Introduccin
Las relaciones entre el fenmeno de la intersubjetividad y el
sistema de apego estn siendo exploradas tanto dentro de la
literatura psicoanaltica(Allen, Fonagy, & Bateman, 2008;
Bateman & Fonagy, 2004; Cortina & Liotti, 2010; Diamond
& Marrone, 2003; Fonagy & Target, 1997; Lyons-Ruth, 2006;
Stern, 2006)como dentro del campo de la psicologa del
desarrollo(Trevarthen, 2005). Se pueden discernir dos estrategias
para integrar los conceptos de intersubjetividad y de apego. La
primera, adoptada por Fonagy y sus colaboradores (2006), asume que
en los humanos las facultades de comunicacin intersubjetivas mas
desarrolladas (mentalizacin) son una funcin avanzada de las
relaciones de apego: la evolucin ha puesto a cargo de la relacin de
apego el desarrollo pleno del cerebro social (Fonagy, 2006 p.60).
Allen, Fonagy y Bateman(2008)aaden que: En este sentido, la funcin
evolutiva del apego va mas all de proveer proteccin en la niez
mediante la proximidad fsica como lo propuso Bowlby ....el apego en
sinergia con la mentalizacin, organiza la regulacin fisiolgica y
promueve el crecimiento cerebral (p. 116, traduccin de los autores
del captulo). Una segunda estrategia de integracin asume que el
apego y las comunicaciones intersubjetivas tienen funciones
diferentes. El apego es un sistema "diseado" para la proteccin, y
la intersubjetividad es un sistema "diseado" para la comunicacin, y
en nuestra especie, para un tipo de cooperacin muy avanzada
(Cortina & Liotti, 2010). Durante el transcurso del desarrollo
tpico, estas diferentes funciones estn ntimamente ligadas
(Lyons-Ruth, 2006; Stern, 2004; Trevarthen, 2005). En casos como el
autismo, y en casos de historias con un apego desorganizado y
trauma, se observan disociaciones entre el apego y las capacidades
intersubjetivas avanzadas (mentalizacin). En la clnica se pueden
observar un derrumbamiento de las capacidades de mentalizacin en
pacientes con historia de un apego desorganizado o traumtico o en
pacientes con personalidades limtrofes. Se presenta un caso clnico
para ilustrar el tratamiento de una paciente con una historia de
apego inseguro tal vez desorganizado que se manifiesta desde la
niez en la forma de una angustia de separacin severa.
Esbozo del captulo
En la primera parte del captulo revisamos la tesis de Sarah
Hrdy(2009)y su hiptesis de que la capacidad de "leer" las
emociones, gestos e intenciones de nuestros semejantes puede
haberse originado en nuestra especie por la aparicin de un tipo de
crianza en que otros adultos (y a veces hermanas y hermanos
mayores) ayudan a la mam a cuidar y a alimentar a su beb. Somos la
nica especie del grupo de simios al que pertenecemos que incluye a
los chimpancs, bonobs, orangutanes y gorilas en que las madres
permiten que otros participen en el cuidado de sus cras. Esta
estrategia de crianza cooperativa (cooperative breeding como se le
designa tcnicamente en Ingls), probablemente emergi en nuestros
antecesores nmadas entre 2 millones de aos con la aparicin delHomo
erectus,y 200.000 aos, cuando aparece elHomo sapiens. Creemos que
esta estrategia reproductiva cooperativa puso en marcha otras
formas de cooperacin avanzada como la caza de animales grandes y su
distribucin de carne en forma equitativa entre miembros del grupo,
as como la aparicin de normas culturales igualitarias (Boehm,
1999).Estos niveles de cooperacin no hubieran sido posibles sin una
capacidad de entender las intenciones, emociones y gestos de otros
miembros del grupo. A su vez, la necesidad de cooperar a niveles
superiores puso presiones selectivas sobre las comunicaciones
intersubjetivas. Dicho en otras palabras, la comunicacin
intersubjetiva y los tipos de cooperacin avanzada coevolucionaron,
la tesis central de este captulo. Ms que ningn otro grupo, esta
idea ha sido impulsada porTomasello y sus colegas del Instituto Max
Plank de antropologa evolutiva en Leipzig, Alemania:
Las habilidades y motivaciones necesarias para la comunicacin
cooperativa coevolucionaron con actividades colaborativas porque
este tipo de comunicacin cooperativa depende de estas actividades y
a la vez contribuye a ellas, facilitando la coordinacin necesaria
para construir metas conjuntas con roles diferenciados. Mi hiptesis
es que el tipo de actividades colaborativas concretas que vemos hoy
en da en los nios pequeos son una representacin del tipo de
actividades colaborativas que se dieron durante el curso de la
evolucin humana(traduccin nuestra Tomasello, 2009 pp. 74-75).
En la segunda parte del captulorevisamos el desarrollo de las
habilidades intersubjetivas, desde los intercambios afectivos y la
capacidad de mantener una atencin conjunta durante los primeros
meses de edad, a partir de los nueve meses y durante el segundo ao
de edad, el desarrollo de otras habilidades intersubjetivas: la
intencionalidad conjunta y la capacidad de apreciar las
interacciones sociales desde una perspectiva propia y desde una
perspectiva de los otros. La capacidad de imaginarnos y sentirnos
en el lugar de los dems (ver las interacciones sociales desde
varias perspectivas) es una manera de definir el concepto
mentalizacin.
Este desarrollo de la intersubjetividad no sera posible sin una
base motivacional. Esta base motivacional consiste en el deseo
decompartir experiencias positivas y colaborar con sus cuidadores
en juegos y proyectos comunes. Este sistema de enlace y cooperacin
social estacaracterizado por la alegra y el goce social. En
contraste, el anhelo de proximidad del apego est motivado por el
miedo y la ansiedad y el deseo de restaurar un sentimiento de
seguridad. Las dos motivaciones contribuyen al desarrollo de una
relacin de apego seguro.Tener una base segura facilita las
comunicaciones intersubjetivas positivas y la capacidad de ayudar y
cooperar con los dems. En este sentido, una base segura no solo
promueve la exploracin, sino tambin el desarrollo de comunicaciones
intersubjetivas cooperativas. Estas motivaciones prosociales son
nuestro legado evolutivo ms importante. En la tercera parte del
captulo exploramos implicaciones clnicas con un caso clnico de este
modelo de motivaciones prosociales.
El Cerebro Social: Los Orgenes Cooperativos de la
Intersubjetividad
La diferencia entre los humanos y nuestros primos cercanos los
simios, es fundamentalmente social.sta es una tesis que durante el
transcurso de 25 aos se ha convertido en uno de los temas ms
candentes entre primatlogos, antroplogos y psiclogos del desarrollo
social y emocional(Alexander, 1989; Barresi & Moore, 1996; Call
& Tomasello, 2003; Cheney, Seyfarth, & Smuts, 1986;
Cosmides & Tooby, 1987; de Waal, 2008; Donald, 2001; Dunbar
& Shultz, 2007; Gallese & Umit, 2006; Ganzzaniga, 1997;
Gardner Jr, 2005; Hrdy, 2005; Tomasello & Carpenter, 2005;
Trevarthen, 2005). Hasta hace poco, el consenso general ha sido que
nuestras capacidades simblicas, el lenguaje y la evolucin cultural
son las caractersticas que nos distinguen de otros simios. Desde
luego esto es cierto, pero lo que ha ido emergiendo en las ltimas
dos o tres dcadas es que el lenguaje, y la cultura en su forma ms
desarrollada, fueron precedidos por habilidades sociales de
comunicacin intersubjetiva ms fundamentales. Estas habilidades
intersubjetivas pueden observarse en nios preverbales y en primates
que son capaces de entender comunicaciones basadas en gestos,
emociones e intenciones de miembros de su misma especie.
El proyecto ms grande y exhaustivo hasta la fecha dentro de esta
lnea de investigacin consisti en una comparacin de tres grupos de
primates: 106 chimpancs, 32 orangutanes y 105 humanos. El proyecto
ha sido dirigido por Michael Tomasello y sus colegas del Instituto
Max Plank de antropologa evolutiva (Hermann, Call,
Hernndez-Lloreda, Hare, & Tomasello, 2007). La edad de los
chimpancs y los orangutanes oscil entre los 3 y los 21 aos, y la de
los humanos fue de un promedio de 2.5 aos o menos[1]. Se utiliz una
batera de pruebas completa que examin dos reas: La primera rea
evalu capacidades cognitivas como las relaciones espaciales, las
relaciones de causalidad, y el manejo de nmeros y categoras. La
segunda rea explor habilidades sociales o cognitivo-sociales como
la habilidad de aprender de los otros, la comunicacin con gestos
(como el apuntar para sealar algo de inters), y pruebas de "teora
de la mente" como la capacidad de entender las intenciones de los
otros en situaciones competitivas y cooperativas. Los resultados
mostraron que las capacidades cognitivas que ayudan a manipular el
mundo material eran aproximadamente similares en las tres especies.
En las pruebas con un contenido ms cognitivo como el entendimiento
de las relaciones de causalidad, la categorizacin y las relaciones
espaciales, el rendimiento de los nios y el de los chimpancs era
parecido pero el de los orangutanes fue inferior. Sin embargo, en
las pruebas que examinaron habilidades cognitivo-sociales (teora de
la mente), los nios tuvieron un rendimiento notablemente superior
al de los chimpancs y al de los orangutanes.
De la jerarqua a la cooperacin social basada en la equidad
De acuerdo a Boehm(1999), un aspecto fundamental en esta
transformacin social consisti en agregar a un tipo de organizacin
primordialmente jerrquica que predomina en los simios y en muchas
especies de mamferos, pjaros y reptiles una organizacin basada en
la cooperacin y la igualdad. Los antroplogos generalmente no
coinciden en mucho, pero una de las pocas observaciones donde
existe consenso entre ellos es que todos los cazadores y
recolectores nmadas contemporneos estudiados hasta la fecha
muestran una forma de cooperacin en que la igualdad social juega un
papel central y es defendida ferozmente (Boehm, 1999). Una
manifestacin muy importante de esta igualdad es la forma en que los
cazadores y recolectores nmadas distribuyen la carne entre todos
los miembros del grupo despus de que cazan un animal grande. Esta
distribucin ocurre independientemente de si otros hombres del grupo
participan en la caza. La carne es altamente deseada entre los
cazadores y recolectores nmadas y es crucial para su sobrevivencia,
de manera que una reparticin equitativa es de enorme
importancia.Pero la cooperacin no se limita a la reparto de
alimentos y tiene manifestaciones culturales cuya expresin ms
importante es un igualitarismo social(Boehm, 1999). El
igualitarismo es inculcado desde la niez, haciendo que esta norma
social sea internalizada por todos los miembros del grupo. Este
fenmeno de internalizacin de normas compartidas culturalmente por
un grupo o clase social es el concepto central de la teora del
carcter social de Erich Fromm(1941; 1970).En casos en que un
individuo o individuos infringen esta norma social y tratan de
imponerse sobre el grupo, sanciones sociales como el ostracismo, la
vergenza o la humillacin pblica mantienen la norma igualitaria bajo
un estricto control social (Boehm, 1999). Muchos piensan que el
igualitarismo social implica la ausencia de liderazgo en grupos
nomdicos. Pero esta interpretacin es incorrecta. S hay liderazgo,
pero es consensual y se ejerce con mucho tacto y en forma sosegada,
respetando el ideal igualitario (Boehm, 1999).
La descripcin del igualitarismo en cazadores y recolectores
nmadas est basada en observaciones etnogrficas recogidas en los
ltimos 80 aos (Boehm, 1999). Estos grupos de cazadores y
recolectores nmadas contemporneos no son "fsiles vivientes" y no es
posible saber si las normas igualitarias de recolectores nomdicos
modernos son similares al sistema social que emergi entre cazadores
y recolectores del Pleistoceno. Pero el solo hecho de que este
igualitarismo y organizacin social sea similar en los cuatro
continentes diferentes en que ha sido observado apunta hacia un
origen filogentico comn. Ms an, los patrones de difusin de
poblaciones nomdicas, la similitud entre el tipo de herramientas de
cazadores y recolectores contemporneos y lo que se puede inferir de
los restos arqueolgicos de la poca paleoltica, sugieren que los
representantes contemporneos se asemejan al tipo de vida social que
predomin durante le poca Paleoltica(Kuhn & Stiner, 2001).
Posiblemente este tipo de organizacin social apareci con el
segundo representante de los gruposhomo(Homo erectus) que logr
emigrar del continente Africano hace 1,8 millones de aos(Tattersall
& Schwartz, 2000). ElHomo erectustena un cerebro un poco ms del
doble de tamao que el de sus antecesores, los
australopitecos[2].Estos ltimos tenan un cerebro de 450 ml,
aproximadamente el mismo tamao que el de los chimpancs
contemporneos. Los australopitecos eran bpedos, caminaban en forma
erecta con una anatoma adaptada para vivir en los rboles y sobre la
tierra. ElHomo erectusabandona el hbitat forestal y apuesta su
futuro en la planicie Africana. Este cambio permiti a la naturaleza
experimentar con una anatoma diseada para vivir en la Savannah
Africana. El resultado fue una anatoma adaptada al caminar y correr
eficazmente por largo tiempo(Tattersall & Schwartz, 2000, pp.
167-171). Esta eficacia se tradujo en un ahorro substancial de
energa. Los chimpancs gastan ms del doble de energa en trasladarse
de un lugar a otro(Wrangham, 2009). Este ahorro de energa fue uno
de los factores que facilitla expansin de la corteza cerebral un
nuestros antecesores de 900 ml enHomo erectusa 1200 a 1400 ml
enHomo sapiens.Hemos heredado una estructura msculo-esqueltica muy
similar a la delHomo erectus. Un cerebro grande, una anatoma
adaptada a poder caminar por largo tiempo y una organizacin social
cooperativa fueron los cambios fundamentales que le proporcionaron
alHomo erectusuna flexibilidad adaptativa extraordinaria. Esto le
permiti emigrar del continente Africano, llegando a habitar
regiones tan distantes como el este de Asia e Indonesia.Esa fue la
primera oleada de emigracin de frica. La ltima por parte de nuestra
especie ocurri aproximadamente hace 120.000 y 70.000 aos(Balter,
2011), logrando colonizar el mundo entero y llegando a Tierra de
Fuego para finales del Pleistoceno 11.000 aos(Goebel, Waters, &
O'Rourke, 2008).
La crianza cooperativa
Cmo emergi este tipo de organizacin social altamente cooperativa
basada en la igualdad?Hrdy (2009) piensa que hubo un tipo de
cooperacin previa basada en una crianza colectiva, en que la mam es
asistida a cuidar a sus cras por otros miembros del grupo que
pueden ser el padre, otros hijos, una abuela y, ocasionalmente,
otros miembros del grupo que no son familiares. Queremos aclarar
que la crianza colectiva se refiere al sistema de cuidado que
proporcionan los adultos o a veces una hermana o hermano mayor y no
al vnculo de apego del cro con sus cuidadores. Este vnculo de apego
es muy selectivo. En los humanos, los bebs pueden tener unas
cuantas figuras de apego y sus preferencias estn organizadas
jerrquicamente, con una figura de apego principal, generalmente la
madre, y una segunda y tercera figura que puede funcionar en su
ausencia (Bowlby, 1969).
La crianza cooperativa existe en algunas especies de insectos,
pjaros y mamferos. Aproximadamente el 3% de los mamferos tienen
este tipo de crianza cooperativa(Hrdy, 2009). Entre las especies
mejor conocidas se encuentran los lobos y algunasespecies de ratas
y perros, los elefantes, y los delfines. Cabe aludir que todas
estas especies son profundamente sociales. En los primates, una
tercera parte tienen elementos de crianza cooperativa(Hrdy,
2009).La cooperacin puede estar limitada a cargar al infante y
ayudar en su proteccin, o puede ser ms extensa, ayudando a la mam
en la alimentacin de los cros (provitioning, como se le denomina
tcnicamente en Ingls).Solamente dos especies de primates, los monos
de la familiaCallitrichinaeque habitan en Sudamrica los tamarinos y
los tites y la especie humana combinan en forma extensa el cuidado
y la proteccin con la alimentacin de las cras(Burkart & van
Schaik, 2009; Hrdy, 2009)[3].
Vale la pena reflexionar un momento sobre la importancia de este
fenmeno de la crianza colectiva. La mayora de las especies tienen
una crianza en que la madre es la cuidadora exclusiva. Desde una
perspectiva evolutiva la estrategia predominante es ms bien
individualista. La cooperacin en cambio precisa de condiciones
especiales para emerger. Estas condiciones varan de especie a
especie pero, como regla general, requiere de que haya cambios de
clima muy importantes (hablaremos de esto despus) y que la seleccin
natural opere en el nivel social y no solo en el individual. Este
nivel social puede ser la familia o el grupo. ste es un tema
complejo que no podemos abordar en este captulo. Nos limitamos a
sealar que durante los ltimos 60 aos ha habido avances muy
importantes en las teoras evolutivas que han tratado de entender
cmo pudo haber surgido el altruismo y la cooperacin dentro de un
mundo Darwiniano competitivo. Dentro de estas concepciones modernas
queda claro que la cooperacin tiene un papel singular que desempear
en procesos de seleccin natural, ya que generalmente esta asociada
a una complejidad biolgica. Por otro lado la seleccin natural puede
operar simultneamente (y a veces en conflicto) a varios niveles:
genes dentro de un individuo, individuos dentro de grupos, grupos
dentro una meta-poblacin de grupos y, tal vez, especies dentro de
familias de especies(Bowles, 2006; Okasha, 2006; Sober &
Wilson, 1998; Wilson & Sober, 1994).
En el caso de los primates la seleccin natural operando a nivel
individual favorece una estrategia en que la madre cuida en forma
exclusiva a sus cros. En los primates la preponderancia de este
tipo de crianza materna tiene que ver con la jerarqua y el
infanticidio.El infanticidio es muy frecuente entre los primates.
La carne es altamente codiciada por muchas especies de primates, y
los infantes son una presa relativamente fcil si la mam se descuida
o se muere. Otra motivacin para el infanticidio es procreativa. El
acceso a hembras con quien poderse aparear est directamente ligado
al nivel que ocupan los machos dentro del la jerarqua social.
Mientras ms alto sea el rango de un macho, mayores son las
posibilidades de copular y, por lo tanto, de que sus genes se
transmitan a la siguiente generacin. Desde luego, los primates
machos no estn pensando que la paternidad es la forma de propagar
sus genes, pero s estn adaptados para acrecentar sus intereses
procreativos y jerrquicos. Cuando las hembras estn lactando no son
por lo general frtiles y estn menos dispuestas a copular. Si un
primate macho quiere copular con una hembra que est lactando, la
forma mas rpida de aparear es matar a su cro. Un ejemplo de esta
adaptacin violenta est descrita por Cheney y Seyfarth(2007)en su
trabajo con los babuinos. Algunos machos de esta especie se separan
de su grupo natal cuando maduran sexualmente. Viven temporalmente
en bandas masculinas hasta que se integran en un grupo nuevo. Al
integrarse buscan establecer una posicin dominante y encontrar
hembras con quien aparearse. Son feroces en su empeo y una vez que
detectan una madre lactando la hostigan hasta encontrar el momento
oportuno para atacar a su cra. Las mams establecen coaliciones con
miembros masculinos del grupo para defenderse de la amenaza de
individuos errantes, pero esto no garantiza su xito. El
infanticidio es la causa ms frecuente de muerte infantil en los
babuinos y en muchas especies de primates, sobrepasando a la
depredacin como causa de muerte (Cheney & Seyfarth, 2007).
Por qu ha aparecido la crianza cooperativa en algunas especies y
no en otras? La crianza cooperativa generalmente ha aparecido en
condiciones en que se han dado fluctuaciones drsticas en el clima
que han producido cambios ecolgicos importantes. La crianza
cooperativa ha ayudado a las especies a sobrevivir en estas
condiciones, creando modos de adaptacin ms flexibles (Hrdy, 2009).
En condiciones ecolgicas ms estables tienden a predominar las
estrategias competitivas y los modos de crianza independientes en
que las mams son cuidadoras exclusivas.Las ventajas de las
estrategias de crianza cooperativas tienen que ver con tres
factores. Primero, y como veremos enseguida, la crianza cooperativa
produce una mayor sociabilidad y flexibilidad en conductas
adaptativas. Segundo, la ayuda en el cuidado, y sobre todo en la
alimentacin de los cros, libera a las madres y les permite
contribuir al cuidado de otros miembros de la especie. El tercer
factor tiene que ver con los niveles de fertilidad.Durante la
lactancia las madres tienden a ser infrtiles. Cuando la cooperacin
incluye la alimentacin, el periodo en que la madre est lactando se
reduce. Un periodo de lactancia ms corto permite a las madres
reiniciar un ciclo reproductivo nuevo e incrementar su fertilidad.
Por ejemplo, el periodo de lactancia de los chimpancs, con un
sistema de crianza maternal exclusiva es de 4 aos y en cazadores y
recolectores nmadas humanos es de 2.5 aos[4]. En promedio, los
chimpancs tiene una cra cada 6.5 aos mientras que los cazadores
nmadas tiene un infante nuevo cada tres aos, un poco ms del doble
que los chimpancs (Hrdy, 2009).
Crianza cooperativa y el desarrollo de la intersubjetividad
Las mams de los primates, como cualquier mamfero, protegen a sus
cras bravamente. Dada la frecuencia del infanticidio, tienen
suficientes elementos para ser posesivas. Los chimpancs, por
ejemplo, no dejan que nadie se acerque a su cro, independientemente
de que su gnero sea masculino o femenino durante los primeros seis
meses de edad, produciendo un aislamiento social (Hrdy, 2009). Este
retraimiento temprano incrementa la sobrevivencia de sus cras, pero
limita las interacciones de las cras con otros miembros de la
especie en un momento crtico de su desarrollo social. En cambio, en
especies con un tipo de crianza cooperativa, los bebs estn
expuestos desde edad temprana a muchos cuidadores y tienen una
sociabilidad mucho ms extensa que estimula potentemente el
desarrollo de la sociabilidad y de las habilidades intersubjetivas.
Los infantes se vuelven ms sociales, sonren y balbucean ms y atraen
a sus madres y a otras cuidadoras a interactuar ms con ellos.
Pero cmo explicar que esta sociabilidad temprana se vuelva
caracterstica de una especie? Un mecanismo comn es a travs de la
creacin de una presin selectiva positiva que favorezca una
sociabilidad temprana. Tenemos un ejemplo cercano de este tipo de
presin selectiva positiva en la domesticacin de los perros. Los
perros tienen capacidades extraordinarias de leer los estados
emocionales de sus dueos(Hare & Tomasello, 2005). Los perros
son descendientes de los lobos que tambin tienen en un tipo de
crianza cooperativay fueron una de las primeras especies que
domesticaron nuestros antecesores hace aproximadamente 12.000 aos.
Desde entonces los humanos hemos ido seleccionando perros que no
nos tienen miedo y que temperamentalmente son ms sociables y menos
agresivos(Hare & Tomasello, 2005). Es decir, ha habido una
seleccin positiva de habilidades intersubjetivas avanzadas. Lo
notable de muchas especies de perros es que son capaces de tener
una comunicacin afectiva y cognitiva con sus dueos que sobrepasa en
muchas instancias a la de los simios, la familia taxonmica a la que
pertenecemos y con los cuales compartimos entre un 95 y un 98 % de
los genes. Esta capacidad de los perros tambin sobrepasa a simios
que han convivido o crecido entre humanos(Hare & Tomasello,
2005; Murell, 2009). Podemos dar un ejemplo basado en un
experimento sencillo(Hare, Brown, Williamson, & Tomasello,
2002). En este experimento se colocan tres cubetas opacas en frente
de un perro o un chimpanc que han sido criados por humanos.
Previamente se habita a las dos especies a esperar que una de las
cubetas vaya tener comida. Despus un humano apunta con el dedo
hacia la cubeta que contiene comida. La gran mayora de los perros
inmediatamente van a la cubeta sealada y la tiran con su hocico. En
cambios los chimpancs escogen al azar. Los perros entienden el
gesto de apuntar como un gesto de ayuda, los chimpancs no[5]. El
apuntar para compartir o para ayudar a los otros es unos de los
gestos ms importantes desde el punto de vista del desarrollo de la
intersubjetividad. Su aparicin data desde los 10-14 meses de edad
del infante y marca el hecho de que es capaz de entender
simultneamente sus intenciones y las intenciones de los dems una
intencionalidad conjunta y que desea compartir experiencias con
otros(Tomasello, Carpenter, & Liszkowski, 2007).
Tal vez por un proceso similar a la de la domesticacin de los
perros, las especies con una crianza colectiva desarrollan
capacidades para leer los gestos, emociones e intenciones de sus
congneres que sobrepasa por mucho a las de las especies con un tipo
de crianza en que la madre es la cuidadora exclusiva.Por ejemplo,
los tamarinos y los titis, que mencionamos anteriormente, tienen un
sistema de crianza cooperativa y exhiben un desarrollo
cognitivo-social mucho ms avanzado que especies de primates de un
grupo taxonmico muy cercano que tienen un tipo de crianza maternal
exclusiva y, por lo tanto, una sociabilidad temprana muy
limitada(Burkart & van Schaik, 2009). En esta investigacin se
utilizaron una serie de pruebas comparando las habilidades sociales
y habilidades de tipo ms instrumental entre estas diferentes
especies. A pesar de tener un cerebro ms pequeo que los primates
del grupo taxonmico cercano, los titis y los tamarinos demostraron
habilidades sociales mucho ms avanzadas. Esta investigacinconfirma
que especies que cooperan en la crianza de los pequeos tienen
habilidades de comunicacin e interaccin social muy desarrolladas.
Debido a una crianza cooperativa, la construccin de habilidades
sociales y comunicativas son aprendidas en el contexto diario de
interacciones convariascuidadoras. En ese contexto, los miembros
juveniles de especies que tienen varios cuidadoras se comprometen y
co-construyen prcticas cooperativas que eventualmente se
internalizan cognitivamente en forma de representaciones mentales
(comunicacin personal con German Posada).
A continuacin resumimos algunos de los otros hallazgos que
apoyan la hiptesis de que la crianza cooperativa fue la clave para
que emergiera la habilidad de entender la mente de nuestros
congneres(Hrdy, 2009; Hrdy, 2005).
La presencia de varias figuras de apego est correlacionada con
el apego seguro y con la capacidad de entender las interacciones
interpersonales desde varias perspectivas (van IJendoorm, Sagi,
& Lambermon, 1992). Esta capacidad esta ntimamente ligada al
desarrollo de la intersubjetividad y corresponde al concepto de
mentalizacin que han propuesto Fonagy y sus colaboradores(Allen,
Fonagy, & Bateman, 2008).
La presencia de hermanos o hermanas mayores est correlacionada
con un desarrollo ms temprano de la teora de la mente a los 3 aos.
La teora de la mente puede concebirse como una fase intersubjetiva
avanzada basada en la capacidad de los nios de inferir creencias
falsas en otras personas, una capacidad que, a su vez, depende de
la capacidad de entender la perspectiva de los dems (Ruffman,
Parner, Nairo, Parkin, & Clements, 1998).
La presencia de una abuela materna est correlacionada con una
mayor sensibilidad materna(Spieker & Bensley, 1994)y con
habilidades cognitivas ms avanzadas en nios de 4 aos que conviven
con mas de una figura de apego(Furstenberg, 1976)
Las bases biolgicas de la intersubjetividad y la cooperacin
Empezamos con la siguiente observacin que muestra como cuidados
materno en ratas criadas en nidos comunitarios se transmiten de una
generacin a la siguiente. Cuando ratas cran a sus cachorros con la
ayuda de otras hembras que participan en amamantar y cuidar a las
cras en nidos comunitarios se observa un cuidado materno post parto
ms intenso que en ratas que cran a sus cachorros en forma
aislada(Curley, Davidson, Bateson, & Champagne, 2009 ). Ms aun,
este cuidado maternal tiene efectos profundos en el desarrollo de
sus cras. Como adultos, estos cros exhiben mucho menos miedo y ms
inters y persistencia en la exploracin de su medio ambiente que
sobrepasa por mucho a los de las ratas criadas por madres en
aislamiento. Este efecto es transmitido a una segunda generacin.
Como adultas, las ratas criadas en nidos comunitarios exhibieron
una mayor motivacin al cuidar a sus propios cros post parto,
recogindolos y asindolos ms frecuentemente. Esta transmisin de
conductas maternales ocurre independientemente de si las madres en
esta segunda generacin estn aisladas o en compaa de otras hembras,
una demostracin clara de que el efecto trans-generacional de la
crianza cooperativa se ha convertido en un fenotipo estable. Como
se transmite genticamente estos cambios de una generacin a
otra?
Una de las reas de mayor inters en la ciencia biolgica
contempornea es entender cmo los efectos del medio ambiente sobre
la conductacomo la crianza cooperativa y su efecto sobre
habilidades intersubjetivasson inducidos a un nivel gentico(Miller,
2010). Esta induccin no necesariamente tiene que estar basada en
una mutacin que cambie la secuencia del ADN. Puede ocurrir mediante
la modificacin de la expresin del ADN, un mecanismo epigentico. La
transmisin epigentica no cambia la secuencia de nucletidos como en
una mutacin, sino que produce cambios a nivel del genoma
modificando la expresin del ADN.Un bloqueo o activacin en el
proceso de transcribir informacin del ADN al ARN modifica la
expresin del ADN. Una alta calidad materna (o tal vez la crianza
cooperativa?) puede ser asimilada genticamente mediante un proceso
que involucre la metilacin de la citosina, uno de los cuatro
nucletidos que componen el ADN(Champagne & Curley, 2009). Este
proceso de transcripcin produce a su vez una cascada de efectos
secundarios en el desarrollo del organismo, creando fenotipos que
estn ms adaptados a cambios en el medio ambiente. Hay varios
mecanismos a travs de los cuales esto puede ocurrir, pero los ms
comprobados hasta la fecha involucran la metilacin de la citosina o
la de-acetilacin de la histona, una protena que rodea el ADN que
tambin juega un papel importante en el proceso de transcripcin del
ADN al ARN.En el ADN hay sitios que se encargan exclusivamente de
la regulacin gentica. Un grupo metilo (o grupo metil como se le
denomina comnmente) se puede insertar al nucletido citosina
mediante una reaccin enzimtica en una regin promotora del ADN
adyacente a la zona reguladora. El donador ms importante del grupo
metil es el aminocido metionina. A nivel funcional esta insercin de
un grupo metil en la citosina (la metilacin de la citosina) bloquea
la transcripcin de la polimerasa ARN del ADN, con el resultado de
que la expresin del ADN es silenciada. Una calidad materna alta, o
tal vez la crianza cooperativa silencian el ADN mediante este
proceso de metilacin. Los grupos metil tambin atraen a otras
protenas que promueven la de-acetilacin de la histona. La histona
es una protena que envuelve algunas regiones reguladoras del ADN, y
su de-acetilacin tambin bloquea la expresin del ADN. Aun cuando el
silenciamiento del ADN es reversible, es suficientemente estable
para mantenerse durante la divisin celular. Por lo tanto los
cambios indiciados por la metilacin o acetilacin del ADN pueden
pasar de clulas paternas a clulas hijas, afectando en ltima
instancia a procesos de desarrollo que influyen en la conducta
maternal y tal vez en la conducta de los cros.
La oxitocina y su conexin con la monogamia y la solidaridad y
cooperacin a nivel grupal
Otro aspecto muy importante de la neurobiologa de la cooperacin,
tanto a nivel de pareja como a nivel grupal, tal vez este
relacionado con la oxitocina. La oxitocina es un neuropptido
sencillo con una secuencia de 9 aminocidos que funciona como una
hormona y un neurotransmisor en los mamferos. La oxitocina tiene
efectos perifricos y centrales(Donaldson & Young, 2008). Los
efectos perifricos son la contraccin uterina durante el parto y la
estimulacin de la lactancia. Los efectos centrales afectan a las
relaciones sociales en muchos mamferos, como el desarrollo de las
relaciones de apego (el cuidado materno) y relaciones monogmicas,
as como a la capacidad de reconocer a miembros de la misma especie,
un reconocimiento que es fundamentalmente facial. La vasopresina
(otro neuropptido muy parecido) tambin tiene efectos sociales,
sobre todo en los machos, contribuyendo a la formacin de vnculos
sociales duraderos en algunas especies(Young & Zuozin, 2004).
Los efectos sociales de la oxitocina se pueden ver claramente en
dos especies de topillos de campo. Una especie mongama vive en las
praderas (Microtus ochrogaster) y la otra es polgama y vive en las
montaas (Microtus montanus). El macho en los topillos de pradera
establece una relacin de por vida con su pareja y participa
activamente en el cuidado de los cachorros(Curley, et al., 2009 ;
Young & Zuozin, 2004). En cambio el topillo que habita en las
montaas no participa en el cuidado de los cachorros, y la madre se
encarga exclusivamente de sus cachorros. Estas diferencias se ven
reflejadas en sus cerebros. El topillo mongamo tiene una densidad
mucho ms alta de receptores de oxitocina y vasopresina que la
especie polgama. En la especie polgama tambin se observa una mayor
densidad de receptores de la oxitocina y vasopresina pero solamente
cuando el macho est buscando aparearse.
Es bien sabido que la oxitocina estimula la formacin de
relaciones monogmicas y el cuidado materno, pero hasta hace poco
nadie se haba planteado la posibilidad de que la oxitocina tambin
pudiera afectar a la cooperacin y al altruismo en grupos humanos,
un altruismo grupal de tipo parroquial o localista que tambin
contribuye a un tipo de agresin defensiva intergrupal(De Drew et
al., 2010). De Drew y sus colegas demostraron este efecto
administrando oxitocina a varias decenas de grupos compuestos por
tres miembros, todos hombres universitarios. Se escogieron hombres
como una prueba ms rigurosa del efecto cooperativo de la oxitocina,
ya que en conflictos intergrupales, los hombres son ms
agresivamente competitivos que las mujeres.Para demostrar estos
efectos se instruy a los grupos cmo competir en una serie de tres
juegos diseados para contraponer los efectos de la oxitocina en
fomentar el altruismo y la confianza dentro de los grupos (amor) y
un tipo de agresin defensiva (odio) hacia otros grupos. Media hora
antes del iniciar los juegos todos los participantes recibieron
oxitocina o placebo por medio de un atomizador nasal en un diseo de
doble ciego. A cada miembro de los grupos de tres personas se le
dio una cantidad fija de dinero y se les dijo que iban a jugar con
otro grupo tambin compuesto por otros tres estudiantes. Cada
miembro poda escoger entre varias opciones para distribuir el
dinero. Todas las decisiones se registraban en una computadora
confidencialmente de manera que los otros miembros del grupo no
saban qu decisiones tomaban sus compaeros. En comparacin con los
hombres que recibieron el placebo, los que recibieron oxitocina
optaron por quedarse con menos dinero para ellos mismos, donando el
doble o ms para los otros miembros de su grupo. Al mismo tiempo,
los miembros que recibieron oxitocina optaron por una opcin que
beneficiaba a su grupo sin perjudicar a sus contrincantes. Un diseo
ms complicado demostr el lado de la oxitocina que fomenta el odio
hacia los otros grupos. En esta opcin participaron 75 estudiantes
en un juego en donde se incluyeron ms variables, acentuando la
avaricia e introduciendo miedo y enojo hacia grupos contrincantes
basndose en una opcin de quedarse con ms dinero para el grupo, pero
al mismo tiempo perjudicando al grupo contrincante que se quedaba
con poco o nada de dinero. En estas condiciones de conflicto
intergrupal, los grupos que recibieron oxitocina optaron por ayudar
an ms a su grupo pero, al mismo tiempo de protegerlo y defenderlo,
elegan una opcin agresiva preventiva contra el grupo contrincante.
En cambio, los grupos que recibieron el placebo no se molestaron
tanto por la avaricia agresiva de sus contrincantes y no
respondieron con una agresin preventiva. De manera que la oxitocina
no solo promueve el impulso de proteger al grupo, sino tambin de
defenderlo, atacando ms agresivamente a miembros del grupo
contrincante.
Podemos inferir que, durante el curso de la filogenia, la
oxitocina no solo ha funcionado como un agente biolgico importante
promoviendo el cuidado materno y las relaciones monogmicas. La
oxitocina puede haber sido apropiada para desempear un papel nuevo
a nivel de grupos, creando un sentimiento de altruismo y
solidaridad grupal y un tipo de agresin defensiva que se manifiesta
como cuando un grupo percibe una amenaza por parte de otro grupo.
Este papel ms extenso filogentico de la oxitocina seguramente fue
importante durante la emergencia de especies con una crianza
cooperativa, extendiendo el cuidado materno a otros miembros del
grupo, y fomentando sentimientos de altruismo y solidaridad grupal
como en el caso del igualitarismo de los cazadores y recolectores
nmadas que mencionamos anteriormente. Estos sentimientos altruistas
fueron necesarios para crear niveles de cooperacin sofisticados a
nivel de grupo
El desarrollo ontognico de la intersubjetividad y la
cooperacin
As como la cooperacin y la comunicacin intersubjetiva
co-evolucionaron durante la filogenia, durante el desarrollo
ontognetico vemos una co-evolucin similar. El investigador Escocs
Colwyn Trevarthen es un pionero en describir el proceso de
desarrollo intersubjetivo y su relacin con la
cooperacin(Trevarthen, 1979, 1988). Trevarthen hace la distincin
entre la intersubjetividad primaria y la secundaria(Trevarthen
& Aitken, 2001; Trevarthen & Hubley, 1978). La fase
primaria, de 0 a 9 meses se caracteriza por un dilogo
primordialmente afectivo con la mam (protoconversaciones), con
sonrisas, gestos y balbuceos por parte del beb. Las madres imitan
los gestos y balbuceos con un lenguaje cuya cadencia y entonacin
son un tanto exageradas(Bateson, 1971)y ajustan sus respuestas
afectivas con una intensidad que se asemeja, pero no es idntica, a
la de su beb, un fenmeno que Daniel Stern denomina entonacin
afectiva(Stern, 1985). Fonagy(2006)y sus colaboradores han
propuesto un concepto similar de respuestas emocionales acentuadas
(markedness) por parte de las madres que ayudan a los bebs a
diferenciar sus emociones de las emociones de sus cuidadores. Las
respuestas de las madres a las comunicaciones preverbales del beb
son en su mayor parte automticas y estn animadas por el deseo de
cooperar con su cra. A esta edad la cooperacin se manifiesta como
un juego interactivo que es motivo de alegra para ambos
participantes. Las figuras de apego tambin juegan un rol esencial
en regular los niveles de estimulacin, las emociones y necesidades
fisiolgicas del beb(Sroufe, 1996; Trevarthen, 1979).
Sobre esta base de seguridad con las figuras de apego y una
comunin afectiva ms profunda se inicia una nueva fase del
desarrollo intersubjetivo que incrementa substancialmente la
capacidad de cooperacin del nio con sus cuidadores. Estos cambios
de ndole cognitivo y afectivo son tan importantes que algunos
investigadores lo denominan como la revolucin socio-cognitiva de
los nueve meses(Tomasello, 1999, pp. 70-76). Estas capacidades
socio-cognitivas nuevas pueden describirse en trminos de tres
dimensiones que estn entretejidas durante el desarrollo:la atencin
conjunta y la intencionalidad conjunta que estn ntimamente
relacionada con la capacidad de contemplar las interacciones
sociales desde varias perspectivas. Cada una de estas dimensiones
representa diferentes facetas de la comunicacin intersubjetiva
yayuda a los nios a cooperar con sus cuidadores a niveles
cualitativamente ms sofisticados. A continuacin describimos estas
habilidades.
La atencin conjunta
La atencin conjunta tiene dos aspectos, la habilidad
deresponderen la direccin de la mirada de los dems, y la habilidad
deiniciarla atencin conjunta mediante el gesto de apuntar o por
medio de miradas dirigidas en secuencia: primero hacia el objeto o
evento de inters y despus hacia la mam(Mundy, Sullivan, &
Mastergrorge, 2009). Cuando los nios inician un episodio de atencin
conjunta generalmente significa que quieren que los cuidadores
compartan el evento u objeto de inters con ellos. La habilidad de
seguir la mirada de los otros emerge a partir de los 3 meses de
edad y queda consolidada hacia los 9 meses de edad(Mundy,et al.,
2009). La habilidad de iniciar la atencin conjunta aparece unos
meses despus y queda consolidada entre los 9 y los 15 meses de
edad(Mundy et al., 2009; Tomasello, Carpenter, & Liszkowski,
2007). Los dos aspectos de la atencin conjunta estn integrados en
el desarrollo tpico, pero pueden estar disociados en casos como el
autismo. Aun cuando los nios o nias autistas pueden demostrar
dficit en ambos tipo de atencin conjunta, la inhabilidad
deiniciarepisodios de atencin conjunta define una de las
caractersticas esenciales del autismo y, de hecho, es uno de sus
marcadores diagnsticos.
Estas dos formas de atencin conjunta, siguiendo la mirada de los
dems o iniciando un episodio con el gesto de apuntar, tienen una
organizacin diferente a nivel cerebral. Los circuitos neuronales
involucrados con el seguir la mirada de los otros estn localizados
en el lbulo parietal y occipital. Tenemos en comn estos circuitos
con otros primates. Los circuitos neuronales responsables de la
iniciacin de la atencin conjunta se encuentran en la corteza
frontal, en las regiones anteriores y prefrontales, y en el campo
ocular frontal(Mundy et al., 2009). Estos circuitos estn ms
desarrollados en la especie humana, dando una idea de su
importancia en la evolucin de nuestra especie. Los circuitos
anteriores se encargan de procesar informacin sobre la atencin
visual desde una perspectiva propia, mientras que los circuitos
posteriores procesan la atencin visual desde la perspectiva de los
dems. Lo que es caractersticamente humano es la posibilidad de
procesarsimultneamenteambos circuitos encargados de la atencin
conjunta(Barresi & Moore, 1996; Tomasello et al., 2007).Como
veremos a continuacin, esta representacin simultnea es una de las
bases neurolgicas para poder ver interacciones sociales desde
diferentes perspectivas y para poder coordinar actividades con los
otros y utilizar sus reacciones emocionales como una gua de cmo
responder a situaciones nuevas, un fenmeno llamado referencialidad
social(Emde, 1992).
La intencionalidad conjunta
La experiencia de la intencionalidad tiene su origen en la
capacidad temprana de los bebs de reconocerse como agentes en
interacciones con objetos y personas. Pero la capacidad de entender
la intencionalidad en trminos de objetivos que se pueden alcanzar
mediante diferentes planes no aparece hasta los 9 meses de edad.
Con ello el beb tambin empieza a captar que sus cuidadores tienen
intenciones y metas propias(Tomasello, Carpenter, Call, Behne,
& Henrike, 2005). Esta capacidad de entender las intenciones y
metas de los otros cobra enorme importancia a partir del segundo ao
de edad en juegos que requieren una coordinacin de intenciones, en
tareas mundanas como alzar juguetes juntos, o en poder tomar roles
recprocos en juegos en que t te escondes y despus yo me escondo.
Estos niveles de colaboracin ms avanzada se acompaan con una
transicin en el desarrollo en que las interacciones con los
cuidadores pasan de ser didicas (mam y beb) a convertirse en
interacciones tridicas, donde el beb y la madre comparten su
atencin con un objeto o evento de inters comn.
Una de las mejores maneras de observar esta transicin es a travs
del gesto de apuntar. El apuntar tiene dos fases. Uno inicial de
apuntar para pedir algo de un cuidador. Esta forma de apuntar
aparece entre e los 7 y los 9 meses de edad. La fase subsecuente es
un apuntar para compartir algo de inters, apareciendo alrededor de
los 12 meses de edad, y es un fenmeno intersubjetivo por excelencia
y de gran inters desde un punto de vista filogentico y
ontognetico(Tomasello, 2007; Tomasello et al., 2007). Desde un
punto de vista filogentico somos el nico primate que usa este gesto
para compartir una experiencia, y con la excepcin de los perros, el
nico animal que lo entiende(Hare, et al., 2002). Como acabamos de
ver desde un punto de vista ontognetico, el apuntar para compartir
una experiencia con otros indica que la nia o el nio entiende que
otros tienen intenciones y metas que son similares y a su vez
diferentes a las suyas, y que las intenciones pueden coordinarse.
La colaboracin del segundo y tercer ao de edad se acrecienta
exponencialmente con la enorme contribucin del lenguaje, pero
tambin se vuelve motivo de conflicto a medida que el nio empieza a
ejercer su autonoma y a darse cuenta de que sus metas o deseos
pueden ser diferentes de los de sus cuidadores. Los famosos
berrinches de los 2 a 4 aos de edad son los ejemplos clsicos de
este conflicto sobre la autonoma y las metas.
Vale la pena insistir que nuestros primos simios tambin tienen
un concepto de intencionalidad conjunta que se manifiesta
claramente en condiciones competitivas. Pero como vimos
anteriormente, los chimpancs no entienden el gesto de apuntar como
una forma de ayuda. Esto se puede demostrar haciendo una
modificacin del experimento de las tres cubetas que describimos
anteriormente, una de las cuales tiene comida escondida(Hare &
Tomasello, 2004). En la fase inicial en este experimento el humano
siempre agarra la cubeta con comida a travs del agujero en una
pared de Plexigls transparente. Esto lo observa el chimpanc a travs
de un arreglo idntico, con una pared transparente que tambin separa
las cubetas del chimpanc. Despus de varias pruebas, el chimpanc
entiende que si quiere la comida tiene que agarrar la cubeta a la
que se dirige el humano primero, antes que la agarre ste. Es decir,
est en competicin con el humano. Se repite el experimento, pero
esta vez la cubeta con comida ya no est al alcance del humano, pero
s al alcance del chimpanc. El chimpanc ve el intento infructuoso
del humano de tratar de agarrar la cubeta a travs del agujero.
Inmediatamente el chimpanc agarra esa cubeta. Podemos concluir que
en condiciones competitivas los chimpancs entienden perfectamente
bien el gesto del humano de tratar de agarrar la cubeta con comida
escondida. Estn en su elemento. Pero como vimos anteriormente, en
condiciones cooperativas los chimpancs no entienden el gesto de
ayuda de un humano apuntando hacia donde est la comida
escondida.
Los chimpancs han evolucionado para competir con miembros de su
misma especie por los recursos y operan bajo el principio de
maximizarlos(Jensen, Call, & Tomasello, 2007). Sin abandonar
sus instintos competitivos, nuestros antecesores humanos adoptaron
una estrategia de sobrevivencia basada en el principio de
cooperacin y ayuda mutua(para una revisin de experimentos que
suportan esta conclusin ver Tomasello 2008). Vemos este principio
de colaboracin basado en la equidad en nuestra especie a todos los
niveles. Por dar un ejemplo, hay una serie de experimentos diseados
por economistas y psiclogos sociales que cuestionan el modelo
econmico predominante individualista de maximizar recursos(Henrich
et al., 2005). En estos experimentos se crea un juego en que los
individuos tiene la posibilidad de escoger entre obtener ms dinero
(la estrategia basada en el inters propio) u obtener menos dinero
(o inclusive perderlo todo) dependiendo de cmo el contrincante se
comporte. Si la oferta en este juego interactivo es equitativa y
razonable, en donde el contrincante que hace la oferta se queda con
una cantidad un poco mayor para el mismo y un poco menor para el
contrincante (digamos una proporcin de 60% y 40 % respectivamente)
la oferta es generalmente aceptada. Pero si la oferta es
desmesurada, digamos que supone ms del 70 o 80 % del dinero total,
la gran mayora de la gente rechaza esta propuesta, aun si esto
quiere decir que se queda sin nada. Es decir, la mayora prefiere
quedarse sin dinero que aceptar una propuesta injusta. El juego se
repite por varias rondas, despus de la cuales la gente puede juzgar
qu tan justo o qu tan egosta es el contrincante. Este tipo de
experimentos se han hecho por todo el mundo en culturas muy
diferentes, y los resultados son los mismos(Henrich et al., 2005).
La mayora de la gente reacciona negativamente a ofertas donde hay
una ganancia desmesurada y optan por perder todo el dinero con tal
que el contrincante no se salga con la suya. El juego demuestra que
en condiciones informales hay un sentido de lo que constituye una
oferta justa y equitativa en todas las culturas estudiadas.
Desde luego, estos experimentos no contradicen lo que es de comn
dominio. El sentido de equidad se mantiene mientras hay opciones
realistas para no aceptar ofertas o condiciones injustas. Pero si
no existe esta opcin, es muy fcil revertir a una mentalidad de
maximizar las ganancias a expensas de los dems. Estas diferencias
entre una tendencia bsica a competir en forma individualista y
maximizar recursos en los chimpancs, y una tendencia de ayuda mutua
y sentido de lo que es justo en los humanos es
fundamental(Tomasello et al., 2007). Estas diferencias nos pusieron
en el camino de poder vivir en culturas que gradualmente
construimos los humanos y que requieren de niveles de comunicacin y
cooperacin muy avanzados. El proceso de construccin cultural tiene
una infraestructura cooperativa como lo seala Tomasello(1999,
2008). El aparentemente humilde gesto de apuntar para compartir y
ayudar, el indicador bsico de que el nio tiene una capacidad de
entender las intenciones de los dems(Tomasello et al., 2005), es
uno de los elementos claves que hacen posible que haya esta
infraestructura cooperativa en nuestra especie(Moll &
Tomasello, 2007; Tomasello, 2008).
La perspectiva conjunta
La atencin y la intencin conjuntas preparan a los nios para otro
logro fundamental. La posibilidad de contemplar simultneamente una
interaccin social desde un punto de vista propio y desde el punto
de vista de los dems(Hobson, 2004;Moll&Tomasello, 2007). La
atencin conjunta es una condicin necesaria para este logro, pero no
es suficiente. Un beb y un compaero adulto que estn interactuando
pueden ver un evento al mismo tiempo (atencin conjunta) pero esto
no implica que pueden observar el mismo evento desde un punto de
vista diferente. Para ello se requiere que el nio trascienda un
egocentrismo natural de considerar las interacciones sociales desde
una perspectiva propia. Ya vimos algunos antecedentes que anuncian
la capacidad de apreciar el punto de vista de los dems. Cuando el
nio inicia un episodio que requiere atencin conjunta, implcitamente
reconoce que su compaero tiene una perspectiva diferente a la suya.
Lo mismo ocurre con la intencionalidad conjunta. Cuando el nio
construye una torre e invita a un adulto para hacerla ms grande por
ejemplo sosteniendo la baseel nio est asumiendo que el adulto tiene
una intencionalidad propia que puede coordinarse con las suya.Esto
se puede ver en nios entre los 12 y los 18 meses de edad en un
experimento sencillo con tres episodios(Moll & Tomasello, 2007;
Tomasello, 2007). En el primer episodio el nio juega con un adulto
con dos juguetes. En el segundo episodio el adulto abandona el
cuarto y entra un asistente con un juguete nuevo. El nio juega con
el asistente y los tres juguetes. En el tercer episodio el
asistente sale del cuarto y entra el adulto con el que el nio
estaba jugando al principio. Con una expresin de excitacin, le pide
al nio que le d el juguete sin mirar en la direccin de los juguetes
y sin especificar a qu juguete se refiere. Invariablemente, los
nios mayores de 18 meses de edad escogen el juguete nuevo. Para
resolver esta situacin el nio tienen que ponerse en el lugar del
adulto con el cual jug inicialmente, e inferir que la expresin de
excitacin y su peticin ambigua de ver el juguete durante el tercer
episodio tiene que referirse al juguete nuevo que no haba visto
antes. Tambin podemos inferir que el nio conserva su punto de vista
y que no lo confunde con el punto de vista del otro.
Comosealan Barris y Moore(1996)la capacidad de tener una vista
de pjaro sobre interacciones sociales desde el punto de vista
propio (primera persona) y el punto de vista del otro (tercera
persona) supone una capacidad representacional nueva. El ponerse en
la posicin del otro es un acto de imaginacin que tambin requiere el
poder mantener al mismo tiempo una perspectiva propia.Este acto de
imaginacin supone la capacidad de tener imgenes de relaciones
interpersonales. Una manera de investigar a que edad aparecen esta
capacidad de retener en la memoria imgenes es ver si el bebe puede
repetir un gesto que observo das o semanas despus de que lo vio por
primera vez. Esta capacidad se denomina en la literatura como
imitacin diferida(Meltzoff, 1988). Por ejemplo, el infante observa
un adulto inclinarse sobre un bloque de madera que tiene enfrente y
tocarlo con su frente. Si el nio pueda repetir dos semanas despus
el mismo gesto, esto indica que retiene en la memoria la imagen de
esto gesto. Esta capacidad est presente en los nios entre los 12 y
14 meses de edad. Con el desarrollo de las capacidades de
representar mentalmente objetos o intenciones, los infantes
empiezan a escapar de las limitaciones de una existencia en que
solamente lo que se percibe es lo que existe. Naturalmente sin
lenguaje o memoria autobiogrfica, esta liberacin del vivir
exclusivamente en el aqu y ahora es an muy limitada, pero no por
ello deja de ser un paso trascendental.
El smbolo est tambin uno, o varios pasos, removidos de la
realidad que representa y es tambin un acto de la imaginacin.Luego
hay una relacin muy estrecha entre el poder ver la realidad social
desde varias perspectivas, la imaginacin, y el smbolo. Estas
capacidades coinciden con la posibilidad de comprender que sus
cuidadores tienen intenciones y deseos diferentes a los suyos. La
imaginacin juega un papel esencial en estas capacidades nuevas.
El sistema de apego, el sistema de enlace social y cooperacin, y
el sistema de cuidado y ayuda: La motivacin cooperativa como un
fenmeno emergente
Los enormes logros del desarrollo intersubjetivo de los primeros
dos aos de edad no seran posibles sin motivaciones poderosas de
querer interactuar con los dems. En esta seccin queremos distinguir
entre tres motivaciones prosociales que se manifiestan durante los
primeros aos de edad:
La bsqueda de proximidad asociada con la organizacin del sistema
de apego. Hay un desarrollo gradual de una preferencia marcada por
las figuras de apego. Tiene sus primeras manifestaciones con la
preferencia que sienten los bebs recin nacidos por la voz y el olor
de su mam. Esta orientacin gradual hacia la madre continua
creciendo durante los primeros 6 meses de edad, pero no se
manifiesta en forma ms desarrollada hasta los 7 o 9 meses de edad
cuando el beb empieza a mostrar seales de protesta y llora cuando
su mam se aleja en situaciones extraas o cuando est afligido y
necesita que la madre lo consuele(Bowlby, 1969/1982). Estas
primeras manifestaciones de protesta y deseo marcado por mantener
proximidad con la madre se acompaan de signos de ansiedad con
extraos.Hacia los 12 meses de edad el sistema de apego est bien
consolidado.
El sistema de enlace y cooperacin social. Siguiendo la tradicin
iniciada por Porges(2005)entre otros, estamos usando el nombre de
sistema de enlace social (social engagement system) para nombrar
este deseo de comunicar y cooperar con los dems. Agregamos la
palabra cooperacin a este sistema de enlace social porque como
hemos visto la cooperacin tiene un rol fundamental durante el curso
filogentico y ontgenticoAun cuando este deseo de compartir momentos
de placer en comunicacin intersubjetiva y de cooperar con los otros
esta integrado con el sistema de apego durante el desarrollo tpico,
estamos de acuerdo con Daniel Stern(2004)y Karlen
Lyons-Ruth(2006)que este sistema intersubjetivo de enlace y
cooperacin social es una motivacin independiente. Este deseo se
manifiesta desde el momento de nacer, pero se vuelve ms complejo a
medida que las habilidades de atencin conjunta e intencionalidad
conjunta empiezan a expandirse a partir de los 7-9 meses de edad.
Una manifestacin temprana de esta motivacin en el recin nacido es
su preferencia marcada por orientarse en relacin con la voz la
humana y por mirar y ser mirado por los otros(Hoehl, et al., 2009;
Porges, 2005).
Otra manifestacin temprana de este sistema es la imitacin de
gestos. Investigadores con gran talento interpersonal como Gianni
Kugiuomutzakis son capaces de conseguir que el 75 % de las veces
los bebs recin nacidos lo imiten sacando lo lengua, abriendo y
cerrando los ojos y la boca(Hobson, 2004, p. 30)Kugiuomutzakis
piensa que los bebs estn motivados para replicar estas conductas
por un sistema innato que busca a otro ser emocional con quien
interactuar en un juego intersubjetivo que es complementario y
cooperativo (Hobson, 2004, p. 32). Algunos tal vez cuestionen si
estas preferencias audio-visuales e imitaciones son una expresin
temprana de esta motivacin social. Una prueba de la importancia de
este sistema se puede apreciar en el diseo experimental inventado
por Tronick(1978)de la cara impasible (still face paradigm). La
madre es instruida para interactuar y jugar con su beb. Despus de
unos minutos de este juego se le dice a la mam que mantenga que
suspenda esta comunicacin con su beb y lo mire sin ninguna
expresin. Bebs de apenas dos meses de edad tratan de reconectar con
la cara de su mam que se mantiene impasible. Despus de fracasar en
varios intentos de hacer que la mama responda, los bebs dan seales
claras de estar alterados por la experiencia y caen en un estado
depresivo momentneo.
As como el diseo experimental de la Situacin Extraa es una
prueba estresante que activa el sistema de apego y permite ver como
los bebs van a interactuar con sus mams al regreso de su partida,
el diseo experimental de la cara impasible es una demostracin clara
del estrs que se produce en el infante cuando sus expectativas de
que los otros van interactuar socialmente con ellos es contrariada.
Pero sin duda, la aparicin del goce que acompaa la sonrisa social y
los balbuceos que aparecen entre las 5 y las 8 semanas de edad es
una indicacin clara de este sistema de enlace y comunicacin social
primario. Alan Sroufe, en su libro sobre desarrollo
emocional(1996)nos ofrece un modelo preciso del desarrollo de este
sistema de enlace y gozo social, enfocndose en el desarrollo de la
sonrisa y los primeros balbuceos del beb. Las primeras expresiones
de la sonrisa son de un carcter fisiolgico y tiene que ver con
estimulacin endgena. La sonrisa endgena esta correlacionada con la
fase de movimientos oculares rpidos durante el sueo, y puede
observarse despus del parto y dura aproximadamente 4 semanas. En
cambio la sonrisa como respuesta a un estimulo exgeno (sobre todo
una sonrisa) aparece en forma mustia a partir de las 5 semanas de
edad y, en forma ms expresiva, con canturreos y sonrisas, hacia las
8 semanas de edad. Entre los 9 y las 12 semanas de edad el beb
tiene una sonrisa abierta que se acompaa de balbuceos, y hacia los
4 meses de edad los bebs empiezan a rerse a carcajadas. Entre los
10 y 12 meses los bebs se ren en anticipacin a un evento novedoso.
No todas las expresiones del sistema de enlace social son tan
expresivas. Muchas veces puede haber un estado de nimo positivo ms
sosegado que frecuentemente se convierte en exploracin e inters y
se acompaa de una emocin cognitiva de curiosidad. Estas habilidades
preparan al beb para cooperar con sus cuidadores en formas mucho ms
efectivas como en juegos o situaciones ms prcticas durante el
segundo ao de edad(Trevarthen, 2005; Warneken, Chen, &
Tomasello, 2006). El deseo por parte del infante de colaborar con
sus cuidadores es un resultado de las habilidades intersubjetivas
de entender y responder en forma recproca a los gestos, emociones y
vocalizaciones de la madre. En este sentido la capacidad de
cooperar que se manifiesta a partir del segundo ao de edad es una
motivacin emergente.
El deseo de ayudar a otros, aunque sean personas extraas.Este
deseo de ayudar a otros ha sido demostrado definitivamente en una
serie experimentos en el Instituto Max Plank de Leipzig en
Alemania(Warneken et al., 2006; Warneken & Tomasello, 2006). En
estos experimentos se ve que a partir de los 14 meses de edad los
nios espontneamente ayudan a los adultos. Los experimentos estn
diseados astutamente para que el infante est en una posicin de
observar y despus ayudar a un adulto extrao a lograr un objetivo
que no est a su alcance. Creemos que esta motivacin altruista de
ayudar a los otros es una expresin temprana del sistema de cuidado,
que en nuestra especie est mucho ms desarrollado en comparacin con
otros simios. Dentro de la literatura sobre el apego, el sistema de
cuidado ha sido descrito con respecto a las figuras de apego y el
cuidado parental(George & Solomon, 2008). Las relaciones entre
amigos o personas que no son miembros familiares estn concebidas
como un sistema de afiliacin, un sistema social independiente al
sistema de apego o de cuidado(Cassidy, 2008). Por razones que
discutimos anteriormente, creemos que el sistema de afiliacin (lo
que nosotros denominamos como el sistema de enlace y cooperacin
social) y el sistema de cuidado estn vinculados filogenticamente en
la medida en que el sistema de cuidado maternal exclusivo fue
remplazado por un tipo de crianza cooperativa en nuestra especie.
Como acabamos de ver, esta transformacin pudo haber ocurrido por
medio de la apropiacin de la oxitocina para promover el altruismo
hacia miembros del grupo, incluso hacia aquellos sin lazos
consanguneos. El hecho es que desde muy pequeos, nios y nias de
nuestra especie demuestran una tendencia a ayudar a extraos
espontneamente con muchsima ms frecuencia que los chimpancs que
tienen un sistema de crianza maternal exclusivo.
Diferencias entre el sistema de enlace y cooperacin social y el
sistema de apego
Una diferencia fundamental entre estos dos sistemas de motivacin
es que el apego tiene una funcin de proteccin. Por lo tanto, las
emociones que lo acompaan en su activacin son emociones que
amplifican seales de alarma o peligro, como la ansiedad y el miedo.
Dada la enorme importancia del sistema de apego para la
sobrevivencia, no es de extraar que tengamos muchas otras palabras
para designar sentimientos que acompaan la activacin del apego como
miedo, desconsuelo, pena, congoja y afliccin. En cambio, la funcin
primordial del sistema de enlace y cooperacin social es la
comunicacin y cooperacin social y los sentimientos que acompaan a
este sistema son de un carcter placentero como el jbilo y la
alegra.Estas diferencias entre el apego, y lo que en la literatura
del apego se nombra como el sistema de afiliacin o sociabilidad, no
siempre han sido aclaradas y dilucidadas.
Entender estas diferencias no es una cuestin esotrica. Su
distincin puede ser de gran utilidad en la clnica y en la
investigacin. Hablaremos de las implicaciones clnicas despus. Por
el momento queremos sugerir una implicacin importante para la
investigacin del apego. Creemos que una de las dificultades en
algunas investigaciones del apego para demostrar una correlacin
estadstica significativa fuerte entre la sensibilidad materna y el
desarrollo de una relacin de apego seguro(De Wolff & van
IJendoorm, 1997)puede ser debido a que la gran mayora de las
observaciones de las interacciones materno-infantiles hechas en
casa son de poca duracin y no llegan a observar al beb cuando est
afligido y, por tanto, el sistema de apego esta activado. Ainsworth
en su estudio clsico en Baltimore observ cada dada por 70 horas y
encontr una correlacin estadstica robusta entre sensibilidad
materna y el desarrollo de un apego seguro a los 12
meses(Ainsworth, Blehar, Waters, & Wall, 1978). En
observaciones tan extensas es ms probable llegar a presenciar cmo
responde la mam a su beb cuando est afligido, pero en observaciones
que duran minutos, aun cuando se repitan un par de veces, es menos
probable llegar a observar la activacin del sistema de apego. En
estas observaciones cortas lo que se est observando no es el
sistema de apego, sino el sistema de enlace y cooperacin social.
Este punto ha sido corroborado por Pederson(1995)y por Posada et
al.(2004). En el estudio de Posada se observaron a la mams en su
casa por 10 horas y a los nios y nias por 4 horas, reportando una
correlacin muy alta de .61 entre sensibilidad materna y seguridad
en el apego, una correlacin muy parecida a la que encontr Ainsworth
.
Si bien es cierto que la sensibilidad materna en condiciones de
desarrollo ptimo se va a manifestar cuando el beb est contento o
cuando el beb est acongojado, hay por qu pensar que en algunas
situaciones puede haber una disociacin entre las dos. Por ejemplo,
es comn observar que algunas madres pueden jugar y cooperar en
forma adecuada con sus bebs cuando estn contentos, pero que ignoran
o son muy inconsistentes en su capacidad de responder sensiblemente
cuando el beb est estresado y el sistema de apego est activo.Aun
cuando Bowlby no hizo hincapi en este asunto, s era conciente de
que era un tema que requera de un desarrollo terico y emprico:
tenemos que distinguir cuidadosamente el rol de de las figura de
apego y el rol de compaera de juego. El nio busca su figura de
apego cuando est cansado, hambriento, enfermo, o alarmado, o cuando
est incierto en dnde se encuentra la figura de apego: cuando
encuentra esta figura de apego, al principio busca proximidad y
quiere ser abrazado o mimado. En contraste, el nio busca un
compaero de juego cuando est en un estado de nimo bueno y tiene
confianza en donde se encuentra su figura; cuando encuentra su
compaera de juego la va a querer involucrarla en interacciones
juguetonas. Si este anlisis es correcto, el rol de la figura de
apego y el rol del compaero de juego son distintos. Sin embargo,
como estos dos roles no son incompatibles, es posible que una misma
figura en diferentes momentos desempee ambos roles (Bowlby
1969/1982, p. 307).
Nos queda claro que Bowlby pens que el rol de la figura de apego
y el rol del compaero o compaera de juego basado en el sistema de
enlace y cooperacin social tienen funciones muy distintas. Cuando
el nio se siente seguro, hay una transicin natural a querer
interactuar socialmente en actividades placenteras. sta es la misma
relacin que existe con la exploracin. La exploracin y el sistema de
enlace y cooperacin social son dos sistemas de motivacin bsicos al
que regresan los nios (y los adultos) cuando se sienten seguros y
el sistema de apego no est activado. La exploracin y el sistema de
enlace social tienen muchas afinidades y oscilan de un momento a
otro entre ellas.En un momento dado el nio tal vez quiere jugar con
un juguete nuevo exploracin -- y momentos despus trata de
involucrar a la mam para que juegue con el juguete nuevo el sistema
de enlace y cooperacin social.
El querer disfrutar de actividades placenteras en comunin con
nuestros semejantes es en s mismo una motivacin poderosa y no
depende de si la actividad tiene un fin utilitario.Esto se puede
ver en experimentos comparando nios pequeos y chimpancs en una
serie de actividades que requieren cooperacin con un adulto
humano(Warneken & Tomasello, 2006). Dos de las actividades en
este experimento son de tipo utilitario y las otras dos consisten
en un juego de tipo exclusivamente social. Una parte del diseo
experimental consiste en suspender la actividad o el juego entre el
adulto y el nio o entre el adulto y un chimpanc. Invariablemente
los nios tratan de re-involucrar al adulto, aun en el caso de las
dos actividades utilitarias. En cambio los chimpancs no hacen ningn
esfuerzo de re-involucrar a su compaero humano y rpidamente pierden
inters en el juego social. En general los nios son mucho ms capaces
de colaborar con los adultos que los chimpancs excepto cuando stos
estn motivados por obtener comida.sta es otra demostracin de que en
nuestra especie la motivacin de querer cooperar y compartir
experiencias con otros est mucho ms desarrollado en comparacin con
los chimpancs.
En resumen, el apego tiene una funcin protectora y el sistema de
enlace de cooperacin y enlace social tiene una funcin de promover
la comunicacin cooperativa. Una consecuencia directa de esta funcin
cooperativa es un deseo de compartir experiencias comunes y un
deseo de ser comprendido.
El modelo de la base segura y la comunicacin cooperativa en la
formacin de una alianza teraputica:
Una de las contribuciones ms importantes de la teora del apego a
la clnica es el concepto de la base segura. En terapias efectivas
de mediano a largo plazo, el terapeuta llega a funcionar como una
figura de apego que facilita la exploracin. La exploracin en
terapias de corte analtico puede ser de diversa ndole, reconociendo
e investigando el origen de relaciones disfuncionales, explorando
eventos traumticos y procesos defensivos, interpretando sueos o
imgenes onricas, o examinando reacciones transferenciales y
contra-transferenciales. Pero nuestros pacientes vienen con
historias de apego muy diferentes y en muchos casos no podemos
asumir qu pacientes pueden usar al terapeuta como una base
segura.
La activacin prematura del apego hacia el terapeuta puede
reactivar el trauma cuando todava no ha habido suficiente tiempo de
crear un ambiente de confianza y una manera de trabajar enforma
conjunta que permita manejar la inestabilidad afectiva y cognitiva
que acompaan a las historias de apego desorganizadotraumticas.Como
es bien sabido, una historia de prdida o trauma no resuelto suele
transmitirse de una generacin a otra. La consecuencia es un apego
de tipo desorganizado(Main & Hesse, 1990).Como lo ha descrito
Liotti,(2008; 2000, 2004)cuando se reactivan memorias de un trauma
prematuramente, con frecuencia no es posible contener la ansiedad o
el pnico en el consultorio. En estos casos de trauma nosolo tenemos
que lidiar con procesos defensivos en nuestros pacientes que
desdean la importancia de las relaciones de apego, y con tormentas
afectivas cuando se sienten rechazados o abandonados. Tambinhay un
derrumbamiento de la capacidad de mentalizacin. En ese caso el
paciente puede oscilar rpidamente entre distintos roles
fragmentados de cuidador obsesivo, agresor o vctima que reflejan la
experiencia traumtica. Este mismo fenmeno ha sido descrito en la
literatura del psicoanlisis relacional por Benjamin(1992, 2004)como
la actualizacin de los roles de agresor y la vctima (doer/done to)
dentro de la terapia.
Luego es imperativo establecer una forma de colaborar que no
exceda las capacidades del paciente para integrar las experiencias
traumticas en una narrativa coherente. Poco a poco se pueden ir
atando cabos y entender cmo las consecuencias de una historia
traumtica se actualizan en la relacin teraputica y en la vida del
paciente. Entre ms temprano podamos establecer esta alianza
teraputica, menos son la posibilidades de que las disrupciones
inevitables que se presentarn produzcan una terminacin prematura o
un impasse difcil de resolver.
Afortunadamente, la creacin de una alianza teraputica no depende
totalmente de tener una base segura para explorar conflictos,
defensas y sntomas con nuestros pacientes. De hecho, el crear una
base segura muchas veces se vuelve la meta ms importante de la
relacin teraputica. Cuando el sistema de apego es disfuncional y no
es posible por el momento crear un apego seguro como base para
exploracin, contamos con varios tipos de motivaciones prosociales.
Adems de no seguir sufriendo, contamos con el sistema de enlace y
de cooperacin social y el deseo de ser acompaado y comprendido.
Buscamos metas teraputicas en forma conjunta que no sean
amenazantes y que nos ayuden a ganar la confianza de nuestros
pacientes. Estas metas pueden ser de diferentes tipos, como medidas
para evitar hospitalizaciones innecesarias, costosas y muchas veces
contraproducentes, identificando personas a quien recurrir en
momentos de pnico y hacindonos disponibles en momentos de crisis.
Creando alternativas a auto lastimarse encontrando modos de regular
el pnico y miedo mediante la capacidad de identificar y nombrar
emociones como la vergenza, la culpa, la soledad o el pnico.
Evitando conflictos interpersonales que pueden escalar en una
crisis mediante el uso de reglas sencillas de comunicacin, como el
aprender a describir lo que uno siente en vez de atacar a la
persona o a uno mismo. Evitando el buscar culpables y tratando de
ver situaciones desde la perspectiva de los otros. stas y otras
medidas le van dando confianza al paciente de que lo escuchamos, de
que no estamos ah para juzgarlos y de que podemos ayudarlos a
disminuir su sufrimiento.
Un caso clnico
Presentamos a continuacin un caso clnico para ilustrar la
importancia en establecer un ambiente de colaboracin y cercana con
pacientes con una historia de apego desorganizado y traumtico.
Ana, una profesional soltera de 30 aos de edad que trabaja en
una organizacin internacional con sede en los Estados Unidos,
recurre a una colega psicloga (tercer autor) para ayudarla a
sortear la muerte reciente de su madre de un tipo cncer de mama que
invade otros tejidos. Ana naci y creci en otro continente. All haba
visto varios terapeutas desde que era adolescente para que la
ayudarn con una historia de un divorcio de sus padres muy
tormentosa y una historia de angustia de separacin con su madre,
angustia que persisti hasta su muerte. Adems del deceso de su
madre, Ana haba tenido otras dos prdidas importantes. Un hermano
mayor por suicidio cuando Ana tena 19 aos, y su pap por un
alcoholismo crnico cuando Ana tena 24 aos de edad. Sobreviven dos
hermanas casadas, una mayor y otra menor que radican en Europa.
Cabe agregar que sus relaciones con novios han sido muy inestables
y ha tenido situaciones muy conflictivas con sus hermanas y su
madrastra.
Ninguna de las psicoterapias la ayudaron gran cosa ya que solo
reportaba lo que le pasaba, con lo que no encontr ningn alivio.
Decidi que va a dar una ltima oportunidad a la terapia y busca una
terapeuta ms activa y que la auxilie a manejar sus crisis
emocionales frecuentes en que la domina el pnico, el enojo y
auto-recriminaciones. El encuentro con mi colega es bueno. Despus
de dos meses la terapeuta le pide a Ana que tuviese una consulta
con el primer autor, quien es psiquiatra, para ver si conviene
cambiar o modificar un medicamento antidepresivo recetado por un
medico general. El medicamento no est siendo efectivo para contener
su ansiedad, y para contener periodos de desesperacin durante los
cualesno le es posible a la terapeuta consolarla.
Se descubre en la consulta que el medicamento no est siendo
empleado a una dosis suficiente para ser eficaz y por lo tanto se
aument la dosis. Antes de la segunda consulta el caso es discutido
y se propone un trabajo conjunto en equipo, basndose en un modelo
de intervencin con pacientes limtrofes en que dos terapeutas
atienden al mismo paciente en sus respectivos consultorios, en un
proceso de terapias paralelas. La descripcin de este modelo est
expuesta en varias publicaciones(Liotti et al., 2008). Solo se
menciona aqu que la justificacin de este modelo de terapia poco
ortodoxo es que con pacientes limtrofes con historias de apego muy
inestables, dos terapeutas, trabajando como equipo de terapia
ayudan a contener la reactivacin del trauma cuando se representa en
el consultorio. As, cuando el paciente est teniendo dificultades en
contener las crisis en la sesin con uno de sus terapeutas, sabe que
puede recurrir a unsegundo terapeuta para ayudarla. Este tipo de
trabajo paralelo requiere de una colaboracin muy cercana y un marco
terico comn[6]. Los terapeutas pertenecen a un grupo de estudio que
dirige el primer autor sobre el tratamiento de pacientes con
historias de apego inestables y traumticas por prdidas no
superadas. La terapeuta inicial se entusiasma con la propuesta de
trabajar juntos y se decide que el segundo terapeuta presentar la
idea a Ana, explicando que consiste en una extensin de su rol como
psiquiatra que se encarga de sus medicamentos. Pero en vez de verla
cada dos meses, su costumbre, la vera cada dos semanas con el
objeto de apoyar su trabajo teraputico con el de su colega. Se
leinforma a Ana que los dos terapeutas estarn en comunicacin
constante para coordinar su trabajo, y que ella no va tener que
hacer reportes sobre lo que est discutiendo con cada uno de ellos,
a menos que ella lo traiga a colacin. Su reaccin inicial es
negativa. El segundo terapeuta la escucha y no insiste. Minutos
despus de terminar la sesin, Ana regresa al consultorio y dice que
quisiera intentar lo propuesto, pero con una modificacin. Dice que
quiere ver al segundo terapeuta una vez por semana para llegar a
conocerlo ms rpidamente. Este arreglo ha continuado sin cambios por
cinco aos. Ana rpidamente se sinti a gusto con este modo de
trabajar juntos. Desde el principio empieza haber una diferencia en
los roles que Ana asigna s sus terapeutas. Estos diferentes roles
transferenciales han fluctuado durante los aos pero se han
estabilizado en los ltimos dos aos donde los terapeutas se han
convertidos, cada uno a su manera, en padres adoptivos. Durante los
primeros dos aos, con la primera terapeuta habla de cosas de
mujeres y trabajan sobre todo en la forma constante en que se
critica a ella misma, sobre todo en las relaciones romnticas. Con
el segundo terapeuta expona sus experiencias ms traumticas con su
mam y su desesperacin. Lo que resultaba en comn en ambos procesos
son sus autocrticas constantes y episodios de desesperacin donde es
muy difcil consolarla.
La terapia se enfoca al principio en la muerte muy dolorosa y
traumtica de su madre. Seis meses antes de que se muriera, la madre
les dice a sus hijas que se termin su rol de mam y que quiere poner
toda su atencin en una nueva relacin. Ante esta postura emocional
no hay manera de iniciar un proceso de despedida. Aunque se aleja
de sus hijas, a la vez la madre las recrimina por no estar ms
presentes. Llegamos a entender que esta postura emocional confusa
(estoy abrumada de ser su madre, pero si me abandonan las har
sentirse culpables)es un mensaje que Ana ha recibido desde nia. Por
ejemplo, un par de aos despus del divorcio de sus padres, cuando
Ana tena 6 o 7 aos edad, la madre llevo inesperadamente un hombre a
su casa. Cuando Ana descubre en la noche a ese hombre en la cama de
su madre, va al bao y empieza a llorar. Al despertar por el llanto,
la madre en un tono de irritacin le dice que no haga ms dramas, y
le advierte que es tiempo de que se d cuenta de que ella tiene una
vida propia.
Desde muy pequea Ana sufre de una ansiedad devastadora cuando
est separada de su mam. Ir a la escuela o ir de vacaciones con su
pap se volva un suplicio. Se la pasa pensando en lo duro que
trabaja su madre para sostenerlos, tanto a su hermano como a sus
dos hermanas. La madre logra obtener un certificado como terapeuta
y consigue un trabajo con pacientes muy enfermos en un hospital
psiquitrico en el que muestra gran dedicacin e inters. Ana admira
la tenacidad y empeo de la madre de salir adelante y buscar crear
una situacin econmica mas holgada. Pero su angustia de separacin se
vuelve un irritante para la madre, que no sabe como consolarla y
para sus hermanas que la critican por su mamitis. Esta angustia de
separacin constante deja muy poco espacio para su propio desarrollo
y para pensar en ella misma. As, nos dice Ana que en contraste con
otras amigas de su niez y adolescencia, jams se permiti la idea de
tener un novio con quien poder ilusionarse y pensar que podra crear
una familia propia. Simplemente no conceba como poda estar
emocionalmente separada de su madre.
Despus de un par de aos Ana empieza a estabilizarse y su pnico
constante empieza a disminuir.A pesar de que estos cambios
tangibles, sus autocrticas no disminuan de intensidad y seguan
siendo feroces. Los terapeutas nos enfocamos en su niez haciendo
nfasis en la falta de empata por parte de su familia a sus
sentimientos de desamparo. Ana haba dejado de idealizar a su mam y
poda ver claramente que todo lo que recordaba era confirmado por
otros miembros o amigos de la familia. La madre era una mujer muy
inteligente y emprendedora, con la misin de encontrar otro hombre
en su vida.Pero la inteligencia muchas veces rayaba en arrogancia,
y los hombres que escoga la madre eran menos educados que ella e
inmaduros. Todas estas preocupaciones de la madre hacan que tuviera
una relacin emocional muy inconsistente con sus hijas e hijo. Con
el trabajo que habamos hecho juntos Ana poda intelectualmente tener
simpata por la nia asustada e insegura de su niez, pero
emocionalmente se senta totalmente desvinculada con ella. Esto
empieza a cambiar durante el cuarto ao de la terapia cuando
comienza a tener una serie de sueos sobre una nia. El primer sueo
es el ms dramtico. En el sueo ve a una nia de 5 o 6 aos de edad que
agarra una piedra muy grande y empieza a golpearse en el pecho con
ella. Ana ve esta escena con horror y le dice a la nia no es
necesario que hagas esto hay otras maneras de manejar la situacin.
El sueo tiene un impacto enorme en Ana, no solamente porque ve
claramente en esa escena onrica su auto-flagelacin, y como la
flagelacin es una expresin brutal de la culpa que ha asumido por la
situacin familiar. Pero an de mayor importancia, por primera vez
Ana siente empata por esa nia. En otro sueo ve a una nia casi
autista que est desconectada de los dems. Pero en sueos
subsiguientes la nia se ve ms normal y Ana empieza a cuidarla.
Algunos aspectos transferenciales de la terapia
Hubo dos aspectos difciles de tratar con Ana, su dificultad en
ser consolada, y queocasionalmente su pnico y desesperacin se
convertan en ataques o enojo hacia nosotros. A medida que hemos
trabajado juntos, los episodios de desconsuelo y desesperacin
empezaron a ser motivo de nuestra curiosidad. En una sesin
importante durante el segundo ao de la terapia, Ana le dice al
psiquiatra que tal vez su desconsuelo y su llantoson una manera de
asegurarse de que no la va a abandonar. Entre ms desconsolada, mas
el terapeuta tiene que estar presente. Por otro lado estos
episodios son una prueba de si su terapeuta puede suportar su
llanto y desesperacin. Unos meses despus hace la conexin con su
madre y se da cuenta de que tal vez una razn por la que nunca
aceptaba o reconoca los esfuerzos de su mam por consolarla tena la
misma lgica. Si reconoca esos esfuerzos, esto le dara permiso a su
madre para estar an ms lejana.
Los ataques ocasionales en la terapia generalmente ocurran al
final de la sesin y se acompaaban de quejas de que no le estbamos
dando las herramientas pare manejar sus episodios de pnico y
desesperacin, o que no le explicbamos con suficiente claridad los
mecanismos psicolgicos que generaban el pnico. La queja
incrementaba en intensidad y culminaba en una exigencia que le
proporcionramos una explicacin tajante y definitiva. En esos
momentos haba una atmsfera de desesperacin en la oficina, no haba
lugar para incertidumbre. Cualquier gesto de tensin lo notaba Ana y
la irritaba ms. Le explicbamos a Ana que hay ocasiones en la vida
en donde es importante ser tajante, pero en relaciones
interpersonales es raro que haya una situacin en donde las
situaciones se pueden definir en blanco o negro. Sus crisis
interpersonales se prestaban a un anlisis sutil. Este tipo de
reflexiones no satisfacan a Ana, y en ms de una ocasin se sala
furiosa de la sesin. La comprensin de estas crisis se fue dando
poco a poco. Ana nos atribua en momentos crticos un grado de
omnipotencia y estaba convencida de que tenamos a nuestra
disposicin el conocimiento de cmo ayudarla, y si no la ayudbamos
era por flojera o falta de inters. En parte la exigencia de querer
repuestas definitivas y tajantes se deba al pnico en que se
encontraba. Pero este deseo de querer tener respuestas absolutas es
algo que haba aprendido en su familia, sobe todo de su madre y en
ocasiones de sus hermanas. Ana vi a la madre resolver conflictos en
sus relaciones romnticas de una manera contundente como cuando
decide divorciarse sbitamente del padre de Ana. Con su madre toda
conflicto interpersonal serio con hombres requera una decisin
sbita. Segn la madre cualquier vacilacin era seal de debilidad
emocional de parte de las mujeres. En general haba poca tolerancia
para expresiones de ternura y empata. No se le haba ocurrido a Ana
que tal vez no era cuestin de una explicacin intelectual o de
bravura, sino de la capacidad de ser sensible a comunicaciones
emocionales y el poder estar emocionalmente presente en estos
momentos de crisis para abrir el espacio para reflexiones
conjuntas. Otro elemento importante en resolver estas crisis
transferenciales fue el empezar a entender que en todas sus
relaciones interpersonales, sobre todo las relaciones ntimas, haba
un elemento de desconfianza profundo. Otro mensaje que recibi Ana
desde nia, sobre todo de su mam y sus tas, es que no haba que
confiar en nadie, mucho menos en los hombres.
El ir revelando a Ana como nos sentamos en esos momentos result
muy til. Le dijimos a Ana que lejos de tener las respuestas que
buscaba, en esos momentos de crisis cuando nos exiga respuestas y
se enfureca con nosotros porque no le dbamos respuestas
satisfactorias, nos sentamos confundidos y ansiosos. Le aseguramos
que estbamos haciendo todo lo posible por contener nuestra ansiedad
y la suya, para as poder ayudarla. Al principio Ana no nos crea,
pero se di cuenta que este tipo de reacciones se haban dado en sus
relaciones romnticas y con sus hermanas. Cuando se siente criticada
o abandonada Ana oscila entre atacarse a ella misma, la reaccin ms
frecuente, o en atacar al otro, la reaccin menos frecuente.
Convencimos a Ana que examinar las circunstancias que generaban
estas crisis en la terapia era una oportunidad para aprender de
ellas y encontrar maneras nuevas de manejarlas. Pero para ello era
necesario contener la necesidad imperiosa de tener una solucin
inmediata y definitiva y cuestionar su falta de confianza en los
dems.
Los terapeutas hemos podido ver a Ana crecer en su trabajo con
nosotros, en la medida que ha ido desarrollando una relacin con un
hombre con quien lleva ya tres aos. Su novio es muy carioso y
sensible, y tienen una relacin donde pueden gozar de su compaa y
divertirse. Esto es una experiencia totalmente nueva para ella. La
relacin tiene muchas complicaciones ya que es un hombre que est
separadoel divorcio est por ser finalizado. Hubo un rompimiento
cuando la ex-esposa decide llevarse a sus hijas a vivir con su
familia en otro pas sin el consentimiento del pap. Esto es un golpe
muy duro para su novio y produce un rompimiento en la relacin con
Ana.Despus de unos meses pudieron hablar de la situacin en forma
mas calmada y deciden vivir juntos. Ana est atendiendo a manejar
sus emociones violentas y su pnico en forma mucho ms calmada y
efectiva. Por primera vez ha contemplado la posibilidad de viajar
con su novio si este decide vivir en un pas donde pueda estar
geogrficamente ms cerca de sus hijas. El contemplar esta
posibilidad significa un paso gigantesco para Ana, ya que nos hemos
convertido en una base para su estabilidad emocional. El que Ana
pueda apostar su futuro en la relacin con su novio, sabiendo que
estaremos siempre pendiente de ella, es testimonio del enorme
camino que hemos recorrido juntos en cinco aos
Las bases para trabajar con Ana se sentaron al principio cuando
accedi a experimentar con un tipo de terapia poco ortodoxo. Creemos
que el modelo de terapia de tener dos terapeutas colaborando juntos
en terapias paralelas en si mismo ha tenido efectos positivo para
Ana. Ella ha notado que a pesar de tener estilos de trabajo
diferentes, y en ocasiones interpretaciones diferentes del proceso
teraputico, podemos colaborar juntos respetando nuestra
diferencias. Ana muchas veces ha comentado sobre estas diferencias
y ha encontrado que nuestros estilos y forma de trabajar se
complementan. Esta confianza en la relacin con sus terapeutas le
permiti usarnos en forma diferente y desarrollar una transferencia
con cada uno de nosotros muy intensa. La constelacin transferencial
con el primer autor ha sido generalmente positiva, una padre
benvolo con el cual poda traer la relacin difcil y traumtica con su
madre pero con crisis ocasionales en que aparecen su desconfianza y
su miedo de ser abandonada. Cuando la crisis se superaba esto
liberaba a Ana a traer en la terapia con el tercer autor otros
temas muy importantes, como sus autocrticas brutales y lo
vulnerable que se senta en relaciones romnticas. Estaba convencida
que el primer autor la vera como un caso pattico. No quera exponer
esa vulnerabilidad y sentirse ridcula con un terapeuta hombre. Como
acabamos de describir, paulatinamente Ana empez a expresar su enojo
con sus dos terapeutas por no darle las herramientas para superar
sus crisis emocionales. El haber podido entender esta transferencia
complicada y explosiva nos ha permitido seguir la labor analtica
con mayor confianza y esperanza. En este caso en particular, el
modelo colaborativo ha sentado la base para crear una base segura
con Ana.
Hasta ahora hemos hablado de los posibles beneficios que este
tipo de terapia paralela puede tener