Mural de la iglesia de San Juan Bautista en el río Jordán que muestra el nacimiento de Jesucrist [email protected]de las Culturas del Mundo CORREO Vol. VIII, número 79, 15 de febrero de 2011. CEDICULT Director: Leonel Durán Solís En este número: • Señal del conejo en el rostro • Piratas en el hospital para dementes de San Hipólito • Viajes con Heródoto, de Ryszard Kapuscinski • Atlas de las civilizaciones y Atlas de las migraciones • Historia mínima de Corea • Hallan piezas robadas del Museo Egipcio • Jornadas Palestina-México 2011, del 1º al 10 de marzo Penteo descuartizado por las ménades y su madre, Ágave
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Mural de la iglesia de San Juan Bautista en el río Jordán que muestra el nacimiento de Jesucrist
Desde fines del siglo XVI el hospital de San Hipólito, edificado hacia el poniente
de la capital novohispana, se fue perfilando como espacio para la atención
de hombres dementes, provenientes de todos los estamentos de la sociedad.
Su atención corrió a cargo de los Hermanos de la Caridad, llamados también
comúnmente hipólitos, por haber sido éste su hospital originario. Uno de los rasgos
característicos de esta orden fue ser limosneros, guardando una lejana tradición
medieval. Desde sus primeras constituciones, se estableció su carácter limosnero para
efectos del sostenimiento de sus hospitales y por ello enfrentaron muchas carencias
para realizar su trabajo.
La limosna se solicitaba en las calles o en las casas de las familias ricas. Entre los
acaudalados era muy frecuente que por motivo de votos o promesas a Dios, se dieran
importantes cantidades a obras pías.
La pobreza de los hospitales no era ni nueva ni exclusiva de los Hermanos de la
Caridad. En la Nueva España durante los siglos XVI y XVII los nosocomios funcionaron
de manera muy precaria, pues no contaban con apoyo de la Corona para su
funcionamiento, por ello muchos preferían acogerse a los patronatos ofrecidos por
hombres acaudalados o de altos funcionarios de gobierno, a fin de asegurar medios
de subsistencia.
Pero la ayuda a los hospitales, por parte de las autoridades, no se limitaba al
aspecto económico sino también con fuerza de trabajo que aportaban indios,
esclavos y reos principalmente.
Piratas en el hospital para dementes de San Hipólitopor José Fierros Millán
Historia
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Los recursos humanos
Los indios dentro de la ciudad española aportaron siempre el trabajo más importante,
tanto en la edificación de hospitales, edificios públicos, calles, obras públicas y casas
de hombres importantes de la Colonia, por lo cual su esfuerzo muy raramente era
utilizado para servir dentro de los nosocomios. Sólo en el Hospital Real de Naturales
había indígenas ocupados en diversas tareas cotidianas.
El trabajo al interior de los hospitales era agotador y temido, más aún cuando
en la capital novohispana azotaban epidemias y pestes, pero en el Hospital de San
Hipólito se añadía otro elemento que lo hacía especial: era el lugar de los locos y
débiles mentales.
En este rubro de los recursos humanos que aportaban su trabajo al interior del
hospital de San Hipólito, los frailes contaban con el apoyo de algunos esclavos,
pero por la falta de personal los propios locos barrían, cargaban agua, leña y parece
ser que hacían mandados a lugares cercanos, cuando estaban en posibilidades de
hacerlo, otras, en compañía de algún fraile recorrían las calles pidiendo limosna.
Se ha documentado también que los tribunales tanto civiles como eclesiásticos,
dentro de sus posibilidades de condena, contemplaban enviar reos al hospital de San
Hipólito, tal fue el caso de los hermanos Carbajal, acusados de actividades judaizantes
a fines del siglo XVI. El historiador Alfonso Toro en su libro La Familia Carbajal, Ed.
Patria, México, reseña en las páginas 359-376 el relato de Luis de Carbajal sobre
este hospital en donde sirvió como mozo, purgando condena, vistiendo san
Benito amarillo, exhibiendo una enorme cruz de san Andrés de paño rojo, cosida
sobre el traje. Traer al caso a Luis de Carbajal no es gratuito ya que este hombre,
antes de tener problemas con la inquisición, tuvo su intervención en el caso que
nos ocupa.
Los reos: piratas en el Hospital de San Hipólito
Sucedió que en septiembre de 1568 llegaron a San Juan de Ulúa seis barcos ingleses
con piratas: el Jesús de Lubeck de la Royal Navy al mando de John Hawkins, el Minion
bajo el mando de John Hampton, el William and John, con Thomas Bolton al mando
y el Judith, capitaneado por el famoso pirata Francis Drake que viviría muchos años
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más, acumulando una gran fama. Las otras dos naves más pequeñas eran el Ángel y
el Swallow que llevaban pirateando cerca de un año en las costas americanas.
Al parecer los piratas desembarcaron en el puerto de Veracruz con el propósito
de conseguir víveres. Habían engañando a las autoridades locales con banderas
españolas, haciendo prisioneros a algunos principales de la ciudad. Por su parte la
tripulación pirata se dedicó a hacer desmanes en la población. Sin embargo, para
mala suerte de los visitantes, cuando se encontraban en pleno avituallamiento, llegó
una flota de escolta de la armada española que contaba con una capacidad de fuego
considerable, al mando de don Francisco Luján.
Al principio los ingleses pensaron que la tregua, siempre vulnerada por los
ingleses, entre Felipe II e Isabel I se respetaría, pero no fue así: en un ataque
fulminante resultaron hundidos cuatro barcos piratas, con cerca de 500 marinos
ingleses muertos, según el historiador John Barrow.
Drake y Hawkins y el Minion se dieron a la fuga, mientras sus hombres se
batían contra los españoles, sin embargo, imposibilitados de escapar rumbo a mar
adentro por las malas condiciones del Minion, se fueron costeando hacia el norte de
Veracruz, viéndose obligados a dejar cerca del río Pánuco a 104 marineros, ya que
era imposible cargar con más hombres para cruzar el Atlántico, además que no había
comida suficiente para todos. De acuerdo al testimonio, de un tripulante llamado
Miles Philips, no había que comer como no fueran “cueros, gatos y perros, ratas y
ratones, pericos y monos” .
¿Cuáles fueron los criterios que usaron los jefes piratas para abandonar a 104
elementos? Comenta Jiménez Rueda lo siguiente: “primeramente escogió aquellas
personas de cuenta y utilidad que era necesario quedaran a bordo”, después se
procedió a elegir los que menos falta hacían e inmediatamente se les puso en un bote
para ir a tierra, prometiéndoles que al año siguiente regresarían por ellos.
Los abandonados, aunque portaban armas, se las tuvieron que ver con los
chichimecas, de los cuales sobran testimonios documentales que hablan de su bravura
y odio hacia los europeos y aunque les respetaron la vida, pronto los dejaron desnudos.
Errantes en una tierra desconocida y hostil, enfermaron de paludismo y con
mil problemas atravesaron la selva, hasta que llegaron a Tampico, en donde, casi
gustosos, fueron hechos prisioneros por los españoles al mando de Luis de Carbajal
y enviados a la ciudad de México para ser juzgados.
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
John Hawkins
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Pero como se trataba de un asunto de fe, se tuvo que esperar a que llegara un
Inquisidor acreditado desde España, por lo que los reos fueron remitidos a diversos
trabajos forzados antes de ser presentados ante el Tribunal de la Santa Inquisición, lo
cual ocurrió hasta 1871, siendo el enviado don Pedro Moya de Contreras.
Por ello los prisioneros fueron recluidos en obrajes y hospitales; tal fue el
caso del pirata Robert Barret, que sin Hawkins quedó como capitán del Jesús de
Lubeck, trabajó en un obraje durante cuatro meses, hasta que posteriormente fue
ejecutado en la Ciudad de México. Unos fueron a parar como sirvientes al hospital
de San Hipólito, otros a un obraje de Texcoco, otros más a las minas, algunos a
servir a personas de calidad” (sic), y como mozos en los conventos de San Agustín,
Santo Domingo hasta la llegada de don Pedro Moya de Contreras, cuando fueron
concentrados en las mazmorras de la Inquisición para ser juzgados.
Duraron encerrados año y medio, tras los cuales fueron presentados ante el
tribunal. Los interrogatorios fueron muy acuciosos y como se trataba del primer
caso enfrentado por la inquisición sobre un asunto de fe, aplicado a extranjeros
saqueadores, el proceso fue muy duro contra los prisioneros. Para comenzar, todos
sus bienes fueron confiscados y embargados, esto sin contar que ya desde Veracruz
habían perdido el valioso botín que habían acumulado en sus correrías previas a su
llegada a Veracruz. Al fin, fueron condenados por el de la Inquisición bajo la sospecha
de ser luteranos protestantes, para lo cual con trompetas y voceros se convocó al
pueblo a presenciar el espectáculo. Se les colocaron san benitos amarillos con cruces
adelante y atrás y se levantó un tablado para que la gente los pudiera ver bien.
De acuerdo al testimonio de Miles Philips los castigos se distribuyeron de la
siguiente forma: “El primer llamado fue un tal Roger, armero mayor del Jesús y lo
sentenciaron a trescientos azotes y diez años de galeras”.
“Luego llamaron a Juan Gray, Juan Brown, Juan Rider, Juan Moon, Santiago Collier
y Tomás Browne: la sentencia de éstos fue de doscientos azotes y ocho años de galera”
“Tocóle en seguida a Juan Keyes, cuya pena fue de cien azotes y seis años de servicio”.
“Después fueron llamando a varios, uno tras otro, en número de cincuenta y tres,
y a cada cual le daba su sentencia: a unos doscientos azotes, a otros cien, y luego a
galeras por seis, ocho, o diez años”.
“Entonces me llamaron a mí, Miles Philips, y me sentenciaron a servir en un
convento por cinco años, sin azotes, y a llevar el san Benito todo ese tiempo”.
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Francis Drake
“Llegó luego su vez a Juan Storey, Ricardo Williams, David Alexander, Roberto
Cook, Pablo Horsewell, Tomás Hull: estos seis fueron condenados a servir en
conventos, sin azotes, unos por tres, otros por cuatro años, y a llevar durante ellos
el sanbenito”.
“Hecho esto, y acercándose ya la noche, llamaron a Jorge Rively, Pedro Monfrie
y Cornelio el Irlandés, y los condenaron a ser reducidos a cenizas. En el acto los
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enviaron al lugar de la ejecución en la misma plaza del mercado, cerca del tablado,
donde fueron prontamente quemados y consumidos. A los demás sentenciados que
éramos sesenta y ocho, nos volvieron a llevar aquella noche a la cárcel”.
Los azotes anunciados se cumplieron al día siguiente, viernes santo. Los
condenados fueron conducidos desnudos del pecho en caballos, con pregoneros por
delante y en una plaza fueron latigueados hasta completar el número de su sentencia.
Entonces, se puede desprender lógicamente que entre los siete condenados a servir
en conventos estuvieron: Philips, Storey, Williams, Alexander, Cook, Horsewell y Hull
los enviados al Hospital de San Hipólito.
Esta documentación sobre el caso, se puede consultar en el AGN (de 1568 a
1571). AGN-UNAM, Corsarios franceses e ingleses en la inquisición de la nueva España, siglo XVI, México, 1945 Imprenta Universitaria, Introducción de Julio Jiménez
Rueda, p. XV
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Conclusiones
La incursión pirata inglesa de 1568 resultó desastrosa. De acuerdo con el historiador
Barrow, en Veracruz se perdieron cuatro naves y 500 hombres aproximadamente,
luego 104 más fueron abandonados a su suerte en el Pánuco, al no poder el
Minion seguir su travesía. Éstos 104 supieron lo que era “amar a Dios en tierra de
indios”, como dice el refrán, pues los soldados españoles los hicieron prisioneros
encontrándolos desarmados, desnudos, hambrientos y sedientos.
Fueron juzgados, encontrados culpables y condenados a diversos trabajos antes
de ser ejecutados. Comenta Barrow que a partir de esta experiencia Drake tomó un
odio feroz hacia los españoles que lo llevó a hacer grandes daños al imperio español.
Por cierto, este personaje volvió a pasar un mal momento en Inglaterra, a la que llegó
en 1569, porque tras asegurar que Hawkins había muerto y de dar una versión a su
modo de los hechos bélicos contra los españoles, al mes siguiente apareció Hawkins
sano y salvo.
Por lo que se refiere a la condena impuesta a los piratas en México, se confirma
que las condiciones de trabajo en las minas, en los obrajes, en los hospitales, eran
deplorables, dignos escenarios para reos. Ignoramos cuántos piratas fueron al San
Hipólito pero seguramente en medio de los aullidos, gritos, lamentos y gruñidos,
que asegura Carbajal enloquecían a cualquiera, los ingleses conocieron un aspecto
humano que jamás imaginaron.
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“…me internaba en el mundo de Heródoto… Así, mis viajes cobraron una segunda
dimensión: viajé simultáneamente en el tiempo (a la Grecia antigua, a Persia, a
la tierra de los escitas) y en el espacio (mi labor cotidiana en África, en Asia y en
América Latina). El pasado se incorporaba al presente, confluyendo los dos tiempos
en el ininterrumpido flujo de la historia” R.K.
Resulta difícil catalogar este libro que Kapuscinski escribió en su periodo
de madurez, después de haberse trasegado una vida tan trabajosa. Para
justificar algunas de las reflexiones que desea dejar como testimonio de su
paso por la tierra, se remonta a las clases de historia recibidas en la Universidad
Viajes con Heródoto, de Ryszard Kapuscinskipor Lola Peiró
Libros
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e impartidas por su profesora Biezunska-Malowist sobre la antigüedad. Ahora
recuerda a Heródoto, y no por su “Historia” tomada en sentido literal, sino por
las similitudes que encuentra con las situaciones de una actualidad insertada
en el siglo XX, y que comprende con más conocimiento de causa. Valora a
Heródoto por sus sugerencias, por lo que dice entre líneas, por la intención del
autor de dejar testimonio -tan valioso para nosotros el de aquellos principios- y
por la honestidad con que plantea los hechos: a ser posible, el griego narrará
aquello de lo que es testigo y si no, advertirá “que se lo dijeron en estas
circunstancias”. Esto es algo de lo que Kapuscinski aprende de sus lecturas:
hay que verificar los hechos e interpretarlos, también si es posible, según
sus circunstancias.
Tras haber optado por el periodismo, allá por los años 50, la agencia para
la que trabajaba decide enviarle al extranjero, y esto va a colmar el obsesivo
deseo de “cruzar las fronteras” y enfrentarse por primera vez al ancho mundo
que hay detrás. Y lleno de entusiasmo, acepta el proyecto que, aún no lo sabe,
va a ser un bautismo estremecedor que le llenará de desasosiego: ha de viajar
a la India, y él casi no sabe por dónde cae aquel mítico país. ¿Y la lengua?, ¿y
las costumbres? ¿y los viajes en avión…? Pero hace su maleta y emprende el
camino, no sin antes abrir el regalo que la directora de la agencia le ha ofrecido:
un ejemplar de la “Historia” de Heródoto. He ahí el motivo de su reencuentro
cuya lectura, al tiempo que vive los acontecimientos de ese convulso mundo
por donde va a caminar, supone el cuerpo del libro que ahora tienen delante.
Pero no crean que van a leer una crónica de guerras, pactos y traiciones
al uso; Kapuscinski, al introducirse –cuando las pausas se lo permiten– en
el mundo de Heródoto, y afrontar su periodo por excelencia, las Guerras
Médicas, nos va a dar una interpretación muy singular de las luchas entre
persas y griegos, y seguro que nos sorprenderá con las preguntas que se
hace a sí mismo y que nos muestran a un hombre preocupado más por la
gente que protagoniza la historia, que por los acontecimientos históricos, que
generalmente poseen esa frialdad que encierran fechas y datos. Se pregunta
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cómo serían las batallas de entonces –el fragor de carros,
las ballestas y los gritos de dolor de los soldados; la
obligación de morir o regresar vencedor; la sumisión de la
esclavitud etc.– y al tiempo, se preocupa por la situación
de los taxistas que le acompañan en sus viajes reales, o
por comprender la situación de las personas que sufren
calladamente viajes larguísimos en un autobús abarrotado
a 50ºc, o las que mueren bajo las bombas y los atentados
absurdos de hoy… Pero también se entusiasmará cuando
llega a Persépolis en un sereno atardecer y desde la cima de la colina, queda
extasiado ante tanta belleza: allí imagina la visión del orgulloso rey que lo
habitó, de la tremenda impresión producida a los vasallos y plebe en general,
para luego regresar a su realidad actual en donde, disfrutando de la soledad y
belleza del paraje, no puede evitar el decirse a sí mismo:
“¡Cuánta fatiga, cuanto trabajo meticuloso, agotador e ímprobo metieron
en ellas durante años miles y miles de hombres! ¿Cuántos cayeron fulminados
mientras cargaban esas rocas gigantescas? ¿Cuántos cayeron de extenuación y
de sed?” Y mientras regresa a Teherán, sigue preguntándose si no habrá sido
el gran arte del pasado, obra de lo que el hombre tiene de malo y negativo.
Les aseguro que es tremendamente difícil encerrar en espacio tan corto,
tanto vuelo de ideas, reflexiones, entusiasmos y desesperaciones. Tanta
vitalidad, tanto deseo de ser ecuánime, sobre todo con los hombres.
En fin, nuestra suerte estriba en tener la posibilidad de emprender ese
camino no solamente con Heródoto, sino también con Ryszard Kapuscinski. Y
Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Inmersos en una época de grandes cambios, este Atlas invita a la reflexión sobre la
articulación entre las fronteras políticas y sociales, los efectos de la globalización en la
organización del planeta, y la formación de sociedades multiculturales como proceso
patente e irreversible, que lleva consigo la necesidad de diálogo y la incorporación de
transformaciones sociales, políticas y culturales. Se aportan interesantes elementos
de reflexión sobre el complejo concepto de civilización, abordando el debate en
torno a las fronteras culturales y analizando la cuestión desde diferentes disciplinas
como la Geografía, la Historia, la Filosofía, la Lingüística o la Antropología. Todo
ello presentado en una dimensión espacial que ayuda a localizar y comprender su
desarrollo a escala mundial.
Fuente: www.mondiplo.net
“El siglo XXI será el de los pueblos en movimiento” afirmaba Antonio Guterres, alto
comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados. El fenómeno no es nuevo
dado que los seres humanos se han desplazado siempre incitados por la búsqueda
de recursos o expulsados a causa de conflictos. El Atlas de las Migraciones se ha
fijado como objetivo representar y analizar estos desplazamientos, transferencias y
circulaciones con sus complejidades justo cuando la cuestión de la inmigración moviliza
instituciones nacionales e internacionales. El Atlas analiza las migraciones históricas,
las migraciones de hoy en día, las diásporas, los problemas de la integración, las
migraciones en el mundo de mañana así como los procesos migratorios en España.
Fuente: www.mondiplo.net
Libros
Atlas de las Civilizaciones
Atlas de las Migraciones
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La primera Historia mínima de México, publicada en
1973 por el Colegio de México, se convirtió rápidamente
en obligada referencia general para generaciones de
estudiantes. Tras la reinvención de esta síntesis clásica
con una edición completamente nueva en 2004, el
Colegio de México nos ofrece ahora esta segunda
historia mínima, dedicada a la península coreana, a
la cual se le suma este año una tercera, en este caso sobre historia china. Que la
aparición de la Historia mínima de Corea preceda a otras potenciales compilaciones
de la serie, por encima de otras unidades geográficas o enfoques temáticos, puede
resultar sorprendente, sobre todo considerando la relati-vamente corta historia de los
estudios coreanos (no se diga la historiografía de Corea), no sólo en México o América
Latina, sino en el mundo en general.
La academia occidental, con una fascinación por China y Japón cultivada desde
hace siglos, desarrolló en la posguerra un tardío interés por Corea, en gran medida
como resultado del crecimiento económico sin precedentes iniciado en los años
sesenta, así como de las cuestiones de seguridad en la península. Posteriormente,
con la creación de la Korea Foundation por el gobierno de Corea del Sur en 1991,
los estudios coreanos lograrían un nuevo posicionamiento en universidades alrededor
del mundo.
Historia mínima de CoreaCoord. José Luis León Manríquez1
Reseña de Guillermo Ruiz-Stovel2
1 León Manríquez, José Luis (coord.), Historia mínima de Corea, El Colegio de México, México, DF, Centro de Estudios de Asia y África, 2009, 263 pp.
2 Guillermo Ruiz-Stovel. Profesor-Investigador del Departamento de Estudios del Pacífico, Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara. Vol. 13, núm. 39 / septiembre – diciembre de 2010. Reseña 133 Guillermo Ruiz-Stovel
Libros
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Ante este historial, la creación de esta historia mínima, más que un ejercicio de
innovación historiográfica, es una aseveración del grado de madurez de los estudios
coreanos en México, lo que los anglosajones describirían como un coming of age.
La compilación Korea Old and New: A History, hasta hoy el más cercano equivalente
a una historia mínima en lengua inglesa y resultado de un esfuerzo conjunto entre
historiadores surcoreanos y norteamericanos, no fue publicada sino hasta 1990. En
este contexto, el volumen coordinado por José Luis León resulta particularmente
significativo para la evolución de los estudios coreanos en el mundo de habla hispana.
Parecería irónico que esta historia mínima surja de la colaboración entre cuatro
internacionalistas (Alfredo Romero Castilla, José Luis León Manrí-quez, Juan Felipe
López Aymes y Alejandro Escalona Agüero), junto con una antropóloga (Silvia Seligson),
ninguno de ellos historiadores de oficio. Sin embargo, estos cinco autores, pioneros
de la temática coreana en América Latina, brindan una perspectiva multidisciplinara
que abarca desde el mito fundacional del rey Tangun hasta la presente crisis del
desarrollismo en el Sur y del peculiar modelo socialista en el Norte, pasando por una
balanceada discusión del legado del colonialismo japonés, sin duda el periodo más
con-trovertido en la historia de la península.
Este volumen nace de la necesidad de una introducción a la historia de Corea
pensada en estudiantes (y estudiosos) de las ciencias sociales, así como los miembros
de la “comentocracia”, pero a su vez accesible para el público en general. Se trata,
pues, de una visita guiada a través del que León describe como un “óptimo laboratorio
para la historia y las ciencias sociales”, que cumple con un doble propósito: no sólo
informar sino también inspirar. La Historia mínima de Corea promete convertirse no
sólo en obra de consulta esencial sino también en punto de partida para nuevas
generaciones de especialistas en el estudio de la península coreana.
Fuente: Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México
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Hallan piezas robadas del Museo Egipcio
Las autoridades egipcias anunciaron hoy que han encontrado
algunas de las piezas que habían desaparecido del Museo
Egipcio a causa de los actos de pillaje registrados durante las
últimas protestas contra el régimen de Hosni Mubarak.
El ministro de Estado para Asuntos de Antigüedades, el
arqueólogo Zahi Hawas, dijo en un comunicado que durante
la búsqueda iniciada ayer en el interior y el exterior del Museo
Egipcio la estatua antigua de un escarabajo apareció fuera del
museo. Al parecer los ladrones llevaron esta estatua y la dejaron
en la parte exterior del museo.
También fue hallada una figura que forma parte de un grupo de once estatuas
pequeñas desaparecidas.
Asimismo, las autoridades encontraron a las afueras del museo una parte
pequeña de un ataúd, que data de hace tres mil años y que se encuentra en una
vitrina en la primera planta del edificio que acoge antigüedades faraónicas más
importantes del mundo.
Por otro lado, por segunda vez en varios días, un grupo de ladrones irrumpió
ayer un almacén de antigüedades en la zona arqueológica de Dahshur, al sur de las
pirámides de Guiza, después de haber encadenado a los guardias.
Se ha formado un comité para revisar el contenido de este almacén, añadió la
nota. Otro comité continúa la revisión de las piezas que se encuentran en un almacén
en Qantara, que fue saqueado el pasado 28 de enero.
Los ladrones robaron de este almacén varias cajas llenas de numerosas
antigüedades, de las cuales sólo 393 piezas han sido recuperadas.
Fuente: EFE/ eluniversal.com.mx/ cvtp
saltando el muroPALESTINAMÉXICO2011
Jornadas de amistad
del 1 al 10 de Marzo
Universidad Autónoma de la Ciudad de México
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DIRECTOR GENERALALFONSO DE MARIA Y CAMPOS CASTELLÓ
SECRETARIO TÉCNICOMIGUEL ÁNGEL ECHEGARAY
SECRETARIO ADMINISTRATIVOEUGENIO REZA SOSA
COORDINADORA NACIONAL DE MUSEOS Y EXPOSICIONESLOURDES HERRASTI
DIRECTOR DEL MUSEO NACIONAL DE LAS CULTURASY DEL CORREO DE LAS CULTURAS DEL MUNDO