LOS CAMBIOS DEMOGRFICOSY SUS CONSECUENCIAS SOCIALESJulio Carabaa
Morales*Desde que se promulg la actual Constitucin, los cambios en
la poblacin espaola han sidotan rpidos e intensos que constituyen
casi una revolucin. Al igual que ha ocurrido en los de-ms pases del
sur de Europa, las tendencias demogrficas han pasado al primer
plano de laspreocupaciones ciudadanas y polticas, sobre todo por
las consecuencias sociales que puedentener a largo plazo en la
organizacin familiar, la enseanza, la sanidad, el mercado
laboral,la poltica de inmigracin o el sistema de
pensiones.Palabrasclave: cambiodemogrfico,
envejecimientodelapoblacin, estructurafamiliar,educacin, sanidad,
mercado de trabajo, inmigracin, Espaa, 1978-2003.Clasificacin JEL:
J10, J61, O15.1. Los cambiosPor la poca en la que se promulg la
actual Consti-tucin Espaola, las aspiraciones ms sentidas por
losespaolessereferanaldesarrolloylamodernidad,cifradas ambas en la
meta de ser europeos. Los
estu-diossociolgicosydemogrficosdelapocareflejanclaramente este
punto de vista. Espaa apareca a
lacoladelospaseseuropeosencompaadeIrlanda,Grecia y Portugal, los
pases ms religiosos y pobres.La cuestin era si algn da llegaramos
por fin a serlaicos y ricos. Veinticinco aos despus hemos
llegado,al menos en lo que toca a las tres variables demogrfi-cas
bsicas: natalidad, mortalidad e inmigracin.Los cambios en la
poblacin han sido tan rpidos
ytanintensosquesehahabladoderevoluciones1yhasta de terremotos en
los cimientos de la estructurasocial (Beltrn, 1992; 2002). La
pregunta ahora es si nonos habremos pasado de modernos, en especial
en ma-teriadenatalidad:vamosatenermuchosancianosymuy pocos jvenes,
y eso tiene consecuencias
socialesconlasquenuncahastaahoranoslashemostenidoque ver. Quin va a
pagar tantas pensiones?
Quinvaacuidardetantosancianos?Podemosllenarelhuecoconinmigrantes?
Noplantealainmigracinriesgosdefracturasocialydeprdidadeidentidad?DICIEMBRE
2003 NMERO 81115325 AOS DE CONSTITUCIN ESPAOLA* Universidad
Complutense de Madrid.1En apenas ochenta aos, la poblacin espaola
ha pasado de seruna poblacin casi de antiguo rgimen a ser una
plenamente moderna(ARANGO, 1987: 201).Por qu las mujeres no tienen
nios? Cmo se puedeaumentarlanatalidad?Deseguircomohastaahoralas
tendencias, caminamos hacia una sociedad de vie-jos, y no tenemos
experiencia de cmo funciona una so-ciedadas. Enpocosaos,
lapoblacinhapasadoalprimer plano de las preocupaciones ciudadanas y
pol-ticas, pero hay gran confusin acerca de las consecuen-cias
sociales de estos cambios demogrficos, y ms to-dava sobre su
tratamiento como problemas
sociales.Desdeluego,Espaanoeselnicopasenelquedisminuyenlosniosyaumentanlosancianosylosinmigrantes.Ocurreenlamayorpartedelospasesdesarrollados
y en todos los pases europeos. En algu-nos, como Italia o Irlanda,
con la misma o mayor cele-ridad que en Espaa. Al analizar las
causas y las con-secuencias de los cambios demogrficos hay que
tenersiempre presente que tambin en esto Espaa dej deser distinta,
si es que alguna vez lo fue tanto.Lento y constante crecimiento de
los ancianosEl crecimiento de los ancianos no puede en
realidadcalificarse ni de nuevo ni de rpido, aunque el nmerode
mayores a que da lugar est empezando ahora a
re-sultarllamativo.ElCuadro1recogelaevolucindelas personas mayores
de 65 y de 85 aos a lo largo delsiglo, y proyecciones a 2026 y
2050. Puede verse que aprincipios de siglo los mayores de 65 aos no
llegabanal milln, y constituan ms o menos un 5 por 100
delapoblacintotal. Actualmentesoncasi 7millones,un 16 por 100 de la
poblacin; para mediados de estesiglo se estiman en unos 13
millones, un 31 por 100 dela poblacin. Ha aumentado tanto el
volumen absolu-to, como la tasa de crecimiento.La proyeccin a 2051
est realizada a una tasa decrecimiento de 1,25 por 100 anual, la
mitad de la tasareal de los ltimos aos. Es difcil predecir esta
tasa.Los ancianos crecenporque crece
laesperanzadevida,quehapasadode73,3aosen1975a78,7en1998. A este
ritmo de unos tres meses al ao o un aocada cuatro, la esperanza de
vida en 2050 se situaraen los 90 aos. Mas cmo saber si se mantendr
esteritmo? Ni siquiera conocemos bien por qu razones haaumentado la
esperanza de vida de los espaoles has-ta situarse entre las mayores
del mundo. Estn, desdeluego, los avances de la medicina y la
Sanidad, y luegosu extensin a toda la poblacin por la Seguridad
So-cial y el Sistema de Salud, pese a su baratura (somosel pas de
la UE que menos porcentaje del PIB gastaen Sanidad) y a su regular
fama (tiempos de consultabreves, listas deesperalargas, etctera).
Sehablatambin de la dieta mediterrnea, y de otras costum-bres
saludables, como la ausencia de tabaquismo en-tre las mujeres
mayores. En cualquier caso, la
investi-gacinsociolgicatieneaqulafortunadepartirdevaloraciones
claras y compartidas: si se investigan
lasrazonesdelalongevidadnoesparaimpedirla,
sinoparafomentarla.LocualamplificalosinterrogantesDICIEMBRE 2003
NMERO 81115425 AOS DE CONSTITUCIN ESPAOLACUADRO
1EVOLUCINDELNMERODEANCIANOSENLAPOBLACINTOTALAosPoblacin
ProporcionesTasas decrecimientoTotal 65+ 85+ 65+ 85+ 65+1900. .
18,7 0,96 0,03 5,13 0,16 1930. . 23,7 1,4 0,05 5,91 0,21 1,31970. .
34 3,3 0,19 9,71 0,56 2,11981. . 37,7 4,2 0,26 11,14 0,69 2,21991.
. 40 5,4 0,47 13,50 1,18 2,52001. . 40,8 7,0 0,7 17,16 1,72
2,52026. . 43,5 9,4 1,3 21,61 2,99 1,252051. . 41,2 12,8 1,97 31,07
4,78
1,25FUENTE:INEyZAMORA(2003),Cuadro1.queelenvejecimientodespierta,
enparticularsobrelas pensiones y los servicios de atencin a los
depen-dientes.Brusco descenso de la natalidadA diferencia del
envejecimiento, el descenso de la na-talidad ha sido brusco y ms
fuerte de lo predicho sobrela base de los precedentes europeos, que
fueron ante-riores y ms suaves. El Cuadro 2 muestra que duranteel
siglo XX los nacimientos fueron muy constantes. Enla dcada de 1970
nacieron aproximadamente 670.000nios al ao, los mismos que en la
primera dcada delsiglo. Dando ndice 100 a estos mximos, la dcada
conmenor natalidad, que fue la de la posguerra civil,muestra un
ndice de 89, con unos 5,8 millones de naci-mientos. Las
oscilaciones anuales son lgicamente
ma-yores,peronuncaenlahistoriahubouncambiotanfuerte como el que se
dio a partir de 1976, ao de nata-lidad muy alta por lo dems. En 20
aos, hasta 1995, elndice se reduce a 54, es decir, los nacimientos
se hanquedadocasi enlamitad. Ymuybruscamente, ade-ms: la mitad de
la cada se produjo en seis aos, de1976 a 1982. Entre 1995 y 2002 se
ha vuelto a los nive-les de 1990 (ms de 400.000 nacimientos, ndice
62). Elrepunte se ha debido casi en su totalidad a las
madresextranjeras, que no existan apenas en 1990, pero
quetrajeronalmundo33.475niosen2001y43.469en2002 (INE, Movimiento
Natural de la Poblacin,www.ine.es).La causa principal del descenso
de los nacimientoses el descenso de la fecundidad. Observando las
tasasdefecundidadporedades, sepuedendistinguirdosetapas muy bien
definidas. El descenso inicial y
msrepentinoseprodujocoincidiendoconlaaprobacinde la Constitucin en
1978, aunque tambin con la cri-sis econmica y el aumento del paro
que se produjerontras las crisis del petrleo de 1973 y 1979. El
descensose apreci primero en el Norte y ms tarde en el Sur,pero en
un intervalo de tiempo tan corto que bien pue-de decirse que ocurri
al mismo tiempo (o casi) en todaEspaa, con cortas diferencias entre
la Espaa seca yla hmeda, la rural o la urbana, la agraria o la de
ser-vicios, o entre las que en el intervalo devendran Co-munidades
Autnomas histricas, las que llegaran aconstituirse por el artculo
151 y las que y las que sequedaran en Comunidades del 144. Tambin
ocurriestedescensocasiporigualentremujeresactivaseinactivas (Puy
Cabetas, 2000) y en todas las edades.Slo se desvan de la pauta
general las edades extre-mas, que son las menos fecundas: hasta los
19 aos
lafecundidadseelev,desdelos35enadelantedismi-nuymuchomsquelamoda.
Parececlaroqueenesta primera etapa la causa prxima del descenso
dela fecundidad es su efectivo
control2.Lasegundaetapa,desde1985enadelante,esdeltodo distinta.
Desciende muy rpidamente la fecundi-daddelasmujeresjvenes,
mientrasqueladelasmujeres de 30-34 aos incluso aumenta3. En esta
eta-palaprincipalcausaprximadeldescensodelafe-cundidad es el
retraso en la edad de tener hijos, queno deja tiempo para traer al
mundo a los de tercer or-den y superior (Delgado, 2003).DICIEMBRE
2003 NMERO 81115525 AOS DE CONSTITUCIN ESPAOLA2Puede decirse que la
Constitucin tuvo un importante papel alliberalizar los mtodos
anticonceptivos e inspirar polticas de planificacinfamiliar. En el
acceso a los mtodos ha influido la actitud del rgimendemocrtico,
despenalizando la difusin y el uso de anticonceptivos
yestableciendo centros de planificacin familiar (DEL CAMPO
yNAVARRO, 1987: 30). Vase tambin DELGADO y CASTRO,
1998.3Refirindolasalaformacindeparejas,estasdosetapasbsicashansidodistinguidasenMadridporREQUENA(2002),conel
matizdesepararlosperodosen1981.Durantelasegundamitaddelosaossetenta,virtualmentetodoel
descensodelafecundidadqueseprodujosepuedeatribuiralosmayoresesfuerzoscontraconceptivosdelosmatrimoniosylasparejasconvivientes;sinembargo,apartirde1981yal
menoshasta1996,hansidosobretodolasrestriccionesalanupcialidadyel
emparejamientolasresponsables(REQUENA,2002:60).La inmigracinEspaa
se ha convertido en la ltima dcada del si-glo XX de un pas de
emigrantes en uno de inmigran-tes. En 1981, los extranjeros eran
poco ms de230.000. El Censo de 2001 ha encontrado ms de
1,6millones, deloscuales360.000soncomunitariosyms de 1,2 millones
son no comunitarios. Hay razonespara pensar que a estas horas hay
muchos ms, unosque no han manifestado su existencia al INE y
otrosque han llegado en los ltimos dos aos. Los ocultos sepueden
estimar, por ejemplo, a partir del dato de que1,5 millones son
clientes de bancos (El Pas, 26-10-03);odeloocurridoenelao2000,
cuandoelGobiernoemprendi una regularizacin de los extranjeros
quemoraban ilegalmente en Espaa con la expectativa deque se tratara
de unos 80.000; al final del proceso ha-ban aparecido unos 600.000,
de los cuales unos400.000 fueron efectivamente
regularizados.Losextranjerossonmenosquelosinmigrantes,como han
subrayado Izquierdo y Lpez de
Lera(2003:186),delosquetomamoselCuadro3,puesmuchos de los
inmigrantes son espaoles. Si los ex-tranjeroseranen2001el
3,9por100delapobla-cin, el total de los nacidos en el extranjero
son casidosmillonesycuartoyrepresentanel5,4por100del total de la
poblacin de derecho en el ao 2001.Esta proporcin es ya poco menor
que la media de laUnin Europea, aunque an sea modesta compara-da
con la de pases como Austria, Blgica o Alema-nia, que rondan el 10
por 100, o Suiza, que supera el20por 100. Adems,
losinmigranteshancrecidomuy rpidamente en la ltima dcada, y sobre
todoen los ltimos cinco aos, si bien parte de los
regis-tradosdesdeel ao2000yaestuvieranaqu (porefecto de la
regularizacin, el flujo oficialmente re-gistrado pas de 99.000 en
1999 a 300.000 en 2000).Ms fuerte que el efecto en la poblacin es
la huellaDICIEMBRE 2003 NMERO 81115625 AOS DE CONSTITUCIN
ESPAOLACUADRO 2LACADADELANATALIDADNmero de nacimientosPerodo
Absolutos ndice Aos Absolutos ndice Aos Absolutos ndice1901-10 . .
. . . . . 671.300 100 1979. . . . . . . . . . 601.992 90 1991 . . .
. . . . 395.989 591911-20 . . . . . . . 625.300 93 1980. . . . . .
. . . . 571.018 85 1992 . . . . . . . 396.747 591921-30 . . . . . .
. 663.900 99 1981. . . . . . . . . . 533.008 79 1993 . . . . . . .
385.786 581931-40 . . . . . . . 602.800 90 1982. . . . . . . . . .
515.706 77 1994 . . . . . . . 370.148 551941-50 . . . . . . .
585.600 87 1983. . . . . . . . . . 485.352 72 1995 . . . . . . .
363.469 541951-60 . . . . . . . 615.300 92 1984. . . . . . . . . .
473.281 71 1996 . . . . . . . 362.626 541961-70 . . . . . . .
670.700 100 1985. . . . . . . . . . 456.298 68 1997 . . . . . . .
369.035 551971-80 . . . . . . . 660.800 99 1986. . . . . . . . . .
438.750 65 1998 . . . . . . . 365.193 541975. . . . . . . . .
669.378 100 1987. . . . . . . . . . 426.782 64 1999 . . . . . . .
380.130 571976. . . . . . . . . 677.456 100 1988. . . . . . . . . .
418.919 62 2000 . . . . . . . 397.632 591977. . . . . . . . .
656.357 98 1989. . . . . . . . . . 408.434 61 2001 . . . . . . .
406.380 611978. . . . . . . . . 636.892 95 1990. . . . . . . . . .
401.425 60 2002 . . . . . . . 416.518
62FUENTE:INEyelaboracinpropia.delosextranjerosenlanatalidad(IzquierdoyL-pez
Lera, 2003, 195). La fecundidad aparente (en
eldenominadorcuentanslolascensadas)delasex-tranjeras casi dobla a
la de las espaolas, y han sidosuyos el 10 por 100 de los nacidos en
el 2002(www.inw.es/mnp).Como en natalidad y mortalidad, tampoco
Espaaesdiferenteeninmigracin. Al contrario, lainmi-gracin que
recibimos es parte de los flujos ms
ca-ractersticosdelostiemposactuales,protagoniza-dos por ciudadanos
de pases con oferta ilimitada detrabajo... que tratan de acudir, en
la mayora de loscasos sin xito, a un reducido nmero de pases
tanintensivos en capital y tecnologa que casi han deja-do de ser
escasos en trabajo pese a que su suminis-tro propio seamenor que
nunca (Arango, 1992:1148); y no la recibimos tanto nosotros como la
Co-munidadEuropea.Lascausasdeestainmigracinparecen obvias en los
peridicos, pero no lo son tan-to para sus estudiosos, que fracasan
cuando tratandeestablecerrelacionesentreemigracinycreci-miento de
la poblacin, entre inmigracin y baja fe-cundidad4y, sobretodo,
entremigracionesycon-trastesentrepasesdeorigenydedestino5.Quizpor
eso fallaron las predicciones sobre el alud de in-migracin desde el
Este de Europa tras la cada delmuro de Berln (Arango,
2003).DICIEMBRE 2003 NMERO 81115725 AOS DE CONSTITUCIN
ESPAOLACUADRO
3POBLACINSEGNCONDICINDEINMIGRANTEYNACIONALIDAD(Enmilesyen%)Ao*
Total Inmigrante (%) Extranjera (%)1971. . . . . . . . . . . . . .
. 34.117 365 1,07 183 0,541981. . . . . . . . . . . . . . . 37.723
626 1,66 233 0,621991. . . . . . . . . . . . . . . 38.846 841 2,16
350 0,901998. . . . . . . . . . . . . . . 39.852 1.174 2,95 637
1,602001. . . . . . . . . . . . . . . 41.116 1.969 4,79 1.371
3,332002. . . . . . . . . . . . . . . 41.873 2.255 5,39 1.624
3,88NOTA: * A 1 de enero de cada
ao.FUENTE:IZQUIERDOyLPEZDELERA,2003,Cuadro1.ElaboradoapartirdeCensosyPadrones.4Las
condiciones demogrficas en los pases de acogida sobre todo labaja
fecundidad y la tendencia al envejecimiento que de ella resulta
sonmucho menos importantes a efectos migratorios de lo que parece.
Como yase ha dicho, la demanda de trabajo en esas sociedades suele
ser reducida ypor otro lado hay muchas formas de aumentar la oferta
nativa de mano deobra para satisfacerla retraso en la edad de
jubilacin, en muchos pasesaumento de las tasas de participacin
femenina, medidas favorecedoras dela circulacin de trabajadores
para compensar desequilibrios territorialesaparte de las
posibilidades derivadas de elevaciones de la productividad. Siaun
as hay demanda de trabajo forneo, ello se debe ms bien aldualismo
que frecuentemente caracteriza a los mercados de trabajo, pero noes
se un factor demogrfico, sino social (ARANGO, 1992: 1154).5En
primer lugar es dudoso, como ya se ha dicho, que el
rpidocrecimiento de la poblacin o la alta fecundidad en los pases
en vas dedesarrollo resulten por s mismos en emigracin masiva,
aunque sin dudaagraven desequilibrios sociales preexistentes. Ms
dudoso es, como tambinse ha dicho, que la baja fecundidad de los
pases de la ribera Norte genereemigracin en los de la ribera Sur.
Pero lo que desafa cualquier lgicaexcepto la lgica hidrulica, en
expresin de Massimo Livi Bacci es larelevancia atribuida a los
contrastes o las disparidades. Las tendenciasdemogrficas son
importantes, aunque no determinantes. Los contrastes,perfectamente
irrelevantes (ARANGO, 1999).2. Las consecuenciasLos cambios en la
mortalidad, la natalidad y las
mi-gracionesproducenunaampliavariedaddeefectossocialesdemuydiversaintensidad.Heelegidoparauna
sumaria revisin los ms importantes, ante todo,para la opinin pblica
y, en segundo lugar, para mimodesto entender. Provienen
esencialmente de cincombitos: familias, enseanza, economa,
proteccinsocial y poltica.Para las familiasLas consecuencias
sociales ms directas de los
cam-biosdemogrficostienenlugarseguramenteenlaspropias
familias.Podemoscomenzarconsuformacinmedianteelmatrimonio.
Eldescensodelanatalidadafectaporigual a ambos sexos, pero en las
parejas suele haberuna diferencia de edad de unos tres aos. Eso
signifi-ca que los varones nacidos justo antes de una cadade la
natalidad brusca van a ser ms que las mujeresnacidas tres aos
despus, entre las cuales buscarnpareja. Alainversa, las mujeres
delas primerascohortes reducidas tendrnmuchos ms hombrespara elegir
que sus compaeras. Se trata de un efectocoyuntural, pero algo ms
que anecdtico, pues ten-dra que producir algunas consecuencias
apreciables,tales como mayor diferencia de edad entre las pare-jas
y mayor nupcialidad entre las mujeres de las
pri-merasgeneracionesralas(Cabr, 1993). Estnporcomprobar, que yo
sepa, estos presumibles efectos dela descompensacin entre las
generaciones.Hay una relacin estrecha y compleja entre la
dis-minucin de la natalidad y los cambios en las
pautasdenoviazgoymatrimonio6. PordetrsdetodoelloDICIEMBRE 2003
NMERO 81115825 AOS DE CONSTITUCIN ESPAOLACUADRO
4EVOLUCINDELAPOBLACINPOREDADESYTASADEDEPENDENCIA1900 1930 1970 1981
1991 2001 2010 2026 2051Enmillonesdepersonas:Total . . . . . . . .
. . . . . 18,6 23,7 34,0 37,7 38,96 40,8 42,4 43,5 41,2De 0 a 19. .
. . . . . . . 7,8 9,7 12,2 12,9 10,6 8,4 8,4 7,8 7,0De 20 a 64. . .
. . . . . 9,8 12,5 18,6 20,5 22,8 25,5 26,4 25,9 21,4De 65 y ms. .
. . . . . . 0,97 1,4 3,3 4,2 5,5 7,0 7,6 9,8 12,8En%del total:De 0
a 19. . . . . . . . . 41,9 40,9 35,8 34,3 27,3 20,6 19,8 17,9
17,0De 20 a 64. . . . . . . . 52,9 53,0 64,6 54,4 58,6 62,4 62,3
59,5 51,8De 65 y ms. . . . . . . . 5,2 6,1 9,7 11,2 14,1 17,0 17,9
22,5 31,1Dependencia. . . . . . . . 89,1 88,9 83,2 83,8 70,7 60,2
60,5 67,9
92,9FUENTE:Hasta1981:ZAMORA(2003).1991y2001:INE,Censos.Desde2010:INE,Proyeccionesdepoblacinbase1991.
2001:INE,Censos.6Por matrimonio debe entenderse toda unin
socialmente reconociday aceptada, siguiendo una definicin
sociolgica, o tambin, siguiendoest sin duda alguna la eficacia en
el control de la na-talidad. Todas las prcticas antiguas estaban
orienta-das a asegurar que los hombres se hicieran responsa-bles de
su descendencia. El nico mtodo eficaz paracontrolar la descendencia
era el control de las
relacio-nessexuales,ylasmsinteresadasenelloeranlasmujeres. Sobre
ellas se ejerce el control, y de ah naceel
complejodecreenciasycostumbresquegiranentornoalavirginidad,
incluyendolaseparacinnetaentre noviazgo y matrimonio y la evitacin
de las rela-ciones de amistad entre hombres y mujeres. Los
anti-conceptivos eficaces disolvieronenpocos aos
estecomplejocultural, dandopasoaformasderelacinmucho ms libres. Los
controles sociales que hace to-dava 50 aos se erigan para prevenir
que las muje-resmozasquedaranpreadas, yparaencontrarunresponsable
si ello ocurra, han quedado hoy sustitui-dos por el autocontrol
tcnico mediante anticoncepti-vos que separan la sexualidad de la
procreacin. Don-de antes haba control social directo, ahora estn
slola libertad y la responsabilidad de los individuos, quea juzgar
por el descenso de la natalidad son con mu-chomseficaces. Locual
nosignifica, desdeluego,que ya no sean problema los embarazos de
las adoles-centes.La separacin entre sexualidad y concepcin no
im-plica separacin entre la sexualidad y los sentimien-tos de
apego, amor, fidelidad o celos. Ocurre que aho-ra, libres del temor
a los embarazos, los jvenes pue-den extender a las relaciones
sexuales el principio deaprendizaje por ensayo y error que los
socilogos atri-buyen a la adolescencia y que es la causa de su
prolon-gacinenlassociedadesmodernas(Parsons, 1962).Las relaciones
sexuales prematrimoniales han pasadoas de estar formalmente
prohibidas y
prcticamentemuydificultadasadarseporsupuestaseinclusoaexigirseimplcitamentecomogarantadexitodelmatrimonio.Setratadelibertadparaestablecerlosvnculos
matrimoniales, referidos en ltimo trmino ala maternidady la
paternidad, no de negar talesvnculos. No hay contradiccin entre que
el 62 por 100de los jvenes consideren muy importante el matrimo-nio
y que una parte de ellos considere que lo mejor esvivir juntos sin
estar casados (CIS, 1999). Por decirlosimplemente, el valorcentral
del matrimonioquelosniostenganunpadrenohacambiado. Hancambiado las
normas, los medios socialmente estable-cidos para asegurar ese
valor.Con el descenso de la fecundidad est conectado elretraso en
la emancipacin (Garrido y Requena,1996). Hayquehacer notar, antes
quenada, quecomo todos los fenmenos que comienzan en las fami-lias
de profesionales, el del apalancamiento conpap y mam fue objeto de
debate pblico casi antesde que ocurriera. Los jvenes apenas
participaron enla primera cada de la fecundidad entre 1977 y 1982y
en 1980, cuando el fenmeno estaba en todo su apo-geo meditico, las
mujeres se casabana los 23,6aos, la edad ms baja de todo el siglo
XX y segura-mente de toda la historia. El retraso del
matrimoniohasta los 26 aos en 1990 significa slo volver a
lasedadestpicasdetresdcadasantes. Peroestosonlasmediasgenerales,
yel fenmenoempezclara-DICIEMBRE 2003 NMERO 81115925 AOS DE
CONSTITUCIN ESPAOLAuna ms antropolgica, toda unin en la que el
hombre aparecesocialmente como padre de los hijos de la mujer, lo
sea biolgicamenteo no. Incluye por tanto igual las uniones de hecho
que las de derecho.La palabra pareja se usa aproximadamente con el
mismo sentido.Cuando las uniones se inscriben en el registro civil
se convierten enmatrimonios civiles, si lo hacen en el de la
Iglesia se convierten enmatrimonios eclesisticos, y as
sucesivamente. Es un grave errorconfundir la devaluacin del
matrimonio eclesistico o incluso civil con ladevaluacin del
matrimonio en general. La devaluacin del matrimoniocivil es
resultado de que la legislacin lo ha vaciado de efectos. Su
precioest en torno a los 3.000 euros, aunque hay parejas de hecho
querenuncian a los beneficios del registro civil y se inscriben con
inmigrantespara que stos obtengan la nacionalidad por slo 1.000
euros (incluidoseventuales costes de
divorcio).menteentrelosestudianteshijosdeprofesionales,incluidos
periodistas y socilogos. As que estaba
yamuyestudiadoycomentadocuandoseprodujoconcarcter general durante
los aos noventa. Tiene quever, si acaso, nicamente con el descenso
de la fecun-didad ms dbil y reciente. Por un lado, es cierto quela
fecundidad disminuye porque los jvenes retrasanla edad de
matrimonio. Pero, por otro lado, tambines cierto que los jvenes se
quedan en casa porque li-teralmente ha disminuido la fecundidad.
Los padrespuedenestarencantadosdetenerencasaasuhijade 30 aos, pero
lo estaran menos si tuviera ademsun hijo o dos, como seguramente
tendra de no habercontrolado eficazmente sufecundidad. Lo cual
noquieredecir, desdeluego, quenoinfluyanfactoreseconmicos7, sino
slo que si llegan a influir es por-que gracias alos anticonceptivos
cadavez menosgente se casa a causa de un embarazo indeseado.La
disminucin de la fecundidad matrimonial tienereflejo inmediato en
la disminucin del tamao de loshogares.
Estuvoantaomuyextendidalaideadelpredominio de la familia extensa,
que muchos socilo-gos confunden adems con el predominio del hogar
ex-tenso, es decir, convivencia en el mismo hogar de
msparientesquelosnucleares, particularmentepadres(Del
CampoyRodrguez-Brioso, 2002). Hoygraciassobre todo aLaslett (1965)
y enEspaaaReher(1988; 1996) sabemos que se trata en buena parte
deun mito y que, no habiendo habido nunca hogar exten-so, tampoco
hubo descenso secular del tamao de loshogares. Segn Reher es
preciso recordar que inclusoen las zonas de mxima complejidad del
hogar, comolasreasseptentrionalesdeNavarrayCatalua,eltamao y la
complejidad de los hogares nunca
excedadenivelesmoderadamenteelevados,sisecomparancon otras zonas de
Europa (1996: 68); y en cuanto a laevolucin, los resultados de los
anlisis censales y
denumerosasinvestigacioneslocalesbasadasenlibrosparroquiales
sugieren que pese a las transformacio-nes, en la mayora de las
regiones el peso de los hoga-res mltiples no cambi de manera
apreciable entre laera preindustrial y 1970. Con la excepcin de
Navarray en menor grado Catalua, la importancia de los
ho-garesconmsdeunaunidadconyugal permanecibsicamente inalterada. En
muchas regiones, los
ni-velesdecomplejidadinclusohabanaumentadoen1970 (Reher, 1996:
61).Conestosantecedentes,noesdeextraarquedes-pusde1970loshogarescomplejosymltiplessigansiendo
una exigua minora, y adems en disminucin. Ydadoel predominiocasi
absolutodel hogar nuclear,tampoco es de extraar que el descenso del
nmero dehijos sea la causa principal del descenso en el tamao delos
hogares. Requena ha calculado que aproximadamen-te tres cuartas
partes de la disminucin total se debe almenor nmero de hijos
(Requena, 1999), patente sobretodo en la cada del nmero de hogares
con seis o msmiembros. Y ello pese a la creciente tendencia de los
j-venes a permanecer hasta tarde en el hogar
paterno.Tambindisminuyeeltamaomediodetodosloshogares la prolongacin
de la vida, aunque por razo-nesbiendistintas.
Gozandodurantemstiempodemejor salud y con la autonoma econmica que
les danlas pensiones, los ancianos permanecen durante mu-cho ms
tiempo en sus casas, las mujeres incluso des-pus de enviudar.
Aumenta as el nmero de hogaresde una y dos personas (Requena,
1999).DICIEMBRE 2003 NMERO 81116025 AOS DE CONSTITUCIN ESPAOLA7Que
son los que suelen subrayarse. Los jvenes, como muestranmltiples
estudios, desde tempranas edades tienen relacionesheterosexuales
muy formalizadas, que si no concluyen en matrimonio espor la
ausencia de empleo, y, por ello, de recursos econmicos. Lacaresta
de las viviendas y su reducido mercado de alquiler dificultan anms
la salida matrimonial de las relaciones estables de pareja. El paro
yla inseguridad en el empleo otra consecuencia de la crisis operan
enel mismo sentido, dificultando la materializacin de
proyectosmatrimoniales de los jvenes espaoles (IGLESIAS, 1998:
139).As pues, el tamao de los hogares disminuye tantoporque baja la
fecundidad como porque aumentan losancianos autosuficientes. Las
estadsticas globales di-cenquetal
descensoesapreciableslodespusde1970. El tamao medio de la familia
espaola era de3,87 individuos en 1900 y de 3,81 en 1970. Al
cambiarel siglo, en cambio, era de unas tres personas, todavael
mayor de la Unin Europea y lejos del extremo da-ns de 2,3 personas
por hogar. Siendo la disminucinresultado de dos causas distintas
esconde dos fenme-nosdistintos:deunlado,elaumentodelnmerodenidos
vacos; de otro, el menor tamao de los nuevosnidos ocupados.En los
cambios de los hogares han visto algunos so-cilogos el reflejo de
cambios en las formas de fami-lia. Lamo de Espinosa ha procurado
una visin
muyarticulada.Lasanidadhaaumentadoespectacular-mentelaeficienciadelafuncinreproductiva(hancrecido
los aos de vida producidos por cada embara-zo) ylos anticonceptivos
permitencontrolarla. Noslonecesitamosmenosfamilia,
sinoquepodemosdeterminar cunta familia queremos y cundo laqueremos,
al margen de la satisfaccin de las necesi-dadessexuales.
Nosencontramosal
mismotiempoanteunacontraccindelafamiliaqueeventual-mentepuedeaparecercomounacrisisyanteelsurgimiento
de nuevas formas de convivencia y nue-vos tipos de hogares
libremente decididos. Este pro-ceso es un paso importante en la
evolucin desde
unasociedaddefamiliasaunasociedaddeindividuos(LamodeEspinosa, 1996:
51). El razonamientoesbueno en lo negativo, pues se necesita en
efecto me-nosreproduccin.Peronoestanbuenoensupartepositiva, pues el
matrimonio no es una forma instru-mental
deconvivenciaqueseabandonepor otrasms placenteras en cuanto se ha
cumplido con el
eno-josotrabajodecriaraloshijos,sinoquepareceseradems la forma de
convivencia ms apreciada inclu-socuandonohayhijos.
Laspretendidasformasal-ternativas defamiliasonobienderivados
obienformasnuevasdelomismo(cohabitacin, familiasmonoparentales,
familias recompuestas). Las
verda-derasalternativas,lasformascomunalesderivadasde las utopas
del XIX, han quedado arrumbadas enel bal de los recuerdos de los
felices sesenta.Ausentes las alternativas, mayor libertad para
con-figurar los lazos familiares no implica menor sino ma-yor
estima de los mismos, y ms todava si disminuyesu densidad. La
importancia de la familia debera cre-cer y su valoracin subir segn
se va haciendo ms li-breysobretodomsescasa.
Imaginemosquereal-mentealosjvenesdehoy...lesaguardaunavejezcon
pocos hermanos y pocos hijos y con la
perspectivadequeundivorcioleshayaalejadodesucnyuge.Muchos de ellos
tendrn todava a sus padres cuandoaccedan a la tercera edad a la vez
que algn nieto ado-lescente(FernndezCordn, 2003: 256).
Notendrnadadeextraoquegentetanaislada,aunquema-yor, cultive lazos
sociales secundarios con los que la-mentar la ausencia de los
primarios.Para la
enseanzaLosnacimientosdeesteaosonlosalumnosdedentro de tres. La
clientela del sistema escolar ha dis-minuido en exactamente la
misma medida que la na-talidad.
Cmohareaccionadolaescuelaanteestereto? Mucho mejor, desde luego, de
lo que muchos es-perbamos. En los aos ochenta, cuando el
fenmenoseanunciaba,sepensquenosencontrbamosanteuna industria en
contraccin que iba a provocar fen-menos de reconversin tan dolorosa
o ms que los dela siderurgia y los astilleros. Habra que cerrar
cole-gios y prescindir de maestros, clausurar o casi las es-cuelas
de Magisterio (Carabaa y Arango, 1987).Nada de esto ocurri, sin
embargo. El sistema escolarDICIEMBRE 2003 NMERO 81116125 AOS DE
CONSTITUCIN ESPAOLAha dado pruebas de una enorme capacidad de
adapta-cin. Se ha escolarizado ms a los nios de tres aos ya los
adolescentes, se ha disminuido el tamao de
lasclasesysehanredistribuidolastareasdetalmodoqueinclusohanaumentadoligeramentelosprofeso-res,
en vez de
disminuir.EldescensodealumnoshallegadohacepocoalaUniversidad, con
algn retraso sobre las
previsiones(CarabaayArango,1983);aunqueannomuyin-tenso estn todava
por llegar los nacidos en los
no-ventahaproducidoyanotablesdisminucionesenciertas universidades
perifricas y en las carreras quese nutran de alumnos desviados por
el numerus clau-sus de las ms demandadas. Algunos rectores han
co-menzado ahablar de reconversiny otros se hanpuesto a imaginar
medios de atraer a los estudiantes.No han tenido suficientemente en
cuenta la experien-cia de la enseanza primaria y media, y parecen
ha-ber olvidado que se les presenta una magnfica
opor-tunidadderevertirlosefectosdelamasificacindelos setenta, tan
denostada. La experiencia de la ense-anza primaria y media ensea
que se pueden dedi-car los medios a mejorar la calidad. Algunos
publicis-tas, asumiendo sin ms crtica la idea de que van a so-brar
universidades, proponenque se aproveche laocasin para un
experimento de seleccin por el mer-cado:
quelasuniversidadescompitanentresyconlasprivadasporatraersealosalumnos.
Talespro-puestasdelibremercadoseranviablessiserefirie-ran solamente
a los conocimientos, sin incluir los ttu-los. Pero mientras las
Universidades titulen al tiempoque ensean es muy de temer que las
Universidadescompitieran poniendo ms baratos los ttulos ms quedando
mejor enseanza.Habra sido de esperar que la disminucin a ms omenos
la mitad de la ratio alumnos/profesor y la
mul-tiplicacinporcasicuatrodelgastoporalumnoqueha tenido lugar
entre 1970 y la actualidad impulsarahacia arriba la calidad de la
enseanza. No hay, sinembargo, ningn indicio de que tal cosa haya
ocurri-do, y como ha escrito Gonzlez-Anleo lo ms
destaca-doesquizlapersistenciadelosviejosproblemas...Enel
InformeFOESSA1970yaseconsagrabaunaatencin especial al problema de
la calidad de la
ense-anzayalademocratizacindelamisma(Gonz-lez-Anleo, 2002: 188). Si
no la calidad de la ensean-za, el descenso de alumnos habr mejorado
por lo me-nos la calidad de la vida en las escuelas,
comoseguramentelamejorarenlaUniversidadcuandoremita la masificacin
de los ltimos aos.Apenasseprestaatencinalhechodequelabajafecundidad
fomenta la matrcula escolar. Los hijos defamilias numerosas tienen
probabilidades mucho msbajas de continuar estudiando tras la
enseanza obli-gatoriaquelosvstagosdefamiliaspequeas. Porejemplo,
entre los nacidos en 1970, empezaron Bachi-llerato el 70 por 100 de
los hijos nicos, frente a slo el15 por 100 de los jvenes con ms de
cuatro hermanos.Es una distancia casi tan grande como la que hay
en-tre los hijos de profesionales y de obreros agrarios,
oentrehijosdeuniversitariosehijosdeanalfabetos(aproximadamente de
90 a 10). Ahora bien, el descen-so de la natalidad se ha debido
sobre todo al aumentode familias con uno y dos hijos y a la
disminucin delas familias numerosas. La suerte escolar de los
hijosde familias numerosas no ha mejorado, pero son cadavez menos
para tirar hacia abajo de las tasas de ma-triculacin.
Esunodelosaspectosenquelamenorcantidaddehijossevecompensadaenparteporsumayor
calidad (Blake, 1989; Carabaa, 2004).La llegada de hijos de
extranjeros ha causado unapequea revolucin en las escuelas. No se
trata de unfenmeno cuantitativamente importante.
SegnelCensodel2002, losextranjerosnocomunitariosenedad escolar son
el 3 por 100 de los de su edad, y loscomunitarios un 1 por 100.
Suponiendo que las aulasDICIEMBRE 2003 NMERO 81116225 AOS DE
CONSTITUCIN ESPAOLAtienen un tamao medio de 25 alumnos (en
realidades menor) tendramos
unnioextranjeroencadaaula.Tampocosetratadeunfenmenonuevo.Du-rante
lamayor parte de suhistoria, las escuelasamericanas y las de Oceana
han sido escuelas de in-migrantes, conproporcionesmuchomayores,
desdeluego, de hijos de extranjeros. Ni siquiera es un
fen-menonuevoenEspaa:
lasmigracionesinteriorescreansituacionesactualesmuyparecidas.Lanicadiferencia
importante entre un nio que llega aEspaa con seis aos y uno nacido
aqu es el conoci-miento de la lengua, la misma diferencia que hay
en-tre nios espaoles cuando se trasladan entre CC AAcon lenguas de
enseanza distintas. Partiendo de
es-tasconsideraciones,parececlaroquelosproblemasde integracin
escolar de los nios de inmigrantes es-tn teniendo una resonancia
exagerada.
Contribuyeaellolaconcentracindelosniosextranjerosenciertas escuelas
las dificultades no son del sistema,sino de esas escuelas, la
necesidad de legitimacindelosenseantes,
particularmentelosdelaense-anza pblica, la bsqueda de un objeto
autctono alqueaplicarlasideologasmulticulturalistasimpor-tadas y,
sin duda alguna, una buena dosis de
genui-nasorpresaydebuenavoluntad. Porlopronto,
laLOCEcontieneunlamentableapartadodedicadoalos alumnos extranjeros
que sin duda alguna aumen-tar la confusin
reinante.Ladisminucindelanatalidadylainmigracinpueden tener
consecuencias desastrosas para el
fun-cionamientoefectivodelareddecentrospblicosyconcertados
establecida por la LODE en 1984. Corres-ponde a Gary Becker el
estudio del trade off entre can-tidad y calidad de los hijos
(Becker y Tomes, 1976).Si se tienen menos hijos no slo se puede,
sino que sedebegastarmsencadauno;y,alrevs,hayquientiene menos hijos
para poder gastar ms en ellos. Peoran: padres con pocos hijos
pueden hacerlos objeto deuna atencin excesiva. La mala conciencia
puede lle-var a comprarles lo ms caro valga o no valga
contaldequenadiepuedareprocharlesnada. Encual-quier caso, menos
hijos significan ms medios y msmedios significan aumento de las
posibilidades de ele-gir escuela privada antes que escuela pblica.
Al caerlademanda, ciertasescuelasconcertadassecierransigilosamente
(centros en crisis); pero las que se man-tienen hacen una dura
competencia a la escuela pbli-ca. Las razones son seguramente
muchas, pero entreellas est sin duda que las escuelas privadas
permitenalospadresgastarmsensushijos(legaloilegal-mente) y que les
ofrecen una atencin ms personal.En muchos lugares, los centros
pblicos se quedan va-cos mientras los privados se llenan, sin que
la menorratio alumno-profesor llegue a compensar el
desequi-librio.Lacompetenciaestllevandoalareaperturade la brecha
entre pblico y privado, a revivir viejasdivisiones ideolgicas y a
resucitar aejas acusacionesde clasismo. Pues bien, as las cosas es
grave que losdefensores de la escuela estatal acusen a la privada
denoaceptarsucupodeinmigrantes. Esunaactitudque no slo deja en pura
retrica las declaraciones deprincipios sobre las bondades del
multiculturalismo yla riqueza de la diversidad, sino que da pbulo a
losprejuicios de los padres contra las escuelas a las queasisten
inmigrantes y contribuye a la formacin de
es-cuelas-ghetto.Todavapuedemencionarseunefectoindirecto,bien
comprensible pero seguramente
insignificantedelanatalidadsobrelaescuela.Labajanatalidaddisminuye
el paro, y la disminucin del paro
dismi-nuyelaescolarizacinnoobligatoria, al aumentarel coste de
oportunidad de estudiar. El efecto real esmuy pequeo comparado con
el efecto contrario deldescenso del nmero de hermanos, y si lo
mencionoes porque ha captado la atencin de algunos econo-mistas
(San Segundo, 2001).DICIEMBRE 2003 NMERO 81116325 AOS DE
CONSTITUCIN ESPAOLAPara la economaAlgunas consecuencias econmicas
de los fenme-nos demogrficos sontriviales. Quizs
laprimeraconsecuencia de la disminucin de la natalidad sea
elaumento de la renta per cpita, mientras que la
pri-meraconsecuenciadelalargamientodelavidaseasu disminucin. Para
hacerse una idea basta con di-vidir a la poblacin en tres grandes
sectores de
edad:adultos,niosyancianosysuponerquelosadultosmantienen a los
otros dos grupos (no importa el modocmo se dividan entre ellos el
trabajo, incluyendo eldomstico). Es fcil entonces calcular que de
habersemantenido la natalidad habra ahora unos cuatro mi-llones ms
de espaoles, es decir, como un 10 por 100ms y que la renta per
cpita sera tambin aproxi-madamente un 10 por 100 menor. El Cuadro 4
sermuy til en lo que sigue, pues refleja la evolucin ylas
previsiones de la poblacin por edad y las tasas
dedependencia.Otraobviaconsecuenciaeconmicaesladisminu-cin de la
tasa de paro, en concreto de la tasa de parojuvenil. Hacia 1995
comenzaron a entrar en el merca-dodetrabajolas generaciones
menguadas nacidasdesde 1977. Los efectos se ven ya en el grupo de
edadms joven, el de 16 a 19 aos. En 1994 eran (en miles)2.586 en
total, de los que 707 activos y 338 ocupados.En 2002 eran en total
1.931, de los que 466 activos y332 ocupados. Con ms o menos la
misma ocupacin,la tasa de paro pas de 52 por 100 a 29 por 100.
Inclu-so manteniendo la misma tasa de actividad (pero tam-bin el
descenso de la tasa de actividad se debe en
par-tealmenortamaodelasgeneraciones)elparoha-brabajadoa36por100.
Enlosprximosaoselefecto se extender a todos los jvenes y se
intensifica-r(EPA, www.ine.es). Haysinembargounafuertetendencia a
ignorar esta benfica influencia de la na-talidad sobre el paro, y a
atribuir las mejoras a
polti-caseconmicascomolareduccindeldficit,elcon-trol delainflacin,
laformacincontinua,
etctera,cuyarelacinconladisminucindelparoesmuchomenos clara.La
disminucin de la fecundidad aumenta en cam-bio la oferta de trabajo
de las mujeres. As, entre los25 y los 29 aos su tasa de actividad
ha pasado del
20al60por100.SegnclculosdeMeilbasadosenlaEPAlatasadeocupacindelasmujeresde25-29aos
en 1977 era de 50 por 100 si no tenan hijos, de26 por 100 si tenan
un hijo y de 13 por 100 si
tenantres.En1995,estastasashabansubidorespectiva-mente a 60 por 100
sin hijos, 30 por 100 con un hijo y20 por 100 con tres hijos. La
subida es, pues, en parteindependientedel nmerodehijos,
principalmentepor el aumento del nivel de estudios. Pero sobre
todose debe al aumento de mujeres sin hijos y con pocos
hi-josencadaniveldeestudios(Meil,1999:49-50).Ladireccin de la
causalidad puede ser indiferente: da lomismo si las mujeres no
tienen hijos para poder traba-jar, que si no tienen hijos porque
trabajan. Y es msinteresante todava que la fecundidad descienda
por-que las mujeres tienen que trabajar para poder man-tener a los
hijos.Al
aumentarlaofertadetrabajofemeninapuedequeaumentetambinsutasadeparo.
Laraznesque se trata de una oferta ms condicionada que la delos
hombres. Hakimha defendido (Hakim, 2001;2003) que
larevolucincontraconceptivaactadeconsuno con la revolucin en la
igualacin de oportu-nidades y el aumento de los empleos de oficina
crean-do autnticas oportunidades de eleccin para las mu-jeres.
Pueden entonces distinguirse tres tipos de mu-jeres segnsus
preferencias estncentradas eneltrabajo (en Espaa 12 por 100 de las
mujeres en edadfecunda), centradas en el hogar (17 por 100 en
Espa-a) o intenten compaginarlos (72 por 100 en Espaa).Este grupo
mayoritario es el que realiza una oferta deDICIEMBRE 2003 NMERO
81116425 AOS DE CONSTITUCIN ESPAOLAtrabajo condicionada y puede ser
responsable de partedel exceso en las tasas de paro femeninas.
Estudiandoa travs de la Encuesta Sociodemogrfica la bsquedade
primer empleo, se ve un grupo de mujeres que nun-ca lo encuentra,
pero que nunca deja tampoco de bus-carlo, engrosando ao tras ao el
nmero de paradasy por tanto la tasa de paro (Carabaa, 2000:
551).Deentretodaslasconsecuenciaseconmicas, hanrecibidoespecial
atencinlasinteraccionesentrede-mografayvivienda.
Porunladoseatribuyeal altoprecio de la vivienda parte del descenso
en nupcialidady natalidad. Pero por otro lado, es evidente que en
elcambio de siglo todos los fenmenos demogrficos hanconfluido
paraaumentar lademandade viviendas.Mientras al aumentar su
longevidad autnoma los an-cianos han estado liberando cada vez
menos
viviendas,seestnindependizandoahoralasgeneracionesmsnumerosas,
quebuscanviviendaencompetenciaconlos inmigrantes. Es muy difcil
determinar la contribu-cin de esta demanda al boom inmobiliario que
comen-zen1998, perolosantecedentesparecennegativos:Los estudios ms
recientes sugieren que a largo plazola demografa tiende a tener
efectos relativamente mo-destos sobre los precios de las casas. Por
eso, la popularidea de que el crecimiento rpido de la poblacin
resul-tar en crecimientos incesantes de los precios carece
desentido. Amrica ha tenido un crecimiento de la pobla-cin mucho ms
rpido que Inglaterra, y sin embargoen las dos dcadas pasadas los
precios reales en GranBretaa han crecido cuatro veces ms que los de
Am-rica (The Economist, 31-5-03: 111).Segn el Banco de Espaa, las
casas suben por el au-mentodedemandayporel
bajorendimientodelosotrosactivos.Setratadedosrazonescompletamentedistintas,
ydeellaslarealmenteimportanteesconcasi completa seguridad la
segunda, los tipos de intersreales nulos o negativos. La diferencia
fundamental esque si la subida se debe a la demanda suben
tambinlosalquileres, mientrasquesisedebealbajorendi-miento de los
otros activos las viviendas se encarecensinquelosalquileresvaren.
Losalquileresnohansubido particularmente durante el boom de los
ltimosaos, pese al aumento de la demanda (Taltavull: 2001:18ss.;
www.ine.es) Encambio, losbancoscentraleshan hecho bajar el
rendimiento de los otros activos albajar los tipos de inters. En
los aos ochenta los ban-cos centrales subieron los tipos para
combatir la infla-cin; en los noventa, con inflacin ya baja, los
han idobajando para reducir los costes del capital a los
empre-sarios y as mantener el crecimiento. El efecto ha sidoprimero
la subida de las bolsas y, tras su crisis hacia elao 2000, la
subida de la vivienda, los solares y los te-rrenos rsticos. El
problema de bajar los tipos de inte-rs es que en el crecimiento
influye su descenso absolu-to, pero en el valor de los activos
influyen sus descensosrelativos. Un descenso del 2 al 1 por 100 es
para el em-presario un descenso de un punto, pero reduce a la
mi-tad el precio del dinero y dobla el valor de todas las ren-tas
fijas, desde los bonos a los alquileres. As, el costede un pequeo
impulso a la actividad econmica es unincremento enorme de los
precios de las viviendas8.Sobre las pensionesLas consecuencias de
los cambios demogrficos so-bre las pensiones son las ms populares,
tanto por ha-DICIEMBRE 2003 NMERO 81116525 AOS DE CONSTITUCIN
ESPAOLA8Ni los bajos tipos de inters ni el crecimiento de la
poblacin puedenjustificar los recientesboom en los precios de las
casas. Ms an, elpensamiento tras ambos argumentos refleja una falta
de comprensin sobrecmo se determinan los precios de los activos...
El precio de un activo debereflejar su futura corriente de
ingresos. Igual que el precio de una accindebe igualar el valor
actual descontado de los dividendos futuros, el preciode una casa
debe reflejar los beneficios futuros de la propiedad, sea
elalquiler que ingresa el dueo o el que ahorra el propietario
ocupante.Durante la burbuja de los punto.com los inversores se
comportaron como silos beneficios hubieran dejado de importar. Del
mismo modo, hoy la genteignora el lazo entre precios de las casas y
rentas (The Economist, 31-5-03).ber sido objeto de vivo debate
pblico como por la re-ceptividad de los ciudadanos ante cuestin tan
sensi-ble. Los tres fenmenos demogrficos bsicos soncruciales en el
planteamiento ms extendido. El alar-gamiento de la vida y la
disminucin de la natalidadvan a dar lugar a una tasa de dependencia
insuficien-te para sostener el sistema pblico de pensiones. Yaque
no sabemos cmo tener ms hijos, necesitamos in-migrantes que alivien
a los pocos que tenemos la
pesa-dacargadepagarlaspensionesydemsgastosdenuestros ancianos. Por
decirlo con palabras de un re-putado demgrafo en un medio de
divulgacin: La es-casafecundidadenEspaaestambininquietantepor sus
consecuencias, entre las que destaca la ame-naza a largo plazo de
un mayor envejecimiento de lapoblacin, que afectar, entre otros, a
los sistemas depensiones (Fernndez Cordn, 2002: 128).La carencia
fatal de ese enfoque es que plantea entrminos de simple demografa
un problema complejode economa. Y su peculiaridad ms notoria la
fortunade que siendo simplemente demogrfico sea el favori-to de
muchos economistas9. Las estimaciones ms sol-ventes fijan en un 1,5
por 100 el crecimiento anual delos mayores de 65 aos hasta el ao
2050, ao en queseran doble que ahora (Cuadro 4). Consideremos
lasnecesidadeseconmicasdetresnivelesdepensionesdistintos.1.
Mantenerel poderadquisitivo. Muchagentecree que en un futuro prximo
y de seguir las cosascomo hasta ahora la Seguridad Social dar en
quie-braynopodrpagarpensionescomolasactuales.Puesbien,sinosconformamosconmantenerelac-tual
poder adquisitivo de las pensiones (o de la mediade las pensiones)
de modo que los ancianos de 2050vivan al menos tan bien como los de
ahora10, se noshabra duplicado el gasto (del 9 por 100 al 18 por
100)del PIB actual.A simple vista parece grave. Pensemos, sin
embar-go,queademsdeldobledepensionistas,losdem-grafos prevn que la
poblacin entre 16 y 64 aos des-cienda de 26,7 a 21,6 millones hasta
2050. Tras cedera los ancianos el 9 por 100 del PIB, todava
aumenta-ra ligeramente su renta per cpita. Y no digamos
siparaentoncesel PIBsehubieradobladocreciendotambinal1,5por100,
casoenelcualnosseguirabastando con el 9 por 100 actual y se
mantendra fijala tasa de contribucin, pero la renta de los
potencial-mente activos se habra casi triplicado.Este supuesto de
tasa fija de contribucin
subyacealdebateylosplanesdereformadelossistemasdepensiones en
Europa (Espina, 1996: 238), incluido elPacto de Toledo. Espina
estima el dficit de la SS enun 2,5 por 100 del PIB hacia el ao 2025
de no intro-ducirse cambios en el sistema actual. Tal dficit se
en-jugara con una suma de reformas en general meno-res, como
depurar las pensiones de invalidez, aumen-tar la edad de jubilacin
hasta en tres aos oaumentar los aos de cmputo de la base reguladora
a25 aos (Espina, 1996: 275). La misma idea de mante-ner o incluso
disminuir la tasa de contribucin subya-ce a la simulacin de
Boldrin, Dolado, Jimeno y Perac-chi (1999), cuya conclusin es que
si la productividaddel trabajo crece en los prximos 55 aos a una
tasaanualmediadel2por100ylatasadeocupacinseeleva en unos 20 puntos,
la tasa de contribucin
puedemantenersealosnivelesactualesconslopequeosajustes en la ratio
pensin/productividad, actualmen-DICIEMBRE 2003 NMERO 81116625 AOS
DE CONSTITUCIN ESPAOLA9IncluyendoTheEconomist, que titulaba Work
longer, have morebabies y explicaba: Muchos pases europeos tendrn
que hacer algosobre los efectos de sus decrecientes tasas de
natalidad a fin de corregirel desequilibrio entre trabajadores y
pensionistas (27-9-03: 13).10En realidad, mejor, si tenemos en
cuenta que los ndices de inflacininfraestiman las mejoras tcnicas
en los bienes y servicios.te muy alta en Espaa (66 por 100, frente
a 35 por 100en la mayor parte de los pases).2. Sin embargo, por
mantener las pensionespuedetambinentendersemantenerlarelacinac-tual
entre pensin y salario, es decir, una tasa fija desustitucin. Los
pensionistas de 2050 no se compara-ran con los pensionistas de
ahora en poder adquisiti-vo, sino en la relacin pensin/salario.
Exigiran jubi-lacin a los 65, pensin igual a la base reguladora
quea su vez es igual a los salarios medios... durante los l-timos
15 aos de vida laboral, etctera (Jimeno,2000: 17). Como los
salarios de los pensionistas
futu-roshabrnsidomsgrandesquelosactuales, tam-bin sus pensiones
sern mayores. Jimeno calcula
quepara2050sinosecambianlasnormasactualesdeclculo la pensin media
puede alcanzar el 32por 100 de la productividad (en vez del 16,5
por 100quesuponeahora).Comotambinestimaaproxima-damente igual nmero
de pensionistas que de traba-jadores (13 millones), el 32 por 100
de la productivi-dad es el 32 por 100 del PIB, para el que supone
uncrecimientodel 2,5por100. Parece, realmente, unaumento de la
presin fiscal incompatible con la esta-bilidad econmica (Jimeno,
2000: 17).Estaestimacinparecealgoexagerada. Uncreci-miento del 2,5
por 100 durante 50 aos multiplica elPIB por 3,5. Significa que los
pensionistas estaran re-clamando en 2050 tres veces ms de un PIB
3,5 vecesmayor, unacantidad12vecesmayorque, repartidaentre el doble
de gente, dara una pensin unas seisveces mayor que la actual. Si
dejamos un 30 por 100del PIB para impuestos, el 40 por 100
restantes se lorepartiran los menores de 65 aos, cuya renta per
c-pita se habra multiplicado apenas por tres.3.
Consideremosporltimountercerescenario,en el que se mantiene la
relacin entre la renta per c-pita de los potencialmente activos y
la renta per cpi-ta de los pensionistas, es decir, se mantiene una
posi-cin relativa fija entre pensionistas y potencialmenteactivos.
Esteescenariotieneel atractivodeque, entrminos de Blanco el modelo
de posicin relativa fijaes el nico que nos asegura una distribucin
equitati-va de riesgos y beneficios entre las generaciones
acti-vasypasivas(Blanco, 1999: 118). Actualmente,
laratioentrelarentapercpitadelosmayoresde65aos y la de los
potencialmente activos (16-64 aos)
esdeaproximadamente0,60.Conlasmismasprevisio-nesdemogrficasdobledepensionistas,
descensode la poblacin entre 16 y 64 aos de 26,7 a 21,6 millo-nes
puede calcularse que la posicin relativa fija semantendra con el 19
por 100 del PIB.Adems de equitativo, el objetivo de la posicin
re-lativa fija se adapta automticamente al crecimiento.Si el PIB se
dobla, se doblan las rentas per cpita deadultos y jubilados, si se
multiplica por 3,5, por 3,5 semultiplican todas las rentas. Ello se
debe al hecho deque la posicin relativa fija se calcula no para los
ocu-pados y los pensionistas, sino para los activos poten-ciales y
los mayores de 65 aos. Como en el primer su-puesto, en ste basta
con que el PIB crezca al ritmo delos mayores de 65 aos para
mantener el poder adqui-sitivo actual de las
pensiones.CmolograrlosaumentosdelPIBnecesariosparacubrir estos
objetivos? Slo hay dos maneras de aumen-tar el PIB, que son
aumentar la productividad o aumen-tar el nmero de ocupados. Esto
ltimo, a su vez, puedelograrse aumentando las tasas de ocupacin o
aumen-tando la poblacin activa y esta, a su vez, aumenta o pormayor
inmigracin o por mayor natalidad.Desde luego, la mejor manera de
ser ms rico es au-mentar la productividad. Slo as se tiene ms
trabajan-do igual o incluso menos. Aumentar las tasas de
ocupa-cinequivaleatenermsacostadetrabajarms,locual est muy bien si
hay paro, y puede tener ademsventajas morales, como fomentar la
independencia per-sonal. Realmente, para la cuestin que nos ocupa
da loDICIEMBRE 2003 NMERO 81116725 AOS DE CONSTITUCIN ESPAOLAmismo
una cosa que otra. Lo importante es que el pro-ducto aumente y que
la poblacin menor de 65 aos noaumente o incluso disminuya, como
ocurre en las previ-siones demogrficas con poblacin cerrada. Por
ejemplo,en el objetivo 1, doblando la produccin se mantendranlas
pensiones, pero casi se triplicara la renta de los po-tencialmente
activos. No sera quiz muy difcil conven-cerlos de subir su tasa de
contribucin al bienestar delos ancianos, quiz manteniendo fija su
posicin relativay conformndose con doblar su renta, como en el
objeti-vo 3, para lo que tendran que ceder un 19 por 100 delPIB en
lugar del 9 por 100 actual. A cambio, los
jubila-dostendranquecambiarelsistemadeclculodelaspensiones (como
pretenden los reformadores) y confor-marse tambin con doblarlas. Ms
difcil sera conven-cer a los activos de ceder a las pretensiones en
los pen-sionistas en el objetivo
2.LasegundaposibilidaddeaumentarelPIBesau-mentarlapoblacinenedaddetrabajar.Paraquienhaya
seguido el debate sobre la natalidad y la
inmigra-cinporlaprensaresultarsorprendenteelperfectoacuerdo entre
los especialistas en la inviabilidad de talsolucin. As, Fernndez
Cordn estima que sera nece-saria una poblacin de 160 millones de
habitantes en2050, el 80 por 100 de los cuales provendra de la
inmi-gracin, para mantener la actual tasa de dependencia.Este tipo
de simulacin slo tiene una virtud, que es lade demostrar que la
inmigracin no va a solucionar losproblemas demogrficos que existen
en este pas y quesi estos tienen un impacto sobre el equilibrio
financierode, entre otros, el sistema de pensiones, no puede
plan-tearsequeamedioymenosalargoplazolasolucinconsiste en aumentar
la entrada de inmigrantes (Fer-nndez Cordn, 2001: 57)11.Peor an, el
Cuadro 4 muestra en primer lugar
quegraciasaldescensodelanatalidadtenemosahoralatasadedependenciamsfavorabledelahistoria.
Yque el futuro puede resumirse diciendo que los ancia-nos irn
sustituyendo a los nios a consecuencia de losincrementos en la
eficacia de la fecundidad (Lamo deEspinosa, 1996). Si aumentamos la
natalidad, aumen-tamos tambin la tasa de dependencia. Y mantener
latasa de dependencia mediante la inmigracin ms quesolucionar el
problema lo agravara. Para empezar, losinmigrantes de hoy tambin
cobraran pensin dentrodeunosaos.Pero,sobretodo,dndeestnlosem-pleos?
(Cabr, 2001: 51). Es difcil de creer que habien-do tenido durante
tanto tiempo tasas de paro tan altassinconseguircrearempleosnetos,
vayamosahoraacambiar al modelo de Estados Unidos en los
ochenta:crecerhorizontalmente,conlaproductividadestan-cada y las
desigualdades aumentando. Durante el lti-mo medio siglo, el
crecimiento espaol se ha logrado atravs de la productividad, con
una ocupacin estanca-da en torno a los 12 millones (Sez, 1975)
(incluso conmnimos de 10,5 millones en 1985, que fue el peor
mo-DICIEMBRE 2003 NMERO 81116825 AOS DE CONSTITUCIN ESPAOLA11Este
mismo autor denuncia el abuso de los organismosinternacionales: Un
reciente estudio de la Divisin de Poblacin de lasNaciones Unidas
(UNITED NATIONS, 2000) ha puesto de moda elconcepto de inmigracin
de sustitucin, bien conocido de los demgrafosdesde hace tiempo. La
posibilidad de que la llegada de inmigrantes puedacompensar el
dficit de nacimientos de un pas ha sido bien analizada
ycuantificada y, en general, la conclusin es que los flujos
necesarios sonmuy elevados y deben ser mantenidos indefinidamente
para que cumplansu funcin. sta es, bsicamente, la conclusin del
estudio de las NacionesUnidas, cuyo objetivo, que ha naufragado en
una tormenta meditica, eraprecisamente demostrar que la inmigracin
no es la solucin al problemademogrfico de algunos pases
desarrollados (FERNNDEZ CORDN,2001: 57). Estn hechos hace mucho
tiempo los clculos segn los cualeslos inmigrantes no sustituyen los
nacimientos ni elevan ms quecoyunturalmente las tasas de fecundidad
(una revisin en ARANGO, 1999.En el mismo sentido se expresan ALBA
(2001: 141), IZQUIERDO (2003),DEZ NICOLS (2000), ALVARADO y CREEDY
(1998). Quiz el mstajante es Zamora: Es urgente inventar un sistema
de pensiones adaptadoa la estructura de una poblacin envejecida,
mientras que debendescartarse las propuestas de medidas destinadas
a modificar la estructurade edad de la poblacin con el fin de que
el actual sistema siga siendovlido (ZAMORA, 2003: 213).mento de la
crisis) y paro creciente. Es cierto que desde1994 nos hemos
adentrado por la otra senda y el au-mento del PIB se ha debido al
de la ocupacin, que hacrecido de 12 a casi 17 millones12, con
productividad es-tancada y actualmente descendente. De los cinco
millo-nes de nuevos ocupados, ms de la mitad son resultadodel
aumento de las tasas de ocupacin femeninas, y
elrestoesresultadodelainmigracin. Estmuybien,pero peor que si el
mismo producto se hubiera obtenidocon menos gente. Se habran
generado menos derechosa pensiones y, si hay crisis, al seguro de
desempleo (Ca-br, 2001: 51).Sanidad y servicios socialesAdems de
los gastos de pensiones, el aumento delas personas mayores aumenta
los gastos de Sanidady Servicios Sociales, y plantea problemas de
reorgani-zacin en ambos.La Sanidad Pblica, que al cabo es parte de
la Segu-ridad Social, se enfrenta a terapias cada vez ms lar-gas,
caras y exigentes, lo que se traduce en un aumen-to ininterrumpido
del gasto, particularmente notorioen el caso de los medicamentos.
Se discute, sin embar-go, en qu medida el alargamiento de la vejez
contri-buyemsqueproporcionalmenteaesteaumentodelos gastos. Por una
parte, se calcula que las prestacio-nes por enfermedad para
personas de 65 aos en
ade-lantesuponenungastocuatrovecesmayorquelasprestaciones para
menores de esa edad, y que el grupode 79 aos en adelante consume
5,9 veces ms presta-ciones que los dems. En Espaa, la tasa de
hospitali-zacindelosmayoresde75aosaumentde128a200 por mil entre
1980 y 1989, mientras que la de losmenores de55aos apenas
variaba(Cas yotros:1993: 91). Porotraparte,
laextrapolacindedatoscomoestosal
futurohasidotildadademecanicista(Guillemard, 1993). Citando a Le
Bras, Zamora (2003)menciona algunos estudios que parecen indicar
que elcoste de la mortalidad se concentra en el ltimo aode la vida
de los individuos. Se tratara, por tanto, deun gasto fijo, y el
vivir ms tiempo no aumentara losgastos de sanidad sino
proporcionalmente a los aosde vida. Segn Le Bras (1991) entre 1970
y 1980 el en-vejecimiento slo supuso un 5 por 100 del incrementode
los gastos de sanidad en Francia, habindose origi-nado la mayor
parte en el aumento de las rentas y losavances de la ingeniera
mdica.La cuestin ms complicada es probablemente la delos servicios
de proteccin social, pues involucra no slotodos los fenmenos
demogrficos, sino que plantea deli-cadas cuestiones polticas y
morales sobre el papel de losdiversos agentes (sector pblico,
mercado, familias) y asu coordinacin (Garca Roca, 1992).
Consideremos,para empezar, cmo los cambios demogrficos afectan ala
composicin de las familias: hay menos nios y msancianos. La cuestin
bsica es si los miembros madu-ros cuidan a los ancianos en los
hogares de stos, tra-yndolos a los hogares propios o internndolos
en esta-blecimientos colectivos. En 1991, segn ha calculado
laEncuestaSociodemogrfica, laproporcindeancianosque mantenan sus
hogares disminua lentamente conla edad: 94 por 100 entre los 65 y
los 70 aos, 74 por 100entre los 80 y los 85, incluso 52 por 100 de
los mayoresde 90 aos. Entre los de esta edad, el 45 por 100
vivanconsushijosysloel3por100vivaenresidencias.Aunque la vejez
autnoma se alargue, el final la vida
si-guesiendodifcilymuchosancianosacabanviviendocon sus hijos, sobre
todo cuando se quedan viudos. Ade-ms, las personas de menos
recursos son las que antes ypeor envejecen, necesitando por las dos
razones ms re-cursos (Alfageme, 2000).DICIEMBRE 2003 NMERO 81116925
AOS DE CONSTITUCIN ESPAOLA12Una cifra, por lo dems, no aventurada
por ninguna prediccin nipara el ao 2050.Es evidente que en
comparacin con otros pases, enparticular los nrdicos, hay en Espaa
un importantedficit de recursos pblicos, sea en plazas
residencia-les, sea en ayuda a domicilio (Sarasa, 2003), que
ali-vien la carga de las familias, las cuales, viendo las co-sas
desde la ptica opuesta, estaran cargando con losdeberes del Estado
(Prez Daz, Chuli y lvarez-Mi-randa, 1998). Y aqu entran en juego
los inmigrantes,casi la mitad ellos mujeres que trabajan en el
serviciodomsticoyel cuidadodeancianosydependientes.Determinar el
mix de los servicios sociales se ha con-vertido en una tema poltico
de los ms complicados,sobre todo por sus implicaciones directas
sobre el tra-bajo de las mujeres.Sobre la polticaLos cambios
demogrficos han puesto sobre la
mesanuevascuestionesparalascualesnohayrespuestapreparada y muchas
veces ni siquiera implcita en lasideologas clasistas centradas en
las cuestiones de lapropiedadyel trabajo.
Lospartidospolticosylosidelogos tienen ante s la tarea de adaptar
sus pro-gramas a estas nuevas realidades manteniendo en
loposiblelacoherenciaideolgicayprocurandoganarvotantes.Para
empezar, hay quien se niega a tratar el enveje-cimiento, la
natalidad o la inmigracin como proble-mas. Cada vez ms gente
considera un problema
lafaltadenios:el61por100laconsideraalgomalo,frenteal 12por
100queloconsiderabueno(CIS,1998:3). Pero, por quconsiderar
unproblemalabajanatalidad? Quizsimplementelodanpor su-puesto,
siguiendoinflujosmediticos, sinpensarenque todava hay un muy
elevado crecimiento de la po-blacin en el mundo (Dez Nicols, 2000:
39). Pero, se-gn recuerda Esping-Andersen, el natalismo se inspi-ra
en viejas ideologas de derecha: quienes defiendenla fecundidad
suelen inspirarse en una ideologa nata-lista tradicional. De hecho,
la asociacin histrica
delnatalismoconlosregmenesautoritariosofascistasha dado mala fama a
las polticas de fomento de la fe-cundidad(Esping-Andersen, 2000:
94). Ahorabien,segn este mismo autor, la viabilidad del Estado
delBienestar sera una buena razn para que el
pronata-lismosehubieravueltodeizquierdas. Unpuntodevista distinto
prescinde de la ideologa y se remite alos deseos insatisfechos: un
47 por 100 de los entrevis-tados por el CIS piensa que la gente
tiene menos hijosde los que desea (CIS, 1998: 5), y un 22 por 100
dicentener menos hijos de lo que desean. En este caso, esta-ramos
anteundficit subjetivodenacimientos almargen de las ideologas
(Bernardi, 2003).En el caso del envejecimiento, la definicin del
pro-blemaparecemsclara. Nadieniegaquehayqueayudar a los ancianos,
pero muchos insisten ademsen considerar la vejez como una edad
activa y jubilosa(Bazo, 1990) y enaprovechar sus
potencialidades.Nuestros pases no han sabido preservar un rol
acti-voytildelosancianos.Handesarrolladoextensossistemas de
proteccin social a la vez que reducan lavejez a un coste y una
carga para la sociedad (Guille-mard, 1993: 51). Polticamente,
adems, los
ancianosparecenconstituirunaclientelaelectoralconintere-ses claros.
Gil Calvo ha propuesto el empowerment
delosmayores,enunprogramapolticoqueincluyeladesaparicindelajubilacinobligatoria,
laestrictaproporcionalidadentrelapensinapercibirylaca-rreralaboral,lafijacincomobasedecotizacindelpromedio
de todos los sueldos, la lucha contra la
susti-tucindetrabajadoresviejosfijosporjvenespreca-rios, la
sustitucin de la discriminacin por edad,
an-ticonstitucional,perotolerada,porprogramasdeac-cin afirmativa, y
otros (Gil Calvo, 2003: 200 y ss).En la cuestin de las pensiones,
adems de quieneslo usan como argumento pro inmigracin, estn
quie-DICIEMBRE 2003 NMERO 81117025 AOS DE CONSTITUCIN ESPAOLAnes
proponen como remedio su privatizacin, sustitu-yendo el actual
sistema de reparto por un sistema decapitalizacin (Termes, 2000).
Unos totalmente, equi-parando los actuales sistemas PAYG (pay as
you go) aunaestafapiramidal que se tiene que derrumbarcuando el
sesmo demogrfico erosione los dos fun-damentos de su xito, un nmero
creciente de
trabaja-doresyunaproductividdcadavezmayor(Wallace,1999: 181); otros
slo parcialmente y con muchas
cau-telas(Herce,2001).Essorprendentequeunaopcinclaramente ligada a
los intereses de la banca, afn alala ms radical del liberalismo
econmico, que propo-nealgotaninciertocomosufragarenel
futurolaspensionesacostadelasrentasdel capital (actual-mente no
superan el 5 por 100 del PIB y son las pri-meras que se sacrifican
para reactivar la economa) yqueexigedoblepagoduranteel
perododesustitu-cin, est centrando la discusin y se considere la
sa-bidura convencional entre los economistas. Quiz sedeba a que
estamos ante una cuestin ideolgicamen-te confusa, que no es de
clases ni de impuestos, sino delos trabajadores contra s mismos.
Cierto que en todoslos pases desarrollados mantienen los actores
estra-tegiassemejantes: oposicinalasreformasporlossindicatos,
propuestas de privatizacin por el lado
delosempresariosylabanca,recursoalainmigracinpor parte de los
sectores conciliadores. Sin embargo,las polticas resultantes
delacomposicindeesasfuerzasnosonconvergentesyestnaumentandolaheterogeneidad
de los sistemas de pensiones (Chuli,2001).La inmigracin es la
cuestin ideolgicamente mscompleja. Si pensamos en su interseccin
con las ideo-logas clasistas, para los obreros los inmigrantes
soncompetidoresconlosquesuideologatradicionallesconminaasolidarizarse.
Paralasclasesmediassonmanodeobrayserviciodomstico,
cuyobajocostequiz no sea suficiente para vencer las prevencionesde
los ms identitarios, pero sin duda alienta el
multi-culturalismodelos ms liberales. Los inmigrantesson muy
visibles en la vida cotidiana, produciendo im-presiones de invasin
en ciertos mercados de traba-jo y espacios urbanos. Las clases
medias liberales,
queinterpretanestasreaccionescomoracismo,intentancontrarrestarlas
presentando a los inmigrantes
comosolucinalosproblemasoriginadosporel envejeci-miento y la baja
natalidad: pagan nuestras pensionestrabajando en los empleos que
los espaoles no quie-ren y tienen los hijos que los espaoles no
quieren te-ner. La correccin poltica, sin embargo, acta bajoel
temor de estallidos sociales como el de El Ejido o
dexitoselectoralescomolosdeLePen,HeideroFor-tuyn. Por desgracia,
bajo una sobredeterminacinideolgica tan fuerte es muy difcil la
discusin racio-nal y la planificacin poltica de procesos sociales
tandelicadosysensiblescomolosligadosalainmigra-cin.Las
elaboraciones ideolgicas se vuelven particular-mente complejas
cuando aparece la cuestin de la ac-tividad femenina, intensamente
ligada a la natalidad,al envejecimientoyalainmigracin. Las
polticaspronatalistasslosonaceptablessisoncompatiblescon las
carreras laborales de las mujeres. Respetar eltrabajo femenino es
asimismo decisivo en las ofertaspolticas que incluyen la asistencia
pblica a ancianosy dependientes13En general, hay bastante acuerdo
enque no es slo cosa del Estado, ni del mercado, ni delasfamilias,
peroarticularlosesasuntomuchomsDICIEMBRE 2003 NMERO 81117125 AOS DE
CONSTITUCIN ESPAOLA13Como dice un reciente informe, si por un lado
hay que contar coninstalaciones, equipamientos y profesionales
suficientes y bienorganizados, por el otro habra que huir de
planteamientos meramentetcnicos, porque hay un creciente consenso
en el papel central de lasfamilias, por razones de cercana,
efectividad y afectividad, lo que noimplica ignorar que las
estructuras familiares son en Europa cada vezms reducidas, ms
inestables y ms sujetas a movilidad... (ASTRAZNECA,
2003).delicado.Entrelaaceptacindelafamiliatradicio-nal basada en
roles de gnero y la abolicin de la
fami-liahayseguramenteunnuevomodelo, todavanomuy bien definido,
pero quiz emergiendo de la expe-riencia cotidiana de las mujeres de
hoy (Tobo, 2001:130). Estnquienesproponenel
modelonrdicodeasistencia pblica con fuerte empleo femenino como
elcuarto pilar del Estrado del Bienestar
(Navarro,2002).Yaquesdondeentraenlizalainmigracin:hay quien confa
en el modelo privado actual apoyadoen inmigrantes dedicados al
servicio domstico en ge-neral y ms en particular al cuidado de
ancianos y de-pendientes.En cualquier caso, polticamente ha habido
un pro-ceso de convergencia ideolgica. En los primeros aosochenta
la divisoria estaba clara: la derecha defendala familia y atacaba
el trabajo de la mujer. La izquier-da defenda el trabajo femenino y
o no se ocupaba dela familia o prevea con alborozo su muerte. Ahora
laizquierda ofrece polticas familiares y la derecha pre-gona sus
esfuerzos por la igualdad de gnero. Ambascoinciden en el objetivo
de conciliar empleo y familiapara las mujeres. Lo cual para los ms
radicales supo-ne abandonar la mitad del programa feminista de
re-partir por igual tambin las tareas del hogar3. A modo de
conclusinVeinticinco aos despus de la Constitucin, los es-paoles
vivimos ms que nunca y somos en conjuntoms viejos que nunca. Pero
se trata del resultado deuna tendencia secular en el que la Carta
Magna ha te-nidoconseguridadpocoquever.
Tambintenemosmenoshijosquejamsenlahistoriayporellocadaveztenemosmenosjvenesentrenosotros.
Esmuyprobable que hubiera ocurrido de todos modos, pues
eldescensodelanatalidadobedeceatendenciasqueoperan en el mundo
entero y han actuado
exactamen-tedelmismomodoqueenEspaaenlospasesdelSur de Europa. Pero
parece innegable que la Consti-tucin abri las puertas a estas
tendencias, que hastaentonces tenan que colarse por ventanas y
rendijas.Gracias a ella las parejas pudieron controlar la
fecun-didad, la vida amorosa de los espaoles se liber de
latiranadelacostumbre, laeleccinresponsableseampli a la procreacin
y las relaciones familiares sehicieron ms puramente afectivas. Por
ltimo, viven ytrabajan con nosotros cada vez ms extranjeros, quesin
duda no lo habran hecho de no haber sido porqueuna Constitucin
democrtica nos facilit la entradaen Europa. Todo esto ha dado lugar
a fenmenos so-ciales nuevos que plantean problemas polticos de
so-lucin incierta: cmo pagar las pensiones, cmo aten-der a los
ancianos, si reformar las escuelas, cmo re-gular la inmigracin, qu
polticas familiaresarticular, y muchos ms. Es un motivo de
celebracinque tras 25 aos de vigencia, la Constitucin todavaprocure
un marco y fije unas reglas dentro de los cua-les puedenproducirse
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