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Inicios.tgia.Orbe

Aug 08, 2018

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antonio.montoya
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    SOBRE LOS TICTOS DE LA TEOLOGIANotas sin importanciaA fin cle conocer los misterios de Dios revelados por el Hijo sin-gularmente en la plenifud de los tiempos acudi la Iglesia desde muy

    pronto, frente a los paganos, a las Escrituras, y, frente a judos y he-rejes, a la pblica y oficial predicacin de los Apstoles.En tesis, el recurso a las fuentes de la revelacin poda haber sidoinmediato, como quien seala el dato decisivo. Por qu no, si semanifestaban en forma directa, asequible a todos? Mas ni las Escri-turas ni la tradicin se expresaban as. El rnensaje de Dios al mundorevela, no elimina los misterios. Una cosa lean los judos en eI An-tiguo Testamento, otra los herejes, otra los eclesisticos. Una tradi-cin invocaban los hebreos, como clave de la Escritura; otra los hete-rodoxos, y otra los Padres.La magna Iglesia profesaba la necesidad de una tradicin universaly pblica de los Apstoles para entender con garanta de verdad eltexto difcil dq los Libros sagrados. Pero ocurri que ni el Canon bblicose defini hasta pasado algn tiempo, ni la tradicin apostlica sesignific por igual sobre todas las verdades reveladas. El creyenteamigo de entencler su fe y manifestar a otros sus creencias, en losprimersimos tiempos postapostlicos, no dispona de las fuentes conla precisin y firmeza que siglos despus.En teora, primero es determinar los lmites de la revelacin, yslo despus su estudio, tarea del telogo. En la prctica, el campode la teologa fluctuaba .a merced del Canon y de la tradicin; mejo,a merced de las noticias no siempre ni en todas partes claramenteasequibles sobrg el Canon y la tradicin. Muchas zonas -los grandesdogmas o artculos de la fe, resumidos en los smbolos- se perfilabancon luz bastante pam convidar a la investigacin, al amparo de los

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    690 A. ORBEtextos sacros. segn penetraba el estudioso en las cartas de san pablo,adquira un conocimiento ms extenso y hondo de mil cosas. ya noeran las verdades sobrias del smbolo. La complejsima presentacindel Apstol invitaba aI discurso. Si las epstolai faulinas conocieronlectores fros, neutros, entre los paganos, tuvieron lue despertar entrelos creyentes grande inters por dominar el pensmient grobal delApstol, y tomar posicin ante 1.El lector totalmente desinteresado de san pablo o no existe o, sile hay, se recomienda por muy poco cristiano. Desde siempre hubode mover su lectura a descubrir doctrinas, ms o menos. afines almundo hebreo o aun pagano; o por el contrario, adversas al hele-nismo o al pensamiento rabnico.El siglo il atestigua la presencia de fuertes prejuicios, entre loscristianos, no slo para entender las Escrituras consalradas de tiempoatrs, sino aun para definir sus fronteras y limitar segn ellas el canonbblico. Ideologas muy bien caracterizables se adelantaban a fijar eltexto de los evangelios o de las epstolas paulinas. Grupos sedicentescristianos fijaban sus propias Escrituras para sobre ells erigir luegola teologa. Tal fue el caso de los ebionitas, y sobre todo de Marcin.Lejos de hacer teologa (resp. exegesis) a partir de la Escritura, deli-mitan primero la Escritura con los prejuicios de su teologa, y buscanluego en ella lo que le hacen decir.Entre los que daban acogida a todas las Escrituras, tampoco to-dos revelaban igual disposicin de nimo. .En las cuales (epstolasde Pablo) hay -dice san Pedro- algunas cosas difci]es de entender,que los indoctos y poco asentados tuercen, lo misrno que las demsEscrituras, para su propia perdicin> (2 pe 3,16).Donde hay algunas y aun muchas cosas difciles de entender, haytambin lugar a torcidas inteligencias, entre simples fieles y aun entregente ansiosa de entenderlas. A los primeros exhorta pedro: (2 pe 3,l7s).Lo oscuro y difcil se presta al estudio. y bien pronto hubo stede manifestarsel espontneamente, como prolongacin obvia del men-saje inspirado; interesadamente, como reaccin a sus torcidas interpre-taciones.Por ambos caminos se revel la teologa de la magna Iglesia:1. uA priorio, por tendencia espontnea del hombre a Ia inquisi-

    soBRE Los rNrcros r r,l rnolocacin del misterio revelado. No contentos con la pura fe, algunos in-dividuos -obispos o no obispos- trataron de esclarecerla, en exten-sin y hondura, buscando su inteligencia a la luz de otros elementos.2. , para defender el depsito de la revelacin con-signado por los Apstoles a la Iglesia. Al margen de la enseanza ofi-cial, presentaban muchas otras, con atuendo ms o menos filosfico,una visin cristiana perfectamente definida, equidistante del paganis-mo y de la Iglesia. Esta se vio precisada a defenderse, persiguiendolos errores, y restituyendo a la verdadera luz el cuadro armnico dela revelacin.El primer camino est caracterizado por Orgenes, cuando escribe: (De principiis, praef. 3).

    Los Apitoles transmitieron paladinamente, al alcance de los fieles,las verdades que estimaban necesarias: los dogmas o artculos de lafe. El ahondar en ellas lo dejaron a la inquisicin de aquellos quepor su amor a la ciencia divina se hicieran merecedores de los donesms eminentes del Espritu, y hubiesen recibido mediante el propioEspritu el don peculiar de la palabra, sabidura y ciencia.Al lado cle stas hay otras, de que Ia tradicin de los Apstolesindica la existencia; dejando asimismo la inquisicin sobre el modoy origen a quienes, por su mayor aplicacin, amigos de la sabidura,quieran ejercitarse en ellas, dando a conocer el fruto de su ingenio.Entre las ltimas verdades figuran, v. gr., la existencia del EsprituSanto, la inspiracin por El de ambos Testamentos; no as el modoy origen de Su existencia:

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    692 A. ORBEnecne; sed inquirenda iam ista pro viribus sunt de sancta scripturaet sagaci perquisitione inrestiganda, (De princ. praef. 4).Toca, pues, a los telogos ahondar en los dognras o artculos de Iafe, necesarios para la salucl, y en las verdades reveladas de cuya exis-tencia consta por tradicin de ros Apstoles. su i'vestigacin miraprincipalmente ql ntod.o y origen de lo revelado, v. gr., et Espritusanto, del raundo, hombre, arma. Et mocro y origen simismo cre losmisterios de Jess (Encarnacin, Bautismo, pasin y muerte...), siem_pre q'e no hayan sido expresamente revelados. De Io contrario, hastael modo y origen perteneceran al campo de la fe.Este camino .a priori,, por espontnea tendencia del creyente arazonar su fe, apareci por vez primdra en la historia entre los heterodo-xos' a mediados der siglo r. Ifubo tar vez algunos conatos preriminares.En particular, de menos a ms, el deseo cle coordinar la doctrinaevanglica con algunos (falsos) axiomas hebreos, tales como el monar-qtrianismo absoluto, la concepcin normal de Jess (nhor''o ex homi-nibus"), su adopcionismo en el Jordn.., Es ra tesis de ebionitas,ynazareos (resp. Trifn), que por su pobreza doctrinar y rimitacin dehorizontes no merece el nombre de teologa. otros crculos cristia'osurgan la absoluta novedad del cristianismo, con solucin de conti-nuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Lc 10,22 (Mt 11,27)enunciaba un Dios ignoto y nuevo, un cristo ajeno al Mesas, nLlevoEspritu, nueva sabtd... As Marcin y los suyos, en absoluto contrastecon los ebionitas y cristianos judaizantes. Tarnpoco la doctrina cre Mar-cin merece los honores de una teologa. sus ideas simples son msnegativas -antihebreas- que positivas. En ausencia de pr.elimnarestrinitarios a la cosmogona y antropologa, aade poqusimo a ra re-velacin lucana y paulina, y alln la minimiza con preiricios literarios.La gran teologa aparece primeramente entre los gnsticos, entrelos valentinianos. El verdadero cristianismo se confunde con la (cien_

    cia> de Dios. A la distincin entre simples fieles y telogos sustituyeentre valentinianos la distincin entre cristianismo animt -de ctrohebreo y eclesistico- y cristianismo espirituar de solos iniciads, ra-cialmente predestinados a 1. Los cristianos vulgares son creyentes.Los verdadelos son todos telogos. Ms all de la letra de las Escri-turas, y con auxilio de Ia tradicin privacra de los Apstoles, lregan alas enseanzas ltimas de cristo. No est la teologa Lr ul"urr". de lossimples, como lo est, v. gr., la enseanza por parbolas y enigmas.Unicamente se abre a indivicluos ofsicamente, clivinos, e iluminaclos;capaces de ahondar, a travs de le letra, hasta la inteligencia clesnucla

    soBRE Los rNrcros r lR tEotoc, 693de los misterios. La gnosis les da acceso al conocimiento del DiosIgnoto y de Su economa (frente a la econorna demirgica del AntiguoTestarrrento), al estatuto clel hombre

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    694 A. ORBEde los profetas. Sus especulaciones simulan partir de las Escrituras;arbitrarias y en ocasiones estrafalarias, clenuncian al primer anlisisIos prejuicios sobre que descansan.Mucho antes de Orgenes, saban los valentinianos que la revelacinse haba pronunciado sobre Ia existencia del Espritu Santo; mas nosobre su origen y modo de ser. Qu mejor para abrirse a la investi-gacin? As naci la pneumatologa gnstica, singularmente complejay sugestiva: desde el pneuma, sustancia primera del Dios sumo, hastael spiritus del Pleroma, sustrato comn a Dios y al unignito; clesdeel spiritus del Pleroma hasta el pneuma (masculino) clerramado, comoen bautismo perfecto, sobre los componentes del pleroma; desde elspiritus del ltimo en sophia hasta el pneuma emitido -como ma-teria divina informe- a la regin de la sombra, para inaugurar lacreacin; desde el pneuma superior remanente e' lo emitido, hastasu conformacin personal, origen der Espritu personal; desde er Es-pritu personal, en su eficacia como Sabidura de la creacin sensible,hasta su eficacia como Madre y origen de los individuos espirituales...La pneumatologa valentiniana responde, en el orden meramente es-peculativo, a multitud de preguntas que desconcertaran luego a loseclesisticos. Verbigracia, por qu el Espritu Santo no es Hijo; porqu pudo haber sido creado mediante el Verbo (segn Joh 1,3), p"."tde su esencia divina; por qu no es mediador salvfico; por qu es ala vez Sabidura del mundo, y paradigma de Eva, Madre de los vi_vientes ("espiritualeso); y mil otros puntos ms.Los valentinianos, vigorosos y libres para teorizar, manejaban losdatos de Ia revelacin, a la luz cle una filosofa (medio platnica) fa-vorable a la doble emisin simultnea: perfecta (resp. cmo Luz) delHijo, e imperfecta (resp. como Sombra) de Sofa (lEspritu Santo).Emisin que explicaba el origen simultneo complementaiio del Verboy de la sabidura, sus relaciones mutuas y su connotacin al mundocreado; ms an, el origen de la materia prima de la creacin, sus-trato de la sabidura y reflejo urmbrtil del Verbo Hijo de Dios.La teologa de los grandes eclesisticos difiere, segn eso, en suprimera aparicin de la de los herejes. As como sta ruce una im-pronta positiva, como nacida espontnea del estudio de las Escrituras,la eclesistica, venida a remolque y en oposicin a la previa hetero-doxa, no disimula el pie forzado que determin su upu.i"irr.Ni san Justino hubiera condensado tanta cristologa, a no habertenido a Trifn por adversario; ni san Ireneo habra iegado tan sobe-rana concepcin de la uSalus carnis>, a no haber conocido la visinunitaria de los grandes gnsticos. El estudio espontneo de las Es-

    soBRE Los rNrcros o Le rsot,ocecrituras, o de los artculos de la fe, habrales conducido tal vez a unahermosa exgesis y a estudios de sesgo moral; difcilmente a unadogmtica tan cabal y vigorosa, slo comparable en amplitud y nervioa la heterodoxa antittica.El encontrar freneo constituida de modo uniforme y coherente lateologa gnstica restbale construir paralelamente la suya propia. Apar-te el recurso a las Escrituras y a la tradicin pblica, ofrecase uacontrarioo la perfilada sntesis de Tolomeo, meritoria, entre otros t-tulos, por haber huido del casuismo y apocalptica hebreos para tocarlos puntos ms sensibles del mensaje evanglico, destacndolos converdadero relieve.A los eclesisticos tocaba, a partir de la segunda mitad del siglo rr:a) descubrir y refutar (

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    696 A. ORBEpreviamente catalogados en orden de antigedad, los testimonios. dernayor inters entre los filsofos, tocantes a Lrn tema. Los haba paraprincipiantes, y aun para profesionales: rectrrdese como exponentede estos ltimos el Anthologium d,e Juan Estobeo. pronto cundi elsistema, entre los eclesisticos, como preliminar a las clisputas conlos judos. Lo indica el modo de citar, desde los primersimos padresApostlicos (por ej., el ps. Bernab), las Escrituras, por acumulacinde testimonios similares, o por fusin de varios en uno; y lo confirrnanobras como "Ad Quirinum testimoniorum libri tres> de San Cipriano.La catalogacin de los pasajes bo"licos clelataba la tesis a que obecle-ca; mas como mtodo era indepencliente d.e ella.Prolegmenos tiles de la teologa, los florilegios no eran an teo-loga. Faltbales el elemento de catlisis que los ensamblara; Ia inter-pretacin de los propios testimonios, segn los mctulos corrientes cleexgesis textual.Para esta labor interesaba a los eclesisticos: a) conocer el textobblico de base: casi siempre, para el Antiguo Testamento, el de losLXX; b) adoptar el mtodo de exgesis comn a las Iglesias (literalo simple, alegrico espiritual...); c) la interpretacin de los lugaresinvocados: preexistente o presumible, conforme al mtodo adoptado;d) Ias exgesis no cristianas cle hebreos, marcionitas, gnsticos...;e) formular, por ltimo, la doctrina resultante clel anlisis, cotejo clelugares paralelos...Para conocer el mtodo de exgesis comn a las Iglesias haba quesimplificar. Los escritores no eran muchos, y singularmente los mscalificados. Ayudaban los smbolos de las Iglesias; y escritos de sesgolitrgico, como el Peri pascha de Melitn o la Traclitio apostolica d.eHiplito, que compendiaran la doctrina eclesistica en esquemas lite-rariamente similares.Para fijar la exgesis de toclos y cacla.uno de los lugares bblicos,toda erudicin era poca. Es absurdo pensar que para mediaclos delsiglo rr hubiera una exgesis comn, uniforme cle ambos Testamentos,asequible a los eclesisticos. No tanto, de las grancles percopas cloc-trinales (v.gr., los tres primeros caps. clel Gnesis, secciones relativasal diluvio, tres magnos patriarcas...). En los das de san lreneo corranvarias tradiciones exegticas sobre las parbolas del Evangelio. Raraser la percopa de alguna importancia dogmtica en el NT, a que nosea dable sealar, ya para entonces, dos y aun ms exgesis, segnideologas (y tradiciones) dispares. En la primera mitad del siglo rr,y sin salir de horizontes cristianos, coexistan no slo tendencias va-rias, sino doctrinas perfectamente razonadas con sus argumentos b-

    soBRE Los rNrcros oe Ll reor,ocAblicos. El que para restituirlas haya que acudir a escritores cronol-gicamente distanciados (desde San Justino hasta Hiplito y Orgenes)no significa que hicieran su aparicin entre ellos. Ireneo invoca repe-tidas veces la tradicin de los presbteros del Asia. Tertuliano clenuncia,con anterioridad a Origenes, el duelo entre la exgesis literal y la ale-grica. La tendencia a leer Ia Escritura en clave (espiritual), comolos gnsticos heterodoxos, se dejaba sentir antes de los alejandrinosentre algunos eclesisticos.La segunda mitad del siglo lr denuncia tres teologas paralelas:a) la , en torno a la Salud del hornbre espiritual, por necliodel Cristo espiritual; b) Ia npsquicao, en funcin de la Safas anirnae,por medio del Alma de Cristo (resp. Cristo psquico); c) la *corprea,o carnal, atenta a la Sa/s carnis mediante el Verbo hecho carne. Losherejes enseaban la primera. Los alegorizantes de tendencia plat-nico/filoniana, la segunda. Los exegetas literales (Justino, Ireneo, Ter-tuliano...), la tercera.Las tres arrancan, como de postulados, de tres nociones diversasdel hombre. La refleja la antropologa sobre que descansa.Y no por lo que tenga de rigurosa theologia, sino porque aun sta seinserta en la

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    698 699A, ORBE SOBRE LOS INICIOS DE LA TEOLOGAposterior a l en el tiempo, se le suma al homo (:caro) previamenteformado, para servirle en orden a su destino. La alegora, apta parasubir de la letra al espritu, no responde a la economa que se des-arrolla histrica segn las leyes de 7a Caro:homo. Fuese por la con-cisin y hondura del

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    700 A. ORBEsimples. rmporta poco que los haya form,rado la filosofa pagana. LosPadres acudirn a la Escritura siempre que convenga apurarlas.. El mtodo adoptado por los primeros telogos de la Iglesia elimina toda posible duda. Ni e' traio con los judos, ni en disputa conlos herejes se les ocurre eregir otro campo fuera de las Escrituras. Lafilosofa no entra directamente poco ni mucho. Interesa restituir losdatos de positiva tradicin uporili"u (resp. inspirada). se atienen alsentido obvio de Ia letra. Cuanto ms obvio e inmediato, cle mayorgaranta. La lectura alegrica les inspira en general sospechas, porel peligro de introducir elementos extiaos a la :evelacin (prejuicios,axiomas...) y exponer lo claro por lo oscuro: so pretexto de qrre laletra, en su sentido obvio, resulta demasiado humilde y baja e im-propia de la palabra de Dios. Al amparo de ciertas analogas verbales,la propia Escritura apunta el camino de una ms alta filosofa. Apartecriterios de exgesis fundados en principios divalentes (de Escrituray de filosofa), v.gr.,2 Cor 4,18: olas cosas que se ven son.efmeras,mas las que no se ven, eternas.)La alegora era la gran arma de la exgesis gnstica. Lejos de he_redar la devocin hebraica, menospreciabn a yahv y su Ley. Laespontnea mentalidad de Israel, tan reclucida de horizo'tes (lo mis-mo en su geografa que en su doctrina) y tan amiga del aparato sen-sible, invitbales a los gnsticos a relegar a segundo plano el AntigtroTestamento. El Evangelio traa novedacres absolutas, iricompatibres co'lla Ley. Todo convidaba a urgir: a) ras anttesis fundamentales, exten-sivas a todos los campos, desde ras dirrinas hasta ras humanas; b) Iaarmona del Evangelio con Ios postulados clel helenismo y de Ias re_ligiones de misterios. Y como el sentido literal del Nuevo Testamentoprolongaba las categoras paleotestamentarias al mensaje de Jess des-haciendo su novedad, era menester echar mano de la alegora. La letraIleva a la carne; la alegoria, ar Espritu. Entre la interpietacin obviay la espiritual no hay lugar a opcin. Toda teologa ctigna clel nombre

    obligbase a los nicos medios viables a ra sazn puiu ,"rno.rtar raIetra y subir a la regin del Espritu (o pleroma). Los valentinianosrelegaban la exgesis literal al Kenoma, universo de la creacin, paraencumbrarse con la espiritual al pleroma o regin de lo divino. Latheologia estricta era slo accesibre a la interpretacin alegrica.Esto explica en buena parte el xito de la gnosis en el siglo rr. Geo-grficamente sensible, por su extensin a todas ras regiones Jet Imperioromano (Siria, Egipto, Africa, Italia, Galias); e ideolgicamente, por surepercusin entre los escritores paganos (celso, protino, porfirio). Elcristianismo conocido e impugnado por celso no es el de'ra gran Iglesia,

    SOBRE Los INICIoS DE I-A TEoLoGAsino el gnstico heterodoxo; tal vez por habrsele recomendado, comornico cristianismo helensticamente presentable. El nico literaria ydoctrinalmente delatado por Plotino, como adversario potsimo de sufilosofa, es tambin el de la gnosis hertica. Lo cual induce a pensarque los herejes se abrieron camino entre los filsofos paganos conanterioridad a los eclesisticos. El fenmeno se presta a la reflexin.En absoluto cabra explicarlo: n) por Lrna mayor procluccin literariade los herejes; b) por mayores afinidades ideolgicas de los herejescon el helenismo; c) por ambas cosas a la vez. Las familias gnsticasse multiplicaron muy pronto: ofitas, setianos, barbelognsticos, basi-lidianos, simonianos, valentinianos... Y cada familia presentaba su bi-blioteca, desde las Actas o Apocalipsis o Apcrifos (apostlicos) hastalos tratados y homilas de los grandes campeones y de sus discpulos.Ms que la multitud de escritos, hubo de recomendarles ante el he-lenismo su gran afinidad ideolgica con l: negativamente por la eli-minacin de dogmas, como la Sa/us carnis, demasiado humildes; ypositivamente por el relieve otorgado, dentro de frmulas cristiani-zantes, a la religio mentis.. Yo no s que el xito de la gnosis l'eterodoxa ante el mundo gentilhaya impresionado mayormente a los eclesisticos, y les haya decididoa cambiar de postura, para merecer audiencia entre los intelectuales.Qu decir entonces de los alejandrinos Clemente y Orgenes? Sinseguir el camino radical de la gnosis hertica, fueron a parar a ciertagnosis ortocloxa, equidistante del cristianismo iliterario y simple delos ,,amadores de la carner, y del cristianismo de olite" de los hom-bres racialmente divinos. Ms que el xito de los herejes, influy enellos la tradicin exegtica filoniana y el nivel cultural de Alejandra(resp. Ia Paideia).Pero si otros se acomodaban, en el trato de las Escrituras y dela tradicin, a los axiomas ambientales del helenismo, San freneo,educado en otra atmsfera, prescindi de ellos en absoluto y aun losrebati, atento a los postulados cle la fe escrupulosamente sometidosa anlisis, a partir del senticlo literal de las Escrituras, y a la lz dela tradicin puramente domstica.Ocurre adems otra cosa. Entre los escritos del NT y los msdel AT media literariarnente un abismo; como el que media, v. gr., en-tre las cartas paulinas y el Apocalipsis de San Juan. Heredero y todode una atmsfera ideolgica johannea (como discpulo de San Poli-carpo y de los Presbteros del Asia), Ireneo elige, en pugna con .susadversarios, las epstolas de San Pablo como campo de batalla. Y noslo por'razones cle mtoclo ..acl hominemo -San Pablo sera el cam-

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    702 A. ORBEpen del gnosticismo-, sino hasta por su espontnea aficin a losgrandes temas paulinos, y por la nforma mentiso del Apstol, msabierto que San Juan a las categoras del mundo grecolatino.San Pablo plasma a su modo, con categoras propias, la teologadel Cristo glorioso y de la Iglesia. Sus. ideas aparecen vigorosamenteformuladas con enorme variedad de registros (trinitarios, salvficos,antropolgicos...), relacionados entre s mediante desusada copia departculas causales (en, di, ap, hyp, ex, met, syn). El pensamientodel Apstol se manifiesta en formas gramaticales asequibles al mundogrecorromano. Fuera cual fuese el horizonte ltimo de sus ideas, niJustino ni Orgenes, San Basilio o el Crisstomo eran libres para des-cuidar el tecnicismo gramatical paulino, o para creer que el Apstolconfunda la fuerza de las partculas causales, como incapaces de tra-ucir su pensamiento.El camino estaba trazado. En vez de acudir a los profetas del AT,con sus vagorosos acentos apocalpticos, convena ir al Apstol paraapurar, mediante anlisis de formas gramaticalmente complejas y pre'cisas, las concepciones de la nueva teologa cristiana. El libro de laSabidura estaba muy bien escrito en griego, y segn una gramticaan ms accesible que la paulina. Pero el ms elemental instinto teo-lgico aconsejaba elegir las atormentadas epstolas paulinas para hacerde ellas plataforma de la teologa. Mucho ms distan las formas gre-colatinas del Apstol de las rabnicas de sus maestros, que la versinireneana de Pablo de las formas e ideas paulinas. Parecidos en hori-zonte y penetracin, Ireneo y Pablo salvan mejor distancias de edu-cacin y de tiempo que los simples repetidores de clusulas. El Apstolpierde al pasar, en exgesis, a otros. Pero cuanto ms grandes sean s-tos, mejor sabrn traducir en formas actuales su pensamiento.Los gneros literarios engaan tambin. A no entender es uno mis-mo el autor de la Epstola a Flora, registrada por San Epifanio (pa-narion 33,3-8), y el del sistema resumido por Ireneo (adv. haer. I,1-8),nadie lo hubiera sospechado. Fundada la hodierna crtica en el estudiode los gneros literarios, se empea en multiplicar autores dentro delCorpus paulinum; y en abrir, por vas similares, abismos entre los au-tores neotestamentarios y la generacin de los primeros dogmticos dela Iglesia; o, lo que es igual, entre las categoras del Apstol y las desus primersimos exegetas. De Ireneo para ac ya no habra abismos.Aislados as los escritos neotestamentarios, y zanjada por imposible

    soBRE Los rNrcros DE LA TEoLocA 703su versin a formas ideolgicas par nosotros asequibles, como las deJustino, Ireneo y Tertuliano, niegan fundamento a la teologa de losPadres que, sin solucin de continuidad, hered la de los siglos rr y rrr.Para que el trnsito de unas formas a otras de expresin sea'lcito,no es menester respondan a un mismo gnero literario. En si seraplausible el trnsito mismo de las formas inspiradas del NT -evan'glicas o paulinas- a solas helensticas; siempreque respondiera con fidelidad al contenido vaciado en ellas.Los grandes gnsticos sacrificaron el contenido a las formas. Noas los eclesisticos de la lnea de tradicin johannea. Los alejandrinosquedaron a medio camino. Sin corromper ni mucho menos el mensajeneotestamentario, le modelaron, a veces con exceso, en 'formas ideo-tgicas -no simplemente literarias- peligrosas.La expresin ireneana pudo no ser total, porque no todo Pablo pasa la teologa de lreneo; mas el Apstol no sufri alteracin de fondoal ser traducido a las ideas del obispo de Lin. Y hasta se perfil, enocasiones, con ms claridad, dentro de una concepcin grandiosa dela , en pugna con el helenismo valentiniano. Hoycla, con los medios depurados de la crtica escrituraria, difcil seralcanzar en altura teolgica la exgesis restituible con sola ayuda deJustino, Ireneo, Tertuliano, Hiplito.Entre los eclesisticos no conviene generalizar. La formacin dela primera rigurosa teologa tuvo lugar en bloque, por contraste conla de los grandes heterodoxos. Nacida as, abord por igual todos loscampos. Unica y a la vez compleja, relacionaba entre s multitud deaspectos. Sin llegar empero, como entre gnsticos, a una Summa lite'raria y uniformemeqte construida, se dej sentir en los escritos, alparecer, dispersos de los escritores ms destacados .(Ireneo, Terttt-liano).Contemporneamente, as como hubo herejes parciales (Hermge-nes, Praxeas, Noeto...) que impugnaron un solo tema doctrinal (v.gr., lacreacin de la materia, la trinidad de personas...), hubo tambin ecle-sisticos que desarrollaron un aspecto restringido de la teologa. Talcamino habr de seguir la teologa, a partir de la'segunda mitad delsiglo rrr: atenta a dogmas particulares, trinitarios o cristolgicos.Fue singular mrito de la magna Iglesia, en pugna con los telogosde la gnosis hertica, haber plasmado, con un sentido vital, llevadoigualmente a todos los predios, la primera y definitiva teologa, quesiglos posteriores habran de enriquecer, en aspectos particulares, mas

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    704 A. ORBEnunca por igual en su conjunto. Es extrao que el estudio de los ecle-sistics de los siglos rr y rrr descubra ahora zonas de increble mo-dernidad, descuidadas en los siglos intermedios a beneficio' de otrastal vez exageradamente atendidas?

    Ar.toxro OnsB, S.J.Universidacl GregorianaRoma LA TEOLOGIA DEL COLEGIO MAXIMO DE OAA FINALES DEL SIGLO PASADO

    Aportaciones de su Facultad de Teologa al intento^de reforma de la Ratio studiorum S.I. de 1883'SUMARIO:I. EL CONTEXTO SOCIO.CULTURAL.l. Le teorocn r u Icmsr.t cetlrcl DEL xlx.2, L nBtr.oeo CULTURAL DEL cATol.lclstr'to pspo-.3. LA