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Letras, Vol. 52, No 82 19
IDENTIDAD NARRATIVA Y ALTERIDAD EN EL TORNAVOZ DE JESS
GARDEA
Anglica Tornero (Universidad Autnoma del Estado de Morelos)
[email protected]
ResumenEl objetivo de este estudio es reflexionar sobre la
identidad de los personajes en la novela El tornavoz, del escritor
mexicano Jess Gardea. Este anlisis est basado, sobre todo, en la
figura del personaje principal de la novela, Cndido Paniagua. Se
trata de indagar, por una parte, la relacin entre con-figuracin de
la trama e identidad del personaje y, por otra, los rasgos que
permiten al lector refigurar su temporalidad y comprenderlo a
partir de sus acciones especficas. Para llevar a cabo esta
reflexin, se parti del anlisis que Paul Ricoeur realiza sobre la
trama en relacin con la identidad narrativa.
Palabras clave: identidad, alteridad, personaje literario.
NARRATIVE IDENTITY AND XXX IN EL TORNAVOZ OF JESS GARDEA
AbstractThe aim of this study is to reflect upon the characters
identity in the novel El tornavoz of the Mexican writer Jess
Gardea. This analysis is based, above all, on the figure of the
main character Cndido Paniagua. It is an attempt to explore, on the
one hand, the relationship between the configuration of plot and
characters identity, and on the other, those traits that allow the
reader to re-figure his temporality and understand him through his
specific actions. In order to develop such reflections, Paul
Ricoeurs analysis of plot as related to narrative identity was
employed as a starting point.
Key words: identity, otherness, literary character.
Recepcin: 18-06-09 Evaluacin: 21-09-09 Recepcin de la versin
definitiva: 06-10-09
Letras, 52, (82), 2010, pp. 19-45 - ISSN: 0459-1283
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20 Ientidad narrativa y alteridad en El tornavoz de Jess Gardea
- ngelica Tornero
IDENTIT NARRATIVE ET ALTRIT DANS EL TORNAVOZ
(LE TOURNE VOIX) DE JESUS GARDEA
RsumLobjectif de cette tude est de rflchir sur lidentit des
personnages dans le roman El tornavoz (Le tourne voix) de lcrivain
mexicain Jess Gardea. Cette analyse sappuie, notamment, sur la
figure du personnage principal du roman, Cndido Panigua. Il sagit
de rechercher, dun ct, la relation entre configuration de la trame
et de lidentit du personnage et, de lautre, les traits permettant
au lecteur de r-imaginer sa temporalit et de le com-prendre partir
de ses actions spcifiques. Pour mener bien cette rflexion, on est
parti de lanalyse que Paul Ricur fait de la trame en relation avec
lidentit narrative.
Mots cls: Identit, altrit, personnage littraire.
IDENTIT NARRATIVA E ALTERIT NEL ROMANZO EL TORNAVOZ,
DI JESS GADEA
RiassuntoLo scopo di questarticolo di riflettere sullidentit dei
personaggi nel ro-manzo El tornavoz, dello scrittore messicano Jess
Gadea. Lanalisi basata sulla figura del personaggio principale,
Cndido Paniagua. Si vuole ricercare, da una parte, il rapporto tra
la configurazione della trama e lidentit del per-sonaggio e,
dallaltra, i tratti che permettono al lettore di rifare la
temporalit di questo personaggio e di capirlo a posteriori delle
sue azioni specifiche. Per poter realizzare questa riflessione,
stata studiata lanalisi di Paul Ricoeur sulla trama e il rapporto
che questa ha con lidentit narrativa.
Parole chiavi: identit, alterit, personaggio letterario.
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IDENTIDADE NARRATIVA E ALTERIDADE EM EL TORNAVOZ, DE JESS
GARDEA
ResumoO objectivo deste estudo o de reflectir sobre a identidade
das personagens do romance El tornavoz, do escritor mexicano Jess
Gardea. Esta anlise centra-se, sobretudo, na figura da personagem
principal do romance, Cndi-do Paniagua. Pretende-se indagar, por um
lado, a relao entre configurao da trama e identidade da personagem
e, por outro, os traos que permitem ao leitor prefigurar a sua
temporalidade e compreend-lo a partir das suas aces especficas.
Para levar a cabo esta reflexo, partiu-se da anlise que Paul
Ricoeur realiza sobre o enredo em relao com a identidade
narrativa.
Palavras-chave: identidade, alteridade, personagem literria.
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22 Ientidad narrativa y alteridad en El tornavoz de Jess Gardea
- ngelica Tornero
1. IntroduccinMucho se ha escrito a lo largo de la historia de
los estudios literarios,
en el marco de la potica, la retrica y la teora literaria, sobre
el personaje, categora que ha mostrado enormes dificultades para
ser definida y deslin-dada. De las tendencias primeras a configurar
la arquetipicidad de los per-sonajes y de las propuestas
integradoras de la diferencia en determinadas expresiones
elaboradas a partir del realismo intelectual del arte, se transit,
en pocas recientes, al naturalismo empirista que brinda la
experiencia del realismo moderno, fundado en personajes y no en
caracteres (Garca Berrio, 1988: 186). Los personajes de la
literatura contempornea tienden a romper la rigidez de los
arquetipos y a incidir en la copia realista de la realidad, con lo
cual comienzan a destacar en su individualidad, como sujetos. Este
trn-sito atrajo otras situaciones problemticas para conceptualizar
el personaje literario. La tendencia fue aproximarse a su
comprensin con la premisa de que los personajes expresan su
individualidad mediante orientaciones psico-lgicas. La atencin se
centr en el mundo interior del personaje o su visin sobre la
existencia. Hacia finales del siglo XIX se extendi el paradigma de
los estudios ideolgicos del personaje, en algunas manifestaciones
de la novela social e intelectual; ejemplo de ello son los estudios
de M. M. Bajtn. En el siglo XX, los planteamientos tericos para
comprender la nocin de perso-naje derivaron del estructuralismo y
la semitica. El ideal cientificista de las aproximaciones
formalistas condujo a la comprensin de esta categora en trminos de
funcin o actante, actor o rol.
Hacia la segunda mitad del siglo XX, Roland Barthes (1980)
escribi: Lo que hoy da est caduco en la novela no es lo novelesco,
sino el perso-naje; lo que no puede ser ya escrito es el nombre
propio (p.79). Al lado de esta caducidad, el pensador francs
declara tambin la muerte del autor, porque, dice, no es posible
saber quin est hablando en un texto literario, por la sencilla razn
de que la escritura es la destruccin de toda voz, de todo origen.
La escritura es el lugar neutro, compuesto, oblicuo, al que va a
parar nuestro sujeto, el blanco y negro en donde acaba por perderse
toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que
escribe (Barthes, 1984: 65). No slo Barthes se refiri as al autor,
lo hicieron tam-bin tericos como Ricardou (1971) y Julia Kristeva
(1981). Como parte del Zeitgeist prevaleciente en los aos setenta y
ochenta del siglo XX, encabeza-do por la famosa propuesta de la
muerte del hombre de Michel Foucault
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(1988), estos tericos optaron por hacer algo semejante con el
autor, el per-sonaje y cualquier determinacin prxima al sujeto,
cualquier estipulacin que indicara que hay alguien ah, con una
identidad definida, del cual es posible hablar.
La reflexin sobre el sujeto sigue en el centro del debate y, al
parecer, continuar por un tiempo. Esta meditacin tiene
implicaciones en relacin con la identidad personal y, en otro
sentido, con la concepcin del personaje. En este trabajo me
interesa reflexionar principalmente sobre la configuracin del
personaje literario en trminos de la identidad del que habla. Para
realizar esta reflexin he elegido a Cndido Paniagua, protagonista
de la novela El tornavoz, escrita por el autor mexicano Jess
Gardea. Se trata de indagar, por un lado, la relacin entre
configuracin de la trama e identidad del persona-je y, por otro,
los rasgos que permiten al lector refigurar su temporalidad y
comprenderlo a partir de sus acciones especficas con los otros. El
lector se enfrenta a una temporalidad compleja, basada en dos
aspectos estructura-les: la simultaneidad de las dimensiones
espaciotemporales de los vivos y los muertos, y la paradoja.
Para llevar a cabo esta reflexin se parti del anlisis que Paul
Ricoeur realiza sobre la trama en relacin con la identidad
narrativa.
2. Identidad narrativa y alteridadResponder a la pregunta quin?,
escribi Hanna Arendt, es contar la
historia de una vida. La historia narrada dice el quin de la
accin. Por lo tanto, la propia identidad del quin no es ms que una
identidad narrativa, agrega Paul Ricoeur (1999: 997). Para estos
autores, la tarea consiste en alejarse de la antinomia a la que est
condenado el problema de la identidad personal. Por una parte, la
perspectiva que presenta un sujeto idntico a s mismo en la
diversidad de sus estados, y por otra, la concepcin del sujeto como
ilusin sustancialista, cuya eliminacin no muestra ms que una
diver-sidad de cogniciones, de emociones y de voliciones (p.997).
Para Ricoeur, la identidad narrativa deja atrs la comprensin de la
identidad personal como dem, es decir, como idntica, para alcanzar
la identidad del s-mismo o ipse, que reconoce una identidad
cambiante, en la cohesin de una vida (p.998). As, el sujeto aparece
constituido a la vez como lector y como escritor de su propia vida,
como lo deseaba Proust. El lector es tambin escritor, porque al
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24 Ientidad narrativa y alteridad en El tornavoz de Jess Gardea
- ngelica Tornero
refigurar hace de la propia vida un tejido de historias
narradas, que lo con-ducen hacia su s mismo, a un s como fruto de
una vida examinada debido a los efectos catrticos de los relatos
histricos y de ficcin que se ha aplicado a s mismo (p.998).
Este s, no obstante, no ocupa el lugar del fundamento; se trata
de un cogito quebrado, que atestigua su ipseidad en experiencias
inconexas, segn una diversidad de focos de alteridad (Ricoeur,
1996: 353). Es decir, leer y escribir es un acto narrativo que
permite al lector atestiguar la experiencia de su s mismo, como
ipseidad y, por lo tanto, como alteridad.
Para describir la constitucin de la identidad narrativa, Ricoeur
re-toma a filsofos de distintas corrientes de pensamiento, as como
a las teo-ras estructuralistas y narratolgicas. De manera
importante, San Agustn, Aristteles, Nietzsche, Descartes,
Heidegger, Husserl, as como estudiosos de potica y retrica, ofrecen
a Ricoeur una plataforma, a partir de la cual desarrolla su
hermenutica del s. Es imposible en este espacio resumir las ideas
del filsofo francs que sustentan su propuesta. Me limitar a ofrecer
lineamientos generales que permitan comprender mejor este
estudio.
Al abordar el pensamiento de San Agustn, Ricoeur retoma la idea
de distentio animi. De Aristteles, especficamente de la Potica, el
filsofo francs abordar las nociones de mythos y mimesis. En relacin
con la prime-ra, es importante para Ricoeur conservar la idea de
mythos (trama), como la reunin de elementos heterogneos que
permiten la inteligibilidad de lo que se cuenta, es decir,
conservar el carcter de concordancia de la trama (Ri-coeur, 2000:
92). Pero el modelo trgico no es simplemente un modelo de
concordancia, sino de concordancia discordante. Este aspecto se
introduce al distinguir en la accin la dicha o la desdicha. Los
incidentes de temor y compasin son la discordancia primera y
amenazan la coherencia de la tra-ma (Ricoeur, 2000: 98).
La trama tiende a hacer necesarios y verosmiles los reveses de
fortuna, estos incidentes discordantes. Y as los purifica o mejor
an, los depura. (). Al incluir lo discordante en lo concordante, la
trama incluye lo con-movedor en lo inteligible. De este modo,
Aristteles llega a decir que el pathos es un ingrediente de la
imitacin o de la representacin de la praxis (Ricoeur, 2000:
101).
En cuanto a la actividad mimtica o mimesis descrita en la
Potica, sta permite pensar el proceso activo de imitar o
representar. Esta parte del bino-
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mio es de utilidad para pensar la relacin de la potica con el
mundo y con la referencia. La reflexin sobre la distentio animi de
Agustn y la mimesis, permitirn al filsofo describir el tiempo en la
narracin.
Estas reflexiones se adecuan a las narraciones en las que la
trama pre-valece sobre el personaje; es decir, cuando la
discordancia queda incluida en la concordancia y los
acontecimientos son inteligibles para el lector, en el marco de la
totalidad de la historia que se relata. La duda en relacin con la
persistencia de la trama en las narraciones, surge al apreciar,
sobre todo en la novela contempornea, la imposicin del personaje
sobre la trama. Mientras que en los mitos, leyendas y cuentos
maravillosos, la identidad dem y la ipse se superponen, con lo que
la trama funciona en trminos del mythos aristot-lico, en la novela
propiamente, la trama empieza a experimentar ciertas me-tamorfosis.
En la picaresca se observa ya la liberacin del carcter en relacin
con la trama; ms adelante, en la novela educativa, el carcter
compite con la trama y finalmente, el primero eclipsa totalmente a
la segunda en la nove-la contempornea. Ahora bien, segn Ricoeur,
las metamorfosis observadas histricamente, no alteran la descripcin
del mythos. Aun cuando se aprecian modificaciones importantes, la
nocin de mythos sigue funcionando para des-cribir las narraciones
literarias. El concepto de imitacin de las acciones pue-de
extenderse ms all de la novela de accin a la de carcter y
pensamiento, porque stas ltimas tambin implican acciones, con lo
cual quedan incluidas las novelas contemporneas.
Sin embargo, Ricoeur expresa sus dudas en relacin con la
permanencia de las narraciones en la cultura occidental, debido a
las desviaciones permi-tidas por el esquematismo que ha gobernado
la inteligencia narrativa. Estas desviaciones han surgido en el
propio seno de los paradigmas; son variacio-nes que amenazan la
identidad de estilo hasta el punto de anunciar su muerte (Ricoeur,
1998). Ricoeur ejemplifica la manifestacin de estas desviaciones
con el asunto del cierre o terminacin de la obra de arte. El
abandono del criterio de totalidad en la novela contempornea es un
sntoma del fin de la tradicin de construccin de la trama. La
discusin sobre la inconclusividad de la novela conduce a pensar que
quiz las formas narrativas estn en deca-dencia. Queda, no obstante,
un resquicio para pensar que no es totalmente as. Ricoeur afirma
que si el asunto se observa a partir de la distincin entre mimesis
II y mimesis III, las propuestas de ruptura, fragmentacin o no
ter-minacin de las novelas, en el sentido tradicional, no
necesariamente hablan del fin de las narraciones. No se debe pensar
slo en la estructura, en el texto,
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26 Ientidad narrativa y alteridad en El tornavoz de Jess Gardea
- ngelica Tornero
sino en la lectura. Al leer estas novelas, el lector podr
experimentar con una mayor profundidad la manera de comprender el
orden de la vida humana en toda su amplitud. La configuracin puede
sugerir el cierre o no cierre de la novela, pero el lector espera
algo, est a la expectativa de la concordancia. Si la concordancia
no se ofrece en una novela en la que la tendencia es a la
diso-lucin de la trama, entonces el lector esperar una seal para
que co-opere en la obra, para que cree l mismo la trama (Ricoeur,
2000: 412).
Ricoeur vincula la teora de la trama con la reflexin sobre la
alteridad. El filsofo sita en la ipseidad la relacin con la
alteridad, la cual consiste en una variedad de experiencias
inconexas de lo extrao que afectan al s en su pasividad. Para el
filsofo la alteridad se encuentra en el seno de la identidad: la
alteridad no se aade desde el exterior a la ipseidad, como para
prevenir su derivacin solipsista, sino que pertenece al tenor de
sentido y a la constitu-cin ontolgica de la ipseidad. Es decir, la
alteridad no es el otro distinto de m, como otro yo, sino del s
mismo como otro. Ricoeur explica la labor de la alteridad en el
centro de la ipseidad a partir de una distincin tripartita: la
pri-mera se refiere al cuerpo propio o la carne; la segunda, al
otro distinto de s y la tercera a la conciencia moral. La carne da
lugar a la primera experiencia de alteridad del s al funcionar como
mediacin entre ste y un mundo que le es extrao. Las sntesis pasivas
que sostienen esta funcin mediadora atestiguan la otredad inherente
al s. La segunda instancia, es la otredad que emerge en la relacin
de intersubjetividad. Al otro slo puedo captarlo como otro yo en
tanto efecto una traslacin analgica desde m hacia l. El tercer
campo en el que se manifiesta la alteridad es el de la conciencia
moral. Ricoeur realiza un complicado rodeo por Heidegger para decir
que escuchar la voz de la conciencia no es or la invocacin al s
mismo a retomar las propias posibi-lidades de ser, sino tambin ser
conminado por el otro en segunda persona a actuar segn la opcin del
vivir-bien, quedando as afectado por l en la dimensin tica de la
conciencia.
En su desarrollo filosfico, Ricoeur se interesa por la dimensin
ti-ca, fundamentalmente. Es decir, la exploracin del tiempo y la
narracin se relaciona con el inters por responder quin habla, quin
se pronuncia, para describir el modo de ser de este sujeto tico.
Mediante el recorrido por las dimensiones, lingstica, prxica,
narrativa y tica, el filsofo describe cmo es este sujeto.
En este trabajo, retomaremos algunos lineamientos de esta
perspectiva para explorar la identidad del personaje.
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3. Quin es Cndido Paniagua? 3.1. El tornavoz: estructura de
resonancias
El tornavoz (1984) es la tercera novela escrita por Jess Gardea
(1939), tras haber incursionado en el cuento y en la poesa. Este
escritor mexicano naci en Delicias, Chihuahua, y muri en el
Distrito Federal, en marzo de 2000. Su obra ha sido poco leda y
difundida, no obstante la calidad literaria que la caracteriza. El
tornavoz es una novela que simula narrar la saga de tres
generaciones de hombres que llevan el apellido Paniagua. Se trata
de una parodia porque no se relata a la manera de una leyenda o
fbula realista, sino de una imitacin de este discurso. Si se tomara
en cuenta la edad de los dife-rentes personajes, con el supuesto de
que se narra la saga de tres generacio-nes, se podra concluir que
en esta novela se abarca alrededor de cien aos, como afirma
Alejandrina Drew (1985: 2). Hay, no obstante, elementos que
permiten pensar que no es as. La intencin del texto es expresar la
soledad de un hombre, que en vida padece la incomprensin de los
dems y que, ya muerto, busca resonar, hacerse or entre los vivos o,
en otro sentido, ser re-cordado. Se narra cmo Cndido Paniagua se
introduce en el mundo de los vivos y cmo los vivos reciben a este
muerto; dicho de otro modo, qu pasa cuando estos dos mundos se
intersectan.
La dificultad de la novela, sealada ya por la crtica, radica en
su es-tructura fragmentaria. Hay que destacar, no obstante, que
esta eleccin no es producto de la ocurrencia o de la dificultad per
se. Desde mi perspectiva, el argumento requiere esta complejidad
para poder realizarse literariamente. Es decir, fue preciso acudir
a una complicada estrategia de imbricacin de dimensiones
espaciotemporales para lograr el efecto de sentido. No se trata de
anacronas que ocurren en una misma dimensin espaciotemporal, sino
de dos dimensiones, que distingo como el mundo de los muertos y el
de los vivos. En el primero, Cndido, ya muerto, va de un sitio a
otro y se comunica con muertos y vivos. En el segundo, los vivos,
Isidro y Jeremas, sobrino y sobrino nieto de Cndido,
respectivamente, viven una temporalidad en apa-riencia vulgar, pero
la incidencia de Cndido en el mundo de estos personajes provoca
confusin en relacin con su propia situacin existencial.
Una estrategia ms agrega complejidad a esta novela. En el marco
del encuentro de estos dos mundos de muertos y vivos, se narran
microhistorias de los involucrados. Es decir, hay un presente
efectivo del relato, que abarca del nacimiento de Jeremas a su
partida de Placeres a los diez aos, y a su
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regreso veintisiete aos despus, y un conjunto de microrrelatos
de los per-sonajes involucrados.
Cndido Paniagua es la voz principal, cuya historia se imbrica en
este presente del relato, estando vivo y muerto. Podra decirse que,
en el marco de esta superposicin de dimensiones espaciotemporales,
se narra la historia de Cndido, cuando ste es joven y adulto y
cuando se convierte en una voz que desea ser escuchada. Se cuenta
tambin la infancia de su sobrino, Isidro, y su etapa de adulto y el
nacimiento del hijo de ste, Jeremas, y su etapa de adulto. Cndido
Paniagua cruza las generaciones que vienen detrs de l y sigue vivo,
como voz, dentro de Jeremas, cuando ste es ya mayor.
Esta configuracin temporal se resuelve en el discurso apelo a la
dis-tincin narratolgica en tres secciones, sealadas con nmeros
romanos. En la primera, la presencia de Cndido es evidente y
constante, y aparece en relacin con Isidro nio. Esta parte de la
historia se imbrica con la de Isidro adulto. El narrador va de un
tiempo a otro. Pero no slo esto, tambin se imbrica con la de
Jeremas, porque el nio ha nacido ya. Es preciso sealar que las tres
secciones en las que se divide la novela estn, a su vez, divididas
en muchas ms, por espacios en blanco dejados en el texto. En el
primer seg-mento de esta primera parte, aparecen los tres
personajes: Isidro est con sus amigos espiritistas, especficamente
con Omar Vitelo, evocando a Cndido ya muerto, cuando nace Jeremas.
En la segunda seccin, Cndido es una voz que busca resonar en los
dems; todo gira alrededor de l aun cuando no est presente. Cndido
es el personaje que permite estructurar el conjunto de
mi-crohistorias que constituyen esta novela; las pequeas historias
que derivan, motivadas por este personaje. En la tercera seccin,
Cndido intenta volver al mundo a travs de Jeremas.
Antes del nmero uno romano, que distingue la primera seccin, el
lector se topa con un fragmento a manera de dilogo:
Y eso qu es, Jeremas? Es como una campana, como un palomar.
Jeremas Techito abombado entre el cielo y la tierra (p.7).
La ubicacin de este fragmento seala ya su importancia como clave
hermenutica, sobre todo si se considera que se repite al final de
la novela. Adems, genera un espacio vaco (Iser, 1987) que no slo
crea gran expec-
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tativa semntica, sino tambin apertura y, en otro sentido,
dislocacin: se trata de un dilogo iniciado y no concluido. Al
comenzar a leer, el lector no se percatar de que el pasaje alude al
ttulo ni comprender a qu se refiere. Al toparse de nuevo con este
fragmento en la ltima pgina de la novela, el lector completar el
sentido del epgrafe. Esta disposicin textual, indica, de otro modo,
la circularidad que prevalece.
Este fragmento y el ttulo, El tornavoz aportan la clave para
com-prender a Cndido Paniagua. El ttulo de la novela cobra especial
importan-cia para pensar que se trata de una voz que trasunta y que
desea ser difundi-da. De manera literal, tornavoz se refiere a una
de las partes de las que est constituido un plpito y sirve para que
el sonido de la voz se dirija y difunda. Esta lectura literal es
posible en la novela, debido a que la verdadera casa de Cndido
Paniagua es precisamente la iglesia de las Capuchinas, como expresa
el personaje (p.41). El lector puede hacer la asociacin del
tornavoz con la iglesia. El fragmento al que me he referido gua
hacia esta posibilidad. Los smiles utilizados para describir el
tornavoz (es como una campana, como un palomar) conducen por
analoga a pensar en el adminculo del plpito: como la campana, el
tornavoz tiene la funcin de difundir el sonido. Por otro lado, el
tornavoz es como un palomar si se piensa especficamente en los
nidos que estas aves hacen en los campanarios. Es decir, el
tornavoz es una campana porque difunde el sonido y esta est
resguardada en un campa-nario, que es tambin un palomar. Los smiles
contribuyen a la construccin del campo semntico del lexema iglesia,
por lo que el lector no dudar en relacionar el sentido de tornavoz
con este campo de la experiencia.
La metfora techito abombado entre el cielo y la tierra proviene
de la estrategia de derivacin semntica. La parte ms alta del
campanario o palomar es como un techito abombado. No se trata ya
del sombrero del plpito, como dice el diccionario, sino de un
techito afuera, en el exterior, que traza una lnea divisoria entre
el cielo y la tierra; en otro sentido, entre lo etreo y lo
terrenal, que es precisamente a lo que apunta la identidad de
Cndido. El tornavoz de Paniagua est fuera de la iglesia y podra
afirmar-se de la institucin que representa la iglesia. El personaje
desea que la voz no se pierda en la bveda que es el cielo; su
intencin es que esta voz penetre en los oyentes terrenales.
Paradjicamente, la voz no logra escucharse, como se ver ms
adelante.
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3.2. El personaje incomprendidoCndido se constituye, en relacin
con los personajes femeninos y con
el hermano, Felipe, como un ser incomprendido. La cuada Ilda y
la esposa de Isidro, Olivia, desarrollan animadversin hacia este
personaje, mientras que el hermano Felipe, parece haberse asimilado
a los valores de la esposa, lo que lo ha hecho perder su propia
identidad.
Alejandrina Drew (1985) ha hecho notar que estos personajes
feme-ninos parecen proyectar las debilidades emocionales del ser
humano -la envidia, los celos, la proteccin obsesiva de sus hijos-
en contraste con las manas intelectuales, abstractas, de los
personajes masculinos (p.14). En otro sentido, podra decirse que
los personajes femeninos se estructuran, por una parte, en un
tiempo cotidiano, vulgar, del quehacer diario, y por otra parte,
reaccionan con rechazo frente a lo que no entienden. Estos
per-sonajes son completamente terrenales y habitan en esta dimensin
espacio/temporal; son incapaces de advertir algo ms all de lo
concreto. Estos dos personajes permiten al lector comprender, va
negativa, la personalidad de Cndido. Quiz esta tensin es llevada al
lmite, ya que las mujeres y el to parecen pertenecer a mundos
irreconciliables. La dicotoma, aqu, tiende a absolutizar los polos.
No obstante, esto no ocurre con la totalidad de los personajes
femeninos de la novela. Martha, la enfermera, que no es pariente de
la familia, es un personaje diferente. As, no se puede concluir que
todos los personajes femeninos son caracterizados como anodinos;
son especfica-mente las esposas de los Paniagua, Ilda y Olivia.
En la primera parte de la novela, se intercalan dos dimensiones
espa-cio/temporales. En una se desarrolla la historia del
nacimiento de Jeremas y en la otra, se cuenta el conflicto que el
mayor de los Paniagua tiene con la cuada y los malos tratos y la
incomprensin de ella y de su hermano hacia el to. En este nivel
narrativo aparece tambin el sobrino, nio, a quien el to convertir
en su cmplice y su confidente. Aqu, el narrador ofrece al lector
algunos elementos que permiten refigurar la identidad del
personaje, desde el inicio del discurso:
Cndido sala en defensa de su misin. Los cuados haban ter-minado
de almorzar y se encontraban de talante para el comba-te. La cuada
dijo: Cul misin, hombre y dio al aire de la maana una risotada
gigantesca, venenosa. Temblaron los poci-
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llos de peltre en la mesa, la falda del mantel. Cndido Paniagua,
sin inmutarse, pero cuidando de que su voz fuera la voz misma del
desprecio, contest: Y usted, Ilda, qu sabe. Qu saben las moscas o
las vacas (p.11).
Cndido parece estar en el mundo para cumplir una misin y
defender-la contra todo. Hay aqu una mnima, pero observable, alusin
a la figura de aquel que se impone a s mismo un deber con un fin
determinado. Se trata de una especie de Quijote que quiere cumplir
con una misin. Esta idea est re-lacionada tambin con la de Mesas:
aquel iluminado que tiene un deber su-perior. En el texto no se
vuelve a hablar sobre esta misin, como tal, aunque hay rasgos que
permiten comprender al lector que est frente a un personaje
singular; una variacin sobre el iluminado. Es interesante, no
obstante, que el lector no sabe ni sabr cul es la misin que debe
cumplir ni con qu finalidad ni en qu consiste su ser iluminado. La
idea de Cndido iluminado proviene no de las acciones que realiza
como Mesas, sino de algunas mani-festaciones corporales, expresadas
metafricamente. Es un personaje de luz:
Salud a Felipe con una sonrisa que brill en su cara como un pez
en el agua () Y all volvi a ver, en un santiamn, el her-mano menor
otra vez la luz, el ntimo sol de Cndido. Y se sinti sombro y dbil.
(p.15).
Ms adelante, la cuada lo envidia por su brillo:
Unas cuantas hojas se le haban adherido a los pantalones. Desde
la cocina, a la cuada se le antojaron las hojas espejitos de oro,
adornos que el to exhiba a propsito para llamar la atencin. Cndido
tena un aire de fiesta (p.15). Es, adems, un perso-naje que
contagia por medio de la luz: Los contagios del to Paniagua supo
Isidro entonces por su padre se efectuaban a travs de la luz: ni el
aire, ni el fuego, ni el agua; ni tampoco la tierra, los impedan
(p.17).
El nombre es un anclaje semntico importante para constituir la
iden-tidad de Cndido. Los nombres no son inocentes en la narrativa
de Gardea, dice Margo Glantz en su ensayo Los nombres que matan:
Jess Gardea (1982). Es evidente que el nombre funciona como centro
de imantacin semntica (Pimentel, 1998) del personaje. Cndido, como
se sabe, es un ad-
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32 Ientidad narrativa y alteridad en El tornavoz de Jess Gardea
- ngelica Tornero
jetivo utilizado para describir a aquellas personas ingenuas,
sin malicia. A esta primera aproximacin al hombre que tiene una
misin o un deber que cum-plir, se une el adjetivo cndido, con lo
cual se perfila un personaje que desea vivir en un mundo diferente,
en este sentido, idealista, y que, por otro lado, es ingenuo,
precisamente, como se ver ms adelante, por esta pretensin. Estos
dos elementos permiten pensar que se trata de un hroe que quiere
salvar a los dems, al estilo del Quijote, pero, por otro lado, est
signado por la ingenuidad y, en cierto sentido, por la locura.
La esposa de Felipe desprecia a Cndido porque no lo comprende;
para ella un ser bastante simple la vida se resuelve
cotidianamente, mien-tras que el to parece vivir en otro mundo. La
estructura espacio/temporal en la que se mueven estos dos
personajes es muy diferente. Mientras que la temporalidad que
constituye la identidad de la cuada est construida con acciones
habituales: hace la comida, se encarga de la casa, cuida al hijo,
lo cual dibuja un perfil de personaje convencional, la de Cndido es
menos asi-ble porque carece de marcas de tiempo cotidiano. La
diferencia entre ambos personajes se hace explcita, adems, mediante
las manifestaciones de burla de la cuada; sta no comprende a
Cndido. Ahora bien, tampoco importa saber las razones de la
incomprensin; en ningn momento se hacen expl-citas. El lector se
enfrenta, simplemente, a dos mundos, diferenciados, sobre todo por
la aproximacin a la vida: una cotidiana, otra ms abstracta. La
intencin del texto es clara; es decir, no se trata de expresar la
ancdota, sino las relaciones entre seres de distinta naturaleza.
Desde luego, se abandona la dimensin puramente anecdtica, para
entrar en otra que apunta a una comprensin ms profunda de la
incompatibilidad e incomprensin, de las diferencias y, en suma, de
las formas de ver el mundo.
A travs de la narracin que hace Cndido a su sobrino Isidro, el
lector comprende la identidad de Felipe, su hermano. La manera en
que Cndido habla de su hermano, refuerza la idea de la incomprensin
de la que l se siente vctima. El propio hermano le es ajeno, es
alguien que ha perdido su identidad, frente a s mismo y a Cndido,
porque la esposa, Ilda, ha hecho que olvide quin es: Nada recuerda
ya. Habla de lo que yo le he contado. Sali joven de all y comenz a
desmemoriarse en el trato con Ilda (p.38). La idea de la memoria
como construccin de la identidad es reiterativa en esta novela. Los
personajes olvidan sus vivencias y con ello el contenido de su
identidad. El hermano ha olvidado en el trato con Ilda; es decir,
no ha permanecido s mismo, en trminos de una identidad idem, pero
al parecer,
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Letras, Vol. 52, No 82 33
tampoco ipse, en el sentido de Ricoeur, ya que Felipe no
conserva lo propio, se pierde a s mismo por completo, al adoptar
los valores de la esposa. En diversos momentos, Cndido expresa esta
preocupacin:
Felipe vino ayer, y estaba parda la tarde cuando toc la puerta,
con nudillos destemplados y un modo falto de amor, y yo, a los
toquidos, pregunt quin?, y tu padre me contest: soy yo hermano. Y
no era cierto. Otra vez, Ilda lo mandaba de emi-sario. Pero l tiene
que sufrir despojo de su alma antes de poder llamar. Y eso se nota,
sobrino (p.26).
La ltima expresin metafrica abre una comprensin diferente al
fe-nmeno de la prdida de identidad. El alma del hermano sufre
despojo, se queda sin contenido y slo hay cuerpo: La soledad nos
vuelve susceptibles, como ninguna otra cosa, al vaco del mundo y de
los cuerpos que en l son (p.27). La condicin de soledad de Cndido
lo vuelve ms sensible, por lo que percibe esta perturbacin en el
alma de su hermano, quien ha perdido su identidad. El hermano va a
buscar a Cndido como representante de la esposa, es emisario, slo
un mensajero: Por qu tardas tanto en cumplir las rdenes de tu
mujer, Felipe (p.28), le pregunta el hermano mayor. El hermano
menor expresa el mensaje de la mujer, lo cual hace reaccionar de
manera violenta a Cndido:
Alto!, le grit, alto, Felipe. Felipe, por la sorpresa, o por lo
que fuera, me mir con una expresin de horror en el rostro, y
entonces me dijo algo incomprensible: me dijo: Quin eres? y su voz
temblaba como la onda en el agua. Yo le respond: Soy Cndido
Paniagua, tu hermano, no me recuerdas?, y le mostr mis manos largas
y flacas con las que yo lo haba transportado de nio. (p.28).
El tono en que Cndido le habla, desconcierta a Felipe al punto
de preguntarse por aquel con quien habla. Estos dos personajes han
perdido la comunicacin, porque su presente est constituido por
recuerdos diferentes. Se desconocen, a pesar de haber tenido el
mismo origen, lo cual, por una parte, cuestiona el tema de la
identidad dem y, por otra, establece la alteri-dad radical con el
otro. Para Felipe el hermano est loco, lo mismo que para su esposa:
Pero tu padre alcanz a decirme que yo estaba loco, y sali del
cuarto dejando la puerta abierta (p.29).
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34 Ientidad narrativa y alteridad en El tornavoz de Jess Gardea
- ngelica Tornero
El desconocimiento de Felipe hacia el hermano, hace a Cndido
du-dar, por lo que opta por confrontarse consigo mismo:
En cuanto cerr la puerta, corr a consultarlo [el espejo]. Quera
verme la cara en l. A lo mejor Felipe deca la verdad, y yo no era
yo. Me puse, pues, sobrino, de cuclillas junto al fuego, con el
espejo en una mano (p.30).
Para reconocerse, el personaje buscar en el espejo elementos de
iden-tidad. Lo que ah observa, no es su cara, sino fragmentos de su
pasado. El espejo es metfora de la memoria, del recuerdo que le
permitir esclarecer su presente. Al mirar el espejo, el personaje
observa escenas de su vida pasada, en la iglesia del pueblo en
donde naci. Especficamente mirar cuando llev a Felipe a sentarse en
una banca para observar a las palomas en el atrio de la iglesia. A
Felipe parece no haberle gustado esa experiencia por lo que no
vuelve: Oye Cndido me dijo, sin apartar la vista de un palomo
rijo-so por qu a esa paloma se le paran as las plumas?. Felipe,
despus de aquella tarde, no volvi a acompaarme a la iglesia (p.39).
Sin ms infor-macin, Cndido expresa la incomprensin de Felipe hacia
l. La experiencia en la iglesia no ha sido igual en ambos
personajes. Mientras que Cndido encontrar lo ms propio de su s
mismo en este ambiente, Felipe se ir por el camino convencional del
matrimonio y los hijos.
Despus de narrar al sobrino estas experiencias de
reconocimiento, Cndido concluye que lo que Felipe vio en l fue a l
mismo, pero de nio (p.40), por eso se asust. Es decir, la reaccin
de desconocimiento tuvo que ver con el olvido de s mismo, la
desmemoria, que le haba hecho olvidar su infancia y, por lo tanto,
desconocerse. El hermano Felipe, parece no mante-ner nada propio,
que le permita recuperarse, comprenderse en relacin con su hermano,
lo cual lo lleva a concluir que el mayor de los Paniagua est
loco.
El otro personaje femenino, Olivia, no habla directamente de la
locura de Cndido, porque habita en otro espaciotiempo. El to ha
muerto ya, por lo que Olivia tiene slo referencias indirectas del
to. Ella se siente perturbada porque su marido parece posedo por el
alma de aquel: Cndido Paniagua te ha encerrado en su vida de muerto
(p.32). Este personaje llama locos a los amigos con los que Isidro
realiza sesiones de espiritismo. Isidro cambi, modific su manera de
ser, desde el momento en que particip en estas re-uniones, lo cual
coincide con el nacimiento de su hijo, Jeremas. La invoca-
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Letras, Vol. 52, No 82 35
cin que realizaron Isidro y sus amigos del to Cndido, incidi en
este nio. Es decir, Isidro sirvi de medio para que, al nacer
Jeremas, el alma del mayor de los Paniagua se introdujera en l.
Para Olivia, Cndido es el motivo de que su esposo ya no est
presente en su vida y la de su hijo. Aun cuando sigue vivo, parece
estar lejano, en otro sitio:
Desde hace un ao, Isidro. Eso es lo que traes. Juego con
Jeremas. Pero no metes tu alma. (p.32).
Y ms adelante, contina:
T hablas, Isidro, pero de Cndido. Adems, Vitelo, y sus amigos,
locos todos, siniestros, hundindose tambin. No pue-des verlo?.
Paniagua gimi. La luna estaba yndose del aire, de las cosas, del
cuarto. Paniagua dijo:
Sabes t acaso lo que yo veo, Olivia? (p.32).
Este dilogo queda inconcluso. La pregunta as formulada y no
res-pondida, provoca un espacio vaco que debe ser llenado por el
lector. De acuerdo con la interpretacin que aqu se ha seguido,
Isidro realiza esta pre-gunta retrica para decir a su esposa que
ella no comprende nada de lo que ocurre. Isidro no es el personaje
convencional que Olivia ha conocido. An ms, la vida con Olivia
parece haber opacado su identidad hasta el punto de estar muerto en
vida.
3.3. El to era como un sueo Isidro aparece en dos momentos del
relato, que no corresponden con
espacio/tiempos diferentes, sino con un traslado de dimensiones.
En una dimensin, Isidro nio escucha las historias del to; en otra,
Isidro, ya mayor, experimenta la llegada de Cndido a su memoria. Lo
expreso as, porque Isidro no invoc al to, fue el muerto el que
solicit volver. Las constantes narraciones del momento en que
Isidro nio escucha las historias del to, in-
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36 Ientidad narrativa y alteridad en El tornavoz de Jess Gardea
- ngelica Tornero
tercaladas en el relato del nacimiento de Jeremas, las sesiones
espiritistas de Isidro, la aparicin en l de Cndido y la muerte de
su sobrino, hacen pensar al lector que se trata de momentos
recordados por Isidro. No obstante, hay tambin otra posibilidad
interpretativa: no es tiempo pasado, no son ana-lepsis, sino la
aparicin de Cndido en los sueos de Isidro, la interseccin de dos
mundos, como se dijo al inicio de este anlisis. Esta estrategia es
ms compleja que la analepsis que describe slo un tiempo pasado; la
estructura, aqu, se relaciona con lo que en la teora de la ficcin
posmoderna se ha de-nominado erasure (McHale, 1987). Se trata de
desdibujar las coordenadas espaciotemporales, para proponer que el
sueo no est del otro lado de la dicotoma, no es uno de los polos,
el ubicado del lado izquierdo de la dis-tincin, vigilia/sueo, sino
que se trata de un espacio/tiempo que est ah y que algunos pueden
ver y otros no. Esto es claro cuando Olivia reclama a Isidro lo que
ve, como se mencion arriba, y ste le responde, t que sabes lo que
yo veo. El mundo de los muertos no es asequible a cualquiera; los
Paniagua, a excepcin de Felipe, se relacionan con ambos mundos: el
de los vivos y el de los muertos.
Esta idea de las dimensiones que se traslapan, es evidente en la
expre-sin de Isidro nio: El to era como un sueo, a veces. Su voz le
sonaba adentro: poda verlo sin necesidad de levantar la cabeza
(p.16). Es decir, el to no est ubicado afuera de Isidro, no es
exterioridad, alteridad radical. El recuerdo de la relacin de
Isidro nio con el to es la resonancia de ste como nio y como
adulto, con lo que se constata la intersubjetividad. El otro es s
mismo como otro, en palabras de Ricoeur.
Hay, aqu un entramado mnimo, que permite comprender este
vn-culo: las sesiones de espiritistas provocaron la aparicin de
Cndido. Al par-ticipar Isidro en estas reuniones comienza a hablar
de Cndido, a tenerlo presente. l mismo dice a Olivia haberlo
olvidado durante treinta aos, y recordarlo ahora, a partir de la
relacin que establece con Omar Vitelo, el personaje que lo induce a
realizar estas sesiones para convocar a los muertos. Isidro no
rehye a Cndido, no lo rechaza ni siente desprecio por l, como es el
caso de las mujeres. Al mirar la fotografa donde aparece el to,
Olivia se burla, a lo que Isidro reacciona:
No respetas al to.Te est matando.No, no es l, Olivia. l quiere
que yo viva de verdad.
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Letras, Vol. 52, No 82 37
Qu t vivas de verdad?S, s. Pero lleg tarde. (p.50).
Este personaje parece agotado, en el sentido literal, seco, un
hombre que no tiene ya vida. En un momento, el narrador dice: Si l
no hubiera sido tambin otro perdido, seco ya, habra podido ayudarle
al hijo a encon-trar camino, alguna tierra en el mundo (p.47). La
intencin de Cndido de volver en Isidro fracasa, porque lleg
demasiado tarde, cuando Isidro se ha extraviado de s mismo.
3.4. Cndido del cieloComo ya se dijo, Cndido narra al sobrino
ancdotas de su vida de
nio y joven, tambin se cuentan momentos de la edad madura. A
travs de estos relatos, el lector se forma una idea del personaje.
Destacan dos momen-tos para comprender quin es el to. Uno est
relacionado con los das en que Cndido se encuentra con los otros
que cambiarn su vida, a saber los seres angelicales y santos, y
otro se vincula con el momento en que el padre le consigue un
trabajo, un quehacer con implicaciones sociales y econmicas, que l
rechaza.
Empezar con ste ltimo. El contenido de la identidad que ha
he-redado de la familia no satisface a Cndido. Hay dos breves
fragmentos en que se expone la tensin entre acciones que
constituyeron la identidad del personaje en un momento de su vida y
su rechazo a este modo de ser: Me han puesto a trabajar de
mandadero en una oficina de cobranzas. Ando el da entero por las
calles montando en una bicicleta vieja que me consigui Paniagua
(p.41). Con el uso de la frecuencia singulativa, en el discurso se
expresa que los das del personaje transcurren de manera montona,
como cobrador. La contradiccin que el personaje experimenta en
relacin con esta accin constitutiva de su identidad es evidente:
Tejo mi tela sin ton ni son. Pero Paniagua est feliz, y mi madre, y
los observadores amigos de la fami-lia (p.41). Y ms adelante dice:
() t me encuentras viviendo en aquel tiempo, hecho y derecho, pero
retorcido en la entretela (p.43). En ambos casos, para Cndido las
acciones carecen de sentido, mientras que resultan reconocidas de
manera favorable familiar y socialmente.
Este Cndido terrenal, cotidiano, cuya temporalidad es expresada
me-diante acciones que se repiten de la misma manera, encuentra una
forma
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38 Ientidad narrativa y alteridad en El tornavoz de Jess Gardea
- ngelica Tornero
diferente de comprenderse, cuando se topa con los seres que
habitan en la iglesia:
Pocas cosas me proporcionaban entonces tanta alegra como es-tas
presencias en el aire quieto de los sbados, sobrino. Pocas. De
manera que cuando entro a Capuchinas yo soy otro: un Pa-niagua del
cielo (p.43).
Ser un Paniagua del cielo es ya la manifestacin de una
identidad. El personaje est ms all de lo terrenal. Este encuentro
confirma la interpreta-cin que se ha venido haciendo de este
personaje, en relacin con su iden-tidad: es un ser que tiene una
misin, esta misin est ms all del mundo terrenal, es un Mesas, que
encuentra el sentido de su s mismo al entrar en relacin con los
santos y ngeles, al compartir el silencio y sosiego de la igle-sia:
Las bancas de madera, largas, macizas y lustrosas, me invitan a
sentarme y recibir en ellas, en absoluto sosiego, la lluvia (p.42).
Las personas estorban la relacin de Cndido con este ms all. Su
conexin inicia en la soledad ms absoluta y teniendo como nico
vnculo con el exterior a los personajes no humanos: santos,
vrgenes, ngeles. Al salir las seoras de la iglesia, Cndido dice: Y
luego, el silencio. La paz que me rodea entonces, sobrino, esponja.
Los poros del alma botan sus tapones de mundo y se abren como los
cielos; y la claridad que andaba afuera, comienza a invadirme
(p.44). Se trata de un Cndido lleno de paz y luz, a la sombra de la
iglesia, en compaa de las ta-llas. Esta constitucin de la identidad
resulta peculiar, ya que los silentes, los mudos, forman parte del
mundo interior del personaje y le permiten llegar a su s mismo como
otro. Cndido lo dice claramente: yo soy otro. Esta ex-presin de
alteridad es crucial para comprender la identidad de este personaje
que se constituye cuando entra en relacin con la iglesia, su
configuracin: palomas, santos, campanario. El personaje mismo se
expresa as: Pasemos mejor a la almendra (). Una tarde en Capuchinas
bastar, sobrino. Esa ser la almendra. La suma (p.43). El encuentro
con este mundo celestial cambia la vida del personaje y la
comprensin que tiene de s mismo.
La relacin con la iglesia, con la religin, podra decirse en otro
senti-do, es informal. Capuchinas es una casa para Cndido:
Capuchinas se haba convertido en mi verdadera casa. Pero tam-bin
mi verdadera familia se encuentra all. Encaramada en sus peanas.
Santos son, y vrgenes y obispos; y los pequeos: los n-
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Letras, Vol. 52, No 82 39
geles rollizos. Yo s que ellos aman mi irreverencia. Me lo dicen
a su modo (p.44).
La relacin que el personaje establece con los habitantes de la
iglesia implica una ruptura, no slo porque no se trata de un vnculo
no convencio-nal, sino porque se celebra la falta de solemnidad.
Hay aqu una importante crtica a la religin, que se vincula con la
idea de falsedad. La relacin de Cndido, desde luego, es atpica.
Esto enfrenta al lector con una personalidad difcil de asir,
porque tras-toca el metarrelato del devoto cristiano, ofreciendo
una perspectiva contra-dictoria: Cndido no es un santo en el
sentido dado por este metarrelato, y los habitantes de la iglesia
tampoco lo son, ya que celebran la irreverencia. Asociado con la
idea del Quijote o an con la del Mesas, este dato sobre la
irreverencia alcanza un sentido posible: el ser de un Quijote o un
Mesas, no puede comprenderse a partir de una realidad absoluta,
sino a partir de los elementos paradjicos, a la manera de la
deconstruccin, planteada por De-rrida (1987). As, Cndido es un
personaje complejo que opta por un modo de vida diferente,
caracterizado por la soledad.
En vida, el hogar de Cndido es la iglesia y muerto, su ubicacin
es el cielo. En un pasaje, la voz narrativa dice:
La ubicacin que le confera Vitelo a Cndido Paniagua era en el
cielo. Suelto, como la luz o el aire. Pero Vitelo tambin lo llamaba
tbano, a escondidas de Isidro, y lo situaba entonces a medio camino
del cielo y la tierra, prendido a la oscura piel de las almas
(p.83).
Cndido est entre el cielo y la tierra de dos maneras: como luz y
como insecto que se alimenta de sus vctimas. Esta ambigedad reitera
el carcter contradictorio, con lo que el lector confirma la
paradoja de la identidad de este personaje.
3.5. Voces que bajaban del aire Cndido Paniagua aparece el da
del nacimiento de Jeremas. Isidro, el
padre, pronuncia tres veces el nombre del to en esa ocasin. La
reiteracin es importante, porque indica que Cndido y Jeremas estn
estrechamente
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40 Ientidad narrativa y alteridad en El tornavoz de Jess Gardea
- ngelica Tornero
vinculados. La organizacin semntica de este vnculo, ocurre, en
principio, a partir de la observacin de rasgos fsico semejantes en
ambos personajes. Al describir Olivia a Isidro la fotografa del to,
advierte la semejanza: Una frente muy alta y algo boluda. Amplia.
La misma frente de Jeremas. Y ms adelante agrega: La boca es
regular. Los labios, medio gruesos, Roja debi tenerla. Roja, como
la de Jeremas (p.51). El sealamiento de este parecido fsico es un
indicio importante para comprender que Cndido est en Jere-mas; ha
vuelto a nacer con l.
Cndido fracas con Isidro: Y un da l volvi. Pero comprendi que
estaba como muerto en m, como ido para siempre. Y entonces, Olivia,
fue cuando empec a hablarte de l a todas horas (p.53). Es decir,
cuando el to vuelve a la memoria de Isidro, no porque ste lo
recuerde, sino porque aquel se empea en regresar, en resonar, no
habr condiciones para hacerse escuchar. A travs de la sesiones de
espiritistas, Cndido logar que Isidro hable de l constantemente,
olvidndose de s mismo, al punto de perderse y morir. La
coincidencia con el nacimiento de Jeremas, permite a Cndido no slo
hacerse presente por medio de Isidro, sino trasponer su existencia
a la de Jeremas.
En la ltima parte de la novela, se narra la vida de Jeremas nio,
utili-zando el paralelismo y la analoga. Omar Vitelo es a Isidro,
lo que Colombi-no Varandas es a Jeremas. Estos personajes aparecen
de manera repentina y sin explicacin en las vidas de los Paniagua,
y son quienes aproximan a ambos a Cndido. Estos dos personajes
funcionan como mediacin entre Cndido muerto y los otros dos
Paniagua, vivos. A diferencia de Cndido e Isidro, el to y Jeremas
no se relacionarn directamente, en vida. No existe la me-moria
anecdtica en Jeremas en relacin con el to, como ocurre con Isidro
nio. El to est en Jeremas potencialmente desde su nacimiento y aos
ms tarde, en el trnsito de la infancia a la juventud, Cndido se
hace presente, como voz en el aire, solicitando a Jeremas un
tornavoz: Colombino, en el rbol hablan () Y qu es lo que dicen? Slo
una palabra, y siempre la misma, Colombino: Tornavoz (p.108). En
este momento de la narracin, los personajes no identifican este
llamado con Cndido. Esto ocurrir vein-tisiete aos despus, cuando
Jeremas regrese a Placeres para buscar a Vitelo y decirle que
Cndido lo ha enviado de nuevo all, para recordarle que no ha
muerto. La metfora del tornavoz cobra aqu importancia central.
Vitelo pregunta: Y qu es lo que quiere l, ahora, Jeremas? Un
tornavoz. Un tornavoz, y que yo se lo haga (p.126).
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Letras, Vol. 52, No 82 41
Para cumplir con esta solicitud, Cndido ha pedido a Jeremas el
regre-so a Placeres y a Omar Vitelo. Es en este espacio donde se
propone cumplir con el deseo de regresar, pero paradjicamente, este
lugar representa la im-posibilidad, porque ah mismo el
espacio/tiempo parece estar suspendido; es decir, no hay sucesin
que permita la coherencia. En Placeres parece no ocurrir nada; es
como un permanente estar ah. El pueblo es un lugar de re-sonancias,
de presencias, ms que de historias, de acontecer.
Jeremas regresa a Placeres para comunicar que Cndido est vivo.
Esta cualidad de estar vivo de Cndido es constantemente cuestionada
en el texto, porque, como ya se ha dicho, no se trata de un ser
viviente, que respire y est encarnado. Cndido vive en los otros,
como en este caso en Jeremas, y desea seguir siendo escuchado.
Jeremas har las veces de tornavoz, es l esa caja de resonancias que
impedir que Cndido muera del todo.
La identidad de Cndido Paniagua no es definida por Jeremas a
partir del retrato moral o fsico. No hay datos que permitan al
lector conocer ms del to a partir de las acciones o dilogos del
sobrino. Se reitera, simplemen-te, su cualidad de espritu en busca
de no ser olvidado, su necesidad de ser escuchado en la tierra.
La metfora del tornavoz: techito abombado entre el cielo y la
tierra seala la intencin de que la voz no se escape hacia la bveda
celeste, sino que llegue a aquellos que estn en la tierra. Cndido
quiere ser escucha-do precisamente en la tierra. La indeterminacin
que caracteriza a la novela impide, no obstante, saber qu es lo que
se quiere comunicar y cul es el sentido.
Jeremas, al final, regresa a su casa natal para recibir a
Cndido. En el ltimo prrafo de la novela se establece un paralelismo
con el momento en que el to se apoder de Isidro. ste perdi el sueo.
Lo mismo ocurrir ahora:
Jeremas se revuelve en la cama. En el mismo cuarto donde l naci.
El rbol. El lamo. Sus ramas se quejan como una mujer. Araan los
adobes de la casa y no dejan dormir. No dejan dormir a Jeremas
Paniagua (p.126).
Este final tiene dos caractersticas; por una parte, se regresa
al punto de partida, el momento en que el to aparece a propsito de
la existencia de
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42 Ientidad narrativa y alteridad en El tornavoz de Jess Gardea
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Jeremas. La diferencia consiste en que en aquel tiempo, Jeremas
apenas naca y en ste ya es mayor. Por otro lado, Jeremas pierde el
sueo, como lo perdi su padre antes de morir. La narracin no tiene
final. No se sabe qu ocurre con Jeremas, con Vitelo o con Cndido,
como tampoco se sabe el paradero de otros personajes.
4. Consideraciones finalesSe ha dicho ya que la estructura
fragmentaria de esta novela complica
la comprensin, debido a que la coherencia es constantemente
cuestionada. Las estrategias que apuntalan la ruptura del
espacio/tiempo, provocan que se pierda la relacin y, con ello, la
posibilidad de asir la identidad de los per-sonajes. Es decir, en
El tornavoz no hay asomo de construccin de identidad de personajes
tendiente al estereotipo, pero tampoco se trata ya de que la
psi-cologa de los personajes destaque sobre la trama. La
complejidad de esta no-vela radica en la imbricacin de dos
espaciotemporalidades: la de los vivos y la de los muertos. Esta
imbricacin ocurre, adems, a partir de una estrategia de
deconstruccin que provoca la polisemia en los polos de la dicotoma.
La distincin vivo/muerto se desestructura y los valores de uno y
otro pierden su lugar, definido dentro de la simblica del
catolicismo, desestabilizando el sentido. Son los vivos los
muertos? Los vivos y los muertos comparten caractersticas y unos
son comprendidos a partir de los otros. Esto significa que no son
absolutos y que no son excluyentes.
Una construccin como sta, sin duda, pone en riesgo cualquier
teora sobre la coherencia. Ricoeur mismo acepta que este tipo de
narrativa vulnera la idea misma de narracin. Si pensamos slo en la
estructura del texto, el resultado es precisamente la incoherencia.
Si avanzamos hacia la teora de la interpretacin y consideramos el
papel del lector, podemos concluir algo diferente.
Se deca ya al inicio, siguiendo el pensamiento de Ricoeur, que
al leer estas novelas el lector podr experimentar con mayor
profundidad la manera de comprender el orden de la vida humana en
toda su amplitud. Esto es lo que ocurre precisamente con estas
novelas: no es preciso que haya principio y final, ni mucho menos
causalidad y ni siquiera coherencia narrativa tex-tualmente. Las
novelas con propuestas de disolucin de la trama, como es el caso,
si son estudiadas slo de manera formal, conducen a conclusiones
similares. Es precisamente en este tipo de narrativa en donde se
debe avanzar
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Letras, Vol. 52, No 82 43
hacia el lector. Esta aproximacin puede ocurrir de varias
maneras. En este ensayo me centr nicamente en la configuracin de la
identidad, mediante la pregunta cmo comprende el lector quin le
habla en esta novela? Es pre-ciso sealar que la pregunta no est
dirigida a pensar en un lector emprico. El enfoque es
fenomenolgico-hermenutico.
El tornavoz ofrece la riqueza de las novelas que exigen al
lector la co-creacin del texto, no slo porque debe realizar
mltiples movimientos de relectura y relacin, sino porque se produce
un excedente de sentido que lo conduce a realizar preguntas; con
ello, se ampla su comprensin del mundo y de su s mismo o en otro
sentido, del orden de la vida humana. Cndido Paniagua es un
personaje identificable, aun cuando su construccin sea muy
compleja. Este personaje, vivo y muerto, muestra un ordenamiento de
la vida, configurada a partir de afectos, sentimientos, temores,
inseguridad, por lo que la discordancia forma parte de la propuesta
misma de configuracin de la trama. En esta novela, la concordancia
descansa en el trabajo del lector; ste se har preguntas que referir
a su propia experiencia.
Como se observ en el anlisis, las estrategias de configuracin de
Cndido son mltiples: l narra breves pasajes de su vida, a travs de
los cuales el lector obtiene rasgos importantes de su identidad. En
estas narra-ciones se manifiesta la identidad ipse de este
personaje y su configuracin a partir de experiencias que afectan a
su s mismo. Cndido vivo es un cuerpo que atestigua su alteridad en
relacin con el mundo. El personaje realiza acciones, interiores o
exteriores, que le permiten constatar su s mismo a partir del
mundo. La mayora de los actos que realiza el cuerpo son afectivos y
mentales y no de desplazamiento corporal. Este personaje,
generalmente, est quieto, acostado o sentado. Despus, cuando Cndido
ha muerto, su cuerpo deja de existir como carne, pero su ser se
traspone al cuerpo de los otros. Cndido vive en los otros, en
Isidro y Jeremas, as como en los dems personajes. En esta dimensin,
Paniagua no tiene ya una ubicacin espacio-temporal cotidiana, sino
que se expresa como voz o metafricamente hablan-do como viento que
atraviesa los tiempos. Cndido se convierte, as, en una presencia
constante, a travs del recuerdo. La diferencia, como se ha visto
ya, es que los aquellos no desean recordarlo, no es un acto de la
voluntad, sino que est ah, como parte de lo que los define.
En la configuracin de este personaje se advierte tambin la
intersub-jetividad. El to se configura a partir de los otros
personajes, de lo que ellos
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44 Ientidad narrativa y alteridad en El tornavoz de Jess Gardea
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pensaron o dijeron sobre Cndido. Esto se aprecia tambin en las
narracio-nes que el personaje hace de su pasado. Aun cuando no se
trata de escritura, porque el personaje no escribe sus memorias, es
evidente que los encuentros con Isidro se basan de manera
importante en fragmentos de la historia de vida del personaje. En
estos apartados de la novela, el personaje configura su s mismo a
manera de trama. A travs del intercambio regular entre las
per-sonas gramaticales, se evidencia la afeccin del s por el otro
distinto del s. Constantemente, Cndido se est refiriendo a los dems
para hablar a Isidro de s mismo.
Cndido Paniagua es afectado por los otros de manera que los
rehye. Este es quiz uno de los rasgos centrales de la novela. El
personaje no en-cuentra contento en las relaciones con los vivos,
sino con los santos y, en otro sentido, con los muertos; es con
stos con quienes cre lazos de amistad. No obstante, al morir, busca
desesperadamente a los vivos, busca la resonancia de su voz en la
tierra, con la intencin de ayudarlos a vivir. Hay aqu una intencin
tica del personaje. Su misantropa no es absoluta, porque est
pre-ocupado por los otros, al punto de desear resonar en ellos.
Paradjicamente, en la imposibilidad de la comunicacin, Cndido no
pierde la esperanza.
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46 Ientidad narrativa y alteridad en El tornavoz de Jess Gardea
- ngelica Tornero