de
Ars y San
Giovanni Rotundo, y que toc a las almas por medio del ministerio
de esos
dos sacerdotes, verdaderos "Ministros del Tabernculo y
Distribuidores de los
misterios de Dios." (1 Cor. 4:1)
Preguntemos: Qu es la Eucarista? Es Dios entre nosotros. Es
Nuestro Seor
Jesucristo presente en los Tabernculos de nuestras Iglesias, con
Su Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad. Es Jess oculto bajo las especies de
pan, pero real
y fsicamente presente en la Hostia consagrada, de modo que El
vive en medio
de nosotros, trabaja en nosotros y para nosotros y est a nuestra
disposicin.
Jess Eucarstico es el verdadero Emmanuel, "Dios con nosotros."
(Mateo
1:23)
"La Fe de la Iglesia nos dice el Papa Po XII es sta: Que es Uno
y el mismo,
el Verbo de Dios y el Hijo de Mara, quien sufri en la Cruz,
quien est
presente en la Eucarista, y quien reina en el Cielo."
Jess Eucarstico est aqu, con nosotros, como un hermano, como un
amigo,
como el esposo de nuestras almas. El desea venir a nosotros, ser
nuestro
alimento para la vida eterna, nuestro amor, nuestro sosten. El
quiere hacernos
parte de su Cuerpo Mstico en el que El nos pueda redimir y
salvar, y as,
llevarnos al Reino de los Cielos para hacernos partcipes de la
felicidad eterna
de amor.
Con la Eucarista, Dios hos ha dado verdaderamente todo. San
Agustn
exclam: "An cuando Dios es Todopoderoso, es incapaz de dar ms;
an
cuando es Sabidura Suprema, no sabe cmo dar ms; aun cuando
es
inmensamente rico, no tiene ms que dar."
A la Eucarista entonces debemos ir. A Jess debemos volver; a
Jess, quien
desea darse a nosotros a fin de hacernos suyos convirtindonos
"como
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Dioses." "Jess, Alimento de las almas fuertes, - deca Sta. Gemma
Galgani, -
fortalceme, purifcame, hazme como Dios." Recibamos la Eucarista
con un
corazn puro y ardiente. As es como lo han hecho los Santos. No
debiera ser
muy difcil para nosotros familiarizarnos con este misterio
inefable. El
estudio, meditacin y refleccin sobre la Eucarista, debe ocupar
un lugar muy
importante en nuestro programa diario. Ser el momento ms rico
en
bendiciones en nuestro da.
Conocer, Amar, Vivir La Eucaristia.
A fin de explorar cuando menos algo de la inmensa riqueza que se
reserva en
el Misterio de la Eucarista, vamos a tomar un ejercicio que usa
a la vez y
constantemente la mente, el corazn y la voluntad.
Primero, usa la mente. Aqu uno medita en la Eucarista de una
manera atenta
y ordenada. Esto se puede hacer con libros que nos inspiren a
descubrir
personalmente y a meditar profundamente en este Misterio de
Amor.
Un folleto sencillo pero rico en su contenido, es "Visitas al
Sacratsimo
Sacramento y a la Santsima Virgen Mara", de San Alfonso M. de
Liguori.
Tambin se pueden obtener dos folletos preciosos por San Pedro
Julin
Eymard intitulados: "La Presencia Real", y "Sagrada
Comunin".
Podramos sobre todo aprender de la escuela de San Pedro Julian
Eymard,
quien fu inigualable Apstol de la Eucarista. Su vocacin y misin
era la de
llevar Cristianos a la Eucarista. Cuando fund la Congregacin de
Sacerdotes
del Santsimo Sacramento, l ofreci su vida por el Reino
Eucaristco de
Jess. En ese tiempo, el escribi estas palabras ardientes:
"Querido Jess, aqu
est mi vida. Heme dispuesto a comer piedras y a morir
abandonado, con tal
de poder erigirte un trono y darte una familia de amigos, una
nacin de
adoradores."
Si tan slo conociramos el regalo de Dios quien es amor y quien
se da a
nosotros como un Regalo lleno de Amor! "La Eucarista, - deca San
Bernardo
- es ese amor que sobrepasa todos los amores en el Cielo y en la
tierra." Y
Santo Toms de Aquino escribi: "La Eucarista es el Sacramento de
Amor:
significa Amor, produce Amor."
Un da, un prncipe Arabe, Abd-ed-Kader, al pasar por las calles
de Marsella
con un oficial Francs, se encontr con un Sacerdote que llevaba
los Sagrados
-
Viticos a un hombre moribundo. El oficial Francs se detuvo, se
descubri la
cabeza y se arrodill. Su amigo le pregunt la razn de esa
ceremonia.
"Rindo adoracin a mi Dios, a quien el sacerdote lleva a un
enfermo," replic
el oficial.
"Cmo es posible, - dijo el principe, - que t creas que Dios,
quien es tan
grande, se haga tan chiquito y permita que se le lleve an a las
casas de los
pobres? Nosotros los Mahometanos tenemos una idea mucho ms
grande de
Dios."
El oficial respondi: "Eso se debe a que ustedes slo tienen una
idea de la
grandeza de Dios; porque ustedes no conocen Su Amor."
Para confirmar sto, San Pedro Eymard declara: "La Eucarista es
la prueba
suprema del amor de Jess. Despus de sto no existe nada, ms que
el Cielo
mismo." Sin embargo, cuntos cristianos no conocemos la vasta
extensin del
amor contenido en la Eucarista.
Segundo. - Para explorar la riqueza de la Eucarista, usamos el
corazn. Si
todo Cristiano ha de amar a Jesucristo, ("si algn hombre no ama
a Nuestro
Seor Jesucristo, que sea condenado.") (1 Cor. 16:22). El amor
por la
Eucarista debe brotar del corazn y estar siempre vivo en todos
nosotros.
Ahora bien, an el amor necesita ejercitarse. El corazn necesita
ejercitarse
para amar a Dios verdadero, para desear al Autor de la Vida.
(Actos 3:15)
La Sagrada Comunin representa el punto ms excelso en este
ejercicio de
amor, cuyas llamas consumidoras unen el corazn de una criatura y
Jess. Sta.
Gemma Galgani poda exclamar respecto a sto: "No puedo ms evitar
el
pensamiento de que en el maravilloso designio de Su Amor, Jess
se hace a S
mismo perceptible, y se muestra a la ms insignificante de las
criaturas en
todo el esplendor de Su Corazn." Y qu podemos decir acerca de
los ejer
cicios del corazn de Santa Gemma, quien deseaba ser una "tienda
de amor"
en que pudiera hospedar por siempre a Jess con ella? Ella
deseaba tener un
lugarcito en el Ciborio, para poder estar siempre con Jess. La
Santa pedi
llegar a ser una bola ardiente de amor par Jess.
Cuando Santa Teresa del Nio Jess estaba seriamente enferma, se
arrastraba
con gran esfuerzo a la Iglesia para recibir a Jess. Una maana,
despus de la
Sagrada Comunin, estaba exhausta en su celda. Una de las monjas
le hizo
notar que no deba esforzarse tanto. La Santa replic; "Oh, que
son estos
-
sufrimientos en comparacin con una Sagrada Comunin?" Su queja
dulce
consista en que no poda recibir la Sagrada Comunin a diario. (En
esos
tiempos no era permitido). Ardientemente suplicaba a Jess:
"Permanece
dentro de m, igual que permaneces en el Tabernculo. No retires
nunca Tu
presencia de tu Pequea Anfitriona."
Cuando Santa Margarita Mara Alacoque abandon el mundo para
consagrarse a Dios en el Convento, hizo un voto privado y lo
firm con su
sangre: "Todo por la Eucarista; nada por m." Es intil tratar de
describir el
amor abrazador de la Santa por la Eucarista. Cuando no poda
recibir la
Sagrada Comunin, se deshaca en ardientes expresiones de amor
tales como
estas:
"Deseo tanto recibir la Sagrada Comunin, que si tuviera que
caminar
descalza por un sendero de fuego a fin de obternerla, lo hara
con indecible
gozo."
Santa Catalina de Siena deca seguido a su Confesor: "Padre,
tengo hambre;
por el amor de Dios, dle a esta alma su alimento, su Seor en la
Eucarista."
Y otra de sus confidencias: "Cuando no puedo recibir a mi Seor,
voy a la
Iglesia, y ah volteo a verlo, y lo veo de nuevo ... y esto me
satisface."
A esto llamamos "Ejercicios del Corazn."
Tercero. - Para encontrar las riquezas de la Eucarista, uno
debe-ejercitar la
voluntad. Uno debe hacer esto trayendo las lecciones divinas de
la Eucarista
dentro de su vida. De que servira descubrir el valor infinito de
la Eucarista
segn meditamos sobre ella y buscamos amarla a la hora de la
Comunin, si
no procedemos entonces a vivirla?
La Eucarista nos ensea un amor que va ms all de todo lo que se
puede
decir. Ensea un sacrificio propio total, y una leccin
inigualable de humildad
y aniquilamiento propio. Ensea paciencia y dedicacin sin
restricciones.
Pero que es lo que sacamos de todo sto? Ciertamente que
deberamos
lograr algo! Podemos continuar indiferentes y hacer nada cuando
Jess nos
ha amado tanto y an nos ama con esta gran generosidad hasta el
final? (Juan
13:1)
Si nos sentimos frgiles, necesitamos acudir a El, para hablarle
y no dudar en
pedirle Su ayuda y sostn, pues El es el mismo quien dijo: "Sin
M, ustedes no
pueden hacer nada." (Juan 15:5) En primer lugar, vayamos frente
a El: "Venid
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a M ... y Yo los refrescar." (Mat. 11:28) Visitmoslo a menudo,
entrando a
una Iglesia siempre que podamos y pasando un ratito ante el
Tabernculo, y
poniendo tanto nuestro corazn cerca de EI y nuestro cuerpo ante
el Suyo! Los
santos estuvieron siempre ansiosos de visitar a Jess en el
Santsimo
Sacramento, de hacer Horas Santas de Adoracin, Comuniones
Espirituales,
oraciones, jaculartorias y actos tiernos de amor que salen del
corazn. Canto
beneficio sacaron ellos de sto, y cuntos beneficios nos
pasaron.
Un dia en Turn, un amigo que era compaero de la Universidad,
pregunt a
Pedro Jorge Frassati: "Vamos a tomarnos un aperitivo." Pedro
Jorge
aprovech la ocasin y replico, indicand a su amigo la cercana
Iglesia de
Santo Domingo: "Pero, por supuesto, vamos a tomarlo en ese caf."
Entrando
a la Iglesia, rezaron por un momento cerca al Tabernculo; luego
se acercaron
a la caja de las ofrendas y Pedro Jorge dijo; "Aqu est el
aperitivo." Y de los
bolsillos de los dos jvenes, salieron limosnas para los
pobres!
Pensando acerca de la Eucarista durante un sermn, San Juan
Crisstomo
pregunt una ocasin: "Cmo podemos hacer de nuestros cuerpos
una
Hostia?" Y l mismo replic: "No permitan que sus ojos vean cosas
malas, y
habrn ofrecido una sacrificio; no permitan que sus lenguas
ofrezcan palabras
inadecuadas, y habrn hecho una ofrenda; no permitan que sus
manos cometan
pecado, y habrn ofrecido un holocausto."
Nada ms recuerden los ojos de Santa Colette, - siempre bajos y
recogidos en
dulce modestia. Por que? Una vez ella di la respuesta: "Mis
ojos, los he
llenado con Jess, sobre quien los he fijado a la hora de la
Elevacin de la
Hostia durante la Misa, y no deseo reemplazarlo con ninguna otra
imagen."
Pensemos en la edificacin y reserva de los Santos al hablar,
usando con
exactitud la lengua que ha sido consagrada por el contacto con
el Cuerpo de
Jess. Recuerden las buenas obras que las almas, llenas de amor
por la
Eucarista, han realizado, porque Jess comunic Sus propios
sentimientos de
amor a todos los hermanos, especialmente a los ms necesitados.
No
podemos tambin nosotros ejercitar as nuestra voluntad?
Aprendamos de los
Santos y comencemos a continuar sus buenas obras.
Jess "me ha amado y se ha sacrificado por m." (Gal. 2:20)
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Capitulo 2
Jesus Para Mi.
La Santa Misa es el Sacrificio de la Cruz. La Santa Misa diaria.
Participacin activa y fructfera. La Santa Misa y las Almas en el
Purgatorio.
La Santa Misa Es El Sacrificio De La Cruz.
Slamente en el Cielo comprenderemos la divina maravilla que es
la Santa
Misa. No importa cunto nos esforcemos y no importa qu tan santos
e
inspirados seamos, no podemos sino tartamudear en esta obra
divina que
trasciende a los hombres y a los Angeles.
Un da se le haba preguntado al Padre Pio de Pietrelcina: "Padre,
por favor
explquenos la Santa Misa." "Hijos mos, - replic el Padre Pio,
como puedo
yo explicrselas? La Misa es infinita como Jess ... pregntenle a
un Angel lo
que es la Misa, y El les contestar en verdad: 'yo entiendo lo
que es y por qu
se ofrece, mas sin embargo, no puedo entender cunto valor
tiene.' Un Angel,
mil Angeles, todo el Cielo, saben esto y piensan as."
San Alfonso de Liguori vino a firmar: "El mismo Dios no puede
hacer una
accin ms sagrada y ms grande que la celebracin de una Santa
Misa." Por
qu? Porque la Santa Misa es, se puede decir, la sntesis; porque
la Santa Misa
se puede decir que suma la Encarnacin y Redencin, y contiene
el
Nacimiento, Pasin y Muerte de Jess, misterios que Dios realiz
por causa
nuestra. El Segundo Concilio Vaticano ensea: "Durante la ltima
Cena, la
noche en la que fu traicionado, Jess inici el Sacrificio
Eucarstico a travs
de los siglos hasta Su regreso." (Concilio Sacrosanto, La
Constitucin de la
Liturgia, n.47) Santo Toms de Aquino, en un pasaje inspirado
escribo: "La
celebracin de la Santa Misa tiene tanto valor como la muerte de
Jess en la
Cruz."
Por esta razn, San Francisco de Ass dijo: "El hombre debera
temblar, el
mundo debera vibrar, el Cielo entero debera conmoverse
profundamente
cuando el Hijo de Dios aparece sobre el altar en las manos del
sacerdote."
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En verdad, puesto que renueva el Sacrificio de la Pasin y Muerte
de Jess, la
Santa Misa, aun tomada por s sola, es lo bastante grande para
detener la
Justicia Divina. Santa Teresa de Jess les deca a sus hijas: "Sin
la Santa
Misa, que sera de nosotros? Todos aqu abajo pereceramos ya
que
nicamente eso puede detener el brazo de Dios. Sin ella,
ciertamente que la
Iglesia no durara y el mundo estara perdido sin remedio." "Sera
ms fcil
que el mundo sobreviviera sin el sol, que sin la Santa Misa,"
deca el Padre
Pio de Peltrecina, siguiendo a San Leonardo de Port Maurice,
quien dijo: "Yo
creo que si no existiera la Misa, el mundo ya se hubiera hundido
en el abismo,
por el peso de su iniquidad. La Misa es el soporte poderoso que
lo sostiene."
Son maravillosos los efectos que cada Sacrificio de la Misa
produce en las
almas de los que participan de ella. Nos obtiene el dolor y el
perdn de los
pecados; disminuye la pena temporal merecida por ellos; debilita
la influencia
de Satans y los impulsos indomables de la carne; reforza los
lazos de nuestra
unin con el Cuerpo de Cristo; nos proteje del peligro y los
desastres; reduce
el castigo del Purgatorio; nos obtiene un grado mayor de gloria
en el Cielo.
San Lorenzo Justino dijo que: "Ninguna lengua humana puede
ennumerar los
favores que se co-relacionan al Sacrificio de la Misa. El
pecador se reconcilia
con Dios; el hombre justo se hace an ms recto; los pecados son
borrados; los
vicios eliminados; la virtud y el mrito crecen, y las
estratagemas del demonio
son frustradas."
Por eso San Leonardo de Port Maurice no se cansaba de exhortar a
las
multitudes que lo escuchaban: "Oh gente engaada, qu estn
haciendo? Por
qu no se apresuran a las Iglesias a oir tantas Misas como
puedan? Por qu
no imitan a Los Angeles, quienes cuando se celebra una Misa,
bajan en
escuadrones desde el Paraso, y se estacionan alrededor de
nuestros altares en
adoracin, para interceder por nosotros?"
Si es verdad que todos nosotros tenemos necesidad de Gracias,
para esta vida
y para la prxima, nada nos las puede obtener de Dios tanto como
la Santa
Misa. San Felipe Neri sola decir: "Con oraciones pedimos Gracia
a Dios; en
la Santa Misa comprometemos a Dios a que nos las conceda." La
oracin
ofrecida durante la Santa Misa, entreteje todo nuestro
sacerdocio, el
sacerdocio ministerial, an aparte del sacerdote particular en al
altar, y el
sacerdocio comn de todos los fieles. En la Santa Misa, nuestra
oraciones se
unen a la oracin de agona de Jess, al sacrificarse El mismo por
nosotros. De
una manera especial durante la Consagracin, que es el corazn de
la Misa, la
oracin de todos nosotros se convierte tamben en la oracin de
Jess,
-
presente entre nosotros. Los dos Mementos del Canon Romano,
durante los
cuales se recuerda a los vivos y a los muertos, son momentos
preciosos para
que nosotros presentemos nuestras peticiones. As mismo, en esos
momentos
supremos cuando Jess sufre Su Pasin y Muerte en las manos del
sacerdote,
podemos rogar por nuestras propias necesidades, y podemos
encomendar tanto
a nuestros seres queridos vivos, como a los que se nos han
muerto, Sepamos
aprovechar esto. Los Santos estimaron esto muy importante, y
cuando se
encomendaban a las oraciones de los sacerdotes, pedan que se les
recordara
sobre todo durante el Canon.
Ser particularmente a la hora de nuestra muerte cuando las Misas
que omos
devotamente, nos traern nuestro ms grande consuelo y esperanza,
y una
Misa oda por nosotros durante nuestra vida, nos traer ms rditos
que las
muchas odas por otros en nuestra memoria despus de muertos.
Nuestro Seor le dijo a Santa Gertrudes: "Puedes estar segura que
referente a
alguien quien asisti a la Santa Misa devotamente, Yo le mandar
tantos de
Mis Santos a que lo consuelen y lo protejan durante los ltimos
momentos de
su vida, como Misas haya odo bien."
"Qu consuelo!", tena razn de decir el Santo Cura de Ars: "Si
supiramos el
valor del Santo Sacrificio de la Misa, qu esfuerzo tan grande
haramos por
asistir a ella." Y San Pedro Julin Eymard exhortaba: "Sepan, oh
Cristianos,
que la Misa es el acto de religin ms sagrado. No pueden hacer
otra cosa para
glorificar ms a Dios, ni para mayor provecho de su alma, que
asistir a Misa
devotamente, y tan a menudo como sea posible."
Por esta rzon, consideremonos atortunados cadavez que tengamos
la
oportunidad de asistir a la Santa Misa; y a fin de no perder la
oportunidad, no
debemos nunca detenernos porque signifique algn sacrificio,
especialmente
los domingos y das de fiesta.
Recordemos a Santa Mara Goretti, quien para ir a Misa Dominical,
viajaba a
pie una jornada de 15 millas para ir y regresar a casa. Pensemos
en Santina
Campana, quien iba a Misa aun cuando tena fiebre. Pensemos en
San
Maximiliano M. Kolbe, quien ofreca la Santa Misa cuando su salud
estaba en
tan lastimoso estado, que uno de sus hermanos religiosos tena
que sostenerlo
en el altar para evitar que cayera. Y cuantas veces el Padre Pio
de Pieltrecina
celebr la Santa Misa an cuando le sangraban las manos y arda en
fiebre!
-
En nuestras propias vidas diarias, nosotros debiramos poner la
Santa Misa
delante de cualquier otra cosa buena; pues como dice San
Bernardo: "Uno
obtiene ms mrito asistiendo a una Santa Misa con devocin, que
repartiendo
todo lo suyo a los pobres y viajando por todo el mundo en
peregrinacin." Y
no puede ser de otro modo, pues nada en el mundo puede tener el
valor
infinito de una Santa Misa.
Debiramos preferir la Santa Misa sobre cualquier diversion que
slo nos hace
perder el tiempo y no nos trae ninguna ganancia a nuestras
almas. San Luis
IX, Rey de Francia, asista a varias Misas todos los das. Un
ministro del
gobierno se quej, sugirindole que debera dedicar ese tiempo a
las cosas del
reino. El santo Rey le hizo notar: "Si me gasto lo doble de ese
tiempo en
diversiones como la cacera, nadie debiera tener ninguna
objecin."
Seamos generosos y hagamos sacrificios voluntarios a fin de no
perder tan
gran beneficio. San Agustn deca a sus Cristianos: "Todos los
pasos que uno
da al ir a or una Santa Misa, son contados por un Angel, y
entonces uno
recibir de Dios una gran recompensa en esta vida, y en la
eternidad." El Cura
de Ars agrega: "Que feliz es ese Angel de la Guarda que acompana
al lma
cuando va a Misa."
La Santa Misa Diaria.
Una vez que uno se da cuenta del valor infinito de la Santa
Misa, no se
sorprende del ardor de los Santos y su cuidado de asistir a Misa
a diario, y aun
ms a menudo de ser posible.
San Agustn nos dej esta alabanza de su madre Santa Mnica: "Ella
no dej
pasar un da sin estar presente en el Divino Sacrificio ante Tu
Altar, Oh Dios."
San Francisco de Ass asista usualmente a dos Misas cada da; y
cuando
estaba enfermo, le peda a un fraile sacerdote que celebrara la
Santa Misa para
l, en su celda, a fin de no quedarse sin la Santa Misa.
Cada maana, despus de celebrar la Santa Misa, Santo Toms de
Aquino
ayudaba en otras como accin de gracias.
El pastorcillo San Pascual Baylon, no poda ir a la Iglesia para
asistir a todas
las Misas que hubiera deseado, porque tena que llevar a pastar a
las ovejas.
As pues, cada vez que oa las campanas de la Iglesia dar la
llamada a Misa, se
arrodillaba en el pasto entre las ovejas, frente a una cruz de
madera que l
-
haba hecho, y de esa manera poda aunque fuera de lejos, seguir
al sacerdote
en el ofrecimiento del Sacrificio Divino. Qu Santo tan amante,
verdadero
Serafn de amor hacia la Eucarista. Sobre su lecho de muerte, oy
la campana
para la Misa, y sac fuerza para susurrar a sus hermanos: "Soy
feliz al unir al
Sacrificio de Jess, el sacrificio de mi pobre vida." Y muri a la
hora de la
Consagracin de la Santa Misa.
Santa Margarita, Reina de Escocia y madre de ocho hijos, iba a
Misa todos los
das y llevaba con ella a sus hijos, y con maternal cario les
enseaba a
atesorar el misalito que haba adornado con piedras
preciosas.
Procuremos atender a nuestros asuntos de tal manera que no nos
falte tiempo
para asistir a la Santa Misa. No digamos que estamos tan
ocupados con
nuestros quehaceres, de modo que Jess nos pueda recordar:
"Martha, Martha,
t te preocupas por muchas cosas, pero slo una es necesaria."
(Luc. 10:41-42)
Cuando uno realmente quiere, encuentra tiempo para asistir a
Misa sin dejar
de atender a sus obligaciones. San Jos de Cotolengo recomendaba
la Misa
diaria para todos ... para maestras, enfermeras, trabajadores,
doctores, padres
... y a los que objetaban no tener tiempo, les replicaba
frmemente: "Malos
Manejos! Mala economa de tiempo!" Y deca la verdad. Si tan
slo
apreciaramos el valor infinito de la Santa Misa, estaramos muy
deseosos de
asistir, y trataramos por todos los medios de encontrar tiempo
necesario.
Cuando San Carlos de Sezze viajaba por Roma buscando ayuda para
su
comunidad, se tomaba el tiempo para hacer visitas a la Iglesia y
asistir a Misas
adicionales. Fu al momento de la elevacin de la Hostia en una de
estas
Misas, que recibo en su corazn el dardo de amor.
Todas las maanas, San Francisco de Paula iba a la Iglesia y
permanecia ah
para asistir a todas las Misas que se celebraban diario. San
Juan Berchmans,
San Alfonso Rodriguez y San Gerardo Majella, acostumbraban
ayudar tantas
Misas como podan. (Lo hacan con tanta devocon y edificacin, que
atraan a
muchos fieles a la Iglesia.)
El venerable Francisco del Nio Jess, un Carmelita, ayudaba diez
Misas
diarias. Cuando suceda que haba una menos que ayudar, deca: "Hoy
no he
tenido mi desayuno completo." Y qu podemos decir del Padre Pio
de
Pieltrecina? El Padre Pio asista a muchas Misas diarias, y
participaba en
ellas recitando muchos Rosarios! El Santo Cura de Ars no se
equivocaba al
decir: "La Misa es la devocin de los Santos."
-
Lo mismo se puede decir del amor que los Santos Sacerdotes han
sentido al
celebrar la Misa. Era para ellos un sufrimiento terrible el no
poder celebrar la
Misa. "Cuando oigan que yo no puedo ya celebrar la Misa,
cuntenme como
muerto," dijo San Francisco Javier Bianchi a sus hermanos
religiosos.
San Juan de la Cruz dijo bien claro que el sufrimiento ms grande
que tuvo
durante su ordala en la prisin, fu el no poder celebrar la Misa
ni recibir la
Santa Comunin por nueve meses consecutivos.
Ni obstculos ni dificultades contaban para los Santos al
arreglar sus asuntos
con el fin de no perderse un acto tan excelente. Por ejemplo, un
da en las
calles de Npoles, San Alfonso de Liguori experiment unos dolores
muy
agudos en el abdomen. El religioso que le acompaaba, lo urga a
que se
detuviera a tomar un sedante. Pero el Santo an no celebraba
Misa, y su
respuesta inmediata fu: "Mi querido hermano, yo caminara diez
millas en
esta condicin con el fin de no perder el ofrecer la Santa Misa."
Y su dolor no
lo haca romper el ayuno eucarstico, el cual en ese tiempo era
obligatorio
desde la media noche anterior. Esper a que el dolor menguara un
poco, y
luego continu su camino a la Iglesia.
El Capuchn San Lorenzo de Brindisi, se encontraba en un pueblo
de herejes.
Puesto que este pueblo no contaba con una Iglesia Catlica, camin
40 millas
para llegar a una Capilla a cargo de catlicos en la cual pudo
celebrar la Santa
Misa.
En una ocasin, San Francisco de Sales estaba en una ciudad
Protestante, y
para celebrar Misa tena que ir todas las maanas antes de
despuntar el alba a
una Iglesia Catlica que estaba al otro lado de un ro muy ancho.
Durante las
lluvias de verano, el ro creci ms de lo usual y se llev el
puentecito por
sobre el cual el Santo cruzaba. Mas San Francisco no se
descorazon. Tir un
gran madero en el lugar donde el puente haba estado, y as
continu cruzando
el ro. Sin embargo, debido a la nieve y al hiel durante el
invierno, haba el
serio peligro de resbalarse y caer al agua. Entonces el Santo
pens en un
procedimiento por el cual, ponindose a horcadillas en el madero,
y
maniobrando a travs de l a gatas, poda cruzar, con el fin de no
perderse el
celebrar la Santa Misa.
No podremos lograr ponderar lo suficiente sobre ese Misterio sin
descripcin,
La Santa Misa, la cual reproduce sobre nuestros altares el
Sacrificio del
Calvario. Tampoco podremos nunca sentir demasiada devocin por
esta
maravilla suprema del Amor Divino.
-
"La Santa Misa, - escribo San Buenaventura, - es una obra de
Dios en la que
presenta a nuestra vista todo el amor que nos tiene; en cierto
modo es la
sntesis, la suma de todos los beneficios con que nos ha
favorecido."
Participacion Activa Y Fructifera. -
La grandeza infinita de la Santa Misa nos debera hacer capaces
para entender
la necesidad de tomar parte atenta y devotamente en el
Sacrificio de Jess.
Adoracin, amor y arrepentimiento, deberan ser nuestros
sentimiento
predominantes.
En una refleccion muy conmovedora, citada forzosamente por el
Vaticano II,
el Papa Pio XII present las disposiciones con las que uno debera
participar
en la Santa Misa; esto es, debera ser con las disposiciones que
el Divino
Redentor tuvo cuando se sacrific a S mismo ... el mismo espritu
de
sumisin humilde ... esto es, de adoracin, amor, alabanza y accin
de gracias
a la gran majestad de Dios ..., de modo que reproduzcamos en
nosotros
mismos la condicin de victima, la auto-negacin que sigue a la
enseanza de
el Evangelio, por la cual por nuestro propio acuerdo hacemos el
voluntario
sacrificio de penitencia, dolor y expiacin por nuestros
pecados.
La verdadera participacin activa en la Santa Misa, es lo que nos
convierte en
vctimas inmoladas como Jess, y logra "reproducir en nosotros los
razgos
marcados de dolor, el sufrir como Jess" (Po XII), permitiendonos
"el
compartir en Sus sufrimientos" al hacernos "conformes a Su
Muerte." (Fil.
3:10) Todo lo dems es nicamente ceremonia liturgica, simplemente
re-
vestimiento. San Gregorio el Grande enseaba: "El sacrificio del
altar ser a
nuestro favor verdaderamente aceptable como nuestro sacrificio a
Dios,
cuando nos presentamos como vctimas." Reflexionando en esta
doctrina, en
las primeras comunidades cristianas, los fieles acostumbraban
marchar en
garbo penitencial, cantando la letana de los Santos, en procesin
hacia el altar
para la celebracin de la Santa Misa, con el Papa presidiendo. Si
nosotros
vamos a Misa con este espritu, deberamos hacer nuestros los
sentimientos
que expres el Apstol Santo Toms cuando dijo: "Vamos pues
tambin
nosotros, para morir con El." (Juan 11:16)
Cuando Santa Margarita Mara Alacoque asista a la Santa Misa, al
voltear
hacia el altar, nunca dejaba de mirar al Crucifijo y las velas
encendidas. Por
qu? Lo haca para imprimir en su mente y su corazn, dos cosas: El
Crucifijo
le recordaba lo que Jess haba hecho por ella; las velas
encendidas le
-
recordaban lo que ella deba hacer por Jess, es decir,
sacrificarse y
consumirse por El y por las almas.
El mejor ejemplo de participacin en el Santo Sacrificio se nos
da al pie de la
Cruz por la Santisima Virgen Mara, San Juan Evangelista y Santa
Mara
Magdalena, con las santas mujeres. (Juan 19:25) Asistir a Misa
es muy
parecido a estar en el Calvario.
San Andrs Avellino sola conmoverse hasta las lgrimas al decir:
"No
podemos separar la Sagrada Eucarista de la Pasin de Jess."
Un da, un hijo espiritual pregunt al Padre Pio de Pieltrecina:
"Padre, como
debemos participar en la Santa Misa?'' El Padre Pio le replic:
"Igual que
Nuestra Seora, San Juan y las mujeres piadosas lo hicieron en el
Calvario,
amandolo y compadeciendose de El."
En el misal de uno de sus hijos espirituales, el Padre Pio
escribi: "Al asistir a
la Santa Misa, concntrate intensamente en el tremendo misterio
que se
desarrolla frente a tus ojos, el cual es la Redencon y la
reconciliacin de tu
alma con Dios." En otra ocasin le preguntaron: "Padre, por qu
llora tanto
durante la Misa?" "Hija ma, - replic el Padre Pio, - qu son esas
pocus
lgrimas comparadas con lo que sucede en el altar? Debera haber
torrentes
de lgrimas!" Y an en otra ocasin alguien le dijo: "Padre, cunto
debe usted
sufrir parado sobre sus pies sangrantes por las llagas, durante
todo el tiempo
de la Misa!" El Padre Pio replic: "Durante la misa, yo no estoy
parado, estoy
colgando." Qu respuesta! Las pocas palabras "estoy colgando",
expresan con
gran fuerza lo que es ser "crucificado con Cristo" de lo cual
nos habla San
Pablo (Gal. 2:19), y que distingue la verdadera y completa
participacin en la
Misa, de la participacin vana, acadmica, an al punto de ser slo
una
ruidosa, externa, participacin verbal. Santa Bernardette
Soubirous habl bien
cuando dijo al sacerdote recin ordenado: "Recuerde que el
sacerdote en el
altar, es siempre Jesucristo sobre la Cruz." San Pedro de
Alcntara se vesta
para la Santa Misa como si estuviera a punto de subir al
Calvario, porque
todas las vestimentas sacerdotales hacen referencia a la Pasin y
Muerte de
Jess; el Alba, recuerda la tnica blanca que Herodes hizo que
Jess usara a
fin de burlarse de El como de loco; el Sngulo, recuerda los
latigazos que
dieron a Jess; la Estola, recuerda la soga con que ataron a
Jess; la "tonsura",
recuerda la coronacin de expinas; la Casulla con el emblema del
signo de la
Cruz, nos recuerda la Cruz sobre los hombros Jess.
-
Los que han asistido a una misa celebrada por el Padre Pio,
recuerdan aqullas
lgrimas abrazadoras suyas; recuerdan su peticin estricta de que
los presentes
participen en la Santa Misa de rodillas; recuerdan el
sufrimiento extrujante
que espontneamente se mostraba en la cara del Padre Pio
cuando
pronunciaba con gran esfuerzo las palabras de la Consagracin;
recuerdan el
fervor de la oracin en silencio de los fieles que llenaban la
Iglesia mientras
que el Padre Pio, silenciosamente, rezaba varios Rosarios por ms
de una
hora.
Pero la participacin sufriente del Padre Pio a la Santa Misa, es
la misma de
los Santos. Las lgrimas del Padre Pio, eran como aquellas de San
Francisco
de Asis, (las cuales en ocasiones se volvian sangrantes); como
aquellas de San
Vicente Ferrer, de San Ignacio, de San Felipe Neri, de San
Lorenzo de
Brindisi, (quien a veces empapaba con sus lgrimas hasta siete
pauelos); de
Santa Veronica Juliani, de San Jos de Cupertino, de San Alfonso,
de Santa
Gemma Galgani ... Ms, despus de todo, cmo es posible
permancer
indiferente ante la Crucificcin y Muerte de Jess? Ciertamente
que nosotros
no seremos como los Apostoles que se durmieron en Getsemani, y
mucho
menos seremos comolos soldados, indiferentes de los espasmos
atroces de
Jess, quien mora! (Y sin embargo esta es la impresin angustiosa
que
experimentamos cuando vemos la segn llamada Misa en Rock,
celebrada al
ritmo de guitarras que tocan tonadas baratas y profanas, con
mujeres vestidas
indecentemente y jvenes en los ms extraos atavios ... Seor,
perdonalos!")
Fijemonos en la Santsima Virgen y en los Santos. Imitmoslos.
Unicamente
emulndolos, iremos por el camino verdadero, el camino que ha
"complacido
a Dios" (1 Cor. 1:21).
La Santa Misa Y Las Almas En El Purgatorio.-
Una vez que hayamos dejado este mundo, no habr nada que deseemos
tanto
como la celebracin de la Santa Misa por nuestras Almas. El Santo
Sacrificio
del Altar es la oracin de interceson mas poderosa, ya que
sobrepasa a todas
las oracines, todas las penitencias y todas las buenas obras.
Tampoco ser
difcil para nosotros entender que si recordamos que el
Sacrificio de la Misa es
el mismo Sacrificio de Jess, el cual El ofreci en la Cruz, y que
ahora ofrec
El sobre el altar con su valor expiatorio infinito. Jess
inmolado, es la Vctima
verdadera de "Propiciacin por nuestros pecados" (Juan 2:2) y Su
Sangre
Divina es derramada "para la remisin de los pecados" (Mat.
26:28). Nada
-
absolutamente puede igualar a la Santa Misa, y los frutos
beneficiales del
Sacrificio, se pueden extender a un numero de almas
ilimitado.
En una ocasin, durante la celebracin de la Santa Misa en la
Iglesia de San
Pablo en las Tres Fuentes en Roma, San Bernardo vi una
escalera
interminable que iba al Cielo. Muchsimos Angeles suban y bajaban
por ella,
llevando del Purgatorio al Paraso, las almas liberadas por el
Sacrificio de
Jess, renovado por los sacerdotes sobre los altares de todo el
mundo.
As pues, a la muerte de uno de nuestros familiares, tengamos
mucho ms
cuidado de mandar celebrar y asistir a la Santa Misa por l, que
por las flores
y las ropas de luto y las procesiones funerales ...
Se cuentan y se recuentan muchas apariciones de almas quienes
estando
siendo purificadas en el Purgatorio, han venido a suplicar al
Padre Pio que
ofreciera Santas Misas por sus intenciones, a fin que ellas
pudieran salir del
Purgatorio. Un da, l celebr la Santa Misa por el padre de uno de
sus
heramanos Franciscanos. Al final del Santo Sacrificio, el Padre
Pio dijo a su
hermano: "Esta Maana, el alma de tu padre ha entrado en el
Cielo." El
hermano se puso muy feliz al escuchar eso, pero dijo al Padre
Pio: "Pero,
Padre, mi buen padre falleci hace 32 aos." "Hijo mo," - le
replic el Padre
Pio, - "delante de Dios, se tiene que pagar por todo." Y es la
Santa Misa la que
obtiene para nosotros un precio de valor infinito: El Cuerpo y
la Sangre de
Jess, el "Cordero Inmaculado" (Apoc. 5:12).
Un da durante un sermn, el Santo Cura de Ars dijo un ejemplo de
un
sacerdote que al celebrar una Misa por su amigo muerto, despus
de la
Consagracin or de la manera siguiente: "Eterno y Santo Padre,
vamos
haciendo un cambio. Tu posees el alma de mi amigo en el
Purgatorio; yo
tengo el Cuerpo de Tu Hijo en mis manos. Librame Tu a mi amigo,
y yo Te
ofrezco a Tu Hijo, con todos los mritos de Su Pasin y
Muerte."
Recordemos: Todas las oraciones y buenas obras que se ofrecen
por un alma,
son buenas y recomendables, pero cuando podamos, pidamos que se
celebren
Santas Misas, (expecialmente las Treinta Misas Gregorianas), por
las almas de
nuestros queridos difuntos.
En la vida del Venerable Enrique Suso, leemos que cuando era
joven haba
hecho este trato con un hermano de su orden religiosa:
"Cualquiera de
nosotros que sobreviva al otro, tratemos de apresurar la gloria
del que haya
pasado a la eternidad, con la celebracin de una Santa Misa cada
semana." El
-
compaero del Bendito Enrique muri primero en un territorio de
misiones. El
Venerable Enrique record su promesa por un tiempo, y entonces,
puesto que
se vio obligado a celebrar Misas por otros, substituy la Misa
semanal que
haba prometido a su amigo con oracines y penitencias. Mas su
amigo se le
apareci y le recrimin: "Tus oracines y tus penitencias no son
suficientes
para m. Yo necesito la Sangre de Jess;" "porque es con la Sangre
de Jess
que pagamos las deudas de nuestros pecados" (Col. 1:14).
Asi mismo, el gran San Gernimo ha escrito que "por cada Misa
devotamente
celebrada, muchas almas dejan el Purgatorio y vuelan al Cielo."
Lo msmo se
puede decir por las Santas Misas que se oyen devotamente. Santa
Maria
Magdalena de Pazzi, la bien conocida mstica Carmelita, tena la
costumbre de
ofrecer mentalmente la Sangre de Jess con el propsito de liberar
almas en el
Purgatorio, y en un xtasis, Jess le mostr que en realidad,
muchas Animas
del Purgatorio eran liberadas por el ofrecimiento de Su Preciosa
Sangre. Y no
puede ser de otra manera, porque segn ensea Santo Toms de
Aquinos, una
sla gota de la Sangre de Jesus con su valor infinito, podra
salvar al Universo
completo de todas las ofensas.
Oremos pues por las Almas Benditas en el Purgatorio, y
liberemoslas de sus
sufrimientos, mandando celebrar y asistiendo a muchas Santas
Misas. "Todas
las buenas obras, tomadas juntas, - deca el Santo Cura de Ars,
no pueden
tener el valor de una Santa Misa, porque aqullas son obras de
los hombres,
mientras que la Santa Misa, es el trabajo de Dios."
Capitulo 3
Jesus En Mi.
"Quien come Mi Carne y bebe Mi Sangre, vive en M, y Yo en l".
(Juan 6:57)
Sagrada Comunin: Jess es mo. La pureza del alma necesaria para
la Sagrada Comunion. Sagrada Comunion con Mara. Accion de Gracias
despus de la Sagrada Comunin. El Pan del fuerte y Vatico para el
Cielo. A Diario con El. Comunin Espiritual.
-
Sagrada Comunin: Jess es mo.
En la Sagrada Comunin, Jess se da a m y se hace mo, Todo mo, en
Su
Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. As pues, un da Santa Gemma
Galgani
dijo cndidamente a Jess: "Yo soy Tu duea."
Con la Comunin, Jess entra en mi corazon y permanece
corporalmente
Presente en m, por tanto tiempo como las especies (las
apariencias) de pan
duran; es decir, por aproximadamente 15 minutos. Durante este
tiempo, los
Santos Padres nos ensean que los Angeles me rodean, y continuan
amando y
adorando a Jess sin interrupcin. "Cuando Jess est corporalmente
presente
en nosotros, los Angeles nos rodean como una Guardia de Amor,"
escribi
San Bernardo.
Quiz pensamos muy poco acerca de la sublimidad de toda
Sagrada
Comunin, y sin embargo, San Pio X dijo que "si los Angeles
pudieran sentir
envidia, nos envidiaran por la Sagrada Comunin." Y Santa
Magdalena Sofa
Barat, defini la Sagrada Comunin como "Paraso sobre la
tierra."
Todos los Santos han comprendido por experiencia, la maravilla
Divina del
encuentro y unin con Jess en la Eucarista. Ellos comprendieron
que una
Sagrada Comunin devota, significa el ser posedos por El, y
poseerlo. "El que
come M Carne y bebe M Sangre, vive en Mi y Yo en l." (Juan 6:57)
Una
ocasin Santa Gemma Galgani escribo: "Ya es de noche, la maana se
acerca
y entonces Jess se posesionara de m y yo lo poseer a El." No es
posible
tener una unin de amor ms profunda y ms total: El en m y yo en
El; el uno
en el otro. Que ms podemos desear?
"Ustedes envidian, - deca San Juan Crisstomo, - "la oportunidad
de la mujer
que toc las vestimentas de Jess, de la mujer pecadora que lav
Sus pies con
sus lgrimas, de las mujeres de Galilea que tuvieron la felicidad
de seguirlo en
sus peregrinaciones, de los Apstoles y discpulos que conversaron
con El
familiarmente, de la gente de esos tiempos, quienes escucharon
las palabras de
Gracia y Salvacin de Sus propios labios. Ustedes llaman felices
a aquellos
que Lo miraron ... mas, vengan ustedes al altar, y Lo podrn ver,
Lo podrn
tocar, le podrn dar besos santos, Lo podrn lavar con sus
lgrimas, Le podrn
llevar con ustedes igual que Mara Santsima."
-
Por esta razn, los Santos han deseado y suspirado por la Sagrada
Comunin
con un amor ardiente; por ejemplo, San Francisco de Ass, Santa
Catarina de
Siena, San Pascual Baylon, Santa Vernica, San Gerardo, Santa
Margarita
Mara Alacoque, Santo Domingo Savio, Santa Gemma Galgani ... no
tiene
caso seguir, porque uno necesitara realmente listar a todos los
Santos.
Por ejemplo, sucedi una noche a Santa Catarina de Genoa, que
soaba que al
da siguiente no podra recibir la Sagrada Comunin. El dolor que
ella
experiment fu tan grande, que llor incesantemente, y cuando
despert la
maana siguiente, encontr que su cara estaba toda mojada por las
lagrimas
que derram en el sueo.
Santa Teresa del Nio Jess, escribi un Poemita Eucarstico:
"Deseos junto al
Tabernculo," en el cual, entre otras cosas hermosas, deca: "Yo
quisiera ser el
caliz, en el cual yo pudiera adorar la Sangre Divina. Puedo sin
embargo en el
Santo Sacrificio, recogerla en m cada maana. Por tal motivo, mi
alma es ms
apreciada por Jess, es ms preciosa que vasijas de oro." Y cual
no fu la
felicidad de esta Santa anglica, cuando durante una epidemia, se
le concedi
recibir Comunin diaria?
Santa Gemma Galgani, fu puesta a prueba un da por su confesor,
quien le
prohibi recibir la Sagrada Comunin. "Oh, Padre, Padre,- le
escribi a su
director espiritual.- hoy fu a la Confesin, y el confesor ha
dicho que yo debo
de abstenerme de recibir a Jess. Oh, Padre mo, mi pluma no
quiere escribir
ms, mi mano me tiembla fuertemente ... Lloro." Santa
querida!
Verdaderamente un Serafn ardiendo de amor por la Eucarista.
Similarmente, San Gerardo Majella debido a un reporte falso y
envidioso del
cual no quizo defenderse, fu castigado privndosele de la Sagrada
Comunin.
El sufrimiento del Santo fu tal, que un da rehus ir a ayudar en
la Santa Misa
a un sacerdote que estaba visitando, "porque- dijo- al mirar a
Jess en la
Hostia en las manos del sacerdote, no podr resistir el tomar por
la fuerza la
Hostia de sus manos." Qu deseo consuma a este Santo maravilloso!
Y que
reproche para nosotros qu, quiz, podramos recibir con facilidad
la Sagrada
Comunin a diario, y no lo hacemos. Eso es una seal de que
carecemos de lo
ms esencial: Amor. Y quiz estamos tan enamorados de placeres
terrestres
que ya no podemos apreciar las delicias celestials de unin con
Jess en la
Hostia. "Criatura, como puedes tu sentir la fragancia del Paraso
que se
difunde del Tabernculo?" preguntaba San Felipe a un hombre
joven
enamorado de los placeres carnales, de bailes y diversiones. Los
gozos de la
-
Eucarista y la satisfaccin de los sentidos, "se oponen uno al
otro" (Gal. 5:17)
y el "hombre sensual no percibe estas cosas que son del Espritu
de Dios" (1
Cor. 2:14). Esta es sabidura que viene de Dios.
San Felipe Neri amaba tanto la Eucarista, que an cuando estuvo
gravemente
enfermo reciba la Sagrada Comunin a diario, y si no le traan a
Jess muy
tempranito en la maana, se trastornaba mucho y no encontraba
reposo de
ningun modo. "Mi deseo de recibir a Jess es tanto,- exclamaba,-
que no
puedo encontrar paz mientras espero." Lo mismo sucedi en
nuestros tiempos
con el Padre Pio de Pieltrecina, y nicamente la obediencia poda
hacerlo
esperar hasta las 4 o 5 a.m. para celebrar Misa. Verdaderamente,
el amor de
Dios es un "Fuego Devorador." (Deut. 4:24)
Cuando Jess es mo, la Iglesia entera se exalta; la Iglesia en el
cielo, en el
Purgatorio y la Iglesia en la tierra. Quien puede expresar el
gozo de los
Angeles y de los Santos a cada Sagrada Comunin que se recibe
devotamente?
Un nuevo torrente de amor llega al Paraso, y causa que los
Espritus Benditos
Vibren, cada vez que una criatura se une a Jess para poseerlo, y
ser posedo
por El. Una Sagrada Comunin es de muchsimo ms valor que un
xtasis,
una visin o un rapto. La Sagrada Comunin transporta todo el
Paraso para
dentro de mi corazn!
Para las Animas del Purgatorio pues, la Sagrada Comunin
constituye el
regalo personal ms querido que de nosotros puedan recibir. Quien
puede
decir a qu grado las Sagradas Comunines les ayudan para su
liberacin? Un
da, Santa Mara Magdalena de Pazzi tuvo una aparicin de su padre
difunto, y
este le dijo que a fin de que el pudiera dejar el Purgatorio, se
necesitaban
ciento siete Sagradas Comunines Y de hecho, cuando se ofrecio la
ultima de
las ciento siete Sagradas Comunines por su alma, la Santa vo a
su padre
ascender a los Cielos.
San Buenaventura se convirti en un apstol de esta verdad, y se
refiri a ella
con tonos vibrantes: "Oh Cristianos, desean ustedes probar su
verdadero
amor hacia sus seres queridos que se han ido? Desean mandarles
su ms
preciosa ayuda y la Llave Dorada del Cielo? Reciban a menudo la
Sagrada
Comunin por el reposo de sus almas."
Finalmente, reflexionemos que en la Sagrada Comunin no slo nos
une a
Jess, sino tambin a todos los miembros del Cuerpo Mstico de
Cristo, ms
queridas por nuestros corazones. Es en la Sagrada Comunin donde
captamos
totalmente las palabras de Jess: "Yo en ellos ... para que
tengan unin
-
perfecta" (Juan 17:23). La Eucarista nos hace uno, an entre
nosotros, Sus
miembros, "uno todos en Jesus" como lo dice San Pablo (Gal.
3:28). La
Sagrada Comunin, es verdaderamente puro amor, por Dios y por el
prjimo.
Es la "Fiesta de Amor" verdaderamente, segn dijo Santa Gemma
Galgani. Y
en esta "Fiesta del Amor", el alma enamorada se puede regocijar,
cantando
con San Juan de la Cruz: "Mios son los Cielos, y ma es la
tierra. Mos son los
hombres; los Justos son mos y los pecadores son mos. Los Angeles
son mos,
y tambien la Madre de Dios; todas las cosas son mas. El mismo
Dios es mo y
para m, porque Cristo es mo, y todo para m."
La pureza del alma necesaria para la Sagrada Comunion.
Que hay que decir acerca de la gran pureza de alma con que los
Santos se
acercaron a recibir el pan de los Angeles? Sabemos que ellos
tenan gran
delicadeza de conciencia, verdaderamente anglica. Conocedores de
su propia
miseria, trataban de presentarse ante Jess "santos e
inmaculados", (Efe. 1:4)
repitiendo con el Publicano: "Oh Dios, ten misericordia de m,
que soy un
pecador" (Luc. 18:13), y despus de haber recurrido con gran
cuidado a
limpiarse en la Confesin.
Cuando San Gernimo, al fin de su vida le trajeron los Santos
Viticos, el
Santo se postr sobre el suelo en adoracin, y fu escuchado que
repeta con
humildad profunda las palabras de Santa Isabel, y aquellas de
San Pedro:
''Cmo es sto, que mi Senor venga a m. Alejate de m, pues yo soy
un
hombre pecador, oh Dios'' (Luc 5:8). Y cuantas veces se vi
tentada la
anglica y serfica Santa Gemma de no recibir la Sagrada Comunin,
porque
se consideraba que no era ella nada ms que "una pila de
estircol"?
El Padre Pio de Pieltrecina, acostumbraba a repetir con
trepidacin a sus
hermanos: "Dios mira manchones an en los Angeles. Que tanto no
mirar en
m!" Por esta razn, era muy diligente en hacer sus
Confesiones
Sacramentales.
"Oh, si pudieramos comprender quin es ese Dios a Quien recibimos
en la
Sagrada Comunin, entonces s, que pureza de corazn traeramos ante
El,"
exclamaba Santa Mara Magdalena de Pazzi.
Por esta razn, San Hugo, Santo Tomas de Aquino, San Francisco de
Sales,
San Ignacio, San Carlos Borromeo, San Francisco Borgia, San Luis
Bertrand,
San Jos Cupertino, San Leonardo de Port Maurice y muchos otros
santos,
iban a confesarse todos los das antes de celebrar la Santa
Misa.
-
San Camilo de Lellis nunca celebr la Santa Misa sin confesarse
primero, ya
que el quera cuando menos "desempolvar" su alma. Una vez, al
atardecer en
una plaza publica de Lovorno, y antes de despedirse de un
sacerdote de su
misma orden religiosa, considerando que no tendra tiempo de
confesarse a la
maana siguiente antes de su Misa, paus un momento, se quit el
sombrero,
hizo el signo de la Cruz, y se confeso ah mismo, en la plaza
pblica, ante su
hermano.
As mismo, San Alfonso, San Jos Cafasso, San Juan Bosco, San Pio
X y
Padre Pio de Pieltrecina, iban a Confesin muy a menudo. Y por qu
razn
quizo San Pio X bajar la edad para la Primera comunin a los 7
aos, sino
para permitir que Jess entrara a los corazones inocentes de los
nios, que son
tan similares a los ngeles. Y por qu se deleitaba tanto el Padre
Pio cuando
le traan criaturas de cinco aos de edad quienes estaban ya bien
preparados
para recibir su Primera Sagrada Comunin?
Los Santos aplicaron a la perfeccin la directiva del Espritu
Santo: "Que cada
uno se examine primero, y entonces que coma del Pan y beb del
Cliz;
porque el que come y bebe indignamente, come y bebe su
propia
condenacin" (1 Cor. 11:28-29).
El examinarse a s mismos, arrepentirse, acusarse en la Confeson,
y pedir a
Dios perdn, y de esta manera aun diariamente beneficiarse con el
Sacramento
de la Confeson, era algo natural para los santos. Que
afortunados eran ellos,
al ser capaces de tanto! Los frutos de santificacin eran
constantes y
abundantes por la pureza de sus almas con que cada Santo recibia
dentro de s
a Jess, "el Trigo de los elegidos," (Zac. 9:17) era como la
"buena tierra ... en
donde da fruto la perseverancia" (Luc. 8:15).
San Antonio Mara Claret ilustra este hecho muy bien: "Cuando
vamos a la
Sagrada Comunin, todos nosotros recibimos al mismos Seor Jess,
mas no
todos reciben las mismas Gracias, ni tampoco los mismos efectos
se producen
en todos. Esto se debe a nuestra mayor o menor disposicin. Para
explicar
esto, tomar un ejemplo de la naturaleza. Consideren el proceso
de injertar:
entre ms similar es una planta a la otra, se logra mejor el
injerto. De la misma
manera, entre mas parecido hay entre el que va a Comunin y Jess,
mucho
mejor sern los frutos de la Sagrada Comunin." El Sacramento de
la
Confesin es en realidad un medio excelente por el cual se
restablece la
similaridad entre el alma y Jess.
-
Por esta razn, San Francisco de Sales enseaba a sus hijos
espirituales:
"Vayan a la Confesin con humildad y devocin ... si es posible,
cada vez que
vayan a recibir la Sagrada Comunin, aun cuando no sientan en su
conciencia
ningn remordimiento de pecado mortal."
Referente a esto, es bueno recordar la enseanza de la Iglesia.
La Sagrada
Comunin debe ser recibida unicamento cuando uno est en la Gracia
de Dios.
Por tal motivo, cuando uno ha cometido un pecado mortal, an
cuando nos
hayamos arrepentido de l y tengamos un gran deseo de recibir la
Sagrada
Comunin, es necesario e indispensable confesarse primero, antes
de recibir
la Sagrada Comunin, de otra manera, uno comete un gravsimo
pecado de
sacrilegio, por el cual Jess dijo a Santa Brgida: "NO EXISTE EN
LA TIERRA CASTIGO QUE SEA BASTANTE GRANDE PARA CASTIGARLO
SUFICIENTEMENTE!"
San Ambrosio dijo que las personas que cometen este sacrilegio,
"vienen a la
Iglesia con pocos pecados, y se alejan cargados con muchos." San
Cirilo
escribi algo an ms duro: "Los que reciben una Comunin sacrlega,
reciben
a Satans y a Jesucristo dentro de sus corazones - a Satans, para
permitirle
reinar, y a Jesucristo para ofrecerlo en sacrificio como Vctima
para Satans."
El Catecismo del Concilio de Trento (De Euc., v.i) declara as:
"Como de
todos los Sagrados Misterios ... ninguno se puede comparar con
la Eucarista,
as tambin no hay mayor castigo por ningun crimen por el cual
podamos
temer a Dios, que por el sacrlego e irreligioso uso por los
fieles de eso que ...
contiene al mismo Autor y Origen de Santidad."
En su defecto, una Confesion hecha antes de recibir la Sagrada
Comunin con
el propsito de presentar a un alma que an en estado de Gracia
pueda quedar
ms hermosa y ms pura, es algo muy precioso, aunque no sea
requerido. Es
precioso porque reviste al alma con una "tnica matrimonial" an
ms
hermosa (cf. Mat. 22:12) con la que pueda participar en la mesa
con los
Angeles. Por esta razn, las almas ms concientes han hecho
siempre el ms
frecuente uso (por lo menos una vez a la semana) de la limpieza
sacramental
de la absolucin, an de pecados veniales. Si ustedes desean gran
pureza de
alma con el fin de recibir a Jess, ninguna pureza brilla ms que
la que se
obtiene cuando hacemos una buena confesin, donde la limpiadora
Sangre de
Jess deja el alma arrepentida, divinamente brillante y hermosa.
"El alma que
recibe la Sangre Divina se vuelve hermosa, como si estuviera
vestida con la
prenda ms preciosa, y se presenta tan radiante que si la
pudiramos ver,
estaramos tentados a adorarla," declaro Santa Mara Magdelena de
Pazzi.
-
Sagrada Comunion con Mara. -
Oh, cunto le gusta a Jess el ser recibido por un alma que se ha
limpiado y
vestido con Su sangre Divina! Y que afectuoso deleite le causa
cuando tal
alma es una virgen casta! Puesto que "la Eucarista vino del
Paraso de la
Virginidad" (a saber, Mara), dijo San Alberto el Grande; y
nuestro Seor
Eucarstico no encuentra ese paraso a excepcin de en la virtud.
Nadie puede
repetir, tan bien como una virgen, con la esposa del cantar de
los Cantares en
cada Sagrada comunin: "Todo mo es mi verdadero Amor, y yo soy
toda
Suya; ... El va a pacer entre las azucenas ... Regresa, Amor de
mi corazn"
(Cant. 2:16-17).
Una manera digna de alabanza de prepararse para la Sagrada
Comunin, es el
invocar a la Inmaculada Virgen Mara, contar con Ella para que
nos capacite
para recibir a Jess con su humildad, Su pureza y Su amor -
pidiendole que
mejor sea Ella quien venga a recibirlo en nosotros. Esta
practica piadosa es
muy recomendada por los Santos, en particular por San Luis
Grignon de
Montfort, San Pedro Eymard, San Alfonso de Liguori, y San
Maximiliano
Mara Kolbe. "La mejor preparacin para la Sagrada comunin, es la
que se
hace con Mara", escribi San Pedro Eymard. Una ilustracin
deliciosa es
dada por Santa Teresa de Lisieux, pintando su alma como una
niita de tres o
cuatro aos de edad, cuyo pelo y vestido desordenados la hacan
sentirse
avergonzada de presentarse ante el riel del altar a recibir a
Jess. Sin embargo,
apela a la Santa Madre, "e inmediatamente,- escribe la Santa,-
la Virgen Mara
ocpase en m. Rpidamente reemplaza mi vestido sucio, recoje mi
pelo con
un listoncito hermoso, y le agrega una simple flor ... Esto es
suficiente para
hacerme atrativa, y me permite tomar mi lugar sin bochorno
alguno en el
banquete de los Angeles."
Tratemos este mtodo de preparacin. No seremos desilusionados.
Podremos
decir lo que Santa Gemma exclam en xtasis: "Qu hermoso es el
recibir la
Sagrada Comunin con la madre del Paraso!"
Accion de Gracias despus de la Sagrada Comunin.
El tiempo de Accin de Gracias despus de la Sagrada comunin, es
el
momento ms ideal para intercambiar ntimamente Amor con Jess.
Dejemos
que sea un amor de entrega total, correspondiendo al Amor de
Jess tan
completamente, que ya no sean dos, sino uno por decir as, en
cuerpo y alma.
Que sea un amor que vivifique y una,- El en m y yo en El, para
que seamos
consumidos en la singularidad y unidad de Su Amor.
-
''T eres mi amada presa, igual que yo soy el objeto de Tu
caridad inmensa,"
deca tiernamente Santa Gemma a Jess.
San Juan escribi: "Benditos son los invitados a la Mesa del
Banquete Nupcial
del Cordero" (Apoc. 19:9). En verdad, en la Comunin Eucarstica
recibida
correctamente, el alma realiza una virginal unin celestial, un
amor nupcial
por el esposo, Jess, a Quien el alma puede decir con el
entusiasmo ms tierno
de la Esposa del Cantar de los Cantares: "Bseme El con los besos
de Su
boca!" (Cant. 1:1)
La Accin de Gracias es una probadita, aqu en la tierra, del amor
que
experimentaremos en el Paraso. De hecho, como amaremos a Jess en
el
Cielo sino siendo uno con El eternamente? Querido Jess, Dulce
Jess, Oh,
como debera agradecerte por cada Sagrada Comunin que me
concedes!
Acaso no tena Santa Gemma una buena razn para decir que en el
Paraso,
ella te estara ms agradecida por la Eucarista, ms que por
cualquier otra
cosa? Qu milagro tan grande de amor el estar unido tan
completamente
Contigo, Oh Jess!
Agua, levadura, cera.
San Cirilo de Alejandra, Padre de la Iglesia, usaba tres
ilustraciones para
mostrar la unin de amor con Jess en la Sagrada Comunin: "Quien
recibe
Comunin, es hecho Santo y Divino en cuerpo y alma, del mismo
modo que el
agua puesta sobre el fuego, hierve. ... La Comunin obra como la
levadura que
se mezcia con la harina, hacindola levantarse ... Igual que
derritiendo dos
velas juntas se obtiene una sola pieza de cera, as yo creo que
uno que recibe
la Carne y Sangre de Jess, se funde con El por esta Comunin, y
el alma
descubre que uno esta en Cristo, y Cristo esta en uno."
Por esta razn, Santa Gemma Galgani hablaba maravillada de
asombro acerca
de la Unin Eucarstica entre: "Jess, quien lo es todo, y Gemma
quien no es
nada." En extasis exclamaba: "Qu gran dulzura hay, Oh Jess, en
la
Comunin! Yo deseo vivir en Tu abrazo, y morir en Tu abrazo." Y
el Beato
Contardo Ferrini, escribio: "!Oh, Sagrada Comunin! Alturas
indescifrables
que el espritu alcanza! Qu cosa tiene el mundo que iguale estos
gozos
puros, celestiales, estos sabores de Gloria Eterna?"
Existe en la Sagrada Comunin otro valor que ha merecido
nuestras
reflexiones, y es en referencia a la Santsima Trinidad. Un da,
Santa Mara
Margarita de Pazzi estaba arrodillada con los brazos cruzados,
entre las
-
Novicias, despus de la Comunin. Elev sus ojos en direccion al
Cielo, y
dijo: "Oh Hermanas, si tan slo pudiramos comprender el hecho de
que
mientras que las Especies Eucarsticas permanecen dentro de
nosotros, Jess
est ah, trabajando en nosotros, inseparablemente del Padre y del
Espritu
Santo, y por lo tanto, toda la Santa Trinidad esta ah ..." No
pudo terminar de
hablar, porque se qued perdida en el xtasis.
Permanecer por lo menos Quince minutos.
Los Santos escogieron, siempre que fuera posible, evitar poner
lmite al
tiempo para la Accin de Gracias despus de la Comunin, el cual
debiera
durar cuando menos una media hora. Santa Teresa de Jess deci a
sus Hijas:
"Detengmonos con Jess amantemente, y no desperdiciemos la hora
que
sigue a la Sagrada Comunin. Ese es un momento ideal para tratar
con Dios,
poner frente a El los asuntos que conciernen a nuestras almas
... Puesto que
sabemos que Jess permanece en nosotros hasta que nuestro calor
natural
disuelve las cualidades del pan, deberamos tener mucho cuidado
de no perder
esta oportunidad tan hermosa de tratar con El, y poner nuestras
necesidades
frente a El."
San Francisco de Ass, Santa Juliana Falconieri, Santa Catalina,
San Pascual,
Santa Vernica, San Jos Cupertino, Santa Gemma, y muchos
otros,
acostumbraban casi siempre caer en un xtasis de amor
inmediatamente
despus de la Sagrada Comunin. En cuanto a la duracin, solamente
los
Angeles medan el tiempo. Igualmente Santa Teresa de Avila casi
siempre
caa en xtasis inmediatamente despus de recibir la Sagrada
Comunin, y
algunas veces era necesario acarrear su cuerpo del
Comulgatorio.
San Juan de Avila, San Ignacio de Loyola, y San Luis
Gonzaga,
acostumbraban hacer su Accin de Gracia sobre sus rodillas por
dos horas.
Santa Mara Magdalena de Pazzi deseaba que continuara sin
interrupcion. Era
necesario obligarla a que tomara algo de alimento. "Los minutos
que siguen a
la Comunin,- deca la Santa- son los ms preciosos que tenemos en
nuestras
vidas. Son los minutos ms propicios de parte nuestra para tratar
con Dios, y
de Su parte, para comunicarnos Su Amor."
San Luis Grignon de Montfort, acostumbraba permanecer en Accin
de
Gracias despus de la Santa Misa, por lo menos media hora, y no
permita que
ninguna preocupacin o compromiso, pudiera privarlo de ello. El
decia: "Yo
no cambiara esta hora de Accin de Gracias, ni siquiera por una
hora en el
Paraso."
-
Hagamos entonces las siguientes resoluciones: Que organizaremos
de tal
manera nuestro tiempo, que permaneceremos en Accin de Gracias
despus
de la Sagrada Comunin, por lo menos 15 minutos; y ms an,
resolvamos no
permitir nada que nos impida tomar este tiempo para Accin de
Gracias. Estos
minutos en los que Jess est fsicamente presente en nuestras
almas y dentro
de nuestros cuerpos, son minutos celestiales que por ningn
motivo
debiramos desperdiciar.
San Felipe y las velas.
El Apstol San Pablo escribi: "Glorifiquen a Dios en su cuerpo."
(1 Cor.
6:20) No hay ningn otro tiempo en el cual stas palabras,
tomadas
literalmente, se puedan aplicar tan bien, como durante el tiempo
que sigue
inmediatamente despus de recibir la Sagrada Comunin. Que
insensibilidad
pues, es la de alguien, de recibir la Sagrada Comunin y
abandonar la Iglesia
tan pronto como termina la Misa, o inmediatamente despues de
recibir a
Nuestro Seor! Podemos recordar el ejemplo de Felipe Neri, quin
tenia dos
Aclitos con velas encendidas y los mand a acompaar a un hombre
que
haba dejado la Iglesia inmediatamente despues de la Comunion.
Que
hermosa leccin! Aunque fuera por buena educacin si no hay otra
razn,
cuando una persona recibe a un invitado, se detiene y le presta
su atencin y se
interesa en l. Si este invitado es Jess, entonces deberemos
tener razn de
sentirnos doloridos de que Su presencia corprea en nosotros,
apenas si dura
quince minutos o un poquito ms. En vista de esto, San Jos
Cottolengo
acostumbraba a presenciar cuando se hacan y horneaban las
hostias para la
Misa y la Comunin. A la Hermana que tenia esta tarea asignada,
el le daba la
siguiente instruccion: "Haz las hostias mas gruesas, a fin de
que yo pueda
gozar de mi Jess por mucho tiempo. No quiero que se disuelvan
rpidamente
las Sagradas Especies."
No estaremos quiz obrando contrario al ejemplo que nos han dado
los
Santos, cuando pensamos que nuestro perodo de Accin de Gracias
es muy
largo, y a lo mejor nos sentimos impacientes por darlo por
terminado? Mas,
Oh, cmo debemos tener cuidado en esto! Porque si es verdad que
en toda
Comunin, "Jess nos re-paga cien veces por la hospitalidad que
le
mostramos," segun declara Santa Teresa de Jess, entonces tambin
es sabia
verdad que deberemos responder cien veces por negligencia a
esta
hospitalidad. Un amigo Capuchn del Padre Pio de Pieltrecina,
cuenta que un
da fu a confesarse con el Fraile Santo, y entre otras cosas, le
confes haber
omitido su Accin de Gracias despus de la Santa Misa, porque,
-dijo-, un
-
ministerio se lo impidi. Mientras que el Padre Pio fu
complaciente al juzgar
las otras faltas, cuando oyo confesar la omisin, se puso mucho
mas serio, y
con una mirada fuerte, le dijo firmemente: "Tengamos cuidado de
que nuestra
incapacidad, no sea nicamente el carecer de disposicin. Yo
siempre tengo
que hacer mi Accin de Gracias; de lo contrario, me cuesta muy
caro."
Dediquemos a este asunto una consideracin seria y atenta. Cuando
se trata de
algo tan precioso como sta Accin de Gracias, tomemos de corazn
la
amonestacin del Espritu Santo: "No te prives de un buen da; y
del buen don
no dejes perder ninguna parte." (Ecle. 14:14)
Accin de Gracias con Nuestra Seora.
Hay una belleza especial en una Accin de Gracias que se hace en
compana
de Miara, en honor de su Anunciacin. Inmediatamente despus de
la
Comunin, llevamos a Jess dentro de nuestras almas y nuestros
cuerpos,
igual que la Santsima Virgen Mara cuando recibi el mensaje del
Angel. No
podremos encontrar un modo mejor de adorar y amar a Jess en
esos
momentos, que haciendo que nuestras disposiciones estn de
acuerdo con las
de la Madre de Dios, haciendo nuestros los mismos sentimientos
de adoracin
y amor que Ella tuvo hacia su Divino Hijo Jess, enclaustrado
dentro de Su
Corazn Inmaculado. Para lograr esto, puede ser de mucha ayuda el
recitar
rneditativamente los Misterios Gozosos del Santo Rosario.
Probmoslo. No
podemos dejarnos de beneficiar al unirnos de esta manera con
Nuestra Seora,
con el fin de amar a Jess con su Corazn Celestial.
El Pan del fuerte y Vatico para el Cielo.
No debiera ser necesario el decir que para todos, Cristo en la
Eucarista es el
verdadero PAN PARA FORTALECERLOS. Es el alimento que hace hroes
a los
hombres, que sostiene a los martires, y que trae a las almas
fortaleza y paz en
su ltima agona.
En la Eucarista, Jess nos repite, a nosotros quienes sufrimos y
gemimos en
este valle de lgrimas, esta afectuosa invitacin: "Venid a M,
todos los
agobiados y los cargados, y Yo os har descansar." (Mat. 11:28).
Pues
verdaderamente que: "Milicia es la vida del hombre sobre la
tierra." (Job 7:1).
Lo que es ms, los seguidores de Jess "sufrirn persecucin" (cf. 2
Tim. 3:12;
Mat. 5:10); y es verdad que aquellos que son de Cristo, "han
crucificado la
carne con las pasiones y las concupiscencias" (Gal. 5:24) y que
nosotros
-
debemos vivir como muertos "con Cristo a los elementos del
mundo" (Col.
2:20).
Tambin es verdad que con Jess "todo lo puedo en Aquel que me
conforta"
(Fil. 4:13), pues Jess es "Todo" (cf. Juan 1:3; Col. 1:17). En
la Sagrada
Comunin, El se hace "Todo mo.'' Entonces puedo decir con la
sierva de
Dios, Luisa M. Claret de la Touche, "Que puedo temer? El, quien
sostiene al
mundo, est en m. La Sangre de un Dios circula por mis venas: No
temas Oh
alma ma. El Seor del Universo te ha tomado en Sus brazos, y
quiere que
descanses en El."
Por eso San Vicente de Paul poda preguntar a sus misioneros:
"Habiendo
recibido a Jess en sus corazones, puede algun sacrificio serles
imposible?" Y
San Vicente Ferrer, durante los dos aos que tuvo que sufrir en
la prisin
como vctima de la persecusin, abundaba excedidamente de alegra
durante
todas sus tribulaciones (cf. 2 Cor. 7:4), pues l se las
arreglaba para poder
celebrar a diario la Santa Misa, a pesar de sus cadenas y
grilletes, en la
obscuridad de su calabozo. La misma fortaleza y alegra mostraba
Santa Juana
de Arco, cuando se le permiti recibir la Sagrada Eucarista antes
de ser
ejecutada al poste. Cuando Jess entr a su obscura prisin, la
Santa cay de
rodillas, y, arrastrando sus cadenas, recibo a Jess y se perdi
absorta en
oracin. Tan pronto que fue ordenada caminar hacia el patbulo, se
levant y
sin interrumpir su oracion camino hacia su muerte. Procedi hasta
la estaca y
muri entre las llamas, siempre en unin con Jess, Quien permaneci
en su
alma y en ese cuerpo al ser sacrificado.
Fortaleza de los Mrtires.
Toda la historia de los mrtires, desde San Esteban, el
protomartir, y San
Tarciso, el martir anglico, hasta los mrtires ms recientes, es
una historia de
fortaleza super-humana, la que la Eucarista reviste sobre los
que hacen batalla
contra el demonio y contra todos los poderes infernales que
operan en el
mundo (cf. 1 Ped. 5:9).
Recordemos tambin el consuelo celestial y el auxilio que la
Sagrada
Comunion trae a los enfermos, y no solamente a sus almas, sino
tamben a sus
cuerpos que en ocasiones recuperan la salud maravillosamente.
Por ejemplo,
suceda a Santa Lidwina y a Alejandrina de Costa, que durante
todo el tiempo
que las Especies Sagradas permanecan en sus cuerpos, cesaban
maravillosamente sus terribles sufrimientos fsicos. Los mismo
suceda San
Lorenzo de Brindisi y a San Pedro Claver, que todos los dolores
de las
-
enfermedades tan serias que los venan atormentando, cesaban
cuando ellos
celebraban la Santa Misa.
Cuiden primero de sus almas.
Pero la ms consoladora de todas, es la ltima Sagrada Comunion
del
cristiano, la cual es llamada Vitico, es decir: Alimento para el
viaje de esta
vida a la otra. Oh, que importancia tan grande le dieron los
Santos a que se
recibiera con bastante tiempo y con la mejor de las
disposiciones.
Cuando Santo Domingo Savio fu enviado a casa por su grave
enfermedad, el
mdico tena buenas esperanzas de que se recuperara. Ms el joven
santo
llam a su padre y le dijo: "Padre, sera muy bueno que yo tratara
con el
Mdico Celestial. Deseo confesarme y recibir la Sagrada
Comunin."
Cuando la salud decayente de San Antonio Claret empez a causar
seria
alarma, se llam a dos mdicos para consulta. Al notar sto, el
santo
comprendi la gravedad de su enfermedad, y dijo: "Comprendo, pero
primero
debemos preocuparnos por el alma, y despus por el cuerpo." Y
pidi recibir
inmediatamente los Sacramentos. Despus de hacer esto, envi por
los
medicos y les dijo: "Ahora hagan lo que ustedes gusten."
Primero el alma, y despus el cuerpo. Es posible que nosotros no
apreciemos
esto? A veces pensamos tan poco, que nos preocupamos demasiado
por llamar
al doctor para que atienda al enfermo, y le damos rodeos para
llamar al
sacerdote hasta el timo momento, cuando el paciente est ya quiz
tan ido,
que no tiene conciencia de que recibe el Sacramento, y a veces
ya ni los puede
recibir. Oh, que tontos, que necios somos! Como podemos escapar
a que se
nos pidan cuentas, si por no llamar al sacerdote a tiempo,
ponemos en peligro
la salvacin del alma del moribundo, y lo privamos del soporte y
gran ayuda
que podra recibir en sus ltimos momentos?
La Eucarista es la mayor garanta de la promesa de vida verdadera
para el
cristiano que habita en esta pobre tierra de exilio. "Nuestros
cuerpos, escribi
San Gregorio de Nyassa, cuando se unen al Cuerpo de Cristo,
obtienen el
principio de la inmortalidad, porque se unen a la
inmortalidad."
Cuando la corta vida del cuerpo est fallando, miramos a Jess,
quien es la
Vida Eterna. El es dado a nosotros en la Sagrada Comunin para
que sea la
Vida verdadera y duradera para nuestras almas inmortales, y para
que sea la
Resurreccin de nuestros cuerpos mortales. "El que come Mi Cuerpo
y bebe
-
Mi Sangre, tendr la vida eterna" (Juan 6:55); "El que come este
Pan, vivira
por siempre" (Juan 6:59), porque "Yo soy la Resurreccin y la
Vida" (Juan
11:25).
Ah, que Gracia tan grande son los Santos Viticos! Cuando el
Santo Cura de
Ars estaba muriendo y oy el timbre de la campana que anunciaba
la llegada
del Santo Vitico, se conmovi hasta las lgrimas y dijo: "Cmo
podemos no
llorar, cuando Jess viene a nosotros por ultima vez, con tanto
amor?"
S, Jess en la Santa Eucarista, es Amor que se ha convertido en
alimento
mo, mi fortaleza, mi vida, el ansia de mi corazn. Cada vez que
Le recibo, ya
sea durante mi vida o a la hora de mi muerte, se hace El mo para
hacerme
Suyo. S, El es todo mo, y yo soy todo Suyo; el uno en el otro,
el uno
perteneciendo al otro. (cf. Juan 6:57) Esto es la plenitud de
Amor para el alma
y para el cuerpo, en la tierra y en el Cielo.
A Diario Con El.-
Jess est en el Tabernculo por causa ma. El es el alimento de mi
alma. "Mi
Carne es alimento verdadero, y Mi Sangre es bebida de verdad"
(Juan 6:56).
Si yo quiero nutrirme espiritualmente y estar completamente
lleno de vida,
debo de recibirlo. "En verdad, en verdad Yo les digo, a menos
que coman la
Carne del Hijo del hombre y beban Su Sangre, no tendrn vida en
ustedes"
(Juan 6:54). San Agustn nos informa que la gente catlica de su
dicesis en
Africa, llamaban a la Eucarista con la palabra Vida. Cuando iban
a la Sagrada
Comunin, decan: "Vamos a la Vida". Qu manera tan maravillosa
de
expresarla!
Para conservar mis energas y poderes sobrenaturales,- mi vida
sobrenatural-
en buena salud, debo de nutrirlos. La Sagrada Eucarista es
exactamente lo que
se necesita para esto, pues ella es "El Pan de vida" (Juan
6:35), el "Pan que ha
bajado del Cielo" (Juan 6:59), que nos confiere, nos surte,
preserva y aumenta
las energas espirituales del alma. San Pedro J. Eymard se
aventur a decir:
"La Comunin es tan necesaria para sostener nuestra vitalidad
Cristiana, como
la Vision de Dios es necesaria para que los Angeles mantengan su
vida de
gloria."
Todos los das debera yo de nutrir mi alma, igual que todos los
das alimento
a mi cuerpo a fin de darle vitalidad fsica. San Agustn nos
ensea: "La
Eucarista es un Pan diario que tomanos como remedio para la
debilidad de
que sufrimos a diario." Y San Pedro J. Eymard agrega: "Jess ha
preparado no
-
slo una hostia, sino Una para cada da de nuestra vida. Las
Hostias para
nosotros ya estan listas. No nos perdamos ni Una sola de
Ellas."
Jess es esa Hostia, esa Vctima de amor, Quien es tan dulce y
saludable para
el alma que movi a Santa Gemma Galgani a decir: "Siento una
gran
necesidad de ser fortalecida de nuevo por ese alimento tan Dulce
que Jess me
ofrece. Esta afectuosa terapia que Jess me da cada maana, me
desengarrota
y atrae hacia El todo el afecto que hay en mi corazn."
Para los Santos, la Comunin diaria llena una necesidad
imperiosa, para Vida
y Amor, correspondiente al divino deseo de Jess de darse a toda
alma para
ser su Vida y su Amor. No deberamos olvidar que el Jueves Santo
era el da
por el que Jess "esperaba". (cf. Luc. 22:15). Por eso el Santo
Cura de Ars
deca enfticamente: "Toda Hostia Consagrada est hecha para
consumirse
con amor en un corazn humano." Y Santa Teresa de Lisieux escribi
a otra
hermana: "No es con el fin de ocupar un ciborio dorado que Jess
viene todos
los das desde el Cielo, sino que es para encontrar otro cielo,
es decir, nuestras
almas, en las que El se pueda deleitar,'' y cuando un alma bien
capacitada para
recibirlo no quiere hacerlo, "Jess llora." "Por consiguiente,"
contina Santa
Teresa "cuando l diablo no puede entrar con el pecado a una
alma, el desea
que ese santuario permanezca cuando menos desocupado, sin Dueo,
y bien
separado de la Sagrada Comunin." Debera ser bien evidente, que
aqu
estamos confrontando una trampa del diablo; pues nicamente el
diablo puede
tener inters en conservarnos alejados de Jess. Debemos pues
estar en
guardia. Debemos tratar, no caer vctimas de los engaos de
Satans.
"Esforcmonos por no perdernos una Sagrada Comunin," nos aconseja
Santa
Margarita Mara Alacoque; "Apenas si podemos causar a nuestro
enemigo el
diablo una mayor alegra, que cuando nos alejamos de Jess, Quien
suprime el
poder que el enemigo tiene sobre nosotros."
La Comunin diaria es un constante manantial de amor, de
fortaleza, de luz,
de alegra, de valor, de toda virtud y todo bien. "Si alguno
tiene sed, venga a
Mi y beba," (Juan 7:37). Slo El es la "Fuente de agua brotante
para la Vida
Eterna" (Juan 4:14). Cmo puede haber alguien que estando en
estado de
Gracia Santificante no desee, o se le haga dificil ir a esta
Divina "Mesa del
Seor"? (1 Cor. 10:21)
El gran Senor Canciller de Inglaterra, Santo Toms Moro, quien
muri como
martir por resistirse al Cisma, acostumbraba asistir a Misa
todas las maanas y
recibir la Sagrada Comunin. Algunos amigos trataban de
disuadirlo,
-
dicindole que esta costumbre no era viable para un secular
comprometido tan
pesadamente en asuntos de estado. "Ustedes me presentan todas
sus raznes, y
eso me convence ms y ms de que yo debo recibir la Sagrada
Comunin a
diario, les dijo. Mis distracciones son numerosas, y con Jess
aprendo a
concentrarme. Las ocasiones de ofender a Dios son frecuentes, y
yo recibo
todos los das de El, la fortaleza de hurlas. Necesito luz y
prudencia para
manejar asuntos tan difciles, y todos los das yo consulto con
Jess en la
Sa