179 DISEÑA EMERGENTES 178 HUMANIZAR EL HACER HUMANIZE THE MAKING Observar propuestas que cues- tionen lo establecido a través del diseño, que abran preguntas y que funcionen como un ente movili- zador, viene a ser una necesidad ante un contexto donde algunos aún se encuentran atados a un producir autómata, muchas ve- ces carente de sentido profundo. En esta línea, y desde diversos lugares, a continuación se presen- tarán los trabajos de Taller Mano Alzada y Estudio Prado, poniendo énfasis en un hacer “humaniza- do” donde adquieren relevancia los oficios y lo análogo vinculado a técnicas y materiales nobles. No es novedad decir que nos encontramos en una realidad que día tras día nos ubica en un modelo enajenante donde pare- ciera ser que el leitmotiv estu- viese centrado en una finalidad productivista basada en índices monetarios en desmedro del bien común. Si bien este discurso ha pasado a ser prácticamente un lugar común, es en parte el ca- talizador de una contra respues- ta que expresa un malestar social desde donde se tiende a repensar ciertas realidades ya estable- cidas. Así es como aparece, en grupos más críticos, la necesidad de detenerse para reevaluar el hacer, tanto desde una mirada individual como colectiva. Si en los noventa nos encon- trábamos de lleno en la cultura del “tener”, hoy se intenta dar un giro hacia la cultura del “ser”. Lo anterior no deja fuera a la disciplina del diseño, sobre todo si pensamos la estrecha relación de esta con la cultura material. En respuesta a este escenario se observan tendencias como el DIY (Do It Yourself), el coworking (o trabajo colaborativo) y el down- shifting, que apunta a vivir bien con lo necesario ralentizando la velocidad frenética del diario vivir. En concordancia con el de- nominado giro hacia la “cultura del ser”, aparecen ciertas ansias de humanidad que muchas ve- ces se han ido traduciendo en una revisión de los oficios. Es- tos acercarían la práctica del diseño a lo humano, expresado en técnicas que se alejan de la producción en serie y que se vin- culan a lo análogo. Inserto en este contexto se encuentra el trabajo del Taller Mano Alzada, cuyos integrantes se definen como un colectivo que propone salidas gráficas en las que canalizan el sentir ciudada- no. Su línea de acción se centra en producir material gráfico a partir de un discurso basado en la contingencia, material que luego es sacado a la calle. Como colectivo, propician la horizon- talidad al evadir expresamente todo orden jerárquico. De este modo, las decisiones son consen- suadas por los 18 integrantes que hoy lo conforman. Taller Mano Alzada se origi- na en 2005, en el contexto de las movilizaciones estudiantiles, cuando un grupo de estudian- tes, en su mayoría de Diseño de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, se apropia de una sala para diseñar y producir carteles con consignas alusivas al movi- miento. La actividad del colectivo continúa intermitentemente, re- novándose a medida que pasan En cuanto a la técnica, de- claran que debe existir una co- herencia con el discurso y el contexto, el que relacionan di- rectamente con la serigrafía ma- nual. En contraposición, la grá- fica digital deshumanizaría todo proceso volviéndolo genérico. Por lo mismo, como taller pro- ponen alejarse de los «medios maquinistas» que operarían bajo la lógica de la enajenación. La importancia del oficio es- taría en ser forjador de lazos comunitarios e indicio de un conocimiento heredado, donde la honestidad tras la expresión de la mano es el sello que otor- ga lo análogo. Se produciría un traspaso directo de energía, re- flejada en la unicidad de cada pieza gráfica, donde se hace presente la imperfección como característica humana. Ocurre, por tanto, una mirada horizontal a través del afiche «imperfecto», reconociendo «lo humano» en el error y ubicando a la gráfica a la misma altura del interlocutor. Desde otro lugar opera Estu- dio Prado, alter ego de Nicolás Hormazábal, diseñador indus- trial que ha decidido no utilizar su nombre personal debido a la intención de despojarse de la autoría. Dicho estudio propone un producto alejado de la in- dividualidad, persiguiendo una impronta centrada en solucio- nar necesidades específicas por sobre el diseño «de autor». A partir de propuestas de lí- neas simples, Estudio Prado trabaja tanto en el área de la comunicación visual como en el de la objetualidad. Es sobre todo desde esta última que ha desarrollado una propuesta que bien podría tener como concepto fundante la honestidad. El mobi- liario aparece a simple vista como un objeto desnudo, generando un reconocimiento inmediato de ofi- cios que se agolpan en nuestra retina, oficios muchas veces hoy aplastados por la sobrefactura presente en la mayoría de los objetos en que prima un supues- to valor estético por sobre uno funcional; por otra parte, oficios olvidados, dada su permanente presencia en lo cotidiano, al pun- to que se funden en nuestro ima- ginario, haciéndose invisibles. Así es como recordamos piezas que bien podrían ser parte de la car- pintería o técnicas que recuerdan el mobiliario escolar. En esta sutileza de la línea, Estudio Prado despoja a la forma de cualquier elemento superfluo que pueda interferir en la fun- cionalidad principal. La voluntad férrea de no trabajar generando nuevas necesidades, sino dando solución a aquellas exigencias básicas ya existentes, se traduce en una revisión de los objetos esenciales llevados a una forma funcionalista práctica. A par- tir de una investigación formal asociada a los materiales según el contexto local, incorpora una metodología rigurosa centrada en el proceso donde finalmente el objeto se limpia de lo accesorio dejando solo «lo necesario». Así, dentro de «lo necesario» aparecen también, como motor de trabajo, las ansias de incitar a la pregunta a través de sus pro- ductos. De esta manera, Estudio Prado determina ciertos detalles formales que se usarán para guiar a las preguntas que generará en el interlocutor. Esto se traduce en dejar a la vista el proceso de ar- mado que comprende el uso de ensambles y tornillos, donde la decisión de dejar estos últimos a la vista recae en facilitar futuras reparaciones a partir del uso de un lenguaje común y cotidiano, además de introducir a la persona en el proceso de reflexión detrás del mismo objeto. Con lo anterior, se plantearía una forma más hu- mana de ver el producto, en la que se integra al usuario de manera horizontal llevando el objeto a un nivel más cotidiano y simple. Hay una intención de no sobrevalorar el objeto, sino que mostrarlo tal cual es. Esto se vincula con el uso de materiales que se encuentren «a la mano» en el contexto local. Hay una conciencia de parte del estudio de trabajar con lo que existe en el país, una visión de realidad que responde a la op- ción de producción real de cada producto según la industria local. Finalmente, y en parte como era referido en Taller Mano Alza- da, Estudio Prado también decla- ra al «error» como protagonista del proceso. Este viene a ser un motor humano que va proyec- tando la forma y que incita a una respuesta constante. diversas generaciones de estu- diantes, no siempre ligados a un espacio puntual. Debido a las grandes movilizaciones del 2011, nuevamente ocupan una sala de la Facultad, la cual perdura hasta hoy como espacio fijo de trabajo. El grupo humano que man- tiene vigente al colectivo se hace cargo del legado a través de un traspaso de recambio generacio- nal. Mantener un espacio físico estable en una sala de la uni- versidad se erigiría como un acto simbólico que recoge una visión política en sí, asociada a la ocu- pación del espacio. Más allá de los colores políticos o de una vi- sión partidista, existe como base un cuestionamiento constante de lo establecido, donde el espacio permite la construcción de un pensamiento crítico común. Las piezas gráficas, en su mayoría afiches «colectivos», nacen de un proceso de trabajo grupal, dejando de lado la au- toría personal. El mensaje, di- rigido a la «masa popular», in- tenta descubrir puntos de vista críticos que se hagan cargo del malestar social. Así, aparece una fuerte crítica a la educación de mercado, lo que se expresa en dos principios del taller: la educación horizon- tal tendiente a la autoeducación (la no jerarquía y retroalimenta- ción de conocimientos comparti- dos en colectivo) y la autogestión, basada en la autonomía y gestión de recursos mínimos. Esto se ve reflejado en la organización de diversas actividades, como ta- lleres y workshops o incluso un ciclo de cine, donde el colectivo se abre a la comunidad más allá de la Facultad. Simoné Malacchini Diseñadora Pontificia Universidad Católica de Chile Académica Departamento de Diseño, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile. Designer, Pontificia Universidad Católica de Chile _ Professor, Design Department, Faculty of Architecture and Urban Studies, Universidad de Chile. El siguiente artículo presenta dos iniciativas enfocadas en humanizar el mundo material, desde el diseño, con una mirada crítica y apegada a la sociedad. Tanto el colectivo Taller Mano Alzada como Estudio Prado son propuestas de diseño que dialogan con la revisión de los oficios y una consecuente contra respuesta análoga, enfoque que se observa como una tendencia mundial ante una realidad deshumanizada. The following article presents two initiatives aimed at humanizing the material world, from design, with a critical outlook and rooted in society. Both collectives, Taller Mano Alzada and Estudio Prado are design proposals that converse with the revision of the trades and a consistent analogue counter-response, approach that is observed as a global trend vis-à-vis a dehumanized reality. Oficios _ análogo _ humanidad _ autogestión _ contracultura _ cultura del ser. Trades _ analogue _ humanity_ self-management_ counterculture _ culture of being. DNA