8/20/2019 Ilustracion Politica Grecia clásica Adrados http://slidepdf.com/reader/full/ilustracion-politica-grecia-clasica-adrados 1/1 Página 6 LA VANGUARDIA ESPAÑOLA JUEVES 5 OE SEPTIEMBRE 966 l m rgen LIT R TUR Y SOCIEDAD OTRO TURISMO INTERIOR Y MAS SOCIAL SI CABE ün año más, la desbaraju stada plaza de la Universidad se arbitra un centro con los tinglados de la Feria del Libro de ocasión que hoy destapa sus anaque- les y trabancas para un eficaz servi- cio de cultura y en función social, no segundos a cuantos en ambas esferas compete de derecho al solemne edifi- cio que da nombre al lugar. P ues que a la asiduidad de la biblioteca suelen poner obstáculo suntuosa escalinata, contraseñas y formalidades de vario orden, más un horario generalmente poco acorde conlos asuetos de la gen- te; que rasponer el umbral de una li- brería es empresa no osada por el co- mún, y más los económicamente débi- les; y que donde de veras se necesi- taría, en los hogares de la medianía para abajo, allí cabalmente no se re- gistra la aparición del vendedor de li- bros a plazos, convengamos en que es fortuna disponer en el punto más tran- sitado de la urbe semejante despliegue de libros. Y mayor fuera si tan atrac- tiva parada se desplegase en a acera misma de la Universidad, girando a ese otro andén de no fácil acceso su presente y ancilar función de garaje. Qué digo, lo ideal sería convertir en parcelas de esa feria todas y cada una de las aceras correspondientes a los centros barceloneses de enseñanza de grado medio, previa adecuación de su apertura a una época lectiva. Si, para que el alevín de hombre aprenda, temprano, que lectura no es forzoso, sinónimo de libro de texto, ni —puestos a distraerse— tanto menos se reduce a esos cartapacios de aven- turas y violencias, mal ilustrados y peor traducidos. Aunque el problema, escan- dalosamente urgente, más que de lec- turas buenas y malas es el de inculcar el hábito de leer. Julio Juvé, dirigente de una editorial barcelonesa, entre otros expedientes encaminados a tal fin propone, en el boletín de los libre- ros, una medida de escasa en tidad eco- nómica —como 45ó 50 millones de pe- setas— pero de repercusión indudable, cual fuera regalar en determinada fe- j ch a un libro a toda la población in- fantil española, a los tres millones de hombres del mañana que andan ahora entre los 5 y los 14 años. Este y condignos discurrires contri- buirían a corregir lo queya lleva tra- za s de mal endémico, cual es que una abundante mitad de nuestra producción librera halle el camino de la expor- tación, mientras el resto —y no lo me- jor— se ve y se desea para encontrar un mercado interior. Que los españoles, en fin, consuman an ualme nte algo más de los30 millones de ejemplares en que se calcula el fondo existente en libre- ría. Auge exportador (¿y hasta cuán- do?) que por otra parte es causa de la proliferación de títulos y consiguien- te y vertiginoso ritmo de las noveda- des: libros tan luego aparecidos como arrinconados, con la evidente secuela de las bajas tiradas, los costes eleva- dos, el escaso apoyo de la crítica, la desorientación del público. Tales son las quiebras de un catálogo quea dia- rio se incrementa con treinta y más títulos, y que —añadiendo a lo delaño, lo que sobrenada de ejercicios ante rio- res— se extiende a treinta millares de títulos, nada menos. Aquí viene el correctivo de las libre- rías de lance, alargando la vigencia de obras queel férreo régimen de nove- dades excluyó —«le temps d un sou- pir»— de los escaparates y aúnde los estantes de las librerías de nuevo. Tal novela en quela azacanada crítica se ocupó sólo a misas dichas; esa obra que el compañero de trabajo está leyendo con gusto, sin soltarla ni a tiros, y que en vano buscaréis en los comercios del centro; o el libro de poesía, que mila- gro sería encontrarlo fuera del círculo de adeptos; o aquel otro, tan apetecido como fuera del alcance de vuestra bol- sa . Más la perla, que sólo en ese se- gundo turno es dado descubrir: libros antiguos, ni que sea sólo viejos, ode otro país y lengua, del más desacos- tumbrado asunto, para apagar lacu- riosidad de un momento, colmar un viejo anhelo, avivar una paciente de- dicación. Libros usados, restos de ediciones, obras de ocasión, por una vez alinea- da s con honores de atractiva novedad, enseñas al viento por donde a diario transita la ciudad. Invitando a más despacioso caminar, a una pausa refri- gerante, a la amable aventura de que- darse trasteando, a caza de lo insólito. A prolongar la vida del libro, ganán- dole lectores. Lecturas. (¿España, que en lo económico ha atravesado ya la línea del subdesarrollo, se encuentra todavía —en palabras del meritado editor Juvé— no en el sub sino en el ínfradesarrollo, referido a nivel cultu- ral medio». Y habla en términos del consumo nacional de libros. No estre- chamente desde el punto de mira del editor, de la producción (aunque tam - bién ésta se aboque a quebrantos si tal consumo no alcanza a ser la base, y no simple coleta, de la exportación). Conozca usted España, machacona- mente nos repiten en esta hora del tu- rismo social, prodigando imágenes y •unes y perfiles de monumentos, pai- sajes y costumbres. Tampoco fuera ma- lo procurar que tal conocimiento se ex- tendiese-al por qué y para quéde eso qu e nos hace diferentes, al de los in- genios que nos hicieron y nos hacen tales aplicándose a definirnos y expli- carnos, ante el mundo y ante nosotros mismos. V qué estupendas rutas, qué viajes soberbios por el mapa, qué ins- trumento de promoción socio-cultural, se nos brindan desde el resguardo de la feria barcelonesa. — M. UN BIOGR FÍ DÉL DEMOCR CI TENIENSE Todo intento por comprender un ciclo cultural que pretenda prescindir de la base socio-política en la que tal cultura se apoya, está condenado al fracaso. La estructura social es la base «íactica», el carril porel que discu- rren las producciones espirituales de un pueblo. Sin necesidad de caer en un sociologismo estricto, sea o no de tipo marxista, el principio de que toda cultura hunde sus raices en un humus histórico, a su condicionado por las relaciones entre los estratos sociales que constituyen un pueblo, se va impo- niendo de un modo cada vez más claro. Esto, que se ha ido descubriendo, paso a paso, para los pueblos primitivos y occidentales, sólo de un modo paulatino se está aceptando en lo que atañe a las culturas clásicas, Grecia y Roma. Todavía abundan las historias de la literatura, del arte, del pensamiento o la ciencia antiguas como si se tratara de compartamientos estancos. Sólo muy lentamente se ha ido imponiendo la idea de que las producciones culturales del pueblo heleno han nacido como respuesta a un mismo estímulo, yque los fenómenos literarios y los hechos históricos tienen siempre una misma raíz: ya la «Paideia» de Jaeger representó un primer paso hacia un estudio decidido de la literatura y el pensamiento como una unidad indisoluble. Poco antes, el profesor Pettazzoni había mostrado, en un libro sugestivo y agrada- ble, los íntimos lazos que unen religión, política y literatura en la Grecia an- tigua. Finalmente, el libro del profesor W. Nestle, recientem ente traducido al español, sobre la «Historia del espíritu griego» pudo seguir, paso a paso, el desarrollo paralelo del pensamiento, la ciencia y la producción litera ria. Nos hallamos, pues ante un método nuevo de abordar el estudio de la cultura antigua. Yese nuevo enfoque de los hechos griegos es lo qu e da valor original al libro que ha acabado de publicar el profesor Rodríguez Adra - dos sobré «Ilustración y política en la Grecia clásica» (Madrid, Revista de Occidente, 1966). En él intenta el a-utor un acercamiento integral al mundo griego clásico, poniendo de relieve los múltiples lazos que unen literatura, pensamiento, política e historia». En todo este libro —nos dice, p. 367— nos hemos esforzado por sacar la historia de las ideas del vacío político y social en que se mueven c iertas exposiciones. Sin aceptar la tesis de un determinis- mo materialista y sociológico, no es menos evid ente que existe una interpre- tación constante entre sociedad y pensamiento». El inundo histórico es, pues, para Adrados,, un haz de coordenadas que permiten establecer una unidad funcional entre la concepción del hombre en un momento dado y las ideas dominantes en este mismo período . «El pre- sente libro —leemos en p. 2 1— es un libro de teoría política griega, teoría enlazada a la totalidad de la concepción griega del hombre, pues no hay teo- ría o sistema político que no dependa, en definitiva, de una concepción del hombre». Naturalmente, no sería difícil buscar antecedentes de esa visión «global» que defiende Adrados en su libro. Aparte los libros enum erados hace un momento, los trabajos de Etirenberg, Thomson, Finley han intentado, cada uno a su modo, una aproximación sociológica y política a distintos aspectos del mundo griego Nosotros mismos hemos defendido este método como nece- sario en artículos y conferencias. Pero la existencia de tales antecedentes no entorpece en absoluto la originalidad del trabajo de Adrados, qui^n ha ensayado un estudio completo de toda la cultura ateniense desde este án- gulo de visión. D esde la publicación del libro de Adrados quedará, pues, establecido para siempre el nexo que enlaza las diversas producciones cul- turales del llamad o siglo de Péneles. La primera parte del libro se titula «La Edad Arcaica y sus sistemas de pensamiento» y es como una antesala que ^precede al núcleo del ibro. Antesala necesaria, por otra parte, puesto quela concepción arcaica del hombre y del mundo, aristocrático será, en la época clásica, superada, am pliada, negada, o, simplemente continuada, según las tendencias del momento. El «irracionalismo» aristocrático arcaico, con su concepción naturalista de la «are té», se verá profundamente modificada por la teoría democrática, pero, por haber surgido la ideología democrática como una oposición a la aristocracia, resulta previo el conocimiento de ésta. El cuerpo del libro lo constituye el estudio minucioso de las doctrinas po- líticas de la «Ilustración» —«grosso modo», el siglo V a, C.y principios del IV— y el choque conlas ideologías tradicionales. Distingue Adrados, dentro de la teoría política democrática, dos momentos sucesivos: la democracia «religiosa», que incluye propiamente de la Atenas clisténica y prepericlea, y la «laica», representada por Feríeles y sus colaboradores Sin duda es ésta la aportación más original del libro.. Cuando Adrados expuso las primicias de su tesis en el «Coloquio sobre teoría política griega», celebrado en Madrid hace tres años, pudo observarse, a juzgar por las referencias al acto publicadas en «Estudios clásicos», una actitud de sorpresa por parte de los asistentes al coloquio, sor- presa que se tradujo en una postura adversa a la tesis sostenida porel autor. Y ello es en parte comprensible, que Esquilo sea el teórico del ideal político democrático de los primeros decenios del siglo V era una tesis audaz, que suponía, por un lado, hacer empezar la especulación política griega en una época anterior a lo quese cree, y, por otro, ello significaba una decidida in- tepretación política de Esquilo que había negado rotundamente Wilamowitz. Por razones de tipo familiar no pude asistir al citado coloquio. Pero, simul- táneamente, sostenía yo, en un librito sobre literat ura griega que apareció por aquellas mismas fechas, una interpretación parecida. Es obvio, por ello, que me hallo de acuerdo conlos puntos de vista de Adrados. Esquilo, según la interpretación del gran helenista español, ha encarnado en su tragedia los ideales humanos y políticos de la Atenas de la primera parte del siglo V. «Esquilo intentó —leemos en p. 162— sobre estos elementos, intentó una cons- trucción teórica que justificaba la democracia no ya como yuxtaposición o conciliación de elementos, sino como acuerd o y colaboración, entre ellos en lo individual y lo político». Tras la muerte de Esquilo se produce en Atenas un amplio movimiento espiritual que mo puede agotarse con la simple denominación de «Sofística», MESA DE REDACCIÓN NOVELÁIS SIIN DIOS Releído «Bel Ami», el anciano Mau- riac comprueba que antes de la famosa sentencia de Nietzsche, ya Dios e staba muerto para los hijos de Renán, Taine y Flaubert. Pero donde Dios ha muer- to —prosigue el académico—, el hom- bre también acaba por morir. «Le ha costado algún tiempo, en la novela francesa, pero al final ha sido liq ui- dado a suvez: il n ya plus personne, il n ya plus ríen», UN CAMPEÓN OE LA TOLERiA NOiA RELIGIOSA Decapitado por orden de Enrique VIII, al negarse a impugnar la auto- ridad papal y oponerse al divorcio del rey con la hija de los Reyes Católicos, el canciller Tomás Moro, helenista, colaborador de Erasmo, fue también, y sobre todo, el autor de «Utopía», la isla ideal con pocas y claras leyes, sólo seis horas de trabajo obligtorio, caridad cristiana, moderado epicureis- mo y respecto de las demás creen- cias. Canonizado a los cuatro siglos de su muerte, por Pío XI, en esta hora conciliar se trata de erigirle una estatua junto a la capilla londinense donde solía rezar. El Papa Paulo VI ha donado a tal fin un décimo de la suma necesaria. El comité organizador, presidido por Sir Arthur Richmond, lo componen protestantes, católicos y gentes de otras confesiones INCONFORíMISMO IGMAOANO «Beatnik» espiritual contra el «es- tablishment» socio-político hay quien llama al jesuíta norteamericano Dan iel Berrigan, 45 años, que recita sus ver- sos ante nutridos auditorios. En cír- culos conservadores critican sus desen- fadadas opiniones sobre las cosas del mundo y, acaso más, cuando las tra- duce en el lenguaje de su poesía, de intensa modernidad de ritmos, estruc- turas e imágenes. Otros, más sensatos y cultos, lo relacionan con otro gran poeta de la compañía, el difunto je- suíta inglés Gerard Manley Hopkins. CINCO SIGLOS DE DONAlTELLO Del 25de septiembre a primero de octubre sé celebrará en el florentino palacio Strozzi y se clausurará en Pa- áu a un congreso internacional sobre Donatello y su tiempo, en ocasión del quinto centenario de la muerte del gran escultor toscano. Además de los especialistas italianos, presentarán ponencias los tratadistas extranjeros de más relieve enel campo de los es- tudio» donatellianos; Charles Seymour jr., Georg Weise, André Chastel, Mar- gal Lisner, Horts W. Janson, entre otros aunque ios sofistas sean los tipos más característicos de la nueva Atenas. El optimismo «desesperado» —según la fórmula de Charles MoelLer— de raíz re- ligiosa, es sustituido por un optimismo racionalista y progresista, de carácter marcadamente antropocéntrico que halla su plasmación política en Pericles. La primera generación de sofistas, junto a los representantes de la ciencia jónica que ahora invade A tenas —A naxágoras, Hipódamo, en parte Demócrito y la Medicina hipocrática — proporcionan las bases teóricas para una funda- mentación «laica» de la democracia ateniense, cuyo último criterio de valo- ración e s la «naturaleza humana», no ya la voluntad divina como en Esquilo. «Lo característicos de la primera ilustración —ipor decirlo con las palabras de* propio Adrados— es que se destacan los rasgos cemunes de los • hombres por encima de las diferencias, y, dentro de ellos, loscooperativos o positivos, y no los negativos, basados en la «hybris». Se trata de la negación absoluta yde plano de la tesis aristocrática según la cual exjisten dos naturalezas radical- mente distintas... «Que las ideas personales de Pericles coinciden conesa c o- rriente ilustrada, queda demostrado por el minucioso análisis que realiza Adrados de los discursos de Pericles contenidos en el historiador Tucídides. Pero el equilibrio de la Atenas de Pericles era un tanto, un mucho imes- table. Su búsqueda de una «medida» entre las clases sociales y entra la ciudad y el extranjero sólo pudo durar un breve instante. Aparte que en el seno mismo de la Atenas ilustradla bullían fermentos de reacción y d* tradicionalismo, encarnado en Heródoto y Sófocles, las mismas ideas d« la generación de Pericles llevaban en su seno fermentos de descomposi- ción. Conla muerte del gran estadista el equilibrio se rompe: es la tre - menda crisis de la guerra del Petoponeso que representa una radicaliza- ción de las posliciones ideológicas: la segunda generación de sofistas carga el acento .sobre los elementos que favorecen el desequilibrio: humanitaris mo igualatario, individualísimo, cosmopolitismo, liberación de la mujer, ley del más fuerte, doctrina del superhombre, comunismo. En una palabra, se pro- duce una descomunal «desintegración Contra ella que rrán actuar Só crates y Platón. El primero, en la ¡interpretación de Adrados, «conseguirá ahondar aú n másel foso que se habia abierto». Y Platón ve que se hace preciso la reforma radical del orden político ex istente: Nos hallamos en la época de las utopías... La lectura del libro de Adrados hará pensar, tanto a especialistas comió a no especialistas. El «logos» griego, según Adrados, permitió la creación de formas típica mente «occidentales» —libertad, dem ocracia, ciencia» . Pero ¿tiene todavía vigencia la cultura que ha realizado tales aportaciones al mundo occidental? A responder esta pregunta dedica Adradas un amplio epílogo en el que, saltando por encima del marco concreto de la exposición histórica, intenta un juicio de valor sobre la Antigüedad. Cada cual acep- tará la respuesta de Adrados de acuerdo con su particular concepción de la Historia. En todo caso el autor de este libro nosha dado su propia res- puesta, sincera y optimista. * José ALSIWA Obra completa JOSEPpLÁ J E El gran escritor que ha hecho del catalán un idioma universal Volúmenes aparecidos T 1 EL QUADERN GRIS Un dietario de juventud del gran escritor, ensu mayor parte inédito, sobre el mundo familiar de Palafrugell y los años de estudiante en Gerona y Barcelona. 850 págs. AIGUA DE MAR Libro que recoge todo cuanto Pia ha escrito sobre el mar, con más de doscientas páginas inéditas. 650 págs. Volúmenes encuadernados en piel. Precio vol. Ptas. 400 EDICIONES DESTINO Tallera; 82 Tel . 231 76 05 BARCELONA 1