Itinerarios educativos en el Geoparque de Sobrarbe 550 millones de años bajo tus pies Guía del Alumno Autor: Ánchel Belmonte Ribas Departamento de Educación, Universidad, Cultura y Deporte. Gobierno de Aragón. Geoparque de Sobrarbe (Red Europea y Global de Geoparques) GUÍA DEL ALUMNO 1. ¿Qué es un Geoparque?..............5 2. Geología de Sobrarbe…...............7 3. Fauna y flora de Sobrarbe……….14 4. El medio humano: “Geo- etnología”……………………………….19 5. Itinerarios……………………....………23 5.1. Las terrazas del Cinca: ríos en movimiento…................…….23 5.2. El valle de Ordesa: de viejos mares y glaciares jóvenes…29 5.3. Pilopín: ¿fondos marinos en las cimas pirenaicas?..........34 6. Bibliografía……………………………..42 7. Recursos en internet……...……...43 8. Anexos……………...………….….…….44
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Itinerarios educativos en el Geoparque de Sobrarbe
550 millones de años bajo tus pies
Guía del Alumno
Autor: Ánchel Belmonte Ribas
Departamento de Educación, Universidad, Cultura y Deporte. Gobierno de Aragón.
Geoparque de Sobrarbe (Red Europea y Global de Geoparques)
GUÍA DEL ALUMNO
1. ¿Qué es un Geoparque?..............5
2. Geología de Sobrarbe…...............7
3. Fauna y flora de Sobrarbe……….14
4. El medio humano: “Geo-
etnología”……………………………….19
5. Itinerarios……………………....………23
5.1. Las terrazas del Cinca: ríos en
movimiento…................…….23
5.2. El valle de Ordesa: de viejos
mares y glaciares jóvenes…29
5.3. Pilopín: ¿fondos marinos en
las cimas pirenaicas?..........34
6. Bibliografía……………………………..42
7. Recursos en internet……...……...43
8. Anexos……………...………….….…….44
ITINERARIOS EDUCATIVOS
EN EL GEOPARQUE DE SOBRARBE.
550 millones de años bajo tus pies.
Guía del alumno.
Edita: Geoparque de Sobrarbe.
Textos y Fotografías: Ánchel Belmonte Ribas.
Impresión: Graficas Alós S.A.
ISBN: 978-84-695-7410-2
Depósito Legal: HU 77-2013
“Cuando Dios hizo el mundo, todas las piedras que le sobraron las echó en Aragón.”
Dicho popular
Crestas calcáreas en el macizo de Cotiella.
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1. ¿QUÉ ES UN GEOPARQUE?
Un Geoparque es un territorio que combina la protección y promoción del patrimonio
geológico con un desarrollo local sostenible.
No basta con que tenga una geología espectacular. Es preciso que sus habitantes
estén comprometidos con estrategias de desarrollo que utilicen de forma sostenible
sus recursos. Un geoparque no es una figura de protección impuesta por la
administración sino la recuperación de un recurso, el geológico, puesto en valor y al
servicio de la conservación, la educación, la investigación y el desarrollo local a través,
por ejemplo, del geoturismo.
Los geoparques están agrupados dentro de la Red Europea y Red Global de
Geoparques auspiciada por la UNESCO (EGN y GGN por sus siglas en inglés,
respectivamente). Sobrarbe pertenece desde 2006 a este selecto grupo de territorios,
de los que hay un total de cinco en España, 43 en Europa (fig. 1) y 77 en todo el
mundo (a fecha de junio de 2011).
Figura 1. Situación de los geoparques pertenecientes a la Red Europea de Geoparques (junio de 2011).
El resto de geoparques españoles son los de Maestrazgo (Teruel), Cabo de Gata
(Almería), Subbéticas (Córdoba) y Costa Vasca (Guipúzcoa).
Ingresar en la EGN no es sencillo. Es preciso tener una sólida estructura de gestión
administrativa y científica y evidencias de un uso sostenible del patrimonio geológico.
Una vez dentro, los niveles de calidad son evaluados cada cuatro años a través de
auditorías rigurosas.
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El Geoparque de Sobrarbe organiza a lo largo del año numerosas actividades
destinadas a acercar la geología al gran público, tanto en forma de charlas, cursos y
conferencias como en actividades al aire libre con excursiones guiadas. Trata también
de que sus actividades repercutan económicamente sobre el tejido empresarial de la
comarca. El Programa de Entidades Colaboradoras es un ejemplo del vínculo que
existe entre el Geoparque y las empresas locales.
Puedes encontrar más información en las páginas web del Geoparque de Sobrarbe y
de la EGN:
www.geoparquepirineos.com
www.europeangeoparks.org
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2. GEOLOGÍA DE SOBRARBE
Desde el siglo XIX, geólogos de todo el mundo han visitado Sobrarbe como lugar clave
para explicar la arquitectura geológica de la cordillera pirenaica. Nombres míticos en la
geología como Charles Lyell, Ramond de Carbonières o Lucas Mallada hicieron
aportaciones relevantes en torno, esencialmente, al macizo de Tres Serols o Monte
Perdido. Desde entonces centenares de geólogos han trabajado en Sobrarbe y son
incontables las tesis doctorales y proyectos de investigación que detallan la geología
de esta zona pirenaica.
El Pirineo es una cordillera orientada aproximadamente E-O, con una longitud de
435km en su parte ístmica pero del orden de 1500km si consideramos sus límites
geológicos. Su origen se debe a la convergencia entre las placas ibérica y europea,
que tuvo lugar durante 40 millones de años, entre el Cretácico superior y el Mioceno
inferior (tienes una tabla del tiempo geológico en los anexos, al final de esta guía)
(Figura 2).
Figura 2. Mapa geológico del Pirineo. I. Paleozoico, II. Granitos, III. Mesozoico, IV. Terciario pirenaico, V.
Terciario de las cuencas de Ebro y Aquitania, VI. Materiales post-orogénicos, VII. Fallas y
cabalgamientos.
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En Sobrarbe están representadas las principales unidades geológicas del Pirineo
meridional (Figura 3). Las rocas abarcan los aproximadamente 550 millones de años
que median entre el Cámbrico (pizarras en el alto valle de Chistau) y la actualidad
(tobas y espeleotemas en numerosas cavidades de la comarca).
Estas montañas son el resultado de la formación de dos cordilleras. La primera,
llamada varisca por los especialistas, arrasada por la erosión e incorporada en parte al
cuerpo de la segunda, alpina, en proceso de desarme erosivo en el presente.
Durante buena parte del Paleozoico se forman
rocas sedimentarias de naturaleza diversa. La
formación de la cordillera varisca, o hercínica, lleva
consigo la transformación de muchas de estas
Figura 3. Principales unidades geológicas en el Geoparque de
Sobrarbe.
rocas en metamórficas. En las laderas de la
Comachibosa (Vignemale) se puede ver una
marmolera y en el resto del valle del Ara pizarras
mosqueadas. Son el efecto del metamorfismo de
contacto sobre calizas y arcillas, respectivamente.
Hay también amplias zonas con pizarras cámbricas, ordovícicas y silúricas en los altos
valles de Bielsa y Chistau originadas por metamorfismo regional (Foto 1).
Foto 1. Pizarras ordovícicas en el Pico de l’Agulleta.
En el Carbonífero, en relación con la
formación de la cordillera varisca, se
forman también los graníticos que hoy
vemos en los Pirineos. En Sobrarbe
afloran los de Panticosa, Bielsa y Millares
(Foto 2).
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Foto 2. Granitos del batolito de Millares, picos de
Eriste o Bagüeñola.
El orógeno varisco no puede considerarse
un primer Pirineo. Fue una cordillera
totalmente independiente de la actual,
seguramente de altura mucho mayor y con
unas dimensiones en cuanto a longitud y
extensión que nada tienen que ver con la
“modesta” cordillera pirenaica. Restos de la cordillera varisca afloran por buena parte
de la Península Ibérica, Francia, Europa central e islas británicas.
La erosión se cebó con estas montañas y el resultado fue la acumulación de enormes
depósitos molásicos. Afloran hoy en el Pirineo conglomerados, areniscas y arcillas de
un intenso color rojizo muy fácilmente reconocibles en el paisaje. En estos momentos
se dan fenómenos volcánicos que dan lugar a edificios como la caldera del actual Midi
d’Ossau o el pitón del Anayet. En Sobrarbe no se reconocen ni restos de edificios ni de
coladas andesíticas producidas por estos volcanes pérmicos.
La sedimentación de estas molasas se extiende durante el Pérmico y el Triásico
inferior. No siempre es fácil distinguir cuándo acaba un periodo y empieza el otro, por
lo que suele hablarse genéricamente de permotrías (Foto 3).
Foto 3. Molasas permotriásicas en el valle de Pineta.
Las condiciones de sedimentación variaron a
lo largo del Triásico y se fueron haciendo
progresivamente más marinas. En varias
zonas del Geoparque, especialmente en la
mitad este, afloran arcillas yesíferas. Estas
arcillas, con su comportamiento plástico,
jugaron un papel fundamental durante la orogenia alpina, favoreciendo la formación de
cabalgamientos. Asociadas a ellas suelen aparecer unas rocas volcánicas
denominadas ofitas, de característico color verdoso, y muy buscadas como balasto
para las vías de ferrocarril.
Casi todo lo que hubo de rocas del Jurásico y del Cretácico inferior se erosionó. Sin
embargo el Cretácico superior, caracterizado por una importante transgresión, dio
lugar a importantes acumulaciones calizas.
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La práctica totalidad del macizo de Cotiella está formado por calizas del Cretácico
superior. También en las Sierras Interiores se encuentran rocas de esta edad.
A finales del Cretácico superior comienza la convergencia entre la placa ibérica y la
euroasiática. La colisión comienza por el este y se va propagando progresivamente
hacia el oeste. Mientras la compresión tiene lugar, deformando las rocas y
emplazando los primeros mantos de corrimiento, la sedimentación marina no cesa.
El Paleoceno está representado por calizas y dolomías depositadas en ambientes de
plataforma continental. El Eoceno, además de calizas de plataforma pobladas de
foraminíferos, aporta algo más de variedad. Al irse cerrando el surco pirenaico, desde
la parte oriental, ya emergida, se estructuran los primeros valles fluviales que aportan
sedimentos al mar pirenaico.
Grandes cantidades de estos sedimentos se precipitaban por el talud continental hacia
fondos profundos en forma de corrientes de turbidez. El relleno de los cañones que
cruzaban el talud y los inmensos abanicos que se extendían por el fondo profundo
constituyen hoy extensos afloramientos de turbiditas. Las turbiditas son alternancias
de capas de arenisca y de lutitas, muy frecuentes y características en toda la zona
pirenaica que va desde L’Aínsa hasta Navarra.
Buenos ejemplos de cañones se encuentran en las inmediaciones de L’Aínsa o bajo el
casco urbano de Boltaña (Foto 4).
Foto 4. Cañón turbidítico cerca de L’Aínsa, Nótese la persona en la parte inferior izquierda como escala.
Los abanicos turbidíticos se extienden hasta el Pirineo navarro y tienen una buena
representación en Sobrarbe en la zona de Sobrepuerto y entre Broto y Cotefablo.
Estas rocas están llenas de icnofósiles, fruto de la actividad de diversos invertebrados
que buscaban refugio o alimento en los fondos marinos arenosos (Foto 5). La
inestabilidad provocada por el emplazamiento del manto de Cotiella y de otras
unidades hizo que grandes fragmentos de la plataforma continental se desprendieran
e incorporaran a los sedimentos del fondo oceánico. Estas calizas dentro de las
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turbiditas se denominan megacapas y se distribuyen irregularmente por el Pirineo
central.
Foto 5. Icnofósiles en las turbiditas (L’Aínsa).
Las turbiditas de Sobrarbe atraen
anualmente a numerosos geólogos de
compañías petrolíferas que encuentran,
en superficie, estructuras similares a las
que buscan en profundidad alojando
bolsas de petróleo.
La deformación no se detiene y durante este tiempo se produce la formación de dos
estructuras clave: los anticlinales de Mediano y Boltaña. Dichos pliegues producen la
desconexión entre el área de aporte de sedimentos al este y los fondos oceánicos más
profundos al oeste. De este modo se individualiza la cuenca eocena de L’Aínsa, que
pasa a tener un relleno con materiales de origen progresivamente menos profundos
pasando de calizas de plataforma a materiales deltaicos (que constituyen lo que se ha
denominado el Delta de Sobrarbe) todos ellos ricos en fósiles de vertebrados (sirenios,
cocodrilos, tortugas…) e invertebrados. Finalmente, el relleno se completa con
materiales continentales como areniscas y lutitas e incluso con conglomerados como
los de la Sierra de Arbe, al sur del Geoparque.
Una vez formada la cordillera y organizado el drenaje hacia la Depresión del Ebro, se
va produciendo una evacuación de agua y sedimentos hacia el sur con un progresivo
relleno sedimentario de la cuenca del Ebro. La apertura de ésta hacia el Mediterráneo,
en un momento indeterminado hace unos 8 millones de años, inicia una erosión
rampante y un fuerte encajamiento de la red fluvial que dará lugar finalmente a los
actuales valles fluviales.
El Cuaternario está caracterizado, en términos generales, por la sucesión de fases
glaciares e interglaciares. Varias glaciaciones han dejado su huella en los Pirineos y
de algunas de ellas se tienen evidencias erosivas, sedimentarias e incluso se saben
sus edades. Contrariamente al resto del mundo, pero en paralelo a lo que ocurre en el
resto de montañas mediterráneas, el último máximo glaciar no ocurre hace 18-21.000
años sino en torno a 60-50.000. De esa edad es el till terminal del Cinqueta, que aflora
junto a Salinas o algunas morrenas laterales como las que represan el antiguo lago de
origen glaciar de Linás de Broto.
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Fruto de la actividad glaciar es el paisaje de todo el alto Pirineo. Centenares de circos
glaciares, artesas, cubetas de sobreexcavación, lagos de origen glaciar (ibons en
aragonés), rocas pulidas y estriadas, morrenas, etc. abundan por las cabeceras de los
valles principales como muestra evidente de la presencia de lenguas de hielo que
alcanzaron casi 40km de longitud y varios cientos de metros de espesor.
En la actualidad quedan en Sobrarbe cuatro glaciares activos, tres de ellos en la cara
norte de Monte Perdido y otro más bajo la cumbre de Llardana (Foto 6). En franco
retroceso, constituyen unos geoindicadores de primer orden para valorar el impacto
del cambio climático sobre la alta
montaña mediterránea.
Foto 6. Glaciar de la cara norte de Monte
Perdido en agosto de 2.010.
La presencia de extensos
afloramientos de rocas calizas en
altitud, donde las precipitaciones
son abundantes, propicia una
intensa actividad kárstica. En
superficie existen amplias áreas
cubiertas de dolinas y lapiaces. Numerosos sumideros conducen el agua hacia el
endokarst donde se han formado complejos sistemas de pozos y galerías. Destacan
los de Arañonera y Escuaín, con más de un kilómetro de profundidad y decenas de
kilómetros de desarrollo. El macizo de Tres Serols, Cotiella y, en menor medida,
Guara, alojan también importantes sistemas de cavidades. El agua acaba saliendo al
exterior a través de numerosas surgencias.
Al igual que el karst, también son activos los procesos periglaciares. Restringidos hoy
a la alta montaña, en el pasado fueron funcionales en toda la comarca. La presencia
de derrubios estratificados es casi general por todo Sobrarbe, especialmente en la
mitad norte. No hay glaciares rocosos activos pero sí fósiles, como los de la cara norte
de la Peña las Onze, en Cotiella. Canchales o pedreras y aludes son plenamente
funcionales en la actualidad.
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En las laderas pendientes y cubiertas de gelifractos son habituales los flujos de
derrubios (debris flows), incluso algunos de ellos alcanzan carreteras o el entorno de
localidades habitadas (Foto 7). Las cárcavas y barrancos son extremadamente
abundantes en zonas margosas y alcanzan desarrollos espectaculares en la
Depresión Media.
Foto 7. Flujos de derrubios en el valle de Pineta.
El relieve comarcal está vertebrado en
torno al río Cinca. Su red de afluentes,
con Ara y Cinqueta como principales
ejemplos, cubre la práctica totalidad
del territorio. Sus dinámicas son muy
diferentes si consideramos los nacidos
más al norte de los del sur del Geoparque. Los primeros tienen una dinámica mixta
pluvio-nival, con dos estiajes anuales. Uno se produce en verano por la menor
cantidad de precipitaciones y otro en invierno debido al carácter sólido de éstas, que
permanecen acumuladas en la alta montaña hasta el momento de la fusión primaveral,
cuando los caudales aumentan espectacularmente dando lugar al fenómeno conocido
con la palabra aragonesa mayencos. Tanto el Ara como, sobre todo, el Cinca, han
depositado sendos sistemas de terrazas fluviales.
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3. FAUNA Y FLORA DE SOBRARBE
Además de una gran geodiversidad, Sobrarbe completa su patrimonio natural con una
variada fauna y flora.
Esta riqueza está íntimamente relacionada con el sustrato geológico de este territorio
montañoso. Las distintas litologías y formas de relieve condicionan la altitud y
orientación de las laderas, influyendo en la distribución de los distintos hábitats.
La orientación general de las estructuras geológicas de la cordillera es
aproximadamente E-O y, por consiguiente, los valles principales tienen un trazado
ortogonal N-S. Las cabeceras están dominadas por una vegetación alpina y, a medida
que nos desplazamos hacia el sur, aumenta progresivamente la influencia
mediterránea.
La complejidad del relieve hace que no haya una zonación clara de la vegetación.
Fenómenos como la inversión térmica –ligados a la presencia de profundos cañones
excavados en calizas- sitúan árboles como las encinas a 1.700m de altitud en las
alturas soleadas del cañón de Añisclo mientras que las hayas bajan hasta los 700 u
800m en el fondo de la garganta.
En cualquier caso, y con carácter general, sí pueden reconocerse distintos pisos que
ponen de manifiesto la diversidad vegetal de Sobrarbe. De sur a norte podemos
encontrar los siguientes (Sainz, 2006):
-Piso basal mediterráneo: ocupa las cotas más bajas y disfruta del clima con inviernos
menos exigentes. Los encinares son los bosques más representativos. También en
esta zona encontramos los cultivos de secano, olivos y almendros (Foto 8).
Foto 8. Cultivo de olivos en Samitier.
-Piso submediterráneo: caracterizado por los quejigales, pinares secos y cultivos de
secano.
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-Piso montano inferior: de carácter más o menos seco, está representado por el pino
silvestre, quejigal y –en ocasiones- también por un bosque mixto con tilos, arces,
fresnos y robles.
-Piso montano superior: caracterizado por los bosques mixtos de hayas y abetos (Foto
9) que alternan con pinares musgosos de pino albar.
Foto 9. Bosque mixto en Ordesa.
-Piso subalpino: formado por bosques claros de pino negro, rododendros y erizón. En
las solanas responden al carácter de montaña mediterránea continental (ambiente
oromediterráneo).
-Piso alpino: carece de árboles y es el dominio de la tasca alpina. Está caracterizado
por grandes espacios cubiertos de roca y muy influido por la persistencia del manto de
nieve varios meses al año.
El boj es el arbusto más frecuente en casi todos estos pisos, aunque también abunda
el acebo en las zonas más húmedas o el madroño, el romero y la aliaga en las zonas
con un clima de carácter más mediterráneo.
A escala de detalle, varias de las singularidades florísticas del Pirineo crecen también
en Sobrarbe. Mientras que la flor de nieve puebla en verano la alta montaña calcárea,
pegadas a la roca encontramos la corona de rey o la oreja de oso. Ambas florecen
generalmente entre mayo y junio, la primera con una flor en forma de penacho blanco
y la segunda con sus características flores moradas en zonas húmedas y sombrías
(Fotos 10 y 11).
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Foto 10. Pared rocosa con corona de rey en flor.
Foto 11. Oreja de oso en flor en Añisclo.
Las variadas condiciones de vegetación y clima que tiene Sobrarbe hacen que una
variada fauna ocupe los distintos hábitats.
En las zonas de alta montaña se encuentran algunas de las especies más
emblemáticas. Hasta hace unos años el bucardo era la estrella indiscutible.
Subespecie única de cabra montesa, la caza masiva primero y furtiva después, dejó a
unos pocos individuos acantonados en el Parque Nacional de Ordesa. El fracaso de
las políticas de conservación se consumó con la muerte en el año 2000 del último
ejemplar. Desaparecida la gran singularidad biológica del Parque Nacional, el rebeco
(sarrio en aragonés) es el gran mamífero de las alturas alpinas.
El águila real, el buitre leonado (Foto 12) y el quebrantahuesos son las tres aves de
mayor tamaño y fama que pueblan los cielos sobrarbenses. La presencia en Sobrarbe
de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos, con sus instalaciones en
L’Aínsa y Revilla, es un impulso para el creciente número de parejas que existen de
esta ave en peligro de extinción. Su dieta se compone básica, pero no exclusivamente,
de huesos que arroja desde el aire a sus partideros para deglutirlos convertidos en
finas astillas. Las chovas piquigualdas forman bandadas ruidosas, clásica estampa
también durante las excursiones por alta montaña.
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Foto 12. Buitre leonado en las paredes calizas del Balzed.
En los prados alpinos es abundante la marmota (Foto 13). Tras su reintroducción en el
Pirineo francés en 1948 y su llegada al español en 1962, hoy día es fácil de ver
durante el verano y aún más fácil
de escuchar su inconfundible
silbido de alerta. Mucho más
esquiva, la perdiz blanca tiene una
de sus más nutridas poblaciones al
noreste de Sobrarbe (Gómez,
2006). Como su nombre sugiere,
en invierno muda su plumaje para
camuflarse en la nieve y evitar a
sus depredadores.
Foto 13. Marmota en los prados de la Estiba (Bielsa).
En los bosques de pino negro vive el urogallo, especie también escasa y más normal
de oír que de ver. En su hábitat le acompañan otros mamíferos como el jabalí, el corzo
o la ardilla. Las visitas del oso desde Francia son esporádicas.
En la media y baja montaña, no necesariamente lejos de las poblaciones, especies
como el zorro, la garduña o la comadreja son abundantes. El tejón, con su
característico pelaje blanco y negro, también es frecuente.
Los ecosistemas acuáticos alojan igualmente una variada fauna. El tritón y la rana
pirenaica son algunos de los anfibios más destacados. Dentro del agua, los peces
autóctonos más característicos son madrillas y barbos. La trucha ha sido repoblada en
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la mayor parte de los ríos y embalses de Sobrarbe (Gómez, 2006). La nutria,
depredadora natural de estos peces, ha visto aumentar en los últimos años el bajo
número de individuos que vivían en los ríos del Geoparque. Numerosas aves de
diferentes tamaños viven en torno a los ríos como el mirlo acuático o el martín
pescador. Cormoranes y gaviotas son seguramente algunos de los más pintorescos.
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4. GEOLOGÍA Y MEDIO HUMANO: “GEO-ETNOLOGÍA”
Sobrarbe es un territorio extenso (2.202,7 km2) pero muy poco poblado (7.100
habitantes). La densidad de población de 3,2 hab/km2 clasifica a la comarca como un
desierto demográfico.
El despoblamiento no sólo se debe a la complicada orografía de la zona. La
construcción de embalses y las expropiaciones por el Patrimonio Forestal del Estado,
entre otros factores, hundieron un modelo de organización social –la casa- tocado
desde la Guerra Civil e incapaz de adaptarse a nuevos tiempos y de digerir la
emancipación de los tiones, mano de obra que sostenía a cambio de muy poco la
producción de campos y ganado. Zonas de Sobrarbe como Sobrepuerto o la Solana
quedaron totalmente despobladas y contribuyen con sus cifras a hacer de Huesca la
provincia española con más núcleos deshabitados. Hoy, la población se mantiene e
incluso repunta con un cambio radical en los sectores productivos, que pertenecen
mayoritariamente al sector terciario ligado al turismo.
El medio físico condiciona además la distribución de la población. La Zona Axial,
Sierras Interiores y Manto de Cotiella, debido a lo abrupto del relieve que generan, son
zonas muy poco pobladas. La pendiente no acompaña ni para edificar poblaciones
grandes ni para disponer de muchas tierras de cultivo. Sin embargo, la adaptación del
hombre al medio fue posible aumentando la superficie cultivable mediante bancales y
desarrollando la ganadería extensiva ovina y, más recientemente, vacuna. Los
grandes pastizales aprovechan montañas altas, con lluvias, pero no muy escarpadas.
Eso es posible en las turbiditas, especialmente en la vertiente sur del macizo de Tres
Serols, y en las zonas de rocas metamórficas –sobre todo pizarras- de los valles de
Chistau y Bielsa que dan lugar a relieves alomados.
El dominio morfoestructural de la Depresión Media, sin embargo, propicia otras
condiciones mucho más favorables. Por un lado el clima es más mediterráneo, sin los
rigores invernales de la parte norte. Por otro el relieve es más amable. Montañas más
bajas y grandes valles fluviales con sus zonas de aluvión y sistemas de terrazas que
posibilitan la existencia de extensos campos de cultivo cerealístico y arbóreos, sobre
todo almendro y olivo.
La arquitectura popular, tanto en la fisonomía de las casas como en los materiales que
las componen, nos dan una idea del clima y la geología del entorno de los pueblos. En
el norte, abundantes nevadas y lluvias hacen necesarios los tejados empinados (Foto
18
14). Los afloramientos de pizarras paleozoicas suministraron tradicionalmente las
losetas de pizarra que se usaban. En las paredes, y según el caso, encontramos
calizas devónicas y carboníferas o
granitos. El mimetismo con el
entorno que la arquitectura
tradicional consigue llega en
algunos casos a ejemplos
verdaderamente excelsos. El
pequeño pueblo de Chisagüés,
levantado en una zona donde
afloran las rocas rojas del
Permotrías, traslada a sus muros y
tejados ese mismo característico color rojizo de las molasas post variscas.
Foto 14. Tejado de pizarra típico de la Zona Axial pirenaica.
En la zona central, dominio de
las turbiditas, el estilo es más
uniforme. Los bloques de
arenisca o arenisca calcárea
se usan en las paredes y las
losas de arenisca cubren los
tejados (Foto 15). Por fortuna
aquí llueve y nieva menos y
por lo tanto los tejados no han
de ser tan empinados como en
la zona norte. Las pesadas losas de arenisca tampoco lo permitirían.
Foto 15. Borda cercana a Oto, construida con areniscas turbidíticas.
En el sur de Sobrarbe la teja romana y la losa conviven en los tejados y la arenisca y
las calizas en los muros. Afloramientos más frecuentes de arcillas permitieron el
desarrollo de numerosas tejerías, especialmente en la zona de Biello Sobrarbe. El
clima también permite abrir más ventanas y algunos balcones grandes en las caras de
solana.
Como norma habitual, las bóvedas y arcos en iglesias y casas suelen estar hechas de
toba calcárea. Extraída de las numerosas surgencias de la zona, es una roca a la vez
ligera y resistente. Imprescindible para conseguir una estructura estable y poco
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pesada. Estas rocas, por las mismas razones, se utilizan para construir las enormes
chimeneas troncocónicas tan representativas del Pirineo oscense en general.
En los suelos es común ver enormes losas de arenisca extraídas de los afloramientos
de turbiditas. Con facilidad se pueden observar numerosos icnofósiles, conductos de
búsqueda de alimento o refugio trazados por anélidos que habitaban en los fondos
marinos profundos.
La proximidad de casas y bordas a los ríos puede hacer multiplicar la variedad
litológica en las paredes. La propia morfología de los bloques empleados ya nos puede
hablar de su lugar de origen.
Numerosos resaltes rocosos, principalmente de roca caliza, han quedado aislados y
elevados por erosión diferencial frente a rocas del entorno más fácilmente
erosionables, como margas, areniscas o arcillas. Así, hay estructuras como el Puntón
de las Brujas (Tella) o el crestón del Tozal Corona (Samitier) que sobre ellas o justo al
lado tienen construidas ermitas y torres vigía.
También niveles altos de terrazas fluviales constituyen buenos miradores donde se
construyeron ermitas (Santa Ana, itinerario 1). La población de L’Aínsa y su castillo
aprovechan el mismo nivel de terraza para obtener su privilegiada posición sobre la
confluencia del Ara y el Cinca.
Capas más resistentes de areniscas que rellenan canales turbidíticos también generan
relieves positivos que destacan sobre las zonas circundantes. Es el caso del
emplazamiento del castillo de Boltaña o del de Cotón, sobre Morillo de Tou.
Ciertas rocas han tenido un significado especial en la cultura tradicional pirenaica. Las
calizas foratatas, a condición de que al agujero que las horada sea de origen natural,
protegían al ganado de volverse modorro y a las dependencias de las casas de las
acciones maléficas de brujas y brujones. El granito remata algunos espantabrujas
sobre las chimeneas, en referencia a la relación con la pureza que tiene su color
blanco.
Sin ánimo de ser exhaustivos, existen también un buen número de leyendas
tradicionales que tratan de explicar distintos fenómenos geológicos que suceden en
Sobrarbe. Desde el origen de relieves emblemáticos como las Tres Serols o la Brecha
de Roldán (A Breca) al de acumulaciones sedimentarias y glaciares como el de la cara
norte de Monte Perdido en leyendas como la de la Dulera de Marboré.
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Los foraminíferos, especialmente los nummulites, son fósiles abundantes. Su similitud
con monedas les ha valido el nombre de dineretes en casi todos los pueblos de la
Depresión Media y Sierras Exteriores. Leyendas como la del trigo de San Úrbez
aprovechan también, con un efecto didáctico y moralizante, el parecido con este
cereal.
Las aguas subterráneas del entorno del Castiello Mayor y la dinámica de sus
surgencias no escaparon a la observación de los vecinos de Puértolas, que
imaginaban un gran lago en el interior de la montaña. Algunas cuevas eran refugio de
seres mitológicos o legendarios guerrilleros como Silbán o Mur Garzía,
respectivamente.
Los libros de Andolz (1994, 1995) y Dueso (2003) ahondan en estos y muchos otros
aspectos que ponen en relación al montañés con el medio geológico que le rodea.
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5. ITINERARIOS
5.1 Las terrazas del Cinca: ríos en movimiento
Los paisajes que contemplamos hoy no han sido siempre así. Es como si viéramos un
fotograma de una película muy larga. Hace algunos millones de años en los Pirineos
no había montañas sino mar. Una vez que las montañas emergen y el mar se retira,
los ríos comienzan a formar valles y erosionar la cordillera.
Aunque los valles pirenaicos existen desde hace cientos de miles de años, su aspecto
ha variado notablemente. Los fondos se han ido rebajando con el paso del tiempo y
los cursos fluviales han migrado lateralmente. Los ríos son uno de los elementos
geológicos más dinámicos y cambiantes. Como buen agente geológico externo, un río
es capaz de erosionar, transportar y depositar sedimentos. El delta del Ebro o las
acumulaciones de arenas y cantos rodados a orillas de los ríos son algunas pruebas
de ello.
A lo largo de este itinerario vamos a tocar los sedimentos que trabaja un río, nos
asomaremos al pasado para reconstruir cómo fue el valle del Cinca hace algunos
miles de años y veremos cómo cambia el cuento para la vegetación cuando las rocas
y el agua se desentienden de ella.
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Figura 4. Situación del itinerario 1 en el Geoparque de Sobrarbe.
Comenzamos a andar en L’Aínsa, junto al puente sobre el río Cinca, y muy pronto
realizamos la primera parada justo en la orilla.
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1ª parada: Orillas del Cinca
Vamos a pasar unos minutos en este punto y contestaremos unas preguntas
observando bien lo que hay alrededor.
1. ¿Qué tipo de terreno estás pisando? (Roca compacta o sedimento suelto) ¿Qué tipo