L UGARES • 133 LOS BARRIOS Como la mayoría de las megaciudades, Estambul está formada por la agrupación de una señe de antiguos pueblos, muchos de los cuales han conseguido conservar su carácter y arquitectura originales P ocos turistas se aventuran a vagar más allá de la zona del centro histórico de la ciudad y de los pintorescos barrios de la orilla asiática del Bosforo. Afortuna- damente, el trazado de las calles medievales es incompatible con el tráfico intenso de vehículos y, puesto que las mezquitas no pueden ser derruidas, estos barrios antiguos se han salvado de la edificación desenfrenada que ha hecho de la periferia una zona sin personalidad. Sin embargo, por no arriesgarse a explorar, puede cometer el error de perderse alguno de los barrios más animados e históricos de Estambul. Lo que suele aparecer en las guías turísticas como la «ciudad nueva», la zona de Taksim al otro lado del Cuerno de Oro, desde Santa Sofía, no es nueva en absoluto. Pera alcanzó su mayor desarrollo a principios del siglo xx y ha sido una zona poblada desde los tiempos de Bizancio. El auténtico punto neurálgico comercial de la ciudad está aún más alejado, en Mccidiyekóy, Levent e Istinye, mientras que los barrios residenciales más lujosos proliferan en ciudades satélite como Biiyükcek- mege y Zekeriyekoy. La ciudad imperial El Promontorio del Serrallo O. la gran colina con vistas al mar de Mármara, al Bosforo y al Cuerno de Oro, alcanza su mayor esplendor contemplado desde cierta distancia, cuando las cúpulas, minaretes y palacios apa- recen con todo su esplendor en el mundialmente famoso perfil de la ciudad recortado en el horizonte. Durante dos mil años, esta zona ha sido la atalaya del punto de con- fluencia mundial. Las enormes dimensiones del esplén- dido palacio de Topkapi ocupan la mayor parte de esta colina. Desgraciadamente, casi todos los grandes jardines que descendían hasta el mar y rodeaban la ladera han sido sustituidos por una vía férrea, una carretera de pri- mer orden, algunos quioscos de objetos turísticos y viviendas humildes. Lo que se conserva es el tristemente devaluado parque Gülhane, el lugar de encuentro de las familias pobres y de los soldados sin dinero. Pero un paseo por detrás del degradado parque de atracciones, hacia el Museo Arqueológico, Santa Irene y la Casa de la Moneda Imperial nos proporciona una sensación de paz digna del pasado, la misma sensación que producen algu- nas de las casas de madera de esta zona, que han sido restauradas y convertidas en agradables y costosas pen- siones para turistas ricos. Sultanahmet O ocupa el resto de la península. Aquí es donde los lugares más famosos de la ciudad se agru- pan alrededor de Santa Sofía y de la Mezquita Azul. Heyazit O, justo al lado, es la sede de la mezquita de Solimán; famoso como centro comercial internacional muy frecuentado, por el que pasan mercancías proce- dentes de todo el mundo. También es un lugar de encuen- tro de estudiantes y cuenta con la Universidad de Estam- bul en su centro neurálgico. Una línea de tranvía, siempre atiborrada de viajeros, recorre el centro dpsde los IZQUIERDA: poniéndose al día de los chismes. ABAJO: librería en Beyazit.
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L U G A R E S • 133
LOS BARRIOS Como la mayoría de las megaciudades, Estambul está formada por
la agrupación de una señe de antiguos pueblos, muchos de los cuales han conseguido conservar su carácter y arquitectura originales
P ocos turistas se aventuran a vagar más allá de la zona del centro histórico de la ciudad y de los pintorescos barrios de la orilla asiática del Bosforo. Afortunadamente, el trazado de las calles medievales es incompatible con el tráfico
intenso de vehículos y, puesto que las mezquitas no pueden ser derruidas, estos barrios antiguos se han salvado de la edificación desenfrenada que ha hecho de la periferia una zona sin personalidad. Sin embargo, por no arriesgarse a explorar, puede cometer el error de perderse alguno de los barrios más animados e históricos de Estambul.
Lo que suele aparecer en las guías turísticas como la «ciudad nueva», la zona de Taksim al otro lado del Cuerno de Oro, desde Santa Sofía, no es nueva en absoluto. Pera alcanzó su mayor desarrollo a principios del siglo xx y ha sido una zona poblada desde los tiempos de Bizancio. El auténtico punto neurálgico comercial de la ciudad está aún más alejado, en Mccidiyekóy, Levent e Istinye, mientras que los barrios residenciales más lujosos proliferan en ciudades satélite como Biiyükcek-mege y Zekeriyekoy. La ciudad imperial El Promontorio del Serrallo O. la gran colina con vistas al mar de Mármara, al Bosforo y al Cuerno de Oro, alcanza su mayor esplendor contemplado desde cierta distancia, cuando las cúpulas, minaretes y palacios aparecen con todo su esplendor en el mundialmente famoso perfil de la ciudad recortado en el horizonte. Durante dos mil años, esta zona ha sido la atalaya del punto de confluencia mundial. Las enormes dimensiones del espléndido palacio de Topkapi ocupan la mayor parte de esta colina. Desgraciadamente, casi todos los grandes jardines que descendían hasta el mar y rodeaban la ladera han sido sustituidos por una vía férrea, una carretera de primer orden, algunos quioscos de objetos turísticos y viviendas humildes. Lo que se conserva es el tristemente devaluado parque Gülhane, el lugar de encuentro de las familias pobres y de los soldados sin dinero. Pero un paseo por detrás del degradado parque de atracciones, hacia el Museo Arqueológico, Santa Irene y la Casa de la Moneda Imperial nos proporciona una sensación de paz digna del pasado, la misma sensación que producen algunas de las casas de madera de esta zona, que han sido restauradas y convertidas en agradables y costosas pensiones para turistas ricos.
Sultanahmet O ocupa el resto de la península. Aquí es donde los lugares más famosos de la ciudad se agrupan alrededor de Santa Sofía y de la Mezquita Azul. Heyazit O, justo al lado, es la sede de la mezquita de Solimán; famoso como centro comercial internacional muy frecuentado, por el que pasan mercancías procedentes de todo el mundo. También es un lugar de encuentro de estudiantes y cuenta con la Universidad de Estambul en su centro neurálgico. Una línea de tranvía, siempre atiborrada de viajeros, recorre el centro dpsde los
IZQUIERDA:
poniéndose al día de los chismes. ABAJO: librería en Beyazit.
lies de Eminonü hasta los barrios de Bayrampasa y Esenler y las cocheras centrales de autobuses.
Los aceites aromáticos en el Bazar de las Especias, ideales para crear perfumes propios.
El mercado Por culpa de los alquileres elevados, muchos de los comerciantes antiguos han tenido que dejar el Bazar de las Especias de Eminonü para desplazarse a Tahtaka-le O- Aquí permanece el sabor de los zocos de antaño y los fuertes aromas, junto al repique de los martillos de los artesanos del cobre. Los productos son algo horteras, pero no hay casi nada que no pueda encontrarse en estos mercados, desde botes de cocina de plástico hasta cascabeles para camellos.
El puerto de pescadores bizantino de Kumpaki O nunca ha sido lo que se suele llamar un buen barrio. Pero sus marisquerías son famosas, gracias a los pescadores que siguen abasteciéndolas de pescado fresco. Kumpaki ha estado incluida en las rutas turísticas durante décadas y atender a la gran afluencia de turistas requiere un gran esfuerzo. Aquí se puede disfrutar de una noche de locura, pero hay que mantener la guardia contra los carteristas y comprobar los datos de las facturas.
Aksaray O cuenta con algunos hoteles buenos y económicos, pero es principalmente el paraíso de los viajantes de comercio procedentes de la antigua Unión Soviética. No es un lugar con mucho interés para los turistas pero, aun así, siempre queda la atracción del Gran Bazar. Vendedores del Asia central se distribuyen alrededor del bazar pregonando las excelencias de sus baratas alfombras caucasianas.
Ayvansaray O recibe su nombre de los criaderos y cuadras que anteriormente florecieron en este lugar. Para llegar a Ayvansaray es mejor pasar antes por Kariye Camii, siguiendo las antiguas murallas en dirección al Cuerno de Oro. Balat O ha sido un barrio judío desde la época bizantina y, aunque la comunidad judía se ha reducido, todavía existen muchas sinagogas históricas. Fener O albergó una gran comunidad griega y entre ésta y muchas otras bonitas iglesias se reparte el patriarcado ortodoxo griego.
ABAJO: la plaza Beyazit está atestada de vendedores ambulantes.
cuarenta estudios de artistas y unas cuantas pequeñas galenas de arte. El haberse convertido en un barrio de moda y los elevados precios de los alquileres están provocando el desplazamiento de los artistas menos pudientes, pero todavía vienen hasta aquí para tomar copas y jugar a tavla en los pequeños restaurantes que bordean las calles Jurnal y §cyhbender.
Las noches de sábado, debido a las aglomeraciones, puede resultar complicado pasear desde Galatasaray hasta Taksim, donde se encuentra el centro de la vida nocturna de Estambul. Los elegantes pasajes de la antigua Pera albergan ahora modernos restaurantes, bares y teatros, pero, en el caso de que decida alejarse de Istiklal Caddesi, debe tomar precauciones, ya que beber en exceso es un pasatiempo local, abundan los locales con precios abusivos y los tirones de bolso son habituales. Después de Turnacibafi Sokak, en Galatasaray, se encuentra Cukurcuma, famosa por sus tiendas de antigüedades y sus comercios de artículos usados.
Otros de los placeres que ofrece Estambul son sus hermosas vistas panorámicas, de las que se puede disfrutar desde diferentes puntos
de la ciudad. Oesde el puente Gálata, por ejemplo, se ve una panorámica clásica del horizonte de la ciudad; sin embargo, el perfil perfecto de los alminares del Cuerno de Oro se divisa mejor desde lo alto de la Torre Gálata y al atardecer, durante la puesta del sol. En la parte posterior del palacio de Topkapi, desde Mecidiye Kó§kü (donde está el restaurante Konak), la vista alcanza una impresionante extensión sobre el mar de Mármara, y para los más audaces, las vistas desde el centro de los puentes colgantes de Bogazigi o Fatih sobre el Bosforo quitan literalmente el hipo.
Beyazit Kulesi, la antena construida en 1828 dentro de la Universidad de Estambul -utilizada como torre vigía contra los incendios cuando el antiguo palacio estaba allí-, permite ver la ciudad a vista de pájaro. También se goza de maravillosas vistas desde las terrazas de los hoteles más importantes, como el mitón, el Ceylan Intercontinental y el Mármara; sin embargo, las que tienen mayor fama son las que pueden contemplarse desde el Bilsak 5, un club con clientela del mundillo artístico situado en Soganci Sokak, en Cihangir (cerca de Taksim).
En el lado asiático, en lo alto del monte Qamlica hay un delicioso café y jardín de té de principios del siglo xx -actualmente bajo el control del gobierno municipal islámico, que mantiene los precios bajos y evita la venta de bebidas alcohólicas-, desde donde se puede contemplar un panorama espléndido.
Desde las torres de Yedikule se puede disfrutar de la mejor vista de las murallas de Teodosio.
Junto al Bazar de las Especias, hay un mercado de productos de granja que es de los mejores de la ciudad y, los fines de semana, la plaza Beyazit se llena de comerciantes centroasiáticos que venden alfombras y preciosas sedas bordadas, entre otras cosas. Los martes, el mercado situado en Kadikoy ocupa un área de 2,5 km2 y es uno de los más grandes de la ciudad. La mitad del mercado se dedica a la venta de frutas y verduras y la otra mitad a vender ropa barata y productos para el hogar. Los viernes y durante los fines de semana hay un mercado más pequeño y los domingos se puede comprar de todo, desde antigüedades muy caras hasta trastos viejos y los inevitables artículos de cocina de plástico. Por el contrario, en Ulus, un barrio caro cerca de Etiler, el mercado de los jueves es famoso por sus ropas de diseño directas de fábrica. Los miércoles, en Yesükoy hay un excelente mercado de verduras y los domingos, en Ortakoy se instala un mercado de artesanía y antigüedades.
ABAJO: muchachos del barrio, en Qinili Cami, Üsküdar.
El deporte en Estambul
Mucha gente cree que el auténtico espíritu de Estambul no se encuentra en el Gran Bazar ni en la plaza Taksim, sino
en los estadios de fútbol. El fútbol es una pasión nacional cuyo centro neurálgico está en Estambul, sede de los tres equipos más significativos de la primera división turca: el Galatasaray (rojo y amarillo), el FenerbahQe (azul y amarillo) y el Besiktas (blanco y negro).
Resulta difícil no enterarse de los últimos resultados o de la rivalidad en el terreno de juego todos los fines de semana durante la temporada (agosto-mayo). Los grandes encuentros son retransmitidos en directo por la televisión por cable y la gente se reúne en bares y casas de té durante noventa minutos de bulliciosa tertulia, seguida de ruidosas celebraciones con el sonido de las bocinas de los coches y los seguidores ondeando las banderas.
Para el turista, tomar partido por algún equipo y ponerse una gorra o una bufanda es garantía de encontrar amigos y conversación. Un partido de fútbol es una manera divertida de vivir la experiencia de un aspecto de la auténtica vida turca, no acostumbra ser peligroso (los hinchas turcos no se emborrachan), es barato y es fácil conseguir una entrada. El ambiente es electrizante, los estadios se iluminan con luz artificial que sube de tono con las bengalas de colores y los fuegos de artificio, las serpentinas, las canciones y el frenético ondear de bufandas.
El baloncesto es otro popular deporte nacional, en el que Turquía ha conseguido sus mejores resultados en Europa. La mayoría de equipos turcos, como el Efes Pilsen, el Ulker o el I iMierbahge, disfrutan de patrocinios privados y Hozan de economías boyantes. El baloncesto lemenino también tiene mucho público.
Se cree que las carreras de caballos, en Ana-lolia, so remontan al año 1300 aproximada-inonte y una visita a las carreras todavía puede ii".tillar una buena distracción: se celebran todos los sábados, domingos, lunes y martes de verano. Las apuestas se toman muy en serio y encontrará muchos turcos dispuestos a ofre-i iirlo sus propios pronósticos.
ni ni CHA: un Estambul, sede de tres equipos luiiiiiinm, ol fanatismo en el fútbol empieza
i". jóvenes.
Fuera del ámbito de la corriente dominante, Turquía se enorgullece de su patrimonio de deportes tradicionales. El más famoso es la lucha de aceite (yagli gures), en la que los luchadores no visten más que unos pantalones de cuero negros y untan su cuerpo con aceite de oliva. Aparte del gran festival anual, en Kirkpinar (véase pág. 245), en verano se celebran festivales más pequeños en toda Turquía.
La lucha de camellos es un intrigante deporte de invierno en el que dos camellos intentan derribarse mutuamente. Estos festivales se prolongan todo el día, con música, bailes, comida y bebida, además de los cerca de 80 camellos que luchan por parejas sobre la arena. Los combates más cercanos a Estambul se celebran en los pueblos de los alrededores de Canakkale, desde diciembre hasta marzo.
El cirit es un deporte común en la parte este de Turquía, un espectacular deporte de equipo, con jabalina ecuestre. Desde hace algunos años, en Kagithane Belediye, al norte de Estambul, se organiza una competición durante el verano (véase la sección Guía práctica).
Asistir como espectador a un evento deportivo le permitirá conocer el moderno estilo de vida turco.
SULTANAHMET - LA CIUDAD ANTIGUA Desde el año 650 a.C, esta pequeña península ha sido el centro de poderosos reinos e imperios y la sede de fabulosos palacios
y magníficas iglesias y mezquitas
E s muy difícil imaginar desde Sultanahmet, tal como lo vemos hoy, cómo sería el Estambul bizantino. Ha desaparecido tanto de la Nueva Roma de Constantino bajo los edificios islámicos y bajo la nueva invasión del turismo, que los
restos del estuco dorado de los muros de palacio, los pájaros mecánicos, los jardines voluptuosos, la elegante flora y los mosaicos son realmente escasos, tanto que a uno le cuesta creer que no sea una leyenda inventada por los viajeros de entonces. Sin embargo, es gracias a un esfuerzo de la imaginación y a una visión desde la altura de los pájaros, como algo de la estructura de esa mítica ciudad, que un día fue real, puede ser mentalmente reconstruida. Bizancio Cuando Constantino fundó su Nueva Roma, en el año 326 d .C , rápidamente intentó llenarla con los tesoros de la antigüedad y reconstruir los edificios de la antigua Roma. El resultado fue una mezcolanza única de paganismo clásico y del más reciente cristianismo, aunque el emperador no se convirtió a la religión oficial del estado hasta el reinado de Teodosio I, alrededor de sesenta años más tarde. San Jerónimo, que creía que «el celibato proporciona habitantes al Cielo», decía indignado que Cons-tantinopla estaba «vestida con la desnudez de cualquier otra ciudad» mientras Constantino saqueaba los templos, buscando estatuas entre los restos del imperio, incluso apropiándose en los saqueos de las diosas de la fertilidad de Anatolia.
Pero el emperador no llegaba a un terreno baldío, la ciudad ya tenía cerca de 1 000 años y podía proporcionarle una gran cantidad de elementos para su nuevo proyecto. Se cree que, en el siglo VII a . C , la ciudad de Bizancio, rodeada de unas murallas consideradas entre las más fuertes del mundo griego, ocupaba el área del Promontorio del Serrallo y la sobrepasaba. La zona de Sirkeci, hoy repleta de tranvías, transbordadores, coches y una estación de ferrocarril, era el antiguo puerto. En los alrededores del parque Gülhane, el Museo Arqueológico y la zona superior, hacia Cagaloglu, se encontraban los templos, los baños, un gimnasio y un estadio. También había una estatua de Venus, famosa por poner en apuros a las jóvenes que decían ser vírgenes, a las que levantaba la falda cuando pasaban cerca de ella.
La acrópolis, sobre la que se alzaba el palacio real de Bizancio, así como los templos dedicados a todo el panteón griego, estaba situada en el lugar que ocupa ahora el segundo patio del palacio de Topkapi. Esto explica por qué los emperadores bizantinos construyeron su palacio sobre las laderas de Mármara y no sobre el actual Promontorio del Serrallo, donde los antiguos edificios de la acrópolis seguían utilizándose. La necrópolis griega se extendía a lo largo de Divanyolu Caddesi y el agora de la ciudad estaba situada en la plaza de Santa Sofía, construida alrededor de una columna dedicada al dios tracio Zeuxipo. Constantino cambiaría este monumento por una
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PÁGINAS ANTERIORES:
minaretes y cúpulas del Estambul musulmán. IZQUIERDA: obelisco y Mezquita Azul. ABAJO: Constantino fundando la ciudad.