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IgnacIo Zuleta MACRI E Teorema de Macri · Teorema de Macri Esta narración explica la construcción del gobierno que accedió al poder en la Argentina el 10 de diciembre de 2015.

Mar 23, 2020

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IgnacIo Zuleta

MACRICONFIDENCIAL

Pactos, planes y amenazas

p

INTRODUCCIÓN 9

Introducción

Teorema de Macri

Esta narración explica la construcción del gobierno que accedió al poder en la Argentina el 10 de diciembre de 2015. Se concen-

tra en los pilares políticos de esa construcción, desde un sentido estricto de la palabra «política», que es la lucha por conseguir, mantener y perder (o no) el poder. También busca profundizar en la estrategia de los competidores de las elecciones de 2016, en la personalidad de los principales actores dentro de Cambiemos, que es un esfuerzo de pactismo pocas veces visto en la historia política de la Argentina, un país perforado por dos demonios: la intran-sigencia y el regeneracionismo. El primero impide la normalidad de la vida pública. El segundo llama a reinventar el universo cada diez años. Los dos son consecuencia de las desgracias encadenadas y el eterno fracaso.

Por eso no se aborda ni el marketing político, ni los debates de coyuntura, como la economía, ni las esquirlas del control sobre la virtud ajena, que se articula en los relatos sobre la co-rrupción1.

Este libro sostiene una hipótesis: que la Argentina vivió en el último cuarto de siglo una transformación institucional en la re-forma de 1994 que la crisis de los años siguientes demoró en que

1. Más allá del lugar central que la corrupción política tiene en el debate en la Argentina desde hace 20 años, la cruzada moralista es un acon-tecimiento global. Cf. Pizzorno, Alessandro: I potere dei giudici. Stato democratico e controllo de la virtù (Roma-Bari: Laterza, 1998.)

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IgnacIo Zuleta

MACRICONFIDENCIAL

Pactos, planes y amenazas

p

INTRODUCCIÓN 9

Introducción

Teorema de Macri

Esta narración explica la construcción del gobierno que accedió al poder en la Argentina el 10 de diciembre de 2015. Se concen-

tra en los pilares políticos de esa construcción, desde un sentido estricto de la palabra «política», que es la lucha por conseguir, mantener y perder (o no) el poder. También busca profundizar en la estrategia de los competidores de las elecciones de 2016, en la personalidad de los principales actores dentro de Cambiemos, que es un esfuerzo de pactismo pocas veces visto en la historia política de la Argentina, un país perforado por dos demonios: la intran-sigencia y el regeneracionismo. El primero impide la normalidad de la vida pública. El segundo llama a reinventar el universo cada diez años. Los dos son consecuencia de las desgracias encadenadas y el eterno fracaso.

Por eso no se aborda ni el marketing político, ni los debates de coyuntura, como la economía, ni las esquirlas del control sobre la virtud ajena, que se articula en los relatos sobre la co-rrupción1.

Este libro sostiene una hipótesis: que la Argentina vivió en el último cuarto de siglo una transformación institucional en la re-forma de 1994 que la crisis de los años siguientes demoró en que

1. Más allá del lugar central que la corrupción política tiene en el debate en la Argentina desde hace 20 años, la cruzada moralista es un acon-tecimiento global. Cf. Pizzorno, Alessandro: I potere dei giudici. Stato democratico e controllo de la virtù (Roma-Bari: Laterza, 1998.)

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10 MACRI CONFIDENCIAL

fructificase. El proceso electoral de 2015 es consecuencia de esa transformación, cuyos pilares son la posibilidad de construcción de poder en el área metropolitana con la elección del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y el instituto del ballotage.

Sus efectos produjeron que en ese lapso de veinte años dos jefes de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que no eran peronistas, le ganasen elecciones presidenciales al peronismo en cabeza de dos gobernadores de Buenos Aires, el distrito más gran-de del país, que habían sido vicepresidentes cuando el peronismo gobernaba el país: Fernando de la Rúa derrotó a Eduardo Duhalde y Mauricio Macri a Daniel Scioli2.

La presidencia de Mauricio Macri es también un efecto de ese proceso: es el primer mandatario en la historia electoral contempo-ránea que no pertenece ni al peronismo ni al radicalismo pero que se nutre de esas formaciones. Es además el primer conservador que llega a la presidencia por caminos legítimos en el siglo que va de 1916 a 2016.

Para demostrar esa hipótesis, este reportaje empezará con la formación de las alianzas. Describe y analiza las estrategias, pone el acento en el debate sobre los proyectos de gobierno y la selección de equipos y trata de ahondar en los hitos de los años decisivos que van de 2013 y 2015, que permitieron que un partido como el PRO, que en 2013 perdió su inscripción partidaria por no poder competir en el distrito más grande del país, se hiciera de la presi-dencia dos años más tarde.

La narración busca evitar un resbaladizo romanticismo en la interpretación de la historia y la política, pero repasa la galería de los personajes que motorizaron los hechos, algunos muy cono-cidos porque estuvieron en el escenario, otros no, y es oportuno ponerlos bajo la lámpara. También recorre los debates entre per-sonalidades centrales de la construcción del Partido del Ballota-

2. Debo esta perspectiva a una discusión sobre la vigencia de esas refor-mas de 1994 con uno de los constituyentes que mejor conoce ese proceso, el ex diputado Marcelo Bassani.

INTRODUCCIÓN 11

ge, que es la creación de los dirigentes del voto no peronista que motorizó ese triunfo.

El relato ahonda en detalles de las reuniones secretas entre Mauricio Macri y Ernesto Sanz y los negociadores de sus respecti-vos partidos, que ocurrieron en una geografía que hemos recons-truido para este libro, y las que mantuvieron el jefe del PRO y Elisa Carrió para cerrar veinte años de sospechas y de sencuentros.

Para comprender ese proceso pongo a la luz una completa galería de personajes que motorizaron desde las sombras la con-ducta de los caudillos, como los estrategas de Jaime Durán Barba y operadores como Emilio Monzó y Fabián Rodríguez Simón.

Destaco en esa explicación la lógica de las decisiones de cam-paña, que contrasto con las que desplegó el peronismo durante 2016 con la intención de revertir una derrota que, de arrancada, presumía fatal.

También reconstruyo los principales debates y discusiones sobre el programa de gobierno, que no han terminado después de asumido el gobierno Macri3. Cuento la historia de la Fun-dación Pensar, el think tank del partido PRO, que es donde se instaló una ventanilla de colocaciones para repartir cargos en el nuevo gobierno. También de sarrollo la tipología del casting que aplicó Macri para la provisión de las principales áreas de gobierno, cómo confió cargos delicados a algunos amigos, pero

3. Ese debate lo animaron a lo largo de 2016 por lo menos dos brigadas, enfrentadas entre sí y a las que Macri hace competir en su corazón. Una es la de Francisco Cabrera, ministro de la Producción y responsable de la Fundación Pensar. Es autor de un Plan Productivo de sesgo aperturis-ta, inspirado en el llamado Modelo Australiano, que es una renovación de la «nueva economía» de los años 90. La otra brigada la conduce el economista Eduardo Levy Yeyati en la Jefatura de Gabinete y promete un plan Argentina 20-30 con música de sarrollista, a partir de las convic-ciones socialdemócratas del responsable. Ese debate se ha prolongado a lo largo del año a la luz de la recomendación de Macri de que necesita un plan hacia adelante para aplicar una vez que se haya asentado su administración.

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10 MACRI CONFIDENCIAL

fructificase. El proceso electoral de 2015 es consecuencia de esa transformación, cuyos pilares son la posibilidad de construcción de poder en el área metropolitana con la elección del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y el instituto del ballotage.

Sus efectos produjeron que en ese lapso de veinte años dos jefes de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que no eran peronistas, le ganasen elecciones presidenciales al peronismo en cabeza de dos gobernadores de Buenos Aires, el distrito más gran-de del país, que habían sido vicepresidentes cuando el peronismo gobernaba el país: Fernando de la Rúa derrotó a Eduardo Duhalde y Mauricio Macri a Daniel Scioli2.

La presidencia de Mauricio Macri es también un efecto de ese proceso: es el primer mandatario en la historia electoral contempo-ránea que no pertenece ni al peronismo ni al radicalismo pero que se nutre de esas formaciones. Es además el primer conservador que llega a la presidencia por caminos legítimos en el siglo que va de 1916 a 2016.

Para demostrar esa hipótesis, este reportaje empezará con la formación de las alianzas. Describe y analiza las estrategias, pone el acento en el debate sobre los proyectos de gobierno y la selección de equipos y trata de ahondar en los hitos de los años decisivos que van de 2013 y 2015, que permitieron que un partido como el PRO, que en 2013 perdió su inscripción partidaria por no poder competir en el distrito más grande del país, se hiciera de la presi-dencia dos años más tarde.

La narración busca evitar un resbaladizo romanticismo en la interpretación de la historia y la política, pero repasa la galería de los personajes que motorizaron los hechos, algunos muy cono-cidos porque estuvieron en el escenario, otros no, y es oportuno ponerlos bajo la lámpara. También recorre los debates entre per-sonalidades centrales de la construcción del Partido del Ballota-

2. Debo esta perspectiva a una discusión sobre la vigencia de esas refor-mas de 1994 con uno de los constituyentes que mejor conoce ese proceso, el ex diputado Marcelo Bassani.

INTRODUCCIÓN 11

ge, que es la creación de los dirigentes del voto no peronista que motorizó ese triunfo.

El relato ahonda en detalles de las reuniones secretas entre Mauricio Macri y Ernesto Sanz y los negociadores de sus respecti-vos partidos, que ocurrieron en una geografía que hemos recons-truido para este libro, y las que mantuvieron el jefe del PRO y Elisa Carrió para cerrar veinte años de sospechas y de sencuentros.

Para comprender ese proceso pongo a la luz una completa galería de personajes que motorizaron desde las sombras la con-ducta de los caudillos, como los estrategas de Jaime Durán Barba y operadores como Emilio Monzó y Fabián Rodríguez Simón.

Destaco en esa explicación la lógica de las decisiones de cam-paña, que contrasto con las que desplegó el peronismo durante 2016 con la intención de revertir una derrota que, de arrancada, presumía fatal.

También reconstruyo los principales debates y discusiones sobre el programa de gobierno, que no han terminado después de asumido el gobierno Macri3. Cuento la historia de la Fun-dación Pensar, el think tank del partido PRO, que es donde se instaló una ventanilla de colocaciones para repartir cargos en el nuevo gobierno. También de sarrollo la tipología del casting que aplicó Macri para la provisión de las principales áreas de gobierno, cómo confió cargos delicados a algunos amigos, pero

3. Ese debate lo animaron a lo largo de 2016 por lo menos dos brigadas, enfrentadas entre sí y a las que Macri hace competir en su corazón. Una es la de Francisco Cabrera, ministro de la Producción y responsable de la Fundación Pensar. Es autor de un Plan Productivo de sesgo aperturis-ta, inspirado en el llamado Modelo Australiano, que es una renovación de la «nueva economía» de los años 90. La otra brigada la conduce el economista Eduardo Levy Yeyati en la Jefatura de Gabinete y promete un plan Argentina 20-30 con música de sarrollista, a partir de las convic-ciones socialdemócratas del responsable. Ese debate se ha prolongado a lo largo del año a la luz de la recomendación de Macri de que necesita un plan hacia adelante para aplicar una vez que se haya asentado su administración.

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12 MACRI CONFIDENCIAL

nunca en familiares, cómo los laboratorios medicinales le veta-ron dos candidatos a ministros de Salud que acercaron aliados del radicalismo y amigos del massismo. También cómo resolvió la pulverización de los megaministerios que heredó (Economía, Infraestructura) y cubrió funciones complejas con personas a las que no conocía. También me adentro en la novela más apasio-nante de su primer año de gobierno: la audaz jugada de cubrir dos vacantes en la Corte Suprema de Justicia con un decreto que jugaba al borde de la legalidad, que implicó una derrota del peronismo del Congreso y que llevó al tribunal dos juristas a los que no conocía en persona.

El libro intenta una explicación de los hechos desde el sis-tema y las personas. El proceso que lo lleva a Macri al gobierno no escapa al formato criollo del caudillismo contemporáneo de la política argentina.

Macri es un personaje complejo, como todos los que llegan a la cima. Tiene el formato del caudillo, un tipo que ha acompañado la crisis de las instituciones políticas de la Argentina, país que vive en una eterna transición entre autoritarismo y democracia. Como todo caudillo, promete terminar con el caudillismo.

Macri nació en una cuna del poder y ha buscado la manera de encarnar ese origen a lo largo de una vida ensayando caminos para llegar adonde llegó. Ha fabricado su retrato público, pero el producto no es inauténtico, expresa su modo de entender y de ac-tuar, quizás con un refinamiento que no tenía cuando comenzó su aventura política. Refresca la política, pero viene de la política, ha estado en todos los colectivos partidarios, ha ensayado relaciones y estrategias distintas hasta que encontró las más apropiadas para conducir un gobierno.

No hay un misterio Macri en torno a su persona. Es como pa-rece. A lo largo de los años ha mostrado su interés por el servicio público, pero también su de sinterés por sus formalidades. No es un político de despachos; no se le conoce una oficina con la me-morabilia habitual de los mandatarios, que abunden en recuerdos personales o símbolos partidarios. Es un funcionario itinerante,

INTRODUCCIÓN 13

suele elegir lugares insólitos y de contrafrente para conversar con otros políticos y con la prensa.

He mantenido varias charlas con él a lo largo de los años. Nun-ca ocurrieron en el mismo lugar. Pasaban de su oficina en Bolívar 1 (sede del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) a un austero salón en la Escuela Municipal de Jardinería del Jardín Botánico de Palermo con unas sillas de plástico y sin café para servir, o a oficinas prestadas por algún ministro en el barrio de la Boca, o en el área presidencial de la Casa Rosada.

No se franquea mucho en la charla con el periodista que no es su amigo. Pero conoce las necesidades mutuas; sabe dar informa-ción valiosa y tiene códigos que pocos políticos respetan, y menos cuando tienen el blindaje del máximo poder. Le cuesta la relación con los periodistas: éstos perciben en él una distancia de clase di-fícil de superar en esa pelea clave de todo político, que debe ganar, antes que nada, la primaria de la prensa.

En emergencias, es una fuente que nunca falla. Puede respon-der a un mensaje de texto a las dos de la madrugada con un parco «Sí», o un «No», ante la pregunta sobre una historia o una primicia que puede ser o no. En lo personal me ha sacado de más de un apuro y no falló nunca. Tampoco es un proveedor de información de rutina, y eso prueba que conoce las necesidades insatisfechas de los periodistas. Macri accedió a algunos diálogos durante la ela-boración de este libro, una diferencia con anteriores presidentes, que se han negado a ese tipo de colaboración.

El Presidente suele recibir a periodistas para largas charlas informales en la Casa de Gobierno y no hay periodista que no pue-da decir que tiene una relación personal con él. Como es hombre de poco hablar, escucha y pregunta, interroga como si él fuera el periodista. Es el alimento de muchas historias que se publican y que lo tienen como protagonista. No se ajusta a las restricciones del género y nunca pide que algo que él diga no se publique, ni busca esconderse en el off the record. En momentos críticos, como en la última semana de julio de 2016, cuando la marea de las tarifas le llegaba al cuello al Gobierno, azotó las pantallas con reportajes

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12 MACRI CONFIDENCIAL

nunca en familiares, cómo los laboratorios medicinales le veta-ron dos candidatos a ministros de Salud que acercaron aliados del radicalismo y amigos del massismo. También cómo resolvió la pulverización de los megaministerios que heredó (Economía, Infraestructura) y cubrió funciones complejas con personas a las que no conocía. También me adentro en la novela más apasio-nante de su primer año de gobierno: la audaz jugada de cubrir dos vacantes en la Corte Suprema de Justicia con un decreto que jugaba al borde de la legalidad, que implicó una derrota del peronismo del Congreso y que llevó al tribunal dos juristas a los que no conocía en persona.

El libro intenta una explicación de los hechos desde el sis-tema y las personas. El proceso que lo lleva a Macri al gobierno no escapa al formato criollo del caudillismo contemporáneo de la política argentina.

Macri es un personaje complejo, como todos los que llegan a la cima. Tiene el formato del caudillo, un tipo que ha acompañado la crisis de las instituciones políticas de la Argentina, país que vive en una eterna transición entre autoritarismo y democracia. Como todo caudillo, promete terminar con el caudillismo.

Macri nació en una cuna del poder y ha buscado la manera de encarnar ese origen a lo largo de una vida ensayando caminos para llegar adonde llegó. Ha fabricado su retrato público, pero el producto no es inauténtico, expresa su modo de entender y de ac-tuar, quizás con un refinamiento que no tenía cuando comenzó su aventura política. Refresca la política, pero viene de la política, ha estado en todos los colectivos partidarios, ha ensayado relaciones y estrategias distintas hasta que encontró las más apropiadas para conducir un gobierno.

No hay un misterio Macri en torno a su persona. Es como pa-rece. A lo largo de los años ha mostrado su interés por el servicio público, pero también su de sinterés por sus formalidades. No es un político de despachos; no se le conoce una oficina con la me-morabilia habitual de los mandatarios, que abunden en recuerdos personales o símbolos partidarios. Es un funcionario itinerante,

INTRODUCCIÓN 13

suele elegir lugares insólitos y de contrafrente para conversar con otros políticos y con la prensa.

He mantenido varias charlas con él a lo largo de los años. Nun-ca ocurrieron en el mismo lugar. Pasaban de su oficina en Bolívar 1 (sede del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) a un austero salón en la Escuela Municipal de Jardinería del Jardín Botánico de Palermo con unas sillas de plástico y sin café para servir, o a oficinas prestadas por algún ministro en el barrio de la Boca, o en el área presidencial de la Casa Rosada.

No se franquea mucho en la charla con el periodista que no es su amigo. Pero conoce las necesidades mutuas; sabe dar informa-ción valiosa y tiene códigos que pocos políticos respetan, y menos cuando tienen el blindaje del máximo poder. Le cuesta la relación con los periodistas: éstos perciben en él una distancia de clase di-fícil de superar en esa pelea clave de todo político, que debe ganar, antes que nada, la primaria de la prensa.

En emergencias, es una fuente que nunca falla. Puede respon-der a un mensaje de texto a las dos de la madrugada con un parco «Sí», o un «No», ante la pregunta sobre una historia o una primicia que puede ser o no. En lo personal me ha sacado de más de un apuro y no falló nunca. Tampoco es un proveedor de información de rutina, y eso prueba que conoce las necesidades insatisfechas de los periodistas. Macri accedió a algunos diálogos durante la ela-boración de este libro, una diferencia con anteriores presidentes, que se han negado a ese tipo de colaboración.

El Presidente suele recibir a periodistas para largas charlas informales en la Casa de Gobierno y no hay periodista que no pue-da decir que tiene una relación personal con él. Como es hombre de poco hablar, escucha y pregunta, interroga como si él fuera el periodista. Es el alimento de muchas historias que se publican y que lo tienen como protagonista. No se ajusta a las restricciones del género y nunca pide que algo que él diga no se publique, ni busca esconderse en el off the record. En momentos críticos, como en la última semana de julio de 2016, cuando la marea de las tarifas le llegaba al cuello al Gobierno, azotó las pantallas con reportajes

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14 MACRI CONFIDENCIAL

con todos los animadores de la televisión. Además, de sarrolla el formato de los reportajes con medios del interior, las columnas de opinión que publica en diarios del interior.

Actúa con tino y hasta desconfianza cuando habla con periodis-tas. Tiene la condición de los políticos en la cumbre: podrán callar algo que no deben decir, pero lo que dicen en público es lo mismo que dicen en privado. Es el papel de tornasol del político eficiente.

Aunque está rodeado de profesionales de la comunicación y la prensa, no tiene voceros en el sentido de que no hay funcionarios ni entornistas autorizados a hablar por él. Podrán traficar mensajes, o explicar lo que dijo. Pero no tiene un vocero como otros presi-dentes, que hablaban por ellos. Los grandes dirigentes políticos nunca hablan de política. Uno podía pasarse horas hablando con Carlos Menem, o Eduardo Duhalde y nunca le sacaría una frase valiosa sobre política. Hablaban de autos, de viajes, de fútbol, de mujeres, de la historia. Lo político quedaba para algún gesto que había que traducir.

Para saber qué decían de política había que remitirse a sus voceros. Eduardo Bauzá o Carlos Corach actuaban de tales y opi-naban de cuestiones del día sin consultarlo al jefe, que nunca los desmentía.

Junto a otro notable, Raúl Alfonsín, actuaban voceros como José Ignacio López, Federico Polak o Simón Lázara, que respon-dían a los diversos escenarios sin consultarlo tampoco al jefe ra-dical, que cuando abría el juego a la política era para comentar lecturas que le pasaban, traducidas, el canciller Dante Caputo o su secretario y asesor, Alejandro Tullio.

Los Kirchner, que gastaron fortunas en comunicación, no te-nían voceros, y ésa fue otra de sus debilidades4. Ese ciclo es el de la política no explicada, porque nunca sus personeros, Néstor y

4. Alberto Fernández actuó en algunos momentos como vocero del go-bierno. Fue en el primer tramo del gobierno de Néstor Kirchner. El cho-que con el matrimonio ocurrió, asumida Cristina de Kirchner, porque decía y opinaba como no podía hacerlo un vocero.

INTRODUCCIÓN 15

Cristina, hicieron valoraciones de interés público sobre los he-chos. Se fueron del gobierno sin explicar nada, salvo lo que decían sus lemas proselitistas. Ninguno de sus funcionarios se animaba a explicar en su nombre, como tampoco a negociar nada. Cuando alguno de sus ministros avanzaba en eso era desmarcado. Lo mis-mo ocurría cuando alguien intentaba negociar algo en nombre de ellos. Era de sautorizado de inmediato. Negociar era traicionar, y eso dejó a esos gobiernos sin interlocutores para resolver muchos problemas que sólo necesitaban ser conversados.

En el caso de Macri ese rango es una cuestión no cerrada: aplica grandes recursos a la comunicación, no tiene vocero que explique, pero sí, a diferencia de los Kirchner, tiene funcionarios que lo defiendan.

En lo formal, en el primer año de gobierno su jefe de Gabinete, Marcos Peña, se puso el sombrero de vocero de las medidas, no del Presidente. El macrismo es una agrupación que transmite horizon-talidad hacia afuera pero que hacia adentro cumple todos los ri-tuales del caudillismo latinoamericano: líder indiscutido —aunque se le pueden rebatir los argumentos—, que distribuye autoridad y valoración a los dirigentes intermedios, que decide candidaturas a dedo según su instinto. Los jefes no reclaman verticalismo, aunque lo ejerce la tropa.

En el caso de Peña, el mecanismo buscó generar autoridad: es frecuente que los macristas hagan bromas sobre el rigor del acata-miento hacia su persona, aunque sus modos son lo contrario del au-toritarismo. Por el contrario, transmite llaneza y suavidad. Su discur-so es envolvente. Le disparan, pero usa el llamado «efecto bala» que inauguró el filme Matrix, que pone los proyectiles en cámara lenta con lo cual produce mucho: transmite santa paciencia, gana tiempo para la respuesta y acomoda el cuerpo a los dardos. Revisando la galería, es lo más parecido a Eduardo Bauzá en el trato personal, aunque éste hablaba poco en público, algo que sí hace Peña.

En lo dialéctico es un discípulo, como tantos, de Daniel Scioli, que nunca se perturba ante los cuestionamientos y tiene una habi-lidad pampa para acomodarlos a su discurso asertivo.

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con todos los animadores de la televisión. Además, de sarrolla el formato de los reportajes con medios del interior, las columnas de opinión que publica en diarios del interior.

Actúa con tino y hasta desconfianza cuando habla con periodis-tas. Tiene la condición de los políticos en la cumbre: podrán callar algo que no deben decir, pero lo que dicen en público es lo mismo que dicen en privado. Es el papel de tornasol del político eficiente.

Aunque está rodeado de profesionales de la comunicación y la prensa, no tiene voceros en el sentido de que no hay funcionarios ni entornistas autorizados a hablar por él. Podrán traficar mensajes, o explicar lo que dijo. Pero no tiene un vocero como otros presi-dentes, que hablaban por ellos. Los grandes dirigentes políticos nunca hablan de política. Uno podía pasarse horas hablando con Carlos Menem, o Eduardo Duhalde y nunca le sacaría una frase valiosa sobre política. Hablaban de autos, de viajes, de fútbol, de mujeres, de la historia. Lo político quedaba para algún gesto que había que traducir.

Para saber qué decían de política había que remitirse a sus voceros. Eduardo Bauzá o Carlos Corach actuaban de tales y opi-naban de cuestiones del día sin consultarlo al jefe, que nunca los desmentía.

Junto a otro notable, Raúl Alfonsín, actuaban voceros como José Ignacio López, Federico Polak o Simón Lázara, que respon-dían a los diversos escenarios sin consultarlo tampoco al jefe ra-dical, que cuando abría el juego a la política era para comentar lecturas que le pasaban, traducidas, el canciller Dante Caputo o su secretario y asesor, Alejandro Tullio.

Los Kirchner, que gastaron fortunas en comunicación, no te-nían voceros, y ésa fue otra de sus debilidades4. Ese ciclo es el de la política no explicada, porque nunca sus personeros, Néstor y

4. Alberto Fernández actuó en algunos momentos como vocero del go-bierno. Fue en el primer tramo del gobierno de Néstor Kirchner. El cho-que con el matrimonio ocurrió, asumida Cristina de Kirchner, porque decía y opinaba como no podía hacerlo un vocero.

INTRODUCCIÓN 15

Cristina, hicieron valoraciones de interés público sobre los he-chos. Se fueron del gobierno sin explicar nada, salvo lo que decían sus lemas proselitistas. Ninguno de sus funcionarios se animaba a explicar en su nombre, como tampoco a negociar nada. Cuando alguno de sus ministros avanzaba en eso era desmarcado. Lo mis-mo ocurría cuando alguien intentaba negociar algo en nombre de ellos. Era de sautorizado de inmediato. Negociar era traicionar, y eso dejó a esos gobiernos sin interlocutores para resolver muchos problemas que sólo necesitaban ser conversados.

En el caso de Macri ese rango es una cuestión no cerrada: aplica grandes recursos a la comunicación, no tiene vocero que explique, pero sí, a diferencia de los Kirchner, tiene funcionarios que lo defiendan.

En lo formal, en el primer año de gobierno su jefe de Gabinete, Marcos Peña, se puso el sombrero de vocero de las medidas, no del Presidente. El macrismo es una agrupación que transmite horizon-talidad hacia afuera pero que hacia adentro cumple todos los ri-tuales del caudillismo latinoamericano: líder indiscutido —aunque se le pueden rebatir los argumentos—, que distribuye autoridad y valoración a los dirigentes intermedios, que decide candidaturas a dedo según su instinto. Los jefes no reclaman verticalismo, aunque lo ejerce la tropa.

En el caso de Peña, el mecanismo buscó generar autoridad: es frecuente que los macristas hagan bromas sobre el rigor del acata-miento hacia su persona, aunque sus modos son lo contrario del au-toritarismo. Por el contrario, transmite llaneza y suavidad. Su discur-so es envolvente. Le disparan, pero usa el llamado «efecto bala» que inauguró el filme Matrix, que pone los proyectiles en cámara lenta con lo cual produce mucho: transmite santa paciencia, gana tiempo para la respuesta y acomoda el cuerpo a los dardos. Revisando la galería, es lo más parecido a Eduardo Bauzá en el trato personal, aunque éste hablaba poco en público, algo que sí hace Peña.

En lo dialéctico es un discípulo, como tantos, de Daniel Scioli, que nunca se perturba ante los cuestionamientos y tiene una habi-lidad pampa para acomodarlos a su discurso asertivo.

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16 MACRI CONFIDENCIAL

La clave de Peña es ser el intermediario con el jefe, a quien cuida como un acompañante terapéutico (así calificó su función uno de los fundadores del macrismo cuando lo incorporaron al entorno de Macri) y el jefe lo usa como correa de transmisión y filtro con el vértice. El despacho de trabajo de Macri en la Casa Rosada es el despacho de Peña. Macri no usa computadora para comunicarse; en esto pegó un salto entre la Olivetti y el Iphone, sin pasar por el ratón serial. Eso lo hace más dependiente de las escribanías de sus burócratas. Difícil para estos políticos de cuño tradicional vérselas con el ala tuitera-facebookera del macrismo.

El espacio macrista es un ensayo que busca la síntesis de la tensión entre la política tradicional y la política virtual de la comu-nicación. El comité contra el teléfono. Unos resisten en el comité, otros se han entregado a la epopeya del celular. La historia los juzgará. Esa tensión reaparece a cada paso que ha dado el gobier-no y lo hará en el futuro porque cada polo ha generado espacios y liderazgos que no se van a rendir frente a los otros.

No es que Macri desconfíe de los portavoces: es porque no hay vocero que pueda imaginar las ocurrencias del Presidente ante una situación nueva. En una de esas charlas le pregunté sobre el narcotráfico; dio un panorama de su percepción, pero derivó en una puntual comparación de la situación en la Argentina con lo que contó la serie Breaking Bad. «¿Viste que el cuñado de Walter White (el protagonista de esa serie), Hank, el agente de la DEA, es medio nabo, ¿no? Eso suele pasar con las policías en todos lados, van atrás de los hechos». En algunas charlas Macri ha manifestado interés en la serie de TV dinamarquesa Borgen, que cuenta con verosimilitud tramas políticas. La prefiere a House of Cards, que fascina a los argentinos, y se entiende. La saga de Borgen relata los interminables cabildeos en una democracia parlamentaria como la de Dinamarca, que transcurre en un territorio pequeño en el que todos se conocen y deben convivir sin cornadas. De eso también parece sacar lección.

La novedad de Macri es que asume la responsabilidad de todo mandatario de hacer valoraciones de interés público. En reportajes

INTRODUCCIÓN 17

y declaraciones toma posición sobre debates de actualidad. Es otra diferencia con el ciclo Kirchner, particularmente el de Cristina: nunca se le escucharon valoraciones de interés público. Las que formulaba eran para defender su posición o para descalificar a sus adversarios. Nunca para abrir su valoración a la consideración de los demás, algo que deben hacer los hombres públicos en función de los cargos públicos. Tienen que enseñar porque es una de las razones de su magistratura; de ahí esa palabra. Los políticos son maestros, como los jueces, los profesores y los periodistas. Están obligados a enseñarles a los demás.

En el medio, Macri pone en juego su principal capacidad: ma-nejarse en la adversidad negociando desde la minoría. Gobernó la Ciudad de Buenos Aires sin mayoría legislativa y eso lo convirtió en un estilista del acuerdo. Su estrategia se basa en no ser halagador, ni políticamente correcto, ni mostrarse amistoso. Este tempera-mento es característico de Macri y sirve para comprender cómo actúa bajo presión.

Macri es un negociador florentino. Está entrenado para mos-trar lo que quiere, desmenuzarlo ante su contraparte, y fabricar una solución que permita que avance su proyecto. Cree que una ley ne-gociada es mejor que una no ley, o que una ley sacada de prepo. En esto marca otra diferencia con la tradición de intransigencia, por lo menos de los gobiernos peronistas, en los cuales imponer una ley era una manera de probar la autoridad que la militancia espera del jefe. A Macri no le importa parecer débil. No se victimiza, pero entrega su poder si hace falta para que algo salga.

Aprendió entre vestuarios y novatadas, en el fútbol y en los negocios, que nunca hay que salir de una reunión sin decir la última palabra. También que hay que entrar golpeando la mesa. Lo que importa es lo del medio, y en esto es un negociador hábil. Sabe que un mal negocio es mejor que un no negocio.

Logró en la Ciudad de Buenos Aires hacer la mitad de lo que vino a hacer, y la mitad de eso no como quería hacerlo. Cree que eso hace más sólida a una gestión porque el consenso modera lle-vando todo al centro.

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16 MACRI CONFIDENCIAL

La clave de Peña es ser el intermediario con el jefe, a quien cuida como un acompañante terapéutico (así calificó su función uno de los fundadores del macrismo cuando lo incorporaron al entorno de Macri) y el jefe lo usa como correa de transmisión y filtro con el vértice. El despacho de trabajo de Macri en la Casa Rosada es el despacho de Peña. Macri no usa computadora para comunicarse; en esto pegó un salto entre la Olivetti y el Iphone, sin pasar por el ratón serial. Eso lo hace más dependiente de las escribanías de sus burócratas. Difícil para estos políticos de cuño tradicional vérselas con el ala tuitera-facebookera del macrismo.

El espacio macrista es un ensayo que busca la síntesis de la tensión entre la política tradicional y la política virtual de la comu-nicación. El comité contra el teléfono. Unos resisten en el comité, otros se han entregado a la epopeya del celular. La historia los juzgará. Esa tensión reaparece a cada paso que ha dado el gobier-no y lo hará en el futuro porque cada polo ha generado espacios y liderazgos que no se van a rendir frente a los otros.

No es que Macri desconfíe de los portavoces: es porque no hay vocero que pueda imaginar las ocurrencias del Presidente ante una situación nueva. En una de esas charlas le pregunté sobre el narcotráfico; dio un panorama de su percepción, pero derivó en una puntual comparación de la situación en la Argentina con lo que contó la serie Breaking Bad. «¿Viste que el cuñado de Walter White (el protagonista de esa serie), Hank, el agente de la DEA, es medio nabo, ¿no? Eso suele pasar con las policías en todos lados, van atrás de los hechos». En algunas charlas Macri ha manifestado interés en la serie de TV dinamarquesa Borgen, que cuenta con verosimilitud tramas políticas. La prefiere a House of Cards, que fascina a los argentinos, y se entiende. La saga de Borgen relata los interminables cabildeos en una democracia parlamentaria como la de Dinamarca, que transcurre en un territorio pequeño en el que todos se conocen y deben convivir sin cornadas. De eso también parece sacar lección.

La novedad de Macri es que asume la responsabilidad de todo mandatario de hacer valoraciones de interés público. En reportajes

INTRODUCCIÓN 17

y declaraciones toma posición sobre debates de actualidad. Es otra diferencia con el ciclo Kirchner, particularmente el de Cristina: nunca se le escucharon valoraciones de interés público. Las que formulaba eran para defender su posición o para descalificar a sus adversarios. Nunca para abrir su valoración a la consideración de los demás, algo que deben hacer los hombres públicos en función de los cargos públicos. Tienen que enseñar porque es una de las razones de su magistratura; de ahí esa palabra. Los políticos son maestros, como los jueces, los profesores y los periodistas. Están obligados a enseñarles a los demás.

En el medio, Macri pone en juego su principal capacidad: ma-nejarse en la adversidad negociando desde la minoría. Gobernó la Ciudad de Buenos Aires sin mayoría legislativa y eso lo convirtió en un estilista del acuerdo. Su estrategia se basa en no ser halagador, ni políticamente correcto, ni mostrarse amistoso. Este tempera-mento es característico de Macri y sirve para comprender cómo actúa bajo presión.

Macri es un negociador florentino. Está entrenado para mos-trar lo que quiere, desmenuzarlo ante su contraparte, y fabricar una solución que permita que avance su proyecto. Cree que una ley ne-gociada es mejor que una no ley, o que una ley sacada de prepo. En esto marca otra diferencia con la tradición de intransigencia, por lo menos de los gobiernos peronistas, en los cuales imponer una ley era una manera de probar la autoridad que la militancia espera del jefe. A Macri no le importa parecer débil. No se victimiza, pero entrega su poder si hace falta para que algo salga.

Aprendió entre vestuarios y novatadas, en el fútbol y en los negocios, que nunca hay que salir de una reunión sin decir la última palabra. También que hay que entrar golpeando la mesa. Lo que importa es lo del medio, y en esto es un negociador hábil. Sabe que un mal negocio es mejor que un no negocio.

Logró en la Ciudad de Buenos Aires hacer la mitad de lo que vino a hacer, y la mitad de eso no como quería hacerlo. Cree que eso hace más sólida a una gestión porque el consenso modera lle-vando todo al centro.

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18 MACRI CONFIDENCIAL

Algo siempre era mejor que nada. Para esto aplicó también paciencia y resistió en las consignas. Aprendió de los profesiona-les que el político que llega lo hace apostando siempre al mismo número. El único elogio que le ha hecho Cristina de Kirchner fue que Macri siempre defiende las mismas ideas y proyectos y que no cambia la bocha en medio del juego. Su capacidad de resistencia es insoportable. En enero de 2011 su gobierno acordó con la Nación un plan de traspaso de los subtes a la ciudad. Como la Nación no cumplió con el aporte de fondos, Macri se negó a recibirlos a lo largo de todo el año.

Para una prueba de temperamentos, Macri resistió todos los días los discursos de Cristina y de Julio De Vido, que lo insultaban en actos por no recibir los subtes. Los recibió después de la elec-ción de 2011 y cuando le convino.

Otro ejemplo en la ciudad fue la Ley de Evaluación Educativa, que llevó cuatro años de negociación legislativa. En la segunda votación se perdió por un voto, de Alejandro Amor. La última votación, a los cuatro años, la logró con los legisladores de UNEN y Martín Lousteau. En esa batalla se construyó la candidatura de Esteban Bullrich al Ministerio nacional, el primero que anunció Macri en 2015 cuando era candidato presidencial.

En septiembre de 2016, forzado por la Justicia, llevó el debate sobre las tarifas de los servicios públicos a una descomunal audien-cia que duró varios días y que permitió algo que gozó por TV desde su casa: que centenares de opinadores dijeran lo que pensaban. Sabía que la síntesis de todo lo dicho le dejaba las manos libres para una decisión favorable al gobierno.

En esto se revela como un tipo nada previsible; es un conserva-dor en política, pero liberista en economía y liberal en sus costumbres privadas. Poco epicúreo, tiene los rasgos del seductor serial. Cuando se le escapa, trata a las bellezas de «diosas», el mismo apelativo que tiene para Gabriela Michetti, Elisa Carrió o María Eugenia Vidal.

Fachero, se preocupa por la vestimenta, observa la de sus interlocutores y puede preguntar sobre un sastre o el origen de una corbata. Algunos atribuyen eso a que es «Tano»; no sé, pero

INTRODUCCIÓN 19

se cuida de combinar los atuendos, sigue las modas como la que observa en su primer año, de las camisas de cuello corto, que ha impuesto en todo su equipo. Ha dictado la moda cuando impuso el atuendo estándar de los políticos de hoy, saco oscuro y pantalón oscuros, camisa clara con el cuello abierto, sin corbata. Lo impuso cuando era jefe de gobierno y le sacó varias casillas a la informa-lidad de Néstor Kirchner, que no pasaba del ambo double breast sin abotonar, como lo muestra la estatua de Quito, Ecuador, en la sede de la Unasur.

Ese atuendo vino de los Estados Unidos y se adaptó al tradicio-nal de la juventud coordinadora y radical de los años 80, saco azul, camisa abierta, que había quedado postergado en la era menemista, de corbatas estridentes con camisa azul de cuello blanco.

Atiende a su estatura y no usa sobretodo; sabe que por debajo de cierta altura hay que usar pilotín o abrigo corto. Menem y su ministro del Interior Corach marcaron una doctrina: el petiso no usa sobretodo porque agiganta su pequeñez.

Es conocida su afición por el deporte y su condición física; tiene obsesión por evitar el sobrepeso y tiene una dieta frugalísima. No toma casi alcohol, devora el jabugo que le traen los amigos de España, pero su único interés son los postres dulces.

Como la gente de su generación, es toquetero y besuqueiro, formas de buscar identificación en el mundo público, de la que algún antropólogo deberá estudiar el origen. Es el modo de rela-cionarse la gente del fútbol, del tango, del turf, del sindicalismo. Tiene una evocación europea meridional, italiana, siciliana, por las imágenes que muestra y recrea el cine. De allí ingresó la política por la vía del peronismo5.

5. El filme El Padrino puso en circulación la costumbre de besar la mano del jefe, algo que había caído en de suso a la fecha de la filmación entre las familias mafiosas. Lo advirtieron agentes del FBI que espiaron la relación entre la producción del filme y las organizaciones mafiosas, según el libro de Harlan Lebo, The Godfather Legacy (Nueva York: Touchstone, 1997.) La exhibición del fútbol por TV generalizó los besos entre varones, algo tabú en generaciones anteriores. Hoy está el código de la convivencia

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18 MACRI CONFIDENCIAL

Algo siempre era mejor que nada. Para esto aplicó también paciencia y resistió en las consignas. Aprendió de los profesiona-les que el político que llega lo hace apostando siempre al mismo número. El único elogio que le ha hecho Cristina de Kirchner fue que Macri siempre defiende las mismas ideas y proyectos y que no cambia la bocha en medio del juego. Su capacidad de resistencia es insoportable. En enero de 2011 su gobierno acordó con la Nación un plan de traspaso de los subtes a la ciudad. Como la Nación no cumplió con el aporte de fondos, Macri se negó a recibirlos a lo largo de todo el año.

Para una prueba de temperamentos, Macri resistió todos los días los discursos de Cristina y de Julio De Vido, que lo insultaban en actos por no recibir los subtes. Los recibió después de la elec-ción de 2011 y cuando le convino.

Otro ejemplo en la ciudad fue la Ley de Evaluación Educativa, que llevó cuatro años de negociación legislativa. En la segunda votación se perdió por un voto, de Alejandro Amor. La última votación, a los cuatro años, la logró con los legisladores de UNEN y Martín Lousteau. En esa batalla se construyó la candidatura de Esteban Bullrich al Ministerio nacional, el primero que anunció Macri en 2015 cuando era candidato presidencial.

En septiembre de 2016, forzado por la Justicia, llevó el debate sobre las tarifas de los servicios públicos a una descomunal audien-cia que duró varios días y que permitió algo que gozó por TV desde su casa: que centenares de opinadores dijeran lo que pensaban. Sabía que la síntesis de todo lo dicho le dejaba las manos libres para una decisión favorable al gobierno.

En esto se revela como un tipo nada previsible; es un conserva-dor en política, pero liberista en economía y liberal en sus costumbres privadas. Poco epicúreo, tiene los rasgos del seductor serial. Cuando se le escapa, trata a las bellezas de «diosas», el mismo apelativo que tiene para Gabriela Michetti, Elisa Carrió o María Eugenia Vidal.

Fachero, se preocupa por la vestimenta, observa la de sus interlocutores y puede preguntar sobre un sastre o el origen de una corbata. Algunos atribuyen eso a que es «Tano»; no sé, pero

INTRODUCCIÓN 19

se cuida de combinar los atuendos, sigue las modas como la que observa en su primer año, de las camisas de cuello corto, que ha impuesto en todo su equipo. Ha dictado la moda cuando impuso el atuendo estándar de los políticos de hoy, saco oscuro y pantalón oscuros, camisa clara con el cuello abierto, sin corbata. Lo impuso cuando era jefe de gobierno y le sacó varias casillas a la informa-lidad de Néstor Kirchner, que no pasaba del ambo double breast sin abotonar, como lo muestra la estatua de Quito, Ecuador, en la sede de la Unasur.

Ese atuendo vino de los Estados Unidos y se adaptó al tradicio-nal de la juventud coordinadora y radical de los años 80, saco azul, camisa abierta, que había quedado postergado en la era menemista, de corbatas estridentes con camisa azul de cuello blanco.

Atiende a su estatura y no usa sobretodo; sabe que por debajo de cierta altura hay que usar pilotín o abrigo corto. Menem y su ministro del Interior Corach marcaron una doctrina: el petiso no usa sobretodo porque agiganta su pequeñez.

Es conocida su afición por el deporte y su condición física; tiene obsesión por evitar el sobrepeso y tiene una dieta frugalísima. No toma casi alcohol, devora el jabugo que le traen los amigos de España, pero su único interés son los postres dulces.

Como la gente de su generación, es toquetero y besuqueiro, formas de buscar identificación en el mundo público, de la que algún antropólogo deberá estudiar el origen. Es el modo de rela-cionarse la gente del fútbol, del tango, del turf, del sindicalismo. Tiene una evocación europea meridional, italiana, siciliana, por las imágenes que muestra y recrea el cine. De allí ingresó la política por la vía del peronismo5.

5. El filme El Padrino puso en circulación la costumbre de besar la mano del jefe, algo que había caído en de suso a la fecha de la filmación entre las familias mafiosas. Lo advirtieron agentes del FBI que espiaron la relación entre la producción del filme y las organizaciones mafiosas, según el libro de Harlan Lebo, The Godfather Legacy (Nueva York: Touchstone, 1997.) La exhibición del fútbol por TV generalizó los besos entre varones, algo tabú en generaciones anteriores. Hoy está el código de la convivencia

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20 MACRI CONFIDENCIAL

El tiempo permitirá encontrarle otras claves a este personaje, porque es difícil entender que nacido rico haya elegido la política. Sus detractores han intentado construir la imagen de él como un pícaro que sólo busca negocios6. Su pasivo en la opinión pública se alimentó de las leyendas sobre el grupo familiar, extravagante si los hay. Como que, siendo presidente, Mauricio y Franco Macri hayan tenido que ir a juicio para que el padre muestre papeles que lo exculpan de las menciones en los Panama Papers y que hayan ido, como cualquier vecino, a una mediación. Insólito.

No parece divertirse gobernando, pero transmite ambición, como todos los que llegan adonde está él. La ambición en política no tiene límites y busca más poder. Para los oficiantes de la política de diván, Macri es producto de las etnias familiares, los agrope-cuarios Blanco Villegas, de Tandil, y la inmigración industrialista y patria-contratista de su padre. Son hipótesis provisorias y difíciles de probar, y más cuando se habla del político, que es una flor clara de raíces oscuras (lo decía Octavio Paz de la poesía). Como lo son las que intentan explicarlo a Macri por su revancha personal ante un padre de personalidad fuerte y dominante. Como si él no fuera fuerte y dominante.

Con un padre fuerte, quiso ser libre.Uno de sus escuderos de la primera hora, Juan Pablo Schiavi,

política y lo practican todos como clave de entendimiento. Quienes no se quieren, en cambio, no se besan ni se tocan.

6. Para esa versión, hay abundante literatura de campaña: Cerruti, Ga-briela, El pibe. Negocios, intrigas y secretos de Mauricio Macri, el hombre que quiere ser presidente (Buenos Aires: Planeta, 2010); Galasso, Norber-to, Mauricio Macri. La vuelta al pasado (Buenos Aires: Colihue, 2015) y Lijalad, Ari (ed.), Macri lo hizo. El impacto de las primeras medidas de su gobierno, pról. Eugenio Zaffaroni, epílogo Horacio González (Buenos Aires: Peña Lillo-Continente, 2016). O la serie Vomarro, Gabriel, Ser-gio Morresi y Alejandro Bellotti, Mundo PRO. Anatomía de un partido fabricado para ganar (Buenos Aires: Planeta, 2015) y Vomarro, Gabriel y Sergio Daniel Morresi (eds.), Hagamos equipo. PRO y la construcción de la nueva derecha en Argentina (Los Polvorines: Ediciones UNGS, 2015).

INTRODUCCIÓN 21

cuenta que cuando empezó a pasearse por el país, viajaban a verlo a José Manuel de la Sota, y lo instruían:

—Mirá, vas a ir a ver a uno de los políticos más pícaros que hay. Él te va a decir una cosa, pero no es lo que piensa, sino lo que le han dicho que te diga. Vos escuchá y después vemos.

Macri hizo parar el auto en medio de la ruta, se bajó y lo llamó a Schiavi a hablar a solas:

—Por favor, no sigás. No sabés el padre que tengo. No hace falta que me expliqués cómo es este tipo. —Y siguieron.

Es imaginable, para aportar a la psicología de urgencia, que un hombre como Macri, a quien su padre le presentaba personalmen-te a todos los presidentes que asumían, y que de niño casi lo sen-taba con los «capitanes de la industria», haya forjado la ambición de escapar hacia la libertad que da el poder político. La libertad que busca es del tamaño de la cárcel en la que se crió.

Quienes creen que en política importa mucho el factor per-sonal agregarán que tampoco se le conoce un domicilio fijo. En la última década ha tenido tres departamentos en la milla dorada del barrio de Palermo, la que linda con el Barrio Parque, dos sobre avenida del Libertador, uno sobre la calle Ocampo; y usa para reuniones la casa de su padre en ese vecindario. Lo más parecido a un domicilio es su quinta de Los Polvorines, Los Abrojos; usa a reglamento la residencia de Olivos, pasa vacaciones en casas de amigos en Villa La Angostura, usa menos el santuario familiar de Manantiales en esa playa al norte de Punta del Este.

Macri tiene respeto por quienes lo aconsejan; es un consumi-dor serial de consultores, encuestadores y gurúes. Pondera lo que escucha y se somete al método de interminables rondas de café para resolver temas complejos. Puede pasarse una tarde escuchan-do resultados de encuestas preguntando y repreguntando detalles. Es comprador de formatos públicos y depende de las agencias de marketing que lo han ayudado a superar su pasivo de opinión negativa, que logró superar en una década. Se sometió para eso a profesores de oratoria y actuación (y también de historia argentina: unos de sus primeros profesores fue Torcuato Di Tella).

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20 MACRI CONFIDENCIAL

El tiempo permitirá encontrarle otras claves a este personaje, porque es difícil entender que nacido rico haya elegido la política. Sus detractores han intentado construir la imagen de él como un pícaro que sólo busca negocios6. Su pasivo en la opinión pública se alimentó de las leyendas sobre el grupo familiar, extravagante si los hay. Como que, siendo presidente, Mauricio y Franco Macri hayan tenido que ir a juicio para que el padre muestre papeles que lo exculpan de las menciones en los Panama Papers y que hayan ido, como cualquier vecino, a una mediación. Insólito.

No parece divertirse gobernando, pero transmite ambición, como todos los que llegan adonde está él. La ambición en política no tiene límites y busca más poder. Para los oficiantes de la política de diván, Macri es producto de las etnias familiares, los agrope-cuarios Blanco Villegas, de Tandil, y la inmigración industrialista y patria-contratista de su padre. Son hipótesis provisorias y difíciles de probar, y más cuando se habla del político, que es una flor clara de raíces oscuras (lo decía Octavio Paz de la poesía). Como lo son las que intentan explicarlo a Macri por su revancha personal ante un padre de personalidad fuerte y dominante. Como si él no fuera fuerte y dominante.

Con un padre fuerte, quiso ser libre.Uno de sus escuderos de la primera hora, Juan Pablo Schiavi,

política y lo practican todos como clave de entendimiento. Quienes no se quieren, en cambio, no se besan ni se tocan.

6. Para esa versión, hay abundante literatura de campaña: Cerruti, Ga-briela, El pibe. Negocios, intrigas y secretos de Mauricio Macri, el hombre que quiere ser presidente (Buenos Aires: Planeta, 2010); Galasso, Norber-to, Mauricio Macri. La vuelta al pasado (Buenos Aires: Colihue, 2015) y Lijalad, Ari (ed.), Macri lo hizo. El impacto de las primeras medidas de su gobierno, pról. Eugenio Zaffaroni, epílogo Horacio González (Buenos Aires: Peña Lillo-Continente, 2016). O la serie Vomarro, Gabriel, Ser-gio Morresi y Alejandro Bellotti, Mundo PRO. Anatomía de un partido fabricado para ganar (Buenos Aires: Planeta, 2015) y Vomarro, Gabriel y Sergio Daniel Morresi (eds.), Hagamos equipo. PRO y la construcción de la nueva derecha en Argentina (Los Polvorines: Ediciones UNGS, 2015).

INTRODUCCIÓN 21

cuenta que cuando empezó a pasearse por el país, viajaban a verlo a José Manuel de la Sota, y lo instruían:

—Mirá, vas a ir a ver a uno de los políticos más pícaros que hay. Él te va a decir una cosa, pero no es lo que piensa, sino lo que le han dicho que te diga. Vos escuchá y después vemos.

Macri hizo parar el auto en medio de la ruta, se bajó y lo llamó a Schiavi a hablar a solas:

—Por favor, no sigás. No sabés el padre que tengo. No hace falta que me expliqués cómo es este tipo. —Y siguieron.

Es imaginable, para aportar a la psicología de urgencia, que un hombre como Macri, a quien su padre le presentaba personalmen-te a todos los presidentes que asumían, y que de niño casi lo sen-taba con los «capitanes de la industria», haya forjado la ambición de escapar hacia la libertad que da el poder político. La libertad que busca es del tamaño de la cárcel en la que se crió.

Quienes creen que en política importa mucho el factor per-sonal agregarán que tampoco se le conoce un domicilio fijo. En la última década ha tenido tres departamentos en la milla dorada del barrio de Palermo, la que linda con el Barrio Parque, dos sobre avenida del Libertador, uno sobre la calle Ocampo; y usa para reuniones la casa de su padre en ese vecindario. Lo más parecido a un domicilio es su quinta de Los Polvorines, Los Abrojos; usa a reglamento la residencia de Olivos, pasa vacaciones en casas de amigos en Villa La Angostura, usa menos el santuario familiar de Manantiales en esa playa al norte de Punta del Este.

Macri tiene respeto por quienes lo aconsejan; es un consumi-dor serial de consultores, encuestadores y gurúes. Pondera lo que escucha y se somete al método de interminables rondas de café para resolver temas complejos. Puede pasarse una tarde escuchan-do resultados de encuestas preguntando y repreguntando detalles. Es comprador de formatos públicos y depende de las agencias de marketing que lo han ayudado a superar su pasivo de opinión negativa, que logró superar en una década. Se sometió para eso a profesores de oratoria y actuación (y también de historia argentina: unos de sus primeros profesores fue Torcuato Di Tella).

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22 MACRI CONFIDENCIAL

Tiene el síndrome del hombre encerrado en la cápsula de po-der. No sabe cómo viven los normales y les pregunta sobre llanezas de la vida ordinaria. Saben que conocer eso es la clave para la iden-tificación. Si uno espera a Macri para tomar un café y él entra por la puerta de atrás, juega a sorprender al invitado con un empujón. «Hola, Gordo».

Macri no abre su mundo privado. Sus ministros suelen que-jarse de que cuando viajan con él, los despacha a la noche y se va a su cuarto. Nunca una invitación a cenar en París, Londres o Nueva York. Nunca una brecha para la confianza, que reserva a sus amigos, que son los del colegio. El mundo público le cuesta; no lo disfruta como otros políticos que han estado por esas alturas, que gozan los actos masivos, los besamanos, las rutinas de la corte.

Macri, que no es peronista y por eso carece de la marca auto-ritaria en su ADN, se esfuerza desde que asumió el gobierno por complementar esa propuesta que le acerca su equipo de comuni-caciones de eludir a los medios con relacionarse de manera directa a través de imágenes internéticas con la gente.

La contracara de esa paciencia que parece infinita son algunos rasgos de audacia, aventuras hacia adelante buscando la adrenalina del riesgo. El ejemplo más claro es la de signación de jueces de la Corte por decreto y en comisión, una ocurrencia que reflejó ese otro costado de quien quiere impresionar a su entorno.

La asunción de Macri coincidió con el descubrimiento de Snapchat, una nueva red social que utilizan para mostrar al Presi-dente gobernando en tiempo real. Le sirve para transmitir imáge-nes de Macri cinco o seis veces al día, donde el público puede ver cómo el Presidente saluda a quienes lo visitan y hasta han intentado montar un sistema para transmitir algunas reuniones de Gabinete. Esa rutina no existió en los doce años de kirchnerismo y exhibir al Gabinete reunido ha sido una oportunidad gráfica para diferen-ciarse del gobierno anterior. Uno de los recelos del público hacia la política consiste en la sospecha del secretismo y la conspiración, algo que la prensa ha mostrado de manera fragmentaria y entre visillos. Abrirle esos detalles a través de la nueva tecnología permite

INTRODUCCIÓN 23

además compensar la desconfianza que tiene Macri hacia la prensa y le da además un control de los canales de comunicación.

La indagación de este libro busca también identificar los componentes de este proceso para diseñar escenarios futuros. La naturaleza de coalición transgénica de Cambiemos le da una fi-sonomía nueva al panorama político argentino. Es una forma de caudillismo como el peronismo, pero se asienta con fuerza en dos de los tres factores de la pelea política: el programa y el liderazgo. El tercer factor, el territorio, ha sido históricamente dominado por el peronismo en las elecciones de la rama ejecutiva, no así en las legislativas de la última década, al menos en los grandes distritos.

Por eso interesa saber qué juntó Cambiemos y qué podrá man-tener unido cuando madure esa formación; también qué juntó el peronismo y qué puede mantener o liberar hacia el futuro.

Es difícil escribir sobre los políticos, y más cuando les va bien y están en la cima. Suelen ser escurridizos, tramposos, manipulado-res, hasta psicópatas, porque su herramienta es mover la voluntad de los otros en función de sus intereses. En el caso de Macri no he advertido cambios en su personalidad después de haber sido elegido presidente, algo que podrán rectificar o confirmar quienes tienen acceso a su intimidad.

El destino de los libros periodísticos es la provisoriedad. Tie-nen la imperfección de los relatos contemporáneos, que dependen mucho de quien los cuenta y de quienes aportan la información. Es inevitable que muestre las entretelas de su fabricación, ligada al trabajo sobre las fuentes disponibles, que siempre se abren al debate. El periodismo es la demostración sin la prueba. Es un golpe de dados que intenta abolir el azar y el prejuicio que domi-nan algunas explicaciones en boga. Para escribirlo he mantenido más de un centenar de conversaciones de trasfondo con todos los protagonistas principales y laterales de la historia. Salvo alguna ex-cepción, todos accedieron generosamente a ofrecer su experiencia con la condición de aportar datos con la reserva de las fuentes. Es la única forma de acceder a situaciones y diálogos que sería imposi-ble conocer de otra manera. La mayoría de las conversaciones han

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22 MACRI CONFIDENCIAL

Tiene el síndrome del hombre encerrado en la cápsula de po-der. No sabe cómo viven los normales y les pregunta sobre llanezas de la vida ordinaria. Saben que conocer eso es la clave para la iden-tificación. Si uno espera a Macri para tomar un café y él entra por la puerta de atrás, juega a sorprender al invitado con un empujón. «Hola, Gordo».

Macri no abre su mundo privado. Sus ministros suelen que-jarse de que cuando viajan con él, los despacha a la noche y se va a su cuarto. Nunca una invitación a cenar en París, Londres o Nueva York. Nunca una brecha para la confianza, que reserva a sus amigos, que son los del colegio. El mundo público le cuesta; no lo disfruta como otros políticos que han estado por esas alturas, que gozan los actos masivos, los besamanos, las rutinas de la corte.

Macri, que no es peronista y por eso carece de la marca auto-ritaria en su ADN, se esfuerza desde que asumió el gobierno por complementar esa propuesta que le acerca su equipo de comuni-caciones de eludir a los medios con relacionarse de manera directa a través de imágenes internéticas con la gente.

La contracara de esa paciencia que parece infinita son algunos rasgos de audacia, aventuras hacia adelante buscando la adrenalina del riesgo. El ejemplo más claro es la de signación de jueces de la Corte por decreto y en comisión, una ocurrencia que reflejó ese otro costado de quien quiere impresionar a su entorno.

La asunción de Macri coincidió con el descubrimiento de Snapchat, una nueva red social que utilizan para mostrar al Presi-dente gobernando en tiempo real. Le sirve para transmitir imáge-nes de Macri cinco o seis veces al día, donde el público puede ver cómo el Presidente saluda a quienes lo visitan y hasta han intentado montar un sistema para transmitir algunas reuniones de Gabinete. Esa rutina no existió en los doce años de kirchnerismo y exhibir al Gabinete reunido ha sido una oportunidad gráfica para diferen-ciarse del gobierno anterior. Uno de los recelos del público hacia la política consiste en la sospecha del secretismo y la conspiración, algo que la prensa ha mostrado de manera fragmentaria y entre visillos. Abrirle esos detalles a través de la nueva tecnología permite

INTRODUCCIÓN 23

además compensar la desconfianza que tiene Macri hacia la prensa y le da además un control de los canales de comunicación.

La indagación de este libro busca también identificar los componentes de este proceso para diseñar escenarios futuros. La naturaleza de coalición transgénica de Cambiemos le da una fi-sonomía nueva al panorama político argentino. Es una forma de caudillismo como el peronismo, pero se asienta con fuerza en dos de los tres factores de la pelea política: el programa y el liderazgo. El tercer factor, el territorio, ha sido históricamente dominado por el peronismo en las elecciones de la rama ejecutiva, no así en las legislativas de la última década, al menos en los grandes distritos.

Por eso interesa saber qué juntó Cambiemos y qué podrá man-tener unido cuando madure esa formación; también qué juntó el peronismo y qué puede mantener o liberar hacia el futuro.

Es difícil escribir sobre los políticos, y más cuando les va bien y están en la cima. Suelen ser escurridizos, tramposos, manipulado-res, hasta psicópatas, porque su herramienta es mover la voluntad de los otros en función de sus intereses. En el caso de Macri no he advertido cambios en su personalidad después de haber sido elegido presidente, algo que podrán rectificar o confirmar quienes tienen acceso a su intimidad.

El destino de los libros periodísticos es la provisoriedad. Tie-nen la imperfección de los relatos contemporáneos, que dependen mucho de quien los cuenta y de quienes aportan la información. Es inevitable que muestre las entretelas de su fabricación, ligada al trabajo sobre las fuentes disponibles, que siempre se abren al debate. El periodismo es la demostración sin la prueba. Es un golpe de dados que intenta abolir el azar y el prejuicio que domi-nan algunas explicaciones en boga. Para escribirlo he mantenido más de un centenar de conversaciones de trasfondo con todos los protagonistas principales y laterales de la historia. Salvo alguna ex-cepción, todos accedieron generosamente a ofrecer su experiencia con la condición de aportar datos con la reserva de las fuentes. Es la única forma de acceder a situaciones y diálogos que sería imposi-ble conocer de otra manera. La mayoría de las conversaciones han

Page 18: IgnacIo Zuleta MACRI E Teorema de Macri · Teorema de Macri Esta narración explica la construcción del gobierno que accedió al poder en la Argentina el 10 de diciembre de 2015.

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sido archivadas en formato de audio y se conservan en el archivo del autor junto a decenas de libretas con anotaciones manuscritas.

Los diálogos que aparecen entrecomillados son los que he escuchado yo, o que han sido dichos y/o escuchados por los pro-tagonistas de manera probada. Aquellos que van sin comillas son recreaciones sobre la base, también, de relatos directos. El proceso de Cambiemos y del macrismo no tiene casi bibliografía, salvo la que se produce con propósitos proselitistas. De todos modos, el libro ha sido escrito sobre la base de la investigación del autor sin fuentes éditas ni periodísticas. No creo que la política dependa de las personalidades. Tiene un alto porcentaje de necesidad y muy poco de voluntad, facultad que, además, está acosada por el ve-neno del error que lleva al fracaso, destino casi obligado de todo emprendimiento colectivo.