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JEAN-JACQUES ROUSSEAUY
FRIEDRICH NIETZSCHE,
AUTOBIOGRAFAS COMENTADASAqu todas las cosas acuden acariciadoras
a tu
discurso y te halagan: pues quieren cabalgar sobretu espalda.
Sobre todos los smbolos cabalgas t aquhacia todas las verdades...
Aqu se me abren de golpetodas las palabras y los armarios de
palabras delser: todo ser quiere hacerse aqu palabra, todo
devenirquiere aqu aprender a hablar d m.
FRIEDRICH NIETZSCHE, AS habl Zarathustra.
1. INTRODUCCIN
Ilustrar y discutir aqu la perpleja diversidad de opinionesde la
crtica en relacin con los trabajos autobiogrficos re-quiere espacio
desproporcionado; la bibliografa existente sobreel tema es extensa,
y representa posiciones diversas que dancuenta de los distintos
elementos que entran en cuestin: elautos, el bios y la graf,
centrndose el anlisis del primeroen la conexin entre el texto y el
sujeto, viendo de qumanera un texto representa a un sujeto, en
otras palabras,al Yo que ha vivido se le aade un segundo Yo creado
enla experiencia de la escritura. Entendiendo la autobiografaen un
segundo sentido (bios) como reconstruccin de unavida, como forma de
comprensin de los principios organi-zativos de la experiencia. La
contemplacin de la graf, porsu parte, se centra en los problemas
del lenguaje y del sujeto,dos formas de "desapropiacin" del Yo
consustanciales a laautobiografa.
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T H . LIV, 1999 AUTOBIOGRAFAS COMENTADAS 883
La pregunta por la prioridad autos, bios o graf es, pues,la
pregunta por la autobiografa, en la medida en que elautobigrafo
realiza un acto de creacin literaria que coincidecon la
representacin de s mismo, la autobiografa postulauna diseminacin
que intenta imponer lo secundario (lo dife-rido) como principal; la
escritura autobiogrfica es secundariaen el sentido en que todo
escrito, lo es, sin embargo, comorelato de la 'historia' de un
individuo, puede perfectamenteayudarnos a entender el Yo; aplicada
al Yo como entidadespecial, y a su evolucin en el tiempo, la
autobiografa esesencialmente un gnero que manifiesta una
preocupacinparticular del hombre occidental moderno, obteniendo a
partirdel siglo xvn con Les Confessions de JEAN-JACQUES ROUSSEAUuna
forma y una funcin cultural que no haba tenido antes;emergiendo
como declaracin de la individualidad y comoforma coherente de
auto-conciencia, la autobiografa aparece-r desde entonces como una
entidad distinta, valorable pors misma1.
Originada la forma literaria desde la cual una individuali-dad
puede dar cuenta de s y trazar su propio desarrollo, losprogresos
del individualismo coincidieron, como lo planteaMIJAIL BAJTIN, con
el origen de la autobiografa:
En las pocas posteriores, las esferas mudas e invisibles en
lasque se implic al hombre, desnaturalizaron su imagen. La mudez
yla invisibilidad penetraron en su interior. Junto a ellas, apareci
la
1 La autobiografa slo resulta posible comenta Georges
Gusdorf
a condicin de ciertas presuposiciones metafsicas. Resulta
necesario, enprimer lugar, que la humanidad haya salido, al precio
de una revolu-cin cultural, del cuadro mtico de las sabiduras
tradicionales para entraren el reino peligroso de la historia. El
hombre que se toma el trabajode contar su vida sabe que el presente
difiere del pasado y que no serepetir en el futuro; se ha hecho
sensible a las diferencias ms que a lassimilitudes; en su renovacin
constante, en la incertidumbre de los aconte-cimientos y de los
hombres, cree que resulta til y valioso fijar su propiaimagen, ya
que, de otra manera, desaparecer como todo lo dems' deeste
mundo>. . . .
GEORGES GUSDORF, Condiciones y lmites de la autobiografa, enLa
autobiografa y sus problemas tericos, estudios e investigacin
documen-tal. Suplementos Anthropos, nm. 29, Barcelona, 1991, pgs.
9-18.
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884 JUAN MANUBL CUARTAS RESTREPO T H . LIV, 1999
soledad. El hombre privado y aislado -el hombre para s- perdila
unidad y la integridad, que venan determinadas por el
principiopblico. Al perder el cronotopo popular de la plaza pblica
su con-ciencia de s, no pudo encontrar otro cronotopo, igualmente
real,unitario y nico; por eso se desintegr y se aisl, se convirti
en abstrac-to e ideal. El hombre privado descubri en su vida
privada much-simas esferas y objetos no destinados, en general, al
dominio pblico(la esfera sexual, etc.), o destinados solamente a
una expresin ntima,de cmara y convencional. La imagen del hombre se
compone ahora dems estratos y de elementos diversos2.
La autobiografa existe originalmente como escrituracoextensiva a
la identidad del individuo, aunque como iden-tidad constituye ms
una formalizacin que una confrontacindirecta con la realidad
subjetiva. El hombre tiene una primeraidentidad especular de s
mismo cuando declara ser 'otro'para s, una imagen que se puede
perder, que puede desapa-recer; el hombre es un ser capaz de
tomarse a s mismo porobjeto, por objeto perdible, mortal; objeto
incluso del deseo,como ocurre en el narcisismo y en el onanismo. El
hombresabe, de otro lado, que se va a morir desde el momento enque
entra en el lenguaje.
Como espejo del Yo la autobiografa est relacionadacon el
desarrollo de la conciencia en el nio; cuando es beb,el nio tiene
que lograr una separacin de la madre, a quienen un principio
considera como una extremidad ms de sucuerpo; posteriormente
aprende que tiene un Yo; al des-cubrir su imagen (en el espejo), el
nio descubre un aspectoesencial de su identidad; separa lo exterior
de lo interior,se ve como un acto entre los dems, se sita en un
espaciosocial en el que se siente capaz de configurar su propia
realidad.
Las prohibiciones mticas apunta Gusdorf subrayan el ca-rcter
inquietante del descubrimiento de uno mismo. La naturalezano haba
previsto el encuentro del hombre con su reflejo, sino quepareca
oponerse a toda complacencia ante ese reflejo3.
' MIJAIL BAJTIN, Teora y Esttica de la Novela, Madrid,
EdicionesTaurus, 1989, pig. 288.
GEORGES GUSDORF, Condiciones y lmites de la autobiografa,
ed.cit, pg. 11.
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La autobiografa representa, en este sentido, el espejoen el que
la persona refleja su propia imagen; una versinartstica de su
propia vida. Cuando se escribe sobre cualquiercosa, por ejemplo,
sobre las catedrales, como lo hace MarcelProust, siempre se est
escribiendo sobre s mismo; en estesentido, la memoria en s misma no
constituye para el auto-bigrafo un obstculo insalvable, pues la
autobiografa noes una simple recapitulacin del pasado de un
personajevisto desde fuera, sino ms bien la formalizacin
presentadaal lector de manera accesible como texto, un texto a
travsdel cual se cumple el propsito de revelar el Yo asumidocomo
objeto, haciendo depender el valor de tal propsitoprecisamente de
la destreza desplegada en la exposicin.
Hoy en da la autobiografa constituye uno de los temasrecurrentes
de la teora esttica, que se ha propuesto asediarel valor esencial
de los testimonios del Yo dejados por lospersonajes de la cultura;
la teora literaria ya ha dado largacuenta de las variedades
autobiogrficas, cabe decir: memo-rias, confesiones, crnicas,
diarios ntimos, autorretratos enpoesa, etc., y del "pacto"4 que se
establece entre autor, perso-naje y lector; ha indagado en las
fronteras referenciales quepuedan presentarse entre la ficcin y el
relato de la propiavida, en fin, ha involucrado la autobiografa con
la literaturay le ha asignado un rtulo y unos lmites, sin advertir
acasoque ms que una fbula puede ser una metafsica, tanto comouna
indagacin sobre el lenguaje.
La autobiografa comenta el deconstruccionista belga Paul deMan
parece depender de los hechos potencialmente reales y verifica-bles
de manera menos ambivalente que la ficcin.
Parece pertenecer a un modo de referencialidad, de
representaciny de digesis ms simple que el de la ficcin. Puede
contener nume-rosos sueos y fantasmas, pero estas desviaciones de
la realidad estn
* Aludimos a la bien conocida teora de Philippe Lejeune,
quintoma el Derecho como ciencia de apoyo para su anlisis de la
autobiografay plantea sta' como un contrato de identidad sellado
por l nombre propio.
PHILIPPE LEJEUNE, Le Pacte Autobiographique, Paris, Seuil,
1975.
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enclavadas en un sujeto cuya identidad viene definida por la
incon-testable legibilidad de su nombre propio6.
El tropo dominante en la autobiografa es precisamentela
prosopopeya, que consiste en dar voz a los ausentes y a losmuertos
bajo la ilusin de su existencia6. La controversiarelacionada con su
naturaleza suscita diversas preguntas porsu situacin:
Apunta la autobiografa, como prosopopeya o puestaen escena del
pasado y de los ausentes, a la efectiva redu-plicacin del Yo?
Apunta a la asimilacin de problemas como el 'tiem-po', a la
revocacin y disgregacin del Yo, o simplementeapunta al relato
literario?
A estos interrogantes podemos sumar otros surgidos dela
concepcin de la autobiografa como la muerte figurativadel
individuo; como exposicin del pasado, no representams que la
metonimia de la voz y del nombre ? o, tal comolo plantea Paul de
Man, el Yo no es un punto de partida parala autobiografa, sino lo
que resulta del relato de la propiavida? Intentando aportar algunas
respuestas, vislumbramosinicialmente lo siguiente:
a) Considerando la literatura como prctica discursivaen el
interior de una sociedad, el relato autobiogrfico se
5 PAUL DE MAN, Autobiography as De-Facement, en The Rhetoric
o)
Romanticism,. New York, Columbia University Press, 1984, pgs.
67-80.La traduccin es nuestra.
6 En cuanto entendemos apunta Paul De Man que la funcin
retrica de la prosopopeya consiste en dar voz o rostro por medio
dellenguaje, comprendemos tambin que de lo que estamos privados no
esde la vida, .sino de la forma y del sentido de un mundo que slo
noses accesible a travs de la va despojadora del entendimiento. La
muerte esun nombre que damos a un apuro lingstico, y la restauracin
de la vidamortal por medio de la autobiografa (la prosopopeya del
nombre y dela voz) desposee y desfigura en la misma medida en que
restaura. La auto-biografa vela una desfiguracin de la mente por
ella misma causada.Ibid.. pg. 70.
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T H . LIV, 1999 AUTOBIOGRAFAS COMENTADAS 8 8 7
inscribe en lo que se denomina: dilogo individuo-sociedad;que
como discurso social se inscribe dentro de las normas ob-servadas
por todo discurso coherente, acomodndose a todoslos parmetros que
regulan el uso de la palabra segn valoresreconocidos.
b) El material autobiogrfico puede ser manipulado parafacilitar
el acabamiento de un proyecto esttico en un tra-bajo de ficcin cuya
cohesin estructural engendra la novelade la propia vida. En la
autobiografa se pretende la identidadautor-narrador-personaje slo
cuando el lector concluye quehay similitud (no propiamente
identidad) entre el personajede la ficcin y el autor. ALBERT CAMUS
escribi al respecto:
La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre s mismoy
se pinta en sus libros es una de las puerilidades que el
romanticismonos leg. Por el contrario, no est del todo excluido que
un artistase interese primero por los otros, o por su poca o por
los mitosfamiliares. Si incluso llega a introducirse en la escena,
se puede tenerpor excepcional que hable de quin es realmente. Las
obras de unhombre retratan con frecuencia la historia de sus
nostalgias o de sustentaciones y casi nunca su propia historia,
sobre todo aquellasque se pretenden autobiogrficas. Ningn hombre os
jams pin-tarse tal como es7.
Pasando a otro orden de ideas, no es exageracin sugerirque la
nueva ficcin autobiogrfica encontr su inspiracina partir de la
novela Retrato del artista adolescente (1916),de JAMES JOYCE
(Dubln, 1882-Zurich, 1941), donde los ma-teriales autobiogrficos
fueron transformados en imaginacincreativa; los detalles de la vida
fueron alterados y reacondi-cionados por el autor en orden a que su
arte no su vidale permitiera dictaminar varias contigidades,
convergenciase ironas fundamentales en el aparato textual. Implcita
enla realizacin de Joyce est la idea de que el Yo puede
serficcionalizado, convertido en metfora, moldeado en
confi-guraciones ms o menos estticas, hiptesis de que bastante
7 ALBERT CAMUS, "L" 'Enigme'", en L'tre, Paris, Pliade, t. II,
1987,
pg. 864. La traduccin es nuestra.
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888 JUAN MANUEL CUARTAS RESTREPO T H . LIV, 1999
imaginacin y arte fueron aplicados en su objetivo; sin em-bargo,
el aporte de Joyce no constituye ms que un paso enla idea del
reconocimiento de que toda presentacin del Yoa travs del lenguaje
requiere una reduccin, una fragmen-tacin, una ficcin.
Desde el punto de vista de la tcnica literaria, la auto-biografa
y la novela apelan a la misma manera de exposicin,lo que hace
indispensable distinguir una de otra; aunque laprimera mantiene una
estrecha relacin con todos los g-neros de la literatura, su vnculo
con la novela es particular-mente ntimo e imbricado; no hay lmite
exacto que separela novela, como obra de ficcin, de la
autobiografa, queaunque en un principio no sera ficcin, encuentra
muchosobstculos para conseguir una objetividad completa.
El privilegio de la autobiografa comenta Gusdorf consiste,por lo
tanto, a fin de cuentas, en que nos muestra no las etapas deun
desarrollo, cuyo inventario es tarea del historiador, sino el
esfuerzode un creador para dotar de sentido su propia leyenda. Cada
uno esel primer testigo de s mismo; sin embargo, su testimonio no
gozade autoridad definitiva8.
Dada la naturaleza de los trabajos autobiogrficos ms re-cientes,
el estilo por el que optan los escritores no est a favordel tipo de
escritura creativo y complejo, lo que significaque la autobiografa
est cayendo en manos de quienes carecende fuerza para imponer su
escritura como definicin abiga-rrada del Yo. El oportunismo del
mercado determina y elevael inters de los lectores para que vean
una suerte de librossuperficiales como "autnticas" autobiografas
que aunquepublicitadas pueden haber sido enfocadas sin mayor
inten-sidad de cara a la recapitulacin ejemplarizante del Yo, yen
las que el verdadero dilema de la confrontacin entreel sujeto y el
lenguaje no es generalmente llevado a cabo.
GEORCES GUSDORF, "Condiciones y lmites de la autobiografa",
Ed.cit, pg. 11.
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T H . LIV, 1999 AUTOBIOGRAFAS COMENTADAS 889
Esta, digamos, "degeneracin" de lo autobiogrfico, nos llevaa
volver sobre dos textos capitales que continan influyendo,motivando
y definiendo la eleccin autobiogrfica; se tratade: Confesiones y
Las ensoaciones de un paseante solitario(publicadas postumamente
entre 1782 y 1789), de JEAN-JAC-QUES ROUSSEAU (Ginebra, 1712-
Ermenonville, Oise, 1778), yEcce Homo (1888), de FRIEDRICH NIETZCHE
(Rcken, Lt-zen, 1844-Weimar, 1900).
2. ROUSSEAU, CONFESIN SIN BENEFICIO DE INVENTARIO
De la misma manera que hay una realizacin de la escri-tura que
es la vida, existe.otra realizacin que es la escrituramisma; entre
ambas se opera una suerte de tensin cuandoel autobigrafo ordena su
conciencia y se aplica a escribir.Este acto deliberado seala, en el
primer caso que trataremos,el de Jean-Jacques Rousseau, lo
siguiente:
a) Un recogimiento de la vida, una necesidad de la con-ciencia,
que se da ms exactamente a comienzos de 1766,cuando Rousseau
abandona Pars en compaa del filsofoescocs David Hume, debido a que
su situacin en Franciaempezaba a resultar peligrosa luego de la
publicacin delEmilio. Tras mltiples vacilaciones, Rousseau acaba
por tras-ladarse a Wootton, en Staffordshire (Inglaterra), donde
decamorirse de fro; all comenz sus Confesiones.
b) Un optimismo con la letra; Rousseau se adora y re-presenta,
reordena su conciencia, detiene su marcha comoun tren en el camino,
emigra a su pasado en pos de lossignos que lo dominan.
En trminos generales, podemos recoger de Rousseau ladecisin
genuina de plantearse como 'ejemplo' ante los demsa travs de sus
Confesiones, pero en trminos particularesno podemos desestimar que
uno de sus principales proyectosacadmicos consisti en dar
testimonio de s mismo, desde elRetrato de hombre (c. 1746), los
Esbozos de las Confesiones,
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890 JUAN MANUEL CUARTAS RESTREPO T H . LIV, 1999
los tres dilogos Rousseau juez de Jean-Jacques, las cartas
alpoltico y proyector de los enciclopedistas Chrtien Guillaumede
Lamoignon de Malesherbes, hasta las Confesiones y lasEnsoaciones
del paseante solitario (publicadas postumamenteentre 1782 y 1789).
Rousseau demuestra su aplicacin in-telectual a la memoria, a la
discusin consigo mismo, a laevaluacin y al recuento de su propia
historia, pero si elinters general de las Confesiones era, como
afirmamos, plan-tearse como 'ejemplo', no haba sin embargo en esta
opcinuna motivacin semejante a la dada en las confesiones dehombres
y mujeres de los monasterios y conventos, donde laobservacin
continua de la vida no tena otro mvil quela comunin con Dios.
Rousseau participa mancomunada-mente a los lectores y a Dios su
decisin de declarar lospormenores de su vida sin artificio de
deformacin; un eventode prueba y confrontacin consigo mismo que
antes que re-dundar en 'ejemplo', lo consolida como baluarte de un
nicocredo: su Yo.
Ser y considerarse como un 'ejemplo' implica declararque es en
los trminos de la vida propia donde se realizanlas aspiraciones de
una comunidad; en este sentido, mientrasen el caso de San Agustn,
consolidar en la escritura auto-biogrfica los valores propios a un
alto sentido de la verdad,la honestidad y la humildad, constituyen
un motivo de en-cuentro con Dios, para un hombre mundano como
Rousseaula difcil tarea de entrega, testimonio y ejemplo, no se
consi-gue ms que en apariencia, bajo la declaracin explcita
ysintomticamente reiterada de su 'transparencia'. Pero un'ejemplo'
slo se configura como tal en la medida en que sedistingue como
ideal, o en su defecto, en la medida en quecarece de controversia.
Nuestra pregunta, en el caso de Rous-seau ser precisamente esa:
carece Rousseau de controversia?Evidentemente no; su poca constituy
para l un contextodifcil contra el que emprendi duras luchas y
contra el quedescarg fuertes alegatos.
Si Rousseau distingui en sus Confesiones la opcin derealzar su
vida, es en el marco de un proyecto ms general
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T H . LIV, 1999 AUTOBIOGRAFAS COMENTADAS 891
donde supera la tentativa ejemplar; las Confesiones, podra-mos
afirmarlo, constituyen un alegato en los trminos de lavida misma,
un episodio jurdico a travs del cual declararde manera fidedigna y
bajo la gravedad del juramento queel hombre sealado por otros como
desafiante, confuso, errado,es en el fondo transparente y veraz. As
dicho, ambigua oaudazmente ROUSSEAU inicia sus Confesiones con este
pro-fundo deseo:
Que la trompeta del juicio final suene cuando quiera; con
estelibro en la mano vendr a presentarme ante el Juez Soberano, y
diren voz alta: "He aqu lo que he hecho, lo que he pensado, lo que
hesido. Dije lo bueno y lo malo con la misma franqueza. Nada de
lomalo he callado, ni me atribu nada bueno, y si he llegado a
emplearalgn adorno indiferente e innecesario, ha sido nicamente
para llenarun vaco ocasionado por mi falta de memoria. He podido
suponerverdad lo que crea haber podido serlo, pero nunca lo que
considerfalso. Me he mostrado tal como fui; despreciable y vil
cuando lo hesido; bueno, generoso, sublime, cuando lo he sido
tambin; he des-velado mi interior tal y como T mismo lo has visto,
Ser eterno.Rene en torno mo la innumerable muchedumbre de mis
semejantes;que escuchen mis confesiones, que se lamenten de mis
indignida-des, que se avergencen de mi miseria. Que cada uno de
ellos descubraa su vez su corazn al pie de tu trono, con la misma
sinceridad, ydespus que uno solo te diga, si se atreve: Yo fui
mejor que ese hombre"9.
Rousseau no ser como tal un 'ejemplo' ms que en elsentido
literario; en otras palabras, con su obra tendr inicioy forma
distinguida el relato autobiogrfico; es decir, apartir del nfasis,
en este aspecto, por l emprendido, exponerel 'Yo' en la escritura
dejar de ser una forma de servicio aDios y pasar a ser el alegato y
recuento de la propia vida.Si fuera posible afirmar que hay como
tal un herosmo endecirlo todo acerca de uno mismo, entonces
Rousseau es comotal un 'hroe', antes que un 'ejemplo'. Como hroe de
smismo, los proyectos ms distinguidos del texto de Rousseauson: por
un lado la sinceridad y por otro el individualismo;
JEAN-JACQUES ROUSSEAU, Confesiones, Buenos Aires, Editorial
SopeaArgentina, S.R.L., 1947, pg. 5.
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892 JUAN MANUEL CUARTAS RESTREPO T H . LIV, 1999
solamente en la empresa de declarar sin empacho los
deter-minantes del individualismo se refleja como tal la
sinceridadcomo elemento censor de la palabra; sinceridad similar,
sies el caso, a la requerida en las confesiones religiosas
paraexponer a Dios los pormenores de la vida, pero orientadaen
Rousseau a la reclamacin de su protagonismo.
Meditar sobre la vida es una posicin autobiogrficatarda que pone
a Rousseau en relacin con el mundo exterior,queriendo entender por
qu y para qu reproducir tantosesquemas, o, en otros trminos, cuando
vislumbra la distanciadel tiempo idlico de su niez y advierte la
ineludible res-ponsabilidad que tiene de vivir para s mismo a travs
de laescritura. El ltimo testimonio autobiogrfico de Rousseau,Las
ensoaciones del paseante solitario, es escrito en el mo-mento en
que confirma la sospecha de que le aguarda lamuerte, de que escribe
de cara a la muerte ('tanatogrfica-mente'), porque la autobiografa
se puede pensar tambincomo una defensa contra la muerte; a sus 64
aos, Rousseauest enfermo; los ataques y las calumnias lo han
aniquiladoy busca serenidad en la isla de St. Pierre, en Suiza, en
mediode la naturaleza: "De qu disfruta uno en semejante situa-cin?
escribe de nada exterior a uno, sino de s mismoy de su propia
existencia". All se lee tambin:
Lanzado no s cmo del orden de las cosas, me he visto
precipi-tado en un caos incomprensible donde no veo absolutamente
nada;y ms pienso en mi situacin presente y menos puedo
comprenderdnde estoy 10.
Todo ha terminado para m sobre la tierra. Nada m puede hacerya
ni bien ni mal. No me queda nada ms que esperar ni que temeren este
mundo, y heme aqu tranquilo en el fondo del abismo, pobremortal
infortunado, pero impasible como Dios mismou .
En sus textos autobiogrficos Rousseau revela el impulsoque
conserva de querer mostrar a los otros que pese a la ad-
10 JEAN-JACQUES ROUSSEAU, Les Revenes du Promeneur Solitaire,
Pars,
Librairie Genrale Franc.aisc, 1983, pg. 20. La traduccin es
nuestra. Ibid., pg. 24.
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T H . LIV, 1999 AUTOBIOGRAFAS COMENTADAS 893
versidad se encuentra aqu, demostrando su presencia con
losademanes que le han sido propios, con su voz . . . ; sus
recuer-dos felices regresan, sus obsesiones se apaciguan. Mirar
haciaatrs y mirar hacia adelante para descubrir un sobresaltoque no
curar ya la vida por vivir, aunque hipotticamentepueda hacerlo la
escritura por escribir. La recuperacin deltiempo a partir de un
paralelismo entre el tiempo de la vida,y el tiempo de la escritura,
obliga a Rousseau a aferrarse aalgo ritual, algo que retarde el
desenlace de sus das.
Desde otra perspectiva, el reiterado nfasis de Rousseauen
declarar su sinceridad, podemos afirmar que se propo-ne en el fondo
estrechar el marco de su individualidad, paraque no lo confundan
con otros, para que entre l y su escriturahaya un nico vehculo de
verdad. As, la sinceridad traza,antes que con Dios, la confrontacin
con su individualidad,cuya tarea consiste en configurar un bosquejo
de s mismo,de su personalidad. El lector tiene ante la
autobiografa, eneste sentido, el compromiso de condescender, de
tolerar ladiferencia del otro, porque al distinguirlo como tal,
comoindividuo, recoge su vida como contenido, ya en los trminosde
un problema, ya en los de la intriga de una vida. Entre-sacado de
las Confesiones, miremos en palabras del propioRousseau, cmo se
combinan estos dos elementos que hemosresaltado: sinceridad e
individualidad:
Si, llegando a las consecuencias dijese: "Tal es mi carcter",
po-dra creer el lector que lo engao, o por lo menos que me
engao;pero detallndole con simplicidad todo lo que me ha ocurrido,
todolo que he hecho, todo lo que he pensado, todo lo que he
sentido, nopuedo inducirle a error, a menos que no lo quiera y ni
an querin-dolo podra de esta manera conseguirlo con facilidad
r2.
El objeto propio de mis confesiones es hacer conocer
exactamentemi interior en todas las situaciones de mi vida. Es la
historia de mialma la que prometo y para escribirla fielmente no
tengo necesidadde otras memorias: me basta, como he hecho hasta
aqu, con entrardentro de m13.
bid., pg. 101.11
Ibid., pg. 160.
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894 JUAN MANUEL CUARTAS RESTREPO T H . LIV, 1999
En la preocupacin por no ser mal entendido, por supe-rar las
dificultades inherentes a la determinacin de recontarla vida,
Rousseau vuelve cclicamente sobre los primeros tr-minos de la
propuesta, practica continuos reinicios en los quedefiende su
honestidad y su compromiso con la verdad. Esterestituir en la
escritura los trminos ticos expone mltiplesdificultades propiamente
autobiogrficas que empiezan porla idea de la lucha contra las
globalidades de la memoria ycontra las tentaciones de la
mentira.
Rousseau interpone el recurso tico de la "verdad", laexactitud,
la franqueza, porque en su intencin est redon-dear la historia de
sus das y dejar constancia, pero enrealidad escenifica ante el
lector el sntoma de la necesidadde reconocerse y nombrarse de
manera infatigable; la escri-tura sobre el Yo comportar as su
propia teora de la verdad,la cual consistir en la liberacin de los
artificios moralesque doman la accin en distintos momentos de la
vida;cuando el Yo individual es uno y mltiple al mismo tiempo,y
cuando se escribe sobre l no es seguro que se consigaalcanzar con
claridad. Desde el momento en que Rousseaudecide exponerse entra en
una suerte de juego peligroso enmedio de un proyecto autobiogrfico
con el que desea expo-ner a su vez un nuevo orden de ideas y
valores.
En esa combinatoria que se establece entre el recuerdoy la
cronologa de los eventos de la vida, desde un planopropiamente
humano, las Confesiones de Rousseau exponenlas enormes dificultades
de la memoria. El "reencuentro" conlos distintos momentos de la
vida, as como la bsqueda dedefinicin afirma el magnfico esfuerzo
del autor, el encuentrocon la escritura torna las Confesiones de
Rousseau en un pro-yecto complejo e intrincado, cuyos pormenores
pueden noradicar exclusivamente en la memoria sino ms bien en
lalocalizacin del ojo activo de la escritura en las tensiones ylas
dudas propias de la intriga que movilizan en l formascomo el placer
y el pensamiento crtico.
En el sealamiento de personajes que interactan con elpersonaje
central de las Confesiones, se consolida de manera
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T k . MV, 1999 AUTOBIOGRAFAS COMENTADAS 895
intensa la intriga de lo autobiogrfico. En el doble juego,doble
registro histrico-literario, la intriga surge como factorde la vida
humana, el cual consiste para Rousseau en entraren contacto, en
ponerse en juego y distinguir a la distancia,despus de pasados los
aos, las diferentes tendencias de loseventos. Este elemento, que
puede no ser central en otrasautobiografas, es en ROUSSEAU
esencial, y acta en sus Con-fesiones bajo un doble propsito:
La misma sociedad de la que se resiente y de la quese manifiesta
tan incomprendido es, bajo una segunda mirada,su gran propsito,
pero bajo los preceptos de la intriga.
El lector est llamado en las Confesiones a restablecerlos
vnculos existentes entre la narracin y la vida a partirde elementos
ambiguos que lo mueven a asumir la primeracomo una ficcin ms, pero
en los trminos de un Yo.
La escritura de Rousseau nos vuelve, de otro lado, sobresus
coherencias ms profundas, una de las cuales consiste enlas
reiteradas alusiones a la msica; su autobiografa es en estesentido
redefinible a cada momento segn una decisin quepretende no ser
arbitraria en la medida en que resume elproyecto de la vida misma.
Y la msica gana esta distincin,como sabemos, por encima de la
poltica, la literatura yotros intereses, otros afectos, otros
temores del autor que, sifuesen retratados desde fuera, es decir,
desde una biografa,cobraran sin lugar a dudas mayor relevancia.
Es la msica la que establece un vnculo entre el pasadoy el
presente, la que restituye a la memoria su calidad deespontnea;
mientras los otros recuerdos se difuminan comosi no constituyeran
autnticos sealamientos del pasado, lamsica triunfa y acompaa al
personaje de las Confesionesa lo largo del tiempo. Pero aludir a la
msica no representauna mencin desnuda, por el contrario, la msica
recoge lasdiversas emociones: los momentos apacibles, las
irrupcionesde violencia, las tensiones y las culpas, como un teln
defondo, como una segunda escritura que estructura la
vida.Involucrada con los primeros recuerdos, con las cancionesde su
ta Suzon, en las Confesiones se efectan apreciaciones
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896 JUAN MANUEL CUARTAS RBSTREPO T H . LIV, 1999
profundamente reveladoras de un espritu sensible que se
desa-rrollar a despecho de las enormes contingencias y
dificultadesde la vida. ROUSSEAU comenta:
Estoy persuadido de qite le debo la aficin, o ms bien, la
pasinpor la msica, que no se desarroll bien en m hasta mucho
tiempodespus ( . . . ) . El atractivo que su canto tena para m fue
tal, queno slo varias de sus canciones se me quedaron siempre en la
memo-ria, sino que vuelven a m, hoy que la he perdido y que,
totalmenteolvidadas desde mi infancia, las recuerdo a medida que
envejezco,con encanto que no puedo expresar. Dirase que yo, viejo
caduco,rodo por las preocupaciones y las penas, me pongo algunas
veces allorar como un nio, al cantar esas canciones con una voz
cascaday temblorosa?14.
Como instrumento de la conciencia, la msica propor-ciona el
recurso para sealar los cambios ms relevantes enla vida del
personaje, hasta llegar a configurarse, digamos,en un elemento
'dominante' que enlaza los distintos momen-tos. Jean Starovinski
afirma que "toda autobiografa, aunquese cia a pura narracin, es una
autointerpretacin"w quecorrobora la gravedad de los elementos
nombrados, aprecia-cin que seala en las Confesiones a la msica como
'deto-nante' crtico a partir del cual interpretar; asimismo, en
loscaptulos XIII y XIV del Ensayo sobre el origen de las len-guas,
en que habla de la meloda y de la imitacin musical(1781) la
distincin entre 'meloda' y 'armona' seala ladesnaturalizacin de la
msica por efecto de la convencio-nalidad armnica, comentario que
puede derivarse a otrasdesfiguraciones de lo natural: la voz por la
escritura; la li-bertad por la propiedad, etc.
En las Confesiones podemos distinguir, entre otros, unmomento
que vincula la msica con autnticas transforma-ciones de la vida de
Rousseau; en el Captulo IV aludea su gran pobreza en el momento de
su llegada a Lau-sanne, donde acudi a contemplar el hermoso lago;
su des-
w JEAN-JACQUES ROUSSEAU, Confesiones, ed. cit., pg. 8.
15 JEAN STAROVINSKI, La relacin crtica, Madrid, Taurus, 1974,
pg. 67.
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T H . LTV, 1 9 9 9 AUTOBIOGRAFAS COMENTADAS 897
ventura y extraeza se compensan en aquel momento conel recuerdo
del virtuoso msico Venture de Villeneuve, ycon el propsito de
seguir su ejemplo, para lo que determina:"se me meti en la cabeza
hacer en Lausanne el pequeoVenture, ensear la msica que no saba y
decir que era dePars, donde nunca haba estado"16. Este episodio, si
biensecundario en la vida de Rousseau, resulta central en
susConfesiones por el doble compromiso de afrontar la aventurade
presentarse como msico sin serlo, pero tambin por lasimplicaciones
que tendra suplantar su nombre y otras deter-minaciones de s mismo
por las de un msico:
Parisiense de Ginebra escribe, y catlico en pas protestante,cre
que deba cambiar mi nombre lo mismo que mi religin y mipatria. Me
aproxim a mi gran modelo tanto como me fue posible.l se llamaba
Venture de Villeneuve; yo hice el anagrama del nombrede Rousseau,
convirtindolo en el de Vaussore, y me llam Vaussore
deVilleneuve17.
En adelante Rousseau ser musiclogo, revisor de lanotacin
musical, redactor de los artculos de msica parala Enciclopedia,
compositor de peras, etc.
Finalmente, la msica guarda con la autobiografa la nodesdeable
coincidencia de pertenecer a la memoria, de no te-ner mayor
evidencia que una interpretacin fugaz a travs dela cual recuperar
su intensidad; memoria de la memoria, lamsica en Rousseau seala,
antes que un contenido ms, unrecurso metodolgico a travs del cual
reencontrar la emociny la gravedad de los distintos momentos.
3. EL 'CORPUS' DE NIETZSCHE COMO AUTOBIOGRAFA
El debate con Jacques Derrida llevado a cabo en Montrealen 1982
bajo la direccin de Claude Levesque y Christie V.Me Donald,
denominado L'oreille de l'autre, Autobiographies,
1 6 JEAN-JACQUES ROUSSEAU, Confesiones, ed. cit., pg. 85.
" Ibid., pg. 86.
13
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898 JUAN MANUEL CUARTAS RESTREPO T H . LIV, 1999
transfers, traducons, apunt a la evaluacin de lo autobio-grfico
en Friedrich Nietzsche18. La aproximacin de Derridaal problema de
la autobiografa difiere de las posiciones tra-dicionales en la
medida en que se aplica al orden de la graf,segn la cual dos formas
de desapropiacin son consustan-ciales: a) el problema del lenguaje,
y b) el problema del suje-to. El texto autobiogrfico es un
artefacto retrico que lejos de"reproducir" o "crear" una vida
produce su desaparicin,tema central planteado a su vez por PAUL DE
MAN en Allegoriesof Reading (1979) y en The Rhetoric of Romanticism
(1984).Para Derrida la autobiografa no se confunde de ningunamanera
con la vida del autor, ya que las palabras no puedencaptar el
sentido total del Ser.
A partir de la autobiografa entendemos cmo no existemanera de
sustentar tericamente ni lo "interior" ni lo"exterior" del texto,
accedemos a una serie de desapropiacio-nes, desajustes,
desfiguraciones operadas entre texto y refe-rencia. Derrida
plantea, de otro lado, que la autobiografaes firmada por alguien
que respalda el pensamiento del"eterno retorno" planteado por
Nietzsche, en la medida enque dicho pensamiento es selectivo y no
repite lo idntico,sino una relacin diferencial de fuerzas
afirmativas de lascosas. Lo autobiogrfico tiene la forma de un
retorno, es decir,de alguna cosa que no puede ser simplemente un
volver arecorrer lo transitado al margen de lo afirmado y lo
selecto.
El acto selectivo, el devenir activo que postula el
"eternoretorno" hace de la autobiografa un testimonio firmado
yrespaldado por un nombre, no una reconstruccin bsicay
relativamente fiel de una vida. La firma representa, a
esterespecto, el reconocimiento del Yo traspuesto, un Yo
hechopalabra, un Yo afirmado pero a la vez fragmentario y ambi-guo.
Si el 'retorno' es selectividad del Yo en el interior deltexto, la
firma es su afirmacin, su deduccin precisa y
18 Posterior al coloquio, Derrida dio a la publicacin una
versin
revisada y aumentada bajo el ttulo Autobiographiet.
L'cnseignement deNietzsche et la politique du nom propre, Paris,
ditions Galilc, 1984.
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TH. LIV, 1999 AUTOBIOGRAFAS COMENTADAS 899
duradera; el "eterno retorno", tal como lo describe el
propioNietzsche, cura los vacos de incomprensin del
individuo,renueva su tiempo y su dominio, en tanto que la
'firma'representa el compromiso de su afirmacin.
Derrida resalta, de otro lado, en su motivo de lo
'auto-bio-grfico', la parcializacin necesaria de las secuencias
dela vida del autobigrafo para que el lector asuma o analogiceen su
lectura las partes por el todo; se trata, en su considera-cin de
Nietzsche, de la 'Oreja' invocada por ste en EcceHomo; Oreja que es
propiamente el texto, las afirmacionesdel texto a travs del lector.
"La oreja del otro firma por m,me dice, constituye mi Yo
autobiogrfico", es una declara-cin, digamos, conjunta de Nietzsche
y de Derrida decidida-mente recurrente que invocamos ahora una vez
ms parareconocer cmo el Yo pasa a travs del Otro, a travs de
laOreja, dando lugar a la efectiva posibilidad de lo
autobio-grfico. El Otro, el lector, firma y afirma finalmente por
elprimero, por Nietzsche, comprometiendo su propio Yo enun acto
solidario y responsable que da curso al devenir. Deotra forma lo
autobiogrfico carecera de autntica proyeccin,sera simple ficcin que
libera al lector del compromiso deescuchar.
La crtica relacionada con la aproximacin al texto auto-biogrfico
lleva por su parte a Paul de Man a plantear al"lector" como
subgnero reflejado en l; de Man proponeuna distancia y una jerarqua
que distingue el texto y sudiscurso crtico dentro y fuera del
texto, reconociendo elerror bsico en el que ha incurrido la crtica
al considerarla autobiografa como el producto mimtico de un
referente.Slo penetrando en la estructura retrica del texto
autobio-grfico se descubre la ilusin de referencialidad
engendradapor el recurso mimtico del mismo. La estructura retrica(o
tropojgica) del texto autobiogrfico se asemeja a la es-tructura de
todo conocimiento; es as como al profundizaren su estructura
especular imparte conocimiento no sobre unsujeto sino sobre un
texto que representa un Yo; constituidopor un discurso que no llega
a dominar completamente, l
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900 JUAN MANUEL CUARTAS RESTREPO T H . LIV, 1999
autobigrafo afecta su testimonio con una cambiante e ina-sible
seleccin de eventos.
Pasando a Ecce Homo, de NIETZSCHE, advertimos a pri-mera vista
que lo autobiogrfico se encuentra all, de manerams pronunciada,
ante el compromiso de ratificar a su "autor";cuestin crucial que
decide afirmar a ste como sujeto (comodesafo, como Voz), se trata
del deslumbrante comienzo:
Como preveo que dentro de poco tendr que dirigirme a lahumanidad
presentndole la ms grave exigencia que jams se le hahecho, me
parece indispensable decir quien soy yo. En el fondo seralcito
saberlo ya: pues no he dejado de "dar testimonio" de m. Masla
desproporcin entre la grandeza de mi tarea y la pequenez de
miscontemporneos se ha puesto de manifiesto en el hecho de que nime
han odo ni tampoco me han visto siquiera. Yo vivo de mi
propiocrdito; acaso es un mero prejuicio que yo v ivo? . . . Me
basta hablarcon cualquier "persona culta" de las que en verano
vienen a laAlta Engadina para convencerme de que yo no v ivo. . .
En estas cir-cunstancias existe un deber contra el cual se rebelan
en el fondo mishbitos y ms an el orgullo de mis instintos, a saber,
el deber dedecir: Escuchadme!, pues yo soy tal y tal. Sobre todo,
no me con-fundis con otros!19.
Concebido el 'autor' como quien autoriza y es responsablede un
texto en la medida en que pone en circulacin ciertosdiscursos en el
interior de una sociedad, todas las formas deestos discursos
circulan con bastante independencia respecto ala personalidad e
incluso a la autoridad del escritor. Pero enNietzsche la afirmacin
compleja entre vida y escritura sepropone romper cualquier tipo de
ambigedad inherente asu 'firma'; la tutela autoral de Ecce Homo est
medida porel nombre propio y por la firma. Ecce Homo se auto-asumey
prev en su conjunto la efectiva distincin y exaltacin delYo; las
frmulas a travs de las cuales se anuncian los captulosdel libro
son, en este sentido, el respaldo de dicho proyecto:"Por qu soy tan
sabio", "Por qu soy tan inteligente", "Por quescribo tan buenos
libros", El nacimiento de la tragedia, Las
1 9 PRIEDRICH NIETZSCHE, Ecce Homo, Madrid, Alianza Editorial,
1994,
pg. 15.
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T H . LIV, 1999 AUTOBIOGRAFAS COMENTADAS 901
Intempestivas, Humano, demasiado humano, Aurora, La gayaciencia,
As habl Zarathustra, Ms all del bien y del mal,Genealoga de la
moral, Crepsculo de los dolos, El casoWagner, Por qu soy un
destino. En cada caso se trata deuna deliberada afirmacin (y
exigencia) de un Yo escrito,vivido y dimensionado como un
'destino'.
Anota Nietzsche: "Convert mi voluntad de salud, devida, en mi
filosofa"20, en esta relacin de la autobiografacon el cuerpo, que
podemos tomar en el sentido ms literalcomo el equilibrio deseado
entre salud y pensamiento, haysin embargo una correspondencia
etimolgica implcita entreel 'corpus' de una obra y el cuerpo de una
persona. Y si lavoluntad de salud es en Nietzsche propiamente la
vida, tam-bin la filosofa es salud, es decir, condicin de la vida,
talcomo se recoge de la siguiente afirmacin: "Recobrar lasalud
significa en m una serie larga, demasiado larga de aos,tambin
significa a la vez, por desgracia, recada, hundi-miento,
periodicidad de una especie de dcadence"2. Pero aqu salud alude
Nietzsche, que nos ha familiarizado a lolargo de su obra con un
tratamiento de la moral en trminosde 'salud' o 'enfermedad', y de
las religiones en trminos de'higiene'? Probablemente es directa la
alusin a los padeci-mientos del cuerpo, a las torturas del dolor,
las jaquecas, etc.,pero no deja de ser menos cierta una precisin en
torno a ladificultad y a la larga cadena de aos que conlleva el
esfuerzopor conseguir el vigor moral deseado, la salud necesaria
paraemprender tareas de alta sensibilidad e inteligencia, a fin
deconfigurar el 'corpus' de su pensamiento, en fin, para
desplazarel corpus acadmico a la vida. Partiendo de esta doble
distin-cin, no deja de resultar inquietante que Nietzsche sealeen
el numeral 8 del apartado. "Por qu soy tan sabio", losiguiente:
Me es lcito atreverme a sealar todava un ltimo rasgo de
minaturaleza, el cual me ocasiona una dificultad nada pequea en
el
2 0 Ibid., pg. 24.
2 1 Ibid., pg. 23.
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902 JUAN MANUEL CUARTAS RESTREPO T H . LIV, 1999
trato con los hombres? Mi instinto de limpieza posee una
suscepti-bilidad realmente inquietante, de modo que percibo
fisiolgicamentehuelo la proximidad o qu digo? lo ms ntimo, las
"visceras"de toda alma... Esta sensibilidad me proporciona antenas
psicolgicascon las que palpo todos los secretos y los aprisiono con
la mano: yacasi al primer contacto cobro consciencia de la mucha
suciedadescondida en el fondo de ciertas naturalezas, debida acaso
a la malasangre, pero recubierta de barniz por la educacin22.
En esta afirmacin se pone de manifiesto que el encuen-tro con
los dems es un asunto de 'visceras', de sentir o nonusea en su
presencia, de percibir su hedor, desplazando arepresentaciones
eminentemente fisiolgicas las observacionesrelacionadas con la
moral y con el pensamiento de esas perso-nas. Como buen heterodoxo,
Nietzsche reconoce con la sim-ple percepcin los miasmas del
pensamiento decadente; suproyecto intelectual ha alcanzado
formulaciones somticasque declaran la profunda coincidencia de su
obra (su 'corpus'),con lo que el cuerpo aporta a la misma. Casi
diramos queno se precisa la razn para discernir, basta con oler, de
estamanera la razn se guarda para los mejores embates, los quea lo
largo del proyecto nietzscheano se proponen echar atierra los
valores que, agotados, continan actuando y desfi-gurando la
autntica voluntad; la mxima comprensin filo-sfica de Nietzsche,
dirigida tanto al cuerpo como al 'corpus'de una filosofa occidental
ajena ya a la autntica compren-sin de la vida.
Ms adelante, en el apartado "Por qu soy tan
inteligente",Nietzsche adelanta una serie de precisiones acerca de
suscostumbres alimentarias, en una clara implicacin, una vezms, con
la salud espiritual: "Una inercia intestinal, anmuy pequea,
convertida en un mal hbito, basta para hacerde un genio algo
mediocre, algo alemn"23. La lnea quepuede separar la vida de un
autor de su obra, en qu tr-minos debe debatirse entonces?, en
trminos de inters?,
2 2 ibid., pg. 33.
2 Ibid., pg. 39.
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T H . LIV, 1999 AUTOBIOGRAFAS COMENTADAS 903
de conciencia?, de estrecha vinculacin?, de impostura?Esta
difcil opcin queda planteada a partir de Nietzsche, oen otro
sentido, por qu aceptamos que Ecce Homo es unaautobiografa?, por qu
no establecemos distancia entre lavida emprica de Nietzsche y este
ejercicio de resea de supropia obra?; estamos aceptando los vnculos
entre la viday la obra en trminos de causa o en trminos de
finalidad?De la vida de Nietzsche sabemos realmente poco, ste nonos
la cuenta, se la reserva para s mismo, pero a cam-bio nos seala
algunas cosas importantes como:
"Descontado, pues que soy un dcadent, soy tambin suanttesis" 2
\
"Yo mismo, adversario de rigoeur [de rigor] del cris-tianismo,
estoy lejos de guardar rencor al individuo por algoque es la
fatalidad de milenios"25.
"Yo negu muy seriamente mi voluntad de vida acausa de la cocina
de Leipzig, simultnea a mi primer estudiode Schopenhauer (1865)"
2\
Qu es lo que yo quiero en realidad de la msica. Que sea jovialy
profunda, como un medioda de octubre. Que sea singular,
traviesa,tierna, una pequea y dulce mujer de perfidia y de
encanto.. .27.
Falta en m todo rasgo enfermizo; yo no he estado enfermo
nisiquiera en pocas de grave enfermedad; en vano se buscar en mi
serun rasgo de fanatismo. No se podr demostrar, en ningn instante
demi vida, actitud alguna arrogante o pattica2*.
"Yo soy el primer inmoralista: por ello soy el aniquiladorpar
excellence".
24 Ibid., pg. 23.
2 Ibid., pg. 32.
28 Ibid., pgs. 36-37.
2* Ibid., pg. 48.
28 Ibid., pgs. 53-54.
29 Ibid., pg. 125.
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904 JUAN MANUEL CUARTAS RESTREPO T H . UV, 1999
Estas y otras afirmaciones que comprometen al Yo, queaportan
elementos para la comprensin de su realidad, debenser
necesariamente autobiogrficos salva vertate; a partir deellos las
elaboraciones complementarias no marcarn ms quela intencin de la
autobiografa, que en el caso de Nietzscheest lejos de constituir
como tal una confesin; acometeEcce Homo como la declaracin de una
exigencia, rom-piendo con la tradicin de siglos que recomendaba
lahumildad para hablar de s mismo. En Ecce Homo no hayproyecto
ejemplar, sino controversia, demanda, por eso laenorme economa de
alusiones a la propia vida, episodios quedistorsionaran la efectiva
visin del personaje, que distancia-ran el desafo de ensear las
altsimas dificultades y losaltsimos mritos de hacer de la vida un
'corpus', una filosofaque se ha propuesto la menuda tarea de
reformular las msacendradas hiptesis de Occidente.
Pasando a otro comentario, en un gesto apenas conse-cuente con
la propuesta autobiogrfica, Nietzsche nos re-construye la doble
lnea genealgica de su vida. La filosofaclsica romana nos haba
dejado ya en este sentido unade las condiciones autobiogrficas ms
complejas, cuando elemperador MARCO AURELIO reconoce en sus
Meditaciones pasoa paso y uno a uno los favores recibidos del
ejemplo y laenseanza de sus progenitores, preceptores, allegados y
ami-gos. Este elemento, que torna profundamente complejo elpropsito
de dar cuenta de la propia vida, seala las distintasinfluencias y
nos pone en el serio compromiso de reconoceren el caso de Nietzsche
la gravedad de las influencias, todavez que vincula su pensamiento
y su vida con un troncode familia en repetidas afirmaciones que van
ms all deun vaco gesto retrico. En el mismo sentido, no tan
ordenadocomo Marco Aurelio, JEAN-PAUL SARTRE recoge en su
auto-biografa Palabras el infinito contraste que se presenta
entrela ilusin del nio y el orden y los presupuestos de los
adultos,continuos eventos de desfiguracin, sumatoria de indicios
quesealan al nio como manipulador y vctima de las fijacionesy
moldes de los adultos. Pero en el caso de Nietzsche este
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T H . Lrv,1999 AUTOBIOGRAFAS COMENTADAS 905
aspecto se resalta como uno de los elementos ms revela-dores y
determinantes de su vida y, por supuesto, del deve-nir de su obra,
debido a la manera como nos presenta tantoa su padre, de quien
recoge todo lo sublime y noble, como asu madre y a su hermana, en
cuya vulgar y mortal red sesiente atrapado:
Considero un gran privilegio haber tenido el padre que tuve:los
campesinos a quienes predicaba pues los ltimos aos fue pre-dicador,
tras haber vivido algunos aos en la corte de Altenburgodecan que un
ngel habra de tener sin duda un aspecto similar. Ycon esto toco el
problema de la raza. Yo soy un aristcrata polacopur sang [pura
sangre], al que ni una sola gota de sangre mala sele ha mezclado,
y, menos que ninguna, sangre alemana. Cuando buscola anttesis ms
profunda de m mismo, la incalculable vulgaridadde los instintos,
encuentro siempre a mi madre y a mi hermana, creerque yo estoy
emparentado con tal canaille [gentuza] sera una blasfe-mia contra
mi divinidad30.
Como debera hacerlo todo autobigrafo, Nietzsche buscala
anttesis; antes que resolver su autorrepresentacin entrminos
eminentemente narrativos, busca la anttesis paranombrar desde un
principio la diferencia que existe entreescribir en homenaje a un
muerto (su padre) y escribirpara los inescrupulosos ojos de los
vivos (su madre y su her-mana), seres de doble moral, incapaces de
catapultar su inde-cencia para atender no ya a la voz de su hermano
y su hijo,sino a la de Zarathustra, a la de Dionisio.
La complejidad de la denuncia de Nietzsche al calificara su
madre y a su hermana en esos trminos radica, de otraparte, en lo
que l denomina 'la pequenez de sus contempor-neos' que, como afirma
en su prlogo a Ecce Homo, se tratade personas que "ni me han odo ni
tampoco me han vistosiquiera". Lo hemos visto?, esa es nuestra
pregunta, osencillamente lo hemos transformado en una referencia
mspara el alegato acadmico, rido y analtico de la filosofa?
3 0 ibid., pg. 25.
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906 JUAN MANUEL CUARTAS RESTREPO T H . LIV, 1999
4 . DOS PALABRAS PARA EL Y O
Despus de lo visto, sobra decir que la determinacindel Ser como
presencia, la derivacin del Yo como conciencia,son los principios
de la autobiografa, que si entre el Ser yel Yo median conciencia y
presencia, el primero acta desde elreconocimiento de su huella en
el tiempo.
El Yo engloba, de otro lado, la conciencia crtica delsujeto,
tanto como la historia de su propio cuerpo; un Yo queno existe ms
que en el cuerpo, desde donde traza su huellaen el tiempo. La
autobiografa, no cabe duda, salvo contadasexcepciones conserva
tcitas las referencias a la identidad(corporal?) del Yo para
insistir a cambio en la descripcinde otras derivaciones de la
conciencia crtica. El Yo se go-bierna y se representa, y en orden a
ello surge como 'otredad'y se define entonces en relacin con el
arte, la tcnica, la ley,las instituciones, la sociedad, etc.
El sentimiento del Yo como sujeto deviene del actomotivado de
meditar acerca de la vida; el sentimiento delYo como sujeto arriba
a la conciencia cuando se han apro-piado las delimitaciones de
familia, provincia y credo; elsentimiento del Yo como sujeto es una
concrecin de dichasdelimitaciones, la adscripcin al orden y al
sentimiento inme-diato de la vida. La conciencia del Yo sigue
entonces uncurso, una evolucin; se metamorfosea como un anfibio,
re-formula su programa y revisa su historia.
Representarse como Yo puede ser, de otra parte, unproceso, un
herosmo, una dificultad, un asombro, pero tam-bin una consigna; no
es sencillo el tema de su origen, susfronteras, sus abismos, su
acomodacin frente al espejo, susilencio, sus lenguajes. El Yo
personaje en la autobiografa,llammoslo as, es absorbente y
obsesivo, no da tregua, desen-vuelve la historia, ocupa la
escritura; cada cosa nombrada hablapor l . . . En este sentido, hay
un acto de reivindicacin socialdel individuo que se realiza en el
texto literario escrito enprimera persona, ms concretamente, en la
autobiografa;reivindicar: reclamar una cosa que pertenece a uno
pero que
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T H . LIV, 1999 AUTOBIOGRAFAS COMENTADAS 9 0 7
est en manos de otro. Pero, qu es aquello tan personalque est en
otras manos?, de qu bsqueda se trata eneste caso ?, de qu derecho
?: La identidad ?, la dignidad ?,la pertenencia a un espacio
personal a travs del cual sereconocen las funciones cumplidas como
involucradas en unahistoria? Reivindicarse escribiendo sobre s
mismo puede sig-nificar liberarse de la opinin, un acto complicado
porque noexisten instancias puras del Yo a las que se pueda
aspiraral margen del ejercicio social; hablando con
franqueza,consigo mismo se reconoce que la reivindicacin es
siempreun evento posterior (anacrnico), una reaccin para
recon-quistar la dignidad lastimada por la historia, martirizada
porla envidia, la violencia y el rencor. En la autobiografa
estimplcito entonces un reclamo violento de s mismo, el
embatedecidido por reconocerse en un Yo que se cultiva a pesar
delas apariencias.
La contingencia que reclama el acto de decir: "S" alconjunto del
Yo y de la palabra es el indicio mismo de la'auto-bio-grafa';
quedando de lado las ambigedades propiasa los tipos de relacin
posibles entre la palabra y la existencia.La muerte, la locura o la
vejez devienen en la autobiografapropiamente la alborada de la
escritura; as escribe Nietzschesu Ecce Homo antes de caer en la
locura.
"Se me ha entendido? Lo que me separa, lo que mepone aparte de
todo el resto de la humanidad es el haberdescubierto la moral
cristiana ( . . . ) .
Se me ha entendido? No he dicho aqu ningunapalabra que no
hubiese dicho hace ya cinco aos por bocade Zarathustra ( . . . )
.
Se me ha comprendido? Dionisio contra el Cru-cificado..."81.
Y Rousseau, al trmino de su vida, deja en sus Ensoa-ciones del
paseante solitario, una semblanza semejante:
3 1 FRIEDERICH NIETZSCHE, Ecce Homo, ed. cit., pgs. 129-132.
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908 JUAN MANUEL CUARTAS RBSTREPO T H . LIV, 1999
Heme aqu, solo sobre la tierra, no teniendo ms por hermano,por
prjimo, por amigo, por sociedad que yo mismo. El ms sociabley el ms
amante de los humanos ha sido proscrito por un acuerdounnime. Ellos
han buscado en los refinamientos de su odio qutormento puede ser ms
cruel a mi alma sensible, y han rotoviolentamente todos los vnculos
que me ataban a ellos. Yo he amadoa los hombres a pesar de ellos
mismos32.
A partir de estas declaraciones se da paso entonces a
la'auto-bio-grafa', se rompen los lmites; los dos filsofos
sevuelven sobre s al final de la jornada, en una suerte desoledad
fundamental que los acoge; all se reconocen a travsde sus
fragmentos de cosa vivida... Ha surgido el 'Yo'metafsico que se
desprende de s mismo y est a punto decontarse su vida.
JUAN MANUEL CUARTAS R.
Universidad del ValleDepartamento de Filosofa.
3 2 JEAN-JACQUES ROUSSEAU, Les revertes du Promeneur Solitaire,
Ed.
cit, pg. 19. La traduccin es nuestra.
-
LMINA XII. Don Ramn recibe, de manos del presidente de la
Repblica,doctor Julio Csar Turbay Ayala, el diploma ijue lo
acredita como
Miembro de Nmero de la Academia Colombiana de la Lengua, en
1982.
-
LMINA XIII
En Guadalajara, Mxico, cuando recibiel Doctorado Hanoris
Causa,en Filosofa y Letras, por la
Universidad Autnoma de Guadalajara,en 1985.
LMINA XIV. En el Club de Ejeculivos, en mayo de 1991,con Ada
Martnez de Cansosa y Ricardo Hochleilner.
-
LMINA XV. Al centro don Ramn rodeado de algunos colombianislas
estadounidensesy de escritores colombianos, el 9 de agosto de 1991,
en la Fundacin Santillana para Iberoamrica.
-
LMINA XVI. El 2 de septiembre de 1991, en la Academia Colombiana
de la Lengua,despus de la posesin de don Ignacio Chaves Cuevas.
director del Inslituto Caro y Cuervo, como Acadmico de Nmero.Al
centro don Ramn, de izquierda a derecha doa Carmen Vlez de
Zubiria,
don Ignacio Chaves, Lcides Moreno, Nicols del Castillo, su
esposa Paulina Piedrahita,Eliska Krausova, esposa del director del
Caro y Cuervo, y Fernando Gonzlez Cajiao.
-
III. LINGSTICA
-
CampoTexto: THESAURUS. Tomo LIV. Nm. 3 (1999). Juan Manuel
CUARTAS RESTREPO. Jean-Jacques ...