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Identidad Y Cultura Nacional Identidad Nacional La Isla de California descubierta por Hernán Cortés La construcción de la cultura mexicana es el resultado de un proceso histórico que implica relaciones de poder, intercambios pacíficos, asimilaciones de elementos culturales exógenos y reinterpretaciones de los elementos culturales preexistentes. Como es el caso de todos los países latinoamericanos, cuando México se liberó del dominio español, sus habitantes carecían de lo que se da en llamar identidad nacional. Quizá lo único que la mayor parte de los mexicanos compartían al momento de la independencia era el haber nacido en un territorio que pretendía ser un Estado, y la religión católica. Fuera de eso, los vínculos interregionales eran escasos y las identidades comunitarias y étnicas estaban muy arraigadas. Los liberales del siglo XIX consideraban que uno de los mecanismos que permitirían la formación de una nacionalidad fuerte sería la educación. Por ello, entre los esfuerzos de la Primera República Federal, la creación de un departamento de Instrucción Pública es uno de los más significativos. Valentín Gómez Farías, su creador, pensaba que era necesario despojar a la Iglesia del monopolio en la formación ideológica de los nuevos individuos. Sin embargo, los intentos de establecer una educación acorde con los valores liberales fracasaron. Los regionalismos persistieron, y fueron sumamente costosos para el país. A la construcción de la identidad mexicana en el siglo XIX contribuyeron, más que la educación liberal, la Segunda Intervención Francesa, período lleno de triunfos y derrotas para los mexicanos; y sobre todo, la Invasión norteamericana, que permanece en el imaginario mexicano como la más injusta de las guerras que se le han hecho a este país y la que lo sumió en el subdesarrollo que padece.
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Identidad y cultura nacional

Mar 19, 2017

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Identidad Y Cultura Nacional

Identidad Nacional

La Isla de California descubierta por Hernán Cortés

La construcción de la cultura mexicana es el resultado de un proceso histórico que implica relaciones de poder, intercambios pacíficos, asimilaciones de elementos culturales exógenos y reinterpretaciones de los elementos culturales preexistentes. Como es el caso de todos los países latinoamericanos, cuando México se liberó del dominio español, sus habitantes carecían de lo que se da en llamar identidad nacional. Quizá lo único que la mayor parte de los mexicanos compartían al momento de la independencia era el haber nacido en un territorio que pretendía ser un Estado, y la religión católica. Fuera de eso, los vínculos interregionales eran escasos y las identidades comunitarias y étnicas estaban muy arraigadas.

Los liberales del siglo XIX consideraban que uno de los mecanismos que permitirían la formación de una nacionalidad fuerte sería la educación. Por ello, entre los esfuerzos de la Primera República Federal, la creación de un departamento de Instrucción Pública es uno de los más significativos. Valentín Gómez Farías, su creador, pensaba que era necesario despojar a la Iglesia del monopolio en la formación ideológica de los nuevos individuos. Sin embargo, los intentos de establecer una educación acorde con los valores liberales fracasaron. Los regionalismos persistieron, y fueron sumamente costosos para el país. A la construcción de la identidad mexicana en el siglo XIX contribuyeron, más que la educación liberal, la Segunda Intervención Francesa, período lleno de triunfos y derrotas para los mexicanos; y sobre todo, la Invasión norteamericana, que permanece en el imaginario mexicano como la más injusta de las guerras que se le han hecho a este país y la que lo sumió en el subdesarrollo que padece.

Por otra parte, como se indica en el apartado sobre los grupos étnicos, la nación en sus primeros años aspiraba a ser una nación criolla y blanca. Desde Francisco Xavier Clavijero hasta Pimentel, los criollos apelaban a la América para diferenciarse de los españoles. Lo extraño en el discurso de muchos criollos es que sus reivindicaciones estaban apoyadas en la adopción del pasado indígena mesoamericano como el elemento que definía la diferencia entre México y Europa. Al mismo tiempo, los criollos rechazaban a los indígenas sobrevivientes a la Conquista, pues consideraban que habían sido degradados y no tenían demasiado qué ver con aquella raza de grandes señores, portadores de la gran civilización prehispánica. Por ello, intentaron por muchos caminos eliminar a los indios del bello paisaje del México moderno: exterminio físico, aculturación (que entre otras cosas comprendía la castellanización y la supresión de las lenguas

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indígenas, la erradicación de las formas vernáculas de expresión cultural, de vestimenta…). En otras palabras, concebían que los indios podían incorporarse en el seno de la nación mexicana sólo si dejaban de ser lo que eran: indios.

La Malinche, símbolo de los primeros mestizajes

Asociados al triunfo de Revolución, aparecen nuevas maneras de concebir la identidad nacional. Posterior a la Revolución Mexicana sobrevino un gobierno callista que atentó contra la libertad de creencias religiosas, cosa que propició el levantamiento de la “Union Popular” y los famosos cristeros que dieron un tinte de nacionalismo y religiosidad a la identidad nacional, como una raza libre. Uno de los pensadores clave en esta nueva etapa de la reflexión sobre lo mexicano es José Vasconcelos. Para este abogado México era una suerte de “crisol” en el que confluían todas las razas. A la construcción de la cultura y de la historia del país habían contribuido lo mismo los europeos que los indígenas, los africanos que los asiáticos. Por lo tanto, los mexicanos por definición eran (y son) mestizos, culturalmente. Vasconcelos llamaba raza cósmica a la mestiza, aquella en que confluiría lo mejor de todos los pueblos del orbe. Si tenemos en cuenta que por aquella época afloraban en otras partes del mundo los movimientos de la pureza étnica, el pensamiento de Vasconcelos era sumamente revolucionario. Su influencia se hizo sentir inmediatamente en todo el país a través de su labor en la Secretaría de Educación Pública. Desde 1920 hasta 1940, la educación en México fue empleada como uno de los mecanismos por los cuales se difundió la tesis del México mestizo; un logro importante de este oaxaqueño, fue darle a la UNAM su lema: “POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU”, cosa que influiría en una visión nacionalista de la identidad nacional. La escuela se dio a la labor de construir un pasado compartido, que se reforzaba por los medios de comunicación. En especial el cine contribuyó a la formación de ciertos estereotipos de lo mexicano que fueron sumamente criticados en años posteriores. En este proceso de no más de tres décadas, la identidad mexicana era la del charro y la china poblana. Jalisco se convirtió por antonomasia en México. El mole y el tequila fueron elevados a la categoría de platillo y bebida nacionales. Se creó lo que Taibo (1996) llama el santoral laico, en el cuál estaban incluidos ciertos personajes de la historia como héroes, y otros tantos como villanos (Cuauhtémoc v. Cortés, Hidalgo v. Iturbide, Juárez v. Maximiliano…). El papel del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) también fue importante; a éste correspondió el rescate del pasado de las grandes culturas prehispánicas que el discurso oficial mexicano reclama como propio.

La selección de estos y otros elementos culturales se hizo en detrimento de las culturas regionales. No fue sino hasta la década de 1990 que empezaron a cobrar mayor fuerza los movimientos culturales de ciertas regiones del país, como es el caso de la Huasteca, el auge de la música jarocha, la emergencia de las literaturas indígenas. Esto llevó a elevar a rango

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constitucional la declaración de México como un país multicultural y multiétnico. La identificación de lo mexicano con los estereotipos enlistados arriba ha venido cediendo terreno. Ahora se argumenta que no hay una sola identidad nacional, sino varias, y que son pocos los símbolos que la identifican y establecen una comunidad entre las muchas expresiones de la mexicanidad.

La cultura en México

I. Comunidad, dominación e innovación: tres procesos de la cultura.

Desde la definición clásica de cultura de Taylor, como “complejo de conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualesquiera otras aptitudes y hábitos que el hombre adquiere como miembro de la sociedad”, muchos otros autores se han esforzado por formular sus propios conceptos. Pero comúnmente se acepta que la cultura consiste en el lenguaje, las ideas, las creencias, las costumbres, los códigos, las instituciones, las herramientas, las técnicas, las obras de arte, los rituales, las ceremonias y en general, todo aquello que, como señala Béjar, integra “una forma de vida de una colectividad, un modo de vida o de lucha de un pueblo”.

La cultura es un medio para dar seguridad y continuidad a la vida, por eso cada grupo autónomo y distinguible de seres humanos, desde una tribu hasta una nación, posee una cultura que determina la conducta, las actitudes, los valores, los ideales y las creencias de sus miembros, de manera tal, que “es casi imposible exagerar el poder e influencia de la cultura en el animal humano”, pues “la cultura es más fuerte que la vida y más fuerte que la muerte”.

Cada una de estas manifestaciones culturales expresan necesidades humanas universales que, de acuerdo a cada situación concreta, pueden ser satisfechas por medios culturalmente diversos. Surgen así modos de vida exclusivos de regiones, pueblos y grupos, cuyos elementos culturales peculiares van integrando subculturas dentro de cada uno de los países.

“Sólo cuando se desea comulgar con un conjunto de valores fundamentales, cuando se tiene la voluntad de actuar, pensar y sentir en común esos valores esenciales, se puede trascender lo secundario, la subcultura y formar la cultura común y nacional”, concluye Béjar.

Así, el problema de la cultura y más particularmente de la cultura nacional, se puede abordar desde muchas perspectivas. En este ensayo se trata de enfocarlo desde el punto de vista de su relavancia para el Estado Nación que es México, y en consecuencia, como objeto de formulación de políticas públicas.

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Con este propósito, y a manera de esquema ordenador, se utiliza el concepto de cultura de Salvador Giner, como universo humano de las significaciones cognocitivas, morales y estéticas del mundo, que se desdobla, a su vez, en tres procesos: la innovación, la comunión y la dominación, que son interdependientes e inseparables del proceso más general, la cultura, del que forman parte.

1) La innovación, mediante la cual resolvemos los problemas que presenta nuestra vida, y que arranca desde la tradición pura que nos sumi¬nistra fórmulas para tratar con situaciones previ¬sibles y repetitivas, hasta abarcar en el otro extremo a la pura innovación. 2) La comunión, por la cual los seres humanos se adhieren a los valores superiores que orien¬tan sus vidas, se identi¬fican unos hombres con otros en un “nosotros” cargado de emoción ine¬fable, y que es la fuente original de la moralidad huma¬na.

3 ) La dominación por medio de la cual los hombres se oponen, combaten y subordinan entre si a través de pugnas por apropiarse signiticados, mitos, va¬lores, símbolos y conocimientos, y que se halla estrecha¬mente ligada a la clase, al poder político y económico y a la autoridad. Para Giner, “ la cultura no es sólo comunión, o sólo dominio, o sólo innovación. Es un proceso incesante que a los tres engloba. Si bien requiere la coherencia y cohesión que le suministra la identidad de los hombres entre sí o con simbolos que les son comunes, también expresa ideologias, obediencias, jerarquias, poderes, asi como el modo con que éstos ven el mundo y quieren que los otros lo vean. Final¬mente, la cultura es además invención, creación, avance y exploración de soluciones a los problemas morales, econó¬micos, estéticos y políticos que la vida y ella misma van planteando”.

A partir de este modelo se intenta analizar en qué medida cada uno de estos procesos culturales, - comunión, dominación e innovación,- alientan, limitan u obstaculizan la cultura nacional que nuestro país requiere para sobrevivir y fortalecerse como nación, frente a la dicotomía paradójica de “estilos de vida globales y nacionalismo cultural”, que parece caracterizar el mundo actual.

1.La cultura como dominación

La cultura como elemento de dominación fue menospreciada por las teorías que la concebían como una mera superestructura que reflejaba las estructuras económicas. Hasta que Gramsci propuso entender la estructura y la superestructura en su totalidad como un “bloque histórico”, se ha revaluado la importancia de la superestructura social: política, derecho, cultura, religión, arte y ciencia, Mediante su concepto de “hegemonía” o supremacía moral o espiritual, Gramsci señaló que la ascendencia de una clase o grupo descansa, esencialmente, en su habilidad para traducir su propia visión del mundo en un ethos dominante y persuasivo que guíe los patrones de

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la vida diaria. En el mismo sentido, Max Weber descubrió que los sistemas de creencias apoyan un orden social, es decir, existe un ajuste constante entre los sistemas de creeencias y las estructuras sociales correspondientes.

Las teorías actuales reconocen que cada sistema sociocultural posee medios de autoregulación y control para funcionar y perdurar. desde tradiciones, costumbres y etiquetas, hasta leyes y ética. Ningún régimen podría gobernar sin un sustento cultural; aun las más férreas dictaduras aprovechan rasgos culturales para ejercer el poder sin tener necesidad de hacer uso constante de la violencia. Dicho de otro modo: entre mayor sea la congruencia entre la cultura y la legitimación del poder político, existirá mayor “gobernabilidad”, pues las relaciones gobierno-ciudadanos serán de cooperación y no de conflicto.

Esto es, la cultura es también un medio de dominación y en consecuencia, la cultura nacional expresa a la clase o clases sociales hegemónicas, en tanto que la cultura popular siempre es producto de las clases sojuzgadas.

a. La persistencia de la cultura colonial.

En México, el régimen colonial inició la conformación de nuestra cultura nacional con rasgos que, desde entonces, han sido un pesado lastre para la integración de la unidad, conciencia e identidad nacionales. Al respecto, Octavio Paz ha escrito que “la democracia nació con el mundo moderno, hispanoamerica contra el mundo moderno…no para explorar lo desconocido sino …para defender lo conocido y lo establecido…las ideas son de hoy, las actitudes de ayer…adoptó, no adaptó las doctrinas y los programas de otros…las ideas no correspondieron a las clases sociales…(de lo que resultó) debilidad de las tradiciones democráticas”.

Los primeros conquistadores aspiraron al enriquecimiento rápido y al regreso a sus lugares de orígen convertidos en hombres ricos y afamados. Las siguientes generaciones de colonizadores no perdieron estos propósitos y, en tanto podían realizarlos, transplantaron su cultura para tratar de sentirse como en España en Nueva España. Ambos siempre fueron extranjeros en tránsito, más vinculados real o emocionalmente con el exterior que con la tierra que habitaban. Nació así nuestra alienación cultural.

Desde sus inicios, el gobierno colonial prohibió la plena incorporación cultural de los indígenas para mantener una clara distinción entre colonizadores y colonizados, segregación y diferencia que tenía su base en la superioridad del peninsular. A los conquistados no sólo se les creó conciencia de su inferioridad sino del pecado en que habían vivido. Dada la distancia establecida

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entre gobernantes y gobernados, se inició la “participación por abstención” o mediante padrinos o contactos, palancas e intermediarios, como un mecanismo de exclusión y discriminación.

El autoritarismo se implantó de la cúspide a la base del sistema de castas como ejercicio arbitrario del poder colonial. El caciquismo se convirtió en la expresión más acabada de un liderazgo político autoritario que no sólo comprendió la toma de decisiones y las estructuras políticas, sino las actitudes y conductas. Como contraparte, surgió en la población una actiud de cinismo hacia la confianza interpersonal, el gobierno y sus funcionario, así como la acción cooperativa y colectiva. Generó también la cultura de la sumisión del joven al viejo, de la mujer al hombre, del pobre al rico, del indio al mestizo, y del mestizo al extranjero.

El centralismo fué tanto un medio para mantener el carácter excluyente y autoritario de la sociedad colonial, como el resultado del patrón que siguió la explotación económica de yacimientos de oro y plata, y de la distribución de la población indígena previa a la conquista. Este centralismo estimuló los regionalismos culturales.

En suma, se constituyó una sociedad fundada en privilegios de clase no en el mérito personal, compuesta de unos cuantos centros urbanos occidentalizados y multitud de pequeñas comunidades mestizas e indígenas, y cuyas élites peninsulares y criollas servían de intermediarias entre el poder extranjero español y las castas más relevantes de la colonia.

Durante los siguientes cien años, la nueva república mantuvo la exclusión: grupos minoritarios de conservadores y liberales lucharon con violencia por imponer sus intereses y sus modelos europeos o norteamericanos de modernización a una gran masa de indígenas que prácticamente permaneció al márgen de las luchas y de los beneficios obtenidos mediante las mismas. El autoritarismo tampoco desapareció, sino alcanzó nuevas cumbres en las dictaduras de Santana y Díaz. El centralismo continuó, pese a haber propiciado la pérdida de más de la mitad del territorio nacional. Y la alienación cultural culminó en la afrancesada sociedad porfiriana.

La gran transformación de la sociedad mexicana generada por la Revolución no fue suficiente para abatir estos elementos culturales. Hoy la alienación cultural debilita nuestra cultura e identidad nacionales. El autoritarismo está lo mismo en la familia que en el ideal de gobierno fuerte, duro y centralista, que hoy todavía se argumenta contra el “desorden e inestabilidad” que se supone traerá la democracia, a la vez que impide la maduración de la conciencia e identidad nacionales. La exclusión de grandes sectores ha permitido hacer de los derechos favores, al mismo tiempo que ha limitado la integración de grandes sectores en una conciencia y cultura nacionales. Y el centralismo sigue alimentando regionalismos culturales y el surgimiento de nuevas identidades y subculturas que diversifican aun más nuestra cultura nacional en ciernes.

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¿Esta enorme herencia cultural que refuerza el dominio de las élites sobre los grandes conglomerados, sigue siendo sustento importante del orden social del país? ¿será funcional al proyecto actual de modernización en que se encuentran empeñadas las élites? b. El sustento cultural de la Revolución .

Como todos los gobiernos, los emanados de la Revolución intentaron forjar las bases culturales que dieran nueva legitimidad al régimen: Se concebió la historia nacional como una larga lucha del pueblo por su libertad que arrancaba desde la prehistoria, reconocía el pasado indígena, consideraba a la colonia el crisol de la nacionalidad mestiza y exaltaba a la Independencia , a la Reforma y a la Revolución como las etapas culminantes de este proceso histórico que se dirigía a la democracia, a la justicia social y a la integración de todos los mexicanos; la élite gobernante se presentó como resultado de una revolución triunfante que reclamaba la unidad de las clases en un gran frente nacional para lograr un desarrollo nacionalista, independiente y antiimperialista.

El culto a los héroes cobró gran auge y lo mexicano se manifestó en la filosofía, en la literatura, en el cine, en el arte, en el folclor, en la música, en la arquitectura….

En este sentido, para Roger Bartra la ideología de “lo mexicano” es parte de los procesos culturales de legitimación política del Estado, es una forma de legitimar la explotación de las masas, y que la definición del carácter nacional es una necesidad política de primer orden, pues contribuye tanto a sentar las bases de la unidad nacional a la que debe corresponder la soberanía monolítica del Estado mexicano, como a legitimar las profundas desigualdades e injusticias por medio de la uniformación de la cultura política. “La cultura nacional se identifica con el poder político, de tal manera que quien quiera romper las reglas del autoritarismo será inmediatamente acusado de querer renunciar, o peor, de tracionar a la cultura nacional”.

Sin embargo, ante la urbanización e industrialización este proyecto cultural perdió impulso y no fué capaz de incorporar a las nuevas generaciones, a las cuales la Revolución parece ya no decirles nada.

De cualquier forma, ¿la pérdida de legitimidad con base en el origen revolucionario, no hace urgente para los gobiernos la búsqueda de otras fuentes de legitimidad, como el voto mediante elecciones democráticas?

c. El imperialismo cultural.

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A partir del descubrimiento de América, el etnocentrismo de occidente, es decir, la tendencia a interpretar y evaluar otras culturas en términos de la cultura occidental, ha convertido a las manifestaciones culturales indígenas en atrasadas, inmorales, ilógicas, raras y hasta perversas.

Por eso, desde la colonización, sucesivamente se ha tratado de convencer al pueblo mexicano de la superioridad cultural y hasta racial española, francesa y norteamericana y de estimularlo a adoptar sus modos de vida. Así se ha pretendido legitimar, en lo externo, la dominación o influencia que las grandes potencias han ejercido sobre el país; y en lo interno, el poder de una minoría extranjera, de origen extranjero o ligada a intereses internacionales, sobre toda la población.

Hoy, el desarrollo de los medios masivos electrónicos ha puesto en manos del imperialismo cultural un instrumento poderoso para llevar al país a la sociedad de consumo, a la pasividad, a ingerir una cultura fabricada. “No pienses, no sientas, no actúes, no decidas, porque habemos otros más capaces para pensar, sentir, actuar y decidir por tí”, parece ser el lema de esta concepción de la cultura como un universo ilimitado de bienes a consumir, escribió Granados Chapa.

Estos esfuerzos de conquista cultural, han fructificado en las tendencias “malinchistas”, discriminatorias y aun racistas que se observan en muchos de los estratos sociales, y han sido factor relevante en la conformación, permanencia y extensión de una cultura alienada y renegada. Frente a este problema, ¿será el destino de los Estado nacionales asistir al

proceso de su propia desnacionalización ante el embate de fuerzas

transnacionales que los superan?

d . La creciente contracultura.

En la actualidad, las nuevas identidades culturales emergentes, resultado de la emigración, de la urbanización y de la masificación, como los movimientos religiosos y mexicanistas, o los chicos banda, tienen un contenido disidente y hasta subversivo respecto a la cultura dominante, son justamente contracultura, en tanto rechazan los valores considerados como esenciales por las clases dominantes.

En los últimos años estas tendencias contraculturales parecen fortalecerse sobre todo en la prensa escrita, en donde se han rebasado los límites antes permitidos y se ha abandonado la autocensura tradicional características de las últimas décadas. Esta misma tendencia es creciente en los

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movimientos urbanos populares, sobre todo en la Ciudad de México y en la zona metropolitana que la circunda.

De este modo, según Bartra la cultura actual ya es disfuncional a la nueva situación y cada vez más un mayor número de mexicanos rechaza los valores y prácticas de esta cultura, “fiel compañera del autoritarismo”, como lo demuestran los movimientos de 1958, 1968, 1971, y demás disidencias que desde entonces se han expresado en la política, en el arte, en la música. Muchos mexicanos han perdido su identidad al rechazar el paradigma del estoicismo nacionalista uniformador, pero no lo deploran; “su nuevo mundo es una manzana de discordias y contradicciones,,, sin haber sido modernos…ahora son desmodernos…”

¿Cuál será el sentido de la contracultura, la democracia, la racionalidad y la tolerancia, o el autoritarismo, la violencia y el fanatismo?

2. La cultura como comunión: la cultura e identidad nacionales

Todas las sociedades contemporáneas son sociedades estratificadas, en las que cada uno de sus estratos tiene sus propias manifestaciones culturales; pero estas manifestaciones no pueden ser tan diferentes que impidan la convivencia y el actuar como una colectividad. Por el contrario, para mantenerse como una sociedad, requieren la existencia de un denominador común, de una cultura general o nacional que les proporcione cohesión, aunque no elimine sus diferencias y contradicciones internas. Entre mayor cohesión alcancen las sociedades, más fácil será la convivencia entre sus miembros y la búsqueda de objetivos comunes.

En consecuencia, los Estados aspiran a conformar una cultura nacional que dé unidad cultural a la heterogeneidad de formas culturales resultado de su propia estratificación, porque en esta medida atenuarán sus contradicciones y serán más fuertes en lo interno y frente a los demás, y mayores posibilidades tendrán de plantear y realizar objetivos comunes.

En este contexto, puede consolidarse una identidad nacional que, como señalan Béjar y Capello, “es la forma en que los integrantes de una nación sienten como propios el conjunto de instituciones que dan valor y significado a los componentes de su cultura, de su sociedad y de su historia”.

En contraste, un Estado sin una cohesión social fruto de su cultura nacional, es débil porque sus contradicciones internas dificultan la convivencia y por lo mismo, no es capaz de movilizar a su población hacia la consecución de un proyecto colectivo, y porque se encuentra inerme ante la

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penetración extranjera que no halla resistencia en la lealtad de sus ciudadanos hacia su propio gobierno y país.

La importancia de la cultura y de la identidad nacionales quedó manifiesta en Europa durante la I Guerra Mundial. Relata Galbraith que los trabajadores de varias nacionalidades integrados en la Segunda Internacional que se sustentaba en el internacionalismo proletario, habían decidido la huelga general en caso de guerra entre sus países; al estallar el conflicto, una tercera parte de los socialdemócratas acudieron al llamado a filas de la Patria en Alemania, otro tanto hicieron sus correligionarios franceses, y los británicos, también acudieron en tropel a las oficinas de reclutamiento….Los planes gubernamentales para obligarlos a enrolarse se archivaron; nunca se necesitaron…a. México: una cultura nacional en ciernes.

Fruto de la dominación colonial, somos una sociedad multiétnica y pluricultural, compuesta por un conjunto de subculturas distintas, resultado primero del enfrentamiento de dos civilizaciones, mesomericana india y cristiana occidental , y después, de la penetración desigual del capitalismo industrial, que dan origen al actual mosaico cultural complejo, heterogéneo, y asimétrico que hoy es Mëxico.

El sinfin de elementos, identidades y lealtades culturales, a veces en oposición irreconciliable, producto de una abigarrada estratificación, hacen de México muchos Méxicos étnica y culturalmente, los cuales difícilmente tienen algo en común y por el contrario, difieren en sus concepciones, valores, actitudes y aspiraciones fundamentales sobre el mundo, la naturaleza, la sociedad y el hombre mismo.

El grado de divergencia cultural varía tanto de acuerdo con las localidades, como con las clases sociales, los niveles culturales y las formas de vida, No es un contínum de una misma cultura básica que se extienda de la cúspide a la base de la sociedad, sino una coexistencia de culturas interpenetradas que se aglomeran sin fusionarse, que conviven en tiempos sociales diferentes y se mantienen en oposición abierta o latente.

En consecuencia, la llamada cultura nacional no incluye a todos los mexicanos ni a todas las aspiraciones y formas de vida. . Es en esa aglomeración de subculturas reprimidas y dominadas que chocan o se mezclan en donde, según Capello, está el proceso inicial de la formación de una posible nacionalidad futura. Pero hasta ahora, en México no ha existido una cultura nacional. No es que se aspire a una cultura única o uniforme, pues todas las naciones tienen algún grado de diversidad, sino que como una cuestión de grado, algunos valores fundamentales deben ser compartidos para lograr un mínimo de unidad dentro de la diversidad .

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¿Es esta carencia de unidad fundamental la que hace que los diversos estratos de mexicanos no se reconozcan como iguales y aun propongan el sometimiento y exterminio de los sectores más débiles? ¿Es la falta de esta unidad esencial la que provoca la proliferación de proyectos de nación tan diferentes que hacen de la política una lucha a muerte entre enemigos irreconciliables, capaz de desgarrar al país, y no una competencia entre adversarios que supeditan sus diferencias al interés de la nación?

b. Una conciencia nacional que no logra madurar.

Señalan Béjar y Capello que sentir como propias las instituciones del Estado y participar libremente en ellas, produce en la ciudadanía una creciente responsabilidad hacia las mismas. Está responsabilidad es la definición de la conciencia nacional, que nace de “una justa y equitativa reciprocidad entre las demandas que el Estado impone a la ciudadanía y los satisfactores y respeto a los derechos que le proporciona”. Obviamente la democracia genera una conciencia nacional madura.

En nuestro país, tras trescientos años de dominación colonial y cerca de doscientos de agitada y amenazada vida independiente, sólo las generaciones que actualmente viven, según su edad, sexo, clase social y localidad, han tenido alguna experiencia democrática, nunca suficiente para adquirir una conciencia nacional plena.

Nuestra cultura permanece autoritaria y excluyente, o al menos conserva muchas manifestaciones no democráticas en la burocracia y en los partidos, por ejemplo, que en buena medida representan la experiencia cotidiana de la mayoría de la población y que la hace sentir ajena a las instituciones nacionales y por lo tanto, sin ninguna significado para ella, ni tampoco responsabilidad respecto a las mismas. En estas condiciones, la falta de consenso y participación determina que nuestras instituciones carezcan de auténtica representatividad y consecuente capacidad de convocatoria y movilización.

¿Explica lo anterior, la inexistencia de un proyecto nacional capaz de movilizar a los principales grupos hacia su consecución? ¿las relaciones recalcitrantes entre el gobierno y la ciudadanía, que hace cada vez más costoso para el gobierno hacer cumplir las leyes, reglamentos, políticas y programas por la indiferencia y resistencia de la población? ¿Es causa de la incredulidad y desconfianza ciudadana en el actuar de las autoridades? ¿Contribuye a fomentar la indiferencia hacia las elecciones y el permanente abstencionismo de los electores?

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Así. se genera la marginación de importantes sectores y el carácter nacional se desdibuja y tiende a ser inestable. En consecuencia, la inmadurez se vuelve una característica constante de la conciencia nacional.

c. La malograda identidad nacional.

En una encuesta realizada en varias ciudades, regiones y distintos estratos, por Raúl Béjar y Héctor Capello, se concluye: “Podemos asumir que la identidad y el carácter nacionales se encuentran extraordinariamente deprimidos, con excepción de las variables que tienen que ver con las instituciones más vernáculas de nuestra cultura… siendo las instituciones políticas las que debiesen ser las más importantes en la conformación de la identidad y el carácter nacionales, obtienen los porcentajes más bajos… “ La conclusión es lógica, dada la marginación, la existencia de los grupos

indígenas, las discontinuidades educativas y la desigualdad en el grado de

urbanización, no ha podido hacerse general la identidad nacional , definida

como conciencia de que se pertenece a una nación. Los intentos de la

Revolución Mexicana fueron superados por la industrialización, por una crisis

de casi dos décadas, y sobre todo, por medios de comunicación

transnacionalizados. Hoy, según Béjar, no se da “una identidad nacional que

sirva de vínculo entre el sujeto y el sistema político nacional”, ni tampoco

los individuos se identifican como miembros del mismo sistema político.

Esto significa una falta de compromiso con la nación. Nuestra alienación cultural, originada en la colonia, explica la actitud de algunos sectores de considerarse de paso por el país y por lo tanto, no decidirse a permanecer definitivamente arraigados y dispuestos a construir aquí su futuro. Tampoco es extraña la actitud de otros sectores identificados con otras culturas diferentes a la nacional aunque carezcan de todo vínculo personal o familar ancestral. La debilidad de nuestra identidad nacional en situaciones de crisis puede llegar a tener visos de problema de seguiridad nacional.

¿Esta débil identidad nacional será capaz de enfrentar un mundo globalizado, en el cual, por ejemplo, el dinero logra movilidad y es capaz en cuestión de segundos de trasladarse de un lugar a otro? ¿Volverá algún Presidente a señalar que “los rentistas mexicanos en los últimos años han hecho mayores inversiones en Estados Unidos que toda la inversión extranjera en México en toda la historia, y que estos inversionistas “simplemente no demostraron solidaridad”?

d. Los cambiantes rostros de México

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El cambio caracteriza a las culturas; por distintos motivos hay elementos que se pierden, otros que se transforman y algunos más que se añaden o combinan.

En esta dinámica, la uniformidad se produce cuando existen factores que contribuyen a promover una cultura general o nacional : la escuela, los medios masivos y la movilidad social son elementos de uniformidad nacional, así como la acción intencional del gobierno y de los grupos sociales, políticos, económicos y religiosos que con algún propósito se esfuerzan por eliminar la diversidad cultural.

Por el contrario, se da un proceso de diversificación cuando estos cambios se cristalizan en conjuntos de rasgos culturales que permiten a los grupos identificarse entre sí, a asumir nuevas identidades culturales, que van formando subculturas y contraculturas.

En un país como México, multiétnico y pluricultural, esta tensión entre las tendencias a la diversidad y a la uniformidad es más profunda y dinámica, de modo que el cambio permanente de sus elementos culturales y étnicos provoca la manifestación cultural de México mediante muchos rostros, variados y cambiantes, a lo largo del tiempo.

e. La educación: factor de diferenciación no de integracion cultural.

El ser humano arriba al mundo sin una cultura, debe aprender una gran variedad de relaciones, desarrollar reflejos condicionados y hábitos para vivir, y adquirir ideales y valores, esto es, una imagen de lo bueno y de lo malo. Este es el proceso de socialización, que comprende la educación informal y formal.

En lo que corresponde a la cultura nacional, mediante el sistema educativo se inculcan los ideales nacionales y se consolidan los patrones y valores culturales comunes. De este modo, la educación sigue siendo el medio más importante de integración cultural, de la cual resultará la cultura, unidad e identidad nacionales.

Para Béjar la formación del individuo mediante la educación formal es fundamental en una cultura que aspira a ser nacional porque puede promover la lealtad hacia el sistema político y los valores nacionales. “El objetivo de la educación institucionalizada es hacer de la generación futura ciudadanos que compartan el sistema que sostiene al Estado, meta que se plantean las diferentes naciones, con independencia del sistema económico-político que sustenten”.

Lamentablemente, hoy más que nunca, la asistencia de niños y jóvenes a las instituciones educativas está condicionada por las clases sociales a las que pertenecen. Este mismo factor

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determina sus posibilidades de avanzar en los niveles educativos o de dejar inconclusa, como la mayoría de la población, su educación escolar. Como consecuencia, la educación se ha convertido en un medio de diferenciación cultural, que refuerza la desigualdad social, más que la integración nacional.

Con el auge de la educación privada en todos los niveles escolares, la cual por estar sujeta a la lógica del mercado fomenta la diferenciación social, las nuevas generaciones estarán cada vez más escindidas en mundos distintos, distantes y separados entre sí, con muy poco que compartir, con casi ningún elemento que los haga reconocerse miembros de una misma comunidad nacional.

Por otra parte, la educación informal en la que estamos inmersos constantemente, sobre todo mediante los medios masivos que hoy constituyen la influencia principal sobre la cultura de las masas, contribuye muy poco a la difusión y refuerzo de actitudes y valores que promuevan una cultura nacional. Por el contrario, estos medios estimulan valores tradicionales disgregadores, o se constituyen en vehículo del imperialismo cultural.

¿Podrá convivir en paz y colaboración una sociedad tan profundamente fragmentada? ¿Si no se compartió un pasado, ni se participa en una sola realidad presente, podrá trabajarse en pos de un futuro común, de un solo proyecto nacional, capaz de integrar el esfuerzo de la mayoría de los mexicanos?

3. La cultura como innovación: el México profundo frente a la globalización .

La importancia de los factores culturales en el desarrollo de las sociedades quedó demostrada desde los estudios de Max Weber. No existe acuerdo acerca de cómo funciona la cultura en una sociedad, qué factores la gobiernan y cuál es el grado de influencia que ejerce en la conducta y en la manera de pensar y percibir al mundo, pero si en que los rasgos culturales explican otros rasgos de la sociedad, entre ellos su capacidad de innovación.

A pesar que las culturas modernas tienden a ser heterogéneas, alcanzan una relativa coherencia mediante algunos valores generales, los cuales pueden facilitar o estorbar los cambios evolutivos de una sociedad. Aun las tradiciones pueden alentar la innovación o el misoneismo. Así, las sociedades más innovado¬ras pueden ser también intensamente tradicionalistas.

Se han tratado de determinar los rasgos culturales que permiten la innovación en las sociedades, desde su orientación hacia la racionalidad, la ciencia y el futuro, frente a la tradición y el pasado,

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hasta las variables de Parsons: logro contra adscripción, universalismo contra particularismo, y especificidad contra difusividad.

De este modo, las sociedades más abiertas al cambio muestran mayor tendencia a racionalizar todos los aspectos de la vida social, a utilizar la ciencia para enfrentar sus problemas, y a vislumbrar el futuro como resultado de sus acciones; en contraste, en las sociedades con menor propensión al cambio, la tradición, como conducta repetitiva para resolver situaciones previsibles, tiene mayor importancia, y por lo tanto, se venera el pasado creador de esas tradiciones.

De igual manera, en las sociedades más cerradas, el status social, el rango, la casta, son el punto de partida para la distribución de los roles sociales y en consecuencia domina una visión particularista de clan, tribu o estamento y la multidimensionalidad en el comportamiento social; al contrario, en las sociedades más innovadoras, predomina el logro, mérito o capacidad individual para la asignación de roles y por lo tanto, una mentalidad universalista y mayor especificidad en los papeles sociales.

Para Riggs, en las sociedades en transición, “prismáticas”, como la nuestra, los valores tradicionales y modernos se aglomeran sin que los últimos sustituyan a los primeros. Se dá valor al mérito, pero más si se respalda con un blasón familar, status social, o pertenencia a un grupo o comunidad relevante; se tiene una visión universalista, pero si se refiere a la familia, al grupo o comunidad y hasta localidad propias, es particularista; se valora la especialización, pero muchos de los roles permanecen mezclados y difusos; se aprecia la ciencia, pero subyace una mentalidad mágica; y se anhela un futuro diferente, pero sin perder las ventajas ancladas en el pasado. En suma, la cultura ideal es muy diferente a la cultura real; formalmente se es moderno, más en la práctica, tradicional.

¿Explica esto nuestra contradicción de aspirar a la modernidad y de temer erradicar valores tradicionales que refuerzan el status quo, a pesar de que a la luz de la globalización hacen parecer a México sumido en un atraso similar a países que siempre consideramos primitivos? De cualquier manera y al menos en igual medida que otros facto¬res, la cultura explica el desarrollo o el atraso económico, el orden político, la desigualdad social y, hasta la misma condición humana en las sociedades.

En el caso de México, el cambio necesario para acceder a una cultura verdaderamente nacional tiene que partir del reconocimiento de la situación paradójica de nuestra cultura actual considerada nacional: la existencia de elementos culturales no occidentales que se están

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manifestando con vigor y las tendencias internacionales resultado de la globalización que desdibujan justamente lo que nos ha dado peculiaridad.

a. La omnipresencia del México profundo.

En México los cambios en la tecnología y la cultura material han sido más rápidos que los cambios en los valores y creencias por un lado, y por otro, el cambio de las estructuras políticas y sociales no ha producido una nueva cultura, sino una aglomeración de culturas.

Pero mientras la herencia cultural de la colonia permanece viva, abierta y manifiesta, como en el idioma, el legado indígena parece liquidado pero está omnipresente en los toponímicos, en la piel de la mayoría, en las costumbres y hasta en los gustos culiniarios.

Es la presencia del México profundo que según Bonfil forman “una gran diversidad de pueblos, comunidades y sectores que juntos representan a la mayoría del país, y que son portadores de maneras de entender el mundo y organizar la vida originadas en una civilización negada, la mesoamericana, y forjadas en un largo y complejo proceso histórico”.

Esta cultura, continúa Bonfil, exaltada como el mundo muerto que dío la semilla del México actual, es relegada, ignorada o negada como cultura viva por las élites. Muchos se sienten orgullosos de los “treinta siglos de cultura”, pero muy pocos de sus ancestros indígenas. Se vive una esquizofrenia cultural en la cual, “la cultura tradicional …. no tiene cabida explícitamente; permanece soterrada y aflora de vez en cuando, imprevista, como un detalle que cuestiona a fondo el todo aparente”.

Dentro de la innovación cultural, el México profundo se ha resistido a la occidentalización. Se manifestó en los movimientos separatistas de los indígenas, que entre los años de 1821 a 1910 registraron revueltas todos los años, cuyo objetivo más frecuente era que se les dejara en paz, no luchar porque se les incorporara a la sociedad considerada nacional.

Hace acto de presencia en los crecientes movimientos indígenas que, integrados por varias etnias, ahora apuntan sus esfuerzos a lograr cambios a escala nacional e internacional que les sean favorables, sin restringirse, como antes, a sus propias comunidades. Además de que hoy tratan de vincularse a otros movimientos sociales y políticos que pueden permitirles una mayor eficacia.

Quedó también manifiesto en el actual levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que percibió al TLC como el “acta de defunción de las etnías indígenas”.

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Sigue participando en la innovación cultural de los estratos sociales pobres, marginados e indígenas que constituyen la mayoría de la población, que se resisten a identificarse con los valores dominantes, y como una respuesta a este afán de occidentalización impuesta, reafirman sus valores tradicionales, crean sus propias identidades, sus organizaciones informales y en general, sus propias subculturas urbanas y rurales, como describe Béjar.

¿ Si una sociedad se define como un grupo de personas que comparten una cultura común, dada la marginación del México profundo podemos considerarnos una sociedad nacional? ¿Constituimos más bien una sociedad dual con colonialismo interno, como lo ha concebido González Casanova? b. Las tendencias resultado de la globalización. El cambio cultural del país siempre ha venido de fuera. Sin embargo, hoy la

internacionalización de la economía, la integración de bloques comerciales, la

proliferación de empresas transnacionales y la revolución de las

comunicaciones son algunos de los factores que han subordinado el proceso de

las identidades nacionales a la aparición de nuevas lealtades políticas,

ideológicas, culturales y económicas que erosionan sus costumbres,

ideosincracias y valores históricos. Esta influencia tiene mayores

repercusiones en los países cuya conciencia nacional aun no ha podido alcanzar

una madurez adecuada.

Dentro de este proceso general de globalización, pueden destacarse algunas tendencias:

i. El Estado adelgazado.

Dice Béjar que el Estado ha sido y es, salvo excepciones como Israel, el medio integrador dentro de la heterogeneidad de un país.

No obstante, aun en los grandes países industrializados el Estado está perdiendo capacidades de gestión y ámbitos de decisión, además de que el mundo se rige crecientemente por los intereses de grandes bloques transnacionales. En una sociedad internacional que avanza hacia una interrelación cada vez mayor, parece disminuir el margen de autonomía necesaria para la sobrevivencia del Estado Nación.

Por otra parte, como resultado de la tendencia casi mundial a la privatización, el Estado se ha replegado de todos los ámbitos en que había venido actuando, entre ellos campos antes considerados de importancia estratégica en la conformación de las culturas nacionales, entre ellos la educación y los medios masivos de comunicación.

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ii. La transnacionalización de las culturas periféricas.

La revolución de las comunicaciones y de la informática permite hoy la incorporación de circuitos culturales, que hasta hace unos años eran completamente nacionales, a circuitos culturales transnacionales. Así, por ejemplo, es creciente la proporción de la juventud que se forma y certifica su competencia en universidades de la metrópoli, que posee medios de comunicación internacionalizados pero controlados por el centro y constituye una comunidad de “pares” esparcida mundialmente, pero concentrada en las grandes capitales de los países desarrollados

De continuar esta tendencia, las posibilidades de control de estos circuitos desde los países periféricos parece prácticamente imposible, por lo que difícilmente podrán ser incluídos en las políticas culturales nacionales de nuestros países.

iii. La industrialización de la cultura.

La cultura de masas que caracteriza a la sociedad actual ha estimulado el crecimiento de las industrias culturales de publicaciones, discos, televisión, videos, fotografía, espectáculos, arte, programas de computación, etc., cada una de las cuales acciona circuitos diversos y entrecruzados que se organizan de acuerdo con los requerimientos del mercado no sólo nacional, sino regional y mundial. Lo anterior ha provocado un fenómeno de concentración de grupos poderosos nacionales y transnacionales que controlan vastos sectores de estos mercados. Esta tendencia puede dejar inermes a los gobiernos nacionales para impedir que estas grandes industrias de la cultura den contenido y sentido al proceso de sus culturas nacionales, así como evitar, mismo tiempo, que adquieran gran poder de manipulación de la opinión pública y ejerzan una influencia política desmedida sobre sus poblaciones.

IV. La homogenización de los estilos de vida.

La expansión de la economía mundial, las telecomunicaciones globales y el tráfico incesante de viajeros han provocado el surgimiento de estilos de vida internacionales homogéneos, basados en patrones de consumo, hábitos de diversión, costumbres, gustos, uso de máquinas y artefactos similares, y un lenguaje: el inglés. Es obvio que estos nuevos modos de vida rebasan las fronteras culturales y tienden a reforzar la tendencia hacia una cultura universal, la cual obviamente se constituye en obstáculo para la formación o preservación de las identidades culturales. Aunque según Naisbitt, en la medida que crece esta homogernización, aparece un mayor interés por mantener las identidades, sean religiosas, culturales, nacionales, lingüísticas, o raciales. Como

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una especie de reacción contra la uniformidad, surge un deseo de afirmar la unicidad de la cultura y el lenguaje propios, y de repudiar la influencia extranjera.

v. La privatización de las instituciones culturales.

Es evidente la tendencia a privatizar circuitos culturales que en países como México, fueron pensados originalmente como públicos. Así las grandes universidades se transforman en empresas con una gran capacidad para definir por sí mismas sus políticas culturales, a pesar del esfuerzo de los gobiernos por enmarcar sus actividades dentro de los propósitos más generales del desarrollo nacional.

v. La cultura del yo.

La sociedad moderna es hedonista: “cree que la felicidad y la libertad se encuentran en la esfera privada; está constituyendo una cultura individualista que ignora los asuntos públicos y se recluye en el ámbito íntimo de la familia, la pareja, los pares …que induce al ciudadano a aislarse de la masa de sus semejantes y a mantenerse aparte con su familia y sus amigos, a formar una pequeña sociedad para su uso particular y a abandonar la grande”, dice Helena Béjar.

Aunque esta manifestación cultural no es general, está llegando a los sectores de mayor influencia ideológica, cuyos usos y costumbres tienden a convertirse en norma de la existencia colectiva, en estilos de vida a seguir para diferenciarse socialmente.

Esta tendencia de individualismo acendrado que se observa en naciones desarrolladas, adoptada por las élites de los países pobres, como el nuestro, constituye un elemento más de dificultad para llegar a una cultura nacional y un factor adicional de separación de las élites respecto a los sectores mayoritarios de una sociedad urgida de integración, de solidaridad y de conciencia nacional.

¿ Si estas tendencias expresan la convergencia en una cultura universal, la cultura e identidad nacionales están a contrapelo de la historia?

4. La cultura nacional y la democracia: la cultura política.

Desde que Platón señaló que “los gobiernos varían tanto como las disposiciones de los hombres varían”, se ha tenido conciencia de la importancia de la cultura en la política. Hace más de doscientos Herder acuñó el término cultura política para referirse a este hecho; y fué Tocqueville quien por primera vez realizó un estudio sistemático de la relación entre cultura y democracia.

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A mediados del presente siglo, la cultura política adquirió importancia dentro de las teorías del desarrollo, y hoy en el análisis de los rasgos culturales de un sistema político, es fundamental la idea de cultura política, que según Verba es “el sistema de creencias empíricas, símbolos expresivos, y valores, que definen la situación en la cual la acción política tiene lugar.” Estas creencias, sentimientos y valores influyen significativamente en el comportamiento político y son producto de la socialización experimentada sobre todo en la edad adulta. La cultura política comprende principalmente actitudes hacia la comunidad nacional (identidad nacional), el régimen (legitimidad) y las autoridades (legitimidad y efectividad); así como hacia la misma política (participación subjetiva, parroquial); hacia otros actores políticos (confianza, cooperación, hostilidad); y hacia las políticas gubernamentales (bienestar, seguridad y libertad).

Dentro del contexto cultural de México, la cultura política no puede más que expresar las tendencias a la exclusión, al autoritarismo y al centralismo que la hacen poco afín con la democracia.

Así, la exclusión histórica de grandes sectores convierte a la política en una cuestión que sólo atañe a la cúspide de la sociedad, como lo expresó el Virrey de Croix en su momento, y a la gran mayoría en sujeto de manipulación. De aquí se ha derivado, como lo ha señalado Corneluis, una escasa identidad nacional y débil legitimidad de las instituciones; que nuestra cultura no aliente la participación directa, plena, igualitaria y democrática; y que buena parte de los ciudadanos no se sienten capaces de influir en las leyes y políticas gubernamentales y sólo un poco en aquellas que directamente afectan su situación particular.

El autoritarismo como ejercicio arbitrario del poder por un líder único o un pequeño grupo ha tenido su máxima expresión en el caciquismo, rural primero, urbano después. Desconfianza e individualismo han sido sus respuestas, y aun el cinismo hacia la política que según Corneluis caracteriza a nuestra cultura. De cualquier manera el autoritarismo que subyace en muchas de nuestras instituciones sociales, legitima la “mano dura”, presiona hacia la sumisión, y condena como traición toda disidencia. Asimismo, estimula una baja estima de la eficacia personal en la acción política y un gran sentido de dependencia del gobierno para mejorar las condiciones de vida. En pocas palabras: nuestra cultura tampoco en este aspecto es propicia a la democracia.

La tendencia al centralismo refuerza la exclusión y el autoritarismo, y provoca un afán de unformar aunque sea formalmente un país caracterizado por su diversidad social, cultural y geográfica. Se constituye así un obstáculo más a vencer por la democracia.

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Así, existe incongruencia entre la cultura política dominante y el sistema político. Concluye Corneluis: Existen dos culturas: la oficial en la que todos están de acuerdo con la democracia y la real, no democrática.

En contraste, puede decirse que la cultura democrática se sustenta en la dignidad e igualdad humanas, en la conciencia de que el hombre tiene necesidad de la cooperación social para poder alcanzar su plenitud, y en la confianza en la razón como el mejor medio para resolver los conflictos. A partir de estos valores fundamentales se deriva la democracia como una forma de convivencia, que otorga el mismo valor a todos, y por lo tanto, igual respeto y oportunidades para buscar su propio desarrollo. Por eso, para algunos pensadores, como Octavio Paz, la democracia es esencialmente una cuestión de cultura, un estado de la mente, una actitud ante la vida, un comportamiento en relación con los demás. En suma, estamos lejos de alcanzar una cultura que acepte, promueva y preserve la democracia, y más lejos aún de llegar al modelo ideado por Verba de democracia estable: la cultura cívica, “en la cual hay un consenso sustancial en la legitimidad de las instituciones políticas y en la dirección y contenido de la política gubernamental, una amplia tolerancia de la pluralidad de intereses y creencia en la posibilidad de su reconciliación, así como un sentido compartido de competencia política y de confianza mútua entre la ciudadanía”.

5. Necesidad de una cultura funcional a la nueva situación.

De acuerdo a los aspectos que se han tratado de analizar, parece ser que no hemos podido conformar una cultura nacional que contribuya a mantener el orden social y a reforzar el “estabishment”; tampoco nuestras culturas y subculturas se han integrado lo suficiente como para producir valores fundamentales compartidos que a pesar de nuestra diversidad nos hagan sentir a todos ser miembros de una sola nación; menos podemos decir que nuestras características culturales nos permiten abrirnos a la modernidad , sin temer y hasta rechazar las consecuencias prácticas de la racionalización, competencia, libertad e igualdad social, responsabilidad y democratización, entre otras, que la modernidad implica.

Según Béjar, la estructura política disfuncional e inadecuada a la actual conformación de la sociedad mexicana, la economía endeble y monopolizada por pequeños grupos tradicionales, la organización social que se apoya en los privilegios de clase y de grupo más que en los méritos personales, la cultura disgregada y divorciada de la ciencia y la tecnología modernas, muestran que el impulso de la revolución por construir una cultura e identidad nacional se hechó por la borda, y por qué miles de mexicanos abandonan el país para buscar un nuevo modo de vida y reencontrar su identidad cultural y el respeto político.

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Para Capello “existe la franca necesidad de constituir un nuevo pacto social; uno que sea producto de una profunda, clara y honrada concertación entre todos los sectores y capas sociopolíticas de la población. Si esto es posible y ocurre, por fín podremos consolidar nuestra identidad y carácter nacionales para que siquiera, en los albores del siglo XXI, experimentemos el inicio de una conciencia nacional madura.”Más radical y sarcástico, Bartra advierte que la actual cultura política ya no corresponde a las necesidades de expansión del propio sistema de explotación: “Aun el avance de un capitalismo brioso e imperialista choca abiertamente con la estela de tristezas rurales, de barbaries domesticadas por caciques, de obrerismo alburero y cantinflesco, de ineficiencia y corrupción en nombre de los pelados”.En suma:nuestra cultura e identidad nacionales parecen abortadas ante la dinámica interna de la sociedad mexicana y su articulación son el exterior. El sólo cambio de las estructuras políticas y sociales no produce una nueva cultura, esta es la experiencia histórica de México. La globalizacion no nos ha hecho iguales, hará más evidentes nuestras diferencias culturales, de lo que sobrevendrá su reforzamiento o desaparición.

No se trata de encerrarnos: “un hombre y su cultura perecen en el asilamiento y nacen o renacen en compañía de los hombres y mujeres de otra cultura, de otro credo, de otra raza…” como señala Carlos Fuentes.

Se trata de insertarnos en la cultura universal con el rostro propio a que hemos aspirado desde que nos constituímos como nación.

¿ Por qué no retomar el camino andado en los esfuerzos por construir una nacionalidad que nos permita enfrentar solidariamente los cambios provocados por el actual predominio global de la economía internacional?

II. Las políticas culturales: Un debate irresoluto sobre la cultura nacional.

Desde el surgimiento mismo de la idea de crear una Nación, se inició el debate sobre la cultura nacional. Con el reconocimiento desde entonces de la inexistencia de esta cultura nacional, mucho se ha discutido acerca de cómo podría irse forjando y con base en qué elementos de los acervos culturales disponibles. En este intento de definir el rumbo de nuestra cultura nacional, pueden identificarse las siguientes ideas:

a. La occidentalización: el México imaginario.

El régimen colonial en su afán de cristianización implícitamente señalaba que el único camino hacia la salvación del alma era la occidentalización,

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El turbulento siglo XIX del México independiente no planteó propósitos culturales diferentes. La nueva nación fue concebida por la minoría occidentalizada como culturalmente homogénea, pues la creencia dominante era de que cada Estado debía ser la expresión de un pueblo producto de una misma historia, que compartía una misma cultura y una misma lengua, y que buscaba forjarse un futuro común. Las facciones coincidieron en el propósito de incorporar a las grandes mayorías al modelo occidental, aunque difirieron en los medios para alcanzarlo y en los modelos nacionales adoptados.

Asimismo, durante el siglo pasado, los pensadores europeos más relevantes participaron de la idea del progreso, que concebía el desarrollo de la humanidad como un proceso de evolución universal integrado por etapas sucesivas y ascendentes hacia niveles civilizatorios superiores que, lógicamente correspondían a su cultura, la occidental. Esta filosofía de la historia, en su expresión positivista culminó en el Porfiriato y fué derrotada por la Revolución.

Hacia mediados del presente siglo, con el inicio de la industrialización, el camino de la cultura nacional volvió a plantearse en términos semejantes, ahora con el apoyo de las ciencias sociales anglosajonas que consideraban inevitable el tránsito de lo rural a lo urbano y la homogenización cultural como resultado necesario y universal de los procesos de modernización, a la cual consideraron sinónimo de occidentalización.

Hoy, la idea de que la globalización es la tendencia dominante y única que define el futuro del país, parece significar la occidentalización definitiva.

De este modo, los distintos proyectos de unificación cultural han pretendido la occidentalización de todas las demás culturas, y en consecuencia, su desaparición. Siempre han concebido el futuro dentro del ámbito de la civilización occidental y a la multiplicidad de las culturas indígenas como obstáculo para alcanzarlo. Por eso Bonfil señaló que “la historia mexicana puede entenderse como una

aspiración permanente por dejar de ser lo que somos….y la tarea de construir

una cultura nacional consiste en imponer un modelo ajeno, distante, que por sí

mismo elimine la diversidad cultural y logre la unidad a partir de la

supresión de lo existente…nunca a partir de lo que realmente somos…por eso, la

mayoría de los mexicanos sólo tiene futuro a condición de que dejen de ser

ellos mismos… para ser ciudadano mexicano no basta haber nacido en este suelo,

para los muchos es condición adicional aprender una cultura ajena…” Como

inmigrantes en nuestro propio suelo.

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Surge así, el “México imaginario”, un país minoritario que se organiza según normas, aspiraciones y propósitos de la civilización occidental que no son compartidos, o lo son pero desde otra perspectiva, por el resto de la población nacional.

b. La nación homogénea: proyecto de la Revolución.

Los gobiernos revolucionarios asumieron la tarea de construir una nueva cultura nacional que fuera homogénea y que a pesar de que fuera creada por la élite gobernante llegara a ser el patrimonio cultural de todos los mexicanos. Una cultura mestiza que amalgamara lo mejor de las dos culturas asentadas en el territorio del país.

Se marcó así, para Béjar y Capello, un rumbo prometedor a la construcción de una identidad y un caracter genuinamente nacionales: “ la Revolución descubrió un país de masas, variado, complejo, rico en tradiciones, plural en sus concepciones sobre la vida, el trabajo, el poder y la solidaridad. Inmerso en sus virtudes y sus vicios; esperanzado en su búsqueda de libertad y ansioso de construir un futuro de democracia, bienestar y libertad; de encontrar una nueva dimensión de las relaciones sociales fundamentales; una nueva ecuación de reciprocidad entre el Estado y la sociedad civil… es el primer movimiento social de masas que tiene posibilidad de crear las bases de una nueva nación y los símbolos sobre los cuales surge el inicio de unos profundos identidad y caracter nacionales de honda raigambre popular”.

El proyecto no alcanzó sus propósitos porque creó un conflicto histórico entre la pluralidad de nuestra sociedad y el proyecto de imponer una cultura única a la cual se le atribuía la condición de nacional, dice Bonfil. Además en la práctica chocaba su ofrecimiento de ser patrimonio de todos, con la realidad de sólo estar al alcance de una minoría privilegiada.

Por otra parte, “uno a uno los símbolos de la Revolución fueron suplantados por el desarrollo vertiginoso de los medios de comunicación masiva y de transporte, hecho al que se sumó el crecimiento de las ciudades y la reinstalación de una idelogía de gobierno que buscó nuevamente en los modelos externos su concepto de futuro,” concluye Béjar.

d. La vuelta a la realidad: la diversidad cultural.

Para Bonfil, un proyecto cultural nacional debe sustentarse en la diversidad real, histórica y actual de México, ya que esta diversidad ni es un obstáculo para la unidad nacional, ni para el desarrollo y el avance de la sociedad en su conjunto, ni para cada una de las subculturas particulares, puesto que sabemos que los proceso culturales son más complejos y no obedecen a tendencias uniliniales ni unidireccionales como se creyó todavía a mediados del presente siglo.

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Por el contrario, la cultura es creación, recreación e innovación de la herencia cultural que cada pueblo recibe; “el hombre es creador y portador de cultura, no mero consumidor pasivo de bienes culturales ajenos”.

De este modo, se busca la unidad de lo diverso, como un espacio de diálogo y de intercambio de experiencias culturales distintas, en la que cada una “tenga el lugar que le corresponde y nos permita ver a occidente desde México, es decir, entenderlo y aprovechar sus logros desde una perspectiva civilizatoria que nos es propia porque ha sido forjada en este suelo, paso a paso, desde la más remota antigüedad……querer ser lo que realmente somos y podemos ser….afirmar nuestra herencia y negar radicalmente la pretendida hegemonía de occidente que descansa en el supuesto de que diferencia equivale a desigualdad y lo diferente es, por definición, inferior.”

El Estado y la sociedad deben organizarse de modo que la diversidad tenga cauces legítimos para expresarse y florecer. Al efecto hay que transformar nuestros valores y la manera de concebir nuestra realidad; en suma, superar la mentalidad de colonizado que nos fué impuesta durante tres siglos y aun persiste como un residuo en todas nuestras manifestaciones culturales. Sólo así podermos conformar un nuevo proyecto civilizatorio a partir de la presencia de nuestras dos matrices civilizatorias.

Por su lado, Béjar argumenta que “el concepto moderno de cultura es la variedad y diferenciación …que el gobierno debe propiciar el desarrollo y consolidación de esas diferencias, de esa variedad, ya que parecen constituir un depósito verdadero y cercano de cambio e identificación”.

En el mismo sentido se expresa Capello: “En resúmen: nuestra historia habrá de pasar por tres necesarias instancias. La primera: el reconocimiento de todos los derechos sociales, culturales y económicos de las comunidades indígenas para estructurar nuestra base multicomunitaria; la segunda: integrarnos en una comunidad cultural más amplia de naciones iberoamericanas para la consolidación de nuestro desarrollo, modernizanso así nuestras estructuras sociales y políticas, no en el discurso sino en la obra, y reconvirtiendo nuestras estructuras económicas y tecnológicas para darles respuesta contemporánea civilizadora; y la tercera: desarrollar nuestro papel como civilización que renueva la occidentalidad en sus tradiciones y valores”.

Concluye Carlos Fuentes:”…los indígenas de las Américas, de Alaska y Arizona, de Guatemala y Bolivia, nos piden a nosotros los hombres y mujeres de las ciudades que respetemos sus valores, no condenándolos al olvido, sino salvándolos de la injusticia; nos están diciendo que son parte de nuestra comunidad cultural; nos advierten que si los olvidamos a ellos, nos olvidamos a nosotros mismos…”

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III. La responsabilidad ineludible del Estado en la conformación de la cultura nacional y democrática.

a. La desigualdad: base de la cultura prevaleciente.

A lo largo de esta breve reflexión sobre la cultura nacional se ha puesto de manifiesto una constante que ha marcado el desarrollo de nuestra existencia como país en todos los ámbitos, no sólo en lo cultural: la desigualdad.

Con base en la desigualdad se fincó la cultura colonial que aun mueve muchas de nuestras percepciones, valoraciones, actitudes y comportamientos.

La desigualdad también ha sido la barrera infranqueable que ha impedido que todos los mexicanos podamos encontrarnos para construir juntos una nación y una democracia.

Desigualdad e identidad son términos opuestos. En la desigualdad no puede prosperar la cohesión social que facilite la convivencia social, ni definirse un proyecto nacional que anime el esfuerzo de todos, mucho menos esperarse lealtad de quienes nada o muy poco beneficio obtienen del sistema y de su pertenencia al país en que viven.

Toda desigualdad en sus diversas manifestaciones: étnica, educativa, socioeconómica, de la mujer, informativa, de las minorías, es incompatible con la democracia, que siempre aspira a la participación plena, en igualdad de oportunidades, de todos los ciudadanos de una sociedad. Luchar contra la desigualdad, en consecuencia, parece ser la propuesta lógica que se desprende de este trabajo.

Luchar contra la desigualdad para que toda la riqueza de nuestra variedad cultural pueda establecer entre sí vínculos nacionales que nos hagan participar de unos mismos valores fundamentales que nos hagan sentir mexicanos.

Luchar contra la desigualdad para que nuestras instituciones, nuestro sistema y nuestros gobiernos adquieran toda la legitimidad y la fortaleza que hoy sólo puede brindar una amplia participación democrática en la vida política nacional.

Sin embargo, si bién el cambio de estructuras políticas, económicas y sociales no produce directamente una cultural nacional y democrática, tampoco el cambio cultural puede inducirse sin estos cambios estructurales. La cultura es causa y efecto de nuestro modo de vida. Por lo tanto, la acción del Estado Mexicano contra la desigualdad tiene que correr paralela a todo un

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conjunto de políticas culturales que den un nuevo sentido a los cambios que experimente la gente en su vida diaria.

b. La cultura: parte insoslayable de la agenda política actual.

El liberalismo ha tenido múltiples expresiones desde sus origenes congruentemente con su naturaleza racional y libertaria. Pero en la actualidad, parece predominar en muchos países liberales, lo que se ha denomidado el neoliberalismo que puede resumirse en el predominio de la racionalidad económica del mercado sobre cualquier otro tipo de racionalidad.

Como consecuencia, aspectos importantes de la vida humana, como la cultura que le da sentido, se han dejado a “la mano invisible”, en realidad a las fuerzas de grandes corporaciones transnacionales, bajo la justificación de que cualquier intervención estatal significaría una amenaza a la libertad, a la expresión de la sociedad civil, de los artistas, del pueblo en general.

Es cierto que el liberalismo, como señala Celso Lafer, planteó una separación nítida entre Estado y no Estado, entre lo político y lo social, en la que la sociedad se convirtió en el todo y el Estado en parte. Es cierto también, que al reconocer los derechos a la libertad religiosa, a la libertad de opinión y a la libertad de pensamiento, el Estado perdió el monopolio del poder ideológico, y se dió paso a una sociedad abierta a la diversidad basada en la tolerencia mútua.

Pero esto no significa que el liberalismo adopte una actitud de indiferencia ante la cultura. Por el contrario, el liberalismo tutela la cultura para que no sea “trabada por obstáculos materiales que dificulten la libre circulación e intercambio de ideas, o por obstáculos psíquicos y morales derivados de la presión de varios tipos sobre conciencias y mentes de la ciudadanía”; de este modo, se asegura al individuo, considerado como un todo en sí mismo, la libertad para crear y disfrutar.

Por otro parte, el liberalismo procura la “ampliación de las oportunidades de participación colectiva de la ciudadanía en la creación y divulgación de bienes culturales”.

Y en tercer lugar, el liberalismo tutela “la individualidad en cuanto diversidad, viendo en el pluralismo uno de los elementos del bienestar del mundo”.

Por lo tanto, los Estados no pueden renunciar a su responsabilidad de integrador de la heterogeneidad para dar unidad a la diversidad de manifestaciones culturales, que es otra manera de propiciar la integración social, nacional y democrática que sigue siendo la más importante de las razones de su existencia. Por eso las corrientes más liberales, lo mismo que los países que

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fundamentan sus sistemas políticos en esta ideología, no han sido ni son indiferentes al problema de la cultura nacional.

No obstante lo anterior, señala Brunner, ha existido cierta resistencia a hacer de la cultura un objeto de políticas gubernamentales, ya porque se restringe su concepto a sus expresiones más exquisitas y elitarias, en las cuales la política se toma como intromisión, ya porque considerada la cultura un epifenómeno o superestructura, cuya lógica propia se encuentra en las relaciones económicas, es en este campo en el cual las políticas se consideran más efectivas. Además de que ha privado una visión instrumental del poder que no ha tomado en serio a la cultura y sólo se preocupa en algunos aspectos de los medios de la cultura, como la propiedad de los mismos, la organización escolar, los subsidios para el arte, etc.

Sin embargo, otros factores ha puesto a la cultura en la agenda política de muchas naciones:

En los países latinoamericanos que han experimentado el autoritarismo, se ha redescubierto su importancia: las sociedades resistieron e iniciaron la oposición mediante organizaciones civiles, académicas, religiosas, artísticas y de defensa de los derechos humanos; como contraparte, las dictaduras se esforzaron por transformar pautas de comportamiento y valoración, de borrar y sustituir tradiciones, mediante el uso eficaz de símbolos: miedo, fantasías de consumo, etc.

Por otra parte, el acceso generalizado a las escuelas y a los medios electrónicos, así como la masificación de las universidades y la proliferación de empresas culturales nacionales y transnacionales que han multiplicado el consumo cultural han generado procesos culturales que el Estado no puede ignorar sobre todo en los países cuya cultura e identidad no han podido consolidarse.

Así, los Estados tienen, necesariamente, que proteger y estimular los valores, actitudes y formas de comportamiento que amortigüen sus diferencias y contradicciones, que hagan prevalecer el interés del todo sobre las partes y que les permitan actuar en el mundo como una nación. En consecuencia, si como aquí ha quedado asentado, la creciente desigualdad y una cultura colonial que no acaba de desaparecer desgarran el ser nacional, el Estado Mexicano tiene que crear un clima de tolerancia y de deslegitimación de las manifestaciones culturales que reafirmen la desigualdad en todos sus aspectos: políticos, económicos, sociales, culturales, étnicos, sexistas y similares. Al mismo tiempo que apoyar y difundir las expresiones que refuercen los valores democráticos, en especial los señalados en el Artículo Tercero Constitucional.

c. La cultura: objeto elusivo de políticas públicas.

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Además del obstáculo ideológico, es frecuente que la definición y ejecución de políticas culturales se evite porque se enfrentan serios problemas para su formulación y operación eficaces, entre otros;

La proliferación de agentes culturales, que van desde industrias nacionales o transnacionales regidas por el mercado, asociaciones civiles o religiosas, organizaciones de profesionales o artistas, hasta instituciones como universidades y fundaciones públicas y privadas, determina una creciente dificultad para formular y poner en práctica políticas culturales eficazmente, pues no se trata de incidir en un objeto físico, sino en una “constelación movible de circuitos culturales que se engarzan unos con otros y que entreveran desde dentro a la sociedad”, compuesta de productores, medios, formas de comunicación y públicos. En una sociedad heterogénea y abigarrada como la mexicana, estos circuitos se multiplican y hacen aún más difícil aun la formulación de políticas culturales.

En consecuencia, las políticas culturales si pretenden alguna eficacia tienen que formularse y operarse con base en estos circuitos, comprender todos sus componentes, y enfocarse principalmente a los circuitos más grandes, complejos y masivos, los cuales son más suceptibles de intervención por agentes externos. El largo plazo que requieren mantenerse para obtener resultados perceptibles y que parece incompatible con los periodos gubernamentales y el cambio de funcionarios responsables de las mismas. Al efecto, las políticas culturales a mediano y largo plazo, han de buscar medios para internalizarse en los propios agentes de los circuitos en que pretenden incidir, mediante el consenso y la persuasión, para mantenerlas a salvo de la rotación de funcionarios y de la lucha entre partidos y facciones.

De cualquier manera, la propuesta no sugiere nuevos organismos burocráticos ni reformas administrativas, sino políticas públicas, es decir, uso estratégico de recursos jurídicos y reglamentarios, de aliento y desaliento mediante impuestos, subsidios, etc.,, y que con una perspectiva nacional, incidan en el ambiente cultural para movilizar, no sustiuir, a los productores, recursos y medios involucrados en el sentido ya indicado.

d. “Mas fuerte que la vida y que la muerte”

El problema de la cultura nacional frente a otros de nuestros grandes problemas parece no existir para grandes sectores. Generalmente se lucha por cambios estructurales, pero no por cambios en la cultura que determinará el funcionamiento real de los cambios estructurales que se logren. Quizás porque nuestra cultura es tan unida a nosotros mismos, bajo la propia piel, que sólo adquirimos conciencia de la misma en contactos con otras culturas y subculturas.

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Leslie A. White señala que la gente puede morir de hambre a pesar de tener nutrientes a su disposición, y que puede asesinar o suicidarse para borrar una mancha de deshonor; ambas situaciones expresan la poderosa influencia de la cultura en la vida y en la muerte del hombre.

Permanecer impasibles ante el proceso cultural cada vez más controlado por intereses comerciales, crecientemente transnacionales, cuyo éxito depende de su capacidad de estimular valores frecuentemente contrarios a la democracia y a la identidad nacional, o muy poco afines a ambas, pero que son congruentes con la cultura colonial subyacente en México, es ignorar que la cultura es “más fuerte que la vida y más fuerte que la muerte”.

Estoy invitando a todos los maestros y profesionales de esta area y/o carrera a colaborar construyendo este sitio dedicado a esta hermosa y util profesion aportando el material apropiado a cada uno de los mas de 1,000 temas que lo componen.

Tambien los invito a aportar material a los mas de 30,000 temas que constituyen las 30 carreras profesionales que se imparten en los Institutos Tecnologicos de Mexico y se encuentran en este sitio.

www.MiTecnologico.com es un esfuerzo personal y de muchos amigos de MEXICO y el Mundo Hispano por devolver algo de lo mucho que hemos recibido en el proceso de la educacion superior, saludos Prof Lauro Soto, Ensenada, BC, Mexico

PARA EMPEZAR SOLO USAR OPCION edit ABAJO Y EMPIEZA A CONSTRUIR , SALUDOS Y MUCHAS GRACIAS

Competencias Digitales (Tic’s Basicas) a practicar con este TEMA:

Usar (click en )www.Google.com para buscar y localizar UN material academico apropiado y que se pueda recomendar para el tema, ver VIDEO BUSQUEDAS abajo en esta pagina.

En el post ( o tema ) apropiado en el Libro de Blogger, pegar el material localizado y que se recomienda para este tema, ver VIDEO BLOGGER abajo en esta pagina.

pd: Recordar incluir la fuente del tema usando el formato de citacion apropiado, ver VIDEO WIKIPEDIA abajo en esta pagina.

En el editor de Blogger usar colores para destacar los parrafos mas importantes y usar subrayados para las citas mas relevantes.

Page 31: Identidad y cultura nacional

En el post ( o tema ) apropiado en el libro en Blogger, para incluir ecuaciones o notacion matematica se debera usar el icono del editor de Blogger IMAGE y construir esta notacion matematica con imagenes Latex, ver VIDEO LATEX ABAJO.

Construir al final y despues de la fuente del material, un breve resumen ( no mas de 2–3 parrafos) explicando palabras propias el contenido del tema.

pd: Se pueden usar alguna de las citas que encontradas dentro del tema, solo recordar encerrarla entre comillas.

pd: Se pueden usar tambien cambios en fonts para darle mas visibilidad, consistencia y relevancia al resumen del tema.

PUNTOS EXTRAS Si se usa una segunda fuente valiosa de informacion y recordar encadenar los dos materiales mediante uno o dos parrafos apropiados.

Enviar a el maestro o compañeros un correo electronico que incluya la liga a el tema en blogger para revision, recomendacion, sugerencias y evaluacion, ver VIDEO LIGAS GMAIL abajo.

Sacar una cuenta (click en)http://docs.google.com, usando el correo de Gmail y tratar de conseguir el mismo usuario que se construyo en Gmail y Blogger ver VIDEO GOOGLE DOCS abajo en esta pagina.

pd: Si ya se tiene una cuenta ignorar esta competencia digital.

pd: Google Docs es el equivalente a OFFICE pero con la caracteristica que todos sus componentes ( procesador de palabras, presentacion electronica y hoja de calculo) estan completamente en internet, es decir todos los archivos o material estaran en linea, seguros y siempre disponibles, ademas de que se pueden trabajarlos desde cualquier pc, ya sea la personal, la del laboratorio de la escuela o la de un lugar publico como la biblioteca o un cafe internet.

Construir una Presentacion Electronica ( usando muy pocos slides) del tema en GOOGLE DOCS e incrustrarla en el tema de bloger ver VIDEO GOOGLE DOCS en esta pagina abajo.

pd: Recordar que una presentacion electronica, es solamente un resumen muy condensado del tema ( o mapa o guia mental ), que ayuda a recordar los elementos y conceptos mas basicos del tema, cuando se estan exponiendo frente a un grupo.

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pd: No olvidar incluir un primer slide con el titulo de la presentacion electronica, un segundo slide con un indice de la presentacion electronica y un ultimo slide con dos o tres parrafos de conclusiones y bibliografia.

Buscar en Google Imagenes o www.Flickr.com o www.PhotoBucket.com una galeria de fotos o de imagenes apropiadas al tema actual,

Para los casos de Photobucket y Flicker, ambos sitios proporcionan ligas a sus imagenes y tambien objetos (los recuerdan??), que se pueden incluir en el tema del libro apropiado en Blogger.

pd: para estos sitios deberan obtener una cuenta usando el correo de gmail y de preferencia obtener el mismo usario que se ha venido manejando a lo largo del curso.

pd: Tratar de usar resoluciones y tamaños de imagenes chicos o medianos, recordar que todo este material termina en el post del tema en Blogger y esa pagina no tiene mucho espacio para desplegar fotos o imagenes.

pd: El formato apropiado para fotos o imagenes es JPG, tratar de no usar otros formatos.

pd: Se puede construir y conseguir esta coleccion o galeria de imagenes con:

1) Usando Google Imagenes, recordar conseguir solo imagenes que tengan permiso de publicacion abierto, no usar imagenes o fotos que tengan derechos reservados.

pd: Estas fotos almacenarlas en un folder en el desktop o escritorio de su computadora y subirlas a el post en blogger usando el icono IMAGE del editor de Blogger.

2) Flickr y Photo Bucket tambien tienen una gran cantidad de imagenes que se pueden usar o mejor dicho enlazar a el tema o post en Blogger.

3) Tambien se puede usar la camaras digitales o las camaras de sus telefonos celulares.

4) Tambien se puede usar el programa o aplicacion llamado Srip32.exe( solo buscar srip32 en google) bajarlo e instalarlo, este programa permite capturar una pantalla de la pc, es decir si se encuentra un sitio con imagenes o incluso texto apropiado o relevante al tema, capturar la pantalla con srip32 y ya se tendra la imagen, ver VIDEO Srip32 abajo.

Incluir al menos una imagen de cada uno de los dos sitios (flickr y Photobucket) en el tema o post que se esta construyendo en Blogger.

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PUNTOS EXTRAS Si se incluyen una galeria completa de imagenes apropiadas desde cualquiera de estos sitios de FLICKR o Photobucket.

Sacar una cuenta (click en)www.DivShare.com, usando el correo de Gmail y tratar de conseguir el mismo usuario que se consiguio en Gmail y Blogger y Flickr ver VIDEO DIVSHARE abajo en esta pagina.

pd: Si ya se tiene una cuenta ignorar esta competencia digital.

pd: Usar Divshare para almacenar material en audio (MP3) apropiado a el tema ( no usarlo para almacenar material comercial o les suspenden la cuenta)

pd: El material en Audio, con formato MP3 se debera producir usando un microfono en la pc y programas de aplicacion apropiados, llamados editores de audio, un ejemplo de ellos es el SOUND RECORDER que ya viene en Windows, pero se recomienda usar mejor AUDACITY ( solo buscar en google AUDACITY) bajarlo e instalarlo, ver VIDEO AUDACITY abajo.

Crear al menos dos archivos de audio mp3:

1) El primero de ellos sera la lectura completa de este tema en voz apropiada. ( o aprender a editar con audacity la voz)

2) El segundo de ellos sera un resumen del tema. ( buena voz o editarla con audacity)

3) Ambos archivos subirlos a Div Share (recordor que tienen que ser MP3) y el reproductor que proporciona gratis Div Share, ver VIDEO DIVSHARE abajo e insertarlo en el lugar apropiado del tema que se esta construyendo en Blogger.

4) Ejemplo del reproductor incrustado en una pagina:

Sacar una cuenta (click en)www.YouTube.com, usando el correo de Gmail y tratar de conseguir el mismo usuario que se consiguio en Gmail y Blogger y Flickr.

pd: Si ya se tiene una cuenta ignorar esta competencia digital.

Para producir video se pueden usar tres fuentes:

1) Localizar Videos apropiados en Youtube.

2) Usar nuestras camaras digitales o nuestros telefonos celulares para producir video.

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3) Producir un video de la propia pantalla de la computadora ( muy similar a lo que se hizo con Srip32) pero usando un programa especializado en video, tal como CAMSTUDIO (click en www.CamStudio.org) bajar e instalar ( no olvidar bajar e instalar el CODEC que esta abajo en el mismo sitio.

3.1) para Usar Camstudio solo recordar que es muy similar a Srip32 Solo que el resultado final es un archivo de video AVI.

Producir un video de resumen del tema (usar camstudio con el fondo de la pagina con el tema e irlo comentando en voz apropiada)

Producir un video en vivo con la exposicion del tema ( pueden usar la presentacion electronica de fondo o cualquier otro material, pizarron, filminas, rotafolios, etc.)

Subir los videos a su cuenta en Youtube e incluirlos o ligarlos en la pagina en Blogger, tambien los pueden subir directamente a BLOGGER ver VIDEO BLOGGER VIDEO abajo.

Identidad Nacional La Isla de California descubierta por Hernán Cortés La construcción de la cultura mexicana es el resultado de un proceso histórico que implica relaciones de ...

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