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La fenomenologa de Hegely el psicoanlisisPor Jean HYPPOLlTE
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El ttulo de este artculo 1 puede parecer, por s mismo, curiosoy
enigmtico. La aproximacin de la fenomenologa ~e H~gely el
psi~oanlisis l?arece v.i0.1~r todas l~s leyes de la h.lstona yel
princIpio de la IrreversIbIlidad del tiempo. Es preCISO reco-nocer
que no existi influencia histrica de Hegel so~re el fun-dador de!
psicoanlisis. Parece ser que Freud no leyo a Hegel. Podr
relacionarse entonces esta "laguna" en una cultura tanvasta con la
confidencia de Freud, que se haba negado a leera Nietzsche a pesar
de las satisf,acciOl;es que hubie~a. po?idoobtener, para evitar el
riesgo de dejarse mflUlr en la ongmalldadde sus propios
descubrimientos?
Por otra parte, el buen sentido ~os p~ohbe ~ablar de
1In:1influencia retrospectiva, de una especIe de mfluen~la que
remon-ta el curso del tiempo, de Freud sobre Hegel. Sm embargo,
esesta especie de absurdo lo que quisiera justificar por
principiode cuentas, puesto que implica una verdad que .es la
retrospec-cin. Con este objeto recordar ese texto adnmable de
Freuden la Interpretacin de los sueiios 2 en el que nos cuenta la
tra-uedia de Edipo hacia su destino, texto en el que, de pronto,
nosdice. en una de esas observaciones tan profundas que dan a
la
lect~ra de Freud un encanto prodigioso (del que carecen
losfreudianos, salvo algunas excepciones): i Pero si es un
psico-anlisis! Esto se desarrolla como un psicoanlisis; el
psicoan-lisis es una especie de drama igual al descubrimiento
progresivoque Edipo hace de s mismo. Utilizar todava el texto en
queFreud nos dice que un psicoanlisis termina con una frase deeste
orden: "Lo he sabido siempre"; pues es en el momento enque d
psicoanalizado mismo reconoce esto cuando su anlisisha
terminado.
Con un espritu no muy diferente de! psicoanlisis freudianode
tales textos trataremos de examinar, por medio de una
inter-pretacin propiamente retrospectiva, la F eno1'llcnologa de
.lIc-ue!. Releer de esta manera la Fcno11lenologa nos llevana
a~xaminar la totalidad de esta obra tan difcil y sinuosa comola
verdadera tragedia de Edipo de todo el espritu humano, conla nica
diferencia, tal vez, de que la revelacin final -esoque Hegel llama
"saber absoluto"- permanece ambigua yenigmtica. . . . .
Cmo volver a estudiar, en un ,espaCIO ~e~atlval:1ente ~Imltado
la totalidad de la Fcnolllenologza del espmtu baJO un
cIertoaspe~to? Elegiremos como hilo conductor de nuestra
interPT.e-tacin la tesis siguiente: la nocin .de verdad COIJ1?
de.velaclol~se efecta por la intercolllunicacion de las
conclencla~-de-slhumanas, por el reconocimiento mutuo y por el
leng.uaJ~ quesustituye al problema mismo de Dios. Tal vez
necesltanamosremontarnos hasta Rousseau para encontrar el origen de
estanueva manera de plantear el problema de la verdad. Mientrasque,
por ejemplo, para los cartesianos la c~nciencia en su sole-dad se
dirige a Dios a. fin de que .Ie garantice la ver~ad, regre-sando
inmediatamente a sus semejantes con la poseslOn del tes-timonio
divino, para Hegel es solamente en e! juego de la inter-comunicacin
de las conciencias, en e! lenguaje, donde se elaborala conciencia
de s universal y se devela la verdad.
Este problema se desarrolla en toda la fenomenologia
repi-tindose en niveles diferentes. Tomaremos cuatro de esos
mo-mentos. . . ,
El primer moment~, que corresponde ~ la I1:tro
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da leerla en s mismo. Por este mismo hecho, esa verdad seraun
error. "La esencia o la J medida caeran en nosotros" (ennosotros
filsofos), "y 10 que debera ser comparado con lamedida, aquello
sobre 10 cual debera ser tomada una decisincomo consecuencia de esa
comparacin, no estara necesaria-mente obligado a reconocer la
medida".6 Por tanto, no puedehaber otro camino a la verdad para
nuestra conciencia naturalque ese largo viaje que lleva a la
conciencia a leer ella mismasu verdad.
En este viaje, todava no podemos prever todos los rodeos.Caminar
hacia el saber para una concen,cia que se ignora a smisma, no es,
simplemente, descubrirse, volvindose sobre s?De esa manera, la F
enomenologia comprendera dos captulos:conciencia natural y
conciencia de s. El clebre tema de He-gel: "la conciencia de s",
"dominio y servidumbre" (~mo yesclavo), slo interviene como un
momento desde los primeroscaptulos de la Fenomenolog'a. Quisiera
dejar presentir la clavede este enigma proponiendo para este
momento dialctico unttulo que "hablar" a los oyentes del Dr. Lacan
expresandoexactamente el drama que se desarrolla en este texto tan
abs-tracto de Hege!: La concienCia de s como juego de espejos.7
Este captulo de Hege! es, tambin, un captulo sobre la
vida.Resulta paradjico para nosotros puesto que una conciencia des
humana no es solamente una conciencia viva, un deseo devivir, ya
que ste no presupone justamente la otredad funda-mental. Se piensa
en este tema de La joven pal'ca cuando evo-ca el tiempo anterior a
toda herida:
Una con el deseo, no fui sino obedienciainminente, ligada a esas
rodillas lisas;i movimientos tan raudos colmaban mis deseosque
senta mi causa ser apenas ms gil!Mi rubia arcilla nada a mis
sentidos difanos,y en esa ardiente paz del soar naturallos pasos
infinitos parecanme eternos.i Slo que all a mis pies, oh Esplendor,
la Enemiga,mi Sombra!
[Traduccin en alejandrinos blancos de Toms Segoviaj
... pero aqu surge algo que es ya la otredad.El deseo vital no
conoce verdaderamente la otredad, o bien
la supera como en la sexualidad. "La vida, dice Hege!, remitea
otra cosa de lo que es" ,8 remite al sentido de la vida; pero
e!sentido de la vida se experimenta en otra cosa que la vida, enla
constitucin de un yo ajeno.
"Yo es otro"..., tal vez Rimbaud no daba a esta frase todo. e!
sentido que nosotros le hemos otorgado: la conciencia de sno existe
como yo, ms que cuando se ve en otra concienciade s. La
Fenomenologa nos presenta en trminos abstractose! esquema de la
otredad en el cual la relacin "en espejo" esesencial; podra decirse
que el doble (Hegel dice "el dobla-miento") 9 es fundamental en la
conciencia de s. Por esto de-bemos entender que la conciencia de s
no est encerrada enalguna parte, en un organismo biolgico. Es
relacin y relacincon otro. Pero es relacin con otro con la condicin
de que elotro sea yo; relacin conmigo a condicin de que yo sea e!
otro.Esto es 10 que Hegel llama el infinito, caracterizado por el
do-ble sentido, un doble sentido que se expresa en la
contradiccindel doble, del alter ego, con alter y con ego.
"Para la conciencia de s -comienza Hege!-lo hay otra con-ciencia
de s. Se presenta a ella como si viniera del exterior."Esto es
fundamental: para existir como yo, es preciso que en-cuentre a
otro. Insistiendo en la palabra encontrar, puesto quesi yo 10 hago
ya no es otro. Por tanto, esto nos conpromete enel juego de la
doble significacin: "La conciencia de s se haperdido ella misma, ya
que se encuentra como siendo otra esen-cia"; si encuentro otro yo,
estoy perdido puesto que encuentromi yo como otro. Pero e! doble
sentido reside en que la con-ciencia "ha logrado por eso mismo
suprimir al otl'O ya queella no ve al otro como esencia sino que
ella l1sma se ve ene! otro". Hay, por tanto, una especie de
infinita carrera en laque la conciencia de s, a diferencia de la
vida, no se alcanza.Si intenta suprimir al otro, esto tiene tambin
un doble sentido:"19 Ella debe suprimir la otra esencia
independiente para ad-quirir de esa manera la certidumbre de s
misma como esencia;29 Con eso, ella se suprime a s 11'lois1'1w
puesto que el otro esella misma."
Puede verse fcilmente cmo esta dialctica,
aparentementeabstracta, es el esquema del juego del "fort-da" de
que nos ha-bla Freud.ll En el juego de la presencia y de la
ausencia, esenio que tal vez ha perdido a su madre o a la persona
que se
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ocupaba de l, ha hecho algo peor: se h~ perdido a s
mismoocultndose tras e! espejo. Puesto que a fm de cuentas al
hacerdesaparecer el otro yo tambin yo desaparezc?, pero
haciendoaparecer al otro tambin yo me pierdo. En cIerto modo
esto)'fuera de mi puesto que me veo como otro.
Ahora bien, e! descubrimiento de Hegel resi~e en que no tie-ne
sentido hablar de un yo fuera de esta relaCIn. Ms an: apesar de!
encadenamiento de! doble sentido, esta relacin siguesiendo
demasiado unilateral para constituir un yo: "Este mo-vimiento de la
conciencia de s en su relacin ql11 otra concien-cia de s ha sido
representado de esta manera como' la operacinde una de las
conciencias de s"; pero la operacin misma tieneque ser bilateral,
la doble operacin comn y mutua de cadauna de las conciencias. Para
que yo reconozca al otro como sifuera un yo, tengo que verlo hacer
sobre m 10 q"te yo me veohacer sobre l.
Captamos e! entrecruzamiento de dos conciencias que no
so-lamente se ven la una en la otra, sino que e ven como vindosela
una en la otra y al mismo tiempo hacindose falta en unareciprocidad
que se expresa de la siguiente. manera: "Se reco-nocen como
reconocindose recprocamente." 12 .
No insistiremos aqu en la continuacin de un texto bien
co-nocido, la lucha a muerte de las conciencias de s opuestas y"amo
y esclavo"; destacaremos nicamente las. dos prolonga-ciones,
opuestas en apariencia, de esta dialctica.
La primera reside en que al fin de esta lucha se tiene la
im-presin de que la conciencia de s se ha replegado sobre s mis-ma,
que en cierta medida ha hecho desaparecer la otredad: esla
conciencia desgraciada. La conciencia es desgraciada porqueest
inmersa en el trabajo y en la pena; ha trasformado lo quepara ella
era el amo en algo que se encuentra ah pero que nologra alcanzar:
la conciencia inmutable. La otredad se ha con-vertido en el super
ego. La conciencia ha engendrado a ese Diosque hace que ella se
juzgue culpable, que ella J?rofundice en suculpabilidad
trasponiendo a su seno la relacin de dominio-ser-vidumbre. Hay en
la formacin de la conciencia pecadora o dela culpabilidad todo un
tema que tendramos que volver a exa-minar.l3
Pero en el movimiento de la conciencia hegeliana, e! juegode
espejos de la conciencia de s no se termina en un callejnsin
salida. Puede decirse que e! esquema abstracto que hemospresentado
es la experiencia fundamental para que se constitu-ya una
conciencia de s humana. Por principio de cuentas, nece-sita que se
constituya una conciencia de s humana "en espejo"para que la
historia misma sea posible. Las figuras concretasque vamos a
abordar slo son posibles en e! elemento de la con-ciencia de s (en
el sentido en que se habla de! elemento mari-no, por ejemplo),
elemento que podra definirse as: la esenciadel hombre es ser loco,
o sea ser l mismo en el otro, ser l porla misma otredad.
En esta tragedia que se repite (no en el sentido de la
repe-ticin mnsica de Freud, sino como profundizacin), pasamosahora,
en un plano ms concreto, a un mundo social en el quese reproduce la
enajenacin de la conciencia de s concreta. Porconcreta que sea,
nuestra conciencia de s no deja de tener unobjeto imaginario,
todava no realizado y que es ella misma.
Su primer tentativa par~ realizarse es la del deseoY Su de-seo
es, primero, el de experimentarse ella misma en otra con-ciencia de
s, tambin concreta. Hay que ser feliz, gozar e! pla-cer - por qu no
?-, gozar de la felicidad ms que darla;tomar la vida como se toma
un fruto en cuanto est maduro:es un placer que la conciencia de s
podra gozar inmediata-mente. De esta manera experimentara en el
goce la intuicinde la unidad de las dos conciencias de s. Ahora
bien, 10 queexperimenta no es esa unidad, sino una frustracin
inevitablede la cual no comprende nada. Es lo que llama "e!
encuentrode la necesidad". El goce choca con el destino, con una
frustra-cin que no tiene sentido. La conciencia se ve ahora sin
com-prenderse en un destino que no es conciencia. Se sobrevive,
sinser capaz en este sobrevivir de hacer la historia de su
propioOigen. Sobre el nico plano de la vivencia no es capaz an
dedescubrir aquello que, sin embargo, slo dar un sentido a
esavivencia, una verdad que ser promovida por el lenguaje. Loque
ella vive remite a un futuro que todava no vive, como talfuturo ser
el sentido de 10 que vive en e! presente.
Por ello 10 que esta conciencia encuentra es la forma de la
ne-cesidad ms pobre: "Este trnsito de su ser viviente a la
nece-sidad muerta, se manifiesta entonces como una inversin queno
tiene ninguna mediacin"; 15 es decir, que 10 que falta a_ estegozo,
10 que falta a esta frustracin, es precisamente el sentido.El
individuo encuentra simplemente en la ausencia del sentido elpuro
no-sentido. Es esto lo que se le aparece como destino;
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"El mediador debera ser aquello en que los dos lados se
uni-ficasen; debera ser la conciencia que conocera uno de los
mo-mentos en el otro, es decir que conocera en e! destino su finy
su operacin; y, en su fin y su operacin, su destino"; 16 esdecir,
que sera capaz no slo de descubrir su propia frustra-cin sino de
comprender en su vida el sentido de su vicia. Esesto precisamente
lo. que le resulta imposible a esta concienciaen vista de sus
singulares exigencias. "En la experiencia quedebera desarrollar su
verdad, la conciencia ha resultado paras misma un enigma; las
consecuenci:ls de sus operaciones noson ante ella sus actos mismos;
lo que le sucede no es para ellrtla experiencia de lo que ella es
en s."
El segundo momento es aquel que Hegel llama "la ley delcorazn" y
"e! delirio de la presuncin", en el que podamosver, al igual que en
el tercer momento, el del quijotismo, laforma del conocimiento
paranoico en tanto que estructura fun-damentalmente humana.17
La conciencia no est ya en este nivel elementai que acaba-mos de
describir. Ya no es solamente una conciencia vida detomar la vida y
de' gozar de ella y que advierte CJue en el mo-mento en que cree
tomar la vida est mirando a la muerte; esuna conciencia que frente
a este enigma ha asumido sobre s lanecesidad; es esto lo que llama
"la ley del corazn". Es unaconciencia que se cree perfectamente
pura y encuentra que elmundo est mal hecho.
Esta conciencia quiere realizar en el mundo la ley de su pro-pio
corazn. No quiere solamente realizar su corazn, sino lale'ji de
este corazn: no quiere solamente realizar su goce, sudeseo, sino un
deseo que al m'smo tielllpn sea universalmentevlido.
Piensa que todos los hombres se encuentran atrapados en
undilema: o bien realizan su deseo, su corazn, pero se hallan
pri-vados de la conciencia de su propia excelencia, o bien
realizanla ley pero viven privados de la alegra. No queda otra cosa
quehacer sino colocar el placer y la ley del mismo lado: es estola
ley del corazn.
Por desgracia, cuando el individuo CJuiere realizar la ley desu
corazn, sta se convierte en algo extrao, donde no se re-conoce. Se
desconoce en el hombre que l llega a ser en los otrosJ' para los
otros. Este drama es el principio de una locura porla cual e!
hombre no puede dejar de pasar (en tanto que hom-bre): "La ley del
corazn, justamente por el hecho de su ac-tualizacin, deja de ser
ley del corazn. Recibe en esta actua-lizacin la forma del ser y se
convierte en fuerza universal ala cual ese corazn particular es
indiferente. De esta manera, elindividuo, por e! hecho de exponer
su propio orden, ya no loencuentra con'1o suyo." 18
Este tema va a desarrollarse ms profundamente en la me-dida -y
es esto lo que corresponde al ttulo delirio de la pre-suncin- en
que el individuo que ha resuelto realizar la leyde ese corazn no se
reconoce en sus propios actos, sino quese vuelve a s mismo. Siente
un profundo trastorno en s mismoy 10 rechaza proyectndolo fuera cle
s. Esta proyeCC'in es fun-damental y precisamente 10 que puede
llamarse una locura pro-pa del hombre. Es aquella que Hegel analiza
en el clebre per-sonaje de Schiller, el Karl Moor de Los bandidos,
y que el doc-tor Lacan encuentra en nuestro Alceste no e! hombre
virtuoso,sino, en verclad, el loco.19 Es evidente que el mal que
advierteAlceste lo lleva en su propio corazn, y lo proyecta fuera
de spara no verlo en s. Y esta proyeccin (e! trmino es el del
pro-pio Hege!) no es un fenmeno psicolgico particular: es e! fon-do
mismo de! hombre y realiza concretamente el esquema quese
presentaba como dualidad abstracta en e! nivel de la "con-ciencia
de s".
Entonces, nos dice Hegel, "los latidos de este corazn
-porbienestar de la humanidacl- pasan en el desencadenamiento deuna
presuncin demente, al furor de la conciencia por preser-varse de
sl(propia destruccin. Eso sucede porque la concien-cia proyecta'
fuera de s la perversin que es ella misma y seesfuerza
por-,.considerarla y enunciarla como. lo otro".20 Lo queaqu es
fundamental es que la conciencia est perturbada en smisma,
perturbacin interna que Hege! --que tanto admirabaa Pine!- nos dice
que es caracterstica de la locura, ya queno habra locura si el
hombre loco. no fuera al mismo tiemporazonable, de la misma manera
que no habra enfermo si elenfermo no fuera al mismo tiempo alguien
sano: de otra ma-nera estara muerto, pura y simplemente.
Hay, pues, una ~ dualidad profunda en el hombre loco quepara
defenderse de ella la ve fuera de s, como algo contin-gente: no
n~cesitara ms que destruir todo esto de afuera ytodo-marchara bien.
Es sta la~epresentacin,verdaderamenteparanoica que algunos
revolucionarios se hacan del mundo:
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"Hegel escriIJiel/(fo /11 Fcnomcnologa del csprilll"
"Sacerdotes fantico~, dspota~ corrompido~ ayucl;dos por
susministros" -y esto no es completamente falso- "que humi-llando y
oprimiendo tratan de compen~ar su propia humillacin,han inventado
esta perversin ejercida para la de gracia 'innombre de la humanidad
equivocada. En su delirio, la con-ciencia denuncia a la
indi'z:idualidad como siendo el principiode esta locura y cle esta
perversin; pero se trata de una indivi-dualidad extraa y
contingente".~1
No insistiremos aqu en la tercera figura, en la que desem-boca
este delirio: el quijotismo. Para pasar a la resolucin deesta
especie de entrecruzamiento de las conciencias de s en lafase final
de la Fenomenologa: "el mal y su penln'',2~ quenos muestra todava a
Jos dos personajes que hemos encontradosin cesar y que presentan
siempre una operacin de doble sen-tido, en un doble sentido.
Pero aqu, estas dos conciencias se realizan de la manera
msconcreta. Una toma la forma de una conciencia que podramosllamar
creadora, la conciencia actuante; Hegel la llama "Ge-wissen", que
he traducido, con audacia, como "buena concien-cia". En efecto,
cuanclo se acta es preciso ser siempre, un pocohipcritamente, una
buena conciencia. Nos dice Hegel que laconciencia moral es muda;
aquella que acta es concreta; in-venta lo que es preciso hacer. Y
lo justifica despus de haberactuado. Justifica siempre. Si no lo
hiciera, cometera la tor-peza de ser inmoral. Puede siempre
justificarse. En un clebretexto de las Provinciales, Pascal se
pregunta si en verdad unhombre tiene el derecho de vida y de muerte
sobre otro hombre.Dice que Jos jesuitas piensan que cuando el honor
de un hom-bre ha sido ofendido, puede despus de todo ... Pascal va
muylejos, llega a decir que nadie tiene el derecho de vida y de
muer-te sobre otro hombre, slo Dios .. , Pero es preciso que
Diosdelegue, de tiempo en tiempo, este poder en algn soberano.
Recordemos tambin a Tartufo; a los escrpulos que con unamalicia
muy femenina le objeta la mujer de su amigo y paode lgrimas
Org-n,
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Pero los decretos del cielo nos producen tanto miedo,
lcontesta:
Puedo disiparos esos temores ridculosSeora, y s el arte de
terminar con los escrpulos:En verdad, el Cielo prohbe ciertos
contentos,pero con l hay tambin acomodamientos.
... Es la ciencia
... de rectificar el mal de la accincon la pureza de nuestras
intenciones (IV, 5).
"Tal vez l mismo cree en sus justificaciones. Cuando roba,es
para alimentar a la familia; cuando mata, es para vengarel honor y
defender a la patria. En suma: la inmoralidd resideen la torpeza de
no poder justificarse. Conocemos otras con-ciencias que saben ser
elsticas. A fin de cuentas, todas 10 son;de otra manera la accin
resultara imposible.
Las conciencias que se hallan frente a frente son de este
or-den. Las' dos son jesuticas. No hay nada que hacer: el
je-suitismo tiene algo de eterno, de inevitable en s mismo.
Laconciencia que acta, inventa lo que tiene que hacer y se
justi-fica. Pero tiene necesidad de justificarse. sa es su
necesidadfundamental. Necesidad de justificarse respecto a otra
concien-cia de s. Y sta, a su vez, juzga a la primera. Son
disimtri-cas: una ser la conciencia que juzga, la otra ser la
concien-cia juzgada.
Subrayemos el estado concreto en que nos encontramos en
larepeticin del mismo drama que nos lIeva a preguntarnos endnde est
el "nosotros". Este "nosotros" que es, en cierta for-ma, la luz de
la conciencia que se ignora a s misma, apareceahora en un plano de
relacin ms concreta: la necesidad de serjuzgado. Necesidad que no
abandona al hombre, necesidad deser reconocido; un "lIamado a la
historia". Como deca Peguy:"Hay que apelar a la historia." Se
recurre a los hombres, hastase escribe para que nos juzguen despus
de nuestra muerte.
"La historia juzgar", deca otro ... ; pero se trata de saberquin
es el personaje que finalmente juzgar al otro. Al prin-cipio, es
aquel que no acta. Se trata de la relacin del psi-coanalizado con
el psicoanalista? Tal vez, si le diramos a lascontratransferencias
el mismo peso que a las transferencias ...Porque aqu, segn el
esquema del amo y del esclavo, hay in-tercambio: la conciencia que
es noble se vuelve baja y la quees baja resulta noble. Sucede que
la verdadera conciencia peca-dora es aquelIa que juzga; y que la
conciencia que, en el fondo,disuelve o resuelve su nudo en el otro,
lIeva a verse en el otro.y se ve ah en la medida en que el otro es
tan culpable co-mo ella.
Por qu la conciencia que juzga es una conciencia
pecadora?Porque, para Hegel, en el fondo la conciencia que juzga es
hi-pcrita: no acta y quiere hacer pasar su juicio como accin.Pero
existe una razn ms profunda: para poder percibir bajosu luz el mal
y la parcialidad del otro, desigualdad del otro,es preciso que la
conciencia los lleve ya en s. Conocemos estaproyeccin. Conocemos a
esas personas que han denunciadofuera de ellas mismas toda su vida
lo que resulta ser el infernaldeseo que no han podido realizar en
la suya. Es ste el mal quelIeva en s la conciencia que juzga. En
relacin con ella Hegelcita la frase de Napolen que se encuentra en
la Nueva H elosa:"No hay gran hombre para su ayuda de cmara." No es
que nohaya grandes hombres, sino que hay ayudas de cmara. La
con-ciencia juzgadora del ayuda de cmara es la moralidad. No
haygran hombre que no sea susceptible de ser considerado desdeel
punto de vista de su ayuda de cmara. Iluminar a un hombredesde el
punto de vista del ayuda de cmara, servirle de espe-jo desde este
punto de vista, es llevar en s el mal que se de-nuncia en l.
De esta manera, los papeles se han cambiado entre la con-ciencia
que podra ser universal y disolver el nudo, resolver enella a la
conciencia que acta, y aquella que experimenta la ne-cesidad de ser
justificada, reconocida, que recurre a un sentidoque no puede
realizarse ms que en un dilogo y en un len-guaje. Hegel lo dice con
sus propias palabras: 23
"As, una vez ms, vemos manifestarse al lenguaje como elser ah
del espritu", es "conciencia de s universal". En ellenguaje, que es
el lenguaje del sentido, en esta intercomuni-cacin, se resuelve el
problema del "nosotros".
Pero, como puede observarse, el "nosotros" no est ni en
la~onciencia que pretendera juzgar ni en la conciencia que
esJuzgada. Todo se desprende del reconocimiento mutuo ya que
~~da conciencia es a la vez la que acta y la que juzga, la
que
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proyecta el mal y la que es el mal, la que tiene necesidad de
serreconocida.
La emergencia de ese "nosotros" puede sin embargo expe-rimentar
todava un ltimo fracaso. Fracaso terrible debido aaquello que podra
llamarse el Instinto de Muerte de aquel queno quiere curarse, es
decir que ya no quiere hablar.2~ Cuandosucede que una de las
conciencias -y Hegel la describe desdeel ltimo estadio-25 se retira
sobre s misma y rechaza total-mente la comunicacin, esta
esquizofrenia suprema, esta rupturatotal de la relacin, no puede
ser comprendida como un bene-ficio de la enfermedad sino como un
rechazo integral a curarsenunca.
Por el contrario, en la comunicacin surgida entre la concien-cia
que juzga y la conciencia juzgada, en ese movimiento quees an una
especie de juego de espejos, ya que la conciencia pe-cadora dice :
"Yo soy el mal, pero t tambin", y que la otradice: "Yo veo el mal,
pero tambin lo soy", aparece un "nos-otros" que 110 es ya aquel que
Hegel planteaba en abstracto alprincipio. Ese "nosotros", que tena
el aspecto de una tras-cendencia y que atravesaba una conciencia
que se desconoca as misma, surge ahora como el movimiento nunca
acabado deuna historia en la que se resuelve el problema del
sentido, delsaber absoluto, un nosotros tal que podemos decir, en
fin, queno existe sin nosotros.26
- Traduccin de Juan Vicente NIelo
NOTAS
1 Artculo redactado por Jean Laplanche, segn una conferencia
pro-nunciada el 11 de enero de 1955 por M. lean Hyppolite en la
SociedadFrancesa de Psicoanlisis.
2 G. W. pp. 267. Traduccin francesa, pp. 197.3 Hegels Begriff
der Efahrung, Holzwege. Clostermann, 1950.4 Fenomenologa del
espritu. Trad. de Jean Hyppolite. Aubier, I,
p. 69. (Las notas siguientes que no estn especificadas se
refieren aeste texto.)
1 p. 736 Ibdem.7 Si uno se empea en probar que el "estadio del
espejo" no es UI1
"descubrimiento" del doctor Lacan, se debera lneditar ms su
sentidoen relacin con Hegel en vez de reducir SIl importancia a los
protocolosde experiencia en los cuales se apoya.
sI p. 1529 I p. 15510 I p. 155: "La conciencia de s doblada".11
"Ms all del principio del placer" G. ",.,1., XIII, pp. 11, sigo
Traduc.
francesa pp. 13 y sigo CL Lacan, Informe al Congreso de Roma,
ElPsicoalllisis 1, pp. 162-3.
12 I p. 15713 Hay algo notable en Hegel: no es un moralista; se
advierte que
la moral propiamente dicha no le preocupa como p. Kant o aun
aNietzsche. Al mismo tiempo, estudia constantemente las condiciones
dela conciencia moral. Conciencia pecadora, conciencia de culpa,
concien-cia que perdona son las figuras que analiza, 10 que va
mucho ms le-jos que todos los discursos de mora\.
14 1 p. 297 y sigo15 I p. 13116 I p. 301-30217 I p. 30218 I p.
30519 Problellla de la psicogtlesis de las neurosis :1' de las
psicosis. Des-
cle de Brouwer.20 I p. 30921 Ibide-m.22 I p. 190 y sigo23 I p.
18424 O por 10 menos rechaza la palabra si todava tiene un
lengnaje
petrificado.25 JI pp. 188-18926 En el transcurso de la discusin
que sigui a esta conferencia, el
doctor Lacan pregunt a M. Hyppolite el significado de ese
"nosotros"no slo como encuentro de dos conciencias sino como que
hace posibleel encuentro por el cual se efecta una especie de
reveladn que estms all del hombre. A este respecto el doctor Lacan
evoca a Heideggery seala la importancia filosfica de los
descubrimientos de Freud apartir del instinto de muerte.
M. Hyppolite reconoce la problemtica abierta por esta superacin
delsolo dilogo e interroga a su vez al doctor Lacan sobre aquello
queel psicoanlisis puede aportar, en la prctica misma, respecto al
tercertrmino que aparece en la interaccin de las dos
conciencias.
En la continuacin de esta discusin, se repiti la pregunta
acercade la dualidad de las conciencias y de la significacin que
podra tenerla superacin, tanto en el plano positivo, en el que el
campo de la con-ciencia se revela como una especie de multiplicidad
impersonal, como enel plano ontolgico en el cual se develara una
palabra original, un "la-gos" primordial. La discusin se centr en
torno a la problemtica deesta develacin tanto en el psicoanlisis de
Freud como en la Fenome-nologa de Hegel. Por supuesto, tuvo que
plantearse ~ecesariament~ elproblema del filsofo o del analista en
tanto que se sitan por entl~del debate.
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UNIVERSIDAD DE "MEXICO 45
El cOI/tenido psquico del il/dividuo
~'?~I/;{ ~~/~ \~ /~~tS d a..E/ lIluchachito cobra cOllciel/cia
de s mismoAuloaCllsacil/. Dibujos de Georges AlllllY
El jJSiW(llIIli.li1 -----_._--AI/illll/s el l/lIilllll
El sistema del il/col/uiente es l/l/a gran antecmara el/ la que
ll/s el/almeias .ps/qllicas seEl Super Ego presentan como seres
vivifoll tes