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3 Bilbao lena Odriozola (San Sebastián, 1967) fue distin- guida en 2015 con el premio Nacional de Ilustra- ción por su “capacidad de renovación siguiendo una línea propia y coherente, y por el potencial narra- tivo de su obra”. El Ministerio de Cultura ya le había concedido el Segundo Premio a las Mejores Ilustracio- nes de Libros Infantiles y Juveniles en 2006 por La prin- cesa que bostezaba a todas horas, escrito por Carmen Gil. Además su nombre ha sonado dos veces en la entrega del Premio Euskadi: en 2009 por Aplastamiento de las go- tas, de Julio Cortázar, y en 2013 por Tropecista, de Jorge Gonzalvo. Fue galardonada con el CJ Picture Book Award 2010 por Oda a una estrella, de Pablo Neruda, y con el premio Junceda Internacional 2014 por Fran- kenstein, de Mary Shelley. Toda una lista de galardones para una creadora que dice con humildad que “un premio no te hace mejor. Ilusiona e impone, porque parece que tienes mayor responsabilidad a la hora de enfrentarte a otro libro, pero podían no habérmelo dado a mí. Hay muchos ilustradores que se lo mere- cen”. Odriozola estudió Arte y Decoración, y trabajó du- rante más de ocho años en diferentes agencias de pu- blicidad al tiempo que ilustraba –“generalmente libros de texto”– para editoriales vascas. “Recuerdo que de pequeña fuimos a ver La Cenicienta y que salí del cine diciendo: ‘Yo quiero hacer eso’. Quería ser ilustradora; pero no me planteé dejar un trabajo para dedicarme a ello. Siempre he sido de pensar que las cosas vienen”, se excusa. Al cerrar la agencia en la que trabajaba se vio en la tesitura de hacia dónde encaminar sus pasos. “En- tonces empezó a llamarme gente pidiéndome porta- das, libros, carteles... Así hasta hoy”. En la biblioteca de su estudio de San Sebastián repo- san cientos de libros; en las paredes, dibujos de la pro- pia autora; hay pinceles, lápices de colores, un ordena- dor –la única nota tecnológica en este decorado artísti- co–, y una enorme garza disecada que parece observar al visitante. La mesa de la artista está orientada hacia una ventana desde la que se ve la desembocadura del Urumea, el Hotel María Cristina y el Teatro Victoria Eu- genia. Un escenario casi cinematográfico construido para impulsar la inspiración. “Disfruto ilustrando”, co- menta Odriozola, “aunque también lo paso mal, sobre todo si no sé qué dibujos hacer para un encargo. Pero es un miedo conocido. Normalmente me suelo quedar es- tancada en los libros que más me apetece ilustrar y a la vez más respeto me dan. Me pasó con Frankenstein. Me daba la sensación de que no tenía sentido, que existen ya demasiadas imágenes preconcebidas. Además, la no- vela me sugería imágenes que tenían poco que ver con el Boris Karloff del cine. Así que construí un teatrito de papel recortando la silueta de los protagonistas. Un fondo fijo con figuras que se iban moviendo”, dice le- vantándose para buscar en una caja algunos de los per- sonajes que dieron forma al libro. “Al final el ilustrador lo que hace es interpretar un título, un tema o un texto en imágenes”. Influencias clásicas Le cuesta mucho definir su estilo, aunque sus imáge- nes son “estéticamente muy limpias. Intento expresar lo mínimo; nunca dibujo un objeto en una escena si no tiene algún sentido. Estilo es cómo cuentas lo que ves, mi punto de vista sobre los personajes, lo que me dicen. Pero es que el estilo al final siempre eres tú, con tu evo- lución estética o tu forma de contar. Y es inevitable que yo misma haya cambiado. Me reconozco en lo que ha- cía, pero lo que pasa es que ya no me gusta. Creo, ade- más, que soy más consciente de la necesidad de una imagen para cada texto. Y le dedico más tiempo a un li- bro, ya no sólo en pensar cómo hacerlo sino también en llevarlo a cabo. Aún no se ha publicado uno para el que estuve casi un año: cuarenta ilustraciones a lápiz. Para otro de mis trabajos, sin embargo, apenas dediqué tres días y sigue siendo de mis preferidos”. No considera que tenga influencias de otros artistas pero sí de todo lo que le rodea. “Todo te influye, lo que ves por la calle, lo que forma parte de tu vida, lo que eres. Es impensable un artista sin influencias del exte- rior”. Le gustan mucho los trabajos de Nathalie Parain, Arthur Rackham, Lisbeth Zwerger o Wolf Erlbruch. “Me considero muy clásica en mis gustos. Siempre que pienso en ilustradores tiendo a mirar al pasado. Me chi- fla Jean-Jacques Sempé, por ejemplo. Pero luego ves co- sas que se hacen ahora y se te queda esa sensación como de qué pasada”. A la pregunta de si le gustaría participar con sus dibu- jos en algún libro en especial, señala que nunca piensa en un texto “en términos de que quiero ilustrarlo. Me entusiasmo cuando me lo ofrecen, y me alegro mucho más si es un libro que me ha hecho disfrutar con su lec- tura”. Tampoco es de las que salen a la calle con un cua- derno para dibujar, que tiene libros de artista que son obras de arte en sí mismos. “Me da mucha envidia esa gente que se pone a dibujar en cualquier sitio. Nos die- ron a Javier Zabala y a mí un premio en Bratislava, y él me empujaba a dibujar en uno de esos cuadernos mara- villosos que tiene; pero le decía que no; me da mucha pereza, necesito la presión del trabajo. Soy muy de lápiz y goma, no hago estudios de un personaje, mis bocetos son lo mismo que el resultado final pero a lápiz y antes de pasarlo a la mesa de luz”. Álex Oviedo E “Ilustrar es interpretar un texto con imágenes” Lugar de encuentro Elena Odriozola, ilustradora “Siempre que pienso en ilustradores, tiendo a mirar al pasado” “Es impensable un artista sin influencias del exterior” “Un premio como el Nacional o el Euskadi no te hace mejor” “Estéticamente mis ilustraciones son muy limpias”
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“Ilustrar es interpretar un texto con imágenes”

Jul 28, 2022

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lena Odriozola (San Sebastián, 1967) fue distin-guida en 2015 con el premio Nacional de Ilustra-ción por su “capacidad de renovación siguiendo

una línea propia y coherente, y por el potencial narra-tivo de su obra”. El Ministerio de Cultura ya le habíaconcedido el Segundo Premio a las Mejores Ilustracio-nes de Libros Infantiles y Juveniles en 2006 por La prin-cesa que bostezaba a todas horas, escrito por Carmen Gil.Además su nombre ha sonado dos veces en la entregadel Premio Euskadi: en 2009 por Aplastamiento de las go-tas, de Julio Cortázar, y en 2013 por Tropecista, de JorgeGonzalvo. Fue galardonada con el CJ Picture BookAward 2010 por Oda a una estrella, de Pablo Neruda,y con el premio Junceda Internacional 2014 por Fran-kenstein, de Mary Shelley. Toda una lista de galardonespara una creadora que dice con humildad que “unpremio no te hace mejor. Ilusiona e impone, porqueparece que tienes mayor responsabilidad a la hora deenfrentarte a otro libro, pero podían no habérmelodado a mí. Hay muchos ilustradores que se lo mere-cen”.

Odriozola estudió Arte y Decoración, y trabajó du-rante más de ocho años en diferentes agencias de pu-blicidad al tiempo que ilustraba –“generalmente librosde texto”– para editoriales vascas. “Recuerdo que depequeña fuimos a ver La Cenicienta y que salí del cinediciendo: ‘Yo quiero hacer eso’. Quería ser ilustradora;pero no me planteé dejar un trabajo para dedicarme aello. Siempre he sido de pensar que las cosas vienen”,se excusa. Al cerrar la agencia en la que trabajaba se vioen la tesitura de hacia dónde encaminar sus pasos. “En-tonces empezó a llamarme gente pidiéndome porta-das, libros, carteles... Así hasta hoy”.

En la biblioteca de su estudio de San Sebastián repo-san cientos de libros; en las paredes, dibujos de la pro-

pia autora; hay pinceles, lápices de colores, un ordena-dor –la única nota tecnológica en este decorado artísti-co–, y una enorme garza disecada que parece observaral visitante. La mesa de la artista está orientada haciauna ventana desde la que se ve la desembocadura delUrumea, el Hotel María Cristina y el Teatro Victoria Eu-genia. Un escenario casi cinematográfico construidopara impulsar la inspiración. “Disfruto ilustrando”, co-menta Odriozola, “aunque también lo paso mal, sobretodo si no sé qué dibujos hacer para un encargo. Pero esun miedo conocido. Normalmente me suelo quedar es-tancada en los libros que más me apetece ilustrar y a lavez más respeto me dan. Me pasó con Frankenstein. Medaba la sensación de que no tenía sentido, que existenya demasiadas imágenes preconcebidas. Además, la no-vela me sugería imágenes que tenían poco que ver conel Boris Karloff del cine. Así que construí un teatrito depapel recortando la silueta de los protagonistas. Unfondo fijo con figuras que se iban moviendo”, dice le-vantándose para buscar en una caja algunos de los per-sonajes que dieron forma al libro. “Al final el ilustradorlo que hace es interpretar un título, un tema o un textoen imágenes”.

Influencias clásicasLe cuesta mucho definir su estilo, aunque sus imáge-

nes son “estéticamente muy limpias. Intento expresarlo mínimo; nunca dibujo un objeto en una escena si notiene algún sentido. Estilo es cómo cuentas lo que ves,mi punto de vista sobre los personajes, lo que me dicen.Pero es que el estilo al final siempre eres tú, con tu evo-lución estética o tu forma de contar. Y es inevitable queyo misma haya cambiado. Me reconozco en lo que ha-cía, pero lo que pasa es que ya no me gusta. Creo, ade-más, que soy más consciente de la necesidad de una

imagen para cada texto. Y le dedico más tiempo a un li-bro, ya no sólo en pensar cómo hacerlo sino también enllevarlo a cabo. Aún no se ha publicado uno para el queestuve casi un año: cuarenta ilustraciones a lápiz. Paraotro de mis trabajos, sin embargo, apenas dediqué tresdías y sigue siendo de mis preferidos”.

No considera que tenga influencias de otros artistaspero sí de todo lo que le rodea. “Todo te influye, lo queves por la calle, lo que forma parte de tu vida, lo queeres. Es impensable un artista sin influencias del exte-rior”. Le gustan mucho los trabajos de Nathalie Parain,Arthur Rackham, Lisbeth Zwerger o Wolf Erlbruch.“Me considero muy clásica en mis gustos. Siempre quepienso en ilustradores tiendo a mirar al pasado. Me chi-fla Jean-Jacques Sempé, por ejemplo. Pero luego ves co-sas que se hacen ahora y se te queda esa sensación comode qué pasada”.

A la pregunta de si le gustaría participar con sus dibu-jos en algún libro en especial, señala que nunca piensaen un texto “en términos de que quiero ilustrarlo. Meentusiasmo cuando me lo ofrecen, y me alegro muchomás si es un libro que me ha hecho disfrutar con su lec-tura”. Tampoco es de las que salen a la calle con un cua-derno para dibujar, que tiene libros de artista que sonobras de arte en sí mismos. “Me da mucha envidia esagente que se pone a dibujar en cualquier sitio. Nos die-ron a Javier Zabala y a mí un premio en Bratislava, y élme empujaba a dibujar en uno de esos cuadernos mara-villosos que tiene; pero le decía que no; me da muchapereza, necesito la presión del trabajo. Soy muy de lápizy goma, no hago estudios de un personaje, mis bocetosson lo mismo que el resultado final pero a lápiz y antesde pasarlo a la mesa de luz”.

Álex Oviedo

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“Ilustrar es interpretar un textocon imágenes”

Lugar de encuentro

Elena Odriozola, ilustradora

“Siempre que piensoen ilustradores,tiendo a miraral pasado”

“Es impensableun artistasin influenciasdel exterior”

“Un premiocomo el Nacional oel Euskadino te hace mejor”

“Estéticamentemis ilustracionesson muy limpias”