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Jaime Silva, del naif a lo social. Álvaro Muñoz L. Introducción Al dar inicio a la presente ponencia, me es necesario aclarar, que ésta tiene su origen, en una raíz profundamente vivencial, dada por la relación que, primero como alumno, luego como ayudante y también como amigo; tuve el privilegio de compartir con el maestro Jaime Silva. La presente ponencia surge a partir de un diálogo inconcluso que sostuve con Jaime, algunas semanas antes de su muerte. En aquella ocasión, ya en la fase terminal de su enfermedad, la conversación deambula accidentadamente sin más hilo conductor que el que le permiten las lagunas de consciencia en que lo mantienen suspendido los fármacos calmantes del dolor. No obstante, en aquel contexto, sometido a dichas intermitencias, en un determinado momento, Jaime Silva articula la siguiente reflexión: “Tal vez lo mío ha sido crear obras naif y tal vez esto defina mi paso por el teatro”. Ante mi imposibilidad de formular, entonces, una réplica a sus palabras, dado su delicado estado de salud, esta ponencia pretende cumplir, aunque sea parcialmente, con aquella respuesta o réplica todavía pendiente. Para ello he decidido abordar el análisis de algunas de sus obras calificadas como teatro infantil, sobre la presunción de que, precisamente a éstas aludía Jaime con el calificativo de obras Naif. Las obras en las que me detendré para este análisis son: “La princesa Panchita”, “Arturo y el Ángel” y “Los grillos sordos”; y lo haré desde la perspectiva de validar, o bien refutar la afirmación antes mencionada. He elegido estas 1
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Jaime Silva del Naif a lo Social

Feb 20, 2023

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Jaime Silva, del naif a lo social.

Álvaro Muñoz L.

Introducción

Al dar inicio a la presente ponencia, me es necesarioaclarar, que ésta tiene su origen, en una raíz profundamentevivencial, dada por la relación que, primero como alumno,luego como ayudante y también como amigo; tuve el privilegiode compartir con el maestro Jaime Silva.

La presente ponencia surge a partir de un diálogo inconclusoque sostuve con Jaime, algunas semanas antes de su muerte. Enaquella ocasión, ya en la fase terminal de su enfermedad, laconversación deambula accidentadamente sin más hilo conductorque el que le permiten las lagunas de consciencia en que lomantienen suspendido los fármacos calmantes del dolor. Noobstante, en aquel contexto, sometido a dichasintermitencias, en un determinado momento, Jaime Silvaarticula la siguiente reflexión: “Tal vez lo mío ha sido crear obrasnaif y tal vez esto defina mi paso por el teatro”.

Ante mi imposibilidad de formular, entonces, una réplica asus palabras, dado su delicado estado de salud, esta ponenciapretende cumplir, aunque sea parcialmente, con aquellarespuesta o réplica todavía pendiente. Para ello he decididoabordar el análisis de algunas de sus obras calificadas comoteatro infantil, sobre la presunción de que, precisamente aéstas aludía Jaime con el calificativo de obras Naif.

Las obras en las que me detendré para este análisis son: “Laprincesa Panchita”, “Arturo y el Ángel” y “Los grillossordos”; y lo haré desde la perspectiva de validar, o bienrefutar la afirmación antes mencionada. He elegido estas

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obras, pensando en el grado de representatividad ypopularidad que éstas expresan en respecto de la obra deJaime Silva. Como dato objetivo de esto último, cabemencionar que estas tres obras han sido editadas, ya sea bajola forma de Cuadernos de Teatro del Ministerio de Educación,o bien, insertas como parte de los textos de estudio de lasasignaturas de Castellano o Lenguaje y Comunicación, paraescolares de Enseñanza Básica y Media.

Del Naif a lo Social

Cuando me propuse abordar esta ponencia, una de las primeratareas fue la de desentrañar lo más fielmente posible, elsentido de las palabras del maestro Jaime Silva: “Tal vez lo míoha sido crear obras naif y tal vez esto defina mi paso por el teatro”. Dadoque, desde aquel día, la salud de Jaime nunca más permitióahondar en este diálogo, la alternativa por la que opté fuela de indagar este sentido, apoyado en la cercanía y elconocimiento que tuve de él. En base a esto último, puedoseñalar, ciertamente, como un dato relevante y también a modode anécdota, que ha sido casi un lugar común, entre una grancantidad de quienes alguna vez fuimos sus alumnos, elreferirnos a Jaime Silva haciendo alusión a su vastoconocimiento en cuanto tuviese que ver con las artes engeneral, así como con el teatro y la literatura enparticular. Esta condición, no sólo hizo de la erudición susello personal ante sus alumnos, sino que forjó en elimaginario de muchos de ellos, una impresión asimilable a lade una verdadera “enciclopedia viviente”, la que sumada aotras imágenes o adjetivaciones afines, no hacen más que darcuenta de la profunda vocación intelectual implícita en su

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quehacer teatral y docente. Esto, no obstante, él mismodeclarara en un esbozo autobiográfico escrito poco antes delagravamiento de su enfermedad:

“Tuve momentos difíciles de lucha con mi familia por entrar a la Escuela de Teatro,lo cual me hizo iniciar tres carreras diferentes, lo que me ha hecho cargar con unaerudición a veces incómoda”.

Otro aspecto a considerar, sin duda el más difícil, es elmomento en que él formula esta afirmación: la fase terminalde su enfermedad, circunstancia de la que él tuvo siemprepleno conocimiento. En este contexto, difícil me esimaginar un escenario de autocomplacencias. Más bien tiendo acreer que Jaime Silva, en aquellas rigurosas intermitencias,hacía autocrítica de su obra y de su vida. Este parecer se vereforzado, además, con otras intervenciones de este mismoperíodo, en las que manifestó expresamente su deseo decorregir algunas de sus obras, o bien, cuandosorpresivamente, como si viniese recién despertando de unlargo sueño, pedía a alguno de los miembros de su familia,generalmente a su nieta Belén, que se acercase con lápiz ypapel para dictarle correcciones puntuales de algunos de sustextos.

Apoyado en estos elementos circunscribo esta afirmación deJaime Silva en el contexto de la autocrítica y asumo elempleo que, entonces, hizo del término “Naif” como un usopeyorativo del mismo, uso generalmente asociado a lo liviano,light, lo carente de sustancia o contenido.

Según la historiografía del arte, el primero en acuñar elconcepto de Naif, como noción estética fue Diderot, elenciclopedista, quien ya en el siglo XVIII en sus “Escritossobre Arte”, señala: “Para decir lo que siento es preciso que cree unapalabra o que al menos amplíe la acepción de una palabra ya creada, la palabraingenuo. Aparte de la simplicidad que expresa, hay que añadirle la verdad y la

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originalidad de una infancia dichosa que no ha sido coaccionada; entonces loingenuo será esencial en toda la producción de las bellas artes”. No obstante,dicho concepto será ampliado posteriormente por el poeta ycrítico Charles Baudelaire, quien en su texto: “El pintor dela vida moderna”, reconocerá lo Naif, como una noción no sóloreconocible en la infancia del artista, sino también a lainfancia del género humano, es decir, en lo primitivo:“Barbarie inevitable, sintética, infantil, que permanece a menudo visible en un arteperfecto, y que deriva de ver las cosas ampliamente, de considerarlas sobre todoen el efecto de su conjunto”. Para luego terminar concluyendo que elgenio no es sino: “la infancia recobrada a voluntad”.

El concepto será también reivindicado por los impresionistasal postular la “inocencia del ojo”, creando el mito de lavisión recién nacida o amnésica, aquel misterioso don depoder observar el mundo siempre como si fuese por primera vezpara así, con la pureza de esta primera mirada, poder captarde la esencia profunda de los seres y las cosas. Igualmentelos surrealistas, en su momento, valorarán esta noción, apartir de los escritos de Sigmun Freud, que les revelaránque, cuando se adormecen nuestros pensamientos, el niño y elsalvaje que hay en nosotros, despierta.

Las conceptualizaciones acerca de lo Naif, si bien sonabundantes, no suelen ser excluyentes y tienden a definir unarte ingenuo, puro, genuino, directo y no contaminado porprejuicios; cualidades respecto de las que Ernst, Gombrichseñala también en su Historia del Arte: “Los artistas advierten queesa simplicidad y espontaneidad es la única cosa que no se puede aprender.Cualquier otro recurso del oficio puede adquirirse;…”. O bien, cuandocomenta: “En una de sus cartas de Tahiti, Gauguin escribió que sentía lanecesidad de volver más atrás de los caballos del Partenón, retrocediendo alcaballito de madera de su infancia”.

No obstante lo dicho hasta aquí, lo Naif es una categoría quese remite fundamentalmente al ámbito de la pintura. Por esta

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razón, la tarea de desentrañar y discernir, por un lado, quéde lo Naif se encuentra presenta en el teatro infantil deJaime Silva; y por el otro, qué es lo que trasciende estacategoría, o bien, qué desde dicha categoría, trasciende ysugiere o plantea una mirada a lo social; va a estardeterminada, en ocasiones, por el pie forzado de latraslación de calificaciones desde el ámbito de la pintura,al ámbito del teatro.

La princesa Panchita

Hablar de la Princesa Panchita es, sin lugar a dudas, hablarde un clásico del teatro infantil chileno. Estrenada en 1958por Jaime Silva, entonces alumno de la escuela de Teatro dela Universidad de Chile, en el marco de un concurso de teatroorganizado por dicha casa de estudios, se constituye en unéxito inmediato, el que se ve coronado con el primer lugar deaquel certamen. El elenco integrado por compañeros de curso,entre los que él también se incluye; cuenta, además con elsignificativo aporte del Luis Advis en la composiciónmusical.

En “La Princesa Panchita” la historia se enmarca dentro delclásico relato de los Cuentos de Hadas con reyes, reinas yprincesas, con la particularidad de que aquí, las reinas, lashadas, los príncipes y princesas, según el decir del mismoAdvis: “hablan como huasos”.

La Princesa Panchita, hija del Rey Pancho y de la ReinaPancha, está enamorada del Príncipe Juan, el príncipe máspobre de la región. Quizás la mejor pintura de esta relaciónes la que la misma Princesa Panchita nos hace ver en uncuento que ella le regala al Príncipe Juan:

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Panchita: Esteras y esteritas para secar peritas, esteras y esterones para secarorejones, este era un príncipe y una princesa que se querían mucho, pero vivíanseparados… Y no podían escribirse porque nunca habían ido a la escuela.

Los padres de Panchita, reyes de un reino/fundo venido amenos, siguiendo el molde costumbrista, se caracterizan, enel caso de la Reina Pancha, por la ambición desmedida y elarribismo; y en el caso del Rey Pancho, por la pusilanimidady la carencia de don de mando. Ambos, con la Reina Pancha ala cabeza buscarán adjudicar el amor de su hija alpretendiente con más dinero.

Entre éstos, descontando al Príncipe Juan, verdadero amor dePanchita, se encuentran:

El príncipe Carmelito, príncipe ingenuo, carente de maldad yajeno por completo a las maquinaciones e intereses que muevenal mundo de los adultos.

El príncipe Azul, príncipe snob, verborreico y ególatra, conreminiscencias de la tradicional pedantería del capitalinoen provincia.

El príncipe Rudo, avasallador y dominante, confiado en elpoder de su dinero y en la prepotencia de su carácter,simbolizados ambos en un portentoso camión en el que llega abuscar, sin más trámites, a Panchita.

Estos tres pretendientes tendrán que competir en una carreraorganizada por la Reina Pancha, madre de Panchita, con lacondición de que, sólo el que gane, obtendrá la mano de suhija.

Panchita sólo cuenta a su favor con la ayuda del Hada Chepa,suerte de nana metiche, ladina y con poderes mágicos, queconsigue que el príncipe Juan también participe de la carreray que, además, promete a Panchita poner obstáculos a los

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otros competidores para que sólo triunfe su verdadero amor.Sin embargo, Panchita es raptada durante la carrera por elpríncipe Rudo, quien la obliga a aceptarlo y a casarse conél. Ante las negativas de Panchita, éste la amarra a unárbol. Finalmente, el príncipe Juan, con la ayuda delpríncipe Carmelito, encuentra a Panchita y derrota alpríncipe Rudo.

Tal como comentara Eugenio Guzmán en el prólogo a la ediciónde “La princesa Panchita” de 1981: “Como cualquier cuento que seprecie de tal, éste llevaría una moraleja bien grandota: el amor debe ser ganadopor quien realmente lo merece”.

Y así, en esta historia de príncipes huasos, terminan todosfelices, el príncipe Juan besa a la princesa Panchita, elcielo se tiñe de rosado y entran todos los personajescantando el “Arroz con leche”.

Siguiendo una anécdota simple, cándida, ingenua, en donde losbuenos triunfan sobre los malos, Jaime Silva nos acerca a laanécdota clásica del triunfo del amor, sobre la ambición y elpoder del dinero, desde su particular visión del universocampesino. Éste, como rasgo fundamental, se encuentrahabitado por una poderosa fuerza que asume una dobledimensión, que da cuenta en buena medida de lo Naif presenteen esta obra y que a la postre propiciará el triunfo delamor: por un lado la inocencia, la candidez, la pureza propiade la infancia, representada por el príncipe Juan, elpríncipe Carmelito y la princesa Panchita, y sumado a estosla pureza propia del campo, de la naturaleza, con la fuerzade lo silvestre y de lo incontaminado. No obstante, de entreestos tres personajes, quizás sea el del príncipe Carmelito,verdadera suerte duende/niño o elfo criollo, quien mejorencarne la conjunción de estas dos dimensiones y quien mejorrepresente esta barbarie inevitable, sintética e infantilque reseñara Baudeaire. Si bien, desde un principio el

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príncipe Carmelito tan sólo responde “Agú, agú” a cuanto sele pregunta, prontamente se nos revelará a través de sucanción, verdadera invocación a la naturaleza, canto a lapureza y la inocencia de lo infantil, de lo silvestre y locampesino:

Carmelito: Quiero ser chiquito, vestirme de grillocon patitas de oro y poncho amarillo.

Quiero ser amigo de todas las flores;ser un remolino de cuatro colores.

Ser un pampanitoque duerme la siestaen la parra grandeque hay en la huerta.

Al Tatita Diosde noche le pidoque me dé un par de alaspara los domingos.

No obstante, esta concepción aparentemente ingenua, subyaceen toda la obra la inequívoca mirada de su autor. Por eso esque los príncipes y princesas, las hadas y los reyes de “Laprincesa Panchita”, no provienen de ciclos artúricos,germánicos o carolingios. Aguzando algo más la vista, trasla poética mirada de Jaime Silva, en sus sencillos personajesviven los pequeños propietarios, los medieros, los inquilinos

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y las nanas de la zona de Pitrufquén al sur de Temuco. Atodos ellos los conoció directamente siendo niño Jaime Silvay también durante su adolescencia en las vacaciones en elfundo que trabajaban sus padres.Quizás sea apresurado aventurar en este sentido, algún unrasgo que nos permita hablar de una mirada más ligada a losocial, respecto de la realidad campesina retratada en “Laprincesa Panchita”. Pero algo resulta tras la lectura deesta obra, algo que provoca que aquello que subyace tienda aaflorar bajo “la inocencia del ojo” de Jaime Silva, bajo sumirada poética en la que el amor y la compasión aparecenentremezclados indistintamente. Ese algo no es más queaquellas “Vidas mínimas” en versión campesina, aquellospersonajes anónimos reivindicados en algo más que laanécdota, en algo más que el lenguaje, y de quienes él mismodeclaró en una oportunidad: “Ellos se merecían una fábula”.

Arturo y el Ángel.

Estrenada en 1963 «Arturo y el Ángel» gana el primer premioen el “1ºConcurso de Teatro Joven” organizado por la Casa dela Cultura de Ñuñoa y continúa el éxito iniciado algunos añosantes con “La Princesa Panchita”.

En “Arturo y el Ángel”, Jaime Silva nos cuenta la historia dela graduación de los alumnos de sexta preparatoria de unahumilde escuelita rural de la localidad de Mahuidanche,provincia de Cautín, escenario que sigue siendo el mismo enel que se inspirara para escribir “La princesa Panchita”: lazona de Pitrufquén, aquel territorio mágico y vital de suinfancia y su adolescencia. Sin embargo, a diferencia de loque sucede en ”La Princesa Panchita”, aquello que allí

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aparece insinuado, implícito bajo la existencia de hadas,reyes y princesas, en “Arturo y el Ángel” aflora totalmente.Los peones, inquilinos, los pequeños medieros y sus hijos seencuentran aquí presentes y nos contemplan cara a cara, connombre y apellido, desde la inmutable precariedad de susvidas.

A la obra se da inicio con un día de fiesta, la pequeñaescuelita se engalana para recibir a las autoridades localesy a los apoderados que han venido a presenciar la graduaciónde los alumnos de sexta preparatoria. Luego de un discursoinicial, la profesora se dirige a sus graduados: “Quisierapremiarlos a todos por el trabajo que han realizado conmigo, pero nuestraescuela es pobre y no tengo nada que darles. Nada más que todo mi cariño”.A continuación, los alumnos representan la comedia en un actotitulada “Arturo y el Ángel” que han preparado paraconmemorar aquel día tan trascendental en sus vidas.

Situándonos en un primer nivel de análisis, en el plano de loextradiegético, resultan fundamentales las acotaciones queJaime Silva, plantea para el montaje de esta obra. Son lavisión de primera fuente, lo que realmente él quiere quecontemplemos y la forma en que quiere que veamos a lospersonajes y ambientes, pintados, seguramente, tal cualfueron vistos por él mismo. Así es como nos describe laescuelita:

“Al levantarse el telón, estamos en el patio de una escuela rural al interior de laprovincia de Cautín. A un costado del escenario, la casa que sirve de local eschata, con las ventanas sin vidrios, de tablas grises por la lluvia y el techo detejuelas musgosas”.

Luego, con la inocencia de su ojo “impresionista”, nos haceun nítido dibujo de los padres de los alumnos: “A pesar de estar

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vestidos con sus mejores ropas, no han perdido el tono gris y terroso de supobreza”.

Del mismo modo, también nos muestra a la profesora: “Es unamujer de treinta años, de cara morena y manos toscas. Debe cultivar una huertafuera de las horas de clases para poder subsistir. Se ha puesto sus galas para estaocasión: un vestido barato y zapatos de charol”.

Finalmente, delineada con finos trazos, vemos aparecer laimagen de los protagonistas de esta obra, los alumnos: “Tienentodos las caras muy limpias, no así sus manos y sus pies sucios por la tierra de loslargos caminos. Las niñas visten delantales blancos hechos de sacos harineros, losmuchachos pantalones parchados y camisas desteñidas”.

Desde la entrada en la obra, a partir de estas acotaciones,se percibe ya una mirada que devela un fondo social queinterpela frente a esta sensible realidad campesina. Ya en elplano de lo propiamente diegético, el discurso de laprofesora, que da inicio a la obra no deja de tener unmarcado acento de denuncia. Así es como, cuando se refiereal cambio de actitud de los campesinos, padres de losalumnos, declara: “… han aprendido la necesidad de que sus hijos estudien.Cuántas veces han venido los padres a decirme que no matricularán a sus hijos,porque tienen que hacerlos trabajar. Porque necesitan dos manos más queayuden. Sé que la vida es dura en la hijuelas de Mahuidanche. (…) Pero si estosdiez años han sido duros, los próximos no serán tanto, porque esas manos quedejaron de trabajar para estudiar, serán más fuertes y producirán más. Así tieneque ser, y si no fuera es que algo anda mal”.

Luego, mediando el recurso del “teatro en el teatro” JaimeSilva nos instala dentro del universo de “Arturo y el Ángel”,la comedia representada por los alumnos de la escuelita deMahuidanche. Desde el inicio de ella vemos a un Prat, que yacomienza a presagiar su muerte:

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Mi vida, tengo una penametía en el corazóny no hay ni una medicinapa calmar este dolor.

Mi vida, cuando los ojosesta mañana yo abrí,de la luz me despedíapor si hubiera hoy de morir.

Más este héroe, que tanto tiene de hombre como de niño, antela cercanía de la muerte, siente como la figura de su madrese le asoma al corazón:

Mi vida, pensé en mi madrey del pecho me saliósu nombre como un quejíotraspasado de aflicción.

Mi vida, quiero mi vida,retornar donde nací,ver a mi madre y decirleque me güelva a bendecir.

Si bien la mención del “Huascar” cumple con designar alenemigo y situar la obra en el contexto de la recreación dela historia patria, su irrupción en escena nos deja en claroque el Perú no es el enemigo de Chile, en esta particularcomedia. El enemigo es otro, pues lo que aquí vemos es unHuascar sin peruanos, sino tripulado por los verdaderosenemigos del pueblo chileno:

Enemigo 1: Somos los enemigos

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de este pueblo chileno.

Enemigo 2: Vinimos a matarlosy a hacerlos prisioneros.

Enemigo 1: Ahora están toítoscomiéndose su almuerzo.

Enemigo 2: No saben que nosotrosDe pronto atacaremos.

Enemigo 1: Con toa nuestra juerzay sin que tengan tiempo.

Enemigo 2: Seremos los patronesdespués de Chile entero.

Enemigo 1: Haremos que trabajen el campo los chilenos.

Enemigo 2: Nosotros, la cosechas no más recibiremos.

Enemigo 1: Tendremos mucha plata ellos serán los hambrientos.

Enemigo 2: El cobre de sus minas, los bosques de sus cerros.

Enemigo 1: … serán para nosotros, el hambre para ellos.

Enemigo 2: No hagamos mucho ruido, vamos a sorprenderlos.

Enemigo 1: Que no sepan qué pasa mientras comen su almuerzo.

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Enemigo 2: Somos los enemigos…

Enemigo 1: … de este pueblo chileno. Poco antes del combate, el Ángel de Chile se aparece antePrat. Al enterarse de su temor, le concede el deseo de nomorir sin antes despedirse de su madre, a quien llevamágicamente ante él:

Prat: Deme su bendición porque estoy asustado que el ángel se la lleve así como la trajo.

Madre: ¿Qué te pasa, Alturito?¿Qué estay haulando?

Prat: Si agora estamos juntos es un milagro.

Madre: ¡No estarís con la fiebre? Tai difariando; deja que te tantee, ven, pues, muchacho.

Prat: Vengo a decirle adiós porque mi barco va a pasar gran peligro…

Madre: Tú no estai sano.

Prat: Mamita, no se vaya,deme un abrazo.

Finalmente, los enemigos de Chile, no los peruanos, hunden laEsmeralda. Prat proclama antes de morir: Para que haigajusticia

y para que haiga sueño tranquilo en la noche,

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seré una lámpara.

Y el ángel de Chile declara: Chile no se ha muerto pero caro paga seguir adelante, tener esperanza.

Al cerrase el telón, familiares autoridades y alumnos se hanido hacia la parte de atrás de la escuela a disfrutar de unasado hecho gracias al cordero regalado por el patrón de lahacienda. Sobre el tablado ha quedado sólo María Retamal, laalumna que ha encarnado al Ángel de Chile, junto a PedroMaldonado que hizo de Prat.

María está triste, lamenta el no poder volver más a laescuela. Pedro, en tanto, se encuentra entusiasmado, porquedespués de las cosechas espera juntar unos pesos para irse aSantiago a trabajar en una fábrica. Su padre nada sabe de susproyectos tal como nos lo hace saber el mismo Pedro: “No leidicho na’ entoavía. Quiere que me quede aquí trabajando con él. Ya me voyquedando ya. Ni tonto que juera. ¡Qué sacamos con tener hijuela si no tenemosni una yunta de bueyes pa sacar maera? Estoy aburrido de pasare hambre…”.

María, por su parte, como si presintiera la incertidumbre ala que la vida la asoma al salir de la escuela, desea seguirsiendo un ángel:

María: No quisiera sacarme las alas y la estrella.

Pedro: No te las saquís. Le vamos a pedir a la señorita que te las regale. Yentonces vay a ser el ángel de Chile pa siempre.

Ya al final, Pedro y María, repasan juntos los últimosparlamentos del Ángel de

Chile:

María: El hambre abre pozos

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de llanto en las casas…

Pedro: El hambre abre pozos de llanto en las casas…

María: Pongámonos duros con la novillada, que no ha terminado aún la batalla…

En “Arturo y el Ángel”, Jaime Silva nos presenta un Prat,héroe y niño a la vez; un Prat que tiene miedo, que clama porsu madre; un Prat puro de corazón que muere prometiendo seruna lámpara “para que haiga justicia”. Sin embargo, tal comolo señala el Ángel de Chile al final de la obra: “no haterminado aún la batalla”, pues los enemigos del pueblo deChile, los de verdad, siguen sueltos.

En su conjunto, aflora con nitidez la visión crítica de larealidad social que se nos devela en “Arturo y el Ángel”.Esto, incluso tomando en cuenta la candidez y la ingenuidadde sus personajes, cualidades que si bien pudiéramosatribuirlas a lo Naif, a través de ellas, Jaime Silvaconsigue instalar una metáfora sutil, pero coherente, y quepareciera estar en la base del planteamiento de “Arturo y elÁngel”: en esencia cada uno de los alumnos que egresa de laescuelita de Mahuidanche, es otra Esmeralda más, que como lafrágil corbeta de Prat, navega entre la incertidumbre, elabandono y la amenaza de hundimiento de sus vidas. Esto, noobstante, en su discurso inicial la profesora afirmara elideal, su fe en la educación como cimiento y artífice delbienestar futuro de sus alumnos: “Así tiene que ser, y si no fuera es quealgo anda mal”.

De esta manera, la denuncia queda planteada. Después deesto, bien valiera el poder superar las vallas de la

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ficción, para así, en un diálogo franco y directo con aquellanoble profesora de la escuelita de Mahuidanche, podercorroborar sus palabras y decirle: “Si, profesora, teníausted razón, algo anda mal; algo todavía anda muy mal”.

Los grillos sordos

“Los grillos sordos”, obra estrenada en 1962 por el TeatroIctus, constituye propiamente una alegoría de crítica socialde Jaime Silva, en clave de fábula, en la que su visión sehace explícita ya desde la acotación inicial, almanifestarnos que esta es una obra para niños y para no tanniños:

“Debido a la doble realidad a que apunta el texto de “Los grillos sordos” su puestaen escena requiere, en primer lugar, un juego formal imaginativo, un aspectoexterno en que el mundo de grillos y hormigas esté dado con elementos de formacolor y ritmo que estimulen la fantasía del pequeño espectador divirtiéndolo; y ensegundo lugar, una verdad humana interior por parte de los actores que permitaplantear en forma inequívoca el sentido social del texto”.

En esta obra se encuentran elementos que hacen referencia aun teatro de corte netamente social: oprimidos y opresores seencuentran claramente delineados, así como también la causaque los enfrenta, desde la utopía que anima a unos y elmodelo establecido que sustenta, a otros. La salvedad, eneste caso, es que aquí el mundo es un jardín y los bandos endisputa sólo son pequeños insectos. No obstante, todo eneste jardín hace referencia a un orden de cosas,desgraciadamente, bastante conocido por todos, en donde lapoética visión de bichitos en pugna no admite sutilezas.Desde un principio la analogía es tan categórica e inmediata,

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que uno escasamente resiste la tentación de agregar unadidascalia de cuño propio, parafraseando klichés televisivos,para dejar en claro que aquí: “Cualquier semejanza con larealidad, no es mera coincidencia”.

Este sentido se ve reforzado ya desde el título de la obra,pues los grillos, los ricos y los poderosos de este mundo,son sordos.

Grillo Blanco: … He ganado tanto que soy el grillo más rico de los alrededores.Tengo tres millones de granos de maíz en el banco del jardín (…) Yo vivo en la flornúmero cuatro, las demás flores las tengo arrendadas a cien granos de maíz almes. Como esta es una planta de lujo, sólo he aceptado insectos muy decentes yde buena posición económica. Tengo también seis tomates que van luego van amadurar; tres matas de lechuga de la mejor calidad arrendadas a una empresa decaracoles muy importantes, que trabajan con capitales extranjeros… Un enormerepollo arrendado a un gusano industrial que últimamente ha alcanzado un lugarnotorio en el campo político… ¡Ah! También tengo una calabaza seca, pero esa nome da muchas ganancias, porque la tengo arrendada a unas hormigas queapenas tienen qué comer. Las acepté, porque esa calabaza no vale ni un grano.

Precisamente en esa calabaza vive la anciana Doña Hormiga, suhijo el joven obrero Hormigón y un hormiguito bebé. A estacalabaza seca llega Hormiguita, una hormiga mendiga, la másinsignificante y pobre de todo el jardín, pidiendo algo decomer, luego de haber pasado por la casa del Grillo Blancosin ser siquiera escuchada:

Doña Hormiga: ¡Ay, hija! ¿Pa qué fue a golpear en nuestra pobre calabaza?Nosotros somos más miserables que usté. Y también tenimoshambre.

Hormiguita: ¿Pero tiene alguna cosita que me convide? No importa quesean las sobras de ayer.

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Doña Hormiga: No hay sobras de ayer.

Hormiguita: O de anteayer…

Doña Hormiga: Las sobras de anteayer las comimos ayer.

En el jardín, se ha declarado una huelga de las hormigas enprotesta por la explotación y el hambre, de que son objetopor parte de los grillos. Esto desata la paranoia del GrilloBlanco y del Grillo Negro, grillo, este último, aún más sordoque el primero. A la calabaza seca de Doña Hormiga, llega el Hormigón, suhijo. Viene de la huelga, carga un saco repleto de maíz,producto del saqueo al banco del jardín:

Doña Hormiga: ¡Por la grandísima hormiga! Mi hijo se ha transformado en unladrón.

Hormigón: Yo no soy lairón.

Doña Hormiga: ¿Ah, no? ¿Y esto te lo regalaron?

Hormigón: No teníamos qué comer.

Doña Hormiga: Podís llevarte tu maíz, en esta calabaza nadie va a comer de él(…) en esta calabaza no se come lo robao. Esta hormiguitavino a pedir limosna y va a quedarse a vivir con nosotros…

Interrogada por Hormigón, la Hormiguita reconoce no saberhacer nada, mas

Doña Hormiga le revela que sabe cantar:

Doña Hormiga: Le cantó una canción a tu hermanito pa que se quedaradormido…

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Hormiguita: ¿Tú querís que cante?

Hormigón: Sí, siempre que cantes una canción bonita.

Hormiguita: (Empieza a cantar)Entre un rosal y un jazmín, al pie de una madreselva, está a la orilla del río el país de las abejas… Mi vida, todos somos iguales;y allá ninguna hormiga se muere de hambre. (…)A la orilla del camino escriben con grandes letras:“Bienvenidos los que lleguen,aquí no existe pobreza”. Mi vida, todos somos iguales;y allá ninguna hormiga se muere de hambre.

Este es sin duda el instante que define el clímax de la obra,cuando por boca del ser más insignificante del jardín, lautopía no sólo se vuelve visible, sino alcanzable: el país delas abejas en donde todos son iguales, el país en donde nohay pobreza. A partir del canto de la hormiguita comienza adesencadenarse el cambio, la revolución y el milagro. Bajosu credo integrador todo se transforma en esperanza, encamino que recorrer con la frente en alto. La fuerza y elimpacto de su verdad es de tal magnitud, que el desplieguede su onda expansiva conseguirá incluso vencer y derribar elmuro más infranqueable de todos, la contumaz sordera de losgrillos, símbolo de la ambición y el egoísmo de los poderososde este mundo.

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El Grillo Blanco, que ha llegado a la calabaza seca de DoñaHormiga a denunciarlos por robo, luego del canto de laHormiguita, vuelve a escuchar:

Grillo blanco: ¿Se dan cuenta? ¡No es posible! ¡Oí la canción! ¡Oí! ¡Oí! Ya noestoy sordo. Oigo. Oigo el viento, oigo las chicharras… oigotodo (…)

Doña Hormiga: Nos vamos, don Grillo. Al país de las abejas.(…)

Hormigón: Pero antes le devolvemos este poco de maíz.

Grillo blanco: ¿Para qué quiero maíz ahora que oigo? Es de ustedes

No es casual, a estas alturas, que sea, precisamente, laHormiguita quien desde su vulnerabilidad y precariedad opereel milagro. En las tres obras aquí reseñadas queda claro elfavoritismo de Jaime Silva: los humildes y los sencillos.

Finalmente, el canto de la Hormiguita crece tanto que hastalas semillas de los cardos lo repiten volando por el cielo:“Mi vida, todos somos iguales…” Y así, el Grillo Negro, elmás sordo de todos, también vuelve a oír:

Grillo Blanco: ¿Por qué lloras?

Grillo Negro: Lloro de felicidad.

Grillo Blanco: Gracias semillas… Ahora pueden continuar su vuelo. Y quecada una de ustedes se transforme en una planta llena deflores que después darán otras semillas y la canción dará lavuelta al mundo (Al Grillo Negro) Amigo, no llores más.Alcanzaremos a las hormigas… Nosotros también vamos acantar.

Este próximo año, en el 2012, se cumplirá medio siglo desdeque “Los Grillos Sordos” fuera estrenada. Los de entonces,ciertamente, eran otros tiempos. Sin embargo, dados los

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actuales, quizás no esté de más desempolvar esta entrañablefábula de Jaime Silva, pues probablemente nos demos cuentade que la entomológica revolución planteada en “Los GrillosSordos” aún sigue siendo urgente. El jardín de entonces hoyes un parque global, el hormiguero ciertamente ha crecido yentre flores, descampados y pastizales, cientos de millonesde hormigas circulan indignadas pregonando: “Mi vida, todossomos iguales…” En tanto, los grillos del siglo XXI siguenacumulado maíz y parecieran ser tanto o más sordos que antes.

El que tenga oídos, que oiga.

Conclusión

Durante el desarrollo de esta ponencia he querido responder ala afirmación que Jaime Silva formulara algunas semanas antesde su muerte en relación al carácter naif de sus obras;afirmación, sin duda, generalizada y condicionada por laurgencia del difícil momento vivido al momento de serexpresada.

En las obras aquí reseñadas, Jaime Silva nos introduce en ununiverso lúdico y poético habitado de hadas campechanas, dehormigas pobres y grillos sordos, de niños de escuelitarural, de reyes huasos venidos a menos, de míticos héroes dela historia transfigurados casi en niños por el candor y lapureza. Este el universo de las hormiguitas que no tienenque comer, de las abnegadas profesoras del campo chileno, delos ángeles con estrellas y alas de cartón.

Cabe entonces preguntarse ante él ¿Es este un universo Naif?

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Milán Kundera, famoso literato checo, en su volumen deensayos “Los testamentos robados” refiriéndose a la críticaal fenómeno musical, haciendo también mención de valorespropios de lo Naif, comenta: “Ahora bien: son precisamente las palabras«refinado», «lúdico», «alegre», «humor» las que el discurso sentimental sitúa en ellado opuesto a lo profundo. Pero ¿qué es profundo y qué es superficial?”. Yluego concluye: “Es, pues, profundo lo que atañe a los sentimientos. Peropuede definirse lo profundo de otra manera: es profundo lo que atañe a loesencial”.

Tomando estas consideraciones, como punto de inflexión, biencabe entonces, replantearnos esta pregunta para reformularlamás o menos así: ¿Qué es lo profundo y lo esencial en JaimeSilva y en su obra? En las obras aquí reseñadas, hemos vistoque sus favoritos son siempre los mismos. Y es partir deellos, que bajo la apariencia de lo ingenuo, de lo Naif, sumirada se hunde profunda en lo social, hacia el mundo de lapobreza y la desigualdad, hacia el mundo de los marginadosante un futuro promisorio, hacia el mundo de los excluidos dela felicidad. No obstante, implícita, queda también instaladaen estas obras la denuncia respecto de ese “algo que andamal”. Al mismo tiempo, un enorme sueño de justicia se respiraen todas ellas ya desde el triunfo del verdadero amor en “Laprincesa Panchita”; pasando por “Arturo y el Ángel” en dondePrat muere “para que haiga justicia” y un ángel/niña nosinsta a ponernos duros con la novillada, pues “… no haterminado aún la batalla”. Hasta finalizar con elprodigioso canto de la Hormiguita en “Los grillos sordos” queconsuma la utopía:“Mi vida, todos somos iguales…”.

Querido Jaime, ahora que el dolor ha quedado atrás y quetodas las humanas contingencias ya no pueden contenerte,tomando como botón de muestra estas tres piezas tuyas, a

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través de estas sencillas reflexiones me atrevo sostener quetu obra y tu paso por el teatro trascienden con largueza,tanto la esfera de lo naif y con mayor razón aquello que lacrítica simplista suele asociar a este concepto. Si hubieseque, forzosamente, calificar lo estrictamente Naif en estasobras; a modo de síntesis, puedo decir, aunque suene aparadoja, que lo que hay de ingenuo en ellas, es la profundacomplejidad de su sencillez y que, como diría Baudelaire,brota del genio de una infancia recobrada a voluntad.

Seguramente, todavía quedan muchas cosas más qué decir acercade tu teatro, pero por lo pronto a la luz de estas tres obrasreseñadas, en su conjunto, un fondo de crítica social nosinterpela desde su rostro de grillos, ángeles y hormigas.Éste no es otro que el fondo en donde “se cuecen las habas”de tu teatro, el fondo de la cazuela con enjundia que alcanzapara todos, el fondo en donde hace ya mucho tiempo decidistequiénes serían los invitados de honor a esta mesa: los niñosde la escuelita de Mahuidanche con su profesora, lahormiguita más pobre del jardín, el príncipe Carmelito, elArturo Prat que de miedo llama a su madre y, en fin, todosaquellos quienes “A pesar de estar vestidos con sus mejores ropas, no hanperdido el tono gris y terroso de su pobreza”. Para ti éste es el mejorde los fondos, el fondo de tu teatro: el fondo de Chile.

Querido maestro Jaime Silva, donde quiera que ahora estés,ésta es mi respuesta. Perdóname la demora y la publicidad.

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Valdivia, 3 de noviembrede 2011.

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